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Capítulo 20 Nunca es tarde... Después de aquella tarde en el Navy pier las cosas no parecieron cambiar, Evan y Mara continuaban con su supuesta relación cara a los demás y también con su relación a puertas cerradas. Todo era tan confuso y natural a la vez... Evan se propuso no pensar en las consecuencias. Estaba entregando todo en cada beso... con cada caricia se sentía caer a un abismo del que estaba seguro que no habría retorno, pero no le importaba, se había propuesto no asustarse, comprometerse y llegar a donde fuese necesario para compartir el resto de su vida a su lado. Mara estaba aterrada... no le había declarado a Evan claramente sus sentimientos, pero ese beso que le entregó sin ser dueña de sus actos, tan 3
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impulsivamente... en ese beso ella entregó su alma, sintiendo como su corazón se oprimía un poco al sentir que le era infiel al recuerdo de Chris, por sentir algo tan intenso con otra persona. Intentó alejarse, intentó ver a Evan como lo que realmente era, un cliente. Pero nada dio resultado. En cada ocasión que sus miradas hacían contacto se sentía desfallecer, echando por tierra todos sus propósitos y doblegando su voluntad hasta sentirse aturdida por el poder que esos orbes verdes tenían sobre ella. Evan parecía entender su miedo y le daba espacio, no volvió a pronunciar las palabras "mágicas", aunque para Mara no era necesario escucharlas para saber lo que Evan sentía, cada vez que la miraba, que la tocaba, solo con tenerlo cerca era consciente de que sus sentimientos eran tan fuertes como le había confesado días atrás. Y así hasta el día de hoy, una semana después de su escapada al puerto, y tres meses desde que Mara James entró en la vida de Evan Turner. Mara acompañó a Evan a su oficina como era costumbre, Victor e Ivan los seguían en su coche, todo era tan tedioso y monótono que Evan suspiró pesadamente a la vez que rezaba en silencio para 4
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que esa pesadilla acabase de una vez. Evan acudió a su oficina a una reunión con unos clientes, mientras Mara se quedó en recepción charlado con Ángela, la secretaria de Evan, con la que ya compartía una fuerte amistad después de tantas horas juntas. Mara se sentó en una de las sillas y Ángela la observó en silencio. —¿Problemas? segundos.
—preguntó
después
de
unos
Mara levantó la mirada de sus manos entrelazadas donde la tenía fija y miró a la chica frente a ella. Su cabello, negro como la noche, caía liso como una tabla hasta la altura de sus hombros, y sus ojos azules la miraban intensamente. Mara suspiró. —No tienes ni idea —musitó negando con la cabeza. —¿Problemas con Evan? —preguntó Ángela de nuevo. Mara se puso en pie y se sentó a su lado. —Me gusta demasiado... —dijo Mara ausentemente sentándose en una silla al lado de Ángela. —Eso no es malo —contestó su amiga--, se supone que es lo que pasa cuando eres pareja de alguien .
