COLUMNA
¿Cómo hemos ganado nuestros derechos? Breve exposición desde una perspectiva histórica
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Cecilia Morán Doctora© en Historia
El camino que las chilenas hemos seguido para lograr nuestros plenos derechos en el espacio público, data al menos desde el siglo XIX. En esa centuria se asociaba el rol de las mujeres a dos dimensiones, una ligada al espacio privado y otra al público. En la dimensión privada, eran el “ángel del hogar”, sin embargo, aquel rol en el caso de las mujeres de la élite se ampliaba a la toma de importantes decisiones familiares y en ocasiones, incluso políticas; Martina Barros Borgoño en sus memorias dice al respecto: “Ha venido a verme Adela
Matte, pues sabe que yo administro cinco votos, el de mi marido y los de mis hijos”. Con respecto al espacio público, debían ayudar a los desvalidos, respecto a ello Amalia Errázuriz, en sus memorias, al referirse a los recuerdos que tenía de su abuela paterna comentaba: “Se sembraba entre la infancia de ese tiempo, sentimientos de piedad, de amor a Dios, de caridad para con los pobres y de modestia y humildad para consigo mismo”. Para el caso de la mujer del sector popular, la situación era diferente pues debido a la precariedad económica, al abandono que sufrían de parte de sus parejas o el alcoholismo de los mismos, tenían que salir a trabajar al espacio público, principalmente en labores de servicio doméstico y de industria. Volviendo a las mujeres de sectores altos, en la segunda mitad del XIX aparecieron varias rupturistas, especialmente las que escribieron en periódicos y que incluso los fundaron, como Lucrecia Undurraga. Junto a ellas, figuran las llamadas saloniers, es decir, mujeres de la élite que desde los principales salones se constituyeron en figuras activas y opinantes. Un hito que marca el camino de ese período, es la ley que les permitiera rendir exámenes de ingreso a la Universidad en 1877, lucha impulsada principalmente por las educadoras Isabel Le Brun de Pinochet y Antonia Tarragó. 4