La Palabra y el Hombre, núm. 33

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La Palabra y el Hombre / Tercera época • Núm. 33 / Julio-Septiembre, 2015

Literatura infantil y juvenil D ossier gr áf ico de G abr iel Pacheco

$40.00 MN


nĂşm. 33 verano 2015


la palabra y el hombre editorial [julio-septiembre, 2015]

Literatura infantil y juvenil

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Tradicionalmente considerada como un género menor, la literatura infantil y juvenil (lij) ha ido ganándose, durante las décadas recientes, un sitio entre la mejor producción literaria, debido a la calidad de sus textos, y ha conquistado así el derecho a ser considerada un género en toda forma. A ella se han incorporado incluso varias de las plumas consagradas de las letras “para adultos”, como Juan Villoro, Ignacio Padilla, Mónica Lavín o María Baranda entre muchos otros, aunque también ha generado una pléyade de autores propios, que sería imposible mencionar en este espacio. Esta nueva literatura, sin duda, es producto de la reconfiguración de las sociedades de fines del siglo xx y principios del xxi, de los cambios en los roles identitarios, de género, de las luchas por darle voz a las minorías, etc., batallas que han impactado directamente la vida de los niños y las niñas de estos tiempos. Simultáneamente, permite hacer visible la presencia de los menores y los jóvenes, con todas sus problemáticas y sus sueños. La Palabra y el Hombre dedica por ello varios textos de sus diversas secciones a dar testimonio de las repercusiones y ramificaciones de este fenómeno, por ejemplo en el cine, así como a analizar algunos de sus ejemplos más significativos. No podemos olvidar que el auge de la lij ha estado acompañado de un florecimiento de la ilustración, ya sea como complemento del texto, en el caso del libro ilustrado, o como protagonista en el del llamado libro álbum, lo que ha abierto inmensos horizontes a los artistas plásticos. Este número ofrece una muestra del trabajo de tres excelentes ilustradores: Gabriel Pacheco, artista invitado del dossier, quien ha recibido importantes distinciones internacionales; y, en las páginas de interiores, el hidalguense Israel Barrón y el bielorruso Vladimir Shappo. Esperamos que, en conjunto, esta entrega dedicada a la lij logre brindar un panorama de la importancia y la calidad de esta floreciente rama de la literatura, la cual será decisiva para cubrir una de las asignaturas pendientes más importantes que tiene nuestro país en materia educativa y cultural: la formación de nuevos lectores. LPyH

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LA PALABRA Y EL HOMBRE

Revista de la Universidad Veracruzana número 33 • julio-septiembre, 2015

directorio Universidad Veracruzana Rectora: Sara Ladrón de Guevara González Secretaria Académica: Leticia Rodríguez Audirac Secretaria de Administración y Finanzas: Clementina Guerrero García Secretario de la Rectoría: Octavio Ochoa Contreras Director Editorial: Édgar García Valencia La Palabra y el Hombre Fundadores: Gonzalo Aguirre Beltrán, Fernando Salmerón, Sergio Galindo (director) Encargado de la dirección: Mario Muñoz Editora responsable: Diana Luz Sánchez Flores Consejo de redacción: Jesús Guerrero, Marianela Hernández, Germán Martínez, Carlos Rojas Comité editorial: Remedios Álvarez, Emil Awad, René Barfussón, Xavier Cózar, Danú Fabre, Ángel José Fernández, Marilú Galván, Mercedes Lozano, Nidia Vincent Comité consultivo: Félix Báez-Jorge, Francisco Beverido, Malva Flores, Felipe Garrido, Gilberto Giménez, León Guillermo Gutiérrez, Pepe Maya, Julio Ortega, Ricardo Pérez Montfort, Sergio Pitol, Julio Quesada, Rossana Reguillo, Alberto Tovalín, Eduardo de la Vega Alfaro, Héctor Vicario Responsables de sección: Palabra: Mercedes Lozano Estado y sociedad: Remedios Álvarez Artes y Dossier: Xavier Cózar Coordinador y editor de imagen, diseño del dossier : Leonardo Rodríguez Asistente de edición: Eliel L. Sangabriel Distribución, ventas y publicidad: Lino Monanegi Relaciones públicas: Claudia Paola Beltrán Servicio Social: Luis A. Márquez, Diana Barberena, Saraí Santillán, Joseph Morales (registro fotográfico) Diseño editorial y composición tipográfica: David Medina correspondencia: Hidalgo 9, Col. Centro, 91000 Xalapa, Veracruz, México. Tels. y fax: 2288-181388, 2288-184843 y 2288-185980 Correo electrónico: lapalabrayelhombre@uv.mx lapalabrayelhombre@yahoo.com.mx www.uv.mx/lapalabrayelhombre La Palabra y el Hombre, revista de la Universidad Veracruzana. Edición trimestral. Núm. de Certificado de Reserva: 04-2007-120412293700-102. Número de Certificado de Licitud de Título: 14245. Número de Licitud de Contenido: 11818. Impreso en Preprensa Digital, Caravaggio núm. 30, Col. Mixcoac, CP 03910, México, D.F. La revista no responde por artículos no solicitados ni establecerá correspondencia al respecto.

núm. 33 sumario verano 2015

LA PALABRA dossier de literatura infantil

6. Laura Guerrero Guadarrama: Literatura infantil y juvenil. Espacio para la lectura gozosa 10 Eugénio de Andrade: Te miro desde aquí, Miguel 11 Marianela Hernández Páez: Urgente: se buscan niños para los libros 14 Tasos Livaditis: Pequeño, tú no dices nada 15 Ester Hernández Palacios: Escribir desde la matriz 17 Guadalupe Flores Grajales: ¿Quieres que te lo cuente otra vez? La narrativa para niños de Luis Arturo Ramos 21 Luis Arturo Ramos: Literatura infantil, ¿para qué?

ARTES 28 Luis Reséndiz: Cine infantil. Un panorama en mutación 49 Jaime Ricardo Huesca: Un tercer invitado

DOSSIER 33 Gabriel Pacheco: Paisajes inciertos 46 María Baranda: Un nuevo paraíso. Las imágenes de Gabriel Pacheco

Imagen de portada: Gabriel Pacheco Coordinación del número: Lino Monanegi


ESTADO Y SOCIEDAD 56 Danú Alberto Fabre Platas: La protesta callejera y los medios de comunicación 60 René Barffusón, Rey Jesús Cruz Galindo, Roberto Barragán Urbina: Género y diversidad sexual desde una visión ética y educativa

ENTRE LIBROS 67 69 70 72 73 76

Diana Luz Sánchez: Mallko y papá, de Gusti Luis Pignatari: ¿Cómo nacieron las estrellas?, de Clarice Lispector Rebeca Martínez Rodríguez: La artesana de las nubes, de Bianca Estela Sánchez Yolanda Fernández Aburto: Flora y Ulises, de Kate DiCamillo Claudia Paola Beltrán García: Buenas noches, Laika, de Martha Riva Palacio Obón Lino Monanegi: El barco de los niños, de Mario Vargas Llosa

MISCELÁNEA

Israel Barrón: Diccionario para armar

78 Katia Escalante: Campeones del mundo 81 Marco Antonio López M.: Booktubers: los nuevos comentaristas de libros juveniles e infantiles 83 Mario Muñoz: Una autobiografía literaria 86 Raciel D. Martínez Gómez: A 60 años de Rebelde sin causa 88 Israel Barrón y Vladimir Shappo: Nuestros ilustradores


La literatura infantil y juvenil (lij) es una rama fuerte, rebelde, irreverente y divertida del arte literario; se caracteriza porque tiene destinatarios específicos: niños/as y jóvenes adolescentes, pero

Literatura ESPACIO PARA LA LECTURA GOZOSA Laura Guerrero Guadarrama

posee una fuerza tan especial que es imposible sujetar y limitar su influjo. De hecho, su vocación artística conmueve y sorprende por igual a grandes y a chicos.

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Israel Barrón: Cartel de la XXIV Feria del Libro Infantil y Juvenil Xalapa 2013 >


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a literatura infantil y juvenil (lij) es una rama fuerte, rebelde, irreverente y divertida del arte literario; se caracteriza porque tiene destinatarios específicos: niños/as y jóvenes adolescentes, pero posee una fuerza tan especial que es imposible sujetar y limitar su influjo. De hecho, su vocación artística conmueve y sorprende por igual a grandes y a chicos; es su textura literaria la que forja grandes tramas desde distintas miradas, excelentes personajes, paisajes que subyugan y tiempos extraordinarios, rasgos que tejen esos libros que devoran grandes lectores de todas las edades. En este momento estamos viviendo una época muy especial para la lij: contamos con grandes editoriales, los gobiernos y las instituciones apoyan su edición, las librerías tienen secciones importantes destinadas a los jóvenes lectores, en las universidades se habla del tema, pero estamos un poco confundidos. En la misma sección de la lij vamos a encontrar libros de formación humana, de valores, de reflexión ética, de autoayuda o de autoestima, libros instrumentales o de enseñanza, de arte; todo parece lo mismo, pero no lo es. Distinguir la variedad en la producción, así como sus posibilidades, es parte de una buena formación para toda persona que quiera trabajar como intermediario entre el libro y sus receptores. Lo primero es establecer la edad lectora, un punto de partida que no es simple pues la edad biológica no lo es todo; por eso es interesante que algunas editoriales agreguen, además, datos sobre la competencia lectora: “Primeros lectores”, “Lectores expertos”, etc. Aunque esto ayuda, no es infalible; de hecho, nada lo es porque hablamos de individuos con experiencias propias, gustos específicos y lecturas previas que los han formado.

Cómo lograr que a una niña, a un niño o a un adolescente le guste un libro es una de las preguntas más difíciles de responder, y la que más frecuentemente realizan quienes se encuentran en el circuito del libro; claro que por diversos intereses: unos artísticos y otros económicos.

Aspectos del libro infantil y juvenil que deben tomarse en cuenta La diversidad de géneros

Desde mi punto de vista habría que comenzar por recordar que en la literatura existen varios géneros, modalidades que se caracterizan por la forma, esto es, por cómo se escriben los textos y por su especial modo de representar el mundo, la famosa mímesis de los griegos. Cada uno de los grandes géneros implica una forma de conocimiento que nos enriquece como personas. De esta manera, la narrativa, la poesía, el drama (y su representación teatral) y la literatura informativa o ensayística proporcionan al lector maneras distintas de comprender el mundo en el cual vivimos, por lo que resulta sumamente atractivo introducir a los jóvenes lectores en cada uno de estos géneros con sus múltiples variedades temáticas; por ejemplo: cuento maravilloso, poesía amorosa, narrativa fantástica, ensayos sobre arte, teatro del absurdo, en fin, hay infinitas posibilidades. En la poesía, cada uno de nosotros encuentra el eco de su sentir o la voz que emerge desde lo más profundo de su interior; en la narrativa escuchamos miles de historias que nos hacen vivir diferentes lugares y aventuras, en el teatro vemos la representación de las acciones humanas y somos testigos de la resolución de un problema o peripecia, en el ensayo podemos seguir


la disertación del autor sobre una idea o problema. Y todas estas formas están en la lij. Así, tenemos un menú rico y variado para el público infanto-juvenil. Cada promotor de la lectura debe saber esto de inicio. Qué horror si sólo le ofrece un tipo de alimento a quien está abierto al mundo, dispuesto y deseoso de conocer y de saber. Con esta idea en mente, hay que abrir los espacios dedicados a la lij, a todos sus géneros literarios, y hay que poner en anaqueles aparte todos los otros textos, tan importantes, pero que cumplen una función diferente. El valor estético de las obras El otro aspecto a considerar es la calidad de los textos. Hay que hacer un análisis serio de los materiales; no es admisible que el lector adulto crea que aunque a él no le gusta el libro, este será del agrado del niño al que se lo va a regalar, porque como el contenido es tan sencillito, tan fácil y tan dulce… Si no nos gusta a nosotros, tampoco será del gusto de los niños. Hay que meditar con cuidado: ¿qué fue lo que no nos agradó?, ¿está bien escrito?, ¿tiene niveles artísticos?, ¿usa el lenguaje de manera correcta y atractiva?, esto es, ¿el autor domina la técnica necesaria? El tema ¿es novedoso, interesante o propositivo?, ¿está bien trabajado? Un ejercicio reflexivo que nos conducirá hacia una mejor valoración del texto y que de alguna manera nos garantiza que la obra escogida tiene valor artístico.

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Israel Barrón: Diccionario para armar

La ilustración Otro elemento a evaluar en la lij son las ilustraciones, aspecto que enriquece la producción. En el caso del llamado álbum, la ilustración forma parte esencial del volumen mismo que amalgama texto con imagen. Ya se trate de un libro ilustrado o un libro álbum, hay que revisar y estudiar las imágenes: no son accesorias, son parte intrínseca del contenido; ellas


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Israel Barrón: Cirkótico y el enigma de la hechicera

CÓMO LOGRAR QUE A UNA NIÑA, A UN NIÑO O A UN ADOLESCENTE LE GUSTE UN LIBRO ES UNA DE LAS PREGUNTAS MÁS DIFÍCILES DE RESPONDER.

pueden enriquecer o empobrecer la experiencia lectora, sobre todo entre los pre-lectores que, no obstante, saben leer dibujos. Una imagen sirve para aclarar algo, para contextualizar una acción, para ambientar, para describir, para jugar con el lector, para inspirar, para deleitar, para complementar una idea, para contraponerse con el texto: es arte y es técnica. Chicos y grandes adoran las buenas lecturas icono-textuales (imágenes y palabras), por lo que si hay imágenes no logradas o mal hechas, los libros pierden eficacia.

Los autores y las autoras de la lij Escritores y escritoras de la lij tienen una enorme responsabilidad: deben escribir con un gran profesionalismo y compromiso con el arte, no deben achicarse pretendiendo que no serán entendidos; la autenticidad es el elemento clave, sin menospreciar a los lectores. Sin condescendencias deberán mostrar su visión y comprensión del mundo, lo que no implica que no conozcan a sus receptores; más bien implica que los conozcan bien y que ese conocimiento sea el detonante para su creación. Los autores de la lij saben que un buen texto es su mejor recomendación. Tenemos una generación importante de artistas que están produciendo buenas cosas con entrega y profesionalismo, pero todavía perviven muestras de improvisación, de desaliño, de mojigatería y ñoñez. Todavía podemos encontrar material que no debió ser editado, que suple la calidad con una temática edulcorada o moralista, textos mal escritos que se yerguen como estalactitas del mal gusto, de la redundancia y del desconocimiento de la infancia. Encontrar un libro que sea del agrado de todos y todas es imposible, pero si cumple con criterios de calidad y valor artístico hay una gran posibilidad de que trascienda para beneplácito de chicos y grandes. Por algo existen los clásicos de la lij que no pasan de moda, que se revisitan constantemente, que son parte del tesoro cultural inmaterial de los pueblos. Existen porque hay lectores que no los olvidan, porque pasan de generación en generación como un legado especial de padres a hijos, de maestras a alumnos, porque influyen en los nuevos creadores y son parte de nuestro imaginario. Hace poco murió Pascuala Corona, la célebre recopiladora y forjadora de nuestras historias orales, a quien podemos consi-


Una brevísima lista de recomendaciones con advertencia: Ni son todos los que están, ni están todos los que son

Amara, Luigi. Las aventuras de Max y su ojo submarino. Ils. Jonathan Farr (Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2006), col. A la Orilla del Viento, f,l,m., fce, México, 2007. Baranda, María. Diente de león. Ils. Isidro R. Esquivel (Premio al Arte Caniem 2013), col. Luciérnagas, El Naranjo, México, 2012. Para niños lectores. Beisner, Monika. El libro de las adivinanzas. Versión de José Emilio Pacheco, Era-Colmex, México, 2013. Brozon, B. Mónica. ¡Casi medio año! Ils. Rapi Diego (Premio El Barco de Vapor 1996), col. Naranja, sm, México, 1997. A partir de nueve años. Fonseca, Rodolfo et al. (ants.). Circo Poético. Antología de poesía mexicana del siglo xx. Ils. Felipe Ugalde, col. Poesía e Infancia, sm, México, 2003. Corona, Pascuala. Baulito de cuentos contados por Pascuala Corona. Pról. Juana Inés Dehesa y Pascuala Corona, ils. Pascuala Corona, col. Torre de Papel, Conaculta-Norma, México, 2003. Dreser, Elena. Manuela color canela. Ils. Marisol Fernández (Premio A la orilla del viento), col. A la Orilla del Viento fce, México, 1994. Enrigue, Álvaro. Un samurái ve el amanecer en Acapulco. Pról. Rodrigo Fresán, ils. Sonia Pulido, col. Ilustres, La Caja de Cerillos, México, 2013. Hinojosa, Francisco. La peor señora del mundo. Ils. Rafael Barajas, El Fisgón, col. A la Orilla del

• Laura Guerrero Guadarrama es coordinadora del posgrado en Letras Modernas y del Diplomado en lij de la uia. Miembro del sni. Autora de Posmodernidad en la literatura infantil y juvenil y editora de Nuevos rumbos en la crítica de la LIJ. Dirige la revista electrónica LIJ Ibero.

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y búsquedas que nos hablan de este mundo actual, que permiten al lector infantil y juvenil detectar posibilidades y desarrollar estrategias de acción. Hay maravillosos libros que aguardan a sus lectores para desatar en ellos el gozo absoluto. LPyH

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derar un clásico, un puntal de nuestra lij mexicana, como lo es Charles Perrault, uno de los escritores franceses más conocidos y traducidos en el mundo. Por supuesto que no debemos limitarnos a los clásicos, hay nuevas problemáticas, nuevos conflictos

Viento, fce, México, 1992. Para los que están aprendiendo a leer. Hinojosa, Francisco. Ana, ¿verdad? Ils. Juan Gedovius, Alfaguara infantil, México, 2006. Malpica, Javier. Papá está en la Atlántida. Obra teatral (Premio Víctor Hugo Rascón Banda de dramaturgia), ils. Richard Zela, col. Barco de Vapor, sm, México, 2012. A partir de 12 años. Malpica, Antonio. Billie Luna Galofrante. Norma, México, 2008. Muñoz Ledo, Norma. Supernaturalia. Una selección. Serie Roja Juvenil, Alfaguara, México, 2010. Rendón Ortiz, Gilberto. Los cuatro amigos de siempre (Premio El Barco de Vapor 1998, White Ravens de la Biblioteca Internacional de Münich 2000, Lista de Honor ibby México 2000), col. El Barco de Vapor, Serie Naranja, sm, México, 1999. A partir de 9 años. –––––. El caballero de la Negra Armadura. Ils. Beatrix G. de Velasco, col. La Pluma Mágica, pról. Gloria Prado, Junco, México, 2007. Avanzado. Sandoval, Jaime Alfonso. El Club de la Salamandra (Premio Gran Angular 1997), Serie Gran Angular, sm, México, 1998. Adolescentes. Villoro, Juan. La calavera de cristal. Ils. bef, basado en el guión de Nicolás Echeverría y Juan Villoro. Col. Sexto Piso Niños, Sexto PisoConaculta, México, 2011. Infantil Ilustrado. –––––. El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica. Ils. El Fisgón, col. Infantil, Alfaguara, México, 1992. Desde 10 años.


TE MIRO DESDE AQUÍ, MIGUEL Eugénio de Andrade

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Traducción de Jorge Lobillo

Te miro desde aquí, hijo mío; te veo jugar con los pequeños cubos que tu imaginación rápidamente transformó en tren, y me pregunto: ¿Qué destino es el tuyo? ¿Qué futuro tenemos nosotros para darte? ¿Y habrá futuro con tantos misiles apuntando al corazón? Al interrogarme así, inmediatamente me recrimino: ¿Cómo puedo yo consentir, alrededor de tus tres años de edad, la sombra espesa e inquieta de estas interrogaciones? ¿Y cómo podría yo ocultar esta inquietud, este miedo de verte crecer en un lugar tan precario como es la tierra? ¿Cómo dejar de pensar que contigo crecen en el mundo millones de niños sin ternura, y que tantos otros mueren simplemente de hambre? –mientras los hombres responsables de nuestro destino continúan en una desenfrenada carrera de armamentos cada vez más dispendiosos y mortíferos, construyendo reactores que no tardarán en ponernos la basura nuclear en la puerta, comprometiendo así toda la economía del planeta, su equilibrio ecológico, multiplicando la angustia, el terror, haciendo de la vida la negación de la propia vida, transformándose el hombre, ese “prodigio” de que hablaban los griegos, en el “monstruo” del que habla Pascal–. Y todo esto para mantener la más bárbara, la más vil, la más hipócrita de las sociedades –una sociedad mercantil, cuyo objetivo único es el lucro, sin ninguna finalidad moral. Te miro desde aquí, Miguel; te veo jugar con los pequeños cubos, juntándolos y empujándolos, tren que sigue el viaje hacia cualquier lugar a donde no se llegue despedazado o amputado de la alegría del hombre que se siente nacer hacia un amor nuevo, una imaginación nueva, distante ya, digámoslo con las tremendas palabras de Nietzsche, de este asilo de enajenados que ha sido la tierra. LPyH 1983 • Eugénio de Andrade, seudónimo de José Fontinhas (Póvoa de Atalaya, Beira Baixa, 1923-Oporto, 2005), fue un poeta, prosista y traductor portugués. Su poesía es considerada, junto con la de Pessoa, una de las más universales de su país.


“Bordamos historias para sobrevivir” Nancy Huston, La especie fabuladora

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URGENTE: SEPARABUSCAN NIÑOS LOS LIBROS Marianela Hernández Páez mente los niños; o bien, de los relatos indígenas escritos por narradores bilingües, o los que se han antologado en calidad de rescates de narrativa oral; o de las traducciones de obras escritas en países con otro idioma, entre otros. Sin embargo, hay una objeción.

Los problemas Es lamentable reconocer el extre-

mo localismo, como apunta el promotor de lectura y especialista en lij Adolfo Córdova (no se conoce lo que se hace en el territorio propio y tampoco en otros), y los estallidos que no resuenan con toda la fuerza necesaria (concursos y premios) y se perciben como aislados o son víctimas de los retrocesos institucionales (muchas lecturas se limitan al espacio escolar o únicamente se tocan durante la reducida vida escolar de los primeros años); de igual modo, pueden mencionarse la escasa distribución, la raquítica difusión, el limitadísimo interés e incluso la subvaloración de esos logros. El problema no es que falten materiales o se carezca de producciones, sino que en algún punto se olvide o se desvirtúe su cometido, y así

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también en los libros escritos sobre la literatura para niños. Como temo una respuesta negativa, opto esperanzadamente por revisitar este asunto, la mayoría de las veces muerto como víctima del desconocimiento. En efecto, sí existen libros acerca de los libros para pequeños cuyo objetivo es analizar, llamar a la reflexión, recomendar y, lo mejor, equipar con herramientas a sus lectores adultos ávidos de caminar por terreno firme. Hay quienes, como Joëlle Turin –activa investigadora, promotora y conferencista francesa con más de cuarenta años de trabajo en el campo de la literatura para niños y jóvenes– confían en y apuestan por proyectos de largo alcance a fin de llegar a un extenso y diverso público multirregional, integrado por adultos en contacto con infantes, para guiarlos sobre cómo ser, estar, hablar y hacer con el niño que tienen al lado. Esfuerzos –los hay y varios– comparables podríamos nombrar más, en distintas latitudes tanto de este continente como de otros. Baste con hablar, por ejemplo, de los libros y otros materiales editados por instituciones mexicanas serias, dotadas con presupuesto ex profeso, cuyo blanco son precisa-

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ace unos meses llegó a mí un buen material que, como todo lo bueno, fue un motor de ideas y generó la necesidad de un remedio para aquietar la agitación que me provocó. Me preguntaba, así, acerca de la forma de procurar siempre lo mejor para los niños. Quizá el secreto radica en formular las preguntas adecuadas. ¿Acaso sabemos de primera mano qué piensan, sienten o necesitan los infantes, qué les interesa o atemoriza, qué les entusiasma o entristece? Muy probablemente, pocos tendríamos respuestas y tampoco nos sería fácil suspender nuestro pensamiento para reflexionar desde el otro, desde el menor. Responder supone estar consciente –como padre, formador, cuidador o persona encargada de un pequeño– de lo que conlleva esta responsabilidad: no se trata de acompañar sólo el crecimiento físico, sino también sus dimensiones psicoafectivas, cognitivas y emocionales, y de propiciar y proveer los recursos requeridos para ello. No convivo con niños, pero me pregunto cuántos de quienes lo hacen tienen presentes esos factores y, además, pueden pensar en las formas más adecuadas para lograr tal propósito. Quien se preocupe por el asunto quizá busque las claves en diferentes sitios, desde los virtuales hasta los disponibles en su medio (a menudo, asesores pedagógicos, psicólogos y trabajadores sociales de la escuela); incluso, quisiera pensar que también en libros sobre psicopedagogía. Me asalta la duda de si habría alguien a quien se le ocurriera buscar esas respuestas en los libros para niños. En el mismo tono interrogativo, pienso si los padres y formadores tendrán idea de rastrear


los esfuerzos son vanos, los proyectos quedan truncos; sólo les resta dormir una larga siesta empolvados en algún olvidado cajón. Entonces, casi nadie parece enterarse de la existencia de esos valiosos recursos. Si estuviéramos conscientes de su importancia, los demandaríamos para poblar los anaqueles de todas las bibliotecas familiares y escolares, en primera instancia. La iniciativa deberá, por tanto, quedar en manos de los padres, quienes necesitarán saberlo y actuar en consecuencia.

