ESDC39

Page 1

1


Capítulo 39 — Despertar Bella POV Fuego. Llamas... Todo era rojo a mí alrededor. Más fuego. Era lo único que sentía, lo único en lo que podía pensar. Sentía como si en lugar de sangre tuviese lava volcánica recorriendo mis venas, abrasaba con todo a su paso. Era como si mi corazón, ya cansado, luchase en cada latido, sentía como se aferraba a la vida bombeando con fuerza la espesa ponzoña que ahora consumía mi cuerpo. Mis recuerdos de la antigua conversión no le hacían justicia a lo que estaba sintiendo en ese momento. El fuego era abrasador, en mi mente solo retumbaba un único pensamiento: que quería morirme. Pero sabía que había algo importante que me impedía tomar esa decisión. Mirar en mi memoria era como buscar algo entre lodo, cuando parecía que había encontrado algún recuerdo al que aferrarme se me escurría entre los dedos y me quedaba más frustrada que al comienzo. Forcé a mis neuronas mientras intentaba recordar que era eso por lo que tenía que continuar viva. Cual era esa necesidad imperiosa que sentía por sobrevivir. Y la verdad vino a mí como si se tratase de un mazo golpeándome con fuerza, sacando el aire de mis pulmones y haciendo que mi corazón martillease con más fuerza contra mi pecho: Nessie. Mi pequeña. 2


Tenía que luchar por ella, tenía que ser fuerte para poder verla, para poder cuidarla y verla crecer día a día. También estaba Edward, mi eterno salvador, mi vampiro sobreprotector al que amaba más que mi propia vida. Y tras él todos los Cullen, la manada... Jake. Charlie... Creo que fui capaz de sonreír, porque un suspiro a mi lado hizo que mis sentidos se pusiesen alerta. Recordaba que Edward había estado a mi lado durante mi primera conversión, esperando pacientemente que yo despertase y abriese mis ojos, estaba vez volvía a estar a ahí, como sabía que haría. Continué rebuscando más recuerdos entre el lodo de mi memoria. Todo estaba confuso, todo estaba bajo ese manto que me ocultaba cualquier cosa a la que quisiese tener acceso. Me concentré en la imagen de Edward, me centré en el brillo de sus ojos dorados, obligué a mi imaginación a hacer una imagen perfecta del ser que más amaba. Después añadí a Nessie a la ecuación, mi pequeña niña... mi trocito de cielo que había venido para alegrar nuestras vidas. Pero al recordarla a ella algo no encajaba, había algo que no entraba en la imagen, Edward y ella estaban separados, por más que lo intentaba la imagen de uno y del otro se distanciaban irremediablemente. —Todo irá bien... —oí la voz de Edward en mi oído, como lo llevaba haciendo desde que estaba en ese estado, no se había movido de mi lado en todo ese tiempo, no podía asegurarlo, pero sentía que era así. La imagen de Edward en mi imaginación comenzó a cambiar, en sus brazos apareció un bultito que iba creciendo lentamente, a ese bulto comenzaron a crecerle extremidades, cabello y ojos, unos ojos 3


verdes, profundos y expresivos. Se me cortó la respiración al reconocer a la persona que ahora estaba en sus brazos. Anthony... Mi Anthony... Mi pequeño... —Él está bien —susurró Edward de nuevo en mi oído. No sabía si había hablado en voz alta o lo había podido leer en mi mente como lo hacía antes, pero me tranquilizaba poder tener al menos un poco de contacto con la realidad. El tiempo se me hacía eterno, los segundos se convertían en minutos y los minutos en horas... no tenía consciencia del tiempo que pasaba realmente, pero lo medía por las respiraciones de Edward, a mi lado, tomando mi mano. A parte de su respiración la casa estaba sumida en un profundo silencio, o al menos yo no era capaz de captar ningún otro sonido que fuesen los golpeteos constantes y cansados de mi corazón y la respiración de Edward. Y el fuego. El fuego que seguía recorriendo cada una de mis venas. "¡Quema!" gritaba mi mente. —Lo sé, mi amor... —la voz de Edward en mi oído me hizo contener la respiración— pronto pasará... solo unas horas más. Suspiré... no sé si realmente o solo en mi mente. No era capaz de diferenciar lo que pensaba de lo que hacía. Sentía mis músculos rígidos como una tabla, mis nervios alerta, dispuestos a contraerse en cualquier momento a la mínima orden de mi cerebro. Y mi corazón dolía... 4


