0213-0599/09/25.5/x ANALES DE PSIQUIATRIA Copyright © 2009 ARAN EDICIONES, S. L.
AN. PSIQUIATRIA (Madrid) Vol. 25. N.º 5, pp. x-x, 2009
Psicopatología del adolescente con intento suicida y diferencias de género
I. VALADEZ FIGUEROA, R. AMEZCUA FERNÁNDEZ, N. GONZÁLEZ GALLEGOS, N. ALFARO ALFARO
Departamento de Ciencias de la Salud Pública. Centro Universitario de Ciencias de la Salud. Universidad de Guadalajara. Jalisco. México
RESUMEN
ABSTRACT
PALABRAS CLAVE: Adolescente. Psicopatología. Intento suicida. Género.
KEY WORDS: Adolescent. Psychopathology. Suicide attempt. Gender.
Presentamos una evaluación de la psicopatología del adolescente con intento suicida y sus diferencias por género. Se evaluó dimensionalmente la psicopatología en 723 adolescentes, escala de Likert (α = 0,88). Además, antecedentes de intento suicida, tratamientos psicológicos, consumo de medicamento para los nervios. Se empleó el OR para determinar asociación significativa. El antecedente de intento suicida fue 9,96%. Ellas muestran ratios significativos en depresión y sus equivalentes (OR = 3,35; IC 1,62-7,07); patrones neuróticos de comportamiento (OR 5,62; IC 3,13-10,21); historia de consumo de medicamentos para nervios (OR = 3,08; IC 1,70-5,65); historia de tratamientos psiquiátricos/psicológicos (OR = 3,39; IC 1,04-12,19); el consumo de alcohol mostró comportamiento inverso en cuanto al riesgo (OR 0,38; IC 0,25-0,60). Las manifestaciones psicopatológicas muestran un patrón diferenciado y hablan de un riesgo específico para ellas, predominan los trastornos depresivos y sus equivalentes, los patrones neuróticos de comportamiento y el intento suicida.
INTRODUCCIÓN
El desarrollo psicológico se concibe como el resultado de tareas relevantes para cada edad o Recepción: 25-06-09 Aceptación: 26-06-09
Correspondencia: Isabel Valadez Figuero. Departamento de Ciencias de la Salud Pública. Centro Universitario de Ciencias de la Salud. Universidad de Guadalajara. Sierra Mojada 950, puerta 1, edificio N, planta alta. Colonia Independencia. Guadalajara. Jalisco, México. e-mail: dravaladez@yahoo.com.mx
We present an evaluation of the psychopathology of adolescent with suicide attempt and its gender differences. The psychopathology of 723 teenagers was evaluated dimensionally, Lickert’s scale (α = 0.88): and also antecedents of suicidal attempts, psychological treatment and consumption of medication for the nerves. OR was used to determine significant association. The antecedent of suicidal attempt was 9.96%. Significant ratios were shown for: depression and its equivalents (OR = 3.35; IC 1.62-7.07); neurotic behavior patterns (OR 5.62; IC 3.13-10.21); history of consumption of medication for the nerves (OR = 3.08; IC 1.70-5.65); history of psychiatric/psychological treatments (OR = 3.39; IC 1.04-12.19); the alcohol consumption showed an inverse behavior concerning risk (OR 0.38; IC 0.25-0.60). The psychopathologic manifestations show a differenced pattern and speak of a risk specific to them. The predominant variables were: depressive disorders and their equivalents, neurotic behavior patterns and suicide attempt.
estadio, durante las cuales el proceso incluye la resolución satisfactoria de tareas que resulta relevante en cada estadio aumentando la probabilidad de una adaptación exitosa posterior. Sin embargo, la posibilidad de divergencia y discontinuidad siempre existe en un modelo que tiene carácter dinámico (1,2). Siendo el desarrollo psíquico normal influido en forma multifactorial, el desarrollo de las distintas psicopatologías no puede deslindarse de los factores que inciden en cada personalidad resultante. Por lo tanto es necesario buscar una mejor comprensión de los momentos o estadios
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críticos del desarrollo en especial de la adolescencia. El término psicopatología puede ser utilizado en dos acepciones, ya sea para designar un área de estudio o como un término descriptivo. Este último hace referencia específica a signos y síntomas, precursores o pertenecientes a una determinada enfermedad o trastorno, también puede ser usado para denotar conductas o experiencias indicadoras de enfermedad o trastorno mental, incluso cuando no constituyan un diagnóstico formal. Tal sería el caso de la presencia de alucinaciones, las cuales pueden ser consideradas como un signo patológico, aunque no existan suficientes síntomas presentes que llenen los criterios requeridos para completar el diagnóstico de una enfermedad según las clasificaciones existentes. En un sentido más general, cualquier conducta que cause malestar, impedimento o inhabilidad, a raíz de una disrupción o deterioro de funciones cerebrales o cognitivas puede ser clasificado como psicopatología. Por otro lado, el término también alude a la designación de un área de estudio, para este caso en particular de los trastornos psicológicos de la infancia y la adolescencia, área que se ha consolidado como un modelo teórico (3-5). Desde el modelo teórico conocido como psicopatología evolutiva o psicopatología del desarrollo (6), tanto la conducta normal como la anormal se entienden como variaciones dentro de un continuo de rasgos o características y no como fenómenos dicotómicos (7,8). Dentro del marco de desarrollo normal los adolescentes constituyen un grupo especialmente propenso al desarrollo de las psicopatologías, porque se encuentran en medio de una gran crisis (sexual, económica, social, de identidad, familiar) (9-11). El adolescente