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Capítulo I – ¿Cómo es la Casa Santa?

capÍtulo i

¿Cómo es la Santa Casa?

La historia de Loreto comienza en Nazaret, donde María recibió el saludo angelical. Como era habitual en Palestina, en esa época, las viviendas humildes solían estar formadas por tres paredes apoyadas en una cueva, que formaba una habitación separada. No hay que descartar que pudieran existir otras estancias, de tamaño menor, y un patio al aire libre.

Esto, obviamente, también se aplica a la casa de la Sagrada Familia de Nazaret: que, por otro lado, no era una casa tan miserable como le gusta decir a cierto catolicismo pauperista, aunque sí era humilde y austera, a pesar de pertenecer al linaje real de la casa de David.

Como sabemos, la celda donde tuvo lugar la Encarnación del Verbo de Dios por medio del “Sí” que fue pronunciado por Nuestra Señora se convirtió en un lugar de culto y de peregrinación desde los orígenes del cristianismo.

En realidad, fue venerada desde que María Santísima todavía estaba en la tierra y es evidente que, con el tiempo, dado el tamaño de la casa y la enorme afluencia de creyentes trataron de hacer el ambiente más adecuado; de hecho, más tarde, a la capilla se le incorporó una estructura más grande concretamente, una sinagoga de la época constantiniana que fue remodelada más tarde en estilo bizantino y luego cruzado.

Durante este período los devotos peregrinos (pero también ladrones) fueron llevándose piedras o fragmentos de los muros sagrados. Para solucionar este expolio los custodios fueron añadiendo nuevo material en los lugares donde faltaban.

Gruta de Nazaret, Basílica de la

Anunciación. Las casas comunes generalmente consistían en tres paredes apoyadas contra una cueva, que constituía una habitación separada. No puede excluirse que haya habido otras habitaciones pequeñas y un patio externo.

¿Cómo es la Santa Casa? 19

En resumen, el edificio sufrió algunos cambios menores, que tuvieron como objetivo la mejor conservación pues durante siglos se intentó preservar la casa de la Virgen de todo peligro. Incluso, en 1263, cuando los ejércitos islámicos arrasaron la basílica de la Anunciación, la Santa Casa (que estaba debajo de ella) se salvó.

La presencia de los cruzados en Tierra Santa y más concretamente en los Santos Lugares permitió la defensa de la casa. Es importante destacar la marcha de las huestes cristianas de estas tierras en mayo de 1291, con la conquista musulmana de la última fortaleza cristiana en Acre. Sin embargo, unos días antes de la derrota definitiva de los cruzados, la celda de la Anunciación inexplicablemente había desaparecido de Nazaret. Todos los peregrinos que llegaron al lugar después de esa fecha confirmaron que en el Santo Lugar tan solo había una cueva y que no quedaba nada de las tres paredes que daban entrada a la Santa Casa.

1.¿Es realmente la casa de la Virgen?

A lo largo de los siglos, comenzando por los protestantes y siguiendo por la Ilustración ha habido voces críticas que han cuestionado la autenticidad de la Santa Casa de Loreto.

El pensamiento racionalista y materialista siempre ha tratado de refutar todo lo que parece sagrado y milagroso, porque no acepta la existencia de algo o, mejor dicho, de Alguien, que trasciende y supera al mundo terrenal. En pocas palabras, no se quiere reconocer la presencia de lo sobrenatural en la Historia.

Sin embargo, en el caso de la Santa Casa de Loreto hay muchas pruebas y la mayor parte de ellas son el resultado de investigaciones técnico-científica. Los que persisten en no creer siempre encontrarán una razón para justificar su falaz posición.

Pasemos, por tanto, a examinar algunos elementos que nos ayudarán a afirmar que lo que se encuentra en el

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santuario de las Marcas son los muros intactos entre los cuales vivió la Sagrada Familia de Nazaret y que fueron milagrosamente transportados a Italia.

• ¿Un edificio sin cimientos?

Después de haber leído las características de la Santa Casa, no puede dejar de sorprendernos que pese a que han pasado siete siglos el santo Hogar sigue milagrosamente en pie.

Por lo tanto, estamos ante un hecho que no se trata de “creer”, sino simplemente de averiguar.

A) Desde el punto de vista técnico y constructivo, los estudios han confirmado que el edificio no ha sufrido ningún cambio sustancial a lo largo del tiempo3 aunque cabe destacar en primer lugar un hecho muy curioso.

Los tres muros de la Santa Casa no tienen cimientos propios y están colocados sobre el suelo desnudo. El terreno donde se sitúa tiene una particularidad y es que una de las paredes está suspendida en el vacío ya que está sobre una zanja.

Esto es absolutamente inconcebible para cualquier construcción, excepto para los edificios palestinos del tiempo de Jesús que se construían apoyados en una cueva excavada en la roca viva.

Pero si una casa (o un lugar de culto) se construye desde cero, como siempre han insinuado los críticos de Loreto, ¿por qué construirla sin cimentación y, además, sobresaliendo de una zanja?

