¿Y por qué yo?

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¿y por qué yo? pablo otero

y poemario AUTO EDITADO sin REGISTRO sin ISBN sin DEPOSITO LEGAL sin GARANTÍA DE DEVOLUCIÓN con POESÍA REGISTRADA EN EL REGISTRO CENTRAL DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL DE PALENCIA, ASIENTO REGISTRAL 00/2013/1839 con CARIÑO. en PALENCIA durante el año dos mil trece

otero01@hotmail.com abrazos y gracias.

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advertimiento Leído (obligado) el poemario y ante la insistencia (chantajeada) para escribir este prólogo me veo en obligación de advertirles que no tiene, a mi modo de ver, demasiado interés ni calidad suficiente como para que nadie, en su sano juicio, dé un real por él.. Si aún así, les han engañado o se han visto en la “obligación” de adquirirlo, poco puedo decir ya para remediar o justificar la adquisición. Autor novel en estas artes, apreciándose esto en cada uno de sus versos. De poca trayectoria editorial, su autor nos muestra una serie, deslavazada y desordenada de sus “escritos” con el ánimo, seguramente, de que veamos algo especial en ellos. Yo no he sido capaz, e imagino que ustedes tampoco. En estos tiempos que corren, anárquicos y soeces, donde el ansia y el ego trascienden más allá de lo admisible para cualquier persona medianamente sensata, donde cualquier papanatas se cree con suficiente derecho a escribir y con suficiente hipocresía para pensar que debe trascender su “intelectualidad” a la posteridad, no es de extrañar que un escrito así quiera ver también la luz. Poco, o más bien nada, nos aporta este libreto a nuestro saber o a nuestra curiosidad. Dicho lo cual no se priven esconderlo en el rincón más remoto y escondido de sus casas, regálenlo a un “amigo” mal querido, a una amante desahuciada o a un vagabundo para que en sus días de duro invierno lo prenda fuego y se saque así, al menos, algo de provecho de él. Y de mí, tengan en cuenta que he sido vilmente coaccionado para escribir este prólogo. (Don Jose Manuel y Enrique de Mucientes Dos Aguas, Marqués de Villamentosa, Vicecónsul de las islas de Papirus y Sarmientos, Prohombre del Ilustre Colegio de Escritores del condado de Whestin (Nueva Atlántida), al que Dios le permita larga y honrosa vida)

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“De los pobres sabemos todo: en qué no trabajan, que no comen, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen, qué no piensan, qué no votan, qué no creen… Solo nos falta saber por qué los pobre son pobres… ¿Será porque su desnudez nos viste y su hambre no da de comer?” (Eduardo Galeano,)

w “La libertad es la religión definitiva. Y la poesía de la libertad, el culto nuevo. Un grano de poesía sazona un siglo.” (José Martí)

a “esas misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas podrías algún día -¿quién sabe?- desvelar el secreto de la vida mental” (Santiago Ramón y Cajal) (al menos, algo inteligente habrá en este libro)

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lastre quemo estos versos porque ya me estorban son lastre. -un dĂ­a existieron donde correspondĂ­aquemo y veo ascuas desaparecer volar solas donde ya no me importa. quemo porque necesito lavarme las manos los dientes el sexo las plantas de los pies, y lanzarme a correr sin freno. lastre lastre lastre. -sin orgullo, sin piedad y sin vuelta atrĂĄs-

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es mi cuerpo una quimera mal lograda es mi cuerpo una quimera mal lograda, donde yace la lujuria, donde la osadía, llama, esperando la respuesta de su fuerza sobrehumana. quiero creer que fuiste tú, Eros, el que me dio tan febril esperanza, sin embargo no logro, por más que lo intento enamorarme de mi alma. Es mi cuerpo una quimera mal lograda. me despierto al día creyendo que es ella quien me emborracha al alba. Compruebo más tarde que ella no existe, que soy yo mismo quien la atenaza. yo sé que es mi cuerpo una quimera mal lograda. ¿acaso soy, por Júpiter, yo mismo el que me creo por breves instantes esa liviana esperanza? claro que lo sé, pero no puedo creerme todavía que ella hable en serio cuando dice que es mi cuerpo una quimera mal lograda.

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juego a ser Dios cuando te juzgo, cuando te miro con lĂĄstima, cuando te envidio, te distraigo, te obvio, te desplazo, cuando te arrincono o te engaĂąo. cuando te violento, juego a ser Dios.. cuando te sobrepaso, me rio de ti o te minusvaloro. cuando te maltrato o me aprovecho. cuando te compro o te vendo demasiados dioses. demasiados dioses.

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perdido acabé tumbado, herido hasta la saciedad mi nombre, y mi orgullo pisoteado. he querido romper una cadena de odio, y el primer eslabón se clavó en mi alma. acabé tumbado, rota la camisa y el pecho al descubierto. intenté descubrir una salida, pero ya el corazón sangraba por la boca y caía a borbotones en mis manos. acabé tumbado, y comprendí, entonces, cuan solo estaba. llamé a la puerta de una antigua esperanza y mil cerrojos la hacían maldita. mi pensamiento voló también esa noche a mi único consuelo. pero estaba lejos. quién sabe si hablándole de amor a un duende enamorado de sus ojos. ya solo recuerdo que acabé tumbado, pidiéndole a la noche una razón... o tal vez una esperanza... he tragado orgullo, de nuevo, y hoy duermo en el lecho acostumbrado. sintiéndome a ratos cobarde, a ratos niño. y como siempre, muerto de hambre, de vida.

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qué difícil es decirle al aire qué difícil es decirle al aire lo que siento cuando leo mis versos, parecen hijos de otro padre, son a la par, quejidos y sueños. son quejidos, pues los lanzo al viento en mis duros momentos, cuando en la soledad de mi vida no encuentro otra cosa que echarle en cara al tiempo. y también son esperanzas, pues necesito de ellas para seguir viviendo. para seguir alimentando día a día mi alma, y dejar por un momento a un lado, los recuerdos. son, también, en definitiva, sueños.

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rueda triste rueda triste mi triste fortuna, varada en cien hechizos que ampara la luna. quejidos manchados de blanca espesura. y hay duendes dormidos que la sabia laguna, tragó para siempre, en la oscura llanura de los nuestros sueños, de las nuestras dudas. rueda triste mi triste fortuna, enseñando los dientes a quien a amar se apresura. desdeñando cuentos lanzados al aire, sin promesa alguna. hoy necesito noches. más que noches, una, en la que en tu regazo soñaba, mientras tú dormías. y con tus blancas manos torneabas mis días, y con el bello rostro que mi pecho partía. y con tu desnudo cuerpo que al mío hacía quebrarse en mil pedazos. mientras las sombras del alba lentas, lentas, amanecían.

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una taza de té frio una taza de té frío y unas sandalias. una lista de compras siempre con saldo negativo. un arroz poco hecho, y una mermelada congelada, en donde un niño esculpe una figura de ángel. un tren expreso a ninguna parte conocida, con parada en todas las aldeas. un bolsillo roto por donde escaparon todos los sueños que me quedaban. media barra de pan y un trozo de queso para toda una vida. y sesenta árboles que dejo atrás cada minuto. cada uno de ellos con frutos distintos. hijos de madres distintas, y cada uno de ellos, una vida distinta, con la que compartir la mía, a su abrigo. mil mundos pasan cada día ante mis ojos, y no consigo ver sus manos tendidas al sol. de noche veo la luna, tácita y triste, embarazada de bullicio, como mira, ríe y llora al mismo tiempo. como contempla mi vida desde tan lejos, muda.

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frenesí ¿en qué recodo no pillarte y asfixiarte y asfixiarme con tus ansias y el poder del frenesí? ¿qué más oscuro objeto de deseo que el ímpetu que mueve en mis entrañas el cuero endorfinado que me ofreces y que tomo?

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dicen los sabuesos dicen los sabuesos, perros de la noche, que solo un reproche que acaricie el viento, bravo tormento es pare el hombre. dice la luna, mĂĄscara de la noche, que solo un camino forja el destino que apurado sigue el sino del hombre. dicen los lobos, amos de la noche, que el miedo aparece cuando nace y ruge siendo aĂşn lobezno, la bestia, que es hombre. dicen los susurros que circulan de noche, que no hay miedos, que no hay lobos negros, que no hay luna hechicera, que no hay perros fieros. que solo hay hombre, que es, el peor de los miedos.

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Alighieri CANTO X "Habiendo entrado en el Purgatorio, los Poetas suben al primer círculo, donde se purga el pecado de la soberbia. –Ven desde luego grabados en sus muros muchos ejemplos de humildad. Después ven las almas de los orgullosos soportando penosamente pesados fardos.” (LA DIVINA COMEDIA)

¿quién eres tú, que así me hablas, a borbotones, con espasmos y sin lujos? ¿quién eres tú y como te atreves a violar la intimidad de mis abluciones noctámbulas? someramente conoces el fustigo de mis velas y arremetes contra mí como dardo envenenado. y sin embargo. como te agradezco que me sangres. como te agradezco que me limpies. como te agradezco que lastimes mi soberbia y mi ego envalentonado. vuelve cuando quieras, apóstol de las miradas, para que pueda pisar tierra firme, y limpiar mi conciencia de las cotidianas miserias.

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jamás fui mar jamás fui mar para saber de la marea, y sin embargo, ¡cuanto te he soñado rompiendo, bucle a bucle entre la arena! no supe hacer caricias de las olas, ni supe hablar por boca de la brisa, a una caracola enamorada. no supe despedir a las gaviotas, lejanas en su vuelo al sol. no supe atar el tiempo a tu cintura, ni ser mar, ni amarte, supe...

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afganos. jueves santo 2002. I boommmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm y cinco mil afganos mueren en lo que dura una caida de ojos. ¿dónde estabas, Amigo? II ( al día siguiente ) ya no hay Afganos con quien hablar. ¿dónde están las lágrimas? ¿dónde fueron las almas? ¿dónde se ocultaron los recuerdos? el verso continua. el verso no tiene fín, -como tampoco lo tiene el recuerdono hay fiesta santa, ni descanso cálido. veo en el nazareno de mi Valladolid natal, lágrimas nuevas. a mi lado, el silencio se vuelve hipócrita. los tambores me rompen en mil pedazos; re-com-po-nien-do mi silencio. ¿dónde estás, Amigo? ¿no oyes esos tambores como gritan la voz de cinco mil afganos?

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¿por qué puerta entraste? ¿por qué puerta entraste, a desmadrar mis sentimientos? corazón de niño soldado que ves, en cada gesto, una excusa para una guerra fría. has anhelado mil batallas contra ti mismo, y las has ganado todas. pequeño príncipe del valor. apenas quedaba en tu camisa. una pequeña mancha de sangre. pero tu corazón, herido de muerte en cada sueño. ¿qué han sido hoy, amigo de esos duendes? ¿dónde fue a parar el James Bond de tu infancia? bajas los ojos y no me contestas. te alejas mudo a tu oficina, a rellenar el mismo impreso de ayer, de mañana, de siempre. me llamas por teléfono y me dices que es duro ser hombre. me entero de que tu mujer te ha dejado, y se ha llevado a los niños. en la tertulia, un amigo me ha dicho que te has vuelto a casar con una mujer más joven que tú. ¿aún no sabes que los juguetes de tu infancia se los dio tu madre a un trapero? ayer vi a María. me contó que los niños salían adelante. la pregunté por ti y me dijo que estabas bien, pero me dedicó una sonrisa y bajó la vista al suelo. fuimos a tomar chocolate. apenas hablamos. se le escapo una lagrima.

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pero ya era tarde y nos dijimos adi贸s. hoy me he enterado de tu muerte. dicen que un extranjero borracho destroz贸 tu coche y se llevo tu vida. quiero pensar que tienen raz贸n, pero apenas ellos saben... quiero pensar que ahora eres feliz de verdad. quiero pensar que el trapero aquel te ha devuelto los juguetes de tu infancia. mi querido guerrero. adi贸s.

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dependerá entra aún más en mí, consuelo lloroso de azucenas eternas. Despójate de vestidos y enaguas estúpidas y con el cuero abrasado por el viento, sumérgete en mi sangre. Solo entonces, fluyendo dentro de mis venas, sonará el último réquiem que quiera recordar. Guiarás mis dedos, mis ojos, mis pies, pero ya no podré escribirte versos, ya no podré leerte versos, ya no podré sentirte versos. ahora serás lengua de mi legua, pinceladas de color carmín en mis dibujos, lloro en mis rabias, sangrante en mis entrañas. serás parte del humo de mis fobias malditas. serás blasfemia de mis hipocresías fingidas. noches sin sexo, en mis largos días de destierro. serás grito que salga de mi garganta furioso o cándido, dependerá del ansia que en ese momento domine mi llanto. será malva, rosa, carmín o violeta el color de mis lamentos, dependerá de donde se halle el dolor en esos momentos. será ocaso o alba mi destino postrero, dependerá de que duerma o gima la mujer de mis sueños.

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mi niña y José Hierro ( 16-5-2000 )

balan las palabras de Hierro como sonidos broncos por el paritorio de los silencios. recorren los caminos a golpe de callada y garganta profunda. el eco te viene de dentro, sonoro, profundo. hilas y deshilachas versos desde lo más hondo, pero a mi niña no le llega más que los guiños de su padre, pidiendo silencio. medita Hierro sobre la trascendencia de las cosas, sobre los murmullos, sobre los arcabuces, sobre New York y lo hace con tal maestría, con tanta edad y desde tan hondo, que el ensimismamiento se oye a gritos en la sala. mil ojos escudriñan su calva serena. el pelo, ajado, vuela en todas las direcciones y penetra en los recodos de nuestras conciencias, pero a mi niña no le llega más que los guiños de su padre, pidiendo silencio. ¿qué son cien mil versos?, ¿qué significan mil recitales o un centenar de libros? ¿qué valor tiene una academia? probablemente una vida dedicada a la contemplación de lo etéreo y sus encantos, a la belleza del corazón sobre la indiferencia de una multitud ordinaria. pero no ha sido capaz de fijar por un instante siquiera la atención de mi niña en tus versos, en tu poesía. no ha llegado ni un soplo de viento a su mejilla. ¿no habrás dejado algo olvidado en el camino?

