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Capítulo 12 — Todos tenemos un pasado... futuro… o lo que sea que pase. POV Edward Mientras veía a Bella dormir entre mis brazos, sonriendo, llamándome en sueños, tomé una decisión: no podía ni quería alejarme de ella, la necesitaba, y esa necesidad era más fuerte que yo. Pensé en llevarla al prado, al poco tiempo de quedarse dormida fui a hablar con Alice para que lo preparase todo, quería regalarle un día perfecto, y ¿quien mejor para planear esas cosas que la hiperactiva Alice? Salimos temprano de su casa, fuimos corriendo con ella en mi espalda para buscar mi coche y todo lo que Alice y Esme habían preparado. Y el momento en el prado fue mágico. Todavía sonrío cada vez que lo recuerdo… Bella me habló de su sueño, me mostró todos sus recuerdos: nuestro primer beso, nuestra boda, la primera noche que dormí a su lado, momentos y palabras únicas en el prado… en el fondo la envidiaba porque yo no recordaba nada de eso y me moría por haberlo vivido. Me sentía mal porque yo no podía compartir eso con ella. Porque no podía sonreír al evocar esos momentos por mí mismo, sólo podía hacerlo a través de su mente. —Podemos crear nuevos recuerdos, sé que no será lo mismo, pero… podemos intentarlo —dijo eso mirándome a los ojos, con una seguridad pasmosa. Y yo me lo creí, ¿por qué no iba a hacerlo? Es más, estaba dispuesto a realizarlo y así se lo dije. —No lo vamos a intentar, lo haremos —y fundí mis labios con los suyos una vez más, derritiéndome en cada roce que su cálida piel me provocaba. 2
Estaba derrotado, hundido, completamente aplacado. El vampiro, el monstruo que gritaba en mi interior… todo eso ya no existía. Era como un simple humano más en sus manos y a merced de sus deseos. Quería compartir todo con ella, desde cada amanecer hasta cada crepúsculo, viviendo juntos todo eso que siempre había soñado hacer. Estaba dispuesto a dejarme vencer por ella, a sucumbir a sus deseos. Si ella me decía que me tiñese el pelo de azul, no tendría problema en hacerlo. Quería pasar con ella cada minuto de mi existencia. Hasta yo mismo me asusté cuando pensé eso. Yo, que siempre había odiado esta no vida, que para mí casi había sido un castigo convertirme en la bestia que ahora soy, estaba dispuesto a acabar con su vida y convertirla para pasar el resto de mi existencia a su lado. No sabía si ella estaría de acuerdo, tampoco era el momento para proponérselo. Pero si de algo estaba seguro era de que no me estaba equivocando, Bella era la persona que me complementaba, la que llenaba cada hueco vacío de mi corazón, la que con sólo una sonrisa era capaz de alegrarme la existencia. Y no quería perderla, no quería ver como día a día se apagaba y estaba un paso más cerca de la muerte, mientras yo no podía hacer nada para evitarlo. Era egoísta, lo sabía, estaba completa y absolutamente seguro de que mi egoísmo estaba ganando la partida en este caso, pero no me importaba, sólo en pensar en Bella a mi lado por el resto de mis días hacía que una estúpida sonrisa ocupase mi rostro. Todos estos pensamientos fueron evocados mientras la besaba, mientras su sabor inundaba cada una de las células de mi lengua cuando danzaba con la suya. Mientras el sol, en lo más alto del cielo, templaba mi cuerpo tumbado sobre la hierba al lado del suyo. Nada podía hacerme más feliz en ese momento, el saberla mía, el leer en sus pensamientos lo mucho que me quería, el sentir como su cuerpo se estremecía bajos mis caricias. Si algún día pensé en la felicidad, 3
estaba muy lejos de esto, esa sensación que se apoderaba de mí en ese momento la superaba con creces. Me aparté ligeramente de ella para apreciar el rubor de sus mejillas. Para ver con mis propios ojos lo que mi amor por ella provocaba. Me miraba con los ojos entrecerrados y una dulce sonrisa, no puede evitar devolvérsela… la amaba más que a nada. Un extraño sonido proveniente de su cuerpo me hizo tensarme y mirarla con el entrecejo fruncido. La miré esperando que ella me explicase lo que acaba de pasar, pero el mismo sonido acompañado de un ligero rubor y una sonrisa avergonzada fueron la única respuesta. —Soy humana —dijo en un susurro. —Lo sé —contesté. —Necesito comer —volvió a susurrar