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MÉXICO Y JAPÓN 130 ANIVERSARIO DEL PRIMER TRATADO DE AMISTAD
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Suplemento comercial para News for America, LLC. Editor: Víctor Kerber / Coordinador editorial: Joel Aguirre A. / Gerente de contenidos comerciales: Delia Angélica Ortiz / Diseño: Ignacio Meza
LA RELACIÓN BILATERAL MÉXICO-JAPÓN SE HA PROFUNDIZADO EL DISTRITO de Nagata-cho es uno de los más exclusivos de Tokio, Japón. Ahí mismo, en una colina circundante al Palacio Imperial, se localiza el edificio que alberga a la Embajada de México. Hasta ese sitio acudimos a recoger la opinión del actual embajador de México, Carlos Almada López. —¿Qué nos liga a los mexicanos con Japón? —Ambos países compartimos valores comunes y tenemos coincidencias importantes. Nuestra asociación estratégica aborda temas globales destacados como la paz y la seguridad internacionales; el desarme y la no proliferación nuclear; la seguridad humana, y el cambio climático. La confirmación de esta nueva asociación estratégica global ha permitido ampliar nuestro diálogo y cooperación en foros como la ONU, el G20, la OCDE, APEC y el CPTPP. “Además, Japón es nuestro tercer socio comercial a escala mundial y nuestro principal socio y aliado en Asia. Para el gobierno de México, la relación con este país —junto con China— es la más importante y significativa en el continente asiático. Representa el primer inversionista y emisor de turistas de Asia a nuestro país”. —¿Riesgos para la asociación económica frente al proteccionismo? —La relación económica bilateral es bastante sólida. Las cifras nos permiten constatar lo benéfico que ha resultado el Acuerdo de Asociación Económica (AAE). Por ejemplo, Japón es el tercer receptor de exportaciones agroalimentarias de México, que en 2017 alcanzaron 1,093 millones de dólares. Esto representa un incremento del 88.4 por ciento en comparación con 2005, año en el que entró en vigor el AAE. De igual modo, se ha desarrollado una excelente complementariedad en el ámbito industrial. Las sinergias generadas hacen que México sea una opción considerada de manera creciente por parte de las empresas japonesas para ubicar plantas manufactureras altamente competitivas. La manera en la que los sectores productivos mexicanos llevan a cabo los procesos y los preparan para la venta ha permitido la generación de empleo, mano de obra especializada y crecimiento económico. —¿Fortalecimiento de la presencia mexicana en Japón? —Se ha profundizado la relación bilateral en todos sus aspectos.
Se estrechó el diálogo con la visita oficial a Japón del secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso, en 2017, así como con la celebración de la VII Reunión de Consultas Políticas Bilaterales en el ámbito viceministerial. “Se impulsó la inversión japonesa con 1,111 compañías niponas que operan en nuestro país. Las visitas del secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, y del secretario de Turismo, Enrique De la Madrid, contribuyeron al fortalecimiento de los lazos económicos. Asimismo, se han recibido visitas de promoción de inversiones de los estados de Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco, Nuevo León, Oaxaca y Sinaloa. “Con la Tercera Cumbre de Rectores en Hiroshima se robustecieron los intercambios académicos y educativos. Como resultado, se facilitará la formación de profesionales y líderes con visión bicultural, así como una mayor movilidad de expertos y técnicos. “También se logró aumentar la conectividad aérea con los vuelos directos de Aeroméxico y All Nippon Airways entre la Ciudad de México y Tokio. Ello ha significado un incremento sustantivo del turismo japonés —principalmente corporativo— a México. “En el ámbito cultural, se fortaleció la presencia de México en Japón por medio de eventos y exposiciones como la Conferencia del Príncipe Heredero en la Embajada, en el marco de la asamblea anual de la Asiatic Society of Japan; la muestra fotográfica de Manuel Álvarez Bravo; la magna exposición de Diego Rivera y sus contemporáneos en el Museo de Arte Moderno de Saitama; y la publicación de la edición bilingüe del Popol Vuh”. —¿Aseguramiento de inversiones japonesas en México? —Además de mejorar el comercio, uno de los principales objetivos del AAE es la promoción de las inversiones. Existe todo un andamiaje institucional que otorga seguridad jurídica a los inversionistas japoneses. Con ese fin fueron creados el Comité Conjunto México-Japón, cuya responsabilidad primordial consiste en supervisar la aplicación del Acuerdo, y el Comité para la Mejora del Ambiente de Negocios, que es un mecanismo de consulta y diálogo de negocios en el que participan funcionarios públicos y representantes de organismos del sector privado de ambos países.