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a Antonio Gamoneda

( 17-5-2000 )

la noche, la noche, la noche, la muerte. ahí, a la vuelta de la esquina, monocorde. como esperándola con enervada pasión, está Gamoneda. en la poyata, viendo pasar las carretas, de la infancia. seguro que ya rondaba la muerte cerca. tan cerca como para olerla y rozarla y mirarla y reírse de ella y respetarla. aprendió tal vez a amarla. intuyo pesar en tus palabras, poeta, tu voz me suena a resignación mal ocultada. a posta, ciertamente. cuando a la muerte se tiene tan cerca y se la sirve en bandeja nuestros sinsabores, solo se obtiene el fiel reflejo de una cordura mal disimulada.

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despierta, remolona Ya está hecho todo por hoy, recogida la casa, echa la comida, templadas las camas, limpios los baños, esperando ya está el corazón al amante esposo, al guerrero del asfalto. Despierta ya, remolona, que la suerte está echada y no florecen en tu vida más semillas que tus novelas rosa y tus revistas de condes y farándulas. Despierta ya, remolona, que tus sueños de chica están todavía esperando ver el alba, ansiosos, golpeando la puerta de tu añoranza. Despierta ya, remolona, coge la llave y abre la puerta de los sueños, que aún no es tarde para hacer volar esperanzas dormidas. en tu hermoso corazón viajero. ( Como decirte de otra manera, sino, que el fiel guerrero visita otras sábanas, negras, con aromas a varón dandy, recién guardado el traje de novia. ) Despierta, remolona, que la herida que hoy abro no se me ha de cerrar jamás. Mi querida niña remolona de la infancia, mi eterno amor adolescente, mi secreto amor. Mi amiga.

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el hombre que vino del mar el hombre que vino del mar no traía sandalias, ni camisa de seda, ni reloj. el hombre que vino del mar no traía quimeras, ni cicatrices, ni orgullo, ni sueños. el hombre que vino del mar venía desnudo, vacío solo traía ojos y solo dejaba atrás pisadas en la arena. el hombre que vino del mar al preguntarte por una calle te miro a los ojos y calló, mudo. el hombre que vino del mar encontró de repente, todo, en tus ojos azules y se quedó a dormir en tu playa

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transparente transparente tu blusa, transparente tu falda, transparente tu alma, transparentes mis ansias. se te ven los pechos, como inhiestos andan. Se traslucen tus muslos de firmeza temprana. tu alma... que te transparenta que estas enamorada. mis ansias... por tus olores, vagan.

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está la clase llena de revuelos está la clase llena de revuelos, algarabías de voces, niños locos, locos, bajitos, enanos..... como ustedes los quieran nombrar, al fin y al cabo ustedes los sembraron con gusto. decía que maestra miraba y sonreía al poliedro, ese poliedro inmaculado y queriendo encauzar una ilusión difícil, pregunta... ¿en que trabajan sus papas? mi papá es poeta, contesta raudo pablito. las caras de todos los cabritos se vuelven para contemplar una sonrisa fértil. sí, poeta. añora la seño, quien sabe que cosas olvidadas... -mirad, el papá de pablito llora en las soleadas madrugadas de la noche, ríe en las postrimerías del fracaso, ama a las inmaculadas rocas de las playas, sueña con los vientos arrogantes y fatuos, medita en los arrecifes nacarados y miente a las alondras de lo imposible. los ojos de cien niños mudos han quedado en silencio. nada se oye ahora. solo pablito acierta a sonreír y dice: sí, eso.

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te me suicidas de vida suenas como fábula de encomiable embeleso cuando recitas versos en la altura de tu atuendo, cuando sueñan los sueños en parir inocencia de tus labios inmensos. suenan a corazón roto, y cada pedazo es otro corazón quebrado del que sabes sacar partido. otras veces suenas a milagro y tus versos suben y bajan en la noria de la vergüenza desnuda, sin parapeto que lo alcance. inundas la sala las más ocasiones con flores que sirven de alfombra a nuestras quimeras perdidas, vagas, lejanas, postreras, huecas. te me pierdes entre lozanías de arcángeles, te me emborrachas de tul y nácares sangrantes. Te me suicidas rompiendo mis bosques de magnolias. el poema tuyo se me pierde en celos algunas veces, recordándome que giro en tu niebla en las noches más amargas. el poema tuyo, el verso tuyo, el quejido tuyo se me penetró en el alma como suero mientras estaba enfermo de melancolías y ahora ya no tengo otra salida que morir cuando tu mueras y vivir de tus silencios.

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nuestros pudores cierra esa puerta, corazón, que se nos escapa el gato de nuestras vergüenzas, el longevo manantial de nuestro pudores y nos llega en plena oscuridad el lance de contarnos un cuento invisible y onírico. abre esa puerta, corazón, que se ventile el olor de la mudanza que se airee el corazón y se renueve la esperanza. cierra es puerta, corazón, que quiero inventar un nuevo pose a mi conciencia, que se nos ve la felicidad y es triste el regodeo inoportuno e inconsciente. abre la puerta, corazón, que entre la nube cargada de rocío, que entre el arco iris con su capa arqueada, que entre el olor de la campiña, regada por este humedal de risas. quita esa puerta, niña, que ya no me importa que todos sepan cómo y con quien hago del amor acto de fe cada mañana.

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maldita bendición bendita devoción, la que asola la esperanza mía, la que imbuye de soledad y de agonía, la dulce quietud de mi pasión. bendito corazón, el que bombea efluvio maternal, el que asombra con su dolor al animal, que duerme en el alma de mi razón. bendita libertad, la que se nombra por su mudo encono, la que ironiza y satiriza con su aplomo, la ilusión por despertar la realidad. bendita traición, la que asesina impasible mi ternura, la que acobarda con mesura, el duende inquieto de mi indecisión. maldita bendición la mía.

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ora conmigo Ora conmigo a un dios invisible, etéreo, enfermizo. Ora conmigo en el valle de las semillas, en los confines de la nueva tierra. Ora conmigo en los páramos, en los oteros, en los cerros, en los sotobosques, en la penumbra de nuestra habitación, en la avaricia de nuestros cuerpos, en las quimeras de nuestros sueños. Ora conmigo en el desvarió, en la locura, en el desasosiego, en el yacer de esa cama vacía. durante la misa de difuntos o en el crepúsculo de la noche de bodas. Mientras haces el amor o cuando tejes vestidos negros a la luz de la luna. Cuando castigas la lujuria o haces renacer Solemnemente tu alegría compartida. Ora conmigo en el atardecer de los dioses, en la penumbra de los quejidos, en el ocaso de mis desvaríos. Mientras duerme el niño de tus desvelos, mientras sucumbe a tu encanto el espejo de tus amoríos o en el fugaz quejido de tus noches solitarias, mientras piensas en mí. Ora conmigo al abrigo de tu madre, al remanso entre Mis brazos, al recuerdo de esos difuntos que no han de volver. Esas lapidas difusas con sabores amargos, y ya eternos, entre las que descansan almas cansadas, postreras. Ora también, conmigo, en el soliloquio de nuestros pensamientos, en el requiebro de nuestras miradas o durante el amanecer de nuestras vidas, juntos. Oremos, amor y pidamos paz para nuestros corazones, sosiego para nuestras almas, ternura para nuestras manos, sensibilidad para nuestros ojos, calor para nuestros cuerpos, y paño de seda para nuestras lagrimas.

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viento fértil y virgen he de vagar solitario y sin rumbo por el camino donde acechan las fieras mas mordaces. he de acabar mis noches en los hoteles mas sórdidos y mugrientos donde el olor ácido carcome mis violetas. he de sortear mil alambradas por campos de olivos y arañar las entrañas para poder dar de comer a mis versos. huele a miedos, sabe a miedos mi agonía frente a este cuaderno sin líneas. vomito yo también, salvando las distancias, racimos de leche agria, alumbro yo también suculentos misterios de amor. cuán difícil es rodearse de viento fértil y virgen y cuán fácil darle un bocado avieso cada vez que pasa, furtivo, a mi lado. dónde estás musa, cada vez que quiero gritar mi verso más hermoso o más amargo. dónde estás conciencia fugitiva, mientras me come las entrañas el trasgresor sentido del delirio. de que cuenco comes melancólico y banal sentimiento, insensata tozudez impía. bramo cada noche exasperante en la que mi cuartilla queda inmaculada, y yo debo irme a dormir mientras mil mundos quedan mudos dentro de mí. entonces, recito mi mejor verso entre los sollozos de mis sábanas, donde nadie más que yo los sueña, donde nadie más que yo los llora, donde nadie más que yo los ama.

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que me aliente que me alienten las sombras de tus pechos, que me aliente el regazo de tu sombra, que me aliente la mansedad de tu regazo, que me aliente el aliento de tu mansedad, que me aliente tu aliento. que me aliente tu conocimiento, que tu conocimiento me alimente, que me aliente tu sonrisa, que tu sonrisa me dĂŠ simiente, que me aliente tu verbo, que tu verbo sea mi aliciente. ya que mi semilla no florecerĂĄ en tu vientre, que sea mi semilla el fuego que a tu fuego aliente. que sea por siempre mi sombra el plenilunio inconsciente de ese aĂąorado vientre. que sea mi verbo intransigente, esa simiente.

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tu malicia no tiene gracia vale. no sigas. para ya de escupirme sal en los ojos. de echarme en cara versos malditos. desapruebo tus maneras al aprovecharte de mí en mis horas bajas. sales de lo profundo y me engañas con sutiles versos de desesperanza. aprovechas las noches más tenebrosas para apoderarte de mi espíritu soñador. tu malicia no tiene gracia, ninguna. sé y sabes que siempre hay una sonrisa tras una noche de soledad perpetua. no caeré hoy otra vez en la misma trampa. ¿o sí ? no sé. ya me empieza a doler otra vez la nostalgia. tu malicia no tiene gracia. ninguna gracia.

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un poema tiene que herir un poema no es poema preciso si no hiere, si no mata, si no duele. un verso no es verbo si no duele, si no escuece, si no muere. una poesía no es eterna si no sufre, si no amarga, si no gime. un poeta no es libre si no acongoja con su verso, si no muere en su espacio, si no muerde el yelmo y saca a la luz el miedo que lleva dentro. una palabra solo es vida si en la letanía de un verso no saca de su escondite, una lágrima o un rechinar de dientes, a un corazón sediento.

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arde arde mi mano cansada sobre tu sexo ardiente, buscando calamares sonrosados, para calmar mi ansia de mar, mi ansia de cielo, mi ansia de ti. buceo por el arco de tu espalda, por el pezón de tu espalda, por el quebradizo de tu espalda, capturando los rezos que tus espasmos lanzan al dios del rubor inalcanzable. no existe luz, no hay viento que apague esa candela fugaz, tenue, e invisible. solamente la luz al final del túnel. solamente la sombría luz al final del maldito túnel, del que no quiero salir, no quiero salir, no quiero salir, no quiero.

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amores low cost ahora resulta que un niño de Bahamas se ha enamorado sin querer... de una mujercita de Singapur. y sus cartas son los más hermosos quejidos que al viento que jamás ha lanzado nadie. y vuelve a ponerse de moda ¡créetelo¡ morir de amor. pero morir de verdad, sofisticadamente, eso sí, pero morir al fin y al cabo. y me hace gracia todo esto. quedan a una hora, en un sitio que lo llaman “ virtual “. vamos, que pueden elegir cada día un paisaje nuevo, vamos, a voluntad. ayer a orillas del Nilo, hoy en la falda del Kilimanjaro, mañana en las Maldivas... ya han quedado el domingo en Central Park. y me hace gracia todo esto, me enternece, la verdad, un poco. hasta el añoso de don Fidel, el encuadernador de Cibeles me dice el otro día como si nada, que anda en romances con una tal Tatiana, de no sé dónde me dijo que era... de Luxemburgo, creo. que ha encontrado el sumun de su existencia. el “ sumun “ dice él. el pobre don Fidel, sí...

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el ex-cura, ex-maestro, ex-combatiente. me hace gracia todo esto. mira que he visto como cambiaba el mundo de la noche a la mañana. pero esto... es tan... tan distinto. ¿quién sabe si no me estará esperando mi “ sumun “ en algún lugar de Indochina?

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titiritero

es de plata la voz del jilguero, de plata, de niño, de corazón, de viento. es de plata su sueño. de plata el viento: su voz. es de plata su silencio, y en el despertar, la plata, fundida, canta como remero al viento. sueña la voz, sueña el niño, sueña el viento. el jilguero duerme en una cuna de plata al rumor de los silencios. es de plata tu voz, Amancio, de plata, como el jilguero. el niño despierta al son de la voz de plata de tu garganta, de tu romance, de tu galego, de tu Rosalía y sus ojos negros. de plata, Prada, de plata, de Prada, de plata tus versos. ahora viene la alondra al rumor de tus besos y de tus versos del mar de plata de tus silencios. ahora que el jilguero duerme

( a Amancio Prada )

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y el niño se despereza, ahora viene la alondra a tu remanso, a cantar contigo romances, cantigas, versos. ahora viene la alondra a posarse a los pies del enhebro, a oírte cantar, a oírte besar al viento. suenan trotes de caballos, guirnaldas cubren, guirnaldas, sobre sus pechos. “ Alegra titiritero la noche con tu canción...” es tu verso, es tu verso una caricia que pica de flor en flor. canta, no pares, canta... que el niño ya se levanta, canta, que de plata torna su voz. titiritero de plata, canta, cuenta, canta, la voz de plata que es tu canción. titiritero canta, cuenta, canta, canta....

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lozana me gusta verte, lozana. lozana, me gusta verte desnuda, lozana, verte a travĂŠs del cuero. quieto, callado, mudo, absorto me gusta verte, lozana, de cuerpo entero, bajo mis ojos desnudos, de titiritero. ni te muevas. curvas, pezones, valles, tobillos y pelo, vello rizado, niĂąa, alfombra quieta y callada ahora, donde antes hubo gritos y desesperos. me gusta verte, lozana, niĂąa, asĂ­ en cueros.

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mi muerte es mía mi muerte es mía y de nadie más. nadie quiera mi muerte y a nadie la dono. nadie desea mi muerte y mi muerte a nadie se la deseo. nadie más que yo reclama mi muerte. nadie más que yo se aprovecha de ella. solo me mira a mí la muerte. solo me ama a mí mi muerte. nadie tiene más derecho que yo a mi muerte. tan solo deseo que mi muerte no mate a nadie más que a mí. la ignorancia es la muerte de los tontos, o sea, de todos.

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ablepsia mía

( de cómo se pierde la visión de uno mismo tras el sueño de cualquier noche de verdad y confieso)

dormida en la eterna primavera de lo ausente. soñada en el dobladillo oculto del sueño. así se halla el oleaje de la furia mía. bajo cortinajes de alabastro camuflada, herida siempre, a punto siempre, y siempre indemne a los ojos míos. se abonanza la inquietud y surge, al rato, el miedo y la vergüenza, la hipocresía, y el destierro, donde la razón termina. le sigue la esperanza y la creencia en un sujeto digno. duermo, en la eterna primavera de lo ausente.

