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EDITORIAL
El momento ideal Lisandro López sintió que era el momento y volvió. Facundo Sava siempre soñó con dirigir a Racing y volvió para cumplirlo. Rodrigo De Paul podría haber continuado en Europa y volvió con sueños de Copa. Sergio Vittor llegó porque así lo quiso, para pelear un lugar en el corazón de la gente. Federico Vismara tenía otras ofertas y eligió la de Racing. Gustavo Bou cambia todos sus goles por la Copa Libertadores. Luciano Lollo tuvo ofertas de Europa pero se quedó. Leandro Grimi y Germán Voboril renovaron para quedarse en el grupo. Francisco Cerro aún pelea su lugar en el equipo, pero no se le ocurre irse. Luciano Aued supo esperar su momento, y ahora es referente. Oscar Romero demuestra sus ganas de jugar en Racing cada vez que toca la pelota. Diego Milito pelea en contra del tiempo porque todavía le quedan sueños en una cancha. Sebastián Saja sabe que el final está cerca, pero su liderazgo le impide abandonar el barco. Racing transita un momento ideal. La pelota algunas veces entrará y otras no porque así es el juego y así será siempre, pero no perdamos de vista de dónde venimos y dónde está el horizonte ahora. Que el Racing positivo sea más que un slogan, para que no se desvanezca —entre histerias— el presente que tanto costó construir.
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Diego Capusotto
“Me dedico a la actuación para seguir viviendo” por anabel villar Foto: Aylén Escamilla
Hace más de una década, es la cara visible de un programa que, gracias a su representación de la realidad, se hizo un lugar entre los grandes éxitos televisivos del humor argentino. Al verlo, algunos de sus personajes venían a la mente, pero al entablar la conversación se difuminaron. Un hincha de Racing efervescente, racional y memorioso; serio (pero dejando asomar su tono cómico por momentos) reflexiona acerca de la situación política de nuestro país. Todo ello, atravesado por el hombre que ama lo que hace, y para ello vive: para que reine la risa como antídoto natural ante la crueldad del mundo. Lejos de las luces, de las cámaras y de los disfraces, Diego Capusotto exhibió las facetas de su personaje más auténtico: él mismo. ¿Vas a la cancha? Dejé de ir con el avance del gerenciamiento, en 2003. También, tendría que hacer toda una movida de ir temprano, y al palco que no me gusta. Estoy habituado a otra cosa, porque iba a la cancha desde los 7 años con mi viejo y de golpe me encontré con que —a partir del programa y de cierta popularidad— ir a la cancha era más complicado que placentero. He ido a la cancha, Racing perdía y la gente me pedía autógrafos. Los miraba como diciendo: “¿Qué me pedís ahora que Racing perdió?”. Obviamente, voy a volver, pero por ahora no. ¿Dejaste de ir un poco en rebeldía al gerenciamiento? No, ¡los del gerenciamiento son como los neoliberales! Vinieron, salieron campeones y al año desguazaron todo; después apareció un inútil como De Tomasso, que ni siquiera es de
Racing, y fue cuando estuvimos más cerca de la desaparición —a dos o tres años de haber salido campeones— que de avanzar y de volver a ser lo que, para mí, hace un año y medio es Racing de nuevo: un club competitivo, que puede perder, pero que son más veces las que gana, que está mejor institucionalmente, que es respetado por los otros equipos y por los otros hinchas. Un club que siempre fue grande, en los últimos 40 años entró en decadencia, y ahora volvió a levantar. O que se den las condiciones para que jugadores como Lisandro López o Diego Milito vuelvan al club. Claro, volver para competir, y no sólo por lo emotivo. Si vos agarrás los últimos 40 años, me acuerdo de cuatro equipos nada más: el de Rubén Paz, el de 2001, el del ‘95, con Marchetta que terminó con Basile, y el que salió tercero con Cappa. No hay más que eso para recordar, en una institución que —en 1910— ascendió a
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Primera, ganándole a Boca 2 a 1 y que, durante 63 años, fue el número uno. Y si no, fue el número tres, con la diferencia de que teníamos Copa Libertadores y del Mundo, River y Boca no. Naciste grande, lo seguiste siendo durante 60 años y después lo único que quedó es una hinchada estoica y seguidora, que grita en las buenas y en las malas. Todo muy lindo, pero esto es Racing. Eso dejalo para un club estoico de verdad. No tenemos que andar mal para llenar la cancha, gritar y decir que somos sufridos. En un momento, Racing era emborracharse, ir a la cancha y gritar. Después, me di cuenta que eso tampoco era Racing. Era como un gran malentendido. Ahora, desde Cocca, es un equipo que salió campeón, que sigue siendo competitivo y que está en la Libertadores hace dos años. En la medida que haya una institución ordenada, le irá mucho más bien que mal, y cuando vaya mal será una consecuencia del juego, no histórica. Eso es lo que acompañó a Racing durante muchos años y de lo que se tiene que despojar.
recuerdos de cuando sos chico, las sensaciones siempre se multiplican. No sos consciente de la dinámica del propio juego, sino que hay algo conmocionante, mágico, que lo sentís nada más cuando sos chico. Ver en el primer clásico la cancha llena... Racing venía de ser campeón del mundo, era súper respetado, e ir a jugar con Racing era enfrentarte con un grande posta. Años donde le iba bien, o regular, pero era Racing. No venía cualquiera y te ganaba. Independiente en esa época no nos ganaba, inclusive les llevábamos un par de partidos. ¿Quién te iba a decir algo por ser de Racing, si ibas con la regla y te la medías? Después, de golpe, se empezó a pudrir todo. Se desmanteló el club, con equipos muy mediocres... Y desembocó en la B. Eso se cortó, y si vuelve en un año ese Racing, tenés que prender fuego el club, hermano, ya está.
¿Por qué creés que se llegó a esa decadencia absoluta?
Lo que pasa es que en Racing tenés de dónde agarrarte porque lo que empieza como tragedia se repite como comedia, lo que decía Marx. Racing termina siendo el grande caído en desgracia, y desde ahí, ¿cómo hacés para lidiar con eso? El humor, si sos de un equipo chico, siempre va a girar sobre esa imposibilidad de ser y sobre esa identidad del chico que combate frente al gran aparato sistémico que son los equipos grandes, el periodismo y la publicidad en función de esos. Ahora, es distinto cuando sos un grande que cae en desgracia y viene alguien de un equipo chico y te verduguea, o un pelotudo que nunca fue a la cancha, encuentra en una mesa a dos hinchas de Racing y se sorprende como si fuera un equipo de veinte hinchas. Porque piensan ¿cómo hay alguien en una mesa que exclama ser de Racing? Llegó a pasar eso, algo inaudito. De todo eso nos alimentamos y el ritual empezamos a ser nosotros más que el equipo. El mejor ritual de Racing fue cuando llenamos la cancha sin jugar. Cuando hay un equipo que está jugando, quiero que sea poderoso.
Son cosas por las que entrás en un tobogán y no podés parar. En algún momento —como en el ‘77 con nuestro amigo Horacio Rodríguez Larreta (NdR: padre del actual Jefe de Gobierno Porteño)—, se gastó toda la guita en comprar a un solo jugador que fue Villa, y se salvó de la B en la última fecha. Con ese tipo de cosas, que se empieza a dejar el club de lado, decae institucionalmente y, como hincha, te acostumbrás a esa cosa esperanzadora de que lo que viene será mejor. Lo que viene nunca será mejor porque es como “Cambiemos”: un slogan. En cualquier hincha está lo esperanzador de lo que viene; lo que venía nunca era bueno y si lo era, duraba poco. Te acostumbrás a ser un club que sufre, que se regodea de ese sufrimiento y lo esperanzador es que eso, algún día, se va a cortar. Es una especie de falopa de la que no podés salir. Mencionabas recuerdos con el club. ¿Cuál fue el primero? Mi primer recuerdo con Racing es ir a la cancha con mi viejo, en la época de Machado Da Silva. Tengo la presencia de partidos, de goles, los primeros clásicos que fui a ver contra River. Son los
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¿El humor fue también una herramienta para escaparle a esa realidad de Racing que mencionabas?
¿Qué jugador de la historia de Racing podría ser hasta ficcional? Ha llegado a pasar que Abelardo “el Karateka” Vallejos se fuera de la cancha tirando una
camiseta un partido en el que jugó bárbaro, y tenía esa impronta de ser una especie de salvaje que uno dice que solamente puede jugar en Racing. Ese tipo de jugadores aparecieron a partir del ‘73 y nosotros empezamos a habituarnos a que podía venir cualquiera: La Fata, que jugó un solo partido —0 a 0 contra Talleres en el ‘89—; Zaccanti, que un día le hizo dos goles a Vélez y después pegó un tiro en el palo. Nunca se vivió nada igual, ellos se querían asesinar. O cantar por Michellini cuando estaba en San Lorenzo porque ponía huevo en Racing. ¿Se vinculan en algo el fútbol y el rock? En los 70’, el rock y el fútbol no tenían nada que ver. Pero se empezó a futbolizar el rock, a dar el ritual del fútbol con los grupos que siguen a determinada banda, como si, en lugar de tocar, estuviera en distintas batallas que hay que ganar. Lo que pasó es que hay rockeros que son hinchas de clubes, iban a ver a su equipo o jugaban a la pelota, y hacían rock. No había mucha vinculación del rock con el fútbol y tampoco con la política, salvo algún que otro que tenía una relación más cercana y podía decir algo respecto de eso en sus letras. Siempre hubo una mirada de la política como algo lleno de tru-
hanes, que no pertenece a este mundo, cuando en realidad, si no te ocupás de la política, ésta se va a ocupar de vos. Con los recientes cambios políticos, ¿qué escenario imaginás? Desolador. Creo que los del PRO son 40 gerentes de marketing, más diez pseudoliteratos indignados, y algunos que vienen de la política desde toda la vida —como nuestra querida compañera Patricia Bullrich—, que se juntaron con los radicales, que son un partido centenario con extensión territorial, como para llenar la tribuna. Le abrieron el juego al poder real, que es el que, verdaderamente, maneja todo: son los dueños del país, los “buenos muchachos”; los otros son sus cadetes. Mejor candidato que Macri no tenían: un tipo que habla poco, las frases que dice son escolares, y que baila; frente al discurso de Cristina, que habla de “la Patria es el otro” y que pone atento al ciudadano, porque cuando hablás de Patria se supone que están los enemigos de la Patria y los que quieren que ésta siga ampliándose en sus derechos. Ganaron por los votos, porque ya no está el partido militar para sacarte a los tiros. Cuando vos perdés un partido por poco, quedás con el cachetazo de la no
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reacción y con la propia interna que te llevó a la derrota —y que aún continúa—, contra estos muchachos que hacen lo que quieren. Porque los que manejan el país son los que nunca se van en helicóptero. ¿Quién se va a ir? ¿Coto se va a ir en helicóptero? ¿Roca? ¿Techint? Creo que la esclavitud no se abolió, sí la que conocemos de antaño, pero hay una que es el ciudadano domesticado por el escenario ficcional que te ponen los medios de comunicación. Está el ciudadano que, genuinamente, esperaba más del kirchnerismo y quiso un cambio, y el otro que dice: “¡¡¡Basta, basta de Cristina, quiero un cambio!!!”. Y va, vota a este cachivache y ahora está preocupado porque le aumentó la luz. Es así la dinámica de la política, y es más compleja de lo que creemos. Igual, esto de alguna manera tiene una consigna: estamos en lo que sería la “cuarta posición”, que es la del perrito mientras te cogen. Si me preguntás qué es el PRO, es lo que acabo de decir. Eso y algo mucho peor. ¿Dónde se ubican tu programa y tu forma de hacer humor en ese escenario? ¿Qué rol crees que tomará Peter Capusotto? Mi rol no tiene que estar estrictamente relacionado con el mundo de la política formal. También es una necesidad expresiva con respecto a cómo nos gustaría que fuera el mundo a partir de la ficción y del juego que hacemos con algunas situaciones. Sentamos opinión de lo que vemos y escuchamos. Es una posibilidad para que tengamos algo para decir desde un lenguaje —que es el humorístico— que es más demoledor, desde algún punto, más procaz, en el sentido que no me creo lo que me están diciendo. Nos vengamos un poquito de las cosas que nos duelen y además creamos escenarios festivos; hacemos personajes para que se muevan en la vida mejor que nosotros. ¿Cómo plantean y renuevan los personajes?