normal puede presentar todos los síntomas de la psicopatología por lo que se habla de una psicopatología propia de la adolescencia (11), la cual puede incrementarse o persistir durante un periodo de tiempo importante por lo que dependiendo de su intensidad y duración puede llegar a convertir al adolescente en un adolescente patológico, si no recibe el apoyo necesario para sortear esta etapa. La psicopatología ya sea pasajera o duradera (en especial esta última), se encuentra asociada con el riesgo suicida en los adolescentes, y viceversa los pensamientos e intentos suicidas se asocian tanto con la psicopatología como con los problemas de tipo psicosocial y psiquiátricos en la temprana adultez (12,13). Aunado a lo anterior, en la adolescencia los procesos de formación de la identidad, es decir la percepción que se tiene de sí mismo, en tanto sujeto miembro de un grupo, tiene una importancia especial, existiendo en este período un aumento en la intensidad de los mecanismos identificatorios de género, formando parte de su construcción las normas estere-
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otipos y expectativas diferenciales entre hombre y mujer. La cultura mexicana de género a través de sus premisas entreteje las creencias relacionadas con el papel que las mujeres juegan en la sociedad dando lugar a estereotipos de género (14), los cuales tienen un carácter prescriptivo en el sentido que determinan lo que debería ser la conducta de mujeres y de hombres, pero a su vez tiene un carácter descriptivo en el sentido de asumir que hombres y mujeres poseen características de personalidad diferenciales. De igual forma estas prescripciones y parámetros sobre los hombres y las mujeres se vinculan a las dimensiones de masculinidad y feminidad (15), estableciendo la existencia de dos mundos diferentes, el mundo de lo masculino y el mundo de lo femenino. Esta cultura se hace manifiesta en cuatro grandes áreas; la familiar, la social, la hogareña y la interpersonal; innegablemente el ámbito familiar y hogareño particularmente, son un espacio crucial para la definición de papeles y características de mujeres y hombres, en ellos se concentran muchas creencias que fundamentan la estructura ideológica del mexicano (16), dando lugar a los roles de género, entendidos como construcciones subjetivas y culturales definidos socialmente abarcan actitudes, valores, creencias rasgos de personalidad, prácticas, conductas y expectativas que se les imponen a las mujeres y hombres, y que una vez asumidas se constituyen en una parte importante de su personalidad. Desde esta perspectiva la identidad de mujeres se construye a través de la introyección de modelos de identificación elaborados a nivel de la cultura. Estos modelos o discursos regulan genéricamente los lugares sociales, las actividades, las conductas, la sexualidad, los sentimientos, los deseos que al ser contradictorios, llevan a estas mujeres a vivir su identidad desde el conflicto. En este sentido cumple un papel importante el proceso de socialización, que apunta a favorecer el “sobrecontrol” en las niñas, las cuales irán inhibiendo la expresión de conductas desadaptativas de tipo externalizado y una mayor preocupación por la evaluación externa, es decir por las evaluaciones sociales de los otros. Por otra parte con respecto a los adolescentes varones este proceso de socialización hace que estos sean más independientes y que presenten comportamientos externalizantes o externalizados mostrados por conductas manifiestas (17). El comportamiento de los trastornos psicopatológicos en la niñez es reportado con un predominio del sexo masculino sobre el femenino (17,18), situación en la que es muy probable que influya la mayor frecuencia con que la conducta de los niños presentan una serie de comportamientos externalizantes que generan conflictos con su medio ambiente, lo que es motivo de referencia a los cen-
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tros de salud mental (19). Por otra parte como resultado de la socialización se ha podido constatar que la problemática de las niñas, por el contrario, no es externalizada en forma de conductas, más bien presenta una canalización de estos a un modo predominantemente internalizado (20). En la adolescencia lo que resulta más llamativo es el incremento en las mujeres de las patologías de tipo internalizado como son los trastornos ansiosos y de tipo depresivo como resultado de estos procesos de socialización que resultan particularmente acentuados a partir de la pubertad (21). A partir de esta los trastornos externalizantes o externalizados, es decir mostrados por medio de conductas manifiestas tienden a aumentar, manteniéndose el predominio masculino, aun cuando en los primeros años de la adolescencia, la razón hombre-mujer se atenúa de modo significativo (22). Posteriormente pasada esta etapa ya no se puede sostener la existencia de un género más vulnerable que otro, sino el predominio diferencial de distintas formas de psicopatología en cada género. En base a estas premisas la finalidad de este trabajo giró en torno a determinar la psicopatología diferenciada por género en los y las adolescentes escolarizados con intento suicida. MATERIAL Y MÉTODOS