ESPECIAL
POR VÍCTOR KERBER PALMA
JAPÓN Y MÉXICO: ARRAIGADOS LAZOS FRATERNALES
RONALDO SCHEMIDT/AFP; ARCHIVO SERGIO HERNÁNDEZ GALINDO
POR DR. CARLOS USCANGA
EN EL PASADO terremoto del 19 de septiembre de 2017 en México, durante la conferencia de prensa ofrecida por Toshihide Kawasaki, líder del equipo japonés de auxilio para desastres, se acuñó la frase: “Amigos de verdad, cuates en la adversidad”, en referencia a los nexos históricos que México y Japón han construido a lo largo del tiempo. La anterior referencia nos permite reflexionar sobre cómo es que dos países tan distantes pueden hoy en día refrendar sus lazos de amistad. Justo en 2018 se celebran los 130 años de la firma del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación que marcó el inicio de los contactos en los terrenos diplomático y económico entre ambos países. Sin embargo, ¿por qué el gobierno japonés y el régimen de Porfirio Díaz decidieron emprender negociaciones para formalizar sus relaciones bilaterales? Para responder, debemos ubicarnos en el último cuarto del siglo XIX cuando convergieron dos procesos: En primer lugar, la modernización de Japón marcaba su ruta de ascenso como potencia emergente en el Pacífico. En ese contexto requería la renegociación de una serie de tratados desiguales que mermaban su soberanía, con cláusulas desfavorables para su comercio exterior y con atribuciones legales hacia la creciente comunidad de extranjeros que habitaban en los puertos designados para su residencia. Lo anterior generó por parte del gobierno de Meiji la búsqueda de igualdad a través de la modificación de los instrumentos jurídicos impuestos por las potencias occidentales, siendo el primero de ellos el que fue firmado con Estados Unidos el 31 de marzo de 1854. México también vivía un proceso de transformación económica durante el Porfiriato. Buscaba diversificar sus contactos diplomáticos como contrapeso a la creciente influencia económica y política de Washington. En esa estrategia de política exterior, no obstante, el punto de convergencia era el aprovechamiento de las oportunidades de negocios que emergían de manera paralela ante el crecimiento (si bien desigual) de la economía mexicana. Fue el expresidente de Estados Unidos Ulises Grant quien inició
el cabildeo con el representante mexicano en Washington, embajador Matías Romero Avendaño, para explorar las posibilidades de un acuerdo comercial entre México y Japón. De 1882, cuando se iniciaron las primeras comunicaciones, hasta el 20 de noviembre de 1888 en que concluyeron, un aspecto central consistió en despejar cualquier obstáculo para el establecimiento de negocios. Es relevante y desconocido el hecho de que justo cuando se iniciaban las conversaciones, el representante de una empresa minera japonesa, Sr. Kondo, visitó las ciudades Zacatecas y Pachuca para realizar estudios prospectivos. Por otro lado, existía interés de parte de Tokio en usar el tratado como referente para la renegociación pendiente de sus tratados desiguales, una acción que sí logró de manera exitosa. El simple hecho de que firmaran un instrumento jurídico para formalizar sus relaciones diplomáticas (procedimiento natural y necesario para el establecimiento de contactos formales) ¿acaso hizo que México y Japón se convirtieran automáticamente en buenos cuates? Desde luego que al conjunto de contactos gubernamentales habría que agregar los nexos que se construyen entre las personas, ya que son ellas las que edifican vínculos de empatía y reconocimiento mutuo al tener identidades convergentes. Además, son personas las que llevan
Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, firmado hace 130 años, entre México y Japón. a cabo acciones que en diversos momentos en la historia permanecen en la memoria colectiva y se transmiten a lo largo de las generaciones. EMPATÍA DE ORIGEN Existe una constante referencia a que la amistad entre los dos países data de 1609 cuando el gobernador Rodrigo de Vivero y Abezurra llegó a tierras japonesas debido a un naufragio. Asimismo hay referencias a la misión Keicho que en 1613 viajó a la Nueva España para después dirigirse a España y al Vaticano. Se trata de sucesos que han marcado los discursos oficiales. Pero quizá una de las primeras referencias en la era moderna sea la conversación que se dio entre el encargado de negocios de la representación diplomática de Japón en Estados Unidos, Kogoro Takahira, y el embajador Matías Romero, la cual tuvo lugar en el otoño de 1882. La llegada posterior de inmigrantes japoneses al territorio nacional, fue positiva por su capacidad de adaptación, honradez, disciplina y ardua voluntad para el trabajo. Asimismo, el vertiginoso ascenso de Japón como potencia económica a principios del siglo XX causó admiración entre los mexicanos. Durante el periodo de entreguerras proliferaron las teorías acerca de la conexión racial entre los pobladores originales de México y los
japoneses. El diplomático japonés Kumaichi Horiguchi –aquel que resguardó a la familia de Francisco I. Madero durante la Decena Trágica– afirmaba que ambos pueblos provenían de un ancestro común ya que tanto los indios mexicanos como los japoneses solían sentarse con las piernas cruzadas y sus viviendas eran semejantes. Hacia 1934 apareció un artículo en The Courier Mail firmado por un Dr. Goddard quien infería que habían sido japoneses o chinos los verdaderos descubridores del continente americano, y que habían sido ellos los fundadores de las culturas tolteca y azteca. Pese a que faltaban fundamentos para sostener esas suposiciones, lo importante era el deseo de encontrar una explicación (cualquiera que fuera) de por qué mexicanos y japoneses compartían sentimientos de empatía. Hoy día, en este siglo XXI, tanto la gastronomía como la cultura popular, los nuevos flujos migratorios de japoneses ligados a corporaciones privadas, y el incremento en la movilidad de jóvenes mexicanos hacia Japón, abren nuevos canales de comunicación en el marco de la globalización. Ambos pueblos se identifican entre sí como naciones que han construido lazos fraternales y que han elevado su percepción para ser amigos íntimos, es decir, buenos cuates, y eso a pesar de la permanencia de una serie de estereotipos.
