Historias de vida final

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Uni贸n Europea


Para mayor información comunicarse a: Proyecto Food Facility Honduras Un proyecto ejecutado por la FAO con el apoyo financiero de la Unión Europea (UE) Col. Loma Linda Norte, ½ cuadra al sur Blvd. Suyapa, casa 2301, Tegucigalpa, Honduras, Centro América Tels. (504) 2235-3331 / 3182 / Fax: (504) 2232-2976 http://www.ueffhonduras.org Textos y ensayo fotográfico: Armando José Ramos Fotografías: Proyecto Food Facility Colaboración: Ing. Edmundo Morales / Coordinador regional FAO-Santa Bárbara Ing. Cándido Alfonso Alvarado / Responsable agencia Ceguaca, Proyecto EUFF Ing. Carlos Bonilla / Responsable agencia San Marcos de la Sierra, Proyecto EUFF Técnico Servilio Hernández Lic. Nora Sagastume Primera edición: julio de 2011 Diseño e impresión: Comunica Impreso y hecho en Honduras

La presente publicación ha sido elaborada con la asistencia de la Unión Europea. El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva del Proyecto Food Facility Honduras, y en ningún caso debe considerarse que refleja los puntos de vista de la Unión Europea.


Contenido Acerca del proyecto / 5 Historia de vida de doña Liceth Margarita Zelaya / 7 Semblanza / 9 Apoyo técnico brindado / 19

Historia de vida de doña Francisca Pastora Cruz / 27

Apoyo técnico brindado / 33

Historia de vida de doña Catalina Núñez / 37 Semblanza / 39 Apoyo técnico brindado / 45

A manera de epílogo / 49

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Semblanza / 29

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Tres historias de vida...


Acerca del proyecto El Proyecto Food Facility Honduras (EUFF) es parte de la alianza mundial establecida por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Unión Europea (UE) a través de su Mecanismo Alimentario.

En Honduras, el Proyecto Food Facility es ejecutado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con el apoyo financiero de la Unión Europea, en coordinación con la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG), a través de la Dirección de Ciencia y Tecnología Agropecuaria (DICTA), y con organismos no gubernamentales (ONG) y otros socios estratégicos en las zonas de actuación. La población atendida es de 24,650 familias rurales vulnerables y afectadas por la sequía del año 2009 en la región seca de Honduras y familias desplazadas por el terremoto de 2007 en el municipio de Marale, en el departamento de Francisco Morazán. Las intervenciones del proyecto EUFF tienen presencia en 62 municipios, en siete departamentos del país: El Paraíso, Choluteca, Francisco Morazán, Valle, La Paz, Intibucá y Santa Bárbara.

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Esta iniciativa de apoyo se orienta a los países con problemas de inseguridad alimentaria, pobreza y variantes condiciones climáticas que afectan las producciones y los sistemas de cultivo sobre todo de las poblaciones rurales, con énfasis en los pequeños agricultores, con el fin de brindar ayuda inmediata para recuperar sus medios de subsistencia.

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El proyecto atiende las necesidades de insumos (semillas, fertilizantes, sistemas de microrriego, cría de aves y silos metálicos) para recuperar los sistemas productivos familiares afectados; mejorar la capacidad familiar de almacenamiento de granos en los hogares; y promover la enseñanza de buenas prácticas y tecnologías adaptables al trópico seco que ayudan a mitigar el cambio climático. Las familias incorporadas a las intervenciones del Proyecto Food Facility Honduras no tienen acceso a fuentes mayores de agua para fines de riego, por lo que en aquellas fincas familiares con disponibilidad de agua se promueve el establecimiento de minirriego, partiendo de la construcción de pilas almacenadoras o cosechadoras de agua y tanques plásticos como alternativa para incorporar pequeñas áreas de cultivos; y, con ello, la capacitación de recursos humanos (técnicos, paratécnicos, artesanos locales y productores).

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Estas acciones están contribuyendo a lograr producciones continuas de granos básicos, hortalizas y frutales para mejorar las condiciones de inseguridad alimentaria, y están ayudando a mejorar los activos y medios de vida de las familias y el capital social humano en las comunidades de actuación.

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Historia de vida de doña Liceth Margarita Zelaya

Allí encontramos a doña Liceth con su acostumbrada sonrisa, gestos espontáneos, ademanes suaves y con la alegría permanente que caracteriza a esta mujer del campo, de piel cobriza, de hablar certero y mirada profunda, una mujer con una alegría a flor de rostro.

Y es que a doña Nena, como la llaman sus vecinos, le apasiona lo que hace y lo que dice; siempre está pendiente de la necesidad de sus semejantes, de las necesidades prioritarias de su aldea y su terruño adoptivo, ella es una líder natural que se ha formado trabajando en las duras y tediosas labores del campo junto a la red de mujeres y hombres que ella lidera. Nos recibe en su casa que está ubicada en lo alto del cerro, donde con una sóla mirada se puede observar el valle. De entrada lo primero que nos ofrece es una taza de café de palo, recien salido de la ornilla, y tajaditas de guineo maduro, como ella suele decir. Habla de los futuros proyectos que se pueden realizar en su comunidad, de la familia, de las cosas comunes, de la casa, de la azarosa vida de una comunidad lejana y sin mucho porvenir.

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l Aguaje es una aldea fundada en las faldas de la montaña. Inserto en medio de vivas serranías y laderas se encuentra este poblado donde, hasta hace algunos días, llegó la carretera. Después de tantas gestiones por fin el Aguaje tiene una brecha. De todas formas, no es fácil llegar hasta esta apartada comunidad, quizás una de las aldeas más pobres y olvidadas del municipio de Santa Rita, en el departamento de Santa Bárbara.

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Su casa está construida de adobe y con techo de zinc, el piso está adornado con céramica, tiene una casa muy limpia y ordenada, con un fogón mejorado para cocinar, rodeada de un pequeño huerto, donde ella y su familia han cultivado árboles frutales, caña de azúcar, malanga, café, aguacates y nances; tiene también un espacio adecuado para el gallinero, un pequeño jardín de flores oxaqueñas matizadas de colores muy vistosos, que su esposo Aníbal ha plantado en un pequeño arriate del solar.

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A Aníbal le apasionan las flores, su familia y la finca de café que posee, que es una de las mejores de la zona; juntos han construido una familia ejemplar de cinco hijos, todos estudian, todos trabajan, desde el más pequeño hasta el más grande.

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Doña Liceth conoce su trabajo y sus responsabilidades, es conocedora de la organización a la que pertenece y le dedica la mayor parte de su tiempo, igual que a sus hijos y a su compañero de hogar; conoce la historia de la red y de las cajas rurales, la historia de su comunidad, porque ella ha sido cofundadora de las mismas, por eso nos habla con certeza de cómo se han desarrrollado.


Semblanza Me llamo Liceth Margarita Zelaya y nací en Tegucigalpa, mi papá era de Colón y mi mamá de origen olanchano. Mi mamá emigró de Olancho para Tegucigalpa, creo que en el año treinta y dos, en tiempos de guerra. Mis raíces están en Olancho y en Colón. Mi mamá se llama Liduvina Zelaya y mi papá, Margarito Fuentes; mi madre vive aún, mi papá murió.

Me vine cuando apenas tenía doce años siguiendo a mi herma Araceli. Yo estaba en sexto grado, en la escuela Once de Junio, en la Colonia Nueva Suyapa de Tegucigalpa. Yo no quería venirme porque quería estudiar, quería ser maestra, me gustaba el magisterio. Para que yo viniera a este lugar mi mamá me dijo que si me gustaba que me quedara y sino que me fuera a Tegucigalpa de nuevo. De tanto

suplicarme me animé. Me vine con mi cuñado y con mi hermana con el son de venir a conocer y también con la ilusión de seguir estudiando en Santa Bárbara, pero luego surgió el amor y allí comienza otra historia. Y desde ese tiempo hasta la fecha vivo en esta comunidad.

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Mi hermana se vino a vivir aquí al Aguaje, se la trajo un hombre para este lugar. Con los años mi mamá vino buscando a mi hermana, mi mamá venía muy molesta por la actitud de mi hermana.

