Paladar Académico #04

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falta retirada


editorial

Gloria y olvido Parece ser que al equipo del cielo le faltaba un arquero, y Tita pensó en Agustín Mario Cejas, el que más llegó a conocer porque lo había visto ponerse la camiseta de Racing más que a cualquier otro jugador en su vida. Agustín se había olvidado lo que era sentirse amado y, tras escuchar el llamado, pensó en irse. La memoria, con ciertas personas, es injusta. Cuando estás adentro de una cancha y tenés la suerte de ser lo enorme que fue Agustín, todo es ovación, gloria, fama y cariño. Pero en el vestuario de la vida, cuando se apagan las luces y las tribunas quedan vacías, no hay nadie que te de una palmada en la espalda y te diga “Hoy la rompiste, pibe.” ¿Por qué esperar a la muerte para el reconocimiento? ¿Por qué no homenajear en vida a todos aquellos que forjaron la historia grande de Racing y aún juegan partidos en la memoria? Milito es ídolo, sí, el más grande de los últimos 50 años, por lo menos. Pero hay ídolos a los que no se los reconoce. Juan José Pizzuti, aún hoy pasea por alguna plaza de Barracas y a veces patea una pelota. Se junta con algún amigo a comer una pizza enfrente del Congreso y vende seguros para no aburrirse de vivir. Pero va a la cancha, entra por la calle que lleva el nombre de su amigo Corbatta, y la gente no es capaz de dejarlo pasar primero y no empujarlo. Al Chango Cárdenas se le iluminan los ojos cuando habla de Racing en su oficina de Villa del Parque; y Maschio se toma un café en la Sede Avellaneda a la espera de alguna entrevista que lo vuelva a hacer sentir un crack. Lo mismo sucede con muchos de la gesta del ’88 o el 2001. A “Mostaza”, al hombre de la estatua, lo invitaron a irse sin decirle demasiado y tampoco lo trataron muy bien cuando tuvo que arreglar su presencia en un Duelo de Campeones que no existiría sin él. Entendamos que la gloria es y será siempre inolvidable, pero no podemos permitirnos olvidar a quienes la forjaron. Hagamos que, cuando llame el equipo del cielo, no se quieran ir.




por Lautaro Negri

Las memorias de Agust n De los potreros de la infancia al éxtasis del primer campeonato mundial argentino; de viajar por el mundo con Pelé a regresar a su suelo más querido. Todo eso tuvo su vida, pero una cruel enfermedad arrasó con todas sus historias. Sus atajadas lo ubicaron en la extensa lista de grandes arqueros del fútbol argentino; algunos citarán a Carrizo, a Roma, a Fillol o a Gatti, pero la nostalgia de cada académico repetirá: Agustín Mario Cejas.

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Desembarco en Avellaneda Nació un 22 de marzo de 1945 en Parque Patricios y su casa se ubicaría en Pepirí al 300 en aquel barrio porteño. Desde ese entonces, ya tenía arraigado un sentimiento que se alojaba en un mundo contenido por tres postes. Si no podía atajar en la cancha de baby con sus amigos, improvisaba su arco con un par de piedras. No había obstáculo que le impidiera imaginar que defendía uno de esos fortines monstruosos, cubiertos de red. Con la pelota al pie destellaba buenas jugadas, pero no cambiaría el refugio de su alma ni por el gol más hermoso de todos. En épocas donde la información no desbordaba por la televisión ni por Internet, Agustín aprendió los secretos del puesto en el Cachafaz de Villa Soldati y comenzó a construir las bases de un sueño que se moldearía con el tiempo. “Desde el vientre de mi madre vine a este mundo a atajar” Su primo Lalo trató de convencerlo de probarse en un grande y fue en Racing Club donde desembocó su camino. Desde los aires quemeros de su barrio y la influencia de su papá, Agustín se hizo hincha de Huracán. Sin embargo, Don Emilio, familiar y encargado de llevar nuevos talentos a la cantera académica, también ayudó en la decisión. Flaco, alto y con manos grandes, se paró aquella tarde de enero de 1959 bajo los tres palos y demostró la destreza que había ganado al revolcarse en los picados de cada día. Le alcanzaron un par de tiros para plasmar su capacidad y al señor que lo estaba mirando no le quedaron muchas opciones; se acercó y le dijo: “Vos vas a firmar para Racing”.

Un difícil comienzo Con un campeonato y un subcampeonato en su haber, se convirtió en el suplente fijo de la Tercera a los 15 años. Su confianza crecía, pero

nunca hubiera imaginado que Saúl Ongaro, técnico del Racing campeón de 1961, lo convocaría para formar parte del plantel que viajaría a Uruguay para jugar la primera fase de la Copa Libertadores de 1962. Pizzuti, Sosa, Belén, Mansilla y también Cejas llenaban la lista de concentrados. Osvaldo Negri ocupó el arco ese 24 de febrero, pero para Agustín, igualmente, significaba todo un desafío. “Imaginate, con 16 años sentadito en el banco del estadio de Nacional de Montevideo. ¡El miedo que tenía!”. Su talento corría por dentro y fuera de los pasillos del club. Incluso empezaba a llenar espacios con tinta en la revista El Gráfico que, en el estreno de la sección “Recuérdelo”, donde rescataban nombres de las divisiones inferiores del fútbol argentino, se leía: “En esta oportunidad, con el auxilio de Cholo Pérez, encargado de la Escuela de Fútbol en Racing, elegimos entre los futuros valores a Agustín Mario Cejas, arquero de 17 años de edad, porteño y estudiante de 5º año Comercial”. Y Agustín no decepcionaría. “No s decir cosas sensacionales que hagan vender los diarios; de lo nico que puedo hablar dos d as seguidos es de f tbol.” De a poco, Racing comenzó un recambio generacional y en donde florecían nombres como Roberto Perfumo, Juan Carlos Cárdenas, Rubén Osvaldo Díaz y Alfio Basile, Agustín también se metió en esa discusión. El 23 de noviembre de 1962, tuvo su bautismo en el Cilindro. Tanto Negri como José Toledo llegaban lesionados para enfrentar a Chacarita por la fecha 26. Entonces, José García Pérez, reemplazante de Ongaro, decidió ponerlo en el partido que concluiría con un contundente 7-3 y que Agustín guardaría en su memoria, junto con unos recortes de diario. Sin embargo, no todo sería sencillo. Luego de reemplazar a su compañero Luis Carrizo en un 0-0 contra Atlanta, tuvo que esperar un año y medio para volver a defender el arco académico. En la temporada siguiente, tras jugar 10 partidos seguidos, volvería a ser suplente por la pobre campaña del equipo. Aunque tanto su suerte como la de Racing cambiarían inesperadamente.

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El camino a la gloria A lo largo de 1966, ya con Juan José Pizzuti como entrenador, Agustín se ganaría su lugar y se calzaría una vez más los guantes para deslumbrar. Sus tapadas milimétricas en tiempo justo y sus salidas prolijas al ras del suelo, con caños y gambetas incluidas, formaban parte de ese estilo que encantó a la hinchada racinguista. Atlanta, Vélez, Newell´s, Quilmes, Banfield y Chacarita pasaron en su camino sin poder convertirle ni siquiera un gol y, de esta manera, Agustín se adjudicó el récord histórico de partidos consecutivos con la valla invicta en Racing, del que se adueñaría Sebastián Saja casi 50 años después. Su racha se extendería hasta la séptima fecha, cuando el peruano Miguel Loayza venció sus manos con tal furia que le fracturaría un dedo en el 1-1 jugado en el Cilindro contra River. Entre hielos y vendajes, Agustín volvió a sentarse en el banco y vio desde afuera cómo se gestaba el 6º campeonato académico en el profesionalismo. Sin embargo, en un contexto donde el trabajo y la

conducta eran herramientas fundamentales, hizo méritos propios para que el mismo Pizutti confiara en él como titular. Así, se transformaría en uno de los baluartes indispensables del equipo que supo conquistar los títulos internacionales más importantes de la vitrina celeste y blanca. En la Libertadores de 1967 terminaría con la valla invicta en 9 partidos de 20 totales, una cifra que remarca su excelente actuación en un certamen lleno de anécdotas. El penal que le atajó a Corbatta en la victoria por 2-0 contra Independiente de Medellín, formaría parte de la misma historia en la que su vida, junto a la de sus compañeros, estuvo en peligro en un vuelo sobre tierras colombianas que casi termina en desgracia. “Aquel equipo fue el fruto de la necesidad, de las ganas de superaci n de un plantel que, sobre una base de modestia, sali a llevarse todo por delante”. Más allá de tener un extraordinario torneo, debió sufrir otros percances. En la previa del encuentro contra el conjunto boliviano de 12 de Octubre, decidió tomarse un café con leche y tostadas con mermelada, sin saber que condicionarían su rendimiento. Después de los dos goles que le convirtieron en el primer tiempo, se acercó a Pizutti y le dijo: “No sé qué me pasa, veo varias pelotas a la vez”. El entrenador, con su honestidad espontánea, le respondió: “Ve varias, pero no agarra ninguna. Vaya y cámbiese, que entra Spilinga en su lugar”. Finalmente, la coronación continental frente a Nacional en el tercer partido de desempate fue todo un hecho y la alegría no se detendría ahí. El 4 de noviembre la Academia se consagró como campeón intercontinental y Agustín, a sus 22 años, gritó con todas sus fuerzas: “¡Vamos Argentina! ¡Vamos Racing! Fuimos los mejores”.

La vuelta al mundo con O Rei Su temple, marca registrada en el juego, llevó a que Pelé posara sus ojos sobre él en un amistoso jugado con Argentina: “Es un gran

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arquero, ojalá lo tuviera en mi equipo”, declaró alguna vez. Luego de la frustración de las Eliminatorias para México 1970, donde Argentina se había quedado sin Mundial, el Santos compró su pase en 50 millones de pesos y pasó a formar parte de uno de los equipos más recordados en la historia del fútbol.

De regreso a casa Desde el momento en que partió, supo que lo más difícil sería alejarse de su tierra y de sus seres queridos. Cada fin de año o partido internacional que lo trajera de vuelta a la Argentina, servía de excusa para volver a ver aquellas caras que tanto extrañaba. Por eso, cuando el presidente de Huracán, Osvaldo De Santis, pagó su pase en 1975, sintió un gran alivio. “Vivo para el f tbol y para mi casa, como lo hice siempre.”

“Jugar en el Santos me ense lo que es el f tbol. En Argentina, perder era una tragedia. All es algo normal.” No tardó mucho en robarle la atención a las torcidas brasileñas. “Casi todos estaban sorprendidos porque yo salía de la línea de gol y me movía en el área”. Por su lado, él también tuvo motivos para quedar asombrado con el fútbol carioca: “Los brasileños me probaron que los argentinos estamos todos confundidos. Ellos la ven clara; hay que jugar al toque, con la pelota dominada, bien apretada contra el piso. Si tenemos la pelota, no hay ritmo de equipo europeo que valga”. De la mano de O Rei, conquistó tres torneos paulistas, fue considerado como mejor jugador del certamen en 1974 y conoció más de 70 países alrededor del planeta, junto a nuevas culturas. “Jugué al fútbol, pero también vi cómo vive la gente. Son cosas que van quedando. A nivel humano, a medida que maduraba, adquirí nuevos conocimientos”. El Santos le había dado trofeos, experiencia, dinero y madurez. Pero algo faltaba en su vida que no podía reemplazar: el cariño de su hogar.

