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Apéndice – Loreto, el santuario de los “principios no negociables”

apéndice

Loreto, el santuario de los “principios no negociables”

El santuario de Loreto puede servir como un pulmón espiritual especialmente para aquellos que luchan por defender los llamados principios o valores no negociables (derecho a la vida, defensa de la familia natural, derecho de los padres a educar a sus hijos).

Los acontecimientos que han tenido lugar en la Santa Casa son verdaderamente de gran importancia para la historia de la humanidad y más aún para aquellos que se profesan cristianos.

• La defensa del derecho a la vida desde la concepción...

En esos muros sagrados tuvo lugar el comienzo de nuestra redención. Allí, de hecho, nuestro Señor Jesucristo fue concebido. No sólo eso. También fue el lugar de la Inmaculada Concepción de María Santísima y de su nacimiento. Dentro de esos muros el Verbo se hizo carne y vino a habitar entre los hombres. ¿Cómo no pensar entonces en la dignidad intrínseca del ser humano desde el momento de la concepción? Jesús mismo, el Salvador, asumió la condición humana desde el principio. Nuestro Señor fue un embrión y un feto y vivió durante nueve meses en el vientre virginal de María Santísima.

Por lo tanto, Loreto debería convertirse en el punto de referencia espiritual para todos aquellos que trabajan por defender el derecho a la vida de los niños. Porque no hay diferencia entre dignidad y sacralidad entre un no nacido y un nacido, así como no hay diferencia entre un joven y un anciano, entre un hombre y una mujer.

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En cada fase de la existencia el ser humano es siempre así. Por esta razón, la oposición a la manipulación genética, a la producción artificial de niños y al delito de aborto debe ser clara y radical. Cualquier ley que admita el asesinato de niños o su reducción a objetos es intrínsecamente injusta, debe ser derogada, debe ser desatendida. Lo mismo se aplica, por supuesto, a la mercantilización que se desarrolla con la práctica bárbara del útero alquilado, que algunos asocian blasfemamente con la Anunciación que tuvo lugar en la Santa Casa. Es evidente que la comparación no tiene sentido, también porque la Virgen no pidió convertirse en Madre de Dios, simplemente lo aceptó con su “Sí” a la voluntad divina. Un sí abierto a la vida, al que hoy demasiadas personas se cierran con la anticoncepción y el hedonismo desenfrenado.

• ...hasta la muerte natural

No podemos olvidar que, según la tradición, San José murió en la Santa Casa de Nazaret, asistido por María Santísima y por Nuestro Señor. Por eso el glorioso patriarca se convirtió en el patrón de los moribundos: nadie en el mundo tuvo una gracia tan grande, es decir, pasar de esta vida a la otra en los brazos de la Virgen y de Jesús. La muerte de San José fue una muerte bendita, la gloria suprema de una vida dedicada al servicio de Dios, de la que se había convertido voluntariamente en un instrumento dócil.

Pues bien, para un católico, Loreto podría convertirse en el punto de referencia espiritual para la lucha contra cualquier legislación destinada a introducir la eutanasia, a menudo disfrazada - en nombre de una falsa piedad - con los términos de suicidio asistido o de testamento vital. Los ataques a la vida en su fase terminal son muy peligrosos, porque quieren limitar la dignidad humana sólo a vidas eficientes y saludables. Pero sabemos que en cada condición y en cada situación, por muy dolorosa y trágica que sea, los seres humanos siempre conservan su nobleza. Lo que necesitan los enfermos no es que los maten, sino re-

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cibir una atención que les alivie el sufrimiento y la asistencia de sus seres queridos. Como le pasó a San José. Eliminar a los enfermos no es un gesto de amor, sino de egoísmo, detrás del cual se esconden a menudo los intereses económicos.

• La defensa de la familia natural, fundada en el matrimonio

La Santa Casa de Nazaret es el lugar donde vivió la Sagrada Familia, un modelo para todas las familias. Por lo tanto, Loreto es el lugar privilegiado para rezar por la institución familiar, hoy amenazada dentro y fuera de la Iglesia. Luchar tanto en la esfera pública como en la espiritual por la defensa de la indisolubilidad del matrimonio y de la única y verdadera identidad de la familia, compuesta por un hombre y una mujer, es hoy una batalla y un desafío decisivo. Ante las modas dominantes, la Santa Casa de Loreto debe convertirse en el centro del que sacar fuerzas para reafirmar alto y claro: no al divorcio, no a las parejas de hecho y a las uniones homosexuales, pecados que destruyen la sociedad, de la que la familia, estable y unida, es la célula fundamental. Y considerando que la Santa Casa era propiedad de la Sagrada Familia, también es necesario luchar por una verdadera justicia social y una economía familiar, que incluya el reconocimiento y la protección del derecho a la propiedad y el apoyo a la natalidad.

• El derecho prioritario de los padres a la educación

En la Santa Casa Nuestro Señor creció y fue educado por su Madre y San José. Jesús vivió con su familia hasta la edad de treinta años, pasando una existencia de oración y trabajo, obediencia y sacrificio, sobriedad y pureza. Entre esos muros la misma Virgen fue criada y educada por sus padres, Joaquín y Ana. Loreto es por lo tanto el punto de referencia también en este tema, hoy tan controvertido. En las escuelas públicas, controladas por el Estado, se

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inculca la indiferencia religiosa, los valores anticristianos y la ideología de género desenfrenada impuesta a todo el alumnado y que tiene como objetivo disolver la propia naturaleza humana. Por tanto, es más necesario que nunca reafirmar el sacrosanto derecho prioritario de los padres a educar a sus hijos según los principios en los que ellos creen. De ahí también la necesidad de crear escuelas de padres, libres de vínculos estatales y auténticamente católicas. Ningún poder puede separar a los niños de sus familias y adoctrinarlos contra la voluntad de sus padres.

• La lucha por la pureza y la castidad

La Santa Casa ha acogido la Sagrada Familia, caracterizada por la perpetua virginidad. Jesús, María y José conservaron la pureza de cuerpo y espíritu a lo largo de sus vidas de manera íntegra. Vivir con continencia antes del matrimonio, durante el matrimonio o a lo largo de la vida es hoy en día para muchos, incluyendo a los católicos, una tarea imposible. Sin olvidar la importancia que ha tomado el consumo de pornografía de manera desenfrenada y el uso de los métodos anticonceptivos.

Se ha perdido, por tanto, el sentido del sacrificio y la importancia de la pureza, tanto que cada capricho y cada placer parece convertirse en un derecho, legalmente reconocido, protegido e incluso impuesto. La Sagrada Familia es un ejemplo de vida para todos, padres e hijos, jóvenes o ancianos.

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