No era un dolor psicológico como el que había sentido con anterioridad, era un dolor físico... dolía mucho. En cada latido notaba como los músculos, ya cansados, se tensaban y relajaban cada vez con más dificultad. El dolor me confundía, en momentos no me deja pensar con claridad y pasaba de ver todo rojo a verse negro y apagado. Era como si perdiese la consciencia, como si todo a mi alrededor desapareciese y nada importase. Pero de repente volvía a escuchar sus respiraciones, cortas, acompasadas... y todo volvía a tener sentido. Sentía su mano sobre la mía, cálida, ya no era tan fría como lo era antes. Recordaba los ojos de mi pequeña... mi Nessie... Mi Anthony... El tiempo pasaba y nada importaba. Solo la imagen de Edward... de Nessie... de Anthony... me mantenían atada a la consciencia y soportando estoicamente el dolor. Mi corazón dio un brinco de repente y la mano de Edward sujetó con más fuerza la mía. Mi corazón latió con más fuerza, tanta que pensé que podría oírse en toda la casa. Apreté los dientes todo lo posible y ahogué un gemido cuando un dolor lacerante me atravesó el pecho. Era como si doscientas mil espadas me atravesasen el mismo punto una y otra vez en el mismo segundo. Mi espalda se tensó y mis pulmones perdieron todo el aire de golpe. Y después solo hubo silencio... Mi corazón se detuvo por fin y todo fue silencio. Un silencio tranquilo... sosegado... Abrí los ojos lentamente y mi mirada se enfocó en el techo. En los listones de madera que lo cubrían, que eran de un color beige brillante a causa del barniz. En tan solo un segundo fui capaz de contar las quinientas setenta y siete tablas que cubrían el techo de la habitación. Tomé aire lentamente, disfrutando de mi nueva naturaleza, dejando que los olores me empapasen y llegasen a mi 5


mente. Vainilla, sol, menta... era una mezcla exquisita. Algo tan puro que me hizo sonreír. Moví los dedos de mis manos, un movimiento lento pero a la vez más rápido de lo que esperaba, pero una de mis manos se trabó con algo. Tanteé ese "algo" y descubrí unas falanges largas y finas, con piel suave y cálida... una sonrisa se extendió por mis labios con lentitud y giré mi rostro hacia el lado correspondiente. —Edward... —mi voz sonó extraña, pero a la vez sabía que era mía. Él sonrió... esa sonrisa que tanto me gustaba de humana, esa sonrisa que hacía que mi corazón se parase y mi respiración se volviese entrecortada. En ese momento me quedé sin aire, la imagen de Edward de mis recuerdos humanos de días atrás, incluso la que tenía de mis días vampíricos no podría hacerle justicia a lo que era realmente. Sus cabellos cobrizos, desordenados sin ningún patrón, su piel pálida, su nariz recta, su mandíbula cuadrada y marcada... sus ojos... que ahora estaban negros de sed, pero era su brillo lo que me dejaba encandilada. —¿Cómo te encuentras? —me preguntó con dulzura acariciando una de mis mejillas. Cerré los ojos ante su tacto y suspiré... cuando volví a abrirlos Edward estaba frente a mí, a muy pocos centímetros. Sus ojos de cerca eran mucho más hipnotizantes que en la distancia. —Ahora estoy bien —dije ligeramente aturdida pero a la vez consciente de lo que me rodeaba, era extraño. Edward sonrió de nuevo y acercó sus labios a los míos en un movimiento lento, no estaba segura si era para no asustarme o porque realmente quería disfrutar el momento. En el mismo segundos que nuestros alientos se mezclaron me sentí completa, mi otra mitad, mi otro yo... Edward lo era todo.

