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Capítulo 7 —Dejándome llevar… POV Edward Me costó controlar aquel ataque de ira cuando me dijeron que Isabella sería un vampiro y formaría parte de la familia. Estar cerca de ella no me molestaba, pero pensar que un humano eligiese ese camino por voluntad propia no entraba en mi forma de pensar. Era totalmente absurdo que alguien quisiese vivir en esta no vida. Nos fuimos a casa después de que Rose nos avisase de que Isabella se había ido. Al llegar, tanto Carlisle como ella, tenían su mente bloqueada intentando no pensar en la conversación que habían tenido con Isabella. Eso me ponía nervioso y de muy mal humor, así que me quedé sentado en el sofá durante horas sin hablar con nadie. Jasper me miraba de reojo pero no se atrevía a hablarme… no quise ni mirar en lo que pensaban sobre mí, seguro que mi imagen en esos momentos daba demasiado miedo. El sonido del teléfono me sobresaltó, estaba tan absorto en mis pensamientos que fue capaz de sorprenderme. Cuando descolgué el auricular nadie contestó del otro lado, sólo podía oír una respiración entrecortada y un corazón latiendo frenéticamente. Sólo un nombre vino a mi mente: Isabella. ¿Pero es que habría algo en mi vida que no tuviese nada que ver con ella? Claro que lo había pero estaba obsesionado con ella de tal forma que todo me la recordaba. Me negaba a mi mismo buscar el motivo de esa obsesión y se lo achacaba al hecho de que no sabía nada sobre ella y le tenía miedo, pero algo me decía que ese no era el único motivo. Antes de que Alice acabase de hablar con ella, salí de mi casa a toda velocidad perdiéndome en el bosque, dejé que mis pies alcanzasen la máxima velocidad y serpenteé entre los frondosos árboles. La sensación de libertad era indescriptible y no pude evitar que una sonrisa curvase mis labios. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de una salida nocturna. Frené en seco al llegar al borde de un acantilado y embelesado me quedé mirando el reflejo de la luna sobre la calmosa agua de mar. Allí era todo más sencillo. Allí ningún pensamiento alteraba mi estado de ánimo. Sólo estábamos la noche, el mar y yo. La suave brisa revolvía mi cabello y me traía el fresco aroma del agua salada. Entre esa calma y esa serenidad cada vez que cerraba mis ojos la imagen de Isabella aparecía ante ellos. No sabía lo que esa insignificante humana había hecho en mi familia, pero todo estaba realmente del revés, todo giraba en torno a ella y hasta yo, sin proponérmelo, pensaba en ella más de lo que debería. Había algo en ella que me inquietaba y a la vez me fascinaba, tenía un secreto, eso lo había deducido porque cuando estaba cerca de ella intentaba pensar en cosas absurdas, y yo quería saber ese secreto. Mi familia entera estaba la pendiente de ella y yo quería saber el por qué de tanta admiración a una simple humana.

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Me puse en pie y a la misma velocidad que había ido hasta allí llegué de nuevo hasta mi casa, pero sin detenerme seguí corriendo hasta Forks, sabía exactamente donde vivía el Jefe Swan y encontrar su casa no fue difícil. Sin pensar muy bien en lo que estaba haciendo, ni si quiera pensé si era real la escusa que me había puesto para hacerlo, salté hasta la ventana del segundo piso y miré a través del cristal. Lo que allí me encontré me dejó paralizado. Isabella estaba durmiendo, estaba tirada en la cama sobre sus mantas, su pelo revuelto estaba extendido en forma de abanico enmarcando su rostro. Abrí la ventana con cuidado para no hacer demasiado ruido y aunque lo intenté, chirrió un poco mientras lo hacía. Entre en la habitación, quizás con excesivo cuidado. Presté atención y al otro lado del pasillo se oían los ronquidos acompasados del venerable Jefe Swan, miré de nuevo a Isabella y la expresión de su rostro era tranquila, parecía soñar con algo dulce porque una ligera sonrisa iluminaba su cara. Miré a mi alrededor intentando encontrar algo que me diese algún dato sobre ella, algo que me acercase a su secreto, pero todo parecía normal. Algún CD de música, libros, ropa, más ropa… rodé los ojos, ahora entendía porque se llevaba tan bien con Alice. No había nada que resaltase en sobremanera entre las demás cosas. Parecía una adolescente "normal", sólo por el hecho que se removía entre vampiros… Volví a mirarla. Su mente estaba bloqueada, Alice me había dicho que se bloqueaba cuando estaba nerviosa, pero mientras dormía no podía estar nerviosa… ¿O sí? Todo era tan extraño con ella. Mientras la miraba, sentí que le tenía miedo pero a la vez me transmitía una sensación de paz y serenidad indescriptible, mucho mejor que mirar al mar durante la noche. Sonreí sin saber muy bien por qué. ¿Cómo podía tenerle miedo a una insignificante humana? Es más… ¿cómo podía tenerle miedo a esta insignificante humana? Físicamente no tenía nada en especial. Su cabello era color café, largo, sedoso y parecía suave, sus ojos, aunque ahora estaban cerrados recordaba exactamente como eran, en ellos se podían leer todos sus pensamientos. Sus labios, rellenos y rosados. Sus pómulos ligeramente marcados y su piel translucida y casi blanca. Su aroma impregnaba toda la habitación, era dulce, a fresias, me provocaba una sed inexplicable… y aunque la garganta me ardía me sentía con fuerzas para estar a su lado sin causarle daño alguno. Sus labios estaban entreabiertos y dejaban salir su respiración que era acompasada. Verla dormir era algo… difícil de explicar. Era un cúmulo de emociones que entre sí no tenían nada que ver unas con otras, me sentía en paz, tranquilo, sosegado. Era como estar en el éxtasis de una droga, o algo así supuse porque nunca me harían efecto. Me sentía extraño pero muy tranquilo, era como… como estar por fin casa. Pero a la vez algo me decía que no debía estar allí, que ese no era lugar para un vampiro. No sé el tiempo que me detuve mirándola, creo que fueron horas las que estuve de pie junto a su ventana, inmóvil, vigilando sus sueños, comparando sus expresiones, intentando inútilmente penetrar en su mente sin resultados positivos. Era como darme de cabezazos contra una pared, todo estaba en blanco.

