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DOCUMENTOS

tantes de diferentes países y diferentes tradiciones cristianas presentaron diez obras destacadas. El trabajo de los tres teólogos constituye una contribución importante al diálogo católico-luterano, así como al diálogo intraprotestante, continuando los enfoques metodológicos de Harding Meyer. El trabajo ganador de Graber se titula "María: un estudio que compara la Redemptoris Mater de Juan Pablo II y el comentario de Lutero sobre el Magníficat a la luz

de los diálogos ecuménicos".

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Gross fue galardonado por "La pluralidad como un desafío: el Acuerdo de Leuenberg como modelo de mediación para las iglesias de la Reforma en Europa". Rinderknecht fue honrado por el estudio "Mapeo del consenso diferenciado de la Declaración conjunta". El Premio Harding Meyer en Ecumenismo normalmente se otorga durante un seminario internacional de verano organizado por el Instituto de Investigación Ecuménica cada año. Debido a COVID-19, el seminario no tendrá lugar este verano. Por lo tanto, el premio no se otorgará hasta 2021, y la próxima ceremonia de entrega tendrá lugar en 2022. (oikoumene.org) 11/06/2020

77."Los ritos transforman el 'estar en el mundo' en un 'estar en casa'. Hacen del mundo un lugar fiable": Byung-Chul Han Extracto del 'La desaparición de los rituales', último libro de Byung-Chul Han en España, donde advierte de lo que ahora sucede: la pérdida de los ritos y de los juegos Los ritos son acciones simbólicas. Transmiten y representan aquellos valores y órdenes que mantienen cohesionada una comunidad. Generan una comunidad sin comunicación, mientras que lo que predomina hoy es una comunicación sin comunidad. De los rituales es constitutiva la percepción simbólica. El símbolo, palabra que viene del griego symbolon, significaba originalmente un signo de reconocimiento o una contraseña entre gente hospitalaria (tessera hospitalis). Uno de los huéspedes rompe una tablilla de arcilla, se queda con una mitad y entrega la otra mitad al otro en señal de hospitalidad. De este modo, el símbolo sirve para reconocerse. Esta es una forma peculiar de repetición: Reconocer no es volver a ver una cosa. Una serie de encuentros no son un reconocimiento, sino que reconocer significa: reconocer algo como lo que ya se conoce. Lo que constituye propiamente el proceso de «instalación en un hogar» -utilizo aquí una expresión de Hegeles que todo reconocimiento se ha desprendido de la contingencia de la primera presentación y se ha elevado al ideal. Esto lo sabemos todos. En el reconocimiento ocurre siempre que se conoce más propiamente de lo que fue posible en el momentáneo desconcierto del primer encuentro. El reconocer capta la permanencia en lo fugitivo. Al ser una forma de reconocimiento, la percepción simbólica percibe lo duradero. De este modo el mundo es liberado de su contingencia y se le otorga una permanencia. El mundo sufre hoy una fuerte carestía de lo simbólico. Los datos y las informaciones carecen de toda fuerza simbólica, y por eso no permiten ningún reconocimiento. En el vacío simbólico se pierden aquellas imágenes y metáforas generadoras de sentido y fundadoras de comunidad que dan estabilidad a la vida. Disminuye la experiencia de la duración. Y aumenta radicalmente la contingencia. Los rituales se pueden definir como técnicas simbólicas de instalación en un hogar. Transforman el «estar en el mundo» en un «estar en casa». Hacen del mundo un lugar fiable. Son en el tiempo lo que una vivienda es en el espacio. Hacen habitable el tiempo. Es más, hacen que se pueda celebrar el tiempo igual que se festeja la instalación en una casa. Ordenan el tiempo, lo acondicionan. En su novela Ciudadela, Antoine de Saint-Exupéry describe los rituales como técnicas temporales de instalación en un hogar: Al tiempo le falta hoy un armazón firme. No es una casa, sino un flujo inconsistente. Se desintegra en la mera sucesión de un presente puntual. Se precipita sin interrupción. Nada le ofrece asidero. El tiempo que se precipita sin interrupción no es habitable. Los rituales dan estabilidad a la vida. Parafraseando las palabras de Antoine de Saint-Exupéry, se puede decir que los rituales son en la vida lo que en el espacio son las cosas. Para Hannah Arendt es la durabilidad de las cosas lo que las hace «independientes de la existencia del hombre». Las cosas tienen «la misión de estabilizar la vida humana». Su objetividad consiste en que brindan a la desgarradora mutación de la vida natural.

Las cosas son polos estáticos estabilizadores de la vida. Esa misma función cumplen los rituales. Estabilizan la vida gracias a su mismidad, a su repetición. Hacen que la vida sea duradera. La actual presión para producir priva a las cosas de su durabilidad. Destruye intencionadamente la duración para producir más y para obligar a consumir más. Demorarse en algo, sin embargo, presupone cosas que duran. No es posible demorarse en algo si nos limitamos a gastar y a consumir las cosas. Y esa misma presión para producir desestabiliza la vida eliminando lo duradero que hay en ella. De este modo destruye la durabilidad de la vida, por mucho que la vida se prolongue. El smartphone no es una cosa en la acepción que Hannah Arendt da al término. Carece justamente de esa mismidad que da estabilidad a la vida. Y tampoco es especialmente duradero. Se distingue de cosas tales como una mesa, que yo tengo ante mí en su mismidad. Sus contenidos mediáticos, que acaparan continuamente nuestra atención, son cualquier cosa menos idénticos a sí mismos. Su trepidante alternancia no permite demorarse en ellos. El desasosiego inherente al aparato lo convierte en un trasto. Además nos hace adictos y nos obliga a echar mano de él, mientras que de una cosa no deberíamos sentir que nos mete presión. Son las formas rituales las que, como la cortesía, posibilitan no solo un bello trato entre personas, sino también un pulcro y respetuoso manejo de las cosas. En el marco ritual las cosas no se consumen ni se gastan, sino que se usan. Por eso pueden llegar a hacerse antiguas. Por el contrario, bajo la presión para producir nosotros nos comportamos con las cosas, es más, con el mundo, consumiendo en lugar de usando. En contrapartida, ellas nos desgastan. Un consumo sin escrúpulos hace que estemos rodeados de un desvanecimiento que desestabiliza la vida. Las prácticas rituales se encargan de que tengamos un trato pulcro y sintonicemos bien no solo con las otras personas, sino también con las cosas. Hoy consumimos no solo las cosas, sino también las emociones de las que ellas se revisten. No se puede consumir indefinidamente las cosas, pero sí las emociones. Así es como nos abren un nuevo e infinito campo de consumo. Revestir de emociones la mercancía y -lo que guarda relación con ello- su estetización están sometidos a la presión para producir. Su función es incrementar el consumo y la producción. Así es como lo económico coloniza lo estético. Las emociones son más efímeras que las cosas. Por eso no dan estabilidad a la vida. Además, cuando se consumen emociones uno no está referido a las cosas, sino a sí mismo. Se busca la autenticidad emocional. Así es como el consumo de la emoción intensifica la referencia narcisista a sí mismo. A causa de ello cada vez se pierde más la referencia al mundo, que las cosas tendrían que proporcionar. También los valores sirven hoy como objeto del consumo individual. Se convierten en mercancías. Valores como la justicia, la humanidad o la sostenibilidad son desguazados económicamente para aprovecharlos: «Salvar el mundo bebiendo té», dice el eslogan de una empresa de comercio justo. Cambiar el mundo consumiendo: eso sería el final de la revolución. También los zapatos o la ropa deberían ser veganos. A este paso pronto habrá smartphones veganos. El neoliberalismo explota la moral de muchas maneras. Los valores morales se consumen como signos de distinción. Son apuntados a la cuenta del ego, lo cual hace que aumente la autovaloración. Incrementan la autoestima narcisista. A través de los valores uno no entra en relación con la comunidad, sino que solo se refiere a su propio ego. Con el símbolo, la tessera hospitalis, los hospitalarios sellan su alianza. La palabra symbolon pertenece al mismo campo semántico que «relación», «totalidad» y «salvación». Según el mito que Aristófanes relata en el diálogo platónico El banquete, el hombre era originalmente un ser esférico con dos rostros y cuatro piernas. Como era demasiado arrogante, Zeus lo partió en dos mitades para debilitarlo. Desde entonces el hombre es un symbolon que añora su otra mitad, una totalidad que lo sane y lo salve. Juntar se dice en griego symbállein. Los rituales son también una praxis simbólica, una praxis de symbállein, en la medida en que juntan a los hombres y engendran una alianza, una totalidad, una comunidad. Lo simbólico como un medio en el que se genera y por el que se transmite la comunidad está hoy, con toda claridad, desapareciendo. (elmundo.es) 05/06/2020

