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Capítulo 14 — De la sangre a La Push Bella POV El día comenzó como otro cualquiera. Edward esa noche salió a cazar y dormí sola por primera vez desde el día de las flores. No es que hubiese pasado mucho tiempo, pero ya me había acostumbrado a su presencia al otro lado de la cama. Dormí sin pesadillas, muy segura de que Edward estaría a mi lado en el instituto al día siguiente y muy consciente de que ni él, ni el resto de los Cullen, desaparecerían dejándome atrás una vez más. Desperté temprano y aproveché para hacerle el desayuno a Charlie y así calmar un poco a mi conciencia, que a cada momento me apuñalaba con remordimientos por ser demasiado distante con él. Preparé huevos y bacon… algo a lo que sabía que no podía resistirse. Me entretuve quizás demasiado y ya llegaba un poco tarde, así que desayuné mis cereales de siempre y me llevé al instituto un brick de jugo. Llegué al instituto a tiempo, todavía estaban llegando algunos estudiantes. El volvo ya estaba aparcado en su plaza correspondiente y aunque paseé mi vista por todo el estacionamiento, ninguno de los Cullen me estaba esperando. Me pareció un poco extraño, desde que supieron sobre mí, siempre había alguien dispuesto a no dejarme sola para que no me pasase nada y su ausencia esa mañana me inquietaba un poco. Cuando me dirigía hacia el edificio tres, una muy sonriente Jessica me esperaba apoyada en el coche de Mike. La miré con preocupación cuando me saludó efusivamente y le devolví un saludo prudente, salvando las distancias. Después de un par de preguntas inocentes, la chica me saltó directa a la yugular… —Bella ¿es cierto lo que dicen? —preguntó parpadeando innumerables veces para parecer inocente. 2


—¿Qué es lo que dicen, Jess? —pregunté desganada. —Qué estás saliendo en secreto con Edward Cullen. —Estoy saliendo con Edward, pero eso no es un secreto —contesté entre dientes. —Es que… —Jessica dudó un poco— Lauren me ha dicho que el jefe Swan, o sea tu padre… os ha pillado en el Volvo de Cullen… en una posición un tanto comprometedora. El jugo se me atragantó y al toser se lo escupí literalmente en la cara. Jessica puso cara de asco y salió corriendo hacia el baño. No me había dado tiempo a reaccionar cuando una risa musical y unos brazos fríos me rodearon la cintura. Edward me besó la frente sin dejar de reír mientras lo hacía, mientras yo recuperaba mi estado normal de respiración —Tú lo sabías, ¿cierto? —pregunté indignada. —Alice lo vio hace un par de horas —reconoció— pero seré capaz de soportar tu ira solo por haber visto la cara de Jessica Stanley bañada en jugo —y estalló en carcajadas. Me acompañó hacia mi próxima clase y se despidió en la puerta con un casto beso en la mejilla mientras yo me sonrojaba. Entré en clase tropezando y sonrojada hasta las orejas, me senté en mi silla y clase pasó sin más contratiempos. Así pasaron el resto de las clases hasta la hora del almuerzo, cuando salí de mi última clase Edward me esperaba en la puerta apoyado estratégicamente en la pared. Ahogué un gemido al verlo… madre mía… ¿cómo un ser tan perfecto podía coexistir con humanos? Pasó un brazo por mis hombros después de coger mi mochila y nos fuimos juntos a la cafetería. Nos dirigimos directamente a la mesa sin ponernos a la fila con nuestra bandeja, me extrañó un poco pero al llegar a la mesa de los Cullen vi dos bandejas de más, una de ellas excesivamente llena. Miré inquisitivamente a todos los presentes pero nadie pareció 3


