Especial Milito - Paladar Académico #07

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PróLOGO Por Ezequiel Fernández Moores

“El pasado –dijo alguna vez un historiador– se nos ha vuelto cada vez más impredecible”. “Y el futuro –agregó otro– era mentira”. En esos terrenos inciertos, el fútbol, que es cierto, se jacta de poder ofrecer un pasado sólido. Más aún, el recuerdo –y así debe ser– no hace más que embellecerlo. Imposible que alguna revelación supuesta mueva esos cimientos y, si quiera hacerlo, adoptamos la letra del bolero; la del que dice “nunca te pedí mi amor que me dijeras toda la verdad”. ¿Y el futuro? En el fútbol, imposible que sea mentira. El futuro en el fútbol es ilusión. Eterna ilusión. “Hoy perdimos, pero la próxima fecha ganamos”. Trabajo desde hace muchos años en la agencia de noticias italiana ANSA. En tiempos de cable restringido, teníamos una señal de la RAI que nos permitía seguir los partidos de Diego Maradona como nadie. Hasta a Carlos Bianchi le interesó el asunto cuando le hablaron para ir a la Roma. Vino a ANSA a ver los partidos de su futuro equipo, donde no duró mucho. Por ese trabajo en ANSA tengo registro amplio del Diego Milito italiano. Porque, además, jugaba en el Inter de José Mourinho, el que ganó todo. Creo que fue su mejor momento como jugador. Delantero impecable, de un pragmatismo notable, de austeridad en el movimiento y en la ejecución, ideal para un equipo de Mourinho; supongo que eso ayudó a que se hiciera tan amigo del gol. Siempre me gustaron las vueltas de los ídolos cuando todavía tienen algo para enseñar. El cuerpo acaso aguanta menos, pero es más sabio. Eso fue Milito cuando volvió: un sabio. Un sabio adentro, pero también afuera de la cancha. Con el barrio conservado, pero con otra exigencia. Cuando uno convive con mayores exigencias está obligado a mejorar la calidad. Avellaneda, claro, no está en Europa, pero hay métodos, sistemas, formas, que acaso sí pueden probarse. Nunca me gustó el pasado como algo estático. Si por mí fuera buscaría la forma de darle movilidad hasta a los monumentos. A veces, nos aferramos a ese pasado estático por temor a cualquier cambio, puede que sea lógico, pero hay cambios que sí pueden hacerse. Respetar un contrato, por ejemplo, es uno. Parecen cosas del pasado. Hoy, que se rompen contratos a días de iniciar un campeonato, podrían ser cosas del futuro. Milito volvió por su pasado; lo bueno es que, según me cuentan, ama tanto el fútbol que tal vez siga jugando afuera de la cancha y nos ilusione con un futuro mejor que este presente. Un futuro que haga más justicia no solo para Racing, sino también para la rica historia de nuestro fútbol.



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El comienzo

del sueño Muchos años antes de que resuene en millones de voces el augurio de que Milito hay uno solo, Diego era un niño que tenía una sola cosa en claro para el resto de su vida: quería vivir jugando al fútbol. Desde muy chico regó —con pasión y esfuerzo— el árbol de sus sueños para que éste dé los mejores frutos, pero también tuvo que atravesar tormentas. De eso trata esta historia. comían y salían a jugar. No había día que pasaran sin jugar a la pelota o andar en bicicleta. En el patio de su casa en Bernal o en la calle hasta que la noche hiciera imposible ver los arcos hechos con adoquines. Es por eso que cuando su primo Pablo les ofreció ir al club Viejo Bueno, en Quilmes, o al club Estrella del Sud, en Wilde, los Milito no dudaron, a pesar de hacerlo en categorías diferentes. Diego, remarcado por sus entrenadores de inferiores, era más introvertido. Gabriel ya demostraba otra personalidad, y es por eso que a veces lograba mezclarse en la categoría de su hermano sin que se note la diferencia. Siempre fueron unidos, pero, como todos los hermanos, más de una vez se pelearon sin que los padres se enteraran. Una vez –contó Gabriel en una entrevista– persiguió a su hermano alrededor de una pileta que tenían en el Desde chicos, tanto Diego como Gabriel, fondo de la casa y, como no podía alcanzarun año menor, corrieron detrás de una pe- lo, le tiró un ladrillo, lo primero que enlota. Iban al colegio a la mañana, volvían, contró a su alcance. Nadie imaginó que exactamente ese 24 de junio de 1979, en una habitación del Sanatorio Modelo de Quilmes, iba a nacer un crack. Sin embargo –entre las flores para la madre y los peluches para el niño– había una pelota de fútbol. Su padre Jorge, hincha de Boca, fue quien sugirió que ese niño se llamase Diego por Diego Maradona, que ya maravillaba a todos en Argentina y hasta en Japón meses más tarde, como parte de aquel equipo campeón mundial juvenil. La familia Milito, en esencia futbolera, estaba destinada a la eterna disputa entre los clubes de Avellaneda: la familia de Mirtha, su madre, está plagada de hinchas de Independiente. Su abuelo, Néstor, incluso, es vitalicio de ese club. Pero los primos paternos y sus hijos, Pablo y Luis, de Racing, fueron quienes inclinaron la balanza para que Diego fuese hincha de La Academia.

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Diego, en divisiones infantiles. Arriba, quinto de izquierda a derecha.

Pero el fútbol no lo era todo para Diego. La escuela era una responsabilidad tan ineludible como los partidos en el barrio. Sus padres lo recuerdan como un buen alumno, y el hecho de haber sido abanderado en la Escuela Primaria n° 48 de Bernal así lo demuestra. Natalia, más chica que sus hermanos, odia el fútbol gracias a ellos. Creció con una llanura verde y con veintidós hombres corriendo una pelota en la televisión. Diego y Gabriel, a los que no les alcanzaba con practicar deporte fuera de casa, veían partidos para ser mejores. Eran capaces de ponerse el despertador después de la siesta para ver los duelos de Champions League o cualquier otro torneo. El menor de los Milito admiraba a Franco Baresi, mientras que su hermano se fascinaba con los enganches de Ronaldo o la técnica de Enzo Francescoli. Jorge, su padre, alimentaba esa pasión regalándoles la pelota oficial de cada uno de los mundiales. Ya todo estaba dicho: sus sueños eran convertirse, algún día, en futbolistas profesionales. El camino en búsqueda de ese sueño comenzó juntos, en Racing. Para poder llevar a los dos hijos a un mismo lugar y porque Gabriel era chico para poder fichar en Independiente, fueron los dos a la parte celeste y blan-

ca de Avellaneda. Allí el menor de los Milito estuvo dos años, hasta que decidió cruzarse de vereda. Esta parte de la historia tiene como protagonista a un hombre fundamental, un padre futbolístico para Diego Milito: Miguel Ángel Gomís. Una mañana en el Monte Inglés –lugar que Racing alquilaba para entrenar a sus categorías infantiles, preparatorias– comentó que estaba buscando un delantero. A los pocos días se hizo presente Diego, acompañado por su mamá. Como suele suceder, el entrenador armó un partidito para ver al chico. “Ya en ese momento me dio la impresión de que iba a jugar bien al fútbol. Intentaba cosas que por su edad no le salían, pero que a uno le marcaban que, con trabajo y tiempo, y en la medida que fuera desarrollando su físico lo acompañara y agilizara los gestos técnicos, él iba a despegar”, recuerda Miguel. Infantiles primero, divisiones inferiores después, cuando pudieron ficharlo en AFA. Ya en novena división, y al contrario de lo que podía imaginarse, Diego jugaba poco. La lejanía de su casa, en Bernal, con el predio en Ezeiza donde Racing entrenaba también era un problema. Para colmo, el hombre que le había visto condiciones tal vez por ››

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Cuando Miguel Ángel fue a la casa a hablar primera vez, se había alejado de Racing por con él para comentarle su deseo de que vueldiferencias con la dirigencia del club en ese momento. La confluencia de todas esas cir- va a Racing, Diego estaba haciendo los decunstancias terminó como le suele suceder a beres del colegio en una mesa del comedor: muchos chicos en esa etapa: en octava divi- Diego, quiero que vuelvas a Racing. sión lo dejaron ir. - Pero Miguel, mire que estoy fuera de En ese tiempo que estuvo alejado de Racing, forma, no entrené más ni hice más nada. se probó sin suerte en Lanús e incluso jugó para un selectivo de Quilmes los campeonatos - No te hagas problema, Diego. Yo te doy Evita, que se hacían entre las distintas muni- tiempo, vos dame tiempo a mí y te voy a ir cipalidades del conurbano. Mientras tanto, poniendo bien y vas a jugar de vuelta. Gabriel ya jugaba en las Selecciones juveniles. Jorge, su padre, no podía entender ese conDe nuevo en el club de sus amores, Diego traste. Pero a Diego, lejos de desanimarlo, lo comenzó un lento proceso que lo hizo desalegraba el éxito de su hermano y lo alentaba tacarse entre sus compañeros. Claro que, a seguir. Sabía que, con tiempo, con dedica- para eso, tenía que ponerse bien físicamención, con esfuerzo y con trabajo, iba a seguir te. Primero con los preparadores del club y sus pasos. luego con uno particular. Estando en sexta A los pocos meses, ya con nuevas autorida- división, su padre le dijo: “Diego, necesitades en las divisiones inferiores de Racing, Je- mos que te pongas más ancho de cuerpo. No sús Martínez le propuso volver a Gomís. Sus puede ser que vayas a buscar una pelota, el 2 palabras, ante ese ofrecimiento, fueron sen- rival te cuerpee y pierdas”. La rutina escuelacillas: “Mirá, si yo vuelvo a Racing, vos me te- entrenamiento-gimnasio empezó a ser cada nés que dar la autorización para que yo pueda vez más habitual. recuperar a un chico que dejaron libre y con “Hasta sexta división era un jugador norel que creo se cometió un error: Diego Milimal, como cualquier compañero. Cuando to”. Consumado el retorno del entrenador, vino para jugar en quinta era un jugador ahora había que convencer al pequeño crack totalmente distinto: súper potenciado, con de volver a La Academia. mucha capacidad de freno y arranque, muy parecido a lo que fue en su carrera. Hizo un click y se lo notaba rapidísimo”, rememora Carlos “Chiche” Arano, compañero y amigo de Diego desde las divisiones infantiles. En esa división casi terminó como goleador del campeonato y tuvo algunos partidos memorables, como el de aquel 26 de abril de 1997, cuando le marcó cuatro tantos a Independiente, hecho que provocó que se hablara de él como uno de los apuntados para ir a la pretemporada con el primer equipo, aunque ese anhelo no se hubiera concretado.

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E2 1998 no sería un año más para la historia de Racing, y para Diego Milito como parte de ella. En julio, el presidente Daniel Lalín solicitó oficialmente la quiebra del club, en una causa caratulada como “quiebra por insuficiencia patrimonial con continuidad de la empresa” que quedó en manos del juez Enrique Gorostegui, quien designó como síndico a Liliana Ripoll.

con todos nosotros, era un desconcierto”, recuerda el mismo Diego, 17 años después.