LOS JAPONESES DE MÉXICO EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
EL ATAQUE japonés a la base naval de Pearl Harbor, el 6 de diciembre de 1941, fue señalado por los altos mandos militares norteamericanos como una obra de “quintacolumnistas”, en referencia a los inmigrantes japoneses que radicaban en Hawái. Se pretendió con ello dar carta blanca para el encarcelamiento de los inmigrantes y la generación de temor en las sociedades americanas. La guerra se convirtió así en una lucha racial, como lo describe el historiador John W. Dower. En la conferencia de cancilleres panamericanos efectuada en La Habana, en enero de 1942, los representantes de todos los países del continente recomendaron el encarcelamiento y vigilancia tanto de los ciudadanos japoneses como de sus descendientes nacidos en América. En México, el presidente Manuel Ávila Camacho ordenó el traslado de los japoneses y sus familias que vivían en la frontera con Estados Unidos. Empezaron a arribar a Guadalajara y la Ciudad de México los primeros contingentes procedentes de Baja California, Sonora, Sinaloa y Chihuahua, hasta que el número de japoneses y sus descendientes sobrepasaba las 6 mil personas en 1941. Los que habían llegado a México a principios de siglo eran agricultores y obreros mayoritariamente. Empero, al paso de los años ingresó una nueva oleada compuesta por profesionistas tales como dentistas, médicos y veterinarios. En la década de los treinta las comunidades eran ya mucho más complejas. Los inmigrantes habían evolucionado en sus actividades económicas hasta crear tiendas de abarrotes, farmacias, restaurantes y otros pequeños negocios. Muchos de ellos se habían enriquecido a tal grado que llamaron a otros para que se sumaran a sus negocios. Uno de ellos, Kiso Tsuru, era propietario de dos compañías petroleras La Veracruzana y La Laguna. Mediante las empresas de Tsuru, Japón importó petróleo y otras materias primas estratégicas para la guerra desde México. Pero además, Tsuru poseía otra empresa: La Compañía Internacional de Drogas, productora de ungüentos y medicamentos. Uno de estos ungüentos llegó a ser conocido después como Vitacilina. Este inmigrante naturalizado mexicano había tejido excelentes relaciones con políticos y funcionarios, hecho que le permitía en plena guerra ser tratado de manera muy considerada por las autoridades. Otras personas importantes eran Tatsugoro Matsumoto y su hijo
Sanshiro, quienes radicaban en México desde principios del siglo XX. Los Matsumoto se convirtieron en reconocidos floristas, al grado de encargarse del cuidado de los jardines y arreglos del Castillo de Chapultepec, en ese entonces residencia oficial de los presidentes. Al estallar la guerra, los Matsumoto poseían un rancho denominado El Batán, lugar que permitió el alojamiento temporal de más de 900 personas que no tenían recursos para establecerse en la Ciudad de México. Al acercarse la guerra, bajo un ambiente antijaponés que se había ido incubando en las sociedades americanas, México se sumó de manera comprometida en la lucha contra Japón al lado de su nuevo aliado: Estados Unidos. Es importante hacer notar, sin embargo, que el presidente Ávila Camacho decidió no enviar a los japoneses de México a los campos de concentración estadunidenses como lo había solicitado el gobierno de Franklin D. Roosevelt. Pero la verdad es que la sociedad mexicana desconfiaba de su nuevo aliado, por lo que las muestras de simpatía hacia los japoneses residentes se presentaron en los distintos lugares donde radicaban. El gobierno mexicano lanzó una enorme campaña de propaganda antijaponesa para convencer a la población no solo de sumarse a la guerra contra Japón, sino del peligro que representaba para la seguridad nacional. En junio de 1942 se expidió una ley relativa a las propiedades y negocios del “enemigo”, mediante la cual intervendría los negocios que los inmigrantes habían construido a lo largo de años de trabajo. Los japoneses que se habían alojado en El Batán fueron trasladados a una vieja hacienda adquirida con fondos de la propia comunidad: la Ex Hacienda de Temixco, en el estado de Morelos. Hasta el final del conflicto, los concentrados de Temixco pudieron sobrevivir mediante el cultivo de arroz y verduras. Los japoneses concentrados en Guadalajara y la Ciudad de México decidieron en su gran mayoría establecerse en esas ciudades, donde sus hijos podrían proseguir estudios y graduarse como profesionistas en las grandes universidades públicas. Esta segunda generación de japoneses [Nisei] da forma a otra nueva integración en la sociedad mexicana. De la guerra, sin embargo, queda la factura pendiente del Estado mexicano por reconocer las graves violaciones a los derechos de los inmigrantes y de sus hijos como ciudadanos mexicanos.
