Revista Negocios de Avicultura y Negocios con Porcinos Nº 97 mayo/junio 2021

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Negocios de

Avicultura

Publicación líder sobre empresas, productos y servicios de Avicultura

Nº 97 MAY/ 21

ISSN 1853-600X

Publicación Oficial

LA CIENCIA COMO MOTOR DE LA PRODUCCIÓN AVÍCOLA

CON RESIDUOS AVÍCOLAS MEJORAN LA FERTILIDAD Y ESTRUCTURA DEL SUELO

VENTA DE PAVOS HÍBRIDOS, PONEDORAS Y POLLITOS CAMPEROS

/avesyporcinos.com.ar




La ciencia como motor de la producción avícola Autor: Dante J. Bueno Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria EEA Concepción del Uruguay, Ruta Provincial 39 Km 143,5, 3260, Concepción del Uruguay, Entre Ríos, Argentina. Facultad de Ciencia y Tecnología, Sede Basavilbaso, Universidad Autónoma de Entre Ríos, Barón Hirsch Nº 175, 3170, Basavilbaso, Entre Ríos, Argentina. C. electrónico: bueno.dante@inta.gob.ar

Introducción En el último medio siglo, en los sectores de producción de carne y huevos de la industria avícola mundial se ha asistido a un incremento significativo de la productividad de las poblaciones de aves de corral modernas. Las sinergias son consecuencia de los progresos realizados en todas las actividades principales relacionadas con el manejo y alojamiento de las aves de corral, la nutrición y la formulación de raciones alimenticias, la aplicación de los conocimientos sobre genética en los programas de cría comercial y un mejor diagnóstico y control de las enfermedades avícolas (Bagust, 2013). Muchas veces se presentan en la actividad cotidiana de la producción avícola la posibilidad de utilizar distintos productos para resolver un problema o mejorar los valores productivos, donde “en teoría” muchos o todos funcionan bien o muy bien. ¿Pero realmente es así? ¿Todos los productos que se utilizan en avicultura y en otras producciones animales y vegetales han sido testeados previamente siguiendo pasos rigurosos para probar su eficiencia? La productividad del hombre que fabrica, diseña o descubre, se estimula mediante la ética de la competitividad, empresarial u otra. El hombre tiene sólo dos facetas importantes: producir y consumir en el mercado (capitalista o socialista). Sea artista, científico, campesino o militar, lo que produzca será puesto en venta en algún mercado, si es que satisface las normas del sistema, y su éxito dependerá, tanto o más, de la propaganda o de las relaciones públicas que de su valor intrínseco. Y como consumidor está sujeto a las mismas presiones (Varsavky, 1969).

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Así también, el hombre es un animal curioso. Para sobrevivir, trata de dominar el medio ambiente donde vive de tres modos. Primero, tratamos de controlar las cosas materiales a través de la tecnología y así reafirmar nuestro dominio técnico del universo físico. En segundo lugar, podemos colaborar con nuestros semejantes, los seres humanos, y así establecer amistades colaboradoras. En tercer lugar, podemos recurrir a un sistema trascendente de creencias, ya sea ciencia, filosofía, metafísica o teología, y así encontrar orden y seguridad en un universo que de otra forma seria caótico. El impulso de comprender está profundamente arraigado a la naturaleza humana. “El hombre tiende, por naturaleza, al conocimiento” dijo Aristóteles hace más de 2.300 años (Hardin, 1969). Mientras los animales inferiores sólo están en el mundo, el hombre trata de entenderlo; y sobre la base de su inteligencia imperfecta pero perfectible del mundo, el hombre intenta enseñorearse de él para hacerlo más confortable. En este proceso, construye un mundo artificial: ese creciente cuerpo de ideas llamado "ciencia", que puede caracterizarse como conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y, por consiguiente, falible. Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es cada vez más amplia, profunda y exacta. La ciencia intenta describir los hechos tales como son, independiente de su valor emocional o comercial: la ciencia no poetiza los hechos ni los vende, si bien sus hazañas son una fuente de poesía y de negocio. Por ello, la ciencia es valiosa como herramienta para domar la naturaleza y remodelar la sociedad; es valiosa en sí misma, como clave para la inteligencia del mundo y del yo; y es eficaz en el enriquecimiento, la disciplina y la liberación de nuestra mente (Bunge, 1960). En otras épocas, las ciencias, como las artes, se practicaban principalmente por el placer y la excitación que brindan, porque satisfacían la curiosidad. En este siglo, aunque persiste la curiosidad, la actividad científica está sujeta a normas más rígidas que se han ido construyendo a medida que las sociedades científicas se constituyeron en instituciones modernas que regulan y evalúan la investigación. La ciencia actual no crea toda clase de instrumentos, sino sólo aquellos que el sistema le estimula a crear. Esta distribución del esfuerzo científico está determinada por las necesidades del sistema. Al mismo tiempo, la dimensión actual del impacto económico, social y ambiental del conocimiento científico-tecnológico hace indispensable la reflexión sobre los rumbos y los objetivos de un saber científico que, lejos de ser neutral, involucra valores e intereses que se deben explicitar y analizar críticamente (Varsavky, 1969; Curtis, 2008). Aunque se lee y escucha las palabras “ciencia avícola” o “ciencias avícolas” en seminarios, congresos, y revistas, lo cierto es que la avicultura integra muchas ciencias. Por ello, en este manuscrito se describirán los tipos de ciencias y el método científico que le dan forma al conocimiento y permiten los avances científicos para una vida y producción animal, entre ellas avícola, mejor.

