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Capítulo 13— Renesmee Carlie Cullen Bella POV Todavía seguía en shock cuando Edward me dejó en casa después de pasar el día en el prado, quería convertirme, en esta realidad quería hacerlo y n ponía excusas absurdas. En otro momento eso sería lo mejor que podía pasarme, pero ahora… necesitaba a Nessie y si me convertía dejaría atrás cualquier posibilidad de quedarme embarazada. Me costó muchísimo no hablarle a Edward sobre ella, era una parte muy importante del sueño, por no decir que era la más importante, pero temía su reacción. Quizás no quería tener hijos, quizás veía que sería una aberración o no quisiera que pasase por todo el trago del embarazo. Cené frente a Charlie con todas esas ideas rondando en mi mente, él no preguntó nada y me dejó divagar mentalmente sin interrumpirme. Me fui a la cama con la imagen de Nessie en mi cabeza, recordando las veces que se quedaba dormida en mis brazos, o cuando con su "don" nos decía que tenía hambre. Mi hija… La echaba terriblemente de menos y no veía la hora de poder estrecharla entre mis brazos por fin. Subí las escaleras despacio, sin ganas, el haber pensado en Nessie me dejó sin fuerzas y con el alma en los pies. Recordaba su sonrisa, su voz, o como tocaba el piano sentada en las rodillas de Edward… abrí la puerta de mi habitación y me quedé paralizada. Edward estaba allí, sentado sobre la cama, su semblante serio no presagiaba nada bueno y las dilatadas aletas de su nariz indicaban que sí… estaba enfadado, muy enfadado. No movía ni un 2
solo músculo y casi parecía una perfecta escultura de mármol. Tragué en seco y entré en la habitación dispuesta a aguantar la tormenta que se avecinaba. Me senté a su lado y lo miré a la cara, no cambió su postura, seguía mirando a un punto fijo de la puerta y con la mandíbula tensa. —¿Cuándo pensabas decírmelo? —preguntó entre dientes. —¿El qué? —mi voz apenas sonó. —Háblame de ella —su gesto se suavizó un poco y sus ojos fríos y negros se clavaron en los míos. —¿De quién? —volví a preguntar con un hilo de voz. —De TU hija. Me caí de la cama del susto, ¿cómo se había enterado? Yo no le había dicho nada, y estaba segura de que Carlisle y Esme tampoco, Alice y Rosalie tampoco lo harían, y Emmett y Jasper no tenían ni idea… Edward me ayudó a levantarme y me sentó sobre sus rodillas. Pero yo no me atrevía a mirarlo, no tenía el valor para mirar sus ojos cuando sabía que estaba enfadado por mi culpa. —¿Por qué no has confiado en mí? —preguntó en un susurro. Y al oírlo se me partió el corazón, podía haber confiado en él, claro que podía haberlo hecho. Pero no lo hice, me dejé llevar por mis miedos y dejé que se enterase de otro modo, quizás hasta por una tercera persona. —Lo siento —dije antes de que las lágrimas rebosasen de mis ojos una vez más. Edward suspiró y con sus labios secó cada una de mis lágrimas. Me estrechó entre sus brazos y yo me dejé hacer disfrutando de cada 3
segundo a su lado. Sujetó mi rostro con ambas manos y me obligó a mirarlo. —¿Por qué? —preguntó clavando sus ahora dorados ojos en los míos. —Tenía miedo —susurré—. No sabía cómo reaccionarías. Suspiró y soltó mi rostro para sujetar ahora mis manos. —Bella, amaré todo lo que sea tuyo, ¡todo! —dijo con firmeza— Aun cuando hayas estado con otro hombre y tengas una hija. Me quedé atónita mirándolo… y creo que tarde unos segundos en entender lo que estaba pasando por su cabeza, ¿Edward creía que Nessie era hija de otro hombre? ¡Eso era absurdo! —Sólo dime una cosa —dijo. Y yo lo miré estupefacta todavía asimilando lo que me había dicho antes. —Dime que no