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La aldea era muy pequeña en aquellos años, vivían en ese entonces como veinte familias, era una aldea con casas desperdigadas, sólo estaba poblada la parte de abajo, arriba en el cerro no había casas. Esta aldea tiene más de cien años de fundada y tomó el nombre del Aguaje porque había un pozo donde iban los vecinos a aguar la bestias. A mí me gustó el lugar porque la gente era muy amigable, aquí me enseñaron a trabajar el junco y así me fui quedando a vivir, pero siempre con el sueño de estudiar.

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La aldea está ubicada en una tierra privada, el dueño tiene título pero ya no puede reclamarla porque ya está poblada, por eso es que aquí nadie es dueño de la tierra.

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Soy madre de ocho hijos, tres en mi primer matrimonio y cinco con mi actual esposo Aníbal Pineda Jiménez, nosotros le decimos Chepito. Juntos hemos logrado construir una familia muy unida y eso nos ha permitido salir adelante. Hacemos el trabajo juntos, en equipo, la buena convivencia, la buena relación con


Levantamos el listado y juntamos veinte alumnos, y así fue como don Álvaro, un español, no recuerdo su apellido, que era el representante de una organización que impartía clases a niños de primaria, me convocó para que estudiara. Terminé mi tercer curso, estudiaba junto con mis hijos, el programa estaba financiado por la Cooperación Española, en ese tiempo yo era facilitadora de Educatodos.

Mis hijos comenzaron a estudiar gracias a Educatodos en 2006. Había un programa del Fondo Cristiano, mis hijos estaban afiliados allí. Con el tiempo a mis hijos los dejaron fuera del programa y se quedaron sin estudiar, sólo habían terminado el sexto grado pues no teníamos dinero para mandarlos a Santa Rita.

Mis hijos ahora estudian en el colegio de Santa Rita. Mi deseo es seguir estudiando, pero la prioridad son mis hijos, tengo cinco hijos estudiando, dos en segundo y uno en primero de carrera y dos en la escuela primaria.

Con otra señora amiga mía siempre estábamos pensando cómo nosotras hacíamos para que nuestros hijos pudieran estudiar, era muy difícil; pero lo logramos gracias a una gestión que yo realicé y a una encuesta que realizamos en la comunidad para que el programa viniera hasta aquí a impartirnos clase.

Hemos logrado cultivar una pequeña finca de café, el café nos ha permitido mejorar la casa, pagar deudas y cubrir gastos. Por lo menos este año, hemos recibido apoyo técnico para mantener la finca por parte del técnico de FAO. La caja rural de la aldea del Aguaje se fundó en el año de 1999 cuando vino una señora llamada Ramona Claros, a organizar grupos de mujeres. En un principio se llamaba Grupo la Fraternidad.

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mi compañero hace la familia más unida; es necesario que nosotros aprendamos a vivir y a tomar en cuenta nuestra pareja, todo debe ser de mutuo acuerdo. Aunque yo soy mayor que mi esposo todo ha salido bien, al principio nos costó adaptarnos. Ya se sabe que no hay escuela para hogares, una aprende en el camino. Yo cuento con él, juntos nos volvemos responsables de los hijos.

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Comenzamos con una organización que se llama AHMUC (Asociación Hondureña de Mujeres Campesinas), luego empezamos a trabajar como socias, como pequeñas empresarias, levantando un vivero de café; pero no dio resultado porque no teníamos experiencia para trabajar en eso del café, para tratarlo y cuidarlo. La organización se fue alejando de nosotros y el grupo de mujeres se fue quedando solo.

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En el 2007 llegó por estos rumbos don Luis Hojas. Él era un ciudadano del Perú, que trabajaba con PESA (Programa Especial de Seguridad Alimentaria). Llegó buscando grupos de mujeres organizadas, supo que aquí había un grupo y se abocó a mí. Su idea era trabajar con los que ya estuvieran establecidos, no venía a formar grupos, ellos pretendían darle seguimiento a esos grupos. Así fue como comenzamos a trabajar con don Luis. Empezó ayudándonos con un pequeño préstamo de insumos, un quintal de fertilizante y una arroba de semillas de maíz, esa fue la primera ayuda. Seguimos reuniéndonos con él y después surgió la idea de formar una red de

mujeres; en aquel tiempo no sólo formábamos parte del grupo organizado Nuevos Horizontes, sino también de los grupos organizados de Santa Rita. Formamos una Red la cual llamamos Red Santa Rita, esta red sólo era del municipio de Santa Rita con sus aldeas, sin contar el Gengibral, sólo estaba San Fernando, El Aguaje, Buenos Aires, El Teosinte y el casco urbano. Eran cinco comunidades y comenzamos a trabajar con veinte grupos, algunos grupos se fueron retirando porque tenían la idea de que se podía solicitar préstamos en efectivo; pero cuando se dieron cuenta de que los préstamos eran en insumos, estos grupos se fueron retirando. Por la radio se decía que lo que el gobierno daba a los grupos era donado y que no teníamos que capitalizar nada. Cuando nosotros empezamos a cobrar los préstamos y a capitalizar, a la gente no le gustó y se fue retirando. En el manejo de la caja rural nosotras no hallábamos un horizonte, cuál era el fin, cuál era la visión. Con el tiempo nos dieron capacitación, y hemos aprendido a manejar los fondos. Soy


la tesorera de la caja rural de mi comunidad y dentro de la red soy la coordinadora general a nivel municipal.

Los que deciden otorgar los préstamos son la asamblea, la junta directiva y el comité de crédito. El comité de crédito examina si la persona puede pagar, pues con el dinero no hay que usar el corazón sino que la cabeza. Y si alguien no puede pagar es mejor evitar el enemigo, antes que tenerlo después. Todo lo que se presta lo hacemos con garantía hipotecable, con documentos, escrituras de tierras, una garantía para recuperar el dinero de la caja en caso de que alguien no pueda pagar.

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Logramos ordenar su funcionamiento. Los préstamos se solicitan en una reunión de asamblea, si hay quórum los préstamos se aprueban inmediatamente y se entregan. Pero antes hay que cumplir ciertos requisitos. Los préstamos son de cuatro mil lempiras máximo y el mínimo de quinientos o mil lempiras.

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Se acostumbra prestar para el año, porque el fin es que la persona no regale la cosecha, el fin de la organización es que el producto valga para que la persona tenga como pagar el préstamo y, además, tenga excedente para el gasto de la casa.

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En la caja rural del Aguaje somos trece socios, todos somos ahorradores, el ahorro mensual son diez lempiras por socio. El requisito para ser socio es que uno sea honrado y que viva en la comunidad, y si se ha retirado de otra comunidad, debe traer constancia del porqué se ha retirado.

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Ahora para entrar hay que pagar cien lempiras, hay que pagar acciones, ese es un requisito. En nuestro grupo sólo hay cuatro hombres. Antes sólo éramos mujeres, pero cuando entramos con PESA nos exigieron equidad de género; entonces nos comenzaron a enseñar que era importante la presencia del hombre y que ésto era bueno para la organización. Así fue como empezamos a abrir las puertas y a decirle a los varones que había cupo para ellos

para que se afiliaran. No hallábamos cómo hacer porque trabajar con varones cuesta mucho, entre mujeres nos comprendemos mejor. En este caso hay una gran contrariedad porque aquí son los hombres los que se han integrado con nosotras. Siendo un grupo de mujeres, son los hombres los que tienen que adaptarse, y al varón le cuesta mucho por el machismo, porque siempre dice que no le gusta trabajar con mujeres, ellos dicen “a mí las mujeres no me van a mandar”. Pero aquí mandamos todos, porque quien manda es la asamblea, las decisiones las toma la directiva, la asamblea, hombres y mujeres. Y a nadie se le exige ni se le obliga que esté aquí; sólo si tiene voluntad, si le parece, se queda. PESA nos brindó apoyo; nos enseñaron a manejar granos básicos, desde cómo se siembra maíz. Era complicado, nos desmoralizábamos un poco, pero aprendimos. Así fue como empezamos a ver la diferencia en la cosecha, ésto nos animó, nos dieron asesoría técnica en manejo de cultivos, aprendimos a


Nosotros no hemos poseído tierras, cuando sembramos nos las alquilan y las tierras donde sembramos están bastante retirado de la comunidad, a casi una hora de camino, y se pagan hasta cuatrocientos pesos por manzana o sino se entregan dos cargas de maíz por manzana. Hemos comenzado desde abajo sacando préstamos para comprar unas pequeñas parcelas para sembrar café. El préstamo lo sacamos acá en el grupo, pagamos en base a la cosecha, por cuatro mil lempiras pagamos 120 mensual. Las cajas rurales son una bendición para los pobres de la comunidad porque ayudan a resolver los problemas más urgentes de la gente necesitada.