percatarse de mi mirada interrogante porque continuaron a sus cosas sin prestarme atención. Sólo Emmett que de cuando en vez me instaba con una sonrisa para que comiese más cantidad de comida. —¿Qué es lo que te pasa, Emmett? —pregunté a la quinta vez que intentó convencerme de comer su porción de pizza. —No pasa nada… ¿tiene que pasar algo? ¿A ti te pasa algo, Rose? Yo no tengo nada que contar ¿y tú tienes algo, Bells? —hablaba atropelladamente, lo que indicaba que estaba nervioso. —Edward… —le dije en tono meloso mientras apoyaba mi cabeza en su hombro y con un dedo hacía círculos en su pecho. Él se tensó al instante y entrecerró lo ojos— ¿Qué le pasa a Emmett? —Nada que yo sepa… —contestó en tono neutro desviando la vista — Eres terrible… —me susurró al oído haciendo que todo mi cuerpo se estremeciese. Alice rompió en carcajadas nuevamente y notaba cierto temblor en el pecho de Edward, lo miré a la cara y tenía una mueca extraña debido a que también estaba conteniendo la risa. —¡Oh sí! —gritó Alice— ¡Será grandioso! Esto no me lo pierdo… Jass ¿me acompañas? Quiero estar en primera fila. Ambos se pusieron en pie y desaparecieron por la puerta de la cafetería. Rose y Emmett no tardaron en seguirlos con un Emmett tan nervioso que botaba sobre sí mismo. El timbre que anunciaba el final del almuerzo no tardó en sonar, me puse en pie y tiré mi bandeja con los restos de comida que nadie me obligó a comer y me giré para sujetar la mano de Edward, cuál fue mi sorpresa cuando lo vi todavía sentado en la mesa y me miraba sonriendo. Me acerqué de nuevo y me puse tras la silla que estaba frente a él. —¿No vienes a clase? —pregunté. 4


—No… no creo quesea buena idea —dijo sin perder la sonrisa. —¿Por qué? —A veces es saludable no ir a clase —y sus ojos brillaron con picardía. Sentí una sensación de dejavú… pero no le di mayor importancia. —¿Quieres que me quede contigo? —le pregunté. —Será mejor que vayas… ya perdiste las clases del otro día por mi culpa —dijo con ternura—. Mejor ve y luego me cuentas el tema que han estudiado. Asentí y me puse a su lado para darle un fugaz beso en los labios. Me regaló una sonrisa y me fui más que feliz a clase de biología. Casi a la carrera porque ya llegaba tarde, pero con tiempo suficiente para llegar antes que el señor Banner, me senté en nuestra mesa, y esperé pacientemente a que profesor apareciese. Aunque preferiría que no lo hubiese hecho nunca. Entró haciendo equilibrios con unas cajas de cartón que dejó caer en la mesa de Mike y le pidió que las fuese repartiendo por las mesas. Y ahí mi mente comenzó a unir acontecimientos: "A veces es saludable no ir a clase" "Por favor, ¿alguien puede llevar a Bella a la enfermería?" "Ha sufrido un leve desmayo. En biología están haciendo la prueba del RH." —De acuerdo chicos— dijo el Sr. Banner— quiero que todos toméis un objeto de la caja. "Oh no, oh no, oh no, no, no, no, no… esto no me puede estar pasando a mí". Pensé

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—Voy a pasar un cuentagotas con suero para preparar vuestras tarjetas —la voz del profesor llegaba mis oídos como un murmullo lejano. Intentaba por todos los medios no prestar atención a lo que decía, pero sobre todo a lo que hacía, ya que tenía la mano de Mike entre las suyas y estaba punzando la yema de uno de sus dedos. En cuando brotó aquella minúscula gota de sangre del pequeño orificio que había hecho la minúscula lanceta el estomago me dio un vuelco… ¿Sería esto lo que había visto Alice? Yo no veo que esto sea para nada gracioso, mis pensamientos comenzaron a tornase homicidas con la pequeña diablillo de pelo en punta… no, homicidas no era la palabra adecuada, más bien vampiricídas… seguro que si jugaba bien mis cartas Emmett me ayudaría a planear una buena venganza. El señor Banner sostuvo en lo alto la tarjeta de Mike impregnada en su sangre mientras continuaba explicando el modo en que teníamos que hacerlo. Cerré los ojos mientras mi frente se perlaba de sudor… esto no podía estar pasando… no, no, no… apoyé la cabeza en mis manos. —Señor Banner, creo que Bella no se encuentra bien —dijo Ángela. Cuando oí su voz abrí ligeramente los ojos y alcé la cabeza para mirarla…mala idea… todo comenzó a darme vueltas y tuve que sujetarme a la mesa para no caerme de la silla. Mis oídos comenzaron a zumbar y solo era capaz de oír los latidos de mi propio corazón. —¿Bella te encuentras bien? —peguntó el señor Banner alarmado. Intenté contestar, juro que lo intente, pero solo balbuceos inteligibles salían de mi boca. —Mike, ¿puedes llevarla a la enfermería? —preguntó el profesor. 6