Tanto Pedro (Saborido) como yo andamos por la vida anotando cosas que escuchamos o vemos, que después son transformadas en otras que nos causan gracia. A partir de una charla que podemos tener acerca de que él fue a pagar una cuenta al banco, puede salir la historia de un personaje que va a pagar pero le pasa algo que a Pedro no. Por eso los personajes se mueven en la vida de una forma diferente que nosotros, a veces son proyecciones de cómo nos gusta-
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ría proceder ante algunas situaciones. Cualquier derrota en nuestra vida se transforma en una especie de victoria para ese personaje que se nos ocurre. Hay cosas por las que todos fuimos atravesados, como un lugar donde fuiste a comer y te atendieron mal. También es porque hacemos pocos programas, por eso cuestan menos. ¿Por qué decidiste estudiar actuación? Laburaba con mi viejo haciendo fotoduplicaciones. No quería, cuando él dejase, seguir con ese trabajo. Quería hacer algo que me conmoviera, que me haga justificar más la existencia. Entonces, seguía laburando con él y mientras tanto dije “voy
a probar con el teatro”, que era algo con lo que tenía una especie de relación pero que no sabía si iba a servir para eso. Probé y me gustó. Lo sentí un lugar propio, un lugar de expresión, era lo que más me conmovía por sobre el resto de las cosas que hacía. ¿Qué podía para mí ser conmovedor como el teatro? Que ganara Racing, encontrarme con amigos, hacer el amor. Esas cosas podían tener la intensidad de lo teatral, que en ese momento era como un juego que no sabía si finalmente iba a continuarlo. Al año ya estaba actuando, haciendo personajes. Evidentemente, el actuar y el pertenecer a ese espacio me empezó a interesar más que hacer el amor y que verme con amigos. Inclusive era lo que, de alguna manera, me alivianaba si Racing perdía. En algo hay que ocupar la vida, no es solo Racing. Me asusta cuando alguien dice: “¡Mi vida es Racing y nada más!”. Me digo: “¡qué problema!”. Está bien si eso te sirve, pero iría por algo más, porque además Racing es como una especie de condena y de gran alegría. Es imposible que dentro de diez años diga “ya no me interesa más”, porque me va a acompañar toda la vida. Cuando juega Racing solo existe ese momento para mí, no hay otra cosa. ¿Qué significa el humor para vos? Algún día se me ocurrirá una definición que sienta contundente, pero, en principio, hay una necesidad de contar las cosas con este lenguaje porque es así como vemos el mundo. Es así como nos protegemos de un mundo hostil y como nos gusta hinchar un poco las pelotas, frente a un enemigo que está más cerca de lo que creemos. Una manera de responderle es a través de la burla, porque el humor también es eso: una manera de burlarse y de tomar distancia de algo con lo que no estás de acuerdo. Una manera necesaria de vivir, de tener eso como puntal para que la vida sea un poco más
interesante de transitar. ¿Cómo nos alejamos un poco del fatalismo natural que tenemos? A través de ese lenguaje que nos resulta imprescindible y que a otros les resulta absurdo y ridículo, como pasa con la vida. Me dedico a esto para continuar viviendo. Es imprescindible ya que es una necesidad, aún con otras cosas que me resultan imprescindibles, como lo son los estados efímeros de felicidad, el amor que le tengo a mi compañera, a mis hijas, a mis amigos, o momentos que estás esperando que se reiteren. En definitiva, la felicidad no es más que una reiteración de cosas ya vividas y que uno necesita que se repitan. No existe otro estado pleno de felicidad, pero en nosotros existe un estado pleno que es cuando se nos ocurre una idea que nos hace reír. Es muy chiquito, puede ser, pero quién te dice que salgo de acá y me pisa un colectivo. Entonces, ¿cómo no va a ser imprescindible que aparezca una idea que haga reír? ¿Te gusta el humor negro? ¿Hay un límite en el humor? El humor siempre es negro para mí. Hay maneras de acentuar esa negritud, es como un recurso para provocar un impacto, pero el humor siempre se ríe de la desgracia. El límite siempre es para el otro, no para quien lo hace. El mío tiene que ver con que no me produzca nada o que me parezca puro efecto. No voy a hacer algo para indignar a la gente. También puede ser no alimentar a pelotudos: no voy a hacer humor sobre las Madres de Plaza de Mayo para alimentar a un pelotudo como Nik, por ejemplo. Para esas cosas tengo ciertos cuidados. A partir del humor le das una especie de resistencia a ese dolor, que en algunos casos sabés que te va a ganar o que puede más que vos. Generalmente, las cosas suceden y son buenas y muy malas, que es lo que te hace reflexionar sobre si hay algo superior que está ahí observando. O sea, si nos está vigilando, lo está haciendo para el orto, y si está observando, mucho no puede hacer, o hace por algunos y por otros no. Siempre hay alguien que dice “gracias dios” y otro que dice “la concha de tu madre”. Se supone que ese superior es más complejo que la idea que nos enseñaron de que está ahí mirándonos y aprobando o desaprobando, esa es una idea muy pueril del mundo. Basta conocer lo que pasa para saber que es una idea infantil. Como lo de la pobreza cero, que debe ser una bebida, una pobreza sin azúcar.
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FACUNDO SAVA
El joven que quería ser técnico Desde su primera etapa en Ferro, cuando Carlos Griguol y Miguel Micó le aconsejaron que anotase todo lo que le parecía interesante de los entrenamientos, el Colorado sabía que —después de su carrera como futbolista— se pondría el buzo. Psicólogo social recibido hace quince años, Sava prioriza la relaciones humanas para el buen armado de un plantel. Perfil de un obsesivo por la capacitación que siempre fue importante en el lugar que haya pisado.
por leandro marinovich
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acundo Sava debutó en Ferro, el 31 de octubre de 1991, en el empate 1-1 frente a Huracán. Su carrera la cerró defendiendo los mismos colores, casi 17 años después, el 11 de septiembre de 2010, con el mismo resultado aunque Belgrano esa vez fue el rival. Casualmente, comenzó su camino como profesional cuando se celebra Halloween, fecha en la que muchas partes del mundo los niños se disfrazan, así como lo hacía su padre, mimo de oficio, cuando visitaba el hospital Borda para dar clases de teatro participativo y coordinar el frente de artistas del establecimiento. Casualmente, habrá llamado para decirle “feliz día” a su madre, maestra jardinera, la jornada en la que iba a sentir la piel de gallina por última vez al salir a una cancha como futbolista. Sava metió muchos goles, y se encargó de no vivir de ellos el día en que tuviera que colgar los botines. En 2001, se recibió de psicólogo social, siete años después de haber iniciado la carrera, superando cada prejuicio que pueda llegar a te-
ner un futbolista, de quien cree la sociedad que sólo sirve para patear una pelota o para ser sólo un mero muñeco de la industria del espectáculo deportivo. En 2010, cerca de retirarse, presentó su libro “Los colores del fútbol”, el que cuenta su historia personal y deportiva (reflejada en algunos de los próximos párrafos) y expresa su visión de lo que es el juego de la pelota y sus alrededores. Como en esas páginas, el Colorado soñaba con que Víctor Hugo Morales, una de las voces que más oídos futboleros atrapó en la historia, relatara un gol suyo. Desde que se levantaba a las 8 para ser alcanzapelotas en un torneo de su barrio hasta que se llevaba la radio portátil hacia donde sus padres lo trasladaran en las tardes de domingo. Sava, con sangre en las venas, siempre soñaba. Nació el 7 de marzo de 1974. Paradojas del destino, esa fecha luego sería utilizada para conmemorar el Día del Hincha de Racing. Sava
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se hizo de la Academia el día en el que vio a su papá llorar cuando su equipo descendió a la Primera B, en 1983. En su mismo puño y letra, el Colorado admitía que contempló el llanto de su padre sólo tres veces. La primera, aquella tarde fatídica ante Racing de Córdoba; la segunda, cuando Facundo emigró al Fulham inglés luego de realizar todo su recorrido futbolístico en el país; y la última, cuando cumplió 15 años como profesional y le realizaron una fiesta sorpresa. Hasta antes de su relación con la terapia, a Sava le pesaba mucho el deber conformar a su papá cuando ingresaba una cancha, más allá que éste no viniese del palo de la pelota ni tampoco lo presionara. Era algo interno, de idealización de la imagen paterna. Le costó mucho desterrar esa idea, hasta que una tarde le contó él mismo que ya no lo vería como un superhéroe. Pero Sava tuvo dos padres. El otro, el futbolístico, el que lo puso en órbita cuando lo necesitaba, era Carlos Timoteo Griguol. Fue quien lo hizo debutar en Primera y, sobre todo, le fijó las prioridades que —en la juventud— parecían algo
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distorsionadas. Cuando el Colorado le comentó la idea de comprarse un auto con sus primeros sueldos, Griguol lo frenó y le hizo un cambio de frente en su cabeza. “No, antes que el coche está el departamento”, fue el consejo para Sava y para otros tantos juveniles que tuvieron el privilegio de tenerlo. Como Timoteo conocía a gente que trabajaba en inmobiliarias, Sava pudo acceder a pagar su techo en cuatro años y no en dos y medio, como estaba estipulado en muchos contratos. También, siempre lo incentivó a que estudiara, a que no dependiera sólo de una carrera de 15 años, con todos los imponderables que se puedan tener. Junto a Miguel Micó, por aquel entonces entrenador en juveniles, Griguol siempre les advertía a sus dirigidos que debían anotar todo lo que les pareciera interesante de los ejercicios o de la forma de manejarse en el grupo de un determinado técnico porque eso les serviría para un futuro. A pesar de que pareciera distante, su horizonte no estaba tan lejos. Sava, como quien ya tiene todo claro, decidió hacerles caso. De joven, la semilla estaba siendo sembrada.