ARCHIVO SERGIO HERNÁNDEZ GALINDO
POR SERGIO HERNÁNDEZ GALINDO
LAS CRECIENTES EXPORTACIONES HORTOFRUTÍCOLAS LA PARTICIPACIÓN de México como proveedor de alimentos a Japón —especialmente de frutas y verduras— debe verse como parte de las relaciones comerciales derivadas del Acuerdo de Asociación Económica firmado en 2004, cuando las importaciones de alimentos mexicanos aumentaron un 40 por ciento. Por su parte, las importaciones japonesas en México –sobre todo de equipo de capital, maquinaria no-eléctrica, equipo eléctrico, equipo de transporte e insumos industriales– son aproximadamente 17 veces superiores en términos de valor a las compras de alimentos que Japón hace a México. Dentro de las exportaciones alimentarias a nivel mundial, las frutas y verduras han ocupando poco más del 15 por ciento. Japón abarca alrededor del 5 por ciento de las importaciones agroalimentarias mundiales, y el 4.4 por ciento de las de frutas y verduras. Con una población similar a la de México, solo el 11.8 por ciento de la tierra está cultivada por agricultores de pequeña escala y con más de 60 años de edad, pero sin sucesores para relevarlos. La producción doméstica de alimentos resulta insuficiente para satisfacer la demanda, por lo que se vuelve necesario importar alimentos: un tercio de pescados y mariscos, otro tercio de alimentos procesados y el resto de frutas y verduras. Japón importa frutas y verduras de 80 países. Encabezan la lista de proveedores de alimentos a Japón los Estados Unidos, Filipinas, China, Taiwán, Tailandia, Corea del Sur, México, Australia, Malasia, Indonesia, Brasil, Argentina y Chile. A cambio de promover sus manufacturas, esa potencia asiática ha liberalizado parcialmente su agricultura como lo demuestra el Acuerdo de Asociación Económica con México. Varias regiones agroexportadoras están en México y participan activamente en el mercado japonés de alimentos. La posición de Japón como importador de alimentos también se explica por las transformaciones de su agricultura. En una primera fase se liberalizaron las importaciones de granos, aunque no las de arroz, de manera que entre 1960 y 1980 bajó un 30 por ciento el consumo de este cereal y aumentó el del trigo.
Una segunda fase se caracteriza por el aumento en el consumo de proteínas animales, pescados y frutas y verduras. La tercera inicia en la década de 1980 y se distingue por el aprovisionamiento global de forrajes y granos para animales, así como frutas y verduras, carnes y alimentos preparados. En esta última fase ocurre una reconfiguración de las agriculturas regionales a escala global, que incluye el desplazamiento de los agricultores japoneses. Los agentes de ese cambio son empresas transnacionales que reorganizan los agronegocios en complejos integrados verticalmente. Su estrategia es presionar a los gobiernos para que se desmantelen sus regulaciones agrícolas nacionales. En este escenario, México ha mantenido una participación del 4.5 por ciento en el mercado japonés, por debajo de China, Estados Unidos, Filipinas y Nueva Zelanda. Los productores mexicanos de mayor éxito son los que proporcionan exportaciones agrícolas no tradicionales. Según datos de la aduana japonesa, entre los productos hortofrutícolas mexicanos más exitosos en Japón se pueden mencionar espárragos, calabazas, aguacates, mangos, limones y melones. Aunque Japón ha venido reduciendo los volúmenes de frutas importadas (alrededor de 1.7 millones de toneladas), la realidad es que han habido incrementos en términos de valor, además de que se elevó el número de proveedores externos de 63 a 72. En esta competencia México salió favorecido, puesto que la gama de productos mexicanos pasó de 18 a 26. En volumen las frutas mexicanas pasaron de representar el 2.2 por ciento al 4.9 por ciento, y en valor lo hicieron del 3.4 por ciento al 6.9 por ciento hasta abarcar 87,000 toneladas en los últimos años. En el rubro de verduras Japón elevó notablemente sus importaciones hasta superar las 284,000 toneladas. También en este caso México fortaleció su posición competitiva, puesto que el número de sus productos se elevó de 11 a 21, hasta un total de 53,000 toneladas que se remiten a Japón. Por todo lo anterior, es evidente la competitividad de los productores mexicanos en el mercado japonés. Este mercado puede formar parte de una estrategia de diversificación de sus mercados hortofrutícolas muy necesaria para México en estos tiempos.