No fue necesario decírselo dos veces, en seguida noté sus cálidas manos sujetando mi brazo, poniéndolo sobre sus hombros, una de sus manos lo sujetaba con fuerza y la otra descansaba en mi cintura. Sentí ganas de gruñir al notar ese contacto, pero mis fuerzas no me respondían. Me cargó a lo largo del pasillo, salimos al exterior y el frío aire que azotaba Forks ese día me dio de lleno en la cara espabilándome un poco. Miré a Mike de reojo, una sonrisa de petulancia y suficiencia se dibujaba en su rostro, sentí ganas de patearle el trasero, de golpearle en la cara… sentí tanta rabia… pero no pude hacer nada, creo que mis fuerzas se quedaron en aquella mesa del laboratorio. Intenté recordar, en mi sueño ahora aparecía Edward y me salvaba del cansino Newton, levante la cabeza y lo busqué con la mirada, pero el jardín que rodeaba el colegio estaba desierto. "¡Edward ayúdame!" gritaba mentalmente. Pero parecía no oírme, o peor todavía, ignorarme… ¿por qué tenía que pasarme esto a mí? ¿No se suponía que podría evitar este tipo de situaciones al saber todo de antemano? Intenté gruñir de nuevo pero solo un leve quejido abandonó mis labios. "Edward sé que me estás oyendo, dile a tu querida hermanita que esta me las pagará" pensé intentando gemir de nuevo… aunque creo que no lo conseguía. En cuanto doblamos la esquina de la cafetería, lejos de la vista del profeso Banner me detuve. Sin decirle nada a Mike me solté de su agarre y me senté en la acera. Apoyé los codos en mis rodillas flexionadas y la cabeza sobre las manos. Poco a poco iba recuperando el equilibrio, o eso pensé. Mike se arrodilló a mi lado y me levantó la cabeza presionando mi frente con una mano, abrí los ojos con desgana y le dediqué una mirada de odio. —¿Te encuentras mejor? —preguntó preocupado.

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Asentí ligeramente y después fue cuanto todo se torció. Acarició mi mejilla levemente y la rabia afloró en mis ojos, si tuviese fuerzas creo que lo estaría estrangulando con mis propias manos ¿cómo se atrevía a tocarme con esa confianza? De repente miró una de sus manos, y del dedo que anteriormente le había punzado el señor Banner brotaba un hilo de sangre… ¡Oh no, oh no! No, no, no, no, no… Es estómago volvió a darme un vuelco, sentí que mi cabeza giraba sin cesar, mi cuerpo caía… Mike intentó sujetarme… craso error… su mano, con su dedo ensangrentado, quedó demasiado cerca de mi cara. El olor característico de la sangre inundó mis fosas nasales… mal asunto. Otro retortijón más en mi estómago. Comencé a notar el sabor de la bilis en mi boca y… Mike estaba cerca, demasiado cerca. No pude evitarlo, las nauseas fueron más fuertes que yo… y todo lo que había comido a la hora del almuerzo acabó sobre la ropa y la cara de Mike. Si la cara de Jessica por la mañana no había tenido precio, la de Mike era impagable. Si tuviese fuerzas estaría riéndome, hasta creo que me revolcaría por el suelo. Yo continuaba con los ojos cerrados, intentando que mi estómago volviese a su lugar habitual, así que no vi ni oí nada extraño, solo noté que mi cuerpo se alzó en vilo y ese cálido frió que me envolvía. Abrí un ojo y vi que Edward me cargaba rumbo a la enfermería, sonreía divertido. —Ha sido cosa vuestra, ¿verdad? —pregunté con un hilo de voz. —Alice —contestó simplemente. —¿Por eso Emmett quería que comiese tanto? —volví a preguntar. Se rio bajito y me besó en la frente. Gruñí, sin fuerzas todavía y cerré de nuevo los ojos.

