7 minute read
El Estado como Dios
CORONAVIRUS /SALUD
RODRIGO VERA
Ante la fuerte controversia que levantó su Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica, la cual recomienda dar prioridad a los pacientes jóvenes sobre los de la tercera edad, ante una posible carencia de recursos, el Consejo de Salubridad General (CSG) se vio obligado a recular, señalando ahora que ese documento es un “proyecto” todavía sin aprobarse.
La UNAM inmediatamente se deslindó de la guía, argumentando que su rector, Enrique Graue, no fue convocado para su aprobación, como correspondía hacerlo por ser vocal del CSG. Mientras que la Presidencia de la República señaló que la guía “no es un texto oficial”, por lo que no debe darse por “buena”. En medio de esta polémica se dio la renuncia del comisionado nacional de Bioética, Manuel Ruiz de Chávez.
Estos hechos orillaron al CSG a seña
El Estado como Dios
Apenas se anunció la Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica comenzaron los deslindes de la UNAM y entre los propios integrantes del sector salud. En medio de las discusiones, el vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, escribió que el documento no es oficial y aún no se aprueba… pero el mal ya estaba hecho. Ante la aritmética enrevesada en torno a los pacientes que deben privilegiarse en estos tiempos de pandemia, la CNDH fue contundente: los derechos humanos “no deben ser objeto de ningún dilema”.
lar que la guía es sólo “un proyecto”, el cual apenas será sometido a la “consideración” de sus vocales –entre ellos Graue–, y también a cambiarle el nombre, pues la rebautizó como Proyecto de Guía Para Asignación de Recursos en Situación de Contingencia.
La polémica se inició el domingo 12, cuando el CSG subió a su página de internet el explosivo documento, al que denominó Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica, sin aclarar entonces que era un “proyecto” no aprobado.
Hugo Cruz
El propósito de la guía –se advierte en su presentación–, es tomar “decisiones” en caso de que la pandemia del covid-19 rebase la capacidad hospitalaria y los re cursos médicos para atender a la población infectada.
En tal situación, la guía recomienda al personal médico relegar a los pacientes de la tercera edad y a quienes padecen enfermedades crónicas para darles pre ferencia a los jóvenes, pues éstos –dice– tienen una “mayor cantidad de vida por completarse”.
Y determina qué hacer ante el si guiente dilema ético: “Paciente A de 80
Viejos y enfermos. Relegados por el triaje
años necesita de un ventilador, paciente B de 20 años necesita de un ventilador. Si paciente A recibe el ventilador ella vivirá 7 años más, si paciente B recibe ventilador ella vivirá 65 años más. Ante dicho pro blema se tiene que introducir un principio adicional: salvar la mayor cantidad de vidas-por-completarse”.
Explica: “Una vida-por-completarse se debe de entender como aquella que aún no ha pasado por los diferentes estados de desarrollo bio-psico-social humanos (i.e. infancia, adolescencia, edad adulta, vejez)”.
De esta manera –prosigue– se descar tan dos criterios que antes se tomaban Eduardo Miranda
en cuenta: dar prioridad al paciente que solicita primero el servicio médico, o bien a quien tiene mayor “necesidad médica”.
La guía bioética enfatiza el nuevo criterio para decidir quién vive y quién muere:
“Los pacientes que tienen mayor pro babilidad de sobrevivir con la ayuda de la medicina crítica son priorizados sobre los pacientes que tienen menor probabilidad de sobrevivir.”
De esta manera, pide dar preferencia a los pacientes más sanos sobre quienes ya tienen enfermedades crónicas, pues éstas menguan la calidad y la duración de la vida.
En la asignación de estos “recursos escasos”, pide a los médicos que no to men en cuenta “la afiliación política, religión, ser cabeza de familia, valor social percibido, nacionalidad o estatus migra torio, género, raza, preferencia sexual, discapacidad”.
Y precisa: “Un recurso escaso se ha de entender como aquel que simultá neamente dos o más pacientes necesitan pero que por su naturaleza indivisible sólo un paciente puede hacer uso de él. Los ventiladores mecánicos son un ejem plo paradigmático de un recurso que puede ser escaso”.
La guía también recomienda cómo actuar ante otro dilema ético que puede presen tarse: cuando hay dos o más pacientes que, por sus condiciones, merecen igual atención médica porque quedaron en “empate”.
En tal caso, la guía les recomienda a los médicos sacar una moneda de su bol sillo y lanzarla al aire, para que así sea el “azar” el que determine quién vive y quién muere.
