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Capítulo 3— Reencuentro con los Cullen Alice me acompañó la puerta de mi clase de biología, el señor Banner me dio la bienvenida y me indicó cual era mi silla. Despacio fui caminando hacia la mesa vacía, me senté y al alzar la vista vi como Edward caminaba sigiloso y se sentaba a mi lado. Lo ignoré todo lo que pude. Me repetía mentalmente razones incoherentes para no levantar la vista y posarla en él. "Edward no es tan guapo, tiene la nariz torcida" "Su pelo parece un almiar" "Es demasiado perfecto, parece irreal" Edward no tardó mucho en reírse de mí disimuladamente. "¿Me estás oyendo Cullen?" —Pensé. Él sólo asintió sin borrar la sonrisa de su rostro. "¿Y te parece divertido?"—pregunté mentalmente clavando mis ojos en él. —Es más de lo mismo, no piensas nada que no haya oído antes — susurró en mi oído. Me estremecí cuando su gélido aliento rozó la piel de mi cuello y me golpeé mentalmente por dejar que mi cuerpo desoyese a mi cerebro y se mostrara tan perceptivo ante sus encantos. Su risa musical volvió a oírse casi en susurro y yo lo miré con furia… ¡se estaba riendo de mí! No me pasó desapercibido el hecho de que sus ojos estaban completamente negros de sed. Sonreí en mi fuero interno… a ese juego podían jugar dos. 2


"¿Te atrae mi sangre Cullen?" —pensé para mortificarlo. Se tensó y un ligero gruñido salió de su pecho. "Más de lo mismo, nada que no me haya sucedido antes" pensé a la vez que lo miraba con una enorme sonrisa. Se levantó de golpe y dos segundos después sonó el timbre que indicaba el final de las clases. Edward desapareció por la puerta y yo con muchísima dificultad tuve que reprimir una carcajada. Mike se acercó a mi mesa, tímido y cabizbajo. —¿Ahora tienes gimnasia? —me preguntó, a lo que yo asentí y una sonrisa ocupó su rostro— Yo también, ¿te acompaño? Volví a asentir y su sonrisa se ensanchó todavía más. Que fácil era hacerlo feliz… sólo tenía que tener cuidado para que no se hiciese demasiadas ilusiones. Camino al gimnasio tuvimos una estúpida conversación sobre la temperatura y la humedad de Forks. Por suerte la clase pasó sin incidentes dignos de mención, bueno… exceptuando el golpe que "sin querer" le di a Mike en la cabeza con mi raqueta de bádminton. Me estaba poniendo demasiado nerviosa con sus insinuaciones. Después de la clase me cambié rápidamente y cuando me dirigí al aparcamiento una sonriente Alice me esperaba apoyada en mi monovolumen. —¿Nos vamos a mi casa? —preguntó. —¡Claro! —contesté efusivamente. Edward apareció a mi espalda y cerró la puerta del conductor justo cuando yo la acababa de abrir. —Sígueme si eres capaz, no te gustará lo que podría pasarte si te pierdes en una de estas calles tan solitarias de Forks —me susurró cerca del oído poniéndome la piel de gallina. 3


—No te preocupes, conozco muy bien el camino —contesté guiñándole un ojo — "y no te tengo miedo Don Colmillos" — pensé. Sus ojos brillaron con furia y se metió en su flamante volvo sin dirigirme ni una mirada. Subí a mi coche y Alice ya esperaba sentada con su inseparable sonrisa. —No sé cómo lo haces, pero eres única sacando a Edward de sus casillas —me dijo. Sonreí ante su comentario. —Es bueno saberlo —murmuré. Después de un par de minutos conduciendo me di cuenta de que ya había perdido el volvo de vista. —Ahora que nadie puede oírnos, detén el coche, por favor, que quiero hablar contigo —me dijo Alice. Obedecí y aparqué el monovolumen en el arcén. —No es realmente importante para mí —continuó hablando—, pero me gustaría saber qué o quién eres realmente. No me malinterpretes, por extraño que parezca confío en ti y sé que no eres una amenaza, pero me gustaría tener algún argumento para defenderte frente a mi familia. No quiero imaginar lo que estará pasando por la mente de Jasper y Rosalie en este momento, eso sin mencionar a Edward. Ella había obviado decir algo referente a su don, pero simplemente lo ignoré y la miré pensativa, ¿podría decírselo? Era Alice, mi hermana, quizás ella más que nadie podría entenderme y tener a alguien con quien desahogarme era necesario. —Pensarás que estoy loca… —dije en un susurró. —No te juzgaré —me sonrió—. Sólo quiero saber. 4