Se realizó un estudio en 723 adolescentes que cursan la enseñanza media superior de tres escuelas públicas de la zona metropolitana de Guadalajara, Jalisco, México. El tamaño de la muestra se determinó en base a la prevalencia de suicidio en adolescentes reportada para Jalisco de 6,6% (23). La muestra fue dividida proporcionalmente por turnos y semestres escolares, seleccionando a los estudiantes aleatoriamente al interior de las aulas. Mediante un cuestionario autoaplicable se obtuvieron datos generales del adolescente: edad, sexo, escolaridad, ocupación, estado civil; así como el antecedente de tratamientos psicológicos, haber tomado medicina para los nervios e intento suicida. La psicopatología se evaluó mediante un instrumento creado por los autores para identificar lo relativo a las dimensiones de la psicopatología del adolescente, (en la mayoría de los instrumentos evalúa una o dos dimensiones) por lo que se recurrió primeramente a la consulta de fuentes bibliográficas y por otro a la consulta con expertos en el área. Para la validez de contenido y conceptual del inventario de reactivos, se realizaron dos rondas de consultas una por cada categoría de especialistas que participaron; dos psicólogos y dos psicoterapeutas especialistas en adolescentes. Se redefinieron algunos reactivos y se agregaron otros, se realizaron ajustes semánticos
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y cambios de direccionalidad en cuatro de ellos. Las alternativas de respuesta fueron: nunca, pocas veces, con frecuencia, muchas veces y siempre, la puntuación asignada a cada uno de ellos dependió del sentido de positividad (puntuación de 1) o negatividad (puntuación de 5), planteado en los ítems. Se acordó que a mayor puntuación obtenida, era mayor la presencia de alteraciones, que se reflejaron en el sentido de más a menos. De acuerdo a la puntuación obtenida se determinaron dos niveles alto y bajo, el rango de intervalo entre cada uno de los niveles se estableció mediante la fórmula: valor máximo (número de ítems multiplicado por el puntaje mayor designado en las alternativas de respuesta), menos el valor mínimo (número de ítems multiplicado por el puntaje menor designado en las alternativas de respuesta) dividido entre 2 (alto y bajo) que fue el número de niveles establecidos. La escala resultante cuenta con 6 subescalas tipo Likert (Tabla I), que aportan una medida global de las dimensiones referidas a: —Equivalentes depresivos (24): investiga la frecuencia en que los adolescentes presentan trastornos psicoafectivos depresivos y por ansiedad, así como los equivalentes a los síntomas clásicos depresivos. —Patrones neuróticos de comportamiento: evalúa la presencia de conflictos internos que se manifiestan como una serie de síntomas que limitan el disfrute de su vida. —Patrones psicóticos de comportamiento: investiga la existencia de alucinaciones y delirios. —Manifestaciones psicopáticas: investiga una serie de conductas que transgreden las normas sociales establecidas. —Impulsividad: investiga la frecuencia con que los entrevistados tienden a actuar sus conflictos es decir a pasar con facilidad a la acción. —Consumo de alcohol: evalúa la frecuencia de consumo de alcohol. La confiabilidad interna de esta escala en forma global fue de α = 0,8856, los Alpha de Crombach son adecuados para las subescalas depresión y equivalentes (0,73), patrones neuróticos de comportamiento (0,74), impulsividad (0,78), consumo de alcohol (0,86). Las más débiles son las referentes a patrones psicóticos de comportamiento (0,51), y manifestaciones psicopáticas (0,56). Sin embargo, hay que señalar que en las medidas hipotéticas de un constructo, “bastan confiabilidades de 0,60 o de 0,50” (25). El instrumento tiene dos características fundamentales: es autoaplicable y de evaluación multidimensional. Se realizó un análisis descriptivo utilizando distribuciones de frecuencia y medidas de resumen que fueran aplicables. Para establecer la diferencia porcentual y medir la fuerza de asociación entre los factores estudiados y el intento de suicidio se
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TABLA I
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ESCALA DE EVALUACIÓN DE LA PSICOPATOLOGÍA DEL ADOLESCENTE
Siempre Muchas veces Con frecuencia Pocas veces Nunca
Impulsividad 1. No puedo controlarme y exploto 2. Me meto en muchos pleitos 3. Me gusta arriesgarme sin pensar en lo que puede pasar 4. Cuando me enfado me dan ganas de romper o destrozar cosas 5. Discuto mucho Manifestaciones psicopáticas 1. Pido prestado y no pago 2. Me atribuyo méritos que corresponden a otros 3. Cometo delitos 4. Me aprovecho de los demás 5. Digo muchas mentiras Patrones psicóticos 1. Creo que alguien controla mis pensamientos 2. Oigo voces que los demás no oyen 3. Alguien me observa constantemente 4. Puedo confiar en la gente
Patrones neuróticos de comportamiento 1. Me pongo de mal humor por nada 2. Me siento nervioso/a y tenso/a 3. Tengo pensamientos que no me puedo quitar 4. Me cuesta trabajo concentrarme 5. He estado enfermo de los nervios Depresión y equivalentes 1. Duermo bien 2. Lloro fácilmente 3. Estoy contento conmigo mismo/a 4. Siento que ya no puedo seguir adelante 5. Me desanimo fácilmente 6. Siento que soy un inútil 1. Bebo cerveza 2. Bebo vino 3. Bebo otro
Consumo de alcohol
Consumo de drogas 1. Consumo cocaína 2. Consumo marihuana 3. Utilizo otras drogas Escala global α = 0,8856.
formaron dos grupos de adolescentes: uno con intento y otro sin intento suicida, de la misma manera se separaron por sexo; se utilizaron tablas de contingencia 2 x 2 y se empleó la ji cuadrado (4). Se consideró como tal cuando el OR fue mayor de 1 y el intervalo de confianza del 95% y que no incluyera la unidad.