desviando la mirada. —Oh —fue lo único que salió de mis labios. Estaba tan absorto deleitándome con el sabor de sus labios que había olvidado por completo sus necesidades. Me puse en pie y ella me miró sin entender nada. —Ahora vuelvo, espérame aquí —le dejé un fugaz beso en los labios y salí corriendo hacia el coche. No tardé en llegar y coger la cesta con comida que Rose había dejado en la maleta del Volvo. Tampoco tardé demasiado en volver a su lado. Estaba tumbada sobre la hierba con los ojos cerrados, su corazón latía acompasado y respiración era tranquila, no estaba dormida, pero sabía que estaba relajada. No puede evitarlo y me puse de rodillas frente a su cabeza. Mis manos delinearon su rostro con extremo cuidado, como si ella fuese una pieza de cristal que se pudiese romper al mínimo roce. Esbozó una sonrisa y su corazón comenzó a latir más deprisa. Sus mejillas se 4
volvieron a teñir de ese adorable rojo que tanto amaba y mi cuerpo, totalmente autómata se acercó a ella hasta poder posar mis labios sobre de los suyos. Besarla era una adicción, siempre quería más y más, nunca me cansaría. Me separé lentamente, alargando el momento de sentir su cálido aliento golpeando mi rostro y me regaló otra sonrisa que me derritió por completo. Se sentó a mi lado, nuestros cuerpos se rozaban al mínimo movimiento y esa sensación era magnifica. Le mostré la cesta repleta de comida y me miró totalmente perpleja. —Es demasiada comida para mí sola —dijo en un susurro. —¿Quién te ha dicho que es para ti sola? —le pregunté. —Tú no comes y sólo estamos nosotros dos… —Vale, me has pillado —admití— ¿Me responderías una cosa? Cogió un sándwich de la cesta y mientras le daba un mordisco asintió. —Es sobre tu sueño… —esperé su reacción, pero no la hubo, solo me miraba esperando que continuase hablando— ¿Cómo te enteraste de que somos vampiros? Dejó el sándwich a un lado y bebió un poco de jugo que también había traído. Se aclaro la garganta y me miró con cautela. —No sé si será bueno que lo sepas —dijo. —¿Por qué? Suspiró, intenté acceder a su mente pero de nuevo estaba bloqueada, no puede evitar bufar. —¿Qué pasa? —me preguntó. —Todavía no entiendo cómo lo haces, me bloqueas y… me pone ansioso, muero por saber lo que piensas —confesé. 5
—Tienes suerte, en mi sueño no podías saber absolutamente nada… así que no te quejes que podría ser peor —dijo con una sonrisa. No pude evitar sonreírle de vuelta. —Sí, podría ser peor, pero… todavía no me has contestado. ¿Cómo lo supiste? —Te lo diré, pero no te enfades, ¿Me lo prometes? —clavó sus ojos en los míos mientras hablaba, me aturdió, así que solo pude asentir en respuesta. —Lo intentaré —susurré. —Me lo dijo Jake, Jacob Black. Black… Jacob Black. Mi mente procesó ese nombre en cuestión de segundos. Black, Ephraim Black, los quileute, el tratado. Mi cuerpo se tensó y estoy seguro de que mi mirada se tornó dura. Bella me miró asustada. —Te pedí que no te enfadaras y ni si quiera lo estás intentando — me dijo un poco indignada. —¿Qué tienes que ver tú con los Black? —intenté que mi voz sonase tranquila, aunque creo que no lo conseguí porque su mirada era desaprobatoria. —Te lo contaré todo, pero tranquilízate, cada cosa pasó por un motivo y que Jake estuviese en mi vida sólo trajo cosas buenas… y otras no tan buenas —las últimas palabras fueron un casi inaudible murmullo. En su mente apareció la imagen de un enorme lobo rojizo jugando con una niña, la miré perplejo ¿qué era eso? Enseguida se bloqueó y no pude ver más. Me tensé de nuevo. —¿Qué fue eso? —pregunté. —Nada que deba importarte —dijo desviando su mirada. 6