En el 2009 en esta comunidad hubo escasez de alimentos. La falta de trabajo y la sequía provocó la escasez, había habido un verano inclemente que acabó con las cosechas; se secaron la milpas, los frijolares, no hubo cosecha y lo que se cosechó duró muy poco, no había nada para comer. La carga de maíz costaba más de mil quinientos lempiras y no había dinero para comprar, fue una experiencia triste. En nuestra casa no nos sobra la comida pero tampoco nos falta, y a mi casa venían niños a buscar un lempira de tortillas. Dolía el alma porque nosotros sólo teníamos para el sostenimiento de la familia, y lo que yo hacía era darles guineos verdes, porque gracias a Dios tenemos una pequeña finca y sembramos guineos, yuca, malanga. Fue una situación muy complicada. La gente me contaba que lo único que habían comido eran mangos. Entonces me nació la idea espontánea de hacer una solicitud, un S.O.S. para conseguir alimento. Hice una solicitud dirigida al ingeniero Edmundo Morales, director del Programa PESA en Santa Bárbara, para que nos ayudara. Inmediatamente él vino a nuestra

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cultivar junto con nuestros esposos, porque la asesoría técnica era para ambos, aprendimos a tratar los granos básicos, prueba de eso es que ahora siempre tenemos granos, sabemos cuidarlos y sembrarlos, hemos aprendido y hemos aprovechado la capacitación.

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comunidad, vino con Susan López, ella era una nutricionista, evaluó a los niños y vio que el problema era latente y que en realidad los niños de la comunidad estaban padeciendo de grave desnutrición.

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Entonces ella empezó a investigar qué comían, cómo estaba la gente, ellos vieron que aquella nota que yo había enviado era una realidad, iba avalada por la verdad.

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El equipo técnico de PESA se movilizó y empezó a coordinar con una organización que se llama CEPUDO (capacitación, educación, producción unificación, desarrollo, organización) para solventar el problema y nos enviaron pequeñas raciones de alimento para veinticinco familias, siempre y cuando esas familias asearan bien los niños, hirvieran el agua o usaran cualquier método de purificación y mantuvieran limpia la casa; enseguida me recomendaron que buscara las familias más necesitadas. Con los meses nos llamaron y nos comentaron que venía un programa que se llamaba Food Facility. Los grupos organizados y las mujeres


El Programa comenzó el año pasado a cargo del ingeniero Raimundo Morales y fue el ingeniero Cándido Alfonso Alvarado quien vino a trabajar con nosotros, él es por ahora el encargado de este municipio, él ha venido a capacitar a la gente, a enseñarles cómo se siembra el maíz cómo se fertiliza, cómo se surquea, las técnicas de cultivo. La gente ha aprendido a cultivar mejor gracias al proyecto, la gente está pendiente de recibir los insumos para la siembra, y de pagar los préstamos de los insumos anteriores para no perder la ayuda. Ponemos cincuenta por ciento cada uno, nos dan tecnología y nosotros capitalizamos en la caja rural. La semilla la ponemos nosotros porque es semilla de altura, no del bajío, los insumos los ponen ellos. Hemos recibido capacitación y ahora sabemos administrar los granos básicos, sabemos manejarlos. El hombre cultiva pero la mujer cuida las semillas, de eso depende nuestra subsistencia y nuestra vida, el hombre cultiva y

trae el alimento a la casa, pero todo depende de la mujer para cuidar el alimento, que no se desperdicie y que alcance para todos. Aquí hemos aprendido a utilizar los elementos que la naturaleza nos brinda; no desperdiciamos nada ni siquiera las cáscara de guineo pues de eso se puede elaborar un rico platillo natural. Todo se puede aprovechar aprendiendo a cocinar y a cultivar. La tierra es bien agradecida. El Food Facility nos ha enseñado a fomentar el método de ahorro, Food Facility ayuda a que las cajas se capitalicen, pensando no sólo en el presente sino también en el futuro. Un día estas organizaciones se tendrán que ir y si nosotras no capitalizamos lo que ellos nos dan, no vamos a tener como comprar nuestros insumos, es así como nos han enseñado y nos han hecho hincapié que a nadie se le da regalado, siempre nos han hablado de capitalizar a las cajas. El día de mañana que el programa se vaya, el grupo queda con cierto capital para trabajar, no es mucho pero se puede solventar el problema y el socio pueda comprar los insumos y seguir trabajando.

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organizadas empezamos a animar a la gente a que participara para recibir ayuda en insumos.

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El desarrollo humano ha sido integral, hemos aprendido a respetarnos, hemos aprendido a tomar en cuenta a todos, aquí los hombres ejecutan el trabajo y las socias son las que solicitan el dinero, pero siempre de mutuo acuerdo, aquí se respetan las creencias religiosas y las tendencias políticas. No hay distinción, aquí es prioritaria la necesidad de las personas y el interés que tengan de estar organizadas.

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El programa ha sido respetuoso de las costumbres y tradiciones de nuestra comunidad, cada quien o cada grupo realiza sus festividades, el papel que ha jugado el proyecto Food Facility aquí es en volver responsable la gente para que pague y capitalice, el técnico ha sido parte de esa enseñanza y nosotros también.

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No es suficiente el dinero sino la voluntad de cambiar y tener una actitud positiva, puedo tener mucho dinero, pero si yo no quiero cambiar, de nada sirve el dinero. De nada sirve sino se hace nada por las comunidades, lo importante es hacer algo por los demás, por una sociedad más justa.

A partir del 2007 la mujer del campo, especialmente en nuestra comunidad, ha tomado un valor diferente, antes sólo éramos amas de casa, ahora nosotras somos las que lideramos y nos reunimos dentro de la Red, todas somos tomadas en cuenta a nivel organizativo, a nivel nacional. Ahora nos sentimos más libres, el desarrollo dentro de los grupos nos ha ayudado a ejercer el liderazgo, a tomar en cuenta nuestras propias decisiones y podernos desarrollar como lo que somos. Ahora me siento más comprometida con el trabajo. Ser ama de casa, tener compromisos, ser esposa, madre de familia y encima de todo ejercer un trabajo de organización es bastante difícil, pero una siente gran satisfacción y un compromiso con la comunidad, en mi caso y en el caso de las mujeres que me rodean, de las directivas de la Red, nos sentimos bien. Debido al liderazgo que se me ha dado, he participado en directrices políticas y he estado como candidata a vicealcaldesa de un partido político, que eso en la llanura no lo hubiera


Hemos salido, visitado grupos, organizado otros grupos, hemos recibido capacitación, la gente me ha ido conociendo; creo que estoy en todo, trabajo con mujeres, he dirigido el patronato de mi comunidad, logramos hacer obras, formo parte del comité de transparencia municipal, y formo parte de la iglesia y eso me permite tener un compromiso más cercano con mi comunidad. Toda mi vida le he servido a mi comunidad. Me he ido convirtiendo en una persona que puede liderar.

Apoyo técnico brindado Entrevista al Ing. Edmundo Morales Coordinador Regional del Programa Especial de Seguridad Alimentaria (PESA) Arada, Santa Bárbara ¿Qué es el proyecto Food Facility? Dentro de los Programas de FAO en la región de Santa Bárbara tenemos un proyecto llamado Proyecto Food Facility Honduras, éste es un Proyecto de emergencia de ayuda alimentaria con una duración de dieciocho meses, mediante el cual logramos concertar un plan de capacitación modular tanto para el equipo técnico como para los productores. El plan de capacitación para los técnicos ha venido a fortalecer su capacidad para realizar más eficientemente el trabajo en el campo, porque no sólo se capacita en el área tecnológica sino también en el ejercicio de buenas prácticas metodológicas.

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logrado, porque nunca me hubiera dado a conocer.

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¿En qué consiste la capacitación?

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Hay que resaltar dos cosas en el plan de capacitación de las familias, la primera es que el noventa por ciento de la capacitación de las familias se ha realizado a través de giras de campo, giras de observación, días de campo en donde los productores tienen la oportunidad de ver, de oler, de sentir y palpar; esa práctica les permite transferirla a su terreno, a sus sembrados; pero también hemos tenido oportunidad de capacitarlos en el tema del desarrollo humano. Para nosotros es más importante la finca humana, esa es la que realmente perdura en la mente de cada uno de los productores.

