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Convertir desafíos en objetivos
Aveces las personas no eligen su camino profesional en la vida, los elige a ellos. O, mejor dicho, Dios elige para ellos. Eso es exactamente lo que Pedro Ojeda, director de Holbrook Indian School (HIS) en Arizona, diría si se le preguntase por qué eligió la educación como carrera. «Era conocido por afirmar enfáticamente que nunca enseñaría ni predicaría», recuerda Pedro de un momento en su vida en el que estaba bastante seguro de lo que no haría. «Pero una vez que Dios me guió hacia la educación adventista cerrando claramente otras puertas en dos momentos importantes de mi vida, nunca miré hacia atrás».
Pedro Ojeda nació en Cuba pocos años después de que se estableciese el sistema actual de gobierno. Sus padres, que fueron misioneros durante muchos años, tuvieron la suerte de haber oído hablar del mensaje adventista a través de La Voz de la Esperanza en la radio, y estudiaron en el colegio adventista en Cuba antes de que el nuevo régimen cerrase la expresión religiosa.
La familia se mudó a Jamaica cuando Pedro era muy pequeño y asistió a escuelas adventistas toda su vida, comenzando en el jardín de infantes en la
escuela adventista en lo que entonces se conocía como West Indies College en Jamaica. Completó la escuela intermedia en Puerto Rico y la escuela secundaria en Walla Walla Valley Academy (WWVA).
Uno de sus mejores recuerdos de la escuela es cuando llegó una semana tarde para su segundo año en WWVA y tarde a su primera clase, que era una clase de Biblia. Pedro, que era muy tímido debido a su acento jamaicano y, en sus propias palabras, su comportamiento de «ciervo atrapado en los faros», recuerda cómo el niño que se sentó a su lado lo hizo sentir muy bienvenido. Pedro era tan tímido que, de hecho, fue votado como «el más tímido» en su último año de secundaria. A pesar de su timidez, disfrutó mucho al participar activamente en el club de Pathfinders. Pedro asistió y se graduó de Walla Walla College con un título en Administración de Empresas y una concentración en Mercadotecnia.
Aunque dijo que nunca enseñaría, Dios lo guió a oportunidades de enseñanza. Fue mientras enseñaba en Montana que le diagnosticaron linfoma no-Hodgkin a principios de 2002.
«Ese fue el peor año de mi vida — recuerda — pero Dios hizo un milagro a través de un gran equipo de médicos en el University of California Medical Center en San Francisco. Debería de haber muerto de esa enfermedad. Ha estado en remisión desde el 3 de enero de 2003. Así que no puedo decir que superé ese desafío, sino que Dios lo hizo por mí».
El impacto de esa experiencia fue profundo y extenso. A pesar de perder su trabajo como profesor, la familia, que ahora incluía a su esposa y sus dos hijas, permaneció en Bozeman durante 11 años, pero fueron años productivos con experiencias significativas, que incluyen mantener varios otros trabajos y desarrollar amistades de toda la vida.
«Encuentro que cada experiencia que he tenido, incluso el trabajo en construcción después de tener cáncer, ha sido útil en el trabajo que tengo ahora como director — comenta Pedro — ya no me pregunto por qué me pasaron ciertas cosas. Todo tenía un propósito».
En cuanto a la enseñanza en sí misma, algo que dijo que nunca haría, hoy es algo que ama y por lo que tiene pasión, especialmente en HIS. «Alguien me dijo que una vez que conociese a los estudiantes en HIS, me enamoraría de ellos y ha sido muy cierto — dijo — los jóvenes de todas partes, pero especialmente los marginados como los nuestros, necesitan amor desesperadamente, aceptación, consistencia y oportunidades».
A Pedro le encanta proporcionar ese amor y aceptación a los estudiantes, y es un firme creyente en la educación adventista por esa y muchas otras razones.
«La educación adventista me ha dado un fuerte sentido de familia. Ha sido una bendición ser parte de un grupo que tiene sus cimientos en Jesús», menciona. «Al inicio de mi carrera decidí no ser alguien que se disgustase con la hipocresía y dejase la iglesia por eso. Reconozco que soy el peor pecador en el mundo y debo seguir los principios de Dios lo mejor que pueda, lo que incluye no hacer a un lado a las personas y creer que a través de una relación personal con Dios cualquiera puede cambiar. En general, creo que los adventistas aman y aceptan a las personas que creen en servir a los demás sin importar lo difícil que tal cosa pueda ser».
Aparte de la fe y el aspecto espiritual, Pedro también cree en el enfoque de toda la persona de la educación adventista. En Holbrook, ese enfoque se conoce como MAPS1: bienestar mental, académico/artístico, físico y espiritual. «La educación adventista lo cubre todo de una manera equilibrada», dice.
Para los estudiantes o las familias que pueden estar preguntándose si la educación adventista es una inversión que vale la pena, él ofrece algunas palabras de aliento y «algo para reflexionar».
«Los animo a echar un vistazo a la cultura popular y la influencia generalizada de las redes sociales y preguntarse si eso proporciona satisfacción y felicidad duraderas», indica. «La educación adventista ayuda a guiar a los estudiantes a retrasar la gratificación, a diferencia de la cultura actual de “lo quiero ahora”, y los desafía a ser seguidores de Dios, lo cual es bueno y duradero. No hay nada temporal o fugaz al seguir a Dios».
1Mental, Academic/Arts, Physical, and Spiritual