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Mara la miró con la boca abierta preparada para decir algo, pero no fue capaz, las palabras quedaron atoradas en su garganta cuando se dio cuenta de lo que era tan obvio: todo el mundo los veía como una pareja y ellos se comportaban como tal. Al principio solo fingían, pero ahora... esas caricias y esos gestos eran tan o más reales de lo que eran los que tenía con Christian años atrás. Mara se quedó paralizada mirando un punto fijo en su pared mientras intentaba asumir su descubrimiento. Ella quería a Evan, lo quería más de lo que quiso a su marido en su día, ¿qué podía hacer con todos esos sentimientos? Estaba abrumada, sorprendida y sobrepasada y Ángela, comprendiendo su debate interior, le dio su espacio y continuó haciendo su trabajo. Una hora después Evan salió de su despacho y despidió a sus clientes con un apretón de manos y un cálido saludo, lo que indicaba que la reunión había salido como esperaba. Posó su mirada en su secretaria y después en Mara, al verla su ceño se frunció. Mara parecía estar en otra dimensión, tenía la mirada perdida en algún punto inconcluso y Evan sintió como algo se removía en su interior, eso solo 6
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tenía dos posibles significados, o los problemas se habían intensificado o Mara estaba pensando en su marido de nuevo. —El señor Martinelli ha llamado y ha pedido unos días libres, dijo que tenía un asunto personal muy importante que debía atender —dijo Ángela con profesionalidad. Ambos, Evan y Mara, giraron su rostro hacia ella. Evan sorprendido, Carlo nunca se ausentaba sin dar explicaciones, Mara intentando descifrar cuál sería su siguiente paso. —Tengo que hacer una llamada —susurró ella poniéndose en pie y acercándose a Evan. Ángela desvió la mirada para darles intimidad y Evan se tensó al ver en sus ojos una resolución que nunca había visto en ella. Mara se colocó frente a frente con él, sus miradas se conectaron y Evan sintió como uno a uno todos los músculos de su cuerpo se relajaban. Mara sonrió débilmente y se puso de puntillas para alcanzar sus labios. Ambos se entregaron como nunca en ese beso, Mara sintiendo que era como si fuese el primero, y realmente lo era, era el primer beso de amor que le daba a Evan, un amor que latía en su pecho casi dolorosamente. Evan sintiendo que la Mara que lo 7
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besaba era otra mujer, una más decidida y sin miedos. Ambos se separaron jadeando y unieron sus frentes, él sonreía, ella se ruborizaba como no lo hacía desde hace años. Mara se puso de puntillas y besó su mejilla, fue dejando un camino de besos hasta su oreja donde se detuvo y respiró con fuerza haciendo que Evan sintiese un estremecimiento. —Yo también te quiero —susurró en su oído. Evan cerró los ojos con fuerza y la sujetó de la cintura y la atrajo más hacia él... eso era un sueño. ¿De verdad acababa de decirle eso? volvió a besarla, Mara se aferró a su cuello para no caerse y sonrió contra sus labios, se alejó de él sin querer hacerlo realmente, pero necesitaba realizar aquella llamada. —Volveré en unos minutos —dijo dando un paso hacia atrás y sintiéndose sola de repente. Se giró y comenzó a caminar hacia la salida. —Ángela... cancela mis citas de la tarde, me tomaré el día libre yo también —escuchó que Evan le pedía a su secretaria mientras se alejaba. Sacó el teléfono de su bolso en cuanto llegó al parking subterráneo y miró a ambos lados
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asegurándose de estar sola antes de marcar ese número y comenzar a hablar. —Harry, esto no me huele bien, ha pedido unos días libres —dijo en cuanto le contestaron —¿Ha dicho para qué? —preguntaron. —No, motivos personales. —Mantén los ojos bien abiertos Mara, sabes que ese hombre no anda con juegos —pidió Harry con el corazón en un puño. Todavía podía recordar cuando le prometió a Robert James que protegería a su hija con su propia vida. Si se enterase de que estaba metida en ese operativo hasta las cejas, era hombre muerto. —Lo sé Harry —contestó ella antes de colgar. Miró su teléfono y volvió a guardarlo en su bolso, vio el metal plateado de su arma brillando y un estremecimiento recorrió su espalda, pero a la vez una sonrisa curvó sus labios al darse cuenta de que Evan la esperaba y se había tomado el día libre para estar con ella. Se giró sobre sus pies y comenzó a caminar hacia el ascensor que la llevaría al piso siete, donde estaban las oficinas presidenciales de Turner Co. Mientras esperaba que el dichoso aparato se