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No todo lo que brilla… el¿Libros valorde del libro álbum literatura infantil o li-

bros para niños? Es frecuente calificar con la etiqueta infantil los textos escritos para el público en cuestión sin pensar si el calificativo tiene implicaciones. Al respecto, el escritor Luis Arturo Ramos, en alguna mesa organizada en torno al tema, expresó la sana y necesaria diferencia: literatura para niños es justo eso, mientras que literatura infantil puede asociarse erróneamente con el adjetivo infantilizante, algo de sobra evitable desde donde se le mire, pues poder hablar a los más pequeños supone –encima de todo– romper con los propios prejuicios (eludir ciertos temas o comunicarse con los pequeños empleando formas infantilizantes). Culturalmente no sólo no estamos conscientes de dicha diferencia, sino que, además, tendemos a infantilizar en general, no únicamente a los niños, y la raíz actitudinal de esa acción consiste en ver a alguien como incapaz de entendimiento, decisión o madurez. Esto lleva a plantearse cómo escribir, cómo usar el discurso, cómo actuar cuando se piensa en la infancia sin caer en tal absurdo y, más

bien, desde el respeto, el amor y la razón, como saben hacerlo ciertos textos, pues no todo lo publicado para niños parte de una visión clara y crítica al respecto. No todos los libros son para todos, como bien refiere la escritora argentina María Teresa Andruetto en su discurso de aceptación del Premio Hans Christian Andersen (2012), otorgado por ibby (Organización Internacional para el Libro Juvenil). Semejantes retos no son fáciles de superar y tal vez varios creadores y producciones fracasan al intentarlo. En este sentido, hablar con inteligencia y ternura a un público infantil por demás inteligente, sensible y creativo es un acto de profundo respeto. Considerar a los pequeños de edad como pequeños mentales es, por desgracia, el rasgo característico de los muchos programas educativos y/o artísticoculturales dirigidos a ese público. Para dicha nuestra, hay quienes han dedicado más de la mitad de todos los minutos de su vida a escudriñar, desde lo más profundo, el funcionamiento del alma y la lógica del pensamiento infantiles. Atinadas y pertinentes resultan por ende las recomendaciones de críticos e investigadores, tendientes a revitalizar el libro álbum (recordemos que surgió en las décadas de 1970 y 1980), dado su enorme poder para colocar bajo la luz los asuntos que –en un no rotundo– no deberían obviarse en la infancia: el juego, los sentimientos y emociones, la muerte, las preguntas filosóficas, la identidad, las relaciones parentales, familiares y sociales, el pensamiento y el lenguaje. Se trata, por fortuna, de exploraciones minuciosas e infinitamente conocedoras y sensatas. El libro álbum puede llevar al lector adulto a la comprensión de cómo acompañar el crecimiento cognitivo, emocional y psicoafectivo de los infantes porque se trata de materiales en cuya elaboración

subyace un análisis fundado en la psicopedagogía y donde se emplean como vehículos los mecanismos esenciales de la literatura, la filosofía y la historia de la cultura para cubrir distintos flancos. Son libros artísticos en sentido amplio. Al advertirse en ellos una visión integral y crítica, invitan al niño a participar activamente en su propuesta a partir de recursos narrativos y visuales. El niño puede, entonces, despertar su intuición del lenguaje y sus ritmos, su musicalidad, pausas y silencios, incluso desde antes de pisar la escuela elemental. De modo intencional dicen mucho con poco; así, llaman al constante descubrimiento y convierten lo más complejo –temas difíciles de explicar en la cotidianidad como la muerte o la sexualidad– en lo más simple. El valor de obras de este tipo reside en que constituyen herramientas de uso conjunto, esto es, fomentan el acercamiento y la interacción de adultos y niños. Como verdaderos espacios de lectura –por su naturaleza–, ofrecen posibilidades múltiples, no limitadas al didactismo o la educación moral. Estos aprendizajes son individuales y nunca son explícitos, sino sugeridos. Si esos adultos responsables buscan respuestas, hallarán en el libro álbum lo más cercano a un libro de revelaciones que no ha tenido jamás la pretensión de serlo; más valioso es aún por ello. A diferencia del libro ilustrado, como explica la maestra Andrea Berríos, articulista de la revista chilena Leamos más, en el libro álbum, el texto y la imagen dialogan, interactúan y conforman un binomio indisoluble; a veces, según la mediadora y especialista en animación Laura Escuela, lo dicho con palabras es contado por la imagen desde otra perspectiva (contrapunto); otras, la imagen tiene su propia narrativa y visibiliza hechos que el texto intencional-


Israel Barrón: Dragones en el cielo

A DIFERENCIA DEL LIBRO ILUSTRADO […] EN EL LIBRO ÁLBUM, EL TEXTO Y LA IMAGEN DIALOGAN, INTERACTÚAN Y CONFORMAN UN BINOMIO INDISOLUBLE.

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aprender a solucionar problemas reales y a descubrirse a sí mismo, pues sus infinitas lecciones, preguntas y respuestas corresponden a cada lector y por ello requieren su inmersión total. Los adultos, como buscadores de respuestas, como lectores también en entrenamiento, deberemos entender la importancia del respeto a la figura del niño, quien “si bien necesita ser acompañado

y evolucionar hacia un marco referencial compartido, no por ello se le puede considerar […] un recipiente vacío, más bien debe ser visto como alguien […] capaz de razonar, reflexionar sobre sus propias ideas y construir sentido por sí mismo, mediante los intercambios con quienes lo rodean, y más aún en el momento de hacer estas lecturas conjuntas”. Conclusiones pueden desprenderse varias: recuperar la lectura como placer compartido, y la ficción como instrumento de gestión de las emociones y del funcionamiento intelectual; como glosa de los conceptos universales arraigados en el origen de las culturas; como exploración de la diversidad de comportamientos y opiniones; como analogía de la vida, de cuyo reflejo se aprende sin necesidad de ins-

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mente ha omitido (ampliación o complementariedad). En un libro ilustrado ese vínculo entre códigos es paralelo: la imagen acompaña o repite lo contado, aunque lo importante es el texto (cuyo lenguaje pretende disciplinar). En el libro álbum ambos conviven en igualdad de condiciones y consiguen crear un género aparte, con un sello artístico personal. La literatura sobre los materiales de lectura recomendables para aproximarse a los niños subraya la idea de las funciones a las cuales sirven: sensibilizar, despertar el enorme potencial del niño, su espíritu creativo, el goce estético, el pensamiento, la imaginación y los sentimientos. Por otro lado, reflexiona sobre otra de sus virtudes: permitirle ensayar la vida desde antes, al promover sus propias maneras de


PEQUEÑO, TÚ NO DICES NADA Tasos Livaditis Traducción de Jorge Lobillo

Pequeño, tú no dices nada,

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no preguntas cuántas estrellas tiene el cielo, a dónde van los pájaros, tú no preguntas si las piedras no sufren bajo las ráfagas del viento. Sobre el camino que emprendes los astros te han enseñado todo. LPyH

• Tasos Livaditis es considerado uno de los poetas griegos más excepcionales; su cercanía con la izquierda lo llevó al exilio y a la cárcel junto con Yannis Ritsos, Mikis Theodorakis y Manos Katrakis. En 1952 apareció su primer poemario: Batalla en los confines de la noche.

trucción explícita o de explicaciones complejas, sino más bien de una simplicidad elocuente; como delicado análisis de la realidad; como sabiduría de la vida; en menos palabras, leer para crecer, como recuerdan las lecciones de Joëlle Turin.1 En las circunstancias actuales, allegarse textos como éstos resulta imprescindible para poder reconocer en la literatura un bien común del cual –en cualquier tiempo y espacio– necesitaríamos echar mano, dada su facultad de “hablar con ligereza y simplicidad a los más pequeños de cosas profundas”,2 empleando los recursos que les son propios (metáforas, símbolos,…); después de todo, quizá no se requiera tanto para perfilar una vida adulta de mejor calidad, con profundas raíces y extensas alas. Para bien o para mal, nadie nos enseña a tratar con niños, a acercarnos a ellos, a relacionarnos con ellos, a entenderlos, a ayudarlos y acompañarlos a crecer. Atinar a responder la gran pregunta del cómo puede parecer intrépido. Tal vez para eso existe también la literatura, para ayudarnos a elegir regalos de lectura para los niños que tenemos cerca y, así, “atrapar” con urgencia niños para esos libros. LPyH • Marianela Hernández Páez es licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas (uv) y maestra en Lingüística Aplicada (udla-p). Trabaja como docente en la Facultad de Letras Españolas (uv) y en el Posgrado en Educación de la Universidad Pedagógica Veracruzana. Notas 1 Los grandes libros para los más pequeños, p. 78 (Ces livres qui font grandir les enfants, Didier Jeunesse, 2012), adaptación de Joëlle Turin para el público latinoamericano, la cual se ha convertido en un referente en el estudio del libro álbum. 2 Ibíd., p. 17.


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A la memoria de María Luisa, mi madre

ESCRIBIR DESDE LA MATRIZ Ester Hernández Palacios

DE LAS CONVERSACIONES SURGIDAS ALREDEDOR DE LAS HISTORIAS Y VERSOS QUE LES LEÍA EMPEZARON A BROTAR DE PRONTO OTRAS QUE SALÍAN DE MI CABEZA...

dedicados al género y colecciones especializadas en llegar a los más jóvenes, tantos autores y temas; tantos y tan diversos formatos, tan buenas ilustraciones, tantas firmas y tantos nuevos personajes. No tardamos mucho en tener en casa un librero especial que se llenó con títulos diversos seleccionados sin orden ni objetivo preciso. A mis hijas, que todavía no adquirían la lectoescritura, las atraían las portadas coloridas; a mí, los títulos sugerentes. Siempre ganaban ellas. Comenzamos a dedicar un buen rato diario a la lectura en voz alta, y guardo en la memoria muchas anécdotas de esos momentos que se convirtieron en esenciales. De las conversaciones surgidas alrededor de las historias y versos que les leía empezaron a brotar de pronto otras que salían de mi cabeza y que mis hijas recibían con un gusto tan grande que comenzamos a disfrutar de ellas

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que huían en la noche de su palacio para cruzar un río e internarse en un bosque, nocturno y misterioso, al lomo de 14 cisnes áureos que ya en la oscuridad se transformaban en príncipes, y dos poemas que tampoco tenían nada de tiernos o inocentes, pero que me sobrecogían por su ritmo y tal vez porque intuía su terrible verdad: “Todas íbamos a ser reinas” y “El ruego” de Gabriela Mistral. Seguramente fue en busca de sus huellas que continué el camino de las letras, el cual, a su vez, me condujo hacia otros rumbos. No volví a las rimas y los cuentos de la primera infancia hasta que tuve a mis hijas. Alejandra e Irene no sólo me devolvieron a las fuentes de mis experiencias lectoras, sino que me acercaron en las librerías a los estantes, cada vez más prolijos, de literatura infantil. Fue para mí todo un descubrimiento encontrar nuevos sellos editoriales

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uando decidí dedicar mi vida a la literatura, es decir cuando me inscribí en la Facultad de Letras de la Universidad Veracruzana, hace ya más de cuatro décadas, nada estaba más lejos de mis intereses que la literatura para niños. Y no precisamente porque el género fuera ajeno a mi experiencia personal: mi madre, María Luisa Mirón, era experta en él. Fue la primera maestra de Literatura Infantil en la Escuela Normal de Xalapa, para lo cual debió, una vez obtenida su plaza como docente en la recién creada carrera de Educadora de párvulos, asistir por una temporada a la Normal Superior de la Ciudad de México para recibir cátedra de Bertha Von Glümer,1 quien durante su estancia en Xalapa había sido una pieza clave para que se abriera el área dedicada a la educación de los más pequeños. No solamente crecí entre libros y leí algunos de ellos desde muy joven, sino que me sumergí en sus páginas de la mano de mi madre, quien todas las noches leía o recordaba una historia conmigo y para mí. Del acervo de mamá, que constaba sobre todo de leyendas, cuentos de hadas, con y sin moraleja, prefería estos últimos, tal vez porque para moralinas ya me bastaban las que recibía en la escuela de monjas. Cuando pude leer con mis propios ojos me engolosiné con las narraciones, las rimas y las ilustraciones de los múltiples volúmenes del Libro de Oro de los Niños y, un poco más tarde, de El Tesoro de la Juventud; sobre todo en compañía de mis hermanos disfruté de su extraordinaria y diversa selección poética, algunos de cuyos versos todavía vibran completos en mi cabeza. De las narraciones de este último solamente recuerdo la historia de las 14 princesas


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tanto como de las que estaban en los libros. Como vivíamos en el campo, los temas surgían de nuestra vida cotidiana: una gallina sin nido que buscaba en los lugares más insólitos un sitio para empollar, una vaca que daba leches malteadas, unos conejos que, huyendo del horno, se volvieron ellos mismos panaderos… Gracias a la generosidad de mi maestro Francisco González Aramburu, estas tres historias se transformaron en manuscritos y se editaron en Trillas. Animada por el resultado, pasé a una historia intermedia: una cabra melindrosa que se conducía más bien como una niña (porque me había basado en una para escribir la historia), y busqué a una editorial que se dedicaba exclusivamente a la narrativa infantil: Corunda. Puedo decir que la lectura de La cabra que no quería comer resultaba para mis hijas, comelonas empedernidas (que según Paco González Aramburu en la mesa semejaban vikingos), una experiencia tan lejana como los mares del sur. Como resabio del tema avícola y dentro del ambiente doméstico surgió otra historia, en este caso un poco descabellada e incluso surrealista: Por qué no me gusta el pollo, que fue editada con unas hermosas ilustraciones y un formato singular por la editorial Sámara que, dirigida por la hija de Raquel Tibol, publicaba libros particularmente cuidados en su calidad de objetos y siempre pensados como lecturas para toda la familia. Mi libro iba en una caja junto a otros cuatro, entre los que destacaba el debido a la pluma y los pinceles de mi admirada Rocío Sagaón. A partir de este libro y de la experiencia de que se tomara tan en cuenta la parte gráfica y, particularmente la ilustración, nació en mí el interés por experimentar en la construcción de un álbum, esto es, hacer un libro de la mano con

el ilustrador. Invité para la aventura a Sophie Leportier, artista visual siempre dispuesta a innovar y a probar nuevos lenguajes y géneros. De esta experiencia nació Un día de viento, que revive al dios Ehécatl y cuenta sus vicisitudes en una jornada en una urbe moderna. Esta historia, que también sucede en un museo, se publicó bajo el sello de la Secretaría de Educación del estado de Veracruz. Con el nacimiento de mi tercera hija, Beatriz, mi carácter experimentó un brusco cambio; seguramente porque requería mayores cuidados, surgió en mí una ternura desconocida que dio cauce a la escritura de Domingo por la mañana, el libro que, de entre mi producción completa (libros de ensayo incluidos), ha tenido más lectores. El texto ubicado en un ambiente doméstico contiene también una situación inverosímil, no sólo onírica sino sobre todo poética. Apenas terminado, envié el manuscrito al concurso Barco de Vapor de la editorial s/m y tuve la suerte de recibir el accésit, lo que me abrió las puertas a una de las editoriales más importantes dentro del campo de la literatura para niños. Beatriz ha sido la protagonista de los dos libros que siguieron: Mi tía Beti, publicado por la Editora de Gobierno de Veracruz y, más recientemente, El cromosoma de Beatriz, también editado bajo el sello de s/m. Este último tiene una característica muy particular, se trata de un libro narrativo de no ficción; es decir, del género más lejano a los cuentos de hadas. Todo lo que se cuenta, incluso lo que parece más inverosímil, sucedió en la realidad. La voz narradora, que es la del personaje central, la hermana mediana, resultó lo más importante del conjunto. Su desparpajo y falta de piedad para hablar de un tema tan delicado como es la discapacidad intelectual, me permitieron abordarlo sin el peligro de caer en la

conmiseración o la lástima, sentimientos que no sólo me parecen incorrectos, sino detestables. No sé si les sucede a los narradores en general, es decir, a aquellos que escriben para adultos, pero desde que empecé a publicar mis textos, vivo y miro las cosas desde la perspectiva de quien podría narrarlos. Diariamente se me ocurren nuevas ideas, la mayoría desechadas tan rápidamente como las pienso; algunas otras, en cambio, exigen un trabajo mental durante un buen tiempo hasta que estoy segura de que vale la pena pasarlas al papel. En la actualidad estoy escribiendo un cuento cuya protagonista es mi nieta Rebeca. Podría concluir diciendo que, como narradora para niños, escribo con perspectiva de género sin proponérmelo, con seguridad porque la heredé casi literalmente de mi madre, la desarrollé con mis hijas y la continúo con mi nieta. LPyH La Nueva Creta, abril 2015 • Ester Hernández Palacios es académica de la uv y promotora cultural, además de autora de varios libros de crítica literaria y narrativa para niños. En 2012 recibió el Premio Bellas Artes de Testimonio Carlos Montemayor por México 2010. Diario de una madre mutilada.

Nota 1 Bertha Von Glümer (Acapulco, 1877-Ciudad de México, 1963) fue enviada en 1907 por el ministro de Educación Justo Sierra a la Escuela Normal Fröbel de Nueva York, completó su formación en la Escuela de Magisterio de la Universidad de Columbia y en la Universidad de Chicago. A su regreso a México fundó el primer curso para maestras de párvulos, antecedente de la carrera de Educadora, en la Escuela Normal para Señoritas. En 1918, por invitación del Gobierno del Estado de Veracruz, creó e impartió el curso para Educadoras de Párvulos en la ciudad de Xalapa. Entre 1930 y 1934 fue profesora de la Escuela Normal Superior, en la que dio clases de Literatura Infantil y de Metodología Didáctica. www.biografiasyvidas.com/g/ glumer.htm Consultado el 2 de abril de 2015.


¿Quieres que te lo cuente otra vez?

LA NARRATIVA PARA NIÑOS DE LUIS ARTURO RAMOS Guadalupe Flores Grajales

–¿Te imaginas? –dijo Manolo– un país sin árboles ni arroyos, sólo asfalto, cemento y humo por todos lados” (“Coatl”: 100) ¿Puedes imaginarte una noche sin luna ni estrellas? (“La noche…”: 73).

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A PARTIR DE LA SEGUNDA MITAD DE ESTE SIGLO, LOS TEMAS VARÍAN, SE DIVERSIFICAN Y SE COMIENZA A ESCRIBIR SOBRE TÓPICOS CENSURADOS HASTA ENTONCES EN LOS MEDIOS EDUCATIVOS.

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ción de los escritores, entre ellos Anna Muriá, autora de El maravilloso viaje de Nico Huehuetl a través de México (1996). Esto sin dejar a un lado la narrativa de miedo y de suspenso, basada en los tradicionales cuentos de brujas, espantos, diablos y aparecidos, por ejemplo, El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica (1992) de Juan Villoro. La vida cotidiana es otro tema en la literatura escrita para niños; entre estas obras figura Las golosinas secretas de Juan Villoro y Gabriel Orozco. En el ámbito cultural

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a literatura escrita para niños posee, como todo género, características que la particularizan, y el primer problema que surge al intentar delimitarla está relacionado con el adjetivo que la acompaña. Hablar de literatura infantil, por el público a quien está destinada, incluye no sólo textos literarios, sino también libros de carácter didáctico, de divulgación e historietas, entre otros. Consideramos, entonces, que la literatura escrita para niños integra todos aquellos textos que fueron escritos específicamente para el público infantil, que tienen una intención estética y, por tanto, consideran al receptor capaz de asimilar y comprender lo que

en ella se plantea. Uno de los rasgos que la definen es la inclusión de textos diversos que se basan en recursos pensados para el público infantil, como son las imágenes e ilustraciones, así como el manejo de léxico y de temáticas relacionadas con la familia y los amigos; sin embargo, la esencia didáctica ha estado presente desde su origen, en el siglo xv, con los libros escritos para los hijos de reyes: las famosas cartillas pedagógicas o hornbooks que apoyaban el aprendizaje de la lengua y las matemáticas; o bien, los primers y los chapbooks, textos rústicos y creativos que narraban historias maravillosas. Esta última tradición es la que impacta en la producción literaria del siglo xx dirigida a un público infantil. A partir de la segunda mitad de este siglo, los temas varían, se diversifican y se comienza a escribir sobre tópicos censurados hasta entonces en los medios educativos. La celebración de la Primera Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (filij) en 1981 fue un importante parteaguas en la historia de la literatura para niños en

México. El auge editorial impacta en la construcción del discurso literario destinado a los niños de nuestro país: brotan innovadoras tendencias en la escritura, los autores buscan temas y estructuras narrativas novedosas, por lo que el carácter didáctico de épocas pasadas empieza por diluirse. Dentro de estos nuevos estilos, los escritores nutren sus relatos con la herencia prehispánica, el folclore europeo, el africano y el oriental, otorgando un sentido diferente a los relatos. Inés Arredondo con Historia verdadera de una princesa (1984), Felipe Garrido con Cómo fue que hubo tantos coyotes (1996) y Tajín y los Siete Truenos, sólo por mencionar algunos. Los relatos de viaje también acaparan la aten-


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surge un grupo de artistas que ilustran los textos infantiles apoyándose en la pintura mexicana; un ejemplo de ello es Julieta y su caja de colores (1984), con ilustraciones y texto de Carlos Pellicer López. En fin, instituciones editoriales como la International Board on Books for Young People (ibby, México), la Secretaría de Educación Pública (sep) con los Libros del Rincón, y el Fondo de Cultura Económica con la Colección A la Orilla del Viento promueven la literatura para niños en México. Inserto en esta tradición se encuentra el escritor veracruzano Luis Arturo Ramos, quien, al igual que algunos de los autores antes mencionados, incursiona en la literatura dirigida a un público infantil. Ramos elabora relatos para niños con la plena conciencia de hacia quién está dirigida su obra, sin modificar su concepto de producción estético-literaria y manteniendo su apuesta por relatos bien construidos y amenos. Se aleja de la intención didáctica y del lenguaje cercano a la manera de hablar de los niños, para expresar su preocupación social mediante temas que aluden a problemáticas reales y contemporáneas: la conservación del medio ambiente y el conflicto de identidad; es decir, el carácter social y humano que domina en toda su narrativa también se percibe como factor determinante en su propuesta de textos infantiles. En 1979 inicia su aventura como escritor de textos para niños con la publicación de su primer cuento, “El ratón bailarín”; después vienen “Zili, el unicornio” (1980), “La noche que desapareció la luna” (1982), “La voz de Coatl” (1983), “Telésforo, el teléfono desocupado” (1986), Blanca-Pluma –novela corta– (1995) y, el más reciente, Un tucán llamado Noé (2012). Ramos apuesta por relatos divertidos y amenos, aderezados con una fuerte carga de crítica social,

donde los personajes interactúan en medio de aventuras que se desarrollan ya sea en la ciudad o en el ambiente rural. En sus cuentos “Zili, el unicornio”, “La noche en que desapareció la luna”, “La voz de Coatl” y “Telésforo, el teléfono desocupado” combina la presencia de seres mitológicos, astros que huyen a mitad de la noche, enemigos

de humo y teléfonos ventrílocuos con temas como la ecología, lo maravilloso, la búsqueda de la identidad y la ausencia de comunicación entre los sujetos, mismos que permiten destacar el dominio de los personajes infantiles femeninos, la antropomorfización, la presencia de seres fantásticos, y la crítica a la sociedad. En “Zili, el unicornio”,


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nicación y el pesimismo…” (Martínez Suárez: 13). La soledad y la falta de comunicación están presentes en todos los cuentos. Serafín, personaje de “Zili, el unicornio”, desea compartir su visión de mundo, plagado de imaginación, de creatividad, pero es rechazado, nadie le presta atención: al contrario, un taxidermista quiere hacerlo objeto de su

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por ejemplo, se expone la contradicción de valores entre el mundo adulto y el mundo infantil: la discriminación social, el rechazo hacia lo extraño y diferente, la avaricia... Para José Luis Martínez, Luis Arturo Ramos conserva temas narrativos característicos de sus primeros relatos cortos, “…como la soledad, el claroscuro, la incomu-

arte; Telésforo, el teléfono desocupado, por lo mismo, se ve obligado a aprender ventriloquia. La preocupación por el medio ambiente se manifiesta especialmente en “La noche en que desapareció la luna”, “Coatl” y “Un tucán llamado Noé”. El primero se ubica en el contexto urbano; el segundo y el tercero se desarrollan en la región de Los Tuxtlas, muy cerca de la ciudad en donde nació el autor: Minatitlán. En el primero, la protagonista Mariana y su perro tendrán que enfrentarse a Kohetón, una especie de Ecoloco revestido de humo negro que daña y contamina todo, especialmente los elementos naturales como el secuestro de la niña-luna. En “Coatl”, dos pequeños y su perro Sardinilla pretenderán resolver el conflicto de contaminación en su pueblo, mediante un viaje por el río, alegoría del viaje prehispánico que le otorga valor y significado a la naturaleza. Este tema será retomado en el tercer cuento, cuya innovación consiste en la percepción e impacto que el mundo natural ocasiona desde la mirada de un ave: el tucán Noé. A través de estos tres cuentos, Luis Arturo evidencia su preocupación por los efectos del proceso de industrialización, con el humo que se produce en las fábricas de la ciudad de México y en los alrededores de la Ciudad de Minatitlán, dañando la flora y la fauna de la región. El viaje como generador de las acciones es otro de los recursos narrativos del autor: Mariana y su perro deben iniciar un largo recorrido nocturno para encontrar y rescatar a la luna; en “Coatl”, dos pequeños y un perro emprenden un viaje en busca de la serpiente ancestral, para hallar al dios de sus antepasados; Zili y Serafín viajan por diferentes pueblos mostrando su espectáculo, y Blanca-Pluma, en su afán por recuperar su identidad, tendrá que recorrer muchos caminos y asu-


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mir diversas funciones. Y hablando de identidad, Ramos también alude en sus relatos para niños a la necesidad de aceptación y respeto hacia los demás; critica la discriminación social que se sufre por ser o pensar de manera diferente. No podemos dejar a un lado la forma en que el autor utiliza los recursos lingüísticos. Ramos juega con las palabras, las combina para crear nombres como el de Sardinilla, amigo de Mina, que resulta de la fusión de las palabras “sardina maravilla”; también juega con la palabra pez en vez de perro: “Que la zeta de su nombre se convirtió en rro y ya está. Pe-z. Perro” (“Coatl”: 90). Además resalta algunas palabras poniéndolas en mayúsculas, y representa gráficamente la forma en que se pronuncian, por ejemplo en “Zili, el unicornio”: “O mejor dicho, el nombre que Zili creyó que era su verdadero nombre: u-ni-cor-nio. Unicornio” (12). En fin, resulta cla-

ro afirmar y confirmar que, aun en los cuentos escritos para niños, Luis Arturo Ramos no abandona las preocupaciones estéticas y sociales que caracterizan en general a su obra; es más, resulta curioso confirmar que algunos de estos cuentos fueron publicados a la par de sus otros relatos. Por ejemplo, “La noche en que desapareció la luna” se editó un año después que Los viejos asesinos; “Coatl”, en el mismo que Intramuros; y Cuentiario, al igual que La casa del ahorcado. Por tanto, resulta obvio que Luis Arturo Ramos, como escritor de textos infantiles, manifiesta su preocupación por construir historias que comuniquen algo, que modifiquen la manera de pensar y actuar de sus lectores, sean niños, jóvenes o adultos. LPyH Bibliografía Martínez Suárez, José Luis. “La necesidad de creer y la obligación de

inventar: los cuentos para niños de Luis Arturo Ramos”. Contrapunto 2, Gobierno del Estado de Veracruz, México, 2007, pp. 1116. Ramos, Luis Arturo. Blanca-Pluma. Col. Botella al Mar, GrijalboConaculta, 1995. –––––. La noche en que desapareció la luna. Col. Manantial, Gobierno de Veracruz, 2000. –––––. Un tucán llamado Noé. Col. Agua Clara, Ivec-Conaculta, México, 2000.

