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Fundación Enfances 2/32 -Katerine Correa Gómez
from Aproximaciones diversas a una propuesta pedagógica. Cartas sobre la mesa -A quien corresponda-
by Pablo Calle
El relato literario y la reconciliación social desde los niños y las niñas de la Fundación Enfances 2/32
“Quiero vestir mi vida de amor que me nazca de lo más profundo de mi corazón para con eso repartir sonrisas a cada pétalo de una flor, que se conviertan en cada ser humano que me rodeé y con eso sentirme la niña más feliz. Y descubrir el placer de perdonar y en el resplandor de mi mano encontrarme con la fraternidad de un mundo lleno de felicidad” (Xiomara González, 2018)
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“Cuando hacemos memoria, mediante nuestro discurso sostenemos, reproducimos, extendemos, engendramos, alteramos y transformamos nuestras relaciones” (Vázquez, 2001)
El cierre del conflicto armado con las FARC-EP7 en Colombia consolidó múltiples alternativas e iniciativas de reconstrucción de tejido social promovidas y agenciadas por organizaciones defensoras de Derechos Humanos. Muchas de ellas, consolidan la memoria como un paradigma teórico y metodológico muy importante para pensarse nuevas estrategias de aprendizaje y modelos pedagógicos que posibiliten la reconstrucción y el reconocimiento de un pasado bélico común, pero que también ponga de manifiesto la necesidad de proponer nuevos espacios de esperanza y transformación, nuevos escenarios de paz.
Desde esta perspectiva, pensar en un escenario de reconciliación social, implica pensar de manera ineludible en darle protagonismo a las narrativas, a las memorias de aquellos sectores de la sociedad que han sido silenciados por décadas como consecuencia de la guerra y de los estándares sociales que limitan la libre expresión de múltiples voces que merecen ser escuchadas.
7 FARC-EP. Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejército del Pueblo
Gracias a esta perspectiva y a la Fundación Enfances 2/32; víctimas del conflicto armado, grupos de excombatientes, niños, niñas y adolescentes en condiciones de vulnerabilidad han tenido la oportunidad de gritar a viva voz sus opiniones frente a esta atroz guerra que hemos vivido como colombianos, pero también se ha abierto la posibilidad de dar mensajes de aliento y solidaridad que permiten, sin duda alguna, construir escenarios de paz donde todas las voces sean escuchadas y donde se acepten, se valoren y se respeten las diferencias que nos hacen humanos.
Aquí, se ha abierto la posibilidad para que un dibujo, una carta, una canción, un juego o una conversación sean dispositivos pedagógicos mediante los cuales nos reconciliemos como colombianos, construyamos memoria y podamos abrir entornos seguros para la reconciliación social, la construcción de paz y, por supuesto, la reconstrucción del tejido social.
A partir de lo anterior, La Fundación Enfances 2/32 ha promovido durante 13 años el proyecto “Cartas sobre la mesa”, una propuesta pedagógica que nace con el fin de generar en los niños, niñas y adolescentes, aproximaciones éticas, políticas, literarias y emocionales de diferentes problemáticas sociales que nos aquejan como colombianos, en las que la guerra, la paz y la desigualdad social son elegidas como algunos de los problemas sociales más importantes y urgentes a resolver en nuestro contexto local y nacional.
Este proyecto pedagógico ha permitido que diferentes grupos de sociales, pero especialmente los niños, niñas y jóvenes de la Fundación Enfances 2/32 tengan la oportunidad de apropiarse material y simbólicamente del territorio que habitan y que generen procesos de reconocimiento del otro desde su propia condición.
Durante más de una década, Cartas Sobre la mesa ha permitido compilar las percepciones, opiniones y formas de ver el mundo de los niños, niñas y adolescentes de esta Fundación con diferentes temáticas como la guerra, el secuestro, las movilizaciones sociales, las mujeres, la amistad, la familia, etc. Sin embargo, en este capítulo se analizaron las cartas presentadas por ellos durante el año 2018: “Cartas sobre la mesa. Cartas para la reconciliación y la confianza” presentadas en el marco del Programa Nacional de Concertación Cultural del Ministerio de Cultura del año en mención.