78.Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?: Reinerio Arce-Valentín

Estas fueron las palabras de Jesús cuando ―sintió‖ la ausencia de Dios Padre en aquel momento de dolor en la cruz como es la de muchos en estos momentos de crisis producto de la pandemia que asecha a toda la humanidad. En medio de esta realidad, otros se preguntan reiteradamente: ¿Dónde está Dios? Algunos van más allá, casi cuestionado a Dios: ¿Por qué Dios permite este mal? De la misma manera otros afirman que lo que estamos

experimentando en el mundo es un castigo divino por nuestra incredulidad y pecados. Tanto preguntas como afirmaciones son el resultado de una enorme incertidumbre, del temor que nos provoca el hecho de que nunca, en nuestros tiempos, ha habido una pandemia como esta en donde millones de personas alrededor del mundo han enfermado y, sobre todo, porque miles han muerto y han dejado una estela de dolor entre sus familiares y seres queridos. Además, nuestra vida, nuestros hábitos, nuestras relaciones, se han trastocado. No poder besarnos, abrazarnos, compartir con familiares y amistades han comenzado a formar parte de esta nueva realidad, entre otras muchas cosas. Las preguntas que nos hacemos en medio de esta realidad de incertidumbre y sufrimiento son existenciales. Son preguntas que siempre afloran en aquellas circunstancias de la vida en las que nos sentimos desamparados. Hasta el mismo Jesús, Hijo de Dios, sintió esa desolación en la cruz y en un momento de inmenso dolor, no sólo físico sino existencial, clamó diciendo: ―Dios mío, ¿por qué me has abandonado?‖. Esa pregunta que nos hacemos acerca de Dios en situaciones dolorosas, ciertamente no es nueva. Gottfrid Leibniz, escribió un libro en 1710 que tituló Ensayo de Teodicea. Acerca de la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal. Leibniz trataba de explicar la existencia de un Dios amoroso y todopoderoso, frente a la realidad del mal. Él, de cierta manera, intentaba defender a Dios y justificarlo por permitir el mal. Sin embargo, en 1755, después de publicado en libro, hubo un gran terremoto en Lisboa, seguido de un tsunami, en los que fallecieron entre 64 y 100 mil personas y fue prácticamente destruida esa ciudad junto con muchas otras de la península ibérica. Esta tragedia puso en cuestionamiento las afirmaciones de Leibniz y, para muchos, la responsabilidad de Dios frente al mal volvió a levantarse como una pregunta válida. Así, el filósofo francés Voltaire, intentando contradecir a Leibniz, escribió la novela satírica Cándido en la que a través de su trama cuestiona las afirmaciones del teólogo y matemático alemán. La Teodicea se fue desmontando del pensamiento de muchos pensadores de la época los que en gran número llegaron a la conclusión de que Dios no puede intervenir en la aparición del mal. Por otro lado, la idea de que lo que la humanidad está viviendo hoy es un castigo divino por la incredulidad del mundo, viene de los textos apocalípticos de la Biblia. Fundamentalmente el libro de Daniel, en el Antiguo Testamento, y el Apocalipsis de Juan en el Nuevo Testamento. De la misma forma hay textos en los Sinópticos que utilizan un lenguaje similar, a saber, Marcos capítulo 13, Mateo capítulo 24 y Lucas capítulo 21. Para una comprensión apropiada de estos textos habría que tener en cuenta dos aspectos. El primero, el simbolismo presente en los mismos, de manera que no se pueden entender a través de una lectura literal sino por el conocimiento de la simbología utilizada de acuerdo con la época de su redacción, la tradición que los conformó y la intencionalidad del autor. En segundo lugar, habría que entender que el gran propósito de este tipo de literatura está en compartir de manera simbólica un mensaje acerca de la grandeza y el poder de Dios frente al que debemos respeto y humildad. Si pensásemos que la intención del Dios creador fuese esa, estaríamos negando lo que Jesucristo quiso enseñarnos acerca de Dios como padre amoroso, la definición bíblica de Dios como Amor. Si Dios es amor, ¿cómo va a castigar y traer sufrimiento y muerte a millones de seres humanos? Si Dios es un Dios que justifica, como afirma el Apóstol Pablo, y al mismo tiempo perdona, ¿cómo va a actuar de manera agresiva fomentando dolor y muerte? Si Dios es el manantial de Vida, ¿cómo va a quitarla? Dios no es eso. El Dios Padre de Jesucristo y padre nuestro es un Dios de amor, de justicia y de vida. Sin embargo, tanto la existencia del mal como realidad en el mundo y la acción de Dios en él, continúa siendo un misterio. Ese Dios en todo y al mismo tiempo todo en Él, permanece como misterio. Sólo nos queda pedir, confiar y actuar consecuentemente, es decir, obrar de manera que podamos poner en práctica la vida que emana del amor que nos ofrece Dios como don. ¿Qué decir entonces desde nuestra comprensión limitada de Dios? Ante todo, sería absurdo que Dios actuase en contra de sí mismo y de la perfección de su propia Creación, donde también habita. Su Creación constituye su Shechina, es decir, su morada. Toda la Creación se mantiene y trascurre a través de un equilibrio perfecto, sólo alterado por la acciones de los seres humanos contra ella. Estamos sufriendo las consecuencias de nuestras acciones irresponsables hacia la Naturaleza. La explotación irracional de los recursos naturales que incluye, por supuesto, al mundo animal, es algo que se acrecienta cada día, a pesar del llamado de muchos científicos alrededor del mundo. La ―Confesión de Accra‖ que forma parte del Libro de Confesiones de la Iglesia Presbiteriana Reformada en Cuba, describe esta problemática claramente:

