Revista Clarimonda no. 26: La Cantina; Homenaje a José Alfredo Jiménez

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A単o 7 | No. 26 | $20


W H A T I S T H E F U C K I N G P R O B L E M ? Nuevo libro de Manuel Noctis. 13 relatos cortos infestados de sexo, drogas, alcohol, inmundicia, viajes y cumbias. A la venta en Morelia, Michoacán: “Cactux” (1° de Mayo #98, esq. Héroe de Nacozari, Centro). Al mail: manuelnoctis@gmail.com


Director: Manuel Noctis (manuelnoctis@gmail.com) Consejo Editorial y Consultivo: Alejandro Torres “Chilango”, Cloe X. Pérez Valladares, Mario A. Santos “Bubba”, Christian Fajardo | Arte y (anti) Diseño: Manuel Noctis Secciones: “Campo Nudista”: Clarissa Raaveli. “En el debraye”: Alex Barrios | Colaboradores: Daniela Cervantes González, Eugenio Justiniani Ortiz “Keño” | Diseño de publicidad: Mario Resist (elmarioresiste@hotmail.com). CLARIMONDA –Cultura contraCultura-. Revista alternativa y de autogestión editada por Manuel Alejandro Ayala Chávez | Morelia, Michoacán, México. 2010 | Número 26, Año 7 | Víctima: La Cantina | Logo oficial Clarimonda: Gustavo Santiago López (Veracruz) | Logo Secundario: Luz Koreysi Ugalde (Guadalajara) | Cada texto firmado es responsabilidad de su autor y no necesariamente responde a las políticas de Clarimonda | [COPIA Y DIFUNDE] Se permite la reproducción total o parcial del material, siempre y cuando se cite la fuente y el autor. Contacto y Colaboraciones: revistaclarimonda@gmail.com Web: www.revista-clarimonda.blogspot.com www.myspace.com/revistaclarimonda Facebook: Revista Clarimonda

Imagen de portada (fragmento) _ ©Arturo Piza _ “Ladepi-Lada”


Muchas son las expectativas que se han creado en torno a esta edición. Desde que se comentó y se difundió la idea de hacer una pachanga Cantinera se vertieron varios comentarios, como el de “ese tema ya lo sacó tal revista” o “una más de borrachos”. Cosa que a nosotros nos vale madre, porque de los criticones siempre nos ha importado un comino lo que piensen. Más ahora con esta discusión sobre “los borrachos” provocada desde las élites cosmo-politicas post revolucionarias. Porque ahora resulta que ser borracho es sinónimo de panista o de espurio (por el supuesto problema etílico del bruto de Calderón), aquí que me disculpen todos esos que mafufan en torno a esto del presidente (¿por qué a quién no le gusta la bebida? Y además, porque los primeros que saltaron ante esta noticia son los que uno ha visto siempre desvariar entre el alcohol, aunque bueno, el pendejismo de Calderón no está a discusión) pero si queremos dejar en claro que una cosa es ser BORRACHO y otra cosa muy diferente es ser ALCOHOLICO; el pedo del alcoholismo es un rollo más severo, porque se trata de una enfermedad, algo que necesita tratarse médicamente y lo borracho no, bien decía el viejo indecente que hasta para ser borracho se necesita oficio. Hay que saber tomar para poder ser un buen borracho, y las penas de un buen borracho no se curan en el hospital, se curan en las Cantinas y si no se curan se desahogan, se comparten y el de al lado se hace cómplice del sufrimiento (¿de qué no se sufre en esta vida?), de ahí que provenga esta edición y qué mejor para curar esas penas que el mismísimo José Alfredo Jiménez, uno de los personajes –del folklore mexicano- que ha podido hacer de la desgracia una grandeza. Así que estimados camaradas de la Clarimonda, aquí podrán encontrar historias desde lo más recóndito de una Cantina, desde lo más entrañable de las penas, al calor de unas copas y al danzón de una desgracia, todas ellas emanadas desde el sentimiento común o de la perspectiva personal. Queremos mencionar también que varios textos quedaron fuera, no por cuestión de espacio ni de calidad, sino porque no retomaban la escencia Cantinezca que pretendíamos, aún así agradecemos a todos los colaboradores que despreocupadamente nos hicieron llegar sus textos. Edemás de todo esto tenemos En el debraye un artículo de Rogelio Villarreal donde da repaso de los bares y antros que fueran alternativos en la ciudad de México; el escritor underground Fernando Nachón se hace presente en estas páginas; y en el Campo Nudista tenemos –como el colaborador de cabecera– a Francisco E. Muñoz con un artículo sobre la desnudez y todo lo que ello implica. Esperamos sea de su agrado, querido lector, si no pues que se joda Calderon, a fin de cuentas ¿qué?

© Muralistikos Señor.Tek.Lupo _ En una calle de Guanatos _ Fotos & collage: Ese Noctis


Š Ulises Ortiz Castillo


é s o J migo

A ¡Ven amigo José! Toma otro tequila, ponte el sombrero rebelde, calienta la garganta y saca el dolor del pecho. Amigo cancionero si contáramos las veces que nos han dado la media vuelta y se han ido porque queremos que se vayan... los números no nos alcanzarían. Nos damos el lujo de despreciar la vida en la fina angustia de decir que no vale nada -Y si valdría es sólo por estos dos tragos de tequila. Sin subirnos al Titanic proclamarnos el rey con dinero y sin dinero; hacer de nuestra palabra la ley. ¿Y por qué no? Perdernos en el alcohol volando bajo ante la sufrida llegada del amor. Pero cuidándonos de no soltar la rienda y ejercitar nuestra mano izquierda montando el caballo blanco de nuestra nueva aventura. Amigo José ven a chupar más que no nacimos pa' pobres y nos gusta todo lo bueno. Amigo José te revivo por hoy en esta poesía para brindar por ellas, para que se vayan por el mundo, para que besen otros labios, e irnos con el sol cuando muera la tarde.

Uriel Di Marco


Escuchando un delirio vibrante de madrugada "No vale nada la vida, la vida no vale nada; comienza siempre llorando y así, llorando, se acaba" José Alfredo Jiménez

El tibio amor de las guitarras viene y sigue viniendo hasta el vaso y la mano, adelantando las palabras, como si buscara encontrar una gota perdida entre los nervios y la claridad inhumana de la vigilia.

Aquí, entre botellas y abandono, me quedo para siempre y me quedo solo, y que nadie diga que bebí más de lo que debía porque me ahogaré con un anonimato que pocos entienden, pero todos han vivido.

Que nos sirvan el mismo tequila, que rompan el molde de las visiones y la magia que sólo una vez nace, para ser reconstruida entre mujeres y hombres que las aman en silencio escuchando "Si nos dejan"

Y me pregunto a dónde me llevan cada trago y cada pena, nada sé de mí cuando me despierto rodeado por voces y rostros que llegan de ninguna parte, sin que el alcohol deje de transformarlo todo en eventos sin sentido entre sí;

que me acompañen esta canción de alcoholes y de ilusión atravesada por el vástago de los cigarrillos; y que el humo consuma mil veces esas cuerdas sorteando una mesa o un banco, desnudas ante el ojo impaciente de un cansancio que no se detiene en el cristal.

nadie se digna a decirme en cuál de todos los infiernos estoy, despeinado, dolorido por alguna pelea, ensopado y con las estelas de llanto en las mejillas,

Es una suerte que los mariachis revuelvan el corazón y la vida, y que esa voz antigua y potente corra de un lugar a otro con una insistencia inimaginable, como si de las lágrimas dependiera la salvación de todo el mundo. Hemos de escucharlo tristemente: tristeza, esa alegría que deja huellas en la madera de la barra, como un afilado puñal que amenaza la propia voluntad que le sostiene y nunca se determina a hacer más que ir por ahí, dejando el nombre de una única e inolvidable dama.

cual si fuera de cantina en cantina para encontrar la forma más segura y rápida de terminar por fin con lo poco que me quedara de alma. A veces las venas se nos llenan de luna y a veces de sol, y no soltamos nuestra copa pero a veces nos doblan el dolor y la desdicha... ay, si José Alfredo hubiera encantado con sus letras a la noche y el día, otra soledad cantaba, los años irían por ahí sin saber qué hacer con el amor y con el odio, y se quedarían juntos a escuchar "Para morir iguales"


Que suene, por favor, y que nunca deje de sonar la joya de Guanajuato, como una tormenta conciliadora de miradas y de caricias; torbellino creador de destinos, de mares, de angustias vueltas nota y vueltas beso, y que nadie se vaya sin contar "El silencio de la noche" que los instrumentos no dejen su queja abrumadora y tierna a la vez, mientras el deseo de abrir la garganta para devorar toda la tristeza se mantenga bordado en el sombrero del maestro. No dormiré ya nunca ni dejaré de llorar las canciones y la vida, pues seguro encontraré consuelo en el último trago.

Gerardo Cárdenas Robles

Cerveza clara, cerveza obscura Fernando Abreu Para Adriana Ramírez, con euforia.

-La mayoría son ignorantes de tu belleza. No la comprenden. Eso me dijo hace unos quince minutos, antes de que nos metiéramos a coger en los baños. A pesar de su ebriedad me respondió bastante bien. Cuando llegué a su mesa las botellas se le amontonaban, gruñía que la vida era una mierda y que ya ni siquiera los perros son lo que eran. Otro borracho insoportable, uno más que vuelven líquidos sus remordimientos, pensé. Pero en esta cantina lo que sobra es precisamente la virtud para olvidarlos, así que decidí acercármele y dejar que las cosas sucedieran. Aclaro, no soy puta, soy fichera. Rápidamente nos contamos nuestras vidas e intercambiamos tristezas como naipes. Al regresar de los baños hablamos muy poco, nos compartamos fríos, distantes, como si en los baños hubiéramos dejado el hervor de la sangre. Ya ni me ponía atención, sólo miraba estupefacto el poster de Silvia Flores, la famosa modelo. Entonces que empieza el alboroto entre dos borrachos. Primero se retan con los ojos, de ahí pasan a las palabras, de las palabras pasan a los empujones sin aclarar bien las cosas, uno de ellos grita: ¡eso que dices, yo no me acuerdo!, y el otro le responde: ¡el que es hombre no tiembla, tú dirás! Entre copa y copa, y con canciones de José Alfredo Jiménez, se rompen la madre. En eso estaban cuando una botella sale disparada cual mudo proyectil y va a estrellarse justo en la cara de mi amante. Lo ayudo a ponerse de pie, le paso unas servilletas para limpiarse la sangre. Le doy un beso y nos sentamos nuevamente. Pedimos más cervezas. En este bruto alcohol de vaivenes chocamos nuestras botellas. Bebemos a la salud de los jodidos, de los sueños que se quiebran, y se ahogan.


Nunca tomaba más de tres copas, porque se mareaba. Aquella tarde se bebió cinco durante una hora y la primera, casi de un trago. Sintió que el licor pasaba por su garganta igual que si hubiera bebido fuego. Como comerse la lumbre a puños, decía su abuela. A la tercera ya se sentía un poco mejor. Ni dolida ni traicionada. De hecho, otra vez era capaz de sonreír. Al fin había sido ella quien tuvo la idea y quien había convencido a Ignacio de que lo hicieran. Miró su reloj. Eran las cuatro. Es posible que su marido hubiera terminado ya y hasta durmiera plácidamente. Pero Patricia se lo tomó con calma. Aquella sensación de incomodidad y el alcohol tenían cierto encanto.

Nunca dejó de sonreír. ¿Tendría ombligo? Seguro y era hermoso. Un orificio diminuto en que los hombres meterían la lengua. Quizá en este momento la de su marido estuviera ahí. Orquídea la saludó de beso cuando subió al coche. El tacto de la mejilla de la muchacha era tan tibio que incluso ella hubiera querido pasarle los labios. -Hola –le dijo y se quedó mirando hacia enfrente, con la vista perdida. Patricia encendió el motor y se puso en marcha. No quiso que su marido la acompañara a recogerla, porque en el último momento alguno de los dos podría arrepentirse. Luego de tres décadas casados se les habían acabado las ganas de arriesgarse. -¿Pero estás segura, Pati? ¿Crees que sea una buena idea? ¿No te

Mundo Raro* La relación con su marido hace mucho que se había enfriado y aquellos celos parecían devolverle un poco de vida. Se puso de pie y caminó hasta la rockola. Efectivamente, Patricia estaba mareada y no le importó. Incluso lo disfrutaba. Eligió una canción de José de Alfredo, una bastante vieja, y regresó a su silla. Le hubiera gustado cantarla a grito pelado, pero no se atrevía. Ya bastante significaba entrar sola a una cantina. “Di que vienes de allá, de un mundo raro, que no sabes llorar”. Raro, sí que raro. Lo era que Patricia hubiera pasado temprano a recoger a… ¿cómo se llamaba? Orquídea. Vaya nombrecito. Ni siquiera sabía que esas tuvieran un nombre. Ella pensaba que las fabricaban en serie y que eran todas iguales. Pero no era así. Orquídea olía diferente. A juventud. Parecía de 19, a lo mucho de 20 años. No tenía arrugas ni celulitis. Vestía una minifalda y un suéter entallado.