Esta versión del proyecto pedagógico abrió los caminos hacia el respeto por la vida y la diferencia, a la posibilidad de adquirir la confianza como una herramienta personal y colectiva para la re-construcción de paz, de tejidos sociales. Pero sobre todo, se convirtió en una invitación a dar los primeros pasos como una sociedad que puede reconciliarse, sin importar las diferencias sociales, económicas, culturales e históricas que puedan existir entre nosotros.
Perspectiva teórico-epistemológica de la memoria
A continuación, se presentan los principales fundamentos teóricos en los que se basa el capítulo de este proyecto. En primer lugar, se establece una triada entre Memoria, Historia y Pedagogía y se intenta establecer la manera en que la narrativa, en este caso, la narrativa que se construye a través del género epistolar posibilita la construc-
ción de memoria y, por tanto, la reconciliación social.
La memoria posee una estructura narrativa a través de su contenido y sus formas de expresión. Halbawchs (1954), Blondel (1928) y Vygotsky (1930, 1931) como máximos exponentes de la teoría sobre la memoria colectiva, argumentan que esta se construye sobre la base de las narraciones constituidas en formas de discursos o en maneras específicas de ordenar las experiencias individuales y colectivas. Estas experiencias son culturalmente dotadas de significado y se expresan a través de relatos lógicos que luego son socialmente aceptados. Así pues, en la vida cotidiana encontramos un universo de narraciones sobre las experiencias colectivas, y en este caso sobre las experiencias y percepciones relacionadas con la guerra que enfrenta el país hace más de 50 años, así como del proceso de paz que se ha vivido desde el año 2016.
Tal y como sucede en la literatura, los “narradores de historias” son quienes dotan de sentido las historias que nutren múltiples géneros literarios. Sin duda alguna, los niños, niñas y jóvenes de la Fundación Enfances 2/32 se convirtieron también en “narradores de historias”, pues a través de cada uno de sus productos 1) fortalecen el género epistolar y con ello, 2) ayudan a construir la opinión pública de un grupo etario que no suele ser escuchado en las discusiones sobre las problemáticas sociopolíticas del país y el mundo. Además, 3) posibilitan la reconstrucción del tejido social y abren caminos hacia la reconciliación social. A continuación, se propone una de las cartas de los niños escrita en el año 2018 que puede dar cuenta de lo descrito anteriormente:
Dosquebradas, Risaralda, abril 25 del 2018 Cordial saludo,
Realmente nunca he sido víctima del conflicto armado de nuestro país, pero los entiendo si en algún momento sienten rencor, soberbia, venganza, indignación. Estamos en una sociedad en la cual uno piensa que las cosas se solucionan de una mala forma, pero no es así, si atacamos a nuestros enemigos de una forma física o psicológica al final solo vamos a terminar haciendo lo mismo que ellos, sé que es muy fácil decirlo, pero muy difícil hacerlo. Lo que tenemos que hacer, algo muy difícil para el ser humano y más en la sociedad en la cual nos encontramos es PERDONAR, ¿PERDONAR? Si perdonar, de forma en que no nos hagamos daño nosotros mismos ni causemos daño a nuestros parientes, ¿Qué sociedad le queremos dejar a nuestros hijos, nietos, bisnietos, sobrinos? De mi parte les quiero dejar una sociedad la cual no gire alrededor de venganza, quiero que mi familia el día que yo no este, este tranquila, sin miedo, sin alguna preocupación por causa de ellos. Hoy en día vemos muchos desmovilizados que ya hacen política, para muchos esto es un tema que les parece absurdo, irrespetuoso. Para mí es algo que me llama la atención, ya que muchos dicen que como, unos “guerrilleros “pueden llegar a tener voz y voto en aquel país al cual le han hecho tanto “daño” es algo muy difícil de afrontar para la sociedad, mi punto de vista es que toda persona tiene en algún momento derecho a cambiar, a ser una mejor persona, a quererse ganar la vida de una forma tranquila. Muchas veces esos “guerrilleros” terminan siendo mejores personas, que muchos que están sentados en el Senado de
la república con cientos de investigaciones que están sin resolver. La gente no se juzga, mediante lo que dice la otra gente, la gente con conciencia, con autonomía, con criterio lo que hacen es juzgar pero juzgar con hechos, no con palabras. Esto nos lleva a que miremos nuestro país desde otro punto de vista, mirar que todo lo “bueno” no es bueno y a mirar que todo lo “malo”, no es malo.