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Clasificación de las ciencias En base al objeto o tema de las respectivas disciplinas, la diferencia de especie entre los enunciados que se proponen establecer y el método por el cual se ponen a prueba los enunciados verificables, las ciencias se clasifican en formales (deductivas o ideales) y fácticas (materiales o empíricas). La producción avícola se apoya en ambos tipos de ciencias. Mientras los enunciados formales consisten en relaciones entre signos, los enunciados de las ciencias fácticas se refieren, en su mayoría, a entes extracientíficos: a sucesos y procesos. Así también, mientras las ciencias formales se contentan con la lógica para demostrar rigurosamente sus teoremas (los que, sin embargo, pudieron haber sido adivinados por inducción común o de otras maneras), las ciencias fácticas necesitan más que la lógica formal: para confirmar sus conjeturas necesitan de la observación y/o experimento. En otras palabras, las ciencias fácticas tienen que mirar las cosas, y, siempre que les sea posible, deben procurar cambiarlas deliberadamente para intentar descubrir en qué medida sus hipótesis se adecuan a los hechos. Dentro de las ciencias formales están la matemática y la lógica y en las ciencias fácticas se encuentran una gran cantidad de ciencias (Bunge, 1960). No toda la investigación científica procura el conocimiento objetivo. Así, la lógica y la matemática — esto es, los diversos sistemas de lógica formal y los diferentes capítulos de la matemática pura— son racionales, sistemáticos y verificables, pero no son objetivos; no nos dan informaciones acerca de la realidad: simplemente, no se ocupan de los hechos. La lógica y la matemática tratan de entes ideales; estos entes, tanto los abstractos como los interpretados, sólo existen en la mente humana. A los lógicos y matemáticos no se les da objetos de estudio: ellos construyen sus propios objetos. Es verdad que a menudo lo hacen por abstracción de objetos reales (naturales y sociales); más aún, el trabajo del lógico o del matemático satisface a menudo las necesidades del naturalista, del sociólogo o del tecnólogo, y es por esto que la sociedad los tolera y, ahora, hasta los estimula. Pero la materia prima que emplean los lógicos y los matemáticos no es fáctica sino ideal. Por ello, las ciencias formales jamás entran en conflicto con la realidad. Esto explica la paradoja de que, siendo formales, se "aplican" a la realidad: en rigor no se aplican, sino que se emplean en la vida cotidiana y en las ciencias fácticas a condición de que se les superpongan reglas de correspondencia adecuada (Bunge, 1960). Por otra parte, la física, la química, la fisiología, la psicología, la economía, y las demás ciencias recurren a la matemática, empleándola como herramienta para realizar la más precisa reconstrucción de las complejas relaciones que se encuentran entre los hechos y entre los diversos aspectos de los hechos. Dichas ciencias no identifican las formas ideales con los objetos concretos, sino que interpretan las primeras en términos de hechos y de experiencias (o, lo que es equivalente, formalizan enunciados fácticos). En las ciencias fácticas, no se emplean símbolos vacíos (variables lógicas) sino tan sólo símbolos interpretados. Además, la racionalidad (coherencia con un sistema de ideas aceptado previamente) es necesaria pero no suficiente para los enunciados fácticos; en particular la sumisión a algún sistema de lógica es necesaria pero no es una garantía de que se obtenga la verdad.

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Además de la racionalidad, se exige de los enunciados de las ciencias fácticas que sean verificables en la experiencia, sea indirectamente (en el caso de las hipótesis generales), sea directamente (en el caso de las consecuencias singulares de las hipótesis). Únicamente después que haya pasado las pruebas de la verificación empírica podrá considerarse que un enunciado es adecuado a su objeto, o sea que es verdadero, y aun así hasta nueva orden. Por todo ello, las ciencias formales demuestran o prueban, mientras que las ciencias fácticas verifican (confirman o no) hipótesis que en su mayoría son provisionales. La demostración es completa y final; la verificación es incompleta y por eso temporaria (Bunge, 1960). Todo científico merecedor del nombre es realmente una complicada mezcla de filósofo, técnico y hombre de negocios reunidos en una sola persona y no en un tipo “puro”. Las proporciones relativas varían mucho en los distintos científicos. Cualquiera sea el tipo de mezcla, un científico trabaja o de la investigación básica (Ej. química, biología y sociología), llamada ciencia pura, o en la llamada ciencia aplicada (Ej. farmacología, psicología clínica y epidemiología descriptiva). La investigación básica se realiza primordialmente para profundizar en el conocimiento de la naturaleza, descartando por completo las posibles aplicaciones prácticas de los descubrimientos realizados. La ciencia pura es el terreno a partir del cual debe desarrollarse la ciencia aplicada. Esta última se diferencia de la ciencia básica que el objetivo es obtener verdades de posible uso práctico. Por su parte, la tecnología es una disciplina que se ocupa principalmente en las aplicaciones de los resultados de la ciencia pura a los usos prácticos. Ningún científico es un investigador puro o un técnico puro. Igualmente se presentan mezclas, con mayor proporción de un tipo o del otro. Además, la técnica es tan importante para impulsar la investigación básica como a la inversa. En la mayor parte de la investigación actual la ciencia pura y la ciencia aplicada trabajan al unísono y toda ciencia tiene su base en el método científico (Weisz, 1971, Bunge, 2012). La ciencia como una carrera de relevos La ciencia ha penetrado de tal modo en nuestra civilización actual que el calificativo “científico” constituye para muchos el mayor mérito, el símbolo del progreso. Ninguna empresa humana puede tener un verdadero valor o un significado básico si carece de fundamentos científicos. La ciencia empezó en un pasado distante, mucho antes de que se registrara la historia del hombre. Su madre fue la magia trivial, de la misma manera que la religión y, probablemente, el arte. Sus métodos difieren, pero sus objetivos son los mismos: comprender e interpretar el universo y sus fenómenos, y con ello promover en lo posible el bienestar material y espiritual del hombre (Weisz, 1971). El objetivo de toda ciencia radica en brindar explicaciones para los fenómenos observados y establecer principios generales que permitan predecir las relaciones entre estos y otros fenómenos. Estas explicaciones y generalizaciones se logran por un tipo de sentido común organizado al que se denomina método científico (Figura 1).