5. Hemos escuchado que la creación sigue gimiendo, en cautiverio, esperando su liberación (Ro 8:22). El clamor de las personas que sufren y las heridas de la creación misma no se están cuestionando. Observamos una convergencia drástica entre el sufrimiento de las personas y el daño hecho al resto de la creación. 6. Los signos de los tiempos se han vuelto más alarmantes y hemos de interpretarlos. Las causas subyacentes de los tremendos peligros para la vida son, sobretodo, producto de un sistema económico injusto defendido y protegido mediante la fuerza política y militar. Los sistemas económicos constituyen una cuestión de vida o muerte. Así, estamos sufriendo las consecuencias de paradigmas de desarrollo irracionales, que explotan y depredan los recursos que la Naturaleza nos regala. Nos creemos erróneamente que somos el centro de la Creación, y asumimos nuestra ―mayordomía‖ como saqueo sin límites. Equivocadamente asumimos que somos dueños absolutos de la Creación. Y así de pronto, una pandemia nos recuerda que no somos los amos, que somos una parte de la misma y que somos tan o más vulnerables que el resto de ella, al punto de correr el riesgo de extinguirnos de la misma manera que se han extinguido otras especies. Por el contrario, por mandato divino, somos mayordomos de la Naturaleza y no sus dueños. Paradójicamente, cuando nos referimos a las narraciones de la Creación en Génesis, capítulos 1 y 2, pensamos que la obra de la creación de Dios culminó con el ser humano, el sexto día. Sin embargo, no fue así. La narrativa de la Creación termina el séptimo día cuando Dios vio todo lo que había hecho y lo bendijo. Nos olvidamos que somos parte de ese todo y que nos fue dada la responsabilidad de cuidarlo en nombre de Dios. Nos hemos olvidado de tal responsabilidad. Hemos destruido y roto ese equilibrio perfecto que Dios creó. Estamos sufriendo las consecuencias de nuestro actuar, contrario a la intención de Dios. Hasta que no tomemos conciencia del daño que le estamos infringiendo a la Naturaleza y rectifiquemos nuestro actuar sobre ella, seguiremos sufriendo las consecuencias de nuestra irresponsabilidad. Por otro lado, si partimos de la idea de que la Creación constituye la casa de Dios y que por lo tanto Él habita en todo, y todo habita en Él, incluyendo los seres humanos, entonces tenemos que entender que Dios está presente siempre. En medio del sufrimiento causado por la misma Naturaleza o causado por las acciones de los seres humanos contra ella o causado por los seres humanos unos contra otros, Dios está ahí. Dios se mantiene a nuestro lado, compartiendo junto a nosotros el sufrimiento y acompañando todas las acciones que emprendamos o emprendan otras personas a favor de la Vida. Dios sufre en nuestros sufrimientos pero también celebra nuestras alegrías. Está a nuestro lado, compartiendo, sosteniéndonos y guiándonos. Es imposible comprender la existencia del mal pero es posible actuar con la fuerza que Dios nos da y con su presencia que nos sostiene, trabajando para apalear las consecuencias del mal y obrar para bien. No podemos explicar por qué existe el mal pero sí podemos actuar por el bien, porque a la larga el mal es la ausencia del bien. Por lo tanto, nuestra obligación es trabajar por el bien, que significa trabajar por la promoción y la defensa de la vida, de la justicia a través de la práctica del amor, porque Dios es amor. Si preguntásemos dónde está Dios ahora, yo afirmaría que está allí donde el personal de la salud, obrando con ellos para atender a los que padecen por esta enfermedad y por otras. Está en los científicos, ayudando a encontrar la vacuna necesaria y a mejorar los tratamientos a las víctimas de esta pandemia. Dios está en los que ayudan, en medio de la pandemia, a las personas de la tercera edad, a las personas con discapacidad y a las personas que no tienen recursos. Dios está en los que han perdido sus seres queridos sosteniéndolos y en los que los acompañan en estos momentos de dolor. En fin, Dios están donde quiera que se hace el bien y se lucha por la vida. No nos podemos quedar con el grito desesperado de la Cruz, ―Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Porque en el versículo 24 de ese mismo salmo 22 que Jesús repite, se encuentra también la afirmación del salmista: ―porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él lo oyó‖. No podemos explicar el mal, pero con la presencia, la ayuda y el acompañamiento de Dios, que está entre nosotros, podemos trabajar por el bien, que es trabajar por la vida. (alc-noticias.net) 10/06/2020

79.El evangelio y lo intercultural: Juan Simarro Eliminamos la interculturalidad y nos convertimos en un gueto empobreciéndonos culturalmente. ¿Cómo puede afectar todo esto a la evangelización? Hoy, en nuestras sociedades modernas vivimos más que nunca la interculturalidad. Cada vez tendemos a hacer menos guetos de las diferentes culturas que conviven en nuestras sociedades, potenciadas lógicamente, por el fenómeno migratorio y, día a día, avanzamos

en una interrelación enriquecedora en la que estamos abiertos a la convivencia en igualdad con otras culturas, sabiendo que éstas siempre nos enriquecen. Si nos quedamos encerrados en nuestro círculo cultural, pensando que nuestra cultura es superior, le estamos haciendo un flaco favor a nuestra vida cultural. Eliminamos la interculturalidad y nos convertimos en un gueto empobreciéndonos culturalmente. ¿Cómo puede afectar todo esto a la evangelización? Se ha hablado mucho de la inculturación del Evangelio, del Evangelio y la cultura, de cómo podemos evangelizar la cultura en la que nos desenvolvemos, pero, en el contexto intercultural de hoy, quizás podríamos agregar muchos matices, y ver si podemos llegar a captar lo que sería un Evangelio intercultural, el Evangelio y las sociedades interculturales, la interculturación del Evangelio. Los cristianos hoy vivimos interrelacionándonos con muchas culturas a las que hemos de estar abiertos. Nuestro contexto es intercultural creo que, en mayor o menos medida, en todos los lugares del mundo. Los errores de no aceptar una sociedad intercultural, de no ser conscientes de que hemos de vivir en sociedades interculturales en donde las culturas se interrelacionan con el mismo nivel de importancia y riqueza, es que, en muchos casos, predicamos el Evangelio desde parámetros de cultura española o, en su caso de culturas eurocéntricas o centradas en los valores culturales de países que quieren imponer sus parámetros como los Estados Unidos u otros. Hay que valorar mucho las culturas, desde la igualdad y el reconocimiento de que todas las culturas son valiosísimas y que nos enriquecemos con ellas, para poder comenzar a entender una interculturación del Evangelio en donde se puedan asumir los valores de todas y cada una de las culturas, en una plano de total igualdad, que conviven en nuestros países, ciudades, sociedades o poblaciones. Si no es así, se podrían dar errores hermenéuticos muy importantes. Todo esto afectaría a la forma de transmitir el mensaje, a la hora de dar participación a personas inmigrantes en nuestros cultos y órganos de gobierno de la iglesia, al vocabulario empleado, al hecho de que nadie se sienta extranjero en ninguna iglesia cristiana, a la alabanza, al enfoque de los cultos de oración, a las comidas congregacionales, a las formas de confraternidad entre los hermanos de diferentes países y culturas, sin que, necesariamente, tengan que pasar todos éstos por una asimilación total de nuestros valores culturales, en este caso, de España. Todo esto puede potenciar una evangelización intercultural que conlleva, necesariamente, una evangelización de la cultura, de las culturas, de los valores culturales de todas y cada una de las culturas que conviven en interculturalidad enriqueciéndose unas culturas a las otras, sin que se den prepotencias o superioridades de ninguna clase. El cristianismo vivido en nuestro país, debe tener la capacidad de inculturarse en la culturas que nos vienen de países que son, o en su caso, consideramos más pobres, cuando en muchos casos más que obres son empobrecidos por nuestras propias formas de mercado o económicas. Nuestros valores eurocéntricos o importados de los Estados Unidos, pueden ser contracultura si no se intercultura el Evangelio. Por tanto, trabajemos no solamente por inculturar el Evangelio en nuestros valores de las sociedades españolas, sino que, bendecidos por tantos hermanos que nos aportan nuevos valores culturales, pasemos a una interculturalidad en la predicación y vivencia del Evangelio, un policentrismo cultural que se debe expresar en nuestras predicaciones y en todos los tipos de relaciones interculturales que emprendamos enriqueciéndonos todos en una interculturalidad evangélica. No puede ni debe haber una especie de imperialismo evangélico basado en una prepotencia por creer que nuestros valores culturales son mejores, más ricos o más dignos. Nadie es extranjero, ni debe sentirse como tal en la casa de Dios. No debemos inculturar a los migrantes que cruzan nuestras fronteras desde las perspectivas exclusivas del mundo rico, desde los valores de las sociedades consumistas u adoradoras en muchos casos del dios Mamón, del dios de la riquezas. Intentemos practicar y predicar un Evangelio que se dé en la interculturalidad, en el respeto a los valores culturales de aquellos creyentes procedentes de allende los mares y fronteras. Vivamos un Evangelio impregnado de modelos interculturales en donde todas las culturas estén abiertas para enriquecerse unas a otras, y para poder alabar, adorar y escuchar la Palabra desde el respeto mutuo de las valores culturales de todos y cada uno de los miembros del pueblo de Dios. (protestantedigital.com) 09/06/2020

80.„Evangelio de la conspiración‟ en tiempos de coronavirus: Tomás Gómez

Bueno Sin dudas, las teorías de conspiración están en nuestros púlpitos. Los profetas del desastre harán su agosto Las teorías de conspiración, hoy en boga por los estragos que está causando la pandemia del coronavirus, se están convirtiendo en unos de los insumos de mayor uso de parte de los predicadores extremos y sensacionalistas.

