PERIODISMO UNIVERSITARIO
ISSN 1909-650X
El periódico de los estudiantes de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo
Medellín, Noviembre 2017
No. 62 Distribución gratuita
Foto: Ana Isabel Loaiza
15 AÑOS INTENSOS
El arte, la cultura, la memoria de un pasado difícil, espacios urbanos transformados y la vida de un sitio de interés turístico, describen el presente de la Comuna 13 de Medellín, quince años después de haber sido escenario de la más notoria confrontación armada, de la que se haya tenido noticia en una ciudad colombiana. La conmemoración de la Operación Orión motivó a los medios pertenecientes al capítulo Antioquia, de la Red Colombiana de Periodismo Universitario a recorrer el territorio, reconocer sus cambios y escuchar sus voces. Como parte de esa labor, en esta edición, Contexto ofrece un
recorrido a esa parte del occidente de Medellín, desde la cultura, el arte y la memoria. Conozca el trabajo de una comunidad organizada en la parte alta de El Poblado, para evitar la deforestación que implicaría un nuevo proyecto de vivienda en el sector, en momentos en que se escuchan voces que alertan sobre el abuso del suelo en las laderas de Medellín. Reconozca con nosotros el legado de la Escuela Popular de Arte y su principal gestor: Jesús Mejía Ossa, maestro de gestores culturales y artistas de Medellín.
Lea en Contexto
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Este tiempo
Mi enfermedad y yo: entre la vida y el sistema Del libro Víctimas de la Ley 100, escrito por profesores y periodistas de la UPB
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Este tiempo
Prado espera una solución completa Tras la demolición del Bazar de los Puentes
12 y 13 Este tiempo
¿Justicia definitiva? Una nueva iniciativa de reforma
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OPINIÓN
Lo importante es… ¿lo de adentro? Sara Isabel Yarce Mesa / sara.yarce@upb.edu.co
Nos han hablado de cómo lo de afuera es mejor. Que hacemos parte de una lista de países subdesarrollados, todos compitiendo para hacer parte de los integrantes del primer mundo, a quienes deberíamos alcanzar, consumiendo lo mismo, en iguales cantidades. Y como nacimos conociendo más la historia de esos países que la nuestra, terminamos creyéndolo. Ahora nos sentimos más orgullosos de consumir productos
La reconquista James Estiven Alzate / james.alzate@upb.edu.co
Cumplidos 525 años del Descubrimiento de América, de los cuales, Amparo Grisales ha vivido gran parte, los españoles deberían planear otro viajecito al trópico, sobre todo, a Colombia, aún hay especímenes por descubrir, entre ellos el coscorrunosus, conocido coloquialmente como Germán Vargas Lleras. Madre patria, ten cuidado con este, que si te descuidadas, te mienta la madre.
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que tengan banderas foráneas, como esa que en lugar de amarillo es blanca, azul y roja; que nos cambia el cóndor por un águila calva. Los más de 10 Tratados de Libre Comercio (TLC) prometen gran crecimiento económico a un país que no tiene la economía interna lo suficientemente fuerte para competir con países de gran infraestructura industrial. A pesar de que, según Confecámaras, el año pasado aumentó un 15.8% la creación de empresas en el país, la publicación Dinero afirma que, en promedio, la vida de las pymes (pequeñas y medianas empresas) es de 12 años; y que estas generan más del 50% de empleo en Colombia. El poco apoyo a las empresas nacionales y la gran cantidad de importaciones han generado que diversos grupos sociales como agricultores, ganaderos, industria textil, entre otros, entren en crisis económica y se vean obligados a cerrar o vender a empresas poderosas del país o a multinacionales. No sin antes intentar organizarse y salir a paros, que son reprimidos por el ESMAD antes de que los medios reconocidos los emitan. Cuando son muy de buenas, logran sentarse a
negociar, esperando que sus líderes no se dejen comprar y hagan un trato justo, que muy probablemente el Gobierno jure realizar si vuelven a sus funciones pero que, como siempre, inclumple. El ciclo se repite, como con los maestros, quienes han entrado en paro alrededor de tres veces en cuatro años exigiendo mejoras salariales y una forma más justa de ascender en los escalafones; y los campesinos, quienes apretaron la economía del país en 2013, 2014 y 2016, exigiendo mejores garantías para sus labores, de manera que ganaderos y agricultores puedan seguir produciendo y no se vean forzados a dejar sus tierras y emigrar a las ciudades. Si fortalecer la economía interna fuera una prioridad del Gobierno, la calidad de vida de muchos colombianos mejoraría notablemente, así no dependeríamos de lo que otros países quieran enviarnos y evitaríamos llenarnos de leche en polvo extranjera mientras los campesinos botan el líquido porque lo que les pagan por un litro no alcanza ni para el abono del pasto de la vaca.
Hemos progresado en diferentes aspectos: somos el país más feliz del mundo, gracias a los humoristas y políticos. Obvio, ellos ganan más, porque aquí pagan según el número de risas que se produzcan; cada vez tenemos más compatriotas en la Lista Clinton, en la circular roja de Interpol, en los pedidos de extradición… y no escatimamos esfuerzos para ser los primeros en esos listados. También nos hemos hecho expertos en hacer filas, para luego vender el puesto, llenar formularios y encuestas, presentar tutelas y hacer reclamos sin ningún motivo. Pero no todo es tan malo como “Noño” Elías y Musa Besayle, ni tan bueno como… como…, ¡eh!… Bueno, el caso es que clasificamos a Rusia, nuestros deportistas se destacan en el mundo al igual que nuestros cantantes, artistas y escritores. Somos muy hospitalarios, ya adoptamos a dos argentinos: Franco Armani y Pékerman, con el que no hemos podido es con su coterráneo, el español, Juan Manuel Lillo. Algunos lugares están tal y como ustedes los dejaron: “¡llevados por el diablo!”. Lo poquito que no
se lograron alzar en sus embarcaciones, se lo alzaron los politiqueros en sus bolsillos; esos sitios no tienen ni acueducto, ni red energética, ni centro de salud, ni vías de acceso…, pero tienen wifi, para que se tomen la selfie y la suban a las redes. Para llegar a esas zonas, igual que hace 524 años, no hay pescas milagrosas ni emboscadas, eso sí, hay que ponerse algunas vacunas como la de la fiebre amarilla, hepatitis A y B, cólera…, estando muy de malas, les tocará pagar algunas vacunas y no, precisamente, son las de la fiebre amarilla, las de hepatitis A y B o las del cólera. Aprovechen y vengan a Colombia, hay planes turísticos muy buenos. Eso sí, no incluyen el paseo millonario. No van a tener que traer espejitos y pendejaditas para intercambiarlas por oro, el único que nos queda es el de las prenderías y el de los medallistas olímpicos, el resto se lo llevaron las multinacionales. Y, cuando vengan, les pedimos encarecidamente, no dejar las basuritas en los sitios que visiten, ni dejar a Juan Manuel Lillo, “¡embarcaos con él!”.
CRÍTICA
Lila, la aventura de formar a los niños en el cine colombiano Sofía de la Rosa / sofia.delarosa@upb.edu.co Semillero de Investigación Audiovisual Óptico
Los temas de los que habla la película como la amistad, la sensibilidad por la naturaleza, la imaginación y la fantasía propician la formación de los niños, como una generación de colombianos sensibles y amantes del cine nacional. Todos estos elementos hacen de El libro de Lila, un hito en la industria nacional, que ha obtenido numerosos reconocimientos desde su fase de producción. La animación es el segundo género preferido en el país, según el Resumen de la industria cinematográfica del primer semestre de 2017, el 14,1 % de las personas que van a cine, prefieren ver
películas de este tipo. Sin embargo, en Colombia se han hecho solo quince largometrajes animados. La obra fue coproducida con la compañía colombiana Fosfenos Media y Palermo Estudio de Uruguay y dirigida por la caleña Marcela Rincón, comunicadora social – periodista y una de las creadoras de la exitosa serie animada Guillermina y Candelario. Así mismo, es reconocida por ser la primera mujer colombiana en realizar una película de animación en 2D, junto a su hermana gemela, Maritza y 120 personas más, que hicieron posible el filme. En 76 minutos, en El libro de Lila se muestran cuatro lugares; uno de estos inspirados en el Cali de 1990 y los otros espacios fantásticos evocan paisajes de la geografía nacional: La Selva de la memoria, por ejemplo, hace alusión a la selva chocoana; el desierto de la Tatacoa, que se ve representado en El cementerio del olvido; y el Valle de Cocora junto con Caño Cristales, que le dan vida al mundo de Lila, la protagonista. En estos escenarios se destaca la identidad colombiana y se genera sentido de pertinencia y conciencia del territorio.
Con colores vivos, cada cuadro del largometraje está compuesto por elementos que crean una imagen vibrante, en la que resaltan detalles y referentes de películas, como las de uno de los mejores estudios de animación de la historia: Studio Ghibli, productora que, a lo largo de 32 años, ha creado fantasía en el mundo del cine animado. De este modo, El Libro de Lila se convierte en una obra atractiva para los niños y los invita a sumarse a la aventura junto a Lila, Ramón y Manuela, los personajes principales de la historia. A pesar de que el desarrollo del argumento es fácil de predecir, los obstáculos y criaturas con las que los personajes se enfrentan, hacen que la fantasía se mezcle con diversos conceptos que producen eco en la situación actual de Colombia, así el cine se compromete con la formación de una generación más consciente, debido a que ayuda a cimentar los procesos de la memoria, el perdón y la reconciliación, como aspectos centrales que la directora incluyó en la película, lo que permite que estos temas lleguen a los espacios familiares.
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EDITORIAL
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NOSOTROS TAMBIÉN periódico.contexto@upb.edu.co
Había terminado el tiempo para un receso de la sesión y el profesor llegó hasta un corredor, donde algunos de sus estudiantes solían pasar el rato de descanso, para invitarlos a continuar la clase. Al verlo, los estudiantes lo siguieron y una chica del grupo lo tomó del brazo y le pidió que caminara justo detrás de ella. Los pocos metros hacia el salón hicieron que la explicación de la estudiante sobre su solicitud fuera directa y cruda: No quería ser “morboseada”, otra vez, con miradas lascivas y frases con las que se sentía acosada, por un grupo de muchachos que tomaba clase en un salón al lado del suyo y se ubicaban junto a la puerta, mientras adentro había asesorías individuales. Al volver al salón, el profesor se hizo detrás de su estudiante, pero decidió retrasar el paso, observar directamente al grupo de estudiantes de la clase vecina y esperar que su presencia impidiera que la situación denuncia-
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da se repitiera. Le desconcertaba que aquella muchacha tuviera que acudir a una solución similar cada que se sintiera bajo acoso, pero el desconcierto fue mayor, cuando, él mismo vio las miradas que acusaba su estudiante y escuchó la pregunta, que uno de los acosadores lanzaba, sin dejar de mirar a la chica: “Profe, ¡eh, Avemaría!, ¿qué clase es esa?”. En silencio, el profesor entró al salón, mientras cerraba la puerta, buscó una respuesta a la situación: ¿Qué lugar debía asumir? Pensó en la mayoría de sus estudiantes mujeres, en lo que acababa de ocurrir en su presencia y en todo lo que en esa y otras universidades podría estar ocurriendo, sin que los agresores se sintieran, por lo menos, observados, pensó en el tiempo que aquella muchacha llevaba viviendo esa situación intolerable y asumió el lugar que creyó le correspondía como autoridad, en aquel rincón de ese claustro.
