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Quevedo el puto amo
POR: DIEGO RUBIO / FOTOS: LAURA OUCH, PAPO WAISMAN Y ÁLVARO MÉNDEZ
LA CANCIÓN DEL VERANO EN 2022 HA SIDO UN POCO COMO MESSI: INFALIBLE , HECHA PARA HERMANAR ARGENTINA Y ESPAÑA, Y CONOCIDA EN TODO EL PLANETA. Y, COMO MESSI, HA RECIBIDO EL CALOR ENFERVORECIDO DE LEGIONES DE FANS. NI UNA DISCOTECA, BOTELLÓN, BAR, FESTIVAL O ALTAVOZ SE HA QUEDADO SIN COREAR “QUÉDATE” A TODO VOLUMEN. TRAS EL FENÓMENO HAY DOS PERSONAS, QUEVEDO Y BIZARRAP. HABLAMOS CON EL PRIMERO PARA INTENTAR EXPLICARLO –SPOILER: NO SE PUEDE– .
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los más jóvenes reconocerán solo un tipo de periodismo, un tipo de “medios”, si es que esta palabra sigue teniendo significado ahora que el medio está en todas partes y nos rodea en forma de paquetes invisibles de datos comprimidos y lenguajes encriptados. Reconocerán un sector en crisis constante, en liviana caída libre, anquilosado y muy empeñado en hacer patente abismos generacionales que, en la práctica, no requieren de mucho más que una pequeña zancada de voluntad para salvarse. Tendrán que soportar lecciones estéticas, estilísticas, culturales y morales, sus buenas dosis de paternalismo. Y ellos mirarán hacia otro lado y seguirán contando sus historias como quieran contarlas, para quien quiera escucharlas, a través de Instagram o TikTok, haciendo canciones como y con lo que quieran hacerlas.
Pedro Luis Domínguez Quevedo nació en Madrid hace 20 años, pero lleva prácticamente 19 viviendo con su familia en Las Palmas de Gran Canaria. Desde hace 2 publica su música bajo el nombre artístico de Quevedo y, en resumen, encaja en el perfil que he esbozado antes. En su caso, además, lleva buena parte del 2022 lidiando con críticas, constantes rumores sobre una retirada ficticia e incluso filtraciones de sus propios temas desde esos medios de comunicación tradicionales. Medios que, ávidos de clic fácil y gorroneando la exposición que da ser uno de los nombres detrás del mayor éxito global del año, contribuyen aún más a la apertura de esa brecha generacional entre el periodismo al uso y las nuevas formas de comunicarse, de informarse.
“A los medios no les gusto tanto”, confiesa. A pesar de pasar buena parte del tiempo en Madrid, la entrevista se lleva a cabo vía cuestionario por mail, una manera de controlar al milímetro un discurso que se ha escrutado y cuestionado con saña. Él es consciente de que el motivo de hacer esta entrevista no es otro que celebrar un caso de éxito inédito en la historia del pop nacional -ahora mismo Quédate se encamina a los 800 millones de escuchas en Spotify-. Y por eso precisamente esta es una de las contadísimas entrevistas con Quevedo que, al menos por el momento, vas a encontrar en los medios. Pero incluso estando encantado de aparecer en la portada de NUEBO señalado como artista del año, todas las precauciones son pocas a la hora de situarse frente a un periodista.
Razones tiene para ello. Hay una frase de aquella disertación rencorosa que un periodista musical publicó en un medio generalista a propósito de Quédate, sobre la que me gustaría pararme un instante. Decía: “Una voz ultraprocesada y cacofónica que es la de Quevedo pero podría ser la tuya”. Hay quien exige de los artistas un carácter sobrehumano, que justifique esa posición “privilegiada” que ocupan con aptitudes técnicas muy superiores a la media. Por contra, nos encontramos ante una nueva generación de artistas que desprecia el virtuosismo y apuesta por una ética de trabajo, no exenta de cierto idealismo naíf que obvia los privilegios como parte fundamental de los procesos de acceso. Una ética que reconoce que cualquiera, con un poco de tiempo, motivación, algunas herramientas digitales al alcance de cualquiera y -lo más importante de todo- algo que decir, puede escribir una canción y triunfar, arrancando así una carrera musical de éxito. Sí, la voz de Quevedo podría ser la tuya. Pero no lo es. Es la voz de alguien al que en el último año prácticamente ha escuchado medio planeta. Y en la comprensión de este fenómeno es donde deberían estar fijadas las miradas periodísticas, no en el rechazo sistemático a cualquier cosa que se escapa a su entendimiento de lo que es el éxito.
