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Domando a la humanidad

ara muchos ya era normal comer con una pantalla

Pen el rostro, sintiéndose felices y completamente satisfechos al saber que con un simple aparato lo sabrán todo, pero para Lucía (la mamá de Rubén) era algo ya preocupante. Notaba a su hijo un tanto cambiado, desde aquella navidad al regalarle aquél teléfono de moda, pues la idea era ayudar con sus estudios y a comunicarse con él, solo que no esperaría tener a su hijo todo el tiempo en el cuarto, riéndose a carcajadas frente a la pantalla o llegar a la agresividad y sin soltar ese aparato para nada. Hasta que Lucía se cansó y le preguntó a su hijo; -Dime ¿qué es eso tan importante que te tiene frente a ese aparato todo el día?-. Rubén con un rostro un tanto furioso respondió -En redes casi nadie me sigue, trato de subir fotos para que la gente vea lo genial que soy y aparte, dejame en paz, yo sabré cuánto tiempo estaré con mi celular-.

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Lucía estaba triste y asombrada, se dió cuenta que ella no quería a su hijo preocupado por cosas como sí la gente lo notaba o no, sabía que estar en redes era otro mundo distinto, aparentar ser alguien diferente y verse esclavo de la tecnología; Lucía sabia que la culpa no era suya sino de Rubén, al no saber cómo dominar él a la tecnología y ese mundo superficial.

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