Revista Seis Mil 83 No. 2

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Marginación | Albert Camus

Morelia, Mich. | Marzo-Abril | Año 2015 | Núm. 2


Consejo editorial: Director Edgar Ruiz

Coordinadora Irlanda Gallegos

DiseĂąo Carlos E. JuĂĄrez (nefelibata gris)


Contenido: Semblanza_____________________________Pág. 2 Literatura _____________________________ Pág. 3 Narrativa____________________________ Pág. 5 Poesía______________________________ Pág. 32

Artes Visuales__________________________ Pág. 42 Pintura______________________________ Pág. 44 Fotografía____________________________ Pág. 60 Diseño gráfico_________________________ Pág. 65 Cine________________________________ Pág. 68

Humanidades__________________________ Pág. 70 Historia_____________________________ Pág. 72 Filosofía ____________________________ Pág. 85 Psicología ___________________________ Pág. 92


Semblanza Albert Camus (Mondovi, Argelia, 7 de noviembre de 1913 — Villeblevin, Francia, 4 de enero de 1960). Novelista, ensayista y dramaturgo francés, considerado uno de los escritores más importantes posteriores a 1945. Su obra, caracterizada por un estilo vigoroso y conciso, refleja la philosophie de l'absurde, la sensación de alienación y desencanto junto a la afirmación de las cualidades positivas de la dignidad y la fraternidad humana. Camus nació en Mondovi (actualmente Drean, Argelia), el 7 de noviembre de 1913, y estudió en la universidad de Argel. Sus estudios se interrumpieron pronto debido a una tuberculosis. Formó una compañía de teatro de aficionados que representaba obras a las clases trabajadoras; también trabajó como periodista y viajó mucho por Europa. En 1939, publicó Bodas, un conjunto de artículos que incluían reflexiones inspiradas por sus lecturas y viajes. En 1940, se trasladó a París y formó parte de la redacción del periódico Paris-Soir. Durante la II Guerra Mundial fue miembro activo de la Resistencia francesa y de 1945 a 1947, director de Combat, una publicación clandestina. Argelia sirve de fondo a la primera novela que publicó Camus, El extranjero (1942), y a la mayoría de sus narraciones siguientes. Esta obra y el ensayo en el que se basa, El mito de Sísifo (1942), revelan la influencia del existencialismo en su pensamiento. De las obras de teatro que desarrollan temas existencialistas, Calígula (1945) es una de las más conocidas. Aunque en su novela La Peste (1947) Camus todavía se interesa por el absurdo fundamental de la existencia, reconoce el valor de los seres humanos ante los desastres. Sus obras posteriores incluyen la novela La caída (1956), inspirada en un ensayo precedente; El hombre rebelde (1951); la obra de teatro Estado de sitio (1948); y un conjunto de relatos, El exilio y el reino (1957). Colecciones de sus trabajos periodísticos aparecieron con el título de Actuelles (3 vols., 1950, 1953 y 1958) y El verano (1954). Una muerte feliz (1971), aunque publicada póstumamente, de hecho es su primera novela. En 1994, se publicó la novela incompleta en la que trabajaba cuando murió, El primer hombre. Sus cuadernos, que cubren los años 1935 a 1951, también se publicaron póstumamente en dos volúmenes (1962 y 1964). Camus, que obtuvo en 1957 el Premio Nobel de Literatura, murió en un accidente de coche en Villeblerin (Francia) el 4 de enero de 1960.

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Literatura 3



Narrativa

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Agua caprichosa Abraham Martínez González Maestro de Telesecundaria “José María Morelos” de Santiago Puriatzicuaro, Maravatio, Mich. , SEE Por mucho tiempo fui alguien de los que callan todo. Los que se tragan la vida pa´ no decirla y luego no sepan de uno. Fui de los que caminan en la orilla, porque andar entre la gente exige expresarse y eso era algo que me daba miedo. Si no hablaba no era porque no tuviera qué decir, eran tantas las cosas que atestiguaba que creo que mi cabeza se turbaba con tantas palabras que hacían fila para salir, pero yo las guardaba, y me las tragaba hasta que ya no aguanté más. Era agosto de 1895 en esa región al oriente de Michoacán, llovía diariamente. El espectáculo de la lluvia bañando el cerro siempre fue para mí la viva imagen de que el agua era voluble e irrefrenable. Nunca supe porqué, pero definitivamente las lluvias y el agua corriendo por todos lados fue un pasatiempo que no quería perderme. Desde pequeño me quedaba mirando los arroyos que se formaban cerca de la casa de mis padres, y yo como que me iba en esas aguas, me transportaba. Me imaginaba que conducía un barco y que me dirigía al mar. Siempre pensando en el agua: la lluvia, luego los ríos, luego el mar. Bueno, había una fotografía del mar en la casa de mi abuelo que me cautivaba cada vez que pasaba a dejarles leña. Mi abuelo contaba que el mismísimo Porfirio Díaz se la regaló cuando se lo topó en una avenida de la ciudad de México. Yo nunca le creí pero tampoco le pedía mayor explicación. Por mucho tiempo el tal Díaz fue todo un ídolo para mi abuelo y eso que nosotros siempre estuvimos marginados en el México de aquellos años. Ya cuando estaba yo un poco mayor, mi padre acostumbraba levantarme temprano para ir al cerro a cortar leña para mi madre y para mi abuela. Mi padre casi nunca me hablaba, nomás se acercaba en la mañana temprano y yo no sé cómo me despertaba de golpe. Le veía sus ojos, yo todavía medio dormido y con harta lagaña, y mis piernas parecían brincar solas, y me levantaba porque me levantaba. Él nunca me pegó y tampoco me habló mucho, menos cuando salíamos a trabajar. Y las pocas veces que me dirigió algunas palabras, lo hacía tan bajo y tan serio, que yo tenía que voltear a ver a mi madre y era ella la que me informaba lo que mi padre decía. Parecíamos una especie de telégrafo: mi padre emitía un mensaje que en el fondo contenía más cosas qué decir, mi madre retransmitía el mensaje, pero en clave y en pocas palabras. Creo que por eso mi padre fue un misterio para mí hasta el día en que se murió. En su tumba iban a escribir alguna frase; el fulano que lo iba a hacer, dicen que se emborrachó una noche antes de terminar el trabajo y como ya le habían dado adelantos de varios difuntos de esa semana, el muy cabrón se fugó del pueblo. La lápida de mi padre quedó así: Aquí yace.

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Ah, pero eso sí, de toda mi niñez y juventud vivir cerca de las montañas fue lo más bonito. Muchos se fueron a la capital, que porque las monedas y la buena vida se daban allá. Y sí, el pueblo y las parcelas se fueron quedando solos, luego se hizo la hacienda de Don Román y ahí nos metimos a trabajar los que quedamos, los que no pudimos dejar los cerros. O como yo, los que preferíamos vivir con frío, a veces sin qué comer o debiéndole cada jornada al patrón. Yo creo que hay personas que nos gusta lo que desde chicos nos deslumbró: a mí fueron los cerros y el agua que bajaba por ellos. Yo sentía bonito cuando me titiritaban los dientes de tanto aire helado que se colaba por las puertas y los huecos de mi pieza. O cuando al bañarme, y que como era de esperarse, tenía que hacerlo con agua que parecía cortarme la piel de lo fría que estaba. Pero era cosa que jamás repliqué, como tantas otras de las que nunca me atreví a decir nada. Bueno, casi nada, porque hubo una cosa, sólo una cosa que no aguanté. A mí lo único que me encabronaba en la hacienda era que el patrón les robara los juguetes a los niños. El patrón se acercaba a los niños que jugaban en cualquier rincón, debajo de un árbol o cerca del establo, y sin que ellos se dieran cuenta se embolsaba algún carrito de madera o alguna muñequita de trapo. Esto lo hacía mientras les estaba hablando cualquier pendejada; sólo lo hacía para distraerlos y llevarse los juguetes. Nunca se llevaba todos, creo que cada semana algo le incitaba a hacerlo y planeaba más o menos el hurto. Se acercaba como si nada, platicaba algo y saz, de pronto el niño o la niña en turno volteaba para todos lados buscando su juguete, pero no hallaba nada. Algunos lloraban, otros nomás se quedaban tristes. Conocí a Chago, un niño vivaracho, bien sano de unos nueve años. Era el hijo de unos compas que se vinieron pa´la hacienda tiempo después de que yo entrara, era el único que tenían. Un día estaban jugando los niños de la hacienda, se veían a gusto, yo como de costumbre alimentando a los caballos en un establo que quedaba cerca de un corral para los niños que el patrón supuestamente les había mandado construir, pero cuál, sólo eran unos palos que circulaban un área de unos cinco por cinco metros, debajo de un encino. Cosa que a los niños poco les interesaba; ellos pasaban horas debajo de aquel frondoso árbol, inventando juegos: con unos palos, unos retazos de telas y unos cordones, armaban unos muñecos tan bonitos con los que jugaban a las casitas. Hasta llegaron a jugar a que un monstruo se robaba a los niños, o sea, sus muñecos construidos, cosa que me hacía pensar en la imaginación de los niños provocada o maleada por la realidad. Un día de esos, Chago no encontró su camioncito (nunca vi el mentado camión de ese niño, que fue la sensación en aquellos días, según me enteré), empezó a gritarle al patrón a tono de reclamo, y éste apresurado, se llevó a su casa al niño. Yo creo que Chago sí se dio cuenta de que había sido el patrón quien se lo robó, y el viejo para no delatarse enfrente de los otros niños, nomás agarro al niño y lo metió a su vivienda. No supe qué le dijo, pero al otro día, Ponciano Ramírez, su mujer y su hijo salían de la hacienda. Y como si fuera ayer todavía guardo en mis recuerdos la mirada de Chago: sus ojos fijos en mí y luego los volteaba hacía la casa del patrón. Sus cejas grandotas, que parecían

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azotadores negros, negros, haciendo seña de encabronamiento. Yo bajé la vista y me puse a trabajar. Así quedó, y así siguió el maldito viejo, robándoles a los niños sus monitos o carritos, hasta ropitas de muñecas. Pero qué maldad de viejo. Por ahí escuché cierta ocasión a su mujer, que contaba que su esposo fue hijo de un tremendo militar en los tiempos de la guerra de Reforma, que el señor era tan canijo con su hijo, que siempre lo trató como alguien mayor, hablándole de usted y enseñándole que no existía dios alguno, por lo cual aseguraba la patrona, don Román era un ser sin sentimientos, pero al que de cualquier forma le debía la vida, al haberla rescatado de una vida de pobreza. Yo decía para mí, sí, no vive en la pobreza, pero qué tal la pobre infeliz, siempre sentada en el pórtico de la vivienda con la mirada perdida en sus zapatos de charol. En otra ocasión, el patrón le escondió su muñeca entre unos costalesa la niña Carola. La encontró otro chamaco y para sorpresa de todos, la muñeca estaba quemada y con una sonrisa macabra que le dibujó el viejo, seguramente. Ese día comenzaron los dichos, los chismes, la leyenda de la bruja juguetona que después le sirvió al patrón para hacer de las suyas sin que sospecharan de él. Maldito. Eso sí, de que era listo ni quién lo dude. Creo que la leyenda de la bruja juguetona o Doña Chila, como algunos la nombraron, duró unos dos años. Llegaron los sacerdotes, que a rezar por la hacienda y el ánima de la bruja. Hasta unos compas llevaron un curandero que aseguró que la vida de los niños estaba en peligro, porque disque la bruja iba a seguir luego con el alma de los chiquillos, cuando se acabaran los juguetes. Entonces a duras penas cada vez que podían, los papás iban al pueblo grande y les traían sus juguetes a los niños, como pa´ cuidar el alma de sus chilpallates. Como no les duraban, compraban más y el chiste era que el pinche viejo nos mantenía endeudados y espantados. Aún recuerdo su ceja levantada cuando el curandero nos dijo aquello, y su mirada de burla y de malicia. Pero en fin, yo para ese tiempo no decía nada. Miraba, escuchaba y cómo recordaba la mirada de Chago, y lo que me decía en silencio cuando se iba él y su familia. Pero como dije en un principio, un día no aguanté y me atreví a seguir a mi patrón. Según él, se dirigía a una loma cerca de la hacienda para buscar una planta para su mujer que cada vez estaba peor de enferma. Nos aviso que se iría solo, después de darnos una lista interminable de quehaceres, con todo y su mentada de madre. Seguramente alguna maldad traía entre manos, y en esas mismas manos algún juguete. Ese día el cielo estaba muy nublado; yo no recuerdo otra oscuridad de esa medida. No llovía todavía, pero los relámpagos verdaderamente daban miedo. Entre más subíamos la loma, más encanijado tronaba el cielo. Yo iría a unos cien metros de distancia del patrón. Como había mucha yerba alta para esa temporada, podía esconderme. Llegó a la mesa de la loma, se dirigió a una zona más boscosa llena de pinos y noté que sacaba de un trapo una muñeca de cartón. En ese momento comenzó la lluvia. Me quedé a unos veinte

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metros, asegurándome que no me descubriera. Sabía que no tenía que estar en ese lugar, ahora pienso que el cielo me avisó desde antes, pero no quise hacer caso. Ahí me estuve y lo que vi que el viejo le hacía a la muñeca de cartón rompió algo en mí. Las nubes negras se comprimían y parecían exprimir chorros enormes de agua. No eran gotas de agua, eran chorros de agua mugrienta que rápidamente descendían por la loma y enlodaron todo. Corrían piedras de todos tamaños, ramas y cuanta cosa pudiera arrancar la tormenta. De pronto me resultó difícil permanecer donde estaba, necesitaba moverme, pero lo que se rompió en mí fue más fuerte. Me abalancé sobre el viejo; él no me vio llegar, le golpee con una piedra la cabeza y le brotó la sangre que de inmediato se reunió con el agua llena de lodo que corría, y se formaron ríos de agua púrpura. Me aterroricé de mí mismo, de esos ríos, pero más todavía de la muñeca que se iba despintando con el agua mugrienta. Lloré como nunca en mi vida mirando la deformación de la muñeca. En mi mano derecha estaba la piedra con la que asesiné a mi patrón, en la otra mano, sostenía la muñeca que cada vez se desfiguraba más. No dejaba de llover y entonces, los chorros de agua, la sangre, la pintura y mis lágrimas se mezclaron. Se formó un charco con esos líquidos y como por un milagro el cielo detuvo su propio llanto. Se abrió el cielo, como decimos por acá, y un rayo de sol cayó directamente a donde estaba yo. Regresé mi vista al charco que contenía aquellos líquidos y lo que miré fue impresionante, tanto, que cambió mi vida. Cuando regresé a la hacienda y les conté a todos lo qué había pasado…sí, confesé haber matado al patrón. La mayoría se precipitó en preguntas hacía mi; la más obvia: ¿porqué nunca dijiste algo, si sabías la verdad?, entonces, ¿lo de la bruja Chila era pura mentira? Sólo contesté: yo antes era otro, pero ese pinche viejo me cambió el alma. Claro, la gente no se conformó con mi respuesta, pero no les quedó de otra y poco a poco se fue olvidando todo aquello. No me delataron y como en ese tiempo no hacían investigación los gendarmes, poco se comentó al respecto. Pero cuando viene a mi memoria la imagen que se formó en aquel charco, todavía lloro pensando y dudando al mismo tiempo si fue real o no cuando miré que los colores y texturas de los líquidos se mezclaron de tal manera que apareció ante mis ojos la fotografía del mar que tenía mi abuelo en su casa. Aunque de chico lo imaginaba, parecía imposible conocer el mar para un tipo sin nombre como yo. Y ahora estoy aquí en esta playa vendiendo juguetes que hago con la cáscara de coco. Me quedan bien, no vendo mucho, pero así la llevo, como también llevo mis recuerdos y mi historia en un morral. Decidí ser alguien solitario, tal vez por lo que hice, tal vez porque no se puede cambiar lo que uno ya es desde que nace, aunque se revele tiempo más delante. Pero creo que si algo me vuelve a encabronar como lo hizo mi patrón, tal vez no me aguante, y a lo mejor hasta pasa algo que me vuelva a sorprender y me lleve a otros lugares. Al fin y al cabo, el agua es caprichosa.