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Comenzó a moverse intranquila, supuse que se estaría despertando así que me giré y me dispuse a salir de su habitación antes de que me descubriese. —Edward —susurró. Yo me tensé al instante. ¿Me habría visto? Me giré lentamente para encararla mientras pensaba en una excusa convincente. Pero cuando lo hice y miré su rostro ella continuaba completamente dormida. —Edward, no te vayas —volvió a susurrar. Y ahí ya no supe que hacer, me quedé como en shock. ¿Por qué estaba soñando conmigo? ¿En qué absurda realidad una humana le pedía a un vampiro que no se fuera? No entendía las sensaciones que se apoderaban de mi cuerpo en ese momento. Si antes me había sentido en éxtasis sólo con verla dormir, ahora al oírla pronunciar mi nombre entre sueños la sensación era completamente indescriptible. Un calor inexplicable en mi pecho me demostró que todavía continuaba vivo. Que me quedaban mil cosas por hacer y descubrir, en lugar de dejarme vencer por la monotonía como estaba haciendo. Me quedé un rato más observándola, tenía una medio sonrisa dibujada en su cara, sus labios estaban curvados y me llamaban irremediablemente. Me acerqué lentamente hasta su cama, me arrodillé en el suelo a su lado, me incliné un poco hacia delante y aspiré su aroma llenando mis pulmones con él. El monstruo clamaba su parte, pero no le dejaría salir… nunca. Antes muerto que hacerle daño a esta humana. Mis dedos se pasearon delicadamente por su pelo, peinado sus enredos con delicadeza. Era sedoso, suave… podría pasarme horas haciendo eso, porque me sentía en el mismo paraíso. Me aventuré un poco más y uno de mis dedos delineó su mandíbula. El contacto fue exquisito, su piel suave, tersa, cálida… lo que me llamaba de su cuerpo no era la sangre, era algo más, algo inexplicable que no lograba comprender. Estaba destapada y supuse que eso no sería del todo bueno para humano, así que, con muchísimo cuidado para no despertarla, la cubrí con sus mantas. Pareció agradecerlo porque se removió un poco y su sonrisa se ensanchó. Un pensamiento cruzó mi mente: Isabella, pálida, fría, con sus ojos inyectados en sangre. Un estremecimiento recorrió mi cuerpo. Eso no podía suceder, era la peor aberración que podía imaginar. Ella merecía ser feliz, merecía tener todo. Mi familia no podía ser tan cruel y egoísta como para acabar con su vida de ese modo. En un rápido y fluido movimiento me puse en pie y salí por la ventana, no me preocupé de cerrarla y esta cayó provocando un ruidoso estruendo. Tenía que alejarme de ella. No podía permitir que le pasase nada. Ese día no me prometí a mi mismo alejarme de ella e intentar convencer al resto de mi familia que lo hiciese también, aunque fueron intentos inútiles. Isabella se había ganado a todos. Incluso Jasper, el duro militar, tenía un aprecio extraño hacia ella, supuse que Alice tendría algo que ver. 4


Alice… ese si era un hueso duro de roer. Me acosaba, me acosaba literalmente, con visiones sobre Isabella, o más bien Bella, si Alice me oía llamarla Isabela su enfado era monumental. Me perseguía día y noche mostrándome una visión en la que "Bella" tenía un accidente de tráfico y moría. ¿Y qué culpa tenía yo? Todos los días mueren humanos y nadie puede hacer nada al respecto. No sabía lo que intentaba al hacerme eso, me dolería verla morir, pero la menos no se convertiría en un monstruo como nosotros. La semana fue pasando lentamente, quizás más lentamente de lo normal, porque intentar ignorar a Bella me estaba costando muchísimo. Sentarme a su lado en clase de biología era una tortura. Su aroma me daba de lleno en la garganta provocando en mí una sed casi incontrolable, y aunque me costaba, siempre mantenía a raya al monstruo. No sería tan malo si tuviese algo con lo que entretenerme, pero como me prometí a mi mismo no volver a hablar con ella, mi cabeza daba mil vueltas sin sentido. Durante las noches salía de nuevo a correr y me paraba en aquel acantilado a cientos de quilómetros de Forks, era el único lugar donde podía estar tranquilo y serenarme. Allí podía olvidarme de Isabella y todo lo que acarreaba el pensar en ella. El viernes, Emmett no quiso venir con nosotros en mi volvo de vuelta a casa, en lugar de eso se quedó sentando en la chatarra de Bella con toda la intención de hablar con ella. Me quedé durante unos segundos ahondando en su mente, quería saber lo que se proponía hablando con ella. Poco después descubrí que quería llevarla a el bosque, a un lugar apartado, me tensé al momento imaginando para que querría Emmett estar a solas con ella, pero su mente me dio la respuesta: sólo quería hablar, quería corroborar unas cocas que le escuchó a Rosalie mientras hablaba con Alice. Mi deformado instinto de rastreador se puso alerta. En cuanto dejé al resto de mis hermanos en casa salí corriendo a toda prisa internándome en el bosque. Enseguida capté los pensamientos de Emmett y, aunque sabía que estaba mal, me dispuse a escuchar. —Yo lo sé… ese extraño sueño tuyo ¿verdad? —susurró Emmett. —¿Cómo sabes eso? ¿Quién te lo ha dicho? —Bella estaba asustada. —Escuché a Alice y Carlisle hablar el otro día —confirmó lo que yo ya sabía, pero no tenía muy claro de que iba todo esto… ¿un sueño? —Emmett… ¿qué es lo que te preocupa? —preguntó de nuevo Bella—. Soy una simple humana, nadie me ha enviado para haceros daño. Y estoy segura de que si quisieseis me podríais quitar de en medio fácilmente —algo tembló en mi pecho al imaginarme a alguien haciéndole daño. —No me preocupas tú, me preocupas lo que has hecho en la familia —¿Qué le he hecho? —Carlisle y Esme no dejan de hablar de ti, eso no sería malo si no estuviesen preocupados por Edward. Jasper y Alice apenas hablan porque ella está siempre pensando en cosas absurdas para que Edward no se entere de sus visones… Rose no deja de hablar con Alice sobre ti y de 5