Kenner Arboleda. [Tomado de Cartas sobre la mesa. Cartas para la reconciliación y la confianza, 2018]
Narrar significa relatar, contar, informar sobre algo que es significativo para quien narra y para quien escucha o lee. Lo anterior es importante, toda vez que se constituye en la primera característica de la memoria: guardar y dar cuenta de lo significativo de la vida social. Así, la memoria ayuda a dotar de sentido múltiples experiencias individuales y/o colectivas. Por ende, la búsqueda de sentido de las experiencias construye discursos y narraciones que necesitan ser contadas. Según Halbawchs (1954), la memoria es un proceso social de reconstrucción del pasado vivido y/o significado por un grupo o sociedad, que se contiene en marcos sociales, como el tiempo y el espacio, y como el lenguaje, pero también se sostiene por significados, y éstos se encuentran en la cultura. De esta manera, algunos acuerdos narrativos permiten “modelar experiencias” que luego le otorgan un sentido particular al mundo en el que vive determinado grupo o sociedad, creando espacios para la reflexión de la cotidianidad.
Es por ello que la construcción de memoria ha sido una de las estrategias más importantes para diferentes procesos pedagógicos de niños, niñas y jóvenes. En este caso a través de la literatura, este se ha constituido como uno de los espacios formativos por excelencia para la adaptación de este grupo al contexto social, permitiéndoles asociar la dimensión académica a la socioemocional (Garzón y Hernández, 2018).
Para González (2013) la memoria cobra relevancia gracias a su capacidad de provocar emotividades que luego son sensibilizadas por los receptores gracias a una “evocación estetizada de los acontecimientos”, hecho que se percibe notablemente en algunos de los fragmentes de las cartas, como se muestra a continuación: La presente carta es porque yo confió en usted porque dejo las armas para volver con su familia y su país. Porque también dejó la guerra, de matar la gente, por eso confió en usted y le pido que le diga a los demás guerrilleros que dejen también las armas y la guerra para que vuelvan con sus familias. Para que tengan un trabajo muy bueno, estudios en la universidad y que lleguen muy lejos con sus familias y sus trabajos.
