#2 Institucionalidad

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8 - ENERO - 2014

EDITORIAL #2 La Strada Novissima Hans Hollein, 1980

#2 INSTITUCIONALIDAD

dos procesos distintos. En primer lugar, mediante su atomización bajo el pretexto de la especialización. Esto es: la institución se disemina en instancias especializadas — científica, política, estética— que se reparten la prerrogativa de administrar el sentido del que son depositarias, garantizando su posición compartida de privilegio y apoyándose mutuamente para perpetuar esa misma posición. El resultado es tan nefasto que representa la primera violación del contrato, ya que, una esfera institucional atomizada y especializada se manifiesta incapaz de devolver sentido frente a unas demandas que son necesariamente transversales. A día de hoy, por ejemplo,

“La actual crisis institucional no es más que el momento culminante de un proceso perverso que inició su declinación con la elección moderna del paradigma racionalista, científico y capitalista”.

OPINIÓN Martí Peran es profesor titular de Teoría del Arte de la Universidad de Barcelona y curador de: “Postit city. Occasional Cities”; “After Architecture” y “Esto no es un museo”, entre otras exposiciones. Por Martí Peran Es cierto que hay unanimidad en el diagnóstico según el cual las instituciones están agotadas pero, en demasiadas ocasiones, esta reflexión se acompaña de un inocente reclamo que demanda una refundación de la esfera institucional comandada desde el interior. Esto es muy ingenuo. La autocorrección está condenada de antemano a detenerse en el horizonte corto de la mera supervivencia. La institución puede ella misma sanearse e incluso reinventarse, pero si esta operación se gobierna desde el interior institucional, la vocación de este giro solo garantiza la propia supervivencia de la institución, sin ninguna garantía de que ello comporte la recuperación de sus fundamentales funciones públicas. Para abordar la cuestión con toda su complejidad, es necesario remontarse hasta consideraciones de calado profundo. Nuestro modelo epistemológico siempre ha deducido el sentido y el valor —por ejemplo, las ideas de lo justo o de lo bello— a partir de la experiencia. Es, en efecto, de los mundos de vida de donde se destila el sentido. Esta suerte de metodología, sin embargo, conlleva una enorme dificultad, ya que, de algún modo, hipoteca la vida en esa ingente tarea que la obliga a deducir sentido de sí misma cuando su vocación, por naturaleza, no es otra que el vivir mismo. Es en esta tesitura, obligados a emancipar a la vida de sí misma, que se articula una compleja esfera institucional que tendría por función atesorar el sentido deducido de la experiencia y, más importante todavía, administrarlo y retornarlo cuando así se lo solicite el ámbito de la experiencia. De este modo, si se me permite la fórmula, la vida puede vivir y, al mismo tiempo, cuando padezca necesidad de sentido para orientar su devenir, solo tiene que acudir a la esfera institucional para que ésta le regrese el sentido que allí está conservado. Es una suerte de contrato en clave epistemológica que precede a los distintos formatos del contrato social que crecen a su sombra. La actual crisis institucional no es más que el momento culminante de un proceso perverso que inició su declinación con la elección moderna del paradigma racionalista, científico y capitalista. En efecto, en el momento en el que la esfera institucional toma consciencia de su condición de privilegio se convierte en hegemónica y autoritaria mediante