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Inapetente Edgar Fernández A veces Navid detestaba gran parte de sus días, y es que siempre era lo mismo: despertar a las siete de la mañana, cinco minutos después tomar una ducha con agua tibia porque execraba la fría y con caliente no despertaría del todo; a las siete con veinte desayunar cereal o pan con café, nada más; quince minutos después irse al trabajo, a pesar de que su hora de entrada era a las nueve, tenía que partir con más de una hora de anticipación pues vivía bastante lejos; de nueve a tres, estaba sentado en un escritorio capturando datos que no le importaban en lo más mínimo, sólo se paraba dos o tres veces para ir al baño. No tenía ningún amigo, pues a su consideración la mayoría de sus compañeros eran unos petulantes que se sentían más de lo que eran sólo por trabajar en una dependencia gubernamental, y por eso no hablaba con ellos de no ser indispensable. Navid odiaba su trabajo, aborrecía con todas sus fuerzas tener que ir “bien vestido” y con el cabello recortado y peinado. Era pintor, un gran pintor, pero sobre él caía la maldición con la que algunos artistas nacen, crecen y mueren, al parecer su obra era invisible para todos. Es por eso que no dejaba su trabajo, tenía que vivir de algo y la paga no era mala. Cuando terminaba su jornada, la tristeza de Navid salía a flote porque a su mente llegaban pensamientos nefastos de una persona que se siente inútil o fracasada. Por ese tiempo visitaba la biblioteca y dedicaba dos horas a la lectura de Los miserables; otras veces iba al cine o a comprar tarta de manzana que era su postre favorito. Aunque disfrutaba de esas cosas sentía que algo le faltaba, quería salir en las noches a un bar donde tocarán rock en vivo y quizá escuchar una buena versión de Back in black de AC-DC, tener pareja e ir al teatro; pero sus amigos eran poco se iguales o más introvertidos que él; y de pareja ni hablar, a las pocas que habían llenado sus expectativas nunca pudo acercárseles. Un día se levantó y bañó como siempre, cuando se cepillaba la boca frente al espejo notó que su frente era más amplia, la línea del cabello se le había recorrido un centímetro más o menos. Esto lo deprimió un poco pues juzgaba a su cabello como uno de sus mejores atributos físicos, pero instantes después sintió alivió al considerar la edad que tenía y que su cabello no se caía a racimos, era el ciclo de la vida y de seguir así nunca llegaría a estar totalmente calvo. Al día siguiente revisó que todo estuviera bien con su peinado y cuando estaba por rasurarse tomó una decisión que nunca antes había tomado: se dejaría crecer la barba y el bigote. Ya no le gustaba ver a diario esa cara de tés morena y ojos claros que se asemejaba más a la de un niño que a la de un adulto. Salió de su casa a las nueve de la mañana y fue directo a un gimnasio que estaba a tres calles, no avisó al trabajo que faltaría, no lo consideró importante, era la primera ocasión que faltaba en seis años, sólo le

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descontarían el día. Se inscribió en el gimnasio, regresó a su casa y fue hasta la tarde cuando volvió para realizar sus primeros ejercicios. Empezó en la caminadora, le pareció el más sencillo y menos demandante. Allí estaba una mujer que llamó su atención, llevaba puestos unos audífonos, Navid aprovechó los segundos sagrados que le regaló la mujer para mirarla con precisión. Era blanca, de cabello negro y ondulado que le llegaba a media espalda, cadera prominente y piernas fuertes. Al día siguiente volvió a la rutina de su trabajo, todo transcurrió con normalidad hasta la hora de salida. Regresó a su casa a comer la hamburguesa que compró en un establecimiento de comida rápida, y en la tarde noche fue al gimnasio como lo tenía planeado para ese mes; a pesar de que no le agradaba ir al gimnasio porque a su parecer estaba lleno de personas superficiales, seguía acudiendo pues había pagado todo el mes por adelantado. Además la joven que vio el primer día casi siempre estaba a la misma hora que él y eso era un gran aliciente. Los días se le iban en el trabajo, el gimnasio y a veces en la biblioteca, el establecimiento de tartas o el cine; pero cosa singular, ese mes salió a tomar el té con un amigo de la preparatoria que acababa de llegar a Londres de su estadía en Alemania. Llegó el último día del mes, y con ello el último día de gimnasio. Navid no pudo evitar sentirse decepcionado y torpe porque ya no vería más a la bella mujer y porque su personalidad había resultado ser un fiasco al no poder dirigirle por lo menos una saludo cuando se encontraban en las caminadoras; sudaba frío y agachaba la mirada al momento de percatarse que los ojos de ella comenzaban a girar quizá con la remota posibilidad de posarse sobre él. Otro lunes más y Navid llegó al trabajo con la misma antipatía de siempre. Cuando checaba su entrada notó que había una tarjera con el nombre de Éire, no existía ninguna persona con ese nombre así que sólo podría tratarse de alguien nuevo. La oficina de él estaba en el segundo piso, cuando éste subía los últimos escalones sus ojos tardaron un poco en asimilar lo que vieron. Era la joven que siempre usaba la caminadora junto a él, a la que el último día se había atrevido a preguntarle la hora como medida desesperada, antes de que ella se fuera aparentemente extrañada de allí. Navid se puso rojo e hizo un ruido involuntario ocasionando que Éire volteara a verlo. Siguió caminando y fingiendo calma se acercó a saludarla. —Hola, buenos días, ¿cómo estás? Es extraño encontrarte aquí —se percató de que los ojos de Éire eran azules como el mar— El viernes pasado estabas junto a mí en el gimnasio. ¿Me recuerdas? —Hola, sí te recuerdo, disculpa por irme como me fui, tenía prisa —Éire sonrió con timidez—. Desde hoy trabajo aquí. —No te preocupes por eso…. Y… es una gran coincidencia que ahora trabajes aquí.

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—Vine a ocupar el lugar de Kendra, que se jubiló. —Es cierto —Navid se quedó mirando un instante el cielo nublado a través de la ventana—, bueno, soy Navid, ¡mucho gusto y bienvenida! —Yo soy Éire. ¡Muchas gracias! Navid había considerado regresar al gimnasio con la esperanza de reencontrarse con Éire, pero ahora que la tenía a un lado de su escritorio eso no sería necesario. Los compañeros de oficina se quedaron perplejos al verlo desinhibido platicando con una mujer. La verdad es que a él también lo había sorprendido su reacción, la conversación había sido todo un logro. El resto del día transcurrió normal, no pudo decirle nada hasta unos minutos antes de la hora de salida que de nuevo se acercó a ella. Éire se quedó esperando con semblante alegre las palabras del pobre Navid que ya no sabía cómo salir del paso. —Me preguntaba…. si…si…. comerás hoy —Navid se dio cuenta de sus tontas palabras y quiso corregir de inmediato—. Bueno… es lógico que comerás hoy, como todos los días. Lo que quiero decir es que tal vez podríamos ir juntos, conozco un lugar cerca y agradable. Así te pongo al tanto del trabajo que realizaba Kendra, claro. —Eres muy amable pero no puedo, quedé con mi mamá. Ya será en otra ocasión. —Por supuesto… por supuesto, discúlpame por preguntar así de repente, debí suponer que ya tenías planes…. Bueno, hasta mañana. Bajó rápido las escaleras, se sentía absurdo. Cuando salió a la calle comenzó a caer una llovizna apenas perceptible, eso lo animó. Le gustaban los días fríos y lluviosos. Abrió su paraguas y comenzó a caminar hacía Paddington en donde abordaría el tren, cruzaría Edgwareroad hasta llegar a Baker street, la estación en la que se bajaría para ir a la biblioteca a continuar la lectura de Los miserables. Veinte minutos después el tren llegó a dicha estación, las puertas se abrieron y la gente comenzó a bajar rápido porque la lluvia arreciaba. Navid no se movió, se había olvidado de la biblioteca. Parecía que iba disfrutando del húmedo paisaje londinense pero la verdad es que estaba abismado en sus pensamientos, intentando encontrarle una razón coherente a su soledad. Cruzó Farringdon, Moorgate y fue hasta Liverpool Street que volvió en sí, el vagón había quedado casi vacío, a excepción de una pareja de novios al fondo que no paraban de besarse, una mujer con un niño de aproximadamente cinco años al que por ningún motivo podía controlar, y un anciano que iba sentado frente a Navid leyendo La insoportable levedad del ser. Cuando Navid vio el título del libro sintió un dolor en el pecho, esas cinco palabras eran tan ciertas, al menos paras su vida. Él era un punto diminuto en el inmenso universo, un parpadeo en la vida de un Dios, una piedra que el destino

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pateaba en una sola dirección. Pensó en sus padres muertos y en su única hermana que estaba cruzando el océano. Se quedó dormido. Cuando despertó, el tren estaba llegando a la última estación, el anciano cerró el libro y se dispuso a bajar, ya no había más personas. El sol se escondía tras el horizonte y la lluvia seguía cayendo, aunque otra vez en forma de llovizna. Navid bajó del tren, compró otro boleto y subió al que partiría en dirección opuesta. Al día siguiente se levantó pensando en Éire, cuando estuvo frente al espejo la sensación de inferioridad lo dominó por completo. ¿Cómo una mujer tan bella iba a fijarse en él? Salió de su casa desanimado. Éire no estaba en su escritorio cuando llegó al trabajo, esperaba encontrarla radiante pero sintió alivio de no tener que saludarla mientras pasaba frente a ella. Fue a su escritorio y ahí encontró un papel color amarillo, cortado por unas manos rápidas que decía lo siguiente:

Espero tengas un buen día. ¿Quieres ir a comer saliendo del trabajo? Éire

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Escala de grises Nombre: Cinthia Citlali Gaspar Ruiz Facultad de Letras (UMSNH)

Estaba recordando esos días en los que solía vagar sin rumbo fijo. Prácticamente no ha cambiado mi rutina, salvo porque tengo que trabajar. He notado, desde que tengo memoria, que la gente se inclina hacia lo <<favorable>>: fama, dinero, poder, inteligencia; y así podría nombrar tantas características deseables como estrellas en el universo y con matices tan diversos como una paleta de colores. Vale decir que cualquier actitud marcada y fuera del canon equivale a <<exiliarse>> del mundo. Curiosamente —y contradiciéndome un poco— pareciera que romper el canon es crear uno nuevo. Lo he visto con mis alumnos de la preparatoria: si en los 70's y 80's la cuestión giraba en torno a lo punk, por ejemplo, ahora hay otros modelos para escoger y mientras más excéntricos sean, mejor; como si ser <<raro>> fuera sinónimo de ser único. Quizá esta observación me haga ganar uno que otro enemigo; si es declarado u oculto, es lo de menos. Lo que sí puedo decir es que por más que se trate de alcanzar un nivel alto de <<rareza>>, hay casos en los que, aunque no sea mucha, simplemente no puede ser aceptada: casos en los que llega a opacar eso <<favorable>> que se suele tener o que se busca tener. Mientras reviso los trabajos de mis pupilos, viene a mi mente mi etapa escolar. Si me baso en el supuesto de: <<Para poder entender a los jóvenes, regresa al momento en que lo fuiste>>, me echaría la soga al cuello. Primero, porque no compartía mucho con mi generación —que no es tan lejana como parece, a pesar de que hable como abuelo con bastón— salvo ese desenfrenado gusto, particular en unos pocos durante ese tiempo, por la cultura japonesa y, segundo, porque de una u otra forma destacaba demasiado por mi personalidad. Cuando uno crece aislado de alguna esfera —ya sea social, afectiva, etc— puede adaptarse, tratar de hacer un <<puente>> para conectar entre el período que se quedó y el que está ahora, pero no lograr encajar totalmente. Por supuesto, no se trata de una condena, sino de un vacío: un vacío de tamaño variable que acompaña hasta el final de los días. Hubo un tiempo de mi vida en el que la mentira y la verdad parecían tratarse de la misma cosa y el dolor no desaparecía por más que me esforzara en seguir adelante. Era una encrucijada, porque si avanzaba, me dañaba; si retrocedía, podía perderme en la desesperación y si no me movía, quedaba en el limbo.

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Se dice que del árbol partido, todos quieren hacer leña. Es cierto, sobre todo si el árbol se deja; y yo fui un árbol que no opuso resistencia. No creo en eso de que uno tiene lo que se merece. Hay veces que uno no se busca lo que se merece, pero tampoco hace algo por cambiarlo. Por ejemplo, yo no busqué que se ensañaran conmigo; al contrario, procuré llevar la fiesta en paz con mis compañeros cada vez que me cambiaban de preparatoria —que por las ocupaciones de mi padre, ocurría cada semestre—. Sin embargo, terminaban por burlarse de mí y yo no decía nada... sólo me perdía en la inmensidad de ese <<rechazo>>, intentaba continuar con <<la fiesta en paz>> y cumplía con mis deberes de la escuela. Llegó el momento, que coincidió con mi última preparatoria, en el que esa burla se convirtió en agresión, y de una <<puesta en evidencia>> se pasó a los golpes. Todos los días llegaba a casa con sangre en la camisa o con un moretón y sólo recibía llamadas de atención por parte de mi padre o la indiferencia de mi madre. La gota que derramó el vaso fue cuando descubrí que me habían robado mis objetos preciados: mi guitarra acústica y mi cuaderno de poemas. Sabía perfectamente quién lo había hecho. El motivo no lo sabía; fuera bueno o malo, siempre me tocaba la de perder. Resultó que me quejé con el director y esto encendió la mecha. Era un viernes, saliendo de clase, y los amigos de Ricardo, una de las personas que me molestaba, me forcejearon para llevarme a la bodega. La bodega era el sitio más lejano de la preparatoria. Casi nadie pasaba por ese rumbo y casi nunca la abrían. De hecho, alguna vez estuve ahí para tocar guitarra con toda comodidad y tranquilidad; pero ese día se usaría para otro motivo. Una vez estando ahí, me soltaron; luego vi a Ricardo, vi mi guitarra, vi mi cuaderno. Traté de ir por ellos y un puntapié de él hizo que estrellara mi rostro con el piso. —No tan rápido, César ¿A dónde vas? No hay prisa. —Por mis cosas —contesté guardando la compostura. — ¿En serio? No hay ningún problema —sonrió—. Nada más que antes de que lo hagas cumpliré uno de tus deseos: hacer justicia. Vamos, ven hacia mí —ordenó mientras me señalaba con el índice. Me pasé de crédulo. Apenas me dirigí a su persona cuando dos de sus amigos me agarraron de los brazos. Ricardo se acercó a mí para propinarme un gancho en el estómago. —Tal y como lo prometí, con esto comenzamos a hacer justicia ¿Alguna vez has oído eso de la basura en su lugar? Espero que sí, porque es hora de ponerte en tu lugar —comenzó al jalarme el cuello de la camisa.