una tal Nessie con Carlisle. Y Edward desaparece durante las noches, eso sin contar que parece un fantasma… Hubo una pausa en la que Emmett miraba como Bella estaba inmóvil en su asiento. Apenas respiraba y parpadeaba. —¿Qué pasaba con él en tu sueño? ¿Es verdad lo que he oído? —esa era la parte que más me interesaba, ¿qué tenía Bella conmigo? —Estoy enamorada de Edward —dijo en un susurro. Y yo me quedé petrificado. Inconscientemente dejé de respirar, de escuchar. Mis sentidos quedaron anulados completamente cuando Bella pronunció esas cuatro palabras. Una humana enamorada de un vampiro… ¡todo era absurdo! ¿Por qué no me temía como el resto de los mortales? ¿Por qué no se alejaba corriendo despavorida como haría cualquier persona normal? Pero Isabella no era normal, eso lo descubrí solo con mirarla. Ella era lo más lejano que había a la normalidad. Me fui a casa mucho antes que ellos, e intenté que el piano me distrajese de pensamientos que no quería tener… Isabella enamorada de mí. Era lo más absurdo que podría imaginar. Un poco después, como enviada por el mismísimo demonio para torturarme ella entró en la casa. Me levanté y sin mirarla me fui de allí, no podía estar a su lado, tenía mucho que pensar. El sábado pasó lento, las chicas se habían llevado a Bella de compras a Seattle, y Emmett y Jasper aprovecharon el día "de chicos" para jugar a los videojuegos y hacer apuestas estúpidas. Yo intenté no prestarles atención, pero me di cuenta que mientras jugaban, a Emmett se le escapaba algún retazo de la conversación que había tenido con Bella la tarde anterior. Decidí aprovecharme de la debilidad de Emmett en ese sentido. La verdad es que la chica no había sido muy inteligente confiando en él para contarle algo que no quería que yo supiese. Si alguien padecía de escapes mentales de información ese era Emmett. —Emmett, ¿te apetece que mañana vayamos a por un oso? —sabía que a eso no podía negarse, y tenía que sacarlo del influjo de Alice y Rosalie para que cantase como un pajarito. —Claro que sí —ronroneó satisfecho mientras en su mente se imagina comiéndose a un delicioso oso. El domingo temprano Emmett y yo salimos temprano hacia Goat Rocks, salimos corriendo para volver el mismo día, no "acamparíamos" como otras veces. Después de comernos un par de osos cada uno estábamos muy llenos. Nos dejamos caer sobre la hierba boca arriba mirando al cielo. Ahora empezaba mi plan, mentalmente crucé los dedos para que saliese bien. —Y mañana tengo que aguantar a Isabella en el instituto… que pesadez —murmuré. Emmett se tensó a mi lado, y casi pude escuchar un imperceptible rugido en su pecho. —Mucho cuidado con ella, hermano, no respondo por Rose —dijo socarronamente. En su mente empezó a filtrarse información… justo lo que necesitaba. 6


"Emmett, Bella es alguien importante para mí" decía Rosalie. —Es que me mira demasiado y me pone nervioso… —continué diciendo. Emmett no pronunció palabra, pero en su mente era otra cosa muy diferente. "— Ese sueño debe de ser premonitorio ¿no crees? —preguntaba Rosalie —Creo que sí —contestaba Alice—. Espero que Edward no lo estropee, quiero conocer a Nessie. —Yo también, ¿no has podido verla? Me gustaría ver cómo será su cara… —Todavía no… Edward no ha decidido nada… será terco, ¿no ve lo enamorado que está de ella?" Cada conversación que se colaba por su mente me dejaba más descolocado, no entendía nada. —Espero que esta semana Alice no la traiga mucho por casa, no podría soportarlo… —continué con mi farsa... necesitaba más información. —¡Tío, respétala un poco! — gritó enfurecido. Y otra conversación más: "—Así que… ¿serás mi hermanita? —preguntó divertido— quiero decir… ¿te convertirás en una de nosotros? —Algún día… —suspiró Bella —¿Qué pasa? Bueno… más bien ¿qué pasará? —Edward no querrá hacerlo, siempre ha querido proteger mi humanidad " Ahora el que se tensó fui yo cuando recabé toda la información: · Isabella había tenido un sueño premonitorio. · En ese sueño yo y ella nos casábamos y estábamos enamorados · Yo finalmente la convertía en vampiro aunque siempre me negaba a ello. · Bella estaba enamorada de mí. · Según Alice yo estaba enamorado de ella. · Y había una tal Nessie que no sabía quién era ni lo que pintaba en toda esta historia. Esa noche fui al prado y me quedé allí pensando mientras miraba al cielo. Eran muchas las preguntas que todavía no tenían respuesta y, aunque me daba miedo admitirlo, la única persona que podía responderlas era Isabella. Para eso necesitaba un acercamiento y eso era lo que de verdad me daba miedo. Si Alice tenía razón, y yo estaba enamorado de ella… era imposible, eso era casi… casi una aberración. Yo era un monstruo y ella una frágil humana. En mi mente no cabía ni una sola posibilidad de que eso fuese posible. 7