será hija de ese chucho Black. Mis ojos se abrieron de par en par, mi mandíbula se descolgó y creo que llegó a tocar mi pecho. Después cerré la boca de golpe y estallé en carcajadas. Tenía que sujetarme el estómago porque las convulsiones de este eran casi dolorosas. ¿Nessie hija de Jacob? Creo que el pobre Jake tendría un trauma si llegase a pasar eso. Edward me miraba totalmente serio y me sujetaba de la cintura para que no volviese a caerme al suelo. Unos minutos después conseguí superar el ataque de risa, con mi garganta y mis abdominales adoloridos lo miré a los ojos sonriendo mientras acariciaba una de sus perfectas y suaves mejillas. El me devolvió una sonrisa triste que no llegó a sus ojos. —¿Ahora me dirás que es tan gracioso? —preguntó. —Tus conjeturas 4
—¿No será hija de ese perro? —preguntó de nuevo con un brillo de esperanza en sus ojos. Negué con la cabeza y él suspiró aliviado. —¿Quieres saber quién será su padre? —asintió— Tú. Volvió a quedarse paralizado con sus brazos alrededor de mi cintura, estuvo varios minutos sin moverse y sin decir ni una sola palabra. Decidí ayudarle un poco a entender y en mi mente comencé a evocar cada una de las veces que hicimos el amor en Isla Esme. Siguiendo después cuando nos enteramos de nuestro embarazo, cuando escuchó su mente por primera vez a través de mi vientre… Una sonrisa comenzó a deslizarse por sus labios y antes de que pudiese darme cuenta estaba besándome con una pasión indescriptible. Me entregué a ese beso sin reservas, poniendo en cada célula de mi cuerpo todo el amor que sentía por él, y recibiendo a cambio lo mismo de su parte. Sonrió contra mis labios mientras me abrazaba y me pegaba todo lo posible contra su pecho. —¿Cómo es posible? —preguntó sorprendido. —No conozco los tecnicismos, eso tendrás que preguntárselo a Carlisle, pero sí que es posible. Sonrió de nuevo, una sonrisa sincera y espectacular. Se notaba la felicidad en sus ojos y eso me hacía inmensamente feliz a mí también. Me envolvió en una manta para que no notase el frío de su cuerpo y me tumbó en la cama con él a mi lado. Me besó y acarició durante minutos, regalándome te quieros y te amos entre susurros y cientos de besos. —¿Por eso querías esperar? —dijo después de un rato de acariciar mi pelo mientras descansaba sobre su pecho. Asentí.
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—Pues esperaremos —pude adivinar una nueva sonrisa en sus labios— ¿Cómo es? Vamos... ¿Cómo será? Volví a pensar en ella sabiendo que él lo leería. La primera vez que la vi justo después de nacer, sus primeros pasos, sus primeras palabras, su don… lo miré a los ojos y continuaba sonriendo. —Tendrá el color de tu pelo, aunque rizado como el de Charlie — susurré mientras acariciaba su cabello—, tendrá mis ojos —acaricié ahora sus ojos—, su piel será pálida y cálida —acaricié su mejilla—, sus destellos bajo el sol serán muy tenues, podrá vivir como una niña normal —acaricié ahora sus labios—, dormirá todas las noches sin despertarse —sonreí—, y se alimentará de sangre o comida humana indistintamente. Será muy inteligente y despierta, su personalidad es muy parecida a la tuya, aunque será igual de cabezota que yo. Suspiró y me miró sonriendo. Volvió a besarme, que dulces sabían sus besos, tenían un sabor del que nunca me cansaría. —¿Cuándo nacerá? —preguntó. —Unos días antes de mi diecinueve cumpleaños —contesté. —¿Por qué se llama Nessie? —Eso es cosa de Jake —contesté sin darme cuenta de lo que decía. Gruñó ligeramente y yo no pude evitar reírme. —Su nombre completo será Renesmee Carlie Cullen —su sonrisa se ensanchó hasta límites insospechados y no puede evitar corresponderle con otra— Renesmee por mi madre Renée y por Esme. Carlie por Charlie y Carlisle y Cullen pues… por orgullo de su padre supongo. Se rió con ganas, haciendo que toda la cama vibrara con su risa. —Jake resumió su nombre en Nessie, al principio no me gustaba que comparasen a nuestra hija con el monstruo del lago Ness, pero 6
