![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/bf7bc10a60914c92fb3a906490a9e008.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
8 minute read
Un matrimonio y un motín
from Historia tras una mandíbula sin nombre. Especulaciones sobre la vida de una mujer de clase en la jov
Luciendo ya como una dama mientras continuaba trabajando en la pastelería francesa, Juana empezó a sentirse cada vez más cómoda. Además de su ánimo por aprender del arte del pan y la bizcochería, su belleza y los consejos de etiqueta que había aprendido con mucho esfuerzo contribuyeron a que poco a poco fuese percibida entre los comensales de la panadería como una joven inteligente y agradable.
Acudiendo a lo que Pierre Bourdieu diría más de un siglo después, podría afirmarse que Juana, a pesar de no tener capital económico, contaba ya con otros tres capitales que eran importantes en el contexto social de la segunda mitad del siglo XIX en Bogotá. Uno eran sus predisposiciones naturales, que no solo se referían a las plantas y los animales que con ahínco investigaban los grandes taxónomos de la época, sino también a las características fisionómicas que la joven había heredado de su padre y que eran descritas por los científicos locales como una parte visible de la bondad e inteligencia humanas.
Advertisement
Otro evidente capital con el que recientemente contaba Juana era la higiene, que se evidenciaba en sus prácticas cotidianas asociadas a la limpieza, la pureza y la salud, derivada esta última del consumo de ciertos alimentos.
La capacidad de Juana para encontrar lo bello y cuidar lo creado por Dios, como se reflejaba en su gusto por los ambientes y alimentos refinados, la hacían ser vista como una mujer con otro capital crucial, la moral.
30
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/c3321ca4aee9f65b95e08c5b66d558a7.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/d9a095f22f8aa9ff59c07f2cf3d4c0b9.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
Estos capitales la hacían susceptible de acceder a lujos que tenían las personas de la élite bogotana, a tal punto que empezó a ser pretendida por un hombre adinerado, viudo y ya maduro llamado José Manuel Prieto, cuya esposa había muerto tratando de dar a luz en su tercer embarazo fallido. Como Juana sabía que estaba al límite de la edad para desposarse y formar una familia, la aparición de aquel hombre que se hacía llamar “de ciencia” despertó su interés, curiosidad y admiración, por lo que finalmente decidió aceptar su propuesta de matrimonio.
31
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/3730c11464f2e10b151b76998d53e10b.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/bf7bc10a60914c92fb3a906490a9e008.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/ec94abb4a6048e32b794dab7467c8791.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/d9a095f22f8aa9ff59c07f2cf3d4c0b9.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
La felicidad inundó los ojos de Josefa al saber que su hija se casaría con un hombre que ocupaba tan buena posición social. Al matrimonio asistieron otros personajes de la alta clase santafereña. Durante el evento se procuró música de hogar, bizcochuelos y, como expresaría José María Vergara y Vergara, horribles manjares franceses como el té. El hecho de que esta bebida le pareciera a Juana una sobremesa absolutamente desagradable era muestra de su lejanía con respecto a los hábitos comunes de esa burguesía a la que ella pretendía pertenecer. Pero, sin importar esto, la joven fingía, y bebía y bebía esas aguas de hierbas que se ofrecía con gusto a los comensales, solo para no desentonar.
33
Fingir no implicaba que Juana fuera finalmente aceptada dentro de aquel grupo de personas. Aunque ya podía acceder a alimentos diversos como la sopa de arracacha y arroz, las papas cocidas, los panes y bizcochos hechos con trigo, la carne asada, los huevos, el comino, el ajo y otra gran cantidad de comidas alguna vez descritas por Steuart, un viajero escocés que visitó la Nueva Granada entre 1836 y 1837, al pasar los meses empezó a sufrir de otro tipo de problemas nada parecidos al hambre que había padecido cuando rondaba los diez años de edad.
La joven se sentía sola. Ninguna de las mujeres se aproximaba a ella y nadie la invitaba a tomar café o té. Sin embargo, en su soledad seguía meticulosamente las líneas que escribían autores en cuyos libros se expresaba cómo lo alimentario e higiénico tenían una estrecha relación con lo medicinal. Así, incorporaba a su cotidianidad recetas beneficiosas de todo tipo, como lo eran los dentífricos realizados con creosota pura aplicada con algodón.
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/bf7bc10a60914c92fb3a906490a9e008.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
Además, Juana había incorporado a su diario vivir el uso de plantas medicinales recetadas y tenía una restringida dieta limitada a una pequeña variedad de frutos y vegetales, pues recordaba cómo los insumos provenientes de las tierras cálidas o húmedas habían sido mal vistos cuando ella, siendo niña, trabajaba en la plaza Mayor. Incluso intentaba comprar artículos importados que no eran cultivados en la sabana y venían de otras latitudes en donde las aguas o los aires eran “considerablemente mejores”. De modo que se regocijaba al comer las tortillas de patatas con vino que se servían en España.
34
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/d9a095f22f8aa9ff59c07f2cf3d4c0b9.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/24c1c90ad90bc46ccf7d90c0842386f0.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/bf7bc10a60914c92fb3a906490a9e008.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/11d28db255876e4c415deeda5c3c9222.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/d9a095f22f8aa9ff59c07f2cf3d4c0b9.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
La exitosa incorporación de aquellas pautas y conocimientos prácticos hizo que Juana incluso participara en los trabajos que su esposo hacía y, poco a poco, empezó a ganar una reputación entre la comunidad científica. No obstante, era claro que los aportes que Juana hacía se sumaban a los trabajos publicados por su marido, pero en estos su nombre era siempre omitido.