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Lo siguiente que recuerdo es a la señora Cope firmando el papel que me dispensaba de mis clases restantes y Edward cargándome hacia su Volvo. No sé como abrió la puerta del copiloto sin bajarme de sus brazos, me sentó y me abrochó el cinturón de seguridad mientras dejaba algún que otro beso travieso en la comisura de mis labios. Me llevó a casa y me cargó hasta mi habitación y me dejó tumbada en la cama desapareciendo por la puerta. Unos minutos después apareció de nuevo. —Te he traído un té, espero que te encuentres mejor —me dijo mientras se tumbaba a mi lado después de dejar el té en la mesita de noche. Me rodeó con sus brazos y yo me apoyé en su frío pecho, suspirando a la vez. —Alice me las va a pagar —mascullé entre dientes. Comenzó a reírse y me abrazó con más fuerza. —Alice cuenta con ello, espera verlo —susurró. —Oh no, no lo verá —aseguré—. En cuanto Jake se transforme no lo verá. Edward se tensó y su agarre se hizo más firme. —¿Qué quieres decir con que no lo verá? —preguntó con voz neutra. —Alice no puede ver a los licántropos, ni a cualquiera que esté cerca de ellos en ese momento —le dije mirándole a los ojos—. Tampoco podrá ver a Nessie, es por eso que no ha aparecido todavía en sus visiones. —¿Por qué?

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—Es algo que nunca supimos con seguridad, —confesé—. Ella creía que no podía verlos porque ella nunca había sido licántropo ni semi-vampiro. Sólo ve humanos y vampiros porque ella en algún momento fue y es uno de ellos. —Eso es…. extraño —dijo en un susurro. —Nunca pasó nada malo —lo tranquilicé—. La manada se portará muy bien con nosotros. —Tendrás que explicarme mejor como será eso, Carlisle está muy impresionado —dijo—. Si Ephrain Black levantase la cabeza y viese algo así, seguro que él mismo acabaría con la manada. —Se lo explicaré a todos en su momento, ahora hay cosas más importantes. —¿Cómo qué? —preguntó sonriendo. —Como recuperar el tiempo perdido con mi novio vampiro… anoche te eché mucho de menos —hice un puchero. Estuvimos besándonos y abrazos en silencio un buen rato. Estar con Edward así era extremadamente fácil, estaba deseando poder ser inmortal para que el tiempo no tuviese tanto significado y poder disfrutar de momentos como ese más a menudo. —¿Amor? —me llamó pasado un rato. —Sí. —El sábado… ¿irás a la playa? —preguntó preocupado. Me incorporé y lo miré a los ojos. —Sé que no te gusta que vaya —asintió con una sonrisa triste—. Pero no hay ningún problema, Ahora sólo hay un hombre lobo en todo La Push… Sam Uley. Y se mantiene alejado del resto de los chicos porque todavía no se controla del todo… 10