Por eso le agradezco mucho por dejar las armas y de matar la gente. Santiago Rodríguez [Tomado de Cartas sobre la mesa. Cartas para la reconciliación y la confianza, 2018]
Así, la memoria se convierte en la marca de la historia en la subjetividad (Mayorga et. al., 2017), este, es evocado a través de la experiencia individual y de la emotividad de quien relata un acontecimiento. Sin embargo, no es solo un asunto de la emotividad evocada desde quien relata, el receptor es penetrado por esa emotividad y en ese movimiento hay una transformación del otro desde la empatía e incluso desde la responsabilidad. Es decir, la literatura y el género epistolar en este proyecto se posicionan como un dispositivo que permite percibir, comprender e interpretar la realidad histórica de una Colombia marcada por el conflicto armado y que también permite hacer una transición hacia la
reconciliación desde la empatía, como se muestra a continuación:
Pereira 21/03/2018,
La historia nos ha dejado claro que quienes han reducido la identidad de los pueblos que decían amar a las solas pinceladas de la nación, o de la clase, o de la raza, o de la religión, o de la lengua, han sido siempre los que han acabado convirtiendo la tierra en un lienzo inundado de cadáveres; y si es verdad que ha habido circunstancias históricas que han hecho para ciertas sociedades más asimilable este mensaje hipnotizador, también lo es que muchos de los individuos que formaban parte de esas sociedades lo arriesgaron todo y decidieron decir NO a los tambores de quienes, con la excusa de una gran y única idea, terminaron transformando el país en un gigantesco apocalipsis. No hay excusas. Está en nuestra mano elegir. Siempre, en cualquier circunstancia, estará en nuestra mano elegir entre la razón y la locura. Carlos Morales [Tomado de Cartas sobre la mesa. Cartas para la reconciliación y la confianza, 2018]
En consecuencia con lo anterior, la memoria implica comprender que la vida es un entramado histórico desde el cual se configura el presente y el futuro (CNMH, 2016, Ricoeur, 1999). Ser conscientes de este entramado y relatarlo, convertirlo en memoria, es el primer paso para gestar nuevas relaciones sociales por fuera de los contextos de violencia, y sobre todo con el involucramiento de todos los sectores de la sociedad (Grasa et. al., 2019) incluyendo a la infancia y la adolescencia.
A manera de conclusión
Si se quiere, la memoria también se constituye en una práctica y una representación que es condicionada por la experiencia narrable a través del lenguaje, en este caso, el epistolar. Esta forma de enunciación implica reconstruir el pasado en el presente, permitiendo el empoderamiento de la propia historia (Díaz en Carmona y Montoya, 2019).
Es un hecho aceptado ampliamente que narrar los acontecimientos individuales y colectivos permite resolver la necesidad humana de darle orden y sentido al mundo social. A través de los relatos escuchados en testimonios, noticias y demás fuentes de opinión, los niños, niñas y jóvenes de la Fundación Enfances 2/32 han logrado establecer criterios claros que no solo le permiten tener opiniones frentes a un hecho particular, sino, que les posibilita también interpretar y narrar los acontecimientos vividos en Colombia. Esta narración se convierte en memoria y por supuesto, luego tiene una incidencia importante en la configuración del presente, un presente que en este caso se espera sea un escenario de paz y reconciliación social.
Referencias bibliográficas
Blondel, Charles (1928). Introducción a la Psicología Colectiva. Buenos Aires: Troquel. Carmona, P. A. y Montoya, C. (2020). Memoria y construcción de paz con primera infancia y agentes relacionales 2008-2018. Infancias Imágenes, 19(1), 46-57
CNMH (2016). Una travesía por la memoria: ruta metodológica para la reconstrucción de memoria histórica con niños, niñas y adolescentes. Centro Nacional de Memoria Histórica. Garzón Díaz, Karim del Rocío, & Hernández Jaramillo, Janeth. (2018). La Colombia imaginada, trazos de paz: la literatura infantil como experiencia pedagógica en educación superior. Innovación educativa (México, DF), 18(78), 13-32. González, E. (2013). Memoria e historia. Bogotá: La catarata editorial. Grasa, R., Carvajalino, G. y P., D. (2019). Construcción de paz y posconflicto: una visión general del estado del arte. En R. Grasa, G. Carvajalino y D. P., Construcción de Paz y Valor compartido (pp. 21-39). Ícono. Halbwachs, Maurice (1925). Les Cadres Sociaux de la Mèmoire. París: PUF, 1954. Mayorga Mendieta, C. A., López López, Ángela M., Romero Lancheros, L. C., Muñoz, K. A., & Aranzazu Portilla, J. A. (2017). Para la guerra nada: pedagogía, narrativa(s) y memoria(s). Revista Educación Y Ciudad, (33), 139-150. https:// doi.org/10.36737/01230425.v0.n33.2017.1656 Ricoeur, P. (1999). La lectura del tiempo pasado, memoria y olvido. Arrecife. Vázquez, Félix (2001). La Memoria como Acción Social. Relaciones, Significados e Imaginario. Barcelona: Paidós.
