#3 Ciudadanía y territorio

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9 - ENERO - 2014

EDITORIAL #3 Por

#3 CIUDADANÍA Y TERRITORIO

CARLOS ZANZI: “EN EL ESCENARIO MERCADO/ESTADO/ CIUDADANÍA, ES ESTA ÚLTIMA LA MÁS ATRASADA” Carlos Zanzi se define como participacionista, demócrata y revolucionario. Es miembro de Revolución Democrática y fue precandidato a diputado por Ñuñoa y Providencia en 2013. Entrevista realizada por La sala de prensa 8 de enero de 2014

¿Cómo llegaste a involucrarte en temas de ciudadanía? Involucrarme en política representó para mí una directa relación con los temas de ciudadanía. Los tiempos de la Unidad Popular fueron poderosos momentos de acción ciudadana, teniendo en cuenta que ellos estaban subsumidos a la cuestión política; al desarrollo de programas muy vinculados a las propuestas políticas que asumían con mucha fuerza la representatividad de la ciudadanía. Quizás la excepción fue la conexión que había, y de la cual fui parte, con el desarrollo de la educación popular, como metodología de liberación social desde la educación no formal. Durante mi exilio en Suecia, me acerqué y profundicé con mucho interés en esta mirada que formaba parte esencial del Estado de bienestar, y me interesaron específicamente las estrategias y metodologías que estaban más vinculadas a la autonomía de la sociedad civil organizada.

En los últimos años se ha hablado mucho de los movimientos ciudadanos. ¿Crees que existe un verdadero empoderamiento ciudadano? ¿Cuál es el verdadero poder que puede llegar a tener la ciudadanía? El empoderamiento ciudadano va de la mano con una mayor toma de conciencia que la ciudadanía va adquiriendo de sus derechos sociales, políticos y culturales. Hay que tomar en cuenta que la ecuación es disímil y poco orgánica aún. Por un lado estamos frente a un desafío, y en cierta medida a una contradicción, entre estos derechos ciudadanos y la propuesta de participación

“Hay que tomar en cuenta que la ecuación es disímil y poco orgánica aún. Por un lado estamos frente a un desafío, y en cierta medida a una contradicción, entre estos derechos ciudadanos y la propuesta de participación política que viene de los partidos”. política que viene de los partidos. Por otro lado, hay que reconocer que los movimientos sociales hoy no cuentan con la capacidad orgánica, operativa, que los haga representar de forma eficiente las propuestas que les permitan desarrollar los derechos sobre los cuales lentamente han adquirido conciencia. En el escenario Mercado/Estado/Ciudadanía, es esta última la más atrasada, y su atraso tiene una relación directa con la debilidad que el estado social ha adquirido en la sociedad neoliberal. Para resolver el conflicto equiparando su poder con el del mercado, debe fortalecerse el rol de un estado garante de los derechos ciudadanos que le toca administrar.

¿Cuáles son los mecanismos legales que pueden promover o trabar la participación ciudadana? La estructura jurídica en sí no es muy afín con un concepto de participación activa, deliberante y propositiva. La leyes se hacen para fortalecer

el rol institucional del estado y para ello se han creado los poderes clásicamente establecidos. Un concepto moderno de participación ciudadana todavía es visto como contrario u opuesto a la democracia representativa, que es el espacio donde se generan los eventos jurídicos. Sin embargo también es importante establecer que la participación ciudadana requiere de reglas que le permitan incorporarse a la

“No olvidemos que la transición política de la dictadura a la democracia protegida descansa en un pilar alejado de la ciudadanía. La democracia era el resultado de grandes acuerdos cupulares entre los representantes sociales, las políticas del mercado y los sectores políticos (...)”. institucionalidad vigente. La democracia participativa no es contraria a la representativa, se deben complementar, y para ello, es importante establecer reglas del juego claras y transparentes. Una vez más, las trabas o promociones para la participación ciudadana dependen del tipo de Estado. Uno moderno, debe incorporar importantes objetivos, logros, mecanismos de participación ciudadana que fortalezcan la legitimidad de las políticas públicas, que hagan posible que su eficacia y eficiencia se consolide porque la ciudadanía participa en todos los estados de su diseño, ejecución y evaluación.