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Lo que siguió fue una paliza. Apenas comenzara a quejarme o a querer hablar, me callaba con un golpe. Así duramos un rato, hasta que sangré demasiado y con dificultad podía reconocerlo. —Muchas veces te advertí que te largaras de aquí y no entendiste. Nadie, absolutamente nadie, puede ser mejor que yo ¿Entiendes? —Me jaló de los cabellos— Nadie puede usar mejor un instrumento que yo, ni superar mi talento para escribir; tampoco puede tener mejor relación con los maestros, ni ponerme en vergüenza ¡Nadie! Y sobre todo ¡nadie puede ganarme a mi novia! Yo no quería hacer nada de eso. Amaba lo que hacía y disfrutaba de los consejos de los maestros. La novia de Ricardo me parecía bonita, pero no pensaba que se hubiera enamorado de mí. Entonces, esa dualidad de mentira-verdad, caer bien-caer mal, felicidad-tristeza, cobraba un poco de sentido. Ya era suficiente. Sólo rogaba porque pudiera descansar y en ese instante, cerré los ojos... Lo que pasó después ya no importa. Me atrevo a confesar que de ser el <<hongo>> por abusos, termine siendo el <<hongo>> por miedo: la gente no se acercaba a mí porque sobreviví a una golpiza que me pudo haber matado. —César, ven a cenar —me ordena Diana, mi esposa. Es curioso pensar que alguna vez ella fue novia de Ricardo y por ese motivo evité acercarme a ella durante tantos años... lo que sigue es una historia reflejada en el presente. —Ya voy. Deja término de calificar. —Nunca cambiarás. ¿Sabes que eso te puede causar problemas? —Tal vez, pero ya me acostumbré a ellos.

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El diamante loco Jazz del catillo Hace algunas noches tuve un sueño, de esos que te dejan un sentimiento de conmoción y desquite. En ese cálido viaje nocturno estaba parada en medio de un cuarto vacío, justo enfrente de una puerta café. Estaba esperando a alguien o algo. Claro que como en los sueños no piensas, solamente actúas, como si acabaras de nacer, porque no sabes en qué circunstancias te verás envuelta; pero lo que sí sentí, y me pareció real, fue miedo y mucha curiosidad de saber por qué esperaba enfrente de esa puerta, y como en estos casos las horas se hacen minutos antes de que amanezca pues todo sucede muy rápido. Entonces tocaron la puerta, los “toc”“toc” se escucharon muy fuertes, un sonido hueco que cada vez era más ruidoso. Quise abrir la puerta de inmediato pero cuando jalé la perilla no pude, era muy pesada, como si fuera de fierro aunque era de madera, o quizá de otro material engañoso que salió de mi mente. Eso era lo de menos porque la puerta por sí sola se fue abriendo despacio. Cuando por fin se abrió en su totalidad, ¡cuál fue mi reacción! A quien veía era al genio y adorado Syd Barrett. Estaba parado enfrente de mí con una sonrisa extendida que interpreté como un gesto agradable. En sus manos cargaba una guitarra acústica, al parecer hecha de la mejor madera, se antojaba tocarla. Todo lo que había detrás de Syd estaba en blanco y negro, como una película vieja de los años cuarenta, pero él se veía transparente, de su interior salían muchas luces de colores al estilo de un arcoíris, claro que no todo era transparencia pues portaba pantalones de pana, camisa rayada y unos tenis que eran de mi gusto. Su apariencia era la de un chaval, sus cabellos desaliñados y muy oscuros le daban un toque perfecto, y su presencia inspiraba buena vibra. Sentí ganas de platicar con él, pero de mi boca no emanó nada. Fue una conexión visual y auditiva entre ambos. Syd entró al cuarto sonriente y, sin hablar ni parpadear comenzó a tocar la guitarra. Mientras sus dedos producían notas musicales, entonaba la canción Ifit in you, pero esta vez sin equivocaciones, ni pausas, no como la versión que grabó en su disco TheMadcapLaughs de 1970, que apenas y pudo cantarla. Ya no más lamentos de Gilmour, Roger, Rick y Mason, quienes dijeron alguna vez que a Syd lo habían visto muy mal, que ya no era el muchacho simpático y positivo que conocían. Tal vez si ellos estuvieran aquí —pensé—, se hubieran llevado el chasco de su vida, porque al verle tan lúcido y asertivo, sonreirían por el regreso del viejo Syd. Parecía que pedía otra oportunidad pero para oportunidades ya era muy tarde, a lo mejor me dio a entender que esta vez ya no habría más drogas ni otro tipo de problemas que echaran a perder su música. Pero a quién quería sorprender si todo estaba hecho. ¿Qué no se daba cuenta que fue una legendaria estrella que iluminó a los Pink Floyd en su camino? Syd continuó cantándome, me olvidé de esos tapujos pensando que ya había entendido su mensaje. Lástima que mi sueño duró muy poco, pues en cuanto terminó de tocar me hizo una

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señal de que mirara debajo de la puerta, ahí estaba un sobre, me acerqué para verificar que era una de sus cartas que solía hacerle a todo el mundo, después se escabulló y no volví a verlo. Pero en realidad era que había despertado gracias a mi vecino y la canción Adoro del grupo Bronco. La voz semi varonil de Lupe Esparza se escuchaba casi casi como si me cantara al oído. Tumbada en la cama, me sentía atarantada por ese sueño tan excitante, mi cabeza no podía dejar de pensar en esa carta, tal vez sueñe la segunda parte y así pueda leer el mensaje de Syd. Lo que de plano se me quedó grabado fue que tenían mucha razón el Gilmour y el Roger al querer tanto al muchacho, al seguirlo extrañando, incluso hasta dedicarle muchas de sus canciones, quizá gracias a él conocieron una nueva forma de crear música. ¡Y cómo no le vamos agarrar cariño si hasta yo me deleité cuando se apareció en mi sueño! Siempre he olvidado los sueños, pero éste constantemente lo recuerdo. Después de todo, sigue brillando el diamante loco… sigue brillando.

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Sí me puedo quejar Ana Karen Martínez Méndez Ingeniería Bioquímica del Instituto Tecnológico de Morelia

Mis pies ardían porque mis zapatos escasamente los protegían de aquél camino tan maltrecho. Mi madre quería escapar de ese pueblo lo más pronto posible, antes de que mi padre se despertara, ella estaba cansada, y a pesar de que no pasaba los veinte años su cara estaba realmente marcada, no sólo con cicatrices de los golpes, también por el miedo y la soledad. Vaya usted a saber porqué tardó tanto en decidir salir de ahí, quizá los comentarios de mi abuela: “La mujer esta pa’ aguantar a su marido, no importa que te trate como perro”, la habían retenido, o tal vez haya sido el hecho de que no tuvo la oportunidad de estudiar ni la educación primaria porque: “El estudio no sirve más que pa’ pura chingada”, como usted se imaginará, en un pueblo pequeño lo que más peso tiene es tener manos fuertes para trabajar la tierra y cuidar a los animales, claro está, en caso de que se tenga la fortuna de contar con tierras y una o dos vacas. El hecho es que mi pequeña familia estaba condenada, con un padre alcohólico y una madre que vivía presa del miedo, sometida a las costumbres machistas de un rancho y a una comunidad escasamente educada. Cuatro años tenía yo en aquel entonces cuando mi madre, después de varios golpes en el estómago y recibir dos botellazos en la cabeza que de suerte no la mataron, aprovechó que mi padre dormía cediendo a la botella de mezcal que acababa de vaciar para salir corriendo conmigo de la mano. Llegamos a la ciudad, mi mamá no tenía familia fuera de ese rancho infernal por lo que anduvimos vagando de plaza en plaza, de puente en puente, siempre encontrando en el camino uno que otro bastardo que se trataba de aprovechar de mi joven madre. En los días de suerte, alguna mujer de alcurnia le daba a lavar decenas de ropa, que aunque mal se la pagaba ella cumplía con la tarea con tal de tener unos cuantos pesos en la mano para comer. Luego de un año, a mi madre la contrató una ama de llaves para que se hiciese cargo de lavar y planchar, ahí nos dieron alojo por cerca de cinco años. Con el sueldo bien nos bastó para comer e incluso tuve la oportunidad de ir a la escuela. Cuando cumplí los diez años los dueños de la casa se fueron a la quiebra; volvimos a la calle. Al poco tiempo mi madre empezó a trabajar en una lavandería y ahí terminó hasta sus últimos días. No puedo quejarme, jamás me hizo falta nada; con sacrificios y a pesar de los malos infortunios pude ir a la escuela e incluso me permití tomar uno que otro curso extra, tuve varios reconocimientos por ser la primera de mi clase, me gradué con honores de la universidad, tomé varios diplomados, acredité exitosamente dos idiomas. Siempre me esforcé para retribuir a mi madre el esfuerzo por tenerme estudiando. Eso señor, es lo que me tiene hoy aquí pidiendo empleo, creo que estoy ampliamente preparada para el puesto.

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—Lo siento, señorita, aunque realmente me impresiona su currículo, no es apta para el empleo. — ¿A qué se refiere con que no soy apta para el empleo? —Verá usted, como decirlo… No encaja en nuestra empresa, digamos que nuestros empleados tienen “ciertos rasgos” a los cuales nos apegamos. — ¡Ah! Ya veo, lo que usted me quiere decir es que como mi tez no es clara, soy baja de estatura, no soy esbelta y pertenezco a una cultura indígena, no soy apropiada para el trabajo. Creí que eso no sería evaluado dado que su empresa es de prestigio y que el puesto al cual aspiro ni si quiera tiene un contacto directo con el público. Ahora con esto puedo corregir lo dicho anteriormente, sí me puedo quejar, porque sí me hizo falta tener un lugar en mi propio país, me hizo falta nacer en una clase privilegiada para que mi madre fuera respetada por los hombres y evitar los abusos que sufrió, para que me fuera más sencillo obtener educación, para evitar la discriminación de mi propia gente, para poder hoy obtener un empleo al que esto y más que calificada; mejor dicho, me hizo falta nacer en un país donde no se desprecie a su propia gente. El gerente esbozó una sonrisa sarcástica, se levantó, abotonó su saco y le tendió la mano. Ella se levantó sin si quiera mirarlo y salió sin decir una palabra más.

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No soy Dios, a veces Jesús González Mendoza Esto me afecta más de lo que debería suponerse: el que tenga hormigas en el culo que no se siente a leer, que lleve de excursión a sus hormigas. Juan Villoro

Si no quieres leer esto, espera a que salga la película. ‫٭‬

No acostumbro andar por la calle diciendo que me gusta leer; pero cuando alguien, por alguna extraña razón se entera, y esta persona no es lectora, lo que sucede se rige por el mismo patrón lógico. Sin duda, me pediría que le recomiende algún libro; cosa que hago sin esperanza. Normalmente no lo lee. También me diría que le preste uno porque es incapaz de comprarlo: «Loslibros-son-muy-caros». ‫٭‬

Iba con dos amigos, salíamos de C.U Era una tarde en la que no tenía nada que hacer: acompañaba a uno de ellos. Vi un puesto, de esos que se ponen en la banqueta, donde venden libros como si fueran chicles o cigarros. Me le quedé viendo, sin detenerme, por si notaba algún título que me gustara. Uno de ellos se dio cuenta; dijo que quería empezar a leer pero que no sabía por qué libros empezar. Me pidió que le recomendara uno. Hice la interrogación de «qué tipo de historias te gustaría leer», «qué películas ves». Al final, le recomendé Carta de una desconocida. El otro que iba con nosotros es del tipo de personas que no sabes cómo decirle que no te cae. De los que tienen cara de «golpéame, por favor». De inmediato se metió a la conversación: «Ah, sí. Es un libro en el que dos desconocidos se escriben cartas». Le dije que no. «Pero al final se conocen y se casan.» «No.» Siguió inventando partes del libro y mis respuestas fueron negativas. Después se justificó con «es que no lo leí todo, sólo como unas cien páginas». Ya no dije nada; era obvio que no lo había leído: el libro no tiene ni cien páginas. ‫٭‬

No leo porque no tengo tiempo.

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Estuve estudiando algunos semestres en una ingeniería civil. Por lo regular, ahí son escasas las personas que tienen el hábito de la lectura; los maestros acostumbran ofender a los alumnos diciendo que son unos ignorantes, que no leen, que tienen pésima redacción y ortografía. Aunque ellos no lean ni tengan una escritura pulcra, pero esto es un secreto. Una maestra nos preguntó que si alguien del salón era miembro del Mensa. Nos explicó que era algo así como una logia elitista donde estaban las personas más inteligentes del mundo. —Todos con cara de ¡oh!— Que para poder entrar sólo teníamos que tener un coeficiente intelectual superior a los 120 puntos, aunque, en realidad, son 130. Nos dijo que todos ahí teníamos un ci de por lo menos 110. «Por eso, ustedes no tienen ningún impedimento para que se sepan el nombre de todos los elementos de la tabla periódica o la lista de quienes han recibido el Nobel.»Hasta ahí todo iba bien, perfecta mentirosa. Levanté la mano con cara de sabelotodo. «Dígame, ingeniero.» «Discúlpeme, maestra, pero usted no se sabe la lista de todos los Nobel, son como quinientos.» Empezó a titubear: «Bueno, me sé los que me interesan, los de Literatura y Química». Al final de la clase le dije: «Doctora, ¿conoce a Yasunari Kawabata?». Me contestó que no y le expliqué que fue el primer Nobel de Literatura del Japón. ‫٭‬

Las personas que leen, ciertamente, son más inteligentes. No sé ustedes, pero cuando me encuentro con alguien que lee mucho, me siento iluminado, humillado y asombrado. Ese tipo de personas resaltan de las demás; pareciera que cargan una aureola que los diferencia del resto de los mortales. De inmediato, resaltan palabras entre su habla que suenan musicales; su jerga cotidiana es grandísima, usan palabras como bursátil y, básicamente, plagan sus oraciones de adverbios que terminan en mente y demás marcadores discursivos. Es un verdadero placer estar con ese tipo de personas. Todos deberíamos leer. De verdad, el que inventó eso no tenía idea de lo que decía. Nos han hecho creer que las personas que leen son seres supremos, que dominan de todos los temas. No. Eso no es cierto. Lo hacemos porque nos gusta, no porque queramos ser más inteligentes. Tampoco significa que vamos andar por ahí hablando como si fuéramos catedráticos. También hacemos del baño y comemos. No somos dioses; bueno, a veces no lo somos. ‫٭‬

Yo leo porque quiero escapar del mundo, porque estoy cansado de la realidad; es mi forma de huir. Me aburren las personas y prefiero esos extraños seres de tinta. Cuando voy a una fiesta, estoy pensando en que quiero leer. Al abrir las páginas de una novela, olvido por completo el mundo, que todo es una mierda. No pienso en la Franja de Gaza ni que el doctor Mireles está en la cárcel o en las

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reformas estructurales implementadas por este gobierno; eso no me importa en lo más mínimo: amo los libros. Quisiera que los personajes fueran reales y poder andar por las calles con ellos, contarles mis penas. Eso, queridos, es otra gran mentira: el otro extremo. Hay quienes me han dicho «Sólo no te olvides de la realidad; recuerda que tienes una vida». La literatura no sirve para olvidarse de la realidad —estamos hablando de buena literatura, claro está—. El arte de la palabra, como todo arte, sirve para sensibilizarse ante lo real, para saberlo apreciar; para cobrar conciencia de dónde se está, de dónde se vive. Tampoco quiere decir que seamos seres retraídos. También salimos a la calle y festejamos los fines de semana. ‫٭‬

No me gusta leer; está de moda. ‫٭‬

Las personas que se hacen llamar adultos acostumbran pararse en su púlpito y criticar que la juventud de ahora ya no es como la de antes: «Los jóvenes de ahora ya no leen; se la pasan en la computadora y el celular». Pero, lo curioso, que varias de las veces que he oído este tipo de comentarios son hechos por personas que en su vida han leído un libro. «La música de ahora ya no es como la de antes.» «Las mujeres ya no son como las de antes.» Los hombres. La cerveza. El amor. Esto tiene un nombre, creo que es un síndrome; ahora no lo recuerdo y me da flojera preguntarle a Google. Es verdad que se lee poco; que cada vez se lee menos. La literatura no se siente como el futbol o las canciones de Arjona. Cada vez hay más cosas en las que las personas se entretienen y terminan —terminamos— dejando la lectura en último plano. Sin obstar, esto no es exclusivo de la decadente juventud actual; conozco pocos adultos que acostumbren hojear un libro antes de dormir. Conozco más pubertos que lo hacen. Asimismo, que estemos en la computadora no significa que estemos haciendo algo improductivo. La literatura evoluciona; bueno, no: evoluciona la forma de leer. Gran cantidad del contenido literario que consumo es en Internet. ‫٭‬

Yo no leo los libros, sólo busco las reseñas en Google para poder opinar sobre ellos.