6


Su lengua se enrollaba con la mía casi con desesperación, mis manos se enredaron en su cabello y lo atraje más hacia a mí. La sensación de tocarlo era totalmente diferente a antes, antes era suave, pero era como tocar una roca, frío, duro... ahora era diferente. Estaba cálido, estaba blando, era como tocar otra piel cuando eres humano. Nos alejamos lentamente con la respiración acelerada, realmente no necesitábamos respirar, pero era un acto reflejo, algo muy humano que nos salía sin pensar. Si en ese momento si todavía fuese humana estaría desmayada ente los brazos de Edward, por eso agradecía la nueva condición que me permitía mantenerme consciente y poder disfrutar de cada beso y de cada caricia al cien por cien. Me sorprendí de verme sentada sobre el regazo de Edward, con nuestros brazos enredados en el otro y en una posición en la que era muy recomendable no estar en público. —¿Dónde están...? —Edward puso un dedo sobre mis labios y me impidió terminar la pregunta. —Están todos abajo, no querían asustarte por eso están allí — contestó con una sonrisa. —¿Y...? —sonrió y me besó dulcemente en los labios. —Anthony está abajo también... luego le verás, primero tienes... —Que cazar... —terminé su frase y sonreí. Salimos por la ventana, tal y como lo recordaba, corrimos por el bosque uno al lado del otro entre risas. Estar con Edward ahora era tan fácil. Cazamos un par de arces cada uno, y después me dejó luchar contra un oso. Edward me miraba desde un árbol y corregía algunos de mis movimientos cuando eran erróneos. Cuando ya me sentí parcialmente saciada dejé caer la carcasa vacía del oso al suelo y miré mis ropas. Estaban perfectamente limpias y sin un solo rasguño. 7


—¿Te falta alguna pieza importante? —preguntó Edward divertido mientras se acercaba a mí a paso humano. —La otra vez fue diferente —dije con el ceño fruncido—, no fue tan... sencillo. Edward se acercó a mí y envolvió mi cintura entre sus manos. Me gustaba más el Edward vampiro que no negaba a lo que era al vampiro que pretendía ser humano. En su verdadera naturaleza era donde estaba el hombre que realmente amaba, ese hombre capaz de soportar vivir durante meses al lado de una humana sin hacerle un solo rasguño. —Tienes experiencia... has sido vampiro, y aunque pensases que fue solo un sueño, todos los recuerdos y conocimientos están ahí. Sonreí y busqué sus labios, nos besamos profundamente y luego me alejé de él corriendo en dirección a la casa de nuevo. Edward no tardó en alcanzare, me echó la lengua y me adelantó sin ningún problema. Le sonreí e impulsándome de un salto me encaramé a la copa de un árbol, fui saltando de rama en rama, de árbol en árbol hasta que divisé la mansión Cullen e impulsándome con más fuerza di un salto que me dejó en pie frente del porche. Una vez allí reparé en su presencia y una sonrisa socarrona adornó mi rostro. Avanzó lentamente hasta ponerse frente a mí y comenzó a dar vueltas a mi alrededor mirándome de arriba abajo. —Emmett —dije en un susurro. Se paró frente a mí de nuevo con los brazos cruzados y me miró sonriendo. De repente se llevó las manos a la cabeza como si estuviese sorprendido y miró encima de mi cabeza como si viese algo asombroso. —¿Es un pájaro? —preguntó teatralmente—. ¿Es un avión? ¡No! Es Bella... la ardilla voladora —sin esperar más él mismo comenzó a reírse de su propio chiste malo. 8


Alcé una ceja especulativa y lo miré aguantando las ganas de reírme también. —¿Es el oso que acabo de comerme? ¡No! —casi grité— Solo es Emmett haciendo el mono. La sonrisa se borró de sus labios y me miró muy serio de repente. —Tú me quieres... ¿verdad Bella? —preguntó haciendo un puchero y parpadeando varias veces. —¿Por qué no habría de quererte? —pregunté frunciendo el ceño. —Por nada en especial... —dijo despreocupado y volviendo a sonreír. —Emmett estaba recordando cuando rompió tu chevy para simular tu accidente —dijo Edward detrás de mí. Me giré para dedicarle una sonrisa y después volví a mirar a Emmett. —Traidor —siseó a velocidad vampírica—, creí que se le había olvidado con la conversión. —Emmett... puedo escucharte ahora... soy como tú —dije divertida. —¡Mierda! —masculló volviendo a la casa con pasos pesados. —¡Me debes un pulso Emmett! —grité con una sonrisa— Y tengo que vengarme por lo que le hiciste a mi chevy. —¡Ya te habías vengado! —dijo estando frente a mí en un segundo —. Destrozaste mi jeep y tuve que comprar un nuevo. —Eso no fue una venganza... fue un favor —pasé por delante de él y caminé hacia la casa... había llegado la hora de ver a mi familia y... a Anthony. —¿Bells? —me llamó una voz antes de que pudiese poner un pie en el interior de la vivienda. 9