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sublime complacencia ¿quién riega las flores? ¿dónde se esconde el capullo que con orgullo deshidrata los pétalos del alma mía? ¿dónde se esconde el tirano que con malsano rencor dejó de regar la flor de mis conjuros? has de saber, bendito, que medito, cada día, en tu no ausencia, y mi reverencia a ti dedica una mueca de picardía. noto por tu mirada, que miras sagaz. ¿qué más da? si a cada paso oigo tu paso detrás.

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infantil II dijo Ramón a Ricardo: -rico, devuélveme raudo el reloj que te dejé, que mi padre Ramiro me lo recuerda cada vez que te ve. contestó Ricardo a Ramón: -rápido te lo he de devolver si me restituyes, tú, primero el sombrero que el invierno pasado te dejé. moravieja: si un amigo quieres tener las cosas prestadas presto has de devolver.

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a Carlos Cano Graná. no hay luna hoy en Graná, ni la habrá, ni la habrá, Carlos, ni la habrá. Graná, se te ha parao el corazón, se ha fundido, ya, el candil de tu garganta, el candil de tu garganta, el sonajero que te canta, Graná, Graná. Graná. no hay luna hoy en Graná, ni la habrá, ni la habrá, Carlos, ni la habrá. Graná, por la calle no pasea el arlequín que te torea, ese beso apasionao, encendio, enamorao, ya no te besará, Graná, ya no te besará Graná. no hay luna hoy en Graná, ni la habrá, ni la habrá, Carlos , ni la habrá.

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desagravio ¿cual es la distancia que separa al poeta de la cotidianidad más reprimida? observo la calle en este instante, mientras el plumín desafía la madera de esta mesa, y no encuentro motivo aparente para el milagro poético. vagamente distingo a lo lejos la mirada tierna de una madre hacia el pequeño retoño. una muchacha lee un libro dos mesas mas allá; de vez en cuando levanta la mirada y quedamente el horizonte se difumina. La imagino absorta en otra historia. Eso me reconforta. poca cosa más. todo son un ir y venir cada vez más aprisa. la lluvia, quizás, es la culpable. no lo sé. se acerca el camarero a mi espalda y con paso titubeante acerca un té con limón a la muchacha ensoñadora. esta, despertando del letargo, asusta al muchacho, quien vierte la infusión en el libro, aún abierto.

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mereció la pena la tarde, mereció la pena el café y la lluvia, mereció la pena el desencanto y el aburrimiento , cuando poco después, les veo salir juntos. acierto a oír breves palabras: “desagravio “, “cine”... observo mejillas sonrosadas y risas locas. sonrío. ¿cuál es la distancia que separa al poeta de la cotidianidad mas reprimida? quizás la convicción etérea de que el mundo gira únicamente, por culpa de pequeños detalles invisibles.

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la hora seria ¿qué hora sería la hora seria? ¿la del camuflaje marginado? ¿la alabada? ¿la soñadora? ¿la que acontece en una terminal de trenes? ¿la cercenada? ¿la impúdica? ¿la baladí? ¿qué hora sería la hora seria? ¿la que arropa el corazón hasta asfixiarlo? ¿la que arroja hiel a nuestro lado? ¿la que publica en los periódicos esquelas? ¿la que no encuentra nunca asiento? ¿la que cimenta los pilares de explosivos? yerma. ¿qué hora sería la hora de dormir, más conveniente para luego despertar sencillamente?

46


el olvidado a ti, padre: el olvidado, el deseoso, el callado, a tu sombra me cobijo. a tu trabajo silencioso. a tus ojos de padre enamorado. semilla soy, mas semilla cauta y ardiente. no hay verso, solo hay mudo recogimiento y fiel mirada. no hay gratitud, Ăşnicamente paz, al recordarte. y eso me es mĂĄs grato que la mas hermosa palabra. aprendĂ­ poco a poco que el silencio todo lo abarca: la plenitud de mis maĂąanas, la soledad de mis noches largas, el temor, las dudas, las alegrĂ­as. todo, con un silencioso recogimiento, lo hace lucidez y calma. ti, padre: el olvidado. moras.

47


el carnaval de mi locura de tenerte lejos y adorada prefiero no tenerte, que es la brisa fuente de hermosura cuando el sol apaga su ternura indolente. prefiero no tenerte, que adorarte en la nostalgia. prefiero sufrirte en la indigencia, si con eso consigo no adorarte. es más: si con mi muerte consiguiera la cordura necesaria para amarte, el corazón partiría aquí delante y muera si no pudiera recogerte. y si mi boca desprendiera el milagro de entre mi boca tenerte, mi consuelo único seria despreciarte para así tenerte nuevamente. el carnaval de mi locura ya ha empezado a hablarme displicente...

48


la tentación vive arriba muy arriba, lejos, muy cerca del inconsciente mío, a la sombra de mi sombra. allá... donde habita el olvido, donde se esconde el pudor y nace el miedo. en cada mujer, en cada hombre, en cada sueño. la tentación mora en cada verso que lloro, en cada súplica, en cada rezo, en cada pálpito. la tentación de ser Dios. la tentación de ser solamente, hombre digno. la tentación vive arriba, en cada beso, en cada mirada inocente, en cada muerte, en cada superviviente. lejos. todo lo lejos que puede sentirse un hombre solo.

49


Leonor, José y Adriana 6:25 noche aún. Leonor camina sobre millones de hormigas empaladas. cerca, un quebrar de algas que conoce. lejos, juegan el viento y el agua como chiquillos. 7:32 la luz despierta. con sorna le dedica el primer rayo. Leonor ciega de amor, llora. su mirada solo ve manchas blancas: como ceniza. 9:47 un padre se levanta y contempla la cuna de su hija. a su lado la cama sigue como recién planchada. 11:07 ya no hay corazón, solo añoranza. y rabia. 13:18 Adriana pide alimento. José rompe a llorar, no entiende nada. 16:01 una mecedora: padre e hija y un silencio sepulcral. 18:30 caen las sandalias al suelo; ya no hacen falta. 21:13

50


una nana forzada cumple su cometido. ¿quien le cantará a él madrigales en la niebla? 22:51 todo es ahora silencio. no hay reflejo de luna en la mar compañera. 2:43 vuelve a romper en gritos, por enésima vez, el amante. al poco cae rendido en brazos de su amada. 4:21 tras de Leonor, ánimas blancas.

51


don Andrés reluciente sombrero cordobés capa negra, y en el bolsillo tabaco para liar. de esta guisa pasea don Andrés por el borde mismo de la Alambra. así, a sus pies, para el tiempo por un instante para fumarse el mundo. lentamente, como si el último fuese. como si le fuese la vida en ello. don Andrés está curtido ya de vientos y de soles, y sabe, de sobra, que cuando inicie otra vez su viaje, no volverá a peinar canas nunca más. absorbe lentamente el tabaco y el humo le dibuja una figura de muerte. don Andrés, ríe. alabardea su sombrero y suspira. la mueca le sigue acompañando todavía un rato mas. la muerte. que sabrá la muerte de la vida. de su vida.

52


mi Castilla, calla y observa silenciosa. desde el bucle cadencioso de la vieja almena mira con ojos lánguidos otros pueblos, otras “patrias”, -o tal vez son ojos de nostalgia cansada-. cansada mi Vieja Castilla dormita insensible al canto, y ni de la trastienda a sacar se atreve la bufanda y las manoplas de antaño, por miedo a parecer vulgar. solo la esperanza de un germen profundo y sabio, la alienta, a seguir observando; -melancólicamente despierta-. pero esta vez, pausada y tranquila, en un segundo plano, confiada; aprendiendo de viejas batallas. porque ya no es más noble quien más alto habla, si no quien más calladamente escucha, así mi Castilla aprende llorando como se marchan sus campos, como se vienen quedando sus banderas en trapos. mendigando pan rancio.

53


opto por el luto trascendente opto por el luto trascendente como forma de sentir, adormecida el alma y sustituido mi dolor por mezcolanzas hirvientes. debería haberme dado cuenta antes, pero mi ceguera era infinita mente anestesiada por quienes todo lo predican, lo compran, lo venden y lo mancillan. opto por el luto trascendente en honor a las miradas perdidas, a las sonrisas melancólicas, a los versos. en honor a los bosques, vírgenes aún, a los pájaros, a las manos cada vez menos limpias de los niños. opto por el luto trascendente de la sangre derramada por un pueblo analfabeto. por la que todavía absorberá la negra alfombra, tantas veces herida. por la gran venganza que nos tocará vomitar, aún. gracias, América, por los inocentes a los que vas a matar. opto por el luto trascendente. por casi todo.

54


piratas barbería de Cádiz: crespón dorado y sol. agachadita cogiendo conchas duerme la madre, mientras el nene le da a un balón. plata y oro son. con pedrería la chipionera, y punto. yo vi piratas, también, en Cádiz, sobre los torreones armados de San Fernando, vi piratas. eran otras playas. otros piratas. otros tiempos.

55


tardé en darme cuenta tardé en darme cuenta que en las grandes ciudades dormitan los gusanos rojos. en los abrevaderos sodomitas bebí hasta extenuarme y sin saber cómo ni cuando desperté un día sobre vómitos negros. alcé la vista y vi. destaponé mis oídos y oí. manché las sábanas y nadie me miró con reproche. anduve descalzo un buen trecho y alguien, desconocido, presto se ofreció a lavar mis heridas. escuché embelesado tiernas miradas y oí hermosas sonrisas. pero en las noches sin luna, Madrid, París o Nueva York me lanzaban dardos impregnados en recuerdos lánguidos. caí de nuevo en el estupor y la rutina, en la mentira, el odio y el reloj. entonces, entendí para siempre que el hombre no está hecho ni para la libertad ni para el descanso. en vida, al menos.

56


obsesión por obsesión obsesión por obsesión me das carnaza para el odio. imposible dominar el miedo. ¿verdad? solo la paz dormita en el árbol del olvido. y al olvido solo lo vence el rumor del tiempo. sobrarán las palabras, entonces, y serán sustituidas, sine die, por una lágrima, o un suspiro. (depende).

57


a ti, tristeza a ti, tristeza, que sabes desgranar, como nadie, las entretelas de mi alcoba. a ti te dedico, hoy, estos látigos de dolor y sorna. te hago partícipe esta noche de un soliloquio más sobre mi cordura. mas, el aliento me es difícil, aunque las ansias fluyan vertiginosas y febriles. oigo ruidos extraños en mis adentros. ¿serán los demonios que con tanto mimo ayudo a mantener cada día? hambre no ha de ser pues cené copiosamente hace un par de meses. serán. ahora para un tren. machaconamente me recuerda que la vida sigue. machaconamente hermosa. ahora un par de aviones se erigen en ensordecedores templetes y habrá odio para rato. así que, tristeza hermosa, te debo una. otro día será.

58


quizás puedo vaciar mi nombre esta noche. puedo decirle al viento que pare su tormento un instante. puedo, quizás, sacarle al sol una lágrima. y volar. quizás podría volar en un suicidio sin nombre. o arrancarle, quizás, a la luna su sonrisa burlona. también podría escribir los versos más tristes esta noche, ¿verdad, Pablo? pero para eso siempre hay tiempo.

59


corola busco una corola de rojo teñir y satén negro, para endulzar el menta de mis ensueños. busco racimos de melancolías grises o amarillas -da igual-. y nardos, también busco nardos para el tejado de mi cabaña. ramilletes de olvido ya tengo: -me harán falta siempre-. también busco ambrosía de color caramelo. un día encontré amapolas verdes, dos. guardadas como simiente para un futuro canoso. busco rosas en el mar, y encuentro pájaros con alas rotas dentro.

60


para la acacia para la acacia de mi sentimiento, murmullos vuelco. para el roer de mis huesos: palo firme de embero tengo. y arden las astillas del comedimiento, del amor tardío, del amor sincero, del que ya no cabe porque ya está muerto. que murió deprisa como nació fresco. como todos –supongo-, como el del sereno: encendiendo la noche con ávidos ecos de llaves secretas con olor a sexo.

61


la esclavitud del poeta la esclavitud del poeta es saber que juega contra cartas marcadas. la libertad, es jugar a pesar de todo. nada es lo que parece ser ni está donde se imagina, solo la sombra sabemos que es nuestra. la virtud del poeta es echar un órdago a la vida en cada renglón por “ si acaso “. siempre por “ si acaso “, sabiendo que ni los poemas propios le son enteramente fieles.

62


sé alud sé alud y ven a mí. a sabiendas, te tomo, tal cual, seas niña bucólica o ramera virtuosa. ven y adorna mis oníricos destellos de hipocresía con alguna que otra mentira piadosa que ayude a levantarme cada día. ven y muérdeme el alma una noche mas, carnicera. ven y templa mi tenue existencia. pero ven cada mañana a porrear mi solitaria puerta.

63


es estéril la sombra que me acoge es estéril la sombra que me acoge. como candil a punto de expirar recojo los últimos alientos y acomodo mi traje, recién planchado; -la última concesión a mi arrogancia(pienso) instantes después solo oigo cuchicheos y miradas perdidas. no sé de dónde. caras largas y a algunos niños que juegan a la peonza. salgo a respirar un rato. -respirar hielo(pienso) una señora, enfrente, tiende unas bragas inmensas de color hueso. lejos, muy lejos, un hombre vaga por el cementerio a oscuras. buscando una mujer sin rostro y sin alma. -para adorarla(pienso) -ya voy, Padre, un segundo, que la mujer sin rostro me llama-

64


mañana puede ser mañana puede ser un día interesante. ¿por qué no? puede ser un buen día para coger madreselvas, o caminar descalza a la luz de la luna. también puede estar bien lanzar una mirada lasciva a algún compañero de trabajo. hacer un guiño a la vida y sorprendernos con un grito furioso, en plena autopista. llamar a un amigo, olvidando viejas rencillas y borrar, definitivamente, su teléfono de nuestro dietario. ¿por qué no? leer de nuevo el correo olvidado en el fondo del armario - debajo, al fondoy quemar, uno por uno, lentamente, amores ahogados en vino o en vodka. podríamos también, sucumbir, por una noche, y perdernos en el cuero de su montura. no estaría mal, tampoco, pasarnos riendo el día entero, ni saludar con un guiño al vecino. ser cómplices de los sueños del amante, o perdernos en una noche de borrachera interminable, entre alaridos de felicidad. ver el ocaso y el alba del día siguiente, sin habernos movido de la misma playa:

65


solos. serĂ­a bonito descubrirnos limpios.