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TABLA II
DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DEL INTENTO SUICIDA SEGÚN ESCUELA ESTUDIADA
Escuela Preparatoria 4 Preparatoria 7 Preparatoria 11 Total Edad 12 a 15 años 16 a 18 años 19 a 24 años Total
Sexo Femenino Masculino Total
Fuente: directa.
Con intento 20 41 11 72
% 7,1 12,0 11,0 9,96
8 55 9 72
5,6 10,4 17,3 9,96
46 26 72
11,9 7,7 9,96
TABLA III
ASOCIACIÓN ENTRE PSICOPATOLOGÍA DEL ADOLESCENTE E INTENTO SUICIDA
Intento No intento
OR
Depresión y equivalentes Alto 20 31 7,69 Bajo 52 620 Patrones neuróticos de comportamiento Alto 32 69 6,86 Bajo 40 582 Patrones psicóticos Alto 11 21 5,41 Bajo 61 630 Tratamientos psiquiátricos anteriores Alto 8 11 7,27 Bajo 64 640 Manifestaciones psicopáticas Alto 5 15 3,16 Bajo 67 636 Impulsividad Alto 37 95 6,19 Bajo 35 556 Uso de alcohol Alto 20 94 2,28 Bajo 52 557 Haber tenido que tomar medicinas para los nervios Sí 23 48 5,9 No 49 603 He estado mal de los nervios Sí 30 73 5,66 No 42 578 Fuente: directa.
IC
3,91-11,09 3,91-12,03 2,24-12,35 2,43-20,58 0,87-9,51 3,60-10,64 1,25-4,12 3,18-10,89 3,23-9,91
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PSICOPATOLOGÍA DEL ADOLESCENTE CON INTENTO SUICIDA Y DIFERENCIAS DE GÉNERO
TABLA IV
ASOCIACIÓN ENTRE PSICOPATOLOGÍA DEL ADOLESCENTE CON INTENTO SUICIDA DIFERENCIADA POR SEXO
Depresión y equivalentes Alto Bajo
Intento Intento mujer hombre 15 31
4 22
Patrones neuróticos de comportamiento Alto 24 7 Bajo 22 19
Haber tomado medicinas para los nervios Sí 17 6 No 29 20
OR
IC
3,35
1,62-7,07
5,62
3,13-10,21
3,08
1,70-5,65
Tratamientos psiquiátricos/psicológicos anteriores Sí 6 2 3,39 No 40 24
1,04-12,19
Consumo de alcohol Alto Bajo
Haber estado mal de los nervios Sí 22 No 24
6 20
3,98
2,03-5,64
16 10
8 38
11 15
0,29
0,08-0,97
Manifestaciones psicopáticas Alto 2 Bajo 44
0,57
0,19-1,70
3 23
0,50
0,05-3,99
Impulsividad Alto Bajo
Fuente: directa.
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El proyecto general del cual se derivó este estudio fue aprobado por el Comité de Ética del Centro Universitario de Ciencias de la Salud, de la Universidad de Guadalajara. A los adolescentes se les explicó el contenido del instrumento, en qué consistía su participación y el hecho de poder retirarse del estudio si lo deseaban, se consideró el consentimiento informado y se les aseguró la confidencialidad de la información. RESULTADOS
Se logró estudiar a 723 adolescentes de ambos sexos (53,3% al sexo femenino), correspondiendo un 72,9% a la segunda vertiente de edad (16 a 18 años). El estado civil predominante fue el de soltero, en el 96%. En el momento del estudio un 29,5% se encontraba desempeñando actividades remuneradas, mayormente de empleado. En esta población de estudio los antecedentes referidos a
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problemas emocionales como “estar mal de los nervios” fueron mencionados en 14,25%. De los 723 estudiantes estudiados, 9,96% (n = 72) tuvo el antecedente de intento suicida. Proporción que fue diferenciada según la escuela estudiada, predominando los adolescentes pertenecientes a la segunda vertiente de edad (16-18 años), y en el sexo femenino en una relación de 1,5 por uno. En su conjunto, se encontró asociación con significancia estadística con el intento suicida en: las variables la depresión y sus equivalentes (OR = 7,69; IC 3,91-11,09); los patrones neuróticos de comportamiento (OR 6,86; IC 3,91-12,03); los patrones psicóticos (OR = 5,41; IC 2,24-12,35); impulsividad (OR = 6,19; IC 3,60-10,64); consumo de alcohol (OR = 2,28; IC 1,25-4,12). Así como en el antecedente de “haberse puesto mal de los nervios” (OR = 5,66; IC 3,23-9,91), historia de consumo de medicamentos para los nervios (OR = 5,9; IC 3,18-10,89); historia de tratamientos psiquiátricos y/o psicológicos (OR = 7,27; IC 2,4320,58). Resultó sin diferencias significativas la variables manifestaciones psicopáticas (OR = 3,16; IC 0,87- 9,51). Al relacionar las variables por género en los adolescentes con intentos suicidas, se muestran diferencias en cuanto al riesgo específico en cada una las dimensiones de la psicopatología estudiadas, de acuerdo a si es mujer o varón. En las adolescentes se mostraron ratios significativos de mayor riesgo en: depresión y sus equivalentes (OR = 3,35; IC 1,62-7,07); los patrones neuróticos de comportamiento (OR 5,62; IC 3,13-10,21); historia de consumo de medicamentos para los nervios (OR = 3,08; IC 1,70-5,65); historia de tratamientos psiquiátricos/psicológicos (OR = 3,39; IC 1,0412,19); haber estado mal de los “nervios” (OR 3,98; IC = 2,03-5,64), en estas mismas adolescentes en el consumo de alcohol, se observó un comportamiento inverso en cuanto al riesgo (OR = 0,38; IC 0,25-0,60). Resultaron sin diferencias estadísticas significativas respecto al género las variables: manifestaciones psicopáticas (OR = 0,50; IC 0,05-3,99); impulsividad (OR = 0,57; IC 0,19-1,70); patrones psicóticos de comportamiento (OR = 0,41; IC 0,09-1,70). DISCUSIÓN
El suicidio es un fenómeno complejo que comprende factores físicos, sociales y psicológicos que actúan e interactúan; sin embargo la forma en que el adolescente se relaciona con su medio ambiente y como afecta este último su personalidad, son causas de gran peso que pueden determinar que el joven intente suicidarse o no. Aunque la frecuencia