La noche dio paso a la mañana y las primeras luces del amanecer arrancaron diversos destellos en mi piel. Cerré los ojos y me imaginé un mundo en que yo era un humano más y me encontraba con Isab… con Bella. Me imaginé que las cosas serían completamente diferentes, que las visiones de mi hermana no tendrían nada de malo, todo sería como tendría que ser, siguiendo el curso natural de la vida. Pero no era así, yo no podría aportarle nada a Bella, ella era tan frágil que con sólo poner una mano sobre ella podría matarla, así que enamorarme de ella no entraba en mis planes, ni a corto ni a largo plazo. Las horas iban pasando lentamente y en mi cabeza cada vez tenía las cosas más claras. Tenía que alejarme de ella, no podía arriesgarme a sentir por ella algo más que mero interés, aunque realmente no despertaba en mí más que curiosidad. Y ese extraño sentimiento que todavía no podía definir. ¿Sería ese enamoramiento del que tanto hablaban? Imposible… Cuando me quise dar cuenta ya había anochecido, era lunes por lo que me había perdido un día de clase… ¡perfecto! Aunque pensándolo bien nadie iba a enseñarme algo que no supiese ya. Me puse en pie y caminando sin prisas, me dirigí de nuevo a casa. Necesitaba pensar, aclarar mis ideas. Isabella no podía formar parte de mi vida ni de la de mi familia. Era muy peligroso tanto para ella como para nosotros. Pero estaba ese sentimiento, esa sensación que se apoderaba de mí cuando la tenía cerca. No entendía lo que pasaba por mi mente cada vez que mi cuerpo sentía su cercanía. Tenía que poner más claridad a mis ideas, tenía que encontrar una razón para eso que sentía por ella ¿sentía por ella? ¡Yo por ella no sentía nada! Era totalmente imposible que yo… ¡Maldición! Eché a correr al límite de mis fuerzas y en pocos minutos me puse bajo su ventana. No tenía una razón coherente para lo que iba a hacer, pero era superior a mí, algo me arrastraba inexplicablemente hacia esa habitación, concretamente hacia ella. Salté y entré por la ventana, su esencia me golpeó como siempre, pero sin saber muy bien por qué, sonreí ante la quemazón que sentía en la garganta. Sin perder ni un solo segundo más me acerqué a su cama y me arrodillé en el suelo a la altura de su rostro. Tenía una expresión angustiada, parecía triste por algo. Me pregunté que habría en este mundo cruel para que un ángel como ella estuviese triste. Un ángel… sí, ella era un ángel. No podía apartar mis ojos de ella. Sus labios entreabiertos, su piel pálida y casi translucida, sus mejillas ligeramente sonrosadas, su sedoso cabello esparcido por la blanca almohada… ¿qué me había hecho está niña? ¿Por qué me sentía de ese modo cuando estaba a su lado? —¿Qué me has hecho Isabella? —susurré a pocos centímetros de su cara. Ella se removió en respuesta y esbozó una ligera sonrisa… —Edward —su susurro me dejó sin respiración.

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Estaba soñando nuevamente conmigo… ¿Quién me odiaba tanto como para ponerme una prueba tan dura como esta? No podía dejarme llevar, no podía dejar que mis sentimientos me dominasen y tomasen el control. Me debatí durante horas sentado en el suelo sin apartar mi mirada de ella. Durante la noche se despertó varias veces, y yo me escondía en el pasillo esperando que se volviese a dormir para entrar de nuevo en su habitación y continuar contemplándola. Era algo inexplicable, pero observarla me relajaba, me hacía sentir como si estuviese flotando en una nube, como si la gravedad no existiese y yo levitase. La noche pasó mucho más rápido de lo que me hubiese gustado. Algo había cambiado en mi interior, todavía no tenía muy claro si estaba enamorado de ella o no, pero de algo era completamente consciente, no podía alejarme de Bella. Sentía una fuerza sobrehumana que me hacia estar a su alrededor pendiente de ella en todo momento. Un ruido en el bosque me alertó y me tensé. "Edward, sé que estás ahí, ya es tarde así que sal para que pueda despertar a Bella, no querrás tener que explicarle que pasaste la noche observándola dormir" —Alice… —rugí suavemente. Bella se removió intranquila y frunció el ceño pero continuaba dormida. Me puse en pie a regañadientes para salir de allí, pero mi hermana me interceptó en la ventana. "No te vayas, hoy tienes que ir al instituto" me gritó en su mente completamente enfadada. —Alice… no insistas. Me voy a Alaska unos días. Tengo mucho que pensar —le contesté en un ligero murmullo. Negó efusivamente con la cabeza y en sus ojos pude leer miedo. "¿No puedes esperar a mañana? O incluso hasta la tarde… Edward es de vital importancia que vayas hoy al instituto" —Dime cual es el motivo de vital importancia y después me lo pensaré —le contesté pesadamente. —Bella —dijo susurrando. La miré anonadado… —¿Qué tiene que ver ella en todo esto? —pregunté al borde de la ira. Si algo tenía claro era que Bella no sufriría por mi culpa. "Todo" susurró mentalmente. En su mente comenzó a mostrarme otra vez aquella visión… me encogí de dolor ante lo que veía. Bella muerta en los brazos de su padre después de que la furgoneta de Crowley la… no podía ni pensarlo. Sentía como la ponzoña se acumulaba en mi boca de pura rabia. Y no puede evitar que un sonoro rugido inundase mi pecho. 9