• María Guadalupe Flores Grajales es licenciada en Letras Españolas y maestra en Literatura Mexicana por la uv. Doctora en Humanidades por la uam-Iztapalapa. Miembro del sni, nivel 1. Es profesora de tiempo completo y actualmente directora de la Facultad de Letras Españolas (uv).


LITERATURA INFANTIL ¿PARA QUÉ? Luis Arturo Ramos

Como complemento al texto anterior, de Guadalupe Flores, recuperamos este ensayo de Luis Arturo Ramos sobre la literatura para niños. Varias de las ideas aquí glosadas están tomadas de En torno a la literatura infantil, uneac, La Habana, 1975; y El poder de la literatura para niños y jóvenes, Letras Cubanas, La Habana, 1979, de Alga Marina Elizagaray.

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esulta consenso general aceptar la idea de que corresponde al periodo de la educación primaria proporcionar al niño los conocimientos y habilidades que lo ayudarán a desenvolverse más tarde como joven o adulto. Los programas educativos se planifican para dotar al niño de una información integral que desarrolle todas y cada una de sus capacidades, tanto intelectivas como creativas. Conocimiento científico y conocimiento humanístico, por mencionar la dicotomía clásica. No obstante, en el ejercicio cotidiano, las buenas intenciones se desvanecen y surgen, a placer de padres y maestros, todos aquellos considerandos que plantean la enseñanza elemental como una simple oportunidad para adquirir, únicamente, información “práctica” y de consecuencias inmediatas.

La iniciación del niño en el mundo de la imaginación, de la sensibilidad, de la experiencia humana resulta, en el mejor de los casos, soslayada, cuando no obstaculizada. Criterios acerca de lo que es y no es importante resquebrajan la idea primigenia de educación integral, de tal manera que todo aquello que se oriente al conocimiento del niño como individuo, a la elucidación de ese lado oscuro por descubrir qué es la interioridad del ser humano, termina siendo menospreciado. Desde la primaria se inicia el privilegio de las materias “prácticas” en perjuicio de las estimulantes de la sensibilidad y de la imaginación, para establecerse categóricamente en la secundaria. “Ya sé escribir, ya sé leer, ¿para qué pues perder el tiempo leyendo y escribiendo?” parece ser la reflexión jamás expresada pero tácitamente enquistada en las conciencias rectoras de la educación.

Lectura y escritura se convierten en meros vínculos para satisfacer los imperativos de una comunicación elemental y todavía una más elemental necesidad de información. La lectura creativa y la escritura de imaginación resultan minimizadas por el adulto. Un niño que no acepte la superioridad de la aritmética sobre la literatura es un niño raro o enfermizo. Sumar, restar, multiplicar y dividir son prácticas fundamentales que merecen toda nuestra atención y estímulo. Y que nadie dude de esto. Pero, ¿leer y escribir correcta, creativa, lúcidamente; esto es, utilizar ágil e íntegramente el vehículo esencial de la comunicación y del conocimiento, es menos importante? Yo creo que no, aunque la realidad está gritando lo contrario. ¿Y a qué se debe este menosprecio por la educación artística? ¿Cuál es la razón de que la literatura, que es lo que nos ocupa en este momento, se soslaye y esfume bajo el peso de miles de “conocimientos prácticos” que sí servirán al niño? Tal estado de cosas resulta consecuencia de factores múltiples y disímbolos, muchos de ellos ya enraizados en la tradición y en la valoración de las cosas. Pero destacan algunos contundentes y terribles a la vez: la escasa información que tiene el maestro sobre la literatura para niños, la casi imposibilidad de promoverla y estimularla en el salón de clases, el desconocimiento de la importancia de la lectura y de la necesidad de crear en el niño dicho hábito. En este mundo de máquinas e imágenes, la palabra mejor, la mejor palabra, queda arrinconada entre las tapas de libros más arrinconados todavía. Las ideas se expresan con esquemas, diagramas, flechas. El mundo, su organización, sus compromisos y afectos se reducen a dibujos en el pizarrón. La única lectura propi-


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Israel Barrón: El cuaderno de las pesadillas

ciada es la lectura dinámica que ahorra tiempo y esfuerzo. El habla pasa a ser un balbuceo plagado de frases hechas, de fórmulas lingüísticas que lo mismo se utilizan para un sí que para un no. Un lenguaje chato y vasto cuyo pariente más próximo es la ampulosidad vacía y paralógica del discurso demagogo. El hombre parece retroceder a etapas prehistóricas, prelingüísticas, onomatopéyicas, gestuales. Nuestro mundo se ensancha y nuestro vocabulario se restringe. El hombre atrincherado tras 850 palabras para explicarse, enten-

derse, defenderse, conjurar al mundo. No sabe decir lo que le afecta, lo que le duele, lo que pretende, lo que ama. Y si no puede hacerlo, es que está perdiendo la mitad de su condición humana. El problema es complejo y la situación difícil. Poco estímulo para la literatura y mucho para sus contrarios. Hay que partir de un hecho brutal: todo está contra la literatura: cine, televisión, subliteratura, situación política, económica, cultural, por mencionar algunos aspectos. Para propiciar la lectura debemos remar a contracorriente. Sin em-

bargo, existe una posibilidad que puede ser altamente aprovechada: la influencia de los maestros, de los padres y de la innata disponibilidad de los niños, el congénito interés por cuentos y leyendas, por todo aquello que alimenta su inagotable hambre de imaginar. A nadie escapa el amor y hasta la pasión que los niños sienten por historias y leyendas. La cercanía de una persona que les habla y les canta no tiene paralelo con la fría presencia de una caja llena de luces y zumbidos, con las imágenes impersonales del televisor. ¿A qué se debe que la maravilla del relato oral que el niño escucha atento y asombrado, pase más tarde a encender el receptor o al acto de inmiscuirse en los peores ejemplos de la mala literatura? Muchas podrían ser las respuestas. Yo quiero reflexionar en una sola. El acervo familiar de la literatura oral, si bien escaso, cubre la demanda infantil en una etapa en que gusta de escuchar y volver a escuchar los mismos cuentos. No obstante, entre los siete y los 10 años, etapa idónea para sumergir de lleno a los niños en el hábito de la lectura, se hace ya necesaria la presencia de libros aptos, amenos y variados, lo cual no suele suceder en la mayoría de los hogares mexicanos. Sí, empero, contamos con el aparato televisor y con una gran existencia de cómics al alcance de la economía familiar y hasta infantil. Esta situación particular, inscrita en un marco general de aficionados y consumidores de televisión y subliteratura, opondrá la primera valla. Padres no lectores prohíjan, por lo general, hijos no lectores. El problema, grave ya de por sí, podría solucionarse en la escuela. Sin embargo, esto no sucede. La escuela primaria tampoco ofrece ayuda a la lectura. Habrá también muchas causas y otros lo sabrán mejor que yo. Sean cuales fueren, la consecuencia es la misma y re-


Israel Barrón: El cuaderno de las pesadillas

DUDAR SIQUIERA QUE LA LITERATURA DEBE TENER UN SITIO PROMINENTE EN LA EDUCACIÓN DE TODO INDIVIDUO, ES DESCONOCER LA NATURALEZA MISMA DEL HOMBRE.

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ta toda instrucción elemental. El contraargumento fue el siguiente: “La ciencia nunca tomará el sitio de la literatura porque la constitución de la naturaleza humana jamás lo permitirá”. Se agregó que son cuatro las facultades que entran en la composición de la vida humana: la facultad de la conducta, del intelecto y del deber, la de la belleza y la de la sociabilidad. El hombre necesita estas cuatro facultades y perpetuamente tiende a relacionarlas entre sí de diversas maneras. La ciencia, salvo raras excepciones, se interesa solamente por las cosas del intelecto y el sa-

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sulta desalentador. Ni la casa ni la escuela proveen un medio adecuado para el desarrollo del hábito de la lectura. De ahí en adelante, el descenso es continuo y hasta desenfrenado. En un mundo viciado como el que nos envuelve, no se trata solamente del niño frente al libro, de una relación aséptica y fría donde las oportunidades de leer o no leer se respetan al 50%. Todo lo contrario, la relación se ubica en un medio signado por una relación de antilectura e, inclusive, de desprecio absoluto para una actividad que no aporta una utilidad inmediata y aparente. Algunos jóvenes tendrán la suerte de encontrar personas o circunstancias que les otorguen orientación y alternativas; pero son los menos. La conclusión a todo esto resulta de una simplicidad desoladora: tenemos un país de no lectores o, dicho más crudamente, de analfabetas funcionales. Llegados a este punto podríamos preguntarnos: y bien, este es un país que no lee, ¿y qué importa?, ¿qué hay de malo en ello? La importancia de la literatura ha sido señalada en un gran número de ocasiones; pero de acuerdo con un fragmento del Informe de la Asociación de Profesores Norteamericanos de Lenguas Vivas: “Dudar siquiera que la literatura debe tener un sitio prominente en la educación de todo individuo, es desconocer la naturaleza misma del hombre. El ser humano siempre ha acudido al drama, la poesía, la novela y muchos géneros en prosa en busca de instrucción, inspiración y deleite, y no hay razón para pensar que no continuará haciéndolo en el futuro”. En el siglo pasado, un grupo de maestros se planteó la interrogante de si la literatura debería ceder a la ciencia su puesto dentro de la educación. Se argumentó que la ciencia proporciona el conocimiento práctico que fundamen-


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ber. La literatura se preocupa por las cuatro facultades mencionadas y trata de relacionarlas en la vida del hombre. Y es precisamente el desequilibrio de la relación entre éstas el causante en buena parte del caos que estamos viviendo: el hombre alejado de sí mismo. El “progreso” propiciando la destrucción del género humano al que debía servir. De las citas leídas, algunos conceptos permanecen resonando: instrucción, inspiración, deleite y, con mayor fuerza todavía, la capacidad de la literatura para relacionar todo esto y ofrecerlo de manera simultánea. Para ella no existen compartimentos estancos, no hay departamentos herméticos, todo es interacción, relación, comunicación y la certidumbre de que no existe vehículo más efectivo para exteriorizar la compleja urdimbre de la existencia humana que la literatura. Para que existan adultos lectores es indispensable que haya niños lectores. Y el libro para niños es el encargado de formar esos lectores que estamos necesitando ahora. La lectura encara al niño con los valores humanísticos universales. Crea la certidumbre de que toda actividad tiene al hombre como principio y fin, como punto de referencia. Lo inocula contra la indiferencia y la falta de solidaridad, contra la convicción, tan frecuente hoy día, de que todo puede resolverse mediante fórmulas exactas. En síntesis, lo ayuda a entenderse y prepararse como ser humano. La lectura abre frente al niño el mundo interior de sí mismo y de sus semejantes. Inculca la certeza de que el hombre es plurivalente, complejo y contradictorio, capaz de amor y de odio, de egoísmo y sacrificio. Lo enfrenta a experiencias que jamás podría experimentar sino a través de esa máquina del tiempo que es la literatura, y

lo confirmará, más allá del tiempo y de su espacio original, como miembro de la raza humana y habitante del planeta Tierra. Permanecer al margen del conocimiento de esta otra faceta de la vida que sólo es captable por el arte, es cojear por la existencia, ver con un solo ojo, pensar con la mitad del cerebro. Mirar la punta del iceberg y creer que se está mirando el todo. No habrá individuo completo, íntegro, si no utiliza y colma y descubre esa cara apenumbrada de la existencia que sólo devela el arte. Y quien es ajeno a la naturaleza humana, lo será también a la naturaleza física, objetiva y medible. Dicho tal como está, podrían pasar inadvertidos muchos de los beneficios que derivan del hábito de la lectura. Así pues, resulta conveniente hacer una lista mínima de sus funciones, misma que podría extenderse a interés y a placer de los encargados de promoverla. La literatura proporciona información. La literatura representa, de alguna manera, el pensar y el sentir de muchos hombres y mujeres que vivieron antes que nosotros y, por ende, testigos de innumerables acontecimientos ya fuera de nuestro alcance objetivo. En este caso la lectura de un libro implica un viaje al pasado, una fidedigna, escrupulosa, impudorosa descripción de la sociedad y de su infrahistoria. El conocimiento de una comunidad distinta y a la vez semejante a la contemporánea, cuya cognición nos permitirá establecer parangones valorativos. La literatura resulta una maleta atiborrada de conocimientos prácticos, ideas, posibilidades. La literatura inspira la curiosidad y el afán de aprendizaje. Ofrece al lector una serie de herramientas para reconstruir, reformar, modificar su realidad. La literatura es un microcosmos, un reflejo del mundo contemporáneo visto a través del

lente macro y microscópico de un artista. El resultado de esta observación puede modificar nuestro concepto de la circunstancia que nos ha tocado vivir y de nosotros mismos. Toda radical o convencional evolución de los libros o de las técnicas literarias tiene un correspondiente en la realidad y viceversa, ya que la sociedad y la literatura son inseparables. Ninguna puede ser cabalmente comprendida sin la otra. La literatura como modelo didáctico. Quien sabe leer sabe escribir. La literatura proporciona un inmejorable modelo para mejorar la comunicación escrita. Ortografía, sintaxis, estructura, un todo homogéneo y simultáneo que proporcionará al lector las mejores enseñanzas para la redacción de todo tipo de textos. La literatura como ejercicio mental. Quien sabe leer sabe pensar. Así como el ejercicio físico desarrolla y favorece el proceso muscular del niño, la lectura será la actividad que con más fortuna desarrolle las facultades mentales del infante. Quien es capaz de leer e interpretar situaciones concretas y abstractas tan complejas como las descritas por la literatura, está llevando a cabo una compleja actividad mental. Quien lee está analizando, distinguiendo, comparando, transfiriendo, observando, jerarquizando, clasificando, imaginando, suponiendo, desechando, extrapolando. En una palabra: está pensando. Quien es capaz de comprender, sintetizar, jerarquizar y llegar a una o varias conclusiones a partir de la lectura, será por consecuencia capaz de enfrentarse con mucha aptitud y fortuna a cualquier problema planteado en términos ajenos a los de la literatura. La lectura es el ejercicio de reflexión crítica y cognitiva que entrenará al niño y que derivará


Israel Barrón: En duende está el misterio

en una actitud similar ante todas las circunstancias de la vida.

• Luis Arturo Ramos es editor y escritor. Su obra comprende ensayo, cuento y novela; dentro del rubro de la lij, algunos de sus títulos publicados son Blanca Pluma (1995), La noche en que desapareció la luna (2000) y Un tucán llamado Noé (2012).

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La literatura estimula y desarrolla el poder de la imaginación. Nadie que no imagine, que no tenga una abundante capaci-

to del ser humano. Lo que no capta el microscopio ni registra la radiografía ni mide el análisis. Y más todavía, plantea la convicción de que nunca, jamás, dicha literatura será inagotable mientras inagotable resulte la existencia humana. Y aun así, cuando la guerra final, hoy más próxima que nunca, venga a terminar con este planeta, estoy seguro de que habrá alguien que, venciendo su terror y su furia, se reserve algo de fuerza y coraje para reseñar el alma humana durante los últimos momentos del hombre sobre la Tierra. LPyH

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La literatura sensibiliza. La literatura es una vacuna preventiva contra la sequedad del espíritu, el desapego y la disminución de las facultades pulsoras de la belleza. La sensibilidad estética conlleva la sensibilidad social y creativa. Apreciar la belleza nos solidariza con el pasado y con el futuro, además de comprometernos con el presente. Sensibilidad es compromiso. Sin sensibilidad no hay solidaridad ni conciencia del pasado y, por tanto, falta de previsión para el futuro. El niño sensible jamás permanecerá indiferente ante cualquier aspecto hermoso o dramático que la vida ofrezca.

dad para la fantasía, podrá crear o inventar. Las alfombras voladoras en los cuentos precedieron a los aeroplanos. La literatura estimula la imaginación, la fantasía, y éstas hacen falta para el atisbo de cualquier hipótesis científica. La fantasía que devendrá espíritu inventivo es producto de la literatura. Gorki, el pensador y escritor ruso, afirmó que “es el gusto por lo fantástico, por la ficción, el que ha engendrado y desarrollado en el hombre esta asombrosa facultad: la intuición”. Todos estos planteamientos expresan que la literatura es parte fundamental e inseparable del ser humano. Y así como la física, la matemática o la química se inmiscuyen en fenómenos y leyes de las ciencias exactas, la literatura lo hace con el alma del hombre. Así como la anatomía estudia la organización y la estructura de músculos, vísceras y huesos, la literatura lleva a cabo un inventario del lado ocul-


Habría que comenzar indagando si existe tal cosa como un “cine infantil”. Lo cierto es que, como sucede con más de una clasificación, la etiqueta funciona a manera de guía, de orientación:

UN PANORAMA EN MUTACIÓN Luis Reséndiz

no hay un “cine infantil”, sino muchos y éstos se encontrarán sujetos a diversos cambios: la percepción del concepto de infancia, por ejemplo, es una de las etiquetas cambiantes.

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abría que comenzar indagando si existe tal cosa como un “cine infantil”. Lo cierto es que, como sucede con más de una clasificación, la etiqueta funciona a manera de guía, de orientación: no hay un “cine infantil”, sino muchos, y éstos se encontrarán sujetos a diversos cambios: la percepción del concepto de infancia, por ejemplo, es una de esas etiquetas cambiantes. No es lo mismo un niño en Japón que un niño en México. Una vez reconocido esto, podemos adentrarnos –con la convicción de estar tanteando un terreno de por sí movedizo– en la realidad del peliagudo concepto; este ensayo pretende, tan sólo, dar cuenta de algunas de las posibles categorías que tienen cabida en el término y que se han manifestado durante los últimos 10 años.

Disney: un Goliat del entretenimiento Una de las mutaciones más in-

teresantes que ha experimentado el cine comúnmente asociado a la infancia es aquella vinculada a la animación. Es verdad que, desde tiempos muy tempranos, el cine animado ha experimentado con temáticas que podrían considerarse lejanas a la niñez, pero también es innegable que, al menos en Occidente, el avance del conglomerado Disney en el terreno del entretenimiento infantil anudó el concepto de animación (en México: caricaturas) a las películas que comúnmente se ven durante la infancia. Tal construcción es de una solidez apabullante: aún hoy, cuando las cintas protagonizadas por princesas van claramente a la baja, sus personajes continúan colocándose como modelos a seguir (asunto invariablemente vinculado a la construcción de los roles de género), y sus películas siguen mante-

Israel Barrón: Diccionario para armar

niendo buenos números de ventas en formatos caseros como el dvd y el Blu-ray. Hubo un momento en la historia reciente en el que parecía que Disney caería de su pedestal, o que al menos sus películas animadas lo harían; fue después del avasallador éxito de la productora Pixar, que comenzó en 1995 con Toy Story. En ese entonces, Disney había perdido a uno de los chairmen más importantes de su historia: Jeffrey Katzenberg, bajo cuyo mandato se filmaron muchas de las mejores películas del estudio, como La sirenita, El rey león o La bella y la bestia. Los filmes de Pixar

poseían una cualidad que, hasta ese momento, Disney no había asimilado: la distancia irónica. Pensemos en la época del arranque de Pixar: es aquella que proclamaba la muerte del cine, la revisión posmoderna, el cine-después-del-cine, totalmente referencial. Pixar agrupó esas características y supo incluirlas en el molde narrativo que Disney había creado con tanto esmero durante décadas: allí estaban los personajes que apelaban directamente a los sentimientos, la narración en tres o cuatro actos, las historias fincadas en un modelo conservador de amistad, familia y relaciones románti-


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llo: El gigante de hierro, de 1999). Pixar se encontraba en los proverbiales cuernos de la luna, dominando un panorama en el que apenas asomaba DreamWorks y su incipiente franquicia, Shrek. Pero Disney no es un gigante fácil de derrotar, y en breve comenzó a producir sus propias películas con animación en 3D. En 2006 compró Pixar, y poco a poco comenzó a asimilar la fórmula de su éxito. El camino los llevó a películas poco exitosas –como Chicken Little o Un cuento de Navidad–, pero invariablemente lograron dar con la fórmula. En años recientes la influencia de Pixar sobre el proceso

arte

cas; lo de siempre, pues, sólo que el equipo de Pixar supo imbuir ironía, humor y sarcasmo a ese molde, tomando distancia de la cultura pop. De esa amalgama surgieron sus primeras películas (quizá las mejores): Monsters, Inc., Toy Story 2, Buscando a Nemo. Todas ellas podrían armar una defensa del sistema creativo de Pixar, aquel que privilegiaba los resultados sobre la autoría. El punto más alto de esta forma de trabajo fue Los Increíbles, la primera película de autor de Pixar: todo el proceso creativo estuvo en manos de Brad Bird (director de carrera impecable que ya tenía una gran película en el bolsi-

creativo de Disney ha sido evidente: películas como Tangled, WreckIt Ralph, Frozen o Big Hero 6 portan innegables marcas de nacimiento de la productora, tales como protagonistas femeninas con mayor presencia, revisionismo irónico o una incipiente diversidad racial. No obstante, todas estas características siguen encarnándose en un modelo (moral, narrativo, ideológico) tradicionalista, conservador en más de una ocasión. Disney ha sabido apropiarse de las novedades, pero sin cambiar a fondo su forma de trabajo. En ese mismo tenor, Disney es la productora detrás de Oz: el poderoso, precuela tardía de la clásica El mago de Oz. Esta película, estrenada apenas en 2013, fue dirigida por Sam Raimi, un director conocido por su tendencia al gore y al humor negro. Raimi, que dirigió también las primeras tres películas de Spider-man producidas por Sony, filmó una cinta colorida, casi bombástica, en la que el tradicional viaje órfico del héroe es aderezado con un protagonista canalla –muy en la vena de su Ash Williams, protagonista de la saga de The Evil Dead, por la que Raimi ganó fama. Inusual por donde se le vea, al menos dentro del sistema de producción de Disney, Oz: el poderoso fue un éxito de taquilla, un respiro para los seguidores de Sam Raimi y una cinta bien recibida por el público más joven. Un poco en el mismo tono se encuentran Alicia en el País de las Maravillas, revisión a la historia clásica de Lewis Carroll, dirigida por Tim Burton. Estos dos experimentos sirvieron para abonar el terreno que más tarde explotaron Maléfica y, apenas este año, Cenicienta: visitas a los terrenos que Disney ya exploró en el pasado en películas animadas, ahora con actores y directores de prestigio. La estrategia, no hay que subrayarlo, ha dado resultados, y el Goliat luce hoy más invencible que nunca.


DREAMWORKS ESTABLECIÓ UN MODELO DE NEGOCIO EN EL QUE BASTABA LANZAR UNA BUENA PELÍCULA, CONQUISTAR A UN PÚBLICO Y DE ALLÍ MANUFACTURAR SECUELAS CUYO ÚNICO OBJETIVO APARENTE ERA ACUMULAR TAQUILLA.

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DreamWorks, o la ventaja de correr algunos riesgos Hoy día, uno de los pocos estudios

que pueden hacerle frente al poderío de Disney es DreamWorks. Fundado en 1994 por Steven Spielberg, el ya mencionado Jeffrey Katzenberg y David Geffen, el estudio coprodujo varias películas de live action, como Rescatando al soldado Ryan o Belleza americana. No obstante, en lo que concierne al panorama del cine infantil lo notable son, nuevamente, sus producciones animadas. DreamWorks supo canalizar aquella noción de que mientras que el líder debe apegarse a su modelo, el segundón tiene la posibilidad de experimentar. En este caso, el obvio líder de su categoría era Disney. Así, DreamWorks lanzó en 2001 Shrek, una comedia infantil que podía verse en al menos dos niveles: como un cuento de hadas capaz de ser gozada por los niños, y como una parodia, un chiste sarcástico que los padres de esos niños también podían disfrutar. Esta doble lectura permitió que Shrek fuera un trancazo comercial a la vez que un fenómeno social. Su referencialidad, su burla al star system hollywoodense, a los tópicos de los cuentos de hadas; todo eso cuajaba en una historia clásica que podía seguirse con facilidad. La fórmula resultó exitosa, y podría decirse que culmi-

naba un proceso de cambio en el que el cine infantil dejaba de confinarse a la reiteración machacona que se atribuye al entendimiento de los niños (mensajes que se repetían una y otra vez a fin de quedar claros, como aquel del “círculo de la vida” en El rey león) y se aventuraba en terrenos menos cómodos. Shrek, que incorporaba una ironía maliciosa que mucho debía a Los Simpson (pioneros en la posibilidad de la doble lectura), establecería un tono que –con sus variaciones– continúa hasta la fecha en buena parte de las producciones de DreamWorks. El estudio continuó, como Disney mismo, lanzando películas en animación tradicional, como Spirit o Sinbad, pero poco a poco las producciones en 3D ganaron terreno. Mediante fallidos experimentos, como Bee Movie (que tenía como carta fuerte al genial comediante Jerry Seinfeld, quien también escribió la película, un movimiento similar al que la misma DreamWorks intentó años atrás, al darle a Woody Allen el protagónico de Antz/Hormiguitaz), o exitosas incursiones (como Kung-Fu Panda o Madagascar), DreamWorks estableció un modelo de negocio en el que bastaba lanzar una buena película, conquistar a un público y de allí manufacturar secuelas cuyo único objetivo aparente era acumular taquilla gracias a su público cautivo –lo que en la industria se conoce comúnmente como cashgrab. Ese es el caso de las secuelas de Madagascar, como Pingüinos de

Madagascar, o de El gato con botas, derivada de Shrek. No obstante, eso no ha impedido que DreamWorks lance buenas películas. Las mejores de su filmografía, quizá, son las dos entregas de Cómo entrenar a tu dragón. La anécdota, una variación nórdica de las típicas historias de “un niño y su perro” (donde los dragones sustituyen a los perros), ha sido ejecutada con brillantez técnica y algunos riesgos narrativos, como el hecho de presentar a un protagonista que sufre un accidente que lo despoja de una pierna. (Esto es extraño porque, tradicionalmente, el físico de los protagonistas del cine infantil permanece intacto.) Así, y con algunas otras buenas cintas en el catálogo, DreamWorks produce un cine ligeramente más arriesgado que el de su gran rival, pero también muchas películas de relleno, mucho material prescindible. Unas por otras.

