Paladar Académico #1 by Paladar Académico

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Agradecemos a todos aquellos que colaboraron para que este sue単o se haga realidad.

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FORTUNA Por la proeza de un sueño Que no tenga otro dueño, Más que nosotros.

Por gambetear a ese otro Que los quiere ver rotos Porque lo nuestro no atenta Contra el papel que los tienta. (La pasión, bendito motor)

Por hacernos camino, Con armas nobles. Sabiendo que el destino, ese desatino, Siempre intentará quebrar almas de roble.

Porque nada es azar. Porque todo este arrojo Rompió ese cerrojo De un mercado y su afán.

Que se hagan suyas nuestras palabras Y lleguen al más alto de los cielos. Tan celeste y tan blanco Como el Cilindro y su suelo.

Esa es nuestra fortuna.

Staff de Paladar Académico

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aladar cadémico

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Edición marzo de 2015

Racing de América: El repaso por los 7 mejores partidos de Racing en la Copa Libertadores, desde 1962 a 2003.

Martín Sharples, deporte y vida: Un accidente lo privó de una de sus piernas pero no logró de tener la voracidad de su corazón.Entrevista a un ícono racinguista en la lucha por la reivindicación de Miguel Sanchez, desaparecido por la dictadura.

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Juan José Pizzuti: Las proezas de Tito. La historia de uno de los máximos ídolos del club, en primera persona. El jugador, el DT, el amigo de Corbatta.

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Saja: “La Libertadores es mi último sueño” Entrevista imperdible con el subcapitán de Racing. El título obtenido, la actualidad del equipo, su experiencia copera y el futuro.

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Staff Hacemos Paladar Académico: Director Propietario: Leandro Daniel Marinovich. Jefe de redacción: Cristhian Flores.

Directorio de Redacción:

Racing Positivo: Las buenas llegaron para quedarse. Un paradigma que surgió como un simple mensaje optimista y se transformó en mantra.

Anabel Villar Lautaro Negri Ramiro Cué Barberena Brian Aizenberg Oscar Ruggiero Columnista Invitado: Matías Bauso.

Fotografía: Noelia Giacumbo-Aylén Escamilla. Diseño Gráfico: Matías Longarte-Marcos Barragán. Dirección: Ingeniero Huergo 1165 (1871) - Dock SudAvellaneda- Buenos Aires

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Imprenta: Génesis Talleres Gráficos. Tel.: 5197-1190 Dirección: San Lorenzo 4917- Olivos- Buenos Aires N° de DNDA: En trámite

Washington Camacho: El análisis del refuerzo para este Racing modelo 2015 que más frutos le ha dado a Diego Cocca. El nuevo uruguayo que intentará ganarse a la gente de Racing. AVISO LEGAL Queda expresamente prohibida la reproducción, copia, comercialización, total o parcial, o cualquier otra actividad o manipulación que se pueda realizar con el contenido publicado en nuestras ediciones impresas y/o digitales. Las fotografías usadas en esta revista lo han sido con el convencimiento de su naturaleza pública. De no ser así, si alguna de las mismas gozara de titularidad privada y/o estuvieran registradas, interesamos de sus titulares la notificación y acreditación de su condición a efecto de proceder inmediatamente en su retirada.

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Paladar Académico no se hace responsable de las opiniones publicadas por sus colaboradores.

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Racing de América A pesar de ser uno de los cinco grandes de Argentina, Racing no ha disputado tantas ediciones de la Copa Libertadores, ese torneo tan preciado para los equipos del continente americano. En apenas seis ocasiones previas a la que está disputando en 2015, la Academia viajó por los territorios que, alguna vez, San Martín y Simón Bolívar liberaron. Ni siquiera se ha enfrentado a conjuntos brasileros, rivales históricos de los argentinos. Sin embargo, en Paladar Académico les ofrecemos revivir un partido de cada edición. Goles, emociones, jugadores, anécdotas, eliminaciones y alegrías. En la historia copera racinguista no existen los grises.

por leandro marinovich

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Bilardo rechaza de cabeza.

EDICIÓN DE 1962: RACING 2-1 SPORTING CRISTAL (PERÚ)

i vamos a contar la historia copera académica, no podemos dejar pasar el primer partido que el conjunto albiceleste disputó. La Libertadores no era lo que es hoy. No tenía el prestigio que hoy posee, ni mucho menos la cantidad de participantes. Era el verdadero campeonato de los campeones de América, ( justamente, se llamaba así). Sólo el primero de cada país de Sudamérica, salvo Venezuela, la jugaban. Sin embargo, los hinchas no le daban una gran importancia, hasta tal punto que, aquel 14 de febrero de 1962, el Cilindro estaba casi vacío.

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Sporting Cristal, ganador del torneo peruano del año anterior, era el rival. Racing, que se había coronado por décimo cuarta vez en su historia en 1961, tenía a la mejor delantera del país, conformada por Oreste Corbatta, Juan José Pizzuti, Pedro Mansilla, Raúl Belén y Rubén Sosa. A pesar de su potencial ofensivo, la Academia no la pasó nada bien en la primera etapa. Sólo tuvo buenos primeros 15 minutos iniciales, en donde Sosa fue amo y señor del juego, y marcó de cabeza el 1-0 parcial. Después, los visitantes apretaron bien y se fueron acercando al arco de Osvaldo Negri. Allí, surgió la figura de Federico Sacchi, quien se erigió como el más sólido en una defensa que tambaleaba y que terminó de derrumbarse cuando Del Castillo lo empató a los 34. El segundo tiempo, a comparación de lo sufrido el primero, no podía empezar mejor. Otra vez Sosa, a los 2 minutos y gracias a un desconcierto defensivo de Sporting Cristal, marcó lo que sería el 2-1 que se prolongaría hasta el pitido final. Pero, antes de que eso ocurriese, tuvo que sufrir. Y mucho… porque Negri se convirtió en figura excluyente al tapar tres remates dificilísimos. Era el primer paso en busca a lo que

no fue, porque Nacional de Montevideo, el otro equipo del grupo, se llevó la clasificación a semifinales. El campeón fue Santos, que tenía a un tal Pelé como figura.

EDICIÓN DE 1967: INDEPENDIENTE MEDELLÍN (COLOMBIA) 0-2 RACING Antes de ser el conquistador de América, el Racing de José debió superar diversos escollos en distintas canchas del continente. Una de las paradas más difíciles fue visitar a Independiente Medellín en el mismísimo Atanasio Girardot, el 22 de marzo de 1967. Cinco años habían pasado de la primera participación y se había producido un gran cambio entre aquel torneo que sólo la jugaban los campeones y que la gente no le daba bola. La Libertadores ya era la Libertadores, la disputaban 19 equipos (dos de cada conferencia, salvo Brasil, que tuvo uno) y las canchas se colmaban en busca de un sueño. Aquella Copa iba a ser la más larga de la historia, y tenía un lugar para Racing, Pizzuti, el Chango y compañía.

Corbatta en Independiente Medellín. Una gloria académica que falló el penal ante Cejas.

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No era un partido más. En el rival estaba uno de los máximos ídolos de la historia albiceleste, Oreste Osmar Corbatta. El Loco fue quien manejó los hilos del local en el comienzo del cotejo, pero todos los caminos conducían a Agustín Mario Cejas, lo que iba a ser un aviso de lo que ocurriría sobre el final. En el visitante, apenas algo de Norberto Raffo.

A fines de la década del ’60, un Racing-Estudiantes cotizaba más que River-Boca. En el Pincha, comandado por Osvaldo Zubeldía, eran

El segundo tiempo fue el de la emoción. Racing mejoró, se pareció al campeón argentino de 1966 y tuvo a Humberto Maschio muy inspirado. El mismo Bocha fue quien, a los 28 minutos, lanzó un remate inatajable y puso el 1-0, que se extendería luego gracias a Raffo. Los de Pizzuti supieron despertarse a tiempo, manejaron el balón y sólo sufrían con el Loco Corbatta, a quien —en tiempo de descuento— el árbitro Carlos Robles le regaló un penal inexistente. Corbatta-Cejas. Cejas-Corbatta. Dos de los máximos ídolos de Racing se enfrentaban en aquel tiro desde los 12 pasos. El wing derecho estaba ante la posibilidad de convertirle un gol al club que lo vio nacer, crecer y triunfar, y que también le había aguantado noches de parranda a cambio de que rindiera dentro del campo de juego. Robles dio el pitazo que indicaba la ejecución, el Loco fue y… ¡Atajó Cejas! La Academia se fue victorioso, con la valla en cero y con la ilusión más encendida que nunca. Al final de ese año, iba a ser el flamante primer argentino campeón mundial.

EDICIÓN DE 1968: RACING 1-1 ESTUDIANTES DE LA PLATA Aunque la Libertadores ya empezaba a ser la Libertadores, poco tiene que ver la de sus primeras décadas a la que se disputa actualmente. En aquella época, el ganador de la edición anterior pasaba automáticamente a las semifinales. Revalidar el título, a comparación de estos tiempos, era mucho más fácil. Racing, por hacerse grande en Santiago de Chile ante Nacional de Uruguay, accedió a la instancia privilegiada y debió enfrentar a un durísimo Estudiantes de La Plata.

En 1967, Racing ganó la Copa Libertadores.

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figuras Juan Ramón Verón y Carlos Bilardo. La ida fue 3-0 para los de La Plata; la vuelta, 2-0 para los de Avellaneda. Como venimos remarcando, la Libertadores de otrora no era la de ahora, con diferencia de gol y goles de visitante. La diferencia recién valía si, al término del tercer y último partido (con suplementario incluido), no se lograban sacar ventajas. Es decir que, si en la cancha de River, escenario neutral que los enfrentaba, Racing no ganaba, pasaba Estudiantes por haber hecho un tanto más que su rival en los anteriores juegos. Desde un primer minuto, Racing fue altamente presionado por el conjunto platense, que robaba el balón y salía disparado de contra. Bilardo, Manera y Malbernat, cada uno en su posición, obligaban a los creadores académicos a equivocarse. Costaba mucho crear jugadas de gol y la primera etapa se fue como quería Estudiantes. A los 30 minutos del segundo tiempo, el árbitro Ángel Coerezza expulsó a Basile (R) y Aguirre

Suárez (E) tras una pelea entre ellos, que originó que auxiliares, fotógrafos y demás personas que no debían ingresar a la cancha lo hicieran. Los últimos 10 minutos del tiempo reglamentario fueron nítidamente para Racing, que contó con un par de ocasiones para irse con la clasificación, con gol en offside del Chango Cárdenas incluido. El suplementario fue una prolongación de ese buen rato académico, pero —cuándo no— de contraataque llegó el 1-0 pincharrata, gracias a una chilena de antología de Juan Ramón Verón. El albiceleste debía marcar dos goles en los 15 minutos restantes para pensar en Palmeiras, el finalista ya clasificado. A falta de cinco, Chabay (R) y Togneri (E) se fueron expulsados por el mismo motivo que Basile y Aguirre Suárez y, dos minutos después, Poletti, el reconocido arquero platense, le cometió penal a Maschio. El Chango lo cambió por gol, pero no alcanzó para seguir soñando con el bicampeonato. Estudiantes terminó siendo el ganador de esa edición y las dos posteriores.

