nº 44 · 2017 · 6€
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Kandace Springs: El futuro le pertenece
ENRIQUITO / JAZZ CATALÁN / ANTONIO ÁLVAREZ “PAX” / FORASTERO / CHANO DOMÍNGUEZ & MOISÉS SÁNCHEZ...
nº 44 · 2017
Sumario SÍMBOLOS, ETIQUETAS, FRONTERAS, 2 ENRIQUITO: MÚSICA CONTRA LA PRISA, 4 KANDACE SPRINGS: EL FUTURO LE PERTENECE, 10 EL JAZZ CATALÁN EMERGENTE: ¿HAY HUECO?, 16 DIAPOSITIVAS: HASTA SIEMPRE CHARLES BRADLEY, 26 DIÁLOGOS: CHANO DOMÍNGUEZ Y MOISÉS P. SÁNCHEZ, 28 ANTONIO ÁLVAREZ “PAX”: LA VIRTUD DE LA SENCILLEZ, 34
CHARLIE WATTS: ROCKERO DE PROFESIÓN, JAZZISTA DE CORAZÓN, 40 FESTIVALES DE OTOÑO, 44 FORASTERO: PERVERSORES DE LAS ESENCIAS, 50 TEMPLOS DEL JAZZ: JAMBOREE, 54 MEDIO SIGLO SIN OTIS REDDING: TRIBUTO AL REY DEL SOUL, 56 LECCIÓN MAGISTRAL: JAVIER DÍEZ ENA Y EL THEREMIN, 60 CINE Y JAZZ, 63
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Símbolos, etiquetas, fronteras por Miguel Valenciano Lo que nos ocupa es el jazz, como es obvio, pero no será la primera ni la última vez que nos adentremos en terrenos cuyas fronteras quedan difuminadas por la mezcolanza y la fusión. Curiosamente, nuestro camino parece ir contracorriente, ya que vivimos tiempos en que, la asignación de etiquetas y el subrayado de las diferencias, tiende a nublar lo que nos une. Puede parecer premeditado e incluso forzado, pero antes de vivir este ajetreo constitucional, ya habíamos decidido dedicar un espacio importante al jazz catalán emergente. Resulta que las circunstancias convierten este nuevo número de Más Jazz en testigo y altavoz de un presente, socialmente incierto, pero musicalmente sólido y prometedor. No sólo ponemos el foco en esa nueva generación de músicos cuya madre tierra es Cataluña, sino que seguimos cuestionando la esencia y los límites de esto que llamamos jazz, con las figuras de Antonio Álvarez “Pax” y Charlie Watts, dos músicos criados en el jazz pero reconocidos por su labor en el rock. Ambos representan lo contrario a lo que entendemos por la habitual figura del jazzman solista y virtuoso, dando voz y ejemplo de lo que es un músico de banda. Recordamos al soulman Charles Bradley, recientemente fallecido, y también charlamos con Enriquito, un trompetista en equilibrio entre el jazz y el flamenco, de lo que también nos hablan Moisés Sánchez y Chano Domínguez. Proponemos nuevos templos del jazz, nos acercamos un instrumento exótico, el theremín de Javier Díaz Ena, y nos acordamos de Otis Redding, ausente durante 50 años ya. Para finalizar, sabemos que la actividad de festivales ni empieza ni termina en verano, así que proponemos citas de gran interés con la música en directo. Y como siempre, una recomendación cinematográfica para aquellos que quieran descubrir el jazz a través de la ficción. Infinitas son las formas de percibir, como infinitas son las formas de expresión. Quizás es eso, y un sentido de pertenencia que nos define como seres humanos, lo que nos conduce a esa necesidad de clasificar y delimitar aquello que nos rodea. La sensación de seguridad y control que nos aportan esos límites se desnaturalizan a veces, y lo que en principio es una herramienta, se convierte en un sesgo y nos impide disfrutar de lo que no conocemos de antemano. Hay quien no quiere conocer lo que se encuentra al otro lado del muro, pero mientras unos y otros se aferran a símbolos, nosotros seguiremos explorando el jazz, esa tierra sin frontera con todo por descubrir.
