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Capítulo 24 — Subconsciente. Bella POV Me sentía muy a gusto en la mansión Cullen, era como si nada hubiese pasado y yo continuase dentro de mi sueño, los cuidados de Esme, las locuras de Alice, las bromas de Emmett … me hubiese gustado tener un mando distancia y pulsar el botón de pausa para quedarme así eternamente. Esme me preparó una deliciosa cena, que degusté bajo las asqueadas miradas de mi familia de vampiros. Y cuando estaba entrando la noche mis ojos comenzaron a cerrarse… antes de que me durmiese por completo Edward me cogió en brazos y me llevó hasta su habitación, se paró en la puerta todavía sin abrir y me miró a los ojos. —Esme te ha preparado una habitación por si no quieres dormir conmigo —susurró. Yo alcé una ceja y lo miré especulativamente… ¿en qué mundo paralelo yo no querría dormir con Edward? —Ok, está bien… fue para tranquilizar a Charlie… si sabe que dormimos juntos descargará su arma en mí y aunque sea inmortal no creo que sea agradable soportar la ira de tu padre —confesó. Sonreí y estiré mi cuello acercándome hacia su rostro, captó enseguida el mensaje y acercó sus labios a los míos. Fue un beso suave, dulce… de esos que no quieres que acaben nunca. Pero mi necesidad de respirar siempre tenía que estropearlo todo haciendo que mi cabeza comenzase a dar vueltas. Edward abrió la puerta, entró en la habitación y en cuanto encendió la luz mi mandíbula llegó hasta el suelo… comencé a hacer memoria… eso no pasaría hasta mucho tiempo después… poco antes de la graduación y de la lucha con los neófitos. Algunas cosas 2
estaban cambiando y me daba miedo, aunque me gustaba, porque los cambios siempre eran para mejor. Allí en mitad de habitación de Edward había una cama… sí aquella cama en la que me había rehusado a dormir cuando Edward me secuestró para que no fuese a ver a Jacob, aquella cama en la que me enseñó mi anillo de compromiso, aquella cama en la que Nessie había dormido tantas veces… se me hizo un nudo en la garganta y no fui capaz de pronunciar una sola palabra. Edward me miraba sonriendo, supuse que leyendo los recuerdos en mi mente, su sonrisa se ensanchó y besó mi frente antes de adentrarse en la habitación y dejarme sobre la cama. —Llamaré a Alice para que te ayude a ducharte —dijo Edward antes de desaparecer por la puerta. Alice no tardó en llegar con su habitual danza al caminar y una enorme sonrisa. —¿Te ha gustado? —preguntó con un brillo casi cegador en los ojos. —Es perfecta —susurré— ¿por eso gritabas en el baño del hospital? Asintió con una sonrisa. —Esme supo que te gustaría en cuanto la vio, ¿vamos? —me preguntó señalando el baño. Me puse en pie y estuve duchándome antes casi de que me hubiese dado cuenta. Cuando salí de la ducha envuelta en una toalla no pude evitar fijarme en mis ropas tiradas en el suelo hechas trizas. Miré a Alice con una mueca de espanto. —No me mires así —protestó— no la volverías a poner… además… si hubiese sido Edward el que la hubiese roto seguro que no te quejabas tanto.
