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Capítulo 24 — Cuerpo 1 - Sangre 0 Cada noche lo echamos a suertes, Sin frases complicadas, nos basta una mirada a los dos. Que difícil pasar el tiempo juntos Y mantener el tipo al borde del abismo después. Y el cielo esconde las aristas, traza las caricias Que imagino en la oscuridad Sin desvelar… que pierdo la razón Por sentir y amar tu piel tu cuerpo de cristal Abrir y entrar probar la flor de bien y el mal Morir por ti, descubrir que soy Un corazón perdido cuando no hacemos el amor. Alejando Parreño — Cuando no hacemos el amor. . Edward POV Bella pasaría dos semanas en nuestra casa. La idea me gustaba y me asustaba a partes iguales. Aunque había demostrado tener control sobre mis emociones, nadie podía asegurarme que las cosas continuasen igual. Jasper y Emmett prometieron estar al tanto para actuar cuanto antes si algo se me escapaba de las manos, pero no aliviaba mi nerviosismo. Temía dañar a Bella, su sangre era una tentación, pero su cuerpo lo era todavía más. La noche pasada tuve que salirme de la habitación porque ella se puso demasiado cariñosa y yo no puede resistirme mucho. Por 2
suerte pude contenerme a tiempo y escapar, había varios motivos por los que no podía ceder. Lo primero era el respeto hacia ella, puede sonar anticuado, pero fue así como me educaron. Ella era pura y llegaría así hasta el matrimonio si dependía de mí. Después estaba su petición, me dijo que quería esperar hasta después de la graduación para concebir a nuestra hija y yo quería respetar su deseo, era muy poco lo que me pedía si lo comparaba con lo que ella daría por mí. Y lo más importante era mi miedo, tanto Bella como Alice me habían asegurado que no le haría daño… pero no estaba muy seguro de ello. Yo tengo mil veces más fuerza que ella, y es tan frágil… Y ahora estábamos de nuevo en mi cama, la nueva cama que compré para que Bella pudiese dormir conmigo en la habitación. Ella estaba recostada sobre mi pecho mientras leía uno de sus libros, yo intentaba prestar atención al libro que también tenía entre mis manos pero era imposible. Mi mirada vagaba de nuevo hacia sus hombros desnudos… iba a matar a Alice, ¿cómo se le ocurría vestir a Bella con esa ropa tan pequeña? Solo unos finos tirantes sujetaban el camisón que apenas tapaba lo justo en su cuerpo. Su piel pálida brillaba bajo la luz de la lámpara y su corazón tenía el ritmo acelerado, como si estuviese nerviosa. Intenté mirar sus ojos pero cuando captaba mi mirada se sonrojaba y desviaba la suya hacía otro lugar. —Bella —la llamé con suavidad— ¿qué lees? Ella carraspeó y miró nerviosa hacia la ventana. —Anne Rice —susurró. Me quedé en blanco unos segundos, analizando sus palabras. —¿Estás leyendo sobre vampiros? —pregunté divertido. Se revolvió intranquila y colocó el pelo tapando ligeramente su rostro. Conocía las expresiones y los gestos de Bella a la perfección, 3
sabía que solo actuaba así cuando estaba nerviosa o avergonzada. ¿Qué tenía de malo leer sobre vampiros? Era gracioso, teniendo en cuenta su situación conviviendo con una familia de ellos que constaba de siete miembros. Pero no tenía nada de vergonzoso… —No leo sobre vampiros —contestó en un susurro. La agarré sentándola sobre mis piernas y tomé el libro de sus manos. Podría ser una tontería sin importancia, pero había despertado mi curiosidad. Leí el título "Hacia el Edén" me quedé mirando las letras doradas de libro como en trance… —¿Una novela erótica? —pregunté en un susurro. Al fondo se oyeron las escandalosas risas de Emmett y como Rosalie le daba un manotazo en la cabeza. —¿Por qué no lo gritas? Quizás así te oigan los vampiros de Italia —dijo molesta quitándome el libro de las manos. —Perdóname amor… es que me resulta extraño que de "Orgullo y prejuicio" saltes a leer sobre esos temas —dije algo avergonzado. —Son experiencias humanas Edward, tengo que empaparme de todo lo humano que pueda… ¿recuerdas? —contestó enarcando una ceja. Me mordí la lengua y me maldije internamente por haberle pedido que hiciese eso, cuando yo hablaba de "experiencias humanas" no me refería explícitamente a eso, por lo que habían dicho mis hermanos el sexo como vampiro era mil veces muchísimo mejor que siendo humano. Yo hablaba de experiencias más comunes y habituales. —Ok, de acuerdo… sigue leyendo —murmuré. Bella, sonrió con malicia y volvió la atención a su libro. Dejó descansar de nuevo su espalda sobre mi pecho y continuó leyendo. Mientras se giraba uno de los tirantes de su pequeño camisón, se 4
