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Capítulo 29 — Triste anochecer el Volterra Narrador POV. Estaba anocheciendo el Volterra cuando la puerta de aquella celda se abrió abruptamente. —Aro te envía algo de comida… humana —dijo Felix entre dientes. La pequeña chica arrugó la nariz y negó con la cabeza débilmente. Felix la ignoró y salió de la habitación dejando el plato de comida sobre la mesa. Cerró la puerta con un sonoro portazo y avanzó silencioso por el largo pasillo. La niña se estremeció… no por frío, era miedo lo que corría por sus venas. Llevaba varios meses en esa situación, pronto, en septiembre, estaría de cumpleaños y nadie se acordaría de celebrarlo. Suspiró y miró por la ventana, que fácil sería todo si tuviese la fuerza de sus padres, pero ella siendo solo aparentemente una niña y solo semi vampiro no podía tener la fuerza sobrehumana que tenían sus progenitores. Se puso en pie y avanzó despacio hacia la ventana, echaba de menos el cariño de su madre, la comprensión de su padre… los fuertes brazos de Emmett rodeándola, las caricias frías y delicadas de Rosalie, la inteligencia de Jasper, la sabiduría de Carlisle, el trato maternal de Esme… pero sobre todo echaba de menos el calor de Jake. A veces, en sus largas noches sin poder dormir, se cubría con una manta e imaginaba que se acurrucaba en su lomo, que su aliento cálido y reconfortante chocaba contra su rostro, que su olor a hierba recién cortada y a bosque la envolvía y la transportaba a otro mundo. Pero eran solo eso… sueños. Lo que daría por volver atrás el tiempo y no haberse alejado así de él el día que salieron de caza. Podía recordar ese día como el más triste de su corta vida. 2


Podía sentir todavía las frías y duras manos de Aro tomándola en brazos, tan parecidas, pero a la vez tan diferentes de las de su familia… cinco hombres de su guardia sitiaron a Jake frente a sus ojos y un hombre rubio con el pelo largo llamado Thomas comenzó a murmurar algo entre dientes con los ojos cerrados. Sin más Jake desapareció ante sus ojos, la guardia parpadeó confundida y la sonrisa de Aro se ensanchó hasta casi dar miedo. Ella lloró, gritó y pataleó inútilmente, porque los fuertes y duros brazos de aquel hombre no la soltaban, recordaba vagamente haberse quedado dormida mientras continuaba luchando con lágrimas en sus ojos, recordaba un vuelo en avión y después… después esa cárcel, esa habitación hermosa pero de la que no podía salir. Tenía siempre a dos guardias en la puerta y a otros dos bajo la ventana, aunque quisiese no podría escapar… nunca. Odiaba a Aro… lo odiaba con todas sus fuerzas. No contento con estar a punto de acabar con toda su familia en aquella ocasión que viajó a Forks con todo su séquito, ahora continuaba haciéndoles daño y para conseguirlo decidió atacar a su eslabón más débil: Ella, una niña de apenas un año que aparentaba diez, alguien con un don tan poco necesario como proyectar sus pensamientos en forma de imágenes en la mente de los demás… si aun fuese algo espectacular como el de Zafrina, o como el de su padre… pero no, ella necesitaba contacto, ella tenía una falla en su don, necesitaba poder tocar para poder transmitir lo que pensaba. Aro no podía ver ninguna utilidad en lo que ella podía hacer, entonces… ¿cuál era el fin de todo eso? Lo que sí sabía era que Aro había hecho algo con su familia, algo que hacía que ya no la recordaran y por eso no habían venido a salvarla, por eso nadie si quiera recordaba su existencia. Ahora solo era una niña rara recluida en una jaula de cristal. Aro se preocupaba por ella, le enviaba comida humana cuando no podía enviar a alguien de su guardia a cazar algún animal para ella, 3


