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Avatar: el sentido del agua blockbuster para cerrar el año

POR: FELIPE RODRÍGUEZ TORRES

Trece años después de que 'Avatar' arrasara las taquillas de todo el mundo, James Cameron regresa a su universo de Pandora con 'Avatar: el sentido del agua'. Una superproducción de más de 250 millones de dólares que solo es el principio de una serie de secuelas que volverán, seguramente, a revolucionar la tecnología cinematográfica en el futuro próximo.

en los últimos 25 años james cameron solo ha estrenado dos películas. Algo muy diferente a su trayectoria durante los años ochenta y noventa, cuando el megalómano cineasta canadiense se diera a conocer con Terminator en 1984, estrenando consecutivamente Aliens: El regreso (1986), Abyss (1989), Terminator 2: el juicio final (1991), Mentiras arriesgadas (1994) y Titanic (1997). Esta última, junto a Avatar (2009), han sido esos dos únicos títulos que los seguidores de Cameron han podido disfrutar en pantalla grande en los últimos cinco lustros. Pero la diferencia es que, aunque toda la filmografía de Cameron terminó convirtiéndose en estruendosos éxitos de taquilla -a excepción de Abyss, el único patinazo comercial de su filmografía-, lo de Titanic y Avatar solo puede calificarse de fenómeno social y cultural. Algo que el cineasta pretende recuperar tras un larguísimo silencio con el estreno de Avatar: El sentido del agua, el retorno a Pandora trece años después. ¿Cuál es el motivo de un regreso tan espaciado en el tiempo? Si tras el fulminante éxito de Titanic, Cameron dedicó más de una década a seguir profundizando (u obsesionándose) en descubrir los misterios tras el hundimiento del barco que le otorgó el reconocimiento definitivo del público y la Academia de Hollywood, tras arrasar las taquillas de todo el mundo con Avatar el cineasta decidió embarcarse en una nueva aventura, explorar la fosa de las Marianas, el lugar o segundo lugar más profundo de la tierra. Pero más allá del deseo de Cameron por explorar las profundidades abisales, existían también dudas algo más prosaicas o centradas en su profesión. “Hubo un momento, más o menos el año o año y medio después del estreno de Avatar, en que no sabía si me apetecía volver a realizar una película centrada en ese universo. La original me arrebató cuatro años de mi vida. Y pensé: '¿De verdad quiero hacer esto de nuevo?'”.

Que Cameron rondara los 65 años también fue un motivo de peso para dudar, aunque tuviera una ingente cantidad de ideas para seguir desarrollando su universo: “Cuando llegas a los sesenta y tantos eres consciente de que el hacha puede caer en cualquier momento. Pero la duda no era entre hacer más Avatar o apostar por otro proyecto. Sino entre hacer más películas, seguramente más películas de Avatar, o no hacer más películas y dedicarme plenamente a explorar el fondo marino y a proyectos de sostenibilidad, algo en lo que he empleado gran parte de mi tiempo últimamente”.

Una vez que tomó la decisión de darle continuidad a ese universo que surgió en la cabeza de Cameron a partir de un sueño, los problemas para desarrollar una secuela no hicieron más que comenzar. Porque antes de este Sentido del agua -que solo es el principio de una serie de cuatro secuelas filmadas al estilo de la trilogía de El señor de los anillos de Peter Jackson- existió otro proyecto de secuela titulado Avatar: The High Ground. Un guion de 130 páginas de extensión realizado por Cameron junto a un equipo de escritores y que, en el momento de ponerle punto y final y de leerlo, el propio Cameron sintió como una gran historia. The High Ground sin embargo tenía un problema fundamental: “Le faltaba un elemento crítico en toda secuela, que la historia no se introducía lo suficiente en lo inesperado. Además, al proyecto le faltaba un elemento fundamental que sí tenía el Avatar original: no nos conectaba con el mundo de los sueños, le faltaba ese componente espiritual que no se puede cuantificar con palabras”.