Las excavaciones arqueológicas también revelaron que debajo de un muro había un arbusto y que estaba la mitad aplastado por el muro de la casa4 y la otra mitad

3 Para una vista general de las excavaciones arqueológicas y la estructura del edificio de la Santa Casa cfr. G. SANTARELLI, La Santa Casa di Loreto,

Edizioni Santa Casa, Loreto 20145, pp. 95 e ss. 4 Cfr. G. NICOLINI in Nuovi studi confermano l’autenticità della Santa Casa di Maria a Loreto, Agenzia Internazionale Zenit, Roma 28 marzo 2006.

Las paredes están formadas por un tipo de piedra y mortero que no existe en la región de la Marca. Es un estilo de construcción y material típico de Tierra Santa. En diferentes piedras se graban graffiti de claro origen judeocristiano.

Graffito con escritura griega sincopada donde se lee a Iesous Christos Theou Yios (Jesucristo, Hijo de Dios). También se pueden identificar dos letras hebreas (lamed y waw).

Graffito que representa una cruz semicósmica, un símbolo judeocristiano de Pleroma y Kenoma, es decir, un signo de plenitud e imperfección, del Cielo y la Tierra.

Las tres paredes de la Casa Santa no tienen cimientos. Están asentadas sobre el suelo desnudo de un terreno irregular, con desniveles, dejando parte de una de ellas suspendida en el vacío, sobre una zanja.

sobresaliendo por debajo. Esto demostraba muy claramente que los tres muros se posaron sin precisión, colocados desde arriba, sobre un terreno polvoriento, no fue limpiado previamente. De este hecho, surge una pregunta: ¿qué constructor no prepararía el terreno antes de realizar cualquier edificación?

Sólo más tarde, por temor a que la reliquia pudiera derrumbarse o dañarse, los habitantes de Recanati –en cuyo territorio se había asentado la Santa Casa por última vez– pusieron algunos cimientos y. alrededor de las tres paredes, el llamado “muro de los Recanatesi” (que, sin embargo, como se verá en breve, se encuentra a cierta distancia de los muros sagrados). Intervenciones, estas, que muestran un aprecio sin proporción por un edificio aparentemente tan pobre e insignificante. Y esto nos lleva a una cuestión fundamental: si realmente hubiera sido una operación humana, tal vez dirigida a hacer creer que se

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trataba de un reliquia distinguida, para luego ganar dinero y engañar al pueblo, ¿por qué no haber colocado unos cimientos desde el principio en lugar de tener que hacer estas obras posteriores de acondicionamiento, más exigentes y costosas?

B) Otro dato relevante. Los muros de la casa estaban situados en lo que entonces era una vía pública de la ciudad de Recanati, un lugar de tránsito y sobre el que estaba prohibido construir, por razones obvias, como lo demuestra la investigación del ingeniero Nanni Monelli5 .

El ingeniero nos cuenta en su estudio que la normativa municipal abogaba por la demolición de cualquier estructura que se construyera allí sin permiso. Sin embargo, esta normativa no afectó a la Santa Casa debido claramente a su carácter sagrado y a la forma milagrosa en que había llegado hasta allí. Y es que no era cualquier casa sino la Santa Casa reconocida por toda la comunidad desde el principio.

Otro factor que no se explica es cómo siendo el siglo XIII, tiempo en el que a buen seguro no faltaban espacios públicos para construir –tanto de propiedad municipal como eclesiástica–, la autoridad civil hubiera permitido que se levantara este edificio en medio de la carretera, obligando, por fuerza, a trazar un nuevo tramo de camino que sorteara el espacio ocupado por la Santa Casa. Si toda la operación de traslación y reconstrucción hubiera sido obra humana, ¿por qué los recanatianos ocuparon un espacio tan inadecuado? Podrían haberla plantado a 200 metros, en una zona plana del terreno, en lugar de levantarla en medio del camino lleno de baches, uno de ellos, visible hoy en día bajo los muros.

C) Esto no termina aquí. Las excavaciones arqueológicas a lo largo de los siglos (la última se remonta a los

5 Cfr. N. MONELLI, La Santa Casa a Loreto-La Santa Casa a Nazareth,

Edizioni Santa Casa, Loreto 1997². Cfr. anche G.M. PACE, Miracolosa

Traslazione a Loreto della dimora della Santissima Annunziata, Priorato

Madonna di Loreto, Rimini, pp. 22-23.

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años 1962-1965) han revelado que el perímetro de la Santa Casa de Loreto coincide perfectamente con el de la antigua casa de Nazaret, donde en la actualidad se conservan los cimientos, aunque muy sencillos pues recordemos que los muros han sido desgarrados de su origen.

Más extraordinario si cabe es el hecho de que incluso en Tersat (Croacia), lugar exacto donde permaneció la Santa Casa durante unos tres años y medio antes de llegar a Loreto, quede un espacio que mide exactamente lo mismo que el perímetro de la Santa Casa. En otras palabras, ¿estamos ante una mera coincidencia o es una prueba más de la autenticidad de que estamos ante la verdadera casa de la Sagrada Familia de Nazaret?

