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Obesidad y Enfermedades Crónico-Degenerativas

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LA OBESIDAD y las enfermedades crónicas no transmisibles representan un grave problema de atención y son un reto para el sistema de salud actual por los efectos adversos a la calidad de vida de los individuos afectados, el elevado costo de su tratamiento y su contribución al incremento en la mortalidad.

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La obesidad se define como una acumulación anormal o excesiva de grasa en el cuerpo. Una forma simple de medir la obesidad, pero no la única ni la más precisa, es el índice de masa corporal (IMC). Una persona con un IMC igual o superior a 30 es considerada obesa.

La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas. A nivel mundial ha ocurrido lo siguiente: un aumento en la ingesta de alimentos de alto contenido calórico que son ricos en grasas y un descenso en la actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, los nuevos modos de transporte y la creciente urbanización.

Un IMC elevado es un importante factor de riesgo de enfermedades no transmisibles, dentro de las que destacan las siguientes:

Obesidad y dislipidemia.

Una de las comorbilidades más importantes de la obesidad son las dislipidemias. Su importancia reside en que son muy frecuentes y contribuyen al aumento del riesgo cardiovascular. La dislipidemia de la obesidad se caracteriza por concentraciones altas de triglicéridos y niveles bajos de colesterol de alta densidad (HDL). Existen anormalidades de la composición y del número de todas las lipoproteínas que contienen a la apoproteína B.

Las lipoproteínas sintetizadas en el hígado (VLDL) tienen un contenido mayor de triglicéridos, lo que aumenta su diámetro y disminuye su catabolismo; este fenómeno es el mayor determinante de la hipertrigliceridemia asociada a la obesidad. Además, existe un aumento en la proporción de las lipoproteínas de baja densidad que tienen un diámetro reducido y una densidad aumentada (LDL pequeñas y densas). Esta característica aumenta el riesgo cardiovascular resultante de la dislipidemia, ya que las LDL pequeñas y densas tienen un mayor tiempo de residencia en el plasma y una mayor posibilidad de depositarse en las placas de ateroma.

Obesidad y cardiopatía isquémica.

Desde hace varios años se ha observado un incremento marcado en la prevalencia de obesidad y de cardiopatía isquémica, a causa del aumento en el sedentarismo y la ingesta de dietas ricas en grasas y carbohidratos, y con la disminución del consumo de vegetales, leguminosas y frutas.

La obesidad se acompaña de un riesgo cardiovascular elevado por la coexistencia de otros factores de riesgo, particularmente dislipidemias, hipertensión e insulinoresistencia. De hecho, estos factores de riesgo están íntimamente ligados a un exceso de tejido adiposo, y más específicamente cuando se distribuye en el área abdominal. Así, la distribución visceral o abdominal de la grasa corporal en el obeso, se correlaciona más con el riesgo de cardiopatía isquémica que la masa adiposa total.

Obesidad y Síndrome de Apnea-Hipoapnea Obstructiva del Sueño (SAHOS).

El exceso de peso ha sido considerado un factor de riesgo para presentar SAHOS. Este síndrome se produce durante el sueño por la oclusión intermitente y repetitiva de la vía aérea superior, originando una interrupción completa (apnea) o parcial (hipopnea) del flujo aéreo. En consecuencia, se altera la calidad del sueño provocando somnolencia diurna, ansiedad, agotamiento y aumento de riesgo de eventos cardiovasculares.

La obesidad afecta la anatomía de las vías aéreas superiores debido a que el exceso de tejido adiposo en el cuello ocasiona un colapso de estas vías durante el sueño. Además, las alteraciones metabólicas que se observan durante la obesidad, en gran parte mediadas por la actividad metabólica del tejido adiposo visceral, juegan un papel importante en el desarrollo de SAHOS. Estudios clínicos han demostrado que las concentraciones séricas elevadas de leptina y adiponectina, alteraciones metabólicas observadas durante la obesidad, están asociadas a un mayor riesgo de presentar SAHOS. Además, es frecuente que los pacientes con SAHOS presenten algunos de los componentes de síndrome metabólico, como hipertensión arterial, dislipidemias, intolerancia a la glucosa y resistencia a la insulina.

Obesidad y enfermedad pulmonar.

Los sujetos con obesidad y enfermedades pulmonares son de difícil control e imponen retos importantes a los sistemas de salud por el riesgo potencial de sufrir enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares y diabetes mellitus. Desde

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La obesidad está relacionada con la hipertensión arterial.

el punto de vista fisiológico, la presencia de obesidad repercute sobre la mecánica respiratoria (en especial en decúbito supino), debido a la suma de efectos propios del fenómeno de la gravedad, que hace que las vísceras abdominales se proyecten sobre el diafragma, comprimiendo el tórax y disminuyendo el movimiento eficaz de los músculos de la respiración, el volumen corriente, la capacidad vital y la capacidad residual funcional que en conjunto producen hipoxemia e hipercapnia. Aunado a lo anterior, también se encuentra disminuida la distensibilidad de la pared torácica que está asociada con disminución del volumen de reserva espiratorio (VRE), capacidad residual funcional (CRF) y disminución de la ventilación voluntaria máxima.