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Nosotros siempre mencionamos a los productores el tema de la finca humana, eso gusta muchos a los productores; solemos decir que la espiritualidad de la persona debe crecer junto al conocimiento tecnológico, al final nos hemos dado cuenta que la pobreza es mental, tenemos muchas riquezas en nuestro país, y en nuestra mente; entonces en los módulos

de capacitación rescatamos el crecimiento tecnológico y el crecimiento espiritual y esto refleja el cambio de actitud en las personas. Y si hablamos de las mujeres, ellas hoy en día han tenido un cambio de actitud que nos sorprende, y el cambio de actitud ha sido cómo estar mejor cada día con su familia. Cuando los técnicos salgan de aquí, no importa en qué institución trabajen, siempre van a pensar en eliminar el paternalismo, en hacer un mejor tejido social en cada una de las comunidades; van a saber que tienen que trabajar en alianzas con las municipalidades y todas las instituciones presentes, que el protagonismo institucional no sirve de nada, que todos tenemos que seguir aprendiendo, que nosotros somos enseñanza-aprendizaje con los productores, que aprendemos de todos, que cada día debemos tener más humildad para aprender y desaprender cuando sea necesario, para enseñar y transferir las mejores prácticas a nuestros productores y a nuestros líderes.


El Food Facility vino a dar un respiro a las cajas rurales, llegó a dar un apalancamiento, a reforzar el capital económico y el capital humano, eso se va a reflejar en la sostenibilidad de los grupos, es una ayuda directa con participación comunitaria, en cada una de las comunidades, con los alcaldes, con instituciones, con las ONG. Esta relación nos ha permitido seleccionar la gente que está más pobre, la gente que tiene menos recursos, la más vulnerable. ¿Cuál ha sido el papel del equipo técnico? El éxito en Santa Bárbara lo debemos en parte a un equipo técnico que se ha logrado integrar, donde todos hablamos el mismo idioma, todos estamos comprometidos; y siempre tenemos presente que somos FAO, organismo internacional responsable. Hemos logrado credibilidad en la zona, hemos logrado respeto en la parte técnico agrícola, en la parte metodológica, en la parte institucional, en la parte humana, con las municipalidades, con las

contrapartes, con las ONG, sectores que nos han apoyado decididamente. ¿Cuáles son los antecedentes de esta intervención? Hay un tejido social que fue desarrollado por la Asociación de Mujeres Campesinas de Honduras, en colaboración directa, y por la AIN-C (Atención Integral a la Niñez en la Comunidad). Comenzaron con pequeños huertos escolares y huertos familiares, a los que nosotros dimos asistencia técnica, especialmente con especies menores, cuando PESA viene al sur de Santa Bárbara. En Santa Rita se formaron grupos de capitalización por lo menos en seis comunidades, un grupo por comunidad, y otros cuatro grupos en el centro de Santa Rita, con la finalidad de brindar apoyo, principalmente en insumos para siembra de granos básicos, bajo el acuerdo de capitalización al cien por ciento. En la medida en que la organización creció, las mujeres decidieron organizar una red de cajas rurales a nivel municipal, una experiencia que vale la pena sistematizar.

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¿Qué relación se estableció entre el Proyecto Food Facility y las cajas rurales?

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Esta fue una iniciativa de las mujeres, donde sólo participaban mujeres, ahora, a solicitud, se han integrado hombres a la red, lo cual resulta interesante porque hay equidad de género, permite mayor capitalización, hay participación de ambos, hay mayor compromiso porque los apoyos representan insumos, apoyos en semillas de granos básicos; y, generalmente, la persona responsable de la milpa es el hombre.

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El éxito del Food Facility, que es un proyecto de emergencia aquí en la zona de Santa Bárbara, es porque se desarrolló sobre la institucionalidad creada por PESA en alianza con las municipalidades y otras instituciones del sector, mediante mesas sectoriales donde todos hemos colaborado; y nos ha permitido mejorar el servicio de extensión a las familias, hacer más práctico y más eficiente el trabajo con los líderes de las comunidades.

Entrevista a Cándido Alfonzo Alvarado, Técnico agrícola del Proyecto Food Facility Honduras ¿Por qué apoyar las cajas rurales? Uno de los pilares de la seguridad alimentaria es la disponibilidad al acceso, al consumo, a la utilización biológica y al fortalecimiento institucional, al apoyo a cajas rurales, para mejorar el acceso de las personas a los alimentos y a los insumos. Al apoyar las cajas rurales, sus miembros tienen mayor disponibilidad de dinero puesto que se les brinda un capital semilla, a través de semillas y granos, a través de insumos varios; y luego ellas capitalizan un porcentaje de esa ayuda a la misma caja rural de su comunidad. Mediante la capacitación que se les imparte, aprenden a manejar ese dinero para que lo presten con bajo intereses y vayan haciendo otras actividades que les generen ingresos. De esa forma nosotros estaríamos mejorando el acceso a los alimentos.


Este es un proyecto alternativo para dar tres apoyos seguidos a la misma familia, con la intención de que esta familia salga de su grado de pobreza; es decir que si están debajo de los límites de subsistencia, llevarlos al nivel de subsistencia y si están en esa etapa pues llevarlos a ser productores excedentarios. Ese es uno de los objetivos del proyecto, todo es un proceso que se ha venido trabajando con mucho criterio. Al productor no sólo le entregamos los insumos, también lo capacitamos para el manejo de semillas e insumos y la forma de cultivar. Ellos están acostumbrados a manejar semillas criollas, conocen los distanciamientos de siembra, las épocas de siembra; pero se les está entregando materiales, fertilizantes, semillas certificadas, que tienen otro requerimiento, otro manejo, otras necesidades nutricionales. Por lo tanto, damos capacitación como apoyo para el desarrollo de sus capacidades productivas y desarrollo humano.

En Santa Rita vemos que hay bastantes mujeres involucradas en el trabajo. Originalmente se apoyaban más de ciento noventa mujeres y a ningún hombre, todas las cajas rurales estaban conformadas por mujeres. Luego se dio la necesidad de darle apertura al hombre, por cuestiones de equidad de género. Al principio hubo cierta reticencia porque ellas estaban afiliadas a la AHMUC, pero luego de algunas pláticas se llegó a un entendimiento para desarrollar proyectos participativos e integrales; y darle oportunidad a nuevos grupos y admitir la presencia de los varones. El fuego y la quema es cultural y hay que luchar en contra de esas prácticas ancestrales. Trabajamos con el productor para que poco a poco tome conciencia de que en su parcela tiene que haber árboles, que para sembrar en una parcela no debe matar los árboles, que los debe podar y cuidar; que los árboles deben permanecer allí mismo y deben cumplir un ciclo y una función y así no perjudicamos tanto al medio ambiente.

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¿Cómo trabaja el Proyecto?

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Cuando la gente toma un grado de conciencia, cuando ya poseen información sobre aspectos técnicos y de desarrollo humano, los proyectos se vuelven sostenibles.

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La capacitación es integral pues a la gente no sólo se le debe enseñar a cultivar, hay que enseñarle la cultura del ahorro, la siembra, la no quema, la cultura del trabajo organizado, el manejo del agua para el consumo de la familia, el manejo de los animales, la vivienda digna, el cuidado de la naturaleza.

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En la comunidad del Aguaje, por ejemplo, hubo escasez de alimento. La lideresa local, doña Liceth Zelaya, realizó gestiones ante PESA pues 25 familias no tenían nada que comer, era una situación de emergencia. Y como la FAO no regala alimentos, éstos se gestionaron a través de otra organización, pero se les solictió algo a cambio, se les pidió que mejoraran su entorno social, su vivienda, que mejoraran su cocina, que realizaran una campaña de limpieza, que limpiaran las cunetas de las calles de la comunidad, que lavaran el tanque recolector de agua, y eso es positivo.