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© Manuel Naranjo
Enriquito:
música contra la prisa por Miguel Valenciano
Enrique Rodríguez Paredes “Enriquito” (Ciudad Real, 1985) es uno de los estandartes del nuevo jazz flamenco. El artista, criado en la mancha al calor de una cultura musical transversal y amplísima, ha publicado este 2017 un tercer disco que le consolida como figura de un subgénero, el flamenco jazz, que debe su nacimiento a músicos como Jorge Pardo, Paco de Lucía, Chano domínguez... entre otros. Desde Más Jazz, vemos en el trabajo de este sutil trompetista una pista a seguir que proyecta no sólo frescura, sino joven sabiduría. -4-
Nuevo disco con Youkali Music, Contrarreloj. ¿Cómo están yendo las presentaciones? Pues la verdad es que ahora estamos tocando más. Hace unos meses que hablamos con Angelillo, el mánager de Jorge Pardo, y me comentó que quería empezar a currar y darle un empujón a lo mío. Así que le hemos dado forma al proyecto con la web https://flamencojam.com/enriquito, y con los videos y las cositas parece que va saliendo todo, poco a poco. ¿Por qué crees que Enriquito, estando al nivel, no ha tenido tanta repercusión o reconocimiento como otros artistas de su generación? Yo soy el primero que no se ha volcado en el proyecto al 100%. Al estar involucrado en giras, tocando para otra gente, no he tenido tanto tiempo, la verdad. Tú sabes que esto implica estar todos los días en casa currando, escribiendo a este y el otro, haciendo videos... Hay colegas del mundillo del jazz que se manejan bien, están todo el día buscando bolos desde casa, enviando currículos, discos, etc. Hay muchos sitios donde esta música se valora, pero han sido años en los que he podido dedicarme a ello en los huecos, entre giras, en los clubes entre semana... No vale con ser músico. Hay que ser promotor, diseñador, manager, estar con las redes sociales... Está claro. Hay que estar en todos sitios, pendiente de muchas cosas, sin estar acostumbrado a encargarte de eso. Por eso se agradece tanto cuando alguien quiere echarte una mano, sea como sea. Entrevista · Enriquito
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Kandace Springs: El futuro le pertenece por Jaime Bajo - fotografĂas de Elena Lenguas
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Quienes tuvimos la fortuna de asistir a la brillante actuación que la norteamericana ofreció en la sala Clamores, salimos de allí con la impresión de que está llamada a conquistar las cimas más elevadas a la que puede aspirar una artista, trascendiendo el circuito de los clubes de jazz. Y hubo varios detalles que sostienen esta tesis. Por un lado, porque su padre, a quien dedicó “Chicago blues” de Oscar Peterson, le ha inculcado el amor por la música negra. Por otro, porque tiene algo que no puede enseñarse en una escuela: una exquisita sensibilidad que la emparenta con Esperanza Spalding o Norah Jones. Y en último término porque, aunque su repertorio se nutre de piezas ajenas, sabe inyectarles un nuevo significado alternando el piano y el teclado en función de lo que la canción demande. Entrevista · Kandace Springs
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El jazz catalán emergente ¿HAY HUECO?
por Jaime Bajo
Catalunya es uno de los principales enclaves de la escena jazz peninsular, con una apreciable cantera de talentos formados en escuelas superiores de música como ESMUC, L´AULA de Música Moderna i Jazz del Conservatori del Liceu, Escola de Música Moderna de Girona, Escuela Superior de Música Jam Session o ESEM Taller de Músics, que representan la punta de lanza del jazz más vanguardista en nuestro país. Incluso puede hablarse de una nueva generación de músicos que, desde el respeto y recogiendo el legado de su aportación genuina, viene a “reemplazar” a los nombres más ilustres del jazz català (Tete Montoliu, Horacio Fumero, Francesc Burrull, Josep María Farràs…) y a la generación que les sucedió en el tiempo (Lluís Vidal, Ignasi Terraza, Albert Bover, Laura Simó, Jordi Rossy, Carles Benavent…). Ahora bien, este “relevo” nos suscita una serie de interrogantes que invitamos a (algunos de) sus protagonistas a ofrecer su propio punto de vista.
