ISSN 1909-650X
Facultad de Comunicación Social - Periodismo UPB - Medellín, Junio de 2010, No. 24
Los niños
El periodismo cambió la historia en Vietnam pág. 4 Barrio San José del Pinar, otro caso de abandono estatal pág. 10.11
Jorge Andrés Santos Gómez
Vitrina
perdieron el derecho a la inocencia El teatro reflexiona sobre la violencia de los barrios pág. 5 La tristeza de una ciudad sin librerías pág. 13
Música, copas y conversación en lugares tradicionales de Medellín
Tres esquinas y una casa
Junio
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Juan Camilo Vergara
En las calles de los barrios de Medellín hay tres esquinas y una casa, en cada esquina y la casa hay un negocio, en cada negocio hay una historia, y cada historia tiene su personaje. ¿Qué lugares? ¿Cuáles historias? ¿Quiénes son los personajes? María Juliana Yepes Burgos mariajulianayb@gmail.com
La música de Augusto Hace cincuenta años un carnicero recorría las calles de Amagá, Antioquia, junto a su hijo recogiendo el dinero que le correspondía por alquilar sus rockolas a los dueños de los bares y las cantinas del pueblo minero. El niño acompañaba feliz a su padre porque lo dejaba quedarse con las monedas que se caían al piso al momento de sacarlas de los traganíqueles. Mientras el niño esperaba impaciente la caída de una moneda, se entretenía escuchando las voces de Toña La Negra y Javier Solís, y las melodías compuestas por Pacho Galán y Lucho Bermúdez. Así fue como Augusto Arango Franco, un hombre risueño y hablador, comenzó su afición por apreciar, investigar y coleccionar lo que él califica como “la buena música”. Son más de 12 mil discos y casetes los que hacen parte de la recopilación musical del melómano que hace 15 años montó un bar al que llamó “La música de Augusto”. El negocio que comenzó en Ginebra, Valle del Cauca, se trasladaría cinco años después a una esquina en el sector Estadio, a una cuadra del centro comercial El Diamante, en el occidente de Medellín. En una ciudad donde los bares parecen competir por el premio al mayor número de decibeles alcanzados con la música y la gente se grita para comunicarse, en “La música de Augusto” se hace lo contrario: “A la gente que viene aquí le gusta tomarse una cerveza o un trago y conversar mientras escuchan un son cubano, un tango, un bambuco o un bolero”, dice Augusto, quien hace poco recorrió Cuba de cabo a rabo en bicicleta.
Las Delicias Una pareja mayor juega dominó en una de las mesas blancas de plástico de la cafetería. A un lado de las fichas reposan un par de cervezas frías y de vez en cuando una que otra copa de ron. En otra mesa se ve a una familia almorzando y comentando el estado en el que se encuentra su familiar enfermo. Al lado de ellos dos hombres conversan y se ríen al tiempo que tararean la guasca que suena en el momento: O te parece poco que te quiero, te parece poco que te amo, te parece poco que te pienso, te parece poco que te extraño, dice la letra en la voz de Pipe Bueno.
A pesar de los cambios que sufren los bares, tiendas y cafés tradicionales de Medellín, aún se conservan objetos que cuentan por sí solos el transcurrir del tiempo en la ciudad.
Walter Zapata después de haber trabajado en diferentes oficios y lugares alquiló hace un año junto a su padre, el Restaurante y Cafetería Las Delicias, un negocio que queda al frente del Hospital Universitario San Vicente de Paúl. Es un lugar para quienes después de visitar por horas a los enfermos del Hospital aprovechan para cambiar el paisaje de agujas, suero y gorros blancos. A la hora pico en Las Delicias una mesera, la cocinera, Walter Zapata y su papá atienden el ajetreo dentro del local: empanadas, chorizos y buñuelos para los hambrientos; un paquete de papitas y otro de maní para los que no quieren comer aquí; un yogur para el enfermo, una cerveza para la sed, un papel higiénico para la casa, un billete falso para el mostrador y un guaro empinado para el señor.
El Taller A una cuadra del Parque de Belén, en el sur occidente de la ciudad, se destaca entre tiendas, parqueaderos y un supermercado una casa vieja amarilla con ventanas enroscadas en hierro. El Taller es un multifacético lugar que cumple desde hace 12 años las funciones de librería, galería, restaurante y bar. Todos los fines de semana hay música en vivo especialmente rock, pop y canción social. “Algunas personas vienen en las tardes agarran un libro y se ponen a leer mientras se toman un tinto”, cuenta Patricia Muñoz, una mujer joven que viste de ‘bluyines’ y manga sisa, encargada del bar la mayoría de las veces. “También se presenta cada mes una nueva exposición en la galería. En estos momentos estamos exhibiendo la obra de Gabriela Valencia, una ingeniera química de la UPB”. El Taller es uno de los pocos lugares de esparcimiento que le apuesta a la arquitectura de antaño en la ciudad y que se mantiene en el tiempo sin estar ubicado en una zona de
rumba como La 33 o El Poblado. Es un lugar para aquellos que quieren disfrutar con los amigos una velada tranquila lejos de la música de discoteca.
El Social En el sector de Provenza, en El Poblado, se ve en una esquina un árbol con lucecitas de colores, detrás de él está El Social, tienda mixta que sirve de tienda en la tarde y de bar en la noche abierta al público desde 1.969. La voz de Héctor Lavoe le canta a la ausencia de una mujer: El día en que tú te fuiste, triste me quedé llorando, ¡Ay regresa te lo pido!, que por tu amor te juro me estoy matando. El Social se distingue como uno de las tiendas antiguas del barrio El Poblado así como el Niágara en el Lleras. La diferencia de estos dos es que El Social mutó durante los años, y se convirtió en un bar donde los precios se incrementan según el status de la zona. “Antes se ponía solo salsa, pero ahora hemos querido variar un poquito, entonces ponemos 70 por ciento salsa y el resto en bachata y uno que otro reggaetón”, dice Marcela una joven de pelo mono y facciones delicadas que atiende el local, que por su edad no podría dar fe de tiempos pasados cuando la cerveza no valía 3.500 pesos. El Social parece manejar cierta bipolaridad: afuera es un bar donde la gente se ríe y choca botellas de cerveza; adentro, se ve una tienda con un piso de cuadros verdes y amarillos, imágenes viejas de caballos, estantes con variedad de cigarrillos, y unas sillas desgastadas de teatro que circundan un mesón de madera. Una ciudad que ha sufrido la pérdida de lugares representativos para su memoria histórica como el Ferrocarril de Antioquia y el Teatro Junín, conserva aún en los rincones de sus diferentes comunas, puntos de encuentro tradicionales que legitiman la identidad de Medellín.