¿Por qué un proyecto de emergencia? En la zona de Santa bárbara hay un alto grado de desnutrición, anda alrededor del cuarenta y tres por ciento, en el mapa aparece en rojo casi todo el Departamento. El año pasado se vivieron cosas extremas, en la etapa de siembra de primavera hubo exceso de lluvia y hubo perdida de un treinta por ciento de la cosecha, por maíz muerto, maíz esponjoso, no apto para el consumo humano, ni siquiera para consumo animal; luego en la etapa de postrera no llovió, pasaron cincuenta y cinco días sin llover. Hubo exceso de lluvia en primavera y un verano prolongado que afectó bastante los cultivos y los rendimientos. Aquí se justifica ese tipo de proyecto de emergencia. ¿Cómo debe ser la actitud de un buen técnico? El éxito de un técnico es conocer el entorno social de la comunidad, saber sus necesidades, respetar su cultura, sus costumbres, ser abierto, respetar sus tradiciones, su ideología, aspectos religiosos, respetar sus principios y no polemizar, tampoco imponer criterios. Hay que incidir en


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la gente para que la gente cambie de actitud, de repente la gente cree que todo está bien en su comunidad, porque ya está acostumbrada a mirar los niños desnudos, sucios, desnutridos o descalzos, entonces uno como técnico tiene que ejercer un grado de influencia, porque sino no se estaría haciendo nada.

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Historia de vida de doña Francisca Pastora Cruz

Se fue con su compañero de hogar porque allá arriba en la montaña había tierra para cultivar, allá había tierra fértil para sembrar de todo, café, maíz y hortalizas. El paisaje de la montaña es hermoso, el clima es frío y húmedo, la montaña es tupida y arrogante, hay árboles gruesos e inmensos, muchos animales de monte, infinidad de pájaros con plumajes coloridos, flores silvestres desconocidas que aún no tienen nombre, frutas montesinas de sabores delicados y exquisitos.

Allá vivió doña Francisca Pastora gran parte de su vida hasta que un día el huracán Mitch, la catástrofe que azotó a Honduras inmisericordemente en 1998, acabó con lo poco que su familia poseía: la finquita de café, la casa, la milpa y todo lo que a su paso encontró el huracán y la lluvia torrencial. Fue así como doña Francisca tuvo que regresar a Marale nuevamente y enfrentar su propia realidad. Pero esta campesina de cabellos blancos, de ojos claros y mirada lejana, de piel requemada por el sol, con casi seis décadas de vida en su espalda, y con una entereza que da envidia, sigue empecinada sembrando la tierra y cosechando para vivir, para tener algo. Doña Francisca no es expresiva, es muy reservada cuando platica, entre el recuerdo y el olvido va tejiendo su historia, sonríe cuando habla de sus recuerdos y su mirada se pierde en la distancia, como queriendo huir del pasado.

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n día emprendió su camino para Planes, una aldea lejana metida en lo más hondo de las montañas de Marale, en aquellos años sólo había un camino de herradura para arribar a la montaña, sorteando cuestas empinadas en medio de la espesa arboleda, lodo y el mal tiempo imperante de la zona.

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Cuando cuenta con nostalgia y alegría esa parte de su vida, le brillan los ojos y casi derrama lágrimas, ella no sabe leer ni escribir, nunca fue a la escuela, nunca tuvo una maestra que pudiera enseñarle. Desde niña tuvo que fajarse trabajando para ganarse la vida, siendo adolescente cortaba café allá en las fincas que están ubicadas en las altas montañas de Marale.

Tres historias de vida...

Ni la pobreza ni la catástrofe la han hecho desistir en su empeño de vivir, ahora siembra la tierra y cosecha maíz, y en el traspatio de la casa posee un huerto cultivado de todo tipo de árboles frutales: mangos, papayas, guineos, aguacate, ciruelo, limones naranjas, naranjo agrio, guayaba, caña de azúcar.

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doña Francisca ama el campo, le gusta el campo, lo sabemos, ella es feliz sembrando su parcela. Al repuntar el día se encamina hacia su labranza, armada de coraje, con machete y azadón, trabaja hasta que las sombras van tiñendo el color de la tarde, su vida es el campo, así lo manifiesta, la tierra es su alegría desde que aprendió a cultivar… Y con su labranza ella ha realizado el milagro de multiplicar las mazorcas y los granitos de maíz.


Semblanza

Fui cortadora de café en el tiempo que pagaban diez lempiras por galón. Yo tenía dieciocho años y allí conocí a Tulio, él también cortaba café. Nos casamos y nos fuimos para la montaña, allá viví veintiséis años, allá tenemos una tierrita, allá con lo fresco de la tierra es mejor, la tierra es blandita para sembrar y aunque no llueva se puede sembrar, aquí la tierra es dura. En la montaña sembrábamos ayotes, chiverros, patastes y cuidábamos gallinas, teníamos café. Vivíamos muy a la orilla del río, y la lluvia nos llevó la casa, los animales, la milpa, el cafetalito, la huerta. Las lluvias del Mitch se lo llevaron todo, quedamos sin nada. Me dio decepción, y les dije a mis hijos que me iba y que vieran ellos si me seguían.

Me vine de regreso para Marale, y entonces busqué posada con mis hermanos en una casa del barrio Las Flores.

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Yo nací en Marale un nueve de octubre del año 1953, mis padres se llamaban Juana Castro y Alfonso Cruz, la niñez la pasé en una aldea cerquita de Marale, cuando niña jugaba con muñecas y trastes y cajitas de cartón.

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En esta casa tengo como doce años de vivir, esta casa fue una ayuda de CRS (Servicios Católicos de Ayuda), ellos las construyeron, nosotros pusimos trabajo, jalamos bloques, piedra, arena; pusimos dinero y trabajo, trabajamos organizados en grupos. Aquí donde vivo antes era una zacatera, y cuando criaba gallinas el gato de monte se las comía. Ya no aguantaba al gato de monte y me puse a chapodar, y al final se fue el gato porque limpié y limpié con el machete. La maderita que corté la ocupé para cercar el terrenito, para que las gallinas no se comieran el maíz.

Tres historias de vida...

Yo trabajo la tierra desde hace cinco años. Para sembrar vendí casi todas las gallinas, las que me dejó el gato de monte, con ese dinero pagué mozos.

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Este lugar se llama Toncontín, no sé porque le pusieron así. Vinieron los técnicos y me preguntaron que si quería trabajar y yo les dije que sí. Con la llegada del programa de Food aprendí a sembrar, antes sembraba a la buena de Dios.

Comencé sembrando maíz y frijoles. Los del Proyecto Food Facility me dieron maíz y frijoles para sembrar y me dieron fertilizante, pero los frijoles se perdieron porque no llovió. Me dieron charlas, los técnicos del proyecto me enseñaron a sembrar y a cuidar los granos, yo ya podía sembrar, pero no así como ellos le enseñan a uno, cómo se siembra de largo el maíz entre macanazo y macanazo; a no quemar, yo no quemé, no tumbé los palos. Aprendí de todo, aprendí a sembrar maíz, a cuidarlo, a curarlo con pastillas, a almacenarlo. Estamos aprendiendo a no quemar, a que es mejor no quemar. Nos dijeron que el maíz se pega mejor, así rinde más y es más pesado; que se produce buena mazorca. El maíz que yo sembré se pegó macanudo, yo coseché sólo maíz grande, yo no saqué maíz chiquito. Sembré y coseché solita, lo tapisqué, destusé y desgrané, lo puse a asolear y lo soplé para guardarlo limpio, después lo metí en los costales, y tengo un silo donde guardarlo. Es mejor sembrar que comprar.


entro a las siete y salgo a las cinco de la tarde, descanso los domingos y salgo a leñar para el fogón. No tengo tierra para sembrar, la gente se admira porque siembro. Al comienzon me decían que cuándo iba yo a limpiar, ¡y limpié¡ Que cuándo iba a sembrar; y yo les decía: ¿apostamos a que siembro? Eso me decían las otras mujeres que tienen sus maridos y ellos siembran. Yo siembro sola, me levanto a las cuatro de la mañana a prender el fogón y a preparar el café y luego hago el desayuno y después me voy a la parcela, yo trabajo con el machete y el azadón. Mis padres ya murieron, mi marido está enfermó, y mis hijos todos están trabajando afuera, están lejos, ellos viven en San Pedro Sula y en Tegucigalpa. Tuve once hijos, pero sólo tengo seis vivos. Me encanta trabajar en el campo, sale mejor trabajar para cosechar el granito de maíz que comprarlo. Mucha gente me dice que no trabaje mucho que me voy a enfermar, pero estoy acostumbrada a trabajar, trabajo todos los días,

Cuando mis hijos me mandan dinero no me lo como, lo guardo, para sembrar. Cuando me mandan mil lempiras, gasto 500 y guardo 500. Con ese dinero compro azúcar, frijoles, arroz; también compro herbicidas para el cultivo, para echarle a la tierra y deshierbar. Estoy en el grupo de mujeres y tengo dos años de estar organizada con la caja rural. Me dijeron que querían hacer un grupo de la FAO para que trabajáramos las mujeres con los hombres y yo dije que sí. Nos alegramos mucho porque uno no quiere estar sufriendo, y organizado es mejor para trabajar. Yo pongo dinero para la caja y voy alzando el pistillo para comprar. 31


Ahora que estoy en un grupo, estoy bien. Con la ayuda que nos dan podemos cosechar, el año pasado sembré cuatro medidas de maíz, y coseché doce quintales. Pago el arrendo de la tierra para sembrar, siembro maíz, ayotes. El maíz lo guardo, sólo vendí una carga para comprarle medicina a mi marido.