haría daño? –le preguntó Ignacio cuando ella le mostró el anuncio en aquella revista. -Vamos, hay que hacerlo antes de que estemos más viejos. Nunca te he dado un auténtico regalo de cumpleaños. Una cosa que realmente disfrutes. Nada de sentimientos, sólo el placer de estar con alguien más, unas horas. Ella casi había llegado a los 60 y ya no pensaba en el sexo. Además, ¿qué? No iba a perder a su marido. Simplemente le permitiría probar un pastel muy sabroso. Un rato. A solas. Después, comería sopa de pollo junto a ella como desde hace tantos años. La muchacha era una cosa e Ignacio la iba a usar, eso era todo. Le tocó un semáforo en rojo. Entonces Patricia bajó la mirada y recorrió a Orquídea desde los tacones hasta la coleta en que estaba anudado su cabello castaño. Era perfecta. Patricia pensó en ella misma cuando entró a la Universidad. Era muy bella y bastante popular entre los

muchachos, aunque no se había entregado más que a tres en toda su vida. Y con el último se casó. La mayoría de sus amigas eran mucho más liberales respecto al sexo. Varias habían participado en tríos. Una vez, Julieta le propuso que los acompañara a ella y su novio, un europeo bastante atractivo, a pasar un fin de semana en la playa. Patricia se sonrojó y aunque se moría de ganas, dijo que no. Sabía que de proponérselo, podía llevar a uno, dos o tres hombres a su cama al mismo tiempo, así de bonita era, y sólo con estar segura de ello le bastaba. Miró otra vez a Orquídea. ¿Con cuántos habría estado ella? Quizá la hubieran utilizado no sólo en tríos, sino en orgías. Hombres mayores, muchachos, incluso otras mujeres. Para eso existía: para coger. Al llegar a su casa, Patricia tocó a la puerta y le pidió a la joven que esperara ahí. Se montó lo más rápido que pudo en su carro y escapó. Ni siquiera esperó a ver si Ignacio abría la puerta. Estaba segura que lo haría y ella no quería arruinarle el momento. Prefería que cuando viera a Orquídea ahí parada se concentrara sólo en su belleza. Era su regalo de cumpleaños. “Porque yo, adonde voy, hablaré de tu amor como un sueño dorado”. Se bebió el quinto tequila y se imaginó a su marido, gordo y ya calvo, montado encima de aquella jovencita. Seguro le chuparía los pezones y le metería un dedo en el ano mientras la penetraba por delante. Igual que le hizo a ella cuando la deseó intensamente. En los tiempos de la Universidad. Hubiera metido más hombres en su cama y por lo menos dos al mismo tiempo y Patricia se sentiría mejor. ¿Sería ya muy tarde? Pagó la cuenta subió de nuevo al automóvil. Ya había oscurecido. Al llegar a su casa, se preguntó si sería buena idea tocar a la puerta.


buena idea tocar a la puerta. Para su fortuna no tuvo que tomar la decisión. La puerta estaba emparejada. En la baqueta se había estacionado una camioneta con el mismo logo que la empresa en donde había recogido a Orquídea por la tarde. Patricia se hizo a un lado para que dos empleados salieran de su casa. Iban cargando una caja grande, también con los mismos logotipos. Treparon a su vehículo y se fueron. En la sala halló a Ignacio, sentado en un sillón y con la televisión encendida, aunque no estaba mirándola. Tenía una camiseta sin mangas. -Mi amor –le dijo él. Patricia no le respondió. Miraba hacia el frente, pero nada en particular. -¿Hay algo que quieras saber? ¿Te sientes mal? Quizá hubiera sido mejor… -Vi algo en la alquiladora. Ignacio guardó silencio. -Son tan reales, casi humanos. Ahora también los fabrican para mujeres y pronto será mi cumpleaños.

Arturo J. Flores

© C A R L O S

* Incluido en el libro Cuentos de Hadas para No Dormir, segunda edición. Instituto Mexiquense de Cultura. 2011

J A U R E N A

Entre

canción

Silencios llegan entre canción y tequila Para suspirar el recuerdo de aquellos vientos Asfixiantes que me soltaron sin dejarme respirar Mezclo el pasado con lágrimas Y me trago de nuevo el destilado Formol para el amor difunto Que yace entre la garganta y tu aroma Con plegarias me sumerjo en labios ajenos Para confundir en sus mieles de opio A la nostalgia dormida En espera de otra canción de José Alfredo Y mantener fresca, la saliva del dolor.

y tequi

la

Eldoc Pérez


Estoy en el rincón de una cantina Oyendo en la rocola a José Alfredo su rola me destrenza del enredo de aqueste mal de amores que me espina Un buche de aguardiente me encamina a otro y otro hasta ponerme pedo y el rancheroso blues me viene al dedo pa' olvidarme que vivo con la muina ..de traerte en el alma, como lapa como chinche feroz o sanguijuela ¡Tócate otra, Jiménez, que me atrapa.. ..la tristeza y me mete a la cajuela La del estribo.. ¡adentro! Ya me empapa ¡Ay! ¿Cómo he de pensarte que no duela?

Gastón Alejandro Martínez

EL PISTEADOR LLORON (Fragmento)

Omar Ugalde Estoy en el rincón de una cantina, decía mi compa Chepe Fredy Jiménez. Bien pisteado y adolorido. Nomás me falta llorar pero ya ni me acuerdo cómo se le hace pa’ ese menester. Pinches viejas, pero piches pinches pinches viejas, no las quiero ver nunca más; y menos si son delgadas, güeras y bien nalgonas. ¡Hijas de su chingada madre! The End.


Desvario en alcohol Marisol Vargas Flores I ¿En qué color se hace vapor lo insensato de tu nombre? Una lengua fulgurante de taninos me guiña con promesa de morados chupetones “Juanito” inicia el jaripeo, dispuesto a repartir pálidas patadas Y con empalagamiento de fase etílica enamorada, rondan jarabitos Azules, rojos y naranjas Pero no, hoy quiero que duermas en pecho de maguey para amamantarte con espinas blancas Las botellas tintineantes lanzan versos de toxina: Si futuro no hay más negro, beberé la bola oscura de gitana

“Chaquira y lentejuela” _ Arturo Piza

II He venido a echar anclas en balsa de cuatro patas En unas cuantas rondas caerá diluvio de cebada amarga La misma lluvia que ha secado la sonrisa a los meseros Saciará los huecos de este amor sietemesino que no se salva Cubrirá las fugas del entendimiento Irrigará palabras a las conversaciones incabadas… i-na-ca-ba-da-s ¡Slud por sta lengua quentorpece! Que después de las palabras encendidas Llegavertiginosalanostalgiacongargantaatropellada Recuerdo la primera vez que me trajiste a este tugurio Botana, chupe y cama. Tus ojos borrachos se hicieron chiquititos ¡Tus ojos nulos al olvido!... ¡Chingado olvido! Pido otra ronda, pienso que perdido el glamur A estas horas qué más dan las maneras de “señorita” (pinche mesero) Y me exilio en la mirada blanda de los hombres Que sorben su tristeza En los ojos gachos de otros hombres. Nunca he comprendido para qué tantos espejos en una cantina.


La despedida Manuel Noctis Si yo te hubiera dicho "¡No te vayas!", ¡qué triste me esperaba el porvenir! Si yo te hubiera dicho "¡No me dejes!", mi propio corazón se iba a reír. Por eso fue que me viste tan tranquilo, caminar serenamente bajo un cielo más que azul; después, ya vez, me aguanté hasta donde pude, terminé llorando a mares donde no me vieras tú. José Alfredo Jiménez. La noche de mi mal

me abandonas cuando más te quiero y te vas dejándome una herida en el pecho y ahora estoy aquí derramando un par de lágrimas en la Cantina ya los tragos me saben amargos y no preciso motivo alguno por el abandono los tequilas no apaciguan la intranquilidad y las chillantes notas de una guitarra vieja hacien más solemne esta soledad crees que es tan fácil vivir así y ahora yo qué voy a hacer sin ti ya me pinto una sonrisa en el rostro para salir al espectáculo del mundo y las veredas y las calles no me alcanzan mis pasos me astillan las entrañas la cerveza se calienta en esta mesa ante la ausencia de tus labios y choco las copas con el sujeto de al lado que no es mi amigo pero pretendemos serlo y nos abrazamos y te cantamos “la despedida” ahora quién se tomará otra copa conmigo y quién brindará hasta el último trago como cuando te conocí quién danzará conmigo quién calmará mis penas quién secará mis lágrimas quién


EBRIA DE TANTO MAQUILLAJE Jergo G G Es tal el fracaso de la vida que soy una puta que no sabe coger. Y no sólo la mierda escupe su nombre en mi rostro. También lo hace el alcohol. Pero ya es tarde, …tarde. Tarde para lamentos mundanos. Para el dolor. Para ser al menos un algo… No queda nada. Ni las llamas de éste infierno me provocan al menos un poco de ardor en la parte más jugosa de mi eterna vagina. Ya es tarde Los sentimientos se quedaron para los tuyos... Y yo soy sólo una puta barata, tumbada en el centro de una cantina. Esperando a ser levantada. Esperando a ser levantada por el primer hijodelagranputa que me enseñe unas monedas. ¡Perra vida tan jodidamente infiel!

El Mata Federico Jiménez Vi al Mata por última vez en el piso arrancando con labios sonoros un beso de la muerte capturando con la lengua el aire etéreo que gravitaba aquella tarde en la cantina. Sus ojos como péndulos se esforzaban por abarcar el mundo. Su mundo, las gastadas calles, las miradas y oprobios. El Mata nunca viajó fuera de sí. Tampoco durmió jamás. Peregrino del espanto zigzagueante de forma libre hizo el bien a quien no lo jodió. Fue la escupidera para él el último rincón del mundo y su Itaca predilecta; la mesa de la esquina suroeste, su constelación de Dionisos. Su muerte fue Babel eructada. Desde ese día el alcohol envejeció y fuimos, los presentes, inquilinos incómodos en su ataúd. (Todos probamos el aire poroso de la muerte y el alcohol). Salí con una prisa excremental en la mirada. Jamás he vuelto a la cantina “El Rey”: El tequila desde esa tarde me sabe a muerto.


a d i t r a ip m a Agathokles na a ñ a M No hay copas que sufraguen este duelo intenso, un sin numero de botellas he bebido en tu honor, aun así recuerdo la partida que ensucia mi decoro, sólo mesas vacías que me dicen que en esta cantina quedo naufragado mi aturdido corazón. No soy más el rey, ni más tu enamorado, presumí de mujeriego, de verdugo idolatrado, terminé intoxicado con dos tequilas y una sota, mi caballo es el testigo de esta fiera traición, Me están sirviendo ya la del estribo… Mañana te hablaran de amor y en otros brazos caerás sin remordimiento con el alma embravecida, seré navegante en litros de ginebra, una ruina de ron, un cadáver embriagado que no sabe de clemencia, que vive refugiado en las copas con licor. Ahorita solamente yo les pido… Cantina tras cantina y tu recuerdo sigue vivo, mañana ni la tumba dejara de cantar, un sonido repicara eternamente, margaritas malditas y los mariachis tocaran eternamente… La que se fue…


Se me acabó la fuerza Alí Torruco ¿Cómo chingados entré aquí? ¿quién soy? ¿qué soy? ¿a qué horas me puse tan pedo? Seguro fue el mezcal. Pinche mezcal. Hasta el culo. Así te pone. Has¡échense la que le gusta a mi vieja! Tómate esta botella conmigo. En el último ta el culo. Pinche Liz. Que se vaya a la chingada. Pinche Manolo tamtrago nos vamos. Quiero ver a que sabe tu olvido. Sin poner en mis ojos tus bién. ¿Cómo se me ocurrió contarle a ese puto todos mis problemas con emanos. Esta noche no voy a rogarte. Esta noche te vas de deveras. ¡Qué difícil lla? Pero ¿ella qué? Nunca pensé que fuera tan puta. Puta. Puta. Puta. Hitratar de olvidarte! Sin sentir que tu ya no me quieras. Nada me han enseñado ja de puta. Hijos de puta. Cabrones. Chingada madre. Me caga los huevos llolos años. Siempre caigo en los mismos errores. Otra vez a brindar con extraños rar por putas viejas y de todos modos siempre acabo igual. Pero a ese pey a llorar por los mismos dolores. Tómate esta botella conmigo y en el último rro ya se lo cargó la verga. Yo trabajando y ese culero cogiéndose a mi vietrago me besas. Esperamos que no haya testigos. Por si acaso te diera ja. Hasta escuché sus últimos gemidos antes de abrir la puerta. Soy un pendevergüenza. Si algún día sin querer tropezamos no te agaches ni me hables de jazo. Ponerme a confiar en güeyes que son iguales que yo. Según yo los amifrente. Simplemente la mano nos damos. Y después que murmure la gente. gos no tienen porqué cogerse a tu vieja. Pero no. Los cuates son los que quieTómate esta botella conmigo y en el último trago nos vamos. ¡Bravooo! ren darte baje primero. Chingo a mi madre. No alcanzaron ni a taparse y el caSe me acabó la fuerza de la mano izquierda. Voy a dejarte el mundo para ti brón hasta tenía mojada la verga con fluidos de mi vieja. Me acuerdo un posolita. Como el caballo blanco le solté la rienda. A ti también te suelto y te me co que alcancé a putearle la nariz hasta que se le pusieron los ojos blanvas ahorita. Y cuando al fin comprendas que el amor bonito lo tenías conmigo cos y le crujieron varias veces los huesos de la cara. La policía no ha veniVas a extrañar mis besos en los propios brazos del que esté contigo. Vas a do por mí. Se me hace raro. Ja ja ja ja jay. Esa me gusta. Salud amigo. Vomisentir que lloras, sin poder siquiera derramar tu llanto. Y has de querer mirarte té tres veces aquí junto a la pinche barra. Puto mezcal. Puta cantina. Puta en mis ojos claros. Que quisiste tanto. Y cuando a fuerzas se quiere rebasar la meta. Y se abandona todo lo que se ha tenido. Como tú traes el alma con la rienda suelta. Como dos historias. Como dos canciones. Como dos almas fragmentadas. Que transcurren al mismo tiempo y se cruzan. Y son diferentes pero son lo mismo. Y te crees que el mundo es tuyo. Y me das tu olvido. Y yo. Todavía en la pinche cantina.