deslizó por su brazo dejando al descubierto su hombro y el comienzo de uno de sus pechos. Yo era algo más alto, y estaba tras ella, así que tenía un primer plano de todo lo que dejaba expuesto la pequeña ropa que apenas la cubría. Tragué la ponzoña que se había acumulado en mi boca… tenía sed, pero casi como un milagro los latidos de su corazón y la vena palpitante de su cuello era lo que menos estaba llamando mi atención en ese momento. "¿Estás bien Edward?" Preguntó Jasper en su mente. Solo gruñí en respuesta llamando la atención de Bella que volvió a girarse para mirarme a la cara. —¿Qué te pasa? —pregunto preocupada— ¿tienes sed? —dijo deslizando sus pequeños dedos por mis ojeras. Seguro que mis ojos estaban completamente negros y eso que me había alimento bastante hacía apenas dos días. Asentí incapaz de abrir mi boca. Pero ella no se conformó, comenzó a acariciar mis mejillas y dejo caer sus manos por mi cuello hasta llegar a mis hombros. Cerré los ojos ante el contacto, el calor de su cuerpo atravesaba mi dura piel y se colaba en cada una de mis terminaciones nerviosas. Era exquisito… me sentía desfallecer ante cada caricia de sus suaves dedos… eso era el paraíso. —Te amo —susurró mi Bella. Abrí los ojos y me la encontré completamente sonrojada, pero mirándome con un amor y una ternura infinitas. Pasé mis manos por su cintura y la atraje hacia mi pecho. Con su frente pegada a la mía las cosas parecían distintas. Me estaba obligando a mí mismo a no bajar la mirada y mirar sus pechos, apenas cubiertos por esa fina tela, pero su aroma, intensificado inexplicablemente, me estaba aturdiendo. Se colaba por mis fosas nasales y llegaba hasta cada
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resquicio de mi cerebro despertando un sinfín de sensaciones diferentes. Por mi mente pasaban mil y una formas de hacerla mía, lo único que quería hacer era arrancarle la ropa y verla completamente desnuda ante mí, en su gloria. Pero haciendo uso de todo mi autocontrol, eso que cada día me sorprendía más, me estaba conteniendo. Bella entreabrió sus labios y la calidez de su respiración me golpeó en el rostro. Cerré los ojos ante la sensación, el olor a fresias se había intensificado en su cuerpo, emanaba de cada poro de su piel entorpeciendo mis sentidos. Había dejado de prestar atención a todo lo que me rodeaba, mi atención estaba puesta al cien por cien en la pequeña y frágil humana que tenía entre mis brazos. Mi mano subió hacia su rostro y acaricié su mejilla tal y como ella lo hizo conmigo segundos antes. Me dejé llevar por su tacto de satén, mi mano llegó a sus hombros y la dejé deslizarse a lo largo de su columna vertebral. Sentí como su piel se ponía de gallina bajo mis dedos, se estremeció y su corazón aceleró más su ritmo si es que eso era posible. Acerqué mi rostro al suyo y probé su labios, dulces, suaves, tiernos… y ese fue el detonante. Mi cuerpo, dormido durante más de ochenta años, despertó ante ese contacto y ya solo fui capaz de dejarme llevar por mis instintos más primarios, pero no como vampiro, sino como humano. Mis manos se aferraron a su cintura y la giré pegando su espalda sobre el colchón. Su respiración era errática y los latidos de su corazón parecían el batir de las alas de un colibrí. La miré a los ojos y pude ver el mismo deseo que yo sentía reflejado en ellos. Posicioné mi cuerpo sobre el suyo, intentando que no soportase ni un gramo de mi peso, Bella abrió sus piernas y yo me posicioné entre ellas. Mis manos estaban a ambos lados de su
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cuerpo, haciendo una jaula imaginaria de la que no podría escapar. Era mía… mi Bella. Me acerqué de nuevo a ella y probé de nuevo sus labios. El sabor de sus besos era adictivo, era mi droga personal, de la que nunca me cansaría. Su lengua y la mía se enredaban en un baile pausado y lento, pero tan intenso que había dejado de respirar, no era necesario, y necesitaba toda mi atención para disfrutar de las mil sensaciones diferentes que recorrían todo mi cuerpo. Bella enrolló pierna libre de la cerúla que inmovilizaba su rotura, en mi cintura atrayendo más todavía su cuerpo contra el mío. Su calor atravesaba mi ropa y se colaba en mis huesos, haciendo que estuviese casi a la misma