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Si yo pudiera María de los Ángeles León Valero María miraba por la ventana de aquella casucha endeble con techo de cartón. A lo lejos contemplaba a unos niños que jugaban. Corrían, se divertían imitando malabarismos y suertes. Por esos días se encontraba cerca de ahí un circo; recién se había instalado montando sus altas carpas y dejando ver a los animales en sus respectivas jaulas. Los actores del circo en algunas ocasiones solían ensayar al llano y dar así una función gratuita a todos los chiquillos que los admiraban y adulaban con sus gritos. María lograba distinguir desde su lugar algunas cosas, mas su atención la situaba en una niña vestida con un disfraz de perro que salía tomada de la mano de un payaso, un hombre alto corpulento bien maquillado con su gran nariz roja. Era claro que no alcanzaba a escuchar los diálogos pero los inventaba. El payaso se situó bien seguro y tomando un gran aro indicaba a la pequeña disfrazada de perro. — ¡Y ahora el gran salto de la pequeña cachorrilla atravesando este aro en llamas, corre peligro su vida pero con la gran valentía que tiene saltará dócilmente, para caer sobre esta gran fuente de globos! La niña muy ágil y graciosa corría a cuatro patas y se preparaba para hacer su salto, tomaba distancia para correr con fuerza e iniciaba la carrera, cuando parecía que brincaría el hombre quitaba el aro y la chiquilla caía sobre el montón de globos de harina que al romperse producían una gran nube de polvo blanco y, al disiparse mágicamente la niña aparecía vestida como una linda princesa de cuentos de hadas. Cada vez que ensayaban era un número distinto, pero en cada uno de ellos María imaginaba ser la protagonista, anhelaba poder ser parte de aquella hermosa familia circense. — ¡Si yo pudiera! —murmuraba con sus ojos llenos de lágrimas. Volviendo el rostro a sus piernas inertes sobre aquella silla de ruedas, el último acto que hizo cuando se creyó la mujer maravilla lanzándose desde la azotea de su casa, la había dejado postrada, ahora solo podía soñar.

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Camino Ixchel Aguilar Taller de Creación Literaria y Fomento a la Lectura Casa de la cultura de Morelia Sonó de nuevo el reloj anunciando las doce del día, de un día diferente al anterior. Sin embargo el Líder no conoce de días, ni de horas. Él es excepcional y perfecto. El hecho de que eligiera a Nate para acompañarle esa tarde, debió hacer surgir en el niño un sentimiento de exclusividad combinada con fascinación. Pero cada vez que el Líder entraba en la habitación, el niño intentaba hacerse invisible, que nadie lo notase. Él no sabía de devoción o sacrificio, ni nada que se relacionara propiamente con la espiritualidad. Él sólo sabía que una tarde con el Líder era dolorosa, incomprensible y silenciosa en un sentido inexplicable. Cuando por fin el Líder lo señaló, le dirigió una morbosa sonrisa llena de whisky la cual fue contestada por el niño con un tímido y forzado gesto de alegría. Posteriormente, el adulto estiró su mano en señal de acompañamiento. Salieron del salón de catecismo, en la segunda planta de un edificio de hormigón y madera parecido a una correccional, disfrazado de escuela. No obstante Nate no conocía de correccionales, ni escuelas. Había nacido seis años atrás dentro de esa comunidad, gracias a esto, él conocía de plegarias, faenas duras y abnegación hacia Dios. Debajo de ellos se alcanzan a percibir los cánticos que provienen de donde el niño sabe que se encuentra su madre y su padre glorificando a su Dios. El Líder dirige en silencio a Nate hacia el baño más retirado, abre la puerta y después de cargarlo y acomodarlo sobre el mueble del lavabo le dice mirándolo a los ojos: Lo que está por suceder, es obra del señor. Esta es la voluntad de Dios. Y lo que pase aquí, está entre tú, yo y él para toda la eternidad. Por la noche, Nate regresa al pabellón donde generalmente duerme su familia. De seis hermanos, sólo hay cuatro presentes. Los dos mayores y su padre, participan en las labores nocturnas cotidianas. A veces limpian los huertos y otras veces hacen hoyos lejos de la comuna a la mitad del campo. Desollar animales o partir troncos durante la noche es una labor normal para los hombres de este lugar. A estas horas, también es común que se alienten con una taza de café con whisky y, entre risas, se repitan la frase: dormir es para débiles. Las escrituras dictan que sólo el trabajo duro te hará libre y con esto en mente las faenas se pueden volver interminables. Para acercarse a su madre, el niño tiene que esquivar piernas y brazos en una colchoneta colocada en el piso y casi del tamaño de la habitación. Ella yace dormida bajo el abrazo de un hombre que no es su padre. También se ve forzado a luchar para que una adormilada señora de aproximadamente cuarenta años sea parte, y así poder dormir entre los brazos de su madre. En la comunidad hay doscientas diecisiete personas, sin incluir al Líder. En esta habitación acolchada sólo duermen veinte, no todos son familia directa de Nate, sin embargo eso aquí no importa ya que todo se comparte, comida, labores, cama y hasta los baños.

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A las tres de la madrugada Karol se despierta a causa del alboroto. Normalmente su hora para salir de su colchón comunal es a las cuatro, ya que el culto se celebra a las cinco, a las cinco y media se desayuna para que a las seis todos estén en sus labores habituales. Pero hoy se ha despertado alarmada por el ruido, se percata de que todos los presentes están allí por ella y su familia. Le hablan de bendiciones, cantan y bailan salmos alrededor; aún amodorrada, no alcanza a comprender lo que sucede. El Líder tuvo una conexión con Dios la tarde anterior, mientras adoctrinaba a su hijo Nate. Y por la madrugada, la revelación se concretó. Hoy el culto se celebrará más temprano para dar las noticias a la comunidad. Entre cantos, risas y júbilo general se rumorea que ya ha sido asignada la tarea a este pueblo de dios. Hay que llevarla a cabo para que a la brevedad toda la comunidad pueda trascender a un plano superior. Mientras le comunican la noticia, Karol comienza a tentar las colchas con las manos en busca de Nate que en un intento por huir de la súbita fama se ha cubierto con montones de tela. Cuando por fin logra sacarlo, lo carga muy alto para que todos vean el orgullo de su familia. Entre la algarabía de la madrugada ella se pregunta la razón para que un miembro de su familia haya sido el bienaventurado asistente del Líder. Estaba consciente que existían habitantes más disciplinados, más trabajadores y más devotos que Nate, sin embargo, no había duda, Dios lo había elegido. Dios eligió a su hijo. — ¡Hermanos! Por fin llegó el final de la espera. Dios nos ha asignado una misión, todos seremos parte de este perfecto plan diseñado por él. Únanse a mí y juntos trascendamos al siguiente plano de la existencia. La comunidad comenzó a salir de su letargo, provocado por la falta de sueño, y se escucharon sutiles aplausos que apoyaban las palabras del Líder. Al ver que la respuesta de sus seguidores no era la que él esperaba, dio un largo trago de una botella sin etiqueta, aspiró vigorosamente de un cigarro hecho a mano y a continuación volvió a tomar la palabra. —La razón que me llevó a concebir esta comuna, fueron ustedes; mis seguidores, que no podían escuchar la palabra de Dios en un mundo tan caótico, por eso los alejé de sus guerras, su racismo y todos los males que dañan al espíritu. Los presentes demostraron con aplausos y gritos que le agradecían aquella, su tierra prometida. El Líder levantó las manos en señal de gratitud y después de unos segundos, para llamar a la calma. Prosiguió: —Hoy… tristemente les comunico que esos males nos han alcanzado. Fuera de estas paredes, las grandes potencias están en guerra y la guerra quiere poseer nuestra pacífica comunidad. Pero nosotros no nos cruzaremos de brazos ¿verdad? —preguntó intensamente—. Nosotros defenderemos a nuestra familia y todos los sacrificios aquí concebidos para Dios. Porque, no es momento de dudar. Y con él de nuestro lado nada puede vencernos. Si llegasen a vencer nuestro

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cuerpo físico, jamás tendrán nuestra alma. Ellos no saben que nuestra convicción es que trascenderemos apaciblemente con Dios. El santuario en el cual estaban todos reunidos, se convirtió súbitamente en un pandemónium de júbilo después de pronunciadas estas palabras. El Líder, sosteniéndose fuertemente de las orillas del atril observó satisfecho a toda su congregación. Mantuvo esta postura por varios segundos, asegurándose de que todos los presentes simpatizaban con él. Después reanudó su disertación. —Perdí el interés en este mundo terrenal y estoy seguro de que después de estas noticias que nos llegan del mundo exterior, ustedes pueden confirmar que afuera no hay nada más que caos y destrucción —hizo una pausa para confirmar la intranquilidad en las miradas de sus oyentes—. Pero no teman, ayer comprendí las visiones que Dios me estuvo mandando en estos últimos meses. Me pedía que los protegiera de las guerras. Y yo, su humilde representante en la tierra, simplemente lo asistí. Ahora tenemos una defensa impenetrable. Éste es un momento ineludible en nuestra fe. ¡Síganme cuanto antes al final y les prometo un victorioso desenlace que nos lanzará a la gloria! El griterío se apoderó de nuevo de la habitación, miembros bañados en lágrimas juraban seguirlo hasta las últimas consecuencias. Pero entre todo el alboroto se podían ver algunas caras llenas de inquietud y miedo, que rápidamente fueron disimuladas con un falso éxtasis. —Para sacar mayor provecho, he concebido una táctica eficaz basada en las habilidades particulares de mi pueblo. Ésta sólo fallará si su espíritu es alimentado con el miedo y la duda. A la salida del santuario se encuentran miembros que les indicarán con quién reportarse para que sus tareas les sean asignadas a la brevedad. Pueden retirarse, mi espíritu los acompaña. Cuando terminó de pronunciar la bendición a sus seguidores se dirigió al miembro de su derecha y dijo en voz baja: “Nate, tráeme a Nate”. Mientras el santuario se despejaba, un hombre alcanzó a Karol y al oído le comentó los deseos del Líder para con su hijo, la mujer se hincó frente a Nate y le dijo muy seriamente: —Ahora te irás con el Líder, recuerda que todos estamos orgullosos de ti. No olvides hacer todas tus oraciones y asistir al Líder en todo lo que necesite. Acto seguido le dio un abrazo fuerte y largo. El niño gimoteó quedamente, a lo que ella le respondió con una calmada sonrisa llena de paz. Pero en cuanto el niño, tomado de la mano del hombre, le dio la espalda y comenzó a alejarse, la total abnegación comenzó a desvanecerse del rosto de la mujer. Karol fue asignada a juntar toda la comida, medicinas y cualquier cosa que pudiera serles de utilidad durante su defensa. Todo fue transportado al santuario, en donde se resguardarían los niños y las mujeres. Ya que el inmueble sagrado estaba elaborado completamente de piedra y ubicado en la

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parte trasera del predio donde la muralla, que rodeaba a la comunidad, era más alta, se decidió que sería el centro de comando. Cuando la mujer entró, encontró a su esposo junto con otros hombres tapiando puertas y ventanas. Fue entonces cuando Karol comenzó a dimensionar el tipo de hostilidad de la que sería presa su comuna, pero antes de que la idea pudiera asentarse por completo en su mente se anunció por los altavoces que, en parejas, irían pasando al huerto donde se grabarían los testimonios para generaciones posteriores del pueblo elegido por Dios. Motivada por la idea de pasar a la historia, la mujer, que no había descansado desde la madrugada, continuó como autómata su tarea de transportar víveres. A las dos de la tarde, justo después de haber degustado lo que sería su último alimento, le tocó el turno a Karol de grabar su testimonio. —Habla de cómo era tu vida antes de la comunidad, tus aprendizajes y amistades aquí y finalmente comenta cómo te sientes respecto al plano al que vas a trascender —le sugirió el miembro encargado de la grabación. Hacía veinte años que Karol no veía una cámara de video, la última vez que ella recordaba que la hubieran grabado con un artilugio de este tipo fue en sus quince años. Por aquel entonces, el dispositivo era una novedad y la gente no sabía cómo reaccionar a su presencia, así que toda su familia se congregó en el jardín y posaron como si fueran a tomar una foto. Cuando por fin tuvieron la oportunidad de ver la grabación se percataron, entre risas y bochornos, que su actuación había sido de lo más patética y decidieron que la próxima vez actuarían más naturalmente. No hubo tal. Karol se unió a la comunidad dos años después, cortando toda relación con su familia y con el exterior. No sabía si sus padres aún vivían, ni qué había sido de sus hermanas. Para ella, el mundo podría estar dominado igualmente por rusos o argentinos y no lo sabría ya que esa información jamás entraría a la comuna. La única manera para actualizarse con respecto al exterior era cuando se anexaban nuevos miembros. Pero ellos entraban con la fija idea de un mundo caótico donde la espiritualidad estaba devaluada y sólo buscaban alejarse de eso. Ahora con su testimonio divulgaría al mundo que esta comunidad era el lugar ideal para vivir, criar hijos y disfrutar de una vida plena. Y por fin tendría la oportunidad de actuar naturalmente frente a la cámara. Todo el mundo los escucharía porque ahora serían mártires. Aún observando la cámara, Karol detuvo todo pensamiento al asimilar la finalidad de la grabación. Repitió la palabra "mártires" en su mente. Estaría muerta. Se preguntó si su alma iría al cielo o al infierno, también cómo sería su juicio. No podría irle mal, ya que era la madre del niño elegido. En el momento en el que su mente comenzó a evocar a sus hijos y el final de cada uno de ellos, el camarógrafo le indicó que era su turno. A las once de la noche los altavoces llamaron a la comunidad a congregarse en el patio principal. El Líder daría su último discurso, deseaba transmitirle en vivo al mundo las creencias que se vivían ahí. Quería que vieran que ellos eran pacíficos y que estaban siendo provocados por el mundo