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dignase a abrir sus puertas, su zapato repiqueteaba insistentemente contra el suelo. Las puertas se abrieron y Mara alzó un pie para entrar en el pequeño cubículo... ... Un par de horas después Evan continuaba en su despacho, en el tiempo que había tardado Mara en realizar aquella llamada, él había tenido tiempo de revisar algunos expedientes de contabilidad y contactar con dos nuevos clientes para asegurarse nuevas reuniones. No sabía porque estaba tardando tanto, pero se decía a sí mismo que era normal, ella estaba a cargo de su seguridad y estaba haciendo su trabajo. Con todo el trabajo hecho se dejó caer contra el respaldo de su sillón de cuero e hizo girar su silla para tener una vista panorámica del lago Michigan desde su ventana... el recuerdo de aquellas palabras que le dijo antes de irse todavía resonaba en su cabeza. Le habían dicho que lo querían miles de veces a lo largo de su vida, incluso mujeres con las que se suponía estaba saliendo, pero nunca un "te quiero" había llegado a tocar su alma como lo había hecho ese, con solo recordarlo todavía se sentía en una nube. 10
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Pero Mara tuvo que irse por realizar una llamada de trabajo cuando Ángela le dijo que Carlo se iría unos días. De repente los ojos de Evan se abrieron al máximo y respiración se detuvo... ¿cómo no lo había visto antes? ¡Todas las señales estaban ahí! ¿Cómo había estado tan ciego? ¡Era él! ¡Siempre había sido él! Sus manos comenzaron a temblar y se pasó una por la frente para secar varias gotas de sudor que en ese momento la humedecían... Carlo Martinelli. Siempre había sido el maldito de Carlo Martinelli. Ahora tantas cosas encajaban... su insistencia en que se tomase un año sabático después de licenciarse en la universidad, sus artimañas para que ninguna de las chicas con las que salía le durase más que un par de semanas. Estaba seguro de que todos los rumores sobre su "extenso" currículo amoroso eran cosa suya para que ninguna mujer quisiese estar con él en serio. Carlo quería la compañía. Eso era evidente, pero había creído siempre en sus palabras: "Chiquillo, nadie como tú podría llevar a la compañía adelante" 11
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Se golpeó mentalmente y maldijo entre dientes, en cuando viese a esa sanguijuela lo mataría con sus propias manos. Haría que pagase cada una las noches que durmió mal por su culpa, haría que cada susto y atentado contra la vida de los que más quería fuese pagado con su propia sangre. La puerta del despacho de Evan se abrió de golpe y Luca entró en él a la velocidad del rayo. Miró a un lado y al otro frenéticamente y después clavó su mirada en Evan, iracunda, amenazante. Evan tragó en seco y rogó a dios no ser nunca blanco de su ira, Luca podía dar realmente miedo. —¿Mara no está contigo? —le preguntó con el ceño fruncido. Evan, intuyendo el peligro, se puso en pie y se acercó a Luca con gesto amenazante. —¿Dónde está? —preguntó ente dientes con los puños apretados y, sin medir las consecuencias, le dio un empujón al guardaespaldas. Luca se tambaleó hacia un lado y se dejó caer en una de las sillas. Se frotó la cara con ambas manos y su respiración comenzó a hacerse cada vez más pesada. Miedo. Un miedo inmenso comenzó a recorrer sus venas. 12
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—No contesta al teléfono... Victor e Ivan no la han visto salir del edificio —susurró con un hilo de voz. Evan llegó hasta su sillón de nuevo y se hundió en él. —Me dijo que iba a hacer una llamada... —murmuró atropellándose con las palabras. —Ha hablado con Harry, pero después de eso... nada... Evan suspiró y sintió como sus entrañas se revolvían y solo un nombre comenzó a repetirse en su mente. "Carlo Martinelli" —Carlo ha pedido unos días libres... voy a matarlo — masculló con un tono de voz sombrío poniéndose en pie y caminando hacia la puerta a toda la velocidad que le permitían sus piernas. Luca lo interceptó y lo sentó en la misma silla que ocupaba él hasta unos segundos antes. Colocó una mano sobre su hombro para retenerlo y lo miró fijamente a los ojos. —¿Tú lo sabes? ¿Ella te lo ha contado? —preguntó con el ceño fruncido. —No —se apresuró en desmentir—, yo he deducido... ella nunca me lo diría.