Antes de cerrar la puerta, encaró al corrillo de cuatro hombres: “Señores: les exijo respeto por sus compañeras”. De uno de ellos alcanzó a escuchar: “Nosotros no le hemos dicho nada”. Leyendo inmadurez en la respuesta, decidió repetir en las mismas palabras la exigencia y vio a uno asentir diciendo: “Sí, señor”, sin dejar de mirar su celular. En el salón, la estudiante le preguntó al profesor qué había dicho. Al recibir la respuesta, su angustia creció y pidió una explicación, porque ahora podrían acosarla más, “banderearla”, incluso en las redes sociales, que hacen de corrillo digital, en aquella universidad como en todas las de la ciudad. Desconcertado, el profesor no atinó a más que recordarle que él era la autoridad en ese espacio y que aquello era su deber. Fue la torpeza a la que tuvo que apelar, para no hacer más confusa la situación con los argumentos que, indignado, había construido en milésimas de segundos, para sustentar su reacción: que buscaba que se dieran cuenta de lo evidente de sus conductas, que sintieran el rechazo que generaba la misma… Esas razones podrían no ser bien recibidas y hasta sentía que lo harían responsable de una situación peor para la muchacha. El docente pensó en cómo la costumbre había conducido a mecanismos de defensa absurdos a simple vista, pensó en cómo las expresiones de acoso, que abusan del otro, se hicieron parte de la vida cotidiana. En su relato de los hechos, señaló la cantidad de rutinas de un centro académico, en las que se han hecho habituales gestos y conductas abusivas, que agreden la intimidad del otro. En relación con casos de este tipo, las denuncias contra un poderoso productor de cine norteamericano por estos comportamientos, desataron nuevas acusaciones sobre hechos semejantes con personajes del entretenimiento, la moda y la política en el mundo. Con ello, regresó a las redes sociales una campaña que invita a que las mujeres que se hayan sentido acosadas e inhibidas, señalen la situación como lo que es, como lo hizo hace diez años la activista Tara Burke y, hace unas semanas, la actriz Alyssa Milano.
La invitación ha sumado voces en el país y en nuestra ciudad, pero, existen evidencias del modo en que se ha normalizado todo tipo de expresiones contra la integridad de las mujeres; unas disfrazadas de humor, otras, de autoridad; algunas, de gestos de confianza o cariño y, cada vez más; muchas, que no tienen velo para denigrar, ofender y reducir a las mujeres a objetos que satisfacen una necesidad. La abrumadora cantidad de manifestaciones y el ritmo vertiginoso de las mismas en las redes sociales no permitirá, que quienes han sufrido las situaciones de abuso las procesen adecuadamente, ha dicho Tara Burke, a partir de su experiencia de hace diez años y ante el resurgimiento de #MeToo (Yo también). Esta mirada sobre la movilización en lo digital y la historia ocurrida en una universidad de la ciudad (que puede ser cualquiera), ilustran la complejidad y extensión del problema. Entenderla es un reto pendiente, pero hacer visible ese problema es un avance. Valga mencionar la labor periodística de VICE en Colombia sobre el tema, que, además, refiere antecedentes de 1997 (una encuesta hecha por estudiantes de Medicina de la Universidad de Antioquia) sobre la discusión en torno al acoso y el abuso sexual en las universidades colombianas. La investigación y denuncia de casos recientes en los campus por parte de los periodistas, así como el reconocimiento de iniciativas y proyectos para contrarrestar la situación (no pocas han superado censuras absurdas), han dejado como conclusión, que el no ocultamiento es un avance significativo. Necesitamos saber qué es lo que estamos haciendo. Los antecedentes de hace veinte años que citó VICE señalaban la agresión sicológica, verbal y los gestos obscenos, como las principales expresiones abusivas. El relato incluido en esta columna muestra que no hay muchos cambios al respecto. Reconocer y anular los comportamientos y situaciones que, día a día, configuran y propician circunstancias abusivas contra las mujeres, es una tarea que debe hacerse precisamente en donde está el problema: en la vida cotidiana. Necesitamos encontrar el modo de asumir esta tarea, el tono preciso para esta discusión; modos y tonos que llamen a las cosas por su nombre, que se sirvan de lo mejor de cada quien, para construir soluciones colectivas, para cuidarnos unos a otros y no unos de otros.
Miembro de la Red Colombiana de Periodismo Universitario • Rector: Pbro. Julio Jairo Ceballos Sepúlveda / Decano Escuela de Ciencias Sociales: Ramón Arturo Maya Gualdrón / Directora Facultad de Comunicación Social-Periodismo: María Victoria Pabón Montealegre / Coordinador del Área de Periodismo: Juan Manuel Muñoz Muñoz / Dirección: Joaquín A. Gómez Meneses / Redactores en esta edición: María Fernanda Aristizábal • Miguel Ángel Restrepo Flórez • Manuela Rendón Uribe • Alejandra Ceballos López • Laura Valentina Cardona Correa • Ana Isabel Loaiza Ramírez • Lina Viviana Castañeda Tabares • Valentina Vogt Albisser • Juliana Restrepo Zuleta • Felipe Pérez Saffon • Juan Camilo Villa Múnera (Desde la Raya) / Diseño: Estefanía Mesa B. • Carlos Mario Pareja P. / Diagramación y corrección de textos: Editorial UPB / Impresión: La Patria // Universidad Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación Social - Periodismo / Dirección: Circular 1a No 70 - 01 Bloque 7 Oficina 401 / Teléfono: 354 4558 / Twiter: @ pcontexto / Correo electrónico: periodico. contexto@upb.edu. co / ISSN 1909-650X.
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ESPECIAL
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Tras la demolición del Bazar de los Puentes
PRADO ESPERA UNA SOLUCIÓN COMPLETA María Fernanda Aristizábal – Miguel Ángel Restrepo Flórez
En el 2014 fueron desalojadas 420 personas del Centro Comercial Bazar de los Puentes, sin que la Administración tuviera un plan de contingencia para lo que venía después. Llenos de incertidumbre, los venteros ambulantes han estado a la intemperie sobreviviendo con sus ventas informales, en un entorno adverso. Luego de tres años, al fin se ve una solución próxima. Conozca la situación en un breve recorrido, desde los antecedentes, hasta el día de hoy.
Una solución a medias Hace más de 11 años, la Administración Municipal pretendió dar solución a la ocupación del espacio público, por parte de vendedores ambulantes de la zona céntrica de Medellín y creó 12 centros comerciales populares en la ciudad. Entre ellos estaba el Bazar de los Puentes, en el deprimido de la avenida Oriental, donde fueron reubicados recicladores y quienes se dedicaban a la compraventa de artículos de segunda. Con los años, los locales de 1,37 x 1,37 metros cuadrados tomaron usos diferentes para los que fueron creados: muchos recicladores los habían convertido en bodegas y seguían trabajando en la calle, las ventas se utilizaban como fachada para plazas de vicio, las personas que habían sido beneficiadas subarrendaban los locales. Las anteriores fueron algunas de las razones por las que la Administración de Aníbal Gaviria decidió demoler, en el 2014, las plataformas A y B del Bazar. Además de acabar con las plazas de vicio, el terreno iba a ser utilizado para la construcción de una estación de transferencia, que comunicaría las líneas 1 y 2 del metroplús. “Cuando los espacios se crean sin estética y no están pensados para ser habitados, las personas difícilmente se apropian de ellos. Cuando no son espacios pensados para las personas, es complejo que se logren buenos resultados”, expresa Pilar Velilla, actual gerente del centro, quien, en esa época, estaba al frente de la gerencia del Museo de Antioquia y siempre estuvo en desacuerdo con la forma en la que se había concebido el Bazar.
El desalojo “Lo que hicieron con nosotros fue una arbitrariedad, a nosotros no nos notificaron ni siquiera. Llevábamos 11 años allá. Yo vi que llegó un poco de policías. Pregunté: ¿Qué está pasando? —¿A usted no le avisaron? Vinimos a un desalojo —dijeron los de Espacio Público. —La orden, muéstreme la orden —respondí. —¡Ah, que la tiene el inspector no sé qué! —¿Y dónde está? Pero, tampoco la tenía. “Nadie tenía nada”, afirmó María Eugenia Valencia, líder de los venteros desalojados. Eso fue el viernes 13 de junio de 2014, pero ante la insistencia de María Eugenia por la orden de desalojo, Espacio Público y policía decidieron irse, porque la orden no aparecía. “El lunes, a las tres de la mañana, llegaron y cerraron tres cuadras a la redonda. Llegó la policía, el ejército, el Esmad y Espacio Público. A las cinco de la mañana me llamaron: ‘María Eugenia, cerraron los bazares y están sacando todas las cosas’. Echaban toda la mercancía en carros de basura. Los policías sacaban bolsas para ellos”, continúa. A las dos de la tarde dejaron ingresar a los venteros y recicladores, para que recogieran sus cosas, pero ya quedaba poco.
Un video grabado por el Senador Jorge Enrique Robledo a su paso por este sector volvió a poner los reflectores sobre los comerciantes informales en el lugar, pero solo para hablar de los inconvenientes de un metro elevado para Bogotá. Foto: María Fernanda Aristizábal.
La diáspora “El grave error que cometió la anterior Administración fue haber demolido esa plataforma. Pienso y se está demostrando, que fue una cosa indignante, porque uno nunca puede desalojar a unos seres humanos, sin tener el lugar para ubicarlos y sin generarles, sino un mejor nivel de vida, al menos igual. Ellos, al verse en la calle, tuvieron que tomar la decisión de hacerse en los bajos del metro”, comenta Jesús Aníbal Echeverri, presidente del Concejo de Medellín. Como no se tenía previsto un lugar para reubicarlos, los vendedores se dirigieron a los bajos del viaducto del metro de la estación Hospital. Por ser una zona residencial, pronto los desalojaron y debieron
LOS REUBICADOS
De 420 personas que tenían un local en el Bazar, solo 120 fueron reubicadas en diferentes centros comerciales de la ciudad.
buscar otro lugar. Finalmente, se asentaron en la estación Prado. Al principio, Espacio Público solo los dejaba trabajar de tres a seis de la tarde, “imagínese estar todo el día parados, cuidando un puestico, para cuando ellos (Espacio Público) se fueran, empezar a vender”, explica María Eugenia. Posteriormente, consiguieron un permiso para trabajar tres días a la semana. Luego de varias tutelas y peticiones, los dejaron asentarse permanentemente en ese lugar, hasta el día de hoy.
Las últimas noticias En donde antes estaban ubicadas las plataformas A y B del Centro Comercial Bazar de los Puentes, no hay rastro de una estación de metroplús. En el terreno baldío, solo se erigen escombros de lo que fue una vez la construcción. La maleza se ha ido devorando el espacio y los alrededores se convirtieron en asentamientos informales, donde se venden objetos usados de todo tipo, hasta droga y armas. Los puestos extendidos sobre el suelo han hecho parte del panorama de la zona, donde una variedad de personas asiste para encontrar una gama de mercancía igual de variopinta. Muchos extranjeros también llegan a este lugar, para apreciar la estética particular que se ha creado. Un mercado al aire libre que, poco tiene de turístico, al tratarse de una situación, que, si bien se ha hecho paisaje, no ha tenido una atención oportuna, luego de tres años.
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El panorama, en vez de mejorar, se ha expandido. Diferentes problemáticas de la Comuna 10 se han ido asentando en este corredor: venteros de Barrio Triste, del parque de Bolívar, personas que fueron desplazadas por el proyecto del Nuevo Naranjal, vendedores de centros comerciales del centro, entre otros. Los 300 puestos improvisados en los que se ubicaron los venteros del Bazar en un comienzo, aumentaron a 1 200, debido al asentamiento de todos esos nuevos vendedores ambulantes. La zona es un foco de contaminación, delincuencia y venta de droga, con la que deben convivir los venteros que, en su mayoría, son personas de la tercera edad, que, además, ven menguada su salud por la intemperie y el humo de los vehículos.