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Mis mejillas se pusieron de un rojo escarlata que casi daba miedo, si el rojo estuviese en mis pupilas sería claramente una neófita. Me reí yo sola ante mi pensamiento pero mi sonrisa se congeló cuando vi lo que Alice tenía entre sus manos para que yo me lo pusiese. —Emm… esto… ¿Alice? —ella alzó la cabeza mirándome con una sonrisa. Antes de que pudiese volver a hablar una de sus manos estaba tapando mis labios evitando que hablase. —¡Ni lo digas! —casi gritó— Te lo pondrás sin protestas si no quieres que el de mañana sea peor. Asentí con miedo… Alice era de temer cuando sus ojos se ponían negros de rabia. Me ayudó a ponerme ese pequeño pijama azul, que tapaba poco más que lo justo y cuando vi me reflejo en el espejo no pude evitar sonrojarme al pensar en ponerme frente a Edward con esas pintas. Pero otro pensamiento cruzó por mi mente, en mi sueño había dejado todo mi pudor atrás, había hecho el amor con Edward infinidad de veces y nunca me preocupé de pensar en si me vería bonita o no para él. Estaba enamorado de mí y el aspecto exterior era lo menos importante. Con una enorme sonrisa busqué a Alice con la mirada y me vi sola en el baño… con tanto pensamiento me ausentaba hasta tal punto de no enterarme cuando alguien desaparecía de mi lado. —Edward —llamé en susurro. No quería perderme su cara en cuanto me viese. —Estoy aquí —dijo desde el otro lado de la puerta. —¿Me puedes ayudar a llegar a la cama? La puerta se abrió y Edward entró en el baño vistiendo solo sus pantalones, con todo su pecho visible… tragué en seco y mi corazón 4
comenzó a latir desbocado. Yo que pretendía dejarlo a él sin palabras me salió mal la jugada y ahora la atontada era yo. Sonrió de lado y recorrió mi cuerpo con su mirada, de repente me sentí desnuda ante él, no era una sensación molesta, en realidad me estaba gustando demasiado. Me cargó de nuevo en brazos y me llevó hasta la cama, cuando sus frías manos tocaron la piel desnuda de mis piernas al alzarme un escalofrío recorrió mi espalda, pero no por su temperatura, todo mi cuerpo anhelaba sus caricias, todo mi ser ansiaba ser suya una vez más. Pero eso no podía ser todavía, no porque dudase del autocontrol de Edward para no hacerme daño, todo lo contrario, era porque no quería el nacimiento de Nessie se adelantase cambiando todo el futuro y por consiguiente poniendo en peligro la felicidad de todos. Edward me arropó con las mantas y se tumbó a mi lado sobre ellas, lo miré con cara de pena e hice un puchero. —¿Duermes conmigo? —pregunté en un susurro mirándole a los ojos. —Bella… —suspiró—, técnicamente no puedo dormir. —Pero podemos compartir la cama —rebatí sonriendo. —Te vas a enfriar… Alice casi no te ha vestido —intentaba sonar indignado pero una sonrisa intentaba asomarse entre sus labios. —Esta puesta la calefacción… anda… duerme conmigo —dije apartando las mantas y palmeando el colchón a mi lado. Edward suspiró derrotado y sonrió mientras se metía a mi lado en la cama. —Eres terrible —murmuró mientras me abrazaba y yo apoyaba mi cabeza en su frío pecho desnudo.