temperatura que ella. Decidí arriesgarme y deslicé una de mis manos por su cintura, llegué a sus caderas y no me detuve, acaricié su muslo hasta que la tela de su camisón dejó de cubrirlo y al tocar su piel desnuda fue como si recibiese mil descargas eléctricas que recorrieron todo mi cuerpo. Bella se estremeció de nuevo ante el frío de mis manos en su piel, pero eso hizo que su agarré con su pierna en mi cintura fuese todavía más fuerte, sentía como las curvas de su cuerpo se amoldaban al mío, era como si cada una de ellas hubiese sido creada exactamente para encajar conmigo. Suspiré en sus labios y Bella se volvió loca. Abrazó mi torso y comenzó a besarme con fiereza. Sentía el calor de sus dedos aferrarse con fuerza a mi camiseta, como si quisiese romperla, pero no podía. Decidí echarle una mano, y en solo un segundo mi pecho estaba expuesto ante ella. Sentir la suave tela de su ropa sobre mi piel, pero sobre todo, sentir las partes de su piel que no estaban cubiertas, hacer contacto con mi frío cuerpo era el paraíso, no creí haber disfrutado nunca de una sensación tan placentera. Me sentía al límite de mi autocontrol, sabía que solo había una fina línea que separa la cordura de la razón y en ese preciso momento yo tenía uno de mis pies en alto preparado para cruzarla. 7
Bella mordió mi cuello con insistencia, aunque solo se sintió como una suave caricia, pero eso me despertó. Me quedé rígido entre sus brazos. Ella lo notó y se detuvo mirándome a los ojos. Pude ver toda mi sed reflejada en esos dos pozos chocolate. Pude ver como ella deseaba eso tanto como yo, pero no era el momento. Yo no me sentía preparado… ¿qué pasaría si perdía el control y la acariciaba demasiado fuerte? ¿Y qué pasaría si mis instintos de vampiro afloraban de repente y la mordía? No podría perdonarme nunca el hacerle daño, y mucho menos si se lo hacía por ser egoísta y desear su cuerpo más de lo que debiese. —Sé lo que estás pensando y nada de eso pasará —susurró mi ángel todavía mirando mis ojos. —Creía que era yo el lector de mentes —dije en un murmullo. —No es necesario leer tus pensamientos para saber que te estás atormentando de nuevo. Suspiré y me enderecé sentándome a su lado. Bella también se sentó sobre el colchón y tuve que desviar la mirada de ella para poder concentrarme en la conversación que deberíamos estar teniendo en lugar de admirar sus labios rojos e hinchados por mis besos, o su pelo revuelto cayendo sobre sus hombros, y mucho menos sus hombros desnudos y el comienzo de sus pechos ligeramente expuestos. —Bella podría hacerte daño —gruñí para intentar dominar al monstruo que me clamaba que la hiciese mía. —No lo harás —susurró intentando acariciar mi rostro. Me alejé un poco de ella evitando su contacto, si volvía a sentir la calidez de su piel contra la mía no podría dar marcha atrás. —No puedes estar tan segura —rebatí— sólo fue un sueño Bella, nada de eso pasó en realidad. 8
Sentí como sus facciones se crispaban, aunque intentó disimularlo, su mente estaba cerrada, igual que desde el momento en que me metí en la cama con ella. No podía saber nada de lo que estaba pasando por su cabeza y me estaba volviendo loco al poder ver sus expresiones pero no saber el motivo exacto. —Cada vez estoy más segura de que no fue un sueño —murmuró, pero cuando iba a contestarle continuó hablando—, Edward, no me harás daño, estoy segura. Me amas demasiado como para eso. —Me gustaría tener la misma confianza que tú ante eso, pero no puedo. —Edward —me llamo de nuevo tocando ahora mi rostro con ambas manos, me perdí en su tacto de nuevo y cerré mis ojos para contenerme—. Nos amamos y eso es suficiente para que esté completamente segura de que será perfecto y no me dañaras en absoluto. Abrí mis ojos y la miré a los suyos, a esos dos pozos chocolate que borraban hasta el último trazo de mi cordura. Me debatí internamente sobre qué hacer, sería tan fácil ceder y acariciarla… sería tan fácil dejarme llevar y probar su piel… pero no. No podía hacerlo. No podía hacerle eso a mi Bella, a mi adorada Bella. —No —susurré negando con la cabeza y alejándome una vez más de su agarré. Me puse en pie y me apoyé en la pared junto a la puerta. Bella bufó y también se puso en pie con algo de dificultad debido a la férula y se detuvo frente a mí. —¿A qué le tienes miedo exactamente? —dijo molesta. —A hacerte daño —dije en un susurro. —¡Alice! —gritó Bella.