Salí de casa de Bella a toda velocidad, eché a correr sin saber muy bien a donde iba… pero a mitad de camino di la vuelta volviendo mis pasos y me escondí tras un árbol cerca de su casa, desde allí veía la ventana de Bella y oía perfectamente los pensamientos de Alice. Oía como ella y Bella discutían sobre la ropa que llevaba puesta… Alice no cambiaría nunca. Alice tuvo una nueva visión, me vio a mí escondido tras un árbol… rodé los ojos… ¿No se suponía que veía el futuro no el presente? Me lanzó una severa mirada desde la ventana. "Edward… ¿se puede saber que haces tras ese árbol durante una hora? ¡Ve a casa ya y cámbiate de ropa!" Sus gritos mentales me sacaban de mis casillas… pero en algo tenía razón, allí escondido no iba a solucionar nada. Volví corriendo hasta casa y Emmett me esperaba apoyado en el Jeep. "Así que la enana tenía razón… bienvenido a la vida, hermanito" Ignoré sus pensamientos y antes de que pudiese casi parpadear ya estaba de vuelta con otra ropa y sentado en el asiento trasero de su Jeep. En cuanto llegó Alice nos dirigimos rápidamente hacia el instituto, aunque para mí fue demasiado lento. Bella no tardó en llegar y se bajó apesadumbrada de su coche. Una idea cruzó por mi cabeza ¿sabría lo que estaba a punto de pasarle? Preferí no pensar mucho en el tema y salí del coche apresurado buscando la furgoneta de Crowley con la mirada. No tardó mucho en aparecer, miré a Bella y estaba mirándome fijamente sin creer lo que estaba viendo. En su mente no dejaba de repetir mi nombre y aunque no fuese muy acorde con el momento, la dicha que me inundó era inmensa… pensaba en mí. Me detuve pensando más de lo que debería y la furgoneta ya había avanzado un buen trecho. Alice gritó cuando la misma visión no dejaba de repetirse en su cabeza… nada había cambiado. —¡No! — rugí antes de echar a correr hacia ella. Llegué a los dos segundos, pero quizá ya un poco tarde, la única opción era tirarla al suelo y protegerla con mi propio cuerpo. Y así lo hice, sentí su cuerpo tan frágil e indefenso debajo del mío que me dio miedo. Oí el sonido de algo golpeando contra el suelo y me tensé al instante. La furgoneta se echó sobre nosotros pero fui capaz de hacer que no tocase a Bella. En cuanto todo pasó lo primero que hice fue cerciorarme de que ella estuviese bien, nada importaba mientras no le hubiese pasado nada. Me daba igual haberme expuesto y tener que desaparecer de Forks apresuradamente si eso garantizaba que Bella estaría perfectamente. Los servicios de emergencia llegaron enseguida, así como el jefe Swan preocupadísimo por su hija… todo parecía pasar a cámara lenta mientras mis ojos estaban prendidos de los de ella. Era como si el resto del mundo hubiese desaparecido y estuviésemos solos. Nada importaba mientras pudiese perderme en esos ojos, mientras pudiese ver como se ruborizaba y oír como su corazón aceleraba su ritmo. Era el mayor de los placeres, estar frente a ella y sentir que nada más tenía sentido.

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De reojo miraba a mis hermanos, si no fuesen vampiros aseguraría que estaban prácticamente en shock, a excepción de Alice que miraba la escena con una enorme sonrisa. Yo a miré dudoso… ¿Cómo era capaz de sonreír en un momento como este? "Tranquilo agonías, Bella estará perfectamente y nadie te ha visto, así que tranquilízate y cuida de ella, nosotros nos ocupamos de cualquier problema que pueda presentarse aquí." Le sonreí ligeramente y asentí imperceptiblemente para darle las gracias. En el fondo Alice se estaba portando casi como mi hada madrina en todo este asunto de Bella. No tardaron en meterla en la ambulancia totalmente ruborizada… era adorable… En su mente comenzó a tener forma una conversación telefónica con una persona que parecía ser su madre. El terror que eso le provocaba me hizo sonreír pero lo que dijo luego me hizo estallar en carcajadas. —Papá estoy bien, ni se te ocurra llamar a mamá. El pitido de la maquina que la controlaba aceleró el ritmo y yo me asusté, sus pensamientos se había bloqueado de nuevo y me estaba poniendo histérico. Por suerte se normalizaron al poco tiempo y pude respirar tranquilo. Cuando llegamos al hospital me perdí enseguida entre los pasillos para que nadie intentase reconocerme. Llamaba a Carlisle a susurros sabiendo que sólo él podría escucharme y mentalmente me dijo que estaba en su despacho. Fui hasta allí y le expliqué por encima lo que había pasado. Salió disparado de su despacho preocupadísimo por Bella, cuando pasaban cosas así no entendía como ella se había ganado a toda mi familia en poco tiempo. Yo estaba un poco asustado por si alguien me había visto, aunque Alice me dijo que se ocuparían del asunto, no dejaba de inquietarme tener que alejarme de Forks en este momento y, por consiguiente, de Bella también. No quería pensar el motivo, era algo que salía de los esquemas que yo tenía trazados, aunque me sentía literalmente en sus manos. Sólo tendría que abrir la boca para pedir cualquier cosa y yo se la daría sin dudar. Al poco rato fui a la habitación, tuve que esperar en la puerta a que cosiesen la herida que Tyler tenía en su frente. No estaba sediento, pero no quería asustar a Bella con mis ojos negros de sed. Así que resignado esperé al otro lado de la puerta escaneando los pensamientos de la persona que más me inquietaba en este momento: Isabella. Todos esos pensamientos se reducían a una cosa: a mí. Y no pude evitar la sonrisa tonta que se formó en mi cara al saber que yo era tan importante para ella como ella lo era para mí. En cuanto la enfermera dejó la habitación entré yo. Intenté por todos los medios caminar despacio para no parecer demasiado ansioso y también porque aunque Bella supiese nuestro secreto Tyler no… y no era plan asustarlo aunque tuviese una conmoción cerebral. Tuve que sonreír sólo con verla, estaba realmente hermosa con un ligero rubor cubriendo sus mejillas. Su respiración se detuvo y su corazón se aceleró solo con verme cruzar la puerta. Sabía que eso no era miedo porque nunca lo demostró ante mí, así que esa reacción me encantó y sonreí más ampliamente. Me senté a los pies de la camilla en la que ella estaba incapaz de 11