Me quedé paralizada y miré sobre mi hombro, ya podría desaparecer durante años que esa voz continuaría grabada a fuego en mi memoria. Una sonrisa se extendió por mi rostro mientras me giraba lentamente para encararlo. Y allí estaba... tal y como lo recordaba, con su sonrisa, sus inconfundibles ojos, su pelo corto y sus... sus enormes músculos. —Black —saludé fingiendo indiferencia. —¿Cómo que Black? —preguntó alzando una ceja—. ¿Ser una chupasangre apestosa ha hecho que me olvidases? —Sabes que no... —contesté sonriendo. Él contestó a mi sonrisa y relajó su postura, se cruzó de brazos y todavía sonriendo me miró de arriba abajo. —Estás igual que siempre... —dijo con indiferencia— solo un poco más... apestosa —arrugó la nariz. Me acerqué a él dos pasos y arrugué la nariz también. —Tú también apestas... —susurré— te abrazaría pero me entrarían ganas de vomitar. Jacob solo sonrió y negó con la cabeza, avanzó hasta ponerse a mi lado y me palmeó el hombro. —¡Mierda Jake! —grité dando un salto hacia atrás, o lo que yo creía una salto pero avancé dos metros—. ¡Me quemas! —Solo son cuarenta y dos grados... Bella. Oí una risita por parte de Edward y le miré sobre mi hombro con los ojos entrecerrados. —Tranquila señora Cullen —dijo Jake con sorna—, no volveré a tocarte —rodó los ojos. —Mas te vale —siseé fingiendo molestia. 10


—¿Vas a ver a la cos... a tu bebé? —dijo con nerviosismo. —A Anthony —siseé— o eso pretendía... —sonreí al recordar sus enormes ojos verdes, supuse que como los de Edward cuando todavía era humano— ¿te vienes? —pregunté todavía sonriendo. Dio un paso atrás y me miró atemorizado. —Mejor no... —su voz tembló— por esta vez pasaré de tu ofrecimiento aunque así me pierda algunos de los platos que hace Esme... Reí entre dientes y comencé a avanzar de nuevo hacia el interior de la casa seguida por Edward. —No es necesario que protejas a Anthony, sabes que no le haré nada —susurré a media voz. —¿Por qué dices eso? —preguntó Edward con el ceño fruncido. —Cuando nació Renesmee te pusiste un poco paranoico, creías que como tenía sangre y su corazón latía yo podría atacarla —expliqué —, pero nada más lejos de la verdad. —Me alegro por eso —sonrió ampliamente y se colocó a mi lado y rodeó mi cintura con un brazo—. Vamos, señora Cullen —susurró en mi oído antes de darme un beso en la sien. Entramos lentamente en la casa, creo que mucho más lento de lo que lo haría un humano, pero tenía algo de miedo. Estaba ansiosa por conocer a mi hijo, pero todavía continuaba pensando en Nessie y en lo que podría pasar con ella. Entramos en la sala y allí estaba la familia al completo. Carlisle estaba sentando en un sillón mirando atentamente un cuaderno de notas, Alice en uno de los ordenadores consultando algo en una página web, Emmett estaba ahora junto a Jasper y ambos estaban mirando un partido de fútbol en la televisión y Esme y Rosalie estaban sentadas en el sofá, entre ellas había un pequeño bultito cubierto con una manta de color azul cielo. 11


Miré a Edward a los ojos esperando su apoyo y él me sonrió infundiéndome ánimos. Me acerqué a donde estaban Esme y Rosalie y me detuve a dos pasos de distancia sintiéndome un poco asustada... no sabía cómo reaccionaría el bebé al verme, no había estado con él desde el momento de su nacimiento, quizás ya no me recordaba o si lo hacía tenía un vínculo mayor con ellas del que tendría conmigo, me aterraba esa idea. Pero un balbuceo hizo que una sonrisa se extendiese por mis labios y perdiese todos mis miedos. Avancé los dos pasos que me separaban de aquel mueble y me coloqué de rodillas en el suelo con la mirada clavada en la alfombra, alcé lentamente los ojos y me topé con dos esmeraldas mirándome fijamente, acompañados de una sonrisa con todos sus dientes y sonreí de vuelta sin poder evitarlo. Sin más extendió sus pequeños bracitos hacia mí y sin pensar lo cargué todavía con aquella sonrisa en mis labios. Mis recuerdos no le hacían justicia, era una niño precioso, perfecto, se parecía un poco a mí, pero era tan igual a Edward... tenía las facciones más suaves y aniñadas pero eran tan igual a él que no podía dudar que era su hijo. —Hola precioso —susurré ensimismada y colgada de su mirada, era tan despierta y penetrante—, eres un niño tan lindo... Su ceño se frunció y eso provocó que mi sonrisa se ampliara y una risita ahogada se colara entre mis labios. —No hagas eso... —susurró Emmett. —¿Por qué lo dices? —pregunté confundida, pero sin dejar de mirar a mi pequeño que ahora estaba acurrucado entre mis brazos. —Oh nada... pero no te rías de él —contestó de nuevo asintiendo con la cabeza enfatizando así sus palabras y provocando una carcajada en todos los presentes incluido Edward. —¿Qué me he perdido? —pregunté más confundida todavía. 12