Los afectados Luis Arbey Gómez Rojas Sentado y fumando al lado de su mercancía está Luis Arbey Gómez Rojas. “Yo vivo aquí en el centro y trabajo desde las 5:00 a. m. hasta las 3:30 p. m., pero vea usted en esta intemperie en la que estamos y con la lluvia y el clima de estos días: ¿Qué le toca a uno hacer? Recoger y meterse a la pieza otra vez”. Aparte de que las ventas han bajado considerablemente desde el desalojo, las ganancias que logran durante el día son las mismas que deben pagar de noche a los “gota a gota”, al “guardadero” de sus mercancías, la comida y el arriendo de las piezas donde viven, que en el caso de Luis Arbey, oscila entre 12 000 pesos diariamente. “De arriendo son 360 000 pesos mensuales y de ‘guardadero’ son 2 000 pesos diarios; es decir, 60 000 pesos al mes y, aparte, la comida”. Para Luis Arbey y la mayoría de sus colegas, este trabajo es el único pilar económico para ellos y sus familias, pero en ocasiones, el sustento no alcanza para satisfacer las necesidades diarias. “Yo tengo un menor de edad estudiando. No vivo con la mamá, pero yo soy el que le da el estudio a ese muchacho y lo que necesita. Entonces, la obligación mía es ese pelado y yo”, manifiesta Arbey con preocupación. Lucrecia Ruiz Ramírez y Blanca Mary González Sentadas una junto a la otra exhiben sus productos, al mismo tiempo que con recelo cuidan la mercancía de los ladrones que abundan en la zona, según ellas. “Acá, al sol y al agua, nos tienen limpiando orines y ex-
El trabajo de los vendedores incluye el montaje y desmontaje de kilos de mercancía y la exposición a los factores del clima y el aire en el lugar. Foto: María Fernanda Aristizábal.
cremento. Intento vender lo que se pueda para velar por mí y por unas sobrinas”, anuncia Lucrecia. Minutos después, Blanca Mary, con más cautela y prudencia, enuncia en voz muy baja las condiciones inhumanas, bajo las cuales se ven obligadas a trabajar diariamente y los motivos por los cuales temen dar declaraciones. El anterior representante legal de los comerciantes del Bazar de los Puentes, Alfonso Cano, conocido también como “el Enano”, fue asesinado cuando denunció que al Bazar estaban ingresando drogas y armas para ser traficadas. Su muerte fue una de las primeras ocurridas desde el desalojo de 2014, las demás fueron presentándose por accidentes de tránsito y enfermedades terminales, desarrolladas por el nivel de contaminación y estrés, que rodean a los venteros. Además de los jíbaros, recicladores, trabajadoras sexuales, indigentes y ladrones, estos comerciantes deben enfrentarse al temor que representa el pronunciarse sobre estos temas. “Yo podría señalar al fulano que hace esto o lo otro, porque uno sabe quién es quién, pero acá la misma policía se encarga de decirle al malo: ‘vea, a usted lo echó al agua fulanita de tal’. Entonces, por eso mismo uno ahí, ¿qué hace?...”, Blanca Mary se lleva las dos manos a la boca a modo de respuesta, a su propia pregunta.
La solución La palabra clave que utiliza Jesús Aníbal Echeverri para el proceso que van a transitar los vendedores es “reaceptación”, porque no serán reubicados en otros sitios de la ciudad, sino que volverán al espacio que les pertenecía, con
unas condiciones más favorables para el trabajo y la convivencia. El proyecto que se ha tardado en llegar y que su puesta en marcha se ha aplazado varias veces, consiste en la creación de 220 módulos —de 2x2, más grandes que los anteriores— en el antiguo lote de las plataformas A y B. El presupuesto del proyecto es de cinco mil millones de pesos y tiene entre su diseño, la creación de placas polideportivas y corredores, para que se pueda transitar. Se espera que se entregue a mediados de 2018. Pilar Velilla explica que el proyecto de este nuevo espacio está pensado para que no sea un bloque macizo que divida la zona, sino que se pueda caminar a través de él. Un espacio, donde también se le dará prioridad a lo verde, con enredaderas para cada local. “La idea es decirles a los vendedores que se les entregará un espacio adecuado para sus actividades, que, además, es lindo y que les permite laborar, por eso deben cuidarlo, desde algo tan sencillo como mantener vivas las enredaderas que le corresponde a cada uno”, explica Pilar. El proyecto únicamente cobija a las personas que fueron desalojadas de las plataformas A y B del antiguo Bazar. Para aquellos que no cumplan con ciertos requisitos de los estudios socioeconómicos que les está realizando la Gerencia del centro — como que esa actividad sea su única fuente de ingresos y no tenga más de una propiedad a su nombre—, no podrán ser beneficiados o serán reubicados en la plataforma C, que hoy en día, funciona al 30 % de su capacidad. A la par, según Echeverri, se busca una alianza con el Sena, para que se les dé capacitaciones de servicio al cliente y trabajar con el Banco de las Oportunidades y para que a través de un préstamo puedan organizar sus puestos.
El proyecto que se ha tardado en llegar y que su puesta en marcha se ha aplazado varias veces, consiste en la creación de 220 módulos —de 2x2, más grandes que los anteriores— en el antiguo lote de las plataformas A y B. Las soluciones en estudio incluyen capacitación a los comerciantes informales. Foto: María Fernanda Aristizábal.
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ROSTROS
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La apropiación del espacio público que mantiene vivo al parque de El Poblado
DIÁLOGOS CON CERVEZA Manuela Rendón Uribe / manuela.rendonu@upb.edu.co
Varias han sido las intervenciones que un grupo de activistas ha logrado a lo largo del año, frente a las alarmas de contaminación del aire; pusieron máscaras y antifaces a las obras de Botero y ante la oleada de asesinatos ocurridos en Medellín, decidieron pintar de rojo las fuentes de agua y, ahora, como intervención ciudadana, en protesta y reflexión ante el “Nuevo código nacional de policía y convivencia”, el “concervezatorio” se muestra como alternativa para la apropiación de los espacios públicos perdidos. Con-cerveza-torio. Así, haciendo honor al poeta Aníbal Tobón y sus encuentros llamados concervezatorios de filosofría, y convirtiéndose en un llamado de atención frente al Nuevo código de policía y sus normativas de no consumir licor en el espacio público, estos diálogos decidieron tomarse uno de los espacios más afectados por estas nuevas normas: el parque de El Poblado, el cual, según residentes y comerciantes de la zona, ha perdido por completo su esencia e identidad. “El concervezatorio nació por el inicio de la aplicación del Nuevo código de policía de forma pedagógica; es decir, en marzo. Ese día fue el primer concervezatorio, que nació de algunos que venimos haciendo acciones en diferentes situaciones de la ciudad; por ejemplo, cuando se les pusieron las máscaras a las obras de Botero, en la época de contaminación y calidad del aire, fuimos nosotros. Pero el concervezatorio no fuimos todos, sino que dos amigos y yo lo montamos”. De esta manera, Daniel Suárez Montoya narra cómo fueron los inicios del concervezatorio, del cual afirma, que se imaginaba para un espacio más íntimo, como un bar aledaño a la zona, pero que como muestra de manifestación ante el Código, decidió movilizarlo a un espacio más representativo para la causa. Sin embargo, estos diálogos por más emblemáticos que se hayan convertido, no siguen un cronograma específico, puesto que los temas a tratar tienden a escogerse con una semana de anticipación y siempre se enfocan en el comportamiento de la ciudad y el espacio público. Según Suárez, “la idea es que todos tomen la palabra. Pusimos un tema, algunos invitados con relación a este, que tengan un poquito más de profundidad, y la convocatoria; llevamos el audio para que se escuchen todos los que vayan. Nunca ha sido la intención de que sea algo muy meticuloso o que tenga un cronograma, simplemente, lo que suceda”. Gracias al dinamismo de estos encuentros –que se realizan el primer miércoles de cada mes-, han sido nueve los que se han generado con éxito, entre estos, un concervezatorio extraordinario, del cual se llegó al consenso de limpiar la Alcaldía, como acto simbólico frente a la corrupción de algunos líderes políticos.
Los vándalos del agua roja Seguido del acto de limpieza, el colectivo decidió manifestarse ante la oleada de asesinatos que se presentó en las últimas semanas del mes de julio, tiñendo de rojo algunas fuentes de agua representativas de la ciudad y creando el movimiento #NoMatarás, lo que generó polémica y fuertes pronunciamientos de las autoridades que hablaron de vandalismo. Ante los hechos, Suárez, como uno de los involucrados, explicó que, “fue complejo, sabíamos que iban a reaccionar, pero no de esa forma. En parte, fue por el secretario de Seguridad encargado, que salió a los medios a hablar así. Nosotros infortunadamente salimos un poquito mal librados”. A pesar de esto, el activista manifiesta que el apoyo que recibió por parte de la comunidad fue tan positivo que se lograron recaudar los $3 070 133, que, según anunció el alcalde Federico Gutiérrez, costó la limpieza de las fuentes. Los recursos serán utilizados, con ayuda de la Alcaldía, para crear un compromiso
que genere acciones ciudadanas, desde lo simbólico y lo ejecutable, contra la violencia.
Un nombre que no se cambia Aunque muchos colectivos ciudadanos entienden la propuesta como un movimiento que le aporta a la ciudad, algunos funcionarios del Gobierno municipal y líderes de la Junta de Acción Comunal de El Poblado (JAC) han demostrado su oposición a las acciones El Concervezatorio propende por la reflexión en torno a los asuntos de interés público en la del movimiento, “fueron ciudad, a la par que promueve la apropiación del espacio público por parte de la ciudadaellos ( la JAC) los que solinía. El Parque de El Poblado, uno de los principales espacios foco de la labor. citaron que la Policía y el Foto: Manuela Rendón Uribe. Esmad intervinieran en el primer concervezatorio; los invitamos a que asistieran del ya mencionado #NoMatarás, los cuales ya se han al último concervezatorio y dijeron que venían, si se le proyectado a otras ciudades de Colombia. Por su parcambiaba el nombre, porque desde este se invitaba al te, Las guamas ha comenzado la planeación de sus proyectos en Bogotá, mientras que el movimiento consumo de bebidas”. Frente a la consideración de cambiar el nom- #NoMatarás se ha expandido hasta Cali, ciudad donbre, por incentivar este al consumo de licores, Daniel de se tiñeron fuentes representativas, como manifesCarvalho, concejal que ha demostrado su apoyo fiel al tación en contra del asesinato de seis campesinos en movimiento y que lo considera como: “Una forma muy Tumaco. constructiva desde la ciudadanía, de poner en el debaAun cuando, en Medellín, el último concervezate público ciertos temas”, anunció que, “era más una torio se fijó para noviembre de 2017, los asistentes a oposición de ciertos líderes políticos o comunitarios los diálogos acordaron, junto con los líderes, la implemuy conservadores, que les parecía muy horrible que mentación de una nueva estrategia de promulgación alguien se sentara a tomar una cerveza en el parque de los concervezatorios, en la que entran ideas como de El Poblado, pero, rápidamente, se vio que la inten- grabar los diálogos y subirlos a plataformas virtuación no era tomar en el espacio público, sino conversar les (el último diálogo ya se encuentra disponible en sobre algunos aspectos del Código de policía, que a SoundCloud), y buscar maneras más creativas que los eventos de Facebook, de avisar a los ciudadanos de los mucha gente no le parece”. Según Suárez, la Alcaldía tampoco ha sido ami- encuentros programados. Teniendo en cuenta la cercanía del último diága del proyecto, debido al nombre que lleva y lo que este incentiva. Como respuesta, el activista —como logo, Suárez informó que, “estamos decidiendo qué uno de los líderes del proyecto— determinó que, “el hacer y estamos recibiendo propuestas en una ennombre no hay forma de cambiarlo, más fácil se bus- cuesta en Google y, como es la última del año, la idea es hacer una fiesta”. can otras alternativas”. Autoridades políticas, como Daniel Carvalho, demostraron que poseen altas expectativas con los diálogos, al afirmar que, “ya hay un interés de parte de la Alcaldía por darle algún tipo de contenido culEl primer encuentro del concervezatorio contó con tural a este espacio. Yo creo que ese diálogo ya puede la compañía, de aproximadamente, 40 miembros del dejar de ser simplemente de palabras y convertirse Esmad y 30 integrantes de la Policía, que fueron con- en un diálogo también de propuestas y de acciones vocados por la JAC. A pesar de la predisposición de concretas”. Pese a esto, Suárez dijo que era necesario las autoridades, este primer encuentro, considerado plantear, si vale la pena seguir con aquellos diálogos como el de mayor impacto, se llevó a cabo con tran- o si será necesario buscar nuevas estrategias de aproquilidad por parte de los líderes y los asistentes, los piación de espacios públicos. Y mientras esto sucede, la opción es disfrutar cuales no se dejaron atemorizar por la presencia de la de las conversaciones en la torta del parque de El Pofuerza civil. Desde aquel encuentro, varias han sido las blado y esperar las nuevas intervenciones, mientras en novedades que se han efectuado dentro del concer- algún bar cercano se toma la cerveza que, para Suárez, vezatorio, entre estas se encuentra la creación de un “une un montón de cosas: une amigos, une acciones, diálogo feminista llamado Las guamas y el nacimiento une todo”.