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El año pasado no sembré frijoles porque la tierra estaba muy seca, estaba muy dura para sembrar, no se podía arar… Este año voy a sembrar sólo maíz, ya busqué la tierra y tengo el pisto para pagar, pago mil lempiras por manzana y la pago adelantada.

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Tengo también maíz, el maíz que tengo guardado lo coseché yo, lo tapisqué, lo cargué en la cabeza y lo traje a la casa. El maíz está curado para que no se pique. Lo guardo en costales y cuando lo echo en los costales pongo la pastilla para curar en el fondo del costal, una pastilla por saco…, así no se arruina, ni se lo comen los ratones. Lo cuido mucho, cuidándolo aguanta, tengo maíz para todo el año.

El Mitch nos asustó mucho, el río creció tanto que yo pensé que nos íbamos a ahogar, ahora aquí tenemos que comer, sé sembrar la tierra y eso es bonito. La gente que no siembra, me busca mediditas de maíz, me ruegan que les venda maicito y yo les vendo, hay que venderle, para que Dios le ayude a uno.


Apoyo técnico brindado Entrevista a Servilio Hernández Muñoz Técnico agrícola del Proyecto Food Facility Honduras ¿Cómo inicia el Proyecto Food Facility Honduras en Marale?

Por ejemplo, doña Francisca Pastora pertenece a un grupo de mujeres de Marale centro, originalmente ella pertenecía al grupo de Marale Dos, “Crecer Campesino”, pero últimamente ellos se han integrado en un solo grupo porque vieron que no era conveniente tener dos grupos o dos cajas rurales en la misma comunidad. En la última etapa del proyecto Food se unieron las cajas con el nombre

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El Proyecto Food Facility llega a Marale el cuatro de mayo de 2010. Este proyecto se coordinó con la colaboración de la municipalidad, se buscaron enlaces con la OCH (Organización Campesina de Honduras), con 131 socios en la parte baja del municipio y nueve en la parte alta.

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de Amor Campesino, a esta caja se asocia doña Francisca que antes era socia de la OCH.

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La ayuda del Food Facility era limitada, desde el principio, a 350 familias. La necesidad rebasaba pues habían dos grupos, Marale Uno y Marale Dos, dos grupos mixtos, dos cajas rurales con noventa y seis socios. Se dio un paquete de ayuda, entonces se apoyó con media manzana, un quintal de fórmula, cincuenta libras de urea y veintidos libras de semilla de maíz por socio. Brindamos capacitaciones sobre organización y normas parlamentarias, manejo de suelos y agua para tomar, contabilidad básica, manejo integrado de plagas, selección de semillas artesanales y elaboración de reglamento interno.

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En el casco de Marale dimos un paquete de ayuda a cada uno de los productores, aquí habían 96 productores y el apoyo era para 46 familias, para cubrir entonces dividimos por mitad el apoyo que le correspondía a cada productor. El apoyo consistía en un saco de fórmula, cincuenta libras de urea y doce libras y media de

semilla de maíz amarillo de bajillo, aparte de eso había un paquete para apoyar a las mujeres con veinticinco silos. ¿Qué otros apoyos se han brindado? Dimos una capacitación sobre poscosecha a todas las cajas rurales. Sus integrantes tienen claro cuál es el proceso que se debe de seguir en la preparación del grano, el secado, el tipo de almacenamiento, el manejo que tiene que darle al silo, cómo usarlo, cómo protegerlo, cómo cuidarlo, hay buena orientación en cuanto al manejo de poscosecha. Impartimos una capacitación a todas las cajas rurales sobre manejo de huertos, que continuará con la parte técnica cuando empiece el periodo de lluvia. Algunas familias tienen sus huertos establecidos, pero les falta un poco de ordenamiento. Se dará seguimiento de cómo deben manejarlo y aprovechar los productos que están cosechando, dar un mejor manejo al producto del huerto.


¿Había requisitos para ser parte del Proyecto? Para recibir el apoyo del Proyecto la gente debía cumplir cuatro requisitos: zzEstar organizada en una caja rural zzRecibir capacitación zzCapitalizar el cincuenta por ciento como mínimo en una estancia financiera o en una caja rural. zzPoner en práctica las tecnologías recomendadas por el proyecto.

¿Por qué contar la historia de vida de doña Francisca Pastora Cruz? A doña Francisca Pastora Cruz se le incluye en este proyecto de historia de vida por una especial razón, ella aplicó las tecnologías recomendadas por el proyecto. La parcela en donde ella trabajaba fue elegida para una supervisión por parte del proyecto que constató la aplicación de las tecnologías adecuadas. Y, además, por ser una mujer agricultora que elevó la productividad en sus cultivos. Ella puso en práctica el manejo de rastrojos, cero quema, cero labranza en pendiente y sistema agroforestal, distanciamiento de siembra y fertilización sembrada, cuidado de las semillas y manejo de granos básicos, ella fue una de las mejores del proyecto, doña Francisca fue una de las productoras que más aprendió.

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En el caso de doña Pastora, se trabajará en mejorar la instalación del huerto, cómo ordenar y utilizar los desechos de la cosecha y ordenar la basura, realizar una clasificación de la basura en el huerto. También existe la posibilidad de apoyarla con un galponcito para las aves de corral.

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36 Tres historias de vida...


Historia de vida de doña Catalina Núñez

Doña Catalina ahora tiene una tierra que la ha adoptado, vive en Rancho Quemado, una aldea muy cercana al pueblo de San Marcos de la Sierra, tiene una familia, una casa, tierra donde cultivar y, lo más valioso, el respeto de su gente. ¿Y quién no conoce a doña Catalina aquí en la aldea?

Manifiesta que está contenta de pertenecer a grupos organizados y de asistir a las reuniones, a las capacitaciones que se realizan. Ella es una líder y habla con alegría de todos los avances que ha habido en su comunidad gracias a la gestión del grupo organizado en la caja rural donde ella es la tesorera. En su casa ella es la que trabaja, posee una pequeña finca de café y un amplio terreno en donde ha cultivado árboles frutales. Mientras su esposo está fuera de la casa trabajando como técnico, ella es la encargada del hogar, de los cultivos y del cuidado de los animales. En sus terrenos siembra de todo y cosecha de todo, una huerta bien surtida de guineos, piñas, limones; ella produce lo que necesita.

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an pasado varias décadas desde que doña Catalina, siendo aún adolescente, abandonó su tierra natal para buscar empleo como trabajadora doméstica con su tía en la ciudad de Marcala, departamento de La Paz. Esta mujer de descendencia lenca, que ahora cuenta con una familia, desde niña aprendió a trabajar y a defenderse, pocos años fue a la escuela y con dificultades, siendo ya una mujer adulta, terminó el sexto grado.

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La tierra es para cultivarla nos dice, solo hay que sembrarla, ponerle la semilla, lo demás lo hace ella y la lluvia y uno que tiene que cuidar los cultivos cuando están chiquitos. Muchas de las mujeres lencas son artesanas y también se les ve en el campo cultivando la tierra, la mayoría de las casas donde viven siempre tiene un patio con flores y hortalizas cultivados en tiestos de barro.