Studio Ghibli, del otro lado del espejo Studio Ghibli, que fue menciona-

do en el panorama del cine japonés publicado en el número 29 de La Palabra y el Hombre, es una de las puntas de lanza de la animación mundial. Fundado y liderado por Hayao Miyazaki, quizá el autor de cine animado más respetado y venerado de nuestros tiempos, ha producido películas que constantemente retan lo que se concibe como los límites del cine infantil. Son varias sus constantes: hay protagonistas femeninas fuertes, capaces de la toma de decisiones sin necesidad de estar atadas a un hombre (un problema del cine infantil hollywoodense); hay historias ambiguas, sin buenos ni malos definidos ni indispensables antagonismos que echen a andar la trama; hay también un lirismo radicalmente distinto al nortea-


Israel Barrón: Diccionario para armar

sus cintas que reciba distribución internacional será mostrada tal y como es, sin ninguna clase de corte o intervención. No es exagerado decir que, pese al hiato en que entró el estudio después del retiro de Hayao Miyazaki (hiato que, se ha asegurado hasta el cansancio, no será permanente), el trabajo de Ghibli es una valiosa presencia no sólo en el apartado infantil, sino en la filmografía mundial.1

ALasmanera de conclusión anteriores divisiones del cine

infantil no son artificiales: esos estudios existen y producen cintas enfocadas al público menor de

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HAYAO MIYAZAKI, QUIZÁ EL AUTOR DE CINE ANIMADO MÁS RESPETADO Y VENERADO DE NUESTROS TIEMPOS, HA PRODUCIDO PELÍCULAS QUE CONSTANTEMENTE RETAN LO QUE SE CONCIBE COMO LOS LÍMITES DEL CINE INFANTIL.

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mericano, casi expresionista, con largas secuencias oníricas o catárticas (hay al menos una película totalmente onírica, como El viaje de Chihiro) que se contraponen a los musicales tan comunes en el cine hollywoodense –que son las secuencias equivalentes, dado que suelen contener los desplantes catárticos de sus protagonistas. Así, Studio Ghibli no compite en la misma arena que los otros dos estudios previamente mencionados. Su búsqueda no es tanto comercial sino artística, de prestigio; sus cintas son bien conocidas y generalmente rebasan la inversión, pero rara vez son taquillazos que le den la vuelta al mundo. Ghibli se mueve en un panorama en el que importan más los premios o la recepción crítica que el desempeño comercial. Y, sin embargo, su forma de trabajo no es tan distinta de la de Pixar, toda vez que comparten la idea de “estudio” como génesis de un proyecto animado –una idea que, por ejemplo, no necesariamente comparte Jan Svankmajer, otro artista de la animación poco convencional– y la de una forma de trabajo que puede prescindir de los grandes nombres: si bien Hayao Miyazaki estableció un tono que el resto del estudio siguió, no todas las películas de Ghibli requerían intervención directa de él. Quizá la mayor marca de Studio Ghibli frente al mundo sea su férrea política de respeto a la creación original. Mientras que Disney y DreamWorks operan para complacer a un público, trabajando con audiencias de prueba y severas sesiones de edición y hasta reescritura, Ghibli produce películas de acuerdo con visiones de autores–los más prominentes son el mismo Miyazaki e Isao Takahata, aunque hay otros–, y esta visión es respetada hasta el final. Muestra de esto es su política “sin cortes”, que establece que cualquiera de


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15 años. Sin embargo, no son las únicas películas en este rubro y, en ocasiones, esos mismos estudios producen obras de interés que se alejan de sus propios parámetros. En México, por ejemplo, Anima Films ha ganado terreno con películas fincadas en el imaginario colectivo nacional, como El chavo animado, una serie de televisión que recupera a los personajes creados por Roberto Gómez Bolaños, o largometrajes como Don Gato: la película, La llorona y La leyenda de las momias de Guanajuato. Su cine aún se encuentra en desarrollo, pero sus producciones son ya exitosas, con parámetros de calidad inusuales para las cintas animadas mexicanas.

Otra adición reciente al cine infantil fue Paddington, producida por StudioCanal. Su recepción crítica y comercial fue estupenda, y rápidamente se entró en pláticas para producir una secuela. Aunque el tamaño de StudioCanal es pequeño si se le compara con el de Disney, puede decirse ya que existe el potencial para desarrollar un cine infantil distinto, en las periferias de los conglomerados comerciales. De igual forma, el cine de Sylvain Chomet, director francés responsable de Las trillizas de Belleville y de El ilusionista, ha sabido ganar adeptos dentro de la animación tradicional moviéndose en los márgenes y contando historias poco convencionales, con un

nivel de complejidad superior al promedio. Otro estudio que merece atención, tanto por lo inteligente de sus guiones como por el refinamiento técnico de sus trabajos, es Laika. Con tres películas lanzadas (Coraline, ParaNorman y Los boxtrolls), Laika ha explorado nuevas líneas argumentales, capaces de internarse en mundos oscuros, no necesariamente amables, y de revisar otras posibilidades temáticas. Su técnica de animación, basada en el stop motion, dota a sus trabajos de una apariencia particular, menos relacionada con la limpidez del 3D y la animación por computadora. Un estudio que, poco a poco, comienza a ocupar mayor atención, reflectores, y cuyos trabajos suelen desempeñarse bien en taquilla, crítica y premiaciones. Ya para terminar, habría que decir que el cine infantil es un área con amplias posibilidades narrativas. Así como la literatura infantil ha atraído a grandes plumas –por ejemplo, Juan Villoro, Luigi Amara o Fabio Morábito–, el cine dirigido a niños también puede servir como un campo fértil para otros directores. Menospreciarlo tan sólo porque lleva la etiqueta infantil es un craso error: una vez retirado ese molesto rótulo, este cine alberga sorpresas, innovaciones, calidad. LPyH

• Luis Reséndiz escribe crítica cinema-

tográfica y ensayo para Letras Libres, Tierra Adentro y el periódico Performance. Su primer libro de ensayos, Insular, será publicado por la editorial Cuadrivio.

Nota Una nota de importancia es el hecho de que exista un pacto para la distribución de los filmes de Studio Ghibli: esos derechos pertenecen, ni más ni menos, a Disney.

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Paisajes

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Arenas movedizas, de Octavio Paz (fce)

< El libro de la selva, de Rudyard Kipling (Sexto Piso)


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Tr锚s meninas, de Ant贸nio Ventura (Bags of Books) >


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La falaise aux oiseaux, de VĂŠronique Granville (Editions Du Lampion)


Frida Kahlo, una historia imposible, de MarĂ­a Baranda (Anaya)


12 poemas, de Federico GarcĂ­a Lorca (Kalandraka)


12 poemas, de Federico GarcĂ­a Lorca (Kalandraka)


The Little Mermaid, de Hans Christian Andersen (Aga World Co.)



las imágenes de gabriel pacheco

un nuevo paraíso María Baranda

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areciera que Gabriel Pacheco, como en el poema de Apollinaire, “se bebe un vaso de estrellas” antes de dibujar. Sus imágenes no son una simple ilustración de la palabra escrita, son su propia mirada de un mundo que existe más allá de la palabra. Su forma es la conquista de un sitio posible e irreal como revolucionario ante la propuesta que lo recorre. Pocas veces las imágenes cobran tal fuerza como bajo el pincel de Gabriel Pacheco. Su trazo, aunque sencillo, nos lleva a una profunda incertidumbre. Con ellas parece que vemos más allá de lo imaginado, en el hilo de la existencia, como si sus imágenes consiguieran crear en nosotros una pluralidad de ideas que nos hacen querer habitar su universo. Su estética es la de un hombre que busca los motivos que hay entre la vida y la muerte, entre el sueño y la vigilia. Propone una combinación entre nuevas historias a partir de sus propias metáforas. Su aliento no conoce la negociación; surge de la bruma del lenguaje y de la niebla de la duda. Su postura es la del observador que no describe, sino que aumenta nuestra percepción. Su claridad se evoca en la razón más pura, en el juego de explorar el vértigo y el vacío de la vida, de adentrarse una y otra vez en la conciencia intemporal de cada personaje como si el tiempo pudiera palparse y el porvenir fuera siempre definitivo. Porque las imágenes de Gabriel suceden en un tiempo único, tiempo de agua y pan, de aire, de regreso a la imaginación de la imaginación. Cada ilustración de Pacheco contiene un dramatismo muy íntimo, promete una invención del paraíso y una aceptación de la propia sombra. Ahí sucede una posibilidad de poder configurarnos bajo el amparo de su creación. Cada imagen es un suceso, una situación inesperada que nos hace palpar lo irreal y onírico así como lo contundente y lúcido de Gabriel Pacheco. Sus escenas son parte de un drama único, una puesta sostenida por el más puro lirismo. No hay resistencia, sólo un hueco por donde irnos, o un espejo para mirar por detrás, y de esa manera encontrarnos en esta victoria de la existencia donde surge un presente como realidad y una memoria que nos despierta a cada latido del tiempo que es contrario y se olvida o se hunde y desaparece como reacción ante sus imágenes. Así, un ciervo pasa por las páginas de un libro, una garza levanta el vuelo arriba de un laberinto, los niños corren felices y originarios o duermen y sueñan con peces y caballos que pasan a pleno galope y todos prometen salvarse, salvarnos. En sus imágenes vivimos como somos: enfrentados a lo inescrutable y a lo distinto, como si pretendiéramos ser, por un solo instante, parte de este nuevo paraíso. LPyH

• María Baranda, escritora mexicana, ha trabajado con Gabriel Pacheco en los libros Hago de voz un cuerpo y Una historia posible.


Gabriel Pacheco / © Foto: frem - wwwphfrem.com

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ilustración Città de Chioggia, el Sharjah International Book Fair 2012 y el catálogo de publicaciones infantiles y juveniles de México. Por Tres niñas, ha conseguido el CJ Picture Book Award de Corea. Incluido en el catálogo 50 books/50 covers del American Institute of Graphic. Nominado dos veces al premio alma así como al premio Hans Christian Andersen. Los libros que ha ilustrado se han publicado en Alemania, Francia, España, Italia, México, Portugal, Brasil, Argentina, Rusia, Corea, Japón y Estados Unidos. Actualmente imparte talleres de ilustración en la escuela de Sàrmede, Italia. Es miembro artístico del Sistema Nacional de Creadores de Arte. LPyH

dossier

Gabriel Pacheco. Nacido en el antiguo Centro de la Ciudad de México, reticente a entenderse como ilustrador, piensa sobre cómo asumirlo (aunque intenta vivir de ello). Así, intruso, argumenta su trabajo sobre ideas prestadas de otras procedencias, como el teatro, el cine y la literatura. Su estética es más resonancia de la ocurrencia. Actualmente deambula sobre tres conceptos: lo ambiguo, lo improbable y lo incierto. La Feria del Libro Infantil de Bolonia ha seleccionado su trabajo en las ediciones de 2007, 2008 y 2011. Recibió por Hago de voz un cuerpo, editado por el Fondo de Cultura Económica, la Mención Especial en la categoría New Horizons de los Bologna Ragazzi Award. Ganó el X concurso de


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Las fotografías contribuyen a dar forma a nuestros conceptos de lo que es real y lo que es normal. Nos proporcionan información sobre qué clase de rol sexual se supone que debemos desempeñar en la sociedad y contribuyen a configurar la imagen que tenemos de nosotros mismos, así como nuestras expectativas y fantasías. Jo Spence1

Jaime Ricardo Huesca

EN PROMEDIO, 350 MILLONES DE FOTOS SON ANCLADAS A FACEBOOK DIARIAMENTE. ¿EN VERDAD TENDREMOS TANTO QUE MOSTRARLE AL MUNDO?

partir el producto obtenido (me imagino yo, en la mayoría de los casos) en una red social. Considero que esto puede ser un problema que afecte a la fotografía y al individuo; este es el tema que abordaré en las siguientes líneas.

La fotografía y las redes sociales En promedio, 350 millones de fo-

< 12 poemas, de Federico García Lorca (Kalandraka)

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tos son ancladas a Facebook diariamente.2 ¿En verdad tendremos tanto que mostrarle al mundo? En esta era digital el ser humano tiene un acceso menos restringido a la tecnología y los medios de comunicación, la adquisición de equipo fotográfico y la fácil publicación de imágenes están al alcance de casi todos. Esta situación llega a ser contraproducente,

debido a que el uso desmesurado de estas herramientas ha provocado una desvalorización del producto fotográfico: el individuo se ha obsesionado por hacer pública su vida a conocidos y desconocidos. En una red social, el usuario debe tener una foto en su perfil; este campo es una muestra de lo que el individuo es, lo que tiene o desea ser. Por mucho o poco que a la persona le interese la cuestión, muestra la imagen en la que mejor se vea o identifique a sí misma. El reto de la foto del perfil es definirse en una imagen, lo cual toma varios caminos con distintas repercusiones. Actualmente, el usuario promedio compite por conseguir amigos, suscriptores o seguidores, y por ello debe atraer a más personas para incrementar su “círculo social”. En algunos casos

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sistir a un evento, en este caso, una graduación, suscita conflicto, desde el hecho de levantarse temprano, hasta el inicio del acto protocolario. Cuando están presentes la mayoría de los invitados, la celebración y la vigilia siguen su curso: discursos, mensajes de felicitación y agradecimiento, reflexiones sobre el valor de la familia en el apto desarrollo estudiantil, la superación profesional, la unión, el apoyo, trivialidades, etc.; cuestiones que implican un ritual semejante a una misa. Ya sea por la temprana hora u otro catalizador, la mente es más susceptible a encontrar detalles que pasan por alto cuando se está en otro contexto. No dejo de pensar en lo que sucedió esa mañana, debido a que mis valores fueron trastocados: de inicio a fin del acto protocolario, la presencia de un personaje indispensable para el momento –e incómodo para mí– no dejó de manifestarse y hacerse notoria: las cámaras fotográficas sobresalieron más allá de lo que imaginaba, ya que la mayoría de los presentes (familiares de los graduados) no dudaron en capturar cada instante de la sesión, ya sea mediante una cámara digital, un teléfono “inteligente”, tableta electrónica, cámara de video u otro instrumento que cumpliera la función requerida. Todo esto con el fin de preservar el recuerdo, desmitificar o com-

UN TERCER INVITADO


se tiende a mentir para lograr este cometido, de tal modo que en estas fotografías se asume una identidad distinta a la que se posee; Martín Barbero menciona en su artículo “La globalización en clave cultural: una mirada latinoamericana” que la cultura se transforma y el término identidad remite ahora a dos significados distintos uno de otro:

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Hasta hace muy poco decir identidad era hablar de raíces, de raigambre, territorio, y de tiempo largo, de memoria simbólicamente densa. De eso y solamente de eso estaba hecha la identidad. Pero decir identidad hoy implica también –si no queremos condenarla al limbo de una tradición desconectada de las mutaciones perceptivas y expresivas del presente– hablar de redes, y de flujos, de migraciones y movilidades, de instantaneidad y desanclaje. 3 Para ser aceptado en este mundo “en línea” hay que fingir. Nadie está exento, se elige la foto más apropiada “por si acaso”; de no ser así, demos por hecho que uno pasará a formar parte del olvido y de la no-existencia. Las redes sociales son una lucha por sobresalir y demostrar que se existe. Entendamos que en el mundo de las relaciones virtuales la fotografía es banalizada; ésta se enfrenta a moldes fotográficos ya hechos por la sociedad a lo largo de la historia, escenarios o situaciones repetidos que conforman un estereotipo y componen a la foto: desde captar un atardecer, el cielo estrellado con luna llena, autorretratarse en un baño público o mostrar una fotografía de la infancia, entre otros casos, gran parte de la sociedad virtual posee al menos una de tantas imágenes basadas en un molde fotográfico;

Israel Barrón: El cuaderno de las pesadillas


un evento social, asumamos que en cada reunión, sea chica o grande, nos encontramos en presencia del resto del mundo, cualquier paso en falso será cavar la tumba hacia nuestra perdición. Bien dice Martín Barbero que Las distancias cada vez importan menos, lo que suceda en cualquier lugar puede tener consecuencias en cualquier otro lugar del mundo. Hemos dejado de poder protegernos tanto a nosotros como a los que sufren las consecuencias de nuestras acciones en esta red mundial de interdependencias.6

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Tomemos en cuenta que siempre habrá una cámara a nuestro alrededor que registre un tropiezo, un ridículo o alguna calamidad; la desgracia ajena siempre será un fenómeno de burla viral en las redes sociales. En cuanto a las grabaciones de video, en los eventos musicales a los que he asistido me encuentro con un fenómeno ya cotidiano en dicho contexto: como en el caso de la videograbación de una ceremonia de clausura, la atención del espectador de un concierto no está del todo en éste por el afán de documentar el show, y en la mayoría de las ocasiones debido al instrumento en uso –nuevamente un teléfono celular– la calidad del video resultante es mala. Estas personas, que incluyen a la mayoría de los presentes, privan de un mejor goce a quienes se dedican a disfrutar en su totalidad la función, pues el equipo de grabación y los brazos extendidos que pretenden encontrar una mejor toma para preservar su “momento” resultan muy estorbosos para la vista. El ser humano prefiere reproducir unas dos o tres veces la grabación, en mala calidad y detrás de una pantalla, a vivir la experiencia real.

arte

capturar físicamente una visión deja de ser un arte y queda como una actividad de recreo. En nuestra actualidad “el discurso dominante es el ocio. Los productos de ocio, lejos de ser una herramienta de participación en la vida diaria doméstica, la alejan de toda existencia significativa”. 4 En su vaguedad, el individuo fotografía cualquier acción que realiza: retratar lo que desayuna, alguna adquisición material (por mera presunción), al despertar, en pijama, en el autobús, en el metro, fotografías “por aburrimiento”, etc. El fin de esta actitud es generar aprobación a base de likes. ¿En verdad le interesan al mundo estas muestras de inacción? Para algunos (retomo la anécdota de la graduación), un evento amerita un sinnúmero de fotografías en las redes sociales; multipliquemos ese número “x” por la cantidad de personas con cámara en mano y obtendremos una cantidad desmesurada para una ceremonia de carácter íntimo, privado y especial. La realidad transcurre en la red social, al contrario de como debería ocurrir; quien tenga esta actitud en la vida será propenso a tener problemas para gozar de sus relaciones reales.5 Es mucha la necesidad por mostrar nuestras actividades a los demás usuarios de Facebook, Twitter, Instagram, etc. Esto hace que en realidad no se goce del momento vivido por el ansia de publicarlo. En el hecho que comparto hubo varias personas con cámara de video que grabaron el evento en su totalidad. ¿Será cierto que estuvieron presentes en la ceremonia? Sí y a la vez no; estos personajes se enfrascan en su obsesión y contemplan el momento como cualquier tercero, pues no dirigen su vista a la realidad que tienen enfrente, sino que toman como prioridad visualizar el transcurso de su grabación. No nos preocupemos solamente por lucir bien en


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Las redes sociales y la imagen Las redes sociales están hechas

para personas “bellas” o físicamente bien dotadas, y las relaciones de estos usuarios son superficiales. En cuestiones como la anterior, entran en juego algunas ideas ya expresadas: para agregar o aceptar a otro usuario se debe presentar, además de la información personal, la fotografía del perfil. Ésta, además de contar con un molde fotográfico, lleva consigo una pose prefabricada que responde al mismo fenómeno: si el usuario femenino tiene un físico voluptuoso, adoptará una pose que evidencie sus atributos, ya sea desde una perspectiva superior en la que el busto se pronuncia o mediante una toma de cuerpo completo en la que explícitamente sobresalgan sus curvas; en el caso del usuario masculino, la moda es retratarse frente a un espejo: se exhibe un vientre esbelto, los brazos, la espalda, etc. El individuo muestra lo que los demás quieren de él o cree que desean observar. La tendencia a querer ser visto y tomado en cuenta lleva a los extremos a quien no usa con prudencia estas páginas: es común encontrar pornografía en las redes sociales, personas que se exponen con tal de ser aprobadas. Soy testigo de que tanto hombres como mujeres muestran su casi desnudez por unos cuantos comentarios burdos y “benévolos”. En esta situación quedan implicados dos términos: exhibicionismo y voyeurismo. Quien publica su foto desea ser visto, mientras que otro u otros desean poder observar el incidente sin ser descubiertos y esto claramente ocurre en las redes sociales, no se puede saber quién te mira del otro lado de la pantalla. En pocas palabras, el fotografiado deja las cortinas sin cerrar para que el vecino lo vea; todo es, a fin

de cuentas, un acto de reciprocidad. La réplica hacia estas críticas por parte de dichos usuarios es que sus actitudes están guiadas por un discurso “artístico”, lo cual carece de sentido. En conexión con lo anterior, me percato de la tendencia a evaluar una imagen, no por su contenido, calidad y otras propiedades, sino a partir de la red social donde los encargados de “evaluar” el producto visual son los likes, retweets, las veces que se comparte o la cantidad de visitas que ha obtenido dicha imagen. ¿Se puede considerar esto como el nuevo modo de “valorar” el carácter artístico de la fotografía (en caso de que exista alguno)? Es cada vez más frecuente ver concursos en los que el veredicto para juzgar la obra lo conforman los criterios ya mencionados; es obvio que estos eventos carecen de prestigio por su falta de fundamento teórico, pero ¿será posible que en un futuro estas pautas sean llevadas a un nivel superior? Dar una respuesta es muy arriesgado; sin embargo quiero creer que no.

Los teléfonos celulares, sustituto de la cámara fotográfica Con la fiebre de los teléfonos celulares con cámara digital, la visión de la fotografía cambió rotundamente. La gente ya no compra cámaras fotográficas: es más accesible, y sigue siéndolo, adquirir un teléfono celular. Debido a esta creencia, la calidad fotográfica doméstica7 se ha ido desvalorizando. Claramente, las cámaras celulares han mejorado en su número de megapíxeles, pero ¿lograrán superar a la cámara profesional? Con los aclamados teléfonos “inteligentes”, el beneficiario puede conectarse desde ellos directamente a la red social de su preferencia,

con la facilidad de estar en línea a toda hora y en cualquier lugar, además de poder subir una foto a internet segundos después de tomarla. Sólo se necesita ser un poco visionario y dar un clic con o sin flash. En nuestra actualidad, cualquiera se cree fotógrafo y la persona que se encargaba (un fotógrafo, tal vez no profesional, pero sí un trabajador con cierta técnica y dominio del instrumento) de resguardar las memorias de una celebración forma parte del ayer, pues su trabajo ya no es indispensable en las reuniones sociales, rara vez se le encuentra en estas festividades. El rol de este tradicional personaje lo cubre cualquier mortal que tenga la amable capacidad de presionar un botón. La calidad de los disparos ya no interesa (al parecer); sólo importa obtener una prueba para demostrar que se está disfrutando de la fiesta del año, sólo interesa el acto en sí de desmitificar.8 Y como las fotografías, podemos guardar ya al fotógrafo en el baúl del nostálgico álbum del pretérito; éste, en un no muy lejano futuro, sólo formará parte de la memoria de algunos, “only this, and nothing more”. Solamente podremos apreciar esta reliquia del pasado cuando necesitemos adquirir fotografías en tamaño infantil o para algún título profesional.

La fotografía: mímesis y antimímesis Si en sus inicios la fotografía era

mimética, hoy en día podemos encontrar casos de antimímesis, debido a que la realidad en la que se vive no es suficiente para algunos y se muestra lo no verdadero en las fotos. Geoffrey Batchen define en su ensayo “Ectoplasma: la fotografía en la era digital” a las imágenes digitales como un proceso abiertamente ficticio: “la digitalización ha abandonado incluso la


Israel Barrón: Cuentos populares mexicanos

una obligación constante con los demás. No somos estrellas de cine como para vivir en la mira de los demás, asumamos nuestra identidad y conservemos el concepto de las fotografías como un vestigio íntimo de un acontecimiento efímero en nuestras vidas. Tal vez ya todo esté perdido, o tal vez estas sólo sean ideas frustradas de una persona que al asistir a una graduación se llevó una mala imagen de un tercer invitado. LPyH

• Jaime Ricardo Huesca nació en Xalapa. Es estudiante de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas, en la uv.

Notas

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Jo Spence, “La política de la fotografía”, Efecto real, Jorge Ribalta, Gustavo Gili, Barcelona, 2004, pp. 64-69. 2 Manolo Rodríguez, “Las cifras más importantes de las redes sociales en 2013”, Desenredando la red, http://desenredandolared.