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para el carro, princesa para el carro, princesa, que la suerte de los muertos, ahora, no me interesa. que me han dicho los eunucos, que allĂĄ donde viajemos no hay pieles rosadas para acariciar, ni labios color crema para morder. que me aseguran, mis muertos, que el incienso acaba cansando, y no existe noche para pelearse. para el carro, princesa, que la suerte, de los muertos, ahora no me interesa. que prefiero una mentira limpia, para respetarla, que mi esperanzas blancas, para soĂąarlas.

67


mariquita yo no me he ido, todavía, de tu alcoba. transito invisible por entre los rincones, entre tus sábanas, tus zapatos y braguitas (bien dobladas). sigo ahí, dormitando cada noche unos segundos. 0yéndote respirar quejumbrosamente. y entre sueño y sueño me permito la licencia se soplarte ese mechón rojo que te molesta. te cubro, de cuando en cuando, con sábanas de lino: las mas de las veces, solo te miro. cuando me aburro, (la noche es larga si no se sueña) abro, curioso, los cajones de tu mesilla, y junto a cartas olvidadas, una mariquita llora porque no oye latidos de vida. vagabundeo en el olvido; entre vestidos rojos y sujetadores violetas. también hay un cajón vacío con sabor amargo. amanece lentamente y sin retorno.

68


¿a qué sabe tu piel? no son capaces mis sentidos, no aciertan, no logran descifrar ese códice de sabores. ¿a qué sabe?. imaginan mis yemas la textura de tus rincones mas secretos, lo recorren de arriba hacia abajo, como un eléctrico tren, suben y bajan tu espalda como quien mece una cuna. ¿y qué decir ese centro inaudito, columna vertebran de mis locuras? ¿pero? ¿a qué sabe? ¿a qué sabe esa piel? ¿a qué sabe ese cuero? lo sueño cada noche un sabor distinto: a fruta, a sal, a nieve, a caldo, a caramelo de cereza, pero, o mi gusto se ha vuelto insensato, o mis sentidos me abandonaron vilmente. me vuelven a despistar, por momentos, mis dedos - como termitas mientras acarician tu cabello, -como quien peina a una niña de pocos años-, y se deslizan, como sin querer por tu cuello. como quien quiere estrangular todos los miedos del mundo. pero millones de poros diminutos

69


me vuelven a tu esencia, sin que logre distinguir, -ni por asomoel sabor de tu inocencia pueril. mujer, en el paritorio de los silencios, me descubro inocentemente tuyo. ¿a que sabrá tu cuerpo? ¿dios, a que sabrá?

70


la frontera ¿estás?, ¿o no estás? estas. no estás, pero yo sé que estás; con un pájaro de leyenda entre las manos. estás, estás, estás. estás soñando, -no digas que no-, presentí un madrigal de ausencias. ¡estás!, y eso es todo lo que necesito saber.

71


el piano mi silencio es un piano de cristal, dormido en el océano de las nubes. donde los corales duermen a los peces con duetos de silencio monódico. mi silencio me cubre, y me tapa, y me acoge. rescata la apariencia frágil, convirtiéndola en sólida quimera. huye por el bosque persiguiendo almas. mi silencio tapa voces sordas, acurrucadas a los pies del otero. mi silencio se ensimisma en el cielo de los mares irisados. mi silencio regresa a mí, y me huye. torpe soñador de sueños.

72


el piano II te cambio cinco teclas negras, por acortar un abismo entre tu vida y yo. temes. temes que te corte el aire, y me regalas guiños punzantes en forma de versos. temo. temo y me das aire limpio para aliviar mis sofocos. un boca a boca, mitad embriagador, mitad sangrante. temes, temo. somos hombre y mujer, al fin y al cabo, no solo vahos y sueños. los dos partimos del mismo sitio: de un cero inconsciente, y los dos llegaremos al mismo lugar: al planetario de las almas azules. la pregunta es: ¿qué parte de nosotros mismos dejaremos para siempre en el camino? o dicho de otro modo, ¿la piel que se nos cae a diario, donde queda? ¿quién la recoge?

73


invítame a tu siesta invítame a tu siesta, mujer, invítame a tu siesta. retocemos. juguemos a polizones bajo la sal de nuestras sábanas. arrojemos mantas, colchas, y almohadas, lejos, y en cueros, hagamos el amor por una vez, salvajemente, sin principios ni morales, sin caminos, como dos caballos locos, sin orden, apasionadamente infieles, lejos de todos y todo, impacientes, saboreando hasta el último jugo de nuestros sexos, mordiéndole a la vida sus entrañas, sangrando al infinito, besando nalgas y cuellos, trenzando en el pelo tirabuzones roncos. ven a mí, mujer, y hazme sentir miedo de lamentos. mujer, ven a mí y dame sucios cuentos. una y otra vez jinetea mis lamentos, una y otra vez. mujer, una y otra vez, ven a mí. que la noche llegará

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más tarde, para enloquecernos. invítame a tu siesta, mujer y por una vez, solo por una vez, no seamos cuerdos.

y ahora… (invítame a tu siesta II) y ahora... ya pasado el límite de lo prohibido, cuando las vergüenzas cuentan, y llegan los olvidos requeridos, y la calma, y la respiración vuelve a su sitio, y la piel se muestra blanda, y cubrimos los sentidos con mantas, y apoyamos nuestros rostros en almohadas sudadas, y abrimos los ojos, y por vez primera se encuentran nuestras miradas. ahora, mujer, ahora, hablemos de amor.

75


solos solos. solos en el paraninfo de las estrellas. aguerridamente solos. sin palabras ni versos. sin ojos y sin piel, sin pies y sin alma. solos. en la negrura de la casa del poeta. en concupiscencia con el aire que nos liba. solos. en la soledad de nuestros silencios. quietos. quietos los sentimientos. quietas las inquietudes y las dudas. todo en un bálsamo de orgásmicos silencios. solos, y trágicamente unidos por una ensoñación sin sentido. trágicamente sin sentido. trágicamente ensoñación. solos. solos para viajar por entre los espasmos de lo desconocido, por entre las rutas no abiertas, por entre las heridas, por entre las venas, pero solos. tan solos como un funeral de vagabundos, pero vivos.

76


algo nuestro es algo nuestro, lo sé. como esa manzana que comemos a medias, o ese vaso de leche que bebemos a sorbos. lo sé. sé que es algo solo nuestro. tan nuestro que ni las mariposas lo saben. sé que yacemos bajo el mismo manto, sin llegar a rozar nuestros cuerpos. que solo nuestras almas recitan al unísono. lo sé, brota candela de nuestros labios cada vez que bebemos. y nuestros ojos queman rezos al Amigo. ahora pones en mis labios una cereza fresca, ora se desbordan mis pasiones, ora cubres mi lecho de lilas, ora soy para ti un alquimista: soñadora. lo sé, sé que todo eso es solo nuestro. como lo son los tintes azules y negros de nuestras plumas, lo sé. como también sé que somos línea del mismo cielo,

77


del mismo mar y del mismo sueĂąo. tambores tersos de tanto anhelo, flautines mimosos, pianos tiernos. como sĂŠ que lloramos de los mismos miedos. es algo nuestro, lo sĂŠ. los dos sabemos.

78


a veces a tiempo, descubrí que de pequeño también quería ser feliz. en aquellos tiempos, ir por caracoles, de noche, bajo la sombra de mi padre, o la longitud infinita de esa mar, soñada, eran semillas de misterio, y de esperanza. de joven, mi felicidad consistía en mirar de reojo a las vírgenes, sin esperar nada a cambio, ni una mirada, siquiera. absorto. mi edad creció, y la madurez incipiente, me trajo la felicidad infantil de las risas cautivas. hoy sigo soñando con algo más. con la complicidad de unos silencios vestidos de ternura. con la mirada perdida en unos ojos sin fondo. tal vez, también, con las caricias del viento y de su viento. sueño con el silencio humilde del poeta melancólico. de la noche, solo mía. sigo viviendo por navegar un día entre la mar y tú. por descubrir, al fin, quien eres,

79


poetisa de ojos azabache, que susurra, helando mi nuca. hoy sigo soñando con algo más. con esa felicidad que me devuelven, en el espejo, mis ojos de niño, a veces.

80


somos parte de un divino plan somos parte de un divino plan. con las estrellas como fondo, con el agua y el sol. somos parte de una divina comedia, y de un universo de sueños. somos minúsculos poetas lácteos. apenas sílabas somos, del verso inmenso, del poema del uni-verso. pero, ciegos, nuestra pluma ve más allá que nosotros. somos parte de un divino plan, donde el hombre es, apenas, una nimia pieza de fino cristal, nada más. ¡que no sean, poetas, nuestros versos, solo reclamo!. pintemos sueños, y salgamos al mundo, a dar, puerta a puerta, nuestra sangre. porque somos parte de un divino plan, donde el poeta es la palabra ahí donde solo hay miedos

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y dudas. que no duerman, nuestros versos, en el olvido de nuestras carรกtulas. porque sabed, poetas, que el hombre, hoy, muere de hambre de palabras, serias.

82


vamos a jugar vamos a jugar. empecemos por imaginar rótulos de neón, sobre tu piel de caramelo. deletreo: de-se-o-lí-qui-do. tú cierras los ojos. lo sé porque te miro, mientras muerdo tu mentón. lanzas tu mano, temblorosa, hacia mi sexo, y solo encuentras un pozo de dolor ambiguo. arañas escuálidas recorren nuestros vestidos, en perfecta hilera, mientras saborean jugos con sabor a derrota, a lima, a cereza, a sudor. sigamos jugando, mientras las derrotas cotidianas, nos surten de vicios inconfesables; manchan nuestros zapatos, emboban nuestras almas, y ponen gafas de madera a nuestros iris. por eso, mujer, hembra de mi vida, cuando jugamos, abordas la isla del semblante oscuro, que es mi cotidianidad, y la fondeas en aguas iriscentes, inmáculas, buceando en mis entrañas hasta encontrar el pulmón herido que me sorbe, y le insuflas ganas de vida, de muerte, de deseo y fiebre. fiebre de más de ti.

83


duende purpura -vos sos un duende, no tenés almani casa, ni viento, ni semilla que alegre mi vacío. soy pues el duende de los parias. no necesito la luna para soñar. mis manos sangran púrpura y recoge los escombros de otros duendes más afortunados. soy el quejido del que busca en las basuras la lágrima que a solas derrama el drogadicto, y que nunca veréis. habito en residencias cuyo nombre evitáis decir por miedo al contagio. me cubren sábanas de cartón, y mi limpieza bucal es un río: un mar enorme, enorme y negro. veo el mismo amanecer que ve el afortunado, entonces, yo, me oculto. me busca vuestro Dios, con ahínco, pero nunca me ve, porque soy el otro duende, el que se oculta dentro del palio. soy el duende púrpura de los sin alma, porque también ellos tienen duende.

84


el que se compra con limosna, y al que se le pone cara de imbécil cuando se le mira sin verle. llevo melena lacia y ojos negros, del vacío que me viste. ¡sí, marqués! soy el prescindible. púrpura, me llaman. duende púrpura. y suelo estar oculto las mas de las veces, para no molestaros.

85


podría decir podría decir que el tiempo es un clown del viento, pero probablemente, Carmina, (mi vecina) no lo entendiera bien. contaré como el tiempo es un payaso que nos hace reír, -melancólicamente, despiertos-. se burla de nosotros trayéndonos certezas o equívocos, en el momento más inapropiado y menos justo. inapelable tiempo, ¡qué cruel entenderte!

86


diosa razón preocupado me tienes, corazón. no acierto a encontrarte. te escapas, huyes, te escondes a los designios míos, a los tuyos, a los de todos. ¿dónde te escondes, corazón?. te andan buscando entre los escombros, entre mesas de ébano ovalado, entre botas militares y aullidos de dolor y miseria. yo sé que tú, a sabiendas, te has escabullido de los designios del hombre, siempre. diosa, corazón, muéstrame la cara amable de tu conciencia, porque sé, a ciencia cierta, que algo tienes. -poco, pero algo tienes¿no nos ves perdidos? ¿no te das cuenta que los higadillos nos cubren ya la cintura? ¿hasta cuándo seguirás amordazándonos? desafloja un poco el cordón de la corbata, y permítenos respirar un rato. quizás así acuda algo de sangre al cerebro del hombre, y se dé cuenta de cuál es su destino. un saludo, co razón.

87


Mis viejos me hablan de poetas tristes dicen, los viejos del lugar, que los poetas de antaño vivían en cuevas hendidas en las rocas, cuidaban cabras, y calzaban boina y cayado. dicen, también, que eran hombres tristes, huérfanos de alegrías, y fumadores empedernidos. me cuentan, los viejos del lugar, entre vino y vino, que frecuentaban mujeres de mala vida, y gustaban de ausentarse largas temporadas en pos de aventuras, en París, Nueva York o Santo Domingo. siempre regresaban. y siempre regresaban tristes. ríen, mientras recuerdan, y mientras recuerdan, cortan queso y pan. sonríen y sonriendo cuentan como ellos nunca leyeron a los viejos poetas de antaño, sino que escucharon los versos, calientes de sus bocas. antes, mucho antes que papel fueran. cuentan mis viejos, que los ríos de miel, fueron sus ríos, que sus prados, -los suyos-, fueron los testigos de grandes episodios, que los viejos poetas contaban. que sus estrellas y su vino fueron simiente y caldo de sus versos, de los viejos poetas de antaño.

88


eso y mĂĄs me cuentan mis viejos, cuando compartimos pan y queso en medio de la nada y por encima de todo. mientras, mi mirada triste sueĂąa, intentando encontrar, a lo lejos, a los tristes poetas de antaĂąo.

89


nunca mueres porque eres el danzarín maorí de la tierra besada. porque eres el iluminado de los paganos. porque ríes a carcajadas sobre el brasero de las desdichas. te cantan. te cantan quienes codician mujeres, yates, fortunas y bronceados de muerte. te cantan quienes babean de poder y conocimiento nonato. el dedo que controla dice quien vive y quien muere, hoy, aquí. mañana...,¡no!. mañana puedo estar muerto yo.