acercarme más por miedo a hacer alguna estupidez para asegurar que se encontraba perfectamente, como mirar sus constantes o su temperatura corporal. —¿Cómo estás? — le pregunté sin apartar mis ojos de ella. "Nerviosa" pensó se ruborizándose de nuevo y no pude evitar volver a sonreír. "¡Diablos! Puede leerme" Sonreí todavía más… "No te rías de mí" Me prometí a mí mismo no reírme más y ella comenzó a hablar. Tuvimos una vana conversación y mientras hablaba no pude evitar deleitarme con el sonido de su voz, con las expresiones de su cara, en el modo en que se movía su cabello cuando gesticulaba demasiado… ¿en qué momento dije yo que su belleza no era extraordinaria? En ese momento me di cuenta de que nunca había visto a ninguna persona que la superase en belleza, si quiera acercársele un poco. Y llegué a la conclusión que tanto temía… esa que me negaba a aceptar. Estaba completamente enamorado de ella. Sentía que no podría seguir viviendo sin ella, que nada tendría sentido si no podíamos compartirlo. Sin quererlo y sin saber muy bien cómo, ni por qué, se había convertido en el centro de mi mundo, todo mi universo giraba en torno a ella. Y lejos de sentirme alegre eso me preocupaba en sobremanera. ¿Cómo un humano y un vampiro pueden compartir una relación? Me aterraba hacerle daño, era tan frágil… pero más me aterraba el comienzo de un nuevo día sin tenerla a mi lado. "¿Por qué de repente es tan amable?" Ese pensamiento de Bella no me cogió por sorpresa, era totalmente comprensible que pensase eso. Como poco pensaría que tengo un trastorno bipolar… me acerqué a ella por primera vez desde el accidente y le susurré al oído —Lo hablaremos en otro momento, es algo difícil de explicar mientras tenemos público. Después nos quedamos en un cómodo silencio, mientras nos mirábamos no hacían falta palabras. Parecía que todo era como debía de ser. "No lo entiendo, no desconfío de lo que me ha contado, pero esto es muy extraño… espero que ella tenga una explicación" Carlisle se acercaba por el pasillo muy preocupado, yo me asusté pensando que podría pasarle algo a Bella, el golpe en la cabeza podría haber sido más fuerte de lo que parecía y ella era tan… frágil. ¡Demonios! ¿Por qué era tan frágil? "Tranquilo Edward" Pensaba mientras entraba en la consulta "A ella no le pasa nada, el problema es con su expediente" —Bella, estás bien, puedes irte a casa —le dijo en un tono neutro. —Carlisle, ¿algo va mal? —le preguntó preocupada, ahí me di cuenta de lo perceptiva que era…

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"No hay nada Edward, en su expediente no hay nada de su supuesto accidente, es muy extraño" —No… bueno, no lo sé. En los exámenes que te hemos realizado hoy no hay pruebas que hayas tenido un golpe en la cabeza lo suficiente fuerte para estar en coma. —¿Creéis que he mentido sobre eso? —preguntó Bella. —No —contesté inmediatamente, si de algo estaba seguro era de la sinceridad de sus palabras. Su mirada era sorprendida, pero la vez tan cálida que descongeló mi frío y muerto corazón —En tu historial consta un accidente y tus días en coma en un hospital de Phoenix —continuó Carlisle—. Pero es extraño que en tu cuerpo no haya evidencias físicas de eso. He intentado acceder a los exámenes que te hicieron en aquel hospital, pero parece que han desaparecido. "Eso es muy extraño" pensó Bella. —Mucho —dije sin darme cuenta. Me miró fingiendo un enfado porque lo había leído en su mente… sonreí. —Te acostumbrarás… algún día —le susurré de nuevo. —No lo creo —Bueno —dijo Carlisle rompiendo nuestro momento—. Bella estás bien, pero es mejor que vayas a casa y descanses, el jefe Swan está esperando en el pasillo para llevarte. —Después hablamos —le susurré al oído. Se fue sonriendo y yo sentí que una parte de mí se iba con ella… ¿qué es lo que había cambiado en las últimas horas? Ni si quiera parecía la misma persona. Yo que siempre había sido frio y distante con todos los humanos, al estar con Bella me salía de forma natural, como si fuese normal comportarme de ese modo con ella. Me puse en pie y me despedí de Carlisle sin mucho entusiasmo después de darle las gracias. Me miró aguantando una sonrisa y aunque evitaba pensar en ello, se alegraba de que al fin hubiese dado el paso y ya aceptase mis sentimientos. Sentimientos… se me hacía tan extraño admitir que estaba enamorado. Era todo tan nuevo, pero a la vez en el fondo de mi corazón sabía que estaba haciendo algo que era totalmente normal para mí. Fui a casa y en la puerta, sentada en las escaleras me esperaba una muy sonriente (y efusiva) Alice. En cuanto entré en su campo de visión se levantó y fue corriendo hacia donde yo estaba. No me dio casi tempo a reaccionar cuando de un salto se me tiró al cuello para abrazarme. —Te quiero Edward —me gritó al oído… cuando digo gritar es "gritar" con todo su potencia vampírica, suerte que era imposible que me quedase sordo. —Yo también te quiero, Alice —dije en un susurro.

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—Ahora sé bueno —me dijo mirándome a los ojos— y ve a cambiarte de ropa —la miré exasperado—. Sí, otra vez, con esta te has revolcado por el suelo… —Alice, yo… —Ni lo digas, Edward —me cortó—. Te cambias de ropa y vas a llevarle a Bella aquella bolsa de comida. Que seguro que tiene hambre, su padre la ha dejado sola. La miré con preocupación, esa sonrisa y que sus pensamientos se centraran en como reformar el guardarropa de Rosalie no presagiaba nada bueno. Pero como me apetecía ver a Bella y pensé que hasta el día siguiente sería imposible, accedí sin rechistar. Pasados unos minutos estaba en la puerta de su casa debatiéndome entre llamar o echar a correr de nuevo. Quería… no, no solo lo quería, moría por hacerlo y pasar la tarde con ella, pero mi conciencia continuaba diciéndome que eso no era lo correcto, yo era lo más parecido a un monstruo que te pudieses encontrar y ella era un ángel. Al fin mandé al diablo a mi conciencia y llamé al timbre. Podía escuchar sus pensamientos contradictorios porque no le apetecía levantarse del sofá para tener que abrirme la puerta, y si no hubiese sido descortés, habría abierto la puerta yo mismo para evitar que ella lo hiciese. En cuanto abrió y pude verla no puede evitar esbozar una sonrisa. Llevaba ropa vieja y estaba descalza, con su pelo revuelto… se sonrojó enseguida y su corazón pareció saltarse un latido. "Respira Bella" Y me reí, no pude vitarlo. —No hagas eso —protestó. —¿El qué? —pregunté aguantando otra risa —Ya es bastante malo que puedas leerme para que encima te burles de mí —puso un puchero y creí que me derretía en ese mismo momento. —No me burlo —traté de que mi voz sonase lo más normal posible—. Simplemente que eres… rara… y eso me llama la atención. —Gracias —contestó irónica— Lo más bonito que le puedes decir a una chica es "Eres rara y me llamas la atención" Volví a reírme… creo que no me reía tanto desde hace tiempo. —¿Vas a dejarme pasar o seguirás recriminándome que me resultes fascinante? — ¿Le he dicho fascinante? ¡Maldición! Se echó hacia un lado y entré en la casa, su aroma impregnaba todo y la garganta me ardía, pero nunca había estado tan tranquilo mientras tenía sed. "Contrólate Bella… ¡Mierda! ¡Cullen no te rías!"