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com/2014/01/07/las-cifras-mas-importantesde-las-redes-sociales-en-2013/ 3 Martín Barbero, “La globalización en clave cultural: una mirada latinoamericana”, http://www.er.uqam.ca/nobel/gricis/actes/ bogues/Barbero.pdf 4 Don Slater, “La fotografía doméstica y la cultura digital”, La imagen fotográfica en la cultura digital, Paidós, España, 1997, p. 176. 5 Social Media Marketing. “Un estudio demuestra que los que suben demasiadas fotos a Facebook tienen problemas sociales en la vida real”, (2013), http://www.marketingdirecto. com/actualidad/social-media-marketing/ un-estudio-demuestra-que-los-que-subendemasiadas-fotos-a-facebook-tienen-problemas-sociales-en-la-vida-real. 6 J. Martín Barbero, “La globalización en clave cultural: una mirada latinoamericana”, Globalisme et pluralisme: Colloque international Montréal (2002), http://www.er.uqam. ca/nobel/gricis/actes/bogues/Barbero.pdf. 7 Término utilizado en “La fotografía doméstica y la cultura digital”, de Don Slater. El autor habla de la fotografía como un objeto ligado a lo doméstico y a la esfera privada (familiar). De algún modo podría considerarse como “fotografía amateur”. 8 Don Slater, en “La fotografía doméstica y la cultura digital”, Lister, Martín, Paidós, 1997, pp. 173-195, considera a la foto como un documento que comprueba la existencia del suceso plasmado. 9 Geoffrey Batchen, “Ectoplasma: la fotografía en la era digital”, Efecto real, Jorge Ribalta, Gustavo Gili, Barcelona, 2004, p. 320.

arte

retórica de la verdad […] en realidad, los procesos digitales vuelven a someter la producción de imágenes fotográficas al antojo de la mano humana creativa”. 9 Una de las herramientas más usuales para modificar la realidad de una imagen es Photoshop, programa de fácil acceso en el que se manipula y corrige el contenido del producto visual; en la mayoría de los casos este programa es utilizado para cambiar la apariencia física del usuario. La imagen pasa por un proceso de “embellecimiento”, ya sea leve o intenso. El individuo puede cambiar su color de ojos, de piel, de cabello, quitarse unos kilos de más, agregar dimensión a sus músculos, eliminar defectos estéticos como una cicatriz, una mancha de nacimiento, un lunar, etc. En una fotografía se debe lucir lo más perfecto posible, y hasta la foto con la pose más natural y espontánea lleva detrás de sí un proceso antimimético. Todo esto nos mueve a preguntarnos: ¿hasta dónde nos llevarán estas actitudes por sobresalir? ¿Problema social o simple moda? Tal vez este texto sea una mera exageración sobre un tema que no sea tan importante en un momento en el que los conflictos sociales son causados por otros males. Tal vez presenciamos lo que podría ser una dificultad mundial a futuro, olvidemos un poco a la fotografía, el ser humano busca desesperadamente relacionarse con sus similares y suele perder más de lo que gana. Claramente la humanidad tiene problemáticas más preocupantes, como la pobreza, el calentamiento global y la sobrepoblación, pero ¿qué ocurrirá el día en que seamos totalmente dependientes de Facebook o Twitter, por mencionar a dos de las principales redes sociales? Uno quisiera que las cosas sean un poco como antes, que el acto de fotografiarse fuese meramente ocasional y no


La protesta social se ha transformado históricamente en uno de los recursos más eficientes para legitimar las potenciales formas públicas de ciudadanización. Es a través de ella que

la protesta callejera

Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Danú Alberto Fabre Platas

diversos sectores de la sociedad-mundo reconocen sus necesidades tanto individuales como colectivas, las socializan y las transgreden hacia el espacio de lo público. Israel Barrón: Diccionario para armar >


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Protestar para hacerse ver… reo oportuno abrir el texto con las reflexiones de

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C

Guy Debord acerca de la sociedad del espectáculo. Él asume que los medios de comunicación buscan la indiferenciación de la noticia y subraya el papel de éstos en la materialización de las relaciones de poder en la sociedad civil. Nos dice que hemos ido cambiando de rituales: anteriormente el fuego –a cuyo alrededor los mitos y la narración tomaban cuerpo– tenía un lugar privilegiado, y ahora es suplido por un epicentro en el que la televisión ocupa su lugar (cabría agregar al ciberespacio y sus redes sociales). Comparto sin duda la idea de que habitamos un mundo en donde el espectáculo de lo cotidiano, fruto de las sociedades de condiciones modernas de producción, provoca que lo que antes se vivía de forma directa ahora se haga a través de representaciones. Todo nos conduce a pensar que los lugares urbanos están estructurados para que allí los rostros y las historias no se encuentren, para ser asumidos como no-lugares (definidos por Marc Augé como esos sobremodernos espacios de tránsito y anonimato, en contraste con los lugares antropológicos, acotados, geométricamente tangibles); los habitáculos de los edificios están organizados de tal forma que las personas se den la espalda, y las calles habitadas por coches nos ofrecen la visión de que el espacio público está cerrado por una esfera hermética de lo privado. Nos encontramos en una sociedad donde las formas de comunicación se construyen y sostienen cada vez más en redes de creciente complejidad y en donde se pueden observar zonas emergentes de nuevos lenguajes, expresiones y actos expresivos. Por ello, afirmo que se hace necesario preguntarnos sobre el papel de la manifestación pública y sobre las necesidades y demandas que sus actores buscan visibilizar. No hacerlo sería académicamente inapropiado y éticamente inmoral. Creo seriamente –acompañándome de Los laberintos del miedo de Rossana Reguillo– que las voces de los antes sin voz, de la alteridad negada, de los que siempre fueron los otros, irrumpen aquí y ahora en esta escena pública y plantean temas que vuelven evidente la debilidad del pacto social excluyente. Parafraseando a la autora, al volverse visibles otras representaciones, otras sensibilidades y, en especial, otros proyectos sociales, se producen dos rupturas muy importantes: una en el plano del espacio mediático, y otra en el de la socialidad; lesionándose seriamente el monopolio de la “voz legítima” y creándose o fortaleciéndose al menos diversas redes sociales. Lo que esas rupturas tienen en común es propiciar una atmósfera comunicativa, es decir, un escenario en el que resulta cada

LAS VOCES DE LOS ANTES SIN VOZ, DE LA ALTERIDAD NEGADA, DE LOS QUE SIEMPRE FUERON LOS OTROS, IRRUMPEN AQUÍ Y AHORA EN ESTA ESCENA PÚBLICA Y PLANTEAN TEMAS QUE VUELVEN EVIDENTE LA DEBILIDAD DEL PACTO SOCIAL EXCLUYENTE. vez más difícil “invisibilizar”, “descalificar” o “folclorizar” el conjunto de voces que han estado proscritas del espacio público. En este sentido, el plantón, la manifestación, la marcha pacífica, la recuperación de firmas digitales o rostro a rostro, son actos de protesta presentes a través de diferentes tiempos, y medios habituales para que la reacción social sea vista, oída y sentida por parte del hombre de la calle (ese sujeto que Jaime Roos describe y Joaquín Sabina hace público como un “animal extraño que habita en las ciudades y respeta las leyes; que a través de la lluvia, la familia, los años, nace, crece, trabaja, se reproduce y muere”) y que aquí pensamos como deambulando entre las multitudes. La protesta social se ha transformado históricamente en uno de los recursos más eficientes para legitimar las potenciales formas públicas de ciudadanización. Es a través de ella que diversos sectores de la sociedad-mundo reconocen sus necesidades tanto individuales como colectivas, las socializan y las transgreden hacia el espacio de lo público. Es cierto que no siempre estas estrategias de acción grupal generan espacios de reacción colectiva que podamos pensar como movimientos sociales; pero también es cierto que, al menos en las últimas dos décadas, distintos sectores de la población se manifestaron con energía contra escenarios fuertemente impactados en lo ambiental, procesos electorales cuyos resultados se consideran poco transparentes, condiciones de injusticia social o reclamos de sus derechos como minoría desde territorialidades marginales. Evidentemente, también en algunos momentos la soledad y la carga de anonimato, de distancia, de silencio acompañan a tales actos comunicativos de enfrentamiento ante la injusticia social. La “no participación pública” –el no asumirse de manera pública en los espacios de la calle y protestar de manera airada– es también una forma de participación en sí. Y es paradójico que suceda en un mundo donde la acción comunicativa está adquiriendo cada vez más tintes de creación virtual, donde mucho de lo que consumimos


cotidianamente llega a nosotros a través de imágenes y donde el lenguaje mismo se ve enriquecido y recodificado constantemente. ¿Por qué preocuparnos de los medios de comunicación en estas páginas? Asumamos como posible sin conceder como universal lo que presume Manuel Castells constantemente: vivimos en la “sociedad de la información”, en una “sociedad red”, caracterizada por el flujo constante de frases, iconos, simbolismos y representaciones en donde los medios de comunicación son uno de los espacios de interacción social por excelencia. Aceptemos, también, que los medios de comunicación a través de la protesta colectiva permiten establecer conexiones entre los grupos sociales y las fuerzas políticas e instituciones. Dan un apoyo psicológico y motivacional a los activistas ya que éstos se ven respaldados por la atención informativa. Pensemos también que las agrupaciones sociales intentan generar estrategias de atracción hacia dichos medios, buscando crear noticias que fomenten la convocatoria de concentraciones masivas, o al menos lograr un grado de espectacularidad que les permita ser atendidos mediante actos públicos.

La calle invisible Constantemente vemos que pequeños grupos o am-

Israel Barrón: Diccionario para armar

las razones por las cuales madres, padres, hijos, viejos, estudiantes, deciden intentar poner un “ya basta” a sus angustias privadas y hacerlas públicas tomando la calle. No se describe, por ejemplo, la extraordinaria civilidad mostrada por los alumnos del Politécnico, sus demandas concretas, los altos y eficientes niveles de organización que nos ponen la muestra de cómo estar en la calle, sin alterar el orden, sin lastimar al resto de la sociedad.

Lo local no es ajeno… En el estado de Veracruz no escapamos a estas condi-

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ciones nada gratas. La diferencia es el tenue silencio de esos medios, el ocultamiento de los hechos: la “no noticia”. No se visibiliza a la gente que reclama el respeto y cuidado a uno de los últimos espacios de bosque de niebla del que dependemos profundamente quienes habitamos en Xalapa. No se publican las manifestaciones de amplios sectores de la población en protesta a la “Ley Duarte” que restringe y castiga a los

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plias multitudes toman la calle. Protestan por viejas denuncias y demandas (que no por ser viejas son olvidadas): por la actuación de funcionarios corruptos localizados y denunciados pero no castigados; por los altos niveles de inseguridad que lastiman a nuestro país y hacen temblar a personas cercanas; por un reclamo Por la Paz que tiene como frente a Sicilia y al lado a numerosos contingentes; por las variadas reformas gubernamentales que en meses recientes nos han distraído, preocupado y consumido; por reconocer que el periodismo honesto es una especie en peligro de extinción; por los jóvenes de Ayotzinapa detenidos y desaparecidos que desafortunadamente asumimos ya sin vida en ese lugar y en muchos otros espacios… y la lista continúa. En buena parte de los medios de comunicación masiva (cuya ética es altamente cuestionable) se denuncian únicamente los actos de vandalismo, las irrupciones violentas, los estragos que los manifestantes (no todos, sólo algunos) hacen a los bienes públicos y privados, la transgresión e invasión de la calle misma (ese espacio público, pero no tan público; ese espacio que se piensa únicamente para el rodar de los vehículos y no para la expresión de las personas). En estos medios (privados y gubernamentales) de presumible comunicación masiva se dejan de lado


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pensionados. No se divulgan las distintas expresiones sociales que constantemente luchan por un espacio educativo democrático, reflexivo y crítico, cobijado bajo un movimiento magisterial que pretende ser respetable y propositivo. Las Madres de Laguna Verde son ahora invisibles también. Aquí y ahora, estas situaciones que dan vida a la sociedad y a las territorialidades veracruzanas, se reconfiguran, se mimetizan y frecuentemente se ocultan; pero no por ello dejan de existir. Veracruz es uno de los cinco estados más pobres de la República desde hace al menos tres décadas (verificable por inegi y los informes del fpnud). Las diversas pobrezas relativas que perviven allí corresponden a procesos sociales con territorialidades histórica y estructuralmente definidas. Paralelo a ello y en fechas más recientes, la entidad vive acelerados procesos de migración estatal, interestatal e internacional que re-

configuran a dicho ente. Así, no sólo somos de los estados más pobres de la República, sino también de los que tienen mayor número de migrantes. La experiencia investigativa que se tiene en este terreno me permite afirmar que la mayoría de los municipios posee un bajo nivel de bienestar. Buena parte de las localidades son consideradas de alta y muy alta marginación, mostrándonos serios problemas de descampesinización, desintegración o recomposición del tejido social, migración involuntaria y explotación abusiva de sus recursos naturales. La mayoría de la población se emplea en el sector primario, con bajos salarios o sin ingresos claros que les permitan una calidad de vida mediana o mínima. En el año 2000, Conapo reportaba que siete de cada 10 veracruzanos vivían un alto y muy alto grado de marginación. El informe de las Naciones Unidas en 2010 ubica a Veracruz en el lugar 28 de los 32 estados con el más bajo índice de desarrollo humano, y como el primero en cuanto a la pérdida de desarrollo atribuible a la inequidad entre hombres y mujeres. La misma posición ocupa al contribuir a la desigualdad social en el país. Se registra además como el 14º estado con el porcentaje más alto de delitos no denunciados. Para ser honestos, las estadísticas más recientes no enorgullecen. La estructura de población se caracteriza por su juventud. El reciente censo del inegi (2010) informa que 122 municipios del estado –algo más de la mitad– superan la proporción de 40% de jóvenes. Entre ellos destaca la presencia de personas analfabetas (11.4%), las que con más de 15 años no saben leer ni escribir; es decir, que pasan de la juventud a la adultez sin haber conseguido una instrucción básica, lo cual puede reducir posibilidades de cara al mundo laboral, así como las oportunidades y expectativas personales. La situación se agrava en 54 de estos municipios en donde más de 20% de la población es analfabeta. Las estadísticas, como parámetros fríos, regularmente no reflejan los procesos sociales contenidos allí; sin embargo nos muestran dinámicas importantes que es necesario comprender y atender. Esta numerología no explica, pero sí nos permite intuir e intentar entender que algunos sectores de la sociedad veracruzana se pronuncien públicamente desde sus casas, desde las redes sociales y desde la calle misma, protestando por condiciones reales de existencia que los lastiman y los violentan.

La calle es de quien se la apropia… Frente a todo ello, me pregunto si volcarse hacia la ca-

lle tiene sentido, ¿habría tenido la misma repercusión mediática si se hubieran congregado pacíficamente en


Israel Barrón: El cuaderno de las pesadillas

punto de llegada? Esto implica esperar un poco más para saber las respuestas. Como señalaría Lipovetsky en El imperio de lo efímero, quizá estas acciones sean una condición misma de la sociedad estética, una trama en la que se desenvuelven los efectos mismos de las estructuras de poder. ¿Contrarreacciones o efectos? ¿Formas creativas de protesta o mecanismos compensatorios que el sistema crea simplemente para ser representados? ¿Estas líneas que ahora compartimos cierran o abren el telón? Seguramente lo segundo. LPyH

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• Danú Alberto Fabre Platas es doctor en Sociología. Actualmente es miembro del sni, profesor-investigador del iieses-dgi, de la uv y coordinador del cuerpo académico Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación en la Sociedad del Conocimiento.

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la plaza principal de la ciudad? ¿Si las organizaciones que se manifiestan y bloquean las calles hubieran enviado un comunicado oficial? ¿Si se hubieran mantenido fuera del mismo contenido que denunciaban? ¿No es más efectivo el apropiarse de los espacios públicos –la calle, en este caso–, transgrediéndolo, parodiándolo, transformando sus códigos, violentándolo? Asumo así que la alteración de los significados oficiales, la reapropiación de las representaciones colectivas, la desobediencia simbólica y física, la resignificación del sentido de lo privado, de lo público y de lo colectivo, son formas en las que suponemos se lleva a cabo esta apropiación. Los happenings, los performances, el teatro callejero, o los actos de la culture jamming (llamada, también, atasco cultural: movimiento de resistencia a la hegemonía cultural o cultura alternativa; se define en el diálogo cotidiano como una evasión individual de todas las formas de mentalidad de rebaño o dirigismo, sin llegar a cristalizar como movimiento social) son ejemplos a través de los cuales se pueden construir o al menos trazar vías posibles para subvertir estas realidades. Pero ¿son estas representaciones actos sociales dotados de continuidad y solidez? ¿Son capaces de generar cambios? Estas preguntas quedan abiertas. Creo que debido a su carácter inmediato, intermitente, momentáneo y fugitivo, este tipo de acciones necesitan superar su debilidad constitutiva para lograr una mayor continuidad en el tiempo y lograr una mayor representatividad política que les posibilite deconstruirse a sí mismas logrando nuevas conexiones con otros tipos de estrategias de revuelta. Sabedores de que todo proceso analítico arroja más preguntas que respuestas, en ello radica la magia de la reflexión crítica. En este sentido, quedan dibujadas algunas inquietudes a lo largo de estas líneas y creo conveniente ponerlas en la mesa porque pueden orientar las miradas propias y ajenas y, sobre todo, porque reclaman ser explicadas en un tiempo no tan distante. Entendemos que la pluralidad es una realidad social, pero ¿sobre qué está sostenida esta heterogeneidad de la sociedad civil? ¿Dónde y cuándo se fragmenta? ¿Cuáles son los actores que la constituyen? ¿En qué momento (de emergencia, cristalización o desarticulación) se encuentran éstos? ¿Se trata de procesos de transición, o son espacios de liberación de fuerzas? ¿Puede tratarse de una transición pero no de una democratización (real o formal, diversa u homogénea) en los escenarios regionales del estado? La transición supone el avanzar de un paso a otro, trasladarse de acuerdo con una direccionalidad determinada, y eso impide con regularidad observar múltiples direcciones de la realidad. ¿Por qué no problematizar los procesos y no tanto predefinirlos como


GÉNERO Y DIVERSIDAD SEXUAL DESDE UNA VISIÓN ÉTICA Y

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EDUCATIVA

RenéBarffusón, ReyJesúsCruzGalindo, RobertoBarragánUrbina

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Si defendemos a la persona humana, no hay razón por la cual no podamos aceptar a los diferentes que son asimismo personas. Dora Elvira García

l presente artículo está escrito por tres personas comprometidas con la asunción personal, social y política de la diversidad sexual y la necesidad de elaborar constantes revisiones de la misma, para que, de manera crítica, procedamos en la creación de nosotros mismos, así como en la generación de alternativas como la que se sugiere en el marco de la ética y la educación. René Barffusón aborda el tema desde su amplia dedicación a la reflexión filosófica, histórica y social en torno a la diversidad sexual; Rey Jesús Cruz Galindo lo hace desde el campo educativo con el firme compromiso de educar en, para y con la diversidad sexual; mientras que Roberto Barragán Urbina, desde la filosofía, incursiona en los importantes aportes de Judith Butler en torno al cuerpo, el género y las sexualidades.

La visión ética La ética, del griego ethos, significa costumbre o ca-

rácter. Desde la reflexión filosófica se ocupa de validar racionalmente el cumplimiento de ciertas reglas. También apela al cumplimiento del deber, en unos casos; en otros, a garantizar el bienestar personal y social, así como también a orientar la vida según el cálculo de placeres. Dicha validación implica un consenso entre quienes emiten un juicio ético; en consecuencia, lo válido es considerado un acto de atención y detenimiento respecto del deber, lo debido es lo dialógicamente concebido como tal, producto de aquel acto. El logos, la racionalidad, en este sentido sería el discurrir, el cómo de la validación, la estructura que posibilita el acto de validar éticamente un acto. Por su parte, la moralidad, del latín mor-mores, significa costumbres; esto es, se trata de un conjunto de normas de conducta para ser cumplidas. En este sentido, la moral queda circunscrita al hábito, es decir, está dada en términos de un quehacer constante. Dicho lo anterior, queda implícita una temporalidad como condición de posibilidad de una costumbre o determinada conducta. Lo importante de la ética es el campo de reflexión en torno al proceder humano, y algunas de las preguntas que nos obliga a formular son: ¿cuál es el deber?, cuando se trata de problemas morales particulares, y ¿qué es lo bueno o lo valioso?, al ocuparnos de problemas éticos generales. Esta actividad reflexiva nos permite obtener un criterio racional. Un decreto de tipo moral no es permanente, es relativo. La racionalidad, en el caso de la ética, ha de entenderse no como un proceso meramente cognitivo, o como un a priori según la concepción tradicional y heterodoxa, sino como un atributo o una cualidad que si bien tiene que ver con la capacidad cognitiva, es un accionar que asume de manera crítica su propio proceder como algo que analiza todas las aristas: los porqués de su objeto de estudio; en otras palabras, que la ética se ocupe de un análisis racional implica asumir la caducidad, mutabilidad y transitividad de su carácter y, por lo tanto, su condición en devenir en lugar de estática. La ética aplicada contribuye a formarnos un criterio racional para la toma de decisiones morales, nos ofrece principios éticos que giran en torno a preguntas como: ¿cuál es mi deber?, ¿cuáles opiniones éticas son válidas?, ¿por qué éstas? La ética crítica o metaética realiza un análisis lógico y epistemológico de los principios éticos, de los conceptos y los enunciados del lenguaje moral. ¿Qué significan los conceptos morales tales como “deber”,


“bien”, “obligación”? ¿Cómo se justifican racionalmente los juicios morales como: “debes cumplir tus promesas” o “lo bueno es el placer”? Según lo mencionado, no debemos olvidar que las reglas morales son relativas y que existen distintas formas de normar el comportamiento. Lo dicho no corresponde al llamado “libertinaje” o a un hacer donde el único interés es el individual o el de sectores particulares. “Lo que determina el comportamiento moral son las actitudes o hábitos morales de las personas” (Hierro, 1993: 50). La ética trata de lo que “debe ser” atendiendo el interés humano, producto del estar siendo y no de lo que es como algo inamovible, perenne o dado; estudia los valores o aquello deseable por las personas. La utilidad de la ética aplicada consiste en dirigir la vida de acuerdo con las creencias morales en tanto se conciba el para qué de una creencia así como su funcionalidad que lleva una agencia, un accionar para que algo deba ser. A diferencia de lo que hemos destacado, el moralismo adoctrina, persuade sobre lo que se debe hacer y pensar sin ofrecer razones a modo de dogma y de concepciones hegemónicas en especial de tipo patriarcal. Las ciencias sociales nos ofrecen información fundada en la condición humana, sobre lo cual la antropología filosófica nos aporta la idea de que el ser humano trasciende su condición natural, de que el interés humano es la felicidad y la solidaridad, la posibilidad de contribuir a la realización del interés humano poniéndose en el lugar del otro; es decir, construyendo estadios de felicidad que posibiliten su realización en los otros y en las otras, un interés que no es resultado de la actividad de un individuo en particular, sino de una individualidad que se relaciona, organiza y genera acciones con los otros y las otras en una colectividad.

La historia del feminismo es, de todas formas, la historia del rechazo de la construcción jerárquica de las relaciones entre hombre y mujer en sus contextos específicos, y el intento de invertir o desplazar las operaciones de ésta. Joan Wallach Scott

binarias por oposición, se da cabida a otras categorías de género discrepantes de la consideración convencional. Esto requiere y demanda con más urgencia la sustitución de formas lingüísticas sexistas, misóginas y homófobas, por un lenguaje que recupere positivamente la diferencia sexual de los cuerpos y sus expresiones diversas del ejercicio de la sexualidad, debido a que el lenguaje es “el medio y el espacio de lucha, ya que es, al mismo tiempo, el medio y el espacio en el que se construyen las posibilidades y las formas para pensar la realidad, incluyendo la realidad compleja de los afectos, los placeres y los deseos eróticos en su diversidad” (Núñez, 2011: 23). De ahí la necesidad de innovar nuestro lenguaje, cambiar las mentalidades, modificar las prácticas cotidianas. En suma, una transformación cultural, paulatina pero radical, que conduzca a la generación de cambios estructurales en las dinámicas culturales y sociales; en sus instituciones, entre éstas, la educativa.

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Distintos saberes como la biología, la filosofía, la antropología, la sociología, la experiencia vivida, la movilización social, entre otros, han configurado lo que ahora conocemos como feminismo, género y perspectiva queer. A partir de ahí podemos destacar un proceder epistemológico ecléctico con la correspondiente vigilancia crítica para comprender los proce-

LA DIVERSIDAD DE FAMILIAS –CADA VEZ MÁS RECONOCIDA SOCIALMENTE– SE ARTICULA CON LOS DISTINTOS MODOS DE EJERCER, EXPRESAR Y RECONOCER LA PROPIA SEXUALIDAD, Y LA DE LOS Y LAS DEMÁS.

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Feminismo, género y perspectiva queer

sos de construcción del cuerpo, el sexo, el género, la sexualidad, el deseo, la identidad, y así poder dar cuenta de la desigualdad en las relaciones de género. Gracias a estos aportes, frente a una heteronormatividad imperante, se ha ido construyendo un horizonte diverso de familias: con el logro paulatino de la equidad y la igualdad entre los sexos, se han producido cambios en los tradicionales roles masculinos y femeninos. La diversidad de familias, cada vez más reconocida socialmente, se articula con los distintos modos de ejercer, expresar y reconocer la propia sexualidad, y la de los y las demás. Se han dado pasos importantes para poder comprender nuestros diversos modos de ser hombres y mujeres; es decir, se apela menos a consideraciones esencialistas identitarias, a posturas


Cabe mencionar que dicho cambio evidencia la condición de poder subyacente en los procesos de construcción de conocimiento; sobre esto Foucault (1998: 55) señala:

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Me parece que por poder hay que comprender, primero, la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias del dominio en que se ejercen, y que son constitutivas de su organización; el juego que por medio de luchas y enfrentamientos incesantes las trasforma, las refuerza, las invierte; los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas en las otras, de modo que formen cadena o sistema, o, al contrario, los corrimientos, las contradicciones que aíslan a unas de otras; las estrategias, por último, que las tornan efectivas, y cuyo dibujo general o cristalización institucional toma forma en los aparatos estatales, en la formulación de la ley, en las hegemonías sociales. En este tenor, las relaciones de fuerza inmanentes serían de tipo moral. Así, la transformación evocada tiene un efecto sistemático en la concepción heredada con base en una postura crítica ante la construcción dogmática sobre el deber ser de las dinámicas sociales de tipo genérico y sexual que se han tornado excluyentes. Desde donde se han dado “razones” que, según el ojo crítico como el del filósofo francés, entre otros y otras, se han puesto en duda.