Edward suspiró derrotado. —¿Me harás un favor? —preguntó a lo que yo asentí con reticencia temiendo lo que podría pedirme— ¿Puedes llevarte mi teléfono móvil? Así, si pasa algo, podrás llamarme e iré a buscarte. Asentí y lo abracé con fuerza… nunca dejaría de ser mi vampiro sobreprotector. Al día siguiente, viernes, Edward no fue a clase. Él y Emmett fueron a acampar en Goat Rocks a, palabras textuales, "buscar algún oso pardo irritado" bramaba Emmett entre dientes mientras se subía al jeep la noche anterior. Así que solo Alice, Rosalie y Jasper me acompañaron ese día en el almuerzo. Tuve a Mike pegado a mí toda la mañana, recordándome constantemente que no me olvidase de la cita del día siguiente, a las diez delante de la tienda de los Newton. En más de una ocasión tuve que reprimir las ganas de reír al recordar lo ocurrido el día anterior, pero sorpresivamente Mike parecía no recordarlo, o al menos no lo demostraba, ya que se comportaba conmigo como si nada hubiese pasado. Nadie en todo el instituto parecía saber lo que había pasado, exceptuándonos a los Cullen y a mí, Mike escapaba de sus miradas de burla todo lo que podía. Suerte que Emmett no había acudido al instituto ese día, si no el pobre Newton no tendría donde meterse. La tarde del viernes se me hizo eterna, las horas pasaban lentas y yo no dejaba de suplicar mentalmente para que pasase el tiempo más rápido y volviese Edward de su "acampada". También una parte de mí, aunque nunca se lo confesaría a nadie, echaba de menos compartir esas "acampadas" con él. En mi sueño mis salidas de caza siempre eran a su lado y la mayor parte de ellas acaban con un buen revolcón sobre la hierba escondidos entre los árboles, bueno, revolcón no sería la palabra adecuada, según los términos de 11


Edward hacíamos el amor o nos entregábamos mutuamente, ese hombre nunca perdería su caballerosidad de principios de siglo XX. Después de limpiar casi toda la casa, acabar los trabajos pendientes para el instituto, preparar la cena de Charlie y darme una larga ducha… me metí en la cama sin ganas de dormir. Ese era mi momento preferido del día, Edward venía a mi habitación y hablábamos, nos besábamos y yo me dormía en sus brazos mientras él tarareaba mi nana. Suspiré abatida y me tapé la cara con las mantas intentando buscar algún resquicio de cansancio para poder cerrar mis ojos por completo, pero no había nada. No dejaba de dar vueltas entre los pliegues de la cama, intranquila, más nerviosa de lo que había estado en mucho tiempo. Al día siguiente, por fin, vería a Jake… ¿cómo reaccionaría al verme? Tenía ganas de abrazar a mi mejor amigo, de compartir con él travesuras y bromas. Él era una parte muy importante de mi vida y lo echaba de menos. Escuché unos ruidos en la ventana y mis ilusiones me jugaron una mala pasada. ¿Habría vuelto Edward antes de tiempo? Necesitaba mi nana para dormir tranquila. Me senté en la cama de golpe esperando cruzar mi mirada con unos ojos dorados. Y así fue, aunque esperaba esos mismos ojos en otra persona. Mi cara debió de reflejar mi frustración porque una risa cantarina inundó la habitación. —Siento no ser quien esperabas —dijo Alice sonriendo. Se sentó en mi cama y me tendió una mano, la tomé con confianza y me atrajo hacia ella para abrazarme. —¿A qué has venido? —pregunté en un susurro. —Yo también te quiero, cuñadita… —dijo frunciendo el ceño. —Alice… —protesté.

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—Ya lo sé, ya lo sé… tienes que dormir y mi sesión de belleza tendrá que esperar —la miré con los ojos entrecerrados fingiendo enojo. —Alice… no me apetece ser tu barbie… —dije con frialdad. —Es para que Edward te vea más guapa, aunque sí, ya lo sé, él dice que eres hermosa siempre, pero no está de más seguir manteniéndote así —dijo muy convencida de lo que decía. Suspiré y me resigné a lo que me esperaba el próximo domingo, porque eso sí, no pospondría mi visita a La Push para Alice me pintase las uñas de los pies. Alice se puso en pie y se fue hacia mi ropero, metió la cabeza en él literalmente y la sacó minutos después. —¿Qué vas a hacer mañana? —preguntó alarmada. —Me voy a la playa, con los chicos de instituto… ¿por qué? — contesté. —No puedo ver nada… —dijo con una mueca de pánico. Antes de que yo pudiese hacer nada se sentó en el suelo, con la mirada perdida y con sus manos se masajeaba las sienes. Me acerqué a ella y le tomé el rostro con ambas manos, llamándola insistentemente hasta que sus ojos se fijaron en mí. —¿Qué te pasa? —tenía mis ligeras sospechas, pero quería confirmarlo. —No veo nada… Bella no te veo… no puedo verte —gemía con voz lastimera apartando la vista de mí. —Alice —la obligué a mirarme de nuevo poniéndome frente a ella —. Sé por qué… no te preocupes, no es nada importante. Sólo que Sam se paseará por la playa mientras estamos allí, nada malo. —¿Sam? —pregunto con cara de desconcierto. 13