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No podía evitarlo, sus pensamientos me hacían reír. Nunca me había encontrado con un humano que pensase así, nunca hacía nada de lo que esperaba, era tan impredecible que aunque pudiese leerla, siempre me sorprendía. Era única. Me giré para encararla y decirle algo pero… chocó contra mí. Instintivamente, eché mis brazos al frente y la sujeté para que no se cayese. Tenerla otra vez entre mis brazos era el paraíso… ¿Cómo he podido vivir todos estos años sin ella? —¿Siempre eres tan patosa? —pregunté para romper un poco el hielo. —Ya te acostumbrarás… en menos de una semana tu padre tendrá que tratarme de una conmoción cerebral — "o de combustión espontanea" Ahí sí que me contó reprimir una carcajada… ¿pero cómo podía pensar cosas de ese tipo? Madre mía era… ¡increíble! —Anda ven —la cogí de la mano y mil descargas eléctricas recorrieron todo mi cuerpo, las ignoré lo mejor que pude y la llevé hasta el sofá—. Ya te he dicho que me encanta escucharte, no te preocupes. Nos quedamos de nuevo en silencio y miré sus ojos… craso error, cuando o hacia perdía toda mi capacidad de razonamiento y hasta olvidaba mi propio nombre. Esos pozos de chocolate me perturbaban como nada lo hacía. Lo único que pudo sacarme se mi ensoñación fue el acelerado latir de su corazón… llegó a asustarme, parecía un colibrí. —Tranquila —susurré reprimiendo las ganas de acariciar su rostro. —¿A qué viene esto? —preguntó. —Me preocupo por ti, sabía que estarías sola y te he traído algo de comer —sabía lo que quería preguntar con eso, pero decidí evadir un rato más esa conversación. Se quedó callada unos minutos mirándome… "Tonta Bella… ¡despierta!" —Me refiero a tu cambio de actitud, hace dos días no me podías ni ver y hoy… además de salvarme la vida, te comportas como si fueses otro Edward… —"Mi Edward" ¿Su Edward? Si fuese humano me habría dado un ataque al corazón en ese mismo momento… —Yo también he despertado —dije sonriendo para ocultar mi nerviosismo. —Tú no duermes — dijo de repente. Suspiré, eso era lo que menos me gustaba de ella. Que tuviese tan claro todo lo que concernía a nosotros… —¿Por qué…— sabes tanto sobre mí?" Pero contuve mi pregunta y la cambié antes de pronunciarla —¿Cómo es que conoces tanto acerca de los vampiros? Suspiró ella esta vez y miró la alfombra pensando en cómo las motas de polvo se acumulaban a los extremos de esta. 15


—¿No te has enterado todavía? —preguntó sin levantar la mirada. —Más o menos, el accidente, tu sueño... aunque mi familia se esfuerce es muy difícil ocultar lo que piensan y Emmett es el eslabón más débil en ese sentido —admití algo avergonzado. —¿Te has aprovechado de la debilidad de Emmett? —preguntó sorprendida —No es tan malo como parece —no me sentía orgullosos de eso pero ya estaba hecho— Además, metería la pata tarde o temprano, no sé cómo has confiado en él para contarle algo así. Se rió… "Siempre tienes razón" —No siempre —dije pensando en lo que me había equivocado con ella. Se quedó de nuevo en silencio con la mente en blanco mientras me miraba. —¿En qué te has equivocado? —preguntó finalmente. —Contigo —dije sin pensar—. Creí que serías una humana más, y resultaste ser una excepción entre ellos. Creí que serías una amenaza y desde que estás aquí la familia parece incluso más feliz. Creí que mi vida no tendría sent… —"sentido sin ti en ella y aquí me ves… enamorado hasta el tuétano" pero no tuve valor para decírselo—. Hablo demasiado cuando estás cerca, no lo entiendo —pensé en voz alta. Me miró sin decir nada, parecía que no se había dado cuenta de mi desliz… casi me descubro yo solo. —Te he traído algo de chocolate —cambié de tema—. Alice me dijo que te gustaba y pensé que te apetecería un poco. —Gracias —contestó en un susurro. Comió en silencio mirando la televisión. Su mente estaba bloqueada de nuevo y yo al borde de la histeria porque no sabía lo que pensaba en ese momento. Tenía una pregunta que me ardía en la garganta, pero no me atrevía a formularla por temor a lo que pudiese contestar, si me decía que no, no sabría qué hacer. —¿De verdad estaba enamorado de ti? — dije rápido y sin pensar Bella se me sobresaltó y acabó en el suelo… reprimí de nuevo la risa… esta chica era un caso. La tomé en brazos y la coloqué de nuevo en el sofá, el contacto con su cuerpo era indescriptible, y sin darme cuenta dejé que una de mis manos descansara en su espalda, se sentía tan bien… —Vas a tener que hacerte un seguro de vida… —dije riéndome para quitarle importancia—, creo que lo tuyo no es normal, parece que todo lo que puede pasarte, te pasa por partida doble. "Y eso que no sabes ni la mitad"