La escuela, la ética, el género y la diversidad sexual El único deber que existe en la ética es precisamente la capacidad de criticar. Fernando Savater Debo. ¿Por qué debo? Graciela Hierro Según ¿quién?/¿quiénes? se debe. Judith Butler

La relación de la escuela con la ética tiene como tarea ofrecer elementos formativos para la realización humana de cada quien en sus propios términos y, desde ahí, llevar a cabo la toma de decisiones a partir de sus propias consideraciones. Lo dicho nos permite proceder con un claro reconocimiento de hombres y mujeres, como seres para sí, que se constituyen en personas en relación con los otros y las otras, desde sus propias historias y contextos. En este sentido, pugnamos por que no haya más mujeres objeto y tampoco más hombres objeto según


SI PRETENDEMOS EDUCAR EN, PARA Y CON LA DIVERSIDAD SEXUAL, ES NECESARIO, DE ENTRADA, RECONOCER SU EXISTENCIA, PRESENCIA QUE ESTÁ LATENTE Y ES MERECEDORA DE CELEBRACIÓN, DE RECONOCIMIENTO Y DE ACEPTACIÓN. la dinámica de la dominación masculina, sino personas con capacidad de generar formas de interacción interpersonales, sociales y políticas, con capacidad de visualizar y encauzar los cambios necesarios para su realización humana y planetaria, desde decisiones personales y colectivas. Para lograr estas transformaciones se precisa insertar el género y la diversidad sexual en los procesos de formación en los distintos niveles, generar actos performativos de género:

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El género facilita la “comprensión de cómo la simbolización de la diferencia sexual estructura la vida material y simbólica” (Lamas, 2003: 328) en relaciones de poder. Según Guillermo Núñez (2011: 119) “el concepto diversidad sexual y afectiva coloca en el lugar de los valores patriarcales, valores democráticos como el reconocimiento de la pluralidad, el respeto, la equidad y la justicia social”. Si pretendemos educar en, para y con la diversidad sexual, es necesario, de entrada, reconocer su existencia, presencia que está latente y es merecedora de celebración, de reconocimiento y de aceptación. Es casi imposible educar en un sentido amplio y humano si se dejan de lado aquellos aspectos inherentes al

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Decir que el género es performativo significa decir que posee una determinada expresión y manifestación; ya que la “apariencia” del género a menudo se confunde con un signo de su verdad interna o inherente. El género está condicionado por normas obligatorias que lo hacen definirse en un sentido u otro (generalmente dentro de un marco binario) y por tanto la reproducción del género es siempre una negociación de poder. Finalmente, no hay género sin reproducción de normas que pongan en riesgo el cumplimiento o incumplimiento de esas normas, con lo cual se abre la posibilidad de una reelaboración de la realidad de género por medio de nuevas formas (Butler, 2009: 322).


LA EDUCACIÓN TIENE UN DEBER SER COMPLETAMENTE LIGADO A LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL DE LA REALIDAD. ES INADMISIBLE QUE DESDE LOS ESPACIOS EDUCATIVOS SE OCULTE, SE NIEGUE Y SE MALDIGA A UN SER SEXUADO QUE ORGANIZA Y RESIGNIFICA SU CONDICIÓN GENÉRICA Y SEXUAL. rige la ley del silencio, que manda que de eso no se hable. Muchas veces, incluso, la escuela asume una actitud censora o expulsiva que, en vez de combatir y contrarrestar el discurso del odio y la ignorancia, lo refuerza (Bimbi, 2006: 29).

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ser humano, como la sexualidad, su práctica plena y su disfrute. La educación tiene un deber ser completamente ligado a la transformación social de la realidad. Es inadmisible que desde los espacios educativos se oculte, se niegue y se maldiga a un ser sexuado que organiza y resignifica su condición genérica y sexual. En este sentido, la educación como fuente de reconocimiento hacia el otro, hacia el diferente, hacia el discriminado, no debe permitir ni ser partícipe de las reproducciones heteronormativas y al mismo tiempo homofóbicas: Niños, niñas y jóvenes homosexuales y/o transexuales son quienes más crucialmente viven esta realidad (discriminación). La escuela es el lugar donde pasan la mayor parte de su tiempo, y es el lugar donde van a buscar información, contenidos, valores. Sin embargo, muchas veces, en la escuela

Con base en el planteamiento anterior, es importante recalcar que la escuela, como escenario de prácticas educativas, puede ser un factor de cambio siempre y cuando ejerza su labor desde criterios éticos, laicos, humanistas, plurales y diversos. Asimismo, cuando aquellos que son actores educativos desarrollen prácticas que al mismo tiempo sean reflexionadas para su transformación total. Si estos actores, como los docentes, no reflexionan su hacer y el para qué de su quehacer, entonces no podrán ser agentes de cambio. Por lo tanto, la escuela y sus actores tienen influencia en el reconocimiento de aquellos que no se ajustan a las características que la cultura (desde un espacio situado y temporal) les ha impuesto. Para esto, debemos tener presente que las escuelas o centros escolares, como los plantea Generelo (2009), “han de ser espacios seguros para todos y todas”. Es decir, deben ser espacios donde se reconozca que la población es heterogénea y, asimismo, la formación que reciba sea de esa manera, en lugar de ofertar una formación heteronormativa (Sánchez, 2009). Con este fin es preciso describir las tres situaciones educativas que se distinguen para el reconocimiento de la diversidad sexual desde la educación: La primera es aquella en que la diferencia es negada e incluso sancionada. En la segunda, la situación problemática de discriminación es eludida, administrada y tratada con el fin de controlar las disfunciones. La tercera […] hace visible la diferencia, asumiéndola como un componente más del proceso de formación, situándola en la dinámica pedagógica de construcción de aptitudes reflexivas y autorreflexivas y de las capacidades


críticas y autocríticas que facilitan las transformaciones en acción (Sánchez, 2009: 33).

Algunos temas álgidos para pensarlos desde la ética y la educación Entre estos temas podemos destacar: la interrupción

como condición de posibilidad del nosotros humano. Guillermo Núñez (2011: 25) afirma que: Reconocer la diversidad sexual que nos habita, como personas y como sociedad, es el primer paso para construir una sociedad donde las personas con su diversidad de necesidades y situaciones de segregación y opresión sean reconocidas y aliviadas; es el paso imprescindible para construir una sociedad más justa y una mejor democracia. Necesitamos un proceso que nos permita comprender que ser ético es ser humano, frágil, contingente; bastante alejado de toda pretensión de perfección. Pero esto no significa ser pasivo, sino eminentemente creador de sí mismo de manera lúdica, crítica y con responsabilidad. LPyH

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voluntaria del embarazo, el matrimonio y la adopción entre personas del mismo sexo, el cambio de sexo o la nueva identidad sexo-genérica, así como las relaciones poliamorosas. Para la comprensión de estas situaciones de carácter existencial, social y político, requerimos los aportes de una ética de la diferencia y de la responsabilidad con el otro. Nos resulta urgente y necesario un acercamiento con la otredad desde una dialogicidad

Israel Barrón: El muro y el oso

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Bajo esta mirada, resulta pertinente elucidar que desde los espacios escolares se pueden lograr cambios relevantes siempre y cuando exista un ambiente de apertura, diálogo y comprensión con el otro, de igualdad y equidad. No se reconoce al otro (homosexual, lesbiana, bisexual, transexual, transgénero, intersexual, queer, etc.) cuando se le cataloga como anormal, antinatural, perverso e inmoral. Por tanto, abatir desde la educación el silencio y la desatención de la diversidad sexual, sería un paso ético trascendental para lograr los fines educativos de los organismos más importantes como la unesco, que marca cuatro aprendizajes importantes en la formación del ser humano: aprender a ser, aprender a hacer, aprender a aprender y aprender a convivir (Delors, 1996). Crear escuelas y espacios educativos que valoren, celebren y reconozcan la diversidad sexual, desde la perspectiva de Meyer (2010), implica desarrollar tres aspectos significativos desde las prácticas, mismos que se explican a continuación. En primer lugar, los educadores deben ser responsables de la seguridad de los alumnos en la escuela. Si no son capaces de contrarrestar la discriminación y el acoso de la manera adecuada, no serán capaces de crear un ambiente de aprendizaje y de apoyo. Segundo, las escuelas tienen la responsabilidad social de formar ciudadanos comprometidos. En este sentido, deben poner atención en los valores y comportamientos que enseñan a sus estudiantes. Como tercer aspecto, es preciso mencionar que tanto los educadores como todos aquellos que son agentes de cambio en la escuela deben hablar de manera abierta y crítica sobre temáticas que abarquen el amor, la afectividad, el género, la sexualidad, la familia, los valores con el alumnado.


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• René Barffusón es licenciado, maestro en Filosofía y doctor en Historia y Estudios Regionales por la uv. Profesor-investigador, integrante del ca Estudios en Educación del iie y del ca Género y Sociedad del Centro de Estudios de Género de la misma universidad. • Rey Jesús Cruz Galindo es licenciado en Pedagogía por la uv. Estudiante de la maestría en Ciencias con especialidad en Investigaciones Educativas en el cinvestav del Instituto Politécnico Nacional. • Roberto Barragán Urbina está por concluir la licenciatura en Filosofía de la uv.

Bibliografía Bimbi, Bruno. Educación y diversidad sexual. Fundación Centro de Estudos Brasileiros, Buenos Aires, 2006. Revisado 10 de septiembre, 2014. Tomado de http://enp4.unam.mx/diversidad/Descargas/Educaci%F3n%20y%20Diversidad%20Sexual/educacion%20y%20diversidadsexual.pdf

Butler, Judith. “Performatividad, precariedad y políticas sexuales”. aibr. Revista de Antropología Iberoamericana, vol. 4, núm 3, (sep-dic), pp. 321-336, Madrid, 2009. Delors, Jacques. La educación encierra un tesoro. unesco, México, 1996. Foucault, Michel. Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber. Siglo xxi, México, 1998. Generelo, Jesús. “Prólogo” , Sánchez, Mercedes. Cómo educar en la diversidad afectivo sexual en los centros escolares. Orientaciones prácticas para la eso. Catarata, España, 2009. Hierro, Graciela. Ética de la libertad. Torres Asociados, México, 1993. Lamas, Marta. “Cultura, género y epistemología”, Valenzuela Arce, José Manuel. Los estudios culturales en México. fce-Conaculta, México, 2003. Meyer, Elizabeth. Gender and Sexual Diversity in Schools. Springer, Canada, 2010. Núñez Noriega, Guillermo. ¿Qué es la diversidad sexual? Reflexiones desde la academia y el movimiento ciudadano. Abya-Yala, Ecuador, 2011. Sánchez, Mercedes. Cómo educar en la diversidad afectivo sexual en los centros escolares. Orientaciones prácticas para la eso. Catarata, España, 2009.


entre libros El difícil camino a la aceptación Libro álbum

Diana Luz Sánchez

Gusti, Mallko y papá, Océano Travesía, México, 2014, 148 pp.

GUSTI LOGRA DOMINAR ESA FINA LÍNEA QUE EXISTE ENTRE LO MELODRAMÁTICO Y LA EXPRESIÓN HONESTA DE LA SENSIBILIDAD, PARA MOSTRAR LA DIFICULTAD DE ALGUNAS SITUACIONES QUE VIVEN LAS FAMILIAS CON MIEMBROS QUE TIENEN SÍNDROME DE DOWN.

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sólo tres palabras, terribles viniendo de un padre, pero a la vez de una gran honestidad: “no lo acepté”. Todo tipo de recursos gráficos se ponen en práctica en esta obra: historieta, collage, fotos, dibujo de línea en blanco y negro y en color, dibujos originales de Mallko o retocados por él, reinterpretaciones de imágenes icónicas como la del Sargento Pimienta de los Beatles, así como la utilización deliberada de tipografía de distintos tamaños, colores y de caligrafía autógrafa. En todos los casos, tipografía e

imagen se apuntalan siempre una a otra, acompañadas de una maquetación perfecta. El libro es también una mezcla de géneros y por tanto de difícil clasificación: testimonio, diario, notas sueltas, libro infantil, libro para padres y hermanos, incluso con información médica dosificada inteligentemente. Gusti logra dominar esa fina línea que existe entre lo melodramático y la expresión honesta de la sensibilidad, para mostrar la dificultad de algunas situaciones que viven las familias con miembros que tienen síndrome de Down. Y lo hace casi siempre valiéndose del sentido del humor. Hacia la página 50, tras la omnipresencia del dibujo, aparece una foto del rostro de Mallko (ya con seis años) a toda página. Se inicia aquí un recorrido por la vida cotidiana de padre e hijo, muy semejante a la de otros padres y otros hijos. La historieta, con sus cuadros de secuencias y sus globos de diálogo, es quizá el recurso favorito de Gusti para narrar episodios como las discusiones a la hora del desayuno, del baño, de salir a pasear con Mallkito e incluso los primeros días de escuela, con los cambios y retos que implican. Pero no se trata de un relato lineal: con cada página se abren nuevas formas creativas utilizando las técnicas ya mencionadas, que al yuxtaponerse van configurando la historia, casi siempre, como dijimos, con un toque de humor. Así, a la pregunta de la abuela de por qué los niños con síndrome de Down llevan siempre el pelo como un casquito, Gusti responde gráficamente con una serie de graciosas opciones –en forma de collage– de modernos cortes sobrepuestos a la cara de Mallko. Sin duda cuando “un hijo no sale como te imaginas”, como dice la contraportada del libro, muchas cosas cambian para las madres y para los padres. Pero si se afronta

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na de las características de la literatura infantil y juvenil de los últimos años es que en ella ya no existen los temas prohibidos o intocables. Un ejemplo de esta apertura temática lo encontramos en el libro álbum Mallko y papá, creación del argentino Gusti, uno de los ilustradores más importantes en Latinoamérica. Se trata del testimonio personalísimo del autor como padre de un niño que nació con síndrome de Down (el pequeño Mallko a quien alude el título). El libro se inicia narrando el shock inicial que le causa a Gusti la inesperada noticia, situación

que él expresa dibujando un castillo metafórico que ocupa dos planas: “Cuando nació, Mallko atacó mi castillo con todas sus fuerzas, con todo su ejército”. En las siguientes páginas vemos una secuencia de sencillos autorretratos lineales de Gusti: de perfil, sobre fondo blanco, desde la posición sentada, hasta mostrarlo completamente tumbado en el suelo, como símbolo de su abatimiento y su impotencia. La sabia utilización de la tipografía se observa también en esta primera etapa de desconcierto, cuando Gusti cubre totalmente dos páginas con gruesas letras negras y


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Vladimir Shappo: Fish

la situación con amor y realismo, se reciben también “regalos” inesperados, como el hecho de que el autor se haya vuelto consciente de muchas cosas, entre ellas, que casi nunca jugaba con su hijo mayor, y ahora disfruta enormemente hacerlo con Mallko. Aunque no es el objetivo del libro, algunas de las anécdotas permiten visibilizar la discriminación o la condescendencia omnipresentes en la sociedad, una vez más, sin caer en el drama, como en cierta ocasión que Mallko jugaba futbol en el parque con otro niño y el padre de éste se refiere a él como “niña” en varias ocasiones. Cuando Gusti rectifica por cuarta vez, el padre del niño le dice: “es que como

lleva el pelo largo”; Gusti responde: “yo también llevo el pelo largo”. Tampoco se idealiza la situación, e incluso se habla de las complicaciones médicas que surgen en el caso de una persona con síndrome de Down, como la pérdida de agudeza visual y auditiva que suele acompañar el padecimiento. Casi al final del libro, la forma de pensar de Gusti ha cambiado radicalmente a través de la convivencia diaria con su hijo, con sus luces y sombras, hasta pasar a una aceptación asumida conscientemente que le hace afirmar: “Aceptar es recibir voluntariamente y con agrado lo que se nos ofrece”. Y como en las grandes obras, este mensaje personal del autor tiene

la capacidad de volverse universal, pues en realidad los hijos jamás son totalmente como los imaginamos, pero tampoco los padres somos completamente lo que esperarían nuestros hijos. En suma, se trata de una obra absolutamente personal donde el autor abre su corazón para dar un testimonio honesto, sensible, lúdico y, finalmente, sabio, de su experiencia, sustentado además en una gran calidad artística. LPyH

• Diana Luz Sánchez ha sido traductora de libros infantiles en fce, Océano y Castillo.


De curumins, bichos y moralejas Mitos y leyendas

Luis Pignatari

Clarice Lispector, ¿Cómo nacieron las estrellas?, trad. de Alicia Salvi, ils. Raquel Cané, V&R, Buenos Aires, 2014, 60 pp.

“C

EN LOS RELATOS QUE INTEGRAN ESTE LIBRO, MAYORITARIAMENTE PROTAGONIZADOS POR ANIMALES (TAMBIÉN PODRÍAMOS DECIR QUE ESTOS TEXTOS SON A VECES FÁBULAS, PUES FINALIZAN CON UNA MORALEJA), LA AUTORA PRESENTA VARIOS MITOS QUE NARRAN EL ORIGEN DE SERES, ASTROS O SITUACIONES.

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tribus amazónicas, para evitar el regaño de sus madres por haberse comido todo el pastel de maíz que había preparado la abuela, subieron al oscuro cielo nocturno y dieron origen a las estrellas. Pero la selva es el hogar no sólo de los “bichos”, el nombre con el cual, al menos en la traducción, Clarice Lispector se refiere a los animales en general, sino de muchas otras criaturas fantásticas que hacen acto de presencia en este calendario del folclore brasileño. Tal es el caso de

Curupira, el travieso protector de los animales y las plantas, que castiga a quienes amenazan a la selva. Este personaje, que acepta gustoso si alguien le ofrece tabaco –y que se asemeja al Saci Pereré, un personaje que disfruta gastando bromas y escondiendo las cosas de las personas, y que también aparece en este libro–, se nos describe en el mes de julio. No es gratuito el orden en el que los textos se presentan dentro del libro, pues muchos de ellos transcurren en una estación del año particular o se corresponden con ciertos días festivos; como la historia de Pedro Malasartes que la autora nos narra a propósito del primer día del mes de abril, cuando las personas se dedican a hacerse bromas entre sí (similar al 28 de diciembre en México). Pedro Malasartes es un chico astuto y travieso que hereda una puerta con la que decide conquistar el mundo y que, a base de gastar bromas a las personas, va obteniendo algunas cosas que se propone conseguir. Un ejemplo más: en el último relato, a propósito de la Navidad, se nos obsequia, de una forma más íntima, la historia del nacimiento de Cristo. Como en un cuadro, Clarice Lispector recrea la escena que se forma de sensaciones, de las miradas dulces y tiernas de los animales cuyo destino es “amar sin saber que amaban” y de la contemplación de un José y una María que ven cumplido su deber. La de este relato es una Natividad llena de calma y de silencio, un silencio que es como una melodía. Mención aparte merece el trabajo de ilustración que realizó la argentina Raquel Cané, el cual complementa los textos con imágenes atractivas no sólo para los pequeños lectores. Nacida en Santa Fe, ha trabajado como ilustradora en distintas editoriales y como diseñadora e ilustradora de varias cubiertas de libros. También ha publicado libros con textos pro-

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uando aprendí a leer devoraba los libros y pensaba que eran como árboles, bichos, algo que nace”: se dice en el prólogo de este libro citando a la propia Clarice Lispector, y yo pienso que es muy acertado introducir de esta manera (con una anécdota, contada por la escritora en su última entrevista, acerca de cómo descubrió la literatura) el recorrido de 12 relatos –uno por mes– que componen este libro y que en su mayoría hablan sobre eso: algo que nace. ¿Cómo nacieron las estrellas? es una recopilación de mitos y leyendas brasileñas escritas de manera que simula la narración oral. La producción infantil de la autora de La pasión según G.H no fue tan extensa como su obra para adultos, solamente un par de títulos: La vida íntima

de Laura y Casi de verdad, también publicados por V&R en 2014, junto con éste, sobre el que ahora escribo, forman dicha colección. En los relatos que integran este libro, mayoritariamente protagonizados por animales (también podríamos decir que estos textos son a veces fábulas, pues finalizan con una moraleja), la autora presenta varios mitos que narran el origen de seres, astros o situaciones. En el mes de enero, por ejemplo, nos cuenta cómo es que los curumins, que así es como se les llama a los niños en algunas


Una artesana singular Poesía

Rebeca Martínez Rodríguez

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Bianca Estela Sánchez, La artesana de las nubes, ils. Raquel Cané, fce, México, 2014, 68 pp.

U Vladimir Shappo: Grandmother Maria

pios, como Soy, que fue seleccionado por el Fondo de Cultura Económica para integrar la edición iberoamericana de Los grandes libros para los más pequeños, de la francesa Joëlle Turin. Debo confesar que fue una muy agradable sorpresa encontrar, dentro de la producción de esta brasileña nacida en Ucrania, textos dirigidos a niños, donde el predominio de las sensaciones y el manejo del lenguaje para crear un ambiente de oralidad y también de familiaridad (como cuando nuestras abuelas nos cuentan anécdotas maravillosas de su infancia) se convirtieran en la llave mediante la cual

se accede al territorio extraordinario y seductor de los mitos. Finalmente, considero que lo fantástico y lo mágico son rasgos muy característicos de la literatura sudamericana, a la cual Clarice Lispector añade su toque personalísimo y original, razón por la cual celebro también que por fin este título y los demás que componen su producción infantil puedan ahora disfrutarse en español. LPyH • Luis Pignatari estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la uv. Actalmente colabora como corrector de estilo y asistente en una investigación sobre Ulises Carrión.

na casa de madera, alta como un faro, con una vista privilegiada: “abarca un mar, dos montañas, un acantilado, cuatro pueblos, un desierto y un bosque gris encantado”. Al parecer ha estado en aquella colina desde siempre y además tiene la particularidad de que su techo se hace bajo en días fríos, mientras que sube cuando el calor aprieta. Una casa de madera descrita mediante versos como todo el resto de la historia que Bianca Estela Sánchez presenta y que están acompañados por las magnéticas ilustraciones de Leonor Pérez. La artesana de las nubes es un libro del que podría ocuparme en atención a su historia o a su forma: poesía para niños, o a sus ilustraciones, o a la colección dentro de la editorial que lo publicó. O bien, abordarlo desde la figura que concibió su historia y la de quien hizo lo propio con la obra visual que la


¿CÓMO SE CONVIERTE ESTA ANCIANA, EN CUYA BOCA LA NOCHE HIZO SU CASA, EN LA MARAVILLOSA ARTESANA DE LAS NUBES: “… LA VIEJECITA MÁS QUERIDA Y ADMIRADA”? LOS TRES MOVIMIENTOS RESTANTES NOS LO CUENTAN.

• Rebeca Martínez Rodríguez es estudiante del doctorado en Humanidades, línea de Lingüística, en la uam- Iztapalapa.

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como discurso literario sabemos que no sólo es importante el qué sino el cómo. Esta historia sobre el paso del tiempo e incluso el sentido de la vida, contada mediante versos, permite al lector no sólo responder, desde la ficción, claro, a la pregunta tal vez formulada varias veces de por qué o quién hace posible que las nubes tomen esas geometrías tan singulares que captan mayormente la atención de aquellos niños que aún miran al cielo, sino también acercarse a uno de los usos artísticos más altos de cualquier lengua: la poesía. Muchas culturas, independientemente de que posean codificaciones de su lengua, registran poesía como parte de su hacer y estar en el mundo. Leer o escuchar poesía escrita ex profeso para niños resulta para ellos una actividad lúdica que los acerca a un manejo fino de su lengua. Los juegos en los que la lengua nativa de los infantes toma un rol central son importantes para el desarrollo no sólo lingüístico, sino también, y en concordancia, cognitivo del niño. A riesgo de caer en un lamentable lugar común, gracias al efecto de las campañas gubernamentales de promoción de la lectura, anotaré aquí lo que académicos e investigadores como la doctora Hilde Schlesinger han demostrado sobre el efecto de los intercambios

lingüísticos ricos en la infancia: despertar la imaginación, la inteligencia, propiciar la autonomía, el humor, entre otras características que serán parte del individuo a lo largo de su vida, como bien lo anota el doctor Oliver Sacks. Aunque, claro, la lectura de poesía o la lectura en general no son la panacea ni para el niño, ni para el adolescente, ni para el adulto. Si usted decide acercar La artesana de las nubes a algún niño, no dudo que a ambos les resultará una grata experiencia a la que seguramente volverán con éste y, acaso, otros volúmenes de la autora, e incluso buscarán otros textos ilustrados por la misma mano que dibujó a la artesana Carmela Caldo y su mundo. Vale la pena dejar asentado que este texto obtuvo mención honorífica en el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2014 y que su autora, Bianca Estela Sánchez, es directora del Festival Internacional de Poesía y Cuento Infantil de Granada, España. Por su parte, Leonor Pérez es una artista visual que desde el año 2005 se ha volcado a la ilustración para libros infantiles y de texto en Hispanoamérica, además de que ha recibido premios en diferentes concursos de pintura e ilustración. La artesana de las nubes es un recorrido no sólo por la vida, la soledad, la sorpresa, la belleza de las nubes y su forma a través de versos e ilustraciones de tinte onírico, sino también por la intimidad de una protagonista que nos confirma lo que el privilegio de la infancia a muchos nos reveló: “Pero todo cambió un día, cuando menos lo esperaba. Las mejores cosas siempre son las más inesperadas…” LPyH

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ilustra. Podría incluso intentar regresar a la infancia, ese territorio posible únicamente para unos pocos privilegiados como señala el escritor británico Kazuo Ishiguro, con el afán de opinar sobre el libro como si fuese par de aquellos a quienes va dirigido: los niños. Y es que precisamente los modos de abordar la lectura del texto descritos hasta ahora (y aquellos que seguro se me escapan) dan cuenta de la factura del mismo y de su valía. La historia está dividida, al modo de otros poemarios, en seis apartados. Cinco movimientos que nos llevan a conocer la historia de vida de Carmela Caldo; mas, para conocer a la protagonista, primero es necesario conocer su casa pues esta es el preludio de la narración. Y es que una casa con las características anotadas arriba debe albergar a un personaje inusual. El carácter romántico de la tejedora de las nubes, presente desde su infancia, se narra en el segundo movimiento. Carmela, la niña, vive una infancia hecha de bizcochos, sueños, pinos blancos que al mover sus ramas le hablan, así como una prodigiosa cubeta con agua en donde puede mirar la Vía Láctea cuando le venga en gana. Sin embargo y a pesar de que “era una niña muy simple: si no reía, cantaba”, el tiempo no puede detener su paso y, así, el tercer movimiento nos enfrenta con Carmela, la vieja: “Estaba sola, tan sola, como la única palabra de algún idioma olvidado que hace mucho nadie habla”. Carmela, la vieja olvidada y temida por los niños del pueblo. ¿Cómo se convierte esta anciana, en cuya boca la noche hizo su casa, en la maravillosa artesana de las nubes: “… la viejecita más querida y admirada”? Los tres movimientos restantes nos lo cuentan. La historia de La artesana de las nubes podría resultar predecible para la mirada adulta, incluso para alguno que otro niño, pero


Travesía hacia la madurez Novela ilustrada

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Kate DiCamillo, Flora y Ulises, ils. de K. G. Campbell, Océano, México, 2014, 232 pp.