Respiré hondo. ¡Era Alice! A ella podía contárselo. —Te lo diré, pero es algo que tendrás que ocultarle a Edward, bueno, realmente a todos, pero sobre todo a él— le pedí. —Ok, enséñame a ocultárselo, tú sabes cómo hacerlo. —contestó. —No es tan fácil, no es algo voluntario. No puedo controlarlo, sólo pasa cuando me pongo nerviosa —eso lo deduje mientras hablaba con ella y una vez dicho tenía más sentido del que creía. —Da igual, tú cuéntame, ya me las arreglaré para ocultárselo —dijo restándole importancia a lo que acababa de decirle. —A ver cómo te lo explico —lo pensé unos instantes—. Hace un par de meses tuve un accidente y estuve en coma inducido cinco días. Durante ese tiempo tuve un… tuve una especie de sueño. Os conocí a todos, en ese sueño incluso viví una temporada con vosotros. Al despertarme estaba muy desorientada pero… pero lo extraño, es que era todo muy real, los sentimientos que tenía hacia vosotros todavía permanecen. Y los recuerdos son muy nítidos, como si de verdad hubiese vivido todo eso. Nos quedamos en silencio unos minutos, Alice me miraba con los ojos entrecerrados y el semblante completamente serio. —Demuéstramelo — dijo por fin. —¿Cómo? —No sé, cuéntame algo que solo sabría un Cullen, si has vivido con nosotros tendrás que saber algo. Lo pensé durante unos instantes. —Carlisle tiene más de trescientos años. Él mismo ha convertido a Edward y a Esme hace casi cien años. Después convirtió a Rosalie y ella le pidió que hiciese lo mismo con Emmett cuando lo encontró en el bosque. Jasper y tú os unisteis a la familia alrededor de 1950. 5


Jasper era soldado y perteneció a un ejército de neófitos, tú no recuerdas nada de tu pasado y no sabes quién te convirtió. Alice me miraba con los ojos muy abiertos y totalmente seria. —De acuerdo, te creo —y sonrió—. Pero hay algo que no entiendo ¿Por qué no quieres que Edward sepa todo eso? —No creo que lo entienda —mentí, no quería contarle mis sentimientos hacia él. —Bella. Apenas te conozco, pero juraría que estás mintiendo —me dijo. —No sé cómo decírtelo, Alice —susurré. —¿Sabes que tengo un don? —preguntó. Yo asentí. —Tienes visiones de cómo podría ser el futro —le dije. —Exacto, de cómo podría ser, siempre con matices que pueden cambiar en cualquier momento —contestó—. Y esta mañana he tenido una visión en la que salías tú con Edward —mis ojos y mi boca se abrieron hasta límites insospechados—. Vi vuestra boda — sonrió—. También a ti ensangrentada y a Edward mordiéndote para salvarte de la muerte ¿eso pasó en tu sueño o...? Asentí mientras unas cuantas lágrimas descendían por mis mejillas. Si Alice lo había visto, tenía al menos una posibilidad de que todo saliese bien, al menos una… Intenté cambiar de tema, hablar de Edward me estaba poniendo nerviosa. —Éramos muy buenas amigas —dije en un susurro—. Tú no soportabas mi aversión a las compras y a mí me ponía nerviosa tu hiperactividad —reí sin ganas—. Pero nos queríamos mucho. 6


Alice sonrió y secó una de mis lágrimas con cariño. —Seremos como hermanas… también lo he visto —sonrió más ampliamente— ¿Cómo y cuándo empezó todo? No especificó más, pero yo sabía exactamente a qué se refería su prefunta: a mi relación con Edward. —El martes de la semana próxima la furgoneta de Tyler Crowley va a aplastarme, pero él me salvará… o eso espero. —¿Dudas que pase igual? —preguntó. —No todo está saliendo exactamente igual. En teoría Edward no podía saber lo que pienso y lo hace, con ciertas limitaciones que no consigo controlar, pero lo hace… así que no tengo nada asegurado. —¿Cómo consigues que no te escuche? —preguntó confundida. —Tengo una especie de don, por el que Edward... ni nadie realmente —añadí recordando a Aro— puede acceder a mi mete ni a mis pensamientos, es una especie de escudo. En mi sueño me costó muchísimo aprender a controlarlo. —¿Y eres capaz de manifestar ese don siendo humana? —asentí— Vaya... Carlisle alucinaría con esa información —dio un saltito en el sillón y después me miró—. Pero ahora es mejor que nos vayamos, nos hemos retrasado demasiado —dijo sonriendo— Sólo una cosa más… ¿lo quieres? —Sí —sonreí ampliamente—, todavía no es la misma persona que era conmigo, pero lo amo… suena extraño… pero me casé con él y tuvimos una… —me detuve. No sabía si contarle algo sobre Nessie, preferí guardar ese "pequeño" secreto para mí, al menos por ahora. —No te preocupes —sonrió Alice—, verás como todo sale bien. Pero una cosa… Rosalie te va a odiar, no se lo tengas en cuenta — bufé, eso no era una novedad para mí— ¿Lo sabías? —preguntó sonriendo. 7