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Figura 1 Principales pasos del método científico

El método científico, constituye la columna vertebral de cualquier proceso de investigación, caracterizándose por una serie de etapas que, observadas y seguidas de forma acuciosa y sistematizada; permiten conducir y concluir cualquier protocolo de investigación. El método científico está basado en dos pilares, la reproducibilidad (la capacidad de repetir un determinado experimento, en cualquier lugar y por cualquier persona) y la refutabilidad (toda proposición científica tiene que ser susceptible de ser falsada o refutada, falsacionismo). Esto implica que, si se diseñan experimentos, y dan resultados distintos a los predichos, negarían la hipótesis puesta a prueba. Uno de los postulados básicos del método científico es el rehusar la autoridad, o sea no aceptar nunca un hecho por la simple razón que alguien lo afirme. El científico es siempre un aséptico y necesita confirmación de las observaciones por parte de un individuo independiente (Castán, 2014). La esencia del método científico consiste en el planeamiento de preguntas y búsqueda de respuestas. Toda ciencia empieza con la observación, luego sigue con definir el problema, después en adivinar cuál pueda ser la contestación adecuada a la pregunta (la hipótesis). Posteriormente, se procede a la experimentación. El resultado de cualquier experimento representa una prueba. Esto es, la suposición original respecto a un problema queda confirmada, corregida o invalidada.

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Si se invalida, puede sentarse una nueva hipótesis sentada que nos merece cierto grado de confianza. Cuando un científico ha reunido datos suficientes para validar una hipótesis, comunica los resultados a otros científicos; esta comunicación, por lo general, se realiza en un congreso científico o en una publicación científica especializada, como una revista o un libro. El llamado “paper” (nombre, tomado del inglés, comúnmente utilizado en una revista científica especializada) tiene una cantidad de ventajas, aparte de exponer los resultados del trabajo en forma concreta e inteligible. Se puede contar cuántos publica cada científico por año, de qué tamaño son y en qué categoría de revistas han aparecido. Si los datos son suficientemente interesantes o la hipótesis es suficientemente importante, otros investigadores repetirán las observaciones o los experimentos en el intento de confirmarla, negarla o ampliarla. La evidencia experimental es la base del próximo paso del método científico: la formulación de una teoría (principio general científicamente aceptable que se ofrece para explicar los fenómenos). Las discrepancias entre las previsiones teóricas y los hallazgos empíricos figuran entre los estímulos más fuertes para edificar teorías nuevas y diseñar nuevos experimentos. Toda teoría buena tiene un valor de predicción. Una teoría correcta, además de señalar la relación entre distintas clases de hechos, aclara y simplifica la comprensión de los fenómenos naturales. En cambio, una teoría incorrecta, tarde o temprano desemboca en absurdos y contradicciones evidentes. Por ello, lo que una teoría predice se sostiene durante cierto tiempo, se encuentran excepciones y entonces se desarrolla una nueva teoría más amplia, aunque también transitoria. El investigador moderno ama la verdad, pero no se interesa por las teorías irrefutables. Una teoría puede haber permanecido intocada no tanto por su alto contenido de verdad sino porque nadie la ha usado. Una teoría que ha resistido repetidas pruebas se eleva al estatus de ley o principio, aunque no siempre se identifique como tal. Los enunciados de las leyes son transitorios y se organizan en una estructura de niveles (Bunge, 1960; Ville, 1968; Weisz, 1971, Curtis, 2008, Otzen y col., 2017). Aunque proviene del sentido común, la ciencia constituye una rebelión contra su vaguedad y superficialidad. La ciencia no erradica el sentido común, sino que nos enseña cómo entender la experiencia del mismo. El conocimiento científico procura la precisión; nunca está enteramente libre de vaguedades, pero se las ingenia para mejorar la exactitud; nunca está del todo libre de error, pero posee una técnica única para encontrar errores y para sacar provecho de ellos (Sankey, 2010). La ciencia tiene aspectos tanto conservadores como progresistas. En algunos campos de la ciencia predominan los primeros, en otros los últimos. Las diferencias entre las ciencias están determinadas por la edad y la madurez. La ciencia se ocupa solamente de los fenómenos que, en forma directa e indirecta, pueden ser percibidos por los sentidos. Al determinar la verdad acerca de tales fenómenos, los sentidos son la autoridad última. Ninguna verdad científica se acepta como tal sólo porque haya sido expresada por alguna autoridad humana, por grande que esta pueda ser. Para que un hecho sea cierto, debe ser verificable por todos los que utilizan sus sentidos para comprobarlo. Todo trabajo de investigación se funda sobre el conocimiento anterior, y en particular sobre las conjeturas mejor confirmadas. Existe una continuidad en el trabajo científico. Por ello, la ciencia es como una carrera de relevos y es una actividad pública y social. No social en el sentido que la realicen multitudes, sino social en el sentido que el científico individual, por muy aislado que pueda estar en el laboratorio, siempre percibe agudamente la presencia sutil de sus iguales que esperan que él tiene que decir con un gran interés crítico.