La oferta de abundancia, poder, seguridad y bienestar sin límites que nos trajeron con su manida teología de la prosperidad, parece no tendrá mucha acogida en medio y después de la pandemia. Estos profetas, al margen de la Biblia, tomarán la ofensiva, se desmontarán del carro de la abundancia y se montarán en el carro del desastre y el miedo. Los que antes se montaron en la abundancia creada en la sociedad del consumo, ignorando las injusticias, los mismos que crearon la teología de la prosperidad al servicio de la vanidad y el lujo, ahora nos traerán su versión de la Covid-19, y por lo que se percibe, viene envasada en las especulaciones más fantasiosas de la llamada teoría de la conspiración. Así como los predicadores de la prosperidad sustituyeron a Dios por el dinero y nos señalaban la ruta a la prosperidad, pero también nos cobraban el peaje; estos promotores de teorías de conspiración ponen el destino final de la humanidad en manos de grupos y personas superpoderosas que, según ellos, son los dueños y señores de los fines últimos y supremos de la vida y de la historia. Dios y la escatología bíblica son sustituidos por estas teorías en auge, ahora en boca de los profetas de la especulación y el espanto. Es impensable que las teorías de la conspiración, una mercancía de uso siniestro y engañoso, desacreditadas por retorcer la información veraz y por la promoción de los falseamientos y engaños que vienen con las fake news, encuentre entre los evangélicos tantos ávidos y entusiastas compradores. La tendencia será –y esto es lo más probable–crear miedos, mientras más espeluznantes y espantosos mejor. Se trata de un juego de terror y alarma, en el que se revelan ―verdades‖ ocultas y desconocidas que implican amenazas latentes, peligros inminentes de los cuales las personas no estaban advertidas. Es la conocida estrategia del marketing moderno que procura generar una necesidad para luego desarrollar un producto que pueda ser capaz de suplirla. Lamentablemente, la fuente de estos predicadores para exacerbar las emociones, no es la Biblia. Su finalidad es crear miedos en las masas, aterrarnos a todos y ponernos en su línea de control desde donde pretenden manejar con la habilidad de titiritero de circo el embeleso y el asombro de la gente. Nada explota mejor las fantasías religiosas ni proporciona un manejo más efectivo en la gente que las teorías de conspiración. Su poder de sugestión tiene efectos en muchas personas que ya han sido estudiados por ciencias como la psicología de las masas y de la comunicación, la sociología y otras disciplinas que buscan explicar por qué se propagan tan rápido y por qué, a pesar de su inconsistencia lógica, ganan tantos adeptos que la asumen con tanto fervor y pasión. Las teorías de conspiración son promovidas en las redes por presuntos estudiosos que se auto atribuyen el mayor prestigio intelectual y académico. Ellos dicen haber tenido acceso a informaciones ocultas que por tiempo se le ha negado al público. Poseen secretos que muy pocos manejan y conocen, y ellos se han tomado el riesgo de dar a conocer. Esta es parte de su fascinación. Las teorías de conspiración tienen una zona secreta, pero su manejo está asociado a nombres conocidos ligados a la ciencia, la economía, al arte y a la política. Sus cabecillas crean una red compleja y extensa que la conectan con una narrativa impresionante envuelta en tenebrosas sombras y misterios. Conocen todos los detalles sobre el complot que dio inicio a un supuesto cálculo demográfico que motivó la decisión para lanzar el coronavirus como fórmula diseñada para disminuir la población y así lograr mayor control del que supuestamente ya tienen. Lamentablemente hay una gran población de creyentes evangélicos que es receptiva a este tipo de propaganda y es uno de los sectores donde con mayor facilidad se promueven estas teorías. Ellos, sus receptores y promotores, que van desde humildes hermanos hasta predicadores que son figuras conocidas y de notable influencia en medios de comunicación y redes, apenas se dan cuentan de que con estas teorías lo que hacen es desplazar a Dios del centro y control de la vida y de historia y dejar de lado las verdades céntricas que Él nos ha revelado en su Palabra. Bien explicó el pensador Karl Popper que las teorías de la conspiración lo que hacen es secularizar la religión. Sacan la historia del control de Dios y la ponen en manos de seres humanos que ellos mismos los presentan como superpoderosos con capacidad de controlarlo todo. Es una forma tóxica y tirana de mantener a otros bajo control. Las cosas que están en control de Dios, de alguna manera queremos tenerlas en control nuestro. Es un mecanismo de evasión. Las culpas, las de nosotros, el análisis interior que debemos hacernos nosotros, lo evadimos y buscamos otros a quienes transferírselo. Nuestro Señor Jesucristo vivió el ambiente de asombro y desconcierto en el que se crean las teorías de la conspiración. Quienes le adversaban trataron de arrastrarlo para que opinara dentro del ámbito de la especulación y el azar.

El pasaje de Lucas 13:1 -5, no puede ser más claro y revelador: “En este mismo tiempo esta an allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos perecer is igualmente”. Ante estas preguntas cualquiera de nosotros hubiera comenzado a repartir culpas, y a especular con las más diversas y bien arregladas teorías. El Señor Jesús apuntó al centro del asunto: todos tenemos que arrepentirnos. Todos tenemos que asumir nuestras culpas y rendir ante Dios nuestras cuentas particulares. Sin dudas, las teorías de conspiración estarán en nuestros púlpitos. Los profetas del desastre harán su agosto. Bill Gates será el gran protagonista, perdón, el gran antagonista (el anticristo). Ya una vez en tiempo de la guerra de la guerra fría lo fue el canciller norteamericano, Henry Kissinger, hoy pocos lo recuerdan como tal. Estas teorías de conspiración le hacen daños al evangelio, sobre todo, cuando algunos las quieren emplear como un recurso del púlpito. Quienes se acercaron a Jesús buscando explicaciones ante trágicos acontecimientos de su época, esperaban verlo antagonizar con Herodes (figura visible del mal ante los ojos de ellos), pero Jesús simplemente les dijo que tenían que arrepentirse, como tenemos que hacerlo todos nosotros hoy. No evadir con fantasías e inventos las demandas que Dios por su Palabra y por la historia nos está haciendo. No basta personalizar el pecado en alguien en particular, ni destacar sus particularidades siniestras, tenemos que buscar las fallas en nosotros mismos. Por eso las teorías de conspiración son evasivas. Tergiversan la realidad y buscan confundirnos sobre las verdades últimas y definitivas. Para muchos bastará con antagonizar con contra Bill Gates, los Iluminatis de Baviera, los centros de poder y el Nuevo Orden Mundial, ese será su evangelio y el contenido de su predicación. De esa forma el evangelio queda caricaturizado y atrapado en medio de los complots y las patrañas de las teorías de conspiración. Enfrentamos a Bill Gates para no tener que enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestros yerros y desvíos, por eso creamos mitos, por eso creamos ídolos (sustitución de Dios) antagónicos que nos permitan explayar nuestros egos. Es la misma fórmula del antihéroe, ahora es un anti-ídolo. A Bill Gates y otros podemos acusarlo de complots y conspiraciones, podemos decirles cuantos improperios e insultos se nos ocurran, pero a Dios, al Dios soberano y santo, al que realmente tiene el control de la historia y de la vida, solo podemos decirles: ―hágase tu voluntad‖. No olvidemos que nosotros descansamos más, estamos más tranquilos cuando ante cualquier adversidad nos depositamos en las manos de Dios. Es ahí donde está nuestra plena seguridad. (protestantedigital.com) 06/06/2020