—Rosalie odia a todos los humanos —recalqué. —Se ve que la conoces bien… —dijo entre risas— ¿vamos? Cuando llegamos a la mansión Cullen un millón de mariposas anidaron en mi estómago. Bajé temblando del monovolumen y tuve que esforzarme el doble para no tropezar. Antes de abrir la puerta Alice me miró divertida. —¿Estás nerviosa? —preguntó a lo que yo asentí— ¿De qué color son los sofás? —Blancos —contesté sonriendo. —Uhm… me das miedo —dijo entre risas. Al cruzar el umbral de la puerta cinco pares de ojos dorados me miraron con curiosidad, a excepción de un par que lo hacía con ira y una pizca de sed, me estremecí ante la mirada de Edward, todavía no me acostumbraba a que me tratase de ese modo. La sensación de estar en esa casa de nuevo fue muy placentera. Era mi casa, mi hogar. Esas paredes me resultaban demasiado familiares, y el olor a vampiro inundaba el ambiente dándole ese toque hogareño que me encantaba. Carlisle y Esme se adelantaron y me saludaron cortésmente, mientras yo reprimía las ganas de saltar a sus brazos para acurrucarme en su duro regazo. Todos miraban y parecían esperar algo de mí, pero no sabía muy bien el que. Segundo a segundo me ponía más nerviosa, no soportaba esa distancia que parecían tener conmigo. La última vez que yo había estado en esa casa era un miembro más de la familia junto con mi hija y ahora no era más que una extraña, y una extraña que no era muy bien recibida a juzgar por las miradas de Jasper y Edward. Esperaba lo mismo de Rosalie, pero sin embargo su mirada no era nada fría y no me provocaba ese miedo que recordaba. 8


Me aclaré la garganta y me dispuse a romper ese molesto silencio que se cernía sobre todos. Si alguien a parte de Alice podía entender lo que estaba pasando en mi vida, ese era Carlisle. Lo miré fijamente y en sus ojos sólo había miedo, temía por su familia. Me temía a mí… me encogí ante ese sentimiento: Los Cullen me tenían miedo. —Carlisle, ¿puedo hablar contigo? —dije en un susurro para que no se notase desesperación en mi voz. —Por supuesto— contestó con prudencia. —A solas, en tu despacho. Y él —señalé a Edward—, que se vaya, por favor. —Yo no voy a ninguna parte —masculló Edward entre dientes. —Edward, ven conmigo o lo lamentarás —Alice lo miró amenazándolo con la mirada, supuse que le estaría diciendo algo mentalmente— ¿Me necesitas? —me preguntó mirándome. Yo negué con la cabeza— ¿Segura? —yo volví a asentir— ¿Te dejo en una casa llena de vampiros y no tienes miedo? Iba a contestar, pero Jasper se me adelantó. —En realidad sí que lo tiene. Y no mentía, estaba aterrada. —No es para menos —dijo Emmett con una mirada amenazante. Y he de admitir que nunca me habían dado tanto miedo sus músculos. —¿Yo puedo quedarme? —preguntó Rosalie con un hilo de voz. La miré sorprendida, y noté que Alice también lo hacía. Carlisle me miró para asegurarse y yo asentí con la cabeza casi imperceptiblemente. Carlisle comenzó a caminar hacia su despacho, le seguía en silencio con Rosalie a mi lado mientras los demás abandonaban la gran 9