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de intento suicida se presentó más en el sexo femenino en una relación de 1,5 por uno, esta situación no resultó estadísticamente significativa en este estudio. No deja de llamar la atención, el número de intentos suicidas detectados, los cuales sobrepasan los porcentajes reportados para Jalisco, como promedio para esta edad, esta situación puede ser debida a un subregistro de los mismos, o probablemente porque la captación de esta información fue realizada en los centros escolares. En toda conducta destructiva existe una cantidad considerable de agresión que intenta dirigirse hacia fuera, hacia algo o alguien del medio ambiente, pero cuando esto no es posible por diferentes causas, la agresión es vertida hacia adentro, contra sí mismo, como es el caso de los estados depresivos y las tendencias autodestructivas. En la adolescencia es común encontrar rasgos depresivos y es poco frecuente el encontrar un cuadro claro como se da en otras etapas de la vida. Los cambios de humor son un hecho frecuente, y evidentemente la mayoría de los adolescentes presentan una afectividad lábil y variable, que incluye ciertos elementos presentes en los cuadros depresivos siendo parte constitutiva de la adolescencia. Una manifestación depresiva puede tener distintos significados; puede ser la expresión de una crisis normal en un adolescente, en reacción a pérdidas de imágenes idealizadas de la infancia al confrontarlas con las nuevas formas de percibir la realidad. También puede ser la expresión de una reacción de duelo normal, originado por la pérdida actual de un objeto (dinámicamente entendido) o relación significativa; también puede ser la expresión de un trastorno de adaptación con sintomatología depresiva, o la expresión de una depresión mayor e inclusive de una distimia depresiva (24,26). En consecuencia es necesario tomar en cuenta que también existen equivalentes a los síntomas clásicos que han de ser cuidadosamente investigados, particularmente en la adolescente. La depresión y sus equivalentes en su conjunto y la presencia de comportamiento suicida mostraron un ratio mayor de 7. Esta variable presentó diferencias por género con un ratio mayor de tres en las adolescentes con respecto al género masculino. Lo que se explica desde el punto de vista de la tendencia femenina a interiorizar la agresión y volverla contra sí misma, al no encontrar patrones conductuales que le permitan deshacerse de las pulsiones agresivas exteriorizándolas ya que teme el rechazo de los que la rodean. La mujer muestra trastornos de tipo depresivo en épocas en las que tiene mayores posibilidades de desarrollo personal, como es la adolescencia en la que también se imbrican otros factores como son los cambios hormonales que alteran la imagen corporal. El incre-
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mento de depresión en las adolescentes estaría desencadenado por su mayor exposición a preocupaciones acerca de la apariencia personal, de la autovaloración y de la seguridad (27). Respecto a la variable patrones neuróticos de comportamiento conviene mencionar que la neurosis es una alteración clínica caracterizada frecuentemente por la presencia de un alto grado de ansiedad, aparece y se desarrolla debido a situaciones o hechos que crean fuertes tensiones internas. Como podría ser el enfrentarse a decisiones personales para determinar su futura carrera, situación en la que necesariamente se ve envuelto el adolescente en las etapas escolares, particularmente en esta población de estudiantes. Estas y otras situaciones constituyen un desequilibrio en el nivel individual de adaptación, que le afectan de manera psicológica en la que los síntomas resultan de una exageración de los mecanismos del yo que el adolescente emplea para resolver su angustia y estrés (26). Es indispensable distinguir entre un adolescente patológico y la patología propia del adolescente, ya que si bien los adolescentes presentan patrones que pueden ser considerados como neuróticos, no siempre lo son (28). Así mismo es innegable que cuando más acentuados se encuentren estos rasgos, el papel que juegan dentro de la decisión suicida puede ser determinante (29). Tomando en cuenta que la división precisa entre neurosis y rasgos caracterológicos en ocasiones no es tan sencilla de establecer, sabemos que existen personas que son consideradas como “normales” y que utilizan en forma constante “el proceso neurótico”, como una defensa que los protege de su angustia. Así mismo, frecuentemente se confunden como rasgos caracterológicos algunos que son en realidad formaciones reactivas neuróticas y se encuentran funcionando como mecanismos de defensa. La diferenciación entre un adolescente neurótico, con ciertos rasgos caracterológicos y el “normal”, no es tarea sencilla ni fácil. Los resultados de la variable patrones neuróticos de comportamiento en su conjunto muestran un riesgo seis veces mayor en la población con antecedente de intento suicida. La diferencia intergénero nos muestra una presencia 5 veces más en la mujer con respecto al varón, dato coincidente con lo reportado por Medina (30) y Ortiz (31). Tomando como base a la socialización diferencial podemos señalar que en la mujer al no ser exteriorizados los impulsos en aras de continuar desempeñando un rol femenino “adaptado” transforman sus frustrados deseos en patologías de tipo neurótico a través de las cuales logran una parcial satisfacción o salida de los deseos internos, dentro de marcos aceptados por sí mismas incluyéndose en los requerimientos sociales dentro de los que resultan comprensibles por tratarse de “enfermedades” o