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exterior, así que se les permitió la entrada a dos reporteros con sus respectivos camarógrafos. Poco comprendía Nate de transmisiones e ideales, él sólo intentaba asimilar el hecho de estar al frente de una muchedumbre. Al niño nunca le había gustado ser el centro de atención en nada. Cuando los niños se juntaban a jugar, él se escondía entre las faldas de su madre. Prefería las actividades que involucraran flores de hermosos colores y el silencio del campo. Vivir en una comunidad cerrada no ayudaba mucho a gente introvertida como Nate. Todo lugar al que iba estaba lleno de gente a todo momento. Solía conseguir un poco de paz cuando se encargaba del huerto destinado para flores de ornato. —Saldremos en tres minutos, atento niño. Tienes que estar muy sonriente porque el mundo entero tendrá los ojos en nosotros —le comunicó el Líder. El niño comenzó a sentir un nerviosismo inexplicable. De un momento a otro aparecieron tres mujeres para cambiarlo de ropa, limpiarle la cara y peinarle sus rebeldes rizos color bronce. Observó que el Líder daba vueltas iracundamente de un lado otro con una botella en la mano y un cigarrillo en la otra. Por momentos detenía su confinado andar para aspirar polvo blanco de una mesa al centro de la habitación, la cual estaba abarrotada de armas y gente atareada por alguna labor que el niño desconocía. Nate preguntó por sus padres a una de las encargadas de asearlo, a lo que ella contestó que estarían afuera esperando con ansias ver su aparición con el Líder, le reiteraron que en todo momento debía sonreír para enorgullecer a la comunidad. Esto sólo hizo que su estómago diera un vuelco, aun así en su cara apareció la sonrisa que siempre tenía preparada para los momentos en que tenía que rendir culto a Dios. Él sabía que si esa sonrisa no le parecía genuina a los adultos pasaría dos días encerrado en un armario, rodeado con una malla que no le permitiría sentarse hasta que aprendiese que la obediencia al Líder era indiscutible y sólo volvería a amarlo si él le ofrecía su sacrificio. Repentinamente el Líder sujetó con violencia su mano. Cuando el niño lo observó detenidamente pudo apreciar la transpiración acumulada en su frente, nariz y cuello. Aunado a esto, una rabiosa sonrisa con un aire de maldad se dibujaba en su rostro, que de momento era irreconocible para él. Las mismas tres mujeres que habían acicalado a Nate rodearon al Líder y en un momento su cara había cambiado, ya no se notaba el sudor, su rostro se veía completamente limpio de imperfecciones y sus labios perfectamente rosados. Su semblante volvía a ser el de siempre, carismático y risueño. Volvía a transmitir seguridad y esto perturbó un poco al niño. —Pase lo que pase, no te separes de mí —le ordenó el Líder. Cuando salieron a escena, la gente los vitoreó con júbilo. Nate distinguió unas luces que de vez en cuando centelleaban desde unos aparatos negros que portaban dos individuos que nunca había visto. Detrás de ellos otros hombres, que tampoco reconocía, cargaban una versión más grande y pesada del aparato que portaban los primeros, con una luz que nunca se apagaba y que en todo momento los apuntaba a él y al Líder. Tras llamar a la calma el Líder apretó más fuertemente la mano de Nate y comenzó a dar su mensaje, sus palabras resonaban enérgicamente por todo el recinto.

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Toda la comunidad, sin excepción estaba presente, guardaban silencio y le dedicaban su entera atención. El único ruido notable era el de las luces que resplandecían por segundos para luego desaparecer. El niño, con su adiestrada sonrisa en el rostro, comenzó a buscar a sus padres y hermanos entre el gentío. Cuando por fin logró ubicarlos, notó que mientras su padre estaba absorto en el mensaje, su madre le urgía con la mirada para que le prestara atención. Cuando los dos se vieron directamente a los ojos, el forzado semblante de Nate cambió a una genuina sonrisa dirigida a su madre. Ella, al momento lo notó y le regaló otra de vuelta junto con un sencillo movimiento de dedos a manera de saludo. El niño contestó tímidamente con su mano el saludo. Las luces resplandecieron atropelladamente ante este gesto. Ni Nate ni Karol pudieron haber previsto que ese momento de singular intimidad entre ellos desencadenaría los impulsivos celos del Líder. El mundo dejó de ponerle atención a él para posar sus ojos en algo tan vulgar como un niño saludando a su madre. Karol cerró los ojos un momento mientras concentraba todo su amor en forma de beso en la punta de sus dedos, cuando los abrió y soltó el beso dirigido a su hijo, vio la sonrisa más inocente y perfecta en la cara de su hijo. De reojo notó que el Líder sacaba algo de su abrigo. Al recibir el intangible beso que su madre le había mandado, Nate sintió una tranquilidad inexplicable, lo cual le hizo sentirse un poco abochornado por su tímida actitud momentos antes de salir a escena. Ahora más calmado, el niño inspeccionó rápidamente a su atento público para después volver a posar la vista en su madre, que inesperadamente lo observaba con una desfigurada cara de terror. Antes de que Nate pudiera reaccionar, sintió un violento jalón que lo obligó a acercarse al Líder. Este lo abrazó por detrás y gritó decididamente: — ¡Nosotros no violentamos, ni matamos, estamos defendiendo a nuestra familia en un acto de protesta. Comprendemos que lo que aquí se gestó repercutirá en la historia. Esta es la prueba de que nos iremos dignos, tranquilos y sin miedo! —a lo lejos sonó el reloj apuntando las doce de la noche, de un día diferente al anterior. “LÍDER DE SECTA ASESINA NIÑO DURANTE TRANSMISIÓN EN VIVO”. “Después de dispararle a un niño durante la transmisión en vivo ayer por la noche, el auto nombrado líder de una reservada secta llamó a toda su congregación, de doscientas diecisiete personas, a levantarse en armas en contra del ejército que, a las afueras de la comuna, esperaba su turno para actuar. Hacía varios meses que este hermético movimiento religioso, conocido como Camino, se encontraba bajo el escrutinio público ya que algunos desertores habían iniciado acciones legales en su contra por abuso de menores, robo de identidad, cultivo y distribución de drogas y también se le asocia con la desaparición de varias personas. Los criminólogos presumen que después de dos horas de enfrentamiento con el ejército, los pocos sobrevivientes, junto con su Líder decidieron envenenar a los niños con una mezcla de jugo de uva y cianuro, para después beberlo ellos mismos en lo que el cabecilla llamó un ‘suicidio revolucionario’. ‘A los pocos que resistieron el veneno les brindamos ayuda, ellos nos pedían que

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contactáramos con su familia... otros se arrepentían de haberse recluido ellos mismos y a su familia en un lugar así. Por más que nos esforzamos, no hubo ningún sobreviviente’, comentó el Teniente General encargado de la movilización. Terminadas las autopsias, la policía pondrá a disposición de las familias los cuerpos de sus fallecidos, junto con algunas grabaciones que los otros miembros activos de esta secta, grabaron a manera de testimonio. ‘La vida en la comunidad era hipócrita, corrupta y depravada’. Comenta a este diario una de las desertoras. ‘No podías ver estas características de primer momento porque te lavan el cerebro... y no puedes pensar por ti mismo ya que te mantienen perpetuamente fatigado’, concluye la mujer que logró escapar hace aproximadamente dos años. La identidad del supuesto enviado de dios, sigue sin esclarecerse. Sin embargo fueron encontrados diarios...”

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Poesía

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Dentro y fuera

Alborada fría, ocaso incierto,

Negra existencia es la vida marginal:

esperanzas, lágrimas contenidas

una impotencia viviendo entre prisas,

entre el sudor y polvo del desierto.

exigiendo dignidad y trato igual.

Ahí hay voces de vidas anheladas.

Hasta las líneas son negras cenizas.

Grandes esperanzas que danzan sones:

Se agotan de ansiedad por ser o estar.

tropiezan y caen en simas perdidas.

Atrás quedan deseos hechos trizas.

Árido abanico en los corazones,

Ya no existe sonido en los pasos

sin respeto ni amor. Palabra muda.

por una discriminación callada,

Dentro y fuera sendas marginaciones.

sólo quedan huellas y cruce de brazos. Cascada de pobreza, alma machacada,

Prisión es una palabra muy aguda,

alborada fría, ocaso incierto,

espejo, daga, canon o punzón,

sea dentro o fuera. ¡Qué más da!

señalando una brecha puntiaguda.

Todos piden gran consolación y justicia. De hinojos al final. Más que palabras, realidades son.

Amparo González Aguilar

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Awá

Soy la sangre de la tierra,

Brindo a ti un abrazo

alma ¡Vida que dimana!

con mi honesta dilección; propongo cambiar la dirección.

Protesto contra la guerra, ¡detente ya raza humana!

No destruir; edificar, amar con toda libertad,

Para hijo de negarme,

el origen dignificar.

soy tu raíz y tu hogar, deja ya de infligirme,

Recuperar la identidad.

frena ya mi dilapidar. Mario Apolo Acosta Covarrubias ¿Por qué disocias hermano?

El marginado ¿Por qué causas sufrimientos? Había pensado Si también eres humano,

en perder la marginalidad,

también tienes sentimientos.

pero siendo honesto, terminé por marginarme

De nada sirve luchar,

cuando vi

hoy mi voz por la paz alzo,

una sociedad marginal

el camino es educar.

afuera de mi marginación.

Mauricio Dueñas Facultad de Contaduría de la Universidad Vasco de Quiroga

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La gallina de Ocumicho y el diablo

UNO

Ver las patas del cornudo

Entra la noche en el pueblo,

impresionó a mi vecina,

nadie se puede dormir

una es de toro burdo,

y todos con crucifijos

la otra de gallina fina.

se dan ánimo a salir. Ese pueblo michoacano

CUATRO

quiere dejar de sufrir.

Se conoce como erótica del pueblo la tradición,

DOS

porque el pecado lo esconden

Cuenta todita la gente

bajo gallina en sillón,

que iba y venía con cuernos,

y enseñando desnudeces

molestaba a los amigos

fingen que hacen el amor.

que ya no andaban tan cuerdos. Veían y salían corriendo

CINCO

huyendo del diablo viejo.

A la gallina la venden siempre muy bien escondida,

TRES

y con lo que de ella sacan

Ocumicho es el lugar

come toda la familia.

donde peca una gallina,

Los que apenas van creciendo

porque le tapa el pecado

la reciben como herencia,

a los que el diablo domina.

así no falta comida tampoco la subsistencia.

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Cinco veces Cinco SEIS Y su herencia es trabajar

Cinco veces cinco.

gallinas hechas con barro,

Número juguetón, se desdobla en dos: blanco y rojo.

aunque por hoy los muchachos prefieren andar en carro. Hacer gallina es de “loco” aunque les dé de comer,

Luego se fusiona en uno y se vuelve negro, misterio, oscuridad, infinito, vacío, umbral de los secretos.

de “gallinas de Ocumicho”

Escaleras, puertas a dimensiones, líneas liminares.

ya nada quieren saber.

De pronto… ¡Explosión! Maria Reyes

Se quiebran los vidrios, se desmorona el suelo, las paredes caen en picada en forma de espiral. Se despliegan las alas, múltiples plumas se disponen al vuelo. Ojos y más ojos en el cielo, estrellas celestiales.

Mons

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Luz y oscuridad

Luz y oscuridad jugaban esa noche.

Gira, gira y gira hasta volar-

Polvos mágicos y diamantinas en el cielo.

Una luz en mi pecho empieza a manifestarse, me cubre todo el cuerpo.

A lo lejos cientos de cometas de fuego en el horizonte,

La aurora es cálida, suave y luminosa.

el crujir de la tierra se asevera.

Comienzo a irradiar luz por todas partes,

Dimensiones movedizas, umbrales y escaleras,

las tinieblas se dispersan.

pasadizos secretos del laberinto del subsuelo.

Mis dudas se evaporan de mi mente y del corazón,

De bajo de mis pies se asoman infinidad de ojos, de bocas, colmillos y sonrisas burlonas. Trago saliva lentamente, mientras siento como pasa por mi garganta seca.

comienzo a elevarme, mis pies se separan del suelo; giro, giro y giro como una espiral de luz. Mi cuerpo se desvanece mientras me fusiono con la luz.

Seca de tanto llanto, de gritos, invocaciones, suplicas y lamentos. Comienzo a moverme suave y lento,

Mons

mi cuerpo se despierta de un largo sueño. El calor recorre mis venas. Mi corazón se acelera, mis pies se elevan en brincos. Levanto los brazos para tocar el cielo,

de pronto un susurro atraviesa mi piel. -Brinca, brinca, brinca y comienza a girar una y otra vez.

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Depresión Te vi deshojado por el tiempo seco como árbol marchito, el color de manzana parece un pálido velo, el agua de tu fuente se secó, un gris tenue enmarca tu cara.

Un bordón siempre te acompaña, aquella hermosa sonrisa se ha convertido en mueca vacía, la indiferencia cubre tu triste mirada, pesadez de invierno llevan tus sandalias.

Se borró el brillo de las ilusiones, las guirnaldas que colgaste en corazones, cayeron estrepitosas en un lugar rígido y yerto como tus entrañas.

La juventud pasa a tu lado, evocas recuerdos.

Se fue… se ha ido, tus ojos vuelven al piso recoges los pasos perdidos. María de los Ángeles León Valero

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Olvidada Hay días que me siento obsoleta; extraño el crujir de unas bisagras, un “tap tap” de zapatos rotos, olor a tierra mojada en el jardín, la fuente en su constante goteo, trinos de aves apagadas por sonrisas.

Hoy guardo el murmullo de los grillos, el zigzaguear de una serpiente perdida, vientos que interrumpen mi silencio y se burlan castigando las ventanas.

Los vándalos planean sus fechorías, y bohemios ahogados en sus vicios perpetran mis entrañas, con fétidos olores me contaminan.

No existen las hermosas bardas sólo crecen las plagas en hierbajos, se perdieron los colores, el sol y la lluvia hicieron su trabajo, esta noche la luna, sola como yo… triste me contempla. María de los Ángeles León Valero

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Artes visuales 40



Pintura

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“Los infantes” Técnica: Pastel Por: Guadalupe León Valero 43


“Usted hace que corazón lata” Óleo sobre tela 44


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“Esta fiesta no ha terminado” Óleo sobre tela 46


“Caja de música” Óleo sobre tela 47


“Ella quería manzanas” Acrílico sobre papel 48


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“Tres danzas desde el alma” Óleo sobre tela 50


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“Tú eres lo que yo quisiera ser” Óleo sobre tela 52


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“Paseo por Dos Estrellas” Óleo sobre tela 54


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“Déjenlas soñar” Óleo sobre tela

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Reseña Estefanía Hernández Padilla (Tlalpujahua, Michoacán. 1989) comenzó a interesarse por la pintura a temprana edad, inicialmente como pasatiempo, sin embargo, a medida que transcurrió el tiempo se convirtió en su principal pasión, sobre todo desde que conoció a la pintora cubana Ana Karelia Ríos, quien accedió a compartirle sus conocimientos, introduciéndola de una manera más profunda en la pintura. Más adelante reforzó algunos conocimientos técnicos durante su preparación profesional como diseñadora de modas. El resto de lo aprendido hasta hoy fue de manera autodidacta, en base a dedicación, investigación y observación del entorno; así como de obras pictóricas que admira de la corriente en que ha decidido especializarse: Realismo figurativo, con técnica al óleo y acrílico. Ha tenido oportunidad de exponer su obra junto a su maestra Ana Karelia y en una segunda ocasión de manera colectiva durante el concurso de pintura: Reinterpretando a Van Gogh, organizado por la Secretaria de Cultura del Estado, siendo finalista. Actualmente se encuentra impartiendo clases de pintura en las instalaciones de su taller y realizando la serie pictórica: Sublime Inocencia, expuesta su primera parte, en el Museo Tecnológico Minero Las Dos Estrellas.