Juan Ramón Verón entra con todo al área de Cejas. (Foto. La Prensa)

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EDICIÓN DE 1989: RACING 2-1 ATLÉTICO NACIONAL (COLOMBIA)

EDICIÓN DE 1997: RACING 3-3 RIVER

Como en cada una de los anteriores, cada partido tiene su singularidad, su porqué. Éste, en la vuelta por los octavos de la Libertadores de 1989 ante Atlético Nacional, no es la excepción: Racing pasaba por un asqueroso presente institucional. Juan Destéfano, por entonces presidente, había presentado su renuncia luego de mil confrontaciones con la AFA. Además, para nada tenía bien administrado el club, que comenzaba a sufrir los peores años de su historia, que culminarían con la posterior quiebra. El equipo, conducido por Alfio Basile y que había sido campeón de la Supercopa el año anterior, debía superar a un duro rival colombiano. La ilusión pasaba por sus jugadores. Rubén Paz, Walter Fernández, Ramón Medina Bello y José Iglesias eran todos titulares para tratar de revertir el 0-2 en Medellín. Aunque el uruguayo no estaba en su mejor nivel físico, el Mencho fue quien se hizo cargo de la ofensiva. Desbordó siempre que tuvo la posibilidad y complicó solo a los defensores del visitante. El 1-0 llegó a los 39 minutos gracias a un rebote que capitalizó el pibe Astegiano. Quedaban 45 para lograr lo anhelado. El éxtasis llegó a los 17 de la segunda mitad, ya que —tras el enésimo desborde de Medina Bello— el Toti Iglesias puso la cabeza para el 2-0, y el corazón para gritarlo. Pero, cuando el envión debía ser para buscar el tercero y la clasificación, Racing se tiró atrás, dejó que Atlético Nacional creciera y produjo que Fillol se convierta en figura. Aguantó 25 minutos, porque, a los 42, Felipe Pérez tomó un rebote y descontó para los colombianos. Era la eliminación. Era cortar con la única ilusión que quedaba. Era caer en la pura y cruel realidad institucional. Era todo eso y más. Porque, tras la caída en la serie, Basile renunció. Atlético Nacional, por su parte, luego se convertiría en campeón.

Luego de pasar como tercero en el Grupo 2, conformado por Vélez (1°), El Nacional (2°) y Emelec (4°), Racing debió enfrentarse al último campeón, River Plate, que contaba con la dirección técnica de Ramón Díaz y su capitán era, ni más ni menos, que Enzo Francescoli. La ida se jugó en el Cilindro, el mismo estadio que cobijaba cada 15 días a Nacho González, Rubén Capria y el Chelo Delgado, entre otros. Aunque la figura de aquella noche no era una persona física. Esa noche, los hinchas académicos desplegaron lo que hasta ese momento era la bandera más grande del mundo, con una superficie de 187 por 40 metros y 28 mil dólares de costo. “Más allá de la lógica, más allá de la razón, te entrego mi vida y mi corazón”, rezaba el sorprendente telón. Hubo otra figura, ésta sí jugador: Claudio Úbeda. Es que el Sifón ya había demostrado a los dos minutos de juego, cuando puso el 1-0 con un excelso cabezazo, que venía bien encendido. La fórmula era simple: centro de Capria, cabezazo de Úbeda. River se llevó química a marzo y lo sufrió. Sin embargo, la calidad de sus futbolistas generó que sea un verdadero partidazo, propio de la Copa Libertadores. A los 12, Julio Cruz habilitó a Gallardo y se puso el 1-1. Tras no poder conectar en el juego, Capria, a los 36, envió un nuevo centro de tiro libre, Úbeda volvió a ganar con un testazo y quien la empujó —también de cabeza— fue Gastón Córdoba. Un 2-1 que no iba a durar nada, ya que dos minutos después empató Francescoli de penal y lo dio vuelta Monserrat (44 minutos), tras una nueva asistencia al mejor del Millonario, Julio Cruz.

El telón más grande del mundo hasta ese momento, estrenado en el 3-3 ante River Plate.

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El segundo tiempo fue decididamente todo de Racing. Apareció Delgado, se asoció Córdoba, Vilallonga entró en juego y Capria seguía dando clases de zurda. El Chelo avisó a los 16 minutos con un tiro que partió el poste, aunque el empate llegó un rato después, a los 33, con un nuevo tiro libre del Mago que llegó a la cabeza de Úbeda cuando Bonano fue claramente a cazar mariposas. Fue 3-3. Partidazo, muchísimo más abierto que la vuelta, que terminó 1-1 y dio a Racing como ganador en los penales. Los dirigidos por el Coco llegaron hasta las semifinales, en donde cayeron ante Sporting Cristal. Pero, una noche del Cilindro, ante tremendo telón que se desplegaba entre los fieles, tuvo a un Sifón que decidió ser héroe.

EDICIÓN DE 2003: RACING 1-1 UNIVERSITARIO (PERÚ) En una Copa en donde el equipo se fue invicto y tuvo grandes rendimientos, podría decirse que es medio raro que elijamos el partido ante Universitario, sobre todo porque la actuación de un conjunto que lucía seguido no fue la mejor. El motivo fue el contexto. Aquella noche no era una más, sino que se cumplían 100 años de existencia del Primer Grande. Aquella institución que arrasó en el amateurismo, fue la primera argentina campeona del mundo, estuvo muchos años sin títulos y hasta quebró, cumplía 100 abriles. Y eso había que festejarlo, porque lo peor ya había pasado y soñaban con un futuro mejor. “De la mano de Merlo salimos campeón, de la mano de Merlo salimos campeón. Con Ardiles no paramos hasta Japón”, era el himno de aquellas 60 mil almas que habían llegado cinco horas antes para presenciar todos los festejos, que tuvo un partido de glorias de Racing ante el Resto del Mundo, con la figura resonante del “Pibe” Carlos Valderrama. En La Academia, todas glorias. Cejas, Fillol, Martín, Wolff, Walter Fernández, Ramón Medina Bello, Gustavo Costas y Juan Ramón Carrasco, entre otros, eran partícipe de este equipo, con la dirección técnica de Pizzuti y Maschio. Aunque, sin dudarlo, los flashes se lo llevaron

un uruguayo y un santiagueño: Rubén Paz y Juan Carlos Cárdenas. Los dos entraron en el segundo tiempo y se lucieron de lo lindo. La gente se babeaba. El Racing glorioso goleó 3-0 con tantos de Medina Bello, Rubén Paz y el Chango. ¡Sí, el Chango hizo un gol en colores! Y vaya qué golazo. Si hasta hubo algún loquito que pedía que se quede unas horas más a ver si entraba ante los peruanos. Fue todo alegría, todo ese olor a volver a nacer. ¿El partido? Aburrido. Racing fue mejor que un defensivo Universitario. Se puso en ventaja gracias a Milovan Mirosevic pero se lo empató rápidamente Wilder Galliquio. Ese equipo racinguista mereció mejor suerte que quedarse afuera en octavos ante América de Cali. Se fue invicto, con un gran caudal de juego. ¿Saben quién ingresó en el segundo tiempo aquella noche? Un tal Diego Milito, quien este 2015 comandará a la tropa en busca de la segunda estrella americana. Estamos en buenas manos.

Diego Milito es el único jugador que repite desde la última copa, en 2003.

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Las proezas de Tito Con más de 100 goles y cinco títulos en su haber, se convirtió en uno de los máximos ídolos de Racing. Como jugador, supo salir campeón con una delantera histórica junto a su amigo Corbatta. Como entrenador, conquistó América y pintó el mundo de celeste y blanco por primera vez con un equipo revolucionario, para cargar orgullosamente sobre su espalda la gloria grande de la Academia. Sencillamente único, Juan José Pizzuti.

por LAUTARO Negri

l griterío se hace sentir en la tarde de Barracas y parece que no va a culminar pronto. Los chicos aprovechan la luz del sol antes de que se apacigüe para seguir corriendo detrás de la pelota con inocente despreocupación, envidiada hasta por los más grandes que desearían despojarse de sus responsabilidades. Las puertas enrejadas ubicadas en la mitad de la cuadra se abren para dar lugar a un hombre de pantalón largo y abrigo. La pelota corre y golpea uno de sus zapatos; una reacción inconsciente hace que no pueda evitar pararla con la suela y darle un pequeño puntapié hacia donde vino.

¡Se suspende el partido, invaden la cancha! – dice con una sonrisa ingenua en su cara. Los pequeños que lo rodean intentan adivinar quién es a medida que camina hacia el centro de la Plaza Colombia con los brazos levantados. Lo miran detenidamente pero no logran reconocerlo. Si supieran que la persona que está sentada ahora en ese banquito es una gloria del fútbol argentino, otro sería su comportamiento. Pero aún no lo saben. Tal vez, más de grandes, conocerán las proezas de Juan José Pizzuti.

…

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En la discusión pertinente que se hacen los hinchas del Racing Club de Avellaneda sobre quién es el mayor ídolo en los casi 112 años de existencia, sin lugar a dudas el nombre del hacedor del famoso “Equipo de José” se repetiría varias veces. Un entreala derecho (vendría a ser un volante ofensivo actual) que comenzó su carrera en Banfield en 1946 y que luego de vestir los colores de River recalaría en el equipo de Avellaneda en 1952. En las primeras tres temporadas en el club no pudo conseguir ningún título, aunque en 1953 se convirtió en el máximo anotador del torneo con 22 goles junto a Armando Benavídez (San Lorenzo), un logro que había alcanzado en 1949 cuando marcó 26 tantos para el Taladro, al igual que el entreala izquierdo campeón con Racing, Llamil Simes. Después de haber sido transferido como préstamo a Boca en 1955, un año más tarde tendría una segunda etapa más fructífera con Racing al conseguir los campeonatos de 1958 y 1961, cuando integró uno de los ataques más furiosos del fútbol criollo. -Tantos jugadores buenos pasaron a mi lado, pero sin duda siempre voy a recordar cuando formaba con Corbatta, Manfredini, Sosa y Belén. Nos entendíamos bárbaro.