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La comunicación de los resultados y de las técnicas de la ciencia no sólo perfecciona la educación general, sino que multiplica las posibilidades de su confirmación o refutación. La verificación independiente ofrece las máximas garantías técnicas y morales, y ahora es posible, en muchos campos, en escala internacional. Por esto, los científicos consideran el secreto en materia científica como enemigo del progreso de la ciencia. La política del secreto científico es, en efecto, el más eficaz originador de estancamiento en la cultura, en la tecnología y en la economía, así como una fuente de corrupción moral (Bunge, 1960). El lenguaje científico no contiene solamente términos que designan hechos singulares y experiencias individuales, sino también términos generales que se refieren a clases de hechos. La generalidad del lenguaje de la ciencia no tiene, sin embargo, el propósito de alejar a la ciencia de la realidad concreta: por el contrario, la generalización es el único medio que se conoce para adentrarse en lo concreto, para apresar la esencia de las cosas (sus cualidades y leyes esenciales). Con esto, el científico evita en cierta medida las confusiones y los engaños provocados por el flujo deslumbrador de los fenómenos (Bunge, 1960). En gran parte, el asombroso éxito de la ciencia moderna en el aprendizaje de nuestro mundo tiene sus raíces en su rigurosa estructura. Los científicos establecen claramente suposiciones, diseñan experimentos concluyentes con los controles adecuados y utilizan métodos estadísticos para evaluar nuestra confianza en los resultados. Estos procesos forman el núcleo de la llamada ciencia diurna o del día. Para utilizar estas fortalezas, los científicos hablan en un lenguaje muy preciso y sin metáforas cuando describen su trabajo en manuscritos. y conferencias. La adquisición de este idioma es una parte importante de su formación formal como científicos del día. Pero existe un segundo idioma de la ciencia igualmente importante, que rara vez se enseña explícitamente y a menudo se pasa por alto. Este es el lenguaje de la ciencia nocturna o de noche, la parte creativa del trabajo científico, donde se les ocurren las primeras versiones confusas de las mismas ideas que serán probadas por la ciencia diurna. En la ciencia nocturna, la insistencia en la precisión se convierte en un obstáculo, mientras que las metáforas y la antropomorfización (la personificación de objetos no humanos como células, proteínas y genes) les imparten poderosas intuiciones sobre las incógnitas que los científicos exploran. Una vez que se haya identificado una idea en sus exploraciones científicas nocturnas, pueden traducirla a un lenguaje científico diurno respetable, de modo que se pueda diseñar y ejecutar un experimento utilizando las rigurosas herramientas científicas diurnas a nuestra disposición. Para evitar malentendidos, el lenguaje distintivo de la ciencia nocturna debe estar claramente etiquetado cuando se habla. Pero desarrollarlo como complemento del lenguaje científico formal es un paso importante en el desarrollo como científico creativo (Yanai y Lercher, 2020).

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Cuando queremos aprender una lengua recurrimos a tomar clases con especialistas en la misma. En la comunicación, el lenguaje español, en nuestro caso, debe seguir los lineamientos de la Real Academia Española. Lamentando que “se ha perdido el interés por hablar y escribir con cierto decoro, y siendo que el uso de la lengua se deteriora en todos los ámbitos”, Zorilla (2020b), presidenta y miembro de número de la Academia Argentina de Letras y miembro correspondiente hispanoamericana de la Real Academia Española, publicó recientemente un libro denominado “Sueltos de lengua” (Figura 2). En el mismo realiza, con gran dosis de humor, una recorrida minuciosa, lúcida e hilarante sobre el mal uso del lenguaje español. Entre otros temas, remarca que “el uso de palabras inglesas en español a veces es pobreza de vocabulario” y que “todos los excesos lingüísticos son malos porque apenumbran la verdad del mensaje”.

Figura 2. Tapa del libro “Sueltos de lengua”, donde Alicia María Zorilla pone "el uso de español bajo la lupa", repasando, con una gran dosis de humor, los errores y horrores que los argentinos cometen diariamente en el uso del español.

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Salvador Gutiérrez Ordóñez, catedrático de Lingüística General de la Universidad de León y miembro de la Real Academia Española, afirmó en una entrevista llevada a cabo en el 2019 (Kay, 2019), que, en el mundo, el español es “una lengua demográficamente en expansión, con 570 millones de hablantes y que el único punto donde tiene menos presencia es en la ciencia, por el escaso desarrollo de los países hispanos”. A su vez, destacó que “a veces se piensa que el peligro es la entrada de palabras extranjeras, pero la lengua tiene una gran capacidad de asimilarlas: lo que no se puede asimilar es la ortografía extranjera porque destruimos un patrimonio que ha costado siglos defender”. Es fácil darse cuenta cómo las palabras inglesas han invadido la lengua española, de ahí que “se debería hacer una campaña para defender nuestra ortografía”. En ese sentido, hace poco, en un programa deportivo, el exjugador de fútbol Oscar Ruggeri pidió, ante una mirada crítica de sus compañeros, que se “hable como corresponde” para que nos podamos entender frente al uso de modismos en inglés, destacando que está muy bien que se estudie un idioma extranjero, pero que el mismo se hable en el país correspondiente (Infobae, 2021). Es común que el científico en países latinoamericanos hable y escriba en inglés y use palabras extranjeras en su vocabulario cuando se comunica en los mismos, aun cuando tienen traducción al español. Por otro lado, todos los excesos son malos y hasta la ciencia ha llegado. Lamentablemente, en esa línea, en la editorial del número de diciembre de 2020 de la Revista Argentina de Microbiología, revista científica especializada en el estudios de los microorganismos, la Dra. Bonofiglio (2020) utilizó diversos abusos lingüísticos (Las/os profesionales; la/el docente; todas/os las/os docentes; las/os autoras/es; las/os alumnas/os; otras/os autoras/es; las/os expositoras/es; las/os microbiólogas/os; profesionales dedicadas/os), que complican la lectura del texto y restan economía y simplificación a la lengua. Así también, para la Academia Argentina de Letras, indefectiblemente, deben recorrerse dos caminos: el lingüístico y el sociopolítico. Una lengua, un cuerpo lingüístico, no puede inventarse o reinventarse conscientemente de la noche a la mañana. No pueden reemplazarse las letras a y o, que diferencian el género, con la arroba, el asterisco, la e o la x porque se tiene la voluntad de hacerlo en contra del androcentrismo o de reflejar con ello una realidad sociopolítica. Esa sustitución es ajena a la Morfología del español e innecesaria, pues el masculino genérico o masculino gramatical ya es inclusivo, ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género (Zorilla, 2020a). Consideraciones finales Las diferentes publicaciones de los investigadores argentinos Mario Bunge (1919-2020) y Oscar Varsavky (1920-1976), aunque no alineados en el mismo camino, han realizado buenos aportes al conocimiento de la ciencia (Figura 3). Mario Bunge falleció en Montreal el 25 de febrero de 2020 a la edad de 100 años. Hace poco tiempo, este importante físico, filósofo, epistemólogo y escritor respondió con humor cuando se le preguntó por el secreto de su longevidad: “La receta es mantener ágil el cerebro. Si uno deja de aprender, el cerebro deja de funcionar. También es importante no fumar, no beber alcohol, no hacer demasiado deporte y no leer a los postmodernos” (Prats, 2020).