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estilos incluidos dentro de los patrones establecidos para el rol femenino. Muchas adolescentes al no resolver mediante la introspección el conflicto psíquico, postergan limitan o sustituyen la expresión del malestar que se manifiesta en una dificultad para expresar las emociones y controlar su intensidad y sus limites, rasgos característicos en las psicosis afectivas, cuya substitución puede resultar en histeria (26). En muchas ocasiones las manifestaciones de tipo neurótico que se presentan en esta etapa, pueden ser concebidas como señales que el adolescente emite para mostrar que se encuentra en dificultades y necesita ayuda o dicho de otro modo, estas manifestaciones no son necesariamente sinónimos de conflictiva neurótica, sino focos de alarma que permiten darnos cuenta que existe algo con lo que el adolescente no está pudiendo lidiar. Dentro de las neurosis podemos incluir el consumo de alcohol, que constituye un importante factor de riesgo suicida en la adolescencia, el riesgo en su conjunto se manifestó incrementándose dos veces. Comportándose en este estudio como factor de protección el pertenecer al género femenino, debido a que los adolescentes atraviesan por un proceso que es predominantemente psicosocial en el cual los jóvenes adheridos a un grupo de pares experimentan el consumo de alcohol inicialmente como una manera de identificarse con su grupo y posteriormente como una forma por medio de la cual intentan la solucionar muchos de sus problemas con el apoyo de sus pares. Con el consumo de alcohol las tensiones internas tienden a ser aliviadas parcialmente, el alcohol funciona como un “sustituto” periférico del que dispone el adolescente para una adaptación a su realidad, y puede ser además una salida para la represión emocional con que se construye predominantemente la masculinidad (16) ya que le permite exteriorizar sentimientos que de otra forma permanecerán guardados. Aunque no se exploró la cantidad de alcohol que se consume por ocasión, hay que prestar atención a los episodios en los que los jóvenes sin diferencia de género beben grandes cantidades por una única vez situaciones que se asocian con alarmante frecuencia a actos impulsivos y conductas de riesgo. Es muy importante hacer hincapié en que la adolescencia es una etapa de la vida en la que los conflictos emocionales son mayores que en cualquier otra. Se generan nuevas dinámicas en la personalidad, emergen nuevos impulsos que aún no tienen clara orientación, produciendo una excitabilidad general y un aumento de impulsividad en las conductas. Los adolescentes están en busca de una identidad personal que los hace ser impulsivos y les lleva a “probar de todo” (32). La impulsividad y los patrones de tipo neurótico, son variables que por sí solas representan un buen predictor de con-
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ducta auto agresiva y desde luego que cuando ambas se encuentran presentes son un factor que puede ser considerado como de alto riesgo, ya que son desestabilizadores del proceso de crecimiento pacífico que se había estado dando durante las etapas anteriores de la niñez y ahora irrumpen en forma brusca y descontrolada (33). Existen adolescentes que tienen un pobre control de impulsos en relación a otros, esto se presenta como resultado de decepciones, frustraciones y enojo contra otros o hacia sí mismos. Este tipo de conducta impulsiva, es reportada por los encuestados, quienes admiten sus “deseos de romper cosas” (agresión física contra cosas), tener discusiones muy frecuentes, reaccionar con explosiones de ira y a tener conductas de riesgo. El comportamiento de la impulsividad en su conjunto mostró una probabilidad de 6 veces más riesgo de comportamiento suicida. No resultando significativa por género. En un estudio de adolescentes con intento suicida que tenían diagnóstico de depresión y de impulsividad se encontró significativamente más elevada la impulsividad en hombres que en mujeres (34); las prácticas socializadoras exigen a las mujeres el control de la impulsividad (20). Sin embargo ante el avance significativo de las ideas que pugnan por una igualdad de género, hemos sido testigos de cambios importantes del comportamiento especialmente en el género femenino. Conductas que se habían considerado exclusivas del género masculino, ahora son asumidas en forma total o parcial y mostradas indiscriminadamente por ambos géneros, como es el lenguaje que incluye groserías, el pagar la cuenta del amigo y desde luego la conducta impulsiva, que le lleva