Es una pregunta interesante para un festival de cine y muy apropiada para el año del Bicentenario, donde los medios en general se encargarán de recordar próceres y batallas. El 4º Festival Internacional de Cine Sinfronteras, por el contrario, parece esmerarse en cuestionar: ¿qué nos ata o subyuga, qué nos domina o se nos impone, qué a fin de cuentas nos libera o de qué nos liberamos? Más interesante se hace la dinámica del Festival cuando pregunta al ciudadano común, en su página Web, ¿de qué se quiere independizar? Respuestas como el amor, la mamá, la casa, la dependencia, los desamores, la nostalgia han recorrido el sitio oficial. Un breve reflejo de las visiones que todos tenemos del término Independiente. Tal vez se logre discutir algo en las proyecciones de esta cuarta versión, que además, quiere alejarse de ese estereotipo del cine sólo para intelectuales, y dar cabida al Valle de Aburrá con el disfrute de 25 películas seleccionadas especialmente para esta temporada, y que todo parece indicar sólo se podrán ver del 22 de julio al 2 de agosto. No sólo películas, también agenda académica con invitados nacionales e internacionales. Tal vez no se logre responder la pregunta, mas sí se generará la discusión en torno al concepto Independiente. Las cintas White Material, El niño pez, The Visitor, Serbis, The Exploding Girl, Syndromes and a Century; son algunas de las películas que se proyectarán después de ser protagonistas en premiaciones internacionales. Las aulas universitarias no son ajenas a este tipo de cuestionamientos; es válido saber que este año un festival, que nació en Medellín, le apuesta a la creación de espacios, donde a partir del cine y la academia, el público local puede entrar a hacer parte de la dinámica que encierra a los mejores festivales de cine internacional. Mientras llega la hora de las funciones, en www. festivalsinfronteras.com/2010 hay una pregunta que tal vez usted se anime a contestar… ¿de qué se quiere independizar?
La indiferencia
Editorial
ante el futuro de la sociedad Ya nada nos conmueve. Es común para la gente aceptar los atropellos que se cometen contra los niños y las niñas de la ciudad. El listado es largo: se convierten en mensajeros y guardianes de armamento de los grupos armados asentados en los barrios, mueren asesinados en las puertas de las instituciones educativas, cada día aumentan las cifras de abuso sexual, existe un mercado de “favores sexuales” ofrecidos por niños y, además, hay “venta de la virginidad”, mientras más niña, mejor. El tema es tan común que ya ni conmueve, la gente lo ve y lo acepta, la gente lo ve y se hace la de la vista gorda, la gente lo ve y no lo denuncia, “eso siempre ha pasado” es el argumento que se esgrime para no hacer nada. Sólo un dato: el Centro de Atención Integral a Víctimas de Abuso Sexual (CAIVAS) registró en 2009, 2.253 casos, de los cuales 1.399 fueron abusos a niñas y 253 a niños. ¿Cuántos serán los no registrados? La responsabilidad de estos hechos es del Estado por no ofrecer las garantías para proteger a los niños y niñas de la ciudad, de los padres de familia que muchas veces se prestan para que esto suceda o son ellos mismos los abusadores y explotadores; las instituciones educativas, porque no ofrecen la formación adecuada para afrontar este tipo de dificultades; la responsabilidad es de todos los ciudadanos porque no hacemos nada al respecto. Se nos olvidó por completo el Artículo 44 de la Constitución Nacional: Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y amor, la educación y la cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión. Serán protegidos contra (resaltado nuestro) toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos. Gozarán también de los demás derechos consagrados en la Constitución, en las leyes y en los tratados internacionales ratificados por Colombia. La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos. Cualquier persona puede exigir de la autoridad competente su cumplimiento y la sanción de los infractores. Los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás. Tenemos un desconocimiento tan grande de la Constitución, que todo lo que en este artículo se plantea - en materia de protección y derechos de los niños- es precisamente lo que no se cumple. ¡Valiente compromiso que tenemos con el futuro de la sociedad!
Caricatura
Rectificación En la edición de Contexto N°23, en el artículo ¿Vive una mala hora el periodismo escrito local? se publicó: “Según Luis Fernando Ospina, Editor jefe de interactividad y opinión de El Colombiano, la salida de este columnista (Javier Darío Restrepo) y de otros como Reinaldo Spitaletta o Pascual Gaviria, se debió a que ellos alentaban la polarización y por eso necesitaban otros espacios de opinión”. Contexto se permite aclarar que el Editor jefe de interactividad y opinión de El Colombiano, Luis Fernando Ospina, no mencionó a los periodistas Reinaldo Spitaletta, ni Pascual Gaviria. En su testimonio señaló a “Javier Darío Restrepo y otros columnistas”, sin especificar nombre alguno. Rector: Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez / Decana de la Escuela de Ciencias Sociales: Esperanza Hidalgo Urrea / Directora Facultad de Comunicación Social-Periodismo: Margarita Llano Gil. / Jefe de Área de Periodismo: María del Socorro Correa Jaramillo / Editor: Juan Carlos Ceballos Sepúlveda /Jefe de Redacción: Viviana Andrea Londoño Calle / Periodistas: • Angélica María Cuevas Guarnizo • Mónica Samudio Valencia • Yenny Carolina Buitrago Cortés • Juliana Sosa Góngora • María Juliana Yepes Burgos • Juan David Villa Rodríguez • Laura Betancur Alarcón • Laura Suárez Díaz • Andrés Felipe Salgado Céspedes • Korina Daza Zapata • Jorge Andrés Santos Gómez / Foto portada: Jorge Andrés Santos Gómez / Diseño: Ana Milena Gómez / Diseño y Diagramación: Editorial UPB • / Impresión: El Mundo /Universidad Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación Social - Periodismo • Dirección: Circular 1ª. 70-01 bloque 7. Teléfono: 3544557 • Correo electrónico: pcontexto@gmail.com • ISSN 1909-650 X
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Junio
¿Independiente de qué?