Eso no significa que aquel borrador previo no haya servido para nada, al contrario: hoy es la base de una novela gráfica que se publicará el 6 de diciembre, diez días antes del estreno en cines de su secuela. Y en cualquier caso aquel guión funcionó como una suerte de borrador previo para lo que hoy es Avatar: El sentido del agua. Una cinta que, de nuevo, llevará los avances tecnológicos aplicados al arte cinematográfico, de la misma forma que una incipiente tecnología digital nos dejara con la boca abierta en Terminator 2, o la explosión del motion

capture y la tecnología 3D propició un espectáculo visual nunca visto en el Avatar original. Para esta secuela Cameron ha desarrollado y diseñado nuevas cámaras que le han permitido rodar bajo el agua, y un nuevo sistema de motion capture, que puede capturar tomas tanto dentro como fuera del agua e integrarlas en una imagen virtual unificada.

La cinta de nuevo le reúne con el productor Jon Landau -artífice junto a Cameron del éxito de Titanic y Avatar- con un plan ambicioso y a la vez peligroso de rodar simultáneamente esta secuela y tres entregas más, de las que Landau comenta que “tenemos rodadas ya la segunda, la tercera, y parte de la cuarta”. Un riesgo en un ecosistema de Hollywood muy diferente al de 2009, cuando Avatar vio la luz. Landau justifica lo ambicioso de la propuesta: “Al principio pensamos que se podía contar en tres películas, no en cuatro. Pero esta película tiene más personajes, y para hacerles justicia necesitábamos más tiempo”.

Todo esto ha provocado que solo El sentido del agua alcance un metraje de más de tres horas. Algo que a Cameron no le preocupa y que explica de la siguiente manera: “El objetivo es contar una historia extremadamente convincente desde un punto de vista emocional. Es más, diría que el énfasis en esta secuela se pone sobre la historia, los personajes, las relaciones y la emoción. En la original no pudimos centrarnos del todo en desarrollar en profundidad a los personajes. Y en esta, además, hay muchos más personajes”. Se reúne de nuevo a caras conocidas de la cinta original como el desaparecido Sam Worthington y Zoe Saldaña -interpretando a Jake Sully y Neytiri-, el coronel Miles Quaritch bajo la apariencia del actor Stephen Lang, además de viejos conocidos del cine de Cameron como Sigourney Weaver -que pasa de interpretar a la doctora Grace Augustine en la original, a Kiri, la hija de Sully y Neytiri, en El sentido del agua. Sin olvidar el regreso de Kate Winslet, llamativo si tenemos en cuenta el conflictivo rodaje de Titanic y la tensa relación de Winslet con el propio Cameron.

Pero más allá de la retahíla actores de primera línea que se dan cita en el filme, esta segunda entrega de Avatar vuelve a ser todo un espectáculo visual y tecnológico que sitúa a la familia en el centro del discurso. Para Cameron es sencillamente lógico por tratarse de una evolución para los dos protagonistas de la cinta original, que interrogan al propio Cameron: “¿Qué hacen dos personajes que son guerreros, que se arriesgan y no tienen miedo, cuando tienen que equilibrar el cuidado de sus hijos con su lucha épica?”. Algo que para Sigourney Weaver convierte a esta película en el proyecto más personal e íntimo de Cameron: “Todo está muy inspirado en la familia de Jim y su gozo por la familia; y también, lo vulnerable que eres cuando tienes hijos”.

Eso no quita para que Cameron vuelva a extasiarnos con set-pieces de acción y un apartado visual de infarto que ha disparado los costes de la producción a más de 250 millones de dólares (cifra estimada). Como el propio Cameron transmitió a los ejecutivos de Disney y 20th Century Studio, Avatar: El sentido del agua debería alcanzar el tercer o cuarto puesto en el ranking de películas más taquilleras de la historia para no perder. En sus propias palabras: “El peor negocio de la historia del cine”.

AVATAR: EL SENTIDO DEL AGUA (16 diciembre)

EE UU. 2022. Disney Dirección: James Cameron. Reparto: Sam Worthington, Zoe Saldana, Kate Winslet, Sigourney Weaver, Giovanni Ribisi, Michelle Yeoh, Oona Chaplin.

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