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Figura 3. Tapas de algunos libros de Mario Bunge y Oscar Varsavky como parte de sus importantes aportes a la ciencia.

El progreso científico consiste en el progreso hacia la verdad. La ciencia es eficaz en la provisión de herramientas para el bien y para el mal. Es cosa de los técnicos emplear el conocimiento científico con fines prácticos, y los políticos son los responsables de que la ciencia y la tecnología se empleen en beneficio de la humanidad. Los científicos pueden, a lo sumo, aconsejar acerca de cómo puede hacerse uso racional, eficaz y bueno de la ciencia. Además de constituir el fundamento de la tecnología, la ciencia es útil en la medida en que se la emplea en la edificación de concepciones del mundo que concuerdan con los hechos, y en la medida en que crea el hábito de adoptar una actitud de libre y valiente examen, en que acostumbra a la gente a poner a prueba sus afirmaciones y a argumentar correctamente (Bunge, 1960). La ciencia es abierta como sistema porque es falible y, por consiguiente, capaz de progresar. En cambio, puede argüirse que la ciencia es metodológicamente cerrada no en el sentido de que las reglas del método científico sean finales sino en el sentido de que es autocorrectiva: el requisito de la verificabilidad de las hipótesis científicas basta para asegurar el progreso científico (Bunge, 1960).


El conocimiento científico no está restringido a un ámbito observable o fenomenal, se extiende a la naturaleza subyacente de la realidad al identificar las causas inobservables de los fenómenos observados (Sankey, 2010). Sin embargo, como dice Varsavky (1969), “nuestra ciencia está moldeada por nuestro propio sistema social. Sus normas, sus valoraciones, sus élites, pueden ser cuestionadas; existen no por derecho divino ni ley de la naturaleza sino por adaptación a la sociedad actual, y pueden estar completamente inadaptados a una sociedad futura”. Este mismo autor destaca que, aun cuando los avances científicos se mueven según intereses, “el valor de un científico debería medirse por la calidad de su trabajo, la originalidad de sus ideas y la influencia que ellas tienen sobre sus colegas, por su capacidad de formar y estimular a otros más jóvenes, de crear escuela, por la intensidad y continuidad de su esfuerzo”. Los aportes de la ciencia en la producción avícola han sido variados e importantes en distintos ámbitos de la misma. En Argentina, profesionales de distintas universidades y otros organismos de ciencia y técnica, como el INTA, exponen sus avances en temas avícolas siguiendo el método científico. El sentido común otorga una base sólida sobre la cual establecer el enfoque realista a la ciencia. Por su parte, el método científico es el procedimiento mediante el cual podemos alcanzar un conocimiento objetivo de la realidad, tratando de dar respuesta a las interrogantes acerca del orden de la naturaleza. El método se basa en el desarrollo de distintas etapas que conducen al establecimiento de una conclusión válida sustentada en la verificación de una hipótesis y supuestos de la investigación realizada. Así, la investigación científica no está exenta a la ocurrencia de errores, los cuales pueden ser originados durante el planteamiento del problema de estudio, el diseño de investigación, el establecimiento de los criterios de elegibilidad, la estimación del tamaño de la muestra, el proceso de medición, durante el seguimiento de los sujetos o debido a la falta de discusión de las limitaciones del estudio. En este contexto, una de las estrategias que permite reducir los potenciales errores en la conducción de un estudio radica en el adecuado desarrollo de un proyecto o protocolo de investigación, el cual, debe ser elaborado en base a un problema de investigación, diseño y método de medición, otorgándole al investigador una serie de ventajas asociadas con la planificación documentada del proceso, reproducibilidad de los protocolos experimentales y facilitación del proceso de divulgación de los resultados. Así también, la estadística es una herramienta útil para la realización de estudios clínicos y otros, pero debe ser utilizada de forma correcta (Otzen y col., 2017). Finalmente, el científico debería ser un guardián del lenguaje español para comunicarse en Latinoamérica, dado que como dice Zorilla (2020b) “nuestras palabras ejercen una misión docente y suelen convertirse modelos para los demás” y “no comprender lo que se lee en el propio idioma y no saber lo que se escribe crea un estado gradual de desolación difícil de explicar”. Agradecimientos Este trabajo fue realizado gracias a subsidios de INTA (2019-PE-E7-I147-001; 2019-PD-E5-I103-001; 2019PD-E5-I104-001); y de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (PIDAC “Detección de Salmonella spp. en aves y ambientes avícolas y resistencia a los antibióticos utilizados en salud humana y sanidad de las aves”).