Internacional
Información y Democracia
¿Quién ganó en Vietnam? La actitud de los gobiernos frente al trabajo de los reporteros que cubren acontecimientos de gran impacto social, como las guerras por ejemplo, se ha transformado radicalmente en los últimos 35 años. Se pasó de la colaboración al control.
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Ramón Maya Gualdrón ramon.maya@upb.edu.co En la ciudad de Ho Chi Minh, antigua Saigón, el 4 de mayo de 2010 se reunieron los periodistas que cubrieron la guerra de Vietnam. Conmemoraron el 35° aniversario del fin del conflicto. También recordaron a sus 79 compañeros caídos. En la reunión, el ex periodista de CNN, Peter Arnett, ganador del premio Pulitzer en 1966 por su trabajo, cuando laboraba para AP, describió lo que fue el accionar de los medios: “Ésta fue la primera guerra extranjera con participación de Estados Unidos en la que la prensa cuestionó el pensamiento del gobierno, las decisiones de los generales y las opciones políticas sobre las cuales se basó la guerra”. Bob Carroll, ex-fotógrafo de United Press International, complementa: “Nunca más será posible cubrir guerras como Vietnam… ¿Qué aprendieron en Vietnam los militares sobre dar acceso a la prensa? Que no hay que darlo”.1 Los reporteros son los ojos y oídos de la opinión pública y la voz de las víctimas de la injusticia y el despotismo. Si se les impide hacer su trabajo, pierde la democracia y por tanto la sociedad. Si no hay información, la gente no puede asumir posición, queda a merced de los gobernantes y el problema, entonces, es que el poder es el peor narcótico, por el que muchos están dispuestos a cualquier cosa, incluso arruinar la vida de su pueblo. Por eso la prensa libre sigue siendo un remedio contra la tiranía.
Un cambio de visión En Vietnam, el 16 de marzo de 1968 una flotilla de helicópteros transportó a la Compañía Charlie, del ejército norteamericano, a una bella región costanera en la que estaba ubicada la aldea My Lai, habitada por campesinos cultivadores de arroz desde hace tres milenios. Porque no encontraron rastros del Vietcong, escurridizo enemigo, los soldados enloquecidos la emprendieron contra mujeres, niños, ancianos
tuvo que padecer un infierno antes de realizar su propósito de autogobernarse, como lo comenzaron a hacer a partir de 1975, cuando expulsaron a los invasores. Durante y después de la guerra los jóvenes vietnamitas trataron a los periodistas extranjeros como a estrellas del rock y de ellos aprendieron la profesión de informar.
En el momento más crítico de la guerra, a mediados de la década del 60, en Vietnam había 500 mil soldados norteamericanos combatiendo, sin embargo, esta cifra se incrementó con el argumento de resolver pronto el conflicto, lo cual no se logró. http://guerradevietnam.foros.ws/
La sociedad norteamericana se opuso a la guerra de Vietnam, cuando tuvo información de los hechos gracias al trabajo de los periodistas. El gobierno norteamericano, en 1973, retiró las tropas. http://news.haverford.edu/ blogs/amongfriends/files/2008/12/we-wont-fight-final.jpg
y animales, violaron y torturaron, querían destruir todo lo que tuviera vida y prendieron fuego al poblado. Y allí estaba el reportero gráfico Ronald Haaberle. Sus placas conmovieron al mundo y movieron la opinión pública, que exigió a los gobernantes la retirada de las tropas de Vietnam. Entonces la historia de la guerra cambió. ¿Qué hacían los poderosos soldados norteamericanos a miles de kilómetros de su país, con sus máquinas de guerra arrasando con bombas, napalm, agente naranja y fósforo las selvas tropicales de la península de Indochina en el Sudeste asiático? Lo mismo que
hacen hoy en Irak y en Afganistán. Sólo que ahora no es fácil para los reporteros contarnos qué está pasando, como lo hicieron entonces.
Reflexión política En aquella época el gobierno de los Estados Unidos se proponía tomar el escaque Vietnam, dentro del ajedrez de la Guerra Fría, que los franceses habían perdido, en 1956, cuando los vietnamitas lograron su independencia. Pe r o e s e p u e b l o o r i e n t a l
Algo muy valioso que nos dejó el trabajo de los reporteros de la Guerra de Vietnam fue una actitud de reflexión política. Que después fomentaron el cine y la música rock, cuyos mensajes, igual que los de las fotografías, documentales y escritos de los hombres de prensa, siguen resonando para que no se repitan los hechos de injusticia y muerte. Los tenemos que oír, como lo hicieron los jóvenes universitarios norteamericanos que a partir de 1968 valientemente se opusieron a la invasión. En universidades como Kent, Ohio, Berkeley, pusieron la justicia delante de los supuestos intereses de su país. De igual manera actuaron por aquella época los universitarios en México, Argentina, Alemania, Reino Unido y en muchos otros lugares del planeta. Como los hombres sabios lo hacen, recordemos que una bella generación de jóvenes llenos de sueños se perdió en la guerra, los acordes e imágenes que los eternizan nos pueden ayudar a construir un mundo mejor. Por eso no es posible admitir que se nos oculte la información.
Los reporteros son los ojos y oídos de la opinión pública y la voz de las víctimas de la injusticia y el despotismo
1. http://www.periodistas-es.org/index.php?option=com_content&view=article&id=7 003:reporteros-que-cubrieron-la-guerra-de-vietnam-se-reunen-en-la-antigua-saigon&c atid=38:periodistas&Itemid=197
El teatro es un medio artístico para exorcizar los miedos y los sufrimientos que produce la creciente violencia que se vive en Medellín. Asimismo, da una mirada de comprensión a la realidad y crea espacios de pensamiento que invitan a las personas a la reflexión y la participación.