81.Hacia el cincuentenario de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, algunas notas (7): Carlos Martínez García Al gran crecimiento cuantitativo protestante no le ha seguido lo que desde adentro de las comunidades de fe se llama discipulado En cinco décadas el crecimiento numérico del cristianismo evangélico en América Latina ha sido explosivo. Desde 1970, año fundacional de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, al presente el protestantismo transformó su estado cuantitativo al grado de ser la expresión religiosa mayoritaria en determinadas zonas de las naciones latinoamericanas. Por ejemplo, en México, algunos municipios de Chiapas preponderantemente indígenas tienen porcentajes mayores de evangélicos/protestantes que de católicos. Hoy las cifras de identidad confesional son muy distintas a las de hace medio siglo. La media de población católica latinoamericana es de 69 por ciento, con variaciones hacia arriba y hacia abajo en los diecinueve países incluidos en la investigación de 2014 efectuada por el Pew Research Center. (1) El siguiente cuadro da cuenta de la descatolización o protestantización, según se le quiera ver, en América Latina. (2) No son lo mismo el cambio religioso latinoamericano reportado por el Pew Research Center y la emergencia imaginada de un cristianismo más apegado al paradigma neotestamentario. (Ver referencia porcentajes afiliación religiosa de los latinoamericanos). (3) Desde el Congreso Evangélico de Panamá, en 1929, distintos pensadores/teólogos protestantes consideraron llegado el tiempo para que las comunidades evangélicas del Continente fermentaran la sociedad con valores bíblicos y éticos que fuesen transformando la realidad cultural predominante (4). Entonces buena parte de los esfuerzos intelectuales fueron dedicados a justificar la existencia del protestantismo en tierras latinoamericanas, así como sus efectos democratizadores y creación de ciudadano(a)s cons-

cientes de los derechos y responsabilidades en la construcción del espacio público (5) . Quien más, en el seno de la FTL, se dio a la tarea de dar continuidad a la herencia reflexiva de, por citar algunos, Gonzalo Báez-Camargo, Alberto Rembao, Erasmo Braga, Ángel M. Mergal y Juan A. Mackay fue Samuel Escobar. El conocimiento de tal herencia le nutrió en buena medida para sustentar el ensayo que expuso en la reunión fundante de la FTL, en Cochabamba, Bolivia, en diciembre de 1970. (6) El crecimiento porcentual protestante/evangélico ¿ha implicado, también, transformación ética en sus filas e irradiado benéficamente a la sociedad? Es fehaciente que sigue creciendo el protestantismo/cristianismo evangélico en toda Latinoamérica, y el rostro predominante en la familia es pentecostal y/o neopentecostal. En algunas regiones la transformación del campo religioso, antes con gran hegemonía del catolicismo, ha sido vertiginosa, lo que ha llevado a cuentas y proyecciones muy optimistas dentro de cierto evangelicalismo triunfalista. Lo anterior induce a preguntar si lo que ha acontecido es más un cambio de adscripción religiosa y una adopción de nuevos rituales religiosos, pero ha quedado más o menos sin tocar el núcleo de ciertas prenociones y prácticas que no se transforman al ingresar al nuevo círculo confesional. Y unas de esas áreas intocadas puede ser el de la integridad personal y comunitaria, así como la del involucramiento para cambiar el injusto orden socioeconómico. La pregunta incluida como título en el libro de David Stoll, Is Latin America Turning Protestant?, (7) publicado en 1990, ante las evidencias numéricas, puede responderse afirmativamente, pero, también, a la inversa y en términos cuantitativos. América Latina, gradualmente, ha ido inclinándose hacia cierto tipo de protestantismo, al mismo tiempo que dicho protestantismo se ha latinoamericanizado haciendo suyos rasgos como el patrimonialismo, tendencia al pensamiento mágico, adopción de formas de gobierno verticales y autoritarias, predominancia del machismo, apropiación de un clericalismo que disemina en las comunidades la noción que solamente unos cuantos son dispensadores de rituales y bienes simbólicos de salvación/bendición en tanto el pueblo creyente es mero consumidor de esos bienes. ¿Cómo se llegó al panorama descrito? Es resultado de múltiples factores y, tal vez, el centro del asunto esté en la necesidad de sentido y experiencia espiritual de la población latinoamericana. El mensaje evangélico posmoderno que tiene más aceptación es apropiado por personas con ciertas características, expectativas e intereses, no son ―recipientes‖ vacíos sino que en su orfandad se sujetan fuertemente de ofertas simbólicas que les dan certeza en un mar de incertidumbre. Por el lado de quienes ofertan el Evangelio a la carta, es decir al gusto de la clientela, tenemos desde hace dos décadas la influencia (―magisterio‖) de la televisión evangélica sobre su feligresía, la presencia de una nueva camada de evangélicos entusiastas sin historia, la fuerza del entretenimiento litúrgico y el bajo perfil del discipulado cristiano, la reducción económica del evangelio en las teologías de prosperidad, el afán desmedido por los ―grandes‖ en el crecimiento numérico y el multiculturalismo religioso. Más importante aún que los aspectos mencionados es la tendencia a diluir la persona de Jesucristo y su obra redentora mediante la absorción de las corrientes ―mentalistas‖ (pensamiento tenaz) que muy solapadamente se van afianzando en la iglesia. (8) La cita forma parte de una exposición realizada en 2001 por Arturo Piedra en el núcleo costarricense de la FTL. Por un lado analizó el perfil dominante del evangelicalismo latinoamericano, a la vez que advirtió sobre la tentación de aislarse del compromiso eclesial y meramente ser un francotirador que dispara certeros proyectiles. Reivindicaba una característica fijada por la generación fundadora de la FTL: el compromiso vital con una comunidad de creyentes, al interior de la cual se desarrolla el ministerio propio en articulación con los de quienes conforman la iglesia local. Afirmó que crítica y paciencia comprometida debían conjugarse, porque las condiciones actuales y la experiencia del pasado nos recuerdan que los críticos a ultranza no ganan credibilidad en la iglesia por más verdad que haya en sus planteamientos. Los frutos de cualquier proceso de deconstrucción dependerán, en gran medida, de sus fundamentos constructivos. Deconstruir sin construir aporta poco, y buscar construir sin deconstruir implica desconocer el rumbo que se quiere seguir y lo que se anhela superar. Sin embargo, construir es –sin duda–la meta positiva que debe guiar las relaciones con la iglesia. En último análisis, se deben evitar posiciones mesiánicas que podrían confabularse contra toda intención de hacer que la iglesia entienda su responsabilidad en la sociedad. Hay que tomar en cuenta que somos parte de esa familia que se llama iglesia, y las actitudes impropias de algunos de sus miembros siempre serán razones insuficientes para distanciarse de ella.