El futuro del concervezatorio
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Proyecto Tierra Grata
ENTRE ÁRBOLES Y ACCIONES POPULARES Alejandra Ceballos López / alejandra.ceballosc@upb.edu.co
En medio de alertas por la creciente deforestación y sobreexplotación de los suelos en las laderas de Medellín, de los anuncios, según los cuales los árboles talados por obras de infraestructura pública se reponen en las afueras de la ciudad y de la consecuente polémica que ello suscita, un grupo de vecinos, al suroriente de la capital antioqueña, intenta poner un pare al frenesí con que se expande la construcción en la zona, para proteger el patrimonio ambiental en riesgo. Retornando del oriente, por la avenida Las Palmas, justo en el puente que sirve como intersección para llegar a la Loma del Indio, se divisan los edificios que se levantan entre el verde de las montañas. En la calle 35 con carrera 19 se ve, desde la misma avenida, un edificio blanco y de vidrios azules, es el proyecto Tierra Grata Palmas: 31 pisos construidos entre árboles, prometido como “exclusivo”, una obra que conservaría las áreas verdes. La edificación, ubicada en el límite del área protegida del cerro de la Asomadera, fue un proyecto de la constructora Javier Londoño S.A., quienes hoy planean construir tres etapas de un proyecto nuevo, denominado Tierra Grata, Bosque Santo. Ante la posibilidad de perder gran parte del bosque ofrecido, cuando fue vendida Tierra Grata Palmas y amparados en la ley 472 de 1998, los vecinos de la comunidad se unieron para impedir la construcción de las nuevas torres de edificios que, implicarían la tala inicial de 381 árboles y 438 para habilitar las diferentes vías de acceso. En una ciudad, donde el déficit de árboles, según la OMS es de 700 000, seguir talándolos, no es, sin duda, la solución a los problemas. Así que los vecinos, liderados por Michel Lacher, decidieron tomar cartas en el asunto desde hace año y medio. Iniciaron con un proceso mediático y, luego, argumentando el derecho al medio ambiente sano, emprendieron una acción popular. Lograron, hace aproximadamente seis meses, la medida
La valla que formalmente anuncia los detalles generales del proyecto Tierra Grata Palmas. Foto: Alejandra Ceballos López.
cautelar que salvaría casi mil árboles de ser talados, para la construcción de tres nuevas etapas de un proyecto de la constructora Javier Londoño. Entre tanto, diferentes colectivos ciudadanos, también preocupados por la calidad del aire de la ciudad, apoyaron a los vecinos desde diferentes áreas, para ayudar con el proceso y evitar la tala de los árboles y la construcción de la nueva edificación.
Sin embargo, la lucha aún no termina. A pesar de la medida cautelar que impide a la constructora talar un árbol más, aún no se ha prohibido la construcción, y hace falta un pronunciamiento de las autoridades administrativas, quienes, en un principio, aprobaron el proyecto. Daniel Suárez, activista que hace parte del colectivo Aire Limpio Medellín, entre otros, ayudó a los vecinos de Tierra Grata desde el inicio, ofreciendo su conocimiento y experiencia, al poner el tema medioambiental en la agenda pública. Asegura que hay varias dificultades que habrá que enfrentar a futuro. Entre ellas, que el proyecto no está dentro del área protegida del cerro de la Asomadera y que ya habían sido otorgados permisos de construcción.
De alerta a paisaje
Según Camacol Antioquia, en 2017 avanzan 282 proyectos de vivienda en el Valle de Aburá. Foto: Alejandra Ceballos López.
Según la OMS, para el 2050, el 70 % de la población mundial vivirá en las ciudades y si no se toman medidas preventivas, junto con ese porcentaje, también aumentará el número de muertes asociadas a la salubridad en las urbes, que incluye, también las muertes por enfermedades respiratorias. En Medellín, no bastan los intentos por preservar las áreas verdes, ni bastan las leyes que pretenden cuidar la
calidad el aire. Suárez explica, por ejemplo, que, por cada árbol talado para una construcción, deberían sembrarse dos y aunque hay constructoras dispuestas a cumplir su labor legal, la Alcaldía no autoriza predios urbanos destinados a áreas verdes. Entre tanto, los habitantes del edificio, terminado en 2015, se levantan con la vista de una ciudad cubierta con una nube marrón, que no es más que el esmog, que pasó de alerta a paisaje, en el Valle de Aburrá. Hace dos meses recibieron, en una primera audiencia con el juez de reparto, la contrapropuesta de la constructora, que planteó la entrada a los nuevos edificios por una vía alterna, que implicaría talar muchos menos árboles. Al caer la noche, las luces de la ciudad titilan ante los ojos de quienes van al Alto de Las Palmas a tomar agua de panela con queso o a comer mazorca. Cada vez son más las luces, los tramos de cemento y menos las áreas que se oscurecen al anochecer; las áreas verdes, que tanta faltan hacen a la Ciudad de la Eterna Primavera. Mientras tanto, los vecinos de Tierra Grata esperan la fijación de términos, y anhelan una respuesta favorable de la administración municipal sobre el futuro del proyecto y de casi mil árboles de una Medellín cada vez menos verde.
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MI ENFERMEDAD Y YO: ENTRE LA VIDA Y EL SISTEMA Laura Valentina Cardona Correa
Compartimos con los lectores de Contexto este trabajo periodístico, que hace parte del libro Víctimas de la Ley 100, testimonios que reflejan la desidia de un sistema fracasado, volumen que incluye varios trabajos periodísticos realizados por estudiantes de Comunicación Social-Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana, liderados por la profesora y periodista Ana Cristina Aristizábal Uribe y que fue publicado por la Editorial de la UPB. Periodismo Universitario.
Este es el testimonio de Érica María Rodríguez, un ama de casa con insuficiencia renal, diagnosticada en diciembre de 2015, pero que, un año después, sigue esperando un tratamiento. (Entrevista realizada en junio de 2016, en Medellín). El 18 de enero de 1974 nací yo, Érica María Rodríguez. Mi madre, Nora, me tuvo a sus 23 años. Fui su primera hija y no supe nada de mi padre, creo que no tengo. Mi madre, después de haberme tenido, encontró a Hernán, con quien tuvo, entre otros, cinco hijos: Diana, Álex, Wílliam, Jhon y Fredy. Todos vivíamos en la misma casa. Mientras mi mamá trabajaba, mis hermanastros y yo crecíamos solos en el barrio Santo Domingo Savio, en una casa con dos cuartos, una cocina amplia y una sala, también, tenía un solar, desde donde se podían divisar los demás solares de las casas de la cuadra. Me gustaba mucho estudiar, ir al colegio y encontrarme con mis amigas, Javana y Tatiana. Yo estudiaba en el colegio Fe y Alegría de 12:00 m. a 6:00 p. m. El colegio quedaba a una hora y media de mi casa, todos los días yo caminaba para llegar allá. Javana me contagiaba con su sonrisa cada día, ella era mi mejor amiga, amábamos jugar baloncesto y hacíamos las tareas juntas. Pero, un día, tuvimos que irnos. Llegamos al barrio Doce de Octubre, mi mamá y mi padrastro compraron una casa para nosotros, debido a que la anterior era arrendada. Era una casa con trece habitaciones, solo para nosotros ocho. Comencé a estudiar en el colegio Idem Doce de Octubre. Yo estudié hasta séptimo de bachillerato en Santo Domingo e inicié octavo en el Doce de Octubre. Yo perdí el año. Por rebeldía, no seguí estudiando, no me gustaba nada de allá, ni los profesores ni los compañeros.
La cirugía fue postergada en dos ocasiones y, al final, no me la realizaron, entonces, empeoré. Por los resultados de mis exámenes, me mandaron una biopsia, para saber con exactitud mi estado de salud, otro examen más que nunca me realizaron.
Al decidir no seguir estudiando, mi mamá me castigó, no podía salir de la casa, se enojó conmigo y lo único que podía hacer era ayudarla con los oficios de la casa: barrer, sacudir, trapear... Para ese entonces, yo tenía 14 años y mis hermanastros sí siguieron estudiando. A mis 17 años, una amiga del barrio, Yeisi, me presentó a Jorge Eliécer. Él, quien años después sería el papá de mis hijos, fue el detonante para poder salir de mi casa. Yo lo quería a mi modo, pero no era amor. Yo me fui para donde mi hermanastra, Diana, y con ella viví hasta que cumplí 18 años. Ella se había independizado y también vivía en el Doce de Octubre, cerca de la casa de mi madre. Una vez Jorge terminó de prestar el servicio militar, planeamos irnos a vivir juntos en el mismo barrio. Un año después, él y yo tuvimos a Wendy, mi primera hija. Ella nació el 16 de noviembre de 1991. Durante mi embarazo estuve muy asustada; yo era muy joven, en ese entonces. Tres años después, tuve a mi segundo hijo, Jorge Iván. Él, al igual que Wendy, tuvo una infancia buena, aunque con algunas dificultades económicas. Él no fue planeado y, por eso, durante mi embarazo yo sentía temor e indecisión. A mis 23 años, tuve a mi último hijo, Cristian. Yo me dedicaba a ser ama de casa, mientras Jorge trabajaba de vigilante. En nuestra casa vivíamos nosotros dos, con nuestros tres hijos y yo me dedicada al hogar. Transcurrieron los años y pensé en terminar mi bachillerato. A mis 27 años, entré al colegio Jesús María, en Robledo; allá, validé los cuatro años que me faltaban. Ese mismo año, en el 2001, Jorge y yo decidimos casarnos, un sueño para mí, además, mis hijos se merecían un buen hogar. Junto a mi madre, entre nervios, susto y alegría, transcurrió ese día. Dos años después, me gradué, sentí que cumplí un reto personal, me superé. Mi familia y mi esposo estuvieron conmigo, me felicitaron por este logro y a partir de ahí, comencé a trabajar. Mi primer trabajo fue en Muisca, una empresa de cerámicas, a mis 30 años. Yo pulía, quemaba, cortaba o empacaba la cerámica, también la pintaba. Yo quería trabajar y cuando empecé, sentí mucho susto. Yo observaba a mis compañeros para aprender a hacer todo esto. Estuve ocho meses allá y cuando terminé, inmediatamente, comencé a trabajar en Gana, hasta el 2012. Es una nueva forma de vivir.
El libro Víctimas de la Ley 100 en Colombia incluye ocho reportajes que reflejan los problemas del sistema de salud colombiano. Foto: Contexto.
Ahora, con 42 años, vivo con mis dos hijos, Jorge Iván y el menor, Cristian; este último, en diciembre de 2012, se graduó del colegio. La luz de mis ojos, Wendy, contrajo matrimonio, a principio del año pasado y, hace ya unos diez meses, no vive con nosotros.