© M A R L E N E

A L E G R Í A

M U N G U Í A


CANTINEANDO

Son las 11 pm o entre comillas “puta madre” Vuelvo una vez más a la cantina de las ratas a envenenarme Solo vengo con soledad a desahogarme Que mejor consejo de alguien así que no es defraudable Beberé una botella de whisky brandy o ron Por mis venas no corre sangre fluye carbón Por una ingrata de tanto escribir me ha quedado negro el corazón Hay cantinero otro trago por favor Quiero disolver en mi alma las letras con alcohol Ahora comprendo que el exceso hace daño solo cuando no hay control No marques las horas maldito reloj, de esta cueva Enloqueces mi cabeza Que tu tic-tac suena como un toque de queda Para que mi muñeca deje de escribir y felicidad no vuelva He aquí la textura del lugar se siente de tristeza Después de haber sido acompañado de una blanca seda Oh! Sombra mía dame fuerzas de flaqueza Que se me acabo en mi mano izquierda Por sostener una copa un tarro de cerveza Si con el alcohol las penas dentro de mí puedo olvidar Con el cigarrillo que mantuve de mi índice al cordial La esencia de sus labios en los míos con este quería borrar Y también el bolígrafo lágrimas de manchas quiso derramar Y que se me acabe la tinta frente a una copa de vino A ver si al cabo del tiempo recibes de mi otro escrito Ojalá que en esta cantina pueda curar mi delirio Con alcohol soledad y el lápiz mi buen amigo

José A. Barriga Juárez

© D A V I D U G A L D E R O M E R O


“Salomé” _ Arturo Piza

Itzia Rangole Debería haber una cantina para mujeres, exclusivamente para mujeres. Un tugurio como esos, que hay en las zonas más jodidas de cada ciudad, donde un cartel mal escrito prohíbe la entrada a niños, uniformados, menores de edad y mujeres. Un cuarto construido a prisas, con block y un repellado que deja mucho que desear, con puertas de madera desde donde se vislumbran las mesas mal puestas y las mujeres bailando sobre ellas, desde donde se alcanza a ver la oscuridad, se alcanzan a oír las risas. Uno de esos lugares donde los hombres completamente sedados, olvidados de si mismos, se acuestan y lloran o solo duermen para esquivar la realidad. Debería existir, pero para mujeres, ese sitio de las botanas, de las botellas, de las chelas bien frías, del cantinero detrás de la barra. Un lugar impregnado de sudores, de humo de cigarro, del vaho que deja el aliento de quien acaba de vomitar. Debería existir un tugurio como esos para ir a llorar, para ir a reír, para ir a ser, para ir a reclamar esa libertad que nunca nos dejaron, ni hicimos que nos dejaran, tener. Ese sitio donde pueda ir a llorarte, donde pueda ir a recordarte, donde pueda ir a contarte; donde, puta madre, pueda ir a crearte. Debería existir ese sitio donde las historias, de todas las mujeres se junten, se disuelvan, se hagan una sola. Para ya no seguir amando, anhelando, escribiendo/pintando/dibujando/fotografiando/actuando/cantando solas. Un sitio donde nos caigamos de borrachas una tras otra. Donde pueda encontrar mi historia en un vaso lleno de bebida, lleno de mocos, risas, lágrimas, memoria. Donde en cada cacahuate comido, caído, caducado, pueda mi obra de arte, la más sincera, la más genuina, pueda surgir, pueda ser hecha, pueda quedarse grabada. Donde pueda ser lo más esencial que soy: un animal primitivo de instintos, de este instinto de querer quererme, de quererte tan natural, tan fácilmente, de querer entenderme. Un sitio donde nos caigamos de borrachas una tras otra. Donde la bolsa/el morral queden desparramados, donde la guitarra/las tamboras/el cuaderno queden desplazados por las ganas de, una vez por todas y sin instrumentos y sin idea de como, expresar lo que traemos adentro. Un lugar donde después de hacer lo que debemos/tenemos/queremos hacer, hicimos; donde el dolor de cabeza, la seguridad de nuestro cruel destino que nosotras hicimos, la falta de inspiración, la falta de amor, sexo o rock and roll, se puedan exorcizar en un buen vaso de alcohol.


Me invitas una o te la invito Oscar Muciño

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A Margarito Ledesma. Otro de Guanajuato.

En la cantina, morros y veteranos sacuden un poco su “multitud” de años en las almohadas de la tráquea, con mecánicas oscilaciones, a diminutos o grandes tragos. Reflejados por los espejos de la barra balbucean el ambiente. Se exaltan en sus pláticas. Llegan, en grupos, buscan su mesa, piden sus cubetas, sus licores. Ponen sus canciones, algunos bailan, y al final, casi siempre, se revuelven. Otros solo se dedican a libar. Alguien entra, y de pie en el centro grita Un verso por un trago de expiración fácil, que recuerden doradas borracheras, por todas las mesas, por todas las barras. Por uno dos tres cuatro días. Que me sirvan de una vez pa’ todo el año, que me pienso un poeta, un Balzac. Se hace un silencio. Y comienza a recitar algunas líneas: “Vasos derramados sin sentido/ una quemadura en el sillón/ un vómito a mitad de sala/ un chinga tu madre/ justo cuando la música se calla”. Se acerca a una mesa y pregunta: “De qué galaxias vendrán a cotorrear/ estas valientes de cerveza y de frente gavilana” Dice a todos: “Bebamos compañeros hasta que la pálida, nos sorprenda con su galardón bendito y sople en nuestros rostros.” Usted la trae chueca, cállese pinche borracho teatrero, responde alguien. En mi pueblo si se entra a gritos a la cantina, sólo dice quiubo a todos y después que sirva parejito el cantinero.

© J U A N

C A R L O S

J A U R E N A


ORACION DE UN TEMPLARIO DE BACO José Eduardo Aguirre Haz que Enaltecido en el ojo de la puta Su lascivia me mire En el fondo de la cerveza Escucho multiplicado en el sueño El sonido de la mentada, Maldita sea: Mi sucio y bestial escupitajo, Ha CAIDO en la orilla de la mesa, Veo por segundos enrojecidos El acantilado de los empujones, La silla rota, el vértigo de las escaleras… La pinche cara contra los asfaltos En los días del otoño y las tristezas Otro viernes para alabarte Bendecirte maldecirte Venga a nosotros tu reino: Aquí suspiramos gimiendo y llorando cuando acaba el sagrado néctar y la puta no acude a sobar y a lamer la verga Haz que Enaltecido en el ojo de la puta Su desprecio por fin me esquive En la orilla de mi cuba Que mis venas hinchadas de tu amor Alcancen tu inmensidad alcolesente Que seas mi dios en el templo etílico Al que humilde acudo Para ver si en este ojete y sagrado reino Alguna PUTOTA (jija…) De mí se apiade Y, por lo menos, Se quite el zapato y tan siquiera Entonces, cruzadas sus piernas me hunda la puntita de su media me haga chillar el escroto.

Vacío Jeliud “Por esa calle flotan botellas de mar….” José Cruz Me asquea estar solo y De solo pensarlo me atrae la soledad La ceniza fumada por el tiempo Entrañas de reloj voraz… sudoroso Noche montada por minutos usados… Y me asomo por rendijas a Contemplar la carcoma de esta mesa Las secreciones vertidas por la lengua Palabras atrapadas por el vidrio Pastosa soledad acompañada Que aderezo con cerveza Palabras huecas flotando a la deriva Polvo que se prende a cada trago A cada mirada al reloj… Dejá vu perpetuo de los viernes Las mismas necedades rumiadas Hasta el hastío recicladas… Canciones varias, misma tonada: Fauna alcohólica de siempre Que gruñe las penas añejas Manchas del alma dejan En el óxido que sueltan Aquí se quedan flotando Esperando quien se las lleva… Rompe a este ruido el grito De un plástico borracho Fichas de dominó arrastradas Por manos grises y negras Sonrisas cariadas y falsas Soledades cotidianas compartidas Palabras huecas flotando a la deriva... Y nosotros viviendo en sus sombras.


Pido la primera: eximia pócima que de manos de un hechicero emerge al primer trago extendido, un lienzo tejido de enunciados cortos. Poemas de ron con hielos que escupen con las primeras letras elegías evocadoras reviviendo la presencia de tu ser. Por la puerta de dos alas entra con el viento tu recuerdo. No te tengo, jamás te tendré. ¡Enciendan la rocola y que cante José Alfredo! “Una ronda para todos los presentes paga su amigo el mismo dolorido de ayer.” Ron con hielos que no quema ¡una botella de aguardiente, por favor! Letras de un estúpido poeta que se barren entre júbilo y clamor. Tóquenme la misma, esa que me hace llorar: Cuatro Caminos hay en mi vida, sentencia que no devela, cuál de los cuatro será el mejor. Escribo y bebo para vivir para soportar entre camaradas entre iguales entre amigos entre hermanos esos que sólo podemos ser paridos por la misma madre: la cantina, que abre sus piernas en la madrugada para escupirnos sin miramientos al lugar donde pertenecemos, donde todos somos mortales. Sírvanme la caminera: poción excelsa que de manos de un mago Merlín, extiende a la calle la fiesta de los que no somos convidados por la alcurnia y terminamos siendo borrachines infelices alcohólicos cantores poetas de banqueta. Abrazo la otra mitad de tu ser a mis letras, esas que no se terminé de escribir por cantar a José Alfredo, el poeta. No te tengo, jamás te tendré, pero siempre que entre a una cantina recitaré para los presentes los versos que te consagré a cambio de un trago que lleve a otro trago, que lleve a otro poema, que lleve a tenerme ocupado para no dejarme morir por ti.

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O B I R C S ir r E o Y me m O r a j BEB e d o n Héctor Ascencio Ortega para


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e d n ó i c c Rosita La le De ida a la vocacional pasaba por San Pedro, se detenía a tomarse una chabela en el Parián, donde sin hacer amistad llegó a ser parroquiano conocido de los dos o tres meseros que allí había. De regreso, hacía un más bien largo alto en la cantina Los Pinos, donde sólo se tomaba un tequila, solo (nadie decía "derecho" en ese entonces, y el tequila se tomaba solo, como se debe, excepto en las pachangas, pa que durara). Allí conoció a Rosita, el único nombre que recuerda de ese ámbito, y lo conocieron todos los demás, digamos toda la tripulación, y le tenían aprecio, lo querían, más propiamente (no era necesario, pero lo hacían) lo cuidaban. Tenía 17 años; aunque amiguero, y mucho, andaba también mucho solo (sigue en ese sentido siendo bipolar), solitario. Y le gustaba, aún le gusta, caminar, y más --y lo hace aún-- de noche, en la noche vacía. Había un espejo grande, vertical, allí en Los Pinos, pendiente de la pared más larga. La silla que le daba la espalda a ese cansado adorno era su lugar. Tras el espejo guardaba el trozo de un plato quebrado, su cenicero. Ya no recuerda, pero es lo más probable, quizá también los cigarros (Faros) y los cerillos (La Central, ¿Talismán?). Dejaba sobre todo allí un cuaderno, un cuaderno de escuela, normal, rayado, en el cual escribía, en el que a diario (¿excepto sábados, domingos?) escribía.

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Ricardo Yáñez

Escribía un diario, un dizque, vé nomás, Diario de cantina. Diario que se perdió. ¿Quedó en esa cantina que tiraba a burdel, que medio lo era, tras espejo grande cuyo marco surge en el recuerdo entre que antiguo y viejo, más bien viejo? ¿Se quedó allí --seguramente-- junto al cenicero y alguna cajetilla empezada de cigarros, alguna cajita ya casi sin cerillos? ¿Qué sería de ese cuaderno azul; qué se haría? ¿Qué sería de Rosita, quien una vez, o varias, lo invitó a bailar? Aunque mayor que él, Rosita era muy joven, y alegre, y no, no fea (bueno, eso ocurría a las orillas de Guadalajara). Mas él, educado en las radionovelas (si no no se le hubiera ocurrido ser escritor: ah, es que al llevar un diario de cantina él pretendía ejercitarse como tal, como escritor, tú), sabía que a las mujeres había que respetarlas y, si se presentaba la oportunidad, hasta salvarlas. Entonces el único baile que no olvida es aquél en que luego de pláticas insignificantes y un algo ensimismado le preguntó a Rosita: --Rosita, ¿te gusta esta vida? --Los domingos en la mañana, toda crudísima y cuando tengo que llevar a mis niñas al parque, no, no me gusta nada. Los demás días sí, bastante --y sonrió. Tal vez, quién lo puede saber, desde esa noche el adolescente, que ya se sentía joven, dejó de frecuentar Los Pinos; tal vez desde esa noche comenzó a de verdad creer que sí, que algún día, si le fuera posible, escribiría.


Muerto en plaza Santa Cecilia La plaza también conocida como Garibaldi fue el lugar donde se encontró el cuerpo de José Alfredo García Sánchez de 46 años de edad. Murió de un paro respiratorio causado por intoxicación con alcohol. El hoy occiso cantaba en el mariachi caminos de Guanajuato. La botonadura de plata en el traje de charro ya no existe, descoso el último botón para llevarlo a vender. Llego a la cantina y voy directo a la barra, don Abundio me conoce, me mira y descubre la ansiedad en mis ojos. Es como cuando uno está dispuesto a dejar el alma con el diablo. Don Abundio sirve un tequila, dos, llevo cinco tequilas, el mariachi empieza a afinar, pinche trabajo. Hago una señal para que empiecen con una de mi ídolo, mi tocayo. Empiezo a cantar. Entonces lo siento, aquí mero en las tripas se me hace un vacio, algo como un nudo que se va deshaciendo y lueguito siento la maldita punzada en el corazón, no amaina, la siento ajena a mí, hasta ha habido veces que me hace chillar, solo cuando voy acabando la canción se calma todo. Soy el jinete sin José Alfredo No llevo herida llevo obsesión Sonrío a mi cabalgadura Son antidepresivos y alcohol No llevo herida llevo boleto del metro Timbre…….abren las puertas Sueños de palabras inmóviles No llevo herida llevo frio el corazón Camino seguro al sur del infierno Miseria soledad lapida de silencio Cada borrachera es una chingonería. Hoy me siento inspirado hasta quiero escribir una canción. Me escabullo a la bodega de la cantina, me robo varias botellas de tequila. Salgo por la puerta trasera, en la esquina de la plaza me siento, saco hoja y pluma, voy a escribir……tengo sed, mucha sed, muero de sed.