Y como si fuera poco, también tuvo la oportunidad de jugar 12 partidos con la Selección y ser campeón sudamericano en 1959, con una marca de 4 goles. Uno de sus tantos lo anotó en el 1-1 del último partido frente a Brasil, que tuvo a Pelé como goleador del certamen y quien marcó el gol para los campeones mundiales de 1958 en aquel encuentro. Pero su ciclo auspicioso en la Academia terminó bruscamente. Una pelea con el presidente Sigfredo Sisco mostró la confrontada relación que había entre ellos y terminó con Tito fuera de Racing. -Nosotros íbamos a jugar un gira por Centroamérica, pero no nos quería dar los viáticos. No nos quiso dar nada. Finalmente, desembarcó nuevamente en el club de la Ribera, donde ganó el torneo de 1962

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y culminó su larga carrera un año después tras 17 temporadas. Los números finales de Tito como jugador hablan por sí solos: 349 partidos jugados, 182 goles y tres títulos en Primera División, sumado a la Copa América que levantó con el seleccionado nacional. En Racing jugó 215 partidos, ganó 2 torneos locales y marcó 118 goles, transformándose en el cuarto goleador histórico del club y el segundo en el profesionalismo, detrás del rosarino Evaristo Barrera. -De joven era un fenómeno. Ahora agarro una pelota y me caigo. Igual tengo 87 años y sigo jodiendo - dice socarronamente.

…

gentino. Fue un invicto de 39 partidos que le permitió a Racing subir ese año hasta la 5º posición y se extendió hasta la 26º fecha del torneo de 1966, cuando la Academia perdió 2-0 contra River en su visita al Monumental. De todas formas, “el Equipo de José” se consagraría campeón con una marca de 24 victorias, 13 empates y tan sólo una derrota. -Si no perdíamos ese partido, hubiésemos dejado un récord que en la puta vida lo iban a batir. Sin duda marcamos una historia en el estilo de juego. Para poder lograr el funcionamiento que quería, Tito debió meter mano desde el principio.

Luego de haberse retirado en Boca, siguió perteneciendo al universo futbolístico, pero esta vez desde el banco de suplentes. Primero tuvo un paso por Chacarita para después formar parte de la dirección técnica de la Academia, donde dejaría una huella imborrable que terminaría de convertirlo en ídolo.

-Cuando asumí, Basile jugaba de centro half. Era grandote, lento. Le pregunté cómo podía jugar ahí si no podía ni darse vuelta y lo cambié de 6, donde jugaba el ‘Panadero’ (Díaz) que lo corrí a la punta. Tenía un ímpetu impresionante. Comparado con él, los marcadores de punta de ahora no sirven.

Llegó a Racing como entrenador en la segunda rueda del campeonato de 1965, con un equipo que rondaba de la mitad de tabla para abajo. Tuvo un debut auspicioso con un 3-1 a favor contra River, luego perdería con San Lorenzo por 2-0 y a partir del empate 1-1 con Atlanta en su tercer encuentro comenzaría a forjar un récord que duraría por más de 30 años en el fútbol ar-

Con este nuevo dibujo, por el cual Perfumo también había cambiado su posición como volante por izquierda para jugar de 2, Pizzuti se encargó de transmitirles sus ideas futbolísticas que había planeado para el equipo: una aceitada rotación y un ataque incisivo pero ordenado. Sin embargo, Tito va más allá de los conceptos:

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-No teníamos a los mejores jugadores, pero se formó un grupo bárbaro. Entrábamos a la cancha y éramos todos amigos. Nadie daba ni dos mangos por nosotros. El punto más fuerte fue la fortaleza que nos permitió ganar casi siempre de visitante y mantenernos arriba. Ese mismo orgullo que muestra al hablar de su equipo lo demostró al encargarse de que los jugadores cobraran después de cada partido, a pesar de que el club no estaba bien económicamente y la situación del país era difícil. Aunque tampoco se olvidó de la disciplina a la hora de manejar el grupo. -Los jugadores no concentraban, eso era muy valorable. Claro que les mandaba dos vigilantes a sus casas a las 10 de la noche; si no estaban, no jugaban.

A base de talento y mucho trabajo, el “Equipo de José” logró meterse en la historia grande de Racing a través de su rendimiento que dejó cifras impensadas para aquel entonces. Para obtener el torneo de 1966, la Copa Libertadores más larga de la historia en 1967 y

consagrarse campeones del mundo frente al Celtic, se jugaron 60 partidos, de los cuales Racing sumó 39 victorias, 17 empates y tan sólo 4 derrotas. Números que parecen hoy muy lejanos para el fútbol local y que inflan el pecho de Tito.

… Después de la época dorada vivida en la década del 60’, Pizzuti tuvo 3 etapas más como estratega de la Academia. Y así como la vida te hace tocar el cielo y después rozar el infierno, el fútbol hizo que Tito sufriera algo inesperado. En 1983, Racing se encontraba en las últimas posiciones sufriendo por los promedios, mendigando puntos que lo salvaran de la caída inminente. En este contexto, después de que varios se negaran a dirigir al equipo, llegó Pizzuti para intentar levantar cabeza, pero el descenso fue inevitable. -Nadie quería agarrar el club y fui yo por boludo, por ser de Racing. Cuando el jugador no se tiene confianza, es muy difícil revertir la situación. Sin embargo, la gloria de Tito no se manchó. Además de ser reconocido como personalidad destacada del deporte por la legislatura porteña en el 2012, Racing le otorgó la posibilidad de ser representante oficial del club y lo nombró socio vitalicio y honorario. Los hinchas también cobijan a su ídolo con un recibimiento afectuoso cuando participa de las jornadas de algunas de las tantas filiales desparramadas por todo el país. -Las filiales son bárbaras, te reciben muy bien. El aspecto social del club es para destacar. El cariño de la gente es inagotable y es por eso que ahora recibe el saludo de un hombre canoso que lo ve sentado en el banco y lo reconoce. Tito responde con una sonrisa radiante porque sabe que cada vez que visite el Cilindro que lo vio brillar, su corazón volverá a tener las caricias de siempre.

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Historias con el Loco D

entro de las anécdotas que Tito trae consigo, hay un personaje en común que se repite. Éste es Oreste Osmar Corbatta, conocido como “el Loco” y apodado “el Arlequín” por el mismo Pizzuti que lo recuerda con cariño. Le dabas la pelota y no sabía nadie qué iba a ser, ni siquiera nosotros. En un partido amistoso que íbamos ganando fácil contra unos uruguayos, subió al ataque, después fue para atrás, pasó por nuestro arco, volvió a cruzar la mitad de la cancha y tiró el centro. En ese momento, nos miramos todos y nos preguntábamos “¿Éste a dónde va? ¿Está loco?”. Tenía esas cosas de pícaro que eran únicas de él. Esa misma picardía fue la protagonista de otra de sus historias junto a Corbatta en un partido que Racing ganó por 11 a 3 contra Ro-

sario Central, la mayor goleada histórica del club en el profesionalismo.

A los veinte minutos ya íbamos ganando 3 a 0. Antes que se terminara el primer tiempo, nos empatan y se escuchaba a la gente que nos quería matar. Después en el segundo tiempo nos pusimos adelante otra vez: 4-3, 5-3, 6-3, 7-3. En eso nos cobran un penal y veo que agarra la pelota “el Loco”. Me pongo al lado de él y le digo que hablara con el arquero así se la tapaba porque ya se había acercado uno de ellos a decirnos que se la tirara a las manos y que nos pusiéramos en lugar de ellos. Va, habla con el arquero, vuelve para atrás, toma carrera, patea y se la mete. Le pregunté qué le había dicho y me contestó que se lo iba a patear a la izquierda. Le dije “Pero se lo pateaste a la derecha”. Era un loco…

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Nostradamus en Mar del Plata “La situación de Racing es completamente distinta. Se puede ver prosperidad en el horizonte. Pero nunca está de más recordar qué somos y qué fuimos, y tal vez reconocer a alguien que dio más de lo esperado de sí en un momento complicado.”

por Matías Bauso

1984. Una marea de jugadores había llegado al club. Algunos con célebre pasado como Squeo y Brindisi. Otros, ignotos. Entre la casi veintena de nombres estaba el de Jorge Traverso, un experimentado arquero que conocía la categoría; había atajado durante años en Nueva Chicago. De los refuerzos fue el de mejor rendimiento. Rulos apretados, el buzo gris a bandas horizontales de diferentes tonalidades, el pantalón corto, ajustado, a la vieja usanza. Perfil bajo y unos reflejos excepcionales. Todos los partidos tenían una atajada imposible de Traverso. Ese campeonato debe de haber batido récords de pelotas sacadas en los ángulos. El equipo atacaba desenfrenadamente y dejaba hectáreas de campo sin cubrir.

Los centrales (a partir de una grave lesión de Costas) no eran confiables. O, tal vez, sí. Quizás a esos centrales uno podía contarle algún secreto y sabría que no sería divulgado. O si se les prestaba plata, la devolvían en seguida. En realidad, el problema no era de confiabilidad. Era de calidad futbolística. Eran lentos y malos. Traverso, entonces, con elegancia y eficacia, debía aparecer para evitar que los esporádicos ataques rivales se convirtieran en goles. Su debut no fue el mejor. Voy a ser preciso: fue pésimo. Torneo de Mar del Plata. A pesar del descenso, Racing fue invitado. El rival era San Lorenzo. Nos pusimos dos a cero arriba. Duró poco. San Lorenzo empató con bastante esfuerzo. Una nueva frustración: ventaja de

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dos goles que se diluía como tantas otras veces. Se jugaba tiempo de descuento, cuando la pelota ingresó inofensiva, a media altura, al área de Racing. Un pase largo de un mediocampista del Ciclón, sin destino. O sí. Con un destino inexorable: las manos de nuestro arquero. El delantero más cercano de San Lorenzo se encontraba a siete u ocho metros. Traverso, con trote elegante, llegó hasta el punto del penal y se dispuso a embolsar la pelota que caía mansa en el área deshabitada. Pero ésta rebotó misteriosamente y salió hacia un costado con una fuerza inusitada. Traverso abrazó con firmeza el aire y sus manos vacías golpearon su pecho. La pelota, embrujada, cayó en los pies de un rival parado fuera del área. Sólo acomodó el borde interno de su pie. Picó al menos tres veces antes de entrar al arco deshabitado. Tres-dos abajo. Recuerdo que vi el partido en la casa de mi abuela. En un ITT 27 pulgadas. Con mi hermano. La ilusión destrozada. “Es sólo un amistoso”, dijo la abuela. Después, su frase de siempre: “Ustedes sufren y ellos son los que ganan la plata”.