Vygotsky, Lev (1930). El Desarrollo de los Procesos Psicológicos Superiores. México: Grijalbo, 1979. Vygotsky, Lev (1931). “Desarrollo de las funciones mnemónicas y mnemotécnicas”. En Lev Vygotsky Obras Escogidas, t. III, pp. 247-264. Madrid: Visor, 1995.
Capítulo 8
Pierre Semet Réalisateur de films documentaires- films institutionnels, Auteur
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(Cosne sur Loire, Francia, 12 de enero de 2022)
Las cartas son un rizoma, una red, una telaraña que permiten establecer diversas operaciones y múltiples entradas en su lectura, procediendo por variación, expansión, conquista, captura o reconstruyendo un mapa donde se tendrán en cuenta todo tipo de “devenires” Deleuze, G
Un gran saludo a todos desde las frías y lejanas tierras de Francia
No sé bien a quien debe dirigirse esta carta. ¿A los niños? ¿A Amparo quien me mandó las preguntas? ¿A todos los compañeros de la Fundación que participaron en el proyecto “Cartas sobre la mesa”? ¡Pues, trataré de escribir pensando en todos a la vez!
Amparo me preguntó ¿Qué significó participar en este proyecto?
-Bueno, primero que todo, intercambiar cartas fue durante mucho tiempo el único medio, simple y eficaz, de mantener la amistad y la comunicación entre amigos alejados y eso, en sí, ya vale la pena... ¡Hace rato que existen muchos otros medios pero el correo escrito sigue siendo irremplazable, y creo en eso (eso tiene que ver con la pregunta siguiente, pues no voy más allá por el momento)! -A título muy personal, un placer (hasta diría un honor), el de participar a distancia en una acción de ustedes, una forma de compensación de no poder estar con más frecuencia... -Brindar una forma de aliento y reconocimiento a los niños que se comprometen en esta difícil tarea de construir la paz -Juntar mi pequeña voz al clamor general de los que reclaman la paz -Por esta participación, concretizar la idea que la paz es un asunto mundial, a pesar de que acá en Francia tengamos la suerte de no conocer la misma situación de violencia... en el presente. Francia
y Europa entera conocieron guerras horribles en un pasado todavía reciente y saben que la paz es algo difícil de establecer y frágil de mantener... y no tienen que olvidarlo. Fuera de probables intereses inconfesables de parte de los responsables políticos, tal vez es por eso que nuestros países participaron, modestamente, en el proceso de paz colombiano que se desarrolló -como decían los medios- “bajo la mirada de la Comunidad internacional”. Sin duda eso proporcionó una forma de garantía y de aliento a este proceso que ayudó a llegar a su término (hablamos del proceso de La Habana y no de la paz en sí, claro...). Sin embargo, del lado europeo, fue un proceso que involucró a algunos políticos e intelectuales comprometidos, pero del cual la población francesa y europea no supo gran cosa, desafortunadamente. Me parece importante que haya más compromiso, conocimiento e intercambios acerca de estos temas entre las poblaciones de ambos países (hablando de Colombia y Francia). Para Colombia, pienso que el apoyo internacional puede ayudar, sobre todo cuando los dirigentes, sin esta presión, podían tardar indefinidamente en concretar, y la situación actual nos muestra a qué este respaldo sigue siendo necesario, a todos los niveles. Visto desde “la base”, desde el ciudadano de a pie, participar, inclusive de forma a veces simbólica, es una forma mínima de solidaridad. Cuando tengo dudas al respecto, recuerdo las palabras de un amigo colombiano que me decía “Es importante que ustedes permanezcan en contacto con nosotros porque acá, nadie escucha al pueblo”. Escuchar no solamente para mostrar su interés, sino también porque el conocimiento de la situación puede considerarse el primer paso indispensable a toda forma de solidaridad más avanzada. Y eso vale en ambos sentidos: para Francia, este tipo de intercambio es una enseñanza y una invitación a que quede presente en la mente la necesidad de mejorar y cuidar su propia “paz”.