—¡Nada! —se apresuró en contestarme Emmett, después se estremeció y frunció también su ceño. —¿Qué ocultas Emmett? —pregunté alzando una ceja. —Ni se te ocurra abrir esa bocaza... estúpido telépata —masculló entre dientes mirando a Edward amenazadoramente. —Ni si quiera he abierto la boca —se defendió Edward. —Por si acaso... —masculló Emmett cruzándose de brazos y volviendo su atención a la televisión. Pero la sonrisa en el rostro de todos estaba ahí y eso me ponía cada vez más nerviosa. —¿Alguien va a decirme lo que ha pasado? —pregunté algo enfadada. Comencé a sentir las ondas calmantes de Jasper y lo miré alzando una ceja, él solo de encogió de hombros. —Emmett hizo enfadar a Tony y no acabó muy bien parado —dijo Alice atropelladamente. Emmett le dedicó una mirada aterradora pero ella solo sonrió y batió sus pestañas inocentemente. —¿Tony? ¿Y qué es lo que pasó? —pregunté sin mirar a nadie en concreto. —Anthony es un nombre muy largo... y a él le gusta que lo llamamos así —explicó Esme. Miré al pequeño todavía en mis brazos y él me devolvía una mirada muy intensa. Acaricié una de sus sonrojadas mejillas y sonrió de nuevo achicando sus ojos tal y como lo hacía Charlie. Ahogué un jadeo de sorpresa e intenté poner mi mejor gesto neutro mientras veía como era tan igual a mí y a Edward que casi asustaba. 13


—Así que... te gusta que te llamen Tony... —murmuré acariciando su maraña color café tan rebelde como la de Edward. Tony sonrió más todavía e hizo que le correspondiese también sonriendo. —¿Qué es lo que le pasó a Emmett? —pregunté alzando una ceja y mirando a Edward fijamente esperando que comenzase a hablar. —Ni se te ocurra —amenazó Emmett mientras las aletas de su nariz se movían al compás de su respiración. —Edward... —dije en mi tono de voz más dulce. Una sonrisa se extendió por sus labios y me guiñó un ojo. —¿Recuerdas lo que le pasó a esto... Black... cuando vino a visitarte hace unos días? —preguntó a lo que yo asentí—. Pues Emmett — un rugido del interpelado lo interrumpió—, Emmett enfadó a Tony y él respondió del mismo modo. Suerte que estábamos en el jardín y no se rompió nada, pero eso no evitó que tío Emm saliese volando unos cuantos metros. En ese momento todo eran risas a nuestro alrededor, yo miraba a mi pequeño con atención completamente sorprendida por lo que era capaz de hacer. ¿Cómo una cosita tan pequeña era capaz de hacer volar por los aires a un vampiro tan grande? Emmett en ese momento estaba enfurruñado mirando hacia la pantalla de la televisión con su labio inferior sobresaliendo del superior. Tenía los brazos cruzados y los ojos entrecerrados a la vez que podía imaginar que en su mente estaba diciendo toda clase de improperios. Jasper intentaba no caerse del sofá mientras reía, miraba hacia Emmett y eso lo hacía reírse más. Edward estaba en la misma situación, Alice, Esme y Carlisle intentaban disimular pero no les funcionaba demasiado bien, Rosalie intentaba también mantenerse seria, era su marido de quien se estaban riendo, pero no podía evitar 14