En realidad, alternaba entre esa categoría y la Reserva que dirigía, nada más y nada menos, que Juan Carlos Cárdenas, el hombre del mito, que recuerda sus primeras charlas con Diego como si fueran de hoy: “Con Milito me pasó algo curioso porque vi todas las condiciones que tenía: buen quiebre, buen freno, los dos perfiles, pero no hacía muchos goles. Le comentaba En ese hostil contexto, había chicos que cuáles eran los puntos de referencia para el soñaban, jóvenes entusiastas que habían cre- delantero, y él fue el que más rápido lo encido con la camiseta de Racing puesta y no tendió. Le decía que se tome tiempo, que les importaba absolutamente nada más que no se apure”. llegar a Primera juntos. “Chiche” Arano, Con ese roce inicial en el escalón previo a Gustavo Arce, Vicente Principiano, Manuel la Primera, las cosas cambiaron para MiliGarcía –y, por supuesto, Milito–, fueron solo algunos de los que tuvieron la suerte de to, Arano y compañía. Meses más tarde seno quedar en el olvido, pero eran muchos ría campeón en Cuarta, de la mano de Jorge los muchachos que se habían forjado a los Brandoni, en un club que llevaba nueve años golpes debido a la situación institucional. sin una consagración en divisiones inferioConocían casi todos los predios de la pro- res. “Antes de salir campeones en Cuarta vincia de Buenos Aires porque siempre su- charlábamos de lo lindo que sería salir camcedía lo mismo: iban a un lugar y en la puer- peón con esa categoría y se nos ponía la piel ta se enteraban que el club no había pagado, de gallina. No tomábamos magnitud de lo por lo que debían buscar otros campos de que fue soñar con salir campeón en Primeentrenamiento. Todos ellos, incluso Diego, ra”, recuerda “Chiche”. reconocen que haber vivido esas circunstanEse título le dio el último espaldarazo cias los hizo fuertes de cara al futuro. a ese grupo de juveniles que tanto habían En marzo del año siguiente, cuando la sufrido. La profunda crisis institucional síndico Ripoll pronunció su tan tristemen- que atravesaba el club obligaba a los jugate célebre frase anunciando que Racing de- dores que venían del semillero a quemar jaba de existir y que todos sus bienes debían etapas. Muchos de ellos, como Juan Maser rematados, Milito transitaba su segundo nuel Zubeldía, Julio Suárez, Lucio Orellaaño en cuarta división. Cosa por demás in- no o el mismo Manuel García (goleador de usual, ya que en ese momento los jugadores aquella Cuarta campeona), debutaban en suelen explotar. “Me acuerdo como si fuera Primera y luego se perdían. Pero Milito y hoy que estábamos en la UOM entrenan- otros muchachos que habían crecido jundo y fue un mazazo. Vinieron a decirnos la tos, estaban destinados para algo más grannoticia y nos quedamos shockeados. Sien- de. De repente se encontraban a las puerdo pibe no sabías las cosas técnicas de eso, tas de sus sueños: debutar con la camiseta lo que era una quiebra, lo que iba a pasar de Racing.

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LA PROMESA A fines de 1999, Racing esperaba el cierre del Apertura con el objetivo de poder rearmarse para lo que vendría. Después de haber pasado por el temblor de una posible desaparición, su puntaje lo posicionaba por arriba de la mitad de la tabla, aunque las consecuencias del manejo nefasto de sus autoridades todavía seguían latentes en la mitad celeste y blanca de Avellaneda. Pero para aquel juvenil, surgido de las propias entrañas del club, poco importaba el contexto. Nada ni nadie podía arrebatarle la ilusión que mantenía.

seña y lo llamó. A los 29 minutos, con igual número de dorsal, Diego reemplazó a Osvaldo Canobbio y pudo cumplir el primero de sus sueños. Mientras tanto, en la tribuna, Jorge miraba junto a su esposa Mirta, emocionada y con los auriculares puestos como de costumbre. A unos metros de distancia, Miguel Gomís veía cómo ese nene que había convencido para volver a jugar entraba a la cancha. A pesar de la bronca del empate final, Milito no olvidaría a su menAsí llegó el día esperado. Aquel sábado 11 de tor y le regalaría la camiseta del debut con un diciembre, tras un primer tiempo vibrante en abrazo. A los 20 años y 5 meses, empezaba su el que Racing ganaba 3 a 2, Costas le hizo una camino en el fútbol grande. Tan sólo unos meses atrás, Cárdenas le preguntaba con tono picaresco durante un entrenamiento: “Pibe, ¿a vos no te gusta hacer goles?”. A pesar de las dificultades en la definición, el mismo Chango, a cargo de la dirección técnica de la Reserva, confió en sus condiciones futbolísticas y se encargó de convencer a Humberto Maschio para que lo probaran en el equipo de Primera, el cual dirigía junto a Gustavo Costas.

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E2 Iniciado el nuevo siglo, las pretensiones de Costas y de Maschio se enfocaban en sostener una buena campaña que lo alejaran de la zona peligrosa de los promedios. Para Diego era una oportunidad de afianzarse en el equipo y de ganar confianza con sus compañeros, sobre todo con los más experimentados. “Se integraba a las charlas con los más grandes y nos pedía consejos. Al ser un chico del club, lo queríamos un poco más y tratábamos de ayudarlo en lo que podíamos”, recuerda Claudio Úbeda, el capitán emblema. Sin embargo, las cosas no salieron como hubieran querido. La primera fecha del Clausura 2000 parecía torcer el camino con un 3 a 1 a favor frente Talleres de Córdoba en el Cilindro, pero resultó ser una falsa alarma. Recién después de 13 partidos, entre los que “el Principito” pudo marcar su primer gol en Primera frente a Colón por la fecha 8 en Avellaneda, la Academia volvió a disfrutar de un triunfo con el 2 a 1 ante Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Al culminar el torneo, los números resaltaron la cruda realidad de un equipo que finalizaría 18º en la tabla, con tan solo 15 puntos.

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Para cualquiera hubiera sido lógico pensar que nada podría empeorar, pero todo era posible en ese momento si se trataba de Racing. Después de la renuncia de la dupla CostasMaschio, asumió como entrenador Alberto Mario “Pampa” Jorge y los malos rendimientos continuaron en el Apertura, en el que la Academia terminaría última, haciendo la peor campaña de su historia con 11 puntos de 57 en juego. Así cerraba un año triste para Racing, que quedaría una vez más sin técnico, al borde del abismo y con nuevas autoridades a partir de la asunción de Blanquiceleste S.A., con Fernando Marín a la cabeza. Luego de una serie de llamados, el dueño de la empresa encargada de gerenciar el fútbol de la institución arregló la llegada de Reinaldo Carlos Merlo como flamante entrenador y le encomendó la difícil tarea de sacar adelante a un equipo que había sacado 26 puntos en dos torneos y que estaba diezmado anímicamente. Acorde a los aires de renovación con los que el club pretendía teñirse, para Diego significó una nueva posibilidad para olvidar una temporada en la que había convertido solamente un gol y para dejar atrás las comparaciones con su hermano, capitán en Independiente y jugador de la Selección


Argentina Sub 20. “Me está costando hacer goles; no me considero un goleador ni me obsesiono con eso, pero tengo que meterla más”, se exigía ante una presión que sentía cada día mayor. Con la necesidad de mostrarse ante la vista del nuevo técnico, Diego intensificó sus actividades de doble jornada: entrenamiento con el equipo por la mañana y ejercicio en el gimnasio por la tarde, seguido de una siesta para reponer energías. Quienes lo rodeaban se daban cuenta de que algo importante se estaba gestando: “La mayoría pensábamos que él iba a explotar. Cuando vino ‘Mostaza’ olfateó lo mismo y le dio una gran dosis de confianza”, describió José “Pepe” Chatruc con el paso del tiempo. Y Diego no fallaría.

E2 De a poco, y a pesar de que Maximiliano Estévez y Luis Rueda fueron los delanteros titulares del torneo, “El Príncipe” se afianzó en su rendimiento y se transformó en una pieza clave: jugó 17 de los 19 partidos y convirtió dos goles salvadores. El primero lo anotó por la 4ª fecha para empatarle de visitante a Chacarita, luego de haber ido perdiendo 2 a 0 y con un jugador menos. El segundo, tiene su propia historia.

que comenzara el partido, golpearon la puerta del vestuario: Vengo de ver a Milito. Tiene gripe y no va a jugar –dijo el médico apenas le abrieron. Dale algo que no entre en el doping porque lo voy a precisar, no tengo más delanteros – fue la respuesta de un “Mostaza” desesperado. Medicado y sin haber participado de la charla técnica, Diego se sentó en el banco, todavía tiritando de fiebre. Adentro de la cancha, tampoco venían buenas noticias: la Academia iba 1 a 0 abajo, se había lesionado Gastón Sessa, reemplazado en el arco por Pezzuti. A menos de 20 minutos de que terminara el partido, “Mostaza” miró para atrás buscando una respuesta y lo llamó a Diego. En la primera jugada, llegó tarde a un cruce y lo amonestaron. Tras un nuevo ataque fallido por el Sabalero, Chatruc tomó la pelota en la mitad de la cancha y dio un pase a su izquierda para Diego, que enganchó para el medio y sacó un derechazo que se coló en el segundo palo. Con la alegría a flor de piel, se sacó la camiseta y el número 11 flameó en el aire, mientras una montaña humana se formaba encima de él. Su expulsión quedaría como una anécdota. “Ese gol me dio mucha felicidad; si no lo hacía, hubiera sido un caos y no sé si yo seguía”, confiesa Merlo después de 15 años. Al partido siguiente, Racing le ganó 4 a 1 a Rosario Central y en la última fecha se quedó con el clásico frente a Independiente por 1 a 0 de visitante, salvándose de todo. “Mostaza” y su equipo lo habían logrado, pero ahora iban por más.

Racing había cosechado 22 unidades en una campaña aceptable, alternando buenas y malas, pero el promedio seguía acechando. La cita por la 17ª fecha era en Santa Fe frente a Colón y el entrenador preparaba los últimos detalles. Con el E2 desgarro de Canobbio en uno de sus gemelos durante el calentamiento del día “Este torneo explota Milito”, dijo públicaanterior, Diego figuraba otra vez como un mente Mostaza antes de iniciar el Apertura fuerte candidato para entrar en el segun- 2001, aunque desde las tribunas preguntado tiempo. A las 16:55, unas horas antes ban: “Che, ¿para cuándo va a explotar ››

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saño y que Chatruc supo aprovechar para marcar el 2 a 0 final. Un empate separaba a La Academia de la gloria y el “¡Hace mucho El 31 de agosto, Newell’s llegaba al Cilindro tiempo que la vuelta yo quiero dar!” tronapor la cuarta fecha y la Academia no tardó en ba, deseoso de hacerse realidad. ponerse en ventaja. En su partido número 50 con la camiseta académica, Diego abrió el Las últimas dos semanas del año fueron marcador con un cabezazo a los 13 minutos. marcadas por el corralito, la inestabilidad “¡Te movieron el arco, Milito!”, exclamó el política y los saqueos. Fue esa situación al relator de la televisión ante una nueva si- borde del abismo la razón por la que se tuación de gol que no pudo concretar; pero postergó el encuentro ante Vélez por la deluego tomó revancha y, aprovechando un finición del campeonato. error del arquero, cerró el primer tiempo En El Cilindro, más de treinta mil percon otro gol. Cuando el juez pitó y Racing pasó a acumular tres victorias y un empate, sonas se congregaban a la espera de un grilos periodistas comenzaron a preguntarle a to desconocido para muchos de ellos. Pero el espectáculo no era en Avellaneda sino Mostaza por una posible consagración. en Liniers, donde otros miles aguardaban Por la décima fecha, Colón visitó Avella- por ver salir al equipo de Mostaza y escribir neda y en 15 minutos Diego convirtió el pri- nuevamente en las páginas doradas de una mer gol del 2 a 1 a favor, que hacía soñar a historia pisoteada durante décadas. todo Racing. “La primera idea era salvarnos La espera llegaba a su fin luego de un cendel descenso y la segunda era pelear arritro de Bedoya que Loeschbor cabeceó para ba, pero después de la décima fecha había poner a Racing en lo más alto. El empate de que salir campeón”, recuerda Merlo sobre aquellos días en que su equipo, puntero, se Vélez a trece minutos del final por parte de Mariano Chirimbuolo (quien paradójicaconsolidaba como candidato al título. mente llevaba el 35 en su espalda) no logró Así llegó el partido decisivo con una foto detener la historia que Víctor Hugo Morales perfecta: un Cilindro colmado festejando supo relatar de forma impecable: “Son hoel gol que la memoria colectiva racinguista ras que da gusto vivir, que proyectan las frusafirma como el más gritado de los últimos traciones de 35 años hacia un lugar donde años. Bedoya puso el 1 a 1 ante el River de está el sol. El sol los recibe y los abraza a los D’Alessandro, Cambiasso, Ortega y Cave- hinchas de Racing en todo el país. Los más naghi, y le sacó la posibilidad de acercarse sufridos hinchas del fútbol argentino de las a la punta. La Academia permanecía cinco últimas décadas, hoy son un canto gloriopuntos sobre el equipo de Ramón Díaz y so, interminable, con anhelos de eternidad. Racing, vuelta olímpica y campeonato, es sarestaban tres fechas. ludado por el fútbol argentino. Cacerolazo a Tras el empate sin goles frente a Banfield la historia: Racing de nuevo es el campeón”. en el Tomás A. Ducó, con dos tantos mal Así el 2001 llegó a su fin. Luego del ananulados mediante, llegaba Lanús a Avellaneda. A los 26 minutos convirtió Mace- siado título, el objetivo de Diego y de todo ratessi y, cerca del final, Milito generó una Racing era mantener ese protagonismo en el jugada espectacular que rebotó en el trave- torneo local y pelear la Copa Sudamericana. Milito?”. Diego, a sus 21 años, sabía que con trabajo silenciaría aquellas voces.