Guillermo Bernal Martínez

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COMO PERRO DE PÁVLOV La noche de aquél sábado 6 de diciembre de 1997, inicié una borrachera de antología. Fui con mis amigos del IFE a un antro llamado “Holiday”. Llegamos con nuestro aguinaldo, fruto de la elección para cambiar diputados. Por primera vez el congreso tenía una mayoría no priista. Entre tragos y baile, baile y tragos, salí, solo como siempre, a las 4 de la mañana. A las 10 am. la cruda se encargó de aventarme de la cama, las supuestas “vacaciones” que declaraba en su nombre la discotheque, no me resultaron benéficas. Me dirigí a buscar alimento y algo que me hidratara. Después caminé por ahí. El destino, o el instinto, me llevaron a pasar por una cantina que se encuentra una calle atrás del jardín principal de esta ciudad del estado de Querétaro. Decidí entrar. En el lugar estaban únicamente tres clientes. Pedí una cerveza. Faltando 15 minutos para el mediodía el lugar se empezó a abarrotar. Con excepción de mi mesa, todas las demás estaban llenas. La vieja rocola de acetatos de 45 rpm, dejó de sonar y el cantinero prendió la televisión. Los comentaristas decían que era la gran final del futbol mexicano. Se enfrentaba León contra Cruz Azul. Habían pasado diez minutos cuando llegó al bar un tipo entrado en copas. “¡Arriba el León, culeros!”, gritó y recibió como respuesta chiflidos y mentadas de madre. No le quedó más remedio que dirigirse a mi mesa. -¿Me puedo sentar o le vas al Cruz azul?-Me preguntó. No respondí y le indiqué, con la mano, que tomara asiento. -Seguro eres azul, como los pinches panistas que gobiernan este municipio sanjuanense –Me dijo. Pidió su cuba y una cerveza para mí. Más tarde supe que esa era su estrategia para que, después, yo le invitara. Ninguno de los equipos lograba anotar y mi compañero de mesa no dejaba de gritar y apoyar a sus “panzas verdes”. Repentinamente se puso de pie y dijo que había que poner música de José Alfredo Jiménez para motivar a su equipo. Se dirigió a la rocola, pero el cantinero le dijo que no se podía escuchar música en ese momento. Los demás parroquianos le gritaban “ya siéntate pinche pata”. El medio tiempo concluyó y durante el descanso, “el pata”, se encargó de ponerme al tanto del encuentro, de su vida y de hacer que le invitara las siguientes rondas: me contó que en el partido de ida Cruz Azul había ganado 1 a 0, pero en el Nou Camp, el estadio del León, se los iban a chingar; Que su abuelo había tocado en un mariachi que acompañó durante varios años a José Alfredo Jiménez, y varias cosas más. Yo sólo escuchaba, pero esto en una cantina es suficiente. Si encima invitas los tragos, te ganas la confianza y amistad de un alcohólico más rápido que la aparición de secreción salivar de un perro de Pávlov al escuchar sonar la campana. Un tipo calvo dio una maroma, cerró los puños y levantó los brazos (me pareció una versión de festejo de gol un poco más ridícula que la realizada por Hugo Sánchez), su nombre era Missael Espinoza, jugador del León. El marcador global se había empatado. El pata gritó como poseído, insultó a los seguidores del equipo contrario y recibió los respectivos. En ese momento fue cuando entendí porqué “nuestro” máximo goleador en España había declarado que un gol era semejante a un orgasmo.

Óscar Amézquita Ugalde Para mi mala suerte el partido se fue a tiempo extra. En cambió, para “el pata” fue algo maravilloso, pues con los nervios, me dijo, tomaba más. Al minuto 104 el delantero “cementero”, Carlos Hermosillo, recibió el balón en el área rival y el portero Ángel David Comizzo le pateó el rostro. Se marcó el penal, que fue cobrado por el mismo jugador madreado. No falló y, bajo el criterio del gol de oro, su equipo se coronó campeón. Nunca vi a alguien recibir tantas burlas e insultos como al pata. Supongo que el alcohol, que yo le estaba invitando, le dio valor para resistir todo aquello. Los clientes futboleros empezaron a dejar la cantina para retirarse a sus hogares, donde sus mujeres e hijos los esperarían para pasar juntos otra tarde de domingo, llena de aburrimiento, pobreza y más televisión. Mi nuevo “amigo” me pidió, prestadas, unas monedas para poner música. La voz de José Alfredo retumbó en el pequeño espacio con la canción de “El rey”, una especie de himno para todo aquel que difícilmente ha ganado algo en su vida (es una especie de antítesis de la canción de Queen, que ponen en la mayoría de las finales de eventos deportivos). “Con dinero y sin dinero/ hago siempre lo que quiero/ y mi palabra es la ley/ no tengo trono ni reina/ ni nadie que me comprenda/ pero sigo siendo el rey”. -Comizzo es un pendejo –continuaba con su monólogo, el pata-. Pinches jugadores argentinos, nada más vienen a México por el billete, no sienten la camiseta. Deberían de dar más chance a los mexicanos. ¿Tú sabías que José Alfredo Jiménez fue portero? Era bueno, me contó mi abuelo, él nunca hubiera hecho una chingadera como la de este baboso. En fin, ¡Salud! “No vale nada la vida/ la vida no vale nada/ comienza siempre llorando/ y así llorando se acaba”. Cantaba el orgullo de Guanajuato y mi conocido le hacía segunda voz. Le pidió al cantinero que le prestara su foto especial. Era en blanco y negro, al frente se veía a José Alfredo y atrás, señalado con una flecha, a un trompetista que supuestamente era el abuelo de “el pata”. Sentí mucho sueño y ganas de no seguir tirando mi aguinaldo. Pedí una cuba más, para el nieto de un trompetista que tocó con el máximo compositor de música ranchera, y la cuenta. Dejé la cantina esperando que mis pasos, destino e instinto me llevaran de nuevo a un lugar como este. Atrás de mí se escuchaba: “Yo no sé lo que valga mi vida/ pero yo te la quiero entregar/ yo no sé si tu amor la reciba/ pero yo te la vengo a dejar”. Pensé que, tal vez, en el futuro esta estrofa sería usada por alguna barra para apoyar a su equipo. Mejor aún, que sirviera de aliento a todos los que somos bebedores de cantina.


Que rico es ir a la Cantina Medio muerto Y beber… escuchando a José Alfredo!

Daniela Cervantes González

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"Y sigo siendo el rey" Sentado estoy en el rincón de una cantina, tomo un tequila doble, llega al estómago, éste lo resiente, es lumbre, fuego, se siente caliente cada partícula, cada célula del cuerpo, el segundo tequila, el tercero, empieza el cosquilleo en las manos, en el cuerpo, la melancolía me invade, el mariachi llega, ya tengo el brío suficiente para cantarle a ella, la que se fue, la que me dejó sentado en este mismo rincón, adolorido y borracho, se fue, no pude convencerla de lo contrario, canto y mientras lo hago a voz en grito, todos sonríen, cantan conmigo, José Alfredo me acompaña, ya no estoy solo, el sonido de mi soledad está conmigo, me balanceo entre dos mesas, tiro un vaso, mis neuronas ya están entorpecidas y provocan que el cuerpo ya no

responda de la misma forma, llega más gente, me callo, me dirijo hacia la barra, llego con el cantinero, le pido un tequila doble, me atiende, callo, observo a la gente, la cantina está casi llena, hablo con el que me atiende, el cantinero que todo lo sabe y habla de nada. Las mujeres siempre pagan mal, le digo, él sonríe, ellas son unas cabronas, pero lo que uno les da nadie más se los dará, el mismo José Alfredo lo decía, ella volverá, lo sé. Son unas malagradecidas, y provocan que aquí esté uno tomando sus penas, por ellas, el cantinero asiente, sigue atendiendo, pido otro tequila, no me has visto cantar el Rey, ¿verdad? Nadie dice nada, le pago al mariachi para que toque el Rey, esa canción siempre me hace sentir mejor, definitivamente me siento superior al cantarla. Comienzo, a media canción, me levanto, me balanceo, me detengo en la barra, sigo cantando, termino, les pago, pido otro igual, sigo hablando con el cantinero de no sé qué cosa, él asiente como siempre y sonríe, me sirve otra sin pedirlo, pido otra canción, “Los caminos de Guanajuato”, esa siempre me llega porque mi niñez la pasé en Guanajuato, al venir a la ciudad todo cambió, todo fue diferente y mi soledad comenzó, luego, la conocí. Comienzo a cantar, el balanceo continúa, no terminó la canción, uno de los mariachis me lleva a la mesa, me llevan otro tequila, pido otra canción, llega el mesero y me da la cuenta, busco insistentemente en mis bolsillos, le doy todo lo que tengo. Le falta, me dice, ya no hay nada, le contesto y sonrío, me toma del brazo, me lleva a la puerta, forcejeamos, termino en el suelo, me levantan. Sigo siendo el rey, murmuro, nadie sigue la canción conmigo, todos me observan, el mesero insiste, llega más gente para sacarme de la cantina, lo logran, termino en la banqueta susurrando la canción que me hace sentir grande y el mejor…y sigo siendo el rey…

Jessica Piedras


tj me mata rubén bonet cambio de óptica (parametrización con las fuerzas maníacas): el mismo lugar. polvo y cruda de cristal. many beers. mucho sol mucho sol mucho sol. lo que antes era feo ahora es horrible, insoportable. more beer. more beer. el cerebro recalentado. todo, el asfalto, el interior de los coches, mi cabeza, sobre todo: my poor & stupid brain. arde tijuana. bunkers en un radio razonable: el dandy del sur. many more beers viéndole las tetas a la girl tender, comiendo cacahuates y fumando un raleigh tras otro mientras las pantallas de televisión escupen miles de imágenes por segundo de gente muy grande esforzándose mucho: remando, casi siempre tras una pelota, persiguiéndose unos a otros como dementes: en bicicleta, a patín, a caballo, en canoas...tirándose de los aviones, esquiando por tierra, mar y aire...interesante. lo bueno podría ser que se pueden ver varios canales simultáneamente (4 tv´s) pero no es en absoluto lo bueno. lo bueno es no prestarle mucha atención porque todo es la misma mierda mareadora. no es bueno tampoco atiborrarse de cacahuates nada más porque sí, porque están ahí. le digo a la güera que se los lleve, las cáscaras también, y que me traiga otra dos equis ámbar, bien helada. me olvido de la televisión, prendo un cigarro y le doy un buen sorbo a mi chela. excelent! echo un ojo al resto del personal. a veces pláticas interesantes. nada más que hay que tener cuidado con los borrachos ya muy borrachos porque nada más hablan ellos, escupen cuando hablan y dicen puras pendejadas: ahí le va mi mano chaquetera -por mí te podrías meter tu mano chaquetera por el culo! ojalá en un ejercicio de autosucción anal pudieras desaparecer todo tú por el agujero de tu jodido culo, y nada más quedara sobre la barra un ano volteado y la amenaza latente de que regreses en algún momento chorreando tu propia mierda, pendejo!-. me imagino que así me debo de ver yo a veces, no tan soez por supuesto, me refiero a lo impertinente. oH! discúlpeme, discúlpeme USTED. hoy no. borrachos elegantes. de los de dos a cuatro, a veces desde antes (odio el periodo entre esas dos horas. en el centro de tijuana y en verano, más). voy a pedir otra cerveza y a disfrutar mi alcoholismo tranquilamente. todas las cervezas que me vengan en gana, hasta que me aburra. tengo dinero suficiente. luego como algo. mis compromisos siempre dependen de mis prioridades. además, hay teléfonos. life´s nice.en fin. tampoco es bueno quedarse aquí chupando chelas y emborrachándome poco a poco nada más porque traigo dinero, afuera hace mucho calor y no se me ocurre ningún otro lugar a donde ir... josé josé en la rocola, vicente fernández, nunca falta luis miguel... el dolor de la soledad no conoce fronteras. ay amor! otra chela, silvusplé...-mande?... nada, que otra dos equis helada. ámbar, por favor. no, no, ya no quiero más cacahuates. no tienen otra cosa de botana? 15 pesos? no, está bien así, yo ni hambre tengo, es por no comer más cacahuates.-enfadan. sí, enfadan...

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Oda para un old fashion antes de que llegue el whisky El hielo nada y en su centro esconde el alba que mi mano desgranara la bruma emerge, el vapor actúa, quiere exfoliar el tinte de la noche y colorear de niebla mi follaje; Cáliz en turno, derrota derramada en cuyo fondo ciernes vendavales: Suelten los cubos su espíritu de muerto, (lúgubre espejo somnoliento espera, que haga su arribo la pérfida cascada); bailan los cuarzos su danza envanecida shimmy de prismas invocando hadas; salta un cheneque!!! que socarronamente viene para arriar las sombras, …huyen las hadas, se enturbia el aire, de un calor prieto que al cristal opaca; ya está en mi puño, derrota sometida, llevo a mis labios el icebergs de los mares, son poliedros de sabor-batalla, les muerdo el himen, moluscos de los bares: por sus contornos se escurre mi vida yacen sin whisky, sin amor, ni amigos: ¡VAYA DESTINO QUE NOS TOCA A LOS CANALLAS.!!

eduardo mendoza barajas


Del Roble Constanza Rojas Caballero Nunca imagine terminar el año con una ballena Light, bueno un ballenon, por que no es lo mismo 940ml a un cuartito de mas que trae un ballenon, un cuartito es un cuartito. Con un ballenon las penas ni se sienten, que gran dolor siento en el pecho. Cuántas veces me repetiste lo mismo pinché Cindy “Estaré contigo y te amare siempre eres el amor de mi vida”. Me cantabas al oído esa canción que tanto te gustaba la de un mundo raro. “Y si quieren saber de tu pasado / es preciso decir una mentira / di que vienes de allá de un mundo raro / que no sabes llorar que no entiendes de amor / y que nunca has amado” Hoy el Diablo puso en mis manos la sección de sociales del Noroeste. Te vi. Junto a un cabrón muy sonriente, anunciabas tu boda para febrero. El poniente el anillote. Ahora resulta que no eras del Roble y que no te apellidabas Lizarraga, si no Osuna. Y que no me digan que no eras tú, por que ese lunar en el cachete nomás lo tienes tú en forma de corazón. Tu que me decías que era solo mío, también era de ese cabrón. Ahora entiendo por qué me decías que no podías verme entre semana. Según tu, que por que el fin de semana ibas para el rancho a ver a tu mama que estaba muy mayor, que la tenias que cuidar, yo bien pendejo lo aceptaba y creía. Pero ya me di cuenta que te veías con ese cabrón, el si tiene dinero para llevarte a finos lugares de esos que te gustan, allá pa la marina en donde va la gente de billete, yo que solo te podía llevar a olas a pistear y comprarte tu ballena, eso sí pero Light. Por eso hoy me compre pa mi solo un ballenon, pa recordarte y dejarte atrás, con este año que se va. -Que onda mi Juan ¿Que haces aquí tan solo con un bollenon? ¿Light? Eso es para viejas, los hombres tomamos Pacifico. -Despidiendo el año. Mi buen Raúl -Ah pues que bueno que te encuentro, fue la Cindy pa mi casa y me dejo un CD que para que te lo diera, que tu entenderías. Déjame traértelo. “ D U L C E O K “ _ S O I D P A S T R A N A

Éxitos de José Alfredo Jiménez 1. Yo se que soy lo peor 2. Me equivoqué contigo 3. Te quiero, te quiero, te quiero 4. Dos vidas necesito 5. Por si me olvidas 6. Cuando el destino 7. Cuando llegue el momento 8. Cuando los años pasen 9. Cuando nadie te quiera 10. Cuando sale la luna 11. Cuando vuelan las gaviotas 12. Cuando lloran los hombres 13. Cuando vuelvas a mi 14. Contestación a tu recuerdo y yo Escúchalo y entenderás Siempre tuya. Cindy Osuna

Pinché Vieja tenia que salir con sus pinches mamadas, a la chingada y la basura con su pinché CD. Año nuevo vieja nueva, vamos al Valentinos a agarrar vieja que hay muchas y ahora si me asegurare que no sea de ningún pinché rancho y que no le guste esas mamadas de José Alfredo Jiménez, mas que pura banda y que me cante mejor cahuates pistaches y que le baile bonito.


