Benemérita Escuela Normal “Manuel Ávila Camacho”
Licenciatura en Educación Preescolar Tercer semestre Curso: iniciación al trabajo docente Maestra: Rosa María Cabrera Hernández Ensayo final
“La educadora como modelo de expresión: El impacto de sus competencias comunicativas y sus actitudes en el aprendizaje de los niños.”. Fátima Nicole Guerrero Gómez
Zacatecas, Zacatecas. Enero de 2016
Introducción La importancia de la educación preescolar pretende favorecer la adquisición de conocimientos que permitan por su gradualidad la inclusión del niño en las instituciones educativas y a la vida en sociedad. El papel de la educadora en este caso es el de regular, promover y dirigir hacia donde van encaminados dichos conocimientos en el proceso educativo. Las competencias docentes en este caso son los estándares hacia los que debe ir encaminada la labor docente, la capacidad de saber, saber ser y saber hacer, lo que orienta a los docentes a mejorar la calidad de la educación con ellos mismos y con los alumnos; generando empatía e interesándose en los aprendizajes y saberes de los alumnos desde la base de los conocimientos, aportando a formar con ello mejores alumnos y mejores ciudadanos competentes y capaces de realizar diversas tareas tomando como ejemplo a los docentes durante el ciclo escolar. Uno de los puntos principales de este ensayo es el de abordar los temas de comunicación y las competencias que tiene la educadora para desarrollar las competencias de los alumnos de la manera más enriquecedora, tomando como base los conocimientos propios acerca del tema y encaminarlos a el mejor empleo que se les puede dar. Así como la importancia de conocer el contexto familiar, social y académico que vienen los alumnos para poder realizar un diagnóstico acerca de las estrategias para el uso de un mejor vocabulario.
La educadora como modelo de expresión “La comunicación mediante la lengua es una característica específica del hombre” Raúl Ávila
Más que prepararse como modelo de educadora la docente primeramente debe ser modelo de persona. Pues para educar es necesario tener educación; por lo que, para desarrollar técnicas de enseñanza es vital estar preparado y tener conocimiento acerca de lo que se tiene, se quiere y se necesita enseñar. Como hemos abordado a lo largo de nuestra formación como docentes, el papel que juega el maestro va más allá de únicamente transmitir los conocimientos que se tienen hacia los alumnos sobre cualquier tópico, es decir, que la tarea de ser docente es exigente por parte de los planes y programas de educación básica, estándares y competencias establecidas, así como por parte de la sociedad y esencialmente por los alumnos que día a día asisten a las instituciones educativas; las competencias que deben ser cubiertas y los roles sociales que juega cada factor educativo en la formación de los individuos; la educadora, por su parte, cumple el papel de brindar a sus alumnos una educación inicial con bases sólidas de conocimiento y aprendizaje acerca de lo que va a enseñar, cómo lo va a enseñar y qué herramientas y espacios utilizará para ello; así como las actitudes que tendrá hacia los niños para facilitar su aprendizaje y su motivación por el conocimiento. Influye de manera totalmente directa la postura e imagen que tiene el docente para con el grupo y los padres de familia, es decir la imagen ética y social que se crea del maestro frente a grupo, y ello se debe al trabajo que realiza dentro y fuera del aula en convivencia con los directivos y padres; para lo que influye su manera de desenvolverse en cuanto a las actividades que realiza y de qué forma las realiza; es decir, su estilo para dirigir a los alumnos hacia el aprendizaje, con lo que se involucra el lenguaje qué emplea, los gestos que hace, las actitudes y expresiones que utiliza para transmitir una idea. Ahondado a ello, el papel de la educadora en la educación lingüística de los niños es el de apoyar en la adquisición y el desarrollo del lenguaje en la infancia, tratando de corregir los posibles errores más frecuentes que son posibles de detectar en el intercambio comunicativo de los niños hacia otros niños y hacia el maestro; por lo que el papel de la educadora es el de encaminar a los alumnos hacia un lenguaje completo y lo más correcto posible por medio de actividades,
juegos, cuentos y formas de expresión adecuadas con las que no modifique de manera negativa los modelos de expresión de los niños en la infancia. Para llegar de mejor manera a dicho propósito es necesario que la educadora cuente con un lenguaje adecuado, que domine contenidos, aspectos, términos y un vocabulario correcto y limpio, puesto que tiene vital importancia en la manera que los alumnos se comunicarán y las expresiones que tendrán al hacerlo tomando como base lo que previamente escucharon en su primera etapa de formación académica y social, ya sean las consignas para la realización de una actividad lo que trasmita el mensaje adecuado con las palabras adecuadas o el estilo de enseñanza que emplee, así como el control que ejerce sobre el grupo y el tono de voz con el que lo realiza. Esto último interviene de manera transversal en el respeto, comunicación y confianza que tendrán los alumnos entre ellos mismos y hacia la educadora, quien debe fijar, además, una imagen de autoridad. La educación preescolar