D) Y no se puede pasar por alto que la disposición de la puerta original y la ventana es inconcebible para un pequeño templo construido específicamente en ese preciso lugar de Loreto. De hecho, la puerta está ubicada en el lateral (y no en el frontal, como en todas las iglesias) y la ventana, colocada hacia el oeste, no es funcional para recibir una iluminación adecuada por la tarde, a diferencia de lo que habitual en la región de las Marchas. Estas anomalías solo pueden explicarse si, imaginariamente, la casa se estuviera colocando en su posición original, frente a la cueva de Nazaret.

E) Otro de los interrogantes que había sobre la Santa Casa está relacionado con el material utilizado en las paredes de la construcción y el mismo estilo constructivo.

Pues bien, los estudios han confirmado que tanto el material como el estilo son típicos de Tierra Santa, si bien es verdad que existen algunos ladrillos no originales y que se explica porque a finales del periodo bizantino, el edificio sufrió una restauración necesaria sobre todo por la gran afluencia de peregrinos: estas intervenciones habrían sido intervenciones previas al milagroso traslado.

Por último, en la Santa Casa hay presencia de madera de cedro y queda confirmado tras el análisis de la madera

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que ésta procede de Nazaret, concretamente de unas colinas situadas al del sur del Líbano, área por otro lado conocida por este tipo de árboles.

F) Otra prueba estudiada son los grabados (grafitis) que existen en la Santa Casa. El origen es, claramente, judeo-cristiano. Por tanto totalmente ajenos al ambiente y a la historia de las Marcas6. Estos grabados fueron realizados por los peregrinos y devotos que visitaban ese lugar tan sagrado. Para ellos era una manera de dejar un certificado de su fe con esos pequeños signos. Cabe señalar, sin embargo, que algunos de estos grafitis parecen estar colocados en una posición inversa a la que deberían. Esto se explica por el trabajo de cerrar la puerta original en 1531-1535. Las piedras se retiraron para hacer las dos nuevas puertas y luego fueron reutilizadas para tapiar la antigua abertura y los albañiles insertaron las piedras al revés de manera accidental.

G) Finalmente, conozcamos el estudio que han realizado los arquitectos sobre la Santa Casa.

Giuseppe Sacconi, director de la restauración de la basílica lauretana de 1884 a 1905 señala que «la Santa Casa descansa en parte sobre el final de un antiguo camino y en parte suspendida sobre una zanja adyacente»7 por lo que no puede haber sido construida o reconstruida tal como está en el lugar donde se encuentra.

El segundo arquitecto, Federico Mannucci, tras los estudios y reconocimientos encargados por la autoridad eclesiástica, en un informe de 1922 señalaba que: «el muro de la Santa Casa termina unos centímetros por debajo del suelo y que el terreno sobre el que descansa no es firme». Añadía también que «en algunos lugares los muros están

6 Para más información, cfr. G. SANTARELLI, I graffiti della Santa Casa di

Loreto, Edizioni Santa Casa, Loreto 2010. Cfr. anche G. SANTARELLI, La

Santa Casa di Loreto, cit., pp. 139 e ss. 7 Cit. in G. NICOLINI, Alcune “prove” storiche, archeologiche e scientifiche comprovanti “la verità” delle miracolose traslazioni della Santa Casa di

Nazareth a Loreto, in Il segno del soprannaturale n. 210, dicembre 2005, p. 18.

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casi completamente aislados del suelo». Terminado su estudio, envió una carta al entonces obispo de Loreto y Recanati, Monseñor Alfonso María Andreoli, donde expresaba las siguientes conclusiones: «Los muros de la Santa Casa, aunque de aspecto áspero, están hechos en perfectas hileras horizontales de piedra. Su elaboración requiere necesariamente una cimentación que asegure un soporte sólido o, al menos, una preparación del terreno para hacer posible la estructura especial en capas horizontales. Sin embargo, las paredes de la Santa Casa –añade el arquitecto– no tienen cimientos ni preparación ninguna en la tierra. Todo lo contrario, los muros están sustentados sobre un suelo que no es firme. Mannuncci concluye que la construcción de la Santa Casa no se realizó en el lugar donde se encuentra ni tampoco fue transportada a la región por medios mecánicos. En resumen, queda demostrado que se está ante un traslado prodigioso tal y como lo reflejan los documentos históricos, la tradición secular y el consentimiento ininterrumpido de la Iglesia.» Por último, Mannucci se sorprendente y remarca que «es extraordinario que el edificio de la Santa Casa, aunque no tenga cimientos y esté situado sobre un terreno de poca consistencia, disuelto y sobrecargado, pueda soportar el peso de la bóveda, la cual permanece inalterada y sin el más mínimo hundimiento y daño a los muros»8 .

Los datos que aquí se presentan, además de no refutados, han sido confirmados por las excavaciones de 1962-1965.