Me diagnosticaron insuficiencia renal Por ese tiempo, a principios del año 2015, yo sufrí del síndrome de túnel carpiano y me operaron la mano. Por esa cirugía, se descubrió que sufría de anemia. Pasaba mis días con taquicardia, no comía bien, tenía desaliento, sufría de dolores de cabeza, mareos y estaba pálida. Llegó un momento en que estaba cansada de exámenes y chuzones, no quería ir más al médico. Dado el diagnóstico, necesitaba una histerec-
tomía, me iban a extraer el útero, para parar la anemia. La cirugía fue postergada en dos ocasiones y, al final, no me la realizaron, entonces, empeoré. Por los resultados de mis exámenes, me mandaron una biopsia, para saber con exactitud mi estado de salud, otro examen más que nunca me realizaron. Para final de año, yo seguía con anemia, sin tratamiento, sin exámenes, pero me sentía bien. Wendy trabajaba en una empresa de correo, en ese entonces, y como yo ya no trabajaba, era su beneficiara en la EPS Sura. Pero, poco después de su matrimonio, decidió renunciar al trabajo y buscar un mejor empleo. Para el 7 de diciembre, Wendy ya estaba sin trabajo y como yo era su beneficiaria, dejé de serlo, cuando ella dejó de trabajar. Esto fue una complicación más. El 13 de febrero del 2016, visité, con urgencia, el hospital de Metrosalud del barrio París, lo que no sabía es
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que mi visita a ese lugar se alargaría por un tiempo. Mis síntomas habían empeorado; me había desmayado con frecuencia durante dos días, me dolía el pecho, estaba más delgada… Estaba sufriendo de anemia crónica. Tenía que hacerme más exámenes, porque aún no había un diagnóstico exacto, para mi estado de salud. Pero al llegar al hospital, no pudieron atenderme, porque no aparecí en el régimen subsidiado, aparecía aún como beneficiaria en la EPS Sura. Sin embargo, por mi estado de salud, me atendieron. Para entonces, mi puntaje en el Sisbén no alcanzaba para obtener sus servicios y no tenía EPS, aunque aparecía como beneficiaria en la EPS Sura, sin saber por qué. En el hospital de Metrosalud nos proporcionaron una trabajadora social, para tratar el tema y solucionarlo. Resulta que la EPS Sura nunca nos retiró del sistema, solo nos congeló, por ello, no podía acceder al régimen subsidiado. Debido a ello, estuve unos dos meses sin EPS y sin Sisbén. Wendy, mi hija, pidió la carta de retiro de la EPS, para así poder hacer parte del régimen subsidiado y ser atendida. Mi hija, perdiendo la paciencia, al ver que no eran autorizadas mis órdenes y no me trataban, hizo un derecho de petición, con el fin de que nos dieran respuesta a las autorizaciones, exámenes o tratamientos que necesitaba. Una falla más del sistema. La respuesta para dicha petición fue que me faltaban tres puntos para acceder al régimen subsidiado y que sí me habían dado respuesta para las autorizaciones y esta era que, “aún no estaban aprobadas”. Buscando soluciones para mi situación, Wendy también fue a la Secretaría de Salud de Bello. Allá nos proporcionaron una solución, para nuestro inconveniente con el régimen subsidiado y fue que nosotros cubriéramos el 30 por ciento de los gastos. Pero esto tampoco fue solución, pues al no tener
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empleo, ni el 30 por ciento, fuimos capaces de cubrir. Yo ya no tenía EPS, Wendy estaba sin trabajo, mi hijo menor había acabado de graduarse y yo, en un hospital. Tras muchos exámenes de sangre y de orina, al parecer, estaba sufriendo de insuficiencia renal; es decir, mis riñones ya no funcionaban al ciento por ciento. Los hospitales y clínicas se dividen por niveles, uno, dos, tres…, esto de acuerdo con el nivel de complejidad, o sea, la capacidad que tiene cada uno de ellos para los tratamientos y la atención de pacientes según su estado. Yo estaba en un hospital nivel 2 y, para el tratamiento de mi enfermedad, necesitaba, mínimo, un hospital de nivel 3. El 14 de febrero, en la madrugada, me trasladaron a la Unidad Hospitalaria de Manrique, La Piloto, donde me realizaron más exámenes, pero, sin ningún tratamiento para mi enfermedad. Allí me quedé diez días. El 24 de febrero, me llevaron al hospital Pablo Tobón Uribe, donde tuve la primera cita con el nefrólogo. Él mandó una ecografía y más exámenes de sangre y de orina, para definir mi estado de salud. Sin embargo, al volver al hospital de Manrique, donde estaba hospitalizada, no me hicieron ninguno de los exámenes solicitados por el nefrólogo, ni siquiera la ecografía, ¿por qué? Según ellos, porque los exámenes no estaban autorizados por ninguna EPS, aun cuando el nefrólogo especificó que yo era una paciente prioritaria y que debía verme de nuevo una semana después. Pero, al día siguiente, el 25, me dieron de alta. Volví a mi casa, con mis hijos y con una nueva compañía, mi enfermedad. Apenas, para el primero de marzo aparecí en el régimen subsidiado. Mientras estaba hospitalizada, Wendy fue la encargada de intentar gestionar los exámenes y autorizaciones. Mi hija pasaba haciendo fila, entre cinco y siete horas, para no perder el turno, en Savia Salud, la EPS que nos
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Pero el 5 de abril, me cancelaron la cita para la ecografía, porque la IPS, donde me debían atender había cancelado el convenio con la EPS Savia Salud. De nuevo, tenía que empezar el proceso y esperar. cubría el Sisbén. ¿Qué podía hacer yo hospitalizada? Ella solo podía ir, entregar las órdenes y esperar. La EPS tenía un tiempo estimado de 45 días, para que cada orden estuviera lista. En marzo, Wendy comenzó a trabajar. A partir de ahí, yo me encargué de mis exámenes y mis órdenes, con medicación para tratar la anemia, que aún tenía y seguí esperando. Con el Sisbén, pude hacerme los exámenes de sangre y de orina. Y me autorizaron la ecografía, pero debí seguir esperando la autorización de la cita con el nefrólogo. Pero el 5 de abril, me cancelaron la cita para la ecografía, porque la IPS, donde me debían atender había cancelado el convenio con la EPS Savia Salud. De nuevo, tenía que empezar el proceso y esperar. La cita que tenía con el nefrólogo, como paciente prioritaria, se tardó unos cuatro meses y la ecografía la tuvimos que hacer de manera particular, costó 45 mil pesos; aún no se había autorizado la orden y el examen se necesitaba para la cita. ¡Cómo siempre!, la respues-
ta del nefrólogo no fue muy alentadora, lo mismo que me habían dicho, desde hacía unos cinco meses y es que necesitaba diálisis. Mis riñones ya no filtraban mi sangre, ya no eliminaba las toxinas o el exceso de agua, mi cuerpo estaba intoxicado y mis riñones ya no podían desintoxicarlo. Me costaba respirar, ya mi cuerpo no producía la vitamina D ni el calcio que necesitaba, y mi queratina estaba en 5, lo que quería decir que mis riñones estaban funcionando al veinte por ciento (20 %). Aquí estoy, después de un año y medio, más delgada y cansada, a la espera de una autorización para una diálisis, mientras mis riñones disminuyen su funcionalidad cada vez más y con más rapidez. Ya estoy en la lista de espera de un trasplante, la anemia no para, sobrevivo, que no es lo mismo que vivir. No sé por qué mis riñones dejaron de funcionar, no sé cuánto tiempo más voy a estar así, me asusta la diálisis, ya no tengo calidad de vida, solo tengo 42 años. Solo me queda esperar.
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El talento de la gente en la Comuna 13
15 AÑOS RESISTIENDO A LA VIOLENCIA Ana Isabel Loaiza Ramírez / Lina Viviana Castañeda Tabares / Valentina Vogt Albisse
La Comuna 13 se hizo célebre por la operación militar más grande que se haya visto en un territorio urbano, en la historia del país. Con el tiempo, los líderes, organizaciones comunitarias y grupos culturales de la zona aprovecharon las notables transformaciones urbanísticas del territorio, para proyectar una nueva vocación, en la que el arte y la cultura transmiten al mundo, el espíritu de estos barrios; la verdadera vocación, podría decirse, porque tres lustros después de la peor violencia armada, permanece vigente y activa, a pesar de que hay amenazas y dolores latentes. En el cubrimiento especial que los medios universitarios de Medellín hacemos, a propósito de los 15 años de la Operación Orión, ofrecemos un recorrido por las facetas de la cultura, que mueve la vida y la memoria de estos barrios. Del 6 al 16 de octubre, corporaciones y colectivos de arte se congregaron en la Comuna 13, para conmemorar los 15 años de la Operación Orión y para alzar sus voces y decir: “Orión nunca más”. El lunes 16 de octubre, como parte de la programación, los integrantes de Casa Kolacho ofrecieron un recorrido por su memoria: por las calles de una comuna que se resiste a olvidar y que hace arte como una forma de exorcizar el dolor. El recorrido inició en la parte posterior del parque Biblioteca de San Javier, mientras el sol mordía el asfalto y fatigaba a los asistentes, que buscaban sombra en los árboles y en los aleros de la construcción. Ciro, un hombre corpulento y de baja estatura, les dio la bienvenida a los presentes, diciéndoles que, “los territorios hay que transformarlos a través del quehacer de la gente”. Ciro continuó con la historia de la Comuna 13, que es la misma de los barrios de formación ilegal en Medellín: “En los años 40 se empiezan a formar los primeros barrios ilegales, con desplazados del Urabá antioqueño y del Chocó. San Javier es uno de esos, por eso, hay tanta población afro descendiente”. Después, narró los 80 años en los que el Estado empezó a ponerle más atención a dichos sectores y los incluyó
en sus planes de formalización, llevando a las laderas los servicios públicos. El guía frenó de golpe y los invitó a subir a dos vans, que los llevarían, apretujados; hacia el Santuario, donde descansan los restos de la Madre Laura; hacia Culturizzarte; hacia el Grafitour, por las calles del barrio Las Independencias; y, finalmente, al cementerio, donde el colectivo Agroarte y Mujeres Caminando por la Verdad sembraban plantas con los nombres de sus seres queridos, que habían sido asesinados o desaparecidos. En medio del hip hop, el tráfico y los pregoneros, allá en la Comuna 13, se ubicaba un sitio silencioso; un santuario rodeado de palmeras y con bancas, casi inhabitadas, resguardaba los restos de Laura Montoya Upegui. La Santa Madre Laura, fallecida el 21 de octubre de 1949 en San Javier, fundó la Congregación de Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena. Más allá de que la Madre Laura hubiera comprado un terreno en este sector, una de las monjas lauritas explicó, que la labor en la Comuna 13 es propia de su pensamiento, porque ella siempre quiso ayudar a los pobres entre los más pobres. En este lugar han trabajado para difundir un mensaje de
El grafiti y otras expresiones de arte callejero se han convertido en atractivo turístico de la Comuna 13. Foto: Ana Isabel Loaiza.
La intervención artística de las fachadas en muchas viviendas es parte de los rasgos que describen la dinámica actual de la Comuna 13 en torno al arte. Foto: Ana Isabel Loaiza Ramírez.
congregación y esperanza, teniendo en cuenta las situaciones violentas en las que se encuentra inmersa la zona.
Recordar y transformar el dolor en arte “¿Acaso tienen barreras los cielos? ¿O nació con murallas la tierra? No más alambres de púas, el alma jamás se encierra”, se leía esa tarde en la entrada de la Corporación Talentos Culturizzarte. Al letrero, lo acompañaban otros caballetes con dibujos en blanco y negro, que ilustraban ojos llorosos, botas militares y antiguas calles del barrio. También allí se encontraba un joven que, con sus dedos, tocaba aquellas teclas blancas y negras, mientras que cantaba una composición inédita, dedicada a las víctimas de Orión: “Esas manos ya no tejen, esas manos ya no están, las sacaron de su casa. Dime quién se las llevó, solo queda su recuerdo, ese que causó tanto dolor”. Tal melodía acompañaba perfectamente el fragmento del poema expuesto en la entrada, escrito por Mau-
ricio Cortez, fundador de Culturizzarte. A su vez, el poema hacía parte de una exposición de esculturas elaboradas en alambre de púas, las cuales estaban al interior de la casa. Cuerpos humanos e instrumentos musicales construidos en alambre evocaban las líneas del texto Límite a los límites. Es que esta organización, ubicada en el barrio Belencito, convirtió una vivienda en galería y escuela de arte. Incluso, se apropiaron de la zona pública, porque estaba convertida en basurero y la intervinieron, a pesar de las reacciones negativas de los vecinos. Ahora es posible encontrar sanitarios pintados y con plantas en su interior, además de una escultura de un ave, que Mauricio Cortez, cofundador de la corporación, quiso construir en honor a las víctimas de la Operación Orión, en un intento por transformar el dolor en arte. En la conmemoración de dichos actos, Martha Lucía Medina, cofundadora de Culturizzarte, explicó que su propósito es darles nuevas posibilidades a los jóvenes del sector, impulsar la creatividad y abordar temas como memoria, emprendimiento y derechos humanos. Medina, habitante de la Co-
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muna 13, representa la voz de muchos, al afirmar que, “no nos avergonzamos, amamos nuestro territorio y le debemos la vida. De aquí no nos sacan”. Sin olvidar lo sucedido, pero reconociendo el poder transformador del arte y del trabajo en comunidad, Martha Lucía motivó a los visitantes a gritar: “Orión Nunca Más”. Una frase que no solo fue repetida al unísono, sino, que también, se leía en los carteles de la entrada de la corporación y en diferentes muros del barrio. Es una población que recuerda para no repetir. Haciendo un llamado, del mismo modo, que el poema de Cortez, al invocar: “¡Oh! Libertad interfirieras, y a librarnos acudieras, que no nos sigan matando… por otras tierras pisar”.