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Centré mi atención en todos los miembros de la casa y solo Alice estaba en ella, en el umbral de la puerta de la entrada preparada para irse. "Eres un idiota Edward…" gritó en su mente. Y después comenzó a formarse una visión demasiado explícita en su mente. Tuve que tragar de nuevo la ponzoña y luchar para controlar mis ansias de saltar sobre Bella en ese mismo momento. —Eres una voyerista pervertida —le dije a mi hermana entre dientes. "Pero en esta ocasión mi voyerismo me ha servido para abrirte los ojos, la amas Edward, no le harás daño" Alice se fue, sentí sus pasos alejándose entre los árboles del bosque. Ahora estábamos solos en la casa. Miré a bella y ella estaba frente a mí con una expresión suplicante. Acercó su cuerpo al mío y apoyó sus manos en la pared tras de mí haciendo ahora ella una jaula entre su cuerpo y el mío. Miré sus ojos y pude ver que ella ya había tomado la decisión, haría lo que fuese necesario para conseguir lo que quería, pero yo no podía ser tan débil y dejarme caer sin más. —Bella… —susurré advirtiéndola cuando se acercó más a mí y comenzó a besar mi pecho todavía desnudo. Ella no contestó, solo continuó besando mi pecho y acariciándome con su nariz. Cerré mis ojos para controlarme una vez más… Bella acabaría conmigo, no podía seguir resistiéndome si continuaba tentándome así. —¿Qué hay de Nessie? —pregunté en un momento de lucidez. Levantó su rostro y me miró a los ojos sonriendo. —Acabo de tener mi periodo y no estoy en días fértiles… Edward… por favor —suplicó. 10
Agarré sus manos y las tomé entre las mías, haciendo que diese un paso hacia atrás para evitar que continuase besando mi pecho. —Todos los días tienen riesgo, ¿qué ocurre si tienes un ovulo perdido? —pregunté quemando mi último cartucho. Sonrió con superioridad y soltó sus manos de entre las mías y rodeó mi cuello con sus brazos, haciendo que jadease al contacto de sus pechos ligeramente cubiertos contra el mío. —Tomo anticonceptivos —me susurró al oído. —¿Qué? —grité. —Carlisle me los recetó hace un par de meses… está tan asustado como yo con eso de cambiar el futuro y Alice me lo recomendó también. Así que no tienes excusa, Edward… —Bella no… no puedo… entiéndeme… es… es posible que… que te haga daño —balbuceé mientras intentaba alejarme de ella. —No lo harás —susurró de nuevo en mi oído besando después mi cuello. Mi pecho rugió con fuerza, el monstruo amenazaba con dominarme, con tomar a Bella y hacerla mía de una vez. La cargué en brazos y a velocidad vampírica la llevé de nuevo hasta la cama y la tumbe en el colchón bajo mi cuerpo. Me miró sonriendo, la muy traviesa sabía que había ganado esta vez y se estaba regodeando de su victoria. —Eres una de las criaturas más temibles que existen —susurré ante sus labios. —Pero aun así me amas —contestó entre jadeos. —Sabes que sí… y que no podría negarte nada aunque quisiera — contesté la verdad más grande de la que era consciente.