“Paseo por Vista Alegre” Óleo sobre tela 57


FotografĂ­a

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Por: Memo Equihua

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Por: Edgar Ruiz 61


Por: Alberto Bautista 62


Diseño gráfico

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Poesía visual Cuando se fusionan dos tipos de lenguajes, como el verbal y el icónico, surge la poesía visual, una especie de metalenguaje que se transmite de un modo diferente a la poesía únicamente verbal. En un poema visual se toman en cuenta diversos elementos como el manejo en la disposición tipográfica, uso o ausencia del color, el espacio, diseño gráfico, fotografía, dibujo, collage y demás componentes plásticos que pueden crear caligramas, pictogramas, ideogramas, poemas objeto, entre otros. Lo verbal y lo icónico forman un arte enfocado más en lo visual además de lo textual en la poesía, creando una manifestación sin obstáculos entre lo verbal y lo no verbal, también brindando un fácil acceso a una audiencia más diversa. Es un género iconoclasta direccionado a superar obras convencionales en el arte, tanto de literatura como en artes visuales.

Nefelibata gris

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Dimensiones y escaleras

Mons 65


Cine

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La parka Alberto Bautista Facultad de Letras (UMSNH) La parka, es un corto documental que destacó en los últimos meses por estar nominado en la posterior entrega de los premios Oscar. Fue dirigido por el nicaragüense Gabriel Serra, y producido por el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), de donde Gabriel es estudiante. El corto documental resulta interesante por el modo en que se desarrolla el discurso, en éste se presenta a Efraín, quien es conocido como La parka, debido a su trabajo en el rastro de Los Reyes Acaquilpan en La Paz, Estado de México. Sin embargo, no se trata en un 100% de conocer a Efraín, sino más de sus acciones en el rastro en torno a una reflexión hacía la muerte. Tanto el guion, como el montaje y la mezcla de sonido están dirigidos a mostrar de forma un tanto dócil esta reflexión mediante el trabajo de Efraín, el cual es matar a un promedio de 500 vacas para exportar a carnicerías en todo el país.

Sí bien, se muestra el perfil de un personaje, resulta ser el marco de un discurso perfectamente orquestado por una serie de imágenes de la forma en que opera el rastro, destacando el trabajo de Efraín (La parka).

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Humanidades 68



Historia

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Escribir desde los márgenes: las recepciones de Frantz Fanon en América Latina Cesar Cruz Álvarez

Contados son los autores que después de su muerte su obra es causa de polémica y de interés. Sin embargo, para el pensamiento social y filosófico latinoamericano, la obra y la figura de Frantz Fanon ha representado un referente en diferentes momentos de la historia contemporánea latinoamericana, en la búsqueda de una opción política en pro de la liberación de aquellos sujetos excluidos de la historia. Frantz Fanon fue un médico psiquiatra nacido en la isla de Martinica, en 1925, murió en el año de 1961 a consecuencia de leucemia. La última etapa de su vida la dedicó al trabajo militante dentro del movimiento independentista de Argelia. De esa forma se convirtió en un símbolo del internacionalismo y de la solidaridad entre los pueblos del Tercer Mundo. Su última obra Los condenados de la tierra, se convertiría libro esencial para la formación política de cuadros en diversas latitudes del mundo. Desde los militantes del Black Panther Party hasta los intelectuales reunidos en torno a la revista Pasado y Presente de Argentina, Fanon representó una figura de la emancipación. Así, no es extraño que de forma muy temprana, en la región latinoamericana, ya se pudiera hablar de una recepción de la obra de Fanon. Sin duda, uno de los puntos más importantes en ese sentido fue Argentina. Influyendo tanto proyectos editoriales como propuestas filosóficas. Fanon se encontraba en el centro de las discusiones entre las décadas de los sesenta y setenta en el Cono Sur del continente. Por las investigaciones de Alejandro de Oto podemos acceder a esas recepciones que desde Argentina se llevaron a cabo de la obra de Fanon; en especial, explora las llevadas a cabo por las revistas Pasado y Presente y Revista de la liberación, cuyos equipos editoriales se encontraban inmersos en una efervescencia por el sentido de la liberación de los pueblos denominados, y reunidos, en el concepto de Tercer Mundo. De igual forma, Horacio Cerutti en su libro Filosofía de la liberación en América Latina, da cuenta de la importancia que la obra de Fanon tuvo para el desarrollo de éste proyecto filosófico en la Argentina. Además de ello, Carlos Fernández Pardo y su sencillo libro titulado Frantz Fanon buscaba explorar la pertinencia del análisis fanoniano para encarar la problemática de los países neocoloniales o dependientes. Ambos pensadores aceptaban a Fanon como una figura intelectual que daba cuenta, primero, del entramado complejo que se teje en diversos niveles en las sociedades coloniales y neocoloniales, y segundo, que dicho análisis debe posibilitar una praxis en pro del desmantelamiento

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de las estructuras generadoras de la explotación. Es por ello que la obra de Fanon será un referente inmediato. Además del ánimo despertado en Argentina, las consideraciones sobre la obra de Fanon corrieron de manera muy similar y paralela en México. Es quizá la exposición de dos grandes filósofos, el mexicano, Leopoldo Zea y el peruano Augusto Salazar Bondy. En su polémica sobre la existencia o no de una filosofía latinoamericana, ambos autores recurren a la obra de Frantz Fanon para desarrollar el proyecto de una filosofía que dé cuenta de la realidad concreta de los países latinoamericanos y, además, sea el promotor de una toma de conciencia de las relaciones de dependencia que subyacen a la condición política de los países latinoamericanos. Las recepciones más tempranas de la obra de Fanon estuvieron, generalmente, guiadas por la constante preocupación de la liberación. Estas se apoyaban en el desarrollo de las ideas de Fanon sobre el sistema colonial, el racismo y la violencia consustancial a la modernidad capitalista. De manera más contemporánea observamos un nuevo interés por la obra de Fanon, sin embargo, como toda lectura realizada a partir del presente, ésta se encuentra orientada por nuevas preguntas que en muchos casos cancelan un horizonte de posibilidad de liberación en el futuro. Sin duda, la obra del martiniqués, y sobre todo el sentido de la recepción de su obra se ha convertido un campo de disputa por lo político. A lo cual, también, se ha transformado en una invitación a retornar a la obra de forma directa y a los pensadores clásicos.

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Fotografía y reglamentación de la mujer pública en Morelia, a fines del siglo XIX María Reyes Al elegir este tema, pensé en buscar un documento en el cual basarme y hacer un análisis objetivo; pero a medida que leía se fueron involucrando sentimientos que, tal vez por ser mujer me hicieron ver cosas que otros no verían de la misma forma. En la investigación: Mujeres públicas y prostitución en el Siglo XIX, comencé analizando el Reglamento publicado el 31 de enero de 1897 1 por Aristeo Mercado, quien fuera Gobernador Constitucional del estado de Michoacán en ese año; esto con la finalidad de conocer un poco más acerca de cómo se catalogaba la prostitución en ese tiempo. ¿A quiénes se les llamaba “prostitutas”? ¿En qué lugares ejercían tal actividad? Una vez aceptado el Reglamento, ¿a qué sanciones se hacían acreedoras si lo incumplían? Este documento consta de nueve capítulos, sesenta y un artículos y uno transitorio, y dado que es muy extenso me enfoqué en los artículos que podían dar luz a mis interrogantes. Antiguamente, la prostitución, al igual que las enfermedades de trasmisión sexual, fue englobada en el grupo de los principales enemigos de la sociedad. En el siglo XIX las enfermedades venéreas más conocidas, como lo cita María del Carmen Zavala Ramírez en su libro El arte de conservar la salud en el Porfiriato. Higiene pública y prostitución en Morelia 2 fueron la sífilis y la blenorragia. En ese entonces se pensó médicamente, que la reglamentación de la prostitución aunada a un estricto control sanitario podía prevenir la propagación de estas enfermedades, en consecuencia, se hizo hincapié en promocionar lo que dieron en llamar “conductas correctas y saludables”. La sífilis era relacionada de forma obligatoria con la prostitución, y dentro de los males de contagio por vía sexual, era considerada la más grave pues degenera la raza. Esto derivó en debates médicos, jurídicos y de carácter moral. Decían que “la prostitución era una plaga social y debía 1

Archivo Histórico del Municipio de Morelia, en adelante AHMM, Fondo Independiente I, C-38, exp. 21, 1897 María del Carmen Zavala Ramírez, El arte de conservar la salud en el Porfiriato.- Higiene pública y prostitución en Morelia, Colección Centenario de la Revolución Mexicana, México, 2010, p. 105. U.M.S.N.H. 2

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extirparse” 3 y con la reglamentación se pretendió controlarla e incluso se creyó que se podía erradicar; por tanto, al adentrarme en la lectura de los REGLAMENTOS publicados por Aristeo Mercado, y darme cuenta de la diversidad de autoridades que necesariamente se veían involucradas, pude vislumbrar la cantidad de abusos que pudieron cometerse a la sombra de ese mandato, en función de hacerlo cumplir. Volviendo a mi primer interrogante, ¿Cómo se catalogaba la prostitución en ese tiempo? 4 En el artículo 37° 5 se menciona que las mujeres públicas fueron clasificadas, como artículos de consumo, en “mujeres de primera, segunda y tercera clase” —véase imágenes No. 1, 2 y 3— y esa división la haría la autoridad que correspondiera en el lugar de asignación de la mujer pública, pero no se especifica en qué se basaban para ello. Esta situación, estoy segura, pudo dar lugar a discriminaciones, ofensas,

humillaciones,

menosprecios, burlas y vejaciones al momento de la clasificación. No se menciona en base a qué se hacía, pudo haber sido en la edad, la belleza, la complexión física, estatura, e incluso el color de la piel; aunque también pudo depender de la calidad o categoría de la casa de tolerancia a la cual fueran asignadas, pues estas también se dividían en primera, segunda y tercera clase y en base a esa clasificación se establecían los pagos que las mujeres debían aportar a la tesorería. Es difícil no imaginar cuánto dinero se estaría dispuesto a pagar —si se toma en cuenta que había niñas desde los catorce años y sobre todo en esa primera vez cuando ellas se iniciaban en la prostitución— no importando la calidad moral ni las formas de quien contratara sus servicios. Esos dineros, puedo pensar, eran divididos entre la matrona y las muchas seudo autoridades que se beneficiaban con ello, sumando además la cantidad de cuotas que debían pagar para que se les permitiera trabajar “legalmente”. En el artículo 32° del Reglamento, dice: “no se inscribirá a ninguna mujer menor de catorce años”,6 de lo que se deduce que sí se les permitía trabajar desde esa edad, aunque no se les permitiera el registro en los libros de mujeres públicas y tal vez por eso sólo aparecen de quince años en adelante, y en el artículo 16° apunta “no se permitirá que vivan en casas

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Ibíd., p. 106. A partir de aquí, todas las negritas son de la autora. 5 C-38, p. 2, Op. Cit. 6 Ídem. 4

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de tolerancia a

jóvenes menores de catorce años”, 7 entonces ellas ¿en dónde ejercían la

prostitución? ¿A quiénes se les llamaba prostitutas? Curiosamente, vi que no se llamaba así sólo a quien comerciaba con sexo. El artículo 24° dice que, prostituta sería: a) quien se inscriba por propia voluntad para ejercer la prostitución, b) quien acompañe a mujeres notoriamente prostitutas ó inscritas, c) quienes, siendo menores de cincuenta años, sirvan como ‘criadas’ en estos establecimientos, d) las dueñas de estas casas aunque no ejerzan personalmente la prostitución y, e) quienes hayan sido arrestadas por conducta contraria a las buenas costumbres. 8 Esto me lleva a pensar, que tales disposiciones se dictaron para aislar a las mujeres públicas del resto de la sociedad y de alguna manera mantenerlas cautivas en el medio, ya que no contarían con amistades a quien recurrir en caso de ser necesario. Prostituta era, entonces, quien lo aceptaba, la que así fuera reconocida, por la edad, por manejar esa actividad y por ir en contra de las normas establecidas. ¿En dónde se ejercía esta actividad? Esos lugares eran llamados casas de tolerancia. En el artículo 2° se estipula: “I. Aquéllas en que viven o, a donde concurren habitualmente una o varias mujeres prostitutas, bajo la vigilancia y dependencia de otra mujer como dueña de la casa. II. Las casas que no siendo habitadas por mujeres públicas, son frecuentadas por ellas para entregarse a la prostitución. III. Las habitaciones de las mujeres que se entreguen a la prostitución en su propia casa”. 9 El artículo 19° menciona: “Las casas de tolerancia estarán situadas fuera del perímetro que en cada localidad designe la corporación municipal, la cual tendrá cuidado, al designar dicho perímetro, de que las referidas casas no queden situadas cerca de algún templo de cualquier culto, establecimiento de instrucción, hotel o cuartel”. 10 Pero, el artículo 21° cita: “Cuando en una casa, mesón u hotel se reciban habitualmente mujeres públicas, esos establecimientos serán declarados ‘de tolerancia’, siempre que esto no pugne con el artículo 19 de este reglamento, y quedarán sujetos a las prescripciones respectivas; pero como está prohibido abrir casas de esta especie sin la correspondiente autorización, las personas que se hallen 7

C-38, p. 1, op. cit. Ibíd., p. 2 9 Ibíd., p. 1 10 Ídem. 8

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en el caso de este artículo serán castigadas conforme a lo dispuesto en el 18”. 11 Si ejercían la prostitución en su propia casa, según el artículo 37°, debían registrarse y someterse al reglamento. ¿A qué sanciones se hacían acreedoras las mujeres que incumplieran el Reglamento? Las exigencias eran muchas, supuestamente para controlar a aquéllas que la autoridad en su reglamento marca: “deciden entregarse a la prostitución”, —artículos 2° y 37°— 12. Cual pecadoras en tiempos de Jesucristo —aunque a éstas no se les apedreaba—, eran detenidas y obligadas a pagar multas o quedarse prisioneras si no tenían dinero. Estas sanciones eran para ser aplicadas a las mujeres públicas inscritas que por algún motivo no cumplían con lo ordenado, como: no asistir al chequeo médico —por el cual debían pagar 12 centavos y medio 13—, no llegar totalmente aseadas para ello, no renovar cada seis meses la libreta personal que se les entregaba al registrarse, usar palabras poco adecuadas, no presentar la libreta —que debían traer siempre consigo— a una simple petición de la autoridad sanitaria, no vestirse o portarse con decencia, por algún escándalo en la vía pública y aún en su propia casa, así como para las llamadas “prostitutas clandestinas” que no habían aceptado someterse a la inscripción y que fueran descubiertas. Se dice también: “la prostitución practicada de forma privada, puede ser tolerada, pues no ofende a la vista”,14 de tal forma que la prostitución ejercida “legalmente”, debía realizarse de forma, “privada”, pues debía ser a puertas y ventanas cerradas y en los establecimientos autorizados para tal fin. Era también requisito que, fuera de esos lugares el comportamiento de las mujeres se observara correcto; es decir, portar vestimenta no llamativa, usar lenguaje y modales correctos, recatada y aceptable forma de vivir dentro de lo que en la sociedad se conocía como decencia. Cuando estuvieran en público no debían ser vistas solas, pero tampoco en grupos mayores de dos personas, la compañía debía ser femenina y sobre todo, debían lucir siempre aseadas, refiriéndonos a la limpieza del cuerpo. Sucedía también que las mujeres contagiadas de alguna enfermedad venérea, eran retiradas temporalmente de la casa de asignación y las autoridades las confinaban casi en calidad de prisioneras al hospital civil para su tratamiento. Si eran curadas volvían de nuevo a la ‘casa de tolerancia’, pero… ¿Porqué el hecho de que una prostituta no asistiera a la revisión médica se 11