—¿Si no debe importarme porque te has puesto nerviosa? —Ok, el lobo era Jake y la niña es nues… es mi… —titubeó— es su imprimación —dijo por fin, pero ante esa información no puede evitar que un rugido abandonase mi pecho. —Me estás diciendo… que ese Black, ¿va a convertirse en algún momento? —pregunté intentando remarcar cada palabra para que el enfado no se reflejase en mi voz. —No —contestó tranquilamente. —¿Cómo qué no? Si es un lobo y se llama Jacob… no es tu mascota, no he visto ningún perro en tu casa —dije con sorna. —No me has dejado acabar, no lo es todavía, se transformará en un año más o menos — la tranquilidad con la trataba el tema era lo que más me enfurecía. —¿Y qué tienes tú que ver con los Black? —repetí. —Charlie es amigo de Billy, Billy Black, el padre de Jake. —¿Y? —me estaba impacientando demasiado. —Jake y yo seremos… algo así como amigos —dijo prudentemente mirándome a los ojos. —¿Serás amiga de un licántropo? —ya no podía ocultar la ira— Eso no lo permitiré. —Oh sí, claro que lo harás —contestó tan tranquila. La tomé del brazo con cuidado e hice que me mirara directamente a los ojos. —Bella. No voy a dejar que estés cerca de un licántropo, son monstruos, son… inestables, pueden hacerte mucho daño. Y más cuando acaban de convertirse, que no pueden controlarse —le dije mirándola fijamente. 7
Sus ojos llamearon, podría jurar que estaba enfadada, pero no sabía hasta que nivel. Suspiró para serenarse y habló en un tono de voz que no dejaba lugar a replicas. —Edward Cullen, voy a ser amiga de Jake quieras o no, nunca me hará daño, es el Alfa, se controla muchísimo mejor que el resto de la manada. —¿Pero es que hay más licántropos? —pregunté alarmado. —En un principio solo serán seis, después el numero subirá a diez y finalmente serán diecisiete —lo dijo con una tranquilidad que de tener sangre, se me helaría en las venas. Reaccioné un poco tarde a sus palabras y creo que me puse más pálido de lo normal… ¿Diecisiete licántropos? —¿Qué? —creo que mi tono de voz subió doscientas octavas. —No te asustes… se supone que tenéis un pacto, ¿no? —Bella, me das miedo —admití con voz temblorosa. Me miró y soltó una enorme carcajada —¿Por qué te doy miedo, Edward? —dijo en un tono divertido pero con matices que no quise definir, aunque juraría que sonaban seductores. —Sabes demasiado —murmuré por lo bajo. —¿Eso es un problema? —preguntó ahora seria. —No… no lo sé —suspiré—. Es que me inquietas, quiero protegerte, pero veo que… que no sé, parece que podrías enseñarme más cosas a mí de mi propio mundo en lugar de ser al revés.
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—En mi sueño también fui vampiro, es lógico que sepa cosas que crees que no debería saber —su tono volvió a ser dulce y cálido como de costumbre. —Pero ¿qué tiene que ver que hayas sido vampiro, con que seas amiga de un licántropo? —La manada nos salvará de morir a todos los Cullen en más de una ocasión, les deberemos mucho —susurró. —¿Por qué los licántropos, que nos odian a muerte, nos salvarán de morir? ¿Y contra quien? —eran demasiadas preguntas las que tenía dando vueltas en mi cabeza pero esas eran las más importantes. —¿Recuerdas la niña que viste antes? Ella es nuestra conexión. —¿Por qué? —Ella es… —suspiró de nuevo— Digamos que… uff… es mejor que lo olvides. —No voy a olvidarlo, Bella. —Lo harás, no voy a decírtelo, lo sabrás algún día, pero es demasiado pronto. —Bella, por favor. —No —su voz sonó tan firme que tuve que acceder. La rodeé con los brazos por su espalda mientras terminaba de comer su sándwich apoyada sobre mi pecho. Mi cabeza comenzó a dar vueltas a la conversación que acabábamos de tener y una frase sobresalía del resto. "En mi sueño también fui vampiro" ¿Habría sido por voluntad propia? ¿Fui yo quien la convirtió? —Bella… —susurré. 9
—¿Uhm? —Dijiste que serás vampiro… —titubeé ante lo que iba a preguntarle. —Sí —contesto. —¿Por qué? Se incorporó para mirarme a los ojos. —Tú lo hiciste —contestó con una sonrisa. —¿Y tú querías que lo hiciese? —pregunté. Sonrió ampliamente. —¡Claro que sí! Si por mí hubiese sido, me habrías convertido mucho antes, pero tú querías proteger mi alma —bufó. —¿Yo no quería convertirte? —me extrañé mucho al oír eso. —No, lo hiciste porque no te quedó otra. Por un lado los Vulturis te obligaron y por otro yo estaba a punto de morir. —¿Tú a punto de morir? —eso me asustó en sobremanera. Bella se rio sin ganas. —Es mi día a día… lo que pasó con la furgoneta de Tyler, lo que después pasará con James, con Jasper, con Victoria, con el acantilado… no tienes que preocuparte, saldré de esta como tantas otras veces —contestó tan tranquila con una sonrisa en su rostro. Yo la miraba con los ojos extremadamente abiertos… —¿Estás de broma no? —pregunté con cautela. —Claro que estoy de broma, Edward… —susurró y yo me tranquilicé un poco.