PREGUNTAS 1. ¿Crees que existe un circuito adecuado y suficiente (festivales, salas, escuelas, medios de comunicación, locales de ensayo, festes majors…) en Catalunya para poder desarrollar un proyecto de jazz como el tuyo? 2. ¿Consideras que existe una cultura de jazz como tal en Catalunya y que el público sabe apreciar este género de géneros musicales? 3. ¿En qué medida ha influido la existencia de escuelas de música creativa como ESMUC o Taller de Músics para la proliferación de proyectos de jazz en Catalunya? 4. ¿Consideras que se está produciendo un relevo generacional en el jazz catalán y que se da el debido protagonismo a esta nueva generación emergente? 5. ¿Dónde consideras que se encuentra tu aportación genuina y personal a la escena jazz catalana?
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Diapositivas. Hasta siempre Charles Bradley por Jaime Massieu y Miguel Valenciano Jaime Massieu, ganador del Sony Award de fotografía 2015, es un fotógrafo hiperactivo de la escena de música negra madrileña y nacional. Desde su objetivo, retrata a los cientos de artistas que cada año giran por el país. En diapositivas, iremos descubriendo su particular punto de vista. Visítale en: http://jaimemassieu.com/
En el soul no ha habido un relevo generacional que sucediera a las grandes figuras de los años 70. Charles Bradley irrumpió tardíamente en 2002 con Take It As It Comes Part I & II, con 52 años, siendo un completo desconocido para el gran público hasta ese momento. A diferencia de la mayoría de estrellas de la música soul, no tenía un background histórico como en el caso de Sharon Jones, Maceo Parker, Ellis, Wesley o High. Él había estado friendo patatas en un restaurante de mala muerte hasta que comenzó a girar con Daptones, siendo “rescatado” de la miseria en que vivía. Era honesto, no una vieja gloria de segunda línea que, con un single grabado en los 70, sale de gira en 2017 acompañado de un grupo de jóvenes. No le gustaba aparecer sólo en las fotos, lloraba y saludaba agradecido tras cada concierto, se sentía incómodo siendo el foco de atención, no estaba educado para la fama. Sin apenas tiempo para saborear el éxito, el 23 de septiembre de 2017, un año después de habérsele diagnosticado cáncer, Charles Bradley nos dejaba. Su historia de superación es digna de ser contada y, ahora que ya es leyenda, trataremos de llenar ese vacío con su música. Hasta siempre Charles. -26-
Diálogos:
por Jaime Bajo (fotografías de Elena Lenguas y Pepe Casaro) El retorno de Chano a nuestro país para actuar junto a Javier Colina en Clazz -festival de jazz latino-, nos brinda una magnífica oportunidad para generar un diálogo constructivo entre dos pianistas que representan generaciones distintas, pero que, pese a ello, producen múltiples espacios de confluencia. Aunque no se conocen en persona, ambos tienen amplias referencias del trabajo del otro y coinciden en señalar la importancia del aprendizaje autodidacta para generar una voz propia, la necesidad de resaltar las melodías para conectar con el público o de ser honesto con aquello que uno ha recibido como influencia a la hora de reflejarlo en su música. Tras un par de horas de conversación, ambos se emplazan al domicilio de Chano en Nueva York donde, a buen seguro, pueden aportarse visiones complementarias del instrumento que comparten y en el que desarrollan su personalidad. Para comenzar la conversación, me gustaría preguntaros como establecisteis el primer contacto con el piano, en tu caso, Moisés, a los tres años de edad y en el tuyo, Chano, a los doce. ¿Quién os animó a ello y por qué elegisteis ese instrumento? Chano: No, a los 12 no, bastante más tarde. Yo empecé a tocar el piano con 20 años, porque yo tocaba teclado desde los 15: órgano y sintetizadores. Tenía un grupo de rock sinfónico y lo que tocaba era órgano con distorsión. Bueno, imagínate, tengo la oreja jodía desde entonces. (Risas) La época esa del año 76-77 tocando con los amplificadores aquí. ¿Sabes lo que te digo? Yo me senté bastante tarde al piano. Moisés: En mi caso, lo primero que entró en mi casa fue un piano vertical que aún conservo. Mi padre tocaba un poco la batería, también tenía un grupo de rock sinfónico. Chano: ¡Ah, sí! ¿Cómo se llama tu padre? Moisés: Moisés, como yo. Chano: ¿Pero qué grupo tenía? Moisés: Se llamaba Samsa el grupo. Chano: ¿Qué era de los años 70 también? Porque tú eres más joven que yo, ¿no?