representa el primer peldaño de la formación escolarizada del niño, además que la institución de preescolar tiene como primordiales objetivos desarrollar el lenguaje oral, dicha necesidad de enriquecerlo se logra a través de la conversación, Zabala (1995) menciona la importancia de que los alumnos entablen conversaciones unos con otros en las actividades del día a día de manera que el intercambio de ideas genere aprendizajes de nuevos términos y expresiones para su comunicación, de modo que se vuelva una actividad significativa, “las relaciones en el grupo como una forma para facilitar la comparación y la competencia ‘estimuladora’”. Por la tanto, mediante la convivencia con los compañeros y el desarrollo de conversaciones el niño perfecciona su vocabulario escuchando y conversando tanto de sus iguales como de la educadora, de igual manera aprenderá a situar las palabras en orden adecuado para articular una frase y le dará diferentes significados en el lenguaje en el trascurso de las clases y conforme los temas que sean abordados. Es necesario entender que en el caso del desarrollo del lenguaje es trascendental tener en claro que no se trabaja únicamente dentro del campo formativo de lenguaje y comunicación, sino que es posible trabajarlo intrínsecamente en el desarrollo de otros campos formativos, es decir, es necesario saber comunicar una consigna, saber escuchar al alumno y saber transmitir ideas para lograr entablar una conversación en todos los campos. El PEP (2011) menciona que “el lenguaje es una actividad comunicativa, cognitiva y reflexiva para integrarse y acceder al conocimiento de otras culturas, interactuar en sociedad y aprender; se usa para establecer relaciones interpersonales, expresar sensaciones, emociones, sentimientos y deseos; intercambiar, confrontar, defender y proponer ideas y opiniones, y valorar las de otros; obtener y dar información diversa, y tratar de convencer a otros”.
Gracias al lenguaje, el ser humano representa el mundo que le rodea, participa en la construcción de conceptos, reflexión, pensamiento y conocimiento, organiza su pensamiento, desarrolla la creatividad y la imaginación. El papel de la educadora en estas situaciones sirve para desarrollar las habilidades lingüísticas de los educandos aceptando en primer plano las primeras formas de comunicación; con la finalidad de lograr intercambios verbales y no verbales que se dan a lugar en el contexto escolar. Para que se desenvuelva el lenguaje del infante, la educadora realiza distintas actividades ya que es el personaje principal que da los conocimientos y correcciones adecuadas. Para tener una mejor comprensión de los conceptos como lenguaje y la importancia que éste tiene en la formación inicial de un individuo hago mención de algunas posturas acerca de la importancia que tiene el lenguaje en la educación y de qué manera influye en las relaciones personales e interpersonales con los factores educativos y sociales que influyen en una persona; para Piaget el lenguaje socializado es cuando el niño busca generar estados mentales e influir en la conducta de su interlocutor, al final toma importancia y se ve reflejado en el aula. Por otro lado, para Vigotsky es la fuente de unidad de las funciones comunicativas y representativas de nuestro entorno. Tiene un desarrollo específico con raíces propias de la comunicación pre lingüística y que no depende necesariamente del desarrollo cognitivo; sino de la interacción con su medio; por lo que la relación que establece un individuo para la adquisición del lenguaje y que influye directamente con su aprendizaje queda establecido con su entorno. Para definir el nivel del lenguaje del niño en que se encuentra es necesario primero realizar un diagnóstico, notando las deficiencias que presenta cada uno de los alumnos para tomarlas como base de creación de una secuencia de estrategias que podrá emplear la solución de situaciones y problemáticas a las que se enfrente para ampliar sus competencias, su léxico, vocabulario, etcétera. De la misma manera se evaluará a corto plazo cada aprendizaje esperado que se planteé para que pueda emplearlo en el uso cotidiano, sin caer en el lenguaje vulgar. Para la realización de dicho diagnóstico a nivel preescolar se deben tomar en cuenta varias herramientas conocidas y empleadas por las educadoras de manera tal que facilite conocer lo que el niño sabe, qué tanto sabe y cómo fortalecer dichos conocimientos, para lo que se requiere el diario de observación y práctica con el que es posible llevar un registro meticuloso de cada uno de los alumnos, aunque quizá no se conozca en su totalidad todo lo que el niño es y cómo