Recuerdos reconstruidos a color El Grafitour del 16 de octubre fue un recorrido especial y es que se juntaban quienes vivieron la violencia en el sector y quienes, desde lejos, visitaban el lugar para ver cómo la habían vencido. Subiendo y bajando por las esquinas, los guías de Casa Kolacho narraban historias de lo que sucedió, durante aquella ola de violencia, hace 15 años. Los mensajes que compartían eran de superación, pero estaban cargados de datos históricos, que explicaban por qué la zona ha sido tan violenta. San Javier está en la ruta hacia el Urabá antioqueño, el puerto donde encuentra un escape la droga, que se comercializa en el barrio y en otros sectores de la ciudad. Su ubicación es estratégica, lo que explica, en parte, los problemas del narcotráfico y crimen organizado, que han caracterizado a la Comuna. Pero, a pesar de eso, durante el recorrido, fueron frecuentes las frases como: “En la 13, la violencia no nos vence”, porque sus habitantes se aferraron a la idea de que tenían que resistir a las secuelas de una guerra, que no dejó a nadie indiferente. Así lo evidenciaban las paredes coloridas, las ventanas abiertas, el vallenato retumbando entre el ladrillo. Ciro y “el Zorro”, los guías, caminaban con la frente en alto, contando anécdotas que se mezclaban con historias crudas de un pasado aterrador. Y, en medio del recorrido, se acercaban niños a pedir monedas,
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entonces, la realidad de la falta de oportunidades se hacía presente. Adelante, abría camino “la Madonna”, una mujer de 65 años, con camisa escotada y de tatuaje de león en el brazo. Su apodo le hace honor a su personalidad artística, ella canta, baila y organiza fiestas para niños en el barrio. Vive en San Javier hace 47 años, desde que se casó, “muy bien casada” y su pasado también está marcado por Orión, pues le mataron dos hermanos. Después de lidiar con la muerte, recuerda esos primeros convites para organizar el barrio, donde hacían sancochos y bailaban. De repente, “la Madonna” soltó una frase que dejó un silencio profundo, cuando le preguntaron por la situación actual del sector: “Estamos limpiando el barrio, porque, ʻel que nada, debe nada temeʼ”. La misma contradicción se encontraba en un puesto de souvenirs, donde, en medio de camisetas de la Comuna 13, se exponían otras con fotos de Pablo Escobar. El comercio ha resurgido a partir del turismo del barrio, todos los letreros son bilingües, los puestos de frutas y obleas se llenan, la gente ha encontrado posibilidades de negocio. Y, alrededor del turismo, los grafitis llenan el barrio de color, mostrando recuerdos dolorosos pintados en tonalidades estridentes, para poder resistirlos. Delante de cada uno, el grupo se detenía a escuchar la historia que había inspirado el dibujo. Y atravesados por el arte, los observadores se maravillaban con la capacidad de resurgir.
Una planta, una historia Frente al colegio Benedikta Zur Nieden había música, ventas y gente que le daba las gracias al cielo oscurecido y al viento que circulaba, que era el que los hacía tomar fuerzas, para continuar la jornada de conmemoraciones. Ciro y “el Zorro” se despidieron de los asistentes al recorrido y los dejaron frente a una vasta oferta cultural. En una mesa alargada, dos mujeres del colectivo de Agroarte entregaban recipientes de plástico blanco, pintura, pinceles, tierra y plantas, para que las personas contaran, a través de este acto, la historia de sus seres queridos asesinados o desaparecidos o para que se manifestaran en contra de la violencia, que ha vuelto a surgir en la ciudad.
Se acercaron familias con niños pequeños y jóvenes de vestimentas coloridas, personas que tomaban el recipiente y dibujaban, plasmaban nombres o, simplemente, escribían la palabra PAZ. También se acercaron mujeres mayores, algunas con camisetas blancas y, casi todas, con las fotografías de sus hijos, hermanos, padres o esposos asesinados o desaparecidos, durante las 21 operaciones militares, que se llevaron a cabo entre el año 2001 y 2002 o, en años posteriores, colgados del cuello. Ellas hacen parte del colectivo Mujeres Caminando por la Verdad, un grupo que, según reza en su página oficial, adelanta procesos de formación política, empoderamiento de la comunidad y atención psicosocial, a las mujeres que han sido víctimas del conflicto, reconociéndolas como, “sujetos políticos en busca de la verdad, la justicia, la reparación integral y las garantías de no repetición”. Luz Marina Hurtado Zuluaga es una de ellas, una mujer que lleva más de 40 años viviendo en San Javier La Loma y que, hace 14 años, perdió a uno de sus hijos menores, César Augusto Álvarez Hurtado, a manos de actores violentos, aún no identificados. Ella conoció a Mujeres Caminando por la Verdad 12 años atrás, gracias a una religiosa de las Misioneras de la Madre Laura. Ese 16 de octubre, Luz Marina caminaba entre los recipientes, en busca de su matera. Para reconocerla,
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le pintó el nombre de su hijo, la fecha de su muerte y la cancha en la que lo mataron. “Yo la dejé por aquí, cuando la pinté”, dijo, mientras se agachaba para leer los nombres de otras materas. Cuando la encontró, sus ojos se llenaron de lágrimas. Unas jóvenes se acercaron y le ofrecieron su ayuda, para echar las paladas de tierra y plantar la pequeña planta. Ella asintió, dio las gracias y observó la laboriosidad de quienes la ayudaban. Esa planta es su memoria, una historia cegada, que ahora tendrá raíces en la tierra, que adornará con su belleza y con su significado, la reja del cementerio de San Javier. Los 15 años de la Operación Orión se sintieron en la Comuna 13 y así lo evidenció el recorrido por sus distintos sectores. El recuerdo de quienes ya no están, se hizo más fuerte que nunca en cada rincón del barrio, mientras que sus habitantes conmemoraron lo sucedido con resiliencia. Hasta los más pequeños, quienes padecieron la misma realidad, a través de historias o vacíos familiares, parecían conscientes de la importancia de la no repetición. En la celebración hubo espacio para reír, llorar, encontrarse, cuestionar lo sucedido y emocionarse. Y, aunque todavía quedan manifestaciones de esa violencia por resolver, el mensaje de San Javier es esperanzador. Se puede vencer la guerra con más amor, más música, más arte, más entereza...
ADEMÁS, EN NUESTRA WEB Encuentre los testimonios de los protagonistas de distintas experiencias que, mediante el arte y la cultura, preservan la memoria y exaltan la vida de la Comuna 13: “Hay que aceptar la diferencia y llegar al otro, eso es la resiliencia” (Manuel Carrasquilla, “el Zorro”, miembro de Casa Kolacho). “Ya contamos con un laboratorio y 20 jóvenes que se encargan de recuperar y rememorar ciertas fechas, que son importantes para la comunidad o para verlas desde el contexto histórico” (Laura Cardona, la profesora que busca hacer memoria). “Hace 12 años conocí a una monja que me habló del movimiento Mujeres Caminando por la Verdad. Me acerqué a otras mujeres que han sufrido como yo y encontré un consuelo… (Luz Marina Hurtado, madre de joven asesinado en la Comuna 13). Visite la sección Especiales en: periodicocontexto.wix.com/contexto
CUBRIMIENTO ESPECIAL DE LA RED COLOMBIANA DE #PERIODISMOUNIVERSITARIO
Muchos de los elementos que hoy atraen visitantes a la Comuna 13 están en la vida cotidiana de los vecinos del sector. Foto: Ana Isabel Loaiza.
Contexto, el Sistema De la Urbe, Nexos, Bitácora y Sextante, medios que integran el capítulo Antioquia de la Red Colombiana de Periodismo Universitario, ofrecen un cubrimiento especial, a propósito de los 15 años de la Operación Orión. Además, lea, escuche y vea: http://delaurbe.udea.edu.co/ http://bitacoraeafit.com/ http://www.funlam.edu.co/sextante/
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CONTEXTO No. 62
Una nueva iniciativa de reforma
¿JUSTICIA DEFINITIVA? Juliana Restrepo Zuleta / juliana.restrepozu@upb.edu.co
El poder público del Estado se divide en tres grandes poderes: el legislativo, que se encarga de hacer las leyes; el poder ejecutivo, que se ocupa de hacer cumplir las leyes; y el poder judicial, que es el encargado de hacer justicia, por medio de los jueces. Lo anterior es una frase que se escucha desde quinto de primaria, en las aulas de clase de Colombia, pero, en realidad, ¿qué quiere decir? ¿Qué es justicia? ¿Qué importancia tiene la justicia para un país como Colombia? ¿Qué significa una reforma a la Administración de esta? En los últimos días, ha rondado por los pasillos del Parlamento la frase: “¡Propuesta de reforma a la justicia!”. Palabras que, durante casi 14 años, dan terror en el Congreso e, incluso, a toda la población colombiana, pues, aproximadamente, desde el año 2003 se han presentado diferentes proyectos de reforma, para ser más precisos, 10, de los cuales, solo uno ha sido aprobado por el Congreso de la República y fue en el año 2014, como lo constata la Gaceta Oficial del Congreso: De los 46 proyectos de acto legislativo presentados en los últimos 20 años, 36 han sido de autoría congresional (78 %), 8 de autoría gubernamental (18 %) y dos de las altas cortes (4 %). Del total de los proyectos, solo tres de autoría gubernamental y uno de autoría congresional se han convertido en actos legislativos y solo uno de ellos, el Proyecto de Acto Legislativo 18 de 2014 –Equilibrio de poderes–, planteó una reforma, en cuanto a los requisitos para la elección y juzgamiento de los magistrados. A ello se suma que una de estas intentonas, que tuvo lugar en 2012, fue motivo de gran controversia, pues, incluía “micos” dentro del proyecto, a los que el mismo Parlamento les quiso dar
de comer bananos, pues fue aprobado y ante la todavía célebre reacción reflejada en las redes sociales con la etiqueta #SeMuevelaContrareforma, fue objetado por la Presidencia, por inconstitucionalidad e inconveniencia, apenas, horas después de la aprobación, durante las cuales fue blanco de diferentes discusiones y denuncias, por parte de los medios de comunicación y la sociedad. Nuevamente, aparece, entonces, una nueva propuesta de reforma a la Administración de Justicia colombiana, con el nombre de Proyecto de Ley 98 de 2017, que pone de nuevo al Congreso de la República a deliberar si es conveniente, adecuada y constitucional, o no lo es.
Una nueva iniciativa de reforma Es claro que el país necesita una justicia que sea eficaz, pero, especialmente, que sea eficiente, sin dejar a un lado la calidad. Específicamente, porque, como se ha visto en los últimos meses, la justicia en Colombia sufre de una crisis reflejada en el aumento de la población carcelaria, que además vive en condiciones indignas, además de los problemas de corrupción, que han llegado, incluso, a las altas cortes, así, como también, el increíble índice de congestión en los juzgados. Un claro ejemplo, es la situación de las cárceles, que como lo afirma el Inpec en su informe estadístico de 2015: La población carcelaria y penitenciaria a cargo del Inpec, supera la capacidad de los Establecimientos de Reclusión de Orden Nacional, debido al constante crecimiento en el número de reclusos. Al finalizar el mes de enero, el Instituto presentó una sobrepoblación de 38 886 personas, que corresponde a una oferta de 77 874 cupos y una demanda de 116 760 internos. Estos factores, junto a la corrupción de los servidores públicos, específicamente, de las cortes, reflejan la necesidad de mejorar la justicia a través de diferentes mecanismos, especialmente, la elección de los funcionarios de la Corte Constitucional, Corte Suprema de Justicia y Consejo de Estado. Así como implementar mayor número de jueces y juzgados.
En los últimos días, ha rondado por los pasillos del Parlamento la frase: “¡Propuesta de reforma a la justicia!”. Palabras que, durante casi 14 años, dan terror en el Congreso e, incluso, a toda la población colombiana, pues, aproximadamente, desde el año 2003 se han presentado diferentes proyectos de reforma, para ser más precisos, 10.
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Es en dicho contexto, que se presenta una nueva iniciativa de proyecto de reforma a la Administración de Justicia, el 22 de agosto de 2017, y que, hoy se encuentra en la Comisión Primera del Senado. “Por medio del cual se convoca a una Asamblea Nacional Constituyente en los términos del artículo 376 de la Constitución Política, para efectuar una reforma integral y estructural a la justicia”, así lo afirma la Gaceta del Congreso.
