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Viaje alrededor de la memoria -Mauricio Ortega
from Aproximaciones diversas a una propuesta pedagógica. Cartas sobre la mesa -A quien corresponda-
by Pablo Calle
Viaje alrededor de la memoria
La literatura es un país extraño. Allí también todo pasa y se olvida. Pero cuanto fue bueno regresa y presenta al mundo un texto distinto para ser leído con ojos diferentes. José Emilio Pacheco
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Aquí estoy, recordando, atravesando mis recuerdos, viendo como mis primeras cartas escritas fueron como un bebé balbuceando las palabras que se desprenden de su vacilante lengua; el momento en el que me enfrentaba a una hoja en blanco, sin huellas, qué parecía un inquietante espejo sin reflejo; los dedos paseaban por esa superficie retadora y plasmaban unas simples expresiones comunes. Luego, a medida que dejaba mi huella en aquellas hojas, intentaba una y otra vez, que la belleza del contenido de la frase fuera inamovible. Así, sin misterio, llegó el estilo y no fue necesario una elección, las palabras se eligen a sí mismas; tal vez por un encanto de los sonidos o la avalancha de las emociones y aquellas frases vacilantes fueron tomando forma, sentido, contenido, emociones; la estructura literaria arribó inmediatamente a cada misiva, se extendió sobre cada pasaje, entre temas de definiciones, de sensaciones, de pensamientos y, por supuesto, de imágenes.
Cuando esos pequeños símbolos empezaron a caminar entre la frase, el estilo y la estructura, una minúscula prosa salió ante la mirada oportuna de otros ojos, se abrió ante aquellas hojas viajeras, cruzó oídos ajenos, deslumbró entre bocas, corrió entre cuadernos, ¡creció la escritura!
Se sintió ya el escrito ardiente, el placer inmenso, cercano a lo inconmensurable. Cada vez que rodaba una idea sobre esa retadora hoja en blanco intentaba agudizar el mensaje; llenar de vocablos una imagen vívida (porque de eso se trata, de dar color a un tono oscuro); situar la correspondencia a una presunción trasparente; protestar por lo inmoral; favorecer la paz, la vida y la felicidad perdurable. De eso eran nuestras remotas cartas. Solo de eso. ¿No tendrán las palabras más temas que revelarnos?
Cada vez que escribía -ese proceso de aislarse de la multitud, la masa, los números-, creaba mun-
dos apartes, la ensoñación y la imaginación eran hijas de mis ideas y las hacia caminar hacia el fin de la historia, de la respuesta. En cada una de esas misivas se agolpaban situaciones: tristes o extrañas, inquietas o angustiosas, felices o alegres. Lo que importaba era provocar un entumecimiento a la maldad, vencer la vil mentira, derrotar la histeria colectiva.
Mis primeros escritos fueron Cartas por la libertad, no solo como un ejercicio creativo, sino como un acto de repulsión infantil ante los barbaros sucesos que los medios nos presentaban:
“Dirigida a todos los secuestrados: una flor para respirar aire fresco... Para todos aquellos que por cosas de la vida están en cautiverio, todos pedimos que sean liberados lo mas pronto posible para que se acabe el sufrimiento de todos ustedes y de sus familias. Yo no hago parte de ella, pero me duele lo que les pasa, porque a cualquiera de mi familia le puede pasar y no me gustaría que algo similar pasara con uno de mis seres queridos.
Por eso, con todo respeto, le pedimos a las FARC que se pongan la mano en el corazón y liberen a todos aquéllos que tienen secuestrados porque ellos tienen derecho al buen trato, a tener una familia, a tener una buena vida junto a las personas que más quieren. Por eso, pedimos que los liberen para que sus días sean más placenteros estando con los que ellos quieren. Les mando un sol para que les alumbre el camino, ármense de valor y tengan fe, también les envío un corazón para que no se les olvide amar”.
Carta escrita a mis 12 años. Ahí, escribiendo esas pocas palabras de exigencia ante el cautiverio eterno, dónde observaba un pesado listado de nombres y apellidos, de hombres y mujeres; eran cientos y cientos y sobre el abatimiento de la magnitud del secuestro surgió una única exigencia: la liberación.
En este viaje hacia el pasado recuerdo haber escrito a las mujeres:
La Mujer es importante en mi vida, porque sin ella no podríamos seguir con nuestra especie; Gracias Mujer por estar aquí́, sin ustedes no seríamos. A las mujeres les hago este llamado para que no se embaracen tan rápido, yo he visto por la televisión que una niña de nueve años había quedado embarazada... muy triste me parece que una niña vaya a tener otra niña.
¿Por qué les hago este llamado?, porque a los niños nos está tocando vivir en un planeta, en un país que no nos merece, es que uno no merece vivir así… De todas formas, gracias Mujeres por vivir junto a nosotros….
Escribí al mundo:
“Hola mundo, Yo he visto muchas cosas, veo la contaminación de los ríos, mares, basuras, guerras y por eso yo pienso que nuestro Planeta Tierra se está acabando y también nuestra vida, hasta la capa de ozono se está acaban- do. Esta contaminación nos está destruyendo poco a poco y por eso yo quiero decirles a todos los gobernantes que ayuden porque hoy todo nos está llevando a la muerte. Yo espero que esto se acabe rápido, porque si no, nos extinguiremos ahora, no por un meteorito, sino por el hombre mismo.
Estas palabras embrión son la suave capa para romper el cascarón de la imaginación y respirar ese primer aire de actitud crítica contra toda aquella realidad que han proyectado los adultos. Eran ideas que picoteaban todo aquello que quería validar, comprobar y demandar al mundo, sin el clamor de la censura, ante la libre elección de intentar volar sobre un mundo blanco, lleno de tinta.
Y para llenarme de palabras, me encontraba ante los estantes de la Fundación, recorriendo cada autor de estilo imperial y de sonido artesanal. Ese fue el insuperable e incandescente artilugio para desatar palabras cada cierto tiempo y llenar de cartas de lucidez, tristeza, presencia, ausencia, descarnada ilusión y olvido sincero. Y, esos escritos, eran una bella pleitesía a la horrorosa eternidad; para eso se escribía, para sostener esa cápsula en unos años y apreciar la matiz del pensamiento, el inexorable surgir de las ideas, la dicha del cambio y el recuerdo insensato de nuestra actuación.
Así, hoy surge esta otra carta, como conmemoración del pasado, percepción de los sentimientos por los escritos y la actividad creadora.