Predisposición al azar* J. M. Servín El África es una cantina en Las Cruces y Uruguay, en el Centro Histórico de la ciudad de México. Sus dos pequeños niveles la hacen atractiva a quienes gustan de ambientes discretos. Pese a su nombre, por ningún lado aparecen referencias al todavía llamado “continente negro”. En todo caso las habría con el Oriente Medio, Líbano, pues en la zona abundan los comercios, sobre todo de telas, propiedad de familias que emigraron de ese país. Al pedir el primer vodka Ricky, fui atendido por el único indicio de africanidad: un mesero tabasqueño de tipo mulato. El África prescinde de rocola, lo cual considero un acierto, pues por las dimensiones del establecimiento el estruendo que usualmente se desprende de estos aparatos, volvería asunto de autistas el convivio. Tal ausencia facilita los empeños alternados de un trío norteño y de un trovador de “la tercera edad” con aspecto de asambleísta. El África ofrece un servicio amable a precios módicos y una norma con la cual la gerencia gana simpatías: “No pague una comida, nosotros se la invitamos”. El juego del cubilete es un pasatiempo muy buscado por la clientela, sobre todo de edad avanzada, que de plano desatiende el omnipresente televisor. Ya el penalista y sociólogo porfiriano Julio Guerrero en La génesis del crimen en México (Conaculta, 1996) observaba a principios del siglo pasado un detalle de asombrosa actualidad: Los mexicanos hemos vivido con la creencia íntima de que en nuestro país todo es aleatorio y caprichoso. La falta de uniformidad y credibilidad en los eventos que conforman el devenir social nos han predispuesto al azar y a reproducir de la misma manera las contingencias de éxito y fracaso de la vida, en lo que se refiere por lo menos a la riqueza y a la miseria, es decir al juego, y así es como se explica lo extendido que este vicio está en México. En sí los juegos de azar son inofensivos y más que apostar a la suerte, se reitera. Las contingencias diarias en esta ciudad bastan y sobran para que cualquiera pierda el interés en retar a la suerte cuando está echada de antemano. El África es de las pocas cantinas del centro que aún reserva el trabajo de mesero únicamente para hombres. Las mujeres ocupan puestos congruentes con la misoginia que, durante tanto tiempo, hizo de estos lugares santuarios de machismo desbordado entre un trago y otro: la cocina u ocasionales acompañantes del copeo. Los parroquianos habituales son bodegueros, piratas, comerciantes y oficinistas de rango medio. El mobiliario y los baños no tienen nada que los distinga de otras can© D A V I D U G A L D E R O M E R O tinas; y quizás, lo que mejor habla de El África desde hace más de cuarenta años, es su política de puertas abiertas al borlote de una zona que anticipó por mucho la estética de Blade Runner. Cada quien en su rumboso safari vivencial enfrenta su propio bestiario. El teporocho sus elefantes rosas, el gestor y el leguleyo sus risotadas de hiena, el picudo y el hampón sus rugidos de león rasurado, la amasia, el gorrón y el oportunista las lágrimas de cocodrilo. No hay retratos o trofeos con los que este tipo de lugares suelen presumir su cercanía con la fama y el poder. El encanto de El África reside en la apacible indiferencia al tiempo que permite parlotear con extraños o ignorarlos sin sobresaltos. A tan sólo cuatro calles al noreste está La Peninsular, en Corregidora y Talavera. Debe su añejo prestigio al menú y a la generosidad en las dosis de alcohol en cada trago, de ahí los apretujones en la barra y al momento de ir al mingitorio. Aunque no me toque a mí decirlo, encontré tipos de una fealdad digna de asombro. No sé si se deba a la ubicación de la cantina, en una zona de agobiante mercadeo calle-jero, o a alguna particularidad ambiental que intensifica lo grotesco. Si uno pasa por La Peninsular antes de que abra, se sorprenderá de la montaña de bloques de hielo que se derriten junto a la entrada de Talavera, esperando su ajusticiamiento ritual con picahielo en una hielera herrumbrosa que, según los entendidos, es tan vieja como la cantina. Por la noche, cuando los puestos ambulantes sobre Corregidora terminan como cualquier “encajuelado” (hechos bulto y amarrados con cuerda y cinta canela), más de un parroquiano abandona La Peninsular con la moral en alto, pues en lugares como éste siempre habrá alguien con quien compararse y salir airoso. *Extracto de DF Confidencial, crónicas de delincuentes, vagos y demás gente sin futuro, Almadía 2010


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R A N G E L


VIAJE ALREDEDOR DE LA NOCHE* Rogelio Villarreal ¿A qué clase de antros, a estas alturas, se le puede llamar underground? ¿Hay algo que no se haya visto ya, algún lugar que nadie conozca? ¿Qué lugares pueden competir en los albores del siglo XXI con la sordidez de las inmundas barracas de mediados del XIX que describió Manuel Payno en Los bandidos de Río Frío o con los cabarets de mala muerte compendiados por Armando Jiménez (el célebre autor de la Picardía mexicana) o por Sergio González Rodríguez en Los bajos fondos? Y eso para no hablar de las orgías y bacanales de la Antigüedad... En la Guía del pleno disfrute de la Ciudad de México. Recomendada para sectores desamparados y turistas arrepen-tidos de la posmodernidad, su autor, el polémico ex delegado perredista de la delegación Cuauhtémoc, Jorge Legorreta, propone una necesariamente incompleta y complaciente guía de lugares para divertirse a lo largo y ancho de la acosada y reprimida noche citadina. Algunos lugares ya desaparecieron y surgieron otros nuevos, y otros más de plano ni siquiera figuran en esta guía publicada en 1994. Sin embargo, los espacios del underground —o de las culturas subte-rráneas— no podrían ser tan fácilmente sujetos de catalogación, por varias razones: su existencia fugaz, su carácter clandestino o movedizo, su férrea exclusividad y privacidad. ¿Alguien conoce los lugares donde se revientan las casi cien bandas de cholos de Ciudad Nezahualcóyotl? ¿A dónde fueron las lesbianas que hasta hace unos años atestaban El Don y El Enigma, en la colonia Roma? (Respuesta provisional: hace unas noches un irritante grupito de prepotentes lesbianas bailaba al son de horrendos boleros de Luis Miguel y Ana Gabriel en el diminuto y ahora de moda Bull Pen, de Medellín, casi frente al Mamá Rumba.) ¿Quién que no sea retropospunk se atreve a tomarse una cerveza en las fondas que circundan el zoco del Chopo? Si bien algunos antros alcanzaron la fama —la glamorosa vida gay y roquera de los ochenta sería inconcebible sin el malhadado bar El Nueve—, otros se extinguieron después de una vida silenciosa pero intensa, como Las Ruinas, o Pompeya, minúsculo remedo de bar en pleno Eje Central, a media cuadra de Garibaldi, con piso de tierra, lodoso o polvoso, según la estación del año, sin baño — apenas una de las esquinas cubierta por un cartón— y un mísero refrigerador que contenía cervezas a medio enfriar, y donde el voluptuoso personal, gay en su mayoría, habría dejado helados a los musculosos y sudorosos parroquianos de los bares de la Castro Street sanfranciscana. Otro lugar, por desgracia desaparecido al despuntar los noventa, era el Marrakesh, mejor conocido como las Tecatas (atrás de Bellas Artes, en Hidalgo y Eje Central), y adonde acudían a rematar los asiduos al Nueve y otros antros de la época. Un galerón inmenso con tres o cuatro rocolas sonando al mismo tiempo y con el personal más bullicioso de las penumbras: travestis, gays, soldados rasos, intelectuales, artistas y roqueros clasemedieros.

Ahí vivi-mos noches recordables en compañía de Roco y Sax —del entonces novedoso combo Maldita Vecindad—, Claudio Nada y Alfonso André —que cortejaba a Rita Guerrero—, del Pecas y la Dra. Elizabeth Romero, entre muchos otros personajes de grata e ingrata memoria. Poco después de su cierre, El 33 (en Eje Central y Perú) se volvió el lugar favorito del casting tecatero y escenario de jocosas, grotescas o cachondas escenas de baile (al son de una rocola), ligue y tragedia. A veces las puertas de los baños están abiertas y es posible ver orinar de pie a robustas travestis de vaporosos atuendos. Una vez mis amigas Carmen y Elisa fueron confundidas con Alejandra Guzmán y Daniela Romo, respectivamente, y una sensual vestida se enamoró de Guillermo Fadanelli, experto conocedor de estos lugares y quien, por cierto, es amigo de uno de los meseros, quien además es luchador profesional. En la misma zona se encuentran los antros más chocantes y pasmosos que he visto en toda mi vida: El 14, La Chaqueta, El Víbora, El Pájaro, La Internacional y otros por el estilo, todos ellos con (deprimente) sexo en vivo y siempre hasta la madre de consumidores ávidos de emociones fuertes. El piso, por lo general, es pegajoso y los baños malolientes. El show, poco después de la medianoche, consiste de tres o cuatro mujeres que realizan striptease al ritmo de las baladas de moda; al finalizar seleccionan a otros tantos hombres del público —soldaditos, obreros, albañiles—, los despojan de todas sus ropas —salvo, inexplicablemente, los aguados calcetines—, les acarician o chupan los genitales hasta que alcanzan una erección aceptable, les colocan sendos condones de colores y se entregan al dudoso placer del sexo en las más variadas posiciones y en medio de porras, gritos y abucheos.


Algunos ansiosos que no tuvieron la suerte de ser escogidos se sacan el tímido miembro y se masturban, mirando la escena ante sus ojos, retando descaradamente a los afortunados. Con los orgasmos probablemente fingidos de las damiselas y los casi siempre inconclusos de los aguerridos voluntarios, el show fenece. El baile da comienzo y, si se quedaron con ganas, pueden esperar el show de las cinco de la madrugada. El Parque era una de las pocas cantinas de ficheras de la colonia Con-desa, con una de las rocolas más bien surtidas de la ciudad: Los Tigres del Norte, Leo Dan, José José, Los Ángeles Azules, Doors, Led Zeppelin, Beatles, Queen, La Sonora Santanera y otros indispensables. De las paredes colgaban dos enormes fotografías del parque México de los años cuarenta o cincuenta, con una pátina sepia tan oscurecida y misteriosa que semejaban cuadros del pintor Roberto Parodi, además de carteles de la belle époque y de chicas setenteras en motocicletas. Alex y Elisa, dos queridos amigos míos, se juraron amor eterno —falso, a la postre— en ese entrañable lugar rodeados de ficheras regordetas y obscenas que brindaban por tan feliz acontecimiento, sin saber que tres años después la separación sería inminente. A Tanya Sandler se debe el descubrimiento, para los amigos, de El Hoyo, otro pequeño antro desaparecido que se ubicaba en los bajos de un edificio a escasos metros de la glorieta Insurgentes. A pesar de lo reducido del espacio contaba con dos rocolas que se encontraban frente a frente, provocando estentóreos duelos musicales entre los escasos parroquianos. A veces había un sobrecogedor striptease de una lánguida y soñolienta ve-dette sobre una colchoneta pringosa y vieja, a la que una vez le robaron, ahí mismo, la raya que acababan de pagarle: 200 pesos. El colmo fue una vez, en temporada de lluvias, que el baresucho se inundó, pero no por eso dejó de dar servicio: «Pasen, les ponemos unas cajas de madera para que no se mojen», ofrecían los meseros. En su descargo hay que decir que la dueña, una enorme y frondosa rubia teñida y de la que sería imposible adivinar su sexo real, enseñó a Lorena y a Elisa en una ocasión a bailar esa tonadita texana que dice: «No rompas más, mi pobre corazón...» Y cómo no recordar la madrugada en que llevamos a un par de amigas francesas, fascinadas por la decoración pop minimal del antrejo, y descubrieron horrorizadas sus suéteres hundidos en un coctel de cerveza y orines que corría por un traicionero canal que bordeaba el recinto. Cerró El Parque pero volvimos la mirada a La Covachita Taurina, en la Roma, a un costado del Palacio de Hierro, otro breve espacio de dos pisos, con modernas rocolas en cada uno (incluyendo a los Creedence) y un per-sonal muy divertido cuando no está durmiendo la mona. A menos que uno tome cerveza, las bebidas por lo general están adulteradas. Como en casi todos estos antros, las ficheras son gordas y malencaradas, pero una vez creí ver una que parecía un ángel caído del cielo, y no es necesario decir que fue asediada toda la noche por dos relamidos encorbatados que se disputaban galantemente sus favores.