son numerosas las situaciones en las que necesitamos argumentos de carácter científico y ético al mismo tiempo, o político y estético y, sin embargo, la esfera institucional es incapaz de devolvernos sentido frente a estas demandas apelando a su especialización. Esta es la primera fractura irreparable: mientras los mundos de vida padecen inquietudes ajenas a las lógicas disciplinares, la institución solo administra respuestas parciales, sesgadas y especializadas. En segundo lugar, la esfera institucional se ha revelado también demasiado perezosa tras constatar que su función como depositaria del sentido le confiere una cota de poder que puede ejercerse sin necesidad de actualizar el sentido y el valor que conserva. En efecto, la esfera institucional, se ha manifestado lenta y excesivamente cauta en su compromiso de actualizar permanentemente el sentido en función de cómo éste era deducido de los mundos de vida y, en lugar de someterse a una constante revisión de sus contenidos, ha preferido canonizar sus relatos e imponerlos como indiscutibles. El resultado de esta segunda anomalía es bien simple: el sentido que administra la esfera institucional está habitualmente oxidado y envejecido, incapaz de responder a unas demandas que ya han sospechado respuestas distintas. Este resumen del problema, a pesar de estar formulado de un modo un tanto urgente, permite deducir de inmediato el imperativo histórico en el que nos encontramos: no hay más remedio que reiniciar el proceso. Reload. Volver a empezar significa abandonar la confianza en la esfera institucional, incapaz de administrar sus contenidos y volver a deducir sentido desde la experiencia; en otras palabras —usurpadas ahora a Marina Garcés— es menester reabrir la “guerra del valor”. Para ello es necesario volver a habilitar mecanismos de participación que permitan a la esfera pública vehicular sus ideas, contrastarlas, testarlas y, de nuevo, destilar sentido alentado en nuestros mundos de vida. La operación

“En el momento en el que la esfera institucional toma consciencia de su condición de privilegio se convierte en hegemónica y autoritaria”. representa, en un sentido profundo, una tarea inventiva de lenguaje que permita nombrar los nuevos lugares radicales en los que acordamos depositar el valor. Esta misma tarea de habla representa la original práctica instituyente. En efecto, siguiendo la lógica establecida, solo será factible idear nuevas estructuras institucionales tras la determinación del valor que estas habrán de conservar y administrar. De ahí que sea legítimo expresar que ahora mismo son más urgentes las acciones destituyentes que las prácticas instituyentes. Es imprescindible acelerar la deslegitimación del valor conservado en la esfera institucional actual y, por extensión, del rol autoritario que ejerce la propia institución. En su lugar, es imprescindible habilitar espacios y tiempos para tomar la

palabra, volver con ella a definir sentido y valor y, solo a continuación, evaluar como podría ser expandido sin reproducir los errores de la especialización y el envejecimiento. El estrecho debate respecto de la legitimidad de operar dentro del actual marco institucional es muy tramposo por diversas razones. En primer lugar, por la dificultad de determinar cual sería el afuera posible de la institución en el actual contexto biopolítico. En segundo lugar, por la ingenua defensa de una lógica del sabotaje como única acción relevante. En realidad, la institucionalidad expandida actual obliga a abandonar el problema, concebido solo para una falsa distracción de fuerzas. Lo imperativo ya no es el lugar de la acción sino su naturaleza y, en esta perspectiva, lo pertinente ha de identificarse con aquellas iniciativas que propician la apertura de la guerra del valor. Lo verdaderamente imprescindible es idear mecanismos, con independencia de la ortodoxia de sus formatos, capaces de abrir el lenguaje. Las exposiciones y el trabajo museal, más allá de que puedan inscribirse en la perspectiva de una crítica institucional convencional, han de estar animados por esa vocación poiética.

ENTREVISTA GONZALO OYARZÚN: “Tal vez la crisis puede estar dada porque alguna elite crea que basta con la generación de espacios (…), que basta con dar cobertura. Y eso no es así” Gonzalo Oyarzún es actual subdirector de Bibliotecas Públicas y fue gestor del proyecto Biblioteca Santiago. Entrevista realizada por Pablo Brugnoli 7 de enero de 2014