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Referencias Bagust, T.J. 2013. Salud de las aves de corral y control de enfermedades en los países en desarrollo. En Revisión del desarrollo avícola, pp. 102-107. FAO. Bonofiglio, L. 2020. Reflexiones sobre la enseñanza y la difusión de la microbiología. Revista Argentina de Microbiología 52(4): 259-260. Bunge, M. 1960. La ciencia. Su método y su filosofía. Cap. I y II. Bs. As. Siglo XX. Bunge, M. 2012. Filosofía para médicos. Gedisa, Barcelona. Castán, Y. 2014. Introducción al método científico y sus etapas. Instituto Aragones de Ciencias de la Salud. Curtis, H; Barnes, S; Schnek, A; Massarini, A. 2008. Biología. Séptima Edición en Español. Editorial Médica Panamericana. Madrid. España. Hardin, G. 1969. Biología sus principios e implicaciones. Herrero Hermanos, sucesores SA. México. Infobae. 2021. “Ma’ qué ‘brunch’, ¡picada!”: el ataque de furia de Oscar Ruggeri en vivo por el uso de modismos en inglés. Deportes, 1 de marzo Disponible en: https://www.infobae.com/deportes/2021/03/01/ma-que-brunch-picada-el-ataque-de-furia-de-oscarruggeri-en-vivo-por-el-uso-de-modismos-en-ingles/ (Consultado 4 de marzo de 2021) Kay, L. 2019. «Hay que salvar al español del uso de ortografías extranjeras». El Comercio. Disponible: https://www.elcomercio.es/culturas/salvar-espanol-ortografias-20190421012036-ntvo.html (Consultado 4 de marzo de 2021) Otzen, T., Manterola, C., Rodríguez-Núñez, I. M. García-Domínguez. 2017. La necesidad de aplicar el método científico en investigación clínica. Problemas, beneficios y factibilidad del desarrollo de protocolos de investigación. International Journal of Morphology 35(3):1031-1036. Prats, J. 2020. Mario Bunge, el sabio moderno. Letra Global. http://www.ub.edu/histodidactica/images/documentos/pdf/Mario%20Bunge.pdf (Consultado 4 de marzo de 2021) Sankey, H. 2010. Ciencia, sentido común y realidad. Discusiones Filosóficas 11(16): 41-58. Varsavky, O. 1.969. Ciencia, política y cientificismo. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. Ville, C. 1968. Biología. Ed. Iteramericana S.A. México. Weisz, P.B. 1971. La ciencia de la biología. Ediciones Omega, S.A. Barcelona, España. Yanai, I., M. Lercher. 2020. The two languages of science. Genome Biology 21: 147. Zorilla, A.M. 2020a. El lenguaje inclusivo. Boletín digital Academia Argentina de Letras. https://www.aal.edu.ar/BID/bid118_AliciaMariaZorrilla_El-lenguaje-inclusivo_Fundamentos-posicionacademica.pdf (Consultado 4 de marzo de 2021) Zorilla, A.M. 2020b. Sueltos de lengua. Libros del Zorzal. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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Con residuos avícolas mejoran la fertilidad y estructura del suelo

Un equipo de especialistas del INTA confirmó que reciclar los residuos de las granjas de producción intensiva permite recuperar la estructura del suelo agrícola e incrementar un 20 % de carbono a corto plazo. Los beneficios de la cama de pollo como enmienda orgánica.

Destacada como la principal provincia avícola de la Argentina, Entre Ríos se posiciona por su gran aporte de cabezas faenadas al mercado interno y externo. En contrapartida, los residuos provenientes de granjas de producción intensiva constituyen una problemática para el sector. En este contexto, un equipo de especialistas del INTA analizó el impacto de la cama de pollo como enmienda orgánica para los suelos agrícolas. “La cama de pollo se compone de restos de cáscara de arroz, aserrín o virutas de pino o eucaliptus, a los que se le suman los restos de alimento, plumas y deyecciones de aves”, detalló Emmanuel Gabioud –investigador del INTA Paraná, Entre Ríos, que aborda investigaciones sobre la problemática–. Por su alto contenido de nutrientes, la cama de pollo es utilizada históricamente por los productores agropecuarios locales como una enmienda orgánica tendiente a suplir los requerimientos nutricionales de diversos cultivos y pasturas, siendo una fuente de fósforo muy importante, entre otros nutrientes. Por esto, para los especialistas resulta una “oportunidad de valorización a partir de su reciclaje y a su vez una alternativa para mitigar la degradación de suelos agrícolas, mejorando su fertilidad en el corto plazo”. Esta sinergia reduce riesgos sobre los diferentes componentes del ambiente agropecuario. En esta línea, Gabioud agregó: “Luego de aplicarle un tratamiento térmico o de compostaje, para reducir el contenido de microorganismos y el riesgo potencial de transmisión de enfermedades, puede ser utilizada para mejorar la fertilidad física de lotes agrícolas degradados”.

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“En nuestras investigaciones, documentamos claramente los efectos benéficos que puede promover la aplicación tanto de cama de pollo como de yeso, una enmienda química de generación regional y su combinación”, especificó en referencia, particularmente, en la modificación de las condiciones físicas del suelo como la estructura del suelo y el movimiento de agua. “Los suelos limosos de la costa del Paraná tienen tendencia a compactarse, bajo siembra directa generan estructuras laminares superficiales que limitan la infiltración de agua y favorecen el escurrimiento superficial”, explicó Gabioud.

La cama de pollo se compone de restos de cáscara de arroz, aserrín o virutas de pino o eucaliptus, a los que se le suman los restos de alimento, plumas y deyecciones de aves. Fertilizar con residuos, una oportunidad Un ensayo del INTA realizado durante dos años, con cuatro momentos de muestreo, mostró un incremento significativo del carbono en el suelo en los primeros cinco centímetros de profundidad. Las muestras fueron tomadas antes de la aplicación de las enmiendas, otro luego de la aplicación de las enmiendas y antes de la implantación de un cultivo de soja, un tercero luego de la cosecha de soja y antes de la implantación de maíz y, por último, luego de la cosecha del maíz. “Luego de 20 meses de la aplicación de 7,5 toneladas por hectárea de cama de pollo, se registró un incremento del 20,5 % del carbono en el suelo, respecto a nivel inicial”, señaló Gabioud. “En los primeros dos meses de aplicación de cama de pollo no se registraron cambios en el suelo, pero luego de un año de uso hubo notables mejoras”, expresó el especialista del INTA. Asimismo, detalló que, al cabo de veinte meses, se registró una disminución de cinco centímetros en el espesor de la estructura laminar (inicialmente tenía un espesor de 10 centímetros) con el agregado de cama de pollo sola o combinada con yeso, con incrementos de una estructura granular favorable para el ingreso de agua.