Tras tu participación en el desarrollo de la ley de Participación Ciudadana, ¿cuáles dirías que fueron los principales obstáculos para lograrla? La ley 20.500 de Asociaciones y Participación Ciudadana en la Gestión Pública, surge como una inquietud de sectores de la sociedad civil que observaban con preocupación la lejanía de lo público con la organización social. Hacia el 2004 —que es cuando se inicia su tramitación—la participación ciudadana era un concepto que causaba en las élites políticas desconfianza y temor al desorden, por efectos de ingobernabilidad o por una noción de que la participación ciudadana no hace oportunas y eficientes las políticas públicas. No olvidemos que la transición política de la dictadura a la democracia protegida, descansa en un pilar alejado de la ciudadanía. La democracia era el resultado de grandes acuerdos cupulares entre los representantes sociales, las políticas del mercado y los sectores políticos que negociaron la estabilidad del modelo económico y del sistema político. Todo es to se tradujo en un lento avance en la discusión del proyecto de ley; avances y retrocesos que mostraban claramente las tensiones entre los sectores políticos, transversales, entre los que se abrían a generar el espacio jurídico que permitiese el fortalecimiento de la sociedad civil y la participación de la misma en la gestión pública, y quienes querían reducir al máximo su ámbito de acción. La tensión entre “participacionistas” y “no participacionistas” fue el marco político, teórico y doctrinal en el cual se tramitó y se aprobó la ley.

democratización de una sociedad no puede o no debe ser producto exclusivo del llamado a las urnas. En el acto electoral se ejerce el derecho a elegir a quienes serán los representantes políticos de la ciudadanía. Es parte de la democracia representativa. La democracia participativa opera en el día a día: tiene institucionalidad, pero no tiene plazos, ni planificación, ni comienzo ni termino. Se ejerce en la infinidad de situaciones donde la ciudadanía organizada quiere incidir en aquellos actos que van en su beneficio o en su perjuicio. La soberanía es del pueblo soberano y él puede —y debe— ser mandatado cada cierto tiempo, pero el ejercicio soberano permanece y lo ejerce cuando así lo estime conveniente.

A partir de tu experiencia, ¿cuáles crees que son actualmente las principales trabas legales para el ejercicio de la ciudadanía? Lo fundamental para el ejercicio de la participación ciudadana es la voluntad del pueblo para organizarse y ocupar —con representatividad, autonomía y respetando la diversidad del mundo social— el espacio que por definición democrática tiene que ocupar y ejercer. El Estado debe entregar las herramientas,

“Es clave que la autoridad comunal acepte y estimule el carácter autónomo y representativo de la sociedad civil organizada en el territorio. Es en el espacio comunal donde es imprescindible establecer normativas, apoyos y reconocimientos a la acción ciudadana (...)”. los dispositivos que permitan ejercer institucionalmente este derecho a la participación. Aún resta mucho para generar las condiciones que permitan lo primero. Aún no existe un Estado que facilite el proceso participacionista. No solo se deben tener circuitos legales que la faciliten. Se deben generar condiciones educativas, infraestructurales y financieras que lo permitan.

¿Cómo se construye la ciudadanía desde lo local, desde el territorio? La ciudadanía se construye desde lo local. Allí opera en lo esencial la ciudadanía, la que establece formas representativas para poder actuar en círculos de menor o mayor poder: lo regional o lo nacional. Esto puede —y debe— operar simultáneamente, así funcionan la sociedad y los poderes del Estado. Cada cual debe tener sus formas, objetivos y propósitos generales y específicos. Pero la base está en lo local. Las estructuras tienen otras dimensiones dependiendo del nivel del conflicto, de la propuesta, de la participación exigida en la política pública.

¿Dónde crees que se ejerce con mayor propiedad la ciudadanía: en la calle o en las urnas? ¿Por qué?

Cada espacio debe tener su propio y adecuado diseño, el cual debe sintonizar con el nivel de la acción participativa, de la incidencia que se quiera tener, de la dimensión del tema a participar. La ciudadanía es parte del pueblo soberano, allí debe organizarse y fortalecerse para avanzar, para crecer, para incidir. Es por esto que es fundamental la actividad participativa en el municipio, el carácter democrático del mismo, la determinación para gestionar y establecer los principios, los mecanismos y el apoyo a la acción ciudadana.