De nuevo, el dolor. Era una profecía. Moderna. Televisada. El orgullo de Mc Luhan. Signo de los tiempos. Ahora, los anuncios proféticos no eran dados por enviados divinos, ni presentados en complejas estrofas de versos pareados. No había nada que desentrañar. No se requerían exegetas. El mensaje era enviado a través de un muy buen arquero de rulos rockeros y bigote policial. Esos noventa y dos minutos, con pérfida precisión, anticiparon nuestro año. Traverso no se equivocó. Sus habilidades en el arco le hubieran impedido cometer tal torpeza. Además de atajar fenomenalmente, era muy amable. Nos avisó. “Esto es lo que viene muchachos”, nos dijo. Ventajas de la modernidad: la profecía fue televisada para todo el país.

Pero nosotros (mi hermano, yo y los demás hinchas de Racing) no sólo sufríamos por esa victoria segura que en pocos minutos mutó en derrota habitual. Esos partidos contra los grandes eran para nosotros la posibilidad de reparar el orgullo desvencijado. Para los rivales eran meros partidos preparatorios. Pero este encuentro tuvo otras connotaciones. No era un mero paso en falso (en el abismo se cae, no se camina, no se dan pasos). Era, lo vimos en ese momento, un anticipo de lo que estaba por venir. Un resumen en noventa y dos minutos (el tercero lo hicieron en tiempo de descuento) de nuestro —primer— año en la B. Ese partido, un amistoso de verano, para probar nuevas caras, con las piernas entumecidas por la pretemporada, contra un rival superior y desganado, contuvo prolijamente, con un orden sorprendente, la progresión del desastre que se avecinaba. Los nervios, la incertidumbre, la esperanza, el manejo de la ilusión, otra vez la incertidumbre, la derrota final. La decepción.

Nostradamus

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Racing Positivo Desde el semestre pasado que el club atraviesa por momentos opuestos a los vividos en los últimos años. El desafío es que el título obtenido sea un punto de partida para que el Primer Grande siga creciendo.

Milito festeja su segundo gol en la Libertadores 2015, ante Guaraní.

por Brian Aizenberg

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En el verano, Racing goleó a Boca, le ganó a Vélez y se llevó el clásico de Avellaneda.

iego Cocca se encargó de transmitir una onda expansiva desde el primer minuto en Racing. La llegada de un símbolo como Diego Milito colaboró para que esa idea pueda cristalizarse. Racing Positivo no es solo una intención; es una manera de pensar, de creer y de vivir. Desafiando la Ley de cargas, el pensamiento positivo logró atraer otro positivo. El contagio de adentro hacia afuera del campo de juego, sumado al trabajo, hizo que la Academia atraviese el mejor presente tras muchos años de adversidades. Lejos de relajarse luego del título obtenido en el segundo semestre del 2014, Racing se propuso seguir cosechando triunfos durante la pretemporada. Tal es así que se quedó con la Copa Ciudad de Mar del Plata —goleada a Boca y triunfo por la mínima ante Vélez— y Ciu-

dad de Avellaneda contra el clásico rival. Este equipo consiguió que ganar sea una costumbre, pero siempre hay nuevos objetivos para seguir creciendo. Los jugadores no se relajaron por salir campeones, sino que entendieron que eso es sólo el comienzo. Potenciar al equipo campeón no resultó una tarea sencilla para los dirigentes. Tras las partidas de Gabriel Hauche y Adrián Centurión, el mercado de pases se centró en los reemplazos de dos piezas claves. La Academia perdía desequilibrio y a su jugador número 12. Hasta el momento, Washington Camacho, el mejor futbolista de Defensa y Justicia en sus primeros seis meses en la máxima categoría del fútbol argentino, resultó la incorporación más provechosa. El mediocampista se insertó rápidamente en la

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estructura táctica del conjunto de Cocca, ganándole la pulseada al jugador por el que se hizo la inversión más fuerte y que aún no pudo demostrar el potencial que se le vio en Cerro Porteño: el paraguayo Oscar Romero.

Los de Cocca arrancaron la máxima competencia sudamericana a nivel de clubes con el pie derecho. Ya en las primeras dos jornadas se aseguró el primer puesto y una ventaja de goles a favor que será clave en caso de una merma futbolística en el desenlace de la fase de grupos. Quedó demostrado que el estilo de Racing es copero y puede dar sus frutos, tanto en el Cilindro como fuera de casa.

Bou, el arma letal académica.

Una de las nuevas metas es ser protagonista en las dos competencias de este semestre. Luego de 12 años sin jugarla, está claro que la Copa Libertadores es la prioridad, pero el torneo local tampoco puede ser dejado de lado, ya que una buena base de puntos significaría que en la segunda parte del año se pueda cumplir el objetivo de continuar en los primeros planos. En este sentido, la jerarquía natural y lógica diferencia al conjunto titular del alternativo, más allá de tener el mismo modelo de juego. Hasta acá solo se vieron buenas intenciones, aunque cabe destacar que falta trabajo y minutos en cancha para compararlo con un equipo que viene de salir campeón.

—Milito hay una solo—. La presencia de Diego en la cancha es clave. Jerarquiza a sus compañeros, posee una lectura de partido como ningún otro en el plantel, maneja los tiempos del balón con claridad, hace fácil lo difícil y ordena al equipo dentro del campo de juego. Tal es así que a la Academia le ha costado sumar de a tres cuando se ausentó por lesión o para preservarlo físicamente y sólo lo hizo ante Temperley.

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En cuanto a cuestiones tácticas se puede observar la intención de jugar a lo que pretendía Cocca cuando llegó al club. Un fútbol ofensivo con salida limpia desde el fondo y por abajo; un equipo que maneja los tiempos con mayor posesión del balón hasta encontrar la chance de acelerar la jugada y golpear. Ese es el desafío de este Racing 2015. Agregarle variantes a su juego, sabiendo que arriba cuenta con un potencial difícil de parar. Racing Positivo es precisamente Gustavo Bou, el mejor atacante del fútbol local de la actualidad. La sociedad con el Príncipe crece partido a partido a base de goles y buenos movimientos. Ya no sor-

prende el rendimiento del hombre de Concordia quien, con un exceso de confianza tremendo, ahora trasciende la frontera argentina y despertó la atención a nivel sudamericano y europeo. La Pantera es un ejemplo de superación, humildad y fe. Esto es Racing Positivo. Se cambió el chip por uno positivo para que no vuelvan a pasar ciertos ejemplos que no valen la pena ni recordar. A seguir disfrutando con y del campeón. —Siempre estuvimos en las malas, las buenas ya van a venir—. Las buenas ya llegaron y de todos (dirigentes, cuerpo técnico, jugadores, socios e hinchas) dependerá que se queden por un largo tiempo.

Entre Paladar y Paladar: Conocé lo que se le viene a Racing desde la publicación de este número hasta el próximo en el mes de mayo”. Fixture Racing Club - Torneo Primera División 2015 Fecha 5

Racing Club

vs.

Colón

Fecha 6

Defensa y Justicia

vs.

Racing Club

Fecha 7

Racing Club

vs.

San Martín de San Juan

Fecha 8

Estudiantes de La Plata

vs.

Racing Club

Fecha 9

Racing Club

vs.

Huracán

Fecha 10

Aldosivi

vs.

Racing Club

Fecha 11

Racing Club

vs.

Lanús

Fecha 12

River Plate

vs.

Racing Club

Fixture Racing Club - Copa Libertadores 2015 - Grupo 8 Fecha 3 10 de marzo 21.15 hs.

Racing Club

vs.

Sporting Cristal

Fecha 4 17 de marzo 19.45 hs.

Sporting Cristal

vs.

Racing Club

Fecha 5 7 de abril 19.00 hs.

Guaraní

vs.

Racing Club

Fecha 6 14 de abril 21.15 hs.

Racing Club

vs.

Deportivo Táchira

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NOTA DE TAPA

“La Libertadores es mi último sueño” Sebastián Saja sueña, y lo hace pleno de confianza en sus compañeros. Sueña pero se aleja de las grandes estridencias y los títulos demagógicos porque su experiencia le dicta eso. En esa disputa entre el soñador y el experimentado, el vigente y el que piensa en un futuro, el “Chino” recibe a Paladar Académico en una nota imperdible. por Cristhian Flores

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a entrevista estaba pactada para las cuatro de la tarde, y el sub capitán de Racing estaba ahí con la misma puntualidad con la que sale a descolgar un centro y abortar cualquier peligro. Primer detalle que sorprende. Desde el departamento de prensa nos dicen que se tomó el tiempo de mirar nuestros trabajos anteriores a la hora de acceder a la misma, cosa que no es habitual, siendo ya dos los detalles llamativos. Lo que no sorprendió de Sebastián Saja fue la claridad de sus conceptos, esos a los que aún se les siente el olor a césped fresco de su sólido presente; pero que también marcan que tenemos en frente a un futuro entrenador, a un actual líder y un referente positivo con voz autorizada para analizar todos los aspectos del club y el fútbol que lo apasiona.

¿Cuáles son las diferencias que notas respecto de los entrenadores en todo este tiempo en Racing? Ha habido de todo tipo de metodologías de trabajo, edades, trayectorias y pergaminos. Algunos ídolos del club y otros que venían a dirigir por primera vez un equipo grande. No existe la receta para saber por qué a veces las cosas funcionan y a veces no, pero me parece que es fundamental el armado de un grupo, que es lo que se ha hecho el año pasado. Con la llegada de Cocca y muchos jugadores que vinieron en junio hubo un rápido reconocimiento, un feeling especial de entrada, y los resultados llegaron antes de lo que uno cree que te pueden tardar en llegar cuando empieza un proyecto nuevo.

Y los jugadores que vinieron te sacaron presión en cuánto al liderazgo del grupo… Sí. Antes tal vez uno estaba un poco más sólo en ese sentido de liderar un grupo de jugadores jóvenes; y se ha formado un grupo bastante equilibrado en cuanto a edades, donde ya no están los menores de veinte y los mayores de treinta. Con Diego (Milito) nos hemos repartido muchísimas cosas grupales y responsabilidades deportivas.