“En estos tiempos los jóvenes saben más de la muerte que de la vida”, le dice Octavio, un joven con sueños por cumplir, a Efrén, un hombre ya mayor que pasó casi toda su vida viendo como personas inocentes fueron asesinadas y, otras más, desterradas de sus hogares en la época de la violencia en Medellín. A Octavio lo busca la guerra. Desde pequeño las necesidades económicas lo empujaron a relacionarse con las bandas delincuenciales de su barrio, hasta que terminó por quedarse ahí. Esa es la realidad que le tocó vivir y la que lo hiere en el cuerpo y en el alma. El sonido de los disparos lo despierta en las noches y no lo dejan dormir. Como Octavio, el personaje principal de la obra La sangre más transparente de la Corporación Teatral Caja Negra, hay muchos jóvenes que viven diariamente en un conflicto que se agravó en los últimos meses en la ciudad, por los enfrentamientos entre bandas delincuenciales y la búsqueda del control territorial y sus habitantes para el éxito de negocios ilícitos. Según cifras divulgadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en 2009 hubo 2.178 homicidios en la capital antioqueña y, en los primeros cuatro meses del 2010, 673 personas fueron asesinadas, 156 más que en el mismo periodo de tiempo del año pasado, lo que equivale a un aumento del 30,2 por ciento de la criminalidad en la ciudad. Los barrios San Javier y Manrique, con 83 y 75 homicidios respectivamente, son los de mayor índice de muertes violentas.
Compromiso con la sociedad Dentro de este contexto desolador, el teatro es un medio que permite a las personas analizar y reflexionar sobre la realidad cotidiana. Con la presentación de obras como La sangre más transparente en la Corporación Teatral Caja Negra, Hécuba y Las troyanas en Hora 25 y en el Pequeño Teatro de Medellín, el teatro critica la mirada que las personas le dan a su entorno, la posición de invisibilidad que asumen ante los conflictos y la poca concientización frente a ellos. Así lo afirma Andrés Moure, director artístico del Pequeño Teatro: “El teatro es un medio de denuncia, educación y diversión. El artista siempre dirá algo sobre la sociedad al estar inmerso en ella. No es gratuito, por tanto, que el teatro haya hablado durante toda la existencia de la humanidad sobre los problemas sociales”. Por su parte, José Fernando Velásquez, director artístico de la Corporación Teatral Caja Negra, dice: “La problemática de la sangre está viva y latente, como si el tiempo no hubiera pasado”. Agrega además que el teatro no puede dejar de tratar estos temas: “Eso es traicionar los planteamientos que lo originaron. Desde su aparición, el teatro ha sido una expresión del pueblo. Un medio para convocar, hablar y expresar”, porque, como afirma Velásquez, ofrece una mirada distinta del tema a la que otros medios de comunicación como el cine y la televisión le dan y que, muchas veces, se acerca a “la explotación de la ‘pornomiseria’ y la vulgaridad, sin profundizar ni generar reflexión”. Desde los lenguajes del cuerpo, el habla, el espacio, la música, entre otros, el teatro “ahonda en las razones del por qué de la violencia y se rompe con el esquema de decir que somos violentos porque sí. La violencia tiene explicaciones en un país como éste y muy justificadas, duélale a quien le duela. El hambre, la falta de trabajo y la desigualdad tienen que generar violencia y reacciones agresivas”, dice José Fernando. Sin embargo, tratar estos temas genera también oposición y malestar en las personas, puesto que todavía muchas consideran que
hablar de violencia es continuar propagando una imagen desfavorable de la ciudad y del país. Velásquez opina: “Es muy difícil que le pidan a uno que ignore la realidad, que no la denuncie y no trate de hacer que otros reflexionen sobre ella. Uno no puede ignorar el entorno en el que vive”.
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Posibilidades En la antigua Grecia nació la tragedia como forma de representar la debilidad del hombre frente a los dioses y sus designios. Fue una manera de mostrar lo influenciable que era, como se dejaba dominar por las emociones que sentía y como encaraba el destino, la muerte y el dolor. Silvia Helena García Moreno, filósofa, escritora y actual directora de la Escuela de Formación de Actores del Pequeño Teatro, cuenta que la representación de clásicos como Edipo Rey, Prometeo, Medea y Las troyanas, es valiosa, porque el teatro puede estar “contándonos historias de otros momentos, en otras circunstancias, con otros personajes, pero de todas maneras tocar nuestra realidad, la violencia que estamos viviendo”. José Fernando Velásquez y otras personas dedicadas al teatro consideran que deben seguir con su labor y tratar de llegar a más gente por medio de la representación de la realidad. “El día en que las condiciones en Colombia sean distintas dejaremos de hablar de la violencia, mientras tanto eso es lo que nos convoca. El arte siempre ha sido consecuente con la realidad y no se puede marginar de ella”, opina Velásquez. Andrés Moure del Pequeño Teatro, por su parte, dice: “Hay que hablar sobre la violencia para no olvidarla”. El teatro no solucionará el hambre ni la desigualdad social, opina Mario Yepes, profesor universitario, pero sí creará y motivará a las personas a la reflexión y al análisis, puesto que es el medio más directo y contundente. El arte es la posibilidad de acabar con la invisibilidad en la que está sumida la juventud de la ciudad. Por eso Octavio, un joven que derramó su sangre en un conflicto sin sentido, en la obra La sangre más transparente, grita: “El miedo a la muerte nos hace invisibles a veces”. Pequeño Teatro de Medellín
Andrés Felipe Salgado Céspedes and_fel05@hotmail.com
Ciudad
La violencia puesta en escena
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Una mirada crítica a la indiferencia social
El teatro permite hacer catarsis, una purificación de las costumbres, los sentimientos y las ideas ante la contemplación del conflicto representado “sobre las tablas”. En la obra teatral Aislados (imagen), dos presos en la prisión de Robben Island, en la que estuvo recluido Nelson Mandela, comparten sus vivencias.