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Acorté la poca distancia que nos separaba y probé de nuevo el dulce néctar de sus labios que hacía que perdiese la cordura. Me devolvió el beso sin dudarlo ni un segundo, sus finos brazos envolvieron mi cuello atrayéndome más hacia ella, gemí en sus labios cuando volvió a rodear mi cintura con su pierna sana. Nuestros sexos se rozaron levemente y la sentí estremecerse. Era Bella, mi dulce y tierna Bella… ahora parecía completamente poseída por un espíritu lujurioso... y eso me encantaba. Estaba descubriendo una nueva faceta de su personalidad, esa que dejaba salir cuando se desinhibía completamente dejando atrás todos sus miedos y preocupaciones. Me gustaba sentir como tomaba la iniciativa cuando son sus pequeñas manos agarró el pantalón del pijama que usaba para fingir que dormía con ella y de un solo ritón me lo bajó hasta las rodillas. No necesité más que un simple movimiento de mis piernas para hacerlo desaparecer hecho trizas. Bella jadeaba cada vez que mis manos acariciaban su piel, y me pareció el sonido más maravilloso del mundo, incluso mejor que escuchar en sus pensamientos cuanto me amaba. Pensamientos, recordé sus pensamientos y concentré un poco mi atención en ellos… solo había una gran cama blanca rodeada de plumas… me separé de ella ligeramente y la miré a los ojos. No sólo había deseo en ellos, había amor, Bella me amaba tanto como yo a ella, y eso fue lo único que necesité para saber que lo estábamos a punto de hacer era lo correcto. Volví a acercarme a ella y la besé con más cuidado, lentamente, empapándome de su sabor, dejando que cada una de mis terminaciones nerviosas captara su esencia. Bella intentaba acelerar el ritmo del beso, pero no la dejé, quería que ese momento fuera mágico, especial… no quería apurar nada, todo debía ser perfecto. No estábamos en Isla Esme como en su sueño, pero haría que se sintiese en el paraíso. 12
Estaba sobre ella, entre sus piernas, amoldando mi cuerpo perfectamente al suyo, sintiendo los latidos desbocados de su corazón en mi pecho, acompasando el ritmo de mi respiración a sus erráticos gemidos y suspiros. Mis manos se deslizaron con extrema delicadeza por sus costados, apreciando la suavidad de la seda que la cubría, apreciando también sus curvas, esas curvas en las que era tan fácil que perdiese el sentido. Bella afianzó su agarré en mi cuello en cuanto sintió como levantaba su camisón lentamente. Dejando expuesto ante mí su perfecto cuerpo, ella se aferró con más fuerza todavía, evitando que la despojase de esa prenda, que aunque era perfecta para ella, ahora mismo me estorbaba demasiado. —Eres hermosa… déjame verte —susurré en su oído. Soltó mi cuello y yo aproveché para quitarle el camisón por su cabeza. La visión ante mí me dejó sin respiración. Su piel pálida, casi translúcida dejaba ver alguna de sus venas por las que circulaba la sangre a una velocidad asombrosa. Sus pechos, pequeños, pero turgentes y rellenos, estaban coronados por dos pequeños y rosados pezones que me animaban a mordisquearlos y lamerlos hasta la saciedad. Su vientre plano, con un ombligo perfecto. Sus caderas levemente pronunciadas, rodeadas por unas pequeñas braguitas de encaje. Bella, sintiendo mi escrutinio, apartó la mirada y se sonrojó. Acuné su rostro entre mis manos e hice que me mirara a los ojos. —Te amo —susurré mirándola a los ojos, ahogándome en esos pozos color chocolate. Ella sonrió y me abrazó con fuerza, haciendo que nuestros pechos desnudos se rozasen, ambos jadeamos ante ese contacto. Era el calor del fuego que ella tenía con la frialdad de hielo que yo poseía. Polos opuestos, pero que en ese momento se estaban complementando. Mis manos con total autonomía y guiadas por mis más secretos deseos, acariciaron sus costados, con mis pulgares rocé levemente sus pechos, Bella se estremeció y jadeó en mi oído echando su 13
cabeza hacia atrás. Aproveché el momento para besar su cuello, besar la vena palpitante que me pedía a gritos que la mordiese pero yo en ese momento no la escuchaba, en ese momento solo quería besar y probar su cuerpo, su sangre había pasado a un segundo plano. Me atreví un poco más y mi mano acarició su pecho por completo, Bella arqueó su espalda exponiendo todavía más su cuello hacia mí, pero no me importó, sonreí ante su piel antes de besarla y rozarla levemente con los dientes… sin llegar a hacerle daño. Su pierna se afirmó con más fuerza a mi cintura, haciendo que nuestros sexos se apretasen uno contra el otro. No pude evitar gruñir, el calor de su cuerpo se estaba colando a través de