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Dormir muy pocas o demasiadas horas por la noche podría conducir a un aumento excesivo de peso durante el embarazo, sugiere un nuevo estudio.
“Sabemos que dormir mal durante el embarazo se ha vinculado con unos resultados adversos del embarazo”, escribió la doctora Francesca Facco, del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano de Estados Unidos.
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Investigaciones anteriores han sugerido que dormir mal se asocia con el aumento de peso y la obesidad en las mujeres que no están embarazadas. Los autores de este nuevo estudio deseaban examinar un vínculo posible entre el sueño y el aumento de peso en el embarazo.
El estudio, cuyas conclusiones fueron publicadas en el servicio informativo HealthDay incluyó a 751 mujeres embarazadas cuyo sueño se monitorizó durante siete días seguidos. Alrededor de dos tercios de las mujeres durmieron entre siete y nueve horas por noche.
Los investigadores encontraron que una duración corta o prolongada del sueño se asociaba con un aumento adicional de peso durante el embarazo.
El estudio se presentó a inicios de febrero de 2016 en la reunión anual de la Sociedad de Medicina Materna y Fetal, en Atlanta, Estados Unidos.
Relacionan aumento de peso en el embarazo con exceso o falta de sueño
La diabetes multiplica el riesgo de fracturas
La persona con diabetes tiene hasta 6 veces más riesgo de sufrir una fractura por fragilidad ósea, según se informó en el XXVII Congreso Nacional de Diabetes, realizado en Bilbao, España, en abril de 2016.
En el transcurso de una mesa redonda organizada por la Sociedad Española de Diabetes (SED) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), el endocrinólogo y profesor titular de Medicina de la Universidad de Granada, Manuel Muñoz Torres, señaló de que de por sí la hiperglucemia incide en forma negativa en la calidad del hueso. Agregó que las enfermedades asociadas a la diabetes como obesidad, hipertensión, dislipemia o problemas renales también influyen negativamente sobre la salud del hueso, reportó el portal español JANO, especializado en temas de salud.
No obstante, Muñoz subrayó que, paradójicamente, las personas con diabetes (especialmente aquellas que tienen una diabetes tipo 2) tienen una densidad ósea mayor que la población no diabética, por lo que, a su juicio, el problema no se deriva del déficit de hueso, sino de su mala calidad.
Recordó que algunos fármacos indicados para el tratamiento de la diabetes tienen repercusiones negativas sobre el hueso. “Entre ellos, se encuentran las glitazonas, fármacos extensamente utilizados en el manejo de la diabetes y que se ha comprobado que, como efecto adverso importante, provocan alteraciones óseas de interés en poblaciones especialmente vulnerables (ancianos o mujeres postmenopáusicas)”, señaló el especialista.}
Hipoglucemias y fracturas
No obstante, aclaró que se trata de fármacos seguros y de probada eficacia, pero que deben indicarse con alguna precaución especial en grupos de personas que puedan ser especialmente sensibles a sufrir fragilidad ósea.
Por su parte el jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital de Valdecilla, Santander, José Antonio Amado, subrayó que existen otros fármacos antidiabéticos orales nuevos, que dado su corta trayectoria, no pueden acreditar una seguridad ósea a largo plazo.
Un riesgo añadido que se advierte en este ámbito es el derivado de los episodios de hipoglucemias (descenso brusco de los niveles de glucosa o azúcar en la sangre). “En personas con diabetes, y especialmente en las de edad avanzada, la aparición de un evento hipoglucémico puede acarrear en muchos casos caídas y, por lo tanto, fracturas. Ante este escenario, no debemos emplear alegremente la insulina, debiendo siempre vigilar este posible riesgo asociado”, enfatizó Amado.
Ante estos riesgos, los expertos coincidieron en la necesidad de atender especialmente a la fragilidad ósea en las personas con diabetes. “Estas personas precisan de unas medidas particulares para prevenir la aparición futura de fracturas óseas, siendo fundamental que su médico les advierta de este riesgo y les informe sobre medidas convencionales para evitar estas alteraciones. En cualquier caso, la primera medida de prevención de fractura ósea en estas personas debe ser, sin duda, asegurar que tengan bien controlada su diabetes, evitando para ello el empleo de aquellos hipoglucemiantes que puedan elevar el riesgo de fragilidad ósea”, concluyó Muñoz.
Seis meses antes, en octubre de 2015, en el Congreso Anual de la Sociedad Estadounidense de Investigación Ósea y Mineral (ASBMR, según sus siglas en inglés) celebrado en Seattle, Estados Unidos se presentaron diferentes estudios acerca de la relación entre diabetes y mayor fragilidad ósea.