¿Crees que actualmente existe una crisis en las instituciones y el sentido que la sociedad les está exigiendo? Realmente no creo en el concepto de crisis de generación, más bien creo que ha habido una muy buena intención de generar espacios, salas, centros culturales y otros espacios de creación y generación de cultura. Es decir, desde mi perspectiva, se ha mejorado notablemente la cobertura, aunque sin necesariamente escuchar y responder con esta cobertura a lo que requiere la comunidad, la sociedad. Resulta bastante evidente que hoy día la sociedad está exigiendo cada vez más una participación en el desarrollo de los proyectos; esta comunidad, como me gusta decirlo a mí, demanda no solo participación, sino que espacios públicos también, espacios de participación. Hoy, más que construir bibliotecas públicas, centros culturales o museos, lo que se requiere son espacios públicos, donde se genere cultura y hayan bibliotecas, exposiciones o teatro, pero lo principal es la generación del espacio público. Esta es la forma en que la comunidad puede llegar a sentirse parte, a sentir que ese espacio le pertenece, que ese espacio es parte de su entorno comunitario y su desarrollo de vida; allí puede haber un matrimonio, una actividad deportiva, donde permanentemente hay libros y exposiciones, y hay también una vida cultural rica. El espacio público en donde es posible convivir en diversidad: arte, dueñas de casa, performance, jóvenes, teatro, niños, música, adultos mayores. Tal vez la crisis puede estar dada porque alguna elite crea que basta con la generación de espacios de cultura, centros culturales y bibliotecas, que basta con dar cobertura. Y eso no es así.

¿Cuáles consideras que son las claves de esta crisis en el contrato sociedad-institución? Las claves de la crisis podrían estar dadas por la falta de participación en la toma de decisiones. No sé si hablaría de una crisis, más bien creo

que estamos en un paradigma distinto: hubo una fuerte generación de espacios de cultura; estos espacios no solamente son físicos, sino que también son de oportunidad. Es así como se crea el Consejo del Libro y la Lectura, se crean los Fondos Concursables como FONDART y se crean muchos espacios donde los artistas pueden postular proyectos o ideas y llevarlas a cabo; lo mismo ocurre en el mundo de las bibliotecas con el fondo del libro. Así, se crean muchas bibliotecas e iniciativas de fomento de la lectura, se crean muchos centros culturales, especialmente en todas las comunas con más de 50 mil habitantes. Ello también tiene un desarrollo desde el mundo de lo privado, desde el mundo de lo comunitario y se crean espacios para la generación de cultura. Hoy en día la clave está en producir el encuentro entre la comunidad o a la sociedad —que ya está solucionado en términos de cobertura con esta infraestructura física y virtual— generando sentido de apropiación e identidad sobre esos espacios, sobre las instituciones y sobre la oferta cultural para esa comunidad, pero sin que se les trate como audiencias, solo como gente que va a escuchar.

Desde tu trabajo en las bibliotecas públicas ¿Cómo crees que esta institución puede recuperar su espacio en la sociedad? ¿Ves posible la crítica interna? Me parece fundamental permitir que las ideas se debatan, que mejoremos permanentemente nuestras instituciones desde la crítica, fomentando el cuestionamiento y escuchando cuáles son las demandas de participación. En el caso de bibliotecas públicas, desde hace ya casi 20 años se generó un programa de gestión participativa. Este modelo permite que la comunidad se apropie de la biblioteca y también nos permite programar actividades culturales, generar proyectos, establecer horarios, seleccionar libros; en fin, mejorar el servicio de bibliotecas que se ofrece en la comuna pero a partir de sus habitantes. Habitualmente nos pasa a los que trabajamos en el ámbito de la cultura que creemos que nosotros sabemos lo que se requiere para una comuna en términos producción artística, de producción cultural o de fomento lector, pero no necesariamente escuchamos de manera adecuada a nuestra comunidad. Sinceramente creo que lo importante, lo medular es escuchar a la comunidad, porque ellos saben perfectamente lo que requieren y nosotros debemos ser capaces de traducir esas necesidades en nuestro espacio, en nuestro centro, en nuestra institución, en nuestros proyectos o nuestras bibliotecas. Me gusta pensar que todos somos expertos en medicina y en educación: sabemos perfectamente la educación que queremos para nuestros hijos y el tipo de salud que requiere nuestra familia. Luego vienen los expertos que deben ser capaces de traducir y hacer reales nuestras demandas. Lo mismo pasa en todos los ámbitos de la vida y también en cultura: hay que ser capaces de escuchar a todo el mundo, luego seremos los especialistas en cultura, en arte o en bibliotecas lo que debemos ser capaces de traducir esas demandas en espacios de satisfacción de esas necesidades.