Estas decisiones, conocidas en la ter minología médica como de “triaje”, consistentes en seleccionar a los pacientes que recibirán atención médica y a quie nes no la recibirán, deben ser tomadas por un “equipo de triaje”, formado en cada hospital.
Cada “equipo de triaje” –pide la guía– debe estar integrado por tres miembros: un oficial, perteneciente al cuerpo médi co; un segundo oficial, seleccionado del personal de enfermería; y un tercer inte grante, proveniente del área de administración del centro de salud.
Aparte de seleccionar a los pacientes destinados a vivir y a los condenados a muerte, bajo los criterios ya señalados, es tos “equipos de triaje” tienen como objetivo “reducir la angustia moral” del personal médico que está tratando directamente a los enfermos infectados por el virus.
Esta angustia “se exacerba por el nú mero de pacientes críticos que un médi
co trata durante una emergencia”, dice la guía.
Por ello, les pide a los integrantes de cada “equipo de triaje” que se abstengan de atender a los pacientes con coronavi rus, para así dedicarse de lleno a su trabajo de selección, sin dejarse llevar por estos angustiosos dilemas morales.
Aclara también que como los pacien tes viejos ya gozaron de un mayor periodo de vida, no es discriminatorio relegarlos para darles preferencia a los jóvenes.
Argumenta: “Recurrir al principio de vi da-completa no discrimina injustamente a las personas comparativamente más viejas. Ello es así pues la persona que no recibe tra tamiento ha gozado de un buen vivir, vivir una vida que incluye más etapas, por más tiempo. Eso quiere decir que la persona de menor edad está en una situación donde perdería mucho más si no accede a los re cursos de medicina crítica. Lo que perdería es la posibilidad de obtener el bien de vivir una vida que incluye más etapas”.
De ahí que, resume, “durante la emer gencia de salud pública el objetivo principal es salvar la mayor cantidad de vidas, en primer lugar, y la mayor cantidad de vi das-por-completarse, en segundo lugar”.
También debe darse prioridad, dice, al personal de salud que está combatien
CORONAVIRUS /SALUD
do al coronavirus. “La priorización de dicho personal de salud debe ser absoluta”, pues “tiene un valor instrumental mayor durante la emergencia médica”.
Al final de la guía, aparece la lista de los médicos, filósofos y académicos que la elaboraron:
Asunción Álvarez del Río, investi gadora de la Facultad de Medicina de la UNAM; Roberto Blancarte, investigador de El Colegio de México; Pauline Capdevielle, investigadora del Instituto de Investiga ciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM; el médico Raymundo Canales de la Fuente, del Instituto Nacional de Perinatología; Juan Antonio Cruz Parcero, del Instituto de In vestigaciones Filosóficas de la UNAM y la médica Julieta Gómez Ávalos, del Colegio de Bioética, entre otros.
Mientras que la redacción del docu mento corrió a cargo de María de Jesús Medina Arellano, investigadora del IIJ de la UNAM, y de César Palacios-González, investigador de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Oxford.
El martes 14 la UNAM se deslindó “de los términos y del contenido” de la guía, argumentando que su rector, Enrique Graue, no fue convocado para su aproba ción, como debió haber sido, por ser vocal del CSG.
Dos días después, el jueves 16, en su cuenta de Twitter, el vocero de la Presiden cia de la República, Jesús Ramírez Cuevas, advirtió: “La Guía Bioética difundida hace días fue desconocida por el Consejo de Sa lubridad General, no es un texto oficial”.
Indicó que esta “aclaración” la dirige a “periodistas y personas que de buena fe dieron por buena esta información”.
De esta manera, la Presidencia desca lificó la Guía Bioética, provocando mayor desconcierto.
Por si fuera poco, Manuel Ruiz de Chávez, encargado de la Comisión Na cional de Bioética, renunció el martes 14, luego de 10 años de ocupar el puesto. Se dijo que ya había presentado su renuncia desde el pasado 20 de marzo, pero hasta ahora se hizo efectiva.
Algunas interpretaciones sobre estas posturas encontradas se publicaron en los medios. Por ejemplo, en su artículo titu lado “Jugando a ser Dios”, publicado en El Universal el miércoles 15, Salvador García Soto aseguró que hay una fuerte división dentro de la Secretaría de Salud.
Por un lado, escribió, se encuentra el grupo liderado por el subsecretario Hugo López-Gatell, el “primer sorprendido” con la publicación de la Guía Bioética, ya que nadie lo consultó.