Sava siempre fue influyente en cada grupo que le tocó participar. Con varios técnicos tuvo charlas que sirvieron para mejorar, ya sea en lo táctico o en lo humano. Recuerda, en su libro, cuando Gregorio Pérez era el entrenador y Gimnasia pasaba por un momento de poca efectividad para marcar goles. Así, el técnico uruguayo mandó a los suyos a realizar trabajos de definición y remates al arco, pero tal era la presión que sentían los jugadores para marcar que terminaban tirándolas todas afuera. Sava charló con él y le comentó que sería mejor hacer los ejercicios algo más distendidos, con premios para el mejor y el peor definidor, para que así los futbolistas tomasen confianza. Al otro día, Pérez puso en marcha lo acordado. Los resultados se vieron reflejados rápidamente porque, al siguiente fin de semana, Gimnasia metió cuatro goles. En momentos de desastre, con Promoción al acecho y gerenciadora que se iba por la puerta de atrás dejando más agujeros que un colador, Racing se apoyó únicamente en sus futbolistas (mayoría juveniles) y en el cuerpo técnico de turno, en ese momento comandado por Juan Manuel Llop. El capitán del barco era Sava, quien guiaba a los pibes que, de golpe y porrazo, debían hacerse más grandes que nunca. Hasta ensayaban las respuestas al periodismo para que nada los sorprendiera. No había margen para el error. Luego de las lágrimas de desahogo tras salvarse del descenso en la Promoción de 2008, ante Belgrano, Sava recibió la invitación para dar una charla para alumnos de periodismo deportivo de la escuela Deportea. Les sirvió mucho poder hablar de cuestiones que iban más allá de una cancha, como —por ejemplo— el manejo que deben tener los jugadores ante la presión que existe sobre ellos. Cuando volvió a Argentina, comenzaron a ser frecuentes las mesas futboleras conformadas por el mismo Sava, Eduardo Sacheri, Juan Manuel Herbella (exfutbolista y médico), Marcelo Roffé (psicólogo deportivo que trabajó en las selecciones de Argentina y de Colombia), Ariel Scher y Ezequiel Fernández Moores (periodistas), entre otros. También llegaron a formar parte en alguna ocasión Jorge Valdano, Néstor Lorenzo y Eduardo Berizzo. El fútbol, claramente, el tema principal, pero —como en toda juntada de
amigos— otras cuestiones no faltaban. Sava, lector muy interesante que siempre busca perfeccionarse en las materias que lo cautivan, fue y suele ser un participante muy activo de la mesa. Sava ayudó a Sacheri en cuestiones que le sirvieran para realizar sus narraciones futboleras y que se volvieran verosímiles los mundos que él construía, sobre todo en el libro —que luego fue película— “Papeles en el viento”. Sacheri le sintetiza perfectamente a Paladar Académico su relación con Sava: “A Facundo lo conocí gracias a algunos de mis cuentos de fútbol porque un amigo muy amigo de él le regaló mi libro ‘Esperándolo a Tito’ mientras él jugaba en Inglaterra. Como los dos somos del oeste del Gran Buenos Aires, fue fácil entrar en contacto, tomarnos un café y empezar a hacernos amigos. Escribimos juntos, además, un trabajo sobre violencia en el fútbol que se publicó en una compilación de Marcelo Roffé, hace algunos años. Facundo es un tipo muy observador y muy sensible, en el mejor de los sentidos. Una persona que está atenta a lo que sucede alrededor y que sabe unir el fútbol con las otras cosas que pueblan nuestra vida. Es una persona dispuesta a escuchar y abierta al diálogo. Lo conocí en los últimos años de su carrera como jugador. Tenía muy claro que su sueño era convertirse en entrenador, y comenzó a prepararse muy concienzudamente para serlo”. Marcó 135 goles en su carrera, en ocho equipos distintos, para luego convertirse en entrenador, aunque ya desde joven lo sentía. Antes que a Racing, dirigió a San Martín de San Juan, Unión, O’ Higgins y Quilmes. Pero él va más allá de simples estadísticas o currículums. Siempre está en busca de perfeccionarse como profesional y como persona. Psicólogo social, estudió dos años Ciencias Económicas e hizo diversos cursos, además de viajar a Europa para ver los entrenamientos y charlar con los mejores, como Josep Guardiola y José Mourinho. A pesar de que un técnico depende, en este mundo tan vertiginoso y caníbal, de que la pelotita ingrese en el arco, Sava sabe que la mejor manera de minimizar el margen de error es capacitándose. Un ser pensante y reflexivo, que supo encontrarse a sí mismo gracias al esfuerzo, a la terapia y la persistencia en soñar a pesar de sonrisas y de dificultades. Eso, y más, es Facundo Sava.
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La conjetura de perder la cosecha Por Marcelo Máximo. Periodista y editor del libro de Sava, “Los colores del fútbol”.
Qué será la victoria para un entrenador. Qué dirá, esa tapa del diario de mañana cuando Facundo Sava levante los brazos y le diga adiós a lo que es su primer capítulo como entrenador de Racing. Qué sentirá el aficionado, ese que en definitiva es quien cuenta en esta historia de la pelota y de dos arcos. Qué valoración se hará y desde qué espacios se evaluará este paso por el Cilindro de Avellaneda. Qué tipo de adhesiones tendrá su discurso y cuánto dependerá de la farsa de un éxito que nunca estará homologado por el corazón y las buenas memorias si se obtiene a la espera, pragmática y con tan buena prensa, del error. El desafío y también la pelea que se le plantea a Sava para este ciclo viaja entre esa conformidad por conservar los porotos juntados con un estilo válido que tomó visibilidad por el capitalismo del resultado y la audacia de soltar un poco más el barrilete porque, a juzgar por nombres y cualidades técnicas, este plantel ofrece algunos buenos argumentos para liberarse de las ataduras y de los temores por la conjetura de perder la cosecha. Verá, lo dicen en la tele, insisten en la radio y lo sugieren en
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las preguntas al final de un partido. Salir de la zona de confort supone un riesgo. Difícilmente se pueda formatear, en un tiempo cercano, la capacidad de endulzar con el premio sólo a los que se quedan con el resultado de un partido de fútbol. El arraigo que tiene el concepto de ganar —ya sin interesar tanto los métodos y los azares que a su vez juegan con cada pelota en movimiento— nunca pone en observación el plan. De todos modos, esta jerarquización de ideas nacidas del gol es un poco menos agresiva que la de moldear figuras más allá de las angustias abrazadas a la efectividad de la pelota que llegó una vez y permitió las grandes emociones de domingos de fútbol argentino. La victoria de un entrenador es que un fulano indispensable, allá en esa butaca más alta del estadio Presidente Perón, pueda saber que juega el Racing de Sava. Todo lo demás, no pasará por analizar si es conveniente y también una ficticia garantía pisar las flores de una plaza con atajos posibles para que la distinción y los méritos se midan, tan sólo, con la vida de un lunes.
BahĂa Blanca 298 esquina Bragado - (Wilde) - tel.: 4217-2491 San MartĂn 920 - (Avellaneda) - tel.: 4222-7887 Pasaje Figueroa 1654 a metros de 25 de Mayo - (Dock Sud).
por ramiro cué Barberena
Cambio de dirección pero no de rumbo El fútbol juvenil de Racing tiene otro coordinador: Alejandro Russo. Sin embargo, su arribo no modifica el objetivo que impuso Fabio Radaelli durante su gestión. Con otro técnico de la Reserva –Claudio Úbeda– y algunos entrenadores nuevos, la premisa es la misma: formar jugadores de élite priorizando la técnica antes que la fuerza. Arrancó una nueva era que posee proyectos para que el club crezca. Fue notable la mejora que tuvieron las divisiones inferiores durante el mando de Fabio Radaelli como coordinador general. A la par del crecimiento del Predio Tita Mattiussi, las Inferiores de Racing fueron perfeccionándose gradualmente, aparecieron jugadores de jerarquía y las categorías tuvieron mejores performances cada año. Por motivos que exceden a los buenos frutos de su trabajo no renovó su contrato, pero sin dudas fue él quien estableció los cimientos para arrancar una etapa que se avizora aún más productiva, más completa. Su reemplazante, Alejandro Russo, es un hombre muy valorado en las juveniles de San Lorenzo. Tal es así que su partida fue motivo de lamento para Marcelo Tinelli. Llega tras ser campeón con la Quinta División del Ciclón; anteriormente, se desarrolló como manager deportivo de Instituto en la era de Darío Franco y como de coordinador en Estudiantes, donde supo perfeccionar a jugadores como Joaquín Correa, Guido Carrillo, Jonathan Silva, Gastón Gil Romero, Marcos Rojo, Federico Fernández y Leonardo Jara. Además, fue parte del cuerpo técnico de Claudio Vivas en el exterior.