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La investigación se enmarca en la búsqueda de estrategias a corto plazo para la regeneración estructural de suelos agrícolas. La aplicación de cama de pollo en superficie mostró una mejora significativa de materia orgánica en suelo y otras mejoras físicas asociadas en la porosidad, la estabilidad de la estructura y la resistencia a la compactación. Estas propiedades físicas mostraron cambios favorables en el corto plazo y, si persisten en el tiempo, podrían promover mejoras en la productividad del suelo y la dinámica del agua y nutrientes. “Este estudio nos permitió comprender mejor la evolución de la estructura en suelos limosos bajo siembra directa, especialmente en los centímetros superiores que controlan la infiltración de agua y la erosión hídrica”, dijo Gabioud quien ponderó la posibilidad de regenerar la estructura del suelo a corto plazo y promover la gestión sostenible del suelo bajo agricultura continua. En la actualidad, el equipo del INTA Paraná analiza los datos de parámetros químicos y físicoquímicos que permitirán complementar la información hasta ahora relevada. Además, se comenzaron a realizar ensayos tendientes a evaluar otras formas de acondicionamiento de la cama de pollo, como el pelletizado. Asimismo, junto con profesionales del INTA Concepción del Uruguay elaboran un documento de recomendaciones para el almacenamiento y uso agronómico de cama de pollo. En este sentido, junto a la Secretaría de Ambiente de Entre Ríos se avanza en un proyecto para caracterización de residuos en granjas y selección de parámetros analíticos guía para regular el uso agronómico en suelos de la provincia.

La cama de pollo se compone de restos de cáscara de arroz, aserrín o virutas de pino o eucaliptus, a los que se le suman los restos de alimento, plumas y deyecciones de aves.

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Venta de pavos híbridos, ponedoras y pollitos camperos El sector avicultura de la Experimental Agropecuaria Pergamino dispone a la venta distintas especies.

Grupo o Laboratorio: Aves Sector al que se destina el servicio: Productores agropecuarios, Público en general Unidad de administración: Asociaciones cooperadoras Servicio pago: Si Responsable No INTA: Lisi Paez Teléfono de contacto: (02477) 232694 Sedes INTA: E.E.A. Pergamino Área geográfica que alcanza el servicio: oArgentina oBuenos Aires oPergamino ·Ponedoras Negra y Rubia INTA, son aves ponedoras de huevos castaños, semipesadas, seleccionadas para una producción a piso. ·Pollos Camperos es un animal basado en la cruza de varias razas que se diferencia del clásico parrillero por un crecimiento más lento, plumaje variado y textura de la carne más firme, que se faena a los 75 días de edad. · Pavos Blancos híbridos de Pechuga Ancha (PBPA). Es una genética asimilada de INTA que tomo como base genética de origen frances y canadiense. ·Reproductores de Ponedoras (autosexantes) y Pollos camperos Camperos Todos las aves que se comercializan son BB de 1 dia de vida, vacunados.

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REVISTA NEGOCIOS DE AVICULTURA / NEGOCIOS CON PORCINOS Nº97

PUBLICACIÓN OFICIAL DE:

STAFF Director: Adolfo Steinberg asteinberg@negociosavicultura.com.ar Administración: Stella Maris Rodriguez comercial@negociosavicultura.com.ar Edición y Redacción: Lic. María Sol Steinberg Rodriguez

Registro de la Propiedad Intelectual No 473254. Se prohibe la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación sin la autorización expresa del editor. Artículos: se han tomado los recaudos para presentar la información en la forma más exacta y confiable posible. El editor no se responsabiliza por cualquier consecuencia derivada de su utilización. Las notas firmadas son de exclusiva responsabilidad de sus autores, sin que ello implique a la revista en su contenido. Publicidad: Para todos los efectos, se considera que la responsabilidad por los contenidos de los avisos corre por cuenta de los respectivos anunciantes. Constitución Nacional y Provincial, que, además de otros considerandos, en su Artículo 14 expresa que la libertad de expresión, edición, impresión, difusión y comercialización de libros y publicaciones no podrá ser restringida ni obstaculizada.

AGRADECEMOS LA CONFIANZA DEPOSITADA POR NUESTROS ANUNCIANTES, SIN SU APOYO ECONÓMICO NO HUBIERA SIDO POSIBLE EDITARLA.

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Continúa en la próxima edición


G T A

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I N F O R M A



Presentacion del Colegio de Médicos Veterinarios de Entre Rios Autoridades

Vocales:

La Sede del Colegio de Médicos Veterinarios se halla en la ciudad de Paraná, en la Calle Santa Fe 111.

1°-Fabricio Gastón Rausch 2°-Maria Gabriela Pittavino 3°-Luis M. Mascheroni 4°-Betina Noemi Brossard 5°-Matias A. Stockli 6°-Jorge Armando Davila Tribunal de disciplina: 1º.- Fabio Ángel R. Folmer 2º.- Selva Natalia Lopez 3º- Gerardo A. Battauz Comisión revisora de cuentas: 1º.- Juan Carlos Pierrestegui 2º.- Darío Pascual Zucchini 3º.- Yanina Romero

Directorio Mesa Directiva Presidente: Atilio Roberto Ava Vicepresidente: Juan Sebastian Vittone Secretario: Juan Domingo Del Prado Pro secretario: Osvaldo Hugo Ruffini Tesorero: Gustavo Andrés Steinbreger Pro tesorero: José Javier Giacomino