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Estuvimos unos minutos en silencio mientras ella continuaba comiendo. Cuando creí que ya había acabado volví a preguntarle. —Después de tu sueño sabes cosas, has vivido como nosotros — ella asintió— y aun así… ¿te gustaría volver a ser una de los nuestros? Me miró con una dulzura infinita, en sus ojos podía ver todo el amor que sentía y eso hizo que mi pecho se hinchase de orgullo. —Nada me gustaría más que pasar el resto de mi existencia a tu lado —sentenció sin dejar de mirar mis ojos. Sonreí, creo que nunca había sonreído tanto en mi vida, pero con Bella era feliz y las sonrisas nacían solas entre mis labios sin que pudiese evitarlo. —¿Cuándo quieres hacerlo? —pregunté. —¿El qué? —Convertirte, no quiero perderte —susurré—. Lo haremos en cuanto quieras, Carlisle seguro que no tiene ningún problema, es más creo que… —Edward, espera… —me interrumpió— ¿Me estás diciendo que quieres convertirme? Asentí y ella me miró perpleja. —¿Estás de broma? —preguntó de nuevo. —Bella, te quiero, nunca, en mi larga, existencia había sentido esto por nadie. Y no quiero perderte, no quiero ver como envejeces y no poder evitarlo. Una lágrima descendió por su mejilla y lo la limpié delicadamente con mis dedos. —Tenemos que esperar… —murmuró. 11
—¿A qué? —La graduación, después nos casaremos y podrás convertirme — dijo algo avergonzada. —¿Para qué esperar tanto? Podrás graduarte después, tendrás mucho tiempo... créeme —bromeé— Y la boda puede ser después, nadie nos dará prisa. —Esperemos, por favor —me pidió. —Bella, no quiero esperar, quiero tenerte a mi lado sin tener que tener extremo cuidado en no matarte. —No me harás daño, estoy segura —en su mente volvieron a aparecer imágenes, estábamos sobre una cama blanca, rodeados de plumas. Ella se sonrojó y si hubiese podido yo también lo haría. —¿Er… eras humana? —pregunté con un hilo de voz. Asintió y yo preferí dejar el tema por el momento, aunque estaba seguro de que las imágenes que acababa de ver en su mente no se me olvidarían tan fácilmente. Volvió a poyarse en mi pecho y suspiró sonoramente. —Te amo —susurró. La incorporé de nuevo y pude deleitarme una vez más con su perfecto sonrojo, apartaba la mirada avergonzada y tomé su rostro con ambas manos para obligarla a mirarme. Aun así, cerró los ojos y yo me desesperé. —Bella, mírame —le pedí. Abrió los ojos lentamente posándolos en los míos. —Yo también te amo —le dije. 12
Sonriรณ ampliamente, nuestros labios se fueron acercando y en pocos segundos se fundieron en un apasionado beso que puso alerta a cada una de mis terminaciones nerviosas. Y se me olvidaron los licรกntropos, ese Black sobre todo, cuando Bella estaba entre mis brazos y estรกbamos besรกndonos, nada mรกs importaba.
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