Desde afuera, veía el semillero de Racing como uno de los mejores del país. Una vez en el club, le llamó mucho la atención el gran estado del Predio Tita. “Me encontré con unos campos de juego excelentes y obras para seguir ampliando el espacio, con sectores para los entrenadores y una secretaría técnica”, cuenta Russo. Pero el coordinador no fue la única incorporación relevante de Racing en esta área: Claudio Úbeda es el nuevo comandante de la Reserva. De buena relación con Facundo Sava, será el encargado de preparar a los mayores para dar el salto a Primera y de alistar juveniles para cuando el Colorado los necesite. “Con el cambio en la coordinación hay una línea de trabajo que intentaremos seguir. Que el predio siga creciendo es importante”, explica el Sifón. Además de la Reserva, con Russo también llegaron otros técnicos para hacerse cargo de diferentes divisiones. Gastón Casas es uno de ellos: “Tuvo una buena experiencia en la Cuarta de Huracán y conoce el club. Eso es importante porque sirve para hacerle entender a los chicos dónde están e inculcarles el sentido de pertenencia”, detalla el flamante coordinador. El otro es Lucas Marcogiuseppe –estará al frente de la Quinta– a quien Russo conoce de su paso por Newell’s en 2014 y tiene excelentes referencias: “Trabajó con Marcelo Bielsa en España y con Pedro Troglio en Gimnasia, tiene una proyección importante y puede aportarle a sus compañeros recursos para mejorar, se encargará de la Secretaría Técnica”. En este ítem
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se puede vislumbrar un cambio de paradigma e ideas frescas: Russo considera que Racing no debe sólo formar jugadores, sino también técnicos que puedan estar al frente de la Primera en un futuro. Piensa en eso como un verdadero proyecto integral. Los métodos son simples, para el desarrollo de los pibes hay que priorizar lo técnico. “Estamos empezando a bajar una línea en el aspecto físico, que sea mínimo y así trabajar más las condiciones técnicas”, comenta Russo. Una de las funciones de la Secretaría Técnica será conseguir GPS (tecnología que comenzó a utilizar este año la Primera) para que los preparadores físicos puedan hacer tareas más integrales y que la carga no sea excesiva, ni insuficiente para, de ese modo, achicar el margen de error y las posibilidades de lesiones. La promoción de futbolistas a la Primera en el último tiempo fue tema de debate en Racing y uno de los puntos negativos en la era de Diego Cocca. Con la llegada de Sava y de Úbeda a la Academia, se apunta a pulir ese aspecto, y el Sifón ya comenzó su ardua labor, con diferentes grupos de chicos (dependiendo la categoría), trabaja más de tres horas diarias. ¿El plan? Crear un grupo formativo que se proyecte en el corto plazo y otro a mediano-largo, siempre con los mejores de cada División, desde la 1996 a la 2000. Claudio es claro y conciso durante las prácticas. Enérgico, les exige a los chicos que sean intensos y dinámicos en las tareas. “Tiene que parecer una situación real, en el partido no van a andar al trotecito, ni van a tener tanto tiempo”, repite una y otra vez junto a Juan “Lagarto” Fleita para conseguir una respuesta positiva de los juveniles. Si los ejercicios salen mal, frena la práctica y les pide “seriedad”. Por supuesto que cuando los movimientos salen bien, los arenga y los felicita. El entrenador tiene claro su rol: “Prepararlos en el paso previo a Primera. En todos los aspectos: físico, técnico, táctico, psicológico, para que sea lo menos traumático posible”. Considera indispensable la comunicación con la cúpula de los mayores y subraya que sean “funcionales” a lo que precise Sava, con quien tiene mucho diálogo y le envía informes sobres
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los juveniles destacados. Además, mantiene una constante comunicación con los entrenadores de las categorías más grandes para que los pibes puedan practicar con ambos. Cuando se trata de la formación de los juveniles, no solo se habla de fútbol sino también de su educación integral. En ese punto, tanto Russo como Úbeda destacan la labor de la pensión de Racing y de Cecilia Contarino, la psicóloga. “La pensión de este club es modelo. Tienen todos los servicios y están casi en un hotel cinco estrellas. Es un gran trabajo de Cecilia y de Gisela, que siempre está colaborando. Es muy importante”, sintetiza Russo. También agrega: “Cecilia tiene un seguimiento sobre el rendimiento escolar de ellos. Sabe que quien no estudia no juega, pasar de año es una obligación”. Alejandro les dice seguido a los juveniles que cuanto más inteligente sean, más rápido captarán lo que pide el entrenador. Para Úbeda, es indispensable una buena labor en la pensión para los chicos y destaca a Cecilia. Según él, es una mamá para ellos. “Hay un gran grupo de trabajo y es lo más parecido a una familia. Así los chicos se sienten cómodos”, detalla. El famoso sentido de pertenencia es un punto que sobresale para Russo y para Úbeda. Ambos subrayan este ítem y lo mencionan recurrentemente. Creen vital que los chicos se encariñen con el club y todo lo que lo rodea. “Se inculca hasta el cuidado de cada cosa del club, el cuidar la ropa, el levantar los materiales”, piensa Úbeda. Para él son actitudes diarias que tienen que imprimirles a los jugadores, sobre todo el espíritu de grupo: “Cuando uno logra eso, entienden que no es un deporte individualista, que dependemos de todos”. Para Russo es importante que los jóvenes vean ejemplos a seguir en los grandes y analiza dialogar con viejas glorias para que charlen con los chicos y que aprendan a escuchar. La mejor etapa del semillero está por venir. Con otros nombres, con otra planificación y más espacio para los juveniles, la cantera empezará a dar sus frutos en muy poco tiempo. El trabajo que comenzó Radaelli lo continuará Russo con Úbeda como su mejor soldado. Cambió la dirección, pero el rumbo sigue siendo el mismo.
La Secretaría Técnica, el próximo paso
Luciano Vietto, el hijo postizo de Russo
Fue uno de los primeros pedidos de la gestión Russo, que considera ese espacio como pieza imprescindible para una óptima labor en inferiores. Junto al Centro de Captación, que también está en agenda, son necesarios para achicar el margen de error lo máximo posible, como pretende el nuevo coordinador. Estamos hablando de los pasos más sofisticados en el rubro del fútbol juvenil.
Una de las anécdotas más curiosas, y que cuenta con más frecuencia, es la historia que protagonizó con Luciano Vietto, en ese entonces, un chico en las inferiores de Estudiantes. “Luego de la semana de prueba, se tenía que quedar en la pensión y la familia se iba. A los tres días quería volverse a Córdoba”, cuenta Russo con un poco de nostalgia. Se lo llevó a su casa y estuvo viviendo ahí un mes hasta que se adaptó. En el Pincha quedó libre por su baja estatura. “Yo les dije que era un error, se notaba que era diferente, había que esperar que crezca un poquito y listo”, explica Alejandro. Y también rememora que pasó una situación similar con Joaquín Correa: “Lo querían dejar libre porque era muy flaquito y no se podía sacar un tipo de encima. Pero con la pelota era un fenómeno”. Él se jacta de ser partidario de tenerles paciencia a los “enanos”—cómo les dice—, siempre y cuando tengan dotaciones técnicas, porque “cuando pegan el estirón tenés un jugadorazo en potencia. Pocas veces se los espera”.
La Secretaría Técnica (ST) estará bajo el ala de Lucas Marcogiuseppe, uno de los hombres que llegaron junto a Russo. La función principal de la ST será brindarles a los chicos y a los entrenadores las herramientas necesarias para hacer más específicas y personalizadas las prácticas. Esto tiene varias ramas para llevar a cabo la labor. Primero, y principal, conseguir los programas de GPS para todas las divisiones, para que los preparadores físicos puedan dosificar las exigencias. Pero no solo es incorporar estos sistemas, sino también monitorearlos durante las prácticas, así el entrenador sabrá qué ejercicio cubre el aspecto aeróbico y cuál el neuromuscular. Sirve para que el riesgo de lesiones sea menor. Otra de las tareas será grabar los partidos y editarlos. Cada técnico deberá visualizar los encuentros y buscar los puntos positivos y negativos. Habrá un encargado de mostrarles a los jugadores los videos que serán de 15 minutos como máximo. Al entrenador también le servirá para poder programar los entrenamientos de acuerdo a si tuvo déficit para defender o para atacar, por ejemplo, y para individualizar los ejercicios con el fin de mejorar los puntos débiles y de potenciar las fortalezas.
Ignacio Gonzalez
44 años. El año pasado fue su primera experiencia como técnico en las juveniles. Fue entrenador de arqueros de la Primera. -
Mario Pobersnik
45 años. Vino con Fabio Radaelli a Racing. Ex Ferro.
Gastón Casas
38 años. Ex jugador de Racing. Ex Cuarta División de Huracán.
Otro de los proyectos a mediano plazo es la creación de un departamento de captación de juveniles que se encuentren en cualquier rincón del interior del país. “Cuando hablé con Fabio Radaelli, me contó que es una deuda pendiente que le quedó y que no pudo hacer por falta de tiempo”, cuenta Russo. Tiene el fin de encontrar los talentos en la edad de infantiles.
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Lucas Marcogiuseppe 36 años. Ayudante de Troglio en Gimnasia, en donde también dirigió la Quinta División. También estuvo en el CT de Bielsa
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Ídolos en el recuerdo “Los jugadores pasan, pero el club es lo que queda”, se suele escuchar entre algunos ecos de charlas versátiles en un café, en un bar, en las tribunas o donde sea que el fútbol aparezca como común denominador. Sin embargo, la historia de Racing está colmada de nombres que inscribieron sus hazañas y que construyeron los primeros tintes académicos de gloria. Hombres de otras épocas, con otras ropas, con otras costumbres, de tiempos en los que sólo importaba lo que pasaba con la redonda adentro de la cancha. A ellos los encontrarán en estas páginas para tirar una gambeta atrevida a los olvidadizos y para guiñarle el ojo a los nostálgicos. Porque la historia es una sola y se cuenta completa.