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Luca lo soltó y dio dos pasos atrás. Sacó el teléfono de su bolsillo y comenzó a hablar con alguien. El nombre de Harry se repetía constantemente, también algunas maldiciones y palabras que era mejor no repetir. Hasta que Luca se tensó y todo el color abandonó su cara. —Jefe… señor James... —pronunció con voz temblorosa—. No se preocupe jefe, haremos todo lo que esté nuestras manos —la voz de Robert James traspasó el aparato llegando hasta los oídos de Evan que miraba la escena con los ojos desorbitados, hasta donde él sabía los padres de Mara habían fallecido en un accidente años atrás—. No se preocupe jefe James, lo mantendré informado directamente. Luca colgó el teléfono y suspiró abatido, no solo había perdido a una de las mujeres más importantes de su vida, también tendría que enfrentarse a la ira de su padre si no la encontraba sana y salva. —¿Era el padre de Mara? —preguntó Evan con el ceño fruncido. —Sí... y va a matarme si no la encuentro —dijo Lucas ausentemente. —Pero... ¿está vivo? —volvió a preguntar Evan. 14
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Lucas sonrió con tristeza y asintió con la cabeza. —Es un tema que no tienes en lo que meterte, son secretos de estado —le dijo con superioridad. —Pero Mara… ella cree que... —intentó protestar. —Ella cree lo que tiene que creer, así que no metas tus narices en esto —dijo Luca con voz amenazante. —Tú no eres nadie para darme órdenes. —Otra vez no... —murmuró Luca rodando los ojos y sacando su identificación del bolsillo trasero de los tejanos—. Luca Greif, teniente general de FBI... ¿suficiente para ti o te tengo que esposar para que lo entiendas? —Pero... Mara dijo...ella cree que tú... —balbuceó Evan. —Sí... ella tampoco sabe esto y tú no dirás nada... eso si la encontramos... —murmuró con el ceño fruncido. —¿Ha desaparecido realmente? —preguntó Evan asustado. —Mara no acostumbra a darme estos sustos, y menos desde que Christian falleció —le explicó. Evan palideció y comenzó a temblar...
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Mara, su Mara... ahora que había admitido por fin que lo quería... desaparece. —¿Te encuentras bien? —preguntó Lucas al verlo tan afectado. —¿Dónde está Mara? —su voz tembló tanto que casi no pudo entender lo que le decía. —No lo sé... —contestó Luca encogiéndose de hombros. —¿Cómo puedes estar tan tranquilo? —bramó Evan exasperado— ¡Mara ha desaparecido! —Ella sabe cuidarse. —Pero... ella... Carlo... ¡Joder! ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? —volvió a preguntar atropelladamente. —Ella podría patearte el culo con los ojos cerrados. —Lo sé... pero... —Ya te lo ha demostrado ¿eh? —preguntó burlón. —Sí, pero esa no es la cuestión, ¿cómo podemos encontrarla? —No te preocupes... todo el FBI la está buscando, ha sido una orden de Robert James... todo pasará rápido y solo será un divertido recuerdo 16
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—¿Divertido? —preguntó Evan enarcando una ceja y bufando después—. Cómo le ocurra algo te mataré... ¡y Carlo irá después! —Sí... a Mara le encantará tener que visitarte en la cárcel —Luca rodó los ojos y se ganó un gruñido por parte de Evan—. Tranquilo chico... yo sí que te mataré si le haces daño. Evan parpadeó sorprendido ante el cambio de tema y actitud de Luca. —¿Crees que no me he dado cuenta de las miraditas y las tonterías que os traéis entre manos? Una cosa es actuar, pero yo conozco a Mara y si la veo derramar una sola lágrima por tu culpa ya puedes darte por muerto, porque no pararé hasta verte bajo tierra —su voz se escuchó sin un sólo atisbo de broma, algo que heló la sangre de Evan—. Lo primero es saber dónde está, ¿tienes idea de si Martinelli tiene alguna propiedad fuera de la ciudad o algo así? ... Mara miró fijamente ese par de ojos negros y sintió la ira bullir por sus venas. Si tuviese una sola posibilidad, solo una posibilidad de moverse... podría llegar hasta su tobillo donde tenía un arma de repuesto para disparar a ese maldito hijo de puta entre ceja y ceja. Pero estaba amarrada, la tubería a 17