• Algunos, de los innumerables acontecimientos milagrosos

A) Como ya se ha dicho, los muros de la Santa Casa se apoyan directamente en el suelo y no tienen cimientos, por ello y por miedo al derrumbe, los Recanatianos decidieron rodearlos con un muro de contención, el llamado “muro de los Recanatianos”. Sin embargo, se produjo un

8 Cit. in G. GOREL, La santa Casa di Loreto, Edizioni Paoline, Catania 1962, pp. 116 e ss.

Revestimiento de mármol de la Santa Casa encargado por el Papa Julio II a Donato Bramante. Su ejecución fue confiada a Andrea Sansovino.

acontecimiento excepcional: al final de la obra, el muro que acababa de construirse se separó de las paredes sagradas, hasta el punto que, como dijo el padre Raffaele Riera9 , un niño podía pasar fácilmente por en medio de los muros y con la ayuda de una vela encendida, mostrar a la gente la verdad de este milagro. Este fenómeno fue observado por el arquitecto Rainero Nerucci durante la construcción del imponente revestimiento de mármol en la época del Papa Clemente VII.

Hoy en día, la separación entre los muros sagrados y el segundo muro construido se mantiene y es de 112 milímetros pareciendo que la Santísima Virgen nos quiere demostrar el milagro del traslado a Loreto y que no necesita ayuda humana para mantener su casa en pie10 .

9 Padre Raffaele Riera, jesuita y penitenciario en Loreto desde 1554 hasta 1582, autor de la Historia Domus Lauretanae Liber singularis (1565). Cfr. G.

SANTARELLI, La Santa Casa di Loreto, cit., p. 16. 10 Cfr. G. GOREL, La santa Casa di Loreto, cit., p. 100.

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B) Luego está la cuestión de las aperturas de la Santa Casa. Originalmente el único punto por el que se podía entrar o salir era en el centro del muro norte, delante del cual estaba el altar (que luego se movió hacia el este). Sin embargo, dados los problemas que surgieron y debido a los numerosos peregrinos que iban a visitar la reliquia sagrada, en el siglo XVI los papas Julio II y León X establecieron que la apertura original debía ser cerrada y abrir dos puertas más en otra pared. Las protestas de los fieles se hicieron inminentes pues ellos consideraban que esas dos nuevas aperturas eran una profanación, Pese a ello el Papa Clemente VII decidió realizar, (con sigilo y por la noche) las aperturas propuestas por sus antecesores.

Riera describe los hechos de la siguiente manera: «El arquitecto [Rainero Nerucci n.d.a.], acompañado de algunos obreros seleccionados, entró en la Santa Casa para llevar a cabo las órdenes recibidas. Con un punzón trazó las dimensiones de la puerta deseada, tanto la altura como la anchura y luego, después de haber tomado un martillo, golpeó con fuerza la pared diciendo a sus hombres: “Picad por aquí y abrid la puerta”.

Pero al mismo tiempo que el brazo del arquitecto tomaba el martillo se oyó un fuerte temblor. El arquitecto palideció y su cuerpo se desvaneció, sintiéndose muerto. Casi sin vida, fue llevado a su casa y fue acostado en la cama quedando inconsciente durante ocho horas. Cuando volvió en sí comenzó a rezarle a la Virgen de Loreto que no tardó en ayudarlo. Clemente VII, conmovido hasta las lágrimas por este hecho oró para que la Virgen lo iluminase y concluyó diciendo: “Muros sacri sacelli” –acto seguido escribió al arquitecto– “non timeas aperire portas que conficere, sic jubet Clemens”11 .

Llegado el momento el Papa le aconsejó que se armara no sólo con un cincel y un martillo, sino también con

11 “No tengas miedo de abrir los muros de la capilla sagrada y de construir las puertas, así que ordena Clemente Séptimo”.

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la oración y el ayuno. Nerucci, se negó a obedecer las órdenes del pontífice y la obra permaneció suspendida hasta que un joven sacerdote de la basílica se ofreció a reemplazarlo después de tres días de ayuno y oración. Entrando en la Santa Casa y rodeado del clero y de los fieles, hizo una protesta pública por la pureza de sus intenciones: “Oh, Santa Virgen –dijo– no soy yo quien golpeará las paredes de tu casa con este martillo. ¡Es Clemente, el Vicario de tu Hijo, que para mayor gloria tuya ha dictado esta orden!” Terminada la oración avanza y da un primer golpe, al instante las piedras se desprendieron casi por sí solas. Las puertas se abrieron y la del centro norte se cerró con una parte de los materiales y todavía se pueden ver las jambas y el dintel de cedro»12 .