La llegada al club de sus amores había entusiasmado a los dirigentes y a los hinchas quemeros, que soñaban con repetir el título conseguido en 1973. Pero el buen rendimiento del equipo de Nelson Chabay, René Houseman, Miguel Ángel Brindisi y compañía, no fue suficiente para arrebatarle la punta a River, que cortaría una sequía de 18 años. En 1976, emigraría nuevamente a Brasil para jugar en el Gremio, donde conseguiría mantener el arco en cero 11 partidos al hilo. A pesar de sus buenos números, perderían el campeonato tras ser vencidos en el partido desempate por su clásico rival, el Inter de Porto Alegre, que les había ganado en el cierre del torneo. Esta última decepción fue el puntapié para que se concrete su retorno. En su regreso, no tuvo más que palabras de agradecimiento: “La verdad está aquí, el amor sincero y profundo de los que conocen únicamente a la persona, sin importarle que ataje penales o no; porque la lucha diaria es muy dura y en mi casa están todas las argumentaciones para enfrentarla”.

La despedida El llamado del “Coco” Basile fue el pretexto necesario para que Agustín pegue la vuelta a Racing, pero la mística del equipo de José había quedado atrás. 10 años sin títulos eran la muestra clara de los tiempos difíciles que se avecinaban en la Academia.

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Fueron cuatro temporadas más que quedarían en la intrascendencia en el historial de Agustín, que presentía que no le faltaba mucho para colgar los guantes.

La vida después del arco

En un clima enrarecido por rumores sobre su situación contractual y supuestas dificultades visuales durante las jornadas nocturnas, tendría una grave lesión en el tendón rotuliano y complicaría su estadía en Avellaneda. Su última aparición en la Academia sería en una triste derrota contra Racing de Córdoba por 5-1, donde alcanzaría la marca de 313 partidos en el club y, desde ese entonces, se convertiría en el jugador que más veces defendió la celeste y blanca en Primera División.

Esa realidad incómoda que se avecina a cada futbolista que deja las canchas no impidió que Agustín pudiera sobrepasarla. Con su título de perito mercantil, se metió en el mundo de los negocios, primero como vendedor de seguros y después siendo socio de una empresa vendedora de repuestos para transportes.

“Llevo cerca de mil partidos y un buen porcentaje los jugu de noche. Es rid culo. Preguntenle a la gente del Santos si no veo de noche.” En conflicto con la dirigencia, finalmente se mudaría a River en 1981. Una vez instalado en la institución millonaria y ya recuperado físicamente, debió pelearle el puesto a un “Pato” Fillol que deslumbraba con sus tapadas. Tras esperar el primer semestre, pudo debutar contra Antonio Guaraní Franco por la 1º fecha del Nacional. Sin embargo, en el siguiente partido volvería a sentarse en el banco de suplentes y su ilusión quedaría desechada. Sabía que su tiempo bajo los tres palos había pasado. “Anuncié el retiro y a los dos días me vino a ver Valentín Suárez para ir a jugar a Loma Negra. No me desdije. Era la hora de dejar”.

A pesar de estar sumergido en un ambiente de saco y corbata, la nostalgia por entrar a un campo de juego recaló hondo en su interior. Tres años después de su retiro, se calzaría el traje para dirigir a Racing por segunda vez, después de hacerlo en 1980 los últimos 5 partidos de la temporada al reemplazar a Juan Carlos “Toto” Lorenzo. “El futbol dej de ser juego para convertirse en un trabajo. Antes se pensaba en jugar, en divertir a la gente, en tratar de hacer la mayor cantidad de goles posible. Hoy, ese lirismo se termin .” Con su experiencia sobre el hombro, se hizo cargo de un equipo que venía con un ritmo irregular en la Segunda División y conquistó 29 puntos de 46 posibles (10 victorias, 9 empates y 4 derrotas). Después de perder la chance de lograr el ascenso directo, la Academia jugó el Octogonal Final con Morón, Lanús y Gimnasia, que le quitaría la posibilidad de volver a Primera tras ganarle 4-2 en el último partido de la serie. Al siguiente año, continuaría en su cargo hasta la fecha 18. En un contexto ensuciado por las amenazas que su hija Lorena había recibido de la barra, Agustín sería despedido después de la derrota de local ante Argentinos de Santa Fe por 1-0, pero dejaría la base necesaria para que después su ex compañero, el “Coco” Basile, lograra el ascenso esperado. Luego de su etapa en Avellaneda, donde consiguió un 62% de los puntos ganados con 22 victorias, 20 empates y 11 derrotas, viajaría a Centroamérica para dirigir a Comunicaciones

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de Guatemala, del que se iría tres meses más tarde como único puntero e invicto. Tras cortar abruptamente su trayectoria como entrenador, volvió a meterse en el mundo de los negocios para transformarse en concesionario de la barra del boliche New York City. Sin embargo, los caminos de la vida lo llevarían de nuevo a su querida Academia.

La tristeza del olvido En 1999, Racing se encontraba inmerso en la peor crisis económica de su historia. Instalaciones venidas abajo, inferiores devaluadas, empleados sin cobrar y deudas millonarias formaban parte de un panorama que peligraba la continuidad del club. Ante semejante escenario, Agustín fue quien apareció para brindar su apoyo y, en su presentación como nuevo secretario técnico, manifestó: “Llego con la intención de sumar y nada más. No hay segundas intenciones, ni nada oscuro”. A partir de entonces, pasaría a ser el nexo entre el plantel profesional y la Sindicatura, que había tomado el poder por decisión de la justicia después de la renuncia del ex presidente Daniel Lalín. Por otra parte, tampoco faltaron las críticas que lo culpaban de la salida de la dupla técnica formada por Gustavo Costas y Humberto Maschio, su amigo ín-

timo. Él se defendió con firmeza: “Me manejé con seriedad y no me quedé ningún vuelto. Y si, ahora, me quieren asociar a este mal momento, no me importa. Soy viril y me la banco”. Tras 16 meses de trabajo, se marchó de su cargo y decidió estudiar Gestión Deportiva en el Cenard para ampliar sus saberes en materia de administración. Sus convicciones apuntaban a seguir instruyéndose para el futuro, pero la salud le pondría un obstáculo difícil de superar. “Siempre me qued el afecto de la gente, que a n hoy me lo sigue demostrando en todas partes.” Durante casi una década, una enfermedad degenerativa fue borrando sus recuerdos. De a poco, todas aquellas secuencias y fotos que le habían sacado una sonrisa, fueron desapareciendo de su mente. Cada amigo que pasó a su habitación en el geriátrico de Once, resultó ser una figura irreconocible. Cientos de historias se esfumaron como si nada y lentamente su cuerpo se fue apagando. El 14 de agosto de 2015, dio sus últimos suspiros y cerró los ojos para siempre; pero su historia se convirtió en una leyenda que seguirá viva en la memoria de todo el pueblo racinguista al grito de “¡Agustín, Agustín, Agustín!”.

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Acerca de… Juan José Pizutti - “Estoy seguro de que, además de ser un excelente director técnico, es un gran tipo”. Ubaldo Matildo Fillol - “Fue un tipo con condiciones sobresalientes, con defectos que fue superando con el tiempo, y perfeccionándose hasta llegar a ser lo que fue: un fenómeno”. Humberto Maschio - Para mí, el “Bocha” es como el hermano mayor que nunca tuve y es una persona a la que amo desde que la conocí”. Amadeo Carrizo - “Todos los arqueros de mi época lo teníamos a él como modelo. Era inevitable soñar con llegar a ser como él, aunque con características propias. No se trataba de imitarlo, sino de tenerlo como ejemplo del mejor en su puesto”. Pelé - “Era un tipo humilde, ubicado y medido. En los vuelos era invitado a pasar a primera y nunca aceptó porque quería viajar junto a sus compañeros; en los hoteles 5 estrellas le ofrecían la suite presidencial y optaba por habitarlo como los demás jugadores”.

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“El amor por tu club no tiene por qué ser odio a los demás”

por cristhian flores

Escritor de cuentos de fútbol y más que fútbol. Creador de la novela en la que se basó El Secreto de sus ojos y de otras igual de importantes porque atraviesan la vida cotidiana de muchos y la suya. Docente, para no obnubilarse por el éxito —que sabe circunstancial—, e hincha de Independiente, por herencia, Eduardo Sacheri recibió a Paladar Académico con la ilusión de que el mensaje sea más importante que el interlocutor porque, para él, nos separan los colores pero nos hermana el amor por nuestros clubes.

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duardo Sacheri sabía, cuando aceptó la propuesta, que corría un riesgo al darle una entrevista a un medio de Racing. Nosotros sabíamos, cuando contactamos a Eduardo, que incluir a un hincha de Independiente en esta edición de Paladar Académico también podía generar cierto recelo entre los lectores. Sin embargo, nos pareció saludable intentar ir en contra del paradigma dominante de este tiempo en el fútbol argentino que supone imprescindible odiar al rival para demostrar amor por aquello que nos pertenece. Intentar, con Racing e Independiente siempre en la punta de la lengua como disparadores ineludibles, ir más allá: a las vísceras de la pasión y de la cultura del aguante para derribar sus postulados. ¿Qué sensaciones te genera ser entrevistado por un medio de Racing? La verdad, me parece bien. Imagino que habrá hinchas de Independiente, que se enteren de esta nota, —y algunos lectores de la revista— que dirán ‘por qué le hicieron una nota a Sacheri’, o a mí ‘por qué les das una nota’, pero me parece que tenemos que empezar a retroceder un poco en ese camino de odio e intolerancia porque no fue siempre así. ¿Cuándo creés que empezamos a recorrerlo? Rivalidad hubo siempre, y sería inevitable que no la hubiera porque tenemos las canchas a dos cuadras, pero creo que hasta los años ‘70 esa rivalidad se manejaba de otra manera, con respeto. Me parece que no pasa sólo entre Independiente y Racing sino que es algo general que se contagió de River y de Boca a las demás rivalidades. Tampoco sé muy bien el motivo, pero sí sé que no me gusta. Por supuesto que el partido que más quiero ganar es el clásico y está bien, pero hay que saber parar a tiempo. No sólo en el fútbol, sino en la vida también.