Jóvenes urabeños que superan los 15 años de edad, huyen de la “limpieza social” de esa región del departamento y viajan a Medellín para delinquir. Con armas blancas cometen hurtos calificados y agravados en el centro de la ciudad. Juan Felipe Vargas es un niche que vivió su niñez y adolescencia sin la compañía de sus padres. Hoy está retenido en La Pola. Su nombre ha sido modificado para proteger su integridad. Maria del Pilar Camargo Cruz ccmariadelpilar@hotmail.com Juan Felipe Vargas nació hace 16 años en San José de Apartadó, en Urabá, Antioquia. Vivió su niñez y adolescencia en el barrio Obrero, de ese mismo municipio. Hace más de un año llegó a Medellín y hace tres meses es uno de los jóvenes internados en el Centro de Atención al Joven, Carlos Lleras Restrepo, más conocido como La Pola, la cárcel de menores. Es un niche más que viajó a la ciudad por amenazas contra su vida. Cuando decidió robar en las calles del centro de Medellín, sabía que se arriesgaba a no volver por mucho tiempo a Policarpa, un parque de charcos naturales de Urabá, donde iba a “tirar baño”. En ese municipio antioqueño estudió en una escuela pública hasta tercero de primaria. En su adolescencia optó por la ilegalidad para conseguir dinero y gastarlo en “farras” y ropa. La negligencia de sus padres biológicos ante su crianza, acercó a Juan Felipe a una de sus tías; una mujer que lo apoyaba y defendía, y a quien le confiaba sus problemas. Hace unos días perdió contacto con ella, no tiene su teléfono fijo y en la audiencia para definir su situación judicial estuvo solo frente a un juez de menores. Sin ningún familiar o allegado. Condenado a una ciudad desconocida. Los deportes predilectos, fútbol y natación; la comida favorita, la bandeja paisa pero la de Urabá –con pescado en vez de chicharrón y arroz con coco-. Durante su niñez y parte de su adolescencia disfrutó de vivir en Urabá. Estuvo tranquilo en su pueblo natal hasta que se le llamó “uno de los desatinados”. Juan Felipe necesitaba plata para comprar droga y robaba a los habitantes de su barrio.
“Los paracos de allá matan mucho, ellos dicen que hacen limpieza y matan a todos los desatinados. Pasan en moto, toman fotos. Yo me calenté y me tenían fichado (…) Allá mataban a los pelaos al lado de uno”, recuerda. Dos hombres de unos 22 y 23 años, aconsejaron a Juan Felipe y a dos amigos suyos, irse a vivir al centro de Medellín, donde los esperaban otros jóvenes urabeños conocidos además de niches como “Los morenos”, una de las 160 bandas que existe en la ciudad según la Personería de Medellín. Un miércoles de mayo de 2009, Juan Felipe y sus compañeros decidieron comprar un tiquete de bus con destino a Medellín, no tenían equipaje ni dinero pero sí ánimo de independencia y comodidades. Horas después llegaron a un hotel en un lugar del centro, donde pagaban 15 mil pesos por su estadía diaria. “Nos recibieron unos pelaos de allá, de Urabá (…) Los niches son un combito de negros, también son los morenos… Pero mentiras, que ahí también hay blancos”, confiesa. Juan Felipe robaba en la noche a los transeúntes de la Avenida Oriental. En el día vivía cómodamente en el hotel, con televisor y equipo de sonido. Con la plata robada compraba tenis y ropa, y se cortaba el pelo en las peluquerías del centro. “Cuando me dijeron que me fuera pa’ Medellín yo pensé que acá era bueno porque como es grande no lo cogen a uno pa’ matarlo (…) Aquí la gente es egoísta (…) Lo único bueno es… ¿Cómo es?… Eso que es grande de EPN (sic), que es como una biblioteca y lo dejan entrar a uno para estar en los computadores (…) Eso, en La Alpujarra”, relata.
fotoeditores.com
Cronica Junio
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Los niches
Serie periodística Destinos de cuna La serie periodística “Destinos de cuna”, realizada por la estudiante María del Pilar Camargo Cruz, es su trabajo final del curso de Investigación en Comunicación II, con el cual termina su formación universitaria. El mismo comprende cinco historias de vida de menores de edad que viven su niñez y adolescencia sin la compañía de uno o ambos progenitores. Sus padres biológicos son negligentes ante su crianza, están presos en una cárcel, fueron asesinados por un grupo terrorista o integran una banda criminal. El trabajo periodístico evidencia a través de historias reales cómo pueden desarrollarse comportamientos delincuenciales a partir de la situación de abandono. Las historias se contarán a partir de los géneros crónica y perfil. Dada la importancia del tema y, además, porque la estudiante integró el equipo de trabajo de Contexto por cuatro años, publicamos a continuación dos de las cinco historias que contiene esta serie.
Juan Felipe no conoce la ciudad de Medellín, sólo el centro. Su estadía en hoteles terminó cuando, junto a un niche mayor, robaron a un adulto de la tercera edad cerca del Jardín Botánico, sabían que el hombre que salía del banco tenía 700 mil pesos en efectivo. Cuando intentaron llevarse el dinero, la víctima los amenazó con una navaja, Juan Felipe sacó su arma blanca y lo “chucé en el estómago en defensa propia también’’. La retención se hizo bajo el delito de hurto calificado y agravado. Para Juan Felipe estar en La Pola representa un cambio de mentalidad. “En este encierro uno reflexiona. A veces me aburro. Uno aparenta que está bien pero no… Ah, igual uno se amaña. Cuando salga me voy otra vez pa’ Apartadó, yo no quiero seguir aquí pa’ que me llenen la cabeza y siga robando, y como tengo 18 años me metan a… ¿Cómo es?… Bellavista. A mí me han dicho que allá duermen en los corredores’’, dice con asombro. Según Freddy Edgardo Gómez, juez de menores y coordinador del Centro Especializado para Adolescentes –Cespa–, el fenómeno de los niches estuvo en furor entre 2008 y 2009. Los apellidos más característicos entre los jóvenes procedentes de Turbó y Apartado son: Mosquera, Ibarguen, Mena y Pino. De los 4 mil 600 jóvenes judicializados, cerca de 400 son sancionados, de los cuales 20, una vez cumplen la sanción y egresan de La Pola, son asesinados como “ajuste de cuentas”. Juan Felipe conoció a cuatro de las personas asesinadas, eran amigos que delinquían con él. “Uno no cree que va a pasar. Yo conocí a uno que estaba aquí internado, salió, y después la mamá de un amigo que también está internado aquí, le dijo que habían matado a Camilito. A mí me da miedo que me maten a mí acá. Por eso, cuando salga yo me voy pa’ Apartado”, expresa Juan Felipe con temor. De acuerdo con Sandra Patricia Castro, trabajadora social de La Pola, como medida de protección para los jóvenes que son liberados, la institución está “preparando el montaje de un plan posinstitucional”. Cuando sea libre, Juan Felipe espera terminar los estudios de primaria y bachillerato en Urabá, “pagar servicio”, y no volver nunca más a Medellín, la ciudad grande y desconocida.