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la que estaban sujetas sus manos sobre su cabeza era demasiado fuerte, y por más que forcejeaba una y otra vez, solo conseguía hacerse daño en las muñecas. Carlo la observaba a un par de metros de ella, estaba sentado cómodamente en una silla mientras veía como el sudor empapaba los cabellos marrones de Mara. La tenía donde él quería, estaba seguro de que con ella en su poder, tenía a Evan en sus manos y, por descontado, se burlaría de Robert James incluso después de haberlo matado él mismo. Carlo no sabía que Robert James tenía una hija, hasta que unos meses atrás Mara James se presentó de la mano de Evan Turner diciendo que era su prometida. Con la sola mención de su apellido sus ojos centellearon con la luz de la venganza. Robert había estado a punto de capturarlo años atrás, pero se había encargado de hacerlo desaparecer junto a su mujer. Fue demasiado fácil, solo provocó un accidente de tráfico y... ¡pum! Adiós al problema Mara sonrió al verlo sentado, con tanta tranquilidad, como si no tuviese los días contados. —Te matarán, lo sabes ¿verdad? —le preguntó con burla. 18
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Carlo se puso en pie y se acercó a ella, no podía subestimar a aquella chica, cuando la habían retenido y metido en aquella furgoneta uno de sus hombres resultó seriamente dañado. Demitri tuvo que ir a un hospital a que curasen sus heridas y su hombro dislocado. Esa mujer tenía armas escondidas en su bolso y una identificación a nombre de Mara Kane. La mosquita muerta pertenecía al FBI y Carlo estaba mucho más asustado de lo que quería demostrar. —Pero yo te mataré primero... —susurró con voz amenazadora. Empuñó el arma que hasta hace un par de horas antes estaba en el bolso de Mara y apuntó directamente hacia la cabeza de la pequeña chica frente a él. - Di adiós, pequeña... —susurró soltando el seguro. Mara sonrió y enderezó la espalda todo lo que sus manos atadas le permitieron, se aseguró de estar bien sujeta, y en un movimiento rápido su pie derecho golpeó su mano haciendo que el arma saliese disparada y golpease contra la pared disparándose al momento. La bala atravesó la puerta y un grito agónico se oyó desde el otro lado de esta. 19
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Carlo miró a Mara con furia y ella solo le sonrió con superioridad. —Te arrepentirás de haber hecho eso —Carlo dio un paso en su dirección y la golpeó en la mejilla con todas sus fuerzas. Mara sintió la sangre de su labio partido descender por su barbilla y escupió con furia. Miró a Carlo a los ojos y sonrió de nuevo preparándose mentalmente para lo que estaba a punto de suceder. ... Evan se paseó nervioso por el salón de su casa, Luca resopló entre dientes y rodó los ojos. Alice no dejaba de moverse tampoco, demasiado inquieta saltando en el sofá. Sonia estaba de brazos cruzados y con la mirada fija en Luca... Chace y Abba miraban a Evan, pocas veces le habían visto tan nervioso y preocupado... una llama de esperanza se instaló en el corazón de su madre. Will estaba en la puerta de la sala en la casa de Evan mirando a todos y detuvo su mirada en Luca, que se la devolvió burlón y alzó la cejas varias veces sugestivamente en dirección a Alice. Las mejillas de Will se tiñeron de color carmín, pero miró a Sonia y la señaló con la barbilla. Luca se encogió de hombros restándole importancia y el otro negó con la cabeza. 20
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El timbre de la puerta sonó haciendo que todos diesen un respingo, Gladis se dispuso a abrir la puerta y un minuto después entró la sala con semblante preocupado. —El señor James acaba de llegar —anunció con voz serena. Will y Luca dieron un respigo y se colocaron uno al lado del otro junto a la puerta, se miraron a los ojos durante nos segundos y tragaron en seco. Un instante después Robert James se adentró en la sala donde todos estaban, el aura de autoridad y poder que emanaba ese hombre era palpable a kilómetros de distancia. Evan sintió que se hacía pequeño segundo a segundo, y también débil frente a aquel hombre. —Jefe James —saludaron Will y Luca a coro más estirados que un resorte. Robert les dedicó una mirada apreciativa y siguió de largo sin presarles atención. —Evan Turner —llamó con su potente voz. Evan se puso en pie y caminó hasta quedar frente a frente con Robert James, este lo miró de arriba abajo y Luca tuvo que soportar una carcajada ante la cara de miedo que mostraba Evan. 21