—Sí, Sam Uley… es el único licántropo ahora mismo. —¿Y? —volvió a preguntar. —No puedes ver a los licántropos —confirmé en un susurro temiendo su reacción. Se quedó en silencio mirando un punto fijo, pasaban los minutos y no movía ni un musculo, estaba empezando a asustarme cuando volvió la cabeza de golpe hacia mí. —¿Por qué? —preguntó atropelladamente. —No lo sé exactamente. Tampoco podrás ver a Nessie —puso una mueca extraña— Tu teoría es que tu nunca has sido licántropo ni semi vampiro, por eso no los ves. Cuando me quedé embarazada dejaste de verme, te asustaste muchísimo y nos llamaste por teléfono a Isla Esme. Me miró con los ojos muy abiertos. Durante varios minutos no quitó la vista de mí persona siguiendo todos mis movimientos. —Bella… ¿me estás diciendo que mientras estés en La Push no podré verte? —preguntó agarrándome las manos. Asentí. —¡Estás loca! —gritó. —Alice, vas a despertar a Charlie —susurré. —Me da igual, ¡estás loca! ¡y Edward está más loco que tú por permitírtelo! —continuó gritando. —Alice, tranquilízate ¿quieres? —le pedí con voz firme—. Iré a La Push quieras o no, ni tú ni nadie de tu familia puede pasar las fronteras del tratado así que todos y cuando digo todos es TODOS, os quedareis tranquilos —dije esas palabras mirándola directamente a los ojos—. En mi sueño no era más que una salida de amigos, Jake me contó vuestro secreto pero ahora eso ya no es necesario así 14


que… ¡ya basta! —la corté cuando intentaba interrumpirme—. Todos los Cullen tendréis que aceptar mi relación con la manada, les debo mucho. —Bella, ni siquiera los conoces— contraatacó. —Los conoceré. Jake será mi mejor amigo y Seth tendrá una relación estupenda con todos vosotros, además que será mi medio hermano cuando Charlie se case con Sue. —¿Estás de broma no? —preguntó con una sonrisa— ¿Una vampiro medio hermana de un licántropo? —estalló en carcajadas —. Eso sí que tiene gracia. La miré entrecerrando los ojos intentando no pensar en la venganza que tenía que urdir para saldar mi cuenta con ella y me propuse atormentarla un poquito. Decidí que Edward y yo iríamos de viaje a las Vegas nos disfrazaríamos de Elvis y Marilyn y nos iríamos a una capilla de "Cásate por un dólar". No la vi llegar hasta mi cama, ¡maldita velocidad vampírica!, pero me estaba sujetando por las muñecas y su mirada de odio daba verdadero terror. —Como se os ocurra hacer eso tendréis que soportar mi venganza durante siglos —masculló lentamente entre dientes. Una risa nerviosa abandonó mis labios sin poder evitarlo, Alice enfadada era algo que no quería ver mientras continuase siendo humana. Mejor pospondría mi venganza a cuando fuese vampiro. Tendría que hacer un diario para no olvidarme de nada luego… seguro que tal y como era Alice tendría muchas jugarretas que devolverle, tanto a ella como Emmett… sí seguro que ese vampiro tampoco descansaría hasta hacerme sonrojar cada día de mi vida. —¿A qué has venido? —pregunté después de unos minutos de silencio en los que Alice puso del revés todo mi ropero. 15