Los hermanos de la primera Academia Alberto Ohaco era todavía un niño cuando se subía a los techos de las casas, de las calles De Roca y O´Gorman, transformadas con el correr de los años en Colón e Italia. Desde ahí arriba, miraba a esos hombres que practicaban aquel deporte novedoso, con la ilusión de convertirse en uno de ellos, algún día. Nunca pensó que a los 17 años, después de haber participado en la categoría junior, estaría ahí mismo, defendiendo la camiseta de Racing en el conjunto B de la Tercera Liga junto a su hermano mayor, Juan. Ambos siguieron el mismo camino, pero en diferentes sectores: Juan desde el medio campo y Alberto en la delantera. Tras dos años en el primer equipo de la Segunda Liga, en 1910 consiguieron el tan ansiado ascenso para la alegría de los seguidores académicos, después de vencer a Boca en la final por 2-1, con un tanto del
menor de los Ohaco. Desde ese momento y en adelante, la felicidad no se borraría por mucho tiempo en la parcialidad albiceleste de Avellaneda, y en 1913 los Ohaco volverían a ser artífices de un nuevo éxito: el primer campeonato de Primera División. Sin embargo, luego de ganar el segundo Torneo Nacional consecutivo en 1914, Juan decidió abandonar su posición de centrohalf para continuar con su faceta política dentro del club, al dedicarse plenamente a su actividad como vocal, cargo que se le había designado en 1910 y que concluyó en 1917. Fue así como disfrutó la magia de su hermano, pero esta vez desde afuera de la cancha. Dueño de un andar lento, Alberto seguía combinando precisión y elegancia a la hora de desplegar su juego. Jugaba y hacía jugar. Un delantero temible para cualquier defensa que llegó a conquistar 247 goles en Primera, cifra que lo alza como el máximo goleador de la historia de Racing. Y no sólo eso, sino que se lo denominó como uno de los jugadores más completos de su época, pasando por todos los puestos; hasta llegó a ponerse el buzo de arquero en un amistoso frente a Ferro. Después de salir goleador en 4 torneos consecutivos (1912-1915), convertirse en el primer jugador académico en jugar con la Selección y ganar 28 títulos con el club, entre ellos 8 Torneos Nacionales (1913, 1919 y 1921), Alberto colgó los botines en 1924, mientras Juan era elegido como Vicepresidente del club. Pero el parate no le duró mucho. Al año siguiente, integró el equipo de Veteranos, donde sumaría un título más en 1927 y, finalmente, se retiró en 1930, con 25 primaveras consecutivas defendiendo la casaca racinguista. Alberto se despidió con una mano extendida al cielo y miles de aplausos se escucharon como respuesta. El apellido Ohaco ya había entrado en la historia de la primera Academia futbolera.
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COMUNIDAD PALADAR ACADÉMICO Racing es mucho más que un club de fútbol y un partido los fines de semana. Racing es, y debe ser siempre, una institución al servicio de la integración social. La Academia tiene fanáticos distribuidos a lo largo y a lo ancho del país que –anónimos- realizan actividades todos los días para que el club sea cada vez más grande. A todos ellos decidimos abrirles el juego y brindarles este espacio. Si pertenecés a una filial, comunicate con nosotros y enterate cómo hacer para que sus actividades salgan en la próxima edición de la revista. FILIAL SALTA
que en la capital del país. La filial Tucumán fue reconocida el mismísimo 14/12/14 en el que Racing salió campeón y, para ellos, juntarse a ver los partidos es lo más cercano a estar en el Cilindro. Realizan dos o tres viajes por año para que todos puedan conocer el Estadio, y además realizan actividades en escuelas rurales y donaciones a Cáritas. Contacto: 3816442076 (Franco) Facebook: RACING CLUB FILIAL TUCUMÁN. Twitter: @FialialRacingTuc. Dirección: AV. Colon 1188
Luego de mucho tiempo de soñar con representar a Racing en la provincia, la Filial se constituyó oficialmente el 6/10/2011. Desde entonces, apadrinan al Roperito del Barrio Ceferino y han realizado distintas donaciones al Hospital de Niños de Salta Capital y el comedor “Los chicos buenos” del barrio Primera Junta (foto). Siempre con Racing como el motor que impulsa a la solidaridad, y el compromiso diario de enaltecer al club. Están muy cerca de inaugurar la oficina en la cual se podrán no sólo sumarse a la Filial sino también asociarse a Racing Club. Para ello, el interesado puede comunicarse vía email: (salta@filialesracingclub.com.ar) o a los siguientes contactos: Marcelo Pozzi (Presidente) 0387 154158555 Domicilio Sede: San Felipe y Santiago 1381 Pagina web: www.filialracingsalta.com
FILIAL CÓRDOBA
FILIAL JUJUY
La Filial Jujuy “Facundo Sava” se constituyó oficialmente el 26/ 12/14. Desde ese momento, sus fundadores se propusieron dos objetivos principales: aumentar la masa societaria del club; y llevar a cabo acciones benéficas, solidarias y culturales en nombre de la institución, al norte del país. Para ello, la Filial asumió el compromiso de apadrinar una escuela de la localidad de El Chamical ubicada en el departamento de El Carmen, que alberga a los hijos de empleados rurales que trabajan en las zonas aledañas.
El 18 de noviembre de 1998, un grupo de hinchas de Racing pagaron entre todos un pequeño aviso en el principal diario cordobés. En él, convocaban a otros fanáticos de La Academia a formar una filial en la provincia. Hoy, después de muchos viajes y cenas de aniversario, constituyen una comunidad a la que acuden hinchas de todas las provincias: Jujuy, Salta, Catamarca, Chubut, Formosa y Santiago del Estero, entre otras. Actualmente, Racing tiene una bar en Córdoba. Un lugar donde, además de alentar, hay sorteos de indumentaria oficial. Por supuesto, se realizan colecta para diferentes localidades de la provincia. Te esperan en el Bar Terradas - Independencia 507 - Nueva Córdoba – Capital.
FILIAL SANTIAGO DEL ESTERO
Contacto: (3888) 449258. Facebook: Racing Club Filial Jujuy “Facundo Sava” Twitter: @RacingfJujuy.
FILIAL TUCUMÁN
“Tucumán tiene muchísimos hinchas de Racing, y amamos tanto al club como alguien que vive en Buenos Aires” nos dice Franco Laquaire, presidente de la Filial de esa provincia. Lo que parece algo obvio, a veces no es tan así. Tiene que ver con un sentido de identidad que merece ser tenido en cuenta con la misma importancia
La Filial racinguista en Santiago del Estero no podía llevar otro nombre que no sea el de Juan Carlos “El Chango” Cárdenas, el autor del gol más glorioso de la historia de Racing. Su principal función actualmente tiene que ver con las actividades solidarias en el norte de nuestro país. Una de ellas (foto) es la que realizan en la escuelita del Boqueron Distante, a 160KM de la capital Santiagueña a la que asisten 130 alumnos. Allí acuden periódicamente llevándoles ropa, calzados, útiles escolares, colchones, y hasta facturas para acompañarlos con una chocolatada. Cuando se trata de ayudar, Racing sólo funciona de gran motor y excelente excusa.
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NOTA DE TAPA
“Volver a Racing es el paso más importante de mi carrera” Lisandro López se sienta en la platea de un Cilindro de Avellaneda que espera el inicio de las competencias oficiales. Mira a su alrededor entrecerrando los ojos, ve el césped y le brotan las ganas de volver a pisarlo. No se imagina cómo será ese momento porque, aún después de trece años de goles y de sueños en Avellaneda y en el mundo, reconoce ponerse nervioso antes de los partidos. Está tranquilo y se lo transmite a sus palabras que suenan, inconfundiblemente, como las de alguien que creció alejado de las estridencias de la gran ciudad. Antes de responder cada pregunta, se toma su tiempo. Reflexiona, escucha, se mete de a poco en una charla que tiene como eje ineludible el valor del regreso a lugares queridos. por cristhian flores Foto: Aylén Escamilla
Si le dieran la posibilidad de viajar en el tiempo y volviera a un lugar donde fue feliz, él no tiene dudas: regresaría a su infancia en Rafael Obligado, un lugar donde, recuerda, los niños tienen mucha libertad y pasan el día entero jugando sin ningún tipo de peligro. Desesperado, siempre corriendo atrás de una pelota, salía de su casa a las ocho de la mañana y volvía cuando su mamá le gritaba desde su casa hasta la plaza, siempre correteando de un lado para otro. Un día llegó al Cilindro de Avellaneda y se enamoró. Años más tarde, debutó en La Academia y los encantados con sus recursos infinitos fueron los hinchas. Se fue con la ilusión de triunfar en
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Europa y hoy regresa a Racing, el lugar que lo vio nacer como futbolista. ¿Cómo fue aquella primera impresión de ver el estadio de Racing habiendo venido de tu pueblo? Para mí era todo muy novedoso. No lo podía creer. Soy de un pueblo de 800 habitantes, entonces, para nosotros hace 20 o 25 años, venir a Buenos Aires era un trastorno. Una movida infernal, perder todo un día. Allá, para ir a cualquier lado, tardábamos dos minutos caminando o íbamos en bicicleta. A partir de los quince
años, comencé a probarme en varios clubes, así que conocía los estadios físicamente, pero acá en Racing fue cuando vi el estadio lleno, la gente, y me empecé a identificar y a tomar cariño por el club. ¿Recordás alguna frase que te hayan dicho en esos primeros años y que te marcó para tu carrera? Mi abuelo siempre me decía, de chico, que transpirara la camiseta, desde que empecé a jugar al fútbol a los nueve años hasta los 28, antes que él falleciera. Y siempre le hice caso. Fue lo único que hice bien —y tan constante— en toda mi carrera. ¿Qué significa volver al club para vos? La verdad, estoy muy feliz de estar de vuelta acá. Tenía muchísimas ganas de volver a ponerme esta camiseta, regresar al club que me vio nacer. ¿Qué diferencias ves entre aquel club que dejaste en 2005 y éste que te toca vivir? Muchas, y para bien. En lo deportivo hace un año y medio que las cosas van muy bien y eso genera entusiasmo, genera económicamente un progreso porque la cancha se llena siempre. Y eso va un poco de la mano con lo institucional.
