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Capítulo 18 — Complicaciones Bella POV Me desperté cuando el sol ya había salido, pero las nubes lo ocultaban en su totalidad. Edward estaba sentado en la mecedora y me miraba con una expresión que no supe descifrar. Me acerqué a él tambaleándome, todavía un poco aturdida porque acaba de despertar y me recibió en sus brazos estrechándome contra su frío y duro pecho. —Rose estará aquí en diez minutos —susurró contra mi pelo. Alcé la cabeza y lo miré a los ojos. —Saldremos de caza en una hora, no quiero que estén libres mucho más tiempo. Rose se quedará contigo y te cuidará para que no te pase nada —continuó. Asentí pero no le dije nada. En su lugar preferí besarlo y recordar cada una de las sensaciones que me provocaban sus labios sobre los míos. Me aterraba la idea de estar sin él, pero más me aterraba pensar que James, Laurent o la mismísima Victoria llegasen a hacerle daño. No podría soportar vivir en un mundo sin Edward. Me abrazó y me besó durante unos minutos, tanto a él como a mí nos afectaba demasiado una separación, pero en un caso como este, era absolutamente necesario. Edward salió por la ventana en cuanto oyó como se aparcaba el descapotable de Rosalie. Después de que compartiesen unas cuantas palabras, esta ocupó su lugar en mi habitación y me miró preocupada.

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—Todo saldrá bien —me tranquilizó—, esos chuchos ya están en el bosque, no les queda mucho tiempo para que intenten escapar — parecía que intentaba convencerse más a sí misma que a mí. Salmos hacia el instituto y la mañana se hizo en extremo larga. No sé como lo hizo, y tampoco sé si realmente quiero saberlo, pero Rose estuvo en todas y cada una de mis clases controlando todos mis movimientos. Se sentía como si tuviese un guardaespaldas, pero imaginé que esas fueron las órdenes que recibió de Edward antes de que abandonase mi casa. Intentaba hacerle creer que su presencia no me molestaba y realmente no lo hacía, pero si ya tenía los ojos de todos los estudiantes puestos en mí por ser "amiga" de los Cullen, en esta ocasión era peor, la más amenazante y guapa de las Cullen parecía prácticamente mi sombra. Intenté restarle importancia y cuando quise darme cuenta ya estábamos de vuelta en mi casa, ambas sentadas en la cocina, yo con un plato de comida en mis manos y Rose mirándome con fingida atención, ya que su mente estaba a kilómetros, cómo lo mía. Ambas teníamos la misma preocupación: el resto de los Cullen. El móvil de Rose comenzó a sonar y antes de que pudiese si quiera asimilar el sonido de este Rosalie ya lo tenía sobre su oreja y hablaba a toda velocidad. Su semblante cambió de repente y sus ojos se abrieron en exceso, tanto que llegué a asustarme. Colgó el teléfono y me miró con precaución. —Nos vamos —dijo sin más. Y sin darme tiempo a reaccionar me subió a su espalda y fue corriendo hasta la puerta de entrada, la abrió y se detuvo cuando esta estaba todavía entrecerrada. —¡Mierda! —exclamó.