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En la Copa Sudamericana, La Academia eliminó a River y luego enfrentó a San LoLa pretemporada comenzó el 12 de enero en renzo por cuartos de final, en el que Diego Mar del Plata. En aquellos días, Diego decía marcó un gol pero no bastó para evitar los en una entrevista que “explotaría” en caso de penales que costaron la eliminación. lograr una racha goleadora. “¿Será este torYa en 2003, Racing volvía a disputar la neo?”, preguntó el periodista de El Gráfico, Copa Libertadores. En ese certamen, dona lo que el reciente campeón respondió: “Sí, creo que este va a ser mi año”. No se equivocó. de el equipo de Ardiles tuvo un gran desempeño y atravesó invicto la fase de grupos. Comenzó el Clausura marcando frente a Diego convirtió en dos ocasiones, pero RaArgentinos en un empate 2 a 2. A partir de cing quedó eliminado en octavos de final entonces, el arco se abrió y llevaba su mejor ante América de Cali, por penales. marca con cuatro goles hasta la 14ª fecha, Los cuatro torneos que Diego disputó pero aún faltaba lo mejor. Boca llegó al Cilindro y él fue su pesadilla. “Fue el mejor luego de la coronación, tuvieron un factor partido de mi carrera”, sostuvo al finalizar. común: en cada uno de ellos fue el goleador No era para menos: el primer gol fue de académico, con ocho tantos en el Apertura caño a Abbondanzieri. Luego, el visitante 2002, seis en el Clausura 2003 y ocho feslogró vulnerar a Campagnuolo, pero hacia tejos en el siguiente semestre. Hacia finales el final Diego ingresó al área por derecha, de ese año su nivel lo puso ante los ojos del enganchó hacia adentro y definió cruzado Genoa. Luego de 148 partidos oficiales, un al segundo palo. Aquel golazo fue el último título y 37 goles en el club que lo vio nacer, que Racing anotó en ese torneo, y el sexto Diego se abrazaba a su padre en el aeropuerto bajo la promesa de volver pronto. en su cuenta personal.

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Quizá por ser el goleador racinguista en el Clausura y en el Apertura 2002, o por el potencial que veía en él, Marcelo Bielsa decidió que Diego Milito integrara la nómina de futbolistas que representarían al país en la gira por centro y Norteamérica, a comienzos del año siguiente.

en un clásico rioplatense que inauguró el Estadio Único de La Plata. En aquella oportunidad compartió equipo con su hermano, tuvo un gran desempeño y marcó dos tantos. El DT confió en él hasta último momento: lo convocó para disputar los tres encuentros por las Eliminatorias 2004, incluso ante Perú, su último partido con el buzo del seleccionado nacional antes de presentar la renuncia.

Debutó en la Selección frente a Honduras y 14 minutos le bastaron para marcar el primer gol argentino, en aquel triunfo por 3 a 1, y para ilusionarse con un futuro promisorio vistiendo esa camiseta. Fue en aquel viaje cuando conoció a Sebastián Saja y comenzaron a forjar una amistad, sin imaginar que el destino volvería a unirlos.

Con “El Loco” no había lugar para el descanso. La exigencia era grande y Diego trabajó más en los desmarques y en estar en constante movimiento en el área. “Ninguno como él me ha enseñado cómo ser un buen delantero”, afirmó en enero de 2010 a la Gazzetta dello Sport.

Luego de otros dos encuentros con victorias en el norte del continente, participó

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Il Príncipe Milito desembarcó en Europa como un jugador con potencial y con mucho por crecer. Genoa, que militaba en la segunda división italiana, buscaba desesperadamente salvarse del descenso. En ese contexto, ni Milito ni los hinchas del club rossoblú imaginaron que forjarían juntos un cariño mutuo al borde de la idolatría que tendría más de un capítulo.

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Por un lado, Diego sentía que esa primera etapa en Racing ya estaba cumplida. En los cuatro torneos posteriores al título de 2001, fue el goleador del equipo: metió 6 en el Clausura 2002, 8 en el Apertura 2002, 6 en el Clausura 2003 y 8 en el Apertura de ese mismo año. Había debutado en el club que lo formó, sido parte del equipo que le dio a La Academia un título después de 35 años, jugó la Copa Libertadores de buena manera y hasta llegó a ser convocado a la Selección Nacional que por entonces dirigía Marcelo Bielsa, pero debía dar el salto a Europa para seguir creciendo.

E2 En el día día de su presentación en Genoa, el viernes 16 de enero de 2004, más de 500 tifossi se hicieron presentes para ver al Príncipe entrenar con sus nuevos compañeros. “Espero poder dedicarle a los simpatizantes un gol en mi primer partido”, dijo ese día en conferencia de prensa. Y así fue.

El 1 de febrero, Genoa enfrentaba al Ascoli en su estadio, el Marassi. Con Milito de titular, y ante 20 mil personas, perdía 1 a 0 desde los 6 minutos. 33 minutos Pero por otro sabía que debía dejar a su después Diego marcó su primer tanto con familia —cosa que le costaba muchísimo por el conjunto genoani, habiendo aprovechala relación tan arraigada con sus padres—, e do su oportunismo dentro del área, tras un ir a un club que no estaba en un buen mo- centro de Nicola Caccia. mento, lejos de su país y con otro idioma. Sin embargo, en esa primera temporaÚbeda, ya experimentado capitán de Racing da en la durísima serie B italiana y con un que se fue en ese mercado a la liga japonesa, le aconsejaba que aproveche la oportuni- equipo que peleaba en los últimos lugares, dad y demostrara en el viejo continente de le tocó alternar con otros delanteros. La lo que él era capaz. Arano, su fiel amigo, adaptación era difícil y para el técnico Luigi al mismo tiempo era transferido al Siena, Di Canio no era la primera opción. Todo de modo que tendría con quién hablar, de empezó a cambiar en el 1 a 0 ante Venezia. fútbol y de todos esos miedos, una vez allí. Ingresó faltando 15 minutos para el final del encuentro y convirtió un penal en gol Quien lo sacó de todas sus cavilaciones para darle la victoria a su equipo. A partir fue Enrico Preziosi, presidente del Genoa de ese momento, con la confianza del enen aquel momento. Le habló de la historia trenador y de sus compañeros, finalizó la del club, del momento difícil que le tocaba temporada con 12 goles y el Genoa se salvó atravesar, pero que su idea era devolverlo del descenso. a los primeros planos invirtiendo en jugadores para formar un equipo competitivo. E2 A Diego lo sedujo el proyecto y se embarcó La consolidación de Diego en Italia llegaría en él junto a su novia Sofía, quien ahora es su mujer. Sintió que así debía ser y no al año siguiente, en 2005. Potenciado por el se equivocó, pero al momento de firmar el cierre de su temporada anterior, Milito convirtió 21 goles y fue declarado intransferible. A contrato le dijo a Jorge: tal punto que, cuando se rumoreaba sobre su - Pá, yo cumplo mi contrato y vuelvo a posible pase a la Juventus, en un intercambio Racing. nada más y nada menos que por Alessandro

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Del Piero, el mandamás del club contestó: “Yo de Milito no me desprendo ni en sueños. Al contrario, me lo tengo bien cerca porque será una de las grandes revelaciones del fútbol italiano cuando el Genoa suba a la Serie A del Calcio. Es el ídolo de toda la ciudad de Génova”.

comité de disciplina de la liga italiana por presunto arreglo del último partido, ante Venezia. Como si fuera poco, el castigo no terminó ahí: el club debía jugar la próxima temporada en la Serie C.

Cuando se enteró de la noticia, Milito estaba de vacaciones en Argentina, y al moDiego era feliz en las playas de Aranza- mento de confirmarse la sanción, hacia el no, a las afueras de la ciudad. Ya se sentía final de una pretemporada teñida por la inquerido por la gente de Genoa, en la que certidumbre, el presidente se vio obligado a encontraba un calor similar al de la hincha- vender jugadores y entre ellos estaba Diego. da de Racing. “Estoy reviviendo todo lo del Finalizaba así una temporada intensa en ‘paso a paso’. Acá el Genoa es un equipo grande y devolverlo a Primera después de 11 el club genoani con 33 goles en 59 encuenaños de momentos difíciles sería como un tros. Pese al triste final, Diego se ganó en sueño”, confesó el Príncipe en una entre- poco tiempo el cariño incondicional de los vista a El Gráfico, en relación con la an- tifosi, que disfrutaron cada uno de sus tansiedad de los fanáticos por lograr el objeti- tos y de sus enganches para desairar defenvo. Pero ese sueño se iba a ver trunco de la sores. Pero en algún lugar de su ser, él sabía peor manera: el ascenso fue anulado por el que no era un adiós sino un hasta luego.