Da la casualidad que, de esos chicos menores de veintidós hoy ya no están. ¿Cómo los viste en Europa? Bien. Obviamente uno trata de seguir su trayectoria porque son jugadores surgidos en el club; y ellos también están muy pendientes de lo que sucede acá. Me parece que tienen un futuro enorme por delante. Lo de Vietto está siendo algo muy importante en Villareal; Rodrigo que se está adaptando en Valencia; a Zuculini le costó un poco más jugar, a Valentín también, pero son jugadores con unas condiciones bárbaras. Es una lástima que no hayan podido vivir este momento, que no hayan podido disfrutar de esto que se logró, pero también tendrán su tiempo para volver. ¿Te sacaste un peso de encima con el campeonato? Era algo que soñé desde que llegué al club, no era un peso para mí. Más bien cumplí un sueño. No me quería ir sin salir campeón aunque sabía que era muy difícil porque han pasado muchísimos jugadores y se han tenido que ir sin hacerlo. Solamente una minoría, los últimos años, han tenido esa chance y quería ser parte de la historia. De la única manera (en los equipos grandes) para realmente formar parte de la historia es ganando algo, y gracias a Dios se me dio. Justamente vos debutas reemplazando a Campagnuolo, un ídolo de Racing, de esa minoría... Sí, para mí es un honor pertenecer a ese grupo selecto de arqueros que han salido campeón con el club. A Gustavo le tengo un gran aprecio, fue uno de mis compañeros de los cuales más aprendí. Yo debuté el día que a él lo expulsan en cancha de San Lorenzo (derrota 0-1 ante Vélez en el Apertura 2000); después él tuvo la oportunidad de venir a Racing y ser campeón. Ahora me toca a mí, es una coincidencia y algo para intentar que no se vuelva a repetir. Que el próximo arquero de Racing sea surgido en las divisiones inferiores.

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En ese sentido, ¿cómo lo ves a Musso? Muy bien, le veo muchísimo futuro. Creo que está capacitado para ser el próximo arquero de Racing. Tiene que seguir trabajando y creciendo, tener paciencia para esperar su oportunidad y prepararse para cuando le llegue.

“No me quería ir del club sin ser campeón.” ¿Qué concejo le das día a día? Sobre todo eso, hablarle de la paciencia porque todavía no le ha tocado debutar en Primera. Lo viene haciendo bien en Reserva. Que se prepare porque, en este puesto es así. Parece que no vas a jugar nunca, y de un domingo a otro estás debutando. Tiene que estar preparado y muy bien entrenado. Por sobre todas las cosas, seguir mejorando cada día. Yo tengo 35 años y sigo mejorando con cada entrenamiento. Momento de la retrospección. Momento de volver tras los pasos de Sebastián Saja,

de repasar aciertos y errores de una carrera deportiva que va camino a cumplir 15 años en Primera División. De San Lorenzo a Europa, de Europa a Racing y el sueño trunco de la Selección Nacional. ¿No haber ido al Mundial es una espina para vos? Yo siempre tuve claro que era muy difícil porque nunca había tenido la chance en el ciclo de Sabella. Cuando uno no se ilusiona tanto es como que después no se decepciona, y eso fue lo que me pasó. Pero vos crees que el nivel lo tenías como para haber disputado una chance... Yo considero que mis mejores años, en cuánto a continuidad en el tiempo, los tuve acá en Racing. He tenido buenos momentos en otros equipos, pero me parece que, desde que me tocó llegar al club hasta el año pasado que puedo haber tenido un par de errores en partidos consecutivos, siempre mi nivel había sido parejo. Por ese lado uno podía llegar a pensar que podía llegar a tener la chance, atajando en un equipo grande como es Racing, pero ya después veía pasar las convocatorias

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y se daba cuenta que iba a ser difícil que el técnico cambiara a los arqueros que fueron al Mundial. ¿Cómo evalúas tu paso por Europa? Estoy contento en algunos aspectos: en haber jugado con figuras como Roberto Baggio en Brescia, o Rivaldo en Grecia. Después creo que me costó tener continuidad tanto en Italia como en España, me faltó afianzarme y puedo decir que no fue bueno mi paso pero fue una linda experiencia. Además ibas después de ser campeón con San Lorenzo... Venía de ganar todo y estar convocado a la Selección. Me voy al Brescia, donde no tuve continuidad; para completar ese año de contrato me voy seis meses al Rayo Vayecano donde terminamos descendiendo. No me arrepiento de las decisiones porque siempre las tomé yo. No es fácil estar feliz durante toda la carrera. Dentro de lo que fue toda mi carrera que llevo casi 15 años, un año y medio donde no me fue bien, no está mal.

“El Chino” es, junto a Diego Milito, el único jugador del plantel que disputó la Copa Libertadores de América. En 2007, jugando para Gremio de Porto Alegre, disputó la recordada final ante el Boca de Miguel Ángel Russo, donde Riquelme sería figura excluyente para quedarse con el título. No obstante, el arquero se dio el gusto de ganar la Copa Mercosur 2001 y Sudamericana 2002, ambas con San Lorenzo.

¿Qué le podes aportar a este equipo de tu experiencia Copera? Somos un equipo que, en su gran mayoría de jugadores, no tienen la experiencia de jugar torneos internacionales. Es algo distinto a lo que es el torneo local, la gente lo vive distinto, algo cambia; y lo mismo nos pasa a los jugadores. Más que nada transmitir las experiencias, que la Copa siempre es muy difícil por los rivales, árbitros, canchas y entornos distintos a los que uno está acostumbrado. En las instancias decisivas los detalles te dejan afuera, en cambio, en el torneo local tenés la posibilidad de revancha. Busco transmitir eso y que ellos también vayan haciendo su propia experiencia.

¿Está en la cabeza del jugador el tema de las prioridades en cuanto a Copa o Campeonato? La verdad, nosotros no planeamos eso. Nos hemos propuesto disputar cada compromiso al máximo; estar a disposición del entrenador y después definir. Obviamente que, cuando más rápido se pueda conseguir la clasificación a la siguiente ronda de Libertadores, mejor, porque tal vez se puede alternar algunos jugadores. Pero no decimos que la prioridad es la Copa, queremos jugar todos los partidos y cada uno se enoja cuando lo dejan afuera, y eso está muy bueno.

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¿Racing ganó en calidad con los refuerzos?

“Tenemos características importantes para un equipo de Copa Libertadores.”

Creo que, si han llegado al club, es porque han hecho las cosas muy bien. El club ha sido criterioso en la búsqueda de refuerzos, se buscó en los puestos que necesitáramos y no se trajo porque sí. Se nos han ido jugadores muy importantes para el equipo, como lo eran Hauche y Centurión; y han venido jugadores a reemplazarlos. Tuvo un gran arranque Camacho, y de a poco se le irán dando oportunidades también a Brian Fernandez como Nuñez y Romero. Lo más importante es que hoy tienen un equipo que los va a respaldar.

Y, en cuanto al funcionamiento, ¿notás una mejoría con respecto al semestre anterior? Sí, se va evolucionando. Ya desde el verano hasta el último partido, venimos haciendo lo que intentamos: Seguir creciendo como equipo y no quedarnos con lo obtenido. La exigencia del semestre es mayor, entonces, nuestra exigencia en el rendimiento también es mayor. Creo que es un equipo que se entiende y juega mejor. Más allá de seguir siendo efectivo, tiene más generación y elaboración de juego.

La polémica acerca del récord de minutos de imbatibilidad en la Historia de Racing la instaló el chico Cervi, de Rosario Central. ¡Cejas!, dirán algunos. ¡Saja!, vociferan los contemporáneos. ¡Croce! los fundamentalistas del reconocimiento del amateurismo. Todos tienen razón: El primero es récord en el profesionalismo; el segundo en partidos consecutivos; y el último en toda la historia del club. 31

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Por características, este Racing parece un equipo copero. ¿Lo ves posible?

¿Cómo tomaste el episodio de las banderas?

La Copa no es fácil. A veces uno piensa que tiene un equipazo para ganarla y te terminás quedando afuera en primera ronda o instancias prematuras; a veces parece que tenes un equipo normal y haces una gran Copa. A mí me parece que tenemos un muy buen equipo y un muy buen grupo. Tenemos características importantes para un equipo en Copa Libertadores, como una localía fuerte, un equipo que juega bien de visitante, que hace muchos goles y sólido atrás. Decir que tenemos para ganarla, asimismo uno lo sienta, es difícil, pero no tengo dudas que Racing tiene un equipo a la altura de la competencia y que daremos cada uno lo mejor para llegar a instancias lejanas.

No me molestó, aunque no voy a decir que uno no le prestó atención. Uno las críticas las acepta, pero no le di importancia porque el hincha de Racing siempre me ha brindado mucho apoyo. A mí me pone mucho mejor el apoyo de muchos hinchas que este tipo de manifestaciones de pocos. Llevando muchos años en un club como Racing, y más en mi puesto, es imposible no ser criticado porque es im-

Un último repaso del sueño cumplido para luego expresar el último por cumplir. El momento crítico del campeonato obtenido, la importancia del mensaje y del trabajo del entrenador, y la convivencia con Gustavo Bou en el auge de las críticas para con el delantero que se convirtió en el ídolo de Mateo, el hijo mayor del Chino.