A la vista de esos acontecimientos, se deduce que la Virgen era recelosa de su casa y de cualquier modificación que pudiese suceder en ella por lo que la Iglesia prohibió desde aquel momento que los peregrinos raspasen o arrancasen cualquier trozo de piedra o de cal de las paredes, por pequeño que fuera. c) En este sentido, otro acontecimiento extraordinario ocurrió durante el Concilio de Trento, en 1562 y que concierne al obispo de Coímbra, Juan Suárez. Con la autorización del Papa Pío IV, hizo que el sacerdote de Arezzo, Francesco Stella, extrajera una piedra (hoy en día rodeada de hierro, en el lado derecho del altar) para colocarla en los cimientos de un santuario que se iba a construir en su diócesis siguiendo el modelo del santuario lauretano. Sin embargo, de camino a Trento el sacerdote sufrió una serie de accidentes y contratiempos y el obispo, que gozaba de excelente salud, fue inmediatamente golpeado por un extraño mal, que casi lo llevó a la muerte. Entonces, recibió una revelación sobrenatural, a través de una monja que le recomendaba dejase la santa piedra en su lugar para gozar otra vez de buena salud. El interesado

12 Cit. in G. GOREL, La santa Casa di Loreto, cit., pp. 102-103.

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obedeció y envió a Francesco Stella de vuelta a Loreto con la reliquia. Tan pronto como la piedra fue repuesta, el obispo se curó. El prelado, arrepentido, escribió una carta al gobernador de Loreto de su propia mano, informando sobre la historia.

Una copia de dicha carta se encuentra en el armario de la izquierda del altar13 .

Episodios similares ocurrieron también con otras personas, eclesiásticos o simples creyentes, tanto por haber robado piedras, como por haber tomado trozos de cal14 .

En 1557 un obispo alemán cayó enfermo por haber aceptado como regalo una pequeña piedra extraída por un soldado: sólo se recuperó después de devolverla. Hoy en día está marcada en el muro. En 1559 un caballero devolvió una piedra robada años antes de haber perdido, por ello, a sus hijos, propiedades y salud. Lo mismo le sucedió a un devoto siciliano en 1585. También en siglo XX, hubo devotos que, afectados por diversos inconvenientes y castigos, tuvieron que devolver lo que habían robado, aunque fuera sólo por fervor.

La misma Santa Teresa del Niño Jesús, en su peregrinación de 1887, confesó que había sido tentada a «rascar sigilosamente los muros santificados por la presencia divina».

2.Dar la vuelta de rodillas alrededor de la Santa Casa y besar sus paredes

Todo esto indica que, en Loreto, el objeto principal de veneración y devoción siempre fue la Santa Casa. No es casualidad que el gesto tradicionalmente más común

13 Cfr. O. TORSELLINI, Lauretanae Historiae libri quinque, Roma 1597, libro

IV, cap. 4. Torsellini «se le considera el príncipe de los antiguos historiógrafos loretanos» (cfr. G. SANTARELLI, La Santa Casa di Loreto, cit., p. 16). 14 Cfr. G. SANTARELLI, Tradizioni e leggende lauretane, Edizioni Santa Casa,

Loreto 2014, pp. 107-108.

Foto: Longarini Bruno, Loreto.

Tradicionalmente, los peregrinos que llegaban a Loreto, antes de entrar en la celda sagrada de María, caminaban de rodillas sobre su perímetro exterior, recitando el Rosario. Su paso, a lo largo de los siglos, ha tallado dos surcos en el mármol.

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sea besar y tocar los muros sagrados. Charles-Auguste de Sales cuenta que su tío, San Francisco de Sales, peregrinó a Loreto en 1599, una vez que entró en la Santa Casa se postró de rodillas y besó la tierra y los muros sagrados.

Jacques Le Saige, peregrinó en 1518 y escribió: « Creo que el bienaventurado Jesús, cuando aprendió a caminar, se apoyó en la pared de dicha Casa y nosotros mientras hemos tocado las cuentas de nuestro rosario»15 .

Además, imaginando la vida cotidiana de la Sagrada Familia dentro de la casa, no se puede evitar el contacto con esas piedras. De hecho, están desgastadas.

Igual de desgastada está la base de la cubierta de mármol que Clemente VIII colocó para proteger y exaltar la Santa Casa.

Los peregrinos que venían a Loreto, antes de entrar en la Santa Casa de María, caminaban de rodillas a lo largo de su perímetro exterior, rezando el Rosario. El paso de tantos devotos a lo largo de los siglos, nos deja ver hoy en día los dos surcos tallados por sus rodillas en el mármol. Este gesto servía para dar gracias y pedir favores a la Virgen y tenía también un significado penitencial. El 1 de octubre de 1766 el Papa Clemente XIII concedió una indulgencia de siete años a quien caminase de rodillas en torno a la Santa Casa. Tan bella práctica se ha perdido en las últimas décadas. Por desgracia, muchas de estas manifestaciones de fervor, que forjaban la fe de los fieles, hoy se consideran anticuadas.

Esta forma de devoción unía a todos, independientemente de la clase social, la edad o el origen geográfico. Las crónicas cuentan que, entre otros, la reina de Polonia María Casimira, esposa de Juan III Sobieski, héroe de Viena por luchar contra los turcos, llegó a Loreto en 1698 y caminó con toda humildad de rodillas por la parte exterior de la Santa Casa y fue una peregrina entre los peregrinos.

15 Cit. in ibidem, p. 104.

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3.¿Por qué la Virgen es negra?