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Se ve un club organizado, ordenado, positivo en todo sentido. Todos dicen que los jugadores de Racing hoy no se quieren ir y todos quieren venir, así que por algo debe ser. Cuando uno está acá adentro empieza a ver un poco las cosas y se da cuenta que está todo muy bien. ¿Notás que ese positivismo también se trasladó a la gente? Sí. Me acuerdo que, en la etapa anterior —si bien el último campeonato fue bueno—, la gente venía a la cancha prácticamente a insultar. Nosotros estuvimos diez partidos sin ganar en el Apertura 2004 y era todo pesimismo, a Racing le empataban y sabía que iba a perder, era todo negativo. Hoy podés ver que la gente viene a la cancha a disfrutar, a alentar, y eso repercute lógicamente al equipo, y viceversa, porque creo que el equipo también transmite algo positivo. En todo este tiempo, no dejé de seguir al club. Se respira otra cosa. ¿Cuál fue tu primera impresión de Facundo Sava en esta etapa como entrenador en Racing? Es un técnico que habla mucho con nosotros, que pide nuestras opiniones, un técnico muy abierto en ese sentido. Eso es muy importante y muy bueno. Lo veo entusiasmado, muy compenetrado, con un cuerpo técnico que labura muchísimo. Se encontró con un grupo que mentalmente
está muy positivo, con muchas ganas de entrenar y mejorar. La conexión ha sido muy buena, aunque seguramente va a llevar un tiempo adaptarse, ojalá sea lo más corto posible, donde él pueda pedir lo que quiera y que nosotros lo podamos plasmar en la cancha de la mejor manera. Si empezamos con resultados positivos, eso va a ayudar, pero las ganas, tanto de él como nuestras, están y creo que podemos tener un buen año. Se habla mucho del ‘sentido de pertenencia’ —a raíz de lo que generó Milito— y esa ilusión de que los jugadores surgidos en Racing puedan regresar. Para vos, ¿qué es significa ese sentido de pertenencia? Sinceramente, no sé a qué se refieren cuando hablan de eso. ¿Qué pasa con los jugadores que se van del club y que no tienen una carrera exitosa o no les va tan bien? Esos chicos ¿tienen la posibilidad de volver? Es difícil. Eso va en lo que sienta cada uno. Hay jugadores que salen de un club, pasan por muchos otros y nunca vuelven. Me parece que está bien si es su decisión, como a su vez está bien también salir de un club, continuar tu carrera y, si un día tenés la posibilidad y las ganas de volver a ese lugar, poder hacerlo. Es algo a lo que no le encuentro mucho significado. Los hinchas se identificaron mucho con Diego
por haber vuelto después de la carrera tan exitosa que tuvo, por haber salido campeón antes de irse y volver a hacerlo cuando regresó, por ser un referente y un ídolo total de la institución. En general, a la gente le gustaría que los demás jugadores que tuvieron una buena carrera afuera, quieran volver al club. Ahora se dio conmigo, pero ojalá que los chicos que se fueron y puedan volver, que también se le abran las puertas. Lo más importante es que Racing se mantenga como lo viene haciendo. ¿Por qué crees que no volvieron tus compañeros de aquel buen torneo de antes de irte? Realmente, no tengo idea. Tiene que coincidir el momento de las ganas del profesional y las de la institución —o el técnico de turno— de contar con él. Los conozco y sé que tanto Mariano (González), “La Gata” (Fernández) como Javier (Pinola) tuvieron intenciones de venir en algún momento. Después, por alguna u otra cosa, no se da. Hay muchos factores que determinan la llegada de un jugador a una institución. Cada caso es personal y cada uno sabrá el por qué. Son tres chicos que quieren mucho a Racing, que han tenido su paso y se han identificado con el club. Quizá vuelven en algún momento.
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El plantel cuenta con dos líderes tan reconocidos, como Diego Milito y Sebastián Saja, que tal vez están próximos al retiro. ¿Creés que podrías ser un posible líder del plantel en ese momento? No tengo la característica, o la personalidad, de hablar delante del grupo, de llevar las riendas, pero sí soy consciente de que se necesita siempre ese tipo de jugadores o esa característica de persona que comandan o lideran los grupos. Ahora están “El chino” (Saja) y Diego (Milito) que son las voces del grupo y que lo representan de alguna manera, pero si mañana me toca a mí, trataré de hacerlo de la mejor manera y que mis compañeros estén contentos. ¿Qué sentiste cuando viste tu foto en el “Hall de la Fama” junto con la de otros chicos surgidos en las inferiores del club? Fue lindo. Sentí alegría, me dio mucha emoción y orgullo. Siempre, cuando sos chico y estás en inferiores, soñás y te entusiasmás con llegar a la Primera y hacer las cosas bien. Después, lógicamente, seguir progresando tanto en lo deportivo y en lo económico, es normal. Me dio un poco de nostalgia, pero mucha alegría. ¿Alguno de esos sueños siguen intactos? Más que sueños, eran mis ganas siempre de ser futbolista. Hoy lo soy, más allá de que es mi trabajo, también es una pasión. Después, como siempre digo, se trata de mejorar cada día y aprender. Así será hasta el final de mi carrera.
Campeón en sexta división, debutó en Primera el 14 de junio de 2003 de la mano de Ángel Cappa. En aquella primera etapa con la celeste y blanca, disputó 71 partidos y convirtió 26 goles (2 a Independiente). Se consagró goleador del Apertura 2004. En su vuelta a Avellaneda, ya marcó un gol inolvidable: La chilena agónica en el clásico que él mismo reconoce como el gol más lindo de su carrera.
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Siempre has dicho que no venís a retirarte a Racing, pero es una frase que puede ser tomada con cierta malicia. ¿A qué te referís? A que no vine al club con la idea de terminar mi carrera en Racing. Volver es el paso más importante de mi carrera por la edad que tengo, por volver al fútbol argentino, por la presión que se vive acá, por volver a un club en el que creo que me fue bien en lo personal y por lo que se me va a exigir también. Lo tomo de esa manera, no como mi último club al que vengo porque ya no me da el cuero y me estoy por retirar. Lógicamente que, si las cosas van bien y estoy un año, cinco o diez más y me puedo retirar acá, mejor. Y si no, si estoy seis meses, no le hago un gol a nadie y todo el estadio me putea, seguramente me iré a jugar en otro lado. Lo dije con esa idea. No tengo intenciones de andar bien para irme otro club. ¿Te ves como un posible ídolo del club? No me veo como un ídolo, para nada. En su momento, la institución no estaba bien, el equipo no estaba bien y mi momento personal era bueno. Tal vez, por eso la gente se identificó un poco conmigo, pero he jugado muy poco, no he ganado títulos con el club, así que para nada me considero así. ¿Ves cercana esa posibilidad de ganar algún título? Sí, la veo. Y las ganas están. A lo largo de tu carrera, has tenido picos de rendimientos muy altos, sobre todo en Lyon y en Porto, ganando títulos y haciendo goles. ¿Qué te faltó para trasladar esos momentos a la Selección? No me faltó nada. Los técnicos no me quisieron llamar o no me quisieron poner, nada más. Siempre estuve muy tranquilo con ese tema porque lo único que podía hacer era brindarme al máximo cada día y en los partidos que me tocaba jugar para mi club, después no dependía de mí. Lo hice, soy consciente y estoy orgulloso de eso. Si no alcanzó, no alcanzó.
¿Cómo era tu relación con Maradona antes del Mundial de Sudáfrica? La normal de técnico a jugador. En ningún momento pasó nada. Por ahí se dijo que yo estaba fastidioso, que habíamos tenido un cruce de palabras. Para nada. Nunca pasó absolutamente nada, simplemente me dejó de citar, prefirió otro jugador y está perfecto. Te tocó un momento particular: salir reemplazado por Messi en su debut con la Selección mayor, el día que lo expulsan a los pocos segundos. Estoy en todos los libros (risas). No recuerdo muy bien, pero seguramente fue un momento muy triste para él. Creo que hasta para eso es diferente, ¿no? No hay otro en la historia. Lo lindo de él hoy es verlo jugar cada partido.
Pese a su vasta trayectoria en Europa (ganó 9 títulos y marcó 144 goles entre Porto y Lyon), Lisandro tuvo muy pocas oportunidades en la Selección Argentina: apenas 7 encuentros disputados y un gol, a Rusia. Sus números lo avalan, no le faltó nada más que confianza por parte de los entrenadores. Su despedida del club francés fue entre lágrimas, ovacionado por la gente que lo idolatró. ¿Cómo fue llegar a un fútbol como el de Qatar luego de tu salida del Lyon? Fueron tres años muy buenos y de hacer muchos goles en Lyon. El cuarto año se cambia el sistema de juego, paso a jugar de volante por izquierda, y las diferencias con el entrenador me llevaron a querer salir del club a mitad de temporada. Llegaron propuestas muy importantes como Juventus y Tottenham, pero el presidente de Lyon —con el cual tenía una excelente relación— me cerró las puertas. Sabía que a final de temporada me iba a ir. Ellos estaban en todo su
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derecho de pedir por mi pase lo que quisieran, de hecho me habían pagado caro hacía cuatro años, y pidieron una plata que no es fácil para un jugador de 30 años. Mi prioridad era venirme para acá, pero lógicamente Racing no podía pagar lo que Lyon pedía. En Brasil tampoco, y en Europa no quería jugar más. Tenía clubes lindos para ir a jugar pero mi frustración era más grande. En Qatar hacía tiempo que me insistían para ir y decía que no, hasta que, cerca del cierre del mercado, me puse de acuerdo con ellos y fui. Se dijo, desde algunos sectores del periodismo y de la gente, que ibas por plata. ¿Qué sentiste con eso y cómo es tu relación con la prensa? Y nada, ¿qué voy a sentir? Siempre van a buscar algo o a esperar alguna cosa puntual para vender. Sinceramente, no me importó nada de nada. Sabía por qué me iba, lo que hacía, lo que iba a venir detrás de eso también y no me importó nada. Mi relación con la prensa es casi nula. En doce años de carrera he hecho muy pocas notas. Reconozco que ahora soy un poco más paciente, más “amiguero” con la prensa pero todo lo que es el vivo, la televisión, me incomoda totalmente. Traté siempre de manejarlo lo mejor posible, pero es algo que no me simpatiza. No porque no me guste o no quiera a los periodistas, es una cuestión personal. Sinceramente, a mí me gusta entrenar y jugar. Si tengo que hablar después del partido, hablo, pero el resto no me interesa ni siquiera contarlo. Muchas veces no sé qué decir, me siento incómodo y prefiero no hacerlo.
En el Al-Gharafa, de Qatar, disputó 40 partidos y convirtió 20 tantos. En febrero de 2015, regresa al continente para cumplir aquel deseo de jugar en Brasil y disputar la Copa Libertadores con Inter de Porto Alegre. Allí tuvo 39 presentaciones y marcó 10 goles.
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Volviendo a Racing, ¿qué le podés aportar a este equipo desde tu experiencia tanto en Champions League como en la Copa Libertadores con el Inter el último año? Es un poco difícil, porque cada año y cada competición es diferente. Son competencias que se ganan por cosas mínimas, por mínimos detalles. Lo vimos el año pasado con Racing, que quedó afuera de la Libertadores por algunos errores puntuales, cuando creo que era muy superior al rival (Guaraní). Puedo aportar experiencia de partidos jugados o de fases de 180 minutos, pero creo que va más en la mentalidad grupal de cómo esté preparado el grupo para ese tipo de torneos. Va a ser súper importante y es uno de los objetivos que tenemos. También ayuda el hecho de jugarla por segundo año consecutivo, cosa que en Racing hace mucho que no sucedía. Eso es quizá la experiencia, el aprendizaje que te da el error, la distracción, y que hace que vos vayas corrigiendo esas pequeñas cosas para superarte, tanto en lo individual como en lo grupal. Esas cosas siempre sirven para ir haciéndolo cada vez mejor.