La nueva vida de Juana ocupaba cada instante de su tiempo. Había dejado de frecuentar a su madre y se limitaba a mirar desde las ventanas de su ostentosa casa a quienes llegaban de afuera. A pesar de que las mujeres de otros hombres adinerados salieran ocasionalmente a la plaza a elegir los víveres que sus criados llevaban en la espalda, Juana se negaba a interactuar con aquellos con los que antes frecuentaba. Sabía que tenía una posición social bastante discutida. Temía que en una visita ocasional a la ciudad pudiese encontrarse con algún viejo amigo y que hasta sus criados pudieran cuestionar el estatus que con tanto esfuerzo le costaba mantener.
Juana se negaba a cualquier posibilidad de retorno a su antigua vida. Por ello, hasta ese momento nada la había vuelto a llevar hacia las calles donde creció, hacia la parte que, para ella, era la más penosa de su existencia. Por ese motivo, cuando recordaba la figura de su madre, los olores de la plaza y el sabor ahumado de los bollos de maíz, pedía a la aguatera de confianza, quien desde hacía años llevaba a su hogar una tinaja llena del agua que brotaba de una de las quebradas cercanas, que además le narrara, describiera y recitara con detalle aquello que había observado en la ciudad.
37
Cuando tenía 30 años, llegó a Juana un periódico en el cual se hablaba de un motín, el Motín del Pan. Las noticias relataban que el alza en el precio del “pan de a cuatro” ocurrida el lunes 18 de enero de 1875 había provocado que, en la noche del pago de jornal, el sábado 23 de enero, más de 1.500 personas se manifestaran en la plaza Mayor. Con un inmenso cartelón se alegaba contra los monopolios hidráulicos encargados de trillar el trigo, los cuales habían decidido a su antojo el precio de la maquila, lo que había aumentado el valor del pan.
En ese instante Juana recordó que, como su madre, había cientos de personas sin los suficientes recursos que vivían o se alimentaban de pan. El cálido recuerdo de Josefa provocó en ella una extraña sensación, una misteriosa y entrañable preocupación que la llevó a visitar nuevamente los barrios donde acechaban los miasmas y las emanaciones fétidas y sucias más peligrosas y horripilantes de la nación.
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/bf7bc10a60914c92fb3a906490a9e008.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
Aquel miedo terminó de fecundarse en la mente de Juana en el instante en el que vio a su madre, una mujer cuyo rostro expresaba los horrores de la enfermedad y la pobreza. Josefa había dejado de trabajar vendiendo trigo. Aquello no había sucedido precisamente debido a los extraños vómitos y fiebres que algunos de sus vecinos en sus mismas condiciones padecían y que les impedían moverse con vitalidad, sino por la subida del precio de la harina de trigo y la presencia de aquellos monopolios industriales que la habían hecho retornar a la desgracia.
La situación por la que pasaba Josefa movió las fibras dormidas que aún habitaban el corazón y la mente de Juana. La comodidad
38
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/d9a095f22f8aa9ff59c07f2cf3d4c0b9.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/37d3535dd422ffadd9d3ff742d58e47d.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/bf7bc10a60914c92fb3a906490a9e008.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/78552ea93e3c922b6cdf7abacf208de3.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/4d58660d1ad2fa74d365c1ed5fe0bc17.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
![](https://assets.isu.pub/document-structure/221215144944-1b1282ab40a773fefd8f20912568db72/v1/d9a095f22f8aa9ff59c07f2cf3d4c0b9.jpeg?width=720&quality=85%2C50)
de su posición la había vuelto indolente y aquello la hacía sentir aún más miserable de lo que había sido en su pasado. Apropiándose de aquel sentimiento y de sus conocimientos, Juana empezó a buscar solución a cada uno de aquellos problemas.
En primera instancia trató los males de su madre con un brebaje para el cual extrajo las propiedades de pequeñas porciones de quina, ruibarbo y la corteza de una naranja agria con agua no hervida, ya que conocedores como Timoteo González presumían que, al ebullir esta, se perdía el aire que el agua contenía dentro. Sin embargo, aunque ella conociera bien las propiedades de aquellos insumos, no entendía por qué su madre no sanaba. Lo que Juana desconocía en ese momento era que aquellas aguas estancadas con las que realizaba sus remedios estaban llenas de algas y bacterias que finalmente provocaban la intoxicación o la deshidratación de cientos de personas.
Al ver Juana que sus conocimientos no habían ayudado a mejorar la situación de Josefa, utilizó la fuerza social que ya tenía para sumarse al motín a su modo, luego de haber pasado más de diez años entre la élite bogotana. La mujer buscó entre sus conocidos a aquellos que podrían realizar verdaderos cambios políticos y promover regulaciones económicas. Hizo uso de su conocimiento sobre la forma en que funcionaba el mercado en la plaza y sobre el trigo en sí mismo para revelar entre las élites la gran catástrofe económica que podría provocar aquella sobreestimación de los precios, no solo entre las personas de las clases más bajas, sino entre las altas. Logró contribuir a la destrucción de aquellos carteles del trigo y permitir
41