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La tintura
Cuando ya está finalmente hecho el hilo, debo armar las madejas y amarrarlas con un cordel por si las quiero tinturar, para evitar que se enreden.
Mis primas más pequeñas me ayudan a separar los hilos entre sus brazos, hasta formar una madeja. Así amarrada ya la puedo tinturar, pero primero debo lavarla. También dejamos hilos blancos; los lavamos, pero no los tinturamos, porque con ellos haremos las telas y mantas blancas, algunas de las cuales serán pintadas.
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El fuego está encendido todo el tiempo. Hemos utilizado el carbón que trajo papá y mucha madera. En las ollas grandes el agua está hiriviendo, y como ya hay muchas madejas, las lavamos primero con las hojas de algunos árboles que ayudan a limpiarlas.
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De los tintes, a mí me gustan los tonos rojos y a mamá, los amarillos, azules, marrones y negros como la noche. Papá ha traído una pasta de arcilla que al hervirla saca tonos de amarillos a negros, así que la podemos usar para pintar sobre las mantas. No utilizaremos toda la pasta; mamá necesita una parte para pintar las ollas y demás vasijas de barro, lo que tiene pensado hacer después.
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Como papá trajo las cochinillas del mercado, con mis primas hervimos agua hasta que suelte mucho vapor; este es el que mata a las cochinillas y así las preparamos para usar su color. Como el vapor las humedece, las secamos dándoles vueltas en un caldero al fuego o exponiéndolas al sol. Cuando ya están secas, las molemos en los metates con las manos de moler hasta que queden hechas polvo. El polvo lo guardamos en cuencos para utilizarlo en el momento en que se vayan a tinturar los hilos o pintar las telas.
Usamos cal y cenizas en el proceso para tinturar. Estas se hierven en el agua antes de agregar los tintes, para así fijar el color en las fibras y darles más brillo. De esta manera, después de que estén los tejidos, se pueden lavar muchas veces y el color no se desvanece. Al hervir el agua, agregamos el polvo de la cochinilla, se sumergen las madejas y se revuelven como si fuera una sopa.
Si queremos el color fuerte, lo dejamos en el agua caliente mucho tiempo, pero si lo queremos más claro, se deja hervir por menos tiempo. Para los colores marrones se utiliza barro y se sumergen durante más tiempo los hilos, hasta que se fermenten.
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Con mi prima extendemos unos cordones o cuerdas para colgar las madejas desde un poste de la casa hasta el palo donde papá cuelga los venados, y de ahí hasta el árbol. El cordel debe ser fuerte y templado para resistir el peso de las madejas húmedas. Y bueno, si están muy pesadas, utilizamos troncos de madera no muy gruesos entre los árboles que están en el patio.
Cuando sacamos las madejas, las pasamos por agua tibia y luego por agua fría para que el color se fije bien. Mi madeja tiene un color muy bonito. No puedo tocarla con las manos porque me puedo quemar, así que la retiro con la vara de madera y la extiendo en la cuerda. Me gusta cómo se ve la cuerda con los colores amarillos, rojos y azules.
Como debemos avanzar en el tejido y no se han secando los hilos de algodón que trabajamos, mis primas han traído ovillos (bolas de hilo) que ya habían hilado para empezar a hacer la urdimbre.
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