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Ella es una mujer que no se queja del pasado y no se le dificulta realizar cualquier actividad, el tiempo le ha enseñado a lidiar con la vida, alterna el afanado trabajo del hogar con el ajetreo del campo.

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Semblanza Me llamo Catalina Núñez y soy originaria de Santa María, departamento de La Paz. Mi papá murió cuando yo apenas era una niña y no me acuerdo muy bien de él; entonces mi mamá, que se llama Desideria Núñez, quedó viuda y se juntó con otro hombre y a mí me regaló con mi tía Cristina, ella fue mi mamá de crianza, éramos cinco hembras y un varón y nos queríamos como hermanos.

Semanas iba a la escuela y semanas a cortar café. Del dinero que me pagaban compraba los cuadernos y los libros, así, sólo hice quinto grado. En la época del corte de café me pasaba en los cafetales, yo cortaba café donde don Agustín Santos y donde doña Victoria Morales.

Con mis demás hermanas ganábamos pisto, cortábamos todas juntas. Del dinero que ganaba, una parte era para mí y la otra parte para mi mamá.

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De niña, donde yo me crié, me pusieron a la escuela. La escuela donde estudié se llamaba José Trinidad Cabañas, recuerdo que la maestra de primer grado se llamaba Lorenza Flores y el profesor Omar, no recuerdo el apellido.

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No me gustaba el modo de mi papá de crianza, él era muy bolo y nos sacaba en carrera de la casa a todos. Una vez fuimos a dormir a un cementerio.

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Yo me fui de la casa a los catorce años, me fui a buscar trabajo, me fui a donde otra tía que tenía en Marcala. Allí busqué trabajo como empleada doméstica haciendo el oficio de la cocina. Trabajé también donde una enfermera que se llamaba Ana Ruth, era de San José de la Paz. Trabajé así dos años y después me pasé a hacer tortillas al batallón, así fue como conocí a mi esposo. Él era militar.

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Mi hijo nació allá, mi hijo ya tenía un año cuando él salió de baja. Mi esposo ahora trabaja en Hondutel, es técnico, se llama José Felipe Díaz Amaya. Él es un hombre bueno, buen esposo; él me deja trabajar, me da libertad, hemos hecho buen equipo, me respeta. Tengo siete hijos, cinco mujeres y dos varones, tengo un hijo en el ejército y de allí todas están estudiando en el colegio, en la escuela, y unas ya salieron de maestras.

A mi mamá verdadera no la he vuelto a ver jamás, dicen que vive en Cane. Dicen que todavía vive, pero yo no la visito. Yo le crié más amor a la señora que me crió. La que me crió me enseñó a costurar ropa, ella tenía una máquina, y nos decía que practicáramos. Aprendí a costurar cuando tenía nueve años. Ahora yo costuro, tengo máquina de coser, hago faldas y trajecitos. Aquí vine a hacer el sexto grado con EDUCATODOS, pero no seguí estudiando porque tengo mucho trabajo, porque los cipotes están estudiando y yo quedo sola, tengo maizal y unos animalitos. Yo llego a San Marcos de la Sierra porque mi esposo me trajo de Marcala, vine a vivir con mis suegros, ellos eran muy buenos conmigo, era parte de la familia, me convertí como en una hija para ellos, yo disponía de lo que ellos tenían, siempre me apoyaron, me llevaba bien con mis cuñados. Con el tiempo construimos esta casa, un cuarto pequeño, después la fuimos haciendo más grande.


Yo hago todos los trabajos aquí, todo es trabajo mío, él me da el dinero para pagar mozos, pero yo estoy al cuidado de todo, pendiente de los mozos porque ellos solos no hacen nada. También trabajo en el campo limpiando con el pando, pues aquí no se puede limpiar con azadón por la pendiente y porque hay mucha piedra. A San Marcos vinieron organizaciones y comencé a organizarme. Vino un proyecto por parte de la alcaldía y entonces una señora me dijo que en la alcaldía estaban apuntando y dando seis mil plantas de café. Fui donde el alcalde y me dijo que querían gente de trabajo y que si yo quería trabajar enseguida me apoyaba y me dio el café. Y en el puro verano mantuve las plantitas verdes, ponía la manguera y las regaba todos los días, se secaron muy pocas, y de allí todo lo sembré, tengo sembrada una plantilla. Comencé a integrarme en las organizaciones desde el año 1996. Las organizaciones me toman en cuenta porque participo en las reuniones de trabajo, en giras de trabajo.

Hace un año comenzamos el proyecto del Food. El técnico ha sido de gran apoyo para nosotros. Nos han dado diferente tipos de capacitación, nos han dado capacitación en manejo de aves de corral, y nos ha brindado enseñanzas para cultivar. Ellos promocionaron los gallineros y el mantenimiento. Nos dieron las gallinas, nos dieron los utensilios para los comederos de las gallinas, los ponederos, y aprendimos a realizar concentrado para las gallinas. Hemos realizado giras para ver otras experiencias y así aprender y compartir ideas. 41


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Antes las gallinas andaban sueltas en el terreno y en la casa. Hoy el gallinero está seguro y si usted quiere comerse una gallina, está sana, el gallinero está cercado, las gallinas no andan al aire libre y el lugar está limpio, la casa se mantiene limpia también porque no hay animales viviendo con nosotros y echando sucio. Las gallinas están seguras, bien cuidadas, vacunadas, el local donde están se limpia cada quince días, los ponederos están limpios, y para el mal olor y que no hayan moscas regamos ceniza. Las gallinas están bien resguardadas de los animales que se las quieren comer. De aquí recojo más de 50 huevos a la semana, nos alimentamos nosotros y vendemos, y la gallinaza sirve para el abono.

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El proyecto Food Facility nos ha capacitado para poder sembrar y hacer abono, hemos realizado las parcelas demostrativas. El año pasado hicimos unas parcelas de maíz demostrativas, nos dieron fertilizante pero siempre capitalizando un fondo. Antes recibimos capacitación sobre el manejo y administración de cajas rurales, manejo de suelos en labranza

mínima, en ladera con nivel A y nivel de cuerda. Recibimos capacitación para hacer aboneras orgánicas, hemos aprendido mucho, hemos aprendido nuevas cosas como hacer insecticidas naturales de una hoja que se llama madreado para echarle a la plaga del maíz. Hace algunos días recibí una maya para realizar el huerto familiar, ya tengo la tierra preparada para sembrar y tengo semilla. El técnico ha estado con nosotros y esa ha sido la ventaja, él no se anda yendo, está aquí en San Marcos, está puntual haciendo visitas domiciliarias, siempre está pendiente. Yo soy tesorera de la caja rural Unión y Esfuerzo. Trabajamos con libros, yo llevo el libro de control de contabilidad, otra persona lleva el libro de actas. Cada treinta del mes hacemos reuniones y hacemos fiscalización para ver si el pisto se está trabajando bien o si hace falta algo, pero hasta la vez no he fallado, siempre he entregado cuentas claras. Tengo más de tres años de ser tesorera y no quieren cambiarme, he tratado de administrar bien los fondos, por eso no quieren cambiarme.


Nosotros capitalizamos a la caja, pero también tenemos nuestros propios ahorros. Lo que capitalizamos es de todo el grupo, cuando capitalizamos en la cooperativa, si son digamos tres mil lempiras, dejamos mil quinientos para la cooperativa y mil quinientos para el FOSANI (Fondo de Seguridad Alimentaria y Nutricional, de Intibucá para San Marcos de la Sierra). Yo participo en los cabildos abiertos, la gente me busca porque me llevo con todos, me sé llevar con toda la gente, es importante tener buen carácter y no ser egoísta, varios grupos fracasan por el egoísmo. En nuestro grupo

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Cuando sacamos algún préstamo nos reunimos todo el grupo para tomar decisiones. Los socios pagan el tres por ciento por préstamo, pero si es un particular se cobra el diez por ciento. Se necesita un aval, o dejar algún documento o alguna prenda, y si la persona no cancela lo que debe en el tiempo pactado se le recoge la prenda, eso pasa a ser el pago. Hay préstamos para comprar útiles escolares o para una emergencia en alguna enfermedad, el máximo préstamo es de seis mil lempiras.

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sólo queremos gente de trabajo, siempre que vamos a una gira aprendemos y la gente viene entusiasmada y venimos a poner en práctica lo que aprendemos allá.

