Ensayo Nº 2. Evaluación y modelos centrados en los estudiantes. Pablo Gutiérrez Rivera A través de los documentos aportados durante estas semanas he podido comprobar que se está avanzando plenamente hacia el cambio paradigmático en torno a la evaluación en conjunto con la aplicación de las TIC. Al interiorizar los conceptos de aprendizaje centrados en los procesos, enseñanza y aprendizaje basados en la elaboración colaborativa de proyectos y los discentes como evaluadores, se abre un nuevo campo fascinante y emocionante. Estos temas me hicieron recordar las fructíferas y nutritivas clases de Taller cuando me formaba como diseñador en la Universidad. No pude evitar hacer un paralelo, ya que básicamente aprendí mi disciplina en un ambiente de aprendizaje basado en proyectos. De hecho la figura del profesor estaba lejos de ser un instructor y evaluador sino que era un orientador y facilitador del aprendizaje. Nuestros procesos eran muy similares a los portafolios que aparecen en las lecturas. La diferencia es que nuestras presentaciones eran más concretas, mediante láminas o maquetas y los diálogos eran presenciales. Ahora respecto al cuestionamiento si la tecnología permite promover, en forma más efectiva, procesos de evaluación en donde los estudiantes cumplan un rol más activo, mi respuesta es: absolutamente (consignando que previo a estas lecturas pensaba que aún no existían experiencias que integraran las TIC de manera constructivista, lo que me mantenía un tanto escéptico). Sólo de imaginar cómo se hubieran visto potenciados nuestros procesos en la Universidad, con las actuales tecnologías, me otorga una plana seguridad. Centrándome en esta propuesta evaluativa, la característica más innovadora de la evaluación por portafolio frente a las evaluaciones convencionales es la posibilidad que ofrece de asumir una evaluación participativa, a través de un proceso de diálogo entre el profesorado y el alumnado en base a un contenido específico “de manera que no se establezcan relaciones de poder lideradas exclusivamente por el docente” (Barberá, 1997). El portafolio y su contenido son consensuados por los dos participantes del acto evaluativo. El material presentado se propone a criterio de los propios estudiantes, algo que no sucede en otro tipo de instrumentos de