¿Cómo crees que debe reinvertarse las instituciones culturales? La reinvenciones de las instituciones culturales tienen que ser hechas delante de las personas y no detrás de ellas, teniendo a la comunidad como protagonista y ya no solo como espectadores, como audiencias. Cada miembro de la comunidad organizada tiene algo que aportar: la junta de vecinos y el centro de alumnos, el sindicato y el club deportivo, el club de ancianos y las agrupaciones de inmigrantes. De esta manera se puede ser más realista sobre cómo participa la gente, qué los convoca, cuáles son sus demandas de información, de entretención y de recreación, pero al mismo tiempo conocer la historia y la memoria acumuladas en el entorno en el que nos movemos. Necesitamos escuchar a la comunidad, entenderla e involucrarla, porque hoy en día Continúa en la página siguiente >>>>>>>>>


Santiago - Chile

las redes sociales no están en internet, no están facebook, ni en twitter, las redes sociales están en la calle, en la esquina, están en las orillas de nuestra población; el modo de reinventarse es que por esa esquina, por esas orillas de esa comunidad pase también la toma de decisiones de nuestras instituciones culturales.

¿Cómo valoras esta proliferación de iniciativas independientes, colectivas y transdiciplinares tipo La ocupación y Mil M2? No sé si alcanza para hablar de proliferación de iniciativas independientes, pero que existan iniciativas independientes resulta notable y extremadamente estimulante. No importa que tan masivas sean, siempre tiene que haber lo que antes se denominaba una vanguardia, alguien que esté dispuesto a poner una mirada en un lugar diferente, un acento distinto, una reflexión donde no había reflexión. El pensamiento institucional único, con un único pensamiento cultural, puede resultar nefasto. Creo firmemente que la diversidad de pensamientos y acciones son las que enriquecen a un grupo y es la capacidad de interactuar de estas con las otras, la que hace que podamos avanzar. Es la rebeldía de los más nuevos, respecto de las iniciativas más antiguas la que hace un diálogo, un puente que genera otros puentes a caminos insospechados. Creo que los procesos culturales no son transformadores por el simple hecho de otorgar fondos en cultura: con dinero no se arregla la cosa. Las transformaciones en la generación de cultura pasa por transitar, por devenir, pasa por mantener la discusión y que el Estado facilite, financie y promueva ese debate, esa discusión. En este sentido toda iniciativa independiente, ya sea particular o colectiva, sea de una disciplina o trans-disciplinar, sea de carácter puramente artístico o sea de carácter comunitario, es una forma de enriquecer nuestra compresión de la sociedad, y nos permite además generar un país más participativo, con una visión más diversa, lo que probablemente nos deja en un pie distinto para generar aquellos desarrollos culturales que nuestro tiempo necesita.

INSTITUCIONES EN “LA OCUPACIÓN” Universidad nocturna “Si queréis creerme, bien. Ahora diré cómo es Ottavia, ciudad-telaraña. Hay un precipicio entre dos montañas abruptas: la ciudad está en el vacío, atada a las dos crestas con cuerdas y cadenas y pasarelas. Se camina sobre tos travesaños de madera, cuidando de no poner el pie en los intersticios, o uno se aferra a las mallas de cáñamo. Abajo no hay nada en cientos y cientos de metros: pasa alguna nube; se entrevé mas abajo el fondo del despeñadero. Esta es la base de la ciudad: una red que sirve de pasaje y de sostén. Todo lo demás, en vez de elevarse encima, cuelga hacia abajo; escalas de cuerda, hamacas, casas hechas en forma de saco, percheros, terrazas como navecillas, odres de agua, picos de gas, asadores, cestos suspendidos de cordeles, montacargas, duchas, trapecios y anillas para juegos, teleféricos, lámparas, macetas con plantas de follaje colgante. Suspendida en el abismo, la vida de los habitantes de Ottavia es menos incierta que en otras ciudades. Sabes que la red no sostiene mas que eso. Las ciudades sutiles. 5 Italo Calvino, Las Ciudades Invisibles.

