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Intervención de Estados Unidos
Cuando la victoria cubana era ya prácticamente inevitable, pues las desgastadas fuerzas coloniales estaban exhaustas y el régimen autonómico -implantado el 1 de enero de 1898- tenía escasas perspectivas de éxito, los Estados Unidos declararon la guerra a España.
Intervención de Estados Unidos
La injerencia estadounidense en la guerra de independencia de Cuba contra España utilizó como pretexto la voladura, el 15 de febrero de 1898, del acorazado norteamericano Maine, surto en la bahía de La Habana. El conflicto bélico hispano-cubano-norteamericano se extendió durante los meses de abril y agosto de ese mismo año, lo que le permitió a Estados Unidos ocupar la Isla, tras la capitulación del gobierno español (Tratado de París del 10 de diciembre de 1898), del 1 de enero de 1899 al 20 de mayo de 1902.
Culminada la contienda con España y dominada toda Cuba por las tropas norteamericanas, los patriotas cubanos, en cumplimiento de lo establecido por la última constitución mambisa, aprobada el 29 de octubre de 1897 en el potrero de La Yaya en Sibanicú (Camagüey), cesaron el gobierno de la República en Armas y convocaron a elecciones para una asamblea nacional. A fines de 1898, Tomás Estrada Palma disolvió el Partido Revolucionario Cubano (PRC) y poco después también se desintegraba el Ejército Libertador y la mencionada asamblea reunida en El Cerro, lo que dejaba a los independentistas sin ninguna institución que los representara ante el gobierno de ocupación.
En esas penosas circunstancias, y bajo una constante presión popular, pudo reunirse después en la capital una convención nacional que en apenas tres meses elaboró la constitución de 1901. La carta magna fundacional de la República de Cuba mantuvo la división en seis provincias establecida en la última etapa colonial, separó el poder legislativo en dos cámaras, estableció el sufragio universal masculino y proclamó el carácter laico del Estado.
Pero los congresistas tuvieron que aceptar a la Enmienda Platt estaría en vigor hasta mayo de 1934- esgrimida por el gobierno de William McKinley como condición para dar acceso a los cubanos al gobierno de su propio país. Mediante este apéndice impuesto a la constitución de 1901, Estados Unidos se arrogó el derecho a intervenir militarmente en la isla -lo que se produjo de nuevo, tras la insurrección liberal conocida como la Guerrita de Agosto, entre 1906 y 1909- y retener una estratégica porción del territorio nacional para establecer una base militar (Guantánamo), que aun ocupa, desconociendo entonces la soberanía sobre otra (Isla de Pinos).
La dominación económica estadounidense a inicios del siglo XX
La penetración del capital estadounidense en Cuba fue favorecida por los regímenes corruptos que llegaron al poder en las primeras décadas del siglo XX, encabezados por figuras del Partido Liberal o Conservador que se habían destacado en la guerra de independencia: los civiles Tomás Estrada Palma (1902 a 1906) y Alfredo Zayas (de 1921 a 1925) y los generales de la última contienda contra España José Miguel Gómez (19131921) y Mario García Menocal (1913-1921).3 En mayor o menor medida, todos facilitaron que las mejores tierras, fábricas, bancos, minas, medios de transporte y de comunicaciones, así como otras instalaciones de infraestructura, fueran pasando a manos de compañías de Estados Unidos.
El mejor ejemplo lo constituye la producción azucarera, que constituía desde fines del siglo XVIII el principal renglón de la economía cubana. De las 168 fábricas de azúcar que operaban en 1901, en su mayoría propiedad de españoles y cubanos -además de algunos extranjeros de diversos orígenes-, poco más de una década después 38 ingenios eran ya de estadounidenses, aunque, como eran los de más reciente construcción, modernos y de mayores tamaños, proporcionaban cerca del 40% del azúcar que exportaba la Isla.4
Establecida la República, empresarios norteamericanos, aprovechando las facilidades dadas primero por los gobiernos interventores de Estados Unidos y, después, por los sucesivos presidentes cubanos mencionados, invadieron los principales sectores de la economía nacional, sobre todo después de la crisis de 1920-1921, que arruinó a una parte importante de la burguesía autóctona. Así, las inversiones estadounidenses en Cuba, que en 1896 apenas ascendían a 50 millones de dólares, se elevaron a 160 millones en 1906, a 205 millones en 1911 y a 1200 millones en 1923, año en que ya controlaban más del 70% de la producción azucarera. 5 En 1928 las compañías norteamericanas ya tenían bajo su control 3,3 millones de hectáreas de la mejor tierra, más de la cuarta parte de la superficie total de Cuba, algo sin paralelo en ninguna otra parte del continente.6
La Isla cayó en forma rápida en una absoluta dependencia de Estados Unidos, con el cual se realizaba la mayor parte del comercio, aunque ese proceso tenía como contrapartida un significativo crecimiento económico, el desarrollo de la infraestructura y la relativa modernización del país. De
3 Un amplio análisis en Jorge Ibarra Cuesta: Cuba: 1898-1921; partidos políticos y clases sociales, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1992. 4 Oscar Zanetti: Esplendor y decadencia del azúcar en las Antillas Hispanas, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales/Ruth Casa Editorial, 2012, p.85. 5 Julio Le Riverend: La República. Dependencia y Revolución, La Habana, Editora Universitaria, 1966, pp. 63-74, 149-164 y 339-354 y José Luis Rodríguez: Estrategia del desarrollo económico en Cuba, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1990, p. 4. 6 Zanetti: Esplendor y decadencia del azúcar en las Antillas Hispanas, op. cit., p. 95.