que las comisuras de sus labios se alzasen mientras temblaba por aguantar la carcajada. Yo sonreía mientras intentaba imaginarme la escena en mi mente... mi pequeño enfadado y Emmett volando por los aires a consecuencia de eso. Miré a Tony una vez más y sus ojitos se cerraron poco a poco hasta que acabó dormido entre mis brazos. Todo lo que me rodeaba desapareció y solo fui consciente de mi bebé durmiendo entre mis brazos. —Es asombroso verlo dormir... ahora entiendo a Edward —susurró Rosalie colocándose a mi lado. La miré sonriendo y ella solo lo besó en la frente y acomodó un mechón rebelde de su cabello antes de desaparecer. Uno a uno toda la familia siguió ese proceso hasta que quedaron solo Esme y Edward. Ella extendió sus brazos hacia mí y me sonrió, yo deposité a Tony suavemente en ellos y él hizo una mueca graciosa con sus labios que nos hizo sonreír a los tres. —Yo lo cuidaré esta noche... mañana es otro día —dijo Esme con dulzura saliendo después de la habitación. Me quedé observando cómo se alejaba y cuando se perdió por completo de mi vista suspiré. Sentí los brazos de Edward rodeando mi cintura desde atrás y recargué mi cabeza sobre su hombro. —Señora Cullen... —susurró en mi oído— es hora de que nos vayamos a nuestra casa... como ha dicho Esme, mañana será otro día y no quiero perder el tiempo. Mordisqueó el lóbulo de mi oreja y ahogué un gemido. —Edward... —susurré cuando sentí su cuerpo completamente pegado al mío. —Vamos... —me apremió comenzando a caminar y tirando de mi mano para que lo siguiese. 15


Corrimos cruzando el jardín de los Cullen en poco más de un segundo, saltamos el riachuelo que lo separaba de la cabaña y volvimos a correr, antes de que casi pudiésemos darnos cuentas estábamos cruzando la puerta y cerrándola de un portazo con un leve empujón. Los brazos de Edward estuvieron sobre mí como siempre había recordado que lo hacían, pero con mis sentidos desarrollados podía percibir que cada una de las sensaciones que recorrían mi cuerpo se multiplicaba por mil. Sentir su piel sobre mí, cálida en lugar de fría, poder sentir la suavidad de sus manos, la calidez de su aliento sobre la piel de mi cuello mientras me mordisqueaba suavemente, había echado tanto de menos esa sensación… desde aquel descuido en el apartamento de Port Angeles Edward no había vuelto a besarme en el cuello y sentirlo era como la gloria pura. Nuestras ropas desaparecieron en un suspiro y tan solo estábamos los dos allí, ambos, desnudos en piel y alma, uno frente al otro y amándonos sin reservas. Miré sus ojos que volvían a ser dorados después de la salida de caza, él me devolvía la mirada y podía leer tantas emociones en esos orbes de color caramelo que estaban volviendo líquidos a cada segundo que pasaba que me sentí un poco abrumada, las emociones, los pensamientos y las sensaciones eran tantas que por un segundo me sentí sobrepasada. Pero Edward alzó una de sus manos y acarició mi mejilla, sus dedos se deslizaron con suavidad sobre mi piel, como hacía cuando era humano, como si fuese de cristal y no quisiese romperme. No pude contenerme y abalancé sobre él, ambos caímos al suelo con una enorme sonrisa y nos fundimos en un cálido beso que calmó nuestra ansiedad. Las manos fueron nuestras palabras y los besos nuestros hechos, nos amamos como nunca antes, sintiendo cada partícula de amor que 16


salía de nuestros gestos, buscando entre líneas en las palabras no dichas pero que nuestros ojos gritaban. Era nuestro momento, solo él y yo, desnudos y unidos. Cuando entró en mí por primera vez me sentí extasiada, las sensaciones multiplicadas por mil cubrieron cada una de las células de mi cuerpo y me sentí poseída, poseída por toda esa fuerza sobrehumana que me impulsaba a amarlo de un modo que no sería posible explicar, amarlo con cada fibra de mi ser y de esa alma que él dudaba que teníamos pero que yo estaba segura de que él ponía en cada una de sus miradas y en sus besos. Cuando llegamos a la cumbre del placer me sentí desesperada, no quería que eso terminase, quería estar unida a él en cuerpo y alma hasta el último de mis días, y aunque sabía que eso era imposible, al menos fingiría que podríamos hacerlo hasta que saliese el sol y nuestras obligaciones como padres del pequeño Anthony nos obligasen a regresar al mundo real.

17


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.