mí, mi cuerpo estaba subiendo de temperatura gradualmente y era una sensación tan extraña como placentera. "Más… te amo Edward… más..." Repetía en su mente. Y yo me sentí dichoso de ser lo único en lo que ella pensaba en ese momento. De ser el único que la vería en ese estado, de ser el único en llevarla al límite, de ser el único en compartir con ella algo como eso. Sonreí como un estúpido al darme cuenta una vez más de cuanto me amaba, sonreí con una felicidad inmensa que casi hacía que mi corazón volviese a latir. Sonreí agradeciendo a quien quiera que fuese por poner a esta humana frágil y patosa en mitad de mi camino para que mi existencia tuviese un motivo. Mis besos descendieron de su cuello hasta su pecho, besé y deslicé mi lengua por esa línea que dividía su pecho en dos. Bella volvió a arquear su espalda, ofreciéndome en bandeja el manjar más apetitoso del mundo. Besé su pecho con delicadeza antes de meterme su pezón en la boca. Succioné con cuidado y ella gritó, pero fue un grito de placer, que se coló en mis oídos grabándose a fuego en mi mente… quería más, necesitaba más de esos gritos. Gemí ante su piel y las vibraciones hicieron que ella gimiese 14
también. Mi mano acunó su pecho libre, era del tamaño justo encajando perfectamente en ella. —Edward —gimió mi nombre. Alcé la cabeza para mirarla, tenía los labios rojos e hinchados, su pelo revuelto y sus ojos brillaban con una lujuria que nunca había visto en ella. —Dime que necesitas, amor —susurré. —No lo aguanto más… no me tortures… —Dime lo que necesitas y lo tendrás —le dije mientras volvía a besar sus pechos, necesitaba probar su piel, era una droga a la que me había enganchado. —Hazme tuya. Sus palabras quedaron flotando en el aire, en la casa completamente silenciosa donde solo nuestras respiraciones y el rápido latir de su corazón eran lo único que rompía el silencio. Mientras continuaba besando sus pechos, deleitándome con la dulzura de su sabor y con la suavidad de su piel, mis manos fueron descendiendo por sus constados hasta sus caderas. Ella las alzó un poco haciendo que nuestros sexos se rozasen de nuevo, y yo necesité todo mi autocontrol para no apretar mis dientes y morderla… volvió a hacerlo y yo perdí el control. Le arranqué la única prenda que la cubría, haciendo lo mismo con la mía. Ambas acabaron hechas jirones en algún lugar de la habitación. Mis labios estaban ahora en su vientre, mientras mis manos agarraban firmemente sus caderas evitando que se moviese. Y su olor, ese olor a fresias que me volvía loco, ese olor que se había intensificado mientras ella leía ese libro me golpeó con fuerza, me provocó sed, pero no la que yo esperaba, necesitaba beber de ella, pero no su sangre. 15
Mis labios bajaron lentamente allí donde su olor se intensificaba, ella intuyendo mi próximo movimiento se tenso y agarró mi cabello con ambas manos. —No lo hagas Edward —suplicó. —Solo disfruta, amor… Besé los labios de su sexo mientras aspiraba su aroma, era intoxicante, nublaba mis sentidos, me hacía perder la razón, mis instintos humanos salieron a flote y mi erección se intensificó más si es que eso era posible. Mi lengua se deslizó lentamente por su suave piel y su sabor fue exquisito, estaba seguro que de haber probado su sangre ese sabor le ganaría con creces. No me invitaba a morder, me invitaba a hacerla mía hasta que despuntaran las primeras luces del amanecer, me pedía que la amase hasta lo imposible, y eso haría. Dejé que mi lengua se dejase guiar por mis instintos humanos renovados, Bella soltó mi pelo y se aferró a las sábanas con ambas manos, estrujándolas y casi llegando a romperlas. Yo también aparté mis manos de ella, temiendo temer el control y hacerle daño sin querer. Bella gritaba, jadeaba y volvía a gritar llamándome y eso me encantaba, me estaba volviendo loco. —Edward… para —me pidió entre jadeos. La miré sin entender, parecía que le estaba gustando ¿por qué me pedía que parase? —Quiero que… quiero que lleguemos juntos —susurró. Sonreí y volví a posicionarme sobre ella, volvió a poner su pierna rodeando mi cintura, eso parecía ser algo común, como si con eso fuese a evitar que me alejase si llegase a arrepentirme, algo de lo que estaba seguro que no pasaría. La miré a los ojos, buscando el arrepentimiento en ellos, pero tampoco existía. Ambos deseábamos eso, ambos queríamos sentirnos plenos en los brazos del otro. 16