¿Y cómo se revierte? Creo que lo peor del fanatismo es cuando vos te creés único. Cerrarse y decir: ‘No puedo entender la pasión porque me está hablando de otro equipo’. Ahí es cuando generamos una distancia infranqueable. ¿Cómo no lo voy a entender si yo siento lo mismo por mi club? Me parece que la clave es dejar pasar la oportunidad de ser cruel con el otro. Si cuando gana Independiente yo agarro Twitter y entro a agredir, todos los de Independiente van a comentar ‘¡Qué bien Sacheri!’. Pero cualquiera que sea de Racing y me siga, va a sentir de mi parte una agresión y me la va a devolver multiplicada. Es generar una escalada de agresión que no para nunca. Entonces, la única forma de parar es dejar pasar esas oportunidades con la esperanza que, del otro lado, hagan lo mismo. Es como ponerse de acuerdo y empezar a entregar armas en un campo de batalla. En tu Twitter no sólo buscás no agredir sino que has llegado al punto de reprimirte y hasta dejar de opinar sobre Independiente y sobre fútbol en general. ¿Por qué llegamos a ese punto? Me parece que la sociedad en sí está llena de personas que en las redes sociales son anónimos y dicen cualquier cosa porque las redes te lo permiten. Si nos conocemos podemos hablar, pero en Twitter hay tal falta de comprensión que la boludés más mínima se malinterpreta. Por eso es muy difícil conversar normalmente. En el fútbol y en la política, la gente se pone especialmente pelotuda. El fútbol pasa a ser una suerte de religión, y no lo es. Es algo que vos querés mucho, no es Dios. Independiente no es Dios, es el club que yo amo y punto. Ni más ni menos. ¿Qué entendés por pasión?

El amor y la pasión no pueden ser una excusa que permita cualquier cosa. En el mundo del fútbol nos hemos acostumbrado a que sí, a que vale cualquier cosa, y no es así.

Para mí, la pasión es un amor descontrolado, desmedido, que todos sentimos. Ahora, no somos sólo pasión. A veces pasa con esa escena de El secreto de sus ojos en la que Francella habla del asesino como alguien que puede cambiar muchas cosas pero no puede cambiar de pasión, que me doy cuenta —a partir de que

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Sacheri y Ariel Scher en la sede de Villa del Parque

empiezan a pasar los años de la película— que muchos futboleros que la ven, la identifican como una celebración de la pasión. No estoy festejando la pasión, estoy describiendo. Me parece que nuestras pasiones son algo muy bueno y algo muy malo al mismo tiempo. O son algo bueno mientras le podamos poner una rienda. Si no somos capaces, somos animales.

¿Esa pasión benigna de la que hablás es la que tienen hermanos Milito? Me parecen dos genios. Eso del “Milito hay uno solo”, de los dos lados, me parece una pelotudez. A mí me cayó muy mal que, cuando se hizo el partido de despedida de Gabriel y fue Diego a jugar, la gente lo silbara cada vez que tocaba la pelota. Es el hermano del homenajeado, sos el anfitrión, callate. Para mí eso es no entender el fútbol. Gabriel, medio roto como estaba, vino en un mal momento del club. Empieza a dirigir las inferiores en otro momento de mierda del club. Diego, mejor físicamente, vuelve de Europa cuando

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se podía haber quedado. Las cosas que me cuentan de él, que es el que más temprano llega a entrenar y el que más habla con los pibes... ¿Qué le voy a decir? Es un genio. Yo lamento que no sean los dos de Independiente. Para mí, lo que hay que hacer es eso, decir ‘puta, qué pena que no fue hincha de Independiente, no ‘ojalá no existiera’. No es lo mismo decir que Milito hay uno sólo, a decir que me gustaría que los dos sean de Independiente. ¿Fue eso lo que terminó de romper el espíritu del fútbol? Es decir, el ninguneo del otro, del rival... Es que la clave del fanatismo es esa. Ser fanático es eso: El otro no existe, no es nada, no merece nada y yo merezco todo. Lo que pasa es que el camino es muy largo y avanzamos demasiado en él. ¿Cómo hacemos para ir para atrás? Salvo esto que decía de prescindir de la crueldad, no veo otro camino y no veo uno de corto plazo. Nosotros la usamos así, pero pará: Yo no soy fanático de Independiente. Si querés soy enfermo, pero no fanático.


Yo creo que, si bien nuestros amores no se parecen en los colores, se parecen en sus modos y en sus intensidades. Es decir, yo no quiero a Racing, pero entiendo perfectamente que sus hinchas quieren a su club como yo quiero a Independiente.

Como si fuera poco, ese fenómeno traspasó las barreras de los clubes y llegó hasta el público que va a ver a la Selección... Eso es por llevar la cultura del aguante a donde sea. El cantito que hacían en Brasil, yo decía ¿Cómo querés pasarla bien en la final si estuviste un mes cantándoles ‘Brasil, decime qué se siente’? Esa es otra cosa que tiene el fanatismo: el fanático se cree inocente. Si vas a Chile y les deseás que se caigan al mar, ¿cómo querés que te respeten? Insisto, es muy complicado desandar ese camino, pero el termo en la cabeza ya lo hemos exportado de los clubes a la Selección. En tu cuento “Montes, en el patio”, retratás a un hincha de Racing que está a punto de suicidarse en el patio de su casa pero no puede hacerlo mientras escucha por radio que Racing está perdiendo contra Independiente en el Apertura 2001. ¿Qué viste en el hincha de Racing para describir un tipo con esa personalidad? Ese partido lo escuché por radio y me quedé con un veneno infernal. Porque lo ganaba Independiente, Rocha sale a cazar mariposas y lo empata Loeschbor, faltando un minuto. A veces, escribir es una manera de sentirse mejor. Entonces, esa tarde que para mí había sido una cagada, fue tratar de vivir la misma experiencia pero del otro lado. Yo creo que, si bien nuestros amores no se parecen en los colores, se parecen en sus modos y en sus intensidades. Es decir, yo no quiero a Racing, pero entiendo perfectamente que sus hinchas quieren a su club como yo quiero a Independiente. Porque otra falacia del “aguante” es suponer que los otros no quieren tanto como querés vos. Por supuesto que el otro a tu club no lo quiere, pero al suyo lo quiere, lo sufre y se ilusiona de la misma manera. Eso es lo que para mí te hermana.

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¿Es por eso que llevaste a tu hijo a otras canchas antes que a la de Independiente, para que conociera la pasión de otros hinchas? Digamos que, de todas maneras, no le dejé mucha opción. Pero repito que, para mí, el amor por tu club no tiene por qué ser odio a los demás. Y cada vez me siento más solo en esta idea. Parece que la única forma de querer fuera odiar, como si vos para querer a una mina tuvieras que odiar a todas las demás. Te gustan las minas, valorás a todas pero te enamorás de una. ¿Con los clubes no puede ser así? Hace unos años, iba seguido a ver a Racing porque el “Colo” Sava es mi amigo y estaba en un mal momento. Yo no sé si ahora podría hacerlo. Me cagarían a trompadas. ¿Y por qué? Si estoy viendo fútbol. ¿Y eso qué significa? ¿Queremos más a nuestros clubes que antes? No, que somos más pelotudos. Y no Racing, cualquiera, por supuesto.

El amor por tu club no tiene por qué ser odio a los demás. Y cada vez me siento más solo en esta idea. Parece que la única forma de querer fuera odiar, como si vos para querer a una mina tuvieras que odiar a todas las demás.

es un recuerdo que crece con vos. Los clubes tienen eso de acompañarte y de estar con vos siempre. Por eso es tan respetable un club y por eso jamás se me ocurre gastar a nadie. Yo no sé cómo cada uno se hizo del club, pero hay algo de afecto muy profundo. Entonces, cuando te gasto, me estoy metiendo con eso. Yo no me puedo meter con eso. ¿Esas son cosas que también sienten tus personajes? En el caso de Papeles en el viento, por ejemplo... Yo escribí “Papeles” en el medio de esa feliz tormenta del Oscar de El secreto de sus ojos. (NdR: La película de Juan José Campanella no sólo está basada en el libro de Sacheri La pregunta de sus ojos, sino que el autor participó del guion). Para mí fue todo una gran tormenta. De repente, el cine, los viajes, los reportajes, los premios, la guita, el Oscar. Mi vida estaba cambiando demasiado rápido y, para mí, escribir esa novela fue tirar el ancla en lo que a mí me interesa de la vida: mi familia, el Barrio —por eso transcurre en Castelar— mi club —por eso me atreví a que fueran de Independiente—. Por eso, esa novela fue muy importante en ese sentido, no me banco a la gente que se manda la parte. Si te va bien en la vida, callate la boca porque al otro no le está yendo bien. ¿Tiene que ver con algo que aparece en Ser feliz era esto, donde el protagonista es escritor y reniega de eso?

Muchas de tus historias tienen que ver con vivencias de padres e hijos. ¿Tienen que ver con tu infancia? No siempre. Por supuesto que uno cuando escribe se aferra a todo lo que vivió, pero no me gusta ser demasiado autorreferencial. Me gusta inventar porque es un modo de que las historias se acerquen a la vida de los demás. Hay algunos textos en los que sí me permito ir bien a lo personal, pero es de vez en cuando y tiene que ver con que mi viejo se murió cuando yo era muy chico y lo que llegué a compartir con él es al Rojo. Aparte, como sigue existiendo,

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En ese caso, es un tipo que le fue bien escribiendo pero que no tiene más ganas de ser escritor. Me gusta jugar con eso de qué hubiera pasado si las cosas hubieran sido distintas. A veces parece que el éxito vale por sí mismo. Me pasa con mi laburo, que a veces me dicen ‘a vos te va bárbaro’. Y sí, me va bárbaro pero porque tengo a mis hijos, a mi mujer, a mis amigos, juego al fútbol y voy a mi club, pero eso ya lo tenía antes. En 2010 terminás Papeles en el viento y lo publicás en 2011. Sin embargo, como una predicción que hace “El mono”, aparece el mo-


mento de Independiente que culminó con el descenso. Le puse el punto final a la novela con Independiente campeón de la Sudamericana, pero Independiente arrastraba, o arrastra —no sé si decirlo en presente—, quince años patéticos. Sólo se obtuvo el campeonato del 2002 y la Copa Sudamericana de 2010, pero nada en el medio. No solamente nada de títulos, sino equipos que no generaban, rachas de dos partidos, sólo el “Kun” Agüero, que nos duró una temporada, la cancha que está todavía sin terminar. La sensación era que estábamos mal igual. Me daba cuenta que la enfermedad de Independiente no se curaba con una copa y, lamentablemente, lo que pasó después, confirmó eso. ¿Veías o ves a Independiente, desde lo dirigencial, en una situación parecida a la de Racing en el momento de la quiebra y de la crisis institucional? Creo que en un momento se parecieron. Pero como socio, te enterás de las cosas medio de refilón, o tarde. Si me preguntás, hoy, cómo está Independiente, te digo que hay signos externos que te hacen decir que, aparentemente, está mejor. Si me preguntás cómo está Racing, te digo que salieron campeones, que tienen buen plantel y que a Cocca lo llevan bien como técnico. Pero si están endeudándose o si están pagando los sueldos, te enterás cuando vuela todo a la mierda. En un momento, los que lo vivieron, habrán dicho ‘¿Cómo quiebra?’. Con Independiente pasó lo mismo. Los clubes cuentan con la ventaja de que uno tiene un amor tan grande por la camiseta que aguanta, y aguanta, no pregunta, se conforma con que entre la pelota y nada más.