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EL ÚLTIMO ÍDOLO DE ARAGÓN El mal sabor del ascenso anulado con el Genoa, agravado por la posterior baja de categoría, todavía rondaba por la cabeza de un Diego Milito que intentaba despejarse en sus vacaciones de pretemporada. Ante la crisis del equipo italiano, la noticia de la inminente salida del Príncipe llegó a los oídos de una persona que había conocido su sacrificio desde la infancia, pero que el fútbol se había encargado de separarlos. Con el deseo de poder cumplir un sueño pendiente, Gabriel Milito se acercó a Alfonso Soláns y le sugirió: “¿Por qué no van a buscar a mi hermano?”. La máxima auto-

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ridad del Real Zaragoza escuchó el pedido del ya reconocido emblema del equipo y vio la idea con buenos ojos. Cuando Diego recibió la propuesta, supo desde el primer momento lo que su corazón le dictaba. Sin embargo, el presidente rossoblú esperaba el milagro de que la Federación Italiana revocara el fallo que mandaba al Genoa jugar a la Serie C y retener al delantero argentino. Finalmente, el milagro no ocurrió y en la noche del 31 de agosto de 2005, último día del mercado de pases europeo, Preziosi dio el brazo a torcer.



para el delirio de los 40 mil espectadores presentes en La Romareda. En el entretiempo, Miguel Pardeza, director deportivo del Zaragoza, se acercó y le dijo: “Dale que estás para meter otro”. Y Diego cumplió. Los dos tantos de Ewerthon, su compañero de dupla, estamparon el 6 a 1 final e hicieron terminar de forma perfecta la noche consagratoria para Milito, que en la semana declararía: “Marcar cuatro goles, ante el MaSu primera conquista llegó en la victoria drid, en una semifinal de la Copa, ante esta por 3 a 1 en el clásico, frente al Osasuna. Un afición ¿Qué más se puede pedir? Ni en el partido después, volvería a marcar de local en mejor de mis sueños me lo imaginé”. el empate contra Deportivo La Coruña y en En la vuelta, el que sufrió fue el Zaragola sexta jornada ampliaría su racha anotando su tercer tanto consecutivo en el 2-2 frente za. Durante media hora, estuvo a tan sólo un al Barcelona. Diego se sentía cómodo en el gol de la eliminación en el Bernabeu, pero equipo y devolvía la confianza que el entre- el equipo maño aguantó la arremetida del lonador Víctor Muñoz le había brindado de la cal y se clasificó al partido decisivo del certamen. Aunque el final no fue el esperado: única forma que sabía hacerlo: con goles. el Espanyol lo derrotó por 4 a 1 y le quitó la ilusión de conseguir la séptima Copa del Rey E2 de su historia. A pesar de esa espina, DieComenzado el 2006, la Copa del Rey go terminó el año como máximo anotador aparecía como una gran oportunidad para del equipo con 21 tantos y se ganó el respeto el Zaragoza en la búsqueda de una nueva es- de hinchas y compañeros, tal como resume trella. Tras vencer al Atlético Madrid en oc- Leonardo Ponzio años después: “Llegó de tavos de final y al Barcelona en cuartos, con ser el hermano de Gaby y se convirtió en goun doblete incluido de Diego en la ida, en leador y en nuestra bandera”. semifinales le esperaba el Real Madrid con Casillas, Roberto Carlos, Beckham, Zidane E2 y Ronaldo entre sus filas. Pero aquel 8 de febrero, el que brilló fue “el Príncipe del gol”, En la temporada 2006/07, con un plantel tal como lo presentó la voz del estadio ese equilibrado, sumado a las incorporaciones día, que en 33 minutos convirtió tres goles de Andrés D´Alessandro y de Pablo Aimar, el Zaragoza tuvo un arranque prometedor al igual que Diego Milito. En puestos de clasificación de Champions League, el conjunto aragonés mantenía un gran rendimiento y su delantero estrella no paraba de inflar redes. Sin embargo, el poderío del Real Madrid y Barcelona, junto a la campaña sorprendente del Sevilla, lo dejaron relegado de la pelea por el título. Desde su llegada a Aragón, Diego supo que tendría la tarea difícil de reemplazar a David Villa, quien partía al Valencia después de haber convertido 39 tantos en dos años. Consciente de esta carga, el Príncipe emprendió su camino con el 22 en la espalda, sin saber que se transformaría en uno de los jugadores más queridos por la afición zaragocista en los últimos tiempos.

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Al llegar a la última fecha, Zaragoza necesitaba un punto en su visita al Recreativo Huelva para lograr el único objetivo que le quedaba: clasificarse a la Copa UEFA. Cuando el trámite del partido parecía definido con un 1-0 en contra, el Príncipe apareció para hacer historia una vez más y estampó el empate final. Con ese gol alcanzó la marca de 23 tantos, quedando a sólo dos de Ruud van Nistelrooy en la carrera por ser el Pichichi de la Liga.

Siendo protagonista en su primera temporada en el Zaragoza, era de pensar que bastaba para que Diego Milito esté entre los convocados por José Pekerman para Alemania 2006. El DT de la Selección Argentina lo citó para los dos encuentros previos al mundial, pero a la hora de hacer la nómina final optó por Julio Cruz. Los entrenadores del combinado nacional variaron, pero el factor común fue el de las escasas posibilidades que le brindaron a Diego. Contaba 46 goles en sus últimas dos temporadas en el Zaragoza cuando Alfio Basile lo convocó a integrar el equipo que disputó la Copa América 2007, en Venezuela. Debido a la temprana lesión de Hernán Crespo, Milito tuvo la chance de ser titular, pero tan sólo jugó 120 minutos e hizo un gol, frente a Colombia. “No puedo recriminar a los técnicos, porque me pongo en la piel de ellos y pienso: ‘¿Tengo que jugar yo y no Tévez, Higuaín, Messi o Crespo?’ Uno mira la parte de uno –quizá injustamente– y cree que merece jugar, pero los de al lado también hacen lo suyo, entonces es difícil”, expresó en una entrevista a El Gráfico.

Para la temporada 2007/08, las expectativas se enfocaban en su primer torneo continental europeo. Así lo entendieron las autoridades del club, e hicieron la mayor inversión en fichajes de su historia. Pero la temprana eliminación de la Copa UEFA y de la Copa del Rey sumaron una nueva frustración. A pesar de que en la fecha 21 de la Liga lo encontraba a Diego en lo más alto de la tabla de goleadores, se mostraba preocupado por el nivel de juego de un equipo que venía en picada. La irregularidad colectiva se trasladó al rendimiento de Diego, que anotó su 17º y último tanto de la temporada a 11 partidos de su culminación. Con Manolo Villanova como técnico, siendo el cuarto en la temporada, el Zaragoza peleó hasta el final por la permanencia, pero los 13 puntos logrados en 16 encuentros hicieron que el descenso fuera inevitable. Después de 125 partidos y de 61 goles, el Príncipe abandonó el calor de las calles aragonesas con un nuevo sinsabor para volver al Genoa a tomarse revancha, aunque no sin antes despedirse: “Seguiré al Zaragoza desde la distancia. Mi hijo (Leandro) nació aquí y siempre llevaré al equipo y a la ciudad en el corazón. Me llevo buenos recuerdos y dejo muchos amigos aquí, pero es un día triste porque me marcho de un lugar muy querido”.

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Un corazón que pide volver Diego Milito es la clase de persona que cree en cerrar los círculos que va abriendo en la vida. Por ese sueño de concluir su itinerario como futbolista en el club que lo vio nacer, volvió a Racing e hizo que se forjara la historia como la conocemos. Pero antes del retorno a Avellaneda, más precisamente 6 años atrás, sintió algo similar: debía regresar al Genoa, donde lo esperaban con los brazos abiertos. El frustrado ascenso que culminó con un descenso de dos categorías no podía ser la última página del cuento del Príncipe en el conjunto rossoblú. Los buenos cuentos merecen finales mejores.

Thiago Motta –el mismo que después sería su compañero en el equipo de Mourinho– ilusionaba con la posibilidad de realizar una buena campaña en la primera división del fútbol italiano.

Una vez más siguió a su corazón y no falló en la decisión. Desde su debut, el 14 de agosto de 2008, en la victoria de su equipo por 2 a 0 ante el Milan, en la que Diego sería figura por convertir un gol y por asistir de pecho a Beppe Sculli en otro, el conjunto genovés disfrutó a un Milito pletórico. Estaba dispuesto, como nunca, a quedar definitivamente en el corazón de la genLuego del descenso con Zaragoza, pese a te del Genoa, que lo recibía nuevamente su buena producción tenía la posibilidad como a un hijo pródigo. concreta de mudarse a Londres para jugar Hablar de sus 24 goles en 31 partidos (fue en Tottenham. Hasta viajó su representante y le dijo “te dan todo lo que vos querés”, segundo en la lucha por ser el Capocannopero Diego no estaba convencido. Tam- niere, detrás de Zlatan Ibrahimovic, que habién lo pretendía el Inter, pero tampoco le bía convertido uno más), de los 4 tantos en cerraba. Si bien el conjunto de Milán era dos derby ante Sampdoria (uno en el partido un club de ensueño, el Príncipe sentía que de ida y tres en el de vuelta) y de la histódebía dar un último paso previo a desem- rica clasificación de su equipo para jugar la barcar en un club de élite. Por eso, cuando Europa League –luego de haberse quedado lo llamó nuevamente Preziosi para volver a en las puertas de entrar a la Champions por Genoa dio el sí al instante. Su primer amor diferencia de gol a favor de Fiorentina– no en el fútbol europeo se encontraba ya en alcanza para dimensionar su figura y lo que Serie A y la presencia de jugadores como representa para Génova.

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“Diego en Génova es, más allá de todo, un ídolo. Llegó acá cuando el equipo estaba en la B y lo llevó a pelear un puesto en la Champions. Creo que la gente recuerda dos cosas: su decisión de venir cuando el equipo lo necesitaba y la cantidad de goles que hizo”, comenta, desde Italia, Nicolás Burdisso, referente del club en la actualidad y, ante todo amigo, del Príncipe; y completa: “Genoa es un lugar un caliente. La gente es muy pasional y eso, sumado al talento de Diego, fue una comunión perfecta”. Una de las anécdotas que también ayuda a comprender el cariño que le guardan a Diego en la ciudad tiene que ver con el reconocimiento de los rivales, y la relata Jorge, su padre: “Me tocó ir a ver el clásico con la Sampdoria. Diego jugó dos, ganó los dos y en uno hizo 3 goles. A la salida del primero, Diego iba con el coche. Tenía que ir a la izquierda para ir a su casa, pero como había mucha gente fue para la derecha – donde salía la gente de Sampdoria–. En un momento le golpean el vidrio dos tipos en moto, hinchas de la Sampdoria. Él lo baja y le dicen: ‘Te quiero hacer un regalo’ y le regalaron la bufanda. ¡Habían perdido con gol de él!”. Ese año, 2009, Diego ganó el Óscar del Calcio al jugador más querido por la afición.

era aquel argentino respingado que había llegado a Italia para hacerse un nombre en el fútbol. Ya había convertido 130 goles en el viejo continente y su valía era reconocida por propios y extraños. El Inter de Milán, dirigido por José Mourinho, volvía a posar sus ojos en él, pero ya no como recambio de las estrellas sino para ser una más de la constelación. En su último partido en el estadio Marassi, el 31 de mayo de 2009, Diego convirtió dos goles ante el Lecce y se despidió de su gente con lágrimas en los ojos. Su gente, esa misma que había entonado más de una vez una canción que rezaba “Tenemos un argentino, juega mejor que Pelé, baila sobre el balón, es Diego Alberto, el Príncipe”, y que ese día colgó una bandera con un mantra. Una frase que lo representaba todo para ellos. La misma decía: “Preferimos decirte adiós, a no haberte conocido”.

Ahora sí estaba listo para marcharse a un club de élite mundial. A los 30 años ya no

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Diego Milito

“Si estamos unidos y positivos podemos llegar a ser un club modelo” Puede cambiar de todo, pero hay una cosa que no puede cambiar: de pasión. En esa frase de El secreto de sus ojos –en la que se habla de Racing– se resume su vida. Sabe que no volverá a pisar el césped del Cilindro como jugador de fútbol, pero ese deporte lo apasiona al punto de no poder imaginar su vida sin él y sin La Academia. De pasiones y, sobre todo, de valores hablamos con Diego Alberto Milito.

Podríamos haber optado por consultarle por sus títulos en Avellaneda, sus pasos por Génoa, por Zaragoza o por la Champions con el Inter de Milán, pero su vasta carrera deportiva será contada a través de toda esta edición. Diego Milito es todo eso, pero también es la representación del amor por un

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club en épocas de ventas fugaces; es símbolo de coherencia en un momento en el que reina lo incoherente y un apasionado inmerso en una realidad plagada de distracciones. Es por eso que elegimos hablar de los valores que lo han llevado a ser quien es: una parte importante de la historia del Racing.