90


funambulistas como sombrillas somos, como sombrillas. como parapetos libres e inocuos, como parapetos. como funambulistas en el gran circo: iconos de sonrisas y sueños. somos pasajeros, solo eso, pasajeros. dueños de un gran porvenir por venir. dueños de parajes embotellados en lágrimas. dueños de miradas furtivas: siempre furtivas, siempre miradas. ¿dónde vas, mujer? ¿dónde vas, niño? sí, tú, niño, a ti te hablo: ¿dónde crees que vas, con la sonrisa calzada? y tú, mujer, sombrilla, lienzo, pincel, mano, mar, ojos, ojos, ojos que miran, negándose a ver, negándose a creer. ¿hasta cuándo, mujer? ¡basta ya! ¡déjales en paz, escribiente!, déjales que se miren en la distancia. deja de interferir, escribiente. apaga la luz y acaba estos versos ya. envidioso.

91


interpretando silencios hay silencios que huelen a sal, sal marina, sal de cuero terso y frágil: cuero de mujer. hay silencios que gritan, locos, que estampan en las paredes, semioscuras,. sangre de gelatina. los hay también inocuos, lejanos, incomprensibles y mudos. hay silencios bellos: cadenciosos, pacíficos, hechos de retales de recuerdos, con sabor a infancia. pero también hay silencios vacíos, que hablan por sí solos, a voces, que huelen a tormenta y saben a olvido, que dicen adiós y dan escalofríos. a esos silencios canto hoy, con dos lágrimas mudas como tinta invisible. como duendes empalados, hay silencios brujos que duran un suspiro. de la timidez y el llanto prófugo, se alimenta mi cordura. y al ver pasar la vida converso con la estatua del pasado en el idioma de los lentos. se me asoma una bocanada de hielo, y mi piel, arrugada, sale del agua manchada, del barro de la vida.

92


Safo dice Safo dice -ven, mujer, a mí, y desliga en este cuenco, lleno de pétalos de mimosas, la frigidez de tus sentidos-. dice Safo -lo beberé con ansias, para tornarlo en tu piel, como cascada de ambrosía, cubriendo las curvas de tu espalda, en un millón de luciérnaga hibernas-. Safo hace el amor sobre mantas de cuero sonrosado. Safo mira, tras el tul vaporosamente anaranjado del tálamo, como Sulcea observa, silenciosa, el rito de la mantis. Safo hace caer sus pestañas mientras muerde el pezón de Sárquia. Safo dice: ¡ven!.

93


el club de la buena muerte diríase que todo había terminado, finiquitado, difuminándose, como espasmo, la buena estrella. al carajo, (como diría un resentido). ¿dónde vamos? se escapa la cordura: pobre Minotauro. nació la mañana envuelta en tul transparente. virgen vi el amanecer, y poco a poco abrió sus piernas al mundo en un desquite sin piedad ni lujos. se fue llenando de lodo conforme pasaba el día, con el dolor y el goce de cientos de semillas embaucadoras. ahora, cuando las luciérnagas siembran el temor a la muerte, me doy cuenta que no adecenté convenientemente la alcoba. y queda una acidez infinita en el alma.

94


absoluto silencio brota silencio de mí. Brota, que te oiga, que te toque, que te ame. brota de mí, silencio, que quiero escuchar el lamento del verso. que quiero hacerte el amor salvajemente, para morir presto en el letargo, en el desvarío, en el susurro, en el lamento, en el silencio. brota y rásgame los vestidos que me avergüenzan. bésame el pubis con el iris acartonado de tus versos Dantinianos. tráeme y llévame por las locuras. silencio. mi silencio, amado.

95


a los poetas decadentes sí, a vosotros y a este pellejo mío que me obliga a reírme de mi sombra, cada día. paseo, y en mi paseo se me obliga a una discusión constante con mi otro yo. constante. con una pasión frenética y enfervorizada. como soy yo casi siempre. pero él siempre lleva la razón. siempre mi sombra me nombra y me sorprende trayéndome recuerdos, y mi boca calla. decadente cuando hablo de lo mismo tantas veces, aportando tan poco. pongo voces a un trigo descompuesto, y el amapoleo me indica una pista por donde volar. pongo voces a los terrones y los nombro con voces distintas, descubriendo ojos de semillas incipientes. y sentado, al borde oblicuo del Pisuerga, mi otro yo, o tu otro tu, me habla de cadencias. el tiempo se nos pasa entre suspiros y nos arropa la noche para que sigamos mirándonos a los ojos. es tiempo de palabras, es tiempo de gritos, es tiempo de cadencias.

96


y la madre mira al hijo y llora áspera es la lengua del hombre, acarreando su pesado fardo, -escondido-, por este Nazaret anclado en el siglo X. la multitud no le mira, pero no puede por menos que abstraerse en una maraña de olores dispares con sabor a muerte. “el Nazareno” siente pálpitos bajo la chilaba, sobre su corazón de miedo. -Padre, ¿dónde está el hombre al que amas? -Padre, ¿dónde está el hombre que ama la paz por encima de todo? ¿dónde el salvador? la multitud ancla sus miradas en otro cristo con barba blanca, sotana negra y kalasnicof en la mano. “el hijo del carpintero” aprieta los dientes y cerrando los ojos, aprieta el botón del miedo. el aire es, ahora, rojo y el viento lanza el miedo a millones de kilómetros. y así seguirá cada día hasta que quizás no queden Israelíes ni Palestinos para ocupar una tierra de amapolas. o tal vez hasta que la madre mate al hijo directamente en sus entrañas, y mire languidecer un horizonte demasiado lejano para sus manos cansadas.

97


no hay esperanza en el hombre que no se respeta a sí mismo. así como el viento ansía la llegada del hastío para seguir alimentándose, mañana.

98


al amor que se queda yo soy aquel que por la noche te persigue robando el aura de tu sombra, quien a hurtadillas silabea tu nombre como viento, quien fustiga con caricias invisibles el vapor que desprende tu silueta, quien admira con ojos lagrimosos, el carmín que se desprende de tu risa. yo soy el arlequín que, diariamente, hace arrugas en tu cara de cristal, quien llora, cuando duerme, abrazado, a tu talle de mar. yo soy el marido, el amigo y el avizor mirón. el cauteloso de tus miradas y el adivino de tus gestos inconclusos. el amante, tal vez. tal vez algún recuerdo retinado, algún olor, color o guiño. también el niño que te roba la ternura a borbotones. el ladrón de tus guisos y el silencio de tus miedos. vapor en tu vida; un vapor que no quiere desprenderse de tu piel.

99


la niña de la guitarra encendida se va la niña de la guitarra encendida, la niña del cuento del andén, la de las prisas y los ojos perdidos. recoge los 30 euros sudorosos y con una sonrisa de cenicienta timidez vaga por un entre un Madrid lluvioso y frío. un café en el Gijón en busca de otro cuento. una cama en Chueca, y en su diario escribirá esta noche: Madrid que me miras sin verme; duerme, duerme, duerme me.

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niñodios “...Yo me sentía muy chico, hormiguito de desierto,...” (J. Ramón Jiménez)

llego a ti, que lees, como una sombra. me voy de ti, que lees, como una sombra. mi sonrisa, queda. mi voz, se va: como un niñodios herido. “¡qué tiempo el tiempo!”

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lazos negros una angulosa piedra cala mis pantalones. la boca lunática refleja un contorneo de carboncillo balanceante. el sonido del mar es bronco sobre el parapeto antinatural de la escollera. es noche cerrada como la soledad más virgen. no les oigo, pero sé que están cerca, a una milla de conquistar su paraíso. mudos. así viajan los desharrapados. así viajan los desarraigados. así viajan los conquistadores, al amparo de las luces de dios, al amparo de la luna, que les guía, y que les mata. por un puñado apenas, de nada. y yo aquí, sentado en esta angulosa piedra, que cala. mirando tras la noche, la nada.

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soledades la tierra bordea al hombre, no viceversa. el mar bordea a la tierra. no hay hombre, ni tierra, ni mar: todo es suspiro, todo conveniencia. el pensamiento, destruye, el pensamiento da vida: no hay pensamiento. la poesía es pensamiento: no hay poesía. el hombre aniquila el pensamiento. la tierra aniquila al hombre. el agua acuchilla la tierra. algún día todo será silencio. versos de silencio en un vía láctea sin nombre. el silencio es el principio y el fin. entremedias se alza la voz: del poeta, del niño, del vagabundo y del mentiroso. al final, el silencio todo lo ensalzará o lo matará para siempre: según corresponda. al final, como siempre, el silencio, dictará su ley. "en una vía láctea sin nombre".

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poema del hombre malo oblicuo, intranscendente y solitario. pasajero impenitente. casi el Dios inquebrantable por el que suspiráis. el tremendo yo que me aconseja vuestra muerte en pequeños tiempos. mis sentimientos no son vuestros, ¿qué sabéis vos de mis miedos? soy azules, variopintos azules y verdes y blancos. mis manchadas manos dan el sentido bucólico a una vida trascendente. la amo. no escudriñes mi mente, doctor de infamias, no conseguirás ver el dolor que me alimenta. también yo sé discernir el canto del vagabundo y del estornino. sé viajar por las nubes del verso y la palabra emponzoñada. mimo con sutileza el momento del arrebato, y vencí mil veces al durmiente del suicidio. no veáis en mí únicamente al acusado, arrebatador e inquietante. soy fiel al Lucifer que me acompaña en el quehacer cotidiano. mas, también amo y beso. millones de agujeros desprenden de mi piel miel olorosa y fértil. viajo en autobús y veo con pavor a la mujer embarazada, de pie, a un metro de mí. como vosotros, poetas buenos, no entiendo el crepúsculo, azotado de alisios y vencejos. partiré como vosotros,

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de negro y blanco riguroso. llevaré conmigo un paisaje de cefaleas irritantes y mohosas. mas, el hombre bueno perdonará mis desvíos, y sanará mis canceres "in eternun". me miráis sin sospechar, y yo escudriño vuestras mentes para enseñaros el círculo del vicio que anheláis. pagáis y dormís tranquilos y poderosos. soy el otro ángel que necesitáis para sentiros vivos. amén.

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vómito negro, ¡claro!, hoy. mañana, un residuo franquista comerá vieiras para mostrar al mundo lo indemostrable. dirá, Santi: -tenemos lo que merecemos, y no le faltará razón. se afana mi aliento a recoger sangre negra, -vómitos negros del capitalismo-. pero mi propio vómito es transparente como lámpara de cristal. el gallego traga, y ya va siendo hora de despertar; porque ya apenas queda sangre limpia, -digo roja-. da pavor imaginar, (si quiera), lo que nos dirá la mar mañana cuando nos pague con la misma moneda. lo que es tan cierto como el propio mar, es que pagarán los de siempre. el mar no distingue a ricos ni a pobres.

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vómito II coge mi madre conchas del mar, salmones, mi padre alcanza, mi hermana en la escuela recita al mar sus versos de enamorada. yo, miro. coge mi madre fuel de la playa, mi padre a la mar le arranca el alma, a mi hermana los sollozos le dejan huérfana. yo, lloro. hay en Galicia un silencio que como relámpago estalla. los marineros lo gritan, los de traje lo callan. hay en Galicia una queja, que a todos extraña. una queja de olvido, olvidada tras la playa. una Galicia muere tras el fuel, otra se levanta. ojalá lo negro traiga agua fresca para lavarnos la cara, desterrando para siempre viejos fantasmas. yo, incrédulo, observo.

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“donde quiera, en las noches, se abrirá una ventana”

José Ángel Buesa

tal vez triste, seguramente, amarga. porque es símbolo de poeta ardiente y frágil, escribir en agua. se abrirá una ventana en la penumbra, en la soledad de las miradas. porque el verso es solo eso, miradas, tiempo indefinido, inconcluso e incierto. poeta fatuo, inmolador de semillas y cantera de despojos. ¡pobre verso impagado! ayer destierro y fogonazo y muerte, hoy bandoneón llorica y cobarde. donde quiera, en las noches, se abrirá una ventana, tal vez triste, seguramente, amarga. porque el verso sigue siendo pura nostalgia. magia.

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mujer contra mujer yo tengo tangos. tangos tristes tengo. tantos tangos tristes tengo... tengo rosas rojas naranjas, azules, amarillas, y verdes. tengo rezos. tengo vergüenzas, y lágrimas violetas. tengo noches, muchas noches amargas. ese beso indiscreto, esa mirada. esa mano... la caída de ojos, tras la ventana tapiada. ¡qué triste la habitación cerrada! tantos tangos tristes tengo. tengo, mujer contra mujer, bestias de amor callado. quemo la pluma gastada, al sol del olvido, vistiéndome de calle y de esperanza. me miras, envidioso de caricias, hermana. y canto, también contigo, otra canción de esperanza, más.

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y una mano de mujer les mesa los cabellos dime donde van los hombres a pasear su hedonismo: arrogantes vándalos, amigos de lo ajeno y estériles sombras de malicia. vuelven a casa los guerreros plenos de egoísmo hiriente. curtidos de un viento infiel que marchita sus caras. y una mano de mujer les mesa los cabellos, les da de cenar y les ama. la muerte. mas, mi canto no es postrero, ni ecuménico. es un perfume de amor que embriaga. es una mano que besa, mesa, y da el calor del olvido y la esperanza. es un verso de amor el que lanzo y el que abrigo. es también templanza.

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el secreto mundo de Iris

a Jean Iris Murdoch y por ende a todas las persona que padecen alzhéimer

se cierra len-ta-men-te la puerta del recuerdo. las palabras huyen y quedan atrapados los silencios. se marcha la voz calladamente lejos, (queda la vida dentro). los recuerdos ya no son compartidos, no quieren salir. quedan atrapados y confiados a lo propio, al amor de lo propio, en donde siempre gustaron estar en Iris. ya no hay hilos azules, solo mundano silencio. un silencio que golpea un corazón ardiente, aún. el corazón ardiente de Iris.

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de ángeles visita la niña al ángel de lo imposible, dormida. visita la niña el desván de los dementes, donde se esconde todo, donde se olvida todo. en el espejo, polvoriento, el dedo inconsciente del diablo escribe el deseo trasgresor. y antes de manchar, el cuerpo niño se hace vientre fértil. comienza, entonces, otra guerra hombre contra hombre, hombre contra sí mismo. la niña de entonces es hoy la reina del caos interior. la reina de lo absurdo y lo in-concebible. pasó el tiempo y el recuerdo abruma aún. ¿dónde se quedó la niña virgen? postrado asumo el recuerdo, y hoy, como Alicia, persigo un conejo blanco aún a sabiendas que lo absurdo sigue siendo ley. comenzó mal, la historia. tengo tantas preguntas para ti cuando sea mayor, padre.