—¿Estás segura de que quieres que suceda ahora? —le pregunté. —Solo hazlo Edward —exigió—. Te amo. Posicioné mi miembro en su entrada, solo con rozar levemente su piel sentí la electricidad recorrer mi cuerpo, su calor me llamaba, su suavidad, la humedad… todo me pedía que continuase y yo no sería capaz de negarme a hacerlo, aunque quisiese... que no era el caso. Presioné lentamente, su cuerpo fue cediendo al mío, sus paredes estrechas se fueron abriendo solo para mí. Su calidez comenzó a envolverme y tuve que cerrar los ojos para contenerme de entrar por completo de un solo empujón. Bella se aferró con fuerza a mis hombros, y yo me aferré con fuerza al colchón evitando hacerlo con ella. Sentí la barrera de su virginidad impidiéndome el paso, miré a Bella de nuevo a los ojos, no sé lo que esperaba ver, pero no era eso, dos gruesas lágrimas salían de ellos, aunque me miraba suplicante, temiendo que me detuviese. Haciendo uso de nuevo de todo el autocontrol que poseía alcé mi mano y acaricié su mejilla secando una de sus lágrimas, la otra la hice desaparecer con mis labios. —Bella… si no —me calló poniendo una mano sobre mis labios. —Hazlo Edward —suplicó de nuevo. Con un pequeño empujón más sentí como esa fina membrana se partía y su cuerpo me daba la bienvenida en todo su esplendor. No tardé en oler su esencia todavía más intensificada… sangre, estaba oliendo su sangre. La sentí tensarse un poco mientras me miraba, seguro mis ojos se habían vuelto negros. —Todo está bien —le aseguré. Volvió a alzar sus caderas, como lo hizo minutos atrás, mi miembro entró en ella más todavía y yo rugí mientras un gemido abandonaba sus labios. Mi cuerpo comenzó a embestir contra el suyo con delicadeza. En cada embestida sentía como sus paredes se relajaban 17
en tono a mí, sentía como el sudor cubría más su cuerpo y como sus gemidos aumentaban de volumen. Sus gemidos y sus jadeos… sin hablar de sus gritos, me había vuelto también adicto a ellos, todo en Bella me animaba a ir tras ella como un drogadicto. Embestí más fuerte, alejé mis manos de ella todo lo que pude aferrándome al cabecero de la cama de hierro, lo sentí crujir ante mi agarre pero no me importó, ya compraría una cama nueva, o mil si fuese necesario. Bella arqueaba su espalda exponiendo su cuello ante mí, me tentaba a besarlo y succionarlo, pero no quise arriesgarme, enterré mi rostro al lado del suyo en la almohada. Mientras ella se aferraba a mis hombros clavando sus uñas en mi piel, aunque no conseguía atravesarla. Gemía y gritaba mi nombre en mi oído y sin saberlo estaba haciendo que me volviese loco. Mis embestidas eran cada vez más profundas, pero no podía dejarme llevar y perder la concentración, no quería hacerle daño. Sentí como su cuerpo iba subiendo de temperatura, sus paredes se ciñeron en torno a mi miembro todavía más y sus gritos elevaron el volumen. Se aferró con más fuerza a mis hombros, me mordió el cuello para evitar gritar cuando llegó a su orgasmo y yo no necesité más para dejarme ir y derramarme por completo dentro de ella. El placer que me embargó en ese momento fue indescriptible. Sentí como cada una de mis células vibraba en éxtasis. Sentí como la ponzoña se deslizaba por mi venas… sentí como mi piel ardía allí donde hacía contacto con la de Bella. Fue como una experiencia extra sensorial, podría hasta jurar como el alma de Bella entraba en mi cuerpo, como mi corazón comenzaba a latir casi a la misma velocidad que el suyo. Mi mandíbula se cerró con fuerza mordiendo lo primero que encontró a su paso, sentí como la tela de la almohada cedía ante la presión de mis dientes y las plumas comenzaban a volar por doquier. Me detuve jadeando, buscando ese aire que no necesitaba, Bella estaba inmóvil bajo mi cuerpo, la miré alarmado pero me tranquilicé 18
al verla perfectamente bien. Tenía los ojos entrecerrados y una deslumbrante sonrisa dibujada en sus rojos e hinchados labios. Me invitaban a besarla de nuevo y hacerle el amor una vez más, y otra más, y otra… pero sabía que eso no sería posible, Bella era humana y estaba agotada. Su respiración se normalizó poco a poco y sus ojos se cerraron por completo. Yo continuaba sobre ella, dentro de ella, me había negado a moverme por temor a estropear el momento, a eliminar la magia que nos envolvió minutos atrás. Me deleitaba observando su rostro, con expresión tranquila durante su sueño, Entré en su mente y solo mi rostro estaba en sus sueños, sonreí como un estúpido ante eso. Me deslicé quitando mi miembro de su interior, su gemido de desaprobación me hizo sonreír, aunque a mí tampoco me gusto la sensación de salir de ella, quería quedarme ahí para siempre. Me coloqué a su lado en la cama y atraje su cuerpo hacia el mío, apoyó la cabeza en mi pecho y suspiró complacida. Nos cubrí a ambos con las mantas y