No se justifica tampoco la ruptura con ella en virtud de su conservadurismo teológico, ya que entonces se tendría que renunciar también a una sociedad que está dominada por valores e instituciones, como el sistema educativo que promueve la resistencia a todo anhelo real de una sociedad justa y fraterna. (9) Al gran crecimiento cuantitativo protestante no le ha seguido lo que desde adentro de las comunidades de fe se llama discipulado, y que hacia afuera pudiera ser visto como creación de ciudadanía, construcción de personalidades democráticas que son agentes de cambios mentales y culturales. En este sentido cabe la distinción sociológica que afirma puede estudiarse el fenómeno religioso como creencia y/o como conducta. ¿En qué son contrastantes las conductas de los protestantes/evangélicos latinoamericanos con las de quienes no lo son? ¿Son sus comunidades más democráticas, horizontales, preocupadas por el otro, con menos casos de abusos de todo tipo y corrupción? ¿O todo, o la mayor parte, consiste solamente en cambios de algunas creencias y nuevos ritualismos que no alteran/transforman rasgos subsistentes de la cultura patrimonialista latinoamericana? El ritualismo protestante/evangélico que más crece produce una religiosidad que se manifiesta en la cautividad babilónica de la Iglesia (para decirlo en términos de Martín Lutero). (10) Ella, para liberarse de la cautividad, siempre debe regresar a la fuente de su origen: el Evangelio de Jesús el Cristo, quien llamó a seguirle como discípulos y discípulas y no como consumidores de rituales que podrán ser muy satisfactorios para quienes participan en ellos pero que, a la luz, de un seguimiento integral del Evangelio son ceremoniales huecos.

Notas:

1) Religion in Latin America: Widespread Change in a Historically Catholic Region, 13 de noviembre de 2104. El estudio es de 310 páginas y fue publicada una versión condensada en español de 29 páginas: Religión en América Latina. Cambio generalizado en una región históricamente católica. 2) Descatolización o protestantización son términos cargados de intención que dejan fuera en el análisis del campo religioso otros cambios que tienen lugar en el campo religioso. Para el caso de México, y una mejor explicación de las mutaciones religiosas ver la investigación de Carlos Garma Navarro, ―Conversión y movilidad religiosa, una propuesta para su análisis‖, Revista Cultura y Representaciones Sociales, Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, vol. 12, núm. 24, marzo de 2018, pp. 97-130. 3) Religion in Latin America, p. 14 4) Gonzalo Báez-Camargo, Hacia la renovación religiosa de Hispano-América. Resumen e interpretación del Congreso Evangélico Hispano-Americano de la Habana, Casa Unida de Publicaciones, S. A., México, 1930. 5) Un estudio importante sobre las ideas de la generación que dio la lid intelectual para defender la legitimidad del protestantismo es el de Carlos Mondragón, Leudar la masa. El pensamiento social de los protestantes en América Latina: 1920-1950, Ediciones KairósFraternidad Teológica Latinoamericana, Buenos Aires, 2005. También es importante la obra de Daniel Salinas, Teología con alma latina. El pensamiento evangélico en el siglo XX, Ediciones Puma, Lima, 2018. 6) ―Una teología evangélica para Iberoamérica‖, en Pedro Savage (editor), El debate contemporáneo sobre la Biblia, Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona, 1972, pp. 17-36. 7)David Stoll, Is Latin America Turning Protestant? The Politics of Evangelical Growth, University of California Press, Berkeley, 1990. 8)Arturo Piedra, ―Lo nuevo en la realidad del protestantismo latinoamericano‖, en Arturo Piedra, Sidney Rooy y H. Fernando Bullón (editores), ¿Hacia dónde va el protestantismo? Herencia y prospectivas en América Latina, Ediciones Kairós-Fraternidad Teológica Latinoamericana, Buenos Aires, 2003, p. 22. 9) Ibid., pp. 22-23. Sobre la dimensión comunitaria de la reflexión en la FTL ver Samuel Escobar, Hacer teología en comunidad, en Alexander Fajardo y David Mesquiati de Oliveira (editores), FTL 45 anos e as fronteiras teologicas na contemporaneidade: Consulta Continental 2015, Garimpo Editorial, Sao Paulo, 2016, pp. 153-169. 10) Martín Lutero, ―Preludio sobre la cautividad babilónica de la Iglesia (1520)‖, en Obras reunidas, tomo I, Pablo Toribio (editor), Editorial Trotta, Madrid, pp. 219- 307. (protestantedigital.com) 31/05/2020

82.Rubem Fonseca (1925-2020): “Realismo feroz”, violencia, condición humana (II):

Leopoldo Cervantes-Ortiz

Su obra ofrece universos narrativos consecuentes con una indagación detectivesca capaz de renovar los cánones de lo que se conoce como “novela negra”

¿Para quién leer? Estábamos en el siglo XVI y muy pocas personas en Portugal sabían leer. Pero Camões pensó en este puñado de lectores, fue para ellos que Camões escribió, sin importar cuántos. ¿Terminarán los lectores? Quizás. Pero los escritores no. El síndrome de Camões continuará. El escritor resistirá.

R. F., La novela murió La amplia variedad de registros en el trabajo literario del autor brasileño Rubem Fonseca se refleja de manera especial en sus novelas. En tres de ellas, a las que quien escribe estas líneas se acercó nuevamente en estos días, es clara la forma en que enfocó sólidamente los protagonistas y contextos para ofrecer universos narrativos consecuentes con una indagación detectivesca capaz de renovar los cánones de lo que se conoce como ―novela negra‖. En la primera, El enfermo Molière (2000; castellano, 2003) se trasladó hasta el siglo XVII para profundizar en la manera en que murió el famoso autor de comedias de la época de Luis XIV. La reconstrucción del ambiente y la exhaustiva búsqueda de los personajes colaterales que consiguió Fonseca forman un amplio collage sobre la vida, la corte y la cultura de la Francia de entonces. Incluso se dio el lujo de citar fragmentos de algunas de las obras de Molière para integrarlas en el marco de las intrigas que dieron lugar a la muerte poco clara de este escritor. Luego de presentar a los personajes implicados (más de 40) en mayor medida con el acontecimiento central, como en una obra teatral, su introducción a la historia es impecable en boca del narrador, un amigo cercano ficticio de Molière: Aun sin ser escritor siempre registré en cuadernos acontecimientos dramáticos o pintorescos, de mi vida y de la vida de otros. Lo que hago no es un diario, ya que no escribo todos los días, sólo cuando algún asunto me conmueve de alguna manera, o me asombra, o por algún motivo despierta mi curiosidad. Y tampoco consigno, al inicio de mis registros, las fechas en que los hice, sólo escribo los títulos que doy a los temas apuntados. Puedo ser un poco prolijo a veces, impreciso, y tal vez hable excesivamente de mi vida, pero me parece normal, en escritos de esta natura. Seleccioné algunos pasajes de mis apuntes, para publicarlos anónimamente, como parte de mis memorias. Puede parecer que no, pero las descripciones que hago de las intrigas y escándalos de la corte, de la efervescencia de los salones, de la influencia perniciosa del clero y de otras corporaciones, de la rivalidad entre artistas, nobles y áulicos, están ligadas al tema principal de esta selección: el misterio de la muerte de Molière, víctima de tantas alevosías, incomprensiones, injusticias y violencias a causa de las piezas que escribió. [1] Fonseca lleva a sus lectores por los salones y los rincones del París sórdido, el de las relaciones peligrosas, de las cortesanas inmorales y de los contubernios palaciegos para asistir, a través de ellos, a una especie de farsa en la que el autor se solaza en mostrar la actitud dominante y la personalidad de quienes buscaban la fama por medio del teatro. Sus inquietantes observaciones sobre esa atmósfera artificiosa, banal y petulante, del cual rescata, no obstante, algunos aspectos estéticos relevantes, son incisivas: ―Una ciudad sin cortesanas es como una ciudad sin poetas, un lugar incivilizado‖. ―Los beatos, sea verdadera o falsa su devoción, envejecen más pronto‖. ―Ya no frecuento salones, pero no los cambié por iglesias. No quiero convertirme en uno de esos viejos que, con miedo a la muerte, arrepentidos de lo que hicieron de su vida, por cobardía o indigno cálculo empiezan a visitar iglesias con un rosario en la mano‖. La grandeza de Molière, a quien se rinde tributo a todo lo largo de la novela (el recuento de sus obras colinda con el rigor de un catálogo, pero cumple con creces su cometido) es el telón de fondo de los encuentros y desencuentros suceden en el relato (―Un hombre como Molière merecía tener como asesino al propio rey‖, se lee cerca del final). Así lo apreció, desde Argentina, José María Brindisi, al contrastar la forma en que el escritor brasileño se movía en el cuento y en la novela: Identificado no sólo con el género policial sino —en especial en Brasil— con el cuento corto, que prefirió en sus últimos y más fatigados años, el mejor Fonseca se halla sin embargo no en la concentración sino, por el contrario, en lo expansivo, en la digresión no sólo como método estructural sino también como postulado estético, e incluso ético. La literatura es para Fonseca un escenario para dialogar con el mundo y con sus múltiples apetitos, aunque con frecuencia estos lo lleven de vuelta a la literatura y, sí, a las mujeres, sus dos preferencias inocultables. El crimen, en ocasiones lo policial de un modo más vago o más amplio, incluso a veces apenas como paisaje de fondo —como en la deliciosa El enfermo Molière, cuya misteriosa muerte es poco más que una excusa—, es la columna vertebral o el núcleo alrededor del que orbitan sus obsesiones. [2] En Mandrake. La Biblia y el bastón (2005; castellano, 2006) reaparece un viejo personaje que viene desde los tiempos de El cobrador (1979) y que cobró vida nuevamente en El gran arte (1983) y Del fondo del mundo prostituto… (1997), abogado penalista empeñado en investigar casos sofisticados como el robo de una Biblia de Maguncia o de su propio bastón con el que se cometió un asesinato. La vertiente cultural, en el primer caso (―…las bibliotecarias cuando se mueren se van al cielo‖), es ocasión para desplegar el arte narrativo por los senderos, una vez más, de la investigación policiaca para resolver el misterio, todo ello aderezado con los dilemas existenciales del narrador-personaje que se desdobla todo el tiempo para conducir al lector por donde él quiere. 84