mansión, con Edward protestando y siendo arrastrado por Jasper y Emmett. Al entrar en aquel despacho mi corazón comenzó a bombear muy deprisa, los nervios se estaban apoderando de mi cuerpo y comenzaban a hacer estragos en mi estomago y en el temblor de mis rodillas. Lamenté que Jasper se hubiese ido con los demás, lo necesitaba. Carlisle se sentó detrás de su mesa y con un movimiento de su mano me indicó que hiciese lo mismo en una silla que había frente a él. Rosalie simplemente se quedó de pie junto a la puerta. —Tú dirás — me dijo Carlisle. ¿Y ahora por donde empezaba? Los nervios no me ayudaban a pensar en el modo de comenzar esa conversación. Sólo necesitaba que él lo entendiese, ya que el resto de su familia haría lo que él dijese sin rechistar. Tenía que tener cuidado con lo que decía. No conocía a Carlisle en profundidad como pasaba con Alice, y esta conversación se me estaba presentando demasiado difícil. Así que lo mejor era empezar por lo más fácil, presentarme. —Me llamo Bella Swan y soy hija del Jefe Swan —dije en un murmullo. —Lo sé, Edward me contó lo que necesitaba saber sobre ti —me dijo muy serio—. Lo que no sé, y me inquieta en sobremanera, es porque sabes tanto sobre nosotros. —Es difícil de explicar —solté con un suspiro. Carlisle me hablaba en ese tono conciliador que tan bien conocía, sólo lo utilizaba cuando se enfrentaba a un problema, eso era exactamente lo que significaba para ellos: un problema. Me miraba con miedo, con precaución, sabía demasiado sobre ellos y ellos no sabían absolutamente nada sobre mí. Tenía a Alice de mi parte, pero eso no era suficiente si el cabeza de familia no me apoyaba. Deduje que quizás lo mejor sería no arriesgarme, por mucho que echase de 10


menos a mi familia vampiro y a mi futura hija, ellos ya no me veían del mismo modo. Yo sólo sería un cúmulo de problemas que les haría enfrentarse a un sinfín de vampiros solo por protegerme. Me puse en pie y… —Creo que no ha sido muy buena idea —dije en un murmullo—. Será mejor que me marche. Las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas, estaba dándole la espalda a mi futuro, y a Nessie… y Jake, ya que sin ella, él no podría ser feliz. Pero no soportaba la idea de que ya no me mirasen con la misma ternura, que no me tratasen con el mismo cariño que recordaba que lo hacían. Me dolía separarme de ellos, aun sin haber estado a su lado más que en un sueño. Con paso vacilante e intentando no tambalearme demasiado me encaminé hacia la puerta, pero Rosalie se interpuso en mi camino. —Bella, te escucharemos —murmuró—, no será tan malo lo que tengas que decirnos. Acallé un sollozo que se abría paso en mi pecho, esperaba que Alice o Esme pudiesen llegar a decirme esas simples palabras, pero Rosalie… su mirada era dulce y tierna, la miré y pude ver ese cariño que estaba buscando, ese que echaba tanto de menos. Me recordó al modo en que me miraba cuando estaba embarazada en mi sueño. Volví a sentarme enfrente de Carlisle y respiré hondo para coger fuerzas. —Está bien… pero pensareis que estoy loca —susurré lo mismo que le había dicho a Alice minutos antes. Carlisle sonrió ligeramente, por primera vez desde que había llegado y eso me tranquilizó un poco y me animó a comenzar.

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—Hace unos meses tuve un accidente y estuve en coma unos días —Rosalie se arrodilló a mi lado y me tomó de la mano, yo la miré sorprendida, pero ella me instó para que continuase—. Mientras estaba dormida tuve algo así como un sueño en el que estabais todos. Conocí vuestro secreto, me mostrasteis vuestra naturaleza e incluso me salvasteis la vida en varias ocasiones —no aparté los ojos de Carlisle esperando su reacción, pero su expresión era totalmente neutra, así que continué explicando—. Al despertarme sentía que todo había sido real, y todavía lo siento ahora, mi relación con… vosotros —casi se me escapa el nombre de Edward…— el tratado con la manada, es como si… —Espera —me interrumpió Carlisle— ¿has dicho el tratado con la manada? Asentí. —Edward me explicó que hace unos años llegasteis a un acuerdo con los licántropos de La Push, firmasteis un tratado. Vosotros no mordíais a ningún humano y ellos no os atacarían ni os delatarían frente a los humanos —expliqué. Rosalie y Carlisle compartieron una mirada cómplice. —¿Qué más sabes sobre nosotros? —preguntó Rosalie. —Se que tu padre era pastor hace más de tres siglos —continué dirigiéndome a Carlisle—. Te puso al frente de una batida para buscar y cazar vampiros, pero un día un vampiro te atacó y te convertiste en uno. Siempre te has negado a beber de humanos y por eso te alimentas de sangre de animales. —Es suficiente— me dijo él con una sonrisa, eso me tranquilizó un poco más. —¿Y sobre mí?