porque desde un primer momento se había negado a beber sangre humana recordando todo lo que su abuelo Carlisle había luchado, no quería echar a perder todo su esfuerzo de siglos. Estaba encerrada en una de las torres del gran castillo donde residían los Vulturis al completo, tenía una gran cama, una gran habitación y una vez a la semana le traían ropas nuevas. Aro decía que ella debía agradecer todo lo que le entregaban y ser feliz, pero no podía… ella necesitaba lo más importante: su familia y a Jake. Se acurrucó en su cama mientras dos gruesas lágrimas descendían por sus mejillas, no podía hacer nada, solo esperar… esperar que por alguna casualidad su familia llegase hasta ella y pudieran sacarla de ese infierno en el que estaba metida. En otra parte del castillo Marcus estaba intranquilo… algo extraño en él, que solo parecía un títere a manos de sus dos "hermanos". Pero es que muy dentro de él sabía que lo que Aro y Cayo estaban tramando no estaba bien, pero no podía hacer nada, cada vez que lo intentaba sentía la necesidad de ser fiel a los planes de sus hermanos y sus verdaderas fuerzas de voluntad fracasaban. Lo que no sabía es que Chelsea estaba detrás de ese extraño sentimiento. Tenía la suerte de que Aro, desde que había comenzado con todo ese "operativo" no había leído su mente, porque si no se llevaría una grata sorpresa al ver que estaba despertando de su largo letargo. Desde que perdió a Didyme se había sumido en su propia pena, él creía que era culpable de su muerte de un modo u otro, y solo su propio dolor era capaz de afligir un poco de paz en él. Por eso siempre parecía aburrido y cansado, él, más que ninguno de sus hermanos, se había convertido en una sombra de lo que siempre fue. Aro y Cayo solo estaban cegados por la codicia y el poder… los Cullen representaban un gran obstáculo en su camino. Ya lo era que Carlisle hubiese formado una "familia" como él la llamaba, pero que casi todos los miembros de su familia tuviesen dones tan asombrosos los hacía temer, además de despertar la envidia de Aro, 4


que siempre quería más de lo que ya tenía. Cuando nació la pequeña Renesmee, era un gran descubrimiento, pero creyó que destruyéndola acabaría con esa familia y el adquiriría a los mejores de sus dones para su beneficio, aunque no contaba con la ayuda de aquellos perros. Los metamorfos le habían asustado hasta un nivel mayor del que nunca admitiría y que los Cullen estuviesen aliados con ellos no era bueno para él. Pero con el tiempo había descubierto que aquella pequeña que fue solo un descubrimiento placentero y con mucho futuro, podría darle mucho beneficio, tenía en su mano el talón de Aquiles de aquella "familia" y solo tendría que mover bien sus cartas para conseguir su propósito: Edward, Bella, Alice y Jasper en su guardia. Con esos cuatro extraordinarios dones Volterra sería invencible, y ya la amenaza de los dos vampiros rumanos sería pan comido para ellos. Vladimir y Stefan estaban decididos a acabar con los Vulturis, estaban reuniendo un ejército, creando nuevos vampiros y formándolos para que fuesen fuertes e invencibles, tenían muchos dones en su poder, algunos muy poderosos, pero hasta donde Aro sabía, los Cullen no estaban de su lado. Admiraba la devoción que su antiguo amigo Carlisle le profesaba, y ahora estaba aprovechando la ignorancia que ellos tenían en su favor, pero no contaba con que Vladimir y Stefan conservasen su memoria. Así como la pequeña y frágil Bella. Eso sí que parecía presentar un problema, pero por lo poco que había podido leer en su mente hasta que su escudo se activó, ella creía que todo lo que había vivido formaba parte de un sueño, así que aunque le contase todo a los Cullen las cosas podrían continuar estando a su favor. Ahora tenía todos los ases en su manga, solo tenía que esperar y mantener a los rumanos en sus posiciones a la espera, eso no sabía cómo tenía que hacerlo. Pero sí sabía que tenía que esperar. Lo que Thomas había hecho estaba pareciendo resultar y si también sus 5


predicciones eran exactas, pronto podría tener en su poder al mejor de los dones jamás pensado. Solo era cuestión de tiempo, solo tiempo…

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