Desde los siete años Alejandro López cumple las leyes de la calle: hurto, porte ilegal de armas, retención ilícita de bienes, consumo de droga y complicidad de torturas. Hoy tiene 15 años y es padre de un niño recién nacido. Alejandro quiere ser como el papá que nunca tuvo. Nombres cambiados para proteger su integridad. María del Pilar Camargo Cruz ccmariadelpilar@hotmail.com
Durante sus últimos ocho años de vida vivió más tiempo en la calle que en su casa. Amigos buenos y malos reemplazaron la compañía de su madre y la ausencia de su padre. Alejandro tiene dos tatuajes: un dragón y su apodo escrito en chino; y cinco perforaciones: en una ceja, una oreja, el labio inferior y dos en la lengua. Hoy no trae aretes puestos. Practica porrismo en el Inder, Instituto de Deporte y Recreación, donde hace levantamiento de personas y giros mortales. Su comida favorita son los frijoles. El guiso de cebolla y tomate es la mezcla que le parece menos agradable. Por maltrato intrafamiliar la madre de Alejandro se separó de su esposo en 1995. A los cuatro meses de nacido, Alejandro fue abandonado por su padre, sólo lo veía una o dos veces al año. Cuando cumplió seis años fue la última vez que supo de él. A los siete años Alejandro se sentía sólo, la mamá trabajaba en las noches y en las mañanas, y él decidía si quería ir a la escuela. La mayoría de las veces prefería estar en la calle, donde se entretenía y charlaba con amigos de confianza y otras “personas que uno piensa que le están haciendo un bien a uno, y no, es para sacarles ellos el cuerpo y meterlo a uno en cosas malas”, recuerda. “En la calle hay falsedad, vicios, malos pensamientos, malas influencias (…) Quiero cambiar el estilo de vida, dejar tanto la calle, estar ocupado y superarme”, revela ante la mirada fija de su madre. Para que Alejandro quisiera cambiar su mentalidad tuvo que estar detenido por hurto simple y ser cómplice de torturas que pudieron llegar a ser homicidios. Su vida ilícita comenzó con los “favores”. Alejandro cuidaba casas o cuadras enteras. “Los convivires, los paracos, son supuestamente la seguridad del barrio. Un día estábamos mis amigos y yo relajados cuando llega tal persona y nos dice ‘venga parcero, lo necesitamos pa’ tal cosa a ver si ustedes nos pueden hacer el favor y se quedan tal noche acá y cuidan esto’. Nosotros por quedar bien dijimos que sí, y nos entregaron armas, una 38 larga pa’ cada uno (…) Uno rondaba cuadras seguidas y donde pasara algo por allá, se lo achacaban (sic) a uno y se lo cobraban”, relata. También presenció torturas de adultos acusados por jóvenes de 25 a 30 años, quienes realizan la “limpieza social” del barrio. Las víctimas son los supuestos ladrones del sector. “Los cogen y los castigan, los golpean y los torturan… Hasta los llegarán a matar… A mí no me tocó ver que los mataran. Yo cambiaba una pieza para que ellos relajados torturaran a la gente (…) Hay uno
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Junio
Ser ingeniero automotriz y viajar a África y Japón son los sueños de Alejandro López, uno de los jóvenes que participa del Programa Fuerza Joven de la Alcaldía de Medellín. Vive al nororiente de la ciudad, en la Comuna 4, tiene 15 años, y hace unas semanas es padre de un niño.
Perfil
La promesa de no volver a delinquir
de ellos que tiene la casa y la presta, sólo pide que la desocupen, hagan lo que tengan que hacer y después la organicen. Una vez tenían a uno amarrado con un lazo, uno tenía una tira y el otro tenía la otra, y los dos jalaban, lo iban ahorcando y ahí le preguntaban cosas y si no respondía lo iban jalando más. Era horrible”, recuerda Alejandro. Otro de los delitos que cometió fue la retención ilícita de bienes. “Es el apoderamiento de casas por días o horas. La calle tiene muchas leyes. Los dueños en los barrios tienen un pagadiario para las personas a las que les prestan dinero. Si no lo pagan le hacen un allanamiento y le quitan cualquier bien, un televisor o una nevera. Hasta que no pagaba no se lo devolvían. Uno hacía favores y sacaba las cosas”, explica. Hoy Alejandro consume bajas dosis de marihuana. Hace cuatro años pagaba por esta misma droga, más “perico y pepas”. Desde que era niño vio a las personas consumir las sustancias psicoactivas en la calle y sintió curiosidad. Con mil pesos compró su primer “bareto”, el dinero se lo daba su madre sin saber para qué realmente lo quería. Alejandro está dispuesto a dejar la droga por su bebé. Hace tres años conoció a la madre de su hijo, una joven de 14 años. Hoy son novios y planean vivir juntos en unos años. “El bebé es como la bendición. Después de la noticia, Alejandro tuvo un cambio brusco, se alejó de la calle, los amigos, y comenzó a trabajar con el suegro, que es oficial de construcción”, cuenta Carmen Herrera, madre de Alejandro. La mayoría de los amigos de Alejandro tienen madres solteras como él. Aunque Alejandro se cansó de vivir ilegalmente, su espíritu rebelde sigue vivo. Hace seis años habita con su padrastro. A su padre biológico no quiere volverlo a ver. “Si no me hizo falta cuando estaba pequeñito y estaba creciendo, ya pa’ qué”. En 10 años Alejandro se proyecta viviendo con su esposa e hijo en un apartamento. “Como la familia que yo nunca tuve. Yo sí voy apoyar y acompañar a mi hijo”.
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Aumenta explotación sexual de niños y niñas en Medellín Es necesario fortalecer la ley y mejorar las condiciones de vida en las comunidades vulnerables, para que los niños, las niñas y los jóvenes de Medellín lleven una vida íntegra, como lo consagra la Constitución.