Ahora, una pregunta difícil: ¿Qué papel juega la escritura en los procesos sociales?
¡Cuanto más pienso en esta pregunta, más inmensa me parece...! ¡Cierto que se podrían escribir libros enteros en este asunto! A mi pequeña escala, ya intentaré escribir unas líneas... (¡Espero no caer en una disertación pesada...!) Primero, no estoy seguro de tener muy claro qué significa la fórmula “procesos sociales” (primer efecto de la escritura: ¡me obliga a un trabajo de reflexión para contestar!). Para mí, tiene muchos aspectos y dimensiones, y creo que, si contesto la pregunta, será pensando y mezclando un poco estos diversos aspectos. Es decir: - De manera muy general, “Procesos sociales” sería todo lo que anima a los humanos a unirse y comunicar, por la necesidad que tienen de convivir en un mismo territorio, en un mismo grupo, o de comunicar entre comunidades, amistosamente - Se traduce a escala individual, en la inclusión o exclusión de la persona entre estos grupos, de su propio movimiento o de parte del grupo que a veces excluye, o al contrario, trata de incluir e integrar... y podemos entonces hablar de trabajo social. - Siempre existe, al nivel colectivo, una espuma palpitante de estos procesos que llaman “movimientos socia-
les”, “fiestas”, “celebraciones”, “disturbios”, “conflictos”, etc... que son en efecto “procesos” en los cuales el lenguaje oral y la escritura tienen un efecto mayor, que puede traducirse tanto en expresión de arengas, propaganda, críticas, discursos, cantos, reivindicaciones, debates... como en irrupción de violencia o al contrario de apaciguamiento, arreglo u acuerdo diplomático (ej: el acuerdo de paz...). En todos estos grandes eventos y movimientos de la sociedad, la escritura bien empleada puede ser una herramienta fundamental de estructuración del pensamiento y la palabra, de construcción de discursos que puedan llevar a un mejor entendimiento y limitar el riesgo de surgimiento de la barbarie. - También se piensa en el trabajo de fondo que se puede hacer al nivel elemental, sobre los que son la propia base de la sociedad: niños, adolescentes, adultos, ancianos...
Gracias al trabajo de los que la saben manejar, y quieren transmitir este saber, la escritura permite a cada uno construir su pensamiento, elaborar su expresión, desarrollar su creatividad, ayudándolo en su crecimiento personal y, al mismo tiempo, volviéndose un proceso social para favorecer una comunicación más fluida y un mejor entendimiento de la comunidad. Claro que a este propósito se piensa en el trabajo de tantas organizaciones que se comprometen como “Enfances 232” y que “Cartas sobre la mesa” participa de este tipo de proceso.
Pues, a cualquier nivel de interacción entre los individuos y organizaciones que componen el complejo “cuerpo social”, nada se podría hacer sin el lenguaje, y más especialmente su expresión más sutil y rica que es la escritura. Escritura, tal vez un proceso social en sí... resultado de otro proceso social que es el acto de comunicar, e impulsor de todos los procesos que necesitan esta comunicación. ¡Pues, un papel mayor, clave! Con posibles efectos contrarios... Antes de descartar el papel maléfico que puede tener, que no es lo que nos interesa aquí, solo quiero evocarlo brevemente, para no caer en la ilusión ingenua de un poder mágico de la escritura como benefactora en sí misma. Es conocido, la escritura puede ser un arma y como tal, puede liberar... o perjudicar y hasta matar, basta recordar el papel del “Protocolo de los sabios de Sión”, falso documento delirante y paranoico que contribuyó gravemente en difundir el antisemitismo en el mundo, o los escritos de ciertos poetas serbios que ayudaron a encender la guerra de la “ex-Yugoslavia” hace apenas 30 años en Europa. No faltan los ejemplos, y cada país puede encontrar los suyos... Más cerca de nosotros y de nuestra contemporaneidad, cada uno sabe los daños inmensos que pueden provocar ciertos textos en las redes sociales, sea a título individual por calumnia y hostigamiento, o a escala de la sociedad por vía de propaganda, “fake-news” etc... ¡Entonces, es decir que el papel de la escritura depende mucho de quién la maneja!