Por tu forma de ser, seguramente no te consideres ídolo, aunque los dos títulos con Racing y tener tu nombre en una calle te han puesto en ese rol. ¿Qué es ser ídolo? - A mí nunca me gustó hablar de idolatría o ponerme en primer plano. Soy un poco introvertido desde ese punto de vista. Sí siento el respeto y el cariño de la gente que es lo que, en definitiva, me llena de orgullo y de satisfacción. Quiere decir que uno ha podido dejar algo y eso es siempre lo que uno ha tratado de hacer dentro del club. Siempre me voy a sentir en deuda con la gente, porque creo, y lo digo sinceramente, que me dieron mucho más de lo que uno les puede haber retribuido dentro de una cancha. Lo demuestra el hecho de verme reflejado en una calle paralela al Cilindro; es algo realmente muy fuerte, algo difícil de explicar. Me llena de satisfacción y de orgullo cuando me toca ir a los diferentes clubes por los que he pasado y me abren la puerta de par en par, y siento el reconocimiento y el afecto. Eso es lo más importante para cualquier ser humano.

han enseñado a mí, por lo que me han inculcado mis viejos de chico y por los valores que uno tiene. Si he sido ejemplo, ojalá que los chicos puedan tomar algo de lo que uno pudo hacer en el trayecto de toda una carrera. Creo que es el camino y hoy, repasando, siento orgullo porque he podido cumplir muchos de los sueños que tenía: debutar en el club que quiero, jugar en la Selección, irme a Europa, lograr cosas, sentirme un tipo querido y respetado en todos los lugares que estuve y después volver al club que quiero y que las cosas salgan bien. Retirarme de la manera que me pasó no es para todos, y me siento un privilegiado. El cariño, el afecto y el respeto no hay título que lo pueda igualar, eso es lo máximo. ¿Creés que el ejemplo de un ídolo, con lo que representa, puede implicar cambios de alguna conducta para la sociedad?

- Ojalá que así sea. Lo que he tratado de inculcarles a los más chicos es la cultura del trabajo, de la humildad, el no creerse más que nadie. Poner siempre los objetivos ¿Qué responsabilidad siente una persona grupales por delante, eso es fundamental. al saber que hay tantos ojos mirando y tantos corazones que dependen de uno? ¿Qué puede hacer un jugador de fútbol para cambiar las cosas? - La responsabilidad es mucha porque uno en ese momento es el centro de aten- En todo lo que es referido a lo social ción y a veces es el ejemplo de muchos chi- siempre me he involucrado. Ahora estoy cos. Es realmente muy fuerte. Queda en tratando de armar una Fundación. Desde uno ser de cierta manera, tener un cierto ese punto de vista me gusta ayudar, sobre perfil y poder reflejar una imagen a los de- todo a los más chicos. Viniendo de un más. Es fundamental dar una imagen de Racing con muchas necesidades, me gusta transparencia, de honestidad, de amor, de involucrarme, verlo crecer y que los chiquerer al club. Que el chico entienda que el cos no pasen necesidades. Creo que, en jugador que está viendo trata siempre de ir definitiva, las inferiores, las juveniles y por el camino del bien. las infantiles son el pan nuestro. Hoy me toca ir al predio a ver a mi hijo y la ver¿Te sentís un ejemplo? dad es que ver al predio como lo tenemos - Uno nunca lo hizo de cara a la tribuna. es un orgullo, pero hay muchas cosas por Lo ha hecho por creencias, por cómo me hacer todavía.

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¿La idolatría va íntimamente ligada a los resultados? - No necesariamente. Está claro que los resultados y los títulos también marcan, es inevitable, pero uno tiene que mirar muchas cosas: comportamientos, maneras de ser dentro de un vestuario, el trabajo, la humildad... Muchos valores que van más allá de un título. Hablando de resultados, ¿qué significa el éxito para vos? - El éxito lo podés ver de diferentes formas. Para mí no es sólo el resultado final de ganar, de perder o de lograr un título. Hay gente exitosa que no ha tenido la suerte de lograr títulos y es tan valiosa como aquel que sí, porque deja cosas. He conocido gente que no han tenido la suerte de ganar premios y para mí han sido grandes maestros o grandes ejemplos. Lo más importante, más allá que todos jugamos para ganar, es la enseñanza o la manera de comportarse, seguir un camino o un trayecto. Habiendo ganado todo en Europa y ya habiendo salido campeón con Racing, ¿qué te pasó por dentro? ¿Por qué volviste?

¿Y con qué Racing te encontraste? - Un Racing en constante crecimiento. Ahora, ¿eso alcanza? Uno siempre quiere más. Tenemos que tener esa mentalidad porque Racing es un club gigante, por muchos momentos de su historia, mal gestionado. Pero si estamos unidos y positivos podemos llegar a ser un club modelo, que es a lo que todos aspiramos y queremos. Tenemos que ir a buscar ese Racing que merece estar en la primera plana del fútbol, no sólo argentino, sino a nivel sudamericano y mundial. ¿Qué aprendiste en estos dos últimos años? - He aprendido mucho. En este deporte la unidad es fundamental, y creo que en estos últimos dos años lo hemos demostrado: las cosas se logran con trabajo, sacrificio, humildad y unión. Eso es lo que hemos tenido y es lo que me llena de satisfacción, más allá del título logrado. A veces para ganar títulos debés tener una cuota de suerte, que la pelota pegue en el palo y entre, pero tenés que crear ciertos valores y cimientos para que las cosas salgan bien. Hemos tenido un trabajo arduo, pero el grupo interpretó lo que quería y vimos a un Racing muy competitivo. Hoy empezar el campeonato primero en los promedios para mí es casi un título, porque cuando llegué estábamos a tres puntos del descenso. Deseo de todo corazón que sigamos por el mismo camino, más allá de lograr o no un título. La idea es ser siempre competitivos. Jugar la Libertadores todos los años tiene que ser el objetivo mínimo del club, sabiendo que así habrá muchas más chances de alcanzarla.

- Por el sueño que siempre tuve de retirarme con la camiseta de Racing. Desde el día que me fui, le dije a mi viejo: “Voy por tres años y medio y vuelvo a Racing”. Después, la dinámica del fútbol me llevó a estar casi 11 años en Europa, pero siempre con el objetivo de volver. Si bien a veces los sueños no se hacen realidad y no es fácil cuando uno empieza a tener muchos años afuera, una familia, hijos que nacen allá y que van al colegio, una vida social. Muchas cosas fueron dificultando ¿Cómo se sostiene en el tiempo el Racing la vuelta, pero siempre lo tuve claro. Tengo Positivo? que agradecerle a mi familia, a mi señora y a - Estando unidos y siempre poniendo a mis hijos que me apoyaron en la aventura de Racing por delante, eso no lo tenemos que ›› volver; sin ellos hubiera sido imposible.

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¿Te sentís un ejemplo? Por tu forma de ser, seguramente no te consideres ídolo, aunque los dos Uno nunca lo hizo de cara a la tribuna. títulos con Racing y tener tu nombre Lo ha hecho por creencias, por cómo me en una calle te han puesto en ese rol. han enseñado a mí, por lo que me han in¿Qué es ser ídolo? culcado mis viejos de chico y por los valores A mí nunca me gustó hablar de ido- que uno tiene. Si he sido ejemplo, ojalá que latría o ponerme en primer plano. Soy los chicos puedan tomar algo de lo que uno un poco introvertido desde ese punto de pudo hacer en el trayecto de toda una carrevista. Sí siento el respeto y el cariño de ra. Creo que es el camino y hoy, repasando, la gente que es lo que, en definitiva, me siento orgullo porque he podido cumplir llena de orgullo y de satisfacción. Quiere muchos de los sueños que tenía: debutar en decir que uno ha podido dejar algo y eso el club que quiero, jugar en la Selección, es siempre lo que uno ha tratado de hacer irme a Europa, lograr cosas, sentirme un dentro del club. Siempre me voy a sentir tipo querido y respetado en todos los lugaen deuda con la gente, porque creo, y lo res que estuve y después volver al club que digo sinceramente, que me dieron mucho quiero y que las cosas salgan bien. Retirarmás de lo que uno les puede haber retri- me de la manera que me pasó no es para tobuido dentro de una cancha. Lo demues- dos, y me siento un privilegiado. El cariño, tra el hecho de verme reflejado en una ca- el afecto y el respeto no hay título que lo lle paralela al Cilindro; es algo realmente pueda igualar, eso es lo máximo. muy fuerte, algo difícil de explicar. Me llena de satisfacción y de orgullo cuan¿Creés que el ejemplo de un ídolo, do me toca ir a los diferentes clubes por con lo que representa, puede implicar los que he pasado y me abren la puerta de cambios de alguna conducta para la par en par, y siento el reconocimiento y sociedad? el afecto. Eso es lo más importante para Ojalá que así sea. Lo que he tratado de cualquier ser humano. inculcarles a los más chicos es la cultura ¿Qué responsabilidad siente una del trabajo, de la humildad, el no creerse persona al saber que hay tantos ojos más que nadie. Poner siempre los objetivos mirando y tantos corazones que de- grupales por delante, eso es fundamental. penden de uno? ¿Qué puede hacer un jugador de La responsabilidad es mucha porque uno fútbol para cambiar las cosas? en ese momento es el centro de atención y En todo lo que es referido a lo social a veces es el ejemplo de muchos chicos. Es realmente muy fuerte. Queda en uno ser siempre me he involucrado. Ahora estoy de cierta manera, tener un cierto perfil y tratando de armar una Fundación. Desde poder reflejar una imagen a los demás. Es ese punto de vista me gusta ayudar, sobre fundamental dar una imagen de transpa- todo a los más chicos. Viniendo de un Rarencia, de honestidad, de amor, de querer cing con muchas necesidades, me gusta inal club. Que el chico entienda que el juga- volucrarme, verlo crecer y que los chicos no dor que está viendo trata siempre de ir por pasen necesidades. Creo que, en definitiva, las inferiores, las juveniles y las infantiles el camino del bien.


perder de vista nunca. Lo principal, lo que todos debemos entender, es que lo primero es el escudo y después los intereses. Tenemos que construir a partir de ahí. Obviamente, me gusta mucho el lema del Racing Postivo, es algo bueno. Tenemos que aferrarnos a ese lema e ir juntos en busca del Racing que todos queremos. ¿Qué creés que le falta a Racing para ser ese club? - Tendríamos que traer una lista y enumerar muchas cosas. Es fundamental buscar una unión a nivel político. Lamentablemente, a lo largo de toda nuestra historia, la política nos hizo mucho daño y llevó al club a lo peor. Actualmente, creo que estamos en condiciones de poder unirnos, ser positivos, poder seguir construyendo un Racing como todos soñamos, competitivo y que tenga los mejores centros de entrenamiento, que les dé mucha importancia a sus inferiores. Me duele mucho cuando tenemos que ir a comprar un lateral. Tenemos que trabajar mucho en la captación y, sobre todo, en la enseñanza. También tenemos que formar entrenadores. Celebro que pueda estar Chiche Arano para empezar a hacer sus primeras armas como entrenador. Crecimos juntos y tiene un amor enorme por la institución, pero no podemos alterar esas cosas y hacer la macana de decir “porque es de Racing tiene que trabajar en el club”. Lo que hay que hacer es jerarquizar cada área: capacidad primero, honestidad después, y si es de Racing mucho mejor. Me parece que ese es el camino.

y es muy importante para el trabajo. No podemos vender a Lollo y salir a buscar un central. Tenemos que tener una Secretaría Técnica que trabaje seis meses anticipado a lo que es el mercado. Cuando trabajás de esa manera, tenés mucho más margen de acierto y hasta perdés mucha menos plata. Esa secretaría debería trabajar coordinadamente con las inferiores –porque hay que ver qué tenés para poder reemplazar al jugador que potencialmente se te vaya– y, en caso de no tenerlo, contar con un abanico de posibilidades y darle al técnico de turno la posibilidad de elegir consensuando con el club. Poner la persona idónea y darle las herramientas; eso no es un gasto, es una inversión, como muchas cosas que hay que hacer. Dentro de ese Racing que soñás, ¿cómo te ves vinculado? - Hoy, descansando. Necesito hacer el duelo de dejar de jugar, que es muy difícil. Quiero ver las cosas desde afuera, desde otra perspectiva. Hacer las cosas forzadas no está bueno. Uno tiene que recuperar fuerzas y ver lo que a uno más lo motiva. Cuando lo sienta, estaré disponible. Más allá de que, directa o indirectamente, siempre estoy vinculado con el club. Es más fuerte que yo. Necesito tiempo y que ciertas condiciones se vayan poniendo en el club como para crear algo bueno. ¿Te sentiste alguna vez distinto a los demás?