Negocios con

Porcinos

Publicación líder sobre empresas, productos y servicios de Porcicultura

ISSN 1853-600X

Publicación Oficial

Nº 97 MAY/ 21

SALUD PÚBLICA

BIOSEGURIDAD EN LAS GRANJAS

APPORTAN TANDIL

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Salud pública: Se recuerdan las medidas para prevenir y controlar la triquinosis Es una enfermedad zoonotica parasitaria endémica que se transmite del cerdo al humano por ingerir carne y chacinados en mal estado. El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) recuerda a consumidores de productos porcinos y derivados, las medidas que deben tener presente al momento de prevenir el contagio de la triquinosis. La triquinosis es una zoonosis parasitaria endémica en Argentina. Las personas se enferman al consumir carne cruda, insuficientemente cocida o productos elaborados con carne de cerdo o de animales silvestres, (principalmente jabalíes y pumas), que contienen en sus músculos larvas de parásitos del género Trichinella. Por eso, es también considerada una enfermedad transmitida por alimentos (ETA). “La carneada de cerdos y faena casera en el campo promueven la distribución y comercialización de productos porcinos elaborados de forma artesanal y como en este proceso se utiliza carne sin cocción, estos chorizos y salames, que no tienen el control sanitario riguroso, pueden contener larvas del parásito que producen la enfermedad”, explicó Néstor Osacar, coordinador de Sanidad Animal, del Centro Regional Buenos Aires Norte. “Una vez que las personas ingieren los productos infectados, las larvas se liberan en el estómago, continúan su ciclo en el intestino hasta reproducirse y las larvas que nacen migran por el torrente sanguíneo hacia los músculos, donde se alojan. Todo este proceso, puede provocar síntomas como: fiebre, diarrea, hinchazón de párpados, vómitos, picazón en la piel, dolores y dificultades motrices, y si no se lo diagnostica y trata a tiempo, hasta provocar la muerte”, explicó el profesional.

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De este modo, esta enfermedad tiene un fuerte impacto en la salud humana, ya que el cuadro clínico es muy variable y puede ir desde una afección asintomática hasta una enfermedad mortal, dependiendo del número de larvas ingeridas y del estado inmunológico del huésped. Por tal motivo, el Senasa recomienda a los consumidores no adquirir productos porcinos que no tengan su rótulo identificatorio correspondiente. En dicha etiqueta se informa quien elaboró el alimento, condición determinante para demostrar la inocuidad y la trazabilidad del producto adquirido y así saber si han sido sometidos a la prueba de digestión artificial en un laboratorio. Finalmente Osacar señaló que “esta prueba diagnóstica es obligatoria y debe ser realizada por todo productor que elabore chacinados y consiste en llevar a analizar al laboratorio local, una muestra de carne (entraña) por cada cerdo faenado, única condición para detectar las larvas de Trichinella spp” y prevenir que la enfermedad pase del cerdo al ser humano”. También es importante señalar que se debe cocinar correctamente la carne de cerdo hasta que su interior pierda el color rosado. La cocción mata las larvas que transmiten la enfermedad. Tomar conciencia sobre la importancia de prevenir la triquinosis contribuye a modificar ciertas prácticas culturales en la producción y el consumo de chacinados, promover una alimentación responsable, evitar riesgos y consumir alimentos seguros. Para más información, los interesados pueden comunicarse al Centro Regional Buenos Aires Norte, con sede en la ciudad bonaerense de Chivilcoy, a los teléfonos (02346) 436271/2/3 o al correo electrónico coorzoonosis@senasa.gob.ar

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Recomendaciones para reforzar la bioseguridad en las granjas porcinas El Senasa busca contribuir a prevenir enfermedades, evitar pérdidas productivas y resguardar el estatus sanitario alcanzado. Actualmente la República Argentina se encuentra reconocida como país libre de peste porcina clásica (PPC), peste porcina africana (PPA) y síndrome respiratorio reproductivo porcino (PRRS), enfermedades de gran impacto en la producción y con una amplia distribución a nivel internacional. Para sostener este estatus sanitario, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) recuerda a productores/as de ganado porcino la importancia de reforzar las medidas de bioseguridad en las granjas, para evitar el ingreso de agentes infecciosos. La bioseguridad incluye normas o procedimientos que deben ser incorporados para preservar la sanidad de los animales dentro de una granja, independientemente de su tamaño y nivel de tecnificación. Las enfermedades pueden ser introducidas en una granja y transmitidas de forma directa, por ejemplo a través de animales de reposición, repoblamiento y también de madres a hijos. Otra vía de ingreso es la transmisión indirecta, a causa del viento, vehículos, personas, equipos, agua, alimentos y/o del contacto con animales ajenos al establecimiento. La aplicación de una buena estrategia de manejo y bioseguridad permite reducir el riesgo de introducción de enfermedades, de manera de resguardar el estado sanitario de la granja, así como llevar a cabo una producción sostenida y rentable, que cumpla con los requisitos establecidos a nivel nacional e internacional para comercializar animales y sus productos derivados. Las buenas prácticas en producción porcina también incluyen el bienestar animal y el uso responsable de antimicrobianos, para evitar la resistencia antimicrobiana (RAM). Se recomienda a productores/as, extremar las medidas de prevención en sus establecimientos siguiendo las recomendaciones de los organismos internacionales como la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE): Brindar a los animales agua y alimentos seguros.

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Si se les provee de restos de alimentos de origen animal, debe calentarlos previamente para asegurar la eliminación de eventuales patógenos exóticos como el virus de la peste porcina clásica mediante dos vías posibles: hasta 90°C durante al menos 60 minutos en agitación continua, hasta 121°C durante al menos 10 minutos, a una presión absoluta de 3 bares Controlar plagas e insectos. Asegurar el buen estado sanitario de los animales que ingresan a la granja. No intercambiar maquinarias y equipos con otros establecimientos. Mantener en buenas condiciones los cercos perimetrales y las puertas de acceso. Restringir al máximo las visitas. Realizar un tratamiento adecuado de efluentes y cadáveres. Limpiar y desinfectar los vehículos que ingresan y egresan de la granja. La aplicación de estrictas medidas de bioseguridad permite cuidar la sanidad de los animales, los rindes productivos esperados, el estatus sanitario alcanzado por Argentina y los mercados de exportación de animales vivos, productos y subproductos de origen porcino. Para más información, se puede consultar en la página web del Senasa, o escribir un correo electrónico a porcinos@senasa.gob.ar



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