¿Te parece que les faltó reaccionar con la dirigencia, como hizo la gente de Racing en aquel momento? Es que falta información. En el fondo, los clubes son sociedades sin fines de lucro pero que manejan millones de dólares. Hay un contrasentido medio raro. ¿Cuánto vale Racing o San Lorenzo o Huracán? La reacción del hincha de Independiente fue asociarse. ¿Por qué el asesino de El secreto de sus ojos terminó siendo de Racing? Por necesidades de guion. Campanella me pidió que le pusiéramos fútbol, que no era la idea original porque en la novela no hay nada de fútbol. En la película, tengo que generar una pista que conduzca a ir a buscar al asesino a la cancha. La pista son esos apellidos de algunos jugadores, que no son jugadores célebres. Yo me asesoré con el papá de un amigo mío, muy fanático de Racing, porque necesitaba jugadores un poco desconocidos de la década del ‘60. El asesino está criado en Chivilcoy, por lo que sí o sí iba a ser hincha de uno de los cinco grandes, por una cuestión de información que llega al pueblo: las transmisiones de los grandes y El gráfico con los grandes. A Boca y a River los descarto porque son tan masivos que tal vez nombraba a esos jugadores y me los descubrían. A San Lorenzo no le podíamos reproducir el Viejo Gasómetro, por lo que me quedan Independiente y Racing: ahí sí confieso que, por una cuestión personal, no iba a hacer al asesino hincha de mi club por esa vana idealización que tiene uno de que los hinchas de tu club son todos buenos, aunque no sea así. Y, por último, fue en la cancha de Huracán porque tiene pasadizos como para una persecución, que la cancha de Racing no.

Los clubes cuentan con la ventaja de que uno tiene un amor tan grande por la camiseta que aguanta, y aguanta, no pregunta, se conforma con que entre la pelota y nada más.

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Tiempo de estar por Oscar Ruggiero

La pelota es el termómetro, siempre lo es. Más en Racing, donde las buenas llegaron hace poco. Se ganaban dos partidos y metíamos 45 mil personas un martes a las 4 de la tarde. La necesidad, la sed de triunfo, las ganas de dejar atrás lunes dolorosos, nos terminaba cegando. ¿Cómo iba a importarte el básquet si hace 35 años que no salís campeón? Siempre estuvo todo mal. Sobrevivimos a décadas de dejadez institucional. Reduciendo el margen y situándonos desde principios del ’90 hasta no hace más de 6 meses, Racing sigue vivo a pesar de Destéfano, de Otero, de Lalín, de García Cuerva, de Gorostegui, de Fernando I, de Fernando II, de Cogorno, de Molina y de muchos que estuvieron por debajo de todos ellos, en diferentes roles y circunstancias. La vuelta de Milito revolucionó, más allá de lo que cualquiera pueda haber imaginado; estandarizó absolutamente todo y a todos, o al menos está en camino. Hoy estamos en las buenas. Somos campeones, el año deportivo es bueno y puede terminar todavía con algún otro laurel. Hay chances concretas de mantenernos en el plano internacional y de jugar, nuevamente, la Copa Libertadores. El club vendió jugadores por millones de euros y hay cerca de 60 mil socios que pagan cuota. Si no lo hizo para el momento en que esta revista esté en la calle, en un corto plazo el déficit mensual será cero. ¿Cuándo cree usted que es el momento para cimentar? Se construye ahora, se exige ahora. Los deportes amateurs son una piedra fundacional en una institución que busca dar un salto. Aquí incluyo a Básquet y a Futsal, dos disciplinas que cuentan con planteles profesionales por la

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relevancia de las competiciones que afrontan. El Futsal Masculino se encuentra en la Primera División de la AFA y el Básquet intentará el año que viene pelear el ascenso al Torneo Federal (se encuentra disputando la cuarta categoría: Metropolitano). Para tener nivel se necesita estructura, imposible de obtener sin proyección, ni inversión. Hoy se está en ese camino, que es a largo plazo y que requerirá de mucha paciencia. ¿Por qué? Más allá de las nulas inversiones que se hicieron durante mucho tiempo, Racing incorporó deportes como Hockey y Handball, que cuentan con más de 250 jugadores, entre ambos, sin contar con estructura, ni capital, ni proyecto de desarrollo. Todo se fue haciendo sobre la marcha, tapando baches, consiguiendo ropa como se podía, entrenando cuándo o dónde había lugar. El Handball, por ejemplo, entrena en la cancha anexa del Polideportivo Jorge Camba, que no tiene un suelo conveniente para la práctica y que, además, es descubierta y obliga a suspender los entrenamientos cada vez que llueve. Se presentó un proyecto a Infraestructura, pero la obra tiene un costo cercano al millón y medio de pesos, para nada menor. Patín, si bien está en desarrollo y cuenta con 15 patinadoras, entrena en el Colegio Longobardi, con el que se llegó a un acuerdo para todo 2015, hasta que se solucione el problema y se le pueda designar un espacio en las instalaciones del club (por el momento, solo una vez por semana en el Camba). Todas estas situaciones generaron problemas entre los deportes y algunos dirigentes, con disputas sobre cuándo y a quién le correspondía utilizar las instalaciones, o qué disciplina necesitaba pelotas o camisetas con mayor urgencia. Todo se hace a pulmón, todo cuesta horrores. A veces, son los propios responsables


de las disciplinas los que acercan a un sponsor que colabore en lo que haga falta. Todo esto no es más que poner en contexto las dificultades que se presentan para sacar un deporte adelante cuando no se cuenta con estructura suficiente o con un plan concreto y ejecutable. A corto plazo, el proyecto más ambicioso es la cancha de sintético para Hockey sobre césped. La actividad inició hace poco más de un año y cuenta con 160 chicas que nos representan. Para entrenar, Racing debe alquilar las canchas del Club Villa Modelo. Las propias jugadoras, muchas veces, debieron pagar su propio micro para jugar, o financiar la ropa para representarnos. La nueva cancha abrirá las puertas al crecimiento de la actividad. La idea es comenzar a disputar los torneos de la Confederación Argentina de Hockey y contar con las 8 categorías correspondientes. Acompañarlo, sugiere una inversión importante, pero que aportará infraestructura y masa societaria. Las obras podrían estar listas en diciembre, para comenzar el año con plena utilización del espacio, y fueron financiadas por Racing aproximadamente, en un 70%; el 30% restante lo está recaudando la comunidad de Hockey, vendiendo parcelas simbólicas de la cancha. La idea es llevar a todos los deportes a déficit cero. En un relevamiento hecho por el área de Deportes Amateurs, se descubrió que el 75% de los deportistas no asiste al estadio, es por eso que se presentará un proyecto llamado Socio Deportivo para diferenciarlos, generar más cupos y calcular el presupuesto por disciplina, basados en la cantidad de integrantes, ingresos y egresos generados. También hay deportes que aportan un valor significativo que no tiene que ver con lo económico y que hay que sostenerlos en ese rol. El boxeo es uno de ellos; saca a muchos jóvenes de situaciones complicadas y cumple una función socializadora. La actividad tuvo un notorio crecimiento (la Academia Horacio Accavallo cuenta con 20 boxeadores) que se afianzó cuando el Ruso Giuliani peleó por el Título Bonaerense en la Sede de Villa del Parque. Una vez en cero, se necesita continuar generando recursos para invertir en estos deportes. Todos deberían contar, en el ideal, con un pre-

supuesto propio anual para poder desarrollarse. A la fecha, sólo Básquet y Futsal lo tienen. El resto de las disciplinas reciben, acorde a lo que generan, o lo consiguen. Este año, se ha incrementado el aporte de materiales de entrenamiento, pero aún se está muy lejos del ideal. Se entregaron más de 600 camisetas y quedan unas 120 por otorgar. Por primera vez, se cuenta con 15 conjuntos y remeras Topper para las delegaciones que viajan. Estamos hablando de cuestiones básicas que hace años no se cubren y que recién empiezan a ser tenidas en cuenta. Se han realizado aportes para que distintas delegaciones participen de torneos nacionales e internacionales, pero en ningún caso se pudo cubrir más del 50% de los gastos. El “largo plazo”, del que les comenté más arriba, iba en serio. Donde más se pone el ojo, por lógica, es en el Fútbol Amateur. Vender jugadores de la cantera es un ingreso fundamental. Para lograrlo, necesitás generar. Y Racing lo viene logrando. Entre Vietto, De Paul, Centurión, Zuculini y alguno más, se recaudaron más de 15 millones de Euros. Casa Tita, por donde pasaron algunos de ellos, recientemente cumplió 11 años albergando a los chicos de Inferiores que vienen del interior del país. Desde hace largo tiempo, y a pesar de las enormes dificultades, se está llevando adelante un trabajo profesional que brinda herramientas a los chicos, más allá de las futbolísticas. Los estudios son considerados prioridad y se le brinda apoyo escolar al que lo necesite. Se realizan jornadas como la visita a la Feria del Libro, o charlas brindadas por profesionales de distintas áreas. Pero, principalmente, los que trabajan en Casa Tita acompañan al adolescente que debe pasar casi todo el año lejos de su familia. El apoyo psicológico, hacer que se sienta parte de la familia racinguista, inculcar valores, responsabilidades y generar sentido de pertenencia son herramientas prioritarias en la formación personal y profesional. Las categorías vienen mostrando mayor nivel cada año y hay buenos jugadores, y más de una promesa. Se avanzó en la captación y el desarrollo, y el Predio Tita tuvo mucho que ver. Inaugurada la cancha de Hockey, el alcance del predio será enorme. Es momento también de involucrarse más. Estar, apoyar, comerse un asado un sábado al mediodía sirve, créame. ¿Algo más lindo que ver al club crecer?

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por Leandro Marinovich

De ser resistido y no jugar, a ser campeón y una de las piezas claves del equipo. Se bancó lesiones, no encontrar su nivel y técnicos que no lo tenían en cuenta, pero su recordado taco ante Vélez comenzó a torcer el rumbo para vislumbrar un horizonte de alegrías. En diálogo con Paladar Académico, cuenta que se ríe de las fotos a las que le ponen su cara y se muestra agradecido por todo lo que le transmiten.