Contrariamente a lo que se podría pensar, la imagen de la Virgen de Loreto con su característico color negro, siempre ha tenido un “papel secundario” si lo comparamos con la importancia de la Santa Casa. Ciertamente, las reproducciones de la estatua mariana están muy difundidas en todo el mundo, pero también es cierto que existen muchas otras variaciones de la Virgo Lauretana, casi siempre asociadas a la casa llevada por los ángeles. Por lo tanto, cuando se trata la cuestión Lauretana, la efigie de la Virgen negra no es el tema principal. Sin embargo, dada la popularidad de la que goza en la región de las Marcas, es interesante detenerse un poco en este punto también.

Si bien en el pasado se creía que la imagen de la Virgen estaba desde sus orígenes en la Santa Casa, tal y como hoy la vemos, un estudio reciente ha revelado que en la época de los traslados lo que existía era un icono de la Virgen con el Niño. La imagen actual, hecha de abeto rojo, data de la segunda mitad del siglo XIV. En cualquier caso, ambas representaciones siempre han sido atribuidas por tradición al evangelista San Lucas, cuya confianza en la Madre de Dios es conocida y a quien se hace referencia como autor de otras imágenes de la Virgen.

El color negro de la imagen se remonta al estilo y al género de las Vírgenes negras, y parece que son resultado de de la lectura del Cantar de los Cantares, donde se interpretan en clave mariana estos versículos: “Morenas son las hijas de Jerusalén pero aun así hermosas, o hijas de Jerusalén vuestra tez es como las tiendas de Cedar, como las cortinas de Salomón. No miréis por tanto si soy morena, pues es el sol quien me ha dorado” (Ct 1, 5-6).

La invocación Turris Eburnea de las Letanías Lauretanas, nos remite al Libro del Eclesiástico, donde se atribuye a la Virgen esta frase: “Crecí como un cedro del Líbano” (Sir 24, 17).

Foto: Longarini Bruno, Loreto.

“Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable como las tiendas de Cedar, como las cortinas de Salomón. No reparéis en que soy morena, porque el sol me miró.“ (Ct 1,5-6).

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Otra característica de la Virgo Lauretana es sin duda la dalmática, una prenda que va del cuello a los pies, y que cubre los brazos y manos, pero que no toca directamente la estatua. El vestido ha sufrido varias modificaciones a lo largo del tiempo al igual que en sus distintas reproducciones. Sin embargo, siempre se ha mantenido la devoción de poner un velo negro en la estatua el Jueves y Viernes Santo (hoy sólo en este último día), que luego se recorta y se entrega a los peregrinos como reliquia.

En 1797, la antigua túnica de lana que la cubría, fue robada por los franceses entre otras riquezas y obras de arte. Hasta ese momento se entregaba a los peregrinos una libreta de calificaciones que atestiguaba la autenticidad de esa reliquia por contacto. La libreta decía: “El abajo firmante, Custodio de la Santa Casa de Loreto certifica que este trocito de tela negra, sellada, hacía parte del velo que llevaba la imagen de la Virgen el jueves y el viernes santo y tocó el vestido que se guarda en esta Santa Casa...”

Otro caso de expolio fue el de la estatua de la Virgen que una vez robada fue llevada al Museo del Louvre en París. Allí permaneció hasta 1802, cuando el Papa Pío VII mandó que regresase al Vaticano, concretamente a su capilla del Palacio del Quirinal donde estuvo hasta el 8 de diciembre de ese mismo año fecha en que la imagen fue transportada a la Santa Casa a través de una ruta que atravesaba el Alto Lacio, Umbría y las Marcas.

El 23 de febrero de 1921, la celda de la Anunciación, sufrió un incendio y la estatua de madera del siglo XIV quedó completamente calcinada. ¿Qué hicieron entonces? En ese momento se decide que la imagen de la Virgen fuera sustituida temporalmente por otra, la misma que se había utilizado durante los años de su “cautiverio” francés, la misma que hoy se conserva en el convento de las monjas de la Visitación de Treia (Macerata), copia que, por tanto, merece veneración.

El 8 de septiembre de 1922 se colocó la estatua definitiva en la Santa Casa, la misma que hoy se puede ver y

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fue bendecida por Pío XI. Esta nueva estatua es una talla en madera de cedro de un árbol de los jardines del Vaticano, tal y como pidió expresamente el Papa. El negro de esta estatua, sin embargo, es más uniforme y acentuado que el original.

4.¿Cómo está amueblada la Santa Casa?

Según la tradición16, en la pequeña hornacina donde se dejan las vinajeras de la misa y la campanilla, situada en la pared sur, junto al altar, se encontraba el “armario” donde la Virgen colocaba los platos y la comida. Del otro lado del altar, hay una repisa embutida en el muro, en la que hay dos copas que, según la imaginación de los peregrinos, fueron usadas directamente por la Sagrada Familia. Al fondo, junto a una de las puertas de entrada, hay otra hornacina donde se hizo una pila de agua bendita (que ya no se usa).

Si hay que resaltar algo del mobiliario y que llama más la atención de los devotos es el llamado tazón del Niño Jesús, que los eruditos consideran que data de la época de la vida terrenal de Nuestro Señor (siglo I d.C.)17. De hecho, Santa Teresita de Lisieux relató que había colocado allí su Rosario, uno de los gestos de homenaje que hacían los fieles.