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Me gustaba la sensación de la piel de Edward contra la mía; era frío y duro, como una perfecta estatua de mármol, pero allí donde me tocaba mi piel parecía arder. Comencé a repartir pequeños besos por su pecho, delineaba la línea de sus pectorales suavemente con mis dedos. Edward suspiraba y se estremecía ante mis carias. Yo sonreía en mi fuero interno por ser capaz de provocar ese tipo de sensaciones en él, me sentía con poder, era una simple humana doblegando la voluntad de un vampiro, los que se suponían era superiores a nosotros. Edward siseó entre dientes y de un momento a otro me vi tumbada con mi espalda apoyada en colchón, Edward sujetaba mis manos a la altura de las muñecas sobre mi cabeza y su rostro estaba a centímetros del mío. Me asusté cuando vi como sus ojos negros como el carbón se clavaban en los míos viendo en lo más profundo de mi alma. —Eso es cruel, señorita —murmuró contra mis labios, pero sin romper la distancia que nos separaba. —Yo no he hecho nada malo —dije entre jadeos. —Ese es el problema… que lo que hacías no era nada malo — suspiró y se alejó un poco de mí liberando mis manos—. No tientes mi autocontrol, Bella. Bufé mientras sobaba mis muñecas, lo miré de reojo y sonreí. —Sólo estaba comprobando la teoría, quería asegurarme de que no había perdido las mañas de mi sueño. Edward me miró con los ojos entrecerrados y los labios apretados en una fina línea. No me gustaba ponerlo nervioso, pero en ese momento se veía tan sexy… tuve que morder mi labio inferior para evitar tirarme a sus brazos y devorar sus labios. Inevitablemente a mi mente vinieron recuerdos de aquella primera noche en Isla Esme. Las caricias prohibidas, los suspiros robados, el como su cuerpo se 6
acoplaba a la perfección al mío, como Edward gemía y rugía en mi oído, como sus frías manos se deslizaban por mi cuerpo… obligué a mi mente a dejar de recordar, no quería tentar también mi autocontrol… una no era más que una simple humana a merced de las hormonas y quería mantenerme fiel a los acontecimientos y permanecer intacta hasta después de la boda. Busqué a Edward con la mirada, ya no estaba a mi lado en la cama. Me senté en la cama y miré en todas direcciones sin resultados. —¿Edward? —lo llamé. No hubo respuesta. Me puse en pie y me encaminé cojeando hacia la puerta. —Bella —oí su voz al otro lado de la puerta, sonaba como si se estuviese ahogando—. En un minuto estoy contigo, sólo tengo que serenarme. Métete en la cama que en seguida voy. Sonreí y me metí en la cama. Creo que mis recuerdos no solo me habían afectado a mí, por lo visto los vampiros adolescentes también tenían las hormonas aceleradas. Me giré poniéndome de lado con la mirada perdida en la puerta. No tardó en abrirse y mi Dios heleno la cruzó caminando a velocidad humana. Mi ceño se frunció cuando vi que había tapado su pecho con una camiseta. Se tumbó a mi lado y me atrajo de nuevo hacia su pecho, me apoyé en él no sin antes bufar y estrujar la molesta prenda que lo cubría. —Es mejor evitar tentaciones —susurró—, no quiero que tu calenturienta mente me pervierta. Alcé la cabeza mirándolo con indignación. —¡Lo que pasa por mi calenturienta mente ha pasado en realidad! —grité y en seguida me congelé por mis palabras. "No ha pasado, solo ha sido un sueño. No ha pasado, solo ha sido un sueño. No ha pasado, solo ha sido un sueño. " 7
Me repetía mentalmente una y otra vez. Edward besó mi pelo y comenzó a tararear mi nana, mis ojos no tardaron en sentirse pesados y poco a poco se fueron cerrando hasta caer irremediablemente en los brazos de Morfeo. . De repente me encontré de nuevo en el jardín de mi casa, semanas antes durante la visita de los Vulturis. Aro estaba frente a mí y tenía una mirada aterradora. Sus ojos rojos estaban clavados en mí, en mi vientre. Asustada llevé mis manos hacia él y lo cubrí parcialmente. Me sorprendí al ver que lo tenía completamente abultado. Incluso pude llegar a sentir como pateaban desde mi interior. Aro extendió su mano hacia mí, en seguida sus dedos se convirtieron en unas garras negras y