Me miró durante un segundo y fue hasta la ventana, cogió una caja plateada que había sobre la mesa y la puso en mis manos. La miré con precaución, las cajas plateadas no me traían muy buenos recuerdos. —No muerde —dijo divertida. La miré con fingido odio y le eché la lengua. La abrí con prudencia, y en su interior encontré un teléfono móvil. Lo cogí como si se tratase de una granada a punto de explotar. Se vea tan elegante y tan caro que me daba miedo pulsar el botón erróneo y que se echara a perder… o que explotase en mis manos. —Te lo repito… no muerde —volvió a decir—. Edward me ha dicho que lo comprara para ti… realmente no me lo ha dicho, ha decidido decírmelo, lo vi y lo he comprado. Él quería que estuvieses localizable mientras estabas en la playa y ante cualquier problema no dudes en llamar, nos importa un diablo el tratado si tu seguridad está en juego. —Alice… cuñadita… —dije con voz melosa— ¿me enseñas a utilizarlo? O al menos dime que botón no debo pulsar para que no me explote en la manos. —Bella… —sonrió— eres tan humana. Se sentó a mi lado en la cama y estuvo durante más de dos horas enseñándome a utilizarlo. Finalmente me quedé dormida al filo de la media noche. Cuando me desperté por la mañana, un rayo travieso se colaba por la ventana impactando sobre mis ojos. Busqué a Alice por mi habitación pero ya se había ido. Así que me puse en marcha, me vestí, desayuné y a las diez en punto estaba frente a la tienda de los Newton aparcando mi monovolumen. Todos, excepto Mike y Ángela, me miraban como si tuviese dos cabezas. No me pasó por alto la mirada desdeñosa de Lauren… 16


nunca me cayó muy bien esa chica pero en esta realidad era verdaderamente odiosa, sólo le faltaba una fea verruga en su operada nariz para ser la bruja del norte. Me tocó ir con Ángela en el sillón trasero del coche de Mike, me dediqué a mirar por la ventana la mayor parte del viaje, recordando el camino hacia La Push, recordando también cada día con Jake, en su garaje, montando en moto o simplemente compartiendo un refresco. Suspiré resignada, tenía que ganarme a Jake de nuevo, tenía que conseguir su amistad como fuese. Y esperaba que las cosas fuesen igual de fácil que con los Cullen. Llegamos a la playa y sus aguas color gris oscuro me dieron la bienvenida. Respiré hondo, llenando mis pulmones con ese inconfundible olor a sal y me dejé caer en la arena mientras el sol templaba la poca porción de piel que tenía expuesta, aunque hacía sol no estaríamos a más de trece grados centígrados. Mike, el "incansable" como lo había bautizado recientemente, se sentó a mi lado y se empeñó en estropearme el día contándome batallitas de cuando venía aquí durante el verano con los demás chicos. Un par de horas después decidieron ir a hacer una excursión a pie por los alrededores, me excusé de ir y me quedé mirando al horizonte y pensando en las grandes diferencias que había entre esa realidad y mi sueño. Repasando mentalmente futuros acontecimientos y planteándome el modo más adecuado de hacerles frente para poder evitar los que no eran demasiado buenos. Unos suaves golpes en mi hombro derecho hicieron que girase mi cabeza y mis ojos se cruzaron con otro par de color negro. Dulces, cálidos, alegres… Embry me miraba entre curioso y divertido y tras unos minutos de presentaciones y bromas por su parte, Quil se nos unió presentándose también. Tenía que morderme la lengua para no preguntar dónde estaba el único motivo por el que yo estaba en la playa ese día. También apareció Sam por los alrededores pero se 17