El tono erótico de siempre que saca a flote esta vez al protagonista, manejado con la maestría de alguien que comprende en profundidad las pasiones humanas, hace ver que las relaciones amorosas simultáneas de Mandrake ejemplifican la dificultad para mantener una vida estable en medio de un mundo sórdido siempre en peligro de derrumbarse: ―Amar a Karin era, en cierta manera, una experiencia mística, no obstante la fuerte carga de erotismo que nos envolvía‖. Sobre estas y otras múltiples posibilidades del relato policiaco desarrollado por Fonseca, escribió Javier Aparicio Maydeu: Todos [sus personajes] son detectives porque todos sirven a una búsqueda que llamamos literatura. Y que por sus páginas transiten policías no significa necesariamente que su ficción sea policiaca. También se pasean por ellas escritores neuróticos, prostitutas de cine negro, despampanantes rubias de labios carnosos y rouge salidas de un cuadro pop de Tom Wesselman o de la letra encendida de una bossa nova, pedófilos, inadaptados y donjuanes, funcionarios corruptos, detectives erotómanos y eruditos como el cínico e impagable Mandrake, que es Bogart pero también Philip Marlowe y Russ Meyer, y más escritores, escritores vocacionales, varados en la página en blanco, diletantes incorregibles y sabiondos, fantasiosos urdidores de realidades alternativas, esquizofrénicos, pornógrafos y escatológicos, escritores compulsivos, librescos o repelentes snobs y todos ellos, eso sí, detectives literarios de palabras y de ideas, investigadores sui generis del proceso de creación literaria de la vida. [3] Finalmente, El seminarista (2009; castellano, 2010), un verdadero tour de force en el que Fonseca echa mano del profundo conocimiento de la personalidad de su protagonista, un asesino a sueldo enamorado que en su juventud quiso ser sacerdote y, por ello, utiliza citas en latín todo el tiempo (Séneca, Cicerón, Propercio, Crisóstomo…), que iluminan y proyectan en un solo trazo lo que va aconteciendo, sigue en su camino hacia el retiro y nuevo regreso a la acción con todos los ingredientes del mejor relato policiaco. Los crímenes se suceden en una espiral interminable con lujo de detalles hasta que el contrapunto amoroso hace menguar el furor del personaje, capaz incluso de sacrificarse por su amada, quien al desaparecer lo obliga a volver a ese dudoso estilo de vida. Élmer Mendoza, con quien abrimos este par de notas, dio fe del impacto que le causó esta novela, la cual aun cuando no alcanzó las alturas de otros ejercicios fonsequianos, no deja de ser una prueba más de su intensidad narrativa: En esta novela exhibe una vez más su incuestionable talento para crear un personaje fuerte, irónico, amante de las reglas de su ocio y un experto a la hora de proceder. […] . ―Los ojos son las guías del amor‖, cita a Propercio la primera vez que se reúne con [Kirsten] esta belleza de ascendencia germana y como ambos son de placeres largos, cita a Terencio: ―Los amantes son dementes.‖ Y es justo cuando la vida no está en otra parte. […] El autor comparte con sus lectores su gusto por la buena vida, mientras el seminarista trata de explicarse los acontecimientos que lo envuelven sin atreverse a tomar de nuevo su pistola. Tiene salud, dinero y amor, sin embargo, se da cuenta de que en el mundo moderno no bastan, alguno de ellos se pierde en la intransigencia de la vida contemporánea. [4] En el ambiente latinoamericano, por último, la obra de Fonseca, por su ―realismo feroz‖ (concepto elaborado por el crítico brasileño Antonio Cándido), quizá sólo pueda compararse, entre otros, con los relatos del uruguayo Hiber Conteris (1933), especialmente con los reunidos en La cifra anónima, Premio Casa de las Américas 1988, y de quien ya nos hemos ocupado antes aquí. Con él comparte esa visión descarnada y desencantada de la realidad, luego de experimentar con todos los niveles de la existencia y sus altibajos. La fuerza de estos narradores radica, quizá, en que escriben sin concesiones y para no quedar bien con nadie.

Notas:

[1] R. Fonseca, El enfermo Molière, en Nexos, 1 de febrero de 2001, trad. de Rodolfo Mata y Regina Crespo [2] J.M. Brindisi, El adiós a un grande: Rubem Fonseca, en La Nación, Buenos Aires, 25 de abril de 2020. Énfasis agregado. [3] J. Aparicio Maydeu, El gran arte de Rubem Fonseca, en Letras Libres, 30 de abril de 2008. [4] É. Mendoza, Rubem Fonseca, en El Universal, 4 de octubre de 2016 (protestantedigital.com) 05/06/2020

83.En el precipicio: David Brooks Estados Unidos está en el precipicio entre lo que se llama democracia y algún tipo de estado autoritario con tintes fascistas. Eso advierten generales y almirantes, ex altos funcionarios, líderes religiosos, figuras públicas e intelectuales progresistas y conservadores, un coro que tal vez no comparte otra cosa más que la necesidad urgente de sonar la alarma. La ola de protesta más amplia jamás vista en la historia de Estados Unidos (según algunos cálculos) es en el fondo una defensa de los principios democráticos fundamentales que podría llevar –esperan muchos–al rescate de este país.