El intercambio de gases está frecuentemente alterado en los pacientes obesos, apareciendo hipoxemia en grado moderado. Esta alteración, denominada hipoventilación alveolar del obeso (HAO), suele aparecer cuando

los sujetos se colocan en posición supina y ocurren problemas de ventilación/perfusión y cortocircuito. En general, en los sujetos obesos las bases pulmonares están bien perfundidas pero pobremente ventiladas conduciendo al cierre de la vía aérea y al colapso alveolar.

Obesidad e hipertensión arterial sistémica.

La obesidad está relacionada con la hipertensión arterial debido a que el trabajo es mayor que al que es sometido el miocardio en un sujeto sin problemas de obesidad, porque la excesiva masa de tejido adiposo requiere un aumento en la vascularización, y se necesita un mayor volumen sanguíneo circulante. Esta hipervolemia fisiológica equivale a la elevación del volumen intravascular y entonces se eleva el gasto cardiaco. Con el tiempo, la dilatación del miocardio es una consecuencia. Al haber un aumento en la precarga se predispone a una dilatación ventricular izquierda que aunado a la elevación de la poscarga, conlleva a hipertrofia ventricular izquierda y a una disminución de la elasticidad del ventrículo, ocasionando disfunción diastólica del ventrículo izquierdo.

La hipertensión es uno de los factores de riesgo más importantes para distintas alteraciones cardiovasculares como insuficiencia cardiaca (aproximadamente la mitad de los hipertensos la desarrollan), ictus o enfermedad renal. Las personas obesas tienen de 2 a 3 veces más posibilidades de tener hipertensión en comparación con aquellos que no tienen sobrepeso.

Obesidad y diabetes.

En la diabetes, como en otras enfermedades crónicas, suele suceder que transcurre un periodo subclínico y el diagnóstico se realiza cuando las personas acuden al médico a causa de las complicaciones propias de la enfermedad. El diagnóstico tardío trae como consecuencia complicaciones que afectan la calidad de vida de los individuos y aumenta el gasto de su atención, a nivel individual y para el sistema de salud. Diversos estudios han demostrado que el aumento en la incidencia de diabetes está relacionado al incremento en la incidencia de obesidad. También, los estudios realizados en pacientes con obesidad y diabetes han mostrado que una reducción en el peso de entre 10 y 20% mejora los niveles de glucemia y la sensibilidad a la insulina. El paciente con diabetes tiene menos probabilidades que el resto de la población de alcanzar una pérdida de peso significativa y de larga duración.

La obesidad y sus implicaciones metabólicas son un factor de riesgo para el desarrollo principalmente de diabetes mellitus, dislipidemias, hipertensión arterial, cardiopatía isquemica y SAHOS. Por tanto, el tratamiento de la obesidad debería ser la piedra angular para prevenir o controlar las enfermedades crónicas asociadas. Tratar la obesidad logrará que muchas de las enfermedades crónicas asociadas puedan ser controladas sin necesidad de usar mayores dosis de fármacos.

Jaime Patricio Mora Médico cirujano

Es médico cirujano por la Universidad Veracruzana y especialista en medicina interna. Actualmente se encuentra adscrito al Centro de Alta Especialidad Dr. Rafael Lucio.

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¿GORDITOS O ENFERMOS? La obesidad en niños y adolescentes

Beatriz Y. Salazar Vázquez Miguel A. Salazar Vázquez Ruy Pérez Tamayo Fondo de Cultura Económica, 2015.

“Este libro pretende ser un instrumento práctico y de consulta para prevenir o, en su caso, combatir el sobrepeso y la obesidad desde edades tempranas. En años recientes, por diferentes razones, cada vez más niños y jóvenes alcanzan peso excesivo no saludable; las causas más citadas son el tipo y la cantidad de alimentos que ingieren y la inactividad física. Otras causas menos comunes son trastornos hormonales, disfunción de ciertos órganos que participan en el aprovechamiento de los alimentos y factores hereditarios.

No es raro que varias de estas causas actúen juntas, sobre todo en familias con problemas de control de peso; los niños cuyos hermanos, padres y otros parientes tienen sobrepeso corren mayor riesgo de padecerlo, no sólo por el factor hereditario sino también porque comparten los mismos hábitos alimentarios y de actividad física.

Las costumbres personales se adquieren sobre todo de los tres a los siete años de edad; la mayoría de ellas se aprenden por imitación, primero en el hogar y después en la escuela. En esos ambientes los niños

van moldeando su desarrollo, que también está condicionado por las circunstancias sociales, económicas y culturales del medio en el que crecen. Varios grupos de investigadores, tanto nacionales como internacionales, interesados en el problema de la obesidad infantil se han reunido para señalar políticas de salud pública y han recomendado medidas generales muy útiles, pero a veces no toman en cuenta la realidad de cada país.”

Para conocer más sobre la realidad del tema en nuestro país acércequese a este libro ameno, breve y riguroso.

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