Ibíd., p. 1 Ibíd., pp. 1-2 13 Zavala, p. 128, op. cit. 14 Ibíd., p. 106 12

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consideraba como ‘grave falta’ y las hacía acreedoras a diversas sanciones?, ¿qué ocurría con los hombres que habían sido contagiados?, ¿de qué manera se controlaba esto si ellos eran incuestionables al respecto?, ¿se atendían en la clandestinidad?, ¿o acaso, se prefería ignorar que el varón contagiado sacaba la enfermedad de las casas de tolerancia para llevarlas al seno familiar? Ahora bien, en el Fondo Colonial existen tres manuscritos con fotografías; son los libros No. 43, 15 No. 97, 16 y No. 253. 17 y la investigación de imágenes fue enfocada en el libro 253 de “Registro de Mujeres Públicas”. 18 Lo que se observa en el libro 43 y que no tienen el 97 y 253 es que en los registros invariablemente señalan: “quien llega a inscribirse de voluntad propia”, también dice que se les leía el reglamento al que debían sujetarse, aunque también está registrado que no sabían firmar, pienso entonces que tal vez tampoco leer ni escribir y como muestra de aceptación del reglamento entregaban dos fotografías de cuerpo entero, que se adherían una al lado izquierdo de su información personal en el libro de registro, —en la cual describían su cara al detalle, sobre todo, a las de primera clase o a jovencitas de quince años, aun cuando no fueran de primera clase— (véanse imágenes No. 1 y 4); y otra foto a la libreta de control sanitario. Al término de la descripción, se cita: “a ruego de la interesada, otra persona firma, por ella no saberlo hacer”. 19 Es difícil saber qué reglamento rigió durante los años del registro de este libro, pues en relación al documento que es analizado, fueron años y la autoridad que emitía esos mandatos, — sin dar nombres–— sólo se dice que era el prefecto del Distrito —refiriéndose a Morelia. 20 Llamó mi atención que las firmas que aparecen al calce de la información y a nombre de las inscritas, más de un 80% es de un mismo nombre de hombre y no especifica si se trataba de alguien que fuera autoridad y estuviera siempre presente al momento de los registros; en contadas ocasiones, firma una mujer. 15

AHMM, Fondo Colonial. Libros Manuscritos. Libro de Registro de Mujeres Públicas No. 43, con 121 registros y 100 fotos, sobre las fotos faltantes algunas fueron arrancadas, otras recortadas y otras más no fueron entregadas. 16 AHMM, Fondo Colonial. Libros Manuscritos. Libro de Registro de Mujeres Públicas No. 97, con 45 registros y 36 fotos, respecto a las fotos faltantes, tres fueron arrancadas y el resto no entregaron foto. En este libro, por ser de 1916-1917, se menciona que se les leía el Reglamento publicado en 1897. 17 AHMM. Fondo Colonial. Libros Manuscritos. Libro de Registro de Mujeres Públicas No. 253, con 72 registros y 67 fotos. Cinco fotografías fueron arrancadas. En este libro los registros son seis por hoja –tres al frente y tres a vuelta; además cuenta con la lista de las casas públicas en Morelia e informes de la salud de las mujeres aquí registradas. 18 Ibíd., Libro 253 19 Nota: cabe mencionar que esta enunciación, aparece así en todos los registros de este libro. Ibíd., Libro 43 20 Zavala, p. 126, op. cit.

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En esta misma descripción se asienta si será ‘mujer pública de primera, segunda o tercera clase’. El número con que quedaban registradas es el mismo que se cita en la libreta de control sanitario. Se puede observar en los datos personales de cada una de ellas, que algunas mujeres casadas se ocuparon en esta actividad (véase la imagen No. 5), y me hizo pensar, ¿qué las orillaba a ello?, ¿abandono?, ¿pobreza? De igual forma, hay algunas anotaciones al refrendar sus libretas fuera de tiempo, justificando por qué no se hizo en el reglamentario y generalmente dice: “por haber estado fuera de la localidad”, algunas: “por enfermedad”. También hay quien se dio de baja por alguna enfermedad grave, registrándose su deceso un mes después, (véase imagen No. 3). Las vestiduras pueden apreciarse, en algunas de ellas con mucha elegancia, podríamos decir… ‘lujo’ (como puede observarse en la imagen No. 1 –Libro 253, No. 13–); en otras se observa más sencilla y humilde; pero sin excepción alguna todas portan cuello cubierto, mangas largas y faldas que cubren sus zapatos, de pie apostadas al lado de un pedestal con un brazo semi–apoyado en él, casi todas con una sombrilla cerrada en la mano libre y en pocas ocasiones sentadas en una silla de respaldos al estilo de la época. Los escenarios de las fotografías son dos o tres, lo que me dice que era uno o dos estudios fotográficos los existentes, o quizá sólo uno con cambios en el escenario o en sus cortinajes. En las caras de las mujeres se observa seriedad, en algunas otras una mirada de tristeza. Llamó mi atención una que parecía haber llorado mucho, pero en ninguna se ve una sonrisa; son caras adustas, maduras, de enojo tal vez, —aunque debemos también considerar que en esa época una toma fotográfica era muy tardada y tal vez sus expresiones sean un reflejo del cansancio—, otras son facciones casi infantiles; no olvidemos que sus edades están entre los 15 y 36 años. El reglamento que se investigó no fue el primero, aunque sí se consideró definitivo en la época. Hacia 1850 se redactó lo que podría llamarse ‘un ensayo’ de la reglamentación sobre la prostitución. En febrero de 1865 se levantó el primer Registro de Mujeres Públicas, sin embargo, se recurrió al reglamento de la prostitución en Francia para tomarlo de modelo y redactar uno para México, 21 el cual después de elaborado y discutido ampliamente, se aceptó aplicarlo sólo en cinco estados del País, dentro de los cuales estaba Michoacán, y básicamente, Morelia.

21

Ibíd., pp. 106-107

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Imagen No. 1 (Libro 253, No. 13, p. 8(f) Rosa Rodríguez, hija de Luviano Rodríguez y Justa Valdibias, natural de Puruándiro, estatura regular, de veinte años, color rosado, frente regular, ceja negra, ojos pardos, nariz media chata, boca chica, labios delgados, sin señas particulares. Primera clase.

Imagen No. 2 (Libro 253, No. 14, p. 8(f) Francisca González, hija de Nicolás González y de Ma. Guadalupe López, natural de Moroleón. – Segunda clase.

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Imagen No. 3 (Libro 253, No. 30, p.11(f) Urinda Margarita Ayala. Tercera clase. Hoy 11 de Abril de 1878 quedó dada de baja Margarita Ayala. –Enfermedad incurable– Murió en mayo de 78.

Imagen No. 4 (Libro 253, No. 47, p. 14(f) Josefa Valdivia, quince años de edad, soltera, sus padres María Valdivia, sin padre y vive aquélla, originaria de Puruándiro, estatura baja, color blanco descolorido, algo salientes los pómulos, pelo y cejas castaño oscuro, delgada de cuerpo, nariz algo

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remangada, ojos regular tamaño y cafés, boca grande y labios gruesos, dientes blancos y parejos, carirredonda, señas particulares: una cicatriz de viruelas sobre la ceja del lado derecho y otra más arriba sobre la del lado izquierdo, no sabe leer. Morelia, abril 18 de 1878. Segunda clase.

Imagen No. 5 (Libro 253, No. 50, p. 14(v) María Pudenciana Bautista, casada. Sus padres José María Bautista, finado, y de María Dolores Rodríguez, de esta ciudad. Tiene veinte años de edad, estatura baja, color trigueño, nariz chata, pelo y cejas castaño oscuro, ojos grandes y cafés, pestañas crespas, boca grande, labios delgados. Dientes parejos medio limpios, pómulos ligeramente salientes. Señas particulares: ninguna. Morelia, abril 21 de 1878. Primera clase. Nota: con fecha de hoy quedó dada de baja con arreglo a las prevenciones del reglamento y siendo su fiador el C. Rafael Rangel; (no menciona la fecha de la baja)

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Fuentes documentales: Archivo Histórico del Municipio de Morelia Fondo Independiente I, C-38, exp. 21, 1897 Fondo Colonial, Libro Manuscrito, Registro de mujeres públicas, No. 43 Fondo Colonial, Libro Manuscrito, Registro de mujeres públicas, No. 97 Fondo Colonial, Libro Manuscrito, Registro de mujeres públicas, No. 253 Fondo Colonial, Libro de Secretaría, No. 336, exp. 112

Bibliografía: María del Carmen Zavala Ramírez, “El arte de conservar la salud en el Porfiriato.- Higiene pública y prostitución en Morelia”, Colección ‘Centenario de la Revolución Mexicana’, México, 2010, U.M.S.N.H.

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FilosofĂ­a

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Súper racionalismo y la ensoñación de las alas en el objeto poético Edel Zavala Regalado Al no ser carbonizados por el viaje súper estelar y volviendo a nuestra maquina corporal en el toque sensible con Dios, en la casi nonada, volvimos a nuestra sofistica de observador del universo, en el cual, el objeto, se abigarró en sus naturales creaturas. Sin haber sido reducido al mínimo elemento relativo y de haber inducido al máximo la vivencia incondicional, tuve la oportunidad de quedar postrado en el surfeo mientras observaba a las Realidades Psíquicas Primeras. Con un pájaro silvestre del género colibrí, que impacto por su velocidad el cultivo de néctar de la flora en su reborde de apertura. O cómo sí el pájaro del jardín avisara del torneando gris peligroso de las nubes a la luz de mí vida, este penúltimo animal me ha dejado alegre, sin embargo reparando en esa cuestión de índole privada por referirse al sentido de la vida y de la filosofía. Me preguntaba si hay axiología de la substancia extensa, cómo pensar la substancia pensante. Habrá que indicar que La Poética de las Alas responde al Augurio Clásico. La voz pasiva “Van volando” funciona a niveles cuánticos como pardas oscuras de la vida o catástrofes Atlánticas o sentimentalismo Romántico. Este escritura está compuesta de “interjecciones pensantes” (Bachelard, 1982: 105) de forma que la acción se vuelve la pasión no sólo del cuerpo si no del acontecer del alma. En la orientación extemporánea anidada en este pájaro silvestre u otros vistos y coleccionados como lo son el colibrí, murciélago, pájara agüera, papagayo, paloma, fénix, pájaro godo, etc. La idea de lo bello se presenta en la voluptuosidad de lo puro, en ensueños naturales, el viaje inmóvil, la edad ya no pesa, la felicidad durmiente, hace olvidar el tiempo, alojamiento. La pasión, quiere por ende su voluntad. De la unión a cuerpo y alma se desprende la imaginación material de la pureza. En la substancia pensante, sintiente, imaginante, ensoñante, figurante, transmigrante y existente. Si les comunico en la Historia de las ideas del presagio de las cosas futuras con la pretensión de acceder al universo poético. Lo hago en función del Augurio Clásico. Para contribuir con la objeción de la estructura pérdida "…del compromiso inconsciente con el objeto de su crítica." (Bachelard, 2001: 7) La ensoñación onírica del ala protectora, completamente gusta, por relacionarse con el Teorema Pascaliano, el cual argumenta la prensión de todos los puntos interlineados del hexágono, en el cual cada criatura reposa cuando el rayo se avecina bajo el ala protectora. El realismo de la metáfora aunada a la catacresis participa del valor decidiéndose por el ser. La intempestividad del nacimiento de este drama principia la economía primitiva ¡Dónde la tierra hecha

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eco, acecha la mínima parte de cada parte de la substancia extensa! Perfilando la templanza franciscana de la creatura y del hombre. Un fenómeno debe ser demostrado. La fe en la inteligencia, parte de los hechos empíricos que se súper racionalizan. La pro escena en su cobertura, informa de la abertura. Ambiente en que la filosofía física y material cierne a la poética de la ensoñación de la alas, transmutándola en objeto poético. Por tanto la conclusión menor de toda ave, posterga lo humano.

Bibliografía Bachelard, Gastón (1982). El Aire y los Sueños. México. Fondo de Cultura Económica. Bachelard, Gastón (2001). El Compromiso Racionalista. México. Siglo Veintiuno.

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Sísifo empuja su roca por los nuevos puentes de Morelia Antonio H. Vargas La modernidad “La modernidad es una palabra en busca de su significado [...] La modernidad ha sido una pasión universal. Desde 1850 ha sido nuestra diosa y nuestro demonio. En los últimos años se ha pretendido exorcizarla y se habla mucho de la «postmodernidad». ¿Pero qué es la postmodernidad sino una modernidad aún más moderna?” Octavio Paz. (Fragmento al recibir premio Novel)

Ruido estridente de maquinaria pesada trabajando, un sinfín de árboles talados, hombres, y mujeres de distintas clase sociales trabajando con su casco de seguridad amarillo y su chaleco fluorescente; adorna el paisaje de una obra en construcción un caos vial interminable, el ruido de todo tipo de motores engalana el ambiente sonoro, smog y más smog, voces de todos los tonos, un griterío: la supuesta modernización del libramiento norte de Morelia. Pero ¿Qué es la modernización? ¿Qué es “Mover a México”? ¿A dónde o para qué?, hay muchas respuestas buro-caóticas, perdón burocráticas de servidores públicos con la licenciatura truca o con un título apócrifo, gozando de un puesto por el dedo ontológico tratando de explicar a la ciudadanía, a través de los medios de comunicación locales, la “modernización de Morelia”: mentiras y más mentiras, argumentos falaces, qué hay detrás de este caos. En este artículo hablaré un poco de la tragedia de Sísifo y de esta supuesta modernización. Nosotros somos unos “Sísifos” felices hacia el progreso. Primeramente quién es Sísifo Sísifo hijo de Eolo y Enareta, es considerado como el rey y fundador de Éfira (Corintio), según algunas fuentes concibió a Odiseo con Anticlea antes que ésta desposara a Leartes. Es conocido como navegante, comerciante avaro y mentiroso. Cuando el dios griego de la Muerte: Tanatos fue por el alma de Sísifo, éste le engaño y le puso grilletes, durante ese tiempo no hubo fallecimientos, hasta que el dios Ares le rescató y envió a Sísifo al inframundo, pero la astucia de nuestro personaje no

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termina ahí. Antes de ser enviado al inframundo le dijo a su esposa que no cumpliera con deberes fúnebres a lo que la esposa hizo caso, entonces Sísifo logra convencer al dios del inframundo Hades para que le concediera un permiso de regresar al mundo y así poder castigar a su esposa. Sísifo no volvió al inframundo hasta que Hermes lo obliga y es entonces cuando Zeus interviene imponiendo a Sísifoun castigo ejemplar: “Los dioses habían condenado a Sísifo a empujar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso. Habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza. [...]” 1 Ahora bien de que se trata modernización, proviene de la palabra modernidad, en el diccionario de la RAE se define de la siguiente manera: “Moderno (Del lat. modernus,) de hace poco, reciente” 2. No hay una definición clara de modernidad, ya que cada autor la utilizan a su conveniencia pero una de las características de la "Modernidad", es y será una especie de autoconciencia sobre historia que busca rupturas con un pasado determinado. Enrique Dussel analiza de manera profunda estos temas, pero aquí interpretaremos Modernidad de la siguiente: "el ego cogito moderno fue antecedido en más de un siglo por el ego conquiro (yo conquisto) práctico del hispano-lusitano que impuso su voluntad (la primera "voluntad de poder" moderna) al indio americano. La conquista de México fue el primer ámbito del ego moderno" 3. No es un pienso luego existo, sino un pienso, luego conquisto. Ahora bien, volviendo a Morelia, la obra antes citada es para agilizar el tránsito vehicular en la zona norponiente de la cuidad de las canteras rosas ¿este hecho implica la modernización de la ciudad? Creo que cada lector debe de dar una respuesta tal cuestión, desde mi muy particular punto de vista esa obra no viene más que a entorpecer el movimiento, en toda la extensión de la palabra, de la ciudad, ya que es una ciudad pequeña, con dos millones de habitantes. Las obras que se deben de realizar, por ejemplo son la reubicación de la empresa norteamericana que rentó el tren y sus vías, obras tangibles de una ciudad que dé a sus habitantes seguridad y educación no sólo la escenificación del arresto de los capos más buscados si disparar una sola bala, en fin. Una ciudad con habitantes más capaces de toma de decisiones más acertadas, 1

