Escena
william christie
«Estamos ante un drama muy humano: el amor, los celos, el odio... Eso hace que esta pequeña obra pastoral sea a la vez heroica y monumental»
La maldición de Mondonville
La diosa Pales, protectora de la tierra y del ganado doméstico, en una de las escenas de la ópera. © STEFAN BRION
William Christie rescata una ópera francesa que llevaba sin subir a un escenario más de dos siglos. La pandemia impidió finalmente que se representara con público. texto Felipe Santos [Com 93]
@ultimoremolino
98—Nuestro Tiempo invierno 2021
La lista de recuperaciones históricas de William Christie es larga, quizá no tan prolífica y ecléctica como la de Jordi Savall pero al menos igual de relevante para la música barroca gala. En el recuerdo, por ejemplo, sobresale el Atys de Jean-Baptiste Lully que dirigió en 1987 al frente de su ensemble, el formidable Les Arts Florissants. Para este año había programado el rescate de una obra que permanecía en el olvido desde los albores de la Revolución
Francesa, escrita por un contemporáneo de Jean-Philippe Rameau. Jean-Joseph Cassanéa de Mondonville, violinista de la corte, compuso Titón et l’Aurore, una ópera-ballet que dio en llamar pastoral heroica y que se convirtió en una de las muestras más simbólicas del teatro musical francés de la época prerrevolucionaria. Se estrenó en 1753, justo en los años en que se libró una pugna intelectual, la querelle des bouffons, entre los partidarios de la tradición de su país y los defensores