El Luli de la gente

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E

l camino que realizó Luciano Román Aued en Racing bien podría ser trazado, paralelamente, con el del propio club. Luego de su llegada para el Apertura '11, el Luli vivió con la celeste y blanca épocas malas y regulares, para poder disfrutar una grata actualidad. Los pocos minutos disputados, las lesiones largas y el mal momento del equipo tras haber sido subcampeón de Boca en 2011, fueron los causantes de que el volante zurdo de 28 años no hubiera podido demostrar por qué había llegado a un grande. Su recordado taco, la continuidad que le ofreció Mostaza Merlo y el desembarco de Cocca, Milito y compañía, lograron revertir la mala imagen que había dejado en los hinchas, hasta convertirse en uno de los jugadores más queridos del plantel. Luciano Aued es eso y mucho más. Por eso, empecemos por el principio. -¿Cómo te empezó a gustar el fútbol? -Desde los tres años arranqué en Independiente de La Plata, en donde jugaba mi hermano dos años mayor. Como era muy chico, jugaba para su categoría y me fogueaba con ellos. Después, el club se disolvió y decidí irme al Las Malvinas hasta la finalización de las infantiles, y fue ahí donde decidí ir a Gimnasia. -Estudiantes y Gimnasia te seguían los pasos desde muy pibe. -Me vinieron a buscar de los dos bandos, porque miran mucho las infantiles de ahí. Iban hasta mi casa, pero yo no quería saber nada hasta terminar las infantiles y disfrutar de ellas. Cuando llegó el momento, elegí Gimnasia por una cuestión de corazón. -Hay una anécdota que marca fuertemente tu personalidad: te le plantaste al preparador físico porque quería que te cortaras el pelo. -Siempre usé el pelo largo porque me gustaba. Después de haberme ido a buscar durante muchos años, el primer día de entrenamiento era todo alegría. Me dieron la ropa, los botines, todo, hasta que me agarró el preparador físico y me dijo que con pelo largo no podía jugar. Le devolví la ropa y le dije de mala manera que no iba a cortármelo por el hecho de hacer fút-

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bol. Me di la vuelta y me fui, y —más tarde— los coordinadores me comunicaron que podía dejármelo como lo tenía, que se había equivocado el preparador físico. Dos años después, me lo corté, ya no daba para más (entre risas). -¿Cómo fuiste encontrando tu puesto en la cancha? -En inferiores fui variando el puesto. He sido lateral izquierdo, cinco, volante por izquierda, enganche y hasta —9—. A medida que iban pasando las divisiones, no encontraba un puesto natural en el que desenvolverme. En Reserva fue cuando me di cuenta que debía ser — doble 5—.


-Y, rápidamente, llegó el debut en Primera. Lo debés tener aún en tu cabeza. -Sí, lo recuerdo. No había jugado mucho en Reserva y me faltaba, claramente, ese roce que te van dando los partidos de Primera. Maturana me puso todo el segundo tiempo cuando ya íbamos perdiendo 3 a 0. Lo disfruté mucho porque era mi debut, pero nos fuimos todos insultados porque el equipo no venía pasando un buen momento. -¿El descenso en 2011 fue lo peor que te pasó como futbolista? -Fue el día más triste de mi vida deportiva. Es una marca que no se me va a ir nunca, que me sigue pesando y que me quedará para toda la vida, porque es el club que me dio todo y me vio nacer. Me sigue doliendo y me dolerá hasta el día que tenga revancha. Para un futbolista, no hay nada peor que sufrir un descenso con el club en el que nació y del que es hincha. A la mente se le vienen los recuerdos de cuando empezó, lo que le costó llegar y qué le deparará un futuro en otra categoría o, en su defecto, otra institución. A Luciano Aued le llegó un llamado de Diego Pablo Simeone, quien había asumido como técnico de Racing, con el claro mensaje de querer sumarlo al plantel académico. Finalmente, desembarcó junto a Lucas Castro, compañero suyo en Gimnasia y, si bien no pudo jugar lo que deseaba, Aued está muy agradecido con el Cholo. En sus primeros dos años y medio, Racing no fue para nada fácil. -¿Cómo surgió la posibilidad de llegar acá? -Después del descenso, mi representante entendía que debía dar un salto; yo estaba muy golpeado por lo ocurrido. Se interesó Racing y el Cholo Simeone, que me llamó y me dijo que me quería. Fue algo muy lindo, lo tomé como un gesto muy grande el querer tenerme en el equipo. Ni bien tuve la posibilidad, dije que sí. -El salto de calidad también lo habrás notado con el técnico. Simeone es uno de los mejores del mundo. -Siempre dije que el Cholo es el mejor entrenador que tuve, y eso que no jugué tanto,

ni tampoco él estuvo mucho tiempo al mando del plantel. Lo que más rescato es su intensidad para el trabajo. Me ha tocado estar fuera de los concentrados y él venía el mismo día del partido a entrenarnos a los que no jugábamos. Eso de darle importancia a todo el grupo, de estar al máximo y de leer bien los partidos, lo hace tan grande. Desde un principio se sabía que iba a ser un técnico de elite. -Estuviste ocho meses parado por la rodilla. ¿En quién te aferrabas para poder pensar sólo en volver? -Fueron momentos muy duros porque el club la pasaba mal, no encontrábamos un equilibrio futbolístico e institucional, sumado a que estuve ocho meses parado por mi lesión en la rodilla. Me aferré a mi familia, a mis amigos y a mi novia, que están siempre y me ayudan a no caerme. En ese sentido, soy muy cabeza dura, no tiro la toalla fácilmente y siempre quiero revancha. Cambiar de aire hubiese sido lo más fácil, porque era entendible si el club lo decidía ya que no venía jugando. Quise quedarme a revertir la mala imagen que tenía, para demostrar que no se habían equivocado al contratarme. ¿Merlo fue importante para tu presente? -Hubo un cambio muy grande en la gente. Anímicamente, nos sirvió muchísimo. Veníamos muy mal y, con su llegada, el ánimo de la gente cambió y eso repercutió en el plantel. A partir de ahí, comencé a tener varios partidos encima, a sentirme con confianza; empecé a resurgir. Para generar cambios rotundos se necesitan personas que transmitan tranquilidad y confianza. Luego de una temporada horrible, de sólo 33 puntos, las llegadas de Diego Cocca y Diego Milito le dieron orden a la institución y se trazaron nuevos horizontes. Si le agregamos un cambio brusco de plantel, la Academia era otra para enfrentar el torneo Transición. No sabíamos si el futuro iba a deparar algo mejor o algo peor, pero era claro que el ruido de tiempos anteriores ya no se escuchaba, que la paciencia, el trabajo y la tranquilidad eran primordiales para los líderes del grupo. Ahora, el final ya lo sabemos: Racing campeón.

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-¿Y qué cambió para pasar de una temporada de 33 puntos a ser campeón? -La llegada de Blanco le hizo muy bien al club, sumado a un entrenador que ya conocía a muchos de los que trajo. Vinieron muchos jugadores, incluida la figura de Milito, que se puso delante de la fila y quiso estar acá, cuando habíamos salido últimos. Entonces, se dieron un montón de cambios para que Racing pudiera volver a ser el grande que era, algo que en los últimos años le había costado muchísimo. Por suerte, se logró el objetivo muy rápido; con un plantel y un DT nuevo fuimos campeones en sólo seis meses. -¿Qué tuvo y tiene Milito para ser una pieza fundamental en este resurgir académico? -Tiene una humildad en cuanto al trabajo, en no importarle la carrera que hizo y ser el primero en ponerse a entrenar, en preguntar qué necesita el grupo, en darte una palmada o retarte, en ser un tipo ganador. También rescato a Saja, que fue el capitán del barco en estos cuatro años, siempre dio la cara cuando el equipo andaba mal. En los momentos más duros, le tocó ser criticado y nunca quiso salvarse solo; siempre nos tiró para adelante, nos marcó el camino. El regreso de Diego generó una dupla de máximos referentes que lleva para adelante al plantel. Fue el punto de inicio para resurgir. -¿Sentís, en cuanto al liderato, que vos y alguno más están un escalón más abajo que ellos? -Es entendible que ellos están dejando una escuela para que los que venimos atrás continuemos el mismo camino. Hablan siempre de Lollo, de Videla, de Cerro y de mí, y eso nos genera mucha gratitud. Quizás nos abren la puerta de una arenga para que seamos nosotros los que hablemos antes de salir. Eso es importante. El día de mañana, cuando ellos no estén, deberemos continuar ese rumbo. El club debe priorizar eso. -¿Ser hincha te da un cierto plus? A vos te ocurrió en Gimnasia. -Cuando uno es hincha de un club, tiene una cierta carga afectiva y una responsabilidad más grande que otro que no lo es. Alguien que viene desde las inferiores, y mama desde muy chico lo

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que son los colores, sabe perfectamente cómo es su club. Es algo que le sucede en Racing a Diego (Milito), quien tiene todas sus raíces acá, y uno ve que lo vive de otra forma, tal como me ocurrió a mí con Gimnasia o a otros chicos con sus respectivos equipos. Después, con el correr del tiempo, uno va conociendo a la institución y lo que sienten los hinchas, hasta familiarizarse por completo y tomarlo como propio. -¿Y ves a alguien de los juveniles con los que compartiste plantel que pueda ocupar, en el futuro, el rol que hoy es de Milito? -Hace tiempo que estoy acá y me ha tocado conocer a muchos chicos del club. La camada que se fue es muy hincha de Racing y sienten al club muy adentro, lo llevan siempre con ellos. Tuve mucho trato con Rodrigo De Paul, porque lo pasaba a buscar cuando todavía no había debutado, y me daba cuenta lo mucho que quería a la institución. Se formó acá desde muy niño, al igual que Bruno Zuculini. También están Vietto y Ricky (Centurión), que viene a visitarnos cada vez que puede. -¿Por qué son tan complementarios con Videla? -Tenemos química, nos entendemos casi de memoria, es así en los jugadores. Si bien con Cerro me siento cómodo, y por momentos me pasa lo mismo que con Ezequiel, creo que el campeonato te da un plus. Sé dónde tengo que pararme si él va a presionar o a cortar; él, por su parte, sabe que si recupera me tiene a mí al lado para jugar. Es el entendimiento que debe tener una dupla de volantes centrales o un lateral con un mediocampista externo. Son pequeñas sociedades que se forman y que generan que un equipo funcione. -Con Cerro como compañero cambiaron los roles. Él es quien sale un poco más y vos sos el que mantiene la posición. -Sí, cambiamos un poco el esquema, ya no somos un 4-4-2 fijo. Siendo interior, recibo de espaldas y no soy tan claro, por eso prefiero quedarme como volante central fijo. A Pancho le es fácil romper para adelante, llegar al área, yo prefiero tener panorama para ser claro.


-Sigue dando la sensación que están buscando una nueva identidad y que aún les cuesta asentarse. -Estamos tratando de variar porque los rivales te van conociendo. Entonces, Cocca le busca alternativas al equipo. Con la llegada de Óscar Romero sumamos a un jugador con diferentes características a las que ya teníamos. Antes, quizá, dependíamos de que los volantes externos lastimaran mucho para poder romper, si juega Óscar sabemos que tenemos pase gol, pausa y buen manejo. -¿Por qué a Racing le cuesta horrores visitar a Independiente? -No es nada raro ni extrafutbolístico, simplemente no nos ha tocado tener suerte en esa cancha. No hay que verle nada del otro mundo. A Independiente también le cuesta en nuestra cancha, es algo lógico. El hincha de Independiente se agarra de eso pues en esta etapa le ha tocado muchas malas, y es por eso que a esta racha la toma como algo importante. Nosotros tenemos otros objetivos un poco más grandes que sólo ganar un clásico. Lógicamente, era lo que queríamos también, pero no se nos pudo dar. El reconocimiento del otro siempre llena el pecho e invita a seguir trabajando para que eso se mantenga. Aued sabe más que nadie lo que le costó ganarse ovaciones y ser querido por los hinchas racinguistas. —El Luli no se va, el Luli no se va—, entonó todo el Cilindro cuando en el primer semestre surgió la posibilidad de que su renovación no iba a concretarse. La gente jugó un papel fundamental para que hoy siga siendo una de las piezas fundamentales en el engranaje del equipo. Aued lo sabe y está agradecido. -¿Cómo fue pasar de resistido a reconocido por el hincha? -Al principio, llegué como refuerzo y las expectativas eran tales. No rendí como tenía que hacerlo y la gente se manifestó con un reproche que era lógico. Yo era consciente. Cuando empecé a demostrar mi esfuerzo, mi confianza, mi soltura y mi humildad, la gente me lo reconoció. Es algo muy lindo para mí y para mi familia, me llena de orgullo.