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al hombre contador de cuentos no hay historia, no existe. no existe la historia. solo existe la historia del hombre que escribió la historia, que recordó la historia. el hecho se convierte en historia cuando se lee. y se lee la historia del recuerdo del hombre que escribió la historia, no la historia misma. existen el lugar y el momento, pero el hecho únicamente lo conocen los muertos, los muertos y el viento. será historia el momento de hoy cuando nadie lo recuerde, y únicamente podrá leerse la historia del hombre contador de cuentos.

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mĂ­a conciencia te me envenenas como roca afilada, conciencia, tantas veces...

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os amaré a los dos

(inspirada en la película Jentl)

...como locuaces mimosos que encadenáis a mi alma el pecado del amor. os amaré en lo recóndito y lo sencillo. a ti, por ser el adulador de mis pensamientos, y a ti por ser la encantadora de mis instintos. por ser el arrullo de mi inteligencia, y la cadencia de mis sentidos, y a ti por ser ojos, manos, piel y viento. seréis mi timbal y mi flautín, mi alacena y mi blusa. el globo, ¡que estalle¡ ¿qué me importa?

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sombrero de oro

“Enamorado saltarín, enamorado del sombrero de oro, tendrás que ser mío” (“El Gran Gatsby” de F. Scott Fitzgerald)

la nuca veletea, y a la par la piel se eriza. diosa de la pluma, sangre de la vida que de la oscuridad remota serpenteas halos de entrañas. duermes por los caminos de mis venas y sales a la luz casi siempre con la luna. sombrero de oro, te invoco. y como agujas, la simiente voltea en pergamino blanco. dormiré, con la angustia de dejar dentro parte del pálpito que ahoga. sombrero de oro, te invoco,

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Aurora sobre la cama tiene el libro abierto en la pagina siete, la mano, blanca, dormida en el tercer verso: “que tristes, madre, que triste se quedan, bajo el paraguas negro, los muertos” una mano, cuidadosa, aparta, llorando, los dedos. Aurora ya abrazaba el despertar de los sueños. una mano, cuidadosa, le cierra, llorando, los ojos negros. la mujer del pelo blanco murió como vivió, en silencio, procurando no olvidar nunca a la niña, que siempre, llevó dentro.

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poesía en época de desprendimiento el sauce no llora: observa. el sauce mira, longevo, al poeta errante, al siempre poeta, al siempre errante, al nunca dichoso, al siempre distante. mira el poeta al sauce y llora la lágrima que el llorón no sabe. mira el poeta la mirada y la ve triste. la vuelve a mirar al tiempo y la mirada ensimismada y triste sigue siendo triste. el poeta no sabe reír, nunca supo reír el poeta. el hombre caminando en círculos, el poeta caminando en círculos inversos. todo lo abarcan los ojos del poeta llorón, todo lo abarcan, todo lo hiere, todo son lágrimas. parece que sonríe con alguna lágrima de esperanza, en algún verso, o en alguna palabra,

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pero solo son astillas que con agudeza clava en su fina piel de su atormentada alma. que es su nombre, calvario, que su mirada lรกgrima.

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curanderos pocos se acercan limpios a conocerte. sin premisas, sin recelos y con una mano abierta para dar sin esperar nada a cambio. vivimos pendientes del error del otro para airear nuestras palabras, caducas y rancias. de todo sabemos y apenas nada ignoramos, porque somos fruto de la modernidad, e hijos de la democracia. bebemos el licor ebrio del dĂłlar que todo lo llena, lo disculpa y lo justifica. murieron los silencios que hablaban por sĂ­ solos, y las miradas que todo lo llenaban. el grito llena de razĂłn al necio ante la mirada perpleja de los niĂąos.

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algún día, cuando necesites encontrarme, ya habré muerto se habrán ido, para siempre las estaciones. los pasos no cambiarán su rumbo. ni habrá otros rumbos que tomar, ni trenes que coger, ni miradas que atrapar. se perdieron. las perdimos en un sin sentido -insensatos-. ni siquiera fuimos amantes. amantes. amantes, amantes. cubrimos, el expediente con un respeto políticamente correcto. hablábamos poco, lo justo, lo justo para no herir, para no atropellar los sentidos. lo justo para no invocar un perdón egoísta. se perdieron. se perdieron los roces, los temblores, las risas, la complicidad, los sueños. no fuimos valientes, y ahora, que necesitas encontrarme, yo ya he muerto.

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las madres cóncavas

“Pero se trataba de un acto de amor, puede que equivocado, pero de un acto de amor...” Gustavo Martín Garzo

¡ven!, regresa, hijo, al vientre que te mece. adormécete como cada noche en el cuenco que te cobija y te salva. adopta la postura que te conforta y te cubriré de agua y de viento. sueña, hombre, y déjate llevar por los rincones, que yo te velaré día y noche. ¡ven!, regresa, hijo, al vientre que te mece. que yo alisaré caminos, retiraré piedras, y separaré mares para que tú pises firme y orgulloso. pero no me mires mientras velo por ti, o lloraré. ¡ven!, porque aún cuando no esté, este vientre estará abierto a ti. ¡ven!.

122


el destino te conoce el destino te conoce, te sabe, te huele, te ve venir. te ve venir como la roca o la arena. te sabe como la miel y el azufre. no te olvides poeta, tú tampoco, el destino te conoce y no se sonroja. no se ríe el destino, tiembla cada vez que miras al vacío. ríe el destino cada vez que sueñas. te conoce, el destino, y sabe que nada sabes; hombre.

123


fénix

rezúmame, sórbeme, mujer, hasta el delirio, y cúbreme de esperma. acto seguido abandóname como perro, porque así seguiré siendo esencia de poeta, esencia de hombre.

124


pasiĂłn gitana palmas. mano con mano, palmas. un taconeo invita a mĂĄs palmas. y una guitarra grita: escucharme, mas palmas. y el viento baila con los susurros y voz quebrada. palmas. y los acordes rompen el alma. el vino, el humo y una guitarra. palmas. y Lorca que se levanta. palmas. y una gitana con pies desnudos sobre la arena danza. palmas. son castaĂąuelas de cuero bajo la lumbre de una fogata.

125


los niĂąos duermen bajo la nana de las seis cuerdas que la gran dama lanza. palmas. los ojos cerrados rezan bajo la noche como chamanes al dios gitano de la esperanza.

126


si algún día llegas si algún día llegas, que sepas que soy torpe y vanidoso. que no vivo en mi sino para un cobarde que sueña en demasía. si algún día llegas que sepas que quizás te lastime. que comeré a bocados los momentos primos y el silencio –mi amado silencionos hablará bien pronto de los colores que en la paleta duermen quedos. si algún día llegas que sepas que no distingo bien los colores del alma y confundo, a menudo, el rojo con el negro. que sepas si algún día llegas, que duermo desnudo, por si quieres herirme, o abrir una ventana por do escaparme. que sepas que amo en demasía, si algún día llegas y me encuentras llorando y dormido.

127


y si alguna tarde cuando llegues

me quedo mirándote sorprendido y sonriendo sin motivo, que sepas que me fui de viaje con las alondras por mis recuerdos. te digo todo esto por si algún día llegas a mí, y me encuentras vacío. que sepas que te estaba esperando para comer...

128


de Lázaro

a D. Fernando Lázaro Carreter

rediez. se acabó. quedo: cumplí. ya solo soy aire y pensamiento. ya solo soy tinta y voz extraña. yo, que fui castigador, -pobre de mí-, castigador, censor, dardo de la letra y la palabra, que no quede de mí melancolía. galán y galante del libro y la radio, -dicen-, quemé ojos y desde mi atalaya oteé la decadencia del lenguaje. caballero fui de la tabla redonda de la voz y la palabra, templario y templador, forjador y forjado por la pluma de la voz. rediez. se acabó y no firmé. amén.

129


a la inmensa minoría a Juan Ramón Jiménez

a la inmensa minoría que vomita, en papel, su alma y sus vísceras. a la inmensa minoría, que, como corzos heridos, se refugian en la cueva de la montaña sin nombre. a la inmensa minoría que canta, alrededor de un fuego etéreo, canciones de guerra, en voz baja. poetas en estado bruto. a la inmensa minoría de cansado corazón y amplia sonrisa que, únicamente, vive en noches turbias, y que cada amanecer tan solo es una larga espera. a la inmensa minoría de poetas, que reniegan de la verdad impuesta.

130


con la mar no se juega no se esfuercen, ella canta una canción distinta, negra, abrasadora y cruel. no caigan en sus garras, tápense los oídos, fuerte y aléjense. ella es el imán más grande y más destructivo. en ella cabe todo y de todo se alimenta. insaciable. inescrutable, inexpugnable, indómita, insolente. insaciable. ella es una gran boca a contracorriente. llega hasta el rincón más inhóspito edulcorando su sabor, regenerándose en cada hombre, y madurando la simiente del padre tierra. no se esfuercen, ella es embaucadora hasta los confines, sus vestidos nos embriagan de mil colores y perfumes. no se esfuercen y ámenla, con ella no se juega señores.

131


al otro lado del sexo lléname del rocío que escupe tu falo desbocado, cubriéndome de silencio, pero antes, que sean palas tus palabras y me lleven a la isla de los pájaros sedientos, que tu boca alimente la simiente que, muda, siembro en el altar de los cobrizos. empuja tu pubis y déjame caer en un abismo lácteo de estrellas. lléname de quebrantos y sonidos inconexos. que se curve mi cuerpo como arco y que te lance todos los gritos que llevo ocultos desde niña. sé la espada que atraviese el arcón de mis miedos. y bésame, bésame, bésame tanto que llenarte pueda de espasmos y de vientos. y luego, luego llena mi ego lavando los platos que se agolpan en la mesa.

132


duendes sobran las palabras, los sentidos hablan por sí solos, las manos hablan por sí solas, la piel habla, los labios hablan, tu pubis habla, tu senos cuentan palabras de amor. duendes que andáis entre las sábanas, que vigiláis nuestro amor desde la almohada sudorosa de este silencioso tálamo. vosotros que recogéis los quejidos y los ahogos más agudos: ¿donde escondéis los pálpitos y los desahogos? ¿en qué rincón de vuestro pequeño mundo escondéis sus lamentos? decidme. que hoy necesito vientos suyos que golpeen mi cara seca. que ahora necesito truenos y lágrimas. y no solo vagos recuerdos de noches incineradas. dadme al menos la esperanza de un rezo quejumbroso. dadme al menos el sabor, el olor, a hembra enamorada

133


al día siguiente se escapan las lágrimas de los niños por los desagües del mundo. los padres miran y callan, vacíos. la tienda de los relojes cerró, tras liquidarlo todo. el barrio queda mudo, sin tiempo. el tren ya no pasa solo por el barrio mudo, le acompañan las almas de escolares, de trabajadores y amantes. en Atocha se yergue, firme, un monumento invisible: un niño, un hombre, y una madre. agarrados de la mano, miran en la lejanía a un futuro sin odio.

134


como gusanos como gusanos, los que cambian los destinos; como gusanos. como gusanos, los que a por migajas van; como gusanos. como gusanos, ajustándose las corbatas, los que tienen carteras negras, repletas de sueños, lo que para ellos solo son papeles; como gusanos. reptiles, prestos a engullir y engordar. también hay trenes como gusanos, con sueños dentro. sueños que son como gusanos: a largo plazo, lentos y con mucho tiento. hubo un día, (11M), en el que gusanos comieron gusanos. hubo un día, (11M), en el que gusanos comieron sueños. queremos comer un gusano gordo. el gusano gordo que permanece escondido, aún. no para recuperar sueños, porque muchos sueños se fueron para nunca volver. queremos comer un gusano gordo para recuperar la dignidad de los sueños que aún nos quedan por vivir.

135


abrazo surge, y se queda. fuerte, y sin fin. esculpe tallas en los costillares.

136


tócame dentro, tócame dentro, con tu dedo de oro, y macera la simiente para engordar mi destino. tócame, dentro, quienquiera que seas, y torpemente, entraré en un Olimpo de juguetes. tócame dentro, sin miedo, con tu mirada apuntalaré una cabaña sin techo. tócame suave, dentro, y darás luz a los ojos que lloran sangre y polvo y miedo.

137


Vale (Quijote-Quijano) vale. vale que no sea fiel a la cordura; pero mi reino no es de este mundo. vale. vale que mis manos no empuñen pluma en vez de espada; pero mi dragones me arañan el alma. vale. vale que mi amor mundano no luzca talla 36; pero su cuero acalora mis sueños. se burlan de mí los que no saben que mi vivir, equivocado en el tiempo, permanecerá como las estrellas, impoluto. no saben, como yo: que una locura a tiempo cae más a cuenta que una cordura en un tiempo de imbéciles zánganos. sigo cabalgando, y ahora veo como recitan, vehementemente, mis andanzas. siguen sin verme. siguen sin ver, en la locura, una razón a la esperanza. vale.

138


Sancho (Quijano-Quijote) -querido Sancho, ¿qué modelos de pasarela dices?, que no son sino molinos eólicos los que irrumpen nuestra vista. -querido Sancho, ¿qué barcos piratas, ni que coñas?, pateras cargadas de sueños y desgracias. -¿cigüeñas? no me seas zopenco, reactores con megatones de destrucción y muerte. -mi querido Sancho, apaga el motor de la Harley, que no te deja oír los silbidos del viento como crujen, cargados de lágrimas. -vamos, panzón y cuida esa dieta o este verano serán el hazmerreír de Calpe. -Señor, deje que mi locura ahogue el grito de la andanza, que mi camino es corto el hambre, mucha y la soledad, amplia.

139


lesbiano de amor te amo, mujer, con la indiferencia de lo que ya está marcado a fuego en el cuero. te amo, mujer, con el sosiego de los años y el letargo de la piel arrugada. te amo, quebrado. te amo, indómito. te amo, solitario. te amo, en el abrazo, siempre. mujer, que me ves en la distancia cegado por la pasión, sucumbo una y otra noche. y tú, a la espera. ¿quién se atreve a adentrarse en tus sueños azorados? te amo, solitario. lesbiano de amor, te sigo amando como la primera tarde, porque las noches se fueron para siempre. recogerás mis despojos cualquier día, y encontrarás un primer poema ya olvidado, entre la sangre y el semen desquiciado. te amo, mujer, porque cuando me miras a los ojos aún veo luces y sombras, despertando cada día. Lesbianos amores que se aman en silencio.