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Antonio Álvarez “Pax”: la virtud de la sencillez por Miguel Valenciano
Antonio Álvarez “Pax”(Madrid, 1969) es una referencia en la escena madrileña y nacional, un todoterreno de la música negra –y no tan negra– que de sí mismo dice: “nunca me he considerado un buen batería, pero sí un buen músico”. Como fiel sideman, huyendo de los focos y el virtuosismo que otros persiguen, ha sido el cimiento sobre el que grandes bandas como Los Reyes del K.O. o Speak Low han construido su legado, sirviéndose de la modesta sabiduría de este soldado del groove. © Joaquin de Alba
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16º
Certamen Ana María Valderrama, violinista ganadora del 6º Certamen Intercentros Melómano
Nacional de Interpretación
Intercentros Melómano www.fundacionorfeo.com
La música, un placer sin efectos secundarios @InterMelomano @intermelomano
Grado Profesional Fase Autonómica (noviembre-diciembre 2017) Más de 120 conservatorios y centros autorizados pertenecientes a las diecisiete comunidades autónomas envían a sus representantes a la sede autonómica correspondiente. Puedes consultar toda la información sobre el Certamen y las sedes autonómicas en: www.fundacionorfeo.com/certamen
Organiza
Patrocinan
Colaboran MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN
Charlie Watts:
Rockero de profesión, jazzista de corazón por Joan Carles Abelenda
El nombre de Charlie Watts (Wembley, 1941) no pasa desapercibido para los aficionados a la música, y m´s concretamente para los aficionados al rock. No en balde es el responsable de tocar la batería en uno de los grupos más emblemáticos y legendarios de toda la historia del rock, The Rolling Stones. Charlie Watts fue elegido para incorporarse a los Stones en el año 1963 para sustituir a su antiguo baterista Tony Chapman (miembro fundador que dejó el grupo para formar la banda The Preachers con Peter Frampton) y desde entonces ha permanecido como uno de los pilares de la formación. Se podría decir que Watts es la antítesis de sus otros compañeros en The Rolling Stones; se presenta como una persona seria, esquiva y altamente reservada. Su imagen es la de un intelectual impoluto e inmaculado, siempre perfectamente arreglado, con ese aire de elegante inglés, en su
justa medida, nunca rancio o pasado de moda. El baterista de los Rolling Stones puede dar apariencia de muchas cosas, menos la de ser miembro de una banda de rock y, menos aún, los The Rolling Stones. A lo largo de los años, Charlie Watts ha desarrollado su faceta como baterista de rock en paralelo a una interesante pasión por el jazz, que le ha llevado a desplegar una atractiva actividad como intérprete de jazz y, a su vez, una llamativa discografía que, hoy por ho, es de muy complicada localización. Ésa aura de intelectualidad y ese gusto por una música tan dispar al rock como lo es el jazz, han sido una circunstancia que la propia banda The Rolling Stones ha sabido explotar en su propio beneficio, y que incluso ha alimentado un debate en sí mismo. En una entrevista para un diario británico llegaron a preguntar a Charlie Watts si creía que no había espacio en The Rolling Stones para sus virtudes jazzísticas. A ello respondió que “puedo hacer lo que quiera en los Stones, pero obviamente hay cosas que no debo hacer. Si Mick está cantando, tú no puedes de repente tocar algo vistoso. Hay una manera de tocar cuando estás de apoyo detrás”. E incluso llegó a manifestar en otro momento que “lo que mi esposa y yo admiramos no tiene que ver con los Rolling Stones. Incluso en los 60 y los 70, yo no estaba en ese mundo. Estaba en la banda, pero era un trabajo para mí”. La gran pasión de Charlie Watts ha sido siempre el jazz, algo que descubrió desde muy pequeño debido a que, a la edad de diez años, ya escuchaba a músicos de la talla de Miles Davis y John Coltrane, hasta que a los catorce su madre le compró su primera batería, un instrumento muy rudimentario que no dejaba de tocar. El joven Watts además tenía un vecino que era un gran aficionado al jazz, Dave Green, quien tenía una basta colección de discos que ambos solían escuchar
