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Capítulo 8 — Auto exilio "Camina sin rumbo donde ir. Viaja hacia un mundo sin razón. No encuentra su paso nada… Nada." Sôber— Eternidad
Edward POV Y pisé el acelerador. Los kilómetros desaparecían silenciosos bajo las ruedas del volvo. El verde de Forks fue sustituido por el blanco de la nieve de Alaska. ¿Qué hacía allí? No tenía ni idea, sólo necesitaba escapar y fue el primer lugar en el que pensé. Estaba tumbado en un claro, rodeado de nieve, mirando el crepúsculo una vez más. Soñando con ser lo que no podía: un simple mortal. Pensando en quien no debía: una simple… no, no era simple, era mortal pero no era simple. Ella en sí era una bella melodía, era como la primera flor de la primavera, como el primer rayo de sol después de la tormenta, como la brisa fresca en un día caluroso de verano. Lo único que daba vueltas en mi cabeza era ese beso. Aquella simple caricia que había despertado al humano perdido que habitaba en mí. Ese simple acto, que para muchos puede resultar efímero, para mí significó un antes y un después. No fue mi primer beso ni mucho
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menos, pero sí fue la primera vez que no me resistí a mis impulsos e hice lo que de verdad deseaba. Después de seis días en la misma posición, no había movido ni uno de mis músculos ni siquiera para cazar. Ya nada importaba, nada tenía sentido. Me sentía más vacío e inútil de lo que me había sentido nunca. Era como si me hubiese dejado una parte de mí en Forks, con mi familia. Quizás lo que necesitaba eran la bromas de Emmett o el hiperactivismo de Alice. Quizá los consejos de Carlisle o el cariño de Esme. O tal vez la tranquilidad de Jasper o la frivolidad de Rosalie. O una combinación de todo. Pero algo faltaba dentro de mí. Mi teléfono dejó de sonar cuando se le acabó la batería y no volví a enchufarlo. ¿Quién tiene un enchufe en mitad del bosque? No me importaba, no me apetecía escuchar a Alice y sus motivos para volver a Forks. ¿La verdad? Es que temía que me convenciese, quería volver... pero no debía. Todo dejó de tener sentido en el mismo segundo que mis labios se separaron de los de Bella, cuando conseguí tener consciencia de lo que estaba haciendo, fue como si se hubiese abierto una brecha a mis pies y yo estuviese cayendo al vacío desde entonces. Cerraba mis ojos y sólo la veía a ella, a veces su cálida sonrisa, a veces su tierna mirada, otras el reflejo de la luz en su pelo y la que más... la sensación de su labios con los míos. Era casi un suicidio, una tortura a la que me estaba sometiendo voluntariamente. Pero era imposible borrar esos recuerdos de mi cabeza, todos y cada uno de ellos se habían grabado a fuego. Estaba al borde de perder la cordura, ¿eso podía pasarle a un vampiro? Estaba casi seguro de que sí. Escuché un ruido a mis espaldas, no me moví. Unos pasos se escuchaban pesados sobre la nieve, pero no me importó. Nada me
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importaba. Unos pensamientos comenzaron a hacerse eco en mi cabeza, suspiré derrotado… era Tanya. Sentí como se tumbaba a mi lado y en su mente vi como miraba al mismo punto que yo lo hacía. —¿Se ha movido? —preguntó en un susurro. —¿Hum? —respondí sin ganas. —El cielo, no sé qué es lo que miras, pero no creo que vaya a caerse esta noche —intentó sonar divertida. Volví a suspirar. —¿Qué quieres, Tanya? No estoy de humor —le dije. —Sabes lo que quiero, Edward —murmuró. —Y tú sabes que no puedo dártelo, "Tanya" —dije intentando controlar mi voz. Se quedó en silencio y en su mente comenzó a recrear lo que sería una noche de pasión entre los dos. Me encontraba al límite de mi autocontrol y rezando todo lo que sabía para no decirle exactamente lo que estaba pensando sobre ella, porque no era nada cortés. —Tanya, por favor —le pedí con ira contenida. —¿Por qué te resistes? Sabes que no tendría nada de malo. —No quiero rechazarte de nuevo, así que, por favor, déjalo ya —dije casi exasperado. Se sentó y me miró sonriendo. Cuando quise darme cuenta estaba sentada a horcajadas sobre mi cintura. —Tanya ¿qué estás ha…? —sus labios chocaron con los míos.
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IntentĂŠ resistirme, forcejeamos durante unos segundos, pero en mi mente comenzaron a formase los recuerdos de aquel beso con Bella y cuando quise darme cuenta estaba correspondiendo a Tanya.
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