“Gracias por enseñarnos a ser buenas personas, a ser profesionales y llenarnos de consejos y experiencia para lo que venía, por poner el pecho en cada situación mala y dejar la vida por cada uno de nosotros, por hacer lo que haces día a día sin que nadie se entere porque no te importaba ganarte el cariño con gestos te lo ganaste en la cancha y tranquilo amigo que los muy pocos que ayer fueron injustos con vos son los que pedían a gritos que estés en la selección, yo tengo memoria y por eso te digo GRACIAS CAPI” Eso posteó en su cuenta de Instagram Rodrigo De Paul, desde Valencia, el día después de la derrota de Racing ante Lanús, el día de las famosas banderas en contra del “Chino” y el cuerpo técnico. Al líder lo reconocen los compañeros…

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posible no equivocarse tanto tiempo. En ese momento intenté hacer lo de siempre, trabajar y superarme. Las superé gracias a que tuve siempre en claro el apoyo de mis compañeros, de la familia y del hincha. ¿Cuál fue el mensaje de Cocca en ese momento crítico del equipo después del clásico y hasta el partido con Boca? Básicamente, que lo de afuera no nos destruya. Tratar de hacernos fuertes, apoyar más que nunca al compañero y proteger a los que eran más criticados. En el fútbol a veces podes sacarlo adelante, y a veces no. Por suerte nosotros pudimos revertirlo con victorias y eso terminó dándonos el campeonato. También nos hacemos fuerte en los momentos como este, de elogios, porque uno tiene que tratar de no confundirse. Cuando la crítica o el elogio son desmedidos, hace tan mal perder como ganar. Hay que tener equilibrio, y a eso apuntamos. Y el más resistido era Bou, que ahora es héroe... ¿Cómo fue vivir eso con él? Es una de las tantas cosas que tiene este deporte. Aparte le tocó entrar en el peor momento del equipo y cuando más criticado era. Todo este reconocimiento tiene un valor

mucho más grande para él todo este reconocimiento, pero cuando nosotros lo veíamos trabajar, sabíamos de sus condiciones y que en algún momento iba a empezar a cambiar críticas por elogios. Claro que era impensado este presente, pero nos pone muy contentos porque la luchó muchísimo. Tu hijo mayor es de Racing. ¿Pensaste qué trasmite Racing para que eso pase? Pienso que, dentro de la pasión del fútbol argentino, está la pasión del hincha de Racing, que es diferente. Cada fecha que nos toca jugar de local uno ve cómo está el Cilindro... Cuando vine, mi hijo que hoy tiene 7 años tenía 4, y yo nunca influí en ellos en la elección de un equipo hasta que él compró la de Racing. Empezó a venir a la cancha, se compró la camiseta y la bandera. Ahora me tiene loco con Bou, pero en su momento lo tuvo de ídolo a Teo. Se hizo hincha del club, fue fiel, por eso la vuelta olímpica fue una experiencia inigualable para él y para mí. Haberla dado con él, la hace diferente a cualquiera.

“Cuando la crítica o el elogio son desmedidos, hace tan mal perder como ganar.”

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¿En qué etapa estás de tu preparación como entrenador? Estoy en la etapa de aprendizaje, constantemente informándome y estudiando. El año pasado terminé el curso, pero sigo recolectando material para el día de mañana. No tengo decidido ser entrenador, pero puede ser una posibilidad.

Has tenido grandes técnicos a lo largo de tu carrera... Para mí, el mejor entrenador que tuve fue Manuel Pellegrini, un maestro, el que más me marcó. El Cholo (Simeone) es un técnico con el cual me siento un poco identificado por esa pasión con la que vive esta profesión y sé que, si me dedico a eso, voy a ser un apasionado y un obsesivo. Después veré qué me depara el futuro, pero es una posibilidad.

¿Cuál fue tu semana más complicada en Racing? Hubo varias, lamentablemente. Pero es imposible vivir en las buenas, por eso la canción dice «Siempre estuvimos en las malas». Ha habido malos momentos. No sólo la previa a Quilmes (NdR: Previa al descenso de Independiente y sus suspicacias) sino post Quilmes fue brava. La posterior al clásico en la que cometo el error fue difícil también. Pero eso me ayudó a que, cuando vinieron las buenas, haberlo disfrutado más. ¿Te queda algún sueño por cumplir? La Copa no la gané nunca (risas). Ese sería un sueño, el último sueño deportivo. Me ha tocado ganar la Copa Sudamericana, la Mercosur, pero el título más importante de Sudamérica no pude. Sería el último porque, ya lo he dicho, ya no tengo sueños de jugar con la Selección ni de ser transferido. El sueño profesional y deportivo sería ese.

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JUEGO CHARRÚA por Ramiro Cué Barberena

Mientras la prensa se enfoca en los uruguayos Nicolás Lodeiro y Carlos Sánchez, hay otro exponente del fútbol oriental que tiene un nivel de excelencia y la rompe desde el silencio: Washington Camacho, el refuerzo top de Racing. Lejos de los flashes y de la mítica “Garra charrúa” que caracteriza a los futbolistas de Uruguay, el zurdo volante de la Academia vino a reemplazar las gambetas de Ricardo Centurión y, con otras características, lo está haciendo mejor de lo esperado.

no e hizo que la ausencia de Centurión pase desapercibida. Tuvo una sorprendente adaptación al club y, con pocos entrenamientos encima, fue titular en un amistoso contra San Martín de San Juan, donde fue uno de los puntos altos. Por torneos oficiales, hizo su debut en la derrota frente a Rosario Central, ingresando en el complemento. Ahí mostró apenas algunas cosas interesantes de su amplio repertorio: velocidad, verticalidad y sensatez a la hora de pasar la pelota.

“El Uru”, como le dice Diego Cocca, llegó a la Argentina en 2012 por pedido de Omar Asad para reforzar a Godoy Cruz. En poco tiempo, se ganó la titularidad y fue de los mejores jugadores en el Tomba. Su tranco largo, gambetas en velocidad y gran técnica con la pelota en los pies, se transformó en un indiscutido para el “Turco”. Con la llegada de Martín Palermo al equipo mendocino, no fue tenido en cuenta y tuvo que marcharse a Defensa y Justicia, donde se encontró con Cocca.

En la Copa Libertadores —tanto contra Táchira como Guaraní— mostró todos los variados recursos que puede manejar: generación de juego, cambio de ritmo, verticalidad, gambetas en velocidad, asistencias, llegada al gol y practicidad. No es Centurión, claramente. Pero tampoco tiene nada que envidiarle. No posee su capacidad técnica, ni su rapidez, tampoco sus endiabladas fintas, pero tiene todo lo que carecía el “Wachiturro”: madurez, experiencia, ideas claras. Tampoco se entretiene de más con la pelota en los pies, intenta jugar a uno o dos toques.

Fue pieza fundamental en el ascenso del Halcón a Primera División, junto a Juan Martín Lucero, Brian Fernández y Nelson Acevedo. Inamovible y capitán del conjunto de Florencio Varela en la máxima categoría, su buen torneo —donde convirtió tres goles— en un equipo que no lo ayudaba demasiado, lo catapultó a Racing. Sus grandes condiciones técnicas relegaron al paraguayo Óscar Romero a un segundo pla-

Por características, sus socios ideales son Brian Fernández y Gustavo Bou. Contra Temperley se vieron triangulaciones y sociedades muy naturales entre ellos. Su despliegue y capacidad para romper líneas por el centro tirando diagonales de izquierda al medio, hicieron que Diego Milito también sea una buena compañía para él. El Príncipe —al igual que Bou— cuando pivotea, encuentra en Camacho una variante interesante para des-

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cargar y picar de frente al arco rival. También mostró entendimiento con Luciano Aued, con quien tiró varias paredes en tramos cortos para salir jugando desde la zona defensiva. Las condiciones de Romero invitan a pensar en dos potenciales secuaces para Camacho. El ex Cerro habla el mismo idioma futbolístico: dominio y toque lanzados en velocidad, precisión y buen remate. En el “debe” tiene la marca y el retroceso. Si bien su dinámica y capacidad física lo ayudan, el uruguayo no es un gran recuperador de pelotas y no está tan acostumbrado a ayudar a los laterales hasta las últimas instancias. Los sigue, si, pero no hace más de lo justo y necesario. También la definición. Llega a posiciones de remate, sus disparos son potentes pero no bien ubicados. Su fuerte no es convertir goles, claro está. Le va mejor la pilcha de creador. Su llegada le aportó mucho al equipo campeón. Le dio ese fútbol y la dinámica que le faltaban. Pareciera que jugara hace diez años en Racing. Con aplomo y desfachatez, le da sencillez y verticalidad a cada ataque. También

calma: maneja bien los tiempos y no rifa la pelota. Cuando la redonda está en sus pies, está segura. Típico volante externo de la década de los 80’, es habitual verlo llegar al fondo y tirar el centro. Claramente, Camacho cayó en un equipo que sabe lo que quiere y él sólo es un complemento —necesario, obviamente—. Las responsabilidades no caen exclusivamente sobre sus hombros. En términos teatrales, es el actor secundario, de reparto, que potencia toda la obra desde el anonimato y pocas veces aparece en los primero planos. El estilo que tiene Cocca le va de maravilla. Un conjunto que apuesta al contragolpe certero, que no demora en llegar al arco rival, que tiene la verticalidad en la dosis justa mezclada con la pausa. El conocimiento previo que tenía el entrenador sobre el jugador es perceptible. Washington Camacho tiene las ideas claras, grandes condiciones. Por algo es el único refuerzo que se ganó un puesto y llenó los zapatos vacíos que había dejado Centurión. Lejos del estigma de la garra charrúa que implica el roce físico en exceso, el ex Defensa aporta su “juego charrúa” a este Racing de alto voltaje.

Camacho (Foto OLE).

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DEPORTE Y DERECHOS HUMANOS

“La discapacidad está en la cabeza” Una historia donde el corazón y la mente le ganan a las dificultades físicas y a la mirada de una sociedad que incluye pero no integra. Los valores y la búsqueda de la felicidad dentro del capitalismo. La lucha por los Derechos Humanos aún en el neoliberalismo. Entre el rugby, el atletismo y la pasión por La Academia. En una sola pierna, Martín Sharples demuestra que una discapacidad no impide hacer lo que a uno le llena el espíritu.

por Anabel Villar

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Nació en septiembre de 1966, épocas doradas para Racing que se adueñaría de la Copa Intercontinental al año siguiente gracias al Equipo de José. Épocas oscuras —una de las tantas— para una Argentina con un presidente de facto como lo era Onganía. Martín es el menor de tres hermanos, además, el único varón. En un hogar donde el padre no prestaba especial atención al fútbol, su amor por La Academia llegó gracias a un primo. No tenía con quien ir a la cancha, por eso comenzó a frecuentarla siendo más grande. También de chico conoció lo que hoy define con el amor de un joven de 20 años hacia su primera novia: el rugby; deporte al que llegó gracias al novio de una de sus hermanas, quien lo llevó a jugar en el Club Porteño de San Vicente. Jamás dejó de practicarlo, incluso cuando tiempo después, un accidente en moto lo hizo perder una de sus piernas. Luego de 22 años pudo volver a pisar una cancha profesional de su amado club y jugar un partido. ¿Qué hizo en ese período? Se dedicó al atletismo. A divulgar las causas que consideraba justas, a luchar y mantener una militancia activa por los Derechos Humanos. A seguir sus convicciones sin dejar

de ir a ver a Racing ni abandonar el deporte pese a las adversidades físicas. “Cuando tuve el accidente era capitán de la Intermedia de mi club, y en el año 93’ volviendo de Pergamino perdí la pierna. A raíz de eso quedé afuera del equipo de rugby y me dediqué al atletismo, a las carreras de calle. El atletismo es lo ideal que uno quisiera para la vida cotidiana, porque en una carrera todos tenemos las mismas posibilidades de ganar, más allá del entrenamiento. Siendo empresario podés correr al lado de una persona humilde, y ahí no podés volcarle tu poder en lo social, somos todos iguales. Eso es lo que me representa este deporte, la ideología de una persona que busca la igualdad”. Martín sostiene que, por lo argumentado, el atletismo es un deporte democrático pese a ser individual. Ya pasó por los dos mundos: el del rugby, un deporte donde se destaca la lealtad y la labor conjunta; y el atletismo, un deporte que puede entrenarse o correrse en parejas o grupos, pero cada uno maneja sus ritmos. “Al principio me faltaba el compañero”, confiesa.