ESCUELITA DE FÚTBOL 11 FILIAL 3 DE FEBRERO
DIVERTITE Y APRENDÉ A JUGAR EN CANCHA DE 11 › MARTES Y JUEVES DE 15.00 A 17.00 HS.
CON PRUEBAS ASESORADAS POR RACING CLUB DE AVELLANEDA PARROQUIA SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS BONIFACINI 4881 (1678) CASEROS
Prohibido olvidar por Fernando Otero (Periodista – Diario Olé)
Extraña paradoja la de Fernando Marín: ha descubierto la indelegable función del Estado a partir de su incorporación al gobierno de Mauricio Macri como encargado del programa Fútbol para Todos. Si se adhiere a la idea del Estado como regulador de diferentes órdenes de la sociedad, en especial en aquellas zonas donde resultan indispensables la cohesión y la asistencia, Marín, como funcionario, estará a las puertas de descubrir estos valores. Pero Marín, probablemente, sea fiel a sí mismo, como lo fue durante su gestión de lustro y medio como presidente de Blanquiceleste, la gerenciadora de Racing hasta mitad de 2008 (los dos años transcurridos entre mitad de 2006 y de 2008 los completó Fernando De Tomaso, que perfeccionó la trituradora de BC hasta dejar a Racing al borde del descenso y en cesación de pagos).
“Yo no vengo a hacer beneficencia: vengo a hacer negocios”, dijo, a poco de asumir como conductor del fútbol de Racing, profesional y amateur, sin compromiso alguno con el resto de las actividades del club. No fue más que la consecuencia del contrato aprobado por el juez Enrique Gorostegui, histórica autoridad que rigió sobre Racing desde los años 80, cuando se lanzó la primera convocatoria de acreedores. Marín tuvo un pliego a pedido (a propósito, fue asesorado por Osvaldo Otero, uno de los ex presidentes con mandato deslegitimado por el vaciamiento económico que promovió) y verificó su vaticinio: hizo negocios con repetida violación contractual. La ecuación estaba clara: el gerenciador se hacía cargo del pasivo por el que Racing había quebrado (aproximadamente 32 millones de pesos/dólares, en vigencia de
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la paridad 1 a 1) y obtenía compensación con el producto de la venta de los jugadores, los que se incorporaran en su mandato (obtenía un mayor rendimiento) y los de la cantera (los porcentajes crecían a su favor conforme transcurría el vínculo con BC). Marín, exitoso productor publicitario, radial y televisivo, con éxitos relevantes (Video Show, Los hijos de López, Mesa de noticias, la introducción en el mercado local de El Chavo y demás personajes de Roberto Gómez Bolaños, todos unidos por un factor común: se difundían en horario central cuando los canales estaban controlados por la intervención militar del Proceso de Reorganización Nacional) y relación cercana, profesional y personal, con Franco y Mauricio Macri, transformó a BC en una ficción. Compró la deuda a precio vil, fue beneficiado por la salida de la convertibilidad (compraba en pesos y vendía en dólares) y les hizo paga Dios a sus millonarios inversores, un ex suegro entre ellos. Esta conducta del ámbito privado se trasladó al público, a la esfera de Racing, a pesar de que Marín siempre lo consideró su propiedad.
Subfacturó precios de transferencias, como de la Mariano González al Palermo (el verdadero precio, con una diferencia de casi 1,5 millones de dólares, se supo cuando los italianos revelaron el costo de la operación), transfirió empleados y deudas de su empresa al club, puso su quinta Mis Marías, en Escobar, como centro de entrenamiento para el plantel y para las refacciones fueron costeadas por Racing… el detalle de las irregularidades alcanza para un glosario completo. Marín, el mismo que consideraba inoportuna la obtención de un título por el incremento del gasto que eso generaba, se fue dos años antes del derrumbe, pero respetó tradiciones, como la de venderle las acciones a Fernando De Tomaso, su vicepresidente en la etapa previa. Autoritario y ególatra, censuró a periodistas (quien esto escribe da testimonio de eso) y se creyó el refundador de Racing por el título del Apertura 2001. El tiempo puso las cosas en su debido lugar. Marín, el mismo que persigue la quimera de ser valorado como el salvador de Racing en su etapa más crítica, no puede acercarse al Cilindro sin evitar el repudio masivo.
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por Lautaro Negri Fotos: Clara Patronelli
Huellas de un campeón Entre el peligro del camino y la adrenalina de la velocidad, él se siente cómodo sobre las cuatro ruedas. Tras casi dos años sin correr, este verano alzó su tercer título en el Dakar y se transformó en el corredor de cuatriciclos más ganador de toda la historia de la competencia. Desde su primer amor por los fierros hasta la actualidad demoledora en el rally más peligroso del mundo, Marcos Patronelli repasa su historia con Paladar Académico.
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n 2009, el Dakar abandonó el continente africano para desembarcar en Latinoamérica, donde cientos de pilotos pudieron hacer su estreno en el rally internacional más prestigioso. Marcos Patronelli tuvo su chance y no la desaprovechó. Tras conseguir un valioso subcampeonato en el debut, en 2010 se convirtió en el primer argentino y sudamericano en consagrarse en cualquiera de las categorías, éxito que repetiría en 2013. Sin embargo, también debió afrontar momentos difíciles. En 2011, un accidente con su cuatriciclo lo dejó afuera de la carrera, al igual que tres años después. Pero el piloto oriundo de Las Flores no se dio por vencido y, en su vuelta a la competencia, pudo festejar en la última edición en Argentina y Bolivia su tercer campeonato junto a la familia, sus fieles seguidores que lo acompañaron en todo el trayecto.
porque podés marcar más diferencias en las etapas. Los tramos en Argentina son más difíciles porque tienen más caminos y, además, tenés más chances de romper y no llegar.
- ¿Qué sensación te deja esta nueva victoria?
- Seguramente haya sido entre la etapa 2 y 3, cuando rompí el escape, fui para atrás y empecé a perder tiempo. Tampoco me funcionaba la sirena que tenemos para respetar los patrones de velocidad y me comí 12 minutos de penalización. Con todo lo que me había pasado, sumado a que también me apuné en un tramo de Jujuy, había perdido 25 minutos. Me empecé a preocupar cada vez más porque había quedado muy atrás. Después me pude acomodar
-Nunca me imaginé después de tanto tiempo volver a correr el Dakar y ganarlo. No fue fácil para nada. Lo sentí muy competitivo, sobre todo al principio y con las complicaciones que fueron apareciendo de a poco con la temperatura y las lluvias. Creo que también se sintió la baja de Chile porque faltó un poco más de desierto, que es donde más me siento cómodo
- ¿Cómo te preparaste para esta edición? - Este año lo empezamos a preparar cuatro meses antes. Fuimos yendo de a poco y entrené un montón, más que para el del 2014 porque estaba fuera de ritmo de competencia. Uno cuando tiene dudas, entrena. Es como un jugador dentro de la cancha: capaz que no sos el mejor, pero entrenás como un animal y le terminás ganando al otro por cansancio. - ¿Cuál fue el peor momento del Dakar?
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y gané la etapa 5, que la terminé con una llanta rota y llegué de casualidad. Cuando me di cuenta de que la había roto, dije: “Chau, acá no llego más. La cagué”. Al otro día tenía que salir y no tenía otra llanta para cambiarla. Por suerte, estaba mi hermano que me ayudó repararla a la mañana y pude hacer la otra etapa, que también la terminé con lo justo. Ahí sentí que había una señal de que me iba a ir bien. - ¿Qué importancia tuvo tu hermano para que puedas ganar este año? - El equipo fue tremendo y con Ale nos ayudamos todo el tiempo. Para mí fue fundamental que estuviera a mi lado en éste y en los demás Dakar que compartimos. Si él está tranquilo, yo estoy tranquilo. Es un gran compañero. - ¿Cómo fue la experiencia de vivir el Dakar junto a tu familia? - Que hayan estado ahí, junto al equipo completo, lo hizo especial. Me transmitió mucha tranquilidad y fuerza para levantarme al otro día y ponerle más garra que si hubiera ido solo. Fue importante que estuvieran porque estamos acostumbrados a ir en patota a todos lados. Somos muy familieros. A medida que avanza la charla, comienzan a entreverse los rastros de la pasión nacida con
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el primer rugido de su cuatriciclo por las calles del pueblo junto a su compañero de ruta. Ése, tan sólo fue el primer paso para aquel niño que a los 12 años corría sus primeras carreras de motocross. Al poco tiempo, volvería a subirse a las cuatro ruedas para comenzar a escribir su exitosa carrera junto a su inseparable acompañante, con quien se transformaría tiempo más tarde en la pareja de hermanos más exitosa del Dakar, obteniendo 5 campeonatos y 4 subcampeonatos en total. Pero, más allá de las alegrías recordadas, también existieron duros obstáculos que intentaron frenar su marcha, aunque no pudieron. -¿De dónde nació tu amor por los fierros? - Desde chico hubo en la familia alguna que otra motito, que me subía y me gustaba andar de acá para allá. Después, cuando tenía 8 años, con Ale nos transformamos en una especie de pilotos en casa. Toda la vida hemos andado uno al lado del otro. En esa época no me podía imaginar a dónde íbamos a llegar. - ¿Por qué decidiste volver al cuatriciclo? - Se dio por casualidad. Yo corrí hasta los 15 años en moto, hasta que me quedó chica y después mis viejos me regalaron un cuatri. Empecé a correr junto con Ale en los Enduros del Verano, que es la competencia más importante de
Argentina donde participan pilotos de todo el mundo. Ale lo ganó en el 96’, 97’ y 99’, mientras que yo entraba segundo o tercero. Me costaba ganar, no era el mejor. A partir del 2004, se emparejó la categoría con la entrada de los cuatris de línea de competición y pude ganar cuatro veces seguidas el Enduro, desde el 2005 hasta el 2008, y el Campeonato Argentino en el 2005 y 2006. - ¿Cómo fue llegar al Dakar? - Cuando me invitaron por primera vez para el 2009, les dije que no porque no había tenido experiencia en ningún rally. Después le entré a dar vueltas y acepté ir. Como había sólo una plaza de invitación, Ale se quedó afuera y tuve que correr solo. Tenía una preocupación tremenda porque no tenía idea con qué me iba a encontrar, pero fui aprendiendo de a poco. - ¿Qué te significó tu primer campeonato en el 2010? - Fue tremendo, sobre todo después de haber vivido el Dakar anterior que había sido recontra complicado. Pero en el 2010 sí que robamos. Le sacamos con Ale tres horas de diferencia al tercero en 6 etapas, una locura. Fuimos muy rápido al principio, le metimos