ALAN ORTEGA/CUARTOSCURO
POR DR. CARLOS JAVIER MAYA AMBÍA
POR JACQUELINE RUIZ HERRERA
EL ENVEJECIMIENTO de la población es un fenómeno al que se están enfrentando los países desarrollados. Dicho fenómeno va acompañado de un declive en la tasa de natalidad, lo cual genera un declive general de la población; este a su vez desencadena una serie de problemas que afectan a los sectores políticos, sociales y económicos, a la manera de un efecto dominó. En Japón el declive poblacional se empezó a presentar desde los años 80. Según el Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones, en 2016 la población total era de 126.93 millones de personas. De ellas, 34.59 millones (27.3 por ciento) eran mayores de 65 años; 76.56 millones (60.3 por ciento) correspondían a la edad productiva (15-64), y 15.78 millones (12.4 por ciento) eran menores de edad (0-14). La esperanza de vida es de 87.1 años para mujeres y 80.8 para hombres. Se pronostica que para el año 2050 la población llegará a 101.92 millones, y que en el 2065 el 40 por ciento de la población estará conformado por personas mayores de 65 años. Los datos ayudan a visualizar la situación en la que se encuentra Japón. Un problema es la escasez de mano de obra en diversas industrias. El gobierno japonés reconoce que las opciones que tiene para solucionarlo son la inmigración y el desarrollo tecnológico. La industria tecnológica se ha expandido con el fin de apoyar a las industrias que tienen necesidad de mano de obra y buscan aumentar su productividad. Es el caso del sector dedicado al cuidado de adultos mayores, el cual atraviesa por una falta de cuidadores. Se estima que para el 2025 se requerirán alrededor de 380,000 cuidadores, razón por la cual ha surgido un mercado de “robots para el cuidado” dedicados a asistir a los cuidadores y a sus familiares. Un ejemplo de robot es Pepper, diseñado por SoftBank. Pepper es capaz de realizar diversas tareas que van desde servicios al cliente hasta servicios funerarios; estos últimos también han experimentado cambios a consecuencia del envejecimiento de la población. Pepper cuenta con sensores que le facilitan realizar su rol de asistente médico y compañero. Pero si bien Pepper es un robot multiusos, asimismo existen robots diseñados específicamente para el cuidado de adultos mayores. Están por ejemplo los robots terapéuticos, cuya función es la de servir de compañeros e interactuar con los pacientes. Uno de esos robots es Paro, similar a una foca de peluche pero con cinco sensores que le ayudan obtener información sobre la persona y el ambiente en el que se encuentra. Otros son Palro y Telenoid, programados para conversar con los pacientes y brindarles apoyo emocional. Este tipo de robots son especialmente beneficiosos para quienes sufren demencia senil y alzhéimer.
treadores que portan las personas y que permiten la localización a través de una aplicación de celular y un detector. La industria tecnológica no trabaja sola puesto que cuenta con apoyos gubernamentales. El gobierno japonés ha estado dedicando una parte del presupuesto nacional al desarrollo de esas tecnologías, como ocurrió con Robear, el cual fue diseñado por una institución que recibió apoyo financiero del gobierno. ALSOK también trabaja con autoridades locales para difundir el uso de la aplicación y el detector, y a las casas de asilo que utilizan robots el gobierno les ofrece subsidios. Aunque los avances tecnológicos en la materia resultan impresionantes, lo cierto es que siguen en una etapa inicial. Las empresas aún buscan mejoras en el rol de asistencia medica y en los robots de compañía. La industria además pretende perfeccionar tanto la inteligencia artificial como la inteligencia emocional, así se destacó en el pasado Consumer’s Electric Show (CEATEC) de Japón. A pesar de constituir una necesidad, todavía se cuestiona la incorporación de estas tecnologías a la vida cotidiana, y en el ámbito político se discute el lugar que tendrán en la seguridad social.