-En el partido ante Gimnasia se escuchó una gran ovación. -No me esperaba tanto cariño. La gente me ovacionó tremendamente y, encima, le tocaba a Videla entrar por mí. Soñamos ganar más títulos para devolverle a la gente todo el cariño que nos da. -En las redes sociales sos el más querido, después de Milito. -Siempre me divierto con algunas imágenes que ponen mi foto allí. Veo que la gente me tiene aprecio y eso es algo impagable. -¿Pensás en Europa o en algún otro mercado que te permita avanzar en lo económico? -Si me tocaba terminar esta etapa —como bien podía haber pasado porque estuve al borde—, se hubieran dado oportunidades, pero la realidad es que yo quiero estar acá. Me siento feliz y cómodo. No quería regalar todo el esfuerzo que hice para poder estar como ahora. Por eso preferí quedarme. Lógicamente, irme a Europa sería un progreso para mí y para mi familia, pero no me desvela eso. -¿Sabés qué vas a hacer cuando te retires? -No, no lo tengo pensado aún. Sé que lo que siempre me interesó fue el fútbol, que cuando uno termina la carrera es joven para la vida y tenés que buscar otros horizontes, pero aún no lo tengo claro. Sí voy a empezar el año que viene el curso de entrenador para poder instruirme. Seguramente, mi vida postprofesional esté ligada al fútbol. -¿Cómo es la vida de Luciano Aued después de los entrenamientos? -Trato de cuidarme mucho, de ver mucho fútbol y de hacer complemento físico y gimnasio, para mantenerme, más allá de las prácticas diarias con el plantel. También, dedico mi tiempo a la familia, a los amigos y a mi novia, que por razones de concentraciones o de viajes uno está días sin verlos. No me gusta descuidar ese aspecto.

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#ElTacoDeAued “Fue un partido emotivo que me brindó confianza. Fue un quiebre, porque hasta ahí venía teniendo altibajos. Tras haber jugado muy mal, estuvimos atrás todo el partido, que lo hayamos ganado como lo ganamos, con un taco mío y con la definición de Lucho (Vietto), para mi confianza, lo fue todo. Me empecé a soltar mucho más”. Aquel taco se fue viralizando en las redes sociales hasta el día de hoy, y aún forma parte del grato recuerdo del hincha racinguista que reconoce el cambio total de Aued desde ese momento. “Marcó mi estadía acá en el club. Fue una victoria importante para no sufrir con el descenso. Es obvio que la gente me lo vive recordando, pero yo no me quería quedar con eso solo. Por suerte, pude cambiar mi imagen completamente y ser campeón”, se sinceró el ‘Luli’, que hoy es elogiado por mucho más que un taco.

#ElGolDeAued La entrevista a Luciano Aued se realizó el martes 15 de septiembre, dos días antes del partido ante San Lorenzo por los cuartos de final de la Copa Argentina. Como cada vez que habla con la prensa, la ansiedad y las sensaciones de no poder convertir un gol son preguntas frecuentes. Es que el Luli sólo había marcado para la Selección Argentina, en un amistoso ante Venezuela (4-1), jugado en la inauguración del Estadio Bicentenario de San Juan, el 16 de marzo de 2011. Y nada más. “No era algo que me preocupaba, siempre lo dije. Siempre quise lo mejor para el equipo. Después se dio en un contexto donde estaban mi familia, mis amigos y mi novia. Este gol sirvió para revertir el resultado y demostrar que el equipo está vivo, que seguimos prendidos y que nos dolió muchísimo perder el clásico, porque es el que todos queremos ganar. Le dimos una alegría a la gente”, declaró después de la agónica clasificación. Paladar Académico te trajo suerte, Luli.

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#AuedBuenaGente por Mariano FernÁndez

“Me cuesta escribir sobre Marcelo Bielsa. Es una persona tan admirable que uno corre el riesgo de magnificar su obra deportiva. Sus valores (ética, capacidad, honestidad, conducción, trabajo) trascienden su trayectoria. Nadie podrá quitarle ese prestigio bien ganado”, fue el encabezado que utilizó Juan Pablo Varsky para hablar del paradigmático técnico que ha ganado, pese a la derrota. Lo parafraseo y digo que, por primera vez en 20 años de periodismo, me cuesta escribir una columna de opinión sobre un futbolista porque no puedo separar sus cualidades tácticas y técnicas de lo que es como hombre de bien. Aued es lo más parecido al Racing del último lustro. Luciano Román llega a la “Academia” en el peor momento de su vida deportiva y en el prólogo de la primera de las grandes crisis de egos del quinquenio en nuestro club. Molina y Podestá comenzaron a imitar a Zulma Faiad y a Nélida Lobato, y las peleas de cartel rompieron al oficialismo que era claro ganador en las elecciones de diciembre de 2011. Mientras el equipo de Diego Simeone tenía chances de campeonar, los “amigos de toda la vida” no dejaban de pelear. ¿Luli? Lesionado, como la institución en ese momento. Jugó poco y nada. Pasaron los ciclos de Basile, de Zubeldía y de Ischia con la intrascendencia que los caracterizó. Sólo con el exentrenador de Lanús tuvo algunos breves minutos. Breves como los momentos de buen fútbol que dieron sus equipos que contaron con los mejores proyectos y los peores refuerzos. “Mostaza” Merlo lo salvó, a él del ostracismo y a Racing del descenso. Racing empezó a salir campeón con Merlo en cancha de Vélez. El mismo escenario de la máximo obra de Reinaldo Carlos como técnico fue el

quiebre de Aued. El talento que supo demostrar en su querido Gimnasia, con quien merece algún día un logro, se plasmó en #ElTacoDeAued. Una exquisita asistencia a Vietto valió un gol, tres puntos y evitar descender a menos de un año de otra crisis de vedettes, esta vez con varias renuncias. Cerro es el mejor amigo de Aued. Y con “Pancho”, Luli funciona tan bien como con Cocca. “Andá y rompela vos que tenés la oportunidad”, le dijo el que es, en 2015, su partenaire en el centro del campo de Racing. Pese a que Nelson Acevedo era el elegido por el flamante técnico, Luli se quedó con el puesto tras cederle la “22” a Diego Milito. Con la “11” en el dorsal fue campeón con un #RacingPositivo. La movida tuitera tiene un estandarte, un ícono corporizado. Paradójicamente, el hash comienza a difundirse contra Estudiantes de La Plata, el equipo menos querido de un “tripero”, como el nacido el 1 de marzo de 1987. Ser #RacingPositivo es pensar siempre que lo mejor está por venir, es confiar en nuestra historia, trabajar para nuestro presente y soñar con el futuro. Aued revalidó en Racing sus pergaminos, se erigió en referente en el presente y no tiene techo ahora que supo quebrar el “0” en su CV con el #GolDeAued. Se bancó lesiones, ir a Reserva, ir al banco, ganar y perder la titularidad, jugar con el contrato casi vencido. Siempre encabezando la fila de entrenamiento. Nunca con un desplante para el entrenador. Nunca con cara de enojado para los hinchas o para la prensa. Educación, respeto y profesionalismo con espíritu amateur. Por todo esto es que para definirlo por sobre todo, más que otra cosa, hay que decir que Luciano Román Aued es buena persona; y eso es lo más importante en este Racing Club.

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Oda a Matute por Ezequiel Scher

Matute no la pasaba nada bien en Mérida y apareció la posibilidad de volver a Argentina. Había llegado ahí desde Sampdoria, molesto porque la liga italiana no se adaptaba a él. Aunque apenas hacía cuatro años que había debutado en la Primera de Independiente, ya había jugado en tres países distintos. En Racing, había asumido Ángel Cappa, amigo personal de César Menotti, estaban el Chelo Delgado, Diego Latorre y el Mago Capria, y le tentó la idea. Los rebeldes son así: juegan y viven cagándose en todo prototipo. Por eso, aunque le chiflaron, a los que lo conocían no les sorprendió que en un clásico en la Doble Visera, la noche que se cortó la luz, Ángel Morales Santos – apodado “Matute” por el comisario del dibujo Don Gato y su pandilla–, agarrara un rebote con pierna derecha y saliera a gritar un gol. Matute, que hace unos días vio jugar en la Reserva de Racing a Matías Morales, su hijo, todavía sabe que los compañeros con los que mejor se entendió en toda su carrera fueron Latorre y el Chelo. Ese torneo, el Apertura 1998 en que Racing fue el tercero de un campeonato que ganó el Boca de Carlos Bianchi, tuvo ratos de grandeza. Hasta la leyenda cuenta que en un 3-3, contra Argentinos, no le pudieron sacar ni una sola vez la pelota. Y ahora, incluso, hay un video en Youtube que muestra cómo dejó sentado en el piso, en Liniers, a la inmensidad de Chilavert, que ese mismo año fue elegido el mejor arquero del Mundial de Francia. Matute, con su magia, con una rebeldía pocas veces vista, se ganó en un sólo torneo la idolatría de la hinchada de Racing. Según él, los aca-

démicos admiran al tipo que deja todo y los del Rojo al tiene mucha técnica, pero él mismo fue su antiejemplo: en el Cilindro, conquistó con sus gambetas y con su manera de entender el juego. Una manera que nunca, jamás, negoció, al punto que en el final de su carrera, jugando para Huracán, lo mandaron a correr al 4 de Argentinos y en el entretiempo le dijo al entrenador que lo sacara porque no estaba para eso. Rebeldía construida en un tipo que admite que podría haber sido lo que fue. Que en su última etapa en Racing, con Germán Rivarola como entrenador y un Lisandro López infalible, se peleó con el director técnico porque un día le sacó las facturas. O porque en cada pretemporada volvía con 3 o 4 kilos por arriba. O porque, en sí, se cagaba en el sistema, como fuera, al punto de que en Sampdoria perdió fortunas pagando multas: el día que lo presentaron en Italia, se llevó para allá un amigo de Wilde, los compañeros le dijeron que era mala educación, se enojó y se fue a comer una pizza con el amigo. Matute fue un rebelde. Un convencido del juego y un padre actual que mira preocupado la falta de enganches en el fútbol. Un admirador de Cappa, de Menotti y de su amigo Guardiola, con quien compartió equipo en Dorados de Culiacán –fueron tan socios que antes de volverse entrenador, el Pep fue a ver a Matute cuando jugaba en Banfield a la cancha de Vélez, hizo la fila de la popular visitante y entró a la tribuna–. Su convicción es precisa: “Existe una gran presión por no perder, ya no te hablo de ganar, porque no hay presión

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por ganar, y estaría bueno que existiera, así los técnicos buscarían armar algo como para ganar”. Matute dio una de sus últimas funciones en la Academia en otro clásico contra Independiente, en la cancha de Racing. Entró en el segundo tiempo, sin haber jugado ni un sólo segundo en ese campeonato, en 2005, tras regresar de una rotura

de ligamentos de su rodilla derecha. Dio dos gambetas, una pelota cruzada fantástica y la Academia se puso 2-1. Al día siguiente, los médicos explicaron que había sufrido otro golpe, que le había roto de nuevo el ligamento. En apenas un ratito, otra vez, se había metido en la historia. O, perdón, en realidad: un ratito alcanzaba para verlo y saber que Matute era un tipo que ya estaba en la historia.