al final acabé por acostumbrarme. Jake dice que su nombre es como un trabalenguas y el pobre no tiene muchas luces —bromeé para quitarle hierro al asunto. Me abrazó con fuerza y me estrechó entre sus brazos. Recordé algo que tendría que decirle, no sabía cómo se lo tomaría pero era algo que tenía que saber y mejor que fuese ahora y no después, así se iría haciendo a la idea. —Hay algo más que debes saber sobre Nessie—dije en un susurro —. No es del todo bueno. Se tensó y me sujetó con un poco más de fuerza, miré sus ojos y me miraba con precaución. Suspiré derrotada, sabía que no le gustaría pero tenía que decírselo. —¿Que conoces sobre la imprimación de los licántropos? — pregunté. —No mucho, no es algo en lo que me haya interesado, ¿Por qué? Me armé de valor… —Jake se imprimará de Nessie —dije sin parar a coger aire. Ahora sí que me asustó. Su rostro perdió el poco color que tenía, sus facciones se volvieron duras y amenazantes, siseaba entre dientes y sus brazos comenzaron a temblar. Intenté incorporarme para tranquilizarlo, pero sus brazos hacían presa alrededor de mi cintura impidiendo que pudiese moverme. Así que, como pude comencé a besar y a acariciar su rostro esperando que poco a poco fuese volviendo en sí. —Pero ahora no pienses en eso —susurré en su oído mientras dejaba un rio de besos por su cuello. Subí por su mandíbula hasta llegar a sus labios, intenté besarlos pero estaban rígidos y no me respondían. Continué insistiendo hasta que poco a poco fue devolviéndome el beso, envolviéndome con sus 7
brazos y atrayendo mi cuerpo más al suyo. A los pocos minutos nos estábamos besando como si se nos fuese la vida en ello. Un gruñido proveniente del pasillo hizo que nos separásemos, Edward se escondió en algún lugar que no llegué a ver a causa de la oscuridad y yo me metí debajo de las mantas haciéndome la dormida. Charlie abrió la puerta de mi habitación y estuvo observándome durante unos segundos, suspiró y cerró la puerta tras de sí yéndose hacia su habitación. Edward no tardó en envolverme de nuevo entre sus brazos y yo recargué mi cabeza contra su pecho mientras mis dedos jugaban nerviosamente con los botones de su camisa. —¿Cómo te has enterado de lo de Nessie? —pregunté por fin después de darle varias vueltas a la pregunta en mi cabeza. —Tú me lo dijiste —contestó tranquilo. —Yo no te he dicho nada —protesté incorporándome para mirarle a los ojos. —Sí lo has hecho —sonrió divertido y me dio dos suaves golpecitos en la frente. Lo entendí al momento y dejé que mi cabeza cayese de golpe contra su pecho. —¡Auch! —me quejé por el golpe contra su cuerpo de piedra. —No te flageles, no es para tanto—bromeó. —Ne te rías de mí Cullen, no es fácil recordar que puedes leerme el pensamiento a todas horas —me quejé de nuevo. —Tonta Bella —dijo abrazándome y depositando un dulce beso en mi coronilla. Me acurruqué de nuevo en su pecho y me quedé dormida. Adoraba dormir sobre él, escuchando su suave respiración. Me desperté con 8