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Los gallineros me han servido mucho para alimentarme, pero también puedo vender lo que sobra en el huerto que tengo en la casa, tengo árboles frutales y siembro algunas verduras. Siembro en ollas, pero ahora que tengo el huerto organizado voy a sembrar mejor.

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Como mujer lenca que soy he cambiado mi manera de vivir y también mis experiencias, porque solo organizado se puede aprender muchas cosas, solo la gente que está organizada logra los proyectos, cuando uno está solo no lo apoyan, es mejor en grupo, así nos escuchan y nos hacen caso, las instituciones solo trabajan con grupos organizados, a nadie atienden de manera individual, la gente que no se organice no va a lograr nada de ahora en adelante. El haberme organizado ha sido de gran provecho para mí.

Cuando uno pone en práctica lo que aprende le va bien en la vida, las cosas se aprenden por etapas, yo estoy aprendiendo poco apoco, la mejor enseñanza es con el ejemplo. Yo les digo a mis hijos que estudien porque uno como campesino le cuesta salir adelante. Y aquí no se pierde el tiempo, se aprende y se aprovecha el tiempo para salir adelante.


Apoyo técnico brindado Entrevista a Carlos Bonilla Cruz Técnico agrícola del Proyecto Food Facility Honduras ¿Cuándo y cómo comenzó el Proyecto?

A medida que se fueron desarrollando las actividades de capitalización, también se fueron creando estructuras de segundo piso, en este caso el FOSANI (Fondo de Seguridad Alimentaria y Nutricional, de Intibucá para San Marcos de la Sierra), cada una de las capitalizaciones de los miembros de las cajas iba destinada al fondo, este fondo es un aporte de todas las cajas, es

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El Proyecto comenzó en mayo del 2010, el primer apoyo para los productores fue semilla para el cultivo del maíz. Posteriormente se repartieron los insumos, fertilizante para el cultivo de maíz, fertilizante para el cultivo de frijol y maicillo. Este apoyo que se brindó en el año 2010 ha sido mediante la metodología de capitalización.

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un fondo común. Si en algún momento una caja no tiene los fondos suficientes puede optar a un financiamiento mediante el fondo del FOSANI y así suplir las demandas que tengan los grupos. La caja rural de la comunidad de Rancho Quemado se llama Unión y Esfuerzo, está constituida por veintisiete miembros, esta caja comenzó a funcionar en 2004, con el proyecto de FAO, PESA. Ellos siguieron trabajando durante dos años, el proyecto salió de la comunidad pero ellos continuaron trabajando. Con el Proyecto Food Facility se retomó la caja y se comenzó a facilitarles las capacitaciones correspondientes para que la volvieran más competitiva en gestiones de proyectos e insumos necesarios para que se puedan capitalizar.

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¿Por qué San Marcos de la Sierra?

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El motivo principal de intervención en San Marcos de la Sierra es porque este municipio se encuentra en punto problemático, es la interrelación entre una zona lluviosa y una zona seca, que crea un mayor cambio de terreno; y porque está clasificado como el segundo municipio más pobre de Honduras.

El Proyecto Food Facility, que es un proyecto de emergencia, toma como referencia lo anterior, y tiene la obligación de dar el apoyo a las familias más necesitadas de este municipio para que puedan incrementar la capacidad, por lo menos que tengan alimento en su mesa, ya que el objetivo del programa es llevar alimento a cada familia. ¿Qué metodología han empleado? La metodología de este proyecto ha sido dar conocimientos prácticos y aplicables a la zona. En este sentido se creó un paquete de capacitaciones para el desarrollo de capacidades, para que la gente ponga en práctica los conocimientos obtenidos y los usen y mejoren sus parcelas. Las actividades de siembra se han realizado contando con los conocimientos de los productores, para no interferir tanto en las fases lunares que ellos manejan, como también en el manejo del bosque. Se ha hecho hincapié en la no quema, en promover la producción de árboles y en el cuidado de la fauna.


El proyecto es un creador de conciencia ecológica, de conciencia social, de solidaridad y de compañerismo. Las actividades son realizadas de manera grupal, con colaboración de todos, no se hacen las cosas aisladamente, es la asamblea la que toma las decisiones, y para traer una nueva metodología, lo más sano que se está haciendo es socializando con todos los sectores. ¿Cuál es la participación de doña Catalina en el Proyecto? Con doña Catalina tenemos una experiencia muy importante, ella es una de las líderes de la comunidad, y cualquier actividad que nosotros realizamos, ella siempre está anuente a apoyarla, por ejemplo para la construcción de silos brindó facilidades a quien vino a construirlos sin pedir nada a cambio, ella es una voluntaria. En la

adopción de tecnologías, ella ha puesto en práctica las metodologías que el proyecto ha recomendado por esa razón se seleccionó para compartir su historia de vida. Con ella estamos gestionando la creación de una finca integral; además, ella es una líder con muchas fortalezas, es una persona que mantiene muy fuerte sus creencias y valores en la comunidad, ha sabido inculcar educación de calidad a sus hijos, también sus hijas se han incorporado a la caja, por lo tanto es una buena referencia de buenas prácticas aquí en la zona, ¿Principales características de la experiencia? El trabajo de Food Facility ha sido integrador, esa ha sido la base fundamental de este proyecto. La idea es que ellos se sientan dueños de su caja y si ellos administran bien su caja, la caja va a salir adelante. El proyecto ha respetado las tradiciones, las costumbres. Y uno de los métodos para mantener las costumbres es la socialización de todas las actividades. No se imponen actividades que estén en contra de lo que ellos creen, y si la actividad que nosotros

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San Marcos de la Sierra en este momento está atravesando una situación bastante complicada con la falta de disponibilidad del recurso agua. En este caso el manejo agroforestal de los cultivos y la mayor preservación de los recursos suelo y agua han sido el mayor problema y donde se ha hecho mayor énfasis.

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proponemos es favorable y ellos están renuentes a su adopción, creamos parcelas demostrativas. Y si ellos ven que se adapta a sus necesidades, lo pueden realizar en toda la parcela.

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Hemos realizado giras de una comunidad a otra para que ellos vean que con las mismas condiciones se está haciendo un mejor trabajo, los hemos llevado a giras, a fincas integrales, para que conozcan que la finca integral es manejada con productos locales que ellos tienen, con la diferencia de que se necesita un poco más de trabajo.

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¿En qué consiste el apoyo? En el municipio de San Marcos está el apoyo para insumos; para granos básicos, ya sea para semillas y fertilizantes; para la instalación y construcción de pilas cosechadoras de agua, la instalación de sistemas de riego con tanques de rotoplás; la construcción de silos metálicos; y la construcción de gallineros, todos manejado de manera comunal, para que sean capitalizados. Éstos son proyectos un poco más caros y no se capitalizarán de manera completa, pero si es importante una contraparte para que ellos participen.


A manera de epílogo

La tarea fue buscar tres mujeres campesinas que estuvieran involucradas en el trabajo organizado de sus comunidades, y lograr que nos contaran un poco de su vida, de su trabajo, de su familia y de su entorno; mujeres que nos hablaran sobre sus mayores dificultades para poder superarse o sobre cómo poner en práctica algunas experiencias que les fueron útiles en algún momento de su vida; que nos contaran de

viva voz todo lo realizado hasta ahora; la forma de cultivar la tierra y la manera sencilla pero eficaz de hacer la cosas, las vicisitudes que las han transformado en mujeres ejemplares, y con cierto grado de felicidad que se puede percibir cuando cuentan sus experiencias. Las tres historias de vida aquí presentadas tienen mucha similitud: el trabajo a temprana edad, el quedarse huérfanas sin un padre que las proteja, el emigrar de un sitio a otro en busca de mejores derroteros, el tener responsabilidad de familia a temprana edad, el no poder seguir estudiando en la escuela por la dificultades económicas y la falta de oportunidades, y, aun así, el haber salido adelante.

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ste es un documento de historia local, se puede decir un hecho testimonial. Documentar tres historias de vida no fue fácil porque estas mujeres, además de vivir en distintos puntos del país, permanecen ocupadas tanto en las labores de la casa como en el campo, no están acostumbradas a perder su tiempo y a brindar entrevistas, amanecen trabajando y anochecen trabajando, su descanso es el trabajo, para ellas no hay días de fiestas, ni domingos.

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50 Tres historias de vida...




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