El sentido de la participación ciudadana es que la misma sea ejercida en todos los espacios y momentos que la ciudadanía desea y necesita expresarse. Por ello, es fundamental que la misma ciudadanía ejerza y exija el cumplimiento de este derecho fundamental, tanto en sus propios procesos de fortalecimiento como en sus relaciones con los poderes del Estado. La

Es clave que la autoridad comunal acepte y estimule el carácter autónomo y representativo de la sociedad civil organizada en el territorio. Es en el espacio comunal donde es imprescindible establecer normativas, apoyos y reconocimientos a la acción ciudadana, generando las mutuas confianzas que posibiliten una gestión municipal que sintonice con la ciudadanía.


Santiago - Chile

LECTURA Por Saskia Sassen*

Ciudadanía en la ciudad global (...) La gran ciudad de hoy, sobre todo la ciudad global, surge como un sitio estratégico para estos nuevos tipos de operaciones. Es uno de los nexos donde la formación de las nuevas demandas se materializa y asume formas concretas. La pérdida de poder a nivel nacional abre la posibilidad de nuevas formas de poder y política en el nivel sub-nacional. Lo nacional como contenedor de los procesos sociales y el poder está agrietado. Esta carcasa agrietada abre posibilidades para una geografía política que vincula espacios sub-nacionales. Las ciudades son todo en esta nueva geografía. Una pregunta que esto genera es si es que, y cómo, estamos viendo la formación de nuevos tipos de política que se localizan en estas ciudades. Si tenemos en cuenta que las grandes ciudades concentran tanto a los principales sectores del capital global como a una creciente participación de las poblaciones desfavorecidas —inmigrantes, muchas de las mujeres desfavorecidas, personas de color en general, y, en las grandes ciudades de los países en desarrollo, las masas de los habitantes marginales—, luego podemos ver que las ciudades se han convertido en un terreno estratégico para toda una serie de conflictos y contradicciones. Podemos, entonces, pensar en las ciudades también como uno de los sitios para las contradicciones de la globalización del capital, a pesar de que, atendiendo la observación de Ira Katznelson, la ciudad no se puede reducir a esta dinámica. La recuperación de las ciudades a lo largo de estas líneas significa recuperar la multiplicidad de presencias en este paisaje. La gran ciudad de hoy se ha convertido en un sitio estratégico para toda una gama de nuevos tipos de operaciones: políticos, económicos, culturales, subjetivos. (…) En la ciudad medieval, vemos un conjunto de prácticas que permitieron a los burgueses establecer sistemas de propiedad y protección de la propiedad, e implementar diversas inmunidades contra cualquier tipo de despotismo. Las prácticas ciudadanas de hoy tienen que ver con la producción de la "presencia" de los que no tienen poder y con una política que demande el derecho a la ciudad. Lo que ambas situaciones comparten es la idea de que a través de estas prácticas se están constituyendo nuevas formas de ciudadanía; que la ciudad es un lugar clave para este tipo de trabajo político; y es, de hecho, en parte constituida a través de estas dinámicas. (…) El argumento que para mí deriva de este tipo particular de mixtura entre cambio e innovación es que las condiciones actuales en las ciudades globales están creando no

“(...) las ciudades emergen como lugares estratégicos para los principales procesos económicos y los nuevos tipos de actores políticos. En la medida en que la ciudadanía está incrustada y, a su vez marcada por su arraigo, estas nuevas condiciones bien pueden señalar la posibilidad de nuevas prácticas de ciudadanía e identidad”. solo nuevas estructuraciones de poder, sino también aperturas operacionales y retóricas para nuevos tipos de actores políticos que pueden haber sido sumergidos, invisibles o sin voz. Un elemento clave de este argumento es que la localización de los componentes estratégicos de la globalización en estas ciudades se traduce en que los desfavorecidos pueden participar de las nuevas formas de poder corporativo globalizado, y en segundo