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En sus conceptos Sharples destaca la empatía —el ponerse en lugar del otro—, quizá sea por esto que sufre en carne propia la injusticia. Así llegó a identificarse con Miguel Sánchez, un joven atleta que vivía y militaba en la JP de Berazategui, desaparecido por la última dictadura cívico-militar. Se topó con la historia de este corredor cuando, en 1998, regresaba de Brasil y Uruguay tras las carreras de San Silvestre y San Fernando. Encontró una revista donde se lo mencionaba y en la contratapa decía que se cumplían 20 años de su desaparición. ¡Que loco! Las últimas carreras de Miguel habían sido las que él venía de correr, y tenía una edad cercana a la suya. Rápidamente se sintió identificado con aquella vida paralela a la suya y pensó en homenajearlo. Entonces recuerda lo complicado que era mantener viva la memoria de los desaparecidos durante los años ‘90. “Al tener amigos en Berazategui, donde hay una maratón importante que es la del Vidriero, hablé con los organizadores para que el premio se llame Miguel Sánchez. Era casi imposible, me decían que no había que mezclar el deporte con política y a raíz de eso empecé a dar a conocer la historia de Miguel en cada entrega de premios”. Mucha gente pensaba que Martín era pariente de Miguel y por eso lo llevaba en su remera de cada carrera. Así llega a él, el periodista italiano Valerio Piccioni, redactor de la Gazzetta dello

Sport. Valerio había leído sobre los deportistas argentinos desaparecidos por la dictadura y se identificó con el atleta. Fue así que el italiano recogió la historia, la explicó en su país —donde llevó a familiares de desaparecidos y proyectaba “La Noche de los Lápices” en las escuelas— y tomó la iniciativa de hacer en enero del 2000, la Corsa di Miguel.

Martín corrió en el año 2001 una maratón (42 kilómetros) con su prótesis y la imagen de Miguel, solicitando que dicho homenaje se realizase en nuestro país, teniendo en cuenta aquel puntapié (o paso) inicial dado en el país mediterráneo. El mismo año se llevó a cabo la primera Carrera en la Ciudad de Buenos Aires y también en el barrio Villa España (Berazategui) donde Miguel llevaba adelante sus actividades políticas, la organización del evento deportivo estaba a cargo de la escuela Ché Guevara. En todos los casos se buscaba difundir la historia y contextualizar con música argentina. Eso le costó más de un dolor de cabeza a Martín ya que “Una vez pusieron música tecno en la entrada en calor, eso saca de contexto la esencia de la carrera, rápidamente pedimos

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que la cambien por algo más de la época de Miguel. Buscamos darle contenido mientras desde la Ciudad se le resta importancia”. En 2003, Valerio Piccioni lo invitó a la Carrera que sería en Roma. Para Martín representaba un orgullo poder estar ahí. Largó con su vieja prótesis y al kilómetro y medio un bulón de la misma se partió dejándolo fuera de la carrera. Abandonar iba contra sus principios, pidió a la ambulancia que lo lleve nuevamente a la largada y lo arregló como pudo. Un amigo le dijo “Caminá porque con el impulso se te va a aflojar”, pero la opción no aparecía en su cabeza. Corrió 100 metros y tuvo el mismo problema; entonces, con bronca, hizo los 400 metros restantes de la vuelta con la prótesis en la mano, a los saltos. Al año siguiente pudo correr nueva y normalmente esa carrera. Martín se define como un “deportista social” y desarrolla su idea: “Lo mío es un deporte más social y de contacto humano. Es hacer una actividad recreativa, competitiva si se puede y trabajar el cuerpo sin ningún tipo de aditivo que lo perjudique. Cuando el cuerpo te pide parar, hay que parar. Cuando inhibís los dolores, el tiempo te pasa factura. Por eso, los deportistas profesionales a los 35 años ya son viejos”. Hay una gran problemática para las personas que se encuentran en la situación de Martín: En atletismo no existe la categoría para discapacitados con una prótesis. En tal caso se debe correr con una silla de ruedas, pero él se negaba porque su vida cotidiana era caminando. Finalmente y luego de un tiempo, pudo comprar una nueva prótesis, más resistente y apta para sus actividades. Por ello atravesó varias carreras sentado en su silla de ruedas. Hace unos años, desde la Comisión Directiva de Racing se le dio una camiseta y lo nombraron “corredor oficial del Club”, simbólicamente, claro. “Dijeron que iban a ir a apoyarme a la Carrera de Miguel, y para mi era todo. A mi me encantaría correr con la remera de Racing, ellos habrían creído que iba a hacerlo, pero en todas las Carreras de Miguel yo corro con su imagen. Corrí en la silla de ruedas con la camiseta sobre mis piernas y subí así al podio. No podía creer que un equipo de fútbol esté presente en una carrera

por un desaparecido. Fue muy importante ese apoyo en ese momento. Tengo muchos amigos en el equipo de atletismo de Racing. Me encantaría correr con ellos, pero me debo a mi entrenador. Cuando yo estaba solo corriendo con la silla y nadie me ayudaba, él me convocó, no me cobró nada y bueno, tengo una obligación con su grupo. Es de Independiente, no muy fanático pero nos chicaneamos”. Dentro de sus convicciones radica la identificación con el Ché Guevara, entonces se aventura a definirlo: “Fue un tipo coherente entre lo que decía y hacía. Dejó el poder para seguir luchando por lo que él pensaba. Uno puede estar a favor o en contra pero el tipo era el “Número 2” de Cuba y se fue a Bolivia a liberar a un pueblo. Se dio cuenta lo que era Latinoamérica cuando fue a recorrerla en moto, por eso siempre tuve ganas de hacer una travesía en moto o en bicicleta por donde él fue, y así ver lo mismo que vio. Después del accidente me agarró la locura y por el 40° aniversario de su asesinato, quise venirme desde La Higuera, donde lo mataron, hasta Buenos Aires. Finalmente lo hice, son más de 2.500 kilómetros. Los hice solo en bicicleta, tardé dos meses. Fue en nombre del Ché, de los 30.000 desaparecidos, los pibes de Malvinas y la verdad por Jorge Julio López”. Cuenta Martín que este viaje le demostró la concepción capitalista que tiene el argentino, ya que en Bolivia la gente le abría las puertas de su casa sin preguntar por dinero o si tenía un apoyo económico; mientras al llegar a nuestro país, las preguntas frecuentes eran “¿Quién te banca? ¿Esto te representa guita?”. Y él respondía que no, que él pagaba por hacer eso, que había comprado su bicicleta. ¿Por qué tenemos la idea fija de que todo se mide por lo monetario? ¿Por qué es loco quien hace algo por amor, vocación o pasión y no por dinero? Martín relata una escena, más bien, una lección de vida: “En Cuba, un nene de unos once, doce años estaba escuchando la radio, una radio vieja. Viene una persona con mala intención y le dice al chiquito - ¿Qué estás haciendo? - Estoy escuchando música.

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- ¿Y no te gustaría tener esta radio que se escucha mejor y es más nueva que la tuya? -¿Por qué? Si yo con esta radio soy feliz. Aquella persona se desconcertó. Lo mejor que un nene puede decir que quiere ser cuando sea grande no es abogado o maestro, sino desear ser feliz, eso es más importante que un título. Si a mi me das a elegir entre ser feliz o tener un piso en Libertador, prefiero ser felíz”.

Así fue que Martín siguió en el equipo con ellos y actualmente se encuentra haciendo partidos de preparación. “La semana pasada tuvimos un amistoso con Berazategui, y como son partidos de preparación, son mezclados. Es como si vos le pasaras la pelota a Bou o a Milito. Yo estaba totalmente ansioso y me mandé muchas cagadas. Hicimos el primer try gracias a una recuperación mía y el capitán me dijo ‘este try es tuyo’. Que un pibe de 25 años me tenga en consideración es un orgullo para mi”.

Charlando con Martín o leyendo esta breve historia, todo parece positivo pese a la adversidad. Pero recuerda que, apenas ocurrida la amputación, le hacía muy mal ir al Club Porteño a ver los partidos que disputaban sus compañeros. Sentía que la vida le había arrebatado lo que más amaba sin pedirle permiso, por eso anhelaba volver a saldar esa cuenta pendiente de elegir cuándo dejar de jugar. Sabía que era imposible, o difícil, hasta que leyó un cartel que decía “la discapacidad está en la cabeza”. Y entendió que es uno quien se pone barreras, quien se autodiscrimina. Un muchacho que juega al rugby pese a tener una prótesis bajo rodilla le dijo “Vos no sos discapacitado, tenés una dificultad física”. Entonces llamó a su cuñado, quien seguía jugando en Porteño, y le pidió que hablara para poder organizar un partido amistoso y así despedirse de su deporte predilecto. En septiembre del año pasado, consiguió el apto físico autorizado por la URBA y pudo volver por unos minutos a la Cancha 1 de Porteño, lo que sería el equivalente a jugar con la Primera de Racing, en el Cilindro, unos quince minutos. Se cambiaba en su vestuario de 22 años atrás y sentía como si el tiempo y el accidente no hubiesen pasado. “Fue como estar atado a un árbol 20 años, que me desaten y volver a respirar. Era algo que tenía adentro del alma, me liberé”, dice.

Martín volvió al rugby mientras Racing transitaba los partidos que lo llevarían a obtener su último título. Fue el retorno a la gloria luego de 13 años, fue la vuelta de Martín a la vida que el accidente le quitó durante 22. Paradójicamente y sin quererlo, portó la casaca con ese número en su primer partido. Él buscaba el número que utilizaba en su juventud, pero al estar ocupado le dieron la 22. Ahora la pide porque lo remonta a Milito, como a todo académico le pasa. Además, con Porteño estuvieron cerca de obtener un título en una fecha aproximada a la que La Academia se coronó. A lo largo del Torneo de Transición pudo ver a su amada albiceleste desde el sector de discapacidad, y también recuerda la primera vez que vio a Racing campeón: “En el 2001 también salimos campeones y como dijo Fillol: ‘Era justo que en un año en que tanto se pedía justicia en la calle, Racing salga campeón’. Se dio que ese año yo también estuve mucho en la calle. Algunos criticaban que fue entre el medio de la muerte. Yo estuve ahí debajo de la lluvia, en Vélez. A mi camiseta de Rosamonte le había inscripto ‘Basta de matar al pueblo’”. Ningún luchador de los DD.HH. podía dejar de pensar en la represión policial y la feroz crisis económica que sufría nuestro país, Martín no iba a ser la excepción.