mantuvo a cierta distancia, siendo el único licántropo siempre intentaba mantenerse alejado por si acaso. Ya casi había olvidado lo divertido que era compartir bromas con la manada, Quil y Embry eran los mejores amigos de Jake y, por extensión, también eran amigos míos. Me gustaba compartir tiempo con ellos, estar a su lado era relajante, me hacían olvidarme de James, Victoria, los Vulturis… La Push era como un universo aparte en el que ningún problema tenía cabida. —¡Chicos! —gritó una voz gutural a mis espaldas. No tuve que girarme para saber de quién se trataba, tampoco necesitaba la confirmación de mis compañeros… ¡era Jake! Se acercó corriendo y se dejó caer a nuestro lado en la arena, él sol se estaba ocultando y los pocos rayos que quedaban arrancaban destellos dorados de la piel de mis amigos quileutes. —Jake, esta es Bella, de Forks —dijo Quil. —¿Bella? ¿La hija de Charlie? —preguntó Jake con una sonrisa. Asentí y él me tendió su mano mientras me regalaba una sonrisa, esa era mi sonrisa… la de mi Jake. Sonreí de vuelta y su mano atrapó la mía casi haciéndola desaparecer entre las suyas. Estuvimos hablando durante horas… tanto sus amigos como los míos nos miraban recelosos porque habíamos formado una burbuja que nos aislaba de los demás. La noche no tardó en echársenos encima y las hogueras verdes y azules comenzaron a poblar la playa. Nuestras conversaciones tocaban todos los puntos posibles, nuestra infancia, nuestros padres, el colegio, coches… hablar con Jake era tan fácil. Los minutos parecían escapársenos de las manos y las horas se hacían cada vez más cortas. Estaba temiendo la hora de despedirnos, pero inevitablemente estaba llegando el momento de partir.

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Las estrellas podían verse en lo alto del cielo y la luna llena iluminaba la playa tenuemente. —Así que… ¿vendrás otro día? —preguntó Jake con cara de súplica. —¡Claro! La próxima vez que Charlie vaya a cenar con Billy, iré con él —estaba siendo sincera, de verdad me apetecía compartir tiempo con él. Una enorme sonrisa ocupó su rostro y me abrazó impulsivamente. Le devolví el abrazo torpemente sorprendida por su efusividad. Al separarnos noté la mirada furiosa de Mike y la desdeñosa de Lauren y compañía… sin pensar demasiado en eso, nos acercamos a los chicos del instituto que ya estaban empezando a recoger todo para poder irnos. —Vaya Bella —ladró Lauren— Que rápido has cambiado de amigos… seguro que a Cullen no le gusta nada que andes abrazando a otros chicos por ahí. Me mordí la lengua para no contestarle como se merecía, pero mis esfuerzos eran cada vez más inútiles y cuando las palabras estaban por salir de mis labios otras me dejaron muda. —Ningún amigo de los Cullen es bienvenido aquí —espetó Sam a unos pasos con la nariz arrugada, el olor a vampiro impregnado en mi ropa no era de su agrado. —Ningún Cullen ha cruzado la frontera —dije en un susurro casi inaudible para oídos humanos, pero sí para Sam. Me miró con el ceño fruncido y mil preguntas dibujadas en sus ojos. Yo le devolví la mirada con la cabeza bien alta, no tenía nada que ocultar. —No es el momento ni el lugar, Uley —volví a susurrar sólo para él.

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Hizo un leve asentimiento de cabeza y dio media vuelta desapareciendo en el bosque que rodeaba la casa. Jake me miró con una disculpa en sus ojos. —No te preocupes —le dije— los Cullen me han explicado todo. No tienes que preocuparte por nada. Me despedí de él con otro abrazo en el que casi pierdo todo el aire de mis pulmones, no recordaba a Jake tan fuerte... y creo que tampoco tan grande. Pero era Jake al fin y al cabo. No tardamos mucho en llegar de nuevo a la tienda de los Newton, ya había anochecido y unas pequeñas nubes intentaban tapar la enorme luna llena. No hice nada más que sentarme en mi camioneta y justo cuando iba a accionar la llave el móvil que me había regalado Alice comenzó a sonar en mi bolsillo. No necesitaba mirar el indicador para saber quién era… —Hola Alice —dije después de unos segundos de descifrar cual era la tecla que tenía que pulsar— Estoy bien, tranquilízate —dije sin darle tiempo a hablar. —Sé que estás bien, ya te he visto —bufó—. Sólo te llamo para que tú sepas que yo lo sé. Fruncí el ceño… —Ok Alice… —dije algo aturdida— buenas noches. —Buenas noches, Bella —dijo con voz cantarina antes de colgar.

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