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Berta Prieto & Belén Barenys no saben lo que es la vergüenza

Berta Prieto & Belén Barenys

¿Quién no se dejaría llevar de fiesta, de casa en casa, de aquí para allá, con estas dos tías? Hacen lo que les apetece sin preguntar, conocen la Barcelona veinteañera que más mola, se divierten, exprimen todas las emociones dentro y fuera de sí mismas… Son Berta Prieto y Belén Barenys. Son las creadoras -junto a quien fuera líder de la banda Manos de Topo, Miguel Ángel Blanca- y protagonistas de Autodefensa, la nueva serie made in Filmin. Sus personajes también molan, pero ellas dos, juntas o por separado, se están ganando la admiración del NUEBO mundo. Berta transita el rollito alternativo y la escena teatrera catalana como autora y actriz. Belén se hace llamar MEMÉ si va por libre en lo musical, cuando no le hace los coros a su prima, Rigoberta Bandini. B y B nos muestran su talento, sus casas (sirvieron de set de rodaje), su cinismo, sus inquietudes y sus límites reales y ficticios en un festín centennial de diez pildorazos con admirable descaro.

KIKU PIÑOL FOTO:

Animales en compañía

Por: Ángelo Néstore

Siempre me han fascinado los animales. Si vuelvo la vista hacia el pasado, puedo afirmar con rotundidad que durante mi infancia he pasado más horas de ocio en compañía de las cuatro perritas que vivían conmigo en casa que de niños, ya que estos no soportaban la idea de compartir su tiempo y juegos con un bambino tan afeminado como yo. Con el tiempo me he dado cuenta de que habitar las calles con animales es una experiencia radicalmente opuesta a ocupar espacios públicos en solitario. Cuando paseo con Kalima o con Rómulo por los parques o las avenidas de Málaga noto cómo las miradas entre desconocidos se cruzan, cómo se crea una suerte de idiolecto secreto y amable entre esas personas con una mano extendida hacia una correa y la otra exhibiendo con orgullo y responsabilidad una bolsa de plástico y una botella de Mistol. En compañía de un perro nos paramos, nos observamos, hasta nos atrevemos a intercambiar unas palabras, nos alejamos de las pantallas, de nuestro meta-yo, ese que parece que debe estar siempre donde el cuerpo no está. Hasta me atrevería a decir que estos seres peludos y silenciosos nos vuelven un poco más humanos o, quizá, debería decir que nos vuelven alegre y gozosamente todo lo contrario, más animales. Su realidad no se agota en el mero intento de hacernos compañía, sino que nos modela y nos co-construye. Como defiende la filósofa Donna Haraway, los seres no existen como entes independientes, sino como frutos de relaciones y negociaciones continuas, que empiezan en el momento en el que nacemos. Y si la relación se vuelve la unidad de análisis más pequeña, entonces deberíamos hablar de “animales en compañía” más que de “animales de compañía”. Esa preposición es suficiente para re-pensar nuestra ética del cuidado, nuestro ideal de posesión del otro cuando la relación con esa otredad se configura desde la desigualdad de poder.

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