unas frías y delicadas caricias en mi espalda. Sonreí sin abrir los ojos y una risa musical llegó a mis oídos. —Despierta dormilona… llegaremos tarde al instituto —susurró Edward en mi oído. Todo mi cuerpo se estremeció al contacto de su frío aliento en mi cuello, pero la sonrisa no abandonó mis labios, más bien todo lo contrario, se ensanchó de tal manera que creo que mostraba cada uno de mis dientes. Me incorporé para mirarlo a los ojos y estos brillaban desmesuradamente, su dorado era casi caramelo líquido y las ojeras bajo estos, eran apenas imperceptibles, fruncí el ceño ante lo que eso significaba. —¿Te has ido durante la noche? —pregunté. Rió con picardía y me acarició una mejilla. —Solo un par de horas, sólo fui a cambiarme de ropa, pero Jasper se empeñó en ir a por un par de ciervos —explicó. Fingí hacer un mohín, pero su risa me hizo sonreírle también. —¿Por eso estás tan feliz? ¿Por qué te has comido a un ciervo? — puse cara de pena y continué bromeando—. ¿Sabes? Por culpa de los vampiros es que he tenido un trauma infantil… ¡habéis matado a la mamá de Bambi! No te rías Cullen… seguro que has sido tú, aunque siempre sospecharía más de Emmett —concluí con gesto pensativo. Comenzó a reírse de un modo que casi asustaba, pero pasados unos minutos se tranquilizó y me miró con ternura. —¿Ahora me dirás a que se debe esa felicidad? —volví a preguntar. Se incorporó en la cama llevando mi cuerpo con él y sentándome en su regazo.
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—Digamos que esta noche, me has hecho un regalo, algo que quería casi desde que te conozco —dijo mirándome a los ojos con una intensidad que parecía llegar a mi alma. —¿El hablarte de Nessie? —pregunté y él negó con la cabeza. —Tengo algo para ti —dijo sonriendo. Extendió uno de sus brazos y cogiendo algo en mi mesita de noche. Me extendió un papel en blanco y yo lo miré escéptica. Rodó los ojos y me sonrió. —Gíralo —susurró. Lo hice y cuando vi lo que aquel papel contenía casi me da un infarto. El corazón se me aceleró de tal modo que creí que rompería mis costillas, la sangre corría a tanta velocidad por mis venas que podía notarlo en la punta de mis dedos. Mi respiración se volvió errática y los ojos se me inundaron de lágrimas sin poder hacer nada para evitarlo. Mis manos temblaban sujetando aquel papel y lo sujetaba con fuerza aunque teniendo mucho cuidado para no estropearlo. —Por tu reacción deduzco que te ha gustado —dijo en voz baja. Lo miré a los ojos y una enorme sonrisa cubrió mi rostro, me la devolvió con un brillo indescifrable en los ojos. —Gustar es poco —musité. Volví a mirar el papel, volví a mirar el retrato que él me había regalado, volví a mirar a Nessie… con dedos temblorosos repasé cada trazo de aquel magnifico dibujo, deteniéndome en sus ojos, donde supo plasmar ese brillo característico que mi pequeña tenía cuando era feliz. Mis dedos descendieron hasta sus labios, surcados por una sonrisa deslumbrante… después su pelo, sus bellos rizos enmarcando su cara y dándole ese aspecto de muñequita que
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adoraba. ¿Por qué no me sorprendía que Edward fuese capaz de dibujar algo tan perfecto? Sí claro, cómo no, él era perfecto en todo. Las lágrimas continuaban descendiendo por mis mejillas, no podía evitarlo. Edward sólo me miraba y sonreía mientras secaba mis lágrimas con sus pulgares. —Creo que este regalo es más para mí que para ti —murmuré recordando lo que le hacía tan feliz unos minutos antes. —Acércate, boba —susurró. Me acomodé en su pecho y él me envolvió con sus brazos, besó mi pelo mientras me acariciaba la espalada y comenzó a hablar. —La primera noche que vine a verte dormir —¿por qué tampoco me sorprendía esa confesión? Sonreí—, vine para conocer un poco más sobre ti. Me fascinabas y me asustabas a la vez. Se te veía tan segura de ti misma y tan frágil al mismo tiempo. Cuando