Palabra de entrenador: Ángel Cappa

decir, siempre con un objetivo definido, usaba permanentemente el engaño. Un amague característico era el de cuando recibía la pelota de un cambio de frente –jugaba mejor desde la izquierda, a pesar de ser diestro–. Amagaba con seguir la dirección de la pelota, hacia afuera, volcaba todo el cuerpo hacia allí y con la pierna derecha, cuando le llegaba, la tocaba hacia adentro y cambiaba, bruscamente, de trayectoria. Entendía el juego, era muy preciso. Sabía participar en la elaboración y era muy contundente en la zona de definición, metiendo pelotas de gol, o desequilibrando con la gambeta. También aportaba sus goles. No se arrugaba nunca, ni por las presiones externas, ni por las intimidaciones violentas de algunos de sus adversarios. Siempre mantenía la serenidad y solo se preocupaba por el juego. Un grandísimo jugador que no tuvo el reconocimiento que merecía.

Me acuerdo de un clásico, de visitantes; yo dirigía a Racing y el Flaco Menotti, a Independiente. Matute había jugado en el rojo y ahora lo hacía en Racing. Tenía pensado hablarle antes del partido para darle confianza y para quitarle, en lo posible, lo que imaginaba que sería un problema para él. Cuando llegamos al vestuario, el más relajado de todos, el más sereno, el que menos sentía la presión del clásico era Matute, así que me ahorré el discurso, supuestamente, tranquilizador. Ese día –se cortó la luz y se jugó en dos partes–, en ese partido, la rompió y además hizo un gol. Ganó Racing 3 a 1. Matute fue uno de los mejores jugadores que tuve la suerte de entrenar. Hábil, inteligente, con gran panorama, de gambeta positiva, es

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“Necesitamos más infraestructura” Diego Oppedisano, coordinador del boxeo en Racing, le abrió las puertas del gimnasio a Paladar Académico. El otro lado del club, el que no recibe flashes y sin embargo es una de las disciplinas más importantes que tiene la institución. Deporte de poco seguimiento, con falta de infraestructura, pero con un espíritu de lucha y de superación constante. Su historia, su familia, los proyectos del boxeo racinguista, Sebastián Giuliani y una charla teñida de pasión celeste y blanca. por ramiro cué barberena Foto: aylén escamilla

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a luz está prendida en el gimnasio del club, ése que está en el subsuelo del polideportivo Jorge Camba. Como bien le gusta decir al encargado de la disciplina, Diego Oppedisano, “hay vida”. Simpleza y modestia. No solo en el lugar de entrenamiento, sino también en los boxeadores. Saludos, chistes, guantes en las manos y una chicharra que suena e indica el comienzo de los ejercicios. Ruido de golpes en las bolsas, de zapatillas que rechinan con el piso, pisadas en el ring y otra vez la campana que determina el cambio de actividad. Toman un pequeño descanso, se

tiran chicanas entre ellos, vuelven a reírse y empiezan otro ejercicio. Bohdan Myasnikov, el profesor de turno, no para de dar indicaciones y de felicitar a los alumnos cuando resuelven bien las consignas. Con una voz apacible, Oppedisano expresa seriedad y pasión cuando habla del boxeo de Racing y de la Academia Horacio Accavallo; no encuentra palabras para describir lo que siente por el club que ama y piensa con detenimiento cada vocablo. Con dinamismo y una amabilidad asombrosa, Diego respondió a todo. 36



Fotos: Javier Ibañez

Tras los pasos del “Ruso”

¿Qué diferencia hay entre él y los otros alumnos?

Giuliani hace poco peleó por el título y perdió. ¿Cómo lo ves y qué proyección tiene? Pusimos a Sebastián en esa instancia porque creemos que tiene las condiciones. Peleó con un rival muy duro, que después defendió el título otra vez y ganó por nocaut en el segundo round. Está en un nivel más alto que el nuestro, pero consideramos que el Ruso tenía que dar ese salto de calidad. Hizo una gran pelea, muy pensada, y fue felicitado, inclusive, por el muchacho que ganó y su team. Tenemos una parte dedicada a él y Racing lo contiene bastante con una nutricionista y una kinesióloga. El club se porta muy bien con él. Lo queremos rodear con un equipo de boxeadores que estamos formando.

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Muy poca; han crecido mucho y tienen el mismo peso. Están todos en un nivel muy bueno, dejando a Racing bien representado en las competencias. Hace unas semanas, en Monte Grande pelearon tres y ganaron. La idea es que cierren bien el año. ¿Sienten un seguimiento por parte de los hinchas? Muy poco. Trabajamos con las redes sociales a toda hora para difundir. Sabemos que es un club de fútbol, pero la intención es cambiar esa mentalidad. Que el hincha se preocupe y se ocupe del club. Nos dieron una mano importante en Villa del Parque, reventaron la sede; queremos que se acerquen cuando peleamos en Avellaneda. A mí me da cosa cuando voy de visitante, lo hacen sentir. Necesitamos el apoyo del hincha, del socio y de aquel que le guste el boxeo.


¿Cuál es tu función específica? Soy el nexo entre los chicos y el club. Además, soy el que lleva y trae información, tomo algunas decisiones, llevo a los chicos a pelear y consigo peleas. La idea es fomentar una familia en este gimnasio y, de a poco, lo estamos haciendo. Vine con la idea de tener un lugar distinto, donde no haya mucha competencia interna ni deslealtades. La intención nuestra es que los chicos estén en una comunión continua y que se apoyen uno con el otro.

En la edición anterior, Maxi Bertolino nos contó que Racing no era un club social. ¿Vos compartís eso? Racing es un club de fútbol que, de a poco, crece en lo social. Lo que se necesita es el apoyo de todos, en las actividades tenemos que acompañarnos mutuamente; que la institución sea más social. En lo que va del 2015, hubo un cambio grande y las actividades están creciendo. Por lo menos, la nuestra; el año pasado teníamos dos chicos que competían y ahora tenemos siete, ocho.

¿Cómo fue tu incursión en el boxeo del club?

¿Qué presupuesto manejan y quién se lo brinda?

Arranqué a entrenar en el 2009, con el profe Darío Fernández. Con el tiempo, el entrenamiento me dejó –¡Ja!–. Me ofrecieron la coordinación en 2012 y acepté. Hoy estamos muy firmes y estoy contento por el trabajo que hago.

El presupuesto que manejamos, anualmente, es producto de eventos que hacemos. Este año hicimos dos y con eso venimos bien. El club tiene uno que será aprobado para materiales. Dentro de todo, está bien. Podríamos tener mucho

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más, pero para tenerlo hay que crecer a nivel recreativo y agrandar el gimnasio. Para el 2015, ése es el proyecto. Ya está visto por un arquitecto y se hablará en comisión directiva en su momento. Necesitamos sumar más chicos que hagan recreativo. ¿Qué cosas necesitan o ves que se podrían mejorar? Necesitamos más infraestructura. Si el club nos habilita un espacio más grande, puedo traer chicos de otros gimnasios. En este pequeño espacio que tenemos, hasta acá llegamos. Hay inscriptos 23, 24 alumnos y nos queda chico. Si crecemos en eso, me animo a decir que habrá boxeadores profesionales peleando por Racing. ¿Cuál es la diferencia entre los recreativos y los que compiten? Los recreativos vienen a hacer una gimnasia, a hacer trabajos aeróbicos o a aprender defensa personal. El que compite viene como un deportista amateur, con todas las ansias de ser profesional; el recreativo viene a divertirse y entrena duro como los que quieren competir, pero el que compite tiene otra cosa en la cabeza, cumple un horario todos los días de 19 a 21, o 22, entrenan duro.

¿Vienen mujeres a entrenar?

Fotos: Javier Ibañez

Sí, hay tres chicas que hacen recreativo. Entrenan cómodas, las puertas están abiertas. A partir de los diez años es para ambos sexos.

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Fomentar el sentido de pertenencia En una de las paredes del gimnasio, entre las bolsas, se eleva un cuadro. En él, se distingue a Horacio Accavallo en el mítico Luna Park. Símbolo racinguista en la disciplina, “Roquiño” es el referente para alumnos y profesores del lugar. Su trayectoria y su amor por el club lo convirtieron en ejemplo para todos aquellos que integran la Academia de boxeo que lleva su nombre. En el gimnasio tienen un cuadro con la tapa del gráfico de Horacio Accavallo… Esa es la tapa de cuando Horacio retuvo el título en el Luna Park. Él salió campeón en Tokio en 1967. Subió al cuadrilátero con la bata de Racing. Para nosotros es el emblema, entrás al gimnasio y ves la foto de él. ¿Intentan inculcarles a los chicos un respeto hacia él? Totalmente, es el boxeador emblema de Racing. Los chicos lo conocen, son muy jóvenes y lo escucharon; les contamos algunas anécdotas. Hoy, Horacio es una persona muy mayor y no tenemos el acceso a él como años atrás. Es el símbolo del gimnasio. A partir de esa pertenencia, el boxeo en Racing crece poco a poco. A veces muerde la lona, pero nunca tira la toalla. Desde el anonimato y la humildad, los deportistas amateurs representan al club y están a la altura.


BahĂ­a Blanca 298 esquina Bragado - (Wilde) - tel.: 4217-2491 San MartĂ­n 920 - (Avellaneda) - tel.: 4222-7887 Pasaje Figueroa 1654 a metros de 25 de Mayo - (Dock Sud).