De lo que trata la reforma El proyecto de Ley 98 de 2017 o la nueva reforma a la justicia consta de varios puntos importantes, dentro de los cuales se encuentran: • Busca garantizar el acceso a la justicia, por medio de la acción de tutela, con el fin de asegurar la celeridad de los procesos y el derecho de la tutela judicial efectiva. • En la acción de tutela se busca instaurar diferentes cambios, entre uno de estos, se pretende crear más jueces y magistrados, que se especialicen en resolver tutelas. Así mismo, los jueces deberán evaluar sus decisiones, para garantizar que las sentencias sean respetuosas de los derechos fundamentales, si no es así, el fallo no tendrá validez. • Se pretende acabar con el Consejo Superior de la Judicatura. En su reemplazo habrá un Tribunal Disciplinario de nueve magistrados y una Junta de Gestión de la Administración Judicial. Esto con el fin de asumir las diferentes investigaciones disciplinarias de magistrados, abogados y fiscal general de la Nación.
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• Se propone prohibir la reelección de las autoridades de los órganos de control y la erradicación de las funciones electorales de las altas cortes. • En cuanto a la elección de altos cargos de órganos de control y del fiscal general, el proyecto plantea algunos cambios. En el caso del fiscal general, este será designado por el presidente de la República, de una lista de seis candidatos postulados por la Corte Suprema de Justicia. El procurador será elegido por el Senado, de una terna enviada por el presidente de la República y la postulación y elección del contralor, pasa a ser competencia de la Cámara de Representantes. • Para la elección de los magistrados se requerirá como mínimo 20 años de experiencia y se aumentará la edad de retiro a los 70 años. Además, estos serán elegidos por medio de concurso público de méritos. • Se establecerá la Comisión de Aforados Constitucionales en la Cámara de Representantes, integrado por abogados especializados en el área penal y se encargarán de conocer las acusaciones penales contra el presidente, el fiscal y los magistrados de las altas cortes. Con dicha propuesta se pretende, entonces, que se apruebe la convocatoria a una Asamblea Constituyente a través de un referendo, por medio del cual, los colombianos decidirán si es conveniente o no convocar a la Asamblea Constituyente, para que esta haga una reforma a la Administración Justicia, de acuerdo a dicho proyecto. Considero que dicho proyecto se podría llevar a cabo por medio de acto legislativo, debido a que no se tocan cláusulas pétreas de la Constitución, es decir,
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no se modifican asuntos bases de la Carta Magna, en cuanto al cambiarlas, no se modificaría la esencia de la misma. Aunque hay muchas opiniones y posiciones, pero por medio de un referendo es mucho más complicado reformar la Constitución por la complejidad de la pregunta y por el número de votos requeridos para el mismo, al igual que la Asamblea Nacional Constituyente, entendiendo que nos encontramos en un país que no participa mucho, aseguró Juan Esteban Escobar, exconcejal de Medellín.
Diferencias con otras reformas En los últimos seis años, se ha tratado de reformar en tres ocasiones la Administración de Justicia por parte del Gobierno y de diferentes parlamentarios. Lo cual no ha sido del todo posible, debido a los diferentes escándalos y contradicciones, que han tenido dichos proyectos y que, incluso, han sido objetados por el mismo Gobierno Nacional. De los tres proyectos de reforma, solo uno ha pasado: el Proyecto de Acto Legislativo 18 de 2014 o mejor conocido como: El equilibrio de poderes, pero no fue aprobado en su totalidad. El primero de ellos fue el Proyecto de Acto Legislativo 07, presentado en el año 2011 y conocido por su escándalo de los “micos a la justicia”. El segundo fue el ya mencionado Proyecto de Acto Legislativo 18 de 2014, que buscaba un equilibrio de los poderes del Estado. Por último, se presentó este año el Proyecto de Ley 98. Los tres tienen en común, que han buscado modificar las formas de elección de los magistrados de las altas cortes y han buscado crear una comisión en el Senado con función jurisdiccional, conocedora de acusaciones penales a los magistrados, presidente de la República y fiscal general de la Nación.
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Con dicha propuesta se pretende, entonces, que se apruebe la convocatoria a una Asamblea Constituyente a través de un referendo, por medio del cual, los colombianos decidirán si es conveniente o no convocar a la Asamblea Constituyente. Sin embargo, tienen grandes diferencias, especialmente, por los problemas de inconstitucionalidad e inconveniencia, que se han presentado en los procesos de los años 2011 y 2014. Pero, algo es seguro y es la necesidad de una reforma urgente a la de la Administración de Justicia y más en el contexto de las últimas noticias de corrupción de altos funcionarios de la rama judicial del país, que en gran medida, se deben a la forma de elección de los servidores públicos. Todos los proyectos de reforma que se han tratado de aprobar han sido obstaculizados, ya sea por politiquería o, bien sea, porque son cambios que no les convienen a los altos funcionarios; sin embargo, es claro que todos tres han tocado los mismos puntos, específicamente, las formas de elección de los magistrados de las cortes del poder judicial, pues es claro el alto nivel de corrupción presente en la rama judicial, es por eso que no creo que vaya a ser aprobada, pues incluso se toca un punto muy importante y es el de la Comisión de Aforados, afirmó Escobar.
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Legado de Jesús Mejía
LA GRAN ESCUELA DE LA CULTURA POPULAR Felipe Pérez Saffon / felipe.perez@upb.edu.co
Hablar de cultura en Medellín es un tema difícil. Por un lado, los gestores culturales se quejan de la falta de apoyo que tiene este sector por parte de la Administración Municipal; por otro, los ciudadanos manifiestan el desconocimiento que tienen sobre la oferta cultural de la ciudad; y, desde el otro lado, la Secretaría de Cultura Ciudadana manifiesta que la inversión es alta y que efectivamente se invierten los 71 mil 317 millones 559 mil pesos, presupuestados para este año. Dentro de lo que se considera cultura, encontramos gran parte de las actividades que realizamos día a día y no solo aquello que se encuentra en los teatros o en los museos. Pilar Velilla, curadora de la Galería Naranjo y gerente del centro de Medellín, manifiesta que, “la cultura también es la gastronomía, los cines, la forma de vestir, entre muchas otras cosas, que las personas sustraen de la cultura y la toman como actividades ajenas a esta”. Las múltiples divisiones que tiene la cultura se vuelven otro problema conceptual. Entre ellas, se destaca la separación entre lo que se considera como culto y lo que es considerado popular; lo primero relacionado con las élites y lo segundo, con las tradiciones de las diferentes regiones del país y que, históricamente, han sido relegadas, al punto que muchas de ellas apenas se redescubren y otras quedaron en el olvido: bailes típicos, músicas tradicionales o la vestimenta que se utiliza en ciertos territorios.
jía siempre se caracterizó por su buen sentido del humor y por ser un estudioso incansable de las manifestaciones culturales autóctonas de Colombia y, es por esto, que su vida siempre giró en torno a una lucha constante por visibilizar estas manifestaciones al público en general y rescatarlas de ese olvido en el que se encuentran, por parte de la ciudadanía y del Estado. Es por esta búsqueda incansable que, en 1970, y junto a un grupo de personas también dedicadas a ese fin, de rescatar la cultura popular del olvido en el que se encontraba sumida, funda la Escuela Popular de Arte (EPA). Esta institución nace con el fin de apoyar esos procesos pedagógicos que “Chucho” junto con otras personas, se encontraban realizando para formar a colectivos en el mundo de la danza, el teatro y la música.
conocidos por los títulos que tienen, los artistas también necesitan de estos.
“Chucho” Mejía y la cultura popular
La enseñanza de la cultura popular
Junto a Jesús Mejía, entre los otros fundadores de la EPA, estuvieron: Héctor Abad Gómez, los hermanos Tapia, Óscar Vahos y otros líderes culturales de la ciudad, con el fin de rescatar esas tradiciones culturales, que habían sido rechazadas, pues no eran consideradas como cultas, sino que eran vistas como algo vulgar y popular. La sede de la Escuela Popular de Arte se encontraba, en ese entonces, en un costado de la plaza Zea, en el centro de la ciudad de Medellín. Esta, además de estar enfocada en la danza, la música y el teatro, también se encargó de recopilar y hacer un gran archivo de la cultura popular en Medellín; uno de los grandes legados de Jesús Mejía que, en este momento, se encuentra regado por diferentes partes de la ciudad y, en su mayoría, se encuentra perdido. Durante, los cerca de 30 años que estuvo la EPA abierta, el mayor aporte de esta a la ciudad, y en palabras de Marcos Vega, fue el de capacitar a los artistas, inculcarles ese valor de la disciplina, que no solamente fuera el talento, sino que supieran manejar la técnica, al igual que los conocimientos sobre las actividades que realizaban. Capacitar desde los teatreros hasta los danzarines y artistas plásticos, fue la idea de Jesús con la Escuela Popular de Arte; que a los artistas se les viera como personas serias, porque en una sociedad en la que los sujetos son re-
El fin de la Escuela Popular de Artes
Jesús Mejía Ossa, conocido por sus amigos como “Chucho” Mejía, nació el 2 de agosto de 1928 en el departamento de Risaralda, hijo de un artesano de Fredonia y una campesina de Caramanta, ambos antioqueños. Desde pequeño, “Chucho” se vio influenciado por las ideas de su padre, quien, además de artesano, era liberal y socialista; de sus hermanas, tenía una que, además de artista, se dedicaba a la pedagogía. Llegó a Medellín después de ganarse una beca por parte de la Aerocivil, como lector de coordenadas para los aviones que, en ese momento aterrizaban en la ciudad. Con el paso del tiempo, Jesús, fiel a sus convicciones, crea lo que sería el primer sindicato de Antioquia en esa entidad y, por esta razón, tiene que abandonar su puesto. Posteriormente, comienza a trabajar en el SENA como profesor de cultura, donde, además de crear otro sindicato, entra en contacto con un grupo importante de artistas de esta entidad de la que fue removido, pues siempre se le consideró como una persona molesta al buscar la reivindicación de los derechos de los trabajadores. Para las personas que lo conocieron como Marcos Vega, docente de la Universidad Católica Luis Amigó y director del Festival del Porro, Jesús Me-
Varios grupos artísticos reconocidos hoy en la escena artística de Medellín, tienen raíces en la Escuela Popular de Arte, promovida por Jesús Mejía Ossa. Foto: Cortesía familia Mejía Ossa.
Hacia finales de los 80 y principios de los 90, la Escuela Popular de Arte era ya una entidad reconocida en el medio de la cultura popular de la ciudad y, cada vez, se volvía más grande, en cuanto número de personas y colectivos, que se encontraban siendo cualificados por diferentes profesores en la institución. Este crecimiento desbordado de grupos de artistas que pertenecían a la EPA y ciertas diferencias en cuanto al tema del folclor, comenzaron a crear ciertos roces entre los miembros fundadores que acabaron, en muchos casos, dividiéndose y formando sus propias escuelas, como es el caso de los teatreros que deciden salir de la Escuela Popular y unirse a un espacio que el Teatro Pablo Tobón Uribe les brindó. Posteriormente, la Escuela, impulsada por ciertos sectores que opinaban que no era suficiente la labor que se estaba realizando con los artistas, dijo que había que profesionalizarlos y toma la decisión de realizar un convenio con una de las universidades de la ciudad y, entonces, comienzan a expulsar a ciertos grupos que habían nacido dentro de la EPA; en este momento, salen de la Escuela: Jesús, Óscar Vahos y otros más, por ser considerados como grupos externos a la entidad, pero que ocupaban sus espacios. Poco a poco, la EPA va siendo desmantelada, a medida que van expulsando más grupos y las pugnas internas
entre los miembros que quedaban, hicieron que otras personas salieran de esta, en el afán por profesionalizar a los artistas; hasta que a mediados de la época de los 90, la Escuela Popular de Arte desaparece de forma definitiva.
