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Los superalimentos, ¿moda o ciencia?

Arándanos, açaí, semillas de chía, bayas de Goji, algas, son algunos de ellos

Los superalimentos, ¿moda o ciencia?

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Lic. en Nutrición Adriana Picasso y Aurora Vispo

En los últimos tiempos nos hemos acostumbrado al uso del término “superalimentos” cuando se hace referencia a alimentos que, según se afirma, al consumirlos despliegan atributos casi milagrosos, y logran efectos increíbles en nuestro cuerpo.

Es frecuente que los pacientes se acerquen y consulten sobre la necesidad de incluirlos en su alimentación cotidiana o, incluso, algunos reconocen que ya los están consumiendo, sin saber demasiado para qué.

La voz popular dice que hay que comerlos para salvarse. La pregunta que nos hacemos es, ¿salvarse de qué? ¿Cuánto de moda y cuánto de veracidad científica existe detrás de estas informaciones?

¿Qué son los superalimentos?

Si bien el concepto de “superalimentos” fue utilizado por primera vez a comienzos del siglo pasado, su inclusión en el lenguaje cotidiano y popular es reciente y se ha visto fuertemente difundido gracias al crecimiento vertiginoso de las redes sociales. Recibimos en forma diaria o al menos semanalmente alguna sugerencia, sobre la imperiosa necesidad de incluir alguno de ellos en la dieta diaria para estar y vivir mejor.

Popularmente se los define como alimentos “super”, es decir, muy sanos y con aporte de determinadas sustancias que son buenas para la salud.

Cuando se les pregunta a las personas que acostumbran consumirlos por qué los prefieren, suelen responder que los eligen por considerarlos alimentos confiables y 100% eficaces.

Desde el punto de vista científico, no existe definición alguna sobre estos superalimentos. Poseen en común el ser alimentos naturales, muy poco industrializados, en su mayoría frutas, vegetales, semillas, algas o hierbas, y que aportan cantidades significativas de vitaminas, minerales, fibras, fitoquímicos, antioxidantes y/o ácidos grasos de buena calidad.

Sin duda, la presencia de estas sustancias ejercen un efecto beneficioso en la salud, pero su consumo por sí solo, en baja frecuencia y en pequeñas proporciones, no dan el resultado que prometen en su promoción.

En algunos casos se indica que se incluyan en la alimentación en cantidades tan elevadas que provocarían intolerancias gastrointestinales que por sí limitarían su ingestión.

Como profesionales de la nutrición, podríamos afirmar que el único superalimento que hemos encontrado es la leche materna, administrada en los primeros seis meses de vida del niño, ya que por sí sola logra cubrir todas sus necesidades nutricionales, previniendo inclusive futuras enfermedades crónicas, como por ejemplo la obesidad o la diabetes en etapas futuras.

Es sorprendente cómo el marketing ha sobrevalorado estos alimentos concediéndoles atributos casi mágicos; se dice que son la “fruta de la vida”, “los que salvarán tu vida” o se alienta a “poner vida en tu vida”, entre otros. Algunos han llegado a ser valorados como los de más alta calidad nutricional, alcanzando la categoría de super. Existen estudios que avalan sus cualidades beneficiosas, pero cuando son examinados detenidamente se observa que en su mayoría se han llevado a cabo en animales y en cultivos celulares, y no en humanos.

En esos estudios se incluyen cantidades elevadísimas de esos superalimentos, lo cual posteriormente es imposible llevarlo a la práctica.

No se puede garantizar que el consumo de éstos en la dieta humana brinde el efecto encontrado en animales; no se garantiza la extrapolación de los resultados a seres humanos. Para que así fuera se requieren más estudios de intervención y observacionales. En los estudios de intervención, los investigadores manipulan la dieta con el fin de determinar el efecto de un alimento o nutriente, mientras que en los segundos se observan los efectos que producen las diferentes dietas en las personas.

Paralelamente, y queremos resaltarlo, el hecho de ser llamados “superalimentos” puede crear la confusión de que los que componen nuestra dieta diaria no son tan saludables como ellos, y esto no es cierto.

Alimentos ricos de uso cotidiano

Los nutrientes presentes en los alimentos de uso cotidiano, son tan nutritivos y saludables como los que se detallan en los superalimentos. Todas las verduras y frutas pueden ser consideradas como superalimentos, ya que en ellas se encuentran la gran variedad de vitaminas, minerales, fibras, fitoquímicos y antioxidantes que nuestro cuerpo necesita.

Recordemos la importancia del “5 al día” en el consumo de verduras y frutas, una propuesta a través de la cual se busca estimular en la población una mayor inclusión de éstos y así acercarnos a los 25 gramos de fibra recomendados, a la vez que también aumenta el aporte de vitaminas, minerales y fitoquímicos con efectos beneficiosos.

Por último existe una limitante económica, ya que debido a su costo, muchas veces hace inviable el consumo en las cantidades y frecuencia sugeridas.

Vaya como ejemplo el caso de uno de los últimos supuestos superalimentos que se encuentra en nuestro mercado, el “kale”, una col rizada de la familia de las crucíferas (al igual que el brócoli, coliflor, entre otras), con un elevado costo. Si se sugiere su consumo en forma diaria para cumplir con los atributos que promete, nos encontramos que su costo sería una limitante, además de sus efectos adversos en el aparato digestivo.

Destacamos que dentro de una alimentación completa, rica en verduras y frutas de todos los colores, en cantidades suficientes y en forma continua, la inclusión de estos llamados superalimentos podrían contribuir al logro de una mejor nutrición gracias a algunos de sus efectos beneficiosos asociados.

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