aprende, sin embargo, gracias a las vivencias diarias se va comprendiendo de qué forma es posible que aprenda y realizar una evaluación de ello. Una de las estrategias que es necesario emplear para lograr el interés de los alumnos y que participen con mayor frecuencia y de manera abierta, es, la de tomar temas de la vida diaria de los alumnos, cosas que observen, situaciones, etcétera. Una de la manera en que la profesora puede favorecer el lenguaje dentro del aula es, leyendo cuentos a los niños, representando sucesos, cuestionándolos y estimulando a que participen, respondiendo a las dudas de los menores, y haciendo que reflexionen acerca de las acciones y situaciones que se presentan. Debe ampliar el vocabulario. Competencias comunicativas y actitudes de la educadora en el aprendizaje de los niños Las competencias profesionales que debe poseer la educadora son el resultado de los desempeños de los docentes de educación básica que se necesitan para transmitir valores, conocimientos, actitudes y habilidades necesarios para ejercer la profesión, lo que permitirá desarrollar sus prácticas en escenarios reales, con lo que será más fácil resolver problemas y convivir con el entorno educativo. “Por habilidades profesionales entendemos el conjunto de conocimientos, procedimientos y el saber-estar, pero también hacer y el ser necesarios para el ejercicio de la profesión docente […] éstas habilidades son de origen cognitivo, afectivo, práctico en cuanto a la preparación de los contenidos, pero también de orden relacional, pedagógico y social en cuanto a la adaptación a las interacciones de la clase”. (Paquay, 2006). La tarea de cada docente es la de diseñar situaciones didácticas acordes a su propio grupo, lo cual es también una competencia profesional del docente; el de generar ambientes de aprendizaje que propicien la autonomía y el desarrollo de las competencias de los alumnos, estableciendo comunicación eficiente aplicando tanto el plan y programas de estudio como estableciendo relaciones personales y conceptos disciplinares con el uso recursos y medios didácticos adecuados para generar aprendizajes acorde a los criterios de desempeño esperados en el grado escolar. En cuanto a las competencias comunicativas de cada maestro, así como las actitudes, es importante que la educadora regule las formas de expresión que tiene hacia los alumnos, las palabras que emplea, de igual manera que trabaja transversalmente el campo formativo de comunicación al momento de regular la conducta, dar una consigna; un punto importante es establecer una relación
adecuada con los alumnos, que nos permita hablar de manera confiable y que a la vez el alumno sienta confianza y seguridad al momento de expresar una idea, siempre guiándose en las normas de convivencia con sus compañeros tomando como base el respeto de ideas y opiniones diferentes. Es igualmente importante que la educadora reconozca los afanes del día a día y comprender la manera en que influyen las pequeñas pláticas de los alumnos en su desarrollo cognitivo y comunicativo, como menciona Jackson (2001) “los profesores rara vez reflexionan sobre el significado de los millares de acontecimientos fugaces que se combinan para formar la rutina en el aula”. Puede que un acontecimiento mínimo sea significativo para que el alumno no quiera socializar con alguno de sus compañeros o le hable de manera inadecuada y comience una discusión entre los mismos alumnos creando un ambiente de tensión y poca confianza del que la educadora no se percata. Esa es una de las competencias de la educadora inclusive, observar y percatarse de lo que sucede en el aula que pueda desencadenar que las competencias comunicativas de los alumnos no se desarrollen a plenitud; de igual forma que observar el desenvolvimiento con los padres de familia que tiene, así que además de ello, es necesario que se le haga sentir parte de un mismo grupo, querer asistir a la escuela y convivir. Todo se resume a los diversos factores que influyen en el aprendizaje dentro del aula, desde el ambiente, los espacios, las competencias de la educadora, la confianza, figura de la educadora, las relaciones con los padres de familia y los alumnos, los materiales, las relaciones personales e interpersonales, el contexto escolar, familiar y social; todo ello propicia ambientes agradables y adecuados para mantener el orden dentro y fuera del aula no afectando ninguno de los aspectos e inspirando la confianza de los padres de familia que sus hijos van a aprender.
Conclusión El desempeño profesional del educador en la actualidad está siendo evaluado para observar el nivel de competencia que tiene cada uno de los docentes frente al aula, se requiere una formación continua que garantice un cambio observable en los resultados de evaluación en los alumnos, lo que provoca un interés en las prácticas de los docentes. El docente y alumno día a día tienen vivencias que afectan o modifican en su actitudes, experiencias y saberes lo que inclusive llega a modificar la conducta y la manera de relacionarse con el entorno y las personas que en él se encuentran, lo que modifica incluso sus relaciones y comunicación dentro del aula y puede propiciar situaciones no adecuadas; sin embargo, es tarea de la educadora el conocer el contexto de cada uno de sus educandos y se centre en buscar una estrategia que logre el desenvolvimiento de las competencias de los alumnos por parte de las propias para que sea una aprendizaje más ameno, y para ello, se requiere estar preparada como persona y docente con un lenguaje correcto.
Bibliografía ÁVILA, Raúl. La lengua y los hablantes. Ed. Trillas (1977). JACKSON, Philip. La vida en las aulas. Barcelona. Ed. Morata (2001). (p. 44). PAQUAY, Leópold. La formación profesional del maestro: Estrategias y competencias, S.L. fondo de cultura económica de España (2006), p. 41 Secretaria de educación pública, Programa de estudios: Guía para la educadora. Cuauhtémoc, México, (2011). ZABALA, Antoni. La práctica educativa: Cómo enseñar, ed. GRAO. (1995), p. 115