Afortunadamente, en las redes sociales, se ve también el lado opuesto: mientras que unos solo saben insultar, caricaturar, deformar o borrar las palabras del otro como para matarlo simbólicamente, otros se paran y toman el tiempo de leer, entender, argumentar, contestar, es decir “escuchar” al otro, considerarlo y respetarlo. Y aquí venimos a la grandeza de la escritura y a su papel positivo, hasta muy a menudo mayor, en los procesos sociales.
En esta época frenética de exigencia de respuesta inmediata a todo, de competición y velocidad máxima, quisiera subrayar un componente esencial de la escritura que es el tiempo. ¡Escribir y leer requiere tomar tiempo! Me viene ala memoria una anécdota: invitado a intervenir en casos de emergencia en medio escolar (“célula de crisis”), para ayudar a enfrentar eventos traumáticos tipo accidente o agresión grave, un psicólogo decía: “en estos casos, la primera urgencia es sentarse”. Es decir, no dejarse sumergir por las emociones o la agresividad que surge naturalmente en estos eventos donde todos se ponen a correr y precipitarse, y tomar el tiempo de pensar y discutir para tomar las mejores decisiones antes de actuar. Sentarse.
Tomar tiempo (el enemigo de las reacciones impetuosas, amigas de la violencia).
El tiempo que supone el acto de escribir, y el de la lectura. Con el texto, no hay captación inmediata de la atención. El esfuerzo de escribir, de leer, significa que de cada lado del proceso haya voluntad de ir más allá del primer movimiento espontáneo.
Acceder al pleno sentido de lo escrito supone un doble esfuerzo: de quien escribe, para expresarlo, y de quien lee, para entenderlo. Más allá del contenido del texto, este esfuerzo es constituyente de la fuerza de la cosa escrita. Traduce, de cada lado del proceso de escritura, una voluntad de ir al encuentro del otro, y de tomarlo en consideración tal vez más fuerte que en otros modos de comunicación. No es que sea sistemáticamente por el bien del interlocutor. Puede ser conflictivo. Pero inclusive en estos casos, obliga a un tipo de consideración más sutil que la mera confrontación cara a cara... o peor, puño contra puño... o con armas. Claro que, aquí, estoy hablando de una escritura que se tome en serio y sea bien manejada. Claro que existen muchas escrituras “malas”, sea voluntariamente o por ignorancia, que pueden tener efectos totalmente contrarios: favorecer la estupidez, la mentira, las aproximaciones y la caricatura...
Claro que lo que nos interesa es todo el contrario. Elaborar, pensar, argumentar, reconsiderar sus propias palabras y medirlas las del otro, tomar distancia. Profundizar el sentido de lo que está en juego.
El tiempo también es el de la permanencia más allá del momento presente: permite mejor proyección en el futuro y la idea que la comunicación, o la acción compartida, tendrán una continuación. En lo más inmediato, permite mantener la comunicación más allá de las diferencias de situación entre los protagonistas. Esta misma experiencia de “Cartas sobre la mesa” es un ejemplo de ello: participamos desde lugares y tiempos diferentes en la misma acción y solo la escritura permite que esto se vuelva una acción común, con un resultado que podemos compartir en cualquier momento y en cualquier lugar (e inclusive continuarla un año después). La escritura permite amplificar el pensamiento y la palabra de los que actúan sobre su “terreno”, darles una proyección, un eco. Puede difundirse en cualquier lugar y permanecer en el tiempo.