AFP
ROBOTS PARA AUXILIAR EL ENVEJECIMIENTO
Aparte de los robots terapéuticos existen otros que facilitan el movimiento corporal. Empresas como Toyota y Honda Motors han ingresado en el diseño de la robótica después de experimentar declives en la demanda domestica de autos. Robots tales como el Robear tienen como objetivo ayudar a recuperar el movimiento y prevenir la parálisis corporal. La ventaja de estos robots es que no requieren la asistencia de personal médico, por lo que mitigan el monto de trabajo de los cuidadores. Se ha vuelto preocupante el aumento de casos de desaparición de adultos mayores con demencia senil, con 15,000 casos reportados en 2016. Se considera que para 2025 la población con demencia senil podría llegar a siete millones, para lo cual se ha desarrollado tecnología que detecta los movimientos y ubicación de las personas. El Mimamori Eye es una aplicación para celulares que ayuda a ubicar una persona al emitir una alerta a los usuarios que se encuentran dentro de un perímetro de 20 kilómetros. La empresa de seguridad ALSOK asimismo ha diseñado ras-
LUIS BARRAGÁN: ECOS DE UN POETA DE LA ARQUITECTURA EN JAPÓN A 30 AÑOS de su fallecimiento, el legado arquitectónico de Luis Barragán sigue siendo apreciado y estudiado por académicos, diseñadores, arquitectos y artistas de Japón. Su dialéctica visual y concepto estético del espacio lo aproximan sustantivamente al lenguaje estético de Japón, creando con ello una plataforma común de diálogo y entendimiento. El maestro nunca tuvo oportunidad de viajar por Asia. Sus vivencias acerca del Oriente las recibió por medio de libros, grabados, fotografías, postales y por las conversaciones que sostuvo con sus amigos, quienes le abrieron la cortina de un Mundo Flotante lleno de secretos. Para entender su creciente presencia en Japón, es importante considerar los hechos que derivaron en la leyenda de “lo Barragán”, un discurso estético confinado a las particularidades culturales del archipiélago japonés. Japón, como se sabe, está conformado por un conjunto de islas que han atravesado por periodos históricos de aislamiento. Es en esa soledad que Japón ha concebido su esencia, derivada de una lucha cotidiana por conseguir el balance temporal del hombre con la naturaleza. Con el paso de los siglos se ha tejido una dialéctica particular única de Japón. Las ideas y conceptos son dramáticamente adaptados, transformados y mejorados, convirtiéndose en conceptos japoneses. Ahora bien, ¿cómo explicarse que el lenguaje visual de Barragán hallara aceptación entre las más sofisticadas élites intelectuales y académicas de Japón? Es importante comprender que la dialéctica visual y el discurso arquitectónico de Barragán fueron concebidos también dentro un aislamiento personal. Todo su entorno, sumado a una gran capacidad de síntesis estética, derivó en la creación de un lenguaje arquitectónico depurado y sobrio. Hasta la década de los 60, Barragán era prácticamente desconocido en el escenario internacional, salvo entre círculos muy limitados de Estados Unidos que habían publicado artículos sobre su obra en los Jardines del Pedregal. Fue en 1976 que el Museo de Arte Moderno de Nueva York llevó a cabo la primera exposición retrospectiva de su obra. La curaduría la realizó Emilio Ambasz, quien en el catálogo de la muestra realzaba la obra y abría así las puertas para que el arquitecto mexicano destacara en el escenario internacional. Durante esa exhibición vanguardista se concretó el afortunado encuentro entre Barragán y el fotógrafo Yukio Futagawa. Este editor de la revista Global Architecture, motivado por sus conversaciones con Ambasz, decidió visitar México para conocer personalmente la obra del tapatío. Según Futagawa, fue tal su impacto al visitar la Casa de Barragán en la calle de General Francisco Ramírez, que solicitó que se le permitiera permanecer varios días a fin de compender su magia. Futagawa recorda-
ba la profunda experiencia de ese contacto. Descubrió espacios característicos del concepto estético japonés conocido como wabi sabi. La publicación especial de Futagawa apareció en 1979 con un extenso despliegue de fotos en blanco y negro y múltiples detalles arquitectónicos. A menos de un año de esa publicación se anunció a Barragán como el ganador del Premio Pritzker 1980. Con esa afortunada secuela de hechos su nombre empezó a ser reconocido en Japón, motivando la proliferación de artículos en revistas especializadas tales como el especial de Process Architecture, editado en 1983, en el cual Makoto Suzuki dedicó un capítulo especial a la obra de Luis Barragán. La apreciación del arquitecto mexicano llegó a los círculos académicos y a un grupo de arquitectos y diseñadores motivados por la leyenda y el mito que se tejió en torno a él. Varios viajaron a México solo para conocer la magia de sus espacios. Entre esos viajeros estuvo Yutaka Saito, quien al identificarse con la formación autodidacta de Barragán fue en busca de sus raíces. Saito decidió preparar un libro al respecto. Lo publicó mientras se realizaba la primera exposición de Barragán en Japón en la Galería MA de Tokio, en octubre de 1992. La muestra consolidó la difusión de Barragán en Japón, a la vez que generó curiosidad entre las élites intelectuales, artísticas y académicas de ese país. La siguiente exposición tuvo lugar en ocasión del centenario del natalicio del maestro en 2002, en el museo MOT de Tokio. Para esa ocasión se solicitó al arquitecto Tadao Ando que realizara la museografía; la muestra consolidó la obra estética de Barragán, además de que generó un culto muy especial hacia su persona. Ejemplo de ello fue el polifacético creador Takeshi Kitano, quien quedó tan gratamente impresionado por la estética de los colores barraganescos que para su película Dolls (2002) decidió poner énfasis en ese colorido particular. Asimismo, la compañía SHARP utilizó la Casa Gilardi como escenario para anunciar su modelo de televisión Aquos, poniendo énfasis en la intensidad del color de su pantalla y con la famosa actriz japonesa Sayuri Yoshinaga como su modelo. En 2004, tras la inclusión de la Casa Luis Barragán en la lista de monumentos catalogados como Patrimonios de la Humanidad por la UNESCO, esta se convirtió en punto de encuentro entre Oriente y Occidente. La visitan numerosos estudiantes, intelectuales, artistas y arquitectos de Japón. Actualmente son los japoneses los que más visitan la Casa. La dialéctica barragnesca es hoy lo más cercano a Japón que tenemos en México en términos estéticos. Es en esos espacios donde encontramos el umbral más japonés de nuestro ser mexicano. El autor actualmente es titular del Consejo de Promoción Turística de México en Tokio.