- No, jamás. Eso me ha permitido hacer mi carrera. Siempre he tenido las cosas ¿Qué rol ocuparía, en ese sentido, una muy claras y me he esforzado mucho para Secretaría Técnica? lograrlas. Creo que cuando uno hace las - Para mí es fundamental. Es algo que te cosas a conciencia por un cierto camino, el ahorra muchísimo en términos de dinero trabajo siempre paga. ››

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¿Tu factor diferencial era la pasión y la en que sea jugador de fútbol, como no lo tuvo mi viejo en su momento. Se dio todo dedicación? de manera muy natural y así quiero que sea - Todo lo que uno encara en la vida lo lo que elija Leandro. Le gusta y es su patiene que hacer con pasión, dedicación sión, pero no pretendo nada más que él sea y esfuerzo. Siempre le digo a los chicos: feliz, que disfrute. El deporte es muy lindo, “Para jugar al fútbol hay que vivirlo, hay es un juego, y él está en una edad en la que que tener pasión por lo que hacés”. Soy lo tiene que tomar de esa manera. Ir a un un apasionado de este deporte. club, compartir, tener compañeros y disfrutar del juego en sí. ¿Qué te apasiona hoy? ¿Tenés miedo de que sea pesado ser “el - Descansar (risas). Fueron muchos hijo de...”? años y el fútbol argentino es desgastante. En los dos últimos años nos comprome- Muchas veces lo he pensado, pero trato timos al máximo con el grupo. Estoy dis- de que se dé todo muy natural. Entiendo frutando mucho de la familia, haciendo que se puedan hablar muchas cosas, pero él el curso de entrenador y de a poquito las lo tiene que tener muy claro. Es un chico. ganas van a ir surgiendo. Cuando sienta Mientras sea feliz, yo estoy contento. Siemalgo que crea que pueda dar, y si están pre le dije: “Si querés ir, vas. Si te cansás, dadas las condiciones, me embarcaré en no te gusta, o te interesa otra cosa, yo te voy algún rol. a acompañar”. Descansando pero involucrándote en el Tita... - Me involucro porque me parece que desde la parte de infraestructura Racing tiene que seguir creciendo, es fundamental sentar esas bases. Tenemos un predio muy lindo y, si uno puede dar una mano, encantado. Voy seguido porque juega y entrena mi hijo. ¿Cómo se sobrelleva la responsabilidad como padre de tener un hijo que juega al fútbol y tratar de educarlo para que disfrute de ese mundo? - A Leandro trato de transmitirle los valores que mis viejos me inculcaron a mí y hablarle de que él tiene una edad para disfrutar, no cargarlo de presión. Él juega porque quiere, yo no tengo ningún interés

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¿Qué hubiera sido de vos sin Racing? - Qué difícil. Es imposible de imaginar, porque Racing es mi vida. Uno nació en el club, recorrió los pasillos desde los 8 años. Si bien me fui mucho tiempo, nunca me desligué. Veía los partidos, me informaba de la institución, hablaba de Racing con compañeros argentinos en Europa. Nunca me despegué de la pasión del club. ¿Y de vos sin el fútbol? - No sabría responderte. En un momento arranqué a hacer una carrera universitaria de contador porque mi tío y mi abuelo son contadores, entonces me incliné para ese lado. Pero la realidad es que mi pasión era jugar al fútbol y tuve la suerte de poder lograrlo.


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En la cima Diego Milito llegó al Inter de Milán con la difícil tarea de hacer olvidar a Zlatan Ibrahimovic, que había partido al todopoderoso Barcelona de Messi y de Guardiola. Diego, después de entrar en confianza con Esteban Cambiasso, le reprochó por haber asistido al sueco en su último gol con la camiseta neroazurra. Pero, hasta ese momento, en el inicio de la pretemporada 2009/10, el Príncipe era sólo una de las apuestas para reforzar al multicampeón italiano. Luego sería leyenda

Zanetti, Cambiasso y Samuel eran los argentinos que lo habían recibido. Quien dejaba el conjunto milanés para irse a la Roma a los pocos días de que Diego se hubiera incorporado, era Nicolás Burdisso, uno de los amigos que le dejó el fútbol. “Diego llegó al Inter en el mejor momento de su carrera. Decidí que era lo mejor irme pero existía una amistad de años con él, ya que compartimos mucho en la selección. No hacía falta explicarle nada del Inter, conocía lo que iba a encontrar”, narra el central que hoy es parte del Genoa. Sin embargo, lo que le esperaba a Milito era una súper infraes-

tructura como institución que no le había tocado integrar nunca. Quien confiaba en él ciegamente era José Mourinho, que encaraba su segundo año como entrenador del conjunto milanés. Desde el primer momento, la delantera titular ya estaba decidida: Milito acompañaría a Samuel Eto'o, quien había llegado del Barcelona en un truque más dinero a favor del Inter por Zlatan. El camerunés era la estrella del ataque en ese momento, aunque no por mucho tiempo, ya que el Príncipe registró una marca goleadora fundamental para lo que conseguirían a final de temporada.

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E2 En la Serie A, el cuadro neroazzurro era el principal candidato. Más allá de la ida de su figura, había incorporado muy bien y llevaba consigo un total de cuatro scudettos obtenidos de forma consecutiva. Pero, con el trajín que llevó ese año, conseguir el pentacampeonato le costó significativamente a los de Mourinho. Recién sobre las últimas jornadas lograron sacarle ventaja a la Roma. Diego fue el segundo máximo goleador de aquel certamen, detrás de Antonio Di Natale, y convirtió el tanto de la igualdad ante Siena que le dio la posibilidad a su equipo de gritar “campeón”. Además, para demostrar que en los clásicos no se borraba, marcó un gol en ambos encuentros ante Milan. La Copa Italia tuvo a Inter y a Roma nuevamente como protagonistas en la final. Jugada en el Olímpico, con la gente en contra, Diego volvió a hacerse gigante y, con un zapatazo al ángulo apenas ingresado en el área, puso el 1 a 0 definitivo para dar una nueva vuelta olímpica. Pero lo que marcó la diferencia entre Diego y cientos de delanteros que pasaron por las filas del Inter fue su importancia para lograr un éxito que se les hacía esquivo desde hacía 45 años: la Champions League. Con Mourinho a la cabeza y con figuras como Julio César, Lucio, Maicon, Samuel, Cambiasso, Zanetti, Sneijder, Eto'o y el mismo Milito, el Inter se hizo muy fuerte de principio a fin. En semifinales fue pieza fundamental –un tanto en la ida– para eliminar al candidato de todos, Barcelona.

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Antes de la soñada final disputada en el Santiago Bernabéu, Diego se sabía campeón de Europa. Esa mañana su padre lo llamó, como tantas veces antes de los partidos, pero muchísimo más nervioso que en todas esas juntas. Su hijo estaba a punto de consagrarse ante los ojos del mundo entero, pero la respuesta de Diego en el teléfono fue inesperadamente sencilla: “Tranquilo, pa. Está todo controlado, el técnico es un crack”. A miles de kilómetros, en una cabaña barilochense, Miguel Gomís, su padre futbolístico, se comía las uñas de nervios y se secaba los ojos de orgullo, enfundado en alguna de todas las camisetas que Diego le había enviado religiosamente cada vez que llegó a un club. Milito, en la apoteosis, tuvo una de las mejores noches de su carrera, sino la mejor: metió los dos goles de la victoria frente a Bayern Múnich y se colocó la corona de rey de Europa. El Príncipe era la portada de todos los periódicos deportivos del mundo. Ya era un verdadero rey. “No tengo palabras para agradecerle al míster lo que ha hecho por mí. A él, al presidente y a todos. Apostaron por mí y me


trajeron aquí”, se expresaba Milito apenas gritaba campeón de Europa. Mourinho, que se despedía y partía hacia Real Madrid, por su parte, le devolvía las rosas: “Tiene todo como centrodelantero, es un futbolista brutal en el que nadie creía”. Tres meses después, fue elegido por la UEFA como el mejor jugador del continente. “Sin mis compañeros y este extraordinario conjunto, no podría haberlo logrado”, fueron sus palabras cuando recibió el galardón. Luego del triplete se especuló con la posibilidad de que Milito sea traspasado al Real Madrid que tenía Mourinho como nuevo entrenador. El primero que salió a pedir por su continuidad fue el Pupi Zanetti: “Él está muy contento de estar con nosotros y de todo lo que hemos vivido este año. También él ha entrado en la historia del Inter, y no tengo dudas de que se quedará aquí”. La tranquilidad para los tifosi llegó con las mismas palabras de su delantero estrella, quien fue claro en admitir que era un orgullo que se fijaran en él pero su idea era permanecer en el cuadro milanés. Y así fue: Diego renovó hasta 2014 y se puso a trabajar a la orden de Rafa Benítez, el nuevo DT.

importante de su equipo, hasta que tuvo el infortunio de romperse los ligamentos cruzado anterior y colateral de la rodilla izquierda. Fue a los 9 minutos de haberse iniciado el duelo ante el Cluj rumano, por la Europa League, el 14 de febrero de 2013. Por haber vivido muy de cerca los problemas de su hermano Gabriel y teniendo en cuenta que ya estaba a punto de cumplir 34 años, Diego quería ir paso a paso en su recuperación, sin tratar de exigir o forzar un regreso antes de tiempo. Lo que tenía claro era que ese momento, el de la lesión, el más triste de su carrera, no lo iba a alejar de las canchas. Y fue así como retornó, el 26 de agosto de ese mismo año, a formar parte de un partido de fútbol, esta vez para el conjunto primavera (una especie de Reserva). Se sintió de maravillas y, un mes después, volvió a gritar —por duplicado— oficialmente para el neroazurro, en el 7 a 0 al Sassuolo. Esa temporada iba a ser la última de su estadía en Europa. Ya comenzaba a cranear su regreso a Racing. ››

E2 El segundo semestre le dio dos nuevas conquistas al Príncipe: la Supercopa Italiana, tras vencer a Roma, y el Mundial de Clubes, luego de derrotar al Mazembe de la República Democrática del Congo. En las semifinales frente al Seongnam Ilhwa de Corea del Sur, Milito marcó un tanto. El último título de Diego en el Inter fue la Copa Italia 2010/11. Luego, el equipo fue cayendo en una meseta en la que se encuentra hasta estos días, sin la posibilidad de armar un plantel como el que supo tener. Igualmente, Milito siguió haciendo goles y siendo parte

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La temporada 2013/14 se fue sin pena ni gloria para el Inter. El momento más emotivo llegó el 19 de mayo de 2014, cuando Diego Milito, junto a Zanetti, a Samuel y a Cambiasso, se despidieron de la institución. En un video, titulado Grazie, el conjunto italiano les dijo “hasta siempre” a sus glorias, quienes volvieron a escribir con dorado las páginas de su his-

toria. El Príncipe, días después, también dijo lo suyo: “Ha llegado el momento de saludarlos. Mi vida en el neroazzurro ha llegado al máximo. He decidido probar una nueva aventura profesional. Ahora no sé qué cosa me reservará el futuro, pero me siento todavía ‘vivo’ y tengo ganas de jugar y de ser nuevamente protagonista”. Racing lo esperaba.