lugar, que el creciente número y diversidad de los desfavorecidos en estas ciudades asume, en estas condiciones, una "presencia" distintiva. Esto implica una distinción entre la carencia de poder y la invisibilidad o la impotencia. Los desfavorecidos pueden, en las ciudades globales, ganar "presencia" en su compromiso con el poder, y también a la inversa. (…) Las condiciones que hoy marcan la posibilidad de las ciudades como lugares estratégicos son básicamente dos y ambas capturan grandes transformaciones que están desestabilizando los sistemas más antiguos de organización del territorio y de la política. Una de ellas es el redimensionamiento de los territorios estratégicos que articulan el nuevo sistema político-económico. La otra, es la separación parcial o el debilitamiento al menos, de lo nacional como contenedor del proceso social, debido a la variedad de dinámicas comprendidas por la globalización y la digitalización. Las consecuencias de estas dos condiciones para las ciudades son muchas: lo que importa aquí es que las ciudades emergen como lugares estratégicos para los principales procesos económicos y los nuevos tipos de actores políticos. En la medida en que la ciudadanía está incrustada y, a su vez marcada por su arraigo, estas nuevas condiciones bien pueden señalar la posibilidad de nuevas prácticas de ciudadanía e identidad. (…) Hay algo que vale la pena capturar aquí, una distinción entre la impotencia y la condición de ser un actor a pesar de carecer del poder. Yo uso el término “presencia” para denominar esta condición. En el contexto de un espacio estratégico como la ciudad global, los tipos de personas desfavorecidas descritas aquí no son simplemente marginales, sino que adquieren presencia en un proceso político más amplio que escapa a los límites de la política formal. Esta presencia indica la posibilidad de una política. Lo que esta política sea dependerá de los proyectos y las prácticas específicas de las distintas comunidades. En la medida en que el sentido de pertenencia de esas comunidades no se subsume bajo lo nacional, bien podría indicar la posibilidad de una política que, si bien es transnacional, en realidad está centrada en localidades concretas.

* Los extractos aquí reproducidos se basan en una charla magistral dictada por Saskia Sassen el 7 de Marzo del 2002 en la conferencia del Berkeley Journal of Sociology, “Raza y etnicidad en un contexto global” en la Universidad de California en Berkeley.

OPINIÓN En respuesta a la publicación #2 Institucionalidad.

Simón Pérez es sociólogo, miembro de la Comisión de Cultura de Revolución Democrática y gerente general de Mil M2.

de derecho: cuando es así le llamamos institucionalidad y todos aspiramos a ella. Estando cerca de un cambio institucional fuerte en materia cultural, el gobierno saliente a presentado un proyecto de ley para la creación de un Ministerio de la Cultura, el diagnóstico institucional es compartido: existe una dispersión y muchas veces duplicidad de funciones repartidas en distintos espacios del aparato público. Compartiendo esa perspectiva, ¿cuáles son las claves de lectura para comenzar la discusión? La primera es que estamos ante un momento político y cultural que requiere nuevos, mejores y más transparentes espacios de participación para la generación de política pública. Pero esto no pasa por hacer mesas, cabildos, comisiones, sino con dotar de una forma orgánica vinculante en la toma de las decisiones. Existe una labor importante desde la sociedad civil organizada que es articular una voz que construya y desarrolle política; política en su sentido público.

“Los sectores de la cultura han levantado demandas que tienen que ver con su condición de trabajadores de la cultura, el financiamiento, la infraestructura, el equipamiento y la gestión. Lo que ha faltado es pensar la institucionalidad cultural y pensar la política pública sobre la cultura en nuestro país”. Los sectores de la cultura agrupados en gremios y organizaciones sectoriales han levantado durante mucho tiempo demandas que tienen que ver con su condición de trabajadores de la cultura; el sistema de financiamiento cultural; la infraestructura; el equipamiento; y la gestión cultural, entre otras. Lo que ha faltado es pensar la institucionalidad cultural y pensar la política pública sobre la cultura en nuestro país. Ver a la nueva institucionalidad cultural más allá del rol subsidiario a la cultura, ver la orgánica más allá del carácter jerárquico de un ministerio, ver la institucionalidad más allá de los creadores, son algunos de los desafíos del nuevo ministerio. Cuando pedimos mayor dinamismo y menos anquilosamiento, cuando demandamos mayor eficiencia y mirada pública, estamos pidiendo una orgánica que responda a desafíos del siglo XXI, con visiones más blandas, con ideas profundas y efectivas de participación. Aspirar a una institucionalidad pública, es aspirar a un espacio dentro del estado que represente a la ciudadanía, un espacio en la cual se vea reflejado y del que se sienta parte, no es un escritorio lleno de papeles y mil timbres. Cambiar la idea de “es demasiado institucional” que muchas veces escuchamos y decimos, significa hacernos parte de los procesos de transformación y creación de institucionalidad.