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Rosa María Pérez Rivas rosampr77@yahoo.es
Laura Betancur Alarcón laurabeta626_4@hotmail.com
La sociedad tiene los ojos vendados frente a un problema cada vez más latente: el abuso a los niños y las niñas en Medellín. Explotación sexual, inicio de prostitución y venta de la virginidad son casos que se denuncian en algunos barrios, principalmente en las Comunas 1 y 3.
las mujeres las violan y siguen siendo mujeres, en cambio a nosotros los hombres nos violan y la gente nos dice que ya no somos hombres”, dice Consuelo. Como causa principal de tal panorama, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), Corporación Amiga Joven
Además de lo anterior, desde 2007 a la fecha, se aumentaron los casos de abuso sexual, en donde las niñas y los niños son los principales afectados. Es así como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, registró 6.409 denuncias sobre abuso sexual infantil en Colombia, en el 2008. En el caso de Medellín, al Centro de Atención Integral a Víctimas de Abuso Sexual (CAIVAS), se presentaron, en el 2008, 1.590 casos, de los cuales en el 78 por ciento estaban involucrados menores. Para 2009, la cifra aumentó, se contabilizaron 2.253 casos, de los cuales 1.399 tenían que ver con abusos a niñas y 253 a niños. En lo que va corrido de 2010 se cuenta 435 casos, en donde 320 involucran a niñas y 46 a niños. (Ver tabla).
y la Corporación Convivamos, entidades encargadas de velar por la protección, promoción y restauración de los derechos de los niños, coinciden en que esas situaciones de abuso se presentan por la desprotección a la que se somete a los menores, quienes están creciendo sin la supervisión adecuada de sus padres. Esto hace que ellos sean
más vulnerables a vivir todo tipo de situaciones que no están basadas en el respeto.
Venta de la virginidad La Corporación Convivamos, con sede en la Comuna 1 de Medellín, señala que en los barrios de esta parte de la ciudad, se aumentó la venta de virginidad en niñas entre los 8 y los 10 años. “Nos enteramos que la virginidad de las niñas y las jóvenes está siendo subastada entre los actores armados”, afirma Clara Ortiz, psicóloga de la Corporación. “Ud. es que es boba de dárselo a cualquier bobo en un rastrojo, ¡Cobre por eso! ¡Es lo mismo!”. Son expresiones comunes que se escuchan entre las jóvenes de las Comunas 1 y 3 de Medellín, con el fin de convencer a otras niñas de vender su virginidad.
* Casos registrados hasta mayo de 2010
Es así como algunas jóvenes inducen a sus vecinas, menores de edad, a venderles “su primera Jorge Santos Gómez
Tema central
Indiferencia social ante desprotección de menores
Aunque las estadísticas indican que son más abusadas las niñas que los niños, estas cifras podrían cambiar. Consuelo Zapata, psicóloga de Intervención Clínica del ICBF, dice que escucha con frecuencia la angustia de los niños que callan, por largo tiempo, que fueron víctimas de abuso sexual. Muchas veces, bajo condiciones de extrema violencia física o alta manipulación afectiva y económica, los niños son obligados a guardar el secreto, porque si se informa a la familia o a las instituciones esta situación, su masculinidad se pondría en duda. En cambio, según ellos, la feminidad de las mujeres cuando son víctimas de abuso sexual, no se ve disminuida. “Son muchos los niños varones que expresan: a
Ante la falta de alternativas, sobre todo, las niñas y las jóvenes terminan cediendo a las ofertas de los actores armados.
Es común que “el duro del combo” se enamore de una joven, la persiga o la seduzca durante algún tiempo; ella por gusto o por presión termina aceptando la propuesta de negociar su virginidad. “Finalmente cuando la chica tiene 17 años, ya está muy vieja, él la deja, y ésta se convierte en la pareja sexual de los demás integrantes de la banda”, dice la psicóloga de Convivamos. Así mismo asegura que durante la desmovilización de los paramilitares, algunas jóvenes fueron a fincas donde ellos estaban, con el pretexto de acompañar a sus amigos que estaban en el proceso, pero en realidad iban a prestar servicios sexuales. Al regreso las chicas tenían motos, plata, ropa a la moda y celulares de última generación. El acercamiento, entre las niñas y los actores armados, se da a través de las chicas que ya están vinculadas a las redes de la venta de virginidad. Ellas observan a niñas de 8, 9 y 10 años, preferiblemente solitarias, además vulnerables y desprotegidas, para invitarlas a participar en el negocio. Convivamos conoció el caso de una joven de 15 años que trabaja como prepago y comercia con la virginidad de sus vecinas convenciéndolas del buen dinero que pueden obtener. Pero no sólo en las calles se presenta esta situación. Algunas instituciones educativas también son espacios propicios para iniciar a las niñas en las redes de explotación sexual. En noviembre del año pasado, Clara Ortiz, se enteró que en un colegio de la Comuna 3 existía una red de prepagos y algunos docentes, conociendo la situación, estaban accediendo a los servicios de sus estudiantes.
Razones de peso Las condiciones familiares, las carencias afectivas y materiales son las causas de que muchas jóvenes negocien y vendan su cuerpo. Ante la falta de afecto y reconocimiento por parte de sus padres, profesores y amistades, algunas menores se dejan seducir por las ofertas de los integrantes de los “combos” en
armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos”. La familia, la sociedad, y las instituciones educativas tienen en sus manos la responsabilidad de que un niño desarrolle su proceso de crecimiento, basado en el amor, la dignidad
y el respeto; mientras estas instituciones insistan en mantenerse indiferentes y los artículos en quedarse plasmados sobre el papel, la infancia seguirá siendo un asunto relegado a abusadores y explotadores que dejarán en ellos irremediables consecuencias.
Otro factor que influye es el comportamiento de las niñas. Ellas no son autónomas al momento de tomar decisiones, sino que están a la merced del “duro del combo” que les hace pensar que él es el único que las quiere, que las ve atractivas y que está dispuesto a defenderlas. Y está el factor basado de la dominación sobre el otro: el más joven es más vulnerable, el que tiene menos experiencia, menos argumentos y menos criterios para defenderse o decir no.
El aumento de denuncias de abuso sexual contra niños se incrementa cada vez más. Según Consuelo Zapata, psicóloga del ICBF, es el resultado del trabajo que realizan algunas instituciones y del interés que el tema genera en los medios de comunicación.
Alternativas para mitigar la problemática
Es importante estar al tanto de los comportamientos de los niños y atender ante los comportamientos que éstos presenten hacia quienes los cuidan o quienes están a su cargo. Hay que estar alertas.