entré por esa ventana esperaba poder entrar también en tu mente y descubrir algo sobre ti que me permitiese descifrar tu misterio, pero nunca pude. Mientras duermes tu mente se bloquea y es imposible poder entrar en ella, sé que eso te pasa cuando estás nerviosa, pero también cuando estás dormida. Me aparté ligeramente y lo miré a los ojos, seguían brillando y los acompañaba una sonrisa deslumbrante. —Cada noche que pasé aquí —continuó—. Intenté inútilmente poder entrar en tu mente, pero fue imposible. Hasta anoche —lo miré sorprendida—. Te quedaste dormida y comenzaste a pronunciar mi nombre, cuando me quise dar cuenta dentro de tu cabeza volvíamos a estar en el prado, hablando, sonriendo, besándonos… unos minutos después Nessie apareció en tus sueños, estaba sentada en mis rodillas tocando el piano mientras tú nos observabas desde el sofá con un libro en tu manos. Fue la imagen
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más maravillosa que he visto en mi vida. Te juro que nunca antes me había sentido tan dichoso. Mis ojos volvieron a inundarse, no recordaba haber soñado eso, pero no siempre recordaba lo que soñaba, así que podía ser posible. Acaricié su mejilla, él me miraba todavía con ojos brillantes y sonriendo, estaba casi segura que de poder llorar lo estaría haciendo. Acaricié luego sus labios y los besé con devoción, ¿podría Edward ser un hombre más perfecto? Podría decir que no, pero probablemente estaría mintiendo, seguro que todavía tenía algún talento oculto que yo no conocía. Me devolvió el beso rodeando mi espalda con sus fuertes brazos, haciendo que cada célula de mi cuerpo temblase ante su contacto. Se oyó un ruido en la ventana y Edward se tensó, se apartó ligeramente y sin apartar los ojos de mí gruñó. —Alice, vete —masculló. —Lo haría encantada, pero llegareis tarde a clase —canturreó—. Ya habéis faltado ayer y no creo que al jefe Swan le guste una llamada desde el instituto para alertarlo del mal comportamiento de su hija. Besé los labios de Edward fugazmente y resignada me metí en el baño. Me di una ducha rápida y al volver a mi habitación un conjunto me esperaba perfectamente doblando sobre la cama… rodé los ojos y bufé… Alice. Me vestí y desayuné unos cereales todo lo rápido que pude. Al salir por la puerta un perfecto dios griego apoyado en un flamante Volvo plateado me esperaba con una sonrisa. Abrió la puerta del copiloto para mí y al acercarme para meterme dentro me rodeó con sus brazos y me dio un tierno beso en los labios. Mi cabeza comenzó a dar vueltas y creo que el aturdimiento fue tal que mi corazón dejó de latir durante unos instantes. —Bella respira… —susurró Edward entre risas. 12
Llegamos al instituto a la vez que sonaba la campana y entré en clase sólo segundos antes de que el profesor comenzase a hablar, eso sí, después de despedirme de Edward con otro de esos maravillosos besos. La clase de historia no tenía ninguna motivación para mí. Y dejé que mi mente vagara de nuevo, analizando como era mi relación con Edward. En mi sueño le costaba más mostrar sus sentimientos, era más cuidadoso conmigo y le resultaba terriblemente difícil estar a mi lado. Pero en cambio ahora era muy diferente… no dejábamos de besarnos, de decir que nos amábamos y estaba completamente encantado con la noticia de que en un futuro seríamos padres de una maravillosa niña. Me gustaba más este Edward, era más cercano, más… ¿humano? Sí, más humano. Sentía y actuaba como un humano y eso me volvía loca, me hacía desearlo y amarlo muchísimo más. La mañana fue pasando entre clase y clase y llegó la hora del almuerzo. Todos los Cullen