Uno de los mejores shows espontáneos que hemos visto fue el de un cincuentón que puso «The Great Pretender» en la rocola y la bailó él solo, recorriendo el salón con paso marcial y chasqueando los dedos para marcar el ritmo. Otro asistente, estrafalario y melenudo, asegu-raba haber tocado alguna vez la batería nada menos que con Led Zeppelin. Fue también en La Covachita donde la amante de un querido amigo nuestro, periodista alemán, tiró al escusado —eso dijo— dos gramos de un polvo blanquecino de dudosa procedencia, para prevenirlo de un daño de graves consecuencias. En la tele pasaban los juegos olímpicos. La Covachita cerró también hace unos meses, no sin haber dejado en la memoria y en las placas fotográficas de Raquel Romero unas pocas escenas antológicas. ¿Existe el underground o se trata sólo de una variedad de antrejos visi-tados por una infame turba de noctámbulos con ganas de divertirse un poco más que el común de los mortales? ¿O es acaso la combinación infructuosa de las ansias liberadoras del lumpenaje, de la clase media atosigada y de la curiosidad voyeurista y antropológica de artistas e intelectuales proclives al exceso? En todo caso, si algo vale la pena rescatar es el insólito y colorido acervo de imágenes que uno ha almacenado en el largo paseo por lugares a los que las buenas conciencias de todo signo jamás se atreverían a ir. [2000] *Texto incluido en el libro “Sensacional de contracultura”.

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D E L G A D O


LA CREATIVIDAD COMO SUSTENTÁCULO DEL SI-MISMO Fernando Nachón El tema que me ocupa aquí es el de dar una breve explicación a la aparente megalomanía: Muchos de ustedes (quizá), no han escuchado hablar nada de Peterfreund y de la reprogramación de nuestras psiques para no volverse "nada", o simplemente " locos" (o ser alumbrados por un sol negro (ésta última es una metáfora avalada por múltiples estudios psicoanalíticos, en donde la mayoría de los esquizofrénicos se sienten "alumbrados por un sol negro"). Hay dos formas de existir para el esquizo-paranoide: Hostilizo, luego existo (encadenado a la frustración), y (la otra, -emparentada a la sublimación): produzco, luego existo (placer- gratitud). Cualquiera de las dos formas tienen como fin el sustentáculo del "si mismo". Si el individuo siente que no existe, es porque su "yo", mas que debilitado es viscoso (apoyándome en las últimas investigaciones del psicoanalista argentino Luis Kancyper, ("Resentimiento y Remordimiento (Paidos edit.)) en relación de la diada: resentimiento- depresión) . Si el individuo no hostiliza a los demás (siente que) no existe; si el individuo no produce (o si produce, pero su producción no tiene ningún impacto): tampoco se siente existir (sol negro).

(Estoy usando mas el concepto del si-Mismo mas desde el Dassein heidggeriano que del "yo" freudiano -amén de malas interpretaciones filosóficas que pudieran darse y que habrán que ampliarse). Matamos para existir, cuando el producir no sirvió a los fines de la libido, esa es una de las consignas de la personalidad esquizo-paranoide. La teoría de los sistemas de Peterfreund (actualmente en revisión constante por la API (Asociación Psicoanalítica Internacional) tiene la misión, de llevar a los pacientes de la "hostilización" (mas allá de la etapa anal,) a la "creación" (mas allá del paso a la etapa genital). (ese "más allá" también tiene protoreacciones de graves reminiscencias orales) Hay ciertas lagunas que yo misma intentaré resolver por medio de éstas notas: por ejemplo: ¿Un grafitti en una barda es crear o es: hostilizar? Y sobre todo: ¿Que tanto se justifica que un joven pinte una barda (para sentir que existe), y así no suicidarse (o incluso llegar a matar)? (Para sentir que se-existe (interpretado como): El crear como sustentáculo del Si-Mismo). (¿Los gobiernos son conscientes de todo esto que expliqué?).

--Quisiera aclarar, que en "el matar" también el individuo puede conseguir "placer", pero con la consecuencia del arrepentimiento, y por lo tanto de otra nueva búsqueda de autodestrucción. Otra cosa que no se me debe de pasar es la siguiente: Cuando el individuo "crea", debe (ya) de estar "analizado", en cuanto a la relación (en cascada): Creo-crezco, y por lo tanto mato al padre, y (en consecuencia) me acuesto con la madre: "al existir soy un parricida", esto podría desgraciadamente tirar por la borda lo avanzado en cuanto a reprogramación de nuestras mentes. (Asunto que se resolverá, según que tanto se haya establecido una transferencia positiva con el analista). (No dejar de advertir lo siguiente: Si el analista me abandona no debo de matarlo, pero en un "no debo" aliviado por un espejo no distorsionado. (Aquí Lacan entra en escena, pero ya eso será para la próxima). (Por lo pronto dejaré una duda, quizá molesta para muchos antisépticos: Y es en cuanto pudiesen existir Objetos transicionales dados por el analista, para el paso a la vida común y corriente... o simplemente: socializar, en el termino burdo de la expresión). (Aquí se abre otra puerta giratoria: ¿socializar significa, "estar curado"?).


TRES HIMNOS PARA LA CAÍDA DEL SISTEMA Karín Mijangos Si además pediste que este sonido lo prepararan los guerrilleros urbano-colombianos, pues estás de suerte, aquí puedes oír una respuesta que estalla los controles externos del cerebro. Tendrás ganas de bailarlo pero no sabrás cómo hacerlo. Esa es precisamente la misión: romper la división. Sí la revolución contemporánea latinoamericana tiene banda sonora, este crew es de los imprescindibles. www.myspace.com/caballorebel

SEGUNDO: Gogol Bordello.

PRIMERO: Caballo & the Mothafu Kings. Se escucha la derrota. Una fuerte vena electrobiónica, tejidos de Atari, paisajes del protector de pantalla que vibra con los picos decibélicos. It! recitando sus rolas al micrófono del supermercado. Chefchaouen en la carne. La iluminación artificial perfecta que pone en la mirilla al centro del error. Los estertores de la revolución industrial que parió la amorfidad robótica. El sistema agonizante atrae a la fauna cadavérica. Los responsables de la fiesta para el Emperador Detritus no dejan tiempo al romanticismo, Caballo & the Mothafu Kings son la banda que disemina el licuado de feromonas; música para despertar esclavos, ritmos de la anarquía. Todas las cadencias que aceleren la anemia del cuerpo que se mueve; todos los paisajes de ciudad tropical; el reventar de la madera talada entrando a la música que la banda despliega para los buitres. Cruce de oscuridades poderosamente luminosas. La infusión tiene un sabor exótico, pastoso y cristalino, paseo en bicicleta orgánica por el laboratorio hippie. Si un día te preguntaste cómo sonaría la música tradicional china al ritmo de drum & bass, mezclándola con merengue, propaganda política comunista intervenida por la ruptura callejera del hip-hop y sahumada por las nubes del reggaedub.

Esta banda ha elegido para soltar su veneno, el corazón mismo de la Gran Puta York. Con Gogol Bordello tengo una historia personal muy fuerte. Su primer disco “Voila Intruder” amenizó el crecimiento embrionario de Uhkín, es -en términos pachecos- la banda sónica del embarazo donde comenzaba a latir mi retoño. Desde su origen, esta camada definió la propuesta como Gypsy Punk dirigida por la versión neomundista del Frank Zappa balcánico. He podido dar seguimiento a los posteriores trabajos de GB en donde se entrelazan ritmos caribeños, rock, punk, klezmer, dub, música mexicana, con las tonadas de una banda del circo que se equilibra a ciegas sobre el abismo de un violín ruso. La banda enamora en el resorteo del pogo gitano. GB requiere de arduas sesiones de audición, en ellas el melómano se atascará de virtuosismos individuales, fuertes; nada de lo que suena está ahí por mero azar. En su última producción, la canción que le da nombre al disco, es una bala de plata navegando al corazón del hombre-lobo, disparada por un gitano que se cubre con una máscara del Santo. Desde Nirvana, ha pasado mucha música para que pudiera reconocer un clásico en nacimiento. En Súper Taranta se bailan romances y lutos; sinfonía para baldear la tierra en centrífuga de baile; es la acción de empuñar un dedo humano; el amanecer. Bueno, así la escucho yo. Podría parecer que me esta ganando la emoción, pero poco me importa, para eso es la música. Una hermosa joya es el disco “J.U.F.” (GB vs Tamir Muskat) donde se edita una muestra de lo que ameniza las afterparty. Se reconocen desde los vasos que se caen, redobles futbolero-militares, los gritos alcoholizados, silbidos, reminiscencias de Pérez Prado, el ambiente pachequísimo, reggaeton, la fiesta, gaitas, los perros del barrio despertados por la percusión dub-arabesca y las sombras hinchadas de agua.


Sería muy engorroso describir todos los ingredientes, sin embargo Eugene Hütz define el disco de mejor manera: suena como la música que quieres escuchar, pero que nadie está haciendo. La pieza siete es, definitivamente, un traslado introspectivo en navío personal. www.gogolbordello.com

TERCERO: OGO+LEDA

Gogol Bordelo

OGO+LEDA

De cara al 2010, nuestra patria da también una versión electrónica a la ruptura sociocultural. Tengo la fortuna de conocer el proyecto de dos hermanos del colectivo Binaria: OGO+LEDA. En su última producción (La niña ronda), anuncian la huella ritual de Huitzilopochtli; entibian en las tajadas de Xipetotec, la sangre que será vertida en el nacimiento del quinto sol. La atmosfera virtual narra la urbe enferma en desplome polvoriento. En Ozonomatli, las voces cadavéricas de los ex Presidentes recitando el poema más violado en la historia mexicana: la Toma de Protesta al cargo de Presidente de la República. R.2010 derrama una feroz sonoridad con el dinamismo del eco que inunda la metrópoli mestiza. Es un repaso de los últimos doscientos años de nuestra lucha por la justicia; crispado electrocardiograma nacional en vidriadas imágenes auditivas. Los silencios de las flautas de barro, los huecos del pellejo de venado en la madera, la caña que rompe el viento-bit; la vena indígena orgullosa de su recarga, guerrera, inteligente, sincera; el irreconciliable dolor del mestizaje, el renacer de la simiente. Esta propuesta es sin duda una rica mezcla mexicana de poesía y música en formato digital. Les dejo un fragmento clarividente que viene en CINCOAEME: Apaña el criollo de las greñas y embárralo en el riel, en el sudor de tu sobaco, en el sabor de lo venéreo. Agárralo de la corbata, arrástralo por el barrio y que le caiga la banda a reventar al nutrido pinche jefe, capataz, hacendado, político, estudioso, soberbio, fresa, lameculos; que traiciona a su carnal por una güera pintada o por una raya robada: miserable olor a dios, que se lo lleve la chingada. Sopla un viento de violencia. Cerebro y pala, furia ciudadana, tumbando puertas. Rata y perro, furia ciudadana, México bárbaro. Latido convulsión descarga, la locura es tu arma. Ruido y doctrina gratuita en: www.binaria.com.mx Tres ráfagas que dejan ver el esqueleto erosionado del neoliberalismo, ¡Cómo se tardó en morir! TOD@S DAMOS GRACIAS.


F O T O :

E R I C

M A R V Á Z


PELOS Y DESNUDEZ Francisco Enríquez Muñoz ¿Qué hay en una mirada? Además de una cínica y pervertida codicia por encontrar al otro, lo otro donde clavamos los ojos, un anhelo de seguridad. Cuando observamos a otra persona, estamos viéndonos en ella. Una bailarina tribal negra se ve como algo “interesante”; pero el baile de una guapa teibolera negra puede verse como “excitante” o “indignante”. Las áreas que una mujer, toda mujer, se cubre y las que deja desnudas se encuentran determinadas por las convenciones culturales. Éstas, casi siempre, dictan que las tetas y las nalgas, no así la vulva, pueden mostrarse sin que ello sea una afrenta para la moral pública. La vulva está fuera de la vista tanto para la percepción de su propia dueña como para la percepción del mundo circundante y así más de un hombre (al menos yo sí) ha tenido la impresión de que una mujer completamente desnuda sigue vestida. De ahí que las mujeres tengan que abrir las piernas para demostrar su total desnudez. Lo curioso es que la vulva era un tema primordial en el arte prehistórico. Probablemente se remonta al Paleolítico (o inicios de la Edad de Piedra), está presente en el Neolítico (cuando comenzó la agricultura) y subsiste bajo diferentes formas en la Edad de Bronce e incluso en tiempos históricos posteriores. Y un día llegó Jesucristo. Resulta difícil considerarlo un represor sexual pero, por otra parte, tampoco parecía estar interesado en la vulva y en todo lo que se puede hacer con ella. Su preocupación central era la difusión de una doctrina de salvación basada en el trabajo espiritual de cada individuo sobre sí mismo. Además, eligió básicamente a hombres para compartir y entender sus ideas. En la construcción del catolicismo el machismo y la misoginia se fortalecieron, y la Iglesia, como institución, siembra la idea de que la vulva representa algo de tal modo demoniaco y fascinador que no debe mostrarse, y ese rosáceo objeto del deseo termina siendo la encarnación misma del pecado. Desde esa perspectiva, los pelos pubianos de la mujer hablan del animal, de una bestialidad impura que contradice los impulsos superiores del alma. El verdadero órgano sexual es el cerebro; si no, ¿por qué alguien habría de indignarse si un par de piernas femeninas se abren de par en par y ponen a la vista esos pétalos humedecidos, esos colores oscuros y rojizos, esas texturas a veces muy lisas y a veces muy rugosas, esas viscosidades de molusco, esos pliegues marítimos que el vello tapa y destapa? Los seres humanos somos los únicos animales capaces de estar desnudos, no solamente porque somos los únicos primates no muy cubiertos de pelo, sino también (y esto es fundamental) porque somos los únicos capaces de desarrollar conciencia de la carencia de la ropa (total o parcial). La desnudez humana está ligada a la impureza: es impura porque es vulnerable (incapaz de resistir la tentación); vulnerable porque es impura (la conciencia introdujo el pecado en el cuerpo).