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Corrió hacia la parte de atrás de la casa y se asomó a una ventana, la imagen que había en el patio me heló la sangre en la venas. Nunca olvidaría esa cara… esos ojos inyectados en sangre. Rose se quedó paralizada, estaba segura de que no era capaz de mover ni un solo músculo. Tardó en unos segundos en reaccionar y me dejó en el suelo. Obligó a mi cuerpo a meterse en uno de los muebles de la cocina y me echó un montón de ajos encima. —Rose se supone que eso es un mito… —dije contrariada y sin saber realmente por qué. —¡Lo sé, lo sé! Pero ocultará tu olor… algo habrá que hacer— susurró. Cerró la puerta de un golpe y segundos después oí como se cerraba la puerta trasera de mi casa. Me quedé allí agazapada, rodeada de un penetrante olor a ajo y maldiciendo por lo bajo. ¿Qué hacían ellos aquí? No sé exactamente cuánto tiempo pasó. La puerta del armario en el que estaba escondida se abrió de golpe y yo di un respingo totalmente asustada. —Rose —grité— ¿Qué ha pasa…? —la voz se me quedó atorada en la garganta. Mi cuerpo comenzó a temblar y mi corazón comenzó a latir más deprisa. No entendía nada ¿Qué hacía él aquí? Mi cuerpo reaccionó escapando del peligro y eché a correr hacia la puerta con intención de salir de la casa e integrarme en el bosque. Algún Cullen o alguien de la manada tendría que estar por allí y podrían ayudarme. No llegué muy lejos, no había avanzado más que unos pasos lejos de la casa cuando su cuerpo duro y frío se interpuso en mi camino y choqué contra él cayéndome al suelo después. —Vaya, vaya, pequeña Bella… al fin nos vemos las caras… de nuevo —su voz afilada era tal y como la recordaba, me helaba la sangre en las venas. 4


Aquellos matices desdeñosos y sarcásticos no habían cambiado desde mi sueño. Extendió una de sus manos y me agarró por el cuello, alzando mi cuerpo por encima de su cabeza. El aire comenzó a faltar de mis pulmones y comencé a patalear intentando que me soltase. Me dejó caer de golpe y mi cuerpo impacto con el suelo provocando un sonido sordo que hizo eco en el silencio del bosque. Comencé a jadear buscando aire, mis pulmones ardían por el esfuerzo, mis manos se aferraban a mi cuello intentando mitigar inútilmente la quemazón de mi garganta y mi cuerpo casi convulsionaba de terror. —Solo venía comprobar que todo saliese según lo planeado… veo que los Cullen no te protegen del todo bien —susurró agachándose y poniendo su cara a la altura de la mía. Dos sombras se pusieron tras de él y los reconocí al instante, Felix y Demetri, mi cuerpo se tensó cuando la mirada golosa de uno de ellos se posó en mí. Un escalofrío recorrió mi espalda y me obligué a mí misma a reaccionar. Si de algo estaba segura era de poder convencerles de que mi vida tendría valor para ellos. —Aro... —susurré, la garganta me escoció y fui incapaz de pronunciar nada más. Sus ojos llamearon al ver que lo reconocía y una sonrisa espeluznante ocupó su rostro. —¿Me dejas comprobar algo? —preguntó extendiendo su mano. Yo extendí la mía temblorosa, incapaz de llevarle la contraria. La tomó con una delicadeza que no esperaba y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al contacto de su fría piel con tacto de pergamino. Me estremecí y la sonrisa de Aro era triunfal, para después borrarse por completo y ser sustituida por una expresión de duda. —Vaya, vaya, vaya… algunas cosas han cambiado, aunque no del todo. ¿Verdad Bella? —preguntó mirándome a los ojos. 5


La figura de Rosalie salió de entre los árboles y se quedó observando la escena horrorizada, pero fue incapaz de dar dos pasos en mi dirección porque Felix la interceptó y la sujetó para que no avanzase más. Nuestras miradas se cruzaron por un segundo y pude leer la disculpa en la suya. —No te preocupes, pequeña —continuó hablando Aro— Tu… Nessie esta…rá perfectamente, no temas. Alzó la mano y colocó un mechón de mi pelo detrás de mi oreja. Yo continuaba paralizada. —Demetri —gritó Aro poniéndose en pie—, ve al bosque y busca a los Cullen, ayúdalos a librarse de esos… inconvenientes, después trae a Edward aquí. —Edward no tiene nada que ver con esto —murmuré a media voz. Aró me sujetó por un brazo, hizo que me pusiese en pie y clavando sus ojos en los míos volvió a hablar. —Claro que tiene que ver, sin él los planes no saldrán como deberían. Felix, suéltala y ve a ayudarles tú también, yo tendré una conversación más extensa con mi… "amiga" Bella. Aro me soltó y volví a caer al suelo. Rose dio dos paso en mi dirección pero Aro le indicó con un movimiento de su mano que no avanzase más. No me dio tiempo a reaccionar cuando algo duro impacto contra mi cuerpo, oí como se rompían varias de mis costillas y sentí como el aire abandonaba mis pulmones. Abrí los ojos y vi que todo a mi alrededor se movía demasiado rápido como para seguir quieta frente a Aro. Mis pulmones se volvieron a llenar de aire y una punzada en el pecho me hizo exclamar de dolor. Pero no fue nada comparado con la tranquilidad de pensar que Edward me estaba salvando una vez más. Sonreí y moví mi cuerpo buscando sus ojos dorados. En 6