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-Creo entender que todo esto es culpa tuya... así que acompáñame —sin más se dio la vuelta y volvió sobre sus pasos hasta la puerta. Evan lo siguió a dos pasos de distancia, no sin antes despedirse de su familia con una mirada de pánico. Robert se detuvo en seco y una sonrisa irónica surcó sus labios. - Vosotros dos también venid conmigo —ordenó a Luca a Will. Minutos después todos estaban dentro de una furgoneta negra la puerta de una fábrica abandonada al sur de Riverdale. Evan tenía la mirada fija en el suelo y a su alrededor todo eran palabras sin sentido. Los otros tres hombres discutían cual sería el mejor modo de abordar el edificio y sacar a Mara sana y salva de allí. Evan no podía escuchar como esos hombres frente a él podían tener tanta tranquilidad y confianza. Él había comprobado que Mara era totalmente suficiente en ocasiones de riesgo, pero no podía soportar el imaginársela indefensa y vulnerable. —Turner, tú te quedas aquí... —no fue una pregunta, era una orden de Robert James, que, según le habían explicado Will y Luca entre susurros, era el que tenía un rango superior en ese momento. 22
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—No voy a quedarme aquí mientras Mara está arriesgando su vida por mí —protestó. —Mi hija es autosuficiente y no necesitará que un civil entorpezca el operativo. —¿Seguro que las pruebas serán suficientes? pregunto Will algo nervioso—. Llevamos años con esto, un paso en falso y Martinelli saldrá del país. —Marco Martinelli ha conseguido las pruebas necesarias, además... Bertoni ha cantado a cambio de rebajar su condena —dijo Robert James sonriendo. —¿Y Alec Martins? —preguntó Lucaen esa ocasión. —Lo hemos encontrado muerto... llegamos tarde — contestó de nuevo el señor James encogiéndose de hombros. Evan escuchaba atentamente y volvía su mirada de uno a otro como si fuese un partido de tenis a tres, los nombres conocidos iban y venían, pero en su mente solo continuaban resonando aquellas últimas palabras que Mara le susurró. "Yo también te quiero" Algo dolió en su pecho y gimió frustrado.
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—Yo no puedo quedarme aquí señor James, no puedo esperar para saber que Mara está a salvo — dijo con convencimiento. Robert frunció el ceño y miró a Evan apreciativamente, este soportó el poder de su mirada sin amedrentarse. —¿No te habrás atrevido a...? —murmuró Robert James quedando en silencio uno segundos— ¡Ella sabe perfectamente que está prohibido tener una relación con las personas a las que protege! Robert se puso en pie y comenzó a caminar haciendo círculos, Will y Luca bajaron la mirada, ambos eran culpables del mismo pecado, sin nada que rebatir, ni en defensa de Evan, ni en la suya propia. La puerta de la furgoneta se abrió y un hombre bajo y corpulento entró en ella, Luca y Will le sonrieron y Robert James apretó la mandíbula. —Harry... creo haberte dicho que mantuvieses a Mara a salvo —bramó furioso—, y no solo la envías a la boca del lobo, sino que permites que se involucre personal y sentimentalmente en el caso. Harry pareció sorprendido unos segundos y después sonrió con burla.
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—Robert... estamos hablando de tu hija, sabes que Mara puede cuidarse sola. El interpelado miró al recién llegado a los ojos varios segundos más de lo necesario. Finalmente desvió la mirada y se giró dándole la espalda. —Vamos a comenzar ya —masculló entre dientes. ... —¿Recuerdas a Christian Kane? —preguntó Carlo paseando tranquilamente frente a Mara. Ella abrió los ojos y los clavó en la figura del hombre frente a ella. —Un chico muy obstinado... —continuó Aro—. Fue una pena que no fuese más sensato... Mara entrecerró los ojos. -Ni siquiera te atrevas a pronunciar su nombre —dijo con un hilo de voz, pero en tono amenazante. —Vaya, vaya, vaya... la gatita quiera sacar las uñas... no estás en posición para atacarme —se acercó a ella y deslizó un dedo por su amoratada mejilla—. Pronto le harás compañía a tus padres... a tu maridito... y quizás Evan pronto pueda hacerte compañía también.