El Sanatorio

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El sanatorio en el siglo XIX fue un establecimiento destinado a los enfermos, especialmente de tuberculosis, donde parte del tratamiento era el constante contacto con la naturaleza y los espacios al aire libre. El poder curativo de las plantas derivó en la creación de jardines terapéuticos, o incluso ciudades sanatoriales. Los sanatorios a lo largo de la historia, también han sido recintos para tratar a personas con desequilibrios mentales y/o emocionales. El sanatorio que proponemos hoy no apunta a la cura de algo sino a la mantención o al despertar de un estado de conexión con nuestro cuerpo integral (cuerpo, mente, alma). Invita a hacerse

preguntas y a detenerse. Pone a disposición elementos con características sanadoras: plantas medicinales, materiales de arte y otros; pero no impone ningún tratamiento terapéutico, apelando a que el poder de sanar está en cada de uno nosotros.

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La casa de la música

Una de las cosas que distingue a la musica de las otras artes es que, con frecuencia, requiere de otras personas. La realización de la música es una ocasión publica o una ocasión social. Esto hace que la realización de una pieza musical pueda ser una metáfora de la sociedad o de como queremos que sea una sociedad. Aunque hoy no vivimos en una sociedad que consideramos buena, podemos hacer una pieza musical en la cual nos gustaría vivir. No literalmente, sino metafóricamente. Es posible pensar en una pieza musical comqo una representación de la sociedad en la cual estarías dispuesto a vivir. La Casa de la Musica se ha propuesto, programatica y espacialmente, suprimir la distancia ejecutante-espectador, poniendo en valor el carácter colectivizante de la música, desde la horizontalidad de relaciones.

Código global

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“Conjunto de normas legales sistemáticas que regulan unitariamente una materia determinada”. “Tomado en conjunto”. “Código” y “Global” según la Real Academia Española. Toda organización humana en la historia ha requerido de la construcción de un sistema de ordenación superior que permita regular y organizar las relaciones colectivas entre personas. Cartas magnas, leyes han servido como la base para definir códigos de conducta sociales de tribus, imperios, reinos, estados y naciones. Asimismo, toda organización colectiva se ha regido por una definición común en relación (y contraposición a veces) del total: el conjunto. La era contemporánea ha mostrado la vigencia de este tipo de normas o tratados en torno a lo común, los cuales se han actualizado y han incorporado nuevas variables tanto de fenómenos económicos y ecológicos, los cuales han sido cada vez mas predominantes en el Un breve repaso por la historia, desde la antigüedad hasta la era contemporánea, permite definir cuatro momentos paradigmáticos entorno a esta idea: El Código de Hammurabi (1760 AC) “bloque de basalto de unos 2,50 m de altura por 1,90 m de base y colocado en el templo de Sippar. El objeto de este código era homogeneizar jurídicamente el reino de Hammurabi. Dando a todas las partes del reino una legislación común, se podría controlar al conjunto con mayor facilidad” El Código civil (1804) “conjunto unitario, ordenado y sistematizado de normas de Derecho privado, es decir, un cuerpo legal que tiene por objeto regular las relaciones civiles de las personas físicas y jurídicas, privadas o públicas, en este último caso siempre que actúen como particulares desprovistas de imperium”. El Código genético (1955) “conjunto de reglas que define la traducción de una secuencia de nucleótidos en el ARN a una secuencia de aminoácidos en una proteína en todos los seres vivos. El código define la relación entre secuencias de tres nucleótidos, llamadas codones, y aminoácidos. De ese modo, cada codón se corresponde con un aminoácido especifico. El Código abierto (1988) “software distribuido y desarrollado libremente. Se focaliza en los beneficios prácticos (acceso al código fuente) que en cuestiones éticas o de libertad que tanto se destacan en el software libre. Código Global propone una redefinición de nuestros derechos y deberes como así también el de los ciudadanos de “la Ocupación” (Contrato Social, Rosseau) y nuestro Contrato Natural (Serres). Código Global es sistema de relaciones abierto, a través del cual, se auto-regula y ordenan en torno al ámbito de lo común, el conjunto que constituyen los ocupantes temporales y las acciones que estos desarrollen durante la ocupación experimental en el espacio Industrial de Milm2, en relación a todo tipo de reglas y factores externos a este ambiente. La ocupación se desarrollará dentro de un espacio solemne, donde se presentará e impondrá los