Y, por ende, la desnudez humana testimonia la lujuria y la suciedad del alma. En la vida cotidiana, la desnudez humana se acepta en el baño, en la cama, en todos los “sitios privados”; se acepta en tanto no sea empleada para la burla ni se designe a sí misma para la tentación. No es lo mismo estar desnudo que ser un desnudo. Estar desnudo es ser uno mismo. Ser un desnudo equivale a ser visto sin ropa por otros y, con todo, no ser reconocido por uno mismo. Para que un cuerpo desnudo se convierta en un desnudo es preciso verlo como objeto. Y verlo como objeto estimula las ganas de usarlo como tal. La desnudez se revela a sí misma. El desnudo se exhibe. Estar desnudo es estar sin disfraces. Exhibirse desnudo es convertir en disfraz a todo el cuerpo. El desnudo está empeñado en rebasar siempre a la realidad. El desnudo es otra forma de estar vestido. Lo cual nos recuerda que, para los actores porno, el desnudo es simplemente su vestuario.

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M A R V A Z


La ropa se interpone entre nosotros y la Nada. Mira tu cuerpo en un espejo: comprenderás que eres mortal; pasea tus dedos sobre tus costillas, como sobre una guitarra, y verás lo cerca que estás de la tumba. Gracias a que estamos vestidos alardeamos de inmortalidad: ¿cómo puede uno morir cuando lleva corbata? El cadáver que se endominga ya no se reconoce, e imaginando la eternidad, se apropia de la ilusión. La carne cubre al esqueleto, el traje cubre a la carne: subterfugios de la naturaleza y del hombre, trapacerías instintivas y convencionales: un oficinista no puede estar amasado de lodo ni de polvo. Dignidad, honorabilidad, decencia, otras tantas escapatorias ante lo irremediable. Y cuando te pones el calzón después de fornicar, ¿quién diría que has residido en unas entrañas o que los gusanos se hartarán con tu grasa? Todo aquello que se expresa con demasiada claridad supone una provocación. El significado de “censurar” se origina en “el oficio de censor”: el funcionario que supervisa el comportamiento público y el censo. “Censere”: evaluar, juzgar. La palabra clave es “censo”: el inventario de las informaciones, lo que incluye registros, estimaciones, evaluaciones, imposiciones, tributos. En otras palabras, controles que son sistemáticos y exhaustivos: uno por uno en series de principio a fin. Ubicuidad y omnipotencia. No en balde se cree que la palabra “censura” tiene vinculaciones originarias con el término “cosmos”. Con todo lo anterior, existe una forma de censura que posee un mayor Poder que la censura convencional y que la autocensura: la censura por hábito. Es la censura por recurrencia, por olvido, por soslayo, por vaciamiento paulatino de sentido que a fuerza de darse termina por perder todo sentido y accede a ruido ambiental. La censura ante lo que se juzga incorporado a la fatalidad inescrutable. A lo que es, porque así ha sido y (en consecuencia atroz) así habrá de ser en adelante. Una y otra vez. Al parecer, desde el principio de los tiempos ha existido alguien que se preocupa de que nuestros pensamientos permanezcan inmunes ante la perversión que simboliza la vuelta de tuerca, o un pensamiento distinto, de lo que no forma parte de una “verdad universal”. De esto se ha encargado la censura, que se ha tomado la molestia de seleccionar y decidir por nosotros qué es digno de infiltrarse en nuestras pequeñas mentes y trastornarlas. En el mejor de los casos, la censura funciona como un mediador; en el peor, como una imposición extrema (violenta y terminal). La censura es un precio a pagar; es una forma de corrección, como cuidar la lengua frente a las damas. Se justifica como una comodidad, como una garantía; sólo así se explica, por ejemplo, el ascenso meteórico de Hitler y el nazismo en la Alemania de los treinta, o los cientos de manifestantes a favor de la liberación de Pinochet. Hay una promesa, un camino a seguir donde toda desviación supone una traición. El poeta Langston Hughes celebra la posibilidad de tal traición con una pregunta: «¿Qué le sucede a un sueño diferido?». La subversión, después, acabará por convertirse en negocio.

Si la Iglesia fue la potencia que impuso durante su apogeo una norma por la cual el hombre debía actuar, pensar y sentir, ahora es el materialismo el que impone los patrones de vida. La única variable, quizás, lo sea el enfoque de esta nueva religión: ya no se dirige hacia Dios sino al consumismo masivo. Dios se ha convertido en un centro comercial y en un automóvil último modelo. La pérdida de capilaridad nos ha obligado a cubrirnos con pieles ajenas a la nuestra. Y al cubrirnos con pieles ajenas cometimos el error de creer que nuestra verdadera piel es defectuosa o fea y que, por lo tanto, no debe exhibirse. Una de las formas más directas de censura sobre el cuerpo (propio y ajeno) es la que afecta su propia apariencia. Aquí la censura se expresa a través de la ropa. El delito no existe sin el otro. Así, la desnudez es censurada porque se trata de proteger a otro del deseo sexual. Con lo anterior, quedaría manifiesto que desde el punto de vista del ideal heterosexual, se pretende evitar que la desnudez masculina, sobre todo el pene, ofenda, alarme o despierte la lujuria de las mujeres. O a la inversa: que el cuerpo femenino, sobre todo la vulva, pueda tener esos “dañinos” efectos sobre los hombres. En el striptease de la guapa teibolera negra se asume normalmente que el cuerpo vestido es insignificante, pues no representa nada frente al propósito del show: el desnudo total. Pero forma parte de un ritual establecido desde que ella arribó a la pista, y la gradual aparición de piel sólo tiene sentido por el contraste de la ropa. La desnudez humana siempre está contenida en la mirada ajena. Nuestra guapa teibolera negra solamente estará desnuda cuando alguien la mire con deseo sexual. Ella, como toda mujer, expone y ofrece su desnudez sólo por tres cosas: amor, placer o dinero. La desnudez puede hacerla sentir expuesta y admirada, vulnerable pero poderosa, todo al mismo tiempo. Y me atrevo a afirmar que no es fácil ver a una mujer desnuda sin la óptica masculina que siempre ha regulado nuestros mecanismos de percepción. El arte y la sexualidad son áreas inherentes de la existencia humana. Peter Greenaway alguna vez dijo que la vida sólo le ofrece dos temas al artista: el placer y la muerte. Y Kant alguna vez escribió que el arte puede tratar cualquier asunto y promover cualquier sentimiento, independientemente de su moralidad y del horror que pueda despertar. Con todo, más de un artista apela al criterio del “buen gusto” para legitimar su tratamiento del cuerpo femenino. El buen gusto está íntimamente asociado al pudor y representa, por lo mismo, una normativa del límite. Imaginemos a una modelo elegantemente vestida. Ahora, imaginemos a esta modelo tal como su madre la echó al mundo, en estado de desnudez bíblica, en pelotas, en cueros. Sobre una cama matrimonial, esta modelo se tiende bocarriba en una interesante postura: las rodillas alzadas, los muslos ampliamente separados, la vulva en actitud invitadora. Se toma los senos con las manos, los levanta hasta la altura de la boca y chupa sus propios pezones con una lengua sonrosada, aleteante.


Su mirada y su sonrisa son equivalentes a un dame, a un qué me darás, a un qué puedes darme. ¡CLICK! «¡Oh, no — exclaman los críticos—, es una foto de mal gusto!» Si nuestra modelo hubiese adoptado otra postura sobre la cama, o si ella se hubiese puesto una tanga y un corsé, la foto automáticamente habría ingresado al mundo del buen gusto. En efecto, la imagen de todo el cartilaginoso universo, origen del mundo, caverna rojirosácea que expele y succiona, túnel, puerta, mar, boca, que hay entre las piernas totalmente abiertas de una mujer es de mal gusto. Los críticos, infames diablos disfrazados de tiernos angelitos, que siguen siendo pedantes, conservadores y cobardes, que no cambiarán, pero sin remedio y por suerte habrán de morir, pregonan: «Un desnudo es pornográfico si enseña demasiado y si enseña poco, es erótico; y nada de nocivo hay en los desnudos femeninos eróticos, artísticos, de “buen gusto”. Pero en los masculinos, mejor es esconder el pene. Ese pepinillo. Ese apéndice. Ese rabo. Lo mismo da que esté erecto o no. ¿Cómo hacer arte con eso?». Por una cuestión estética, en la cultura occidental, y probablemente en todas las culturas, el desnudo femenino erótico, artístico, de “buen gusto”, está mucho más permitido que el masculino. Conocemos de sobra el impacto que la publicidad tiene sobre nuestra forma de percibirnos, representarnos e imaginarnos. Sabemos también cuán difícil es que la mirada escape a los grandes anuncios que inundan las azoteas y la televisión, que ignore las bardas de terrenos baldíos y edificios forrados con atractivos eslóganes e imágenes. Y aunque desde hace tiempo la publicidad (ese mecanismo dedicado a exaltar y propiciar deseos) se dirige tanto a hombres como a mujeres, éstas han sido (histórica y tradicionalmente) su producto principal.

Gracias a ello, y pese al paso del tiempo, el desnudo femenino aún es muy clásico, es decir, proveniente de la antigua Grecia y reproducido a lo largo de los siglos a través del Renacimiento y el neoclasicismo. Este desnudo consiste en el ideal de una mujer perfecta, bella, joven, alta, limpia, depilada, sana, cachonda y aparentemente sin hijos, sin pareja y sin mamá. Pero, por alguna extraña razón, hay partes del cuerpo que generan más pudor. Es común ver en revistas la foto de una chica totalmente desnuda cuyos pezones permanecen cubiertos, como si el pezón, y no la teta, dejara al descubierto mucha más carne. Lo que ahora parece lejano no deja de tener vigencia en cuanto a su férreo conservadurismo que sigue sosteniendo como argumento la existencia de un término: «DESNUDO ARTÍSTICO». Y si todavía no podemos asumir con naturalidad la imagen de una mujer desnuda y pierniabierta, qué puede esperarse de la imagen de un pene erecto insertándose en un lubricado orificio vagínico. El lugar común de la pornografía ha sido la llamada “revista para caballeros”, cuya prohibición para los menores de edad ha provocado una distorsionada imagen del cuerpo de una mujer, pues desde niños se relacionan esas guapas muchachas sin ropa con lo prohibido. Así, es recurrente que los adolescentes inicien una vida sexual (al menos esto era antes de Internet) con una revista de ninfas desnudas y pierniabiertas bajo su colchón. Si este tipo de revistas estuvieran libremente colocadas en el interior de todas las casas, los adolescentes crecerían con una actitud mucho más sana y desprejuiciada en torno a esas fotos de muñecas de silicón, dieta y gimnasio. Es muy significativo que el gran éxito comercial de publicaciones como Playboy se haya dado en uno de los países más conservadores e hipócritas del mundo: Estados Unidos.

SPORTNOGRAFÍA Fer Villávalos Con anti dedicatoria, claro, para los deportistas de las escaleras: sobre todo. Obscenos. Sucios. Feos sus rostros desencajados. Suben escaleras, bajan escaleras y, si paras las orejas, puedes oír sus belfos resoplando y los incontenidos pujiditos que salen de su esfuerzo pulmonar. Impecables en sus trajes estrechos que tanto oprimen cuanto diseñan su cuerpo, con sus botellas de agua en la mano, quizá hasta una toalla para quien de plano se asume profesional, y sus chamarras deportivas que dejarán sobre alguna banca, apenas sus cuerpos comiencen a hervir agua supurando por frente, axilas, espalda, cóccix, entrepiernas y, un poco menos, manos y pies. Observan de reojo a los transeúntes que, simples ciudadanos, no los alcanza su tiempo para dedicar una o ya de perdis media hora a cuidarse y de paso, hacerse de

una-buena-figura, aunque, secretamente y entre ellos, saben que los demás son gente sin voluntad, sin interés por la buena salud y que desprecian los beneficios del ejercicio aeróbico tonificante, pues todos-tenemos-ocupaciones, pero hay quienes sí saben programarse. Luego los verás acostarse, ¡no! (abajo la hueva): reclinarse sobre una plancha de frío concreto, que supongo no debe ser tan saludable para una espalda caliente de subir y bajar varias veces mas de 300 eslabones, y ya acostados (¡no!...) realizar abdominales, hacer pierna (como pedalear ¡sin bici!) y sentadillas, estiramientos, etc., o pasar directamente a los “aparatos”: máquinas mecánicas para formar máquinas estéticas. Incluso puedes ver a cortos dos metros de distancia su robusto cuerpo encogerse levantando las piernas contra el abdomen, mientras el short cuelga los faldones mostrando casi los genitales, sin inmutarse.