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l periodo que comprende el abandono de la burbuja infantil y el paso a la adolescencia supone un universo ajeno para cualquier chico, pues es la fase donde generalmente el joven adquiere conciencia acerca del sitio que ocupa dentro de cualquier grupo. En un primer momento, el preadolescente cree poseer la edad suficiente para ser considerado mayor, aunque a menudo experimenta situaciones en su convivencia con los adultos que le hacen ver que, ante la autoridad inmediata, es todavía un menor. Si bien la rutina de un jovencito parece no ser complicada, no resulta así; muchas de las circunstancias que la rodean involucran la asimilación de problemáticas complejas que exigen reacciones de madurez anticipada; entonces se cae en contradicción: sólo se debe ser grande en algunos momentos. De manera que las posibilidades para cumplir las ilusiones infantiles se encuentran en un es-

tado de fluctuación, a capricho de las decisiones parentales. Por esta razón los hijos deben construir sus asideros, anclarse a aquello que es sólo de su incumbencia, un mundo donde no hay intervenciones. Flora Belle lo sabe, lo entiende bien desde su condición de hija única y de padres separados. Ella posee la tranquilidad de dedicar su atención a los hechos comprobables. Sobre esta idea versa la novela ilustrada Flora y Ulises, galardonada con el premio Newbery Medal 2014, de la escritora de historias infantiles Kate DiCamillo. El discurso de la novela viene acompañado por las cuidadas y bellas ilustraciones de K. G. Campbell. DiCamillo es una de las autoras norteamericanas más reconocidas; su novela The Tale of Despereaux fue llevada al cine en 2008, bajo el sello de Universal Pictures. Flora y Ulises narra las aventuras de Flora, una preadolescente que se considera a sí misma una cínica irremediable; o al menos esa autodenominación funge como un anclaje a su lugar seguro, su barrera infranqueable frente a todo cuanto la rodea. La novela es una mirada al interior de una dinámica familiar monoparental, misma que genera reflexiones sobre qué tan adecuado es para los hijos, luego de la separación legal de sus padres, permanecer bajo la tutela materna. En la historia, las oportunidades de contacto en la relación madre-hija no transcurren del modo más afortunado. La madre, una escritora de novelas rosas, las más de las veces carece de tacto para educar y demostrarle su aprecio a Flora. La figura materna es severa y ensimismada; da la impresión de sólo preocuparse por su trabajo, pero pareciera “despertar” cuando está siendo ignorada o desobedecida. Por momentos, incluso, llega a ser considerada por su hija como una adversaria. El pa-

Vladimir Shappo: Salo

dre de la joven es la figura cómplice y cariñosa que la procura, aunque sólo durante las visitas de los fines de semana. Flora es una joven perspicaz, así como una lectora voraz de historietas. Ella desaprueba las creaciones de su madre; ésta, a su vez, no ve con buenos ojos las rutas lectoras de la joven. Así, la relación entre ambas se reduce a mínimas intervenciones en los asuntos de la otra, aun cuando vivan en la misma casa. Cierto día, un incidente entre una aspiradora y una ardilla cambia el curso de las cosas; esa variación le devuelve a la realidad un poco de encanto; la posibilidad de creer y la de volver a sentir asombro son redescubiertas. Resulta significativo que durante el periodo de indagación ocurrido durante la adolescencia,


• Yolanda Fernández Aburto es licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la uv.

Novela corta

Claudia Paola Beltrán García

Martha Riva Palacio Obón, Buenas noches, Laika, ils. David Lara, fce, México, 2014, 109 pp. Cinco horas tras el despegue. La cabina es una jungla al rojo vivo. La pequeña cosmonauta husmea intentando recordar la sensación de la hierba seca en su hocico. Un último lengüetazo y el cosmos se cierra. Alrededor de la tierra orbita un ataúd de hojalata.

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Martha Riva Palacio Obón

l primer pasajero a bordo de una nave espacial cuyo lugar de procedencia era la Tierra fue un perro: Kudryavka, mejor conocida como Laika, una perra en realidad. Para quienes no habitábamos aún el mundo cuando ocurrió la Guerra Fría con toda su tecnología y su sucesión apabullante de acontecimientos, las narraciones sobre las primeras pruebas de viajes al espacio resultan interesantes mas no alcanzan a remover nuestra percepción del mundo; requerimos, quizá, unos ojos y

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la protagonista de la historia trate de mantenerse segura todo el tiempo; siempre actuando de forma precavida, conforme al protocolo, contenida, rechazando la posibilidad de sentir. La desconfianza es el timón de su vida. Por

Ser niño en la Guerra Fría

entre libros

LA HISTORIA ES UN VIAJE DE INICIACIÓN CON TINTES DE ELEMENTOS CLÁSICOS ADAPTADOS CON ACIERTO A LA EDAD Y ÉPOCA DEL PÚBLICO A QUIEN ESTÁ DIRIGIDA, SALVO EL FINAL, QUE SE TORNA PREDECIBLE.

tanto, no pierde el tiempo en ocuparse de aquello carente de lógica. La llegada de Ulises, una ardilla que tras un incidente sufre un cambio que la vuelve racional, transforma la visión del mundo que la joven se había construido. Ambos se volverán compañeros inseparables y vivirán aventuras similares a las de Incandesto, el héroe animado de Flora. En la novela, el poder conferido a la palabra se vuelve fundamental, es mediante la comunicación escrita que se tienden puentes y se crean lazos entre Flora y Ulises. Este singular roedor amante de la poesía se convierte en el equilibrio sensorial que la joven no se permite explorar; al ser la contraparte, la ayuda a conectarse con efectividad a sus emociones y a las personas con quienes convive, en especial con William Spiver, el sobrino de una vecina, quien se volverá el compañero de Flora durante las peripecias relacionadas con la llegada de Ulises. Ambos descubrirán que no son islas; todo lo contrario: entre ambos surgirá una relación que puede ser el inicio de una amistad profunda o de un primer amor. La historia es un viaje de iniciación con tintes de elementos clásicos adaptados con acierto a la edad y época del público a quien está dirigida, salvo el final, que se torna predecible. Los personajes representan una psicología bien definida, así como características que los dotan de una carga simbólica notable. La novela retrata el modo de vida de los jóvenes que desde pequeños comienzan a hacerse cargo de sí mismos y para quienes la niñez no es un paraíso idílico. LPyH


l a pa l a b r a y e l h o m b r e , v e r a n o , 2015

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unas palabras que nos relaten desde la vivencia y los sentimientos aquella realidad que para nada se parece a la nuestra, a la contemporánea. Buenas noches, Laika, novela corta de Martha Riva Palacio Obón, publicada en 2014 por el fce, recupera, entre muchas otras cuestiones, la historia muy conocida de la perra que fue enviada al espacio por la ex Unión Soviética a mediados del siglo pasado en el famoso Sputnik 2. Publicada en la colección A la Orilla del Viento, esta narración que se presenta en la división Para los grandes lectores es una obra con una prosa tan natural y a la vez tan rica en detalles que puede atrapar a cualquier público, sin importar la edad. El libro cuenta con varias ilustraciones en escala de grises, obra de David Lara, ilustrador mexicano que ha incursionado en la animación para televisión y cine, en cuyos trazos la narración cobra una vida de líneas precisas y de sentimientos melancólicos. El cronista de esta historia, Sebastián, nos cuenta desde el presente un acontecimiento ocurrido en 1957 que no sólo es, como podría pensarse, el lanzamiento de un cohete espacial. Esta, como casi todas, es una historia de amor o, para ser más precisos, una historia de desamor; pero también de búsqueda de la identidad, de intentos por comprender el mundo, de analogías y crítica sutiles. Falsamente hemos creído a lo largo de muchas décadas que la literatura infantil y juvenil debe representar panoramas “bonitos” y escuetos que les muestren a los niños un mundo feliz con la esperanza de que la asimilación de los textos concluya en una moraleja y devenga en un sentido ético y de responsabilidad. Sin embargo, esta literatura de la que hablamos también puede, y debe, retomar aspectos sociales que les permitan a los

ESE AÑO DE 1957, SEBASTIÁN RECIBE, COMO OBSEQUIO DE CUMPLEAÑOS POR PARTE DE SU ABUELO, UN RADIOTRANSMISOR DE ONDA CORTA. ESTE ES EL ELEMENTO CLAVE QUE ENLAZARÁ AL JOVEN CON SUS EMOCIONES PERO TAMBIÉN CON EL ESPACIO.

jóvenes las asociaciones, la incomodidad, la reconfiguración de sus estructuras. Son dos las anécdotas que confluyen aquí: la de Laika y la de Sebastián. La historia de éste comienza con una muy breve reflexión sobre la memoria y los recuerdos, llevándonos de inmediato a los complicados años de secundaria que marcaron su vida. Sin embargo, la primera es siempre un elemento contextual que envuelve el presente de los personajes y les permite echar a volar la imaginación; es un tema central, aunque la historia principal sea la segunda. La novela recupera de manera muy sensible las apreciaciones de la “fase cósmica” de la Guerra Fría, en donde la vida era tan cambiante que había que mantener abiertos los ojos y los oídos para atrapar todo el murmullo de la humanidad, o quedar fuera de la realidad. Sebastián recuerda con fuerza lo indispensables que se volvieron los periódicos en esos años, pues dejar de leerlos una semana equivalía a encontrarse con un mundo completamente distinto. Las circunstancias globales eran y dejaban de ser todos los

días; la incertidumbre fue también una manera de vivir. Hay en el libro algunas páginas en fondo negro que muestran pequeños fragmentos narrativos en los que se recuperan los pensamientos de Laika, además de datos, quizá ficticios, sobre la nave: la sonoridad, la temperatura, el horizonte del viaje, etc., cuyos detalles la humanidad sólo pudo imaginar y, a través de ello, crear fábulas que satisficieran la creencia en la posibilidad de conquistar el espacio cósmico mediante la tecnología. Ese año de 1957, Sebastián recibe, como obsequio de cumpleaños por parte de su abuelo, un radiotransmisor de onda corta. Este es el elemento clave que enlazará al joven con sus emociones pero también con el espacio. La narración es una especie de crónica que permite relatar los hechos con la rapidez que sucedían en la época. Sebastián está enamorado de Marina, una chica hermosa y sencilla que un día, sin razón aparente, deja de asistir a la escuela. El joven comenzará una indagación en torno a su ausencia que lo llevará a una obsesión que a su vez traerá consigo problemas escolares y familiares, los cuales tocarán su punto clave cuando por fin descubra el paradero de Marina y el misterio alrededor de su desaparición. La historia de este chico ilustra el impacto que pueden llegar a tener en nuestra existencia ciertos acontecimientos que vivimos a temprana edad. Sebastián trata cada noche de recibir algún mensaje de Laika, la pequeña cosmonauta, y le habla a través de su radio con la esperanza de escuchar un ladrido, o un sonido cualquiera que le confirme que está viva. Las páginas de este libro, que para nada es una narración menor, se encuentran traspasadas por la música de Elvis Presley, los posters de Marilyn Monroe o Miroslava, las películas de James Dean


Vladimir Shappo: Self portrait. Midlife crisis

tó para todos sus compañeros de clase. Cada página de esta historia seguirá evocando el blues Fly me to the moon, que se reproducirá una y otra vez en el tocadiscos portátil durante los días eternos de esta juventud marcada por los cambios externos –los increíbles progresos científicos, sobre todo en el campo de la astronáutica– e internos –la revolución que significa el inicio de la pubertad. LPyH

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• Claudia Paola Beltrán es licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la uv. Becaria del Programa de Jóvenes Creadores pecdav-Conaculta.

MARTHA RIVA PALACIO Y DAVID LARA AMALGAMARON CON LETRAS E IMÁGENES UNA ÉPOCA TRASCENDENTE A NIVEL HISTÓRICO Y A NIVEL PERSONAL Y EMOCIONAL DE LOS PERSONAJES.

entre libros

y la rebeldía del desafío que significaba en aquellos años para un niño de secundaria leer El guardián entre el centeno, de Salinger. Las referencias son el toque preciso que nos dice a nosotros los lectores que la vida se compone de minucias tan inmensas que nos hacen ser quienes somos. Martha Riva Palacio y David Lara amalgamaron con letras e imágenes una época trascendente a nivel histórico y a nivel personal y emocional de los personajes. Sebastián anhelará a Marina el resto de su vida sin poder jamás desentrañar el enigma que su partida, al igual que la de Laika, represen-


El sueño de la inmóvil divinidad Relato ilustrado

Lino Monanegi

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Mario Vargas Llosa, El barco de los niños, ils. Zuzanna Celej, Alfaguara, México, 2015, 102 pp. If I am going to spend eternity visiting this moment… Kurt Vonnegut, Slaughterhouse-Five, or The Children’s Crusade

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rase esta una historia tan antigua que, de no sobrevivir testigo de ella, hace tiempo que se hubiera perdido, lo mismo que los niños que partieron de Alemania, Flandes, Francia, Saboya e Italia en la quinta cruzada, rumbo a trágico destino en las aguas mediterráneas a las que el Papa Gregorio XI, sentado en su trono de rocas, grita, culpa e injuria por haberle arrebatado a Europa sus más inocentes criaturas. Todo esto narrado en esa cruda y extraordinaria historia que el escritor francés Marcel Schwob escribió a finales del siglo xix. Me refiero, por supuesto a La cruzada de los niños, sobre la que Alessandro

VARGAS LLOSA HACE SUYA LA HISTORIA DE LA CRUZADA INFANTIL DE 1212; HISTORIA CASI MITO, DONDE LA REALIDAD Y LA FICCIÓN SE HILVANAN EN UN RELATO TERRIBLE. Baricco dice: “no es quizá un gran clásico, pero sí una historia muy bella en la que todos los niños se pierden en la nada”. Esto a propósito de la versión libre que Mario Vargas Llosa preparó para la colección Save the Story, de Anagrama en España, y que este año ha sido editada en México por Alfaguara, con el título El barco de los niños. Si bien el libro de Vargas Llosa parte de la historia de Schwob, es un relato independiente que, al igual que La cruzada…, se cuenta a través del monólogo, esta vez el del anciano que Fonchito veía desde su casa cuando se alistaba para ir al colegio, ese “viejecillo” que, sentado en una banca de un pequeño parque de Barranco, cada mañana contemplaba el mar, con el anhelo del retorno. La curiosidad infantil lo acerca al anciano que le narra la historia de la cruzada que, en el siglo xiii, unos niños cristianos del Viejo Mundo emprendieron camino a la reconquista de Tierra Santa, sin ninguna armadura, sin ballestas, espadas ni escudos, cargando consigo tan sólo toscas cruces elaboradas con la madera silvestre de las ramas de los árboles. Cada mañana a partir del primer encuentro, el anciano cuenta a Fonchito una parte de la historia que sólo se ve interrumpida por el arribo del ómnibus escolar. A través de Fonchito vendrán a los labios de cada lector lo

que Fernando Savater apunta son “las palabras rituales que acompañan el decurso de todas las buenas historias cuando se cuentan como es debido: ‘¿Y luego? ¿Qué pasó después?’”1 El curso de la historia del autor de Elogio de la madrastra (Tusquets, 1988) –novela erótica donde aparece por primera vez Fonchito, quien no sólo habita y es protagonista de su primer libro dirigido a niños, Fonchito y la luna (Alfaguara, 2010), sino que también es nombrado en la novela El héroe discreto (Alfaguara, 2013)– se sucede como la acuarela y el dibujo de las ilustraciones de Zuzanna Celej. Entre la narración visual y la escrita existe una armonía pocas veces encontrada en los libros ilustrados. Convergen en El barco de los niños la maestría de la palabra y de la imagen; no es sorpresa para quienes conocen el trabajo de esta ilustradora polaca. Sin embargo, las cerca de cincuenta imágenes a color y blanco y negro del libro pueden además ser el encuentro preciso para seguir el trabajo de quien ha ilustrado lo mismo títulos imprescindibles de la literatura infantil y juvenil –como los editados por Círculo de Lectores en 2012: Momo, de Michael Ende, y Matilda de Roald Dahl– que novedosas propuestas contemporáneas –como Els llibres d’A, de Josep Lluís Badal (La Galera, 2014) o Histoires d’îles sous le soleil et sous le vent, de Marilyn Plénard (Flies France, París 2013). Si bien el autor peruano naturalizado español con este libro homenajea a Marcel Schwob, Zuzanna Celej, por su parte, en la página 24 hace lo propio con Gustave Doré y su ilustración “La Croisade des Enfants”. El Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, hace suya la historia de la cruzada infantil de 1212; historia casi mito, donde la realidad y la ficción se hil-


Vladimir Shappo: Honey

su rumbo en el camino, y que ahora, errante, navega por las aguas del mundo como único testigo del paso de los siglos: inmutable e invisible. LPyH

• Lino Monanegi estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la uv. En 2014 formó parte de la generación xix del pecdav-Conaculta.

Nota 1 Fernando Savater, prólogo “La Hispaniola zarpa de Nuevo” a La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson en la colección Carlos Fuentes (uv, 2004).

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tradición clásica de contar una buena historia, lo que no coarta la posibilidad de que los niños, los jóvenes o cualquier lector de cualquier edad se enfrenten a las preocupaciones universales, como son el paso del tiempo, la muerte, la fe y la esperanza; estas y otras más naturales al hombre a temprana edad. “…el universo [dice Borges en el Prólogo a La cruzada de los niños en la edición de Ediciones La Perdiz (1949), trad. Ricardo Baeza e ilustrada por Norah Borges] no es otra cosa que un sueño de la inmóvil divinidad que está indivisa en cada hombre…”, en este caso en la de cada niño a bordo del barco que partió de Marsella rumbo a Jerusalén extraviando

entre libros

vanan en un relato terrible y extraordinario. El cuento es uno de los posibles orígenes de la leyenda sobre el flautista de Hamelín que los hermanos Grimm recogieron en sus cuentos para niños. La cruzada…, pese a lo que afirma el autor de Seda (Anagrama, 1996), es un clásico universal, en cuya historia han abrevado autores, como el mencionado Schwob, o Jerzy Andrzejewski con su novela Las puertas del paraíso (uv, 1996, trad. Sergio Pitol). El barco de los niños resulta una novedad en el panorama de los libros editados para jóvenes lectores, pues se aleja de los presupuestos de lo que la literatura infantil debe ser, y se recrea en la


miscelánea Campeones del mundo Katia Escalante

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l a pa l a b r a y e l h o m b r e , v e r a n o , 2015

Hija mía: tú posees más que ninguno de nosotros; tú has nacido princesa, como Pirlipat, y reinas en un reino hermoso y brillante.

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E. T. A. Hoffmann, “El cascanueces y el rey de los ratones”

l mote “campeón del mundo”, perteneciente a un título y a un personaje del británico Roald Dahl (Cardiff, 1916-Oxford, 1990), Danny, el campeón del mundo, se puede extender a casi todos los protagonistas de sus narraciones infantiles. Ya se trate de Matilda (Matilda), Jorge (La maravillosa medicina de Jorge), James (James y el melocotón gigante), Sophie (El gran gigante bonachón), Charlie (Charlie y la fábrica de chocolate; Charlie y el gran ascensor de cristal) e incluso los monos de Los cretinos, todos ellos comparten una característica esencial: la de ser héroes, “campeones del mundo”. ¿De qué manera se puede contar una historia a un niño? Más aún, ¿cómo lograr que ese niño se sienta interesado en el cuento y no se aburra a la mitad? Dahl decía que, para ser un buen narrador de público infantil, había que tomar

Roald Dahl / © Kate Wakely Mulroney

DAHL DECÍA QUE, PARA SER UN BUEN NARRADOR DE PÚBLICO INFANTIL, HABÍA QUE TOMAR A LOS NIÑOS POR EL COGOTE Y NO SOLTARLOS SINO HASTA QUE EL CUENTO LLEGARA A SU FIN.

a los niños por el cogote y no soltarlos sino hasta que el cuento llegara a su fin. En “Racha de suerte. Cómo me hice escritor”, 1 agrega unos cuantos consejos que él mismo cumple cabalmente, como tener sentido del humor (“te tienen que gustar niñerías como las rimas y los juegos de palabras”) y la capacidad narrativa, que, de acuerdo con la definición de Dahl, consiste en ser capaz de hacer que una escena cobre vida en la mente del lector (de ahí, quizá, que él mismo sea tan descriptivo).

Esos y otros recursos convierten a Dahl en uno de los autores infantiles más queridos por la crítica y los lectores, al lado de Maurice Sendak y Dr. Seuss. Sin embargo, la característica de su narrativa que yo considero esencial para encantar a los niños es precisamente la que señalaba al principio: la de convertir a niños comunes y corrientes en campeones del mundo, en héroes rebeldes. La heroicidad de los protagonistas de Dahl está propiciada por la división que encontramos en varias


MATILDA, UNA DE LAS NOVELAS INFANTILES MÁS CONOCIDAS DE DAHL GRACIAS A LA PELÍCULA DE 1996 DIRIGIDA POR DANNY DEVITO, TAMBIÉN PROPONE LA DIVISIÓN ENTRE EL MUNDO ADULTO Y EL INFANTIL.

[A Matilda] Le molestaba que la llamaran constantemente

En Matilda, los adultos son mentirosos y corruptos, como el papá de la protagonista, o violentos e insensibles, como Trunchbull, quien afirma no haber sido niña nunca. Al final, Matilda logra cambiar su entorno gracias a sus poderes, pues echa a Trunchbull de la escuela y de la ciudad y es adoptada por su maestra, Miss Honey, lo que finalmente demuestra que Matilda es una heroína, y lo es porque está en conflicto con su contexto, mismo que rechaza y transforma luego de ganar dos o tres batallas contra los adultos. La historia de Matilda está muy cerca de la de muchos niños: dado que ellos tienen una visión del mundo distinta a la de los adultos, es fácil que cuestionen a éstos sobre por qué son mentirosos, soberbios o groseros. Dahl vuelve a ponerse de parte de los niños pues, a través de Matilda, demuestra que aunque los adultos son mayores y más experimentados que un niño, eso no significa necesariamente que tengan la razón en todo. Al mismo tiempo, demuestra que los niños, gracias a la visión del mundo propia de su edad, pueden ver a los adultos de forma que puedan cuestionarlos y sentirse inconformes con sus reglas y modales. Roald Dahl me parece un excelente narrador. Tanto en sus historias infantiles como en las novelas y cuentos que escribió “para adultos” (Mi tío Oswald, Historias extraordinarias, Relatos de lo

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maravillosas. Al mismo tiempo, Dahl da la espalda al mundo de los adultos. Aunque este rechazo no está muy bien ilustrado en el ejemplo de Las brujas (pues la abuela del protagonista ayuda a éste en su lucha contra ellas), sí lo está, por ejemplo, en Matilda. Matilda, una de las novelas infantiles más conocidas de Dahl gracias a la película de 1996 dirigida por Danny DeVito, también propone la división entre el mundo adulto y el infantil. Aquí la división es más tajante, pues Matilda se encuentra en un ambiente completamente hostil: es hija de padres ignorantes que no le encuentran el menor sentido (y mucho menos el gusto) a la lectura; va a la escuela que dirige Tronchatoro, o Trunchbull, quien es una persona bastante cruel y violenta con los “pútridos engendros de Satán”3 (los niños) y está rodeada de adultos escépticos. A pesar de eso, Matilda logra hacerle frente tanto a sus padres como a Trunchbull: no abandona los libros; al contrario, empieza a leer más y más para dominar sus poderes de telequinesis; además, cuestiona a los adultos y se rebela contra ellos:

ignorante y estúpida, cuando sabía que no lo era. La cólera que sentía fue creciendo más y más y esa noche, acostada en su cama, tomó una decisión. Cada vez que su padre o su madre se portaran mal con ella, se vengaría de una forma u otra. Esas pequeñas victorias le ayudarían a soportar sus idioteces y evitarían que se volviera loca.4

miscelánea

de sus narraciones infantiles: la del mundo “adulto” y el mundo “infantil”; esa misma división aparece ya en cuentos como “El cascanueces y el rey de los ratones” (1816) de Hoffmann. En el caso de Dahl, sus protagonistas son niños que viven en un mundo bastante normal, si bien un poco trágico. Por ejemplo, el protagonista de Las brujas (nunca se menciona su nombre), un niño de siete años, se queda huérfano repentinamente y tiene que mudarse con su abuela. Sin embargo, él no se siente triste por su nuevo modo de vida, pues su abuela le cuenta terroríficas y maravillosas historias sobre brujas. Poco tiempo después, todos esos cuentos se vuelven realidad, cuando el protagonista y su abuela se topan con un congreso de brujas (que se hace llamar, irónicamente, “Congreso anual de la Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad con los Niños”). 2 Es ahí cuando la división entre el mundo real o adulto y el fantástico o infantil se hace menos visible. El protagonista ha abierto, accidentalmente, un portal que lleva hacia un mundo mágico o, en casos más mesurados de otras novelas infantiles de Dahl, desconocido para él. En ese nuevo mundo, el protagonista de Las brujas vive increíbles aventuras, como luchar por que las brujas no conviertan en ratones a los niños del mundo. Esas aventuras, naturalmente, habrían sido imposibles en el mundo real o adulto. Pero ¿por qué Las brujas les gusta tanto a los niños? Quizá una de las razones sea la aparición del mundo fantástico dentro del mundo real que todo niño desea e incluso construye a través de juegos y juguetes. En ese sentido, Dahl se identifica y se pone de parte de los niños. Él, como ellos, cree firmemente en mundos mágicos poblados por brujas, gigantes bonachones, cretinos y medicinas


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Vladimir Shappo: National Spirits

inesperado), el autor demuestra ingenio, creatividad, sensibilidad y sentido del humor. Sus narraciones infantiles tienen éxito porque los lectores se identifican con los personajes, pero también porque han conocido una muy buena promoción: desde las ilustraciones (siempre de Quentin Blake), que se han vuelto identificables y ahora iluminan también tazas, ropa para niños, ropa de cama y bolsas, hasta las adaptaciones fílmicas, el Roald Dahl Museum and Story Centre, en Buckinghamshire, Inglaterra y el musical basado en Matilda, que se presenta en Inglaterra, Estados Unidos y Australia; todo

eso ha contribuido a que los personajes y las historias de Dahl salgan de las páginas y se conviertan en algo mucho más tangible, real y cercano a los niños. Finalmente, uno de los propósitos de la literatura infantil es sembrar semillas con la esperanza de que a partir de ellas nazcan buenos lectores. El accidente aéreo que sufrió Roald Dahl cuando trabajaba como piloto aviador en la Royal Air Force en 1940 fue una racha de suerte que lo convirtió en escritor, aunque también fue y ha sido una racha de suerte para todos sus lectores: los chicos, los grandes y los que hemos crecido leyéndolo. LPyH

• Katia Escalante es estudiante de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la uv. Ha publicado reseñas en La Nave y en el sitio web de Nexos.