a fondo y pudimos hacer la diferencia. En la segunda mitad del Dakar, fuimos prácticamente paseando, aunque tuvimos una complicación. Querían penalizarme por haber sacado, supuestamente, el cuatri afuera del campamento. Me dio mucha bronca y ganas de irme al carajo. Cuando salí por los medios diciendo que me quería ir porque me parecía que la carrera no era seria, salieron a apoyarme. Hicimos un descargo con gente de la organización -los comisarios deportivos nos daban la espalda- y los dueños del Dakar terminaron sacándome la penalización, cosa que no nunca pasa, porque comprobaron que era todo mentira. - Antes de la edición del 2011, tuviste una lesión grave que te dejó sin poder caminar hasta unos días previos a la competencia. ¿Se te pasó por la cabeza que no ibas a llegar? - En ningún momento me imaginé que no llegaba. Capaz no lo pensé tanto porque era más chico y tenía más locura que ahora. Me rompí la gamba el 30 de noviembre y me operaron el 5 de diciembre. El 7 le dije al médico que quería correr y empecé rehabilitación. El 20 todavía no caminaba y recién el 24 pude empezar a hacerlo agarrado de alguien. Me compré unas botas más grandes para ir más cómodo arriba del cuatri, pero no arranqué
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con mucha suerte: ya en la primera etapa se me paró el cuatri a dos kilómetros de la largada. Estuve dos horas y media parado para solucionar el problema y, encima, me penalizaron con 6 horas por no haber largado en el tiempo determinado. Después, en la tercera etapa me pegué una bomba tremenda con una piedra, salí volando como 20 metros por un barranco y me maté del todo. Cuando llegué al campamento con la rodilla partida, dije: “Hasta acá llegué”. - En el 2014, también te tocó abandonar por un accidente fuerte. ¿Fue el día donde más tuviste miedo en tu carrera? - No, miedo, para nada. Por ahí no tuve un Dakar con muchas pilas, venía bastante desganado. Fue raro porque el cuatri estaba muy bien, pero tuvo una falla y me terminé yendo afuera del camino por un barranco porque no podía trepar. El cuatri dio un montón de vueltas y rodó 300 metros para abajo. De ahí no quedó nada, terminó el Dakar. - ¿Te acordás alguna sensación de ese momento? - Me acuerdo que me quedé tirado cerca de tres horas, sin que pasara nadie cerca. No tenía forma de transmitir que estaba ahí. El único momento de cagazo que pasé fue esa espera para que me vinieran a buscar. Por suerte, pasaron un par de motos que me vieron, llamaron a la base y a las dos horas llegaron para rescatarme. Fue una lástima haber tenido que abandonar. Pero el Dakar es así, no te perdona: si cometiste un error y rompiste algo, te deja afuera. Es peligroso, pero uno está mentalizado para afrontar este tipo de carrera. Sabés que te podés pegar un porrazo y que te pueden pasar muchas cosas, por eso estás obligado a ir con los ojos abiertos para no cometer errores. - Si tuvieras que elegir alguna imagen de tu carrera, ¿con cuál te quedarías? - El festejo del triunfo con el equipo. Eso es lo más lindo de todo, son los mejores recuerdos.
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Marcos, un ganador académico - ¿Qué lugar ocupa Racing en tu vida? - Sinceramente, no soy un loco por el fútbol, pero me sentí siempre identificado con Racing. No soy un fanático que va todos los partidos a la cancha porque me dedico a hacer otras cosas, pero lo tengo presente y lo sigo. Soy de Racing desde que tengo 6, 7 años. Nadie me hizo hincha de Racing, me hice solo. Creo que es un club totalmente diferente a los demás. -¿Qué sentiste cuando te tocó entrar al Cilindro con el cuatriciclo? - Fue tremendo, lo que viví ahí con la gente fue increíble. Me gritaban todos “Dale campeón, dale campeón”, como si estuvieran alentando al equipo. Una locura. -Alejandro es hincha de Boca. ¿Existe una rivalidad ahí? - No, para nada. Es más, a él lo invitaron a la Bombonera y lo acompañé. Y él también fue conmigo cuando entramos al Cilindro, que obviamente estuvo mucho mejor (sonríe). -¿Cómo viviste el campeonato del 2014? - Estaba en Las Flores. Me acuerdo que nos juntamos unos cuantos y fuimos a dar una vuelta al pueblo en auto para festejar. Al otro día, fui a la fábrica y volví locos a todos los de Boca y a los de River. -Y en la actualidad, ¿cómo ves al club, te entusiasma este Racing? - Sí, seguro. Ahora tiene mucho más equipo que antes. Hace unos años, se notaba que el plantel no estaba unido y no se terminaba de armar. Perdíamos mucho y uno sentía que no pegábamos una. Pero por suerte eso cambió y el equipo está organizado.
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La suerte de encontrarte por oscar ruggiero
Nací en 1985, ya con la vuelta a Primera consumada. De aquella Supercopa no tengo recuerdo alguno, pero dice mi viejo que hubo avalancha en la platea y que casi me pierden cuando Colombatti le pegó de primera después del ochentoso desborde de Walter Fernández. A Rubén tampoco lo disfruté, pero alguna imagen tengo. Me enamoré del Mago y del Chelo, pero no pudieron cortar la malaria. El 2001 fue épico, lo viví en plenitud. Pero con un país en llamas. No sobraba nada. Fui al Obelisco con $12 para el bondi, unos puchos y alguito para brindar. Después Fernando I. Y Fernando II, por si no fuera suficiente. Diez años de, prácticamente, no figurar, no pelear por nada más que sobrevivir. Abandono institucional, marchas, Arrieta, Promoción, tristeza. Viví con mucha emoción la vuelta a la democracia. Votamos mal y terminamos con la peor campaña de la historia, danza de técnicos, dirimes mediáticos y renuncias masivas. Ischia se sentó en el banco de Racing hace nada, para quien no recuerde. Diego Milito, y todo lo que pasó en 2014 fue el verdadero goce para los de mi generación. Este presente, para los que nos fumamos los peores años, parece casi irreal. Y morimos por despegarnos de la imagen del sufrimiento, del aunqueganesopierdas. Si tenés 22 pirulos, pibe. Las buenas las estás viviendo, ya llegaron. Hoy hay referentes dentro de la cancha y otros tantos que quieren volver. Hoy sos competitivo y te acostumbraste a pelear arriba.
Despegate de ese sufrimiento que por suerte no te tocó y ayudá a crear la nueva mentalidad de Racing.
Con esto iba a que mi historia con Racing está siempre desencontrada. Cuestiones personales me hicieron vivir la vuelta a la Copa Libertadores después de 13 años, mirándolo por una computadora a las 2 de la mañana. Me desesperaba no poder estar con mis amigos en la Puerta 8, después de 15 años de frustraciones juntos, disfrutando lo que soñábamos cada vez que empezaba un año y se renovaba la esperanza.
Pero ahora cambió. Ahora nos acomodamos con Racing. No era muy factible jugar en México, donde me vine a residir un tiempo. Pero tocó. Terminado el sorteo, todos puteaban y yo estaba con una sonrisa de oreja a oreja. Conseguí pasajes, hice doble turno para cambiar el franco y salí derecho de trabajar para Puebla. Ya en el avión había dos locos. Uno vivía en Estados Unidos y estaba en Cancún de vacaciones. Otro estaba viviendo en Puerto Morelos hacía ya varios años. Estaba llevando a su hijo Sasha por segunda vez a ver a Racing. Sasha sabía todo. Y le hizo un dibujo a Bou, dice que lo ama. Porque ahora hay lugar para tener ídolos. Otro hincha de Racing los fue a buscar al
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aeropuerto, que amablemente ofreció llevarme. Eran unos 30KM, 350 pesos mexicanos que no me sobran, ni mucho menos. Colectivos o trenes no había.
Los casi 200 hinchas que fuimos al Estadio Cuauhtémoc partimos en caravana desde el hotel. Toda la jornada fue de disfrute, de ansiedad, de expectativa. Todos armaban el equipo y repasaban todas las variantes que tiene el plantel. Porque se hizo un mercado de pases acorde a las exigencias del momento, sin vender al jugador más determinante del fútbol argentino y top 3 de delanteros sudamericanos, marcando postura. Racing no regala a su goleador. Acá se pelean cosas importantes.
Entrando al estadio, naturalmente, me quitaron el encendedor. Para mi sorpresa, indignación y posterior desesperación, en el último cacheo el policía advierte que los cigarrillos no entran. Adentro, los vendedores de gaseosa los ofrecían por monedas. Por supuesto llegué rápidamente a un arreglo para abastecimiento continuo. También te sacaban los cinturones, por lo que estuve casi todo el partido sosteniéndome los pantalones. Tratamos de hacernos escuchar, pero la fanaticada estilo NFL y la excelente
acústica fueron más. Entre dientes se me escapó alguna cosita contra el Chino, y contra Grimi alguna más. Pero Noir le pegó, andá a saber con qué, y el 2 a 2 fue negoción. Bou lo terminó cerrando en Avellaneda con otro gol que lo pinta: guapo, encarador y definidor. Por lejos, el jugador más determinante del fútbol doméstico, con estadísticas irrefutables.
El equipo aún no luce, le costó generar y no tiene la solidez defensiva a la que nos habíamos acostumbrado. La propuesta es otra y hay que tenerle paciencia. No se cambia de estilo y se consigue fluidez de la noche a la mañana. Pero ahora está la tranquilidad de haber pasado una eliminación en plena etapa de formación, sabiendo que hay tiempo para pulir la idea. Con actitud sacó adelante una parada brava y deberá aprovecharlo. Aún no empezó la Copa y ya tiene la experiencia de una eliminatoria y, antes, venía de dejar afuera al eterno rival. ¿El cuco del grupo? Nosotros.
Otra vez me toca a la distancia. Extraño el Cilindro, la rutina, el lugar y los amigos. Pero, también, a veces las cosas se dan y podés estar en Puebla, disfrutando de un momento que hace décadas no vivíamos.
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UNA REVISTA FEDERAL En todas estas provincias tenemos lectores.