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—¿Lo harás? —pregunté de nuevo sin pensar… ¿Cuándo me había vuelto tan inconsciente? —. Contármelo, si me incumbe creo que tengo derecho. —No sé si sería buena idea. Qué tu lo sepas todo solo liaría las cosas. Es mejor así créeme — murmuró. —¿Pero me dirás algo? —necesitaba saberlo. —¿Qué quieres saber? —preguntó. —¿Estaba enamorado de ti? Asintió con un movimiento de cabeza. —Nos casamos y me convertiste —susurró. Así que la visión de Alice era verdad… bueno, había pasado en su sueño. Pero… aunque nada tenía sentido, creía en sus palabras. De repente recordé lo que dijo en último lugar "me convertiste" —¿Eras una más de nosotros? —eso no podía permitirlo bajo ninguna circunstancia. Asintió de nuevo. —Otra pegunta… —preferí cambiar de tema antes de enfadarme de verdad— ¿Qué le has hecho a mi hermana Rosalie para que ahora parezca una gatita en lugar de la leona que es siempre? Sé que ella sabe algo, siempre evita pensar en eso ¿qué le has dicho? —Es algo entre ella y yo... —murmuró —Y Carlisle — aseguré. —Sí, Carlisle también lo sabe. —No me gustan los secretos —y era cierto, nadie podía tenerlos conmigo y me había acostumbrado a ello. —Ni a mí que me lean la mente… pero la vida no es justa —su comentario me desarmó y me quedé en silencio. Volvimos nuestra atención a la televisión, aunque eso era sólo en apariencia, Bella dejaba su mente vagar por parajes inhóspitos… intenté por todos los medios no leer su mente pero era imposible, no es que gritara, pero sus pensamientos me atraían en sobre manera, y casi me asusto cuando creí que estábamos pensando los mismo. "Que a gusto estaría con la cabeza apoyada en su pecho" Me tensé… sí que se estaría bien pudiendo oler su cabello mientras se lo acariciaba. "¡Bella, Bella, Bella, detente!"

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Se puso en pie y se fue a la cocina. La oí trastear haciendo ruido. Y totalmente fuera de mí, me puse en pie y la seguí. Estaba de espaldas a donde yo me encontraba, no sabía lo que estaba haciendo y mucho menos el por qué. Pero algo me llamaba a entrar en aquella habitación. Me acerqué con cuidado y me puse tras ella. Inhalé profundamente, llenando mis pulmones con esa inigualable fragancia. —No hullas, por favor —susurré en su oído sin darme cuenta y sin saber por qué Se estremeció y una oleada de calor proveniente de su cuerpo azotó el mío. Inexplicablemente mis manos acabaron en su estrecha cintura, mi respiración se agitó pesadamente y si mi corazón estuviese vivo estaría a punto de salirme por la boca. Sus labios entreabiertos me llaman a gritos, y aunque no quisiese era casi imposible evitar caer en la tentación. La giré encarándola, su cálido aliento golpeaba mi cara y me nublaba los sentidos completamente, una voz dentro de mi cabeza me repetía una y mil veces que me acercase y la besase como nunca había besado a nadie. No podía apartar mis ojos de los suyos, era totalmente increíble cómo me capturaba con tan solo una mirada, como perdía mi voluntad y solo era capaz de seguir mis instintos. Esos instintos y básicos y tan humanos que ya los creía perdidos. No sabía qué hacer, en mi cabeza, aquella voz no dejaba de repetirme lo mismo, que la besase sin importar el por qué. Pero sabía que no estaba bien, sabía que podría hacerle daño incluso aunque no me lo propusiese. Pero cedí… no pude aguantarlo más y mi cuerpo tomó la iniciativa a mi mente y se fue acercando poco a poco al suyo. Su cuerpo estaba en tensión entre mis manos, la acerqué un poco más a mí y se amoldó a mi figura encajando perfectamente en ella, como si ese hubiese sido siempre su sitio. Y las distancias por fin no existían, en primer lugar solo rocé suavemente sus labios, probándome a mí mismo que era capaz de hacerlo, que no le haría daño. Pero ella me abrazó con fuerza del cuello profundizando ese contacto y sus dedos se enredaron entre mis cabellos. Me sentí desfallecer, creí que mi mente colapsaría en cualquier momento. Ese contacto, ese simple beso estaba echando por tierra todo lo había forjado horas atrás, mi decisión de no estar con ella, mi decisión de dejar que fuese una frágil humana, estaba perdiendo completamente la cordura, sólo era un demente enganchado al sabor de sus besos, a la sensación de de labios contra los míos. Un gemido abandonó involuntariamente mi garganta y la apreté contra mi cuerpo con más fuerza para evitar que se alejara, la necesitaba cerca, necesitaba sentir su corazón completamente acelerado golpeando su pecho contra el mío. Ese beso era profundo, ardiente, estaba despertando en mí sensaciones que ni si quiera sabía que podrían existir, no era más que un puñado de hormonas aceleradas entre sus manos. Sí, hormonas, aparentemente un vampiro también tenía hormonas pero doblemente aceleradas y las comparabas a las de un humano. Noté que sus pulmones se quejaban por la falta de oxigeno y me aparté de ella, aunque era lo último que me apetecía en ese momento. Apoyé su frente contra la mía, intentando acompasar esa respiración que no necesitaba. 18


En un solo segundo tomé conciencia de lo que acababa de hacer. Me había saltado mis propias normas, había traspasado la línea que yo mismo tracé. Dejándome llevar por mis instintos lo único que conseguiría sería poner en peligro su vida. No podía convertirla, no podía condenar su alma y su cuerpo a una existencia vacía y efímera como era la mía. Di dos pasos atrás, tenía que alejarme un poco de ella para poder pensar con claridad, para tomar una decisión. En cuanto lo hice el sabor amargo de la ponzoña en mi boca me recordó una vez más la dura realidad. Yo era un vampiro, ella era mi presa, su sangre era alimento y… no podía ser. Cualquier tipo de relación entre nosotros era imposible. —Lo… lo… lo siento —conseguí pronunciar sin saber muy bien como. Salí de su casa a toda velocidad y me metí en mi coche. Encendí el motor y dejé que la rabia me poseyera… ¿cómo había sido capaz? Pisé el acelerador hasta el fondo y salí de Forks a toda velocidad. Tenía que alejarme de ella, tenía que evitar verla, el oler su cabello… Mi teléfono comenzó a sonar. Lo ignoré pero segundos después volvió a hacerlo. A sexta llamada contesté. —Alice me voy, díselo a Carlisle. No sé cuando volveré. —Edward no lo hagas… ella te necesita —me suplicó. —Alice yo… no puedo hacerle eso… no quiero hacerle daño. —Yo sé que no lo harás. —dijo muy segura. —Tus visiones no siempre son exactas. —Está si lo es, además la secunda el sueño de Bella. Edward no lo hagas por favor. Colgué sin contestarle siquiera. No podía hacerlo, no podía quedarme a su lado poniendo en riesgo su vida.

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