códigos a la vez que la determinación de una influencia externa: “lo global”. Esta determinante los pondrá en cuestión y los modificará. La interacción entre ambos es lo que crea la institución e instauración del Mundo en la ocupación en milm2. La activación del código se rige mediante el uso del sonido. Este establece una especie de “Atmosfera” a partir de la cual se comienza o termina un momento. Se realizarán una secuencia de códigos a lo largo de los días: código de lo común, código del silencio, código del intercambio, código del desprendimiento y código de la penumbra.

La panadería

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El pan… ¿de qué se trata el pan? ¿alimento básico, generalidad nutritiva? ¿Elemento vinculante para promover encuentros entre un par o varios individuos? ¿Estimulador de colectividad, comunidad o familia? Pero esta sustancia también es parte de una cadena de flujos y de energías, de capital. La cadena parte en el lugar de su producción, en la panadería y no acá. Y si la panadería produce pan y el pan es lo básico para alimentarnos, ¿cómo entonces, como artistas o estimuladores sociales, podemos establecer un vínculo entre lo que consumimos y lo que de verdad nos nutre, o nos alimenta? Si las ideas que nos nutren son verdaderos impulsores de productividad —creativa—, entonces uno podría decir que el pan, de manera alegórica, es un puente que estimula la producción de ideas, y al estimular esta producción, por consecuencia, se podría estimular una integración y participación de diversos individuos. En el contexto de La Ocupación y del espacio MilM2 en el Barrio Italia, pareciera ser que el pan, podría cumplir un rol integrador... Porque el encargo que se hace resulta de una derivada mayor y mas compleja: una institución. ¿Y qué es lo que se podría entender como institución en este contexto? De lo que puede impulsar el pan.

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Centro de informaciones

La Ocupación es un ejercicio. Indaga sobre nuevas formas de producción de colectividad. Es un intento de vinculación entre el trabajo y las ideas individuales, la producción colectiva y el ámbito público. La figura de la ciudad ocasional permite alojar a una diversidad de propuestas, voluntades y necesidades para organizarlas temporalmente. Transformar al espacio en un lugar y al tiempo en una ocasión. Lleva 4 meses de desarrollo. Múltiples actores se han ido agregando paulatinamente. Hoy, diversos proyectos conviven desplegando inquietudes particulares y empezando a construir un discurso en común. Las contradicciones y consistencias que este proyecto ha construido son parte sustancial de su despliegue. En el último tiempo, el gobierno de su desarrollo ha dejado de estar en las manos de algunos y está entre las de muchos. Esta es hoy su potencia. La Ocupación es un ejercicio en desarrollo. Esta, su primera apertura, será la ocasión de desplegar una arquitectura de conversaciones, imágenes, textos, construcciones y actividades para indagar sobre nuevas formas de producción colectiva. Durante 4 días este proyecto se abre a la reflexión pública. La Ocupación es un ejercicio en desarrollo constante. La siguiente instancia es incierta en su forma, en sus fechas, en su ubicación y en sus participantes. Pero se nutrirá de esta instancia para modificarse, potenciarse y extenderse. Quedan todos invitados a ser parte.

CARTAS A LA SALA DE PRENSA A Francisco Díaz, en respuesta a su trabajo editorial. "Actividad veraniega", "summer camp", "Kidzania" y "reducir el aburrimiento". "Elite", "absorbidos por el sistema" y "cool". "Reactivar el capital social", "precarización de las industrias creativas" y "Estetización". "Occupy Wall Street" y "okupas".