CUARTOSCURO
POR ARQ. GUILLERMO EGUIARTE BENDÍMEZ
OLIMPIADA DE TOKIO 2020, ENTRE LA NOSTALGIA Y LA ALTA TECNOLOGÍA
TOKIO 2020 serán unos juegos olímpicos marcados por la nostalgia, aunque también serán juegos que impondrán una pauta a los siguientes anfitriones. Y es que, por una parte, Japón se encuentra en el proceso de reacondicionar los antiguos espacios y estadios deportivos utilizados en la justa de 1964, y además mira hacia adelante, construyendo espacios de primer nivel y con capacidades muy superiores a las que actualmente existen en el mundo. Imagínese que durante la lectura de este artículo tiene usted la capacidad de volver a aquel momento de su infancia en el cual la ilusión era algo real. Los japoneses que fueron jóvenes en 1964 y se encontraron en el centro de la atención internacional por los juegos olímpicos, recordarán los preparativos para atender a los visitantes: los trenes funcionando, los estadios listos, las guías para visitantes traducidas, los mapas con señalamientos y las calles con alfabeto occidental. Y entonces llegan los atletas; mujeres y hombres que corren, saltan, tiran y resisten como ningún otro. De esto hace ya 54 años. El niño que entonces tenía 10 años ahora es un trabajador dedicado, en la flor de su vida adulta. Muchas de las niñas que presenciaron los eventos en tiempo real, hoy se encuentran ante la oportunidad de revivir la experiencia como abuelas. Tokio 2020 es un logro para la generación más dedicada que jamás haya visto Japón. Una generación que sacó adelante a su país con sudor, y por encima de la tragedia y dolor que dejó la guerra. Una generación que hoy puede presumirse como privilegiada en términos económicos y de distribución de la riqueza. La ciudad sede de la Olimpiada expande sus capacidades e infraestructura deportiva en toda la bahía de Tokio. Mientras en la
costa oeste y noroeste se localizan los estadios anteriores, en el norte y en plena bahía se planean los nuevos espacios. A la zona de Odaiba —una isla artificial famosa por su altísima inversión en alta tecnología y desarrollo— se llega por medio de un monorriel automatizado, que ofrece espacios a los visitantes para que disfruten de los centros comerciales, del edificio de Fuji TV y hasta de vistas inesperadas como la Estatua de la Libertad a escala. La zona de Musanshi, al norte de la bahía, será coronada con la torre más alta del mundo: la Tokyo Skytree de 634 metros (musanshi literalmente significa seis, tres, cuatro), desde donde serán visibles muchos, si no es que todos los espacios en los que se realizarán los juegos. La apreciación del público japonés hacia los juegos olímpicos es por supuesto compleja. Así como algunos recuerdan con gusto la justa del 64, otros ven posibles casos de enriquecimiento ilícito, desviación de fondos y degradación ambiental. La realidad es que Japón se está preparando para recibir a muchos más viajeros y turistas que en la olimpiada anterior, esto gracias a que también se ha logrado consolidar una industria turística impresionante y bien organizada, con redes de infraestructura de trenes de alta velocidad, carreteras, ferris, autobuses, metro y muchos servicios más. Ahora es posible viajar de Tokio a Hiroshima en un solo día por tren bala y regresar para cenar; aquellos que conocerán Japón por primera vez se darán cuenta de que no solo es fácil sino también seguro de recorrer, delicioso de probar y hermoso de admirar. Tokio 2020 será un evento magno. El gobierno japonés trabaja a marchas forzadas aun años antes de su realización para que todo sea perfecto. La justa deportiva sin lugar a dudas será de la más alta calidad.