Entendiendo el fenómeno Quevedo dio sus primeros pasos en el mundo de la música a los 14 años, cuando empezó a foguearse a base de pequeñas batallas con amigos. Pero no fue hasta la irrupción de la pandemia cuando empezó a tomárselo verdaderamente en serio. “Cuando pasó todo y nos confinaron perdí un poco el rumbo. No llevé bien el encierro y pasé una mala época en cuanto a amor y amistades. Toqué un poco fondo y fue entonces cuando decidí arriesgar, apostar todo por la música, por hacer lo que me gustaba. Siempre confié en que saldría bien... y al final ha salido bien”.
En poco tiempo Quevedo se estaba codeando con lo más granado de la escena urbana canaria. Distintos brotes de un movimiento que ya estaba plenamente configurado, y que había recogido todas las influencias sonoras que sobrevolaban las islas afortunadas para ofrecer su particular interpretación del movimiento urbano: ritmos latinos en constante ida y vuelta, r&b, dancehall, la tradición boom bap peninsular, músicas del norte de África, corrientes globales como el pop, el trap o la electrónica británica… Todo se daba, se ha ido dando y se da cita en mayor o medida en las trayectorias de Bejo y sus Locoplaya -Don Patricio incluido-, de Cruz Cafuné, de Maikel Delacalle, de Ptazeta, de La Pantera, de El IMA, de Abhir Hathi. Entre todos ellos, y ahora también con la ayuda de Quevedo, han definido un sonido genuinamente canario, pero al mismo tiempo latino y con proyección universal. Con muchos tuvo el de Gran Canaria precisamente su primer gran momento de exposición, aquel remix de Cayó la noche que se viralizó en TikTok, una plataforma que reconoce no usar ni consumir mucho, pero que le sirve para “acercarme a la gente de una manera más informal, haciendo tonterías y bailes con amigos”.
Era enero de 2022 y todo lo que estaba por venir no lo hubiera imaginado ni el mejor de los adivinos. El propio Quevedo alucina si lo piensa: “Te vienen muchas emociones, tanto buenas como no tan buenas, pero intento quedarme siempre con las que me traen felicidad”. Antes del verano ya había viajado a Argentina para grabar un tema, Si quieren frontiar, con Duki y De La Ghetto, y fue solicitado por Warner para la versión española del remix de 2step con Ed Sheeran. “El proceso de la canción con Duki fue mucho más orgánico y cercano que con Ed Sheeran, que al final fue hacer un remix de una canción que ya existía. Sin embargo Si quieren frontiar me permitió ir a Argentina, grabar el vídeo, disfrutar del proceso y la verdad es que disfruté mucho. Para mí fue un momento muy especial e importante en mi carrera y se lo agradeceré de por vida”. También hizo su aparición estelar en el single de cabecera del primer disco de Kabasaki, WAOH, de la mano de un inspirado Israel B. Y lo siguiente ya es historia: Bizarrap lanza su BZRP Session #52 junto a Quevedo y la canción se convierte de forma fulgurante en el himno del verano.
Explicando el fenómeno La existencia de una escena canaria sólida es algo sin lo que habría sido muy difícil lograr cierta repercusión internacional. Pero el fenómeno Quevedo tampoco sería explicable sin atender al boom mundial latino que ha venido de la mano de estrellas
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como Shakira, J Balvin, o Bad Bunny, y que a día de hoy sigue antojándose con un potencial de crecimiento incalculable. Son dos ideas fundamentales para comprender, o al menos contextualizar, un éxito como el de Quevedo, que realmente es el de su sesión con Bizarrap. Y aunque podríamos estar horas debatiendo e intentando argumentar sobre cuáles son los ingredientes de la receta del éxito de Quédate, la realidad es que sería en vano. ¿Euforia electrónica justo después de la pandemia y coincidiendo con la recuperación del verano y los clubs? Algo habrá influido, seguro. ¿Un buen puñado de ganchos melódicos y un fondo muy de himno futbolero -no por nada se lo han apropiado para el mundial de la vergüenza los hinchas de Argentina-? Tiene sentido... Pero hay que llegar a la gente para conquistar tops mundiales como el de Spotify por encima de torpedos como el Despechá de Rosalía, el As It Was de Harry Styles o el último disco al completo de Bad Bunny. Y frente a eso no existen algoritmos infalibles ni fórmulas mágicas. “Por lo que sea la canción enganchó a la gente y eso es todo, no hay más misterio. El éxito no tiene una clave, y aunque es verdad que yo estaba en un buen momento cuando salió el tema y que Bizarrap ya era un productor top muy consolidado y con muchísima repercusión, que lógicamente pueden ser dos factores muy importantes para que haya salido tan bien, creo que hay que estar en el lugar y en el momento adecuado y que además la gente te apoye y conecte. Son cosas imposibles de predecir”.