cuanto alcé la cabeza mi respiración volvió a detenerse y el miedo amenazó mi cuerpo. Unos fieros y sedientos ojos rojos me miraban. Acompañados de una sonrisa que me paralizó por completo. La sangre abandonó mi rostro y mi cuerpo comenzó a temblar. Sin más se detuvo y me dejó caer al suelo. Dio unos pasos a mi alrededor y se puso frente a mí. —Esto será divertido —susurró James mirándome a los ojos. Mi cuerpo tembló de nuevo. Algo me decía que este era el fin, que no podría contralo después de esta. Sólo esperaba que luego los Vulturis le diesen caza y lo torturasen por acabar con mi vida de ese modo. Lo miré a los ojos y tragué en seco. Sí ese vampiro sádico quería acabar conmigo, no le daría gusto de tenerle miedo. —Acaba con esto de una vez —murmuré. El me miró sonriendo y un brillo aterrador iluminó sus ojos. —Tus deseos son órdenes, preciosa —dijo susurrando cerca de mi oído. Cerré los ojos esperando la punzada de dolor, pero esta nunca llegó, en su lugar sentí como mi cuerpo volaba para luego impactar contra algo demasiado duro, después sentí como descendía a gran velocidad para acabar impactando de nuevo contra el suelo. No me sentí con fuerzas de abrir mis ojos, el golpe me había dejado aturdida y desorientada, estaba segura que de hacerlo todo comenzaría a dar vueltas y me desmayaría. Sentí algunos de mis huesos rotos y como algo húmedo y caliente mojaba mi cuero cabelludo. Jadeé buscando aire, intenté moverme pero mis costillas dolieron salvajemente. Abrí mis ojos, no sabía muy bien para qué, pero algo dentro de mí me dijo que debía hacerlo. Los ojos de James me miraban con hambre y una sonrisa se extendía por toda su cara. Cogió uno de mis brazos y aspiró mi aroma con fuerza, el dolor era 7


horrible, las punzadas a lo largo de todo mi cuerpo cuando intentaba moverme me dejaban sin respiración. La cabeza comenzó a darme vueltas y, aunque quise evitarlo, aunque me esforcé en no bajar la guardia en mis últimos segundos de vida, todo de oscuridad. ... Unos pitidos ensordecedores me despertaron, intenté abrir los ojos, pero todo seguía oscuro. Sentía como si mi cuerpo fuera mecido por las olas del mar, en un vaivén continuo y tranquilizante. Agudicé mi oído intentando captar más que aquellos molestos pitidos y una respiración acompasada comenzó a hacerse eco en mi mente. Intenté con más intensidad que mis ojos se abriesen y al conseguirlo tuve que volver a cerrarlos porque una luz me cegó por completo. Intenté moverme pero una punzada en mi pecho me recordó que no debía hacerlo. —Tranquila… ya todo paso —susurró la voz de un ángel cerca de mi oído. Mis labios se extendieron involuntariamente en una sonrisa e intenté de nuevo volver a abrir los ojos. Esta vez lo conseguí y al enfocar mi vista dos orbes dorados me miraban con preocupación. Sonreí de nuevo. —Edward… —musité. —No hables —me pidió— ya todo pasó, todo está bien y tranquilo. Negué con la cabeza y una lágrima descendió por mis ojos. —Aro —conseguí pronunciar entre sollozos que partían mi pecho en dos. —Tranquila Bella, Aro también se ha ido, no volverá en mucho tiempo. Tranquilízate por favor. —¿Qué pasó? —pregunté. 8