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Miré a Rosalie y la tranquilidad que mostraba su rostro hizo que me sintiese completamente tranquila. —Sé lo que te hizo Royce —contesté sin apartar los ojos de ella—. Y también sé lo que tú le hiciste a él —se me escapó una sonrisa—. Sé porque amas a Emmett y también sé porque te gustan sus hoyuelos. Me miraba sorprendida, pero me dio un tierno apretón en la mano que me sujetaba. —¿Y siempre has sido humana mientras estabas con nosotros? — preguntó Carlisle. La pregunta que más temía… pero pensé que lo mejor era ser sincera. Al fin y al cavo era algo que sabrían tarde o temprano. —Al principio sí… pero finalmente fue imposible evitar mi transformación. Edward siempre se negó a convertirme —susurré. —¿Edward? — preguntaron a coro totalmente sorprendidos. Me ruboricé… creo que alcancé el tono de rojo más alto posible. —Edward y yo… bueno… digamos que… teníamos una especie de relación —balbuceé. Los ojos y la boca de Rosalie se abrieron de par en par mientras Carlisle me miraba sonriendo. —¿Edward Cullen? ¿Hablamos del mismo Edward? —preguntó Rosalie en tono escéptico. Yo sólo asentí… estaba demasiado avergonzada. —Pero ahora me odia, así que ya no tiene caso. —¿Por qué te convirtió al fin? —inquirió Rosalie. Empezábamos a entrar en terreno pantanoso, pero llegados a este punto ya no tenía nada que perder… 13


—Para salvarme la vida. —¿Por qué? —dijo Carlisle Suspiré…. —Es difícil de creer… quizá no me creáis —dije mirando al suelo. —¿Más difícil de creer que nos conoces de tus sueños? Permíteme que lo dude —Rosalie parecía totalmente tranquila. —Renesmee —dejé escapar su nombre en un suspiro y cerré los ojos con fuerza intentando evitar que las lágrimas volviesen a descender por mis mejillas, la echaba de menos... muchísimo. —¿Quién es? —Mi hija y la hija de… Edward. —Eso es imposible —dijo Rosalie con una risa amarga— los vampiros no podemos tener hijos. —Los hombres pueden... lo sé por experiencia —reconocí. —Seguro que estás equivocada... ese sueño tuyo no pudo ser real — volvió a contradecirme. —Renesmee era mestiza, medio humana medio vampiro. Ella tenía el pelo del mismo color que Edward, su mandíbula era cuadrada y fuerte, y ella tenía un don... solo alguien como Edward podría ser su padre —refuté con voz contenida. Rosalie soltó mi mano bruscamente y se puso de pie de un salto. —¿Es eso posible, Carlisle? —preguntó al borde de la histeria. —Explícate —me pidió él con voz seria. Ahora estábamos en la parte más difícil, de eso dependía todo. Era ahora… o nunca.

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—Edward y yo nos casamos, nos fuimos de luna de miel a Isla Esme —creí que si les daba más datos les resultaría más fácil creerme—. Tuvimos relaciones mientras era humana y me quedé embarazada. —¿Cómo? —Rosalie parecía no dar crédito a lo que oía. —No conozco los tecnicismos —dije con voz ahogada aguantando las lágrimas—, ni siquiera sé si lo que soñé puede pasar realmente. Lo único que sé de verdad es que os echo de menos, llevo más de dos meses repitiéndome a mí misma que no estoy loca, que todo lo que soñé tiene un significado —mi cometido de aguantar el llanto fracasó y mis ojos estaban ya desbordados—. Y el haber venido aquí y ver que existís de verdad no hace más que alentar mis esperanzas. Las cosas no están pasando cómo en mi sueño, casi nada es igual y eso me desespera porque no sé si llegaré a tener a Nessie entre mis brazos. Y cada vez lo veo más imposible porque Edward me aborrece, hasta Emmett que era como mi hermano me ha mirado como si quisiese matarme. La verdad es que sí que pienso que estoy loca. Intenté continuar mi monólogo, pero unos fuertes brazos me rodearon con ternura. Yo solo pude hundir mi cara entre el pecho de Rosalie y llorar como no lo había hecho nunca. Carlisle solo observaba, tenía el ceño fruncido y no decía absolutamente nada. Su silencio me inquietaba, pero estar entre los brazos de Rose me tranquilizaba. Sentía que con ella y Alice de mi lado podía enfrentarme a cualquier cosa.

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