Están haciendo ejercicio, ¡qué importa si parece obsceno!, ¿no vale la indecencia una vida saludable? Siente sus cicleros, esos brillosos pantaloncillos hasta casi la rodilla de Lycra®, ajustadísimos hasta hinchar partiendo ambas nalgas, y su top de Expandex® ellas (pechos turgentes, pezones marcados) o su playera sin mangas, ellos: vello axilar expuesto; mientras suben los trescientos escalones y en cada uno se detienen a elevar hacia atrás una pierna contrayendo desde el glúteo mayor hasta los gemelos, pasando por el bíceps femoral, el abductor y otros músculos de la pierna. Lo peor es cuando al pasar te sonríen, orgullosos, con el sudor grotesco en su rostro y grandes rodetes en el cuello y la espalda de su playera, presumiendo sus calorías que ya se pudren atrapadas entre el tejido textil. ¿De qué se enorgullecen? ¿Pertenecer al lado cool de la sociedad? ¿Representar la estética gimnástica industrial en boga? ¿De su tiempo matutino libre que no los hace correr tras de una combi mientras jadeas intentando gritar: ¡Suben, suben!? Ha decir verdad, los veo efímeros en su reinado de bajas calorías, harta agua y prendas entalladas, cansados al mediodía –cuando la mayoría de empleados estamos en el cenit de la jornada-, frustrados en su casa viendo eméticos programas de tv o, peor, dormidos para poder recuperarse y volver en la tarde, a apestar de sudor el ocaso, con un sol triste de saber que se fue para siempre un día de nuestra existencia intentando sobrevivir y sacar para comer y muchos no la hicieron; llenos de tedio deportivo porque la oscuridad no los deja exhibir ni el frío sudar… Hacer deporte es algo necesario para este cuerpo reumático precoz y oxidado, para hacer feliz al corazón y al cerebro, pero ¿a qué horas?, ¿cómo?, con esta unidades deportivas lejísimas y estas calles sucias, pedregosas, desarboladas, con los hijos desde las siete hasta las nueve en la escuela, con el trabajo, el quehacer, la comida otra vez tarde y una pobre dieta alimentaria, la fatiga del sobrevivir, ¿cómo? Yo no lo sé. Hay qué animarse mutuamente, acompañarse, correr como una vez hice, de la mano de una hermosa mujer unas cuantas vueltas en la pista de la única deportiva que he tenido cerca. Hacer deporte, sí, pero esa exhibición depornográfica, pornodeportiva, o, ya que el mundo es cool y gringou, esa gala de sportnografía (ofender al prójimo con el tiempo libre y el cuerpo, uta, buení-si-mo, a costa de alejárnosle, verlo correr y no por salud, atrás de nosotros, embellecernos para ser mejores que todos esos gordosrefresqueros-tacotortitamaleros: no; prefiero seguir corriendo tras mi combi. (¡Suben!, ¡¡suben!!…)

© E R I C

Cuna en llamas Abel Rubén Romero Morales Eres increíblemente sensual, hija de puta, cuando desciendes de tu cama de fuego para arrodillar mortales y cristianos, para ordenar sexo en el momento que los lobos flotan sobre su humedad. Mortalmente sensual para doblegar cristianos y mortales en torno a tus danzas primitivas, y regalas miradas combustibles que incendian la sensatez de los presentes. Pero mira, pelo en llamas, que no soy ni lobo ni mortal y hace tiempo soy Dios y desciendo de cunas en llamas, para arrodillar mortales, cristianos e hijas de puta en sus camas de fuego.

M A R V A Z


I. De fanzines, chelas & uno que otro tufillo 1. Vamos a comenzar diciendo que el pasado mes de diciembre (porque es el mes donde se supone inicia esta madrecrónica chorera) cuando nos invitaron al bar Limbo de la Morelia city pa’ presentar la edición pasada de Lésbico&gay… aún recuerdo que éramos como 15 personas en el lugar, de las cuales 5 nos pusieron atención y los otros diez en la pendeja. Vendimos una reva, regalamos como 3 y se perdieron otras 4, fue entonces que replanteamos la idea de: ¿Y entonces que chingados quieren (en Morelia)?. A los dos días me largué con la Clarimonda a San Juan del Río, Querétarock, a presentar todo el debraye Nocticlarimondiano. Aquí resalto la atención y confianza del Klan Kultural Kaníbales porque nos conocimos por face y la verdad todo salió bien chingón (¿o no camaradas?). Ese día llevé 16 revas, 10 libros, 5 cd’s, 2 playeras y todo se vendió, se lo llevaron completamente orgasmeados. Como comentaba a manera de guasa, me cai que si me quito los calzones también se los llevaban (cosa que se agradece bien chido, ¡Hey Oscar & Eliud!). La otra onda de este viajecito fue haberme topado con banda clavada desde hace años en el rollo contraculturoso y haberme mercado un Voyeurista Ciego (pseudo fanzine del compa César Ugalde) y Tirando Netas (fanzine nihilista del camarada Fernando Roque)… chingones los 2. También de que me hayan intercambiado –gracias al Frankey- el disco de la banda La traición de Wendy (del cual les platicaré después) y de que el buen Oscar me haya regalado la revista A sangre fría

(versión póstuma que recopila sus únicos 4 números, editada por Almadía) –Ahí vamos pa’ allá de nuevo camaradas.2. Para todos los punks que lean esto, les recomiendo la reedición que sacó recientemente la revista chilanga Generación, (¿Qué onda CMR?) la cual viene con una leyenda de la banda Eskorbuto: Viva el punk ¡vivo o muerto! (¡Ese Morcillo!) También viene un texto de yomero donde narro las peripecias de mis encuentros y desencuentros con esta reva. La consiguen en las librerías EDUCAL (en Clavijero, banda de Morelia). Con esta edición se celebró el 22 aniversario de la misma y se realizó (en noviembre) el 8° Congreso de Contracultura (en la pulquería Insurgentes, DF), en donde participé aventando un choro clarimondezco. También se presentó una charla sobre “Literatura y Drogas” con Guillermo Fadanelli, Alejandra Maldonado (mostrando dotes de actriz cocainómana), JM Servín, el más certero junto con Leopoldo Rivera y José Agustín (en plena decadencia). Lo destacado (de los 2 días que pude ir) fue el performance de la Niña Yhared y las chelas de cortesía. Después ya no estuve pero me hubiera gustado ver en acción a La Congelada de Uva. 3. La poesía como escaparate a toda condición social, ya sea represora, amorosa, ideológica o cognitiva. Así podría pensar la actuación-función del libro Herencia del viento del buen amigo Alejandro Delgado. Con quien tuve la oportunidad de presentar-le también el pasado mes de diciembre.


Un libro que desgarra el alma, que penetra las entrañas y que sustrae los vientos de rebeldía ante la imposición canónica y constructiva de los “valores”. Un poeta rebelde, que va a contracorriente de todos los hechos, dice en su poema El otro destino manifiesto: quiero romper todas mis reglas/ ir por mis propios desconocidos caminos/ vivir más que mi propio vivir/ cambiar los latidos de mi propio corazón/ … ser el verdadero hijo de la contradicción/ explorar sin piedad la caricia de la posibilidad… este libro se presentó dentro(fuera) de la 3ª Feria Estatal Del Libro y la Lectura (una jalada) en el bar Foro 38, demostrando así que Alex es un artista distinto al rebaño que pulula (en la Secum, como funcionarios) en Michoacán. Se c o ns ig ue el l i br o al m a i l: a lej an drox99@hotmail.com 4. En enero fui coparticipe del evento Expo Erótica (chido, chido Fabi). Ahí presenté la primera víctima del proyecto Clarimonda Drunk Ediciones, el libro mío (de mi autoría) Dos diseñadoras indie en la cocina, una serie de relatos pornoeróticocachondos. Además de que se presentó una buena serie de imágenes, fotografías, pinturas e instalaciones eroticonas de muy buena manufactura. Lo resaltable: que se hayan dejado de lado los protocolos de siempre y otra que en una de mis lecturas (el relato más puerco) utilicé la máscara de Hannibal Lecter y como todo, causó sensación (agradable y repugnante). Espero la segunda edición de este evento. El libro se consigue en: www.clarimondadrunkediciones.blogspot.com 5. Hace un par de semanas llegaron a mis manos varios ejemplares de la revista Bestiario (que se edita de manera independiente en Sahuayo, Michoacán) la cual viene enfocada al tema de las Tribus Urbanas. Tuve la oportunidad de colaborar con una foto sobre un personaje dark y un pequeño artículo sobre el hip hop. La verdad esta edición pintaba para más, como ellos mismos lo mencionan en su editorial: nos hubiera gustado presentar más perspectivas, recopilar más testimonios, involucrar a más gente. Pero lo que se rescata chidamente –ahora sí- es la intención.

Tratándose de una publicación –que no entra en el circulo vicioso del centro michoacano- que mejor que aventarse a estos temas, sin afanes románticos. Aún así la edición vale mucho la pena para echarle un ojo y seguirle la pista: www.revabestiario.com 6. En un viaje exprés que me aventé a Guanatos pude estar en el programa de radio por internet Radio Morir (www.radiomorir.com) con el compita Sergio Fong y la bandera de La Rueda Cartonera, estuvo chido el tripeo, sobre todo las chelas en el after. Después me topé con el compa Rogelio Villarreal, uno de los editores underground más importantes de México, con el cual charlé sobre ciertos asuntosproyectos personales. Lo chingonerrimo de esto fueron los libros que me obsequió (El periodismo cultural en tiempos de la globalifobia y Sensacional de contracultura) y sobre todo el regalito que me dio, ni más ni menos que el primer ejemplar de la revista La Pus moderna (de colección papá) un ejemplar editado en el año 1989 (cuando yo con 4 añitos apenas andaba en pañales). Una joyita donde se da muestra de las perspectivas culturales de aquellos años. Textos primeros de Fadanelli, Fernando Nachón, Mauricio Bares, etc. Entre todo esto una extensa entrevista “con los integrantes del grupo más salvaje y propositivo del rock mexicano ¿actual?”: la Maldita Vecindad y los hijos de su chingada madre (porque no mames, cómo que después de más de 10 años vuelven a sacar disco?). La neta una entrevista muy interesante (el que me diga los anteriores nombres utilizados por la banda le invito unas guamas). 7. A mediados de febrero volvimos a presentar la edición Lésbica en el foro cultural Cactux, que dirigen mis buenos camaradas de la reva Hilo (Gil & Cuiríz, ¿qué onda? Bien chido), junto con el libro Nada de incrustaciones del compa & brother Daniel Wence (quien fungió durante más de 4 años dentro del consejo Clarimondiano El show fue todo un éxito, varios compañeros, amigos y colados se dieron cita y compraron sus libros, revistas no, porque quien sabe que pedo


traigan los morelianos pero revistas no compran, en fin, muchas chelas si se vendieron y nos consumimos en el alcohol hasta altas horas de la madrugada. Lo interesante de esto es la propuesta de Wence, una escritura poética arriesgada, que deambula entre la solemnidad de la noche en la ciudad hasta la tranquilidad del pueblo, la infancia. Un libro poético muy recomendable, porque como el mismo autor lo dice en uno de sus primeros textos, él sale a jugar con las palabras, como buen lingüista que es y así como le dije, un buen libro no lo hace un buen amigo, un buen libro lo hace un buen escritor, y de los poetas michoacanos (hay que hueva) éste resalta y chido. (Pídelo al mail: lachispadecw@hotmail.com) 8. Llegó a mi mail un link para descargarme un nuevo fanzine donde viene una entrevista con miguel. Me agradó la idea de que se generen este tipo de publicaciones contraculturosas porque en primera instancia nos vienen a refrescar un poquito todo el panorama socio-cultural. Se trata de El Grito zine, desde La Paz, Baja California, creado por el colectivo del mismo nombre y que coordina el buen amigo Bernardo Valadéz. Este proyecto nace a raíz del Primer Encuentro de Contracultura que realizaran el año pasado en aquel lugar, como un medio para darle continuidad a estas expresiones, en hora buena por este zine. Para descargarlo copien y peguen los siguientes links: (forros) http://ximitl.com/grito01pic.pdf (interiores) http://ximitl.com/grito01txt.pdf

9. Y para cerrar este choro, que les cuento que me fui de rol a Xalapa, invitado por mi camarada el Amehd (chido carnales: Rudolf & Abraham). La onda fue que entre un (demasiado) público cautivo y otro desatento me aventé la presentación de la Clarimonda, en el foro cultural bar La Estación. Lo chido y resaltable fue que entre la orda había desde chavos punks, metaleros, rastas, darks, fresas, chuntaros y hasta cholos, neta. Lo cual hizo una velada bien agradable y a la vez rara, nunca me hubiera imaginado una convivencia tan “sana” con todo este tipo de engendros. Después la noche continuó con una sesión cumbiareggaeskarockabilera with me, en donde todos bien prendidos le bailaron. Lo bizarro fue un morro que se decía ser toluco, que de la Perra Brava y su chingada madre, pero la onda fue que salió tan toluco, que a este cabrón si le gusta chido el chorizo. Y el after no podía faltar, nos lanzamos a una party en la casa de Los Aguas Aguas, donde tocó un ensamble de música africana, con un vato (el Elías, me dicen por acá) de Guinea, que tocaba pocamadre. Después se subió un dizque dj que ponía rolas desde el youtube y pos la neta no, así que el Saúl fue y le dijo que no mamara que me diera chance de tocar y se armó, ya como a las 3 o 4 de la madrugada y pos les rescate la fiesta (que modesto, pero así fue), después ya no me podían bajar (eso si, me atendieron chido: tequila & cigarros). Nos fuimos a dormir como a las 7 de la maña y así fue como todo esto sucedió. ¡Chido!


PRESENTA: Con la mera razón de querer bombardear nuestro estado –y nuestro país entero- con algo de letras, con la idea de andar poetizando la city y con el simple hecho de llegarle a la banda con un poquito de literatura “malsana” a sus cabecitas es que nos aventamos este pequeño proyecto de edición de plaquettes –o librillos promocionales-. Aquí encontrarán librillos con el toque: sarcástico, cachondo, provocativo, ácido, de barrio, cantinero, arrabalero, callejero, alcohólico, dramático, decadente, pacheco, sexoso, erótico, porno, fiestero, fracasado, alternativo, contracultural, perverso, desmadrozo, relajado y sobre todo inusual.

En esta ocasión les presentamos las primeras 3 víctimas de esta serie:

Dos diseñadoras indie en la cocina Manuel Noctis (Morelia, Michoacán) Cuento. 24 pp.

$10

Todas las putas que he conocido Francisco Enríquez Muñoz (Ecatepec, Edo. Mex.) Poesía. 24 pp.

$10

Solicítalos al mail:

revistaclarimonda@gmail.com

La muerte puede bailar. Death can dance. Decadencia Jesús Baldovinos Romero (Lázaro Cárdenas, Michoacán) Poesía. 28 pp.

$10




“ F U C K

R O C K S T A R “ _ C É S A R

N E S T A


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