CARTAS A LA SALA DE PRENSA

Por Simón Pérez Wilson

¿Es demasiado institucional? Notas sobre la nueva institucionalidad cultural Hablar de “institucionalidad cultural”, implica abrir la discusión con un pre-juicio para unos y una oportunidad para otros. La sola idea de nombrar el concepto de “institución pública”, significa para muchos automáticamente burocracia, papeles, chile-compra, hablar con mil personas, esperar que salga la firma, formularios y un largo etcétera, que por más que se parezca y sea la realidad, no es a lo que debemos aspirar. Cuando hablamos solo de institución, para otros, hablamos de la posibilidad de abrir espacios de incidencia, con un marco, regulación, fiscalización y dentro del estado

Muy interesante la publicación, comparto eso que dice Martí Peran de la institucionalidad: "(...) en lugar de someterse a una constante revisión de sus contenidos, ha preferido canonizar sus relatos e imponerlos como indiscutibles (...)". Daniela Correa (vía Facebook)

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¿Ocupación o okupación o pre-ocupación? Interesante editorial de Francisco Díaz en un ámbito de crítica sobre el Grupo TOMA. José Llano (vía facebook)

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En respuesta a la carta de Leandro Capetto Leandro Capetto, uno de los organizadores de La Ocupación respondió en el segundo ejemplar del periódico del proyecto, a la editorial de Francisco Díaz y a mi entrevista publicadas en el primer número. Leandro dice en su carta: “(...) El uso del tiempo y el compromiso político no se vinculan exclusivamente en las movilizaciones sociales o en el trabajo en zonas de vulnerabilidad social (como parecen invitarnos Francisco y Quilian). La arquitectura, que es a lo que Toma dedica su tiempo, es una forma de pensar. Y es en lo que usamos nuestro tiempo y es nuestro compromiso político. La arquitectura es una herramienta de transformación a partir de la reorganización material, abstracta o concreta. Y esto es lo que Toma hace. No vemos el mundo separado entre pobres y ricos, necesitados y no, barrios altos y bajos. No vemos esas líneas que nos han enseñado en el colegio. Vemos diferencias de grado donde otros ven diferencias de clase. Construimos continuidad entre ellas. No diferenciamos el activismo político de tocar una guitarra, hacer un taller para niños o colgar tubos de cartón de un techo, porque las cuatro cosas las hacemos con igual intensidad, compromiso y calidad. Algunos siguen creyendo que el mundo se va a cambiar gritando más fuerte. Otros creemos que se va a cambiar hablando despacito. Pero en todo caso, es mejor hacerlo juntos y no malgastar el ‘escaso tiempo’ (...)”. Aprecio la disposición de Leandro a enganchar con nosotros en este discurso, pero es importante señalar que ver un mundo sin diferencias políticas y de poder (sin gente rica ni pobre) es un privilegio que pocos tienen. También sostendré que es problemático tener eventos que parecen activismo político, cuando en realidad solo se le habla a un grupo homogéneo y auto-seleccionado. Este es un debate importante y oportuno para tener. Movimientos como do-it-yourself (DIY) o tendencias como el Urbanismo Táctico, entre otras, han hecho que parezca que cualquier acción puede ser política, puede ser agente de cambio. La pregunta es, ¿a qué tipo de cambio y a qué visión política están amarradas?, ¿qué tipo de cambio se busca y quién se beneficiará de un proyecto de arte o de diseño? Sin hacerse este tipo de preguntas las acciones urbanas pueden reforzar las dinámicas de poder en las que tratan de intervenir, convirtiéndose así, en el mejor de los casos, en algo poco eficaz, y en el peor, en cómplices de la promoción de agendas de desigualdad. Quilian Riano

*** Publicación periódica realizada por ¨La sala de prensa¨ que surge como respuesta a la invitación hecha por el Grupo Toma a participar de la instalación La Ocupación, a desarrollarse en el Centro Cultural Mil M2 de Santiago de Chile entre el 7 y el 12 de Enero del 2014. Este periódico no aspira necesariamente a informar sobre lo que sucede en La Ocupación, sino que opera de forma independiente, como un órgano crítico, y con una línea editorial propia definida por el equipo editorial. El equipo que conforma esta publicación está integrado por los editores Pablo Brugnoli, Francisco Díaz e Ignacio Rivas, además de la Editora Ejecutiva Rayna Razmilic. En cada ejemplar habrá una sección para cartas del público, en formato físico (en el buzón instalado a la entrada de la Sala de Prensa), a través de Twitter en el hashtag #prensalaocupacion o en el evento de Facebook “La Ocupación”.


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