incluso a manifestar agresiones de tipo físico en contra de otros y otras adolescentes de su mismo género (35). Todas las fases críticas del desarrollo son particularmente peligrosas, dada la relativa vulnerabilidad del yo, por lo que pueden ser etapas idóneas para la súbita manifestación de problemáticas de tipo psicótico. Los adolescentes con intento suicida en este estudio, muestran ciertas alteraciones de tipo psicótico dentro de las que se encuentran: alucinaciones de tipo auditivo, ideas de influencia y control de sus pensamientos, ideas de referencia y desconfianza. El adolescente al poseer ciertos patrones psicóticos, se acerca más a la posibilidad de presentar una conducta suicida. Como es de comprenderse, ellos se ven involucrados en mayor número de eventos vitales desfavorables que sus pares que no muestran patrones psicóticos. La psicosis en la adolescencia es complicada de diagnosticar como tal, debido a las características inherentes a esta etapa del crecimiento, dados los cambios repentinos e imprevisibles que en ella se dan, no existiendo una categoría diagnóstica propia (36). En el análisis intergénero de esta
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variable en los adolescentes con intento suicida, aunque el OR encontrado nos habla de un predominio del sexo masculino, el intervalo de confianza incluyó a la unidad. De la misma forma la variable que explora las manifestaciones psicopáticas se comporta en su conjunto como un factor asociado al riesgo suicida, pero en el análisis por género, aunque el OR se muestra como factor protector el pertenecer al sexo femenino, el intervalo de confianza incluyó la unidad. El trastorno sociopático de la personalidad se define como: “individuos con un comportamiento habitualmente antisocial, que se muestran siempre inquietos, incapaces de extraer ninguna experiencia de los hechos pasados o de los castigos recibidos. Suelen ser hedonistas e insensibles de muy acentuada inmadurez, carentes de responsabilidad y de juicio, muy hábiles para racionalizar su comportamiento para que parezca correcto, sensato y justificado” (37). Dentro de sus características se encuentra una falta de autocrítica, el ser anormativos, es decir no admiten ninguna norma social, a no ser las dadas por su propia subcultura (grupos de amigos, pandillas) , tienen dificultades de inserción social, familiar, y profesional , los estados conflictivos los atraen , comúnmente se dice que “compran las peleas”, tienen poder de convicción y de sugestión, no prevén el futuro ni les interesa, viven el momento presente, y tienen reacciones desproporcionadas al estímulo que las causa. Como se puede ver estos rasgos pueden ser comunes a la mayoría de los adolescentes de ambos sexos, muy probablemente debido a que la brecha sociocultural se ha ido estrechando cada vez más. La presencia de antecedentes de tratamientos psiquiátricos o psicológicos anteriores así como el “antecedente de consumo de medicina para los nervios” y la referencia a estar “mal de los nervios”, nos habla sobre el reconocimiento del adolescente de su labilidad así como de la presencia de problemas de inestabilidad emocional, que le llevan a crisis de todo tipo. Estas situaciones en su conjunto muestran una asociación significativa para el fenómeno estudiado. Sin embargo al analizar por género la presencia de “antecedentes de tratamientos psiquiátricos” y de “consumo de medicamentos” se encuentran diferencias por género, mostrándose riesgo de tres veces más en el género femenino. La adolescente es capaz de admitirse débil y requerida de asistencia y ayuda especializada. Al mismo tiempo esto le permite la exteriorización ante personal calificado (aunque no sea total) de sus conflictos internos y la obtención de un alivio temporal en mayor o menor grado. En cuanto a la referencia de estar mal de los nervios, aunque el OR resultó de más de tres con predominio femenino, el intervalo de confianza inclu-
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yó a la unidad, una de las posibles explicaciones es que también el adolescente del sexo masculino llega a reconocer su inestabilidad emocional aunque por las características de la personalidad que muestra en ese momento de su vida, le sea difícil admitirlo abiertamente, y solicitar ayuda. Lo que puede llevarlos a buscar salidas o paliativos más “masculinos”, como puede ser el consumo de alcohol, drogas, conductas violentas. CONCLUSIONES