CAMUS, Albert. El mito de Sísifo, ed. Alianza, Barcelona 1985. http://lema.rae.es/drae/?val=moderno, última visita 15-03-2015 3 DUSSEL, Enrique, Europa, modernidad y eurocentrismo en E.Landercomp. 1993. 2

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Para la supuesta modernización de Morelia que falta, ¿lo más nuevo?, ¿lo más reciente?, ¿en qué? La obra del libramiento norte, creo carece todo eso ya que sí revisamos los concursos de licitaciones que hubo para ver quién realizaba la obra encontraremos que sólo hubo una empresa concursante y ganadora, además los materiales con la que se hizo, estoy seguro no son los más adecuados, puede ser una obra que está sobrevaluada como otras obras dentro del país que sirve para desviar recurso. Una ciudad con miras a la modernización es una ciudad que no está corrupta desde sus entrañas, porque se intenta tener una ruptura con ese pasado que estigmatiza Una ciudad con miras a la modernización invierte en educación, ciencia y tecnología, una ciudad con miras a modernización incluye la filosofía y el pensamiento crítico en todos los niveles escolares. Una ciudad con miras a la modernización tiene al menos candidatos capaces, y no sólo candidatos que son conocidas por sus alborotos públicos y de corrupción. Para rematar: la constricción de esos puentes, cuatro en sus soportes emulan al Acueducto de Morelia, más colonización y lo que ello conlleva, los obreros siguen esclavizados soportando en sus hombros el peso de la modernización El, o los arquitectos e ingenieros que diseñaron los puentes con sus arcos, forrados de cantera, es muy perspicaz y se burla de la ignorancia del pueblo o es un completo ignorante y falto de creatividad para hacer de esa obra una obra de arte y critica: hacer un “anti-monumento” como el de Word Street Porque somos el Sísifo en palabras de Camus: Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa. Del mismo modo el hombre absurdo, cuando contempla su tormento, hace callar a todos los ídolos. En el universo vuelto de pronto a su silencio se alzan las mil pequeñas voces maravillosas de la tierra. Llamamientos inconscientes y secretos, invitaciones de todos los rostros constituyen el reverso necesario y el premio de la victoria. No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche. El hombre absurdo dice que sí y su esfuerzo no terminará nunca. Si hay un destino personal, no hay un destino superior, o, por lo menos no hay más que uno al que juzga fatal y despreciable. Por lo demás, sabe que es dueño de sus días. En ese instante sutil en que el hombre vuelve sobre su vida, como Sísifo vuelve hacia su roca, en ese ligero giro, contempla esa serie de actos desvinculados que se convierten en su destino, creado por

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el, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado por su muerte. Así, persuadido del origen enteramente humano de todo lo que es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando.” 4 El Sísifo Feliz, que acarrea la roca todos los días de su existencia, realiza a diario el mismo trabajo monótono, piensa que algún día disfrutará de una vida placentera e infinita difundida por los medios de comunicación, de pronto un día ese Sísifo despierta lleno de arrugas, con los sueños rotos y con una desesperanza, es entonces cuando se decide a luchar por lo que entregó en sus mejores años, pero ahora no puede porque está viejo y cansado de una eternidad de empujar su roca de la modernidad, del progreso. “Dejó a Sísifo al pie de la montaña. Siempre vuelve a encontrar su carga. Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. Él también juzga que todo está bien. Este universo por siempre sin amo no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada trozo mineral de esta montaña llena de oscuridad forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre”. 5 El hombre, el humano siempre humano en busca de sueños, en busca de un futuro sin fundamentos; la eterna repetición se muestra ante nuestros ojos ad infinitum, debemos ser conscientes de nuestra finitud, debemos ser conscientes de nuestra humanidad, dejemos ser Sísifo y convirtamos en dioses.

4

CAMUS, Albert. El mito de Sísifo, ed. Alianza, Barcelona 1985.

5

Ibíd.

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PsicologĂ­a

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¿Qué pasó con Adonis, en El Vampiro de la colonia Roma, de Luis Zapata? Blanca Eugenia De Aldecoa Castillo Con todo y padre, diríase. “y el cuate que estaba bailando con ella también hacía los mismo gestos. <y eso ¿qué quiere decir?> le preguntamos y ella <quiere decir> dice <y tú ¿qué vas a hacer cuando dios se muera?>” (Zapata, 1978:14)

La obra literaria el Vampiro de la colonia Roma fue publicada en 1978 por el autor Luis Zapata, nacido en Chilpancingo, Guerrero; narra la historia —sujeta a 7 grabaciones de audio— de un hombre apodado Adonis, eclosionado en Matamoros, Tamaulipas, de padre español y madre mexicana, quien desarrolla un discurso continuo relatando su biografía. Semejante texto, triunfante por la polémica cultural-moral y la estrepitosa frontera opuesta de los modernistas que se encaramaban sobre la ola de los “nuevos ideales”, la rebeldía social en tanto se pronosticaba la horda del libertinaje, de la “libre expresión”, de la libre copulación, del sin sentido y todo aquello que vivimos con mucha más potencia en nuestra actualidad. Era de esperarse que en aquella época, alrededor de los 70’s, se conjugaran tantos contrastes y diferentes tipos singulares de manifestaciones humanas, apuntando a “sensibilizarse” y actuar cómodamente a partir del amor efímero. El Vampiro en cuestión surge dentro de este contexto en depuración. Es un sujeto desprendido de las circunstancias románticas de la época, crítico de las sutilezas y, aunque moderado en su actuar frente al otro —no en cuestiones sexuales—, silencioso, alienado, ensimismado y sin ningún interés por cuestionar las relaciones interpersonales. En las primeras páginas devela en palabras frías y apenas claras, cómo veía a la madre, a su madre, como una muerta en vida que no le provocaba mayor sentimiento de ternura. Estuvo en cama y bajo tratamiento durante toda la infancia de Adonis García. Él dice que cuando su madre murió lo que experimentó fue la insólita ausencia de su cuerpo, el hecho de no volver a verla ahí postrada y sin emociones, sin palabras, en silencio, pero presente. No me acuerdo como estuvo la cosa ni nada yo tenía como diez años pero no me había hecho a la idea de que se muriera, o sea, yo la veía enferma y todo y sabía que se iba a morir, que se tenía que morir algún día, pero nunca pensé que ese día tenía que llegar ¿me entiendes? (Zapata, 1878, 19)

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El padre también jugaba un papel, descrito de forma más precisa y con mayor afecto, mayor permeabilidad de relación. El joven prostituto veía en su padre a un hombre valioso, con cualidades diversas, que trabajaba en diversos ámbitos y le iba “bien”. Se preocupaba notoriamente por él y marcaba las diferencias entre el hermano mayor “que era un vago” y él, que era estudioso o al menos no tenía problemas para sacar buenas notas ya que era introvertido y solitario. El padre era duro con Adonis en ciertas ocasiones, pero algo sí es seguro, si la madre no articulaba palabras, el padre menos. De la relación padre y madre describe poco, indiferencia sería la palabra aplicada a profundizar en ella. El padre muere en un forcejeo entre él y su hijo mayor, se rompe la cadera. Adonis García lo presencia todo y lo sufre pero no se articula de qué manera. De ahí en más el caos hilaba las desventuras del personaje de nuestra obra. Sufrió dos o tres mudanzas rotundas de residencia. Primero con un medio hermano alcohólico, donde la esposa —como es de esperarse— estaría inconforme con la presencia de “un otro más”, en León, Guanajuato. Posteriormente, en el D.F., con su hermano mayo —el del forcejeo—. Adonis no toca el tema, en ningún momento del desarrollo de la obra vuelve sobre este punto; vive con él y se divierte, llegan sus 17 años y comienza —después de un largo lapso de masturbación intensa y de momentos en los que se aventura por cascadas de lujuria dirigida a varones, sin discriminación de edad ni estilos— a ejercitarse dentro de la prostitución homosexual, con sus desilusiones y diversos padecimientos —enfermedades venéreas que curaban con una visita a la farmacia, maltratos ocasionales, estancias absolutamente unilaterales donde sólo existía una relación sexual con el acompañante de cuarto o con quien rentaba casa—, ejercicio que enriquecía su deseo insaciable de acostarse con una cantidad desorbitada de habitantes y coadyuvante perfecto para la continua retirada de la energía libidinal, que pertenecería al mundo exterior y sus relaciones interpersonales —en un caso normalizante—, y que cada vez, con mayor angustia, era captada por su yo, inmenso, desbordante, que no le permitía la articulación concreta de la palabra, por lo que pronto, ofuscado, se anegó en la fantasía —con todos los fantasmas, proliferación imaginaria, que este estado conlleva y acarrea. El joven Adonis no habla sin preguntarle al otro si es que reconoce su deseo, continúa sin parar anunciando algo trascendente que nunca se vislumbra ni de lejos y concluye con las visitas a un psiquiatra que lo considera hipocondriaco en tanto “no tiene nada”, aludiendo que exagera su soledad, el vacío en el que está inserto. El Vampiro termina considerando en peligro su miembro viril, pues puede caérsele en cualquier momento. Este tipo de información, tomada cómicamente, jamás va a considerarse con la importancia que la fundamenta. Hubo tanta acción y perversión dentro de la obra, risas interminables, vocabulario soez y siniestro en cuanto a la frialdad del personaje para describir la esencia de su postura en el mundo. El

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psicoanálisis continúa señalando las reseñas familiares y anotando las riquezas existentes dentro de las relaciones parentales, no está de más evidenciarlo. El Vampiro tuvo padre y madre, hermanos y lo que comúnmente constituye una familia. La madre se simboliza a partir de la presencia y ausencia, este juego en el que se perfila la privación de la madre en tanto objeto deseado por el niño, siendo el niño el objeto que satisface el deseo de ésta. Posteriormente el sujeto debe preferir al padre, consolidar la relación con el padre a partir del discurso materno que identifique al padre con su deseo, en donde ella asegure que la ley que comunica debe ser asumida por el niño. Nuestro personaje sí prefiere al padre, diría la teoría psicoanalítica que se encuentra en la tercera etapa del Complejo de Edipo, a punto de su retirada triunfal, donde diría: Llegado el momento, si las cosas van bien, si los cerditos no se lo comen, en el momento de la pubertad tendrá su pene listo, con su certificado <aquí tienen a papá, que me lo concedió en la fecha requerida>.(Lacan, 1958: 159) En cambio, lo que resulta de la relación de ternura que lleva con el padre y la lejanía tan rotunda y abismal con su madre, que se deja ver entre las líneas de la obra literaria El Vampiro de la colonia Roma, da como resultado la identificación de Adonis García con el deseo materno, deseo de nada, ¿no estaba muerta en vida? Hablar de su carencia [del padre] en la familia no es lo mismo que hablar de su carencia en el complejo. […] El padre se hace preferir sobre la madre, sustituyendo el significante madre por el significante padre y esto se lleva a cabo a partir de la privación que el padre ejerce en la relación madre-hijo. […] El padre es el que tiene lo que colma el deseo de la madre (Lacan, 1958; 59) Adonis prefirió evidentemente al padre pero de qué forma queda impresa su imagen, de qué forma se simboliza. Cuando el padre es conducto de las mayores alegrías y no tiene impacto en tanto el orden. Seamos concretos, su hijo mayor le provoca la muerte frente al hijo menor, viendo este último cómo es vejado y revestido de vergüenza, sin ser articulado. La madre siempre callada, expectante y fría, inefable, abundante en imágenes desgarradoras, evidentemente inexorable. Deseo de nada desprende de esa relación, deseo sin sentido, caído, muerto. Su pene, identificado como cetro de gloria, a punto de caerse en pedazos, siendo un señor el que le indique que puede volverlo a tomar, tanto en sueños como en ensoñaciones atormentantes y diariamente repetidas. Tal fantasía certifica la modalidad de su estructura. Un señor quiere devolverle su virilidad, pero él, está sumergido en la nada y en ese vacío quedará, perplejo ante la realidad y sin deseo más que de muerte.

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Respuestas individuales ante la marginación Psic. Yuri González.

La marginación es un tipo de violencia social, que se manifiesta en la exclusión de una persona o grupo, dificultando o imposibilitando su inclusión a los sistemas de funcionamiento social. Se realiza por medio de la discriminación y la estigmatización. La marginación impide a la persona o grupo excluido, impedir que gocen de aspectos valiosos de la vida colectiva, les imposibilita gozar de los derechos sociales, de salud, laborales, familiares, e incluso espirituales sin ayuda. La persona o grupo excluido se ve relegado de forma duradera al estatus de persona asistida y posee una imagen desvalorizada de sí mismo, y de la capacidad de hacer frente a los problemas y obligaciones propias. Algunas personas o grupos marginados en nuestro país son: sexoservidores, niños de la calle, indígenas, personas con pobreza extrema o con diferencias en la preferencia sexual, religiosa, cultural o ideológica; delincuentes ya sean presos o liberados, adictos, discapacitados, familias monoparentales o con problemas, minorías étnicas. A primera vista, pareciera ser un hecho social inmodificable, en el que la persona o grupo marginado se ve imposibilitado de poder cambiar su estado de marginación, sin embargo, la exclusión social es un proceso, no una condición, por lo tanto, puede ser cambiado.

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¿Qué hacer? La persona o grupo marginado tiene más poder en sus manos del que parece. Basta la decisión de lograrlo para poner en práctica las siguientes medidas individuales ante la marginación: 1. Del aislamiento social a la integración y participación en la sociedad: Buscar grupos sociales a los cuales se pueda integrar, si es con iguales, aún mejor, personas en la misma situación, preferencia o ideología. También existen lugares con una cultura de inclusión, en la cual es bienvenida cualquier persona sin importar su edad, raza, sexo, situación económica, etc. 2. De la imposibilidad de gozar derechos sociales al conocimiento y ejercicio de derechos: conocer sus derechos, comenzando por los más básicos, que son los derechos humanos, consultar cuáles son los derechos específicos, por ejemplo en el caso de padecer alguna determinada enfermedad o de tener determinada edad, ejercerlos. El conocimiento es poder. 3. De persona asistida a persona autónoma: Cambiar el chip de pensamiento, el valor de una persona se encuentra en el ser, valer por el simple hecho de ser persona, e independientemente del color de piel, estado económico, preferencia sexual, edad, etc. Quitar de la mente el hecho de que la situación actual es inamovible, confiar en sus capacidades. 4. De la estigmatización a la humanización: De los 4 puntos mencionados, la estigmatización es el que mayor estrés psicológico e influencia en la salud mental genera, existen suicidios debido a esto, nadie tiene el derecho a estigmatizar a nadie, la respuesta es autoestima y autorrespeto. “Todo puede serle arrebatado a un hombre, menos la última de las libertades humanas: el elegir su actitud en una serie dada de circunstancias, de elegir su propio camino” Viktor Frankl

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Facebook.com/Revista Seis Mil 83 http://revistaseismil83.wordpress.com/ Morelia, Michoacรกn 2015


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