140


voces se elige ser voz: voz meditada, calculada, respirada. se elige ser voz. se elige ser viento. no se elige, ni se sabe dónde acabará el susurro, a que puerta llamará, ni quien abrirá. no se elige quien te oirá, ni quien atrapará tu alma.

141


candencia la mĂşsica es la misma. la cadencia, la misma. la lengua tan vez distinta. el sonido, distinto, pero el mismo ansia. tal vez distintos silencios, tal vez, pero un mismo arrebol, una misma capa, azabache. los mismos gritos, las mismas tripas, los mismos vĂłmitos. las mismas guerras, la misma mierda. el mismo rostro de mujer fatal. el tiempo y el lugar se rĂ­en, viendo al mismo poeta de siempre llorar por los mismos miedos.

142


mi quebradizo no quieres verme. tú, que haces de mis palabras sinsentidos. que haces palidecer mis vocales y vuelves invisibles todos mis mundos. tú no me ves. tú no me sientes. no quieres acercar tu oído a mi vientre, por si vomito esos miedos que te duelen. tú no estás. eres el espacio de lo ajeno a mí. un haz de luz paralelo. para siempre paralelo. eres mi quebradizo. mi soga. mi calzador. tú, que deshilachas mis contrapuntos, que adormeces mis sonrisas y hundes mis barcos. tú, caimán de mis adormideras. tú, que con tus silencios fuerzas mis odios a los abismos. tú, mujer, eres la intriga que más anhelo y más amé.

143


si te amo si te amo nos es para que tĂş me ames, ni para que me desees, ni para que sientas mi presencia cuando no estĂŠ a tu lado. ni siquiera pretendo que me pienses, que me regales o me mires. si te amo es porque siento la necesidad de darme a ti, por entero. egoĂ­smo, al fin y al cabo.

144


apenas nada un toro, un loro, un foro, un juguete roto. una niña resabiada, y una cuadratura: un jardín, una isla, un infierno, y una melancolía. pasa el tiempo y todo sigue igual. tristeza. jardín dorado, no: jardín maldito. porque los recuerdos no son otra cosa que frutos de la muerte. y la muerte no es otra cosa que el fruto de la ignorancia. pasaremos. pasaremos todos por un mismo sitio. quedará una cabeza de animal y con un poco de suerte, un corazón hecho con retales de miradas. apenas nada.

145


siempre devorado que cerrada está la noche, madre, que cerrada. los candados eran misiles, madre, y yo sin coraza. la noche me comía, me devoraba, madre, pedacito a pedacito como si nada, como carne tierna que era, ni sobras quedaban. me regurgitó la noche, madre, una fría madrugada. no conocía a nadie, ni supe donde estaba. caminé sonámbulo por mil tierras mil noches más, hasta que encontré un hueco en la palma de mi mano que no había visto antes, y allí estabas tú, de nuevo, noche.

146


te tomé a la ligera reconozco mi participación en tu secuestro. ¿y qué podía hacer? si la miel te brotaba de cada poro, y tu cuero rosa palpitaba ensordecedor. ¿qué podía hacer?, sino beberme tus ansias y vaciarte. reconozco mi participación en tu secuestro. ¿qué más quieres?

147


un placer, caballero reconoce que me has soñado. a tu pesar, pero me soñaste embadurnado en miel rodar contigo sobre sábanas negras. reconoce que me has amado. a tu pesar, pero me amaste un instante, durante un segundo, al mirarte en el espejo, cualquier día, con el pintalabios en la mano, me viste mirarte con ojos negros pintarte un círculo rojo en tu ombligo. reconoce, también, que me has gozado. que han temblado tus piernas mientras tu corazón era aplastado por columnas hercúleas, y la lava de tu goce lo empapaba todo. todo. reconoce que has llorado, después. Porque la soledad es cruel cuando se está sola, cuando no hay luz, y tu sexo se está ahogando en los miedos del tiempo. reconoce que después me olvidaste, para poder seguir viviendo, mansamente.

148


ora, pro nobis oh, san dios, tú, apostolando a estas alturas. por Alá, baja de las alturas y redímete, carcamal de ala ancha y embaucador de jovencitas. oh, san dios, desde tu púlpito predicas a unos vástagos bastados y sin nombre. reconoce ser el padre rancio salido de las catacumbas más fétidas y canosas. oh, san dios, deja ya de mitigar nuestro hambre, no queremos tu maná menesteroso. queremos ser poetas míseros, de cantos míseros y que nuestros harapos cubran nuestras pequeñas vergüenzas. vergüenzas pequeñas. con tu báculo papal bendices y des bendices. bendíceme, oh, san dios, de los poetas con una estrella michelin. de no ser así, moriré de placer (como la santa Teresa). oh, san dios. ¡vale ya!

149


¡pasen y vean! ¡compren!, ¡pasen y vean! tengo abrazos, baratos, oiga, besos de primera, pasen, mejillas sonrosadas, señora, interiorismo barato, barato se lo dejo, caballero. tengo un reloj, pero no lo vendo, agente, que es robado a mi señora. para los niños rolex de oro tengo, para las niñas tacones lejanos, de todo tengo, de todo vendo. escapularios de Lady Gaga, estampitas de Madonna, señora, hígados, riñones, corazones baratos. lo vendo barato, pasen y vean. toquen, buena calidad, la que se merecen oiga. trapicheos de toda clase, caballero, ¿quiere un traje?, por dos mil euros, señor, barato, que tiene pedigrí, oiga, de Valencia recién llegado. sentencia judiciales, señores, calentitas, calentitas. pasen y vean señoritas, se lo vende todo, Roldán, para servirles.

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ahora ahora seré yo, mar, quien hable, para regurgitar a los hombres que consumí, a lo que aceché y engullí con alevosía, nocturnidad y desdén. ahora seré yo quien os hable de desprecios, porque de mis entrañas escogéis lo que os place, arañáis mi ser para vuestro provecho consumista, violáis mis criaturas para que vuestro ego os engrandezca, matáis mi ser para, hipócritamente soñarme y dedicarme versos en la noche. me muero. soy yo quien habla. ese mar de vuestras melancolías se muere por desidia y vergüenza. se muere quien os dio la vida. se muere quien os abraza y os acuna. se muere quien os alimenta el cuerpo y el alma. lentamente muero y ya mi furia no os sobrecoge ni atemoriza. acabaré siendo el asesino feroz que os engulla sin piedad ni freno a todos, y solo habrá cadáveres sin alma para alimento de mis súbditos más fieros.

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mujeres desesperadas con vestido rojo Lucía está cansada de andar sin destino, de tantos amores rotos, y en la cuneta descansa meditando si merece la pena volver a levantarse. Petra ve como se acaban sus días sin que sus manos ni sus pies le hagan caso. la cabeza da órdenes que el cuerpo no asimila. y se pregunta si no es mejor apretar ya los dientes y dejarse ir. Lourdes acaba de ganar un concurso de poesía nacional y mientras traga vergüenza en un auditorio delante de tres mil quinientas cincuenta y una personas, en ese instante decide no volver a escribir su vida un día más. Miriam llega a casa despacio tira la bata blanca sobre el sofá y sale a la terraza de su ático a fumar un último Chesterfield. ya son 32 en tres años los que se le han ido. son demasiadas muertes, demasiadas lágrimas y demasiadas preguntas. el silencio es tan atrayente, la acera parece tan limpia. Ana descubrió hoy que le quedan no más de seis meses. conduce sin ganas. los regalos del viaje de novios aún están por abrir.

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¿quién está en el tejado? donde el cielo azota el semblante. desde donde se observan las lujurias y los quebrados arrozales. donde al parpadeo de los faroles descubre las sombras de los amantes y los asesinos. donde las estrellas van dictando sus conjuros, y nos observan boquiabiertos. donde el gato Félix nos mea, y la paloma Pascasia nos recita a Sade. él, que cubre nuestras vergüenzas, nuestros miedos y nuestros dioses. desde donde nos llegan los mimos, sobre ondas o filamentos, y las imágenes que nos despiertan y nos aborregan, o los sonidos que nos bailan. ¿quién está en el tejado que vilmente nos roba los sueños cada noche? tras el verso ya no queda distancia: lo arcano sucumbió y los cuervos volaron con el incienso al lugar de donde no se regresa.

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mujer destartalada tengo que soñarte, mujer destartalada, no me queda otro remedio. tengo que reconstruir tu ajado clítoris para que seas plena, de nuevo. sentarme a tu lado y escucharte. frenar la mano que te atormenta y desterrarla al olvido. reponerte los sueños robados a tu infancia. abrirte las fronteras al futuro. desoxigenar tu rostro de velos. darte la sal que te mereces, las fronteras libertarias que te corresponden. liberarte de los vetos que te acompañan. tengo que soñarte, mujer destartalada, no me queda otro remedio, ni otro verbo que más me duela. no podré insuflar la vida de quien, en silencio amamantó mi vientre, pero puedo acomodarte a mi lado, compañera, y caminar, de iguales, por el bosque de hoy y de mañana. quiero ser tierra, como tú, ni más, ni menos.

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grand jete dessus en tournant

(un solo de danza en una obra de ballet clásico)

veo a la mujer destemplada, a la niña anhelante, a la voladora de arabesques, llorar y llorar y rabiar y llorar y maldecir y llorar. la veo reír en ese estático posado de anhelos. Croix, degagé, demi-plié… y el amor se escapa entre bandolinas. en dedans, en cloché, fondu. así sueña la niña , voladora, y así regresa la mujer a la cuna silente, tímida, in-abarcada, perdida de ojos y más amada. no cabe mujer en mujer. no cabe hembra. no hay pas de bourrée ni pas de cheval ni pas mache, que en pasión gane su ojos mirar ese oscilante arrullo que mece y mece y mece y mece… mirad a la mujer destemplada, observad a la niña anhelante, a la voladora de arebesques. y llora y rabia y llora

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y promete olvidar y se olvida de lo prometido y llora y rabia y llora. y tus ojos‌ tus ojos, tus ojos no merecen esa lluvia, esa neblina ni ese llanto. tus ojos‌ tus ojos miran hacia dentro demasiado, siendo el mundo tan inmenso.

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Your credit is about to expere no caben más colillas en el cenicero, ni más pisadas en mi alfombra. ya no me queda más hielo y el vaso pide a gritos más sangre. (o es la sangre la que pide a gritos más vasos) es tarde, debiera Morfeo abrazarme. (pero para eso también es tarde) tengo el caos como aliado esta noche. Libros: Pino, Borges, Garzo, Dante… (siempre Dante. –le acabaré odiando-) todos están ahí, (los que están), palabra por palabra. unos me versean, otros me historian, otros me sueñan in-acabado, in-feliz, impenitente, inapetente. los más me ignorar, (lógico) mi crédito se ha acabado suena Falla o Andrés, no sé. necesito más espacio, más tiempo, más inteligencia más vida. y el teléfono, mudo. (con la falta que me hacía que me llamase hoy Dios)

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si tuviera que soñarte

(Con Cokoro)

si tuviera o tuviese que soñarte, (cosa que no me da la gana) te soñaría ligera de cascos, (me gustan los pechos libres y la conciencia viajera) te soñaría maldita, (quebradero de cabezas ilustres y altivas) te soñaría crédula (de utopías, dioses griegos y magnolias) te soñaría filibustera, (sobre las verdades ya se ha dicho todo) te soñaría traicionera, (con un pellizco en el trasero tengo bastante por hoy) te soñaría amarga, (como el chocolate a la lima y al limón) si tuviera que soñarte, o tuviese, te reirías de mí, (por haberte recordado que las utopías no existen, que las venganzas acabaron con los sirios, que el modernismo murió con franco, que la cábala es un cuento chino, o que el menda es dios, disfrazado de poeta) si soñarte tuviera rango de capitán general de todos los ejércitos, tendría que no soñarte, y andaría perdido para siempre entre rodaballos gigantes, buitres leonados y guepardos al acecho. no me retes a nombrarte entre palabras angostas e infieles. no me retes.

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entre tanto ruido pídeme otra cosa que no pueda conseguirte: una pierna que funcione, unos ojos do se puedan mirar los gentiles, un océano para calmar al sediento, una tierra de donde emanen espárragos, lechugas, manzanas, aceite, cerezas o pan, con solo tocarla. pídeme la paz mundial, o que vuelvan Cabral, Rosalía y Cunqueiro. pídeme lo imposible, (escurridiza lagartija de mil demonios), pídemelo. no te haré caso (más que nada porque los poetas nunca hacemos nada de provecho) pero nos reiremos o lloraremos un rato juntos, conquistando un trocito de silencio, entre tanto ruido.

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lobo desdentado no existes, mujer de imágenes, olores y palabras inacabadas. sólo tras una ventana engañosa, ruin y famélica coexistes. nunca estarás, y estás. como un rio bajo un océano de intriga. serás y nunca te amaré más que ahora que no estás. tu ojo alimenta mi imaginación y mi ansia, dime qué océano de contrastes he de cruzar, cuanto cuero quieres que me arranque, cuanta ceniza deseas que escupa. cuantos milagros necesitas para declararme santo de tu devoción. no estás, y si estás las ruinas se me ciernen sutiles y poseedoras. no estás, y si me miras me enciendes en una tiniebla de deseos oscuros y cobardes. no entres. porque si entras no sabré aplacarte, de tan deseada. y porque ya es tarde. y porque ahora ya solo soy un lobo desdentado.

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te amo, porque no te quiero sé que te amo, porque no te quiero. porque no deseo poseerte, ni conquistarte. porque no quiero hacerte el amor, sino tan solo amarte y dejarte libre. sé que te amo porque te admiro sin querer admirarte. tan solo, suspiros me permito. no osaría pedirte un beso, un verso o una caricia. no tendrás de mí una súplica, un quejido o un lloro, porque te amo en tu albedrio. y si tu paz de mí depende, dejaría de amarte, al instante, porque te amo lúcida y libertaria. te amo porque no te quiero con suplementos ni adjuntos, sin prebendas ni cachivaches, sin sortilegios ni festivos. te amo porque, te miro, y solo eso calma mi avaricia. te amo porque no te quiero. y si mi amor supusiera celo, impostura o suicidio de pensamientos, al instante mi amor sería pasto de fuegos y furia de dioses. ve, ligera, amor. mis ojos siempre están atentos, mis brazos siempre cálidos y mis labios húmedos para tu descanso.