afiladas. Di dos pasos atrás y choqué con una pared de piedra, miré sobre mi hombro y vi que ya no estaba en el jardín de mi casa, estaba en Volterra. Aro, Cayo y Marco estaban sentados ahora en sus tronos y me miraban con una frialdad muy propia de los de su especie. Grité y llamé Edward, como respuesta solo oí un gemido a mi derecha y lo vi allí, Felix y Demetri lo sujetaban por ambos brazos evitando que se moviese. Parecía débil y por sus prominentes ojeras y la palidez de su piel parecía que hacía mucho tiempo que no se alimentaba. Volví a gritar pidiendo que lo liberasen, pero la única contestación que recibí fueron las atronadoras risas de los tres vampiros frente a mí. "Mamá ayúdame, por favor… mamá" Comencé a oí la voz de Nessie, volvía mi cabeza a toda velocidad y en todas direcciones buscando a mi pequeña, necesitaba ayudarla, ella me estaba pidiendo que la ayudara. Una fuerte patada en mi vientre hizo que me doblase en dos y cayese de rodillas al suelo. Un dolor horrible atravesó mi espalda a la altura de los riñones y sentí 8
como mi vientre se abría en dos dejando a su paso un torrente de sangre. "Dame al bebé" La voz de Aro sonaba lejana y amortiguada, sentía como mi cuerpo iba perdiendo las fuerzas poco a poco, estaba perdiendo mucha sangre y cada vez estaba más débil. "Nessie es mía" Aro decía con mofa, intenté revolverme pero mis extremidades pesaban demasiado, mis ojos se cerraron y todo se volvió oscuro. "Mamá ayúdame" Volví a oír la voz de Nessie. Pero por más que intentaba abrir mis ojos era inútil, era una simple humana sin fuerzas, no podía proteger a mi hija frente a nadie. "Mamá…" La voz de mi pequeña era cada vez más lejana y apenas podía oírla por los latidos cansados de mi corazón. Y sin más se hizo el silencio, mi cuerpo flotaba, mi corazón no latía, ya nada dolía… había muerto, mi bebé estaba en manos de los Vulturis… . —¡NO! —grité incorporándome en la cama. Estaba cubierta en sudor y tenía el pulso y la respiración acelerados. Me llevé una mano a mi vientre para encontrarlo perfectamente plano. Una sensación de vacío me envolvió de repente y las lágrimas de angustia no hicieron esperar a mis ojos. En seguida mis mejillas estaban anegadas. La puerta se abrió de repente y en un parpadeo Edward estaba a mi lado sosteniéndome con fuerza. Me abrazaba y acariciaba mi espalda 9
haciendo círculos para intentar tranquilizarme. Besaba mi cabello y mis mejillas secando mis lágrimas. Pero yo no podía tranquilizarme. —Amor… ¿qué pasa? —preguntó en un susurro apartándome ligeramente y clavando sus ojos en los míos. Yo no pude contestar, solo me aferré a su cuello con mis brazos y mi llanto se intensificó. No sé cómo pasó, pero en seguida me vi sentada en el sofá blanco de la sala sobre en el regazo de Edward envuelta en un sábana. Jasper estaba a mi lado con una expresión concentrada. Enseguida comencé a sentirme mejor y los sollozos ahogados se volvieron silenciosos poco a poco. Alcé la mirada y toda la familia nos rodeaba con el semblante preocupado. —¿Qué ha pasado, Bella? —preguntó de nuevo Edward con voz dulce. Me incorporé un poco porque estaba completamente inclinada en su pecho. Miré a los ojos de toda la familia y me detuve en los de Carlisle, su expresión era prudente, intentaba ocultar su preocupación pero no podía. —Sé a qué ha venido Aro —dije con un hilo de voz. Todos se tensaron, y las manos de Edward se volvieron puños aferradas a mis caderas. Comencé a temblar de nuevo cuando los ojos de Aro volvieron a mi mente… no tardé en recibir una nueva oleada de tranquilidad por parte Jasper, lo miré agradeciéndole y el asintió en respuesta. —Bella… —susurró Rose tomando mi mano— ¿qué quería Aro? Volví a mirar a los ojos de todos, deteniéndome en los de Edward esta vez… mi dolor sería el suyo. —A Nessie —susurré.
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Enterré mi cara en el cuello de Edward y él envolvió mi espalda con sus brazos. Las oleadas de tranquilidad de Jasper comenzaron a multiplicarse… y poco a poco fui quedándome dormida de nuevo.
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