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Forastero:
Perversores de las esencias por Jaime Bajo
© Lucía Ybarra
Lleva años librándose un enfrentamiento entre los puristas, quienes no admiten que la música que defienden evolucione, y los mestizos, aquellos que apuestan por fórmulas novedosas, hibridando géneros en búsqueda perpetua por hacer avanzar la música. Sin desdeñar a los primeros ni enfrentarse de forma abierta con ellos, Forastero se sienten foráneos de esa zona de confort que frecuentan los “guardianes de las esencias” y, en caso de tener que posicionarse, no temen alinearse entre “los perversores” de las mismas. Entre aquellos que toman, con criterio certero, elementos de aquí y de allá para aventurarse en senderos aún por explorar y sin mapa que les sirva de guía. Es cierto que jugáis en una liga en la que ponerle etiquetas a la música carece de sentido (¿post-rock? ¿jazz experimental?), pero dado que aún hay personas a las que les sirve de orientación para saber por qué derroteros deambula la banda, ¿hasta qué punto suponen estas un mapa para poder orientarse en el universo musical o, por el contrario, imponen un corsé del que luego es difícil desembarazarse?
Las etiquetas son inevitables y es cierto que ayudan, que son un mapa por el que guiarse. Nosotros no estamos en contra y reconocemos que hay muchas etiquetas en nuestra música, pero también es verdad que jugamos a romperlas. O, por lo menos, a hibridarlas, a tergiver-50-
sarlas, a pervertirlas. Jazz, rock, electrónico con pasajes cinematográficos. Creo que, evidentemente, a la música, cuando se habla de ella, siempre se le está imponiendo un corsé, porque la música va más allá. Y para un grupo como nosotros, que no hace nada de género Sirve para un periodista y para un lector, si le interesa alguno de los temas que oye citados, alguna de las etiquetas, pero es cierto que lo que nosotros hacemos rebasa los cánones y los límites habitualmente establecidos en los géneros. Eso tiene sus ventajas y sus inconvenientes también.
Es verdad que estamos en tierra de nadie, lo cual a veces dificulta encontrar tanto el público, como encajar
Templos del jazz. por Joan Carles Abelenda Jamboree Apertura:1959 Dirección: Plaça Reial 17, Barcelona Web: https://www.masimas.com/es/jamboree
Hablar del club de jazz Jamboree en Barcelona es sinónimo de música, de jazz y ante todo de un amor y una afición por la aventura empresarial. Es una entidad a la que el paso del tiempo, los avatares de aperturas, cierres, riesgos económicos, dificultades en la contratación de músicos, problemas con las autoridades locales, así como sus aventuras y desventuras en los tiempos franquistas y la instauración democrática, le confieren el aura de legendaria. El club Jamboree de Barcelona es, sin duda alguna, uno de los clubes de jazz con más solera y tradición de toda la geografía nacional. Habiendo rebasado de largo el medio siglo de vida, circunstancia esta de la que muy pocos clubes pueden presumir, y acercándose a su 70º aniversario, la salud de esta cava de jazz es envidiable y sigue siendo uno de los principales referentes jazzísticos de Cataluña, con una apuesta por la música que le lleva a programar cada día del año, con dos pases por sesión. El Jamboree apuesta no sólo por las grandes figuras jazzísticas del panorama internacional, sino también de forma decidida por los músicos nacionales, tanto de la escena catalana como los provenientes de cualquier lugar del territorio nacional.