El instrumento y los resultados aportan un amplio potencial de utilización en nuestro medio, en ámbitos sanitarios y educativos tanto a nivel individual como familiar y comunitario. La escala constituye un instrumento confiable, válido y adecuado para la identificación y evaluación de la psicopatología del adolescente, que permite la utilización del mismo en los diferentes niveles de atención a la salud. Centrada en la identificación de la psicopatología del adolescente permite su conocimiento y evaluación de los patrones de desadaptación conductual. Hay que considerar y tomar muy en cuenta que los factores de riesgo suicida son individuales, pues lo que para algunos es un elemento de riesgo, para otros puede no representar problema alguno, situación que nos habla de la adaptabilidad que puede llegar a poseer el adolescente. Por otro lado son genéricos pues los factores de riesgo en la mujer no son necesariamente los del hombre. Existe acuerdo respecto a que el desarrollo emocional de niños y niñas difiere en aspectos importantes (21), y ello podría contribuir a las distintas formas de manifestaciones psicopatológicas. Existen claras diferencias en las manifestaciones psicopatológicas entre adolescentes hombres y mujeres, las diferencias por sexo nos muestran un patrón diferenciado y nos hablan de un riesgo específico para las mujeres, en las que predominan los trastornos depresivos y sus equivalentes, los patrones neuróticos de comportamiento y el intento suicida. Lo que nos indica que estas manifestaciones psicopatológicas serian un producto influido en parte por las prácticas socializadoras las cuales apuntan a favorecer el desarrollo de conductas de sobrecontrol en las niñas que inhiben la expresión de conductas desadaptativas en la niñez, con el costo de predisponerlas a presentar más trastornos internalizados en etapas posteriores de la vida (20,21,38). Parece que la socialización temprana marca y produce una accesibilidad crónica a patrones tradicionales, si partimos del concepto de identidad que conlleva un proceso subjetivo que se alimenta de
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PSICOPATOLOGÍA DEL ADOLESCENTE CON INTENTO SUICIDA Y DIFERENCIAS DE GÉNERO
las representaciones creadas al nivel de la cultura y es determinado por esta misma, podemos visualizar el engarce que se da entre la subjetividad y la cultura en donde la tarea de cualquier estereotipo es entre otras cosas, la de fundamentar y mantener una serie de ideas, creencias y valoraciones, que justifiquen las acciones e incluso que permitan diferenciar a un grupo de otro. Es importante dejar claro que el estudio de la psicopatología en el adolescente nos obliga a conocer las características del desarrollo individual, para así poder comprender las alteraciones de las mismas como factor etiológico de la sintomatología actual, así como detectar los factores protectores y de riesgo que se han presentado en cada estadio del crecimiento físico y psíquico con sus inherentes funciones cognitivas y afectivas, que repercuten en el desempeño social del joven, así como su papel dentro de las disfunciones familiares, la problemática escolar y finalmente la posibilidad de que se perpetúen dentro de la edad adulta. En el análisis de la psicopatología del adolescente, desde una perspectiva evolutiva además de investigar los procesos individuales, es conveniente y necesario orientarse al estudio y análisis de las interacciones personales, en las que el adolescente funciona como un sujeto de reciprocidad (3). Es evidente que el género tiene un carácter relacional, es decir que hombres y mujeres se configuran uno en función del otro, reconociendo lo que no se es, versus lo que debe ser y hacer desarrollando lo que socialmente es permitido (39). En este sentido la comprensión de los determinantes de las diferencias de género y los procesos de construcción de su identidad personal y social, resulta útil para entender mejor la etiología de estos trastornos psicopatológicos, y tener consideración que la mayor vulnerabilidad de la
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mujer para su salud mental se encuentra en la socialización infantil. De acuerdo a los resultados obtenidos, habría que considerar respecto a la metodología de este estudio dos aspectos importantes; los relacionados con el tamaño de la muestra, y por otro los errores de medida comunes a las técnicas escalares (4042), los llamados grupos de respuesta, que influyen o introducen parcialidad a las respuestas como la deseabilidad social, o sea la tendencia de una persona a presentar una imagen favorable de sí misma, señalando respuestas que concuerdan con las costumbres sociales prevalecientes, tal podría ser el caso en las variables cuyo análisis intergénero no resultó estadísticamente significativo: consumo de alcohol, impulsividad, patrones psicóticos, manifestaciones psicopáticas. Teniendo presente que los fuertes cambios sociales, económicos, científicos y técnicos han ejercido su impacto en la cultura universal, con su expresión particular en los contextos socioeconómicos específicos, apreciándose ello también en las representaciones acerca de los roles de género, afectando por consiguiente la naturaleza del encuentro hombre-mujer. La delimitación y diferenciación de los roles de género y sus funciones van tendiendo a su flexibilización, misma que ha propiciado un mayor acercamiento de la mujer a patrones de comportamiento propios del modelo masculino. Desde esta perspectiva valdría la pena preguntarse en primer término si estamos ante un incremento de la vulnerabilidad en la mujer a partir de su identidad genérica y segundo si a esta vulnerabilidad genérica se le suman a la adolescente los riesgos inherentes de adoptar comportamientos del modelo masculino, situación que nos abre un nuevo campo problemático de estudio en la psicopatología de la adolescente.
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