me esperaban ansiosos sentados en su mesa. Vacilé unos segundos en mitad de la cafetería, me apetecía muchísimo sentarme con Edward, pero echaba mucho de menos hablar con Ángela y Jessica… mordí mi labio inferior mientras me debatía en qué lugar sentarme cuando Mike me intercepto y me cortó el campo de visión. —¡Hola Bella! —su tono de voz fue demasiado alto y toda la cafetería se volvió para mirarnos—. Quería proponerte algo. Me eché a temblar, las proposiciones de Mike me daban miedo, no sabía cómo podía ser la personalidad del cansino Newton en esta realidad. —Hola Mike, dime —fingí prestar atención a sus palabras. —Este sábado iremos a La Push a pasar el día —en cuanto oí La Push mis sentidos se pusieron alerta y le presté toda mi atención—. 13
Me preguntaba si te gustaría acompañarnos, aunque quizás tienes planes con los Cullen… —dijo en tono apesadumbrado. —No te preocupes por los Cullen —sonreí—, lo entenderán. Cuenta conmigo. —¡Genial! —respondió— Te espero a las diez delante de la tienda de mis padres. —Allí estaré —dije avanzando hacia la mesa de los Cullen… ahora les debía una explicación, o eso creía. Cuando llegué allí Edward miraba su bandeja con el ceño fruncido. No levantó la mirada cuando me senté a su lado y Alice nos mirada con expresión consternada. —¿Qué pasa? —gesticuló. Yo negué con la cabeza. —¿Edward? —lo llamé. Levantó la cabeza y me dedicó una de sus miradas más frías e hirientes. —Sé que no harás lo que yo te pida —masculló entre dientes—. Pero si ese chucho te hace algo, lo mataré con mis propias manos. Sonreí y acaricié su mejilla para tranquilizarlo. —Sólo es un humano —susurré. Me besó suavemente en los labios y me miró a los ojos. —Ten muchísimo cuidado, por favor, yo no puedo entrar allí para protegerte. —¿A qué viene todo esto? —preguntó Emmett— ¿Qué problema hay porque vaya allí?
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—Hay un tratado ¿recuerdas? No podemos entrar —susurró Edward. —¿Pero por qué hablas de un chucho? No estarás diciendo que allí… —su cuerpo se tensó en cuanto comprendió lo que Edward quería decir con aquello. Rosalie y Jasper también se tensaron y comenzaron a gruñir y sisear entre dientes. —Bella, tú no irás allí —sentenció la vampira rubia mirándome con dureza. —Rose, te quiero y entiendo que estés preocupada por mí. Pero todavía no hay ningún chucho… solo son adolescentes hormonados —intenté tranquilizarla—. Quiero pasar un día entre humanos, estar con vosotros me está vampirizando antes de tiempo —bromeé para romper un poco el hielo. Edward dedicó una mirada severa a todos los de la mesa y masculló algo entre dientes muy rápido, todos se quedaron en silencio mirando sus intactas bandejas de comida. De repente Alice se quedó paralizada y con los ojos en blanco, en seguida una sonrisa se formó en su perfecto rostro de porcelana y parecía que le costaba mucho aguantar la risa. Edward, también comenzó a reír a mi lado y yo los miré a ambos con el ceño fruncido. —¿Qué has visto, Alice? —preguntó Jasper. La interpelada comenzó a reír a carcajadas y Edward tampoco pudo contenerse, todo el comedor se volvió para mirarnos e inexplicablemente mi cara se tiñó carmín. Después de su ataque de histeria momentánea, mi pequeña amiga expiró e inspiró un par de veces y habló con voz serena.
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—Ya lo veréis mañana —dijo con una sonrisa pícara—. Bella si no quieres perdértelo es mejor que no faltes a tu clase de biología. La miré curiosa, ¿qué sería eso tan divertido que pasaría en la clase de mañana?
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