De esa nota deriva la cuestión de la memoria. La memoria, también un tema enorme, muy debatido al momento de definir lo que podría ser “la construcción de la paz”...
Escribir es saber que podemos “hacer memoria” para el futuro, y que podemos encontrar memoria del pasado,
de lo ya hecho, lo ya dicho, para tenerlo en cuenta y aprender de ello... Por sus cualidades propias, la escritura es una de las mejores herramientas al servicio de la memoria. Pero depende mucho de su tratamiento, y de quien la utiliza... o no.
Pienso en dos ejemplos que me parecen conjugar la cuestión de la memoria y la del papel de la escritura en los procesos sociales, ampliándola al papel de los actores sociales.
El trabajo de la Comisión de la Verdad, en curso desde hace más de tres años, está basado sobre la recolección de miles de testimonios orales, puestos al escrito, como para darles más legitimidad y más permanencia en el tiempo. A partir de eso, más un impresionante número de encuentros y eventos sociales que implementaron, los miembros de la Comisión van a escribir un informe, que, probablemente va a ser muy grande. Eso manifiesta que, cuando se trata de marcar la máxima consideración a la palabra y a la expresión de la verdad, mejor vale pasarla al escrito. Sin embargo, al mismo tiempo, sabemos que la escritura, y sobre todo su resultado, la cosa escrita, es cosa frágil. Lo que podemos temer es que el destino final de este importantísimo informe sea de estar “enterrado”, lo que es la suerte de la gran mayoría de los informes oficiales, sobre todo cuando su contenido puede molestar a los poderosos. El otro temor es que, aunque sea publicado en libre acceso en Internet y accesible en todas las librerías, nadie lo lea. O muy poca gente. Otra pequeña anécdota personal: me acuerdo un día donde me encontraba en la librería Merlín, en Bogotá, que es, para los que no conocen, un lugar increíble, una vieja casa llena de libros amontonados por todas partes en un ambiente algo poético y onírico... bueno, vuelvo al grano... En un rincón, elevándose del suelo hasta casi dos metros de altura, se encontraban pilas de informes y libros de la Comisión Nacional de Memoria Histórica, mezclados con otros libros del mismo tipo, colección impresionante de relatos de múltiples eventos dramáticos característicos del llamado “conflicto colombiano”. Yacían aquí como totalmente olvidados, como para decir: todo esto ya pasó, unos tomaron la pena de contarlo, pero no vamos a tomar la pena de leer. ¡Paradójicamente, estos enormes trabajos de memoria se volvían manifestación del olvido! Eso en un momento en que todo el tiempo escuchaba intelectuales y periodistas decir “El problema en Colombia, es que no hay memoria”. Y yo pensaba “Si, la memoria existe, hay un trabajo enorme al respecto, pero nadie para bolas”.
Eso para decir también que si la escritura tiene tantas cualidades que la vuelven capaz de tener un papel fundamental en los procesos sociales, no es suficiente en sí, y que lo esencial depende de la manera con la cual los actores sociales la consideran y la utilizan. La cuestión del papel de la escritura, pues, me parece totalmente ligada a la cuestión del papel y del sitio que toman los actores sociales al respecto. ¡La escritura: un territorio por defender! Al servicio de los actores sociales, hace parte del papel de ellos defenderla, luchar contra su debilitamiento, mantener su sitio y valorar su importancia y su especificidad frente a los otros medios de comunicación, saberla utilizar y difundir, en sus dos caras: escribir y leer. De tal modo que cada uno, no solamente sepa leer y escribir, sino quiera hacerlo, y sepa qué hacer con lo escrito.
Eso fue sin duda una de las razones de ser de “Carta sobre la mesa”... y de porque quise participar.
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