Referencias agresivas, estigmatizaciones personales, categorías de moda y modelos importados. Ah, y mucho "el sistema" (es raro eso, no cuadra con la altura del texto). Y, como decorado, un manejo terminológico que permite ir y venir entre el inglés y el español. Entonces: irritante, cínico, invitado malicioso. Suena conocida la fórmula. Pero leamos entre líneas. Quilian Riano, el afamado entrevistado (era necesario que sea afamado? no... pero para eso están los vecinos anónimos en la contratapa... equilibrado, políticamente preciso, impecable), lo resume en su última frase, mientras parece transpirar emoción: "Lo importante es comenzar a salir del museo o la galería y comprometerse significativamente con cuestiones políticas". Entonces, dejemos de lado la precisión terminológica (porque sabemos que a Francisco lo que más le molesta no es que usemos palabras "inapropiadamente"), que es la fachada del texto. A Francisco parece molestarle que nos "inventemos la ocupación", le preocupa nuestra "des-ocupación". Le preocupa que no tengamos más que hacer. Y eso lo hace extensivo a toda una generación, y otra vez políticamente impecable. Es por el uso de nuestro tiempo entonces? Gracias Francisco por preocuparte por "nuestra falta de compromiso político" (junto a Quilian) en el uso de nuestro tiempo. Pero no voy a defenderme. Tampoco a atacar. No me gustan ninguna de las dos cosas. No juego a eso. Para eso miro mucho fútbol. Pero gracias por la invitación. Le devuelvo otra. El uso del tiempo y el compromiso político no se vinculan exclusivamente en las movilizaciones sociales o en el trabajo en zonas de vulnerabilidad social (como parecen invitarnos Francisco y Quilian). La arquitectura, que es a lo que Toma dedica su tiempo, es una forma de pensar. Y es en lo que usamos nuestro tiempo y es nuestro compromiso político. La arquitectura es una herramienta de transformación a partir de la reorganización material, abstracta o concreta. Y esto es lo que Toma hace. No vemos el mundo separado entre pobres y ricos, necesitados y no, barrios altos y bajos. No vemos esas líneas que nos han enseñado en el colegio. Vemos diferencias de grado donde otros ven diferencias de clase. Construimos continuidad entre ellas. No diferenciamos el activismo político de tocar una guitarra, hacer un taller para niños o colgar tubos de cartón de un techo, porque las cuatro cosas las hacemos con igual intensidad, compromiso y calidad. Algunos siguen creyendo que el mundo se va a cambiar gritando más fuerte. Otros creemos que se va a cambiar hablando despacito. Pero en todo caso, es mejor hacerlo juntos y no malgastar el "escaso tiempo". PD: son muy buenas tanto la editorial, como la entrevistas y los textos de la contratapa; muchas gracias, y no dudes que serán (aunque ya lo fuesen, entonces seguirán siendo) eje central de nuestra reflexión, lenta y humilde, y a veces descontextualizada. Leandro Cappetto Publicación periódica realizada por ¨La sala de prensa¨ que surge como respuesta a la invitación hecha por el Grupo Toma a participar de la instalación La Ocupación, a desarrollarse en el Centro Cultural Mil M2 de Santiago de Chile entre el 7 y el 12 de Enero del 2014. Este periódico no aspira necesariamente a informar sobre lo que sucede en La Ocupación, sino que opera de forma independiente, como un órgano crítico, y con una línea editorial propia definida por el equipo editorial. El equipo que conforma esta publicación está integrado por los editores Pablo Brugnoli, Francisco Díaz e Ignacio Rivas, además de la Editora Ejecutiva Rayna Razmilic. En cada ejemplar habrá una sección para cartas del público, en formato físico (en el buzón instalado a la entrada de la Sala de Prensa), a través de Twitter en el hashtag #prensalaocupacion o en el evento de Facebook “La Ocupación”.


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