Aquel 20 de septiembre de 2014, entró a jugar con el partido ya perdido, irremontable. Al arengar tras el encuentro, el capitán lo miró y dijo al resto del equipo “Miren a este pibe, le falta una pierna, viene a jugar y nosotros no podemos ganar este partido de mierda. ¿Sabés qué? El año que viene te queremos jugando con nosotros, ¿querés?”.

No le quedan sueños por cumplir, por lo menos en lo deportivo. “La vida es un sueño”, dicen algunos. También puede ser tomada como alcanzar una meta y volver al punto de partida. “Cumplí en correr los 42 km porque era por Miguel y lo hice en 5 horas y media. Después se dio esto de la travesía que fueron casi 3000 km en bicicleta. Ahora no tengo nada pensa-

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do, pero el día que lo tenga, sería algo que me involucre más la cabeza que el cuerpo, porque todo lo que hice me pasó más por la cabeza, fue por una convicción. Siempre digo que los chicos me devolvieron la vida al volver a jugar al rugby. Lo más difícil no es hacer deporte hasta ser muy viejo, lo más difícil es dejar de hacerlo”.

“Para vos, atleta” Para vos atleta, para vos que sabés del frío, de calor, para vos que tenés el alma ancha y el corazón grande. Para vos que tenés muchos amigos muchos anhelos la alegría adulta y la sonrisa de los niños. Para vos que no sabés de hielos ni de soles de lluvia ni rencores. Para vos, atleta que recorriste pueblos y ciudades uniendo Estados con tu andar. Para vos, atleta, que desprecias la guerra y ansías la paz. Por Miguel Sánchez, tucumano de familia humilde. Vivía en Berazategui, trabajaba en el Banco Provincia y militaba en Villa España. A sus 25 años, un grupo militar irrumpió su casa por la madrugada. Desde entonces se encuentra desparecido, por ansiar la paz.

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La distancia arraiga pasiones por Oscar Ruggiero

Es la última noche de Carnaval en Nápoli. El hostel invita la cena y los disfraces. Máscaras de todo tipo, que nada tienen que ver con nuestra tradición murguera de patear la luna, llenan de coraje a los tímidos ucranianos que llegaron esta tarde y poco entienden del asunto. Piazza Bellini es el destino para continuar los festejos, pero no se ajusta a mi plan. Racing debutará en la Copa Libertadores 1:30 AM hora local. Mi noche es delante de la computadora, rezando para que el WiFi funcione bien. Hace años esperábamos volver a los primeros planos internacionales, y me encuentra a un mar de distancia. La ansiedad me come. Lo espero sentado, solo, en un hostel napolitano, comiendo un Kebab del que me arrepentiré por siempre. Así y todo estoy feliz. He podido soltarle la mano a muchas cosas, pero Racing está más presente que nunca. La legítima pasión crece a la distancia. En Pisa iba con la camiseta, camino a la Torre. Un pibe, Lucas, me ve a 30 metros. Se acerca tímido para comprobar que la camiseta que está viendo es, efectivamente, la del último campeón. Me doy cuenta y, sin dudar, nos fundimos en un abrazo. Pasamos toda esa tarde juntos, hablando de Ra-

cing y nada más que de Racing. A qué parte de la cancha va, con quién. Recordando viajes, partidos. Hablando de política, de Milito, del Chango. No nos conocíamos, nos llevamos 10 años, pero los colores bastaban para que seamos amigos de toda la vida. Me contó lo difícil que fue vivir el campeonato en España. Que viajó no sé cuántos kilómetros para ver el partido con Godoy Cruz junto a la Filial. Pero vuelvo a Nápoli, porque empezó el partido y lo vivo como un clásico. El grito de gol de Lollo despertó al recepcionista de la madrugada, que se había tirado atrás del mostrador a pegar los ojos un rato. Me cagó a pedos. Y me recordó que no se puede fumar adentro del hostel. Yo no me había dado cuenta que había prendido un cigarrillo. El segundo tranquilizó y me dejó disfrutar plenamente de una goleada que permite arrancar de nuevo tras el tropezón con Central. No quiero imaginar lo que será ver a la distancia momentos decisivos. Pero también, dentro de la dificultad, está la alegría de la única certeza: Cualquiera sea la latitud en la que me encuentre, Racing siempre estará presente.

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Ripollet no es Avellaneda, pero se le parece por Laureano Debat - www.racingclubbarcelona.blogspot.com

Ripollet no es Avellaneda, pero se le parece. Es ciudad satélite de una capital, supo tener fábricas que ya no tiene y la envuelve un halo de barrio acogedor. El domingo 22 de febrero estas dos ciudades tan lejanas se parecieron entre sí más que nunca, porque Ripollet fue invadida por unos extraños visitantes con vestimentas celeste y blanca. Unas 90 personas llegamos para celebrar el campeonato y la vuelta de Diego Milito, el número 22, el 22 de febrero. La mayoría, argentinos que extrañamos todo el ritual futbolero del Cilindro; y una minoría entusiasta de amigos españoles que también están enamorados de estos colores.

la subfilial, en el contexto del Racing Campeón y de la actual ruta por la Libertadores, con una sorpresa al final: los saludos especialmente enviados por Milito, Saja, Bou y Cocca, y el actual presidente del club Victor Blanco, entre otros integrantes del plantel. De esta manera, se dio el puntapié inicial a una serie de eventos y de asados que seguiremos haciendo para reunir a la familia académica y a los nuevos hinchas de Racing que se van sumando a nuestra tribu.

Fueron meses de preparación y de trabajo para la celebración de esta fiesta en un espacio polivalente convertido en un templo académico lleno de globos, guirnaldas y banderas. Y el humo cautivante de nuestro asado: matambre, vacío y costillas. La gente iba colmando el local, mientras los niños jugaban al fútbol en el patio. Un bombo omnipresente colmaba el espacio con los cánticos de la hinchada, mientras la gente se sacaba fotos y las redes sociales también se teñían de celeste y blanco. La Filial Espanya Santiago Saccol integra a la Sub-filial Barcelona Catalunya, con lo que se inicia un camino de trabajo en conjunto, siendo todos uno: hinchas de Racing que viven en el exterior y que tienen la necesidad de juntarse. El final fue con mate, pastafrolas y un video con las imágenes de todo el trabajo previo de

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“Milito y el amor” por Cristhian Flores

No entraba un alma en el Teatro de los Sueños cuando se dio por iniciado aquel primer Congreso Internacional de Licenciados en las Ciencias del amor y de la vida. No entraban en las almas todas las emociones que cabían en el recinto en el cual se hablaban de tú a tú poetas y escritores; escritores y abuelas; abuelas y nietos. Porque claro, todos eran especialistas en la materia.

insomne. Comenzó el discurso con su guitarra y no tuvo que decir nada con la voz para que, cuando se bajó del escenario, todos entendieran que había contado una historia de amor y de traición, de encuentros y desengaños. Los espectadores aplaudieron hasta que se les enrojecieron las palmas y le lagrimearon los ojos. El presentador le agradeció al cantor, y le dijo “Usted ha honrado a este Congreso”.

El primero en disertar fue un viejo cantor que, dicen, hizo hablar a la guitarra tantas noches que la mitad de los vecinos le pedían que la callara para poder dormir, y la otra mitad la disfrutaba,

Le siguió un acérrimo lector de Julio Cortázar que, de tanto Cortázar, se hizo especialista en Cortázar y en todo lo que regala su literatura. No hacía falta decir que sus líneas desparramaban

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pasiones y amores para todos aquellos que la tuvieran frente a los ojos. El lector preparó su voz y leyó un pasaje de un libro que había sido guardado y conservado con el mayor de los cuidados: “Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque la aman, yo creo que es al verse.”, dijo y todos entendieron que se trataba de Rayuela, y lloraron, y aplaudieron, y agradecieron su presencia y su existencia.

Ahí no más una abuela de las presentes se paró frente a todos y frente a todo el mundo y le dio un beso a su nieto; éste le respondió con un abrazo y un “te quiero” que hubiera sido capaz de frenar una guerra. No hizo falta aclarar que eso también es el amor.

do estaba en cuarta división, una mujer me rompió por primera vez el corazón y sentí que se acababa el mundo. Esa mujer anunciaba que mi club dejaba de existir. Mientras crecía, veía cómo el club de mis amores pasaba años y años sin darme alegrías a mí y a su gente, pero sentí que el amor habita en esa especie de resistencia. Al poco tiempo de jugar en Primera División de ese mismo club, salí campeón y sentí, por fin, el amor más puro y más completo. Más sublime, más perfecto. Me tocó irme, pero con la promesa implícita de retorno. Más de diez años después, volví extrañando ese viejo y nuevo amor, para volver a ser campeón y volver a acariciar a la eternidad. Hoy planeo con ese amor nuevas ilusiones.” Ante las lágrimas de todos, el aplauso de otros tantos, las sonrisas de algunos, un hincha de Racing Club sólo alcanzó a reconocer que ese jugador de fútbol era Diego Alberto Milito.

Conmovida se levantó de su asiento una madre y vociferó que el amor es que a un hijo no le falte nada, ni siquiera una caricia, cada día de su vida. El marido, que estaba a su lado, gritó “¡Que no falten valores y el fútbol!” para que lo escuchen todos los padres, porque esa combinación puede forjar hombres de bien.

El jugador de fútbol esperó que se hiciera silencio. Jamás había interrumpido a aquellos que, en algún momento de su vida, supieron más que él y dedicaron su tiempo a enseñarle. Cuando todos volvieron a sus asientos, el jugador de fútbol salió disparado del suyo porque su pecho así se lo ordenó. Su esbelta figura se elevó por sobre todos y dijo lo que nadie esperó: “Yo no sé qué es el amor.”

El murmullo de la sala le erizó la piel, pero tomó coraje para continuar “Yo, de verdad, no sé qué es el amor. No siento que debiera saberlo, ni tengo la altura moral para afirmar algo sobre semejante abstracción. Lo que sí sé es qué amo, y lo que hice por eso que amo. Ustedes me dirán después si eso es el amor. Cuan-

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