Notas 1 Historias extraordinarias, Anagrama, Barcelona, 2001. 2 Roald Dahl, Las brujas, Alfaguara, México, 2000, p. 55. 3 Matilda, dir. Danny DeVito, TriStar Pictures, Sony Pictures, 1996. 4 Roald Dahl, Matilda, Alfaguara, México, 1997.


Booktubers : los nuevos comentaristas de libros juveniles e infantiles

Marco Antonio López M.

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nal laspalabrasdefa, estaba en los 167 334 suscriptores; mientras que en el canal AbriendoLibros de Alberto Villareal había 81 912 personas registradas. Ellos son los booktubers mejor colocados en nuestro país. No son críticos literarios, como se pretende etiquetarlos, y ellos mismos niegan serlo. Y al ver los estilos tan diversos con que cada uno presenta sus reseñas, encontramos que obedecen a la simple y sencilla pregunta: “¿me gustó el libro?”, para tomar su cámara, encenderla e iniciar un diálogo con un interlocutor potencial. En lo personal, soy seguidor de 13 booktubers y, para ser sincero, Claudia Ramírez, con su canal Clau Reads Books, es mi favorita. Clau se

NO SON CRÍTICOS LITERARIOS, COMO SE PRETENDE ETIQUETARLOS, Y ELLOS MISMOS NIEGAN SERLO. Y AL VER LOS ESTILOS TAN DIVERSOS CON QUE CADA UNO PRESENTA SUS RESEÑAS, ENCONTRAMOS QUE OBEDECEN A LA SIMPLE Y SENCILLA PREGUNTA: “¿ME GUSTÓ EL LIBRO?”

ha colocado rápidamente en el gusto de muchos, ya que cuenta con la nada despreciable cifra de 75 192 suscriptores. Su estilo y ligereza para reseñar los libros atrapa de manera inmediata, y la calidad en la edición de sus videos le da el toque exacto para sembrar las ganas de buscar ese libro, cumpliendo el principal objetivo de todos los booktubers. En mi caso, a partir de la llegada de mi hijo Marco ocurrieron grandes cambios en mi vida, entre ellos, que empecé a tener contacto con la nueva literatura infantil y juvenil que se estaba produciendo. Inspirado en el enorme gusto de mi hijo por la lectura y en la gran calidad de los materiales que leía-

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La comunidad booktuber en México es una de las más importantes a nivel mundial y la número uno en América Latina, y crece mes con mes debido a que ha logrado conjuntar dos características: la producción cada vez mayor de literatura dirigida específicamente a los jóvenes, y el hecho de que esos jóvenes, por la edad en la que transitan, buscan ser escuchados y reclaman un espacio libre, sin censura y sin condicionamientos. Hasta abril de 2015, en Youtube, Raiza Reveles, con su canal raizarevelles99, contaba con la impresionante cantidad de 514 607 seguidores; Fa Orozco, con su ca-

miscelánea

s innegable la importancia que para las generaciones nacidas a fines del siglo pasado y principios del actual, conocidas como “generación Y” o millenials, tienen los dispositivos electrónicos. Esta cohorte, según Wikipedia, “se caracteriza por el empleo continuo de teléfonos inteligentes, uso de redes sociales, un patrón de consumo que descansa fuertemente en el ‘boca a boca’, así como apego a la tecnología, lo que ha dado origen a los estudios sobre fobo (del inglés Fear of Being Offline)”. Parte de ese fenómeno es la apropiación de esos medios por parte de los usuarios, principalmente a través de la producción de sus propios videos sobre los más variados temas: consejos de belleza, chistes, anécdotas personales, etc. En este grupo de edad, algunos adolescentes aficionados a la lectura han encontrado en Youtube la manera de hablar sobre sus gustos literarios, los cuales pueden ir desde los grandes clásicos hasta las novedosas y populares sagas que, en algunos casos, terminan proyectándose en el cine. A esta generación de jóvenes que a través de sus propios canales de Youtube exponen, reseñan, comentan y/o recomiendan libros se les conoce como booktubers. La comunidad tuvo su origen en Inglaterra, no hace muchos años, y rápidamente se extendió por aquellos países en donde la cultura y el hábito de la lectura están muy presentes en la sociedad.

¿Cómo llegaron a México? La respuesta la encontré en entrevistas hechas a los pioneros de esta actividad, en donde Raiza Revelles, Fa Orozco y Alberto Villarreal coinciden primeramente en que su apasionado y muy solitario gusto por la lectura los hacía repetirse la misma pregunta: ¿el libro que acababan de terminar era espectacular o simplemente bueno?, dudas que como jóvenes lectores se generaban sin encontrar respuesta en su círculo más cercano de amigos y familia. Esa soledad literaria los llevó a buscar y a encontrar, específicamente en Youtube, a personas de su misma edad hablando, sorprendentemente, de los mismos libros, sólo que en sus versiones en inglés.


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Vladimir Shappo: The one who creaks behind the door

EL PROYECTO NO OBEDECIÓ A RAZONES COMERCIALES, SINO AL SIMPLE GUSTO DE COMPARTIR NUESTROS HALLAZGOS; DE AHÍ QUE COMENTEMOS TÍTULOS DE TODOS LOS SELLOS EDITORIALES, PRINCIPALMENTE MEXICANOS.

mos, surgió la idea (sin tener noticias de la existencia de los booktubers) de compartir, mediante videos producidos en nuestra casa y difundidos inicialmente mediante Facebook y Twitter, los libros que nos habían entusiasmado a ambos. Así fue como nació El Libro Cegatón,1 un canal de Youtube donde yo produzco los videos y Marco, actualmente de nueve años, comenta los libros a través de las redes sociales. Podría decirse que nuestro canal es pionero en la difusión de libros infantiles en redes sociales, pues los booktubers mencionados son jóvenes de mayor edad.

Desde su inicio, el proyecto no obedeció a razones comerciales, sino al simple gusto de compartir nuestros hallazgos; de ahí que comentemos títulos de todos los sellos editoriales, principalmente mexicanos, que producen literatura infantil y juvenil de gran calidad: Fondo de Cultura Económica, Castillo, Norma, El Naranjo, Océano, SM, Nostra, Conaculta… Hasta ahora, en El Libro Cegatón hemos hablado sobre más de una veintena de títulos, entre otros, de Francisco Hinojosa, Vivian Mansour, Javier Malpica, Verónica Murguía, e incluso de autores extranjeros como Jordi Sierra i Fabra o Anne-Marie Murail. La mayoría de los videos los producimos en casa, pero en ocasiones salimos a hacer una especie de reportajes. Por ejemplo, recientemente nos desplazamos a Contepec, Michoacán, para enmarcar el comentario de María la monarca, de Homero Aridjis. También hemos hecho coberturas sobre la más reciente Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, visitas a editoriales infantiles que nos han invitado, o registrado visualmente presentaciones de libros infantiles. Pese a que el proyecto nació apenas en 2014, nuestra biblioteca se compone actualmente de cerca de doscientos libros, y previsiblemente seguirá creciendo dado el boom que existe en el género. Siendo un proyecto tan reciente, hay muchas cosas que están por definirse, y también muchas sorpresas. LPyH • Marco Antonio López es ingeniero civil por la unam. Creador y productor de los videos de El Libro Cegatón.

Nota Nos pueden encontrar y escribir a través de Facebook, Youtube, Twitter e Instagram, como El Libro Cegatón, o en ellibrocegaton@gmail.com

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Una autobiografía literaria Mario Muñoz Tu n’es pas le premier oiseau Qui s’asphyxie dans sa cage... S. Gainsbourg, en la voz de Jane Birkin

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EN MEDIO DE LA PENUMBRA PASABA LAS HORAS EXPLORANDO AQUELLAS PÁGINAS Y COMPLACIÉNDOME CON LAS ILUSTRACIONES Y FOTOGRAFÍAS QUE ENCONTRABA. ESTE FUE MI PRIMER CONTACTO CON LA LITERATURA. POCO DESPUÉS EMPEZÓ MI PASIÓN POR LAS ENTONCES DENOMINADAS HISTORIETAS ILUSTRADAS.

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nes. No obstante, nunca sentí el llamado hacia el sacerdocio, aunque a la fecha me confundan a menudo con un religioso, quizá por mi apariencia. Es cierto que me fascina visitar los santuarios por la paz que se percibe en ellos y los múltiples elementos que integran su arquitectura; sin embargo, estoy muy lejos de comulgar con la ortodoxia de los clérigos. Esto me lleva a recordar que desde la infancia tuve conflictos muy intensos con la fe y la conciencia del pecado, tal como Tolstói describe esta inquietud en un libro conmovedor que se titula en castellano Confesión. El problema religioso, aunado a la insatisfacción de la adolescencia, me condujeron a otras lecturas. Leí con fervor a Chéjov, Hesse, Dostoievski, O’Neill, Maupassant, Papini, Curzio Malaparte, y todos aquellos autores con los que de alguna forma me sentía identificado. Por esos años también empezó a atraerme la pintura, y

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n mi inclinación por la literatura influyeron varios factores que a la postre han sido decisivos para mi particular visión del mundo. Para empezar, nací en la Venecia veracruzana, así llamada por los puentes que la cruzan y el apego de las clases media y alta a sus antepasados. Fui un niño enfermizo y sobreprotegido por ser hijo único; y para completar el cuadro rápidamente esbozado, me crié en el inmenso caserón de mi abuelo materno que constaba de catorce habitaciones, dos patios y dos talleres de talabartería. El ambiente que prevalecía lo reforzaba el hecho de los numerosos objetos que poblaban ese extenso espacio: desde látigos, caperuzas de cuero, cuerdas, instrumentos para la curtimbre, hasta pesadas bolas de hierro de los grilletes con que se ceñían los tobillos de los esclavos en la Colonia. Por añadidura, en los muros de las habitaciones estaban adosadas las fotografías en gran formato de los tíos que habían muerto célibes, pues un rasgo digno de tomar en cuenta es que provengo de una familia que no fue prolífica y cuyo último descendiente es el que intenta escribir estas líneas. La dimensión de la propiedad permitía, además, que fuera habitada por diferentes especies de animales, desde perros,

gatos y palomas, hasta las alimañas ponzoñosas que bajaban por las altas paredes durante las noches de estío. Un detalle no menos revelador es que justo frente a nuestra casa, se alzaba el imponente convento de la orden de los franciscanos de donde provenían al atardecer las notas del órgano de la iglesia que tanto nos gustaba escuchar a mamá y a mí; también llegaba hasta nosotros el incienso que se esparcía por las naves de la iglesia durante los oficios religiosos, transportándonos hasta tiempos y lugares remotos. Debo reconocer que el espacio divino, tan cercano a nuestra vida cotidiana, determinó mi vocación por la literatura gótica, particularmente por los turbadores relatos de Edgar Allan Poe que comencé a leer en la adolescencia. Si bien la atmósfera extraña que me rodeaba influyó para siempre en mi imaginación, el principal estímulo para la lectura fue encontrar en una habitación húmeda que se ubicaba en el fondo de la primera sección de la casa, con un solo tragaluz del que apenas se filtraba la claridad, una cantidad notable de impresos como libros, revistas, periódicos, folletos, libretas de notas y otras curiosidades; en medio de la penumbra pasaba las horas explorando aquellas páginas y complaciéndome con las ilustraciones y fotografías que encontraba. Este fue mi primer contacto con la literatura. Poco después empezó mi pasión por las entonces denominadas historietas ilustradas. Mi mamá me compraba todas las que le pedía, desde el Pato Donald, pasando por La Pequeña Lulú y La Familia Burrón, hasta los Cuentos de brujas y Vidas ejemplares. Me atraía la vida de los santos porque advertía un peculiar misterio en su trayectoria por el mundo, además de que la cercanía del convento de San Francisco hacía más poderosas estas imáge-


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leía con emoción las vidas de Van Gogh y Toulouse Lautrec porque sentía que mis vivencias eran similares o parecidas a las suyas. Tengo la imagen materna muy grabada en la memoria cuando veo el cuadro de Van Gogh titulado En el umbral de la eternidad, porque cada vez que mamá lo miraba en el libro de ilustraciones que me compró, se conmovía hasta las lágrimas al reconocer en esa pintura de un hombre desesperado la proyección de mis propios estados de postración emocional. Es inevitable que después de tantos años, cada vez que he tenido la oportunidad de ver el original en el Museo D’Orsay de París, me emocione a tal extremo que no puedo evitar un profundo desgarramiento interior. Lo mismo me sucede cuando contemplo los cuadros de Lautrec. Diría que es casi natural pasar de la lectura a la escritura; de esta suerte comencé a redactar artículos sobre diferentes temas que entregaba cada semana para un diario de la ciudad, El Regional. Mamá fue la primera lectora de los textos que escribía a mano para después copiarlos en una Remington antigua. Siempre me preguntaba “¿Y ahora sobre qué vas a escribir?” Y lo hacía sobre teatro, los libros leídos o los problemas que me preocupaban. Mi escritura era espontánea pero empezó a trabarse cuando, años después, empecé en firme los estudios literarios. Pero a pesar de la disciplina aprendida bajo el rigor de los maestros, sigo escribiendo en los cafés como lo acostumbraba en la adolescencia, por eso cuando visito una ciudad lo primero que busco es un café con servilletas de papel. El cine y el teatro fueron otros estímulos para alimentar mi imaginación y vías de escape de la realidad. Mi atracción por el cine nace cuando cursaba la primaria en una escuela particular católica, la de mayor prestigio de la ciudad,

según decían. Los fines de semana nos proyectaban películas de ciencia ficción y de terror, géneros que hasta el día de hoy sigo admirando. Después comencé a ir al cine por mi cuenta y riesgo, pues en la iglesia colocaban una pizarra con los títulos de las películas que a los fieles nos estaba prohibido ver, bajo la amenaza de incurrir en pecado mortal. En abierta desobediencia a este veto, concurría a las salas donde se exhibían estos filmes aunque tuviera después una carga de conciencia tan fuerte que no podía paliar con ningún medio a mi alcance. Es curioso, los conflictos nunca los tuve con mamá, quien poseía la suficiente amplitud de criterio como para hablar con ella sobre cualquier tema, sino conmigo mismo. La confianza que había entre nosotros me hizo pedirle en una ocasión que me llevara a la Ciudad de México, al teatro Ródano, para presenciar la obra Cuarto 504, de Fernández Unsáin, en la que aparecía una joven actriz rubia en paños menores que yo admiraba a través de las revistas de espectáculos. Fue un acontecimiento memorable. Por primera vez asistía a una representación teatral y descubría el inmenso poder de sugestión que puede tener una mujer sobre el imaginario masculino, en este caso la sensualidad de la protagonista en la sensibilidad impresionable de un niño de nueve años, como era mi caso. Pero además de esta experiencia trascendental, el interés por el teatro me llevó a la lectura de los clásicos griegos, de los dramas de Chéjov, O’Neill y Sartre. Con esta incipiente formación decidí ingresar a la carrera de Letras, y bajo semejante pretexto, continuar inmerso en las aguas de la ensoñación más que asimilar la dura realidad. Sin embargo, como dice Woody Allen en un reciente documental sobre su vida, “la realidad termina por imponerse”


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Vladimir Shappo: Pickles

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• Mario Muñoz es maestro de tiempo completo en la Facultad de Letras Españolas de la uv, y doctor honoris causa por la misma universidad.

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(A Documentary, Robert B. Weide, 2012). Así pasa con Cecilia, la infeliz heroína de su excelente película La rosa púrpura del Cairo. No cabe duda que las experiencias acumuladas en los periodos de la infancia y la adolescencia propiciaron mi gusto por la lectura y moldearon mi identidad. El mundo en el que me movía comenzó a dividirse desde el momento en que ingresé al colegio, donde conocí las diferentes formas de agresión de las que se valen los fuertes para aplastar a los indefensos. Mientras el ámbito familiar estimulaba mi inclinación por lo imaginario, el recinto escolar era opresivo y sórdido. No obstante esta oposición, entre ambos extremos existía una gama infinita de estados de ánimo que transmitía la lectura en cada obra elegida por el solo placer de conocer otras vidas, acaso más melancólicas que la mía pero más ricas en significación. Según iba deslizándome en las páginas de las novelas y relatos a mi alcance, crecía un sentimiento de plenitud, pero al mismo tiempo advertía que los libros nos vuelven más vulnerables a las acechanzas de la rutina, el fastidio y la depresión. Y es aquí donde me vuelvo a plantear, para concluir, las preguntas decisivas que me han escocido la conciencia desde los años en que cursaba las primeras letras: ¿Es que acaso la vida tiene una salida segura?, ¿tiene sentido malgastar tanto esfuerzo en vivirla?, ¿aguantar los vituperios de los enemigos reales o encubiertos?, ¿vale la pena toda esta monserga? Para Tolstói, la respuesta estuvo en la fe; para mí, en la imposibilidad de toda respuesta.


A 60 años de Rebelde sin causa Raciel D. Martínez Gómez

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n las seis décadas de vida que cumple la película Rebelde sin causa (1955), dirigida por Nicholas Ray, conviene recordarla por su aporte estético pese a estar en los bordes de las fórmulas del género, y por su abono político y social al mostrar la complejidad de relaciones de un núcleo familiar idealizado por la propaganda mediática de un sistema de valores que pretendía restañar heridas de dos conf lictos bélicos mundiales. Nicholas Ray, antes de filmar su película maldita, venía de rodar dos westerns que resultaron atípicos para el contexto de su época. Ray se mostraba como un director f lexible que conocía muy bien los géneros fílmicos y por eso sabía transponer sus propios intereses y así imponerse a los estereotipos. La mujer codiciada (1952) y Johnny Guitar (1954) fueron clara muestra de cómo Ray se desenvolvía en un género repleto de convencionalismos para revertirlo a cine de autor. En el caso de Johnny Guitar, el western sólo fue un telón de fondo para desarrollar una tragedia que se vuelve referencia para su siguiente proyecto. Rebelde sin causa está rodeada por una serie de circunstancias que la transformaron en una película mítica. Se trató de un filme controvertido por sí solo, dada la interesante complejidad con que aborda el estatus de la familia en pleno american way of life.

El hecho de que su actor principal, James Dean, muriera pocos días antes del estreno, colocó a Rebelde sin causa en el centro de atención de un público ávido de historias de antihéroes como fue la de Dean: un actor que no sólo interpretó a Jim Stark, sino también a Cal Trask en Al este del Edén (1955), dirigida por Elia Kazan, y a Jett Rink en Gigante (1956), dirigida por George Stevens, los dos personajes excepcionales. La vida misma de Ray –como lo comprueba el interés del director alemán Win Wenders por el maestro Nicholas– lo convirtió en un director maldito con una metodología basada en el teatro del mencionado Kazan y que muere de cáncer de pulmón tras una fuerte adicción al alcohol y las drogas. En un principio la casa productora Warner Bros contempló que Rebelde sin causa fuese actuada por Marlon Brando y dirigida por Sidney Lumet. Recordemos que Brando, pese a su juventud, venía de protagonizar Un tranvía llamado deseo (1951), dirigida por Kazan, y Salvaje (1954), dirigida por László Benedek. Lumet, también muy joven, todavía no debutaba en cine, aunque se constituyó en promesa luego de su trabajo en la cadena de televisión cbs. Sin embargo, la decisión recayó en Ray y Dean para plasmar los trabajos en psicología juvenil del doctor Robert M. Lindner, quien falleció un año después de la aparición comercial de Rebelde sin causa. Según testimonios, Ray no estaba de acuerdo a ciegas con las tesis de Lindner, quien de alguna forma villanizaba a los jóvenes a través de una suerte de determinismo socioeconómico. Fue entonces que Ray se reunió con el productor David Weisbart para matizar el enfoque de Lindner. De forma oficial aparecen tres

guionistas de Rebelde sin causa: Stewart Stern, Irving Shulman y Nicholas Ray, pero hay una parte importante de reescritura de Weisbart. Rebelde sin causa fue un filme pionero que poseía vasos comunicantes con la contracultura en piezas literarias como En el camino de Jack Kerouac, padre de


juventud pagaba ciertos platos rotos por los padres. LPyH

• Raciel D. Martínez Gómez es director de Comunicación Universitaria de la uv. Autor del libro Cine de géneros: entre Adán y guerra.

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Congreso de Estados Unidos. Y es que cada vez que volvemos a verla, algo nos dice la película: que Ray y Dean siempre supieron que la angustia por buscar un sentido a la vida no radicaba en los jóvenes, sino que era un todo culpable en medio de la decadente moral de mitad de siglo en Estados Unidos, aunque, eso sí, la

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la generación beat, e inspiró películas como Easy rider (1969) de Dennis Hopper; La última película (1971), dirigida por Peter Bogdanovich; Rebeldes (1983) y La ley de la calle (1983), estas dos últimas, de Francis Ford Coppola. Rebelde sin causa desde 1990 ya es parte del Registro Nacional de Filmes de la Biblioteca del


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NUESTROS ILUSTRADORES

Israel Barrón

Nace en Pachuca, Hgo., en 1974. Llega a Xalapa en 1994 a estudiar en la Facultad de Artes (opción Pintura) de la uv. Ha expuesto en diversas ciudades de la República Mexicana, y en otros países como Canadá, Estados Unidos y Japón. Intenta que sus imágenes se contaminen de factores externos que parecen no tener relación con el arte, como los elementos que encuentra en la calle y que, al final, resultan influencias para él. Si bien de niño siempre pensó que el dibujo y la pintura lo acompañarían toda su vida, nunca imaginó que se dedicaría profesionalmente a ellos. Al principio creó sobre todo obra plástica personal para galerías. La ilustración vino mucho después, cuando algunas editoriales lo invitaron a colaborar. En 2007 publicó el libro de cuentos Cuadros con descuento, basados en su obra plástica. También ilustró Cuaderno de pesadillas, de Ricardo Castañeda (fce), Cirkótico (El Naranjo) y participó en Diccionario para armar (Conaculta). Actualmente es catedrático en la Universidad Cristóbal Colón y titular de los Talleres de Dibujo y Pintura del Ivec. LPyH

Vladimir Shappo

Nació el 4 de febrero de 1949 en el pueblo de Vidzy, Bielorrusia. En 1967-1972 estudió en la Facultad de Artes Gráficas de la Universidad Pedagógica del Estado de Vítebsk (exescuela de arte fundada por Marc Chagall). En sus días de estudiante empezó a colectar material viajando por Rusia (las regiones del río Dvina y de los lagos de Braslav) y la infancia se convirtió en su principal tema creativo. Vladimir ha exhibido su obra desde 1975 en Bielorrusia, la Federación Rusa, Ucrania, Letonia, Polonia y Alemania. Desde 1989 ha sido miembro de la Unión Bielorrusa de Artistas. Sus obras pueden verse en museos de la Federación Rusa (Museo Estatal de Arte de Nóvgorod Land en Veliki Nóvgorod), Bielorrusia (Asociación Distrital de Museos de Braslav, Museo Regional de Historia de Vítebsk, Centro de Arte Contemporáneo de Vítebsk, Museo Moderno de Bellas Artes en Minsk, Polonia, Galería de Pintura Pólatsk). En 1975-2000 dio clases de pintura, composición e historia del arte en una escuela de arte para niños. Trabaja con técnicas de acuarela, pluma y carbón, lápiz de carbón, acrílico y técnicas combinadas. LPyH


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