Actualmente ese cuenco se guarda en el rincón derecho de lo que comúnmente se conoce como la “chimenea santa”, situada bajo la estatua de Nuestra Señora.

Finalmente, sobre la ventana del muro oeste, cuelga un crucifijo de madera de finales del siglo XIII. Los historiadores Torsellini y Martorelli afirman que llegó milagrosamente con las tres paredes y lo que es cierto es que este crucifijo se consideró milagroso desde siempre por los habitantes de Recanati y lo situaron en una capilla adyacente. Sin embargo y he aquí el hecho milagroso en el que se ba-

16 Cfr. ibidem, pp. 112 e ss 17 Cfr. G. SANTARELLI, La Santa Casa di Loreto, cit., p. 192.

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san Torsellini y Martorelli: el crucifijo se encontró de nuevo en el interior la Santa Casa. Entonces, los fieles llevaron el crucifijo en un segundo intento otra vez a la capilla y el resultado fue un nuevo fracaso pues el crucifijo apareció otra vez en el santuario, en otras palabras el crucifijo quería quedarse en la casa de María y allí permaneció18 .

5.¿Dónde se celebró la primera misa?

Otra reliquia importante que llegó a Loreto junto con la Santa Casa es el llamado altar de los Apóstoles, que ahora se encuentra en el lado este, bajo el altar de mármol donde se celebra la misa diariamente.

Según la tradición, es el altar que los Apóstoles hicieron construir en la sagrada casa de Nazaret y donde, según Jacques Le Saige y Torsellini, San Pedro celebró la primera misa19 .

Es verdaderamente evocador ofrecer el Santo Sacrificio y recibir la Santísima Eucaristía en la misma sala donde el Verbo se hizo carne. Es igualmente edificante imaginar a la Santísima Virgen María recibiendo a su Hijo, verdaderamente presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de la manos de los apóstoles, en el mismo lugar donde, unas décadas antes, había sido saludada por el Ángel y se había convertido en el tabernáculo viviente de Cristo, en la Santa Custodia de la humanidad.

Numerosos peregrinos atestiguan que en la casa de la Virgen había altares en los que se celebraba la santa misa. El que se conserva en la actualidad se remonta al tiempo de los apóstoles tal y como confirman los materiales utilizados. El altar está trabajado con la técnica Nabatea, mostrando las esas características estrías de la talla, el mismo estilo que se encuentra en muchas piedras de la Santa Casa.

18 Cfr. G. SANTARELLI, Tradizioni e leggende lauretane, cit., p. 166. 19 Cfr. N. MONELLI-G. SANTARELLI, L’altare degli Apostoli nella Santa

Casa di Loreto, Edizioni Santa Casa, Loreto 2012, pp. 23 e ss.

40 El milagro de la Santa Casa de Loreto

Desde el siglo XVI, el altar fue cubierto de mármol, pero tras el terrible incendio que se produjo entre el 23 y el 24 de febrero de 1921 el arquitecto oficial del santuario, Guido Cirilli, realizó una nueva cobertura y un nuevo altar que es el actual. El altar de los Apóstoles en la actualidad es ahora poco visible y solo se puede ver a través de una reja metálica.

6.La Casa de los milagros

Si lo que se ha dicho hasta ahora no es suficiente para algunos, los milagros que se han producido aquí a lo largo de los siglos y que siguen ocurriendo hoy en día son también una prueba de la autenticidad de la Santa Casa. La mayoría de ellos son fenómenos discretos, silenciosos y espirituales. Pero no faltan, ni han faltado milagros evidentes y llamativos.

La cantidad de documentación sobre estas irrupciones de lo sobrenatural en la vida de las personas es tan vasta que llenaría volúmenes enteros.

En esta obra nos es imposible enumerar todos los milagros y, dado que ya existen obras específicas20, nosotros haremos aquí referencia a los más recientes.

Para desarrollar este punto lo haremos utilizando la cronología pues, en cada siglo se han registrado acontecimientos extraordinarios. Empezamos en el pontificado de Gregorio XI, concretamente en el 1375, cuando se dio a conocer la Santa Casa de manera internacional, debido a las numerosas curaciones que se produjeron en ella. El papa lo explicaba así: “Son muchos los milagros que el Altísimo se digna manifestar en la Santa Reliquia y esto hace que se reúna una gran multitud de fieles, movidos por la devoción”. Muestra de ello son los innumerables

20 Cfr. por ejemplo P. CAVATORTI, Le guarigioni a Loreto. Gli sguardi e le carezze della Madonna, Congregazione Universale della Santa Casa, Loreto 2001.

El llamado cuenco del Niño Jesús, que los estudiosos consideran que se remonta a la época misma de la vida terrenal de Nuestro Señor. (Siglo I d. C.).

El llamado altar de los Apóstoles, que se encuentra hoy en el lado este, debajo del altar de mármol donde se celebra diariamente la Santa Misa.

Sobre la ventana de la pared oeste (la ventana de la Anunciación) cuelga un crucifijo de madera de finales del siglo XIII.