ADOBE STOCK
POR CRISTÓBAL COLLIGNON
“OMOTENASHI”, LA AMISTAD COMO DOCTRINA SE TRADUCE como “hospitalidad”, sin embargo, la palabra omotenashi tiene una connotación que hace referencia al espíritu de servicio y acogimiento al visitante que se asume como muy particular de los japoneses. Omotenashi destaca el carácter desinteresado en cual el anfitrión se anticipa a las necesidades de su invitado. Inicialmente el concepto estuvo ligado a la ceremonia del té, aunque se propaga ahora como eslogan para promover a Japón como destino turístico, sobre todo luego de que la sede de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos le fue concedida. Las grullas de origami (papel doblado) que el visitante encuentra en los cuartos de hotel. El oshibori (toallas calientes) que el comensal recibe al visitar un restaurante. Las múltiples reverencias y saludos con las que el cliente es recibido y despedido de cualquier comercio; todo ello se ha estado promoviendo como parte de las experiencias que el turista puede tener en Japón. Se presume que son muestras únicas de la hospitalidad del pueblo japonés. Mi primera visita al archipiélago fue en calidad de turista en el verano de 2003. En ese tiempo no recuerdo haber escuchado la palabra omotenashi una sola vez. Ciertamente, en los sitios turísticos de Kioto, Nara, Osaka y Tokio había panfletos y mapas en varios idiomas, pero la mayoría de las calles, servicios públicos, máquinas de venta de boletos, bebidas y demás, tenían solo señalizaciones en japonés. Las computadoras de los hoteles y cafés internet tenían teclados solo en japonés. A pesar de los avances en las telecomunicaciones, la telefonía celular japonesa seguía manteniendo una estructura basada en servicios de contrato a largo plazo que volvían inaccesible a los turistas las compras de teléfonos para comunicarse. Algunas empresas rentaban celulares a precios muy elevados; para muchos turistas los celulares salían de sus presupuestos. Por otra parte, algunos segmentos de la sociedad se hallaban poco dispuestos a recibir a los gaijin o extranjeros. A lo largo de 14 años, sin embargo, he tenido la oportunidad de volver a Japón como residente y he observado cómo desde que Tokio fue seleccionado como sede de los XXXII Juegos Olímpicos, la práctica del omotenashi se ha vuelto común tanto en los discursos políticos como en los medios. Hay avances evidentes en la infraestructura de servicios diseñada para facilitarles la vida a los foráneos. En ese sentido, Japón–Tokio en particular– se está volviendo gaijin-friendly, o sea, amigable con los extranjeros. Ahora desde que uno llega a Japón por cualquiera de los aeropuertos internacionales, se puede tener acceso a wifi gratuito. En Tokio el wifi también está disponible en todas las estaciones del metro y trenes,
y asimismo en la mayoría de centros comerciales y restaurantes, e incluso en muchos lugares turísticos. Y no solo eso, la disponibilidad de tarjetas SIM de prepago a costos muy bajos y diseñadas especialmente para los turistas extranjeros permite utilizar los propios smartphones o tabletas para navegar por internet, o utilizar mapas interactivos, o buscar información y así mantenerse comunicados. Para los viajeros no tan habilidosos en high-tech o que requieren de ayuda más puntual, se ha impulsado la preparación y disponibilidad de personal con dominio de varios idiomas. En Tokio, Osaka y otras ciudades grandes, ya existen módulos de apoyo multilingüe sin costo para los turistas; estos incluso pueden solicitar ayuda para cancelar reservaciones cuando se requiere negociar en idioma japonés. El Ministerio de Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo, así como las compañías de trenes de las diferentes regiones, se han dado a la tarea de actualizar las señalizaciones para el despliegue de leyendas en inglés, chino y coreano. Así también los grandes centros y cadenas comerciales tienen a vendedores que dominan idiomas y cuentan con anuncios y señales multilingües. Los electrónicos de edición limitada para Japón también tienen versiones en inglés. Y no solo eso, la exención del impuesto al consumo para el turista extranjero también se ha simplificado, expandido y promovido. Ropa, electrónicos, cosméticos, accesorios, y alimentos y bebidas para consumo fuera del país, pueden ser comprados por los visitantes temporales con ahorros de hasta un 10 por ciento sobre el precio que pagan los residentes. Todos los avances constituyen parte de las políticas dirigidas hacia la promoción del turismo y al estímulo de la economía. Luego de vivir en Japón en varios periodos, he presenciado cómo sus ciudadanos se han vuelto paulatinamente más abiertos hacia los turistas extranjeros, y más dispuestos a interactuar con ellos y a encontrar terreno común para la comunicación. Eso hace que los visitantes se sientan bien recibidos y los ayuda a disfrutar aun más su experiencia. Ello puede considerarse una muestra de hospitalidad omotenashi. Al ritmo en que Japón se prepara para impulsar y aprovechar al máximo el flujo de visitantes extranjeros, no cabe duda de que las Olimpiadas de Tokio 2020 dejarán una buena impresión. Y lo que es más, conforme la sociedad se vuelve más franca hacia el extranjero el verdadero sentido de omotenashi se vuelve rescatable. La autora es doctora en ciencias sociales y especialista en estudios japoneses. Actualmente es profesora de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
ADOBE STOCK
POR DRA. YUNUEN YSELA MANDUJANO-SALAZAR