El legado de la EPA
Luego de la desaparición de la Escuela Popular de Arte, muchos de los personajes que allí se encontraban, al igual que los colectivos que habían sido expulsados en determinado momento, siguieron con la labor de Jesús Mejía, pero ya enfocados en determinadas actividades culturales. Entre estos grupos se destaca el colectivo Canchimalos. Canchimalos nace en 1976, dentro de la EPA, como un grupo para apoyar musicalmente a la escuela en sus diferentes actividades, luego de ciertos procesos de reestructuración de esta, el colectivo debe abandonar la entidad y aparece formalmente como la Corporación Cultural Canchimalos, que se dedica, sobre todo, a las danzas populares del país y el departamento, pero, del mismo modo, continúa, en cierta medida, con el legado de Jesús Mejía y Óscar Vahos, de crear un gran centro de documentación de la cultura popular, no solo en Antioquia, sino también, en Colombia. Pero el principal aporte de la Escuela Popular de Arte para Medellín, es que se encargó de visibilizar la cultura popular, de hacer que más personas en la ciudad se interesaran por esta, así, como también, la Administración Municipal, que hizo entender a los artistas, que no solamente se trata de a hacer, sino de saber qué hay detrás de lo que se hace.
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UN HIJO DE LAS NUBES VIVIENDO BAJO TECHO Alejandra Ceballos López / alejandra.ceballosc@upb.edu.co
Brahim Al Jalil es un saharaui de 22 años, hace 13, vive en Sevilla, pero su corazón pertenece a la tierra donde se divisa el horizonte sin interrupción. Perfil que retrata los avatares del pueblo originario del Sahara Occidental, hecho por la autora, durante un semestre de intercambio en Sevilla, España. Hace 14 años, un niño moreno de ocho años, que no pronunciaba palabra de español, desembarcó en una tierra exótica, llena de frutas, carros y mucho verde, en un “parque de atracciones” llamado España. Montado en un auto, a una velocidad, para él, muy insensata, el pequeño Brahim Al Jalil, mejor conocido como “Jalili”, llegó a San Fernando, una ciudad de Cádiz, listo para vivir sus “vacaciones en paz”. Un año después, en verano, sería enviado desde el Sahara Occidental, su tierra natal, hasta España y tardaría ocho años en volver a ese desierto despiadado, que él supo convertir en su propio paraíso. Hoy, en las calles de Sevilla, un Jalil, ya no tan chico, de 22 años y con un metro noventa y cuatro centímetros de estatura, desafía el frío, con un delgado suéter azul, mientras los locales combaten las temperaturas con chaquetas y abrigos. Paga una cerveza y de su billetera, saca una piedra traslúcida tallada y en forma de rombo. “¿Sabes lo que es?”, pregunta y sin esperar, responde que es una flecha saharaui prehistórica. Se la ha regalado su mejor amigo, para que lo “guíe”. Se sienta, enciende su cigarrillo y mientras mueve sus piernas frenéticamente, como si estuviera nervioso, comienza a hablar. De pequeño, un “Jalili” con hambre, pero muy gordito, según él, se despertaba a las seis de la mañana a rezar, desayunaba té con tostadas y aceite en verano o té caliente con leche en invierno y luego se iba a estudiar. Su abuela, quien lo crio, recibía a los niños de la daira (división territorial, que se asimila a nuestros municipios) y les enseñaba el Corán, en una tabla de madera que pintaba con tinta a base de carbón y aceite de oliva. Meciéndose, como aún lo hace hoy, Jalil repetía los versos y los memorizaba. Luego, iba al colegio y al volver a casa, a las dos de la tarde, tenía el resto del día para correr con sus amigos, libre, sin adultos, sin paredes, sin pantalones ni zapatos. En España, en cambio, aunque el agua del grifo y la piscina estaban bien, los pantalones incómodos y los zapatos estrechos no se adaptaban a su piel gruesa y endurecida, por las temperaturas extremas. El pequeño Jalil luchaba por aprender a vivir es ese parque de diversiones, mientras trataba con todas sus fuerzas de conservar esos recuerdos de una niñez libre, que cada vez parecía más un sueño y menos una realidad.
En medio del debate migratorio, jóvenes españoles y migrantes marchan por las calles de Madrid. La bandera saharaui ondea por la Gran Vía. Foto: Natalia Tamayo Gaviria.
Es como si te quitaran tu infancia, te llevaran a un sitio desconocido y te cortaran el contacto con cualquiera que pudiera confirmarte que, aquello que habías vivido, era real. Empiezas a confundirte, ya no sabes qué fue un sueño y qué no. Tuvo que esperar a trabajar, para volver al Sahara. Tenía 17 años, y a las cuatro de la mañana llegó a un abrazo infinito y lleno de lágrimas, con el que lo esperaba su madre en el Aaiun. Ocho años tuvo que esperar para que su tía le confirmara que el sueño, en el que jugaba con un carrito y su abuelo lo acompañaba, no existió, solo en su imaginación. Ocho años para volver a estar en los brazos de esa profesora respetada del pueblo, esa madre, que estuvo dispuesta a enviar a su hijo a una España lejana, para asegurarle un futuro mejor, así la abuela, jefa de la familia; y él, un niño en busca de su libertad, no quisieran eso. Hoy, estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública, reconoce que, aunque el horizonte dejara de ser parte de su paisaje diario, tal vez España, llena de paredes y gente estresada, sí era lo mejor para él. Yo siempre he sido del Sahara, nunca he tenido ningún tipo de duda, de hecho, ni siquiera quería volver a España la segunda vez. Pero un niño no sabe lo que le conviene. Ahora no sé si fue mejor o peor, pero, al menos, estudié. Ese es el peor problema de los campamentos, no es el hambre, es la falta de perspectiva, que no hay un futuro.
El Sahara Los contrastes de una tierra que conoció en un viaje de vacaciones, despertaron en “Jalili” el amor por su herencia saharaui. Foto: Cortesía.
En 1975, más de 300 000 marroquís recorrieron alrededor de 3 000 kilómetros, en una marcha “pacífica”, que buscaba reclamar los territorios del Sahara Occidental
para el país moro. España que, hasta entonces, conservaba el territorio como una colonia, abandonó al pueblo saharaui ante la imposibilidad de atacar “civiles”. El Frente Polisario, movimiento armado de liberación saharaui, con ayuda de Argelia y la Unión Soviética combatieron a los marroquíes durante 16 años, en los que recuperaron el 25 % del territorio ocupado. Pero, en 1991, con la promesa de un referéndum, que les permitiera proclamar su soberanía e independencia, el Frente Polisario accedió a un alto al fuego, el cual les dejaría unas votaciones que, aún hoy, 26 años más tarde, no se realizan. Entre tanto, más de doscientos mil saharauis viven en campamentos de refugiados en medio del desierto, mientras un muro de más de 2 500 kilómetros los separa de sus tierras y dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir. Jalil vivió los primeros años de su vida en esos campamentos.
Tuvo que esperar a trabajar, para volver al Sahara. Tenía 17 años, y a las cuatro de la mañana llegó a un abrazo infinito y lleno de lágrimas, con el que lo esperaba su madre en el Aaiun.
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DESDE LA RAYA
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Septiembre de 2017
Para entender la negativa de la Dimayor
LA FUERZA ALTERNATIVA TENDRÁ QUE LLEGAR DESDE LA BASE Juan Camilo Villa Múnera / jcvilla8@hotmail.com
¿Cuáles son las razones para la negativa de que los excombatientes lleguen al fútbol profesional con un equipo propio? Las respuestas hablan también de las complejidades administrativas, detrás del deporte más popular del país. Voces del balompié colombiano explican y opinan sobre el asunto. La iniciativa planteada por las FARC-EP de participar del Torneo Águila (ascenso) y en la Liga femenina, con el nombre de La Paz FC, se quedó tan solo en eso, tras la negativa de la Dimayor, explicando que la formación de un club es mucho más compleja que la adquisición de la ficha, para poder hacer parte del profesionalismo. Este es una de las alternativas del posconflicto que propuso esta organización, para la reintegración social de sus miembros a través del deporte, debido a que la cultura deportiva ha estado presente allá, donde las botas son el mejor calzado y la pelota no rueda de manera uniforme, pero que les permitió dejar las armas por un rato. El principal impulsor de la iniciativa es el abogado Félix Mora Ortiz, abogado y asesor legal de las FARC, que nutriéndose del conocimiento de exfutbolistas como Bonner Mosquera, Alfonso Cañón y Faustino Asprilla, le dio forma al proyecto que comenzaría a esbozarse en el 2012, en los diálogos de La Habana. El veredicto de la División Mayor del Fútbol Profesional Colombiano fue negativo, sugiriendo que es necesario un proceso en el fútbol aficionado y formativo, antes de llegar a ocupar una de las 16 casillas de la segunda división.
¿Qué se necesita para conformar un equipo profesional? Hablar de un club profesional no es solo hablar de los jugadores y del cuerpo técnico. Para que este pueda existir, debe tener una notable infraestructura y completar un proceso que garantice la permanencia en el largo plazo, pues en un negocio como el deporte, donde la prosperidad económica va ligada con los resultados, hay que fortalecer un respaldo organizacional que cimente a la institución. El precio de la ficha en el ascenso oscila entre los 10 mil y los 20 mil millones de pesos, hay que contar con los salarios que se deben pagar a los 25 jugadores que son permitidos inscribir, más los salarios de todo el personal administrativo y médico, divisiones inferiores, indumentaria, sede de entrenamiento y un estadio para competir. Se estima que el presupuesto anual de un equipo en la B se ubica entre 1 500 y 2 000 millones de pesos, según Julio Roberto Gómez, ex presidente del Deportivo Independiente Medellín.
El estadio Alberto Buitrago Hoyos, ubicado en Florencia, Caquetá, sería el que le abriría las puertas a La Paz FC y sus jugadores serían seleccionados entre sus 7 mil miembros y víctimas, explicó Mora Ortiz, en entrevista con el portal Futbolred.
Reflexiones de un dirigente Julio Roberto Gómez, quien además de presidir el Deportivo Independiente Medellín, gerenció Indeportes Antioquia, como uno principales hitos en la larga trayectoria del el deporte, plantea entre varias reflexiones que, antes de entrar a aprobar o desaprobar el hecho, se debe entender que esto es un instrumento muy fuerte de propaganda política, entonces, ¿cómo regular al momento que los demás partidos políticos quieran incursionar en el fútbol?, se pregunta. “En el ámbito de infraestructura deben ir gradualmente, elaborando primero planes locales de desarrollo humano, hasta llegar a la profesionalización”, dice. Ello no dista mucho de las razones que la Dimayor le dio a las FARC, aunque Gómez reconoce, que el deporte es una gran vía para la reintegración a la sociedad, además de ser un derecho de todos los colombianos, como dicta el artículo 52 de la Constitución Política de 1991. No obstante, el dirigente no ve la propuesta como algo inalcanzable, pero piensa que el proyecto sí debe recorrer
El fútbol era práctica habitual en los frentes de guerra de las FARC-EP. Aquí, combatientes del Frente 34. Foto: FARC.
un largo y arduo camino: “Económicamente, es posible, pero, en la parte de dirigencia, les costaría mucho… Si ya el proceso acabó, ¿por qué se debe ver esto como algo extraordinario? Mucho menos, se les deben dar condiciones especiales”.
Una voz desde la cancha Felipe Jaramillo es jugador de Leones FC, que compite en el Torneo Águila y oficia de local en el municipio de Itagüí. A sus 20 años, este joven futbolista ha visto cómo las FARC han estado en guerra con el Estado y expone que, con el proyecto de un equipo de los excombatientes, cabría la posibilidad de que viviera directamente en su profesión, los cambios que genera el posconflicto.
Si ya se les dio la participación política, no veo ningún problema que tengan un equipo de fútbol… Me parece algo positivo por los jóvenes que puedan aplicar para jugar en ese equipo, sé que muchos de ellos no estaban ahí (como combatientes) por decisión propia. Para Jaramillo, el fútbol debe ser visto como una profesión, igual a todas y el dedicarse a esto es una posibilidad para cualquier persona con condiciones. Felipe dice que ir a jugar a Florencia no sería un obstáculo. Considera que es importante eliminar los prejuicios y no mezclar el fútbol con la política y mucho menos la guerra. “Yo no le pongo misterio a eso, yo simplemente estaría cumpliendo con mi trabajo, aunque no puedo negar que generaría mucha expectativa llegar a estas zonas, conocerlas de cerca, pero de ninguna manera sentiría miedo”.