Desde luego Quevedo tiene claro que a veces las canciones son más grandes que nosotros. Fue muy comentado el momento en que, cerrando su actuación en el festival Boombastic de Fuengirola, él y Bizarrap simplemente se limitaron a pinchar el tema y disfrutarla con el público. A algunos les parecerá un sacrilegio, una ofensa a las convenciones del directo y al público por extensión. Pero convendría recordar que las canciones tienen vida propia, son, a su manera, seres vivos. Por eso tiene algo de honesto limitarse a pinchar Quédate, porque es hasta poético que todos, público y artistas, celebren la enormidad de una canción que, evidentemente, ya es mucho más grande que ellos. Celebren que es libre y que cualquiera puede hacerla suya.
Oteando el futuro Más allá de Quédate, Quevedo ha presentado varios sencillos que anticipan el que será su primer álbum. Se espera para la primera mitad de 2023 y según PDQ “incluye mis mejores canciones, hay un gran trabajo detrás. Estoy muy contento con el disco, hemos tratado de superarnos tanto a nivel musical como audiovisual y hemos disfrutado mucho construyéndolo”. Lo ha hecho mano a mano con Bluefire, su productor de confianza, pero también ha trabajado con otros productores para enriquecerlo en matices, como el colombiano Ovy On The Drums -con quien ya trabajó en el lanzamiento de Sin señal-. “También hay otros productores a los que admiro muchísimo, que me han sorprendido y a los que he ido incluyendo. Cada uno ha dado un sonido distinto al álbum, pero sin perder de vista lo que yo estaba buscando”. Porque Quevedo sigue buscando, tiene claro que esta bonita historia justo acaba de empezar. “Me gustaría que mis canciones fueran atemporales. Hoy en día hay mucha música y todos los días sale algo nuevo, por lo que me gustaría que algunos de mis temas tengan un hueco en la vida de la gente y que lo escuchen ahora y siempre”. Pues misión cumplida, amigo.
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BI
Igual que las islas allanaron el terreno en España al reguetón y otros ritmos urbanos latinos de principios de los 2000, es evidente la conexión canaria con la explosión del rap argentino. Parte de la culpa de la popularidad de Duki y (cómo no) Bizarrap en España la tienen Ptazeta y Quevedo. El nexo en común es este DJ y productor de 24 años, famoso por su estudio con luces de streamer, gorra y gafas de sol, que nació en Ramos Mejía, una localidad cercana a Buenos Aires, Argentina, en 1998, y que comenzó a hacerse conocido por sus producciones para el Duco en 2017. No fue hasta 2019 que decidió comenzar sus ahora mundialmente famosas BZRP Sessions, una serie de colaboraciones en forma de canción o freestyle con artistas emergentes de varias escenas latinoamericanas, especialmente la argentina. Desde el principio las sesiones contribuyeron al ascenso de grandes puntales albicelestes como Trueno y Nicki Nicole. La pandemia le dio la razón a un formato visionario por doméstico, y sus números se multiplicaron en Youtube. La repercusión se amplificaba gracias a la relación de Biza con streamers de nivel mundial como Ibai, con futbolistas y a la proliferación de videoreacciones. Llegaron entonces las sesiones con Nathy Peluso, L-Gante, Snow Tha Product o con Tiago PZK, y se desbloqueó una nueva pantalla cuando artistas ya consolidados en el Olimpo latino se quisieron subir al carro: Eladio Carrión, Nicky Jam, Anual AA han participado, y Residente incluso utilizó la plataforma para tirarle un diss a J Balvin. Este año el éxito incontestable de su sesión con Quevedo le ha catapultado al primer nivel de los productores a escala global. Además con la puertorriqueña Villano Antillano ha firmado una de sus mejores sesiones. Incluso ha tenido tiempo para construir lore y hasta un poquito de leyenda en torno a las sessions, como aquella #23 con Paulo Londra que se mantuvo en la nevera casi dos años -hasta que el cantante argentino resolvió problemas varios con su sello-; la recientemente estrenada #50 con Duki -que se mantuvo en secreto esperando al mundial de fútbol; y aún está pendiente una segunda parte en la que se rumorea que aparecerá Bad Bunny-; o como la #42, una incógnita en la que se ha especulado con Rosalía. Si se puede llegar más alto es algo que tendremos que ver en 2023.