161


me acojo a sagrado

(y que al final me juzgue mi dios)

palpita mi vientre como volcán sangrante. me ciega el celo, y la noche rasga mi cordura. mi razón la nubla lo invisible, y el caballo a su puerta me domina. no hay control que aplaque mi furia, ni furia que detenga mi quebranto, porque lo espolea la carne que jamás fue mía. palpita mi vientre y se cuartea de golpe mi piel y mis entrañas. ya no veo ni siento más golpe que el noqueo de mil agujas infiltradas en mi venas. me acojo a sagrado y allí mis lágrimas matan, despedazan, muerden, rasgan y trituran a los amantes de mi media vida. me acojo a sagrado y el alba calma finalmente mi rabia. (sine die)

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sin contemplaciones súdame, empapélame del rocío que tu cuerpo deshecha, por llena por completa por alucinada y fértil. descánsame, en el vació de tus ojos. regálame gemidos, sin compas ni ritmo aparente, y un grito de dolor complaciente. ahoga mi voz con la sabia de tu boca. y despelléjame sin contemplaciones.

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date prisa vamos, vístete de sudor y camelias. vete, como viniste, temprana y evocadora. cálzate guantes con bordón morado y muérdeme la sonrisa antes de abrir la ventana del hotel para que se escape el olor a semen. vamos, date prisa que el beso pasajero se funde en mal champagne y bombones tardíos. adiós, efímera quimera. que ya fuiste pastel de mal pintor y encelado poeta.

164


encelados porque vas y vienes. porque soñamos en demasía. porque carecemos de piel y todo son lejanías y miedos. porque vienes y vas, y nos huimos y recelamos y lloramos penas invisibles y furtivas. porque inventamos escaleras de subida y bajada a cada instante. vamos y venimos a salas espejadas y nuestros miedos se multiplican por cien, por mil, sin sentido. y ahí está el deseo, abriéndose paso a codazos entre tanto celo. y ahí están los silencios, hablando abiertamente de lo que no somos capaces de hablar sinceramente. ese espacio, ese tiempo, me arde el cuero, y no hay bálsamo que aplaque este deseo de amarte con los dedos.

165


pa-la-de-o la sal de tu cuero como si me fuera la vida en ello. pa-la-de-o ese cuello germinado. pa-la-de-o esa cueva de demonios. ese devenir de encuentros. ese camino de retorno al labioseo. pu-lo el acerado volcán hasta fundirlo. mu-er-do el místico hacedor de gemidos hasta que el día se haga fuego y la noche estertor. bom-be-o toneladas de hidrógeno y espolvoreo tu cuerpo con minúsculas lanzas de sudor enajenado. cu-bro con diez raíces todopoderosas los cubiles ambrosíacos que me nublan y me ansían. bas-ta de frenesíes y súplicas. es hora de vaciarse y esculpir en el anchanaje de tu espalda, la roja pasión que me desborda.

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hormigas con pancartas en un Macondo asediado por parturientas sinrazones. gener-acción. ha nacido la consistencia, aunque falta, falla, el generador de ilusión. se negocian vidas en el coliseo. viajan las manos callosas a bancos suizos. la otra se frotan y se palmadean, las babas se negocian en asépticas salas con bisturíes-plumas de 1000 euros ya nada es ni será igual. el joven arquitecto negocia con un cubo de basura los caducados sobres de sopa. ni será igual para Inés de regreso a Colombia. y hay quien se sigue arropando aún con banderas sórdidas y causticas. se quebró la ideología y nació la supervivencia como siempre, con sangre y dolor y miedo y rabia y pistolas…

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Remedios para una soledad gigantesca, desproporcionada, columnada de sombras y fetiches.

“…Pero hace tanta soledad que las palabras se suicidan” Alejandra Pizarnik

Soledad no es melancolía, es barro, sanguijuelas y ponzoña. Mujer que riegas de vino tinto esta bastarda soledad mía, que pones ojos inmensos a esta impía soledad que me atraviesa, -remedios baldíos-. porque esos luceros claros aguan este caldo, y despiertan en mí otra soledad aún mayor, otra soledad aún más antigua, otra soledad, eterna. digamos que son, Remedios a la Búlgara.

168


la distancia ni es tiempo ni lugar ni sentimiento, sino pura melancolĂ­a y desentendimiento. el volver no cuaja el llegar no satisface y el medio camino a nadie deja contento. la distancia es pluriempleo, y queja y vanidad y fuga. si, melancolĂ­a en usufructo y panacea para idiotas. desentendimiento de necios. la distancia no tiene ayer ni maĂąana, y el hoy ronda los 2000 grados. deberĂ­a desterrarse la distancia y hablar siempre con nombre propio.

169


la edad únicamente tiene compromiso con el tiempo su galopar es arrítmico, quejumbroso y séptico. inadecuado siempre. la edad carece de simbología, es amorfa, licuada e intempestiva. no se sonroja nunca y carece de sentimiento alguno. su control no se decide, se sospecha únicamente. se reconoce a desmano, cuando ya de nada sirven los remedios. en edad estamos y sentimos en edad. merecemos o desmerecemos únicamente en usufructo. es edad, aquella en la que perdemos siempre y vanidosamente creemos ganar en experiencia, cuando es ella quien nos gana siempre por la mano. un suicidio permanente el contemplarla, siempre de lejos, siempre baldíos, siempre tarde.

170


no se me enfade, patrón huelgan las amenazas, las veladas y las explícitas. huelgan los míseros sal-arios, que ya la boca está ácida y seco el estómago. huelgan las prebendas a mi costa y las bacanales sobre mis costillas. huelgan los viajes en “business class” y las madames de “alto standing”. huelgan sus estudios y masters, huelgan, no existen. huelgan el despotismo y el acoso, la lascivia y el embuche. huelgan la ineptitud y la perfidia, la socarronería y la clase social sobrevenida. no se me enfade, patrón, pero, huelgan, huelgan, huelgan.

171


poesía triste de Hill Street como llueve, pareciese difuminar la vida en grises óseos y púrpuras cárdenos. quién no borrase así, con truenos como gomas de borrar, y lluvia como viento, las usuras de tanto entronado rey, juez, aviesos y VIEJOS apoltronados. llueve en Hill Street, y en Madrid, sangre y vísceras purulentas recorren bancadas senadoriles. y las conciencias… las conciencias guardadas quedan en bancos suizos, a buen recaudo, arropadas con mantas moradas de 500 euros, asépticas, inmaculadas. podridas.

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a la doble exiliada María Zambrano me gusta cuando hablas porque estás como presente, y tu voz se escucha en escuelas y plazas, y se erigen versos en cubiles nostálgicos de copas y cañas. me gusta que tu voz sea pertinente y discutida y aclarada. Versada, cruel e inteligente; experimentada. me gusta cuando gritas y lloras la palabra. Cuando se alza afónica de tanto usarla. también cuando se reserva cauta para la convivencia diaria. me gusta serena, en tu discurso libertario, y que rabien los pechos cuando el puño se alza. me gusta cuando lanza con envenenado tino su piedra acertada. por eso, y porque el hombre aún necesita palabras que le rompan los tímpanos y su conciencia acerada, no pares nunca el reclamo de equidad e injusta comparsa. por más que el poeta te diga que le gustas callada, no pares de darme lecciones de esperanza.

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entre la una y las dos de la mañana esta locura transitoria, me obliga a celarte. a celarte entre sábanas añejas y mobiliario desfasado. me obliga, quiera o no, a renegarte. estos puños míos lanzan al aire su más golpe más fiero, celando un espacio que no ocupo, un sudor que no cubro, un beso que no alcanzo, una lengua, que siendo mía, no muerdo, un ajado sexo que no cubro, sediento. y araño la noche, y el espacio me carga, y el aire me ahoga, y lo oscuro me tiñe de rojo y me sangran las heridas del alma, y me dominan los susurros, y nada me calma, y vomito quejas mudas, y mis ojos se lanzan, y los pies como ríos me rasgan la parte de hombre que aún me quedaba, y la náusea me pregunta ¿hasta cuándo? y la mando a la mierda, y me golpean con saña las campanas de la iglesia cercana recordándome lazos de bodas lejanas.

174


esta locura transitoria, en vez de alumbrarme, me apaga. locura consciente, transitoria o no, celada es hoy de baúles viejos y sábanas rancias. y eso, jode, cuando se tienen tantas ganas. celo, si, ¿qué pasa?. derechos tengo sobre un ansia que come come, con furiosa rabia. vete tú a saber si el goce no es mutuo, y estoy yo aquí, perdiéndome, otra vez, en esta locura transitoria.

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salivo salivo tu ombligo y una pátina de esperma va cubierto ese pudor que te acompaña. espasméas, tornan tus muslos columnas pétreas, cerrando entradas prohibidas. y caes. como verbo inconsistente en un sopor de hibernos veranos.

176


de hombre a hombre de hombre a hombre: no debiste haber bebido todo su jugo de una sola vez. con el paladar seco ya ni uvas pasas pasan. ni la sed, la avaricia calma.

177


como moscas como moscas en pupilas de buey asĂ­ mis llagas no tienen nombre. hay palabras que no saben. hoy, sordas ante un concordato de muerte sobre ti.

178


llámame cursi llámame cursi, pero pon a mis pies un atril donde pueda desgañitarme manchando el verbo. llámame ventolera, correveidile, presuntuoso, extranjero o baladí, pero mientras me des unos ojos que miren dentro, que escuchen dentro, puedes hacer un sofrito de recelos, si quieres. la voz se alza porque se siente alzada, porque se cubre de voces que se ahogan dentro y se nutre de el aire que se lee, se observa y se piensa. llámame riostre o puzolienzo, camarisa o venzolea, manolestra o tiernoluco, como quieras. no me cambia a la sazón tu boca, ni es albacea tu sonrisa medianera, de la luna que me quema y que me acuna. ni eres dueño de la mar que me seduce y me acobarda. ni testaferro del cuño que me marca y que me adorna. llámame penitente.

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idus de Marzo 2.0 astíllame. recúrreme. queréllate contra mis apatías. muerde mis dedos, arranca este corazón inútil, si fuera necesario. todo, con tal de sacar de mí este ostracismo que me anula, que me esconde y me envilece. muéstrame el vacio que me espera, si a esta tozudez de no ensangrentar mi boca con los gritos a los necios, me abandona. muéstrame lo yelmo que comerán mis hijos si no florecen en mis puños la guadaña y la horca. ájame las piernas si no son capaces de pisar calles y plazas para gritar tu nombre envilecido, con fiera rabia. que los muñones recuerden lo cobarde y lo insensato de mi boca. y luego, cuando ya nada quede, y el futuro sea quimera, y las vísceras de los perros comida para mis nietos. cuando el agua, un sueño, un techo una semblanza, y una palabra, la muerte. cuando libertad sea, elegir entre grilletes o cadenas,

180


cuando violen sistemáticamente mis sueños por decreto ley, y el olor a carne quemada se venda en frascos de colonia, Chanel número 100, ni el más profundo abismo será digno para enterrar estos despojos podridos y sin alma que tan viles muestro hoy. advertido quedas, mi Cesar.

181


juego a ser Dios cuando te juzgo, cuanto te miro con lĂĄstima, cuanto te envidio, te distraigo, te obvio, te desplazo, cuando te arrincono o te engaĂąo. cuando te violento, juego a ser Dios, cuando te sobrepaso, me rio de ti o te minusvaloro. cuanto de maltrato o me aprovecho. cuando te compro o te vendo. demasiados dioses. demasiados dioses.

182


el poder el poder es de quien comparte, del que grita lo injusto, de lo que se surten de gasolina en el sitio más barato, de los que no compran artículos hechos por niños, de aquellos que comparten vehículo, del que grita sus poemas, de los que leen, de los que sueñan, de los que denuncian, del que no tira su ropa aún servible, de los que educan con el ejemplo, de los que dan otra oportunidad, del que usa bombilla leed, del que frecuenta contenedores de colores, del que regala sus libros ya leídos, del que usa la papelea, de los que van a la compra con la lista hecha, del que planta árboles, del que sabe lo que come, de los que viajan cada vez con menos equipaje, de los que usan la bicicleta. el poder, el mundo, el destino, es para el que le dice al banco -perdone, pero no, así, noes para los que usan el autobús cuando van al centro, y el metro y ven el paisaje y conocen a gente nueva y leen, es para el que en vez de un -¿Qué pasa?- reclama un –lo siento-, para el diferente, para el ecológico, para el trashumante, para el agnóstico, para el humilde.

183


desembarco del rey una espada corta para el dĂ­a a dĂ­a, cota de malla para el puĂąal advenedizo, traidor y cobarde, y espada larga para las batallas decisivas. desembarco del rey: se corta la cabeza al traidor, sin titubeo, y se sigue al soberano hasta la muerte. soberana idea la de ser honesto con uno mismo. si la idea es equivocada, la honestidad te salvarĂĄ de todas las batallas.

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Ahora, hablando en serio. No pretendo ir más allá que despojarme, como decía en los primeros versos, de aquellos poemas que me han acompañado tanto tiempo y de los que siento la necesidad de desprenderme, dejarles ir para comenzar libre- mente otro camino. he querido hacéroslo ameno y llevadero, consciente de que los libros de poesía suelen ser difíciles o complicados de leer. Todo aquel que escribe sabe, que un poema necesita un momento de decisión en el que se deja de corregir, alterar y manosear para olvidarse de él, casi seguro con la consciencia de que seguirá mañana inacabado. es ley de vida. La poesía es un arte incomprendido, inconexo, y muchas veces parasitario. esto es, vive dentro de uno, chupándole la sangre y la energía hasta el final de los días. Es ley de vida, también. Nuevos vientos hacen necesario una regeneración y el verso ha de encontrar, bajo mi punto de vista, nuevos caminos que no lo entierren en un ataúd, como lo es el formato libro actual. puede estar eso bien para la novela, el ensayo y otros formatos lingüísticos, pero la poesía es un arte mayor, con todas las consecuencia, y ha de ser igualmente expuesto como si de un lienzo, una escultura o una obra de teatro se tratase. Ha de ser leído y mostrado como testimonio sensitivo esencial de la condición humana ya que, prescindiendo del envoltorio prosaico, la poesía, el verso, cumple o debiera cumplir otra función mucho más trascendental: mostrar al hombre el camino de la libertad, individual o grupal, a través de la palabra, la idea la emoción y el sentimiento como camino inquietante de futuro. relegarle a una función meramente estética es robarle genética y compromiso. Dicho compromiso ha de sacar todos esos valores de la poesía y ser transmitirlo directamente y en vena al pueblo. Me consta de que así se está haciendo, brindo por ello y me uno como un simple elemento más. Compromiso que se hace extensible a todos los que aman y vibran con la poesía. Abrazos, gracias y larga & fructífera vida.

(pablo otero)

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