¿Cómo es la Santa Casa? 43

ex votos que hay en el santuario y que han sido recogidos a lo largo de los siglos. Estos son, sin duda alguna, signos de la constante presencia y atención de la Virgen con los hijos que se dirigen a Ella en su casa.

Además de la gente común, algunos de estos milagros han involucrado a personalidades ilustres, soberanos, Papas y santos. Más adelante veremos, por ejemplo, los casos de los Papas Pío II y Pablo II y de soberanos como Luis XIII.

Cabe destacar el exorcismo mediante el cual se pudo saber exactamente dónde se encontraban la Santísima Virgen y el Ángel Gabriel en el momento de la Anunciación.

La historia narra cómo en 1489, el noble Pietro Orgentorix, de Grenoble, hizo todo lo posible por liberar a su esposa Ana, poseída por siete demonios. La historia cuenta que, pese a los exorcismos realizados en ella, nada se había logrado y la familia, buscando una solución, marchó a Italia y a la Ciudad Santa de Roma, pero tampoco hubo curación. Fue entonces cuando decidieron ir al Santuario de Loreto; allí la dama fue sometida a nuevos exorcismos que fueron eficaces gracias a la intercesión de la Virgen y particularmente al poder del lugar, demontrándose una vez más, que se estaba ante la Santa Casa.

La narración cuenta como el sacerdote que realizó el exorcismo obligó al último demonio que dejaba el cuerpo de la pobre mujer a confesar la posición exacta de María y del arcángel en el momento de la Encarnación. El diablo declaró que la Santísima Virgen estaba justo detrás del altar, en el lado izquierdo, mientras que Gabriel se detuvo en el lado derecho de la ventana, manteniendo cierta distancia por respeto a la inmaculada pureza de Nuestra Señora21 .

Otro milagro que podemos recordar aquí es la gracia otorgada por la Virgo Lauretana a Santiago de la Marca,

21 Cfr. P.V. MARTORELLI, Teatro istorico della Santa Casa, Roma 1732-1735, v. 1, pp. 346-347.

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gracias a la cual este hombre se recuperó de un problema sanguíneo y pudo continuar su misión de predicador. Tampoco podemos pasar el milagro que le sucedió a la hija del Rey de Dinamarca, Cristina, Duquesa de Lorena, llevada en camilla a la Santa Casa, donde recuperó rápidamente la salud.

La Santa Casa produjo milagros también entre judíos y musulmanes. Muchos de los beneficiados, al comprobar la grandeza lauretana, se convirtieron al catolicismo.

Otro milagro fue el que le aconteció al francés Jean Jacques Olier, sacerdote fundador de la Sociedad de San Sulpicio. Jean Jacques Olier estaba afectado por una grave enfermedad ocular de la que se recuperó después de una peregrinación a pie al santuario. Realizada esta curación, tuvo lugar otra en el 1727 a María de Anjou, que contribuyó a la conversión al catolicismo de su madre, de fe luterana.

Es notable también la conversión del calvinista Isaac Lamott, en 1732. Extrañamente perdía la vista cada vez que miraba la imagen de la Virgen en la Santa Casa. Sin embargo, una vez que prometió hacerse católico, su visión ya no se volvió a apagar al contemplar la estatua de la Madre de Dios.

En el siglo XX, con el inicio de las peregrinaciones a Loreto de los trenes blancos de la Unitalsi (a partir de 1936), hubo muchas curaciones de enfermos tanto italianos como extranjeros.

Los milagros más recientes datan de finales del siglo XX, concretamente de 1974, cuando Elena Budellacci22 se recuperó tras veinte años de enfermedad.

Parece importante destacar que la Santa Casa no hace solo milagros si se va allí, también los hace a distancia, para ello es solo necesario la oración y la visión de una

22 Cfr. P. CAVATORTI, Le guarigioni a Loreto. Gli sguardi e le carezze della

Madonna, cit., pp. 133 e ss.

Las ofrendas votivas donadas al santuario a lo largo de los siglos son innumerables. Además de la gente común, algunos de estos ex-votos son de personalidades distinguidas, soberanos, papas y santos. En 1375 el Papa Gregorio XI reconoció que, “por los muchos milagros que el Altísimo se digna manifestar allí, una multitud de fieles acuden movidos por la devoción”. El Papa Sixto V escribió en el frontispicio de la basílica “Deiparae domus in qua Verbum caro factum est” (“Casa de la Madre de Dios en la cual la Palabra se hizo carne”), y “considerando los muchos peregrinos de todo el mundo que reciben allí continuos milagros”, le concedió a Loreto el título de ciudad y obispado.

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pequeña imagen de la Virgen de Loreto. Este fue el caso del Sr. Paul Holzgreve que se curó de una tetra parálisis en la Navidad de 1999. Para curarse usó el aceite bendito del santuario que un conocido le trajo de las lámparas de la Santa Casa para aplicarlo en sus miembros.

Por último, en el 2000 el milagro concedido a la Sra. Olga Spiridigliozzi. Ella fue curada después de la procesión del Santísimo por la plaza que hay frente al santuario.

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