Pero la respuesta de la Casa Blanca y sus aliados amenazando con el uso de tropas militares para reprimir a ciudadanos estadunidenses ejerciendo sus derechos constitucionales provocó un estado de alerta sobre el futuro inmediato de la democracia en este país. Cinco generales –dos de ellos ex integrantes del gobierno de Trump (el ex secretario de Defensa James Mattis y el ex jefe de gabinete John Kelly), otros dos que fueron jefes del Estado Mayor (Martin Dempsey y Colin Powell, quien también fue secretario de Estado con George W. Bush), un ex comandante de la guerra en Afganistán y de la OTAN (John Allen) y un almirante también ex jefe del Estado Mayor (Mike Mullen) han expresado que el actual comandante en jefe está amenazando a la Constitución y a la democracia. El ex general de cuatro estrellas de los marines Allen escribió: podríamos estar viendo el inicio del fin del experimento estadunidense, pero las protestas podrán ser lo que rescate al país con un cambio que tiene que venir desde abajo. Bill Moyers, el venerado periodista veterano, escribió esta semana que Trump está tomando un camino bien conocido por historiadores de Alemania e Italia en los años 30 y, ofreciendo una lista de avances en esa misma dirección por el presidente, advierte que el hombre en la Casa Blanca ha dado todos los pasos necesarios para lograr el sueño de dominación de un déspota. ¿Puede ocurrir aquí? Está sucediendo aquí. La democracia en Estados Unidos ha sido una serie de escapes en el último momento. Podría ser que se nos está acabando la suerte, y nadie va a venir a salvarnos. Para eso, sólo contamos con nosotros mismos. Noam Chomsky señaló recientemente que el gobierno de Trump está guiado con una ―máxima… que fue articulada más elocuentemente por un general de Franco en 1936: ‗abajo con la inteligencia. ¡Viva la muerte!‘‖ al abordar múltiples crisis como la pandemia, el cambio climático y ahora la ola de protestas. Al comentar sobre si Trump podría intentar recurrir a la mentira de un fraude electoral para mantenerse en el poder, Chomsky indicó que ya están promoviendo esa estafa de manera enérgica, y no por primera vez. Saben que tienen un partido minoritario y que tienen que recurrir al engaño y fraude para mantener poder político y que no se puede descartar el uso del poder extraoficial, como una milicia para mantenerse en el puesto. Señaló que, con la estructura antidemocrática del sistema electoral, una minoría blanca puede mantener control, y no está fuera de las posibilidades de que en manos de Trump, esta crisis inminente podría estallar muy pronto. A la vez, Chomsky subrayó que las protestas no sólo están buscando un cambio en el comportamiento policiaco, sino de las instituciones sociales y económicas del país, y cuentan con un apoyo mayoritario notable entre el público. Cornel West, el filósofo, político y profesor en Princeton y Harvard, coincide con estos diagnósticos, pero señala que la respuesta multirracial al asesinato policiaco de George Floyd que ahora se está virtiendo en una resistencia política al saqueo legalizado de la avaricia de Wall Street, el despojo del planeta y la degradación de mujeres y los gays significa que aún estamos luchando a pesar de todo. Si la democracia radical muere en Estados Unidos, que se diga que hicimos todo con todo contra las botas del fascismo estadunidense que intentaron aplastar nuestros cuellos. El país está en un precipicio. (jornada.com.mx) 08/06/2020

84.Ni liberales ni conservadores: izquierda anticapitalista: Gilberto López Y Rivas El presidente Andrés Manuel López Obrador pretende imponer una perspectiva dicotómica en el debate político sobre la compleja realidad que vive el país. Acota que no hay para dónde hacerse, conmina a nada de medias tintas y exige definiciones: o somos conservadores o somos liberales, o se está con la 4T o en contra. Esta disyuntiva, además de traslapar equívocamente términos que definieron a los grupos oligárquicos enfrentados en el siglo XIX por divergentes proyectos de Estado-nación, deja fuera fuerzas políticas y visiones del mundo que han resistido a la explotación y dominación del capitalismo, en sus distintas etapas de acumulación. El grupo gobernante intenta negar la existencia en la vida nacional de las diversas corrientes de la izquierda que, desde hace más de un siglo, han contribuido denodadamente a buscar transformaciones estructurales, más allá de la mera alternancia de élites políticas, con el costo de innumerables muertes, desapariciones forzadas, torturas, cárceles y exilios de hombres y mujeres que se comprometieron con la causa de la liberación nacional y la revolución socialista, independientemente de sus significados para unos y otras. También, se ignoran los reclamos, denuncias y declaraciones de la amplia y representativa franja que abajo y a la izquierda convergen con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el Congreso Nacional Indígena y el Concejo Indígena de Gobierno, así como no son tomadas en cuenta las posiciones críticas de movimientos y organizaciones con anclajes en territorios comunitarios en los que se implantan los megaproyectos, ni las pro- 86

testas fundadas de la sociedad civil ante la militarización en marcha, la violencia cotidiana del crimen organizado, los feminicidios, la brutalidad policiaca, o ante los recortes injustificables en el ámbito de la cultura y la defensa del patrimonio cultural (INBA-INAH, entre otros), que se han visto seriamente afectados en sus funciones sustantivas. La pretensión de invisibilizar a las izquierdas o infamarlas públicamente llega al entorno del gabinete presidencial. El secretario de la Semarnat, Víctor Toledo, califica las posiciones políticas del EZLN como extremas y trasnochadas y conjunto de leperadas, denostaciones que revelan la intolerancia de voceros de la 4T ante la crítica y, en particular, el trato despectivo hacia un movimiento de alcances y significados históricos, como el de los mayas zapatistas, que, desde hace algunos años, advertían sobre la ―tormenta― que se avecinaba, y que, precisamente, en su último comunicado, del 16 de marzo de este año, en el que hicieron público el cierre de los caracoles y Centros de Resistencia y Rebeldía por el Covid-19, llaman: ―a no dejar caer la lucha contra la violencia feminicida, a continuar la lucha en defensa del territorio y la Madre Tierra, a mantener la lucha por l@s desaparecid@s, asesinad@s y encarcelad@, y a levantar bien alto la bandera de la lucha por la humanidad (…) Llamamos a no perder el contacto humano, sino a cambiar temporalmente las formas para sabernos compañeras, compañeros, compañeroas, hermanas, hermanos, hermanoas. La palabra y el oído, con el corazón, tienen muchos caminos, muchos modos, muchos calendarios y muchas geografías para encontrarse. Y esta lucha por la vida puede ser uno de ellos.‖

Los movimientos de los pueblos indígenas, en particular, que se originan en las profundidades de la tierra, se niegan a aceptar y apoyar una trasformación basada en megaproyectos que, en plena emergencia sanitaria, se ponen en marcha, y pese a las numerosas denuncias, declaraciones, llamamientos, cartas abiertas, trabajos de investigación, opinión de expertos, recomendaciones de organismos internacionales, recursos jurídicos, manifestaciones de protesta, etcétera, inadvertidos por el gobierno de la 4T.

A partir de conceptos etnocéntricos de ―progreso y desarrollo‖ se fuerzan los megaproyectos a sujetos considerados, como antaño, agentes pasivos de la acción del Estado, sin reconocer sus aportaciones a un proyecto de nación y sociedad que surja de un poder constituyente de los pueblos. Si de transformaciones se trata, los pueblos originarios aportan el sentido colectivista de sus estructuras sociopolíticas y culturales; cuentan con una estrategia como sujeto sociopolítico, la autonomía, para resistir la recolonización capitalista, desde una perspectiva de clase y género, igualitaria y emancipadora, que se expresa en el ―mandar obedeciendo―, los siete principios y la Ley Revolucionaria de las Mujeres del EZLN. Una estrategia que establece una relación de respeto a la Madre Tierra y de responsabilidad colectiva hacia las generaciones que vienen. Los procesos autonómicos plantean un paso hacia un mundo pospandemia que evite la desaparición de la especie humana e, incluso, de la vida en la Tierra. Pero estos no parecen ser temas que interesen ni a ―liberales―ni a ―conservadores―. (jornada.com.mx) 12/06/2020

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