Sonrió con tristeza y desvió la mirada a un punto inconcluso de la ventana. —James te atacó, pero por suerte Jasper y yo llegamos a tiempo — murmuró bajando ahora la mirada al suelo—. Los perros se ocuparon de Laurent y Felix y Demetri acabaron con Victoria. Como ves el peligro ha acabado. Suspiré aliviada, algo que provocó un gesto de dolor cuando mis costillas se resintieron ante el acto. —Lo siento tanto Bella —sollozó sin lágrimas dejando caer su cara entre mis manos—. Tenía que haber tenido más cuidado, tenía que haber sido más prudente —continuaba diciendo. —Edward —lo llamé sin respuesta— Edward por favor, mírame. Alzó la cabeza y clavó sus ojos en los míos. —Me has salvado, estoy aquí gracias a ti. Tú no has tenido la culpa de que James diese conmigo y si no fuese por ti y por Jasper no lo estaría contando. —No —dijo negando efusivamente con la cabeza—. Soy un monstruo, mi mundo es el causante de que estés aquí, sino fuese lo que soy tu estarías en tu casa tranquilamente disfrutando de un domingo cualquiera. —¿Es domingo? —pregunté para quitarle un poco de importancia al asunto. —Sí… has estado dormida desde el martes… —confesó en un susurró. —¿Y qué ha pasado? —¿A qué te refieres? —preguntó confundido. —¿Qué le habéis contado a Charlie? 9


Desvió la mirada y se aparto unos cuantos pasos de la cama, lo miré con el ceño fruncido temiéndome lo peor. —Ha sido idea de Emmett —dijo por fin. —¿El qué ha sido idea de Emmett? —pregunté algo nerviosa. —Has tenido un accidente de tráfico, tus heridas tranquilamente podrían pasar por eso —me explicó. —¿Y? —Bueno… tuvimos que destrozar un coche para poder explicarlo— bajó la mirada avergonzado. —Edward —jadeé—, dime que no es lo que estoy pensando. —Lo siento… era la única solución —se excusó. —¡No! —grité— ¡Era mi coche! —Era casi tan viejo como yo… piensa que ha tenido una vida plena y feliz y ha disfrutado de sus últimos días a tu lado —dijo divertido. —Edward Cullen, en cuanto sea vampira patearé tu precioso culo de mármol —mascullé entre dientes. —¿Tengo un culo precioso? —preguntó sonriendo. Gruñí de frustración, si tuviese sólo un poco más de fuerza le borraba esa sonrisa que me causaba taquicardias. —¿Quién fue? —pregunté después de unos minutos. Me miró sin entender. —¿Quién destrozó mi coche? —pregunté exasperada. —Fue Emmett, he de reconocer que el cacharro era duro. Tuvo que estrellarse varias veces contra un árbol para poder siquiera hacer una marca en la carrocería. 10


Lo miré taladrándolo con la mirada. —No te enfades, amor —dijo acercándose por fin a mí y acariciando mi mejilla— Te regalaré uno nuevo, ni te acordarás de ese cacharro dentro de un par de meses. Bufé y lo miré con fingido odio. —Pero que sea normal… nada de coches anti tanque ni nada parecido —supliqué. —¿Coches anti tanque? —preguntó sorprendido. —Mejor no me lo recuerdes Cullen, o te patearé el culo antes de tiempo.

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