la observé mientras dormía, nunca me cansaría de hacer eso. Me pasé la noche observando su sueño, acariciando su cabello y besando sus mejillas. Ella sonreía ante mis besos y buscaba mis caricias incluso mientras dormía. La noche anterior me había demostrado muchas cosas. Bella era mi alma gemela, la persona perfecta que hacía que mi mundo girara siempre hacia la misma dirección. Era el ancla que me sujetaba a mi yo humano, a ese que perdí hace tiempo pero que continuaba oculto en mi interior. Y físicamente también era la pieza que me complementaba. Mientras hacíamos el amor pude comprobar que su cuerpo era una extensión del mío, y así pasaba también con ella. Ambos éramos la parte de un todo, nada tendría sentido sin el otro. . Bella POV 19
Me desperté con unas suaves y frías caricias en mi espalda, estaba algo desorientada cuando abrí los ojos y me vi en la habitación de Edward. Era la segunda noche que pasaba en la mansión de los Cullen y todavía no había asimilado que esa sería mi residencia los próximos días. Intenté moverme un poco pero mis músculos estaban entumecidos y algo adoloridos. Estaba tumbada boca abajo mirando hacia el lado contrario donde sabía que estaba Edward. a mi alrededor todo era un mar de plumas blancas que inevitablemente me recordó a Isla Esme. Comencé a sentir suaves besos en mi hombro desnudo, mientras sus manos se deslizaban por mi espalda repartiendo mil sensaciones diferentes por mi espina dorsal. —Buenos días mi amor —susurró en mi oído antes de volver a depositar besos por mi cuello y por mi espalda. Sonreí… estaba feliz, era imposible no sonreír. —Ahora eres mía Bella… solo mía… y un día serás también mi mujer —volvió a susurrar sobre la piel sensible de mi espalda. Sus manos bajaron por mis caderas y comenzó a acariciar mis mulsos, aunque sus labios no habían abandonado mi espalda. —Eres mía… mía… —continuaba susurrando. Y esa posesividad, el que él me clamara como suya me gustaba, me excitaba. Los recuerdos de lo ocurrido la noche anterior asaltaron mi mente y me estremecí cuando una de sus manos se deslizó por la cara interior de mi muslo. Abrí mis ojos por completo y me giré para mirar a Edward… solo me encontré una montaña de plumas blancas envolviéndolo todo. Sonreí ampliamente, las plumas tenían una parte importante en mi sueño y también en mi vida real… el rostro de Edward apareció ante mí sonriendo también. Me acercó a su pecho y yo me apoyé en él sin apartar mis ojos de los suyos. —Te amo… —fue lo único que pude pronunciar. 20
Edward me besó mientras su manos se deslizaban por mi espalda y bajaron hasta mi trasero apretándome contra él… pero el momento se estropeó cuando mi estómago decidió rugir pidiendo alimento. Gemí frustrada, enfadada con mis necesidades humanas por ser tan débil. Edward se rió bajito y se puso en pie con un ágil y rápido movimiento. Lo miré con desaprobación, pero todo rastro de molestia desapareció cuando tuve un primer plano de su trasero completamente desnudo ante mí. Pero la alegría duró más bien poco, en seguida se cubrió con un pantalón y se giró sonriendo con arrogancia. —Ahora vuelvo —susurró contra mis labios antes de besarme. —¡Espera! —grité mientras lo veía desaparecer por la puerta. Agudicé mi oído y solo escuché las risas atronadoras de Emmett… ¡oh dios! ¡Emmett! ¿Qué iba a hacer ahora? Estaba segura de que sería el blanco de sus bromas por una buena temporada…si no era un siglo. Tragué en seco y Edward apareció de nuevo en la habitación con una bandeja llena de alimentos. La puso sobre mis rodillas y luego puso una de sus camisas sobre mis hombros. Metí los brazos por ella, dejándome envolver por ese olor a Edward que me volvía loca. Comí en silencio, bajo la atenta mirada de mi vampiro preferido. —¿Quieres un poco? —pregunté sonriendo. Enarcó una ceja y me miró sonriendo. —Sabes que no como —susurró divertido. —No hablaba de la comida —intenté decir con voz seductora mientras hacía que su camisa se deslizase por uno de mis hombros. Edward apretó su mandíbula con fuerza y me gruñó. —No me tientes Bella… —dijo con voz dura. —¿Qué pasa si te tiento? ¿Volverás a caer? —pregunté. 21
Su expresión se suavizó y colocó un mechón de mi pelo tras mi oreja, llevándose como no, un par de plumas entre sus dedos. —Puedes estar segura de que caeré… las veces que tú quieras — confesó mirándome con intensidad. Un calor casi imposible se formó en la zona de mi bajo vientre y me estremecí. —Ahora come… necesitas recuperar fuerzas para poder tener más resistencia —dijo con su sonrisa torcida.
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