E2 Milito desde adentro Por Fernando Signorini(*)

Para el grupo Milito era como un tótem, una leyenda de la historia del fútbol mundial, y los jugadores sentían por él un respeto casi reverencial. Su relación con Maradona era de mucho afecto –diría hasta cariñosa– y estaba siempre en los planes, pero Diego (Maradona) habrá creído que para lo que pretendía del equipo había otros jugadores que podían ser más afines a su idea. Siempre lo tuvo en el mejor de los conceptos, no solo como jugador, porque eso es evidente, sino como gran tipo. En ningún momento planteó algo fuera de lugar. Sabía perfectamente que cuando era titular otros quedaban relegados y, cuando le tocaba estar en el banco, se adecuaba perfectamente, alentaba, ayudaba, era muy solidario. Desde el punto de vista deportivo destaco su tremendo profesionalismo. Siempre trataba de dar lo mejor de sí, por eso entrenaba casi con meticulosidad. Al jugador ya lo conoce todo el mundo, pero fue un referente también por sus valores humanos, y eso es lo que, en definitiva, queda para siempre. Después son muchos los que ganan y pierden, pero no son tantos los que trascienden por su forma de ser. Nada se da por un milagro, sobre todo en una carrera tan vasta y tan fantástica como la que tejió Diego desde el momento que apareció en Primera.

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(*) Preparador físico del plantel argentino en Sudáfrica 2010, como parte del cuerpo técnico de Diego Maradona.



L A LEYENDA Diego Milito estaba decidido: era el momento de volver a la Argentina. Ese fue su anhelo desde que pisó el aeropuerto de Ezeiza diez años y medio atrás, cuando se embarcó rumbo a Génova, y así lo expresaba cada vez que tenía oportunidad. “Sueño con retirarme en Racing. Habrá que ver en ese momento cómo estaré yo, si el club me necesita y si se dan las condiciones”, confesó en una entrevista con el diario Clarín, en octubre de 2010. Hubiera vuelto un año antes, pero sintió que debía retribuirle al Inter de Milán el apoyo en la recuperación de su lesión ligamentaria. Ahora el retorno era impostergable.

Las condiciones de la que Diego hablaba no eran precisamente las mejores: Racing acababa de culminar una temporada para el olvido, con 33 puntos en un año, muchos jóvenes que no terminaban de ser promesas y la reciente salida de Reinaldo Merlo de su puesto como entrenador. Por supuesto que también debía sopesar cuestiones mucho más allá de lo futbolístico, y fundamentalmente el bienestar de

su familia. La educación de sus hijos y la vida social que podía brindarles en Europa eran un contrapeso importante. Más de una vez discutió eso con su mujer, Sofía, pero ella vio en los ojos de su marido el mismo convencimiento que siempre demostraba cada vez que debía cambiar el destino de su vida. “Si vos estás seguro, yo te acompaño” fueron sus palabras, y no se dijo más.

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“El hecho de haber llegado allá y ser recibido por Diego de la manera que lo hizo me dio la pauta de que volvía al país y a Racing. Lo noté muy entusiasmado. Eso sí: él no quería venir a un Racing que no estuviera positivo y que no se pensara en hacer bien las cosas. Por eso me dijo ‘yo voy, pero quiero ciertos jugadores’”, recuerda Blanco. Luego vieron juntos un partido entre Racing y Banfield que se jugaba esa misma noche. Se dieron la mano y se despidieron, pero hubo un último mensaje del Príncipe que el presidente de Racing no se olvidó jamás. Una profecía: El 18 de junio de 2014, seis días después de haber cumplido 35 años, Milito habló en conferencia en su presentación. Las incógnitas sobre su estado físico estaban latentes, pero quien iba a ser el capitán del barco les hacía oídos sordos. “Vuelvo a mi casa”, fue la frase que utilizó para resumir todo lo que significaba esa nueva etapa. Tras 10 años y medio en Europa, el Príncipe volvía al club que lo formó como jugador y como persona, y soñando ser profeta en su propia tierra. Allá, en territorio ajeno, ya se había proclamado emperador. Un plantel prácticamente nuevo se formó con la expectativa de modificar de forma radical lo realizado la temporada anterior, con Diego Cocca como entrenador. Por un lado, el flamante DT expresaba su deseo: que el hincha de Racing se acercara al Cilindro de Avellaneda creyendo que el equipo podía ganar y se sintiera orgulloso del mismo. Milito intentó bajar el mismo mensaje, y Luciano Aued así lo describe: “Nos hizo creer que realmente se podía, que Racing no era lo que venía siendo los últimos años. Nos convenció de que si queríamos podíamos crear una revolución en el club”. Estaba claro que había que mejo-

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rar desde lo futbolístico, pero el verdadero cambio vendría de la mano de un nuevo paradigma como institución. Su debut en el Torneo Transición 2014 se dio ante Defensa y Justicia, en lo que fue victoria 3 a 1, con un tanto suyo que demostró que la calidad seguía intacta: tras asistencia de Díaz, la recibió de pecho y la colocó junto a un palo con la cara interna, ante la salida de Fernando Pellegrino. Así, Diego comenzaba a transitar un camino que ni en sus sueños iba a imaginar tan grande.

E2 Pero todo camino tiene sus imponderables. Tras un arranque irregular, en el que Diego Cocca resultó cuestionado y el mismo Milito se desgarró en la derrota ante Independiente, Racing debía volver a la Bombonera para completar los 34 minutos restantes del partido suspendido días antes por intensas lluvias y que, hasta ese momento, representaba un 0 a 1 complicado de remontar. En la tarde del 25 de septiembre de 2014, comenzó a formarse una dupla que quedará en la retina de los hinchas académicos: Milito-Bou. La Pantera, resistido desde su arribo a la institución, comenzó a pagar con goles. “Me sentía confiado en mis condiciones pero soy consciente de que su ayuda fue fundamental. En el momento que se empezó a hablar de mí, se acercó y me dijo ‘Si vos estás convencido, todo va a salir de la mejor manera”’, cuenta el goleador de Racing en aquel torneo. En el aspecto futbolístico, ambos conformaron un dúo que parecía entenderse hace años. Si uno salía a buscar la pelota, el otro lo esperaba para descargar y jugar rápido hacia los costados o armar una pared.


“Nos hizo creer que realmente se podía, que Racing no era lo que venía siendo los últimos años. Nos convenció de que si queríamos podíamos crear una revolución en el club.” Luciano Aued gue una semana interminable. El Príncipe y los suyos no podían contener la ansiedad y la ilusión ante la posibilidad de un nuevo título, que estaba asegurado solo con una victoria. La noche anterior al encuentro, Milito permaneció insomne. Ya lo había ganado todo a lo largo de su vasta carrera, pero esa consagración con la Academia era especial. Iván Pillud, su compañero de haLuego de la derrota frente a Rafaela, la bitación en las concentraciones, padeció su Academia no volvió a perder. El 4 a 0 ante ansiedad con admiración. ›› Estudiantes significó el inicio de la remontada que culminó con el título, pero los jugadores marcan que todo comenzó en el vestuario visitante del Estadio Roberto Carminatti, luego del empate 1 a 1 frente a Olimpo. El mensaje de Milito, recuerdan sus compañeros, fue muy claro: “Hay que ir partido a partido, sin mirar la tabla”. Una especie de “Paso a Paso” secreto e íntimo en el seno del grupo. Desafío a desafío. Los triunfos comenzaron a llegar y el grupo se notaba cada vez más sólido, tanto afuera como adentro del campo de juego. Para Iván Pillud, Milito fue fundamental para lograr esa unión: “Cambió la imagen del club, nos dio un potencial en lo anímico y en lo futbolístico. Nos marcó el camino y fuimos aprendiendo de él. Todo dio sus frutos después”.

Gimnasia, Banfield, Quilmes, River y Rosario Central. Cinco triunfos al hilo. Después de haber forzado el gol en contra de Ramiro Funes Mori para robarle la punta a River y de haber marcado un doblete ante Rosario Central, para Diego Alberto Milito, el capitán de aquel barco que se había enderezado con el pasar de las fechas, solo quedaba un objetivo: derrotar a Godoy Cruz y coronarse campeón nuevamente con la camiseta que más ama. El avance de River en la Copa Sudamericana hizo que la última fecha se poster-

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La tarde-noche siguiente fue la soñada. En el encuentro frente al Tomba, Milito participó activamente, se juntó con Bou, supo aguantar cuando el partido lo pedía y gritó el gol de Centurión como todas las almas allí presentes, en un Cilindro colmado. Cuando Diego Ceballos pitó el final, el Príncipe se puso de rodillas, se tapó la cara y cayeron sobre su mejilla las primeras lágrimas de gloria, esas que presentían que ya no iba a ser un jugador más surgido de la cantera, sino un ídolo con todas las letras. Antes de que lo llevaran en alzas, se besara el escudo un millón de veces, saludara a todos sus compañeros, lo ovacionara todo un estadio otras millones de oportunidades y levantara la copa junto a Saja, Diego le habló al pueblo racinguista, el que lo estaba viendo por televisión y el que lo iba a poder apreciar en el futuro: “Todos saben el amor que tengo por el club. Volví para esto. Estoy muy feliz y orgulloso de este grupo, que tiene una predisposición enorme para trabajar y un hambre increíble”. Racing era campeón luego de 13 años.

octavos frente a Montevideo Wanderers y en la eliminación de cuartos de final, contra Guaraní. Por errores puntuales, el sueño de continuar en una Libertadores que podía ser favorable quedó trunco. En el torneo local, Diego alternó buenos y malos partidos, ya con ese dolor y con el problema que significaba su rodilla. Iván Pillud relata qué fue lo que lo perjudicó: “La habitación parecía un sanatorio. Trajo una máquina de Europa que funciona con hielo y le abrazaba la rodilla. Tenía todo el cablerío de por medio en la cama, hielo en la otra rodilla y siempre algún kinesiólogo masajeándolo. Cuando todavía estaba permitido el Oxa B12 para inyectarse, era su rutina todos los fines de semana. Creo que lo lloró bastante cuando se prohibió. Estaba destruido en sus articulaciones, pero el fútbol y Racing lo podían más”.

La alegría de aquel año fue, sin duda, ganarle la final de la Liguilla Pre-Libertadores a Independiente, aunque no pudo jugar en la victoria como visitante porque había sido expulsado frente a Estudiantes. Milito entró en la historia al ser, junto al Chango Tras un campeonato de ensueño, Mili- Cárdenas, uno de los dos futbolistas acadéto arrancó el 2015 con la vista puesta en la micos que disputaron tres ediciones de la Copa Libertadores. Con un inicio a pura Copa. Tras ello, anunció su continuidad en goleada, en donde él era importante mar- Racing un semestre más para luego retirarcando, Racing –más allá de algún altiba- se. Su adiós a las canchas ya tenía fecha. jo– logró pasar sin inconvenientes la fase de grupos. Pero un nuevo mal movimiento de El último sueño de su carrera fue la Copa su rodilla ante Guaraní (en el primero de Libertadores 2016, esta vez con Facundo los cuatro encuentros ante el conjunto pa- Sava como entrenador. Con mucho meraguayo) diezmó definitivamente al capitán. nos brillo, Racing clasificó segundo detrás Tras la recuperación de aquella lesión, no de Boca. A diferencia de la edición pasavolvería a sentirse igual dentro del campo da, Racing quedó afuera en octavos, frente de juego. Comenzaba a notar que le costaba a Atlético Mineiro, y Milito no logró marcada vez más volver al nivel que había demos- car en ninguno de los cotejos que disputó. trado en su primer semestre. Su rodilla le Ya con menor participación tras la llegada estaba advirtiendo que el final de su carrera de su ‘heredero’, Lisandro López, Diego ya se acercaba. Más allá de ese inconveniente, sabía cuál iba a ser su último rival: Temperestuvo presente en la victoria en la serie de ley, en el Cilindro de Avellaneda. ››

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21 de mayo de 2016, fecha inolvidable para Diego Milito. Porque fue el día de su retiro, pero también porque, horas antes, había nacido su hija Morena. Su historia tenía que terminar así: presenciando el parto de su hija y saliendo rápido hacia la concentración porque tenía que ¡retirarse! ¿Algo más? Sí. Esa misma tarde, los hinchas decidieron que la continuación de la calle Italia no se llamara más así sino que tuviera su nombre. La última concentración. El último vestuario. La última arenga. La última vez que se ponía la cinta y la camiseta ‘22’. El último túnel. El último “En el este y el oeste, en el norte y en el sur” que sentiría dentro de la cancha. Lo que estaba por vivir ya lo había vivido muchas veces pero nunca más lo iba a poder hacer de vuelta. Contra Temperley sobraron 68 minutos. Todo lo que tuvo que hacer Diego lo hizo en ese número tan significativo para él. Tuvo un penal, lo marcó. Le dieron otro, y esta vez –con las piernas temblando como en el primero– lo marró. Llegó la hora de la ovación: se perdió, miró a la gente y les agradeció por dentro. No pudo concentrarse en el partido. Lo que estaba haciendo la gente ya lo había superado.