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Algo llameó en los ojos de Mara y Carlo se alejó intuyendo que podría golpearlo otra vez. -Evan no tiene nada que ver en esto —masculló Mara. - Lo tiene todo que ver, cielo... él tiene lo que yo necesito y se interpone en mi camino. Ha sido una agradable coincidencia que tú, precisamente tú, la hija de Robert James, fuese la prometida de la persona que más se interpone en mi camino —Carlo negó teatralmente con la cabeza—. Es una tragedia que ese bonito amor que os tenéis se quede en nada... Mara comenzó a reír escandalosamente, algo que hizo que él frunciese el ceño con preocupación. —¿Amor? —preguntó ella con gesto burlón—. No estoy en Chicago por Evan, he venido a por ti... Carlo dio un paso hacia ella. —He venido a dejarte donde debes estar, entre rejas, o con una bala entre ceja y ceja... —Tienes mucha fe en ti misma, querida... soy yo el que tienes las riendas de la situación en este momento. —¿Seguro? —preguntó Mara. Ella misma sabía que estaba mintiendo, se estaba echando un tremendo 26
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farol, intentando que Martinelli dejase a Evan fuera de esto... no quería imaginar que algo le pudiese pasar, no le importaba morir ella, pero Evan no, no podría soportar perder alguien una vez más. —Pequeña... nadie puede contra mí. Christian Kane lo comprobó., fue tan fácil disparar esa bala que acabó con su vida... si no se hubiese negado a ayudarme, todavía continuaría vivo, pero... su elección no fue la correcta —rio divertido. —Tú... tú no lo mataste... —susurró Mara sintiendo una repentina debilidad en sus rodillas. —Oh cariño... me encantaría regalarle a alguien el mérito de haber acabado con su vida, pero va siendo hora de que sepas la verdad... fue tan sencillo falsear las pruebas... —volvió a reír—. Lo que nunca hubiese imaginado en aquel momento, es que Robert era tu querido papá... me habría divertido el doble. Mara procesó lentamente las palabras de Martinelli... ¿entonces Bertoni no había matado a Chris? Eso era imposible de creer... se había sentido culpable tato tiempo a causa de eso... se había flagelado, se había autoinculpado tantas y tantas veces que eso le resultaba increíble.
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—No... no puede ser... —murmuró negando frenéticamente con la cabeza, haciendo que varias lágrimas se derramasen por sus mejillas. —Sí cariño... y ahora, déjame darle un regalito a Evan. Carla sacó una cámara de video de un maletín que había en el suelo junto a su silla y la colocó sobre esta con el objetivo apuntando directamente a Mara. —¿Cómo te despedirás de Evan? —preguntó. Mara despertó de su aturdimiento al oír el nombre de Evan y alzó la cabeza para conectar su mirada con los fríos ojos de su oponente. —No voy a despedirme, deberías hacerlo tú... —lo desafió. —No seas ridícula... ya te he dicho que yo tengo las riendas en este momento. Dile a Evan cuanto le quieres cariño... ¡dilo! Mara apretó la mandíbula con fuerza y cerró los ojos. —Ya te he dicho que eso era una farsa... —volvió a mentir, pero haría lo que fuese para proteger a Evan—. Dime lo que quieres de mí y deja de jugar. —¿Jugar? Casi ni he comenzado, querida... y aunque no lo creas, tu partida acaba aquí —empuñó el arma 28
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de nuevo y apuntó al pecho de Mara, quitó el seguro del arma y sonrió burlón—. Solo yo pongo las reglas... estoy al mando ¿recuerdas? —Yo no estaría tan seguro —dijo una voz masculina. Después todo pasó demasiado deprisa, se oyeron tres disparos y tras eso todo se quedó en absoluto silencio.
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