© Joan Carles Abelenda
El Jamboree, situado en la Plaza Reial de Barcelona (ubicación que mantente en la actualidad), abrió en el año 1959 de la mano de Joan Rosello, y se mantuvo en activo hasta el año 1970, pero su arranque como tal fue el 9 de Enero de 1960 a las seis de la tarde, con
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un concierto que lideraba el pianista Tete Montoliu, acompañado por Antonio Vidal al contrabajo, Perry Robinson al clarinete, Vicho Vicencio en el saxo tenor y Chip Collins a la batería. Aunque la fecha del nacimiento del Jamboree se encuentra perfectamente documentada, el origen del nombre es bien dudoso. El que fue primer encargado del local, Ángel Gómez, que en el año 1959 tenía veinte años, afirma que jamboree era argot negro y era la palabra con que en Estados Unidos se definía una “reunión con música”. Defiende, con otras versiones, que el vocablo fue aportado por un marino de la Navy cuyo nombre se perdió. El Jamboree, en todo caso, tiene un precedente en el club Jubilee, que había nacido en el colegio Monterols para organizar conciertos y charlas, y que más tarde se integró en el Instituto de Estudios Norteamericanos. A nivel musical, hay que reconocer que junto con la Jazz Cava de Terrassa (que también ha cumplido cincuenta años de existencia, y de forma ininterrumpida) y del Club El Ritmo de Granollers, el Jamboree fue la puerta de entrada de grandes músicos de jazz americanos en Catalunya, pero muy especialmente en Barcelona. Entre los años 1959 y 1970 pasaron por el Jamboree músicos de la calidad de Ella Fitzgerald, Lee Konitz, Bill Coleman, Stephane Grapelli, Lou Benett, Chet Baker, Roland Kirk, Dexter Gordon, Art Farmer, Ornette Coleman y Pony Poindexter, entre muchos otros. El Jamboree era un punto de encuentro al que se acercaba la gente para escuchar música tras salir del Liceu, un lugar donde se respiraba un aire de lo más liberal. Se dice incluso que por aquella época solía acudir la policía para exigir que en el local hubiese luz suficiente para leer el periódico. Todo ello hizo que se creara un público selecto y devoto de la música, y personajes como Dalí, Miró, Serrat, Quico Pi de la Serra o Ricado Bofill, eran vistos en ocasiones por el local. La historia del Jamboree no se encuentra en exceso documentada, y tan sólo a través de pequeñas crónicas en diversas revistas especializadas de la época es posible encontrar menciones a la cava, casi siempre pequeñas reseñas, sesgadas y de escaso interés musical. Por el contrario, la influencia del Jamboree sirvió para llevar a cabo proyectos que quedaron reflejados a nivel discográfico como, por ejemplo, la grabación realizada por Ricard Roda con Ricard Miralles, Enric Ponsa y Joan-Josep Tudurí y denominada Nits de jazz al Jamboree (Edigsa, 1968), aunque en verdad ésta grabación fue llevada a cabo en un estudio de grabación y no en el escenario de la cava. Tenemos que recurrir a documentos más próximos en el tiempo y, en concreto, al excelente libro editado por Jordi Pujol Baulenas (actual responsable de los prestigiosos sellos discográficos, Fresh Sound Records y Fresh Sound New Talent), Jazz en Barcelona 1920-1965 (Almendra Music, 2005), para poder encontrar documentos e información precisa sobre el Jamboree.