En un año y medio, Milito pasó de ser ese canterano racinguista que triunfó en Europa a un ídolo absoluto, patrón del Racing Positivo. Porque su obra y legado van más allá del título de 2014. Diego le cambió el chip a la gente. Y a sus compañeros también. “Se fue alguien muy querido por todos. Fue complicado aquel partido ante Temperley. Un momento feliz por lo que vivía, pero triste porque nos dejaba. Nos dejó el legado de que las cosas se logran con trabajo, dedicación y soñando al máximo”, relata Grimi. Luciano Aued, quien tenía un lazo muy estrecho con el Príncipe, va más allá: “A algunos no nos tocó salir futbolísticamente de acá, pero uno le tiene un cariño grande al club. Humildemente, y sin faltarle el respeto a nadie, Diego está entre los ídolos más grandes de la institución. Haber peleado en la adversidad es lo que lo hace un poco más ídolo. Ojalá se lo recuerde como lo que es, un grande”.

Pillud retrata lo que fue para el plantel el momento de decirle adiós a su capitán: “Cuando nos contó que era el último semestre, se nos caía una lágrima. En la charla de motivación que dio en el vestuario en su último partido, si se le presta atención a la foto del momento, estamos todos con los ojos llorosos. Diego te tocaba el corazón y Sebastián era un tipo con más personalidad, así que fueron un comSonó el pitido final y fueron todos a abraplemento perfecto. Agradezco a la vida por zarlo. La última función del Príncipe había habérmelo cruzado en el camino”, destaca. culminado. Cuando llegó el momento de expresarse, Diego no pudo contenerse, y entre En ningún potrero de su viejo Bernal haemociones, agradeció: “Fue muy difícil para brá imaginado de niño lo que hoy genera para mí jugar este partido. Son muchas emocio- una institución tan grande como lo es Racing. nes juntas, muchas cosas que me pasan por la En realidad, para cada institución de la que cabeza. Le quiero agradecer a esta gente por le tocó formar parte. Porque Diego Milito, a todo el cariño que me brindó y a mi señora base de sacrificio, humildad, talento y sencipor darme la satisfacción de ser papá nueva- llez, logró ser uno de los futbolistas argentimente. Me voy como quiero, en mi casa y con nos más respetados en todo el mundo. Se lo esta gente”. Tras aquellas palabras y un abra- ganó. Como así también a los corazones de zo para emocionarse con Sebastián Saja, las los hinchas de Racing que jamás olvidarán toluces del Cilindro se apagaron para siempre. das las emociones que les hizo sentir.

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Nosotros y Milito Por Ariel Scher

(Apuntes en un bar y a la salida del Cilindro, en el día de la despedida de Milito) Nosotros miramos ahora a nuestros hijos nosotros, que abundamos en colecciones y les decimos “Milito, Milito” y ellos nos de gargantas agotadas de tanto pronunciar “Milito, Milito”; nosotros, nosotros, nomiran y nos dicen “Milito, Milito”. sotros, somos nosotros los que cantamos y Nosotros miramos ahora a desconocidos oímos cantar durante años iguales a siglos, que siempre serán desconocidos y les decimos con esperanza infinita, con paciencia infi–como si fueran hermanos porque en este nita, “las buenas ya van a venir” y somos noinstante nos percibimos así– “Milito, Milito” sotros los que verificamos que en ese canto y ellos nos miran y nos dicen –convertidos en había una verdad y que esa verdad llegó un hermanos de este rato– “Milito, Milito”. dulce día: el día en el que vino Milito. Nosotros aplaudimos ahora con las manos “Milito, Milito” decimos y decimos pero nos damos cuenta de que las manos son insuficientes para ciertas circunstancias del mientras él se empecina en convencer a aplauso y entonces aplaudimos con la fe de sus botines de que le concedan un chau al los niños que fuimos, con cada víscera de las césped del Cilindro. “Milito, Milito” decipersonas que intentamos ser, con el alma mos y decimos mientras una señora no dice futbolera hecha fuego que nos acompañará “Milito, Milito” porque ya no logra ni dehasta después de la eternidad, y no paramos cir ni amagar con decir nada, a causa de que –no podemos parar– de decirle a los hijos, a puede hacer una única cosa bajo este cielo de despedidas, y esa cosa es llorar. “Milito, los hermanos y al mundo “Milito, Milito”. Milito” decimos y decimos mientras un veAsí son las cosas ahora. Nosotros, que nos terano de las horas altas y bajas de Racing proclamamos hinchas de Racing; nosotros, no dice más “Milito, Milito” y, sin frenarque conocemos a gente que se alquiló cin- se, con los labios susurrantes, lo que dice es co pares de ojos para que no se les escapara “gracias”. “Gracias”, dice, como los carteles ni uno de los movimientos y ni una de las escritos con tinta y sobre papel que flamean quietudes de Milito; nosotros, que tenemos en el este y en el oeste, en el norte y en el amigos que se compraron una boca adicio- sur de nuestro estadio, o como los carteles nal, porque una boca sola nos les alcan- que no están en ningún papel pero que se zaba para abrirla a causa de esa manía tan evidencian anotados, grabados e imborrade Milito de regalar asombros deportivos; bles en el sentimiento de miles.

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Y sí, para nosotros es una tarde de decir “Milito, Milito” y de decir “gracias, gracias”. Hay gracias por las hazañas, pero, mucho más que eso, por la voluntad de ir a buscar hazañas. Hay gracias por encender luces en celeste y blanco, pero, en especial, por el compromiso en celeste y blanco cuando en la cancha todo tuvo luz y, también, cuando correspondió bancarse la sombra. Hay gracias por transformar las ilusiones que valieron la pena en realidad y las que no pasaron de ilusión pero que igual valieron la pena. Hay gracias por reivindicar el valor de la identidad en una edad del fútbol en la que demasiadas cuestiones son volátiles. Hay gracias porque una de las maravillas mayores de la vida es dar las gracias, pero a veces no es tan sencillo encontrar a quién. O porque tampoco es tan sencillo encontrar a uno como Milito. Nosotros ahora constituimos una multitud de iguales y de diferentes. Un muchacho de ojos radiantes asegura que desde hoy y hasta la muerte dormirá con el número 22, el de Milito, debajo de la almohada, y una muchacha con cabellera de diosa revela que su última vez en la peluquería fue cuando Milito retornó a Racing en el 2014 y que no se cortó ni se cortará los pelos porque no quiere interrumpir nada de lo que empezó ese día. Un periodista canoso repasa, sin que nadie le conceda las orejas, cómo fue el primer partido de Milito en Racing. Un chiquitín que lagrimea tupido registra la voz de su abuelo que le anticipa que habrá algún futuro, lejos, lejos, en el que caminará al lado de nietos a los que les dará detalles del último partido de Milito. Un hombre cualquiera confiesa que, si no fuera tan pudoroso, le sacaría una foto a las rodillas de Milito –a las dos: a la machucada y a la otra– y la ubicaría junto con las imágenes de su santo preferido y de su fiesta de bodas. Una nena que viste una camiseta de Racing y de Milito jura que, cuando sea

grande, grande como es grande Milito, tendrá un bebé al que le pondrá “Milito” de segundo nombre y de primero también. “Milito, Milito” bramamos ahora todos. El único que no dice “Milito, Milito” es Milito, que se enjuaga los ojos con los que supo enfocar las jugadas imposibles para otros ojos. “Milito, Milito”, musitan el Chino Saja, que lo quiere y que llora, y una legión de compañeros de Milito, que lo quieren y que lloran. “Milito, Milito”, seguimos diciendo los demás, los anónimos, los de la tribuna, que lo queremos y que lloramos. “Diego Milito, no te vamos a olvidar”, decimos, además de decir “Milito, Milito” en un segundo en el que el aire tiembla, en una comunión en la que los corazones nos crujen y que comprendemos que acaso alguna vez olvidemos que el viento es viento o que somos dueños de un apellido, pero que nunca se nos irán ni este instante ni, mucho menos, Milito. Capitán de Racing y del barco de nuestras felicidades irrompibles, te abrazamos en ese abrazo que nos abrazó a todos y que dibujaste en el centro del campo en tu último día en tu cancha. Gracias, gracias, gracias. Te diríamos más, pero ahora no nos es posible. Es que, de nuevo, miramos a nuestros hijos y, de nuevo, nos miran ellos, y decimos juntos, fuerte, para los tiempos de los tiempos, “Milito, Milito”.

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Epílogo Ojalá el tiempo sea circular, como prometía Borges. Su noche cíclica no podría haberse referido jamás a Racing ni mucho menos a Diego Milito, pero hay un pasaje de ese poema en que los tiempos y sus actores podrían, al menos, confundirse. Dice así: No sé si volveremos en un ciclo segundo como vuelven las cifras de una fracción periódica; pero sé que una oscura rotación pitagórica noche a noche me deja en un lugar del mundo que es de los arrabales. Una esquina remota que puede ser del Norte, del Sur o del Oeste, pero que tiene siempre una tapia celeste, una higuera sombría y una vereda rota. A esa primera ausencia de certezas podemos responderle rápidamente que sí. Que efectivamente volveremos en un segundo ciclo, como nos enseñó Milito, porque con la gloria del pasado y con sus laureles no es suficiente para apagar el fuego sagrado. Volveremos para ser mejores, para hacer mejores a los demás, para que nos vean las generaciones futuras y quieran ser como nosotros. Volveremos para que el mundo entero sea un poquito mejor por el simple hecho de haber vuelto. Ese lugar en el mundo al que volvemos cada noche, Jorge Luis, se llama Cilindro de Avellaneda. Aún cuando estamos lejos, o el hastío nos consume en las madrugadas, o la tristeza de una derrota no nos deja ver que existe un mañana, volvemos. Siempre volvemos, pase lo que pase, aún cuando nuestro cuerpo se encuentra en otra parte. Porque regresamos con la imaginación. Usted lo ha dicho, Jorge Luis: en una esquina remota del Este, del Oeste, del Norte o del Sur siempre hay una tapia celeste brillando junto al inmaculado blanco de La Academia, como predice la canción. La higuera sombría se encuentra un poquito atrás, pero en nada se parece a nuestro paraíso. Y la vereda rota, Jorge Luis, tiene los inconfundibles adoquines del Pasaje Corbatta. Nos han enseñado siempre que cuando deseamos algo hay que repetirlo muchas veces para que se cumpla. Y nosotros repetimos: ojalá el tiempo sea circular. Ojalá exista ahora un niño en alguna esquina de Bernal, que ese niño juegue maravillosamente a la pelota, que un día decida ir a probarse en Racing, que otro día llegue a Primera, que otra vez sea campeón, que se vaya deseando volver, que vuelva para ser campeón de nuevo y que se retire en ese club que es suyo y es nuestro. Y así infinitamente a través del tiempo, para que la esencia de Milito no desaparezca.

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