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De la pasión a la integración Con la experiencia adquirida al trabajar durante años con deportistas paralímpicos en ligas nacionales, Hernán Gliniecki invitó a Daniel Rosello a crear un área destinada a las personas con discapacidad. Presentaron el proyecto y este fue aprobado por la comisión directiva, que entonces presidía Osvaldo Otero, allá por octubre de 1995. Este espacio fue esquivo a la carencia de recursos y al gerenciamiento. Así, desde hace 20 años, realiza una labor social que busca integrar a quienes poseen capacidades diferentes.

por anabel villar Foto: Santiago Amado

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os décadas atrás, era inédito que un club —cuya actividad principal radicara en el fútbol— tuviese una comisión de discapacidad, pese a que algunas instituciones realizaban acciones aisladas vinculadas al tema. Hernán y Daniel provenían de la comisión de jóvenes, caracterizada por las actividades sociales y deportivas. Tras la aprobación de su propuesta, crearon Racing Integrado el 25 de octubre de 1995. Siete meses habían pasado desde su inicio, cuando lograron convocar a 3000 personas que participaron de una maratón integradora, bajo el slogan de “Juntos podemos”, que contó con la presencia de todo el plantel de fútbol profesional (entre los que figuraban el “Piojo” López, Nacho González, Claudio Úbeda, el “Chelo” Delgado y Rubén Capria) y con el director técnico, Miguel Ángel Brindisi. Paso a paso, Racing Integrado se constituyó como un área institucional que, al autogestionarse, no dependió de ser o no prioridad de las comisiones directivas que pasaron a lo largo de estos 20 años. En la actualidad, cuenta con un equipo profesional idóneo para atender las necesidades de las personas que se acercan. Daniel Rosello, Secretario General y uno de los fundadores del espacio, sostiene: “Estamos orgullosos porque hoy son más de 50 chicos haciendo actividades. Conformamos un equipo de profesionales de envergadura y de prestigio, lo que nos permite brindar un servicio de calidad a todas las personas de la comunidad que tengan una discapacidad y deseen realizar una actividad en el Club. Contamos con uno de los mejores médicos neurólogos del país”. ¿Cómo se puede sustentar un importante equipo profesional sin que el Club sea el sostén económico? Aquí vale (y se debe) aclarar que una ONG realiza un aporte de honorarios para que dicho equipo brinde su servicio en Racing. Es por ello que los chicos que concurren pueden llevar a cabo las actividades de forma gratuita. “Solo les pedimos como requisito, y en la medida que puedan, que se hagan socios”, agrega Hernán Gliniecki, presidente del área. Para cosechar los frutos que están a la vista, el trabajo fue arduo. “No mezclar la política del club con Racing Integrado”, fue lo que —según

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Gliniecki y Rosello— permitió que el área funcionara pese a la falta de presupuesto y de interés desde la institución. La relación entre la comisión de discapacidad y el gerenciamiento “comenzó bien, porque (Fernando) Marín venía de la actividad privada, de lo que respecta a los medios, y si algo tenía era manejo de las situaciones”, relata Rosello. Los primeros días se los llamó, se les consultó y, de hecho, fue la única conducción que les envió ropa. Luego, al darse cuenta que quienes estaban a cargo de Racing Integrado eran también quienes formaban parte de la “movida” contra Blanquiceleste y el órgano fiduciario, no se les brindó más apoyo, pero tampoco se les puso palos en la rueda. Esto último se debió a que la comisión funciona en la sede Villa del Parque, que en ese momento se convirtió en “el reducto de quienes se oponían al gerenciamiento”.

La calidad y la alegría como metas La búsqueda permanente es el crecimiento que permite la integración correspondiente a cada persona con discapacidad. Todo esto lleva un proceso de abordaje individual y, simultáneamente, un trabajo colectivo. Cuando la persona llega al club se realiza una charla junto a su familia, donde se escuchan las necesidades. Durante los primeros dos meses, el equipo de profesionales hace un seguimiento, se ve el tipo de discapacidad y los chicos llevan a cabo las diferentes actividades que varían entre disciplinas deportivas y culturales. En base a esto, se concreta otro encuentro con la familia, con el fin de transmitirles el diagnóstico y a qué actividades se lo ve orientado. Este es el modo en que se manejan todos los casos, entre los cuales se encuentran desde niños de 4 años hasta el mayor, de 58. Orgulloso por el trabajo y el prestigio debido a la calidad profesional del abordaje de cada caso, Gliniecki expresa: “Tenemos muchos convenios con instituciones que hacen pasantías en Racing Integrado. Por acá pasan alumnos de psicología, de educación física, de acompañamiento terapéutico y de kinesiología; nuestro equipo ofrece capacitaciones porque la idea es formar recursos humanos”. A lo que su compañero agrega: “Hoy la capacidad


económica, logística, profesional y de infraestructura, da para trabajar con 50 personas, y seremos 50. No nos interesa mostrar un proyecto con 200 chicos si el producto final no es bueno. El objetivo es que cada uno de ellos se vaya contento y que —sean hinchas o no— quieran a Racing porque les da algo”.

Gracias a los nadadores paralímpicos, la sede Villa del Parque pudo arreglar su vereda y su iluminación. En el frente se plantaron dos árboles, como símbolos de vida y de su conservación, y se marcaron las manos de los chicos y del profesor Héctor Ramírez, una personalidad de prestigio a nivel mundial por ser quien inició lo que hoy es el Servicio Nacional de Rehabilitación y añadió la cátedra de Educación Física Especial para los futuros docentes. También dejó su huella Damián Frontera, quien se destacó como nadador, aunque obtuvo mayor reconocimiento por bailar tango en silla de ruedas; además filmó “Mundo Alas” con León Gieco, y juntos llenaron dos Luna Park el año pasado. Rosello lo reconoce como “un gran representante de Racing Integrado y de la cultura racinguista”.

Actividades para todos los gustos Hay diversos deportes y talleres que se pueden llevar a cabo en Racing Integrado. Si bien la actividad más fuerte es el fútbol, pueden practicar natación, handball, vóley, básquet y cuentan con un programa de Iniciación Deportiva, aplicado para que vivan cada deporte y opten por los que prefieran. De hecho, el año pasado se consagraron campeones, poco antes de que La Academia obtuviera el Torneo de Transición. La Federación Argentina de Discapacidad Mental (FADIM) organiza los torneos a nivel nacional, a su vez forma parte del Comité Paralímpico (COPAR), de donde salen las futuras delegaciones que integrarán la Selección Argentina Paralímpica. Los torneos se clasifican por zona y por tipo de discapacidad. Más allá de la actividad deportiva, los chicos cuentan con un taller de Ecología y Medio ambiente. Dentro del ámbito cultural forman parte de la murga académica, “Berretín de una pasión” y, además, elaboran su producción radial hace 12 años. Se los puede escuchar en su programa “Un poco más”, todos los viernes de 18 a 19 por AM Creativa 1230. Por medio de relaciones o del reconocimiento de su prestigio, Racing Integrado permitió que muchos de los chicos que por allí pasaron o pasan, hoy cuenten con inserción laboral, desde lugares en el Estado hasta emprendimientos particulares, pero manejándose con mayor autonomía que al momento de su llegada al club.

Ejemplos de vida Sergio Lofiego, más conocido como “Tritrí”, tiene 54 años y padece síndrome de Down. Llegó a Racing Integrado con más de 30 años, por lo que el club ya es parte de su vida. Fue nadador paralímpico y es uno de los líderes del grupo. Su frase emblema es “a la vida hay que ponerle fuerza y esperanza”. Gliniecki sostiene: “Desde hace muchos años los integramos a la comisión directiva y puedo asegurar que proponen y se les ocurren más ideas que a muchos dirigentes. Fuimos al Hospital Gutiérrez a donar más de 300 juguetes por el Día del Niño y la Navidad. Esa es la idea de ellos, ayudar dentro y fuera del club porque tienen una premisa: ‘si a nosotros nos ayudaron, tenemos que ayudar a los demás’”.

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Una muestra de crecimiento es Facundo de Víctor, quien comenzó a participar en Racing Integrado con 12 años, por padecer una discapacidad mental con epilepsia y un grado de autismo. Daniel recuerda que “a Facundo le costaba relacionarse, tenía el insulto y la puteada fácil”. Con el paso del tiempo, mediante el proceso de socialización y el estímulo, llegó a manejarse y a hacer muchas actividades en su vida. Se inserta mejor en los grupos e incluso puede quedarse solo en su casa los fines de semana. Fue uno de los colaboradores de la colonia que se llevó a cabo durante las vacaciones de invierno en la sede, como si esto fuese poco, forma parte del equipo de atletismo de Racing y hace poco ganó una medalla.

También está Santiago Fretes, de 8 años, un caso más difundido ya que concurrió a un entrenamiento de pretemporada del plantel profesional. Allí, Milito le regaló un par de botines y el equipo le entregó una camiseta firmada. Santi nació sin una pierna, pero eso no le impide jugar al fútbol y practicar artes marciales. También este año, casi a la par, llegó el caso de Ramiro Melo, quien con apenas 11 años se encontraba internado en el Hospital Británico por una enfermedad que le costaría la amputación de sus piernitas. Desde Racing Integrado sostienen que la aparición de estos dos casos en poco tiempo no fue casual, por ello los contactaron, para que Ramiro pueda ver la fortaleza de Santi y así salir adelante. En el partido de Racing vs. Racing también los juntaron con Joaquín Gliniecki Blanco, alias “Quinito”, quien tiene un gran talento para dibujar. En el entretiempo, Quinito les regaló a ambos una caricatura de Diego Milito, la misma que le obsequió al Capitán cuando la Legislatura Porteña lo reconoció como personalidad destacada del deporte. “El momento futbolístico no tiene que hacernos perder el

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norte: brindarle un servicio a la gente y ver si alguno de estos ejemplos les sirve para darse valor. No nos importa la pelotita, nos importan las personas”, afirma Rosello.

Integración institucional La integración pasa por diversos ámbitos. Es por ello que concurren a los partidos de diversas disciplinas y que mantienen una estrecha relación con las filiales, en particular con la de España: “Es la filial que más confió en nosotros, les gustó el proyecto y colaboran permanentemente. De hecho, todos los años hacen una rifa a beneficio de Racing Integrado. Por ese importantísimo apoyo es que siempre tenemos su bandera y usamos su logo en las remeras”, narran los dirigentes, agradecidos. Desde la comisión directiva del club, se formuló un proyecto integral de refacciones en el estadio, en el que la idea es dividir el sector para garantizar una mayor comodidad. Entre otras problemáticas, la ubicación actual no se encuentra claramente delimitada, posee una mala visión causada por la baja altura y por la publicidad que tienen los bancos de suplentes y, ante las adversidades climáticas, las personas permanecen a la intemperie. “Los caminos son largos si se quiere llegar a buenos logros, pero en a medida que cada uno deponga de sus egos y piense primero en Racing, el club va a llegar a lo más alto”, sostienen ambos dirigentes, por ello es fundamental la articulación —por ejemplo— entre fútbol amateur, filiales, deportes, comisiones de discapacidad, de la mujer, y otras. Tanto Hernán como Daniel, coinciden en que la enseñanza diaria que Racing Integrado les brinda desde hace 20 años es que “hay otra realidad. Uno por ahí se queja de pequeñas cosas, pero hay gente que nace con un problema, le ponen el pecho todos los días para mejorar, crecer, socializar e integrarse en una sociedad complicada. Esta experiencia nos hace ver lo grande que es Racing y las cosas que se pueden hacer en su nombre. Los chicos son el fiel reflejo de eso”.


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