Frente a tal situación, la Corporación Amiga Joven adelanta un programa de prevención en los colegios de los barrios populares de la ciudad. Bajo el lema: “Mi cuerpo, tu respeto, la inocencia no tiene precio”, se pretende “sensibilizar a las jóvenes para que no ingresen a ningún tipo de red de explotación sexual, a que respeten su cuerpo, todo esto desde la promoción de los derechos humanos y la equidad de género; con estas capacitaciones queremos ofrecerle a nuestros niños y niñas alternativas diferentes a las que les ofrece el medio”, dice María Edilia Gañal, directora de la Corporación.
Prevención sin eficacia
Sin embargo, considera que todavía los programas de prevención no son eficaces, porque sólo se dirigen a niños y adolescentes, excluyendo a los medios de comunicación, quienes contribuyen “en muchos casos a la difusión de conductas machistas y a aumentar las diferencias de género”, dice Consuelo.
El abusador sexual Más allá de generalizar un perfil de los abusadores de niños y adolescentes, desde la psicología se hablan de distintas características. Según Consuelo Zapata, para algunos abusadores las violaciones son medios enfermizos para liberar estrés, otros lo hacen por aliviar sentimientos de hostilidad y rabia contra los niños, por esto entre más indefenso sea el menor, mayor es su deseo de abusar de él. Para otro tipo de abusadores es difícil establecer relaciones con personas de su edad; son fuertes con los menores, porque así pueden ejercer poder y control. En algunos casos quienes violentan a niños, fueron abusados y maltratados sexualmente en su infancia. Además, están quienes no alcanzan a dimensionar el daño causado a los niños. En ellos es característico un alto grado de perversión sexual, pues manejan fuertes sentimientos de culpa, que a través del abuso logran exteriorizar.
El niño abusado
Así mismo la Corporación Convivamos trabaja con niñas y jóvenes en la promoción de los Derechos Humanos y en fomentar la solidaridad hacia los niños y la mujer para que ellos se preocupen por sus espacios y por su desarrollo como persona.
Cuando los niños no reciben un tratamiento psicológico adecuado, crecen con desconfianza hacia los demás, manifiestan dificultades con padres o profesores, y expresan fuertes sentimientos de culpa, rabia, impotencia, vergüenza y negativas percepciones de sí mismos, como considerarse sucios.
Aún cuando la labor de las corporaciones es rescatable, la sociedad sigue en deuda con los niños y jóvenes. Frente a cifras tan alarmantes como las del año pasado en Medellín, en donde se presentaron 2.253 violaciones sexuales, todavía no se hace visible la corresponsabilidad de la que habla el artículo 44 de la Constitución, cuando promulga: “La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo
Los adolescentes también disminuyen el nivel académico, se ausentan de sus casas, empiezan a consumir sustancias psicoactivas o cometer delitos. En su sexualidad algunos pueden tener múltiples relaciones sexuales o prohibirse cualquier contacto sexual y rechazar a jóvenes del mismo género.
Por esto reaccionan con agresividad, prefieren aislarse, no duermen lo suficiente, y no tienen control de los esfínteres. En la escuela los niños pueden desmejorar su rendimiento académico, rechazar a los profesores y a las normas o, por el contrario, mostrarse sumisos ante los adultos en general. Así mismo, las consecuencias físicas más frecuentes son dolores de cabeza o de estómago, que se presentan sin estar enfermos realmente.
El apropiado tratamiento psicológico, además de ayudar a los niños a superar las secuelas del abuso, previene que en la adultez sean ellos quienes maltraten a niños indefensos y desprotegidos, como ellos lo fueron en algún momento.
Tema central
los barrios o asumen los modelos de identificación que los medios de comunicación proponen: “nuestras niñas tienen tres profesiones: modelos, profesoras o psicólogas, pero en ellas está muy arraigado la apariencia. Todas ellas se organizan las uñas, se tinturan el cabello, así no tengan nada que comer en la casa”, dice Clara.
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vez”. Quienes hacen las ofertas son los narcotraficantes y los paramilitares, quienes pagan hasta cuatrocientos mil pesos por las niñas que acceden a la propuesta. “Utilizan a las adolescentes para sus orgías, como en la época de Pablo Escobar”, afirma Clara.
Informe
Barrio San José del Pinar de Bello, Antioquia
Con las lluvias crece la angustia en los ranchos de cartón Un barrio refleja en pequeño la realidad colombiana de poblaciones vulneradas que hoy se debaten entre sus dificultades diarias e intentos colectivos por salir adelante.
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Mary Correa Jaramillo Mary.correa@upb.du.co Grupo de Investigación en Comunicación Urbana, GICU antigua a Guarne, dos kilómetros más arriba de Santo Domingo Savio. El terreno hace parte de la gran reserva forestal del Parque Arví, pero en este punto ha perdido una buena parte de su bosque, debido a que las familias desplazadas que siguen llegando, requieren madera para la construcción de los ranchos y así tener nuevamente un techo donde vivir. Ana Yorledis Rodríguez Espinoza, una mujer de unos 26 años nacida en Chigorodó Urabá antioqueño – relató que lo más difícil de vivir en “El Pinar”, como la gente lo llama, es el cambio de vida: “Yo de niña lo tuve todo. Mi abuela como pobre, nos tenía con comodidades en una finca que era de su propiedad, en la que nosotros podíamos jugar todo el día y nuestra vida era feliz. Pero de la noche a la mañana, nos mataron a un tío que era contratista de obras civiles y luego amenazaron a otro y a toda la familia, por querer quedarse con la finca y entonces nos tocó salir corriendo. Y luego, uno llegar a un ranchito de palitos y cartón tan chiquitico, después de haberse criado en una casa grande de material, con todas las comodidades, con un cuarto para mí sola y llegar a quedar en esta situación. Cuando yo llegué aquí hace 12 años, miraba esa casita y decía: ¡Dios mío! ¿Qué es esto? Y usted sabe que uno de niño o de sardino es muy vanidoso, uno sabe todo lo que tuvo y ahora quedar en nada (suspiro)… eso es muy duro”.
Reinaldo Spitaletta Hoyos
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Unas siete mil personas viven hoy en el barrio San José del Pinar, de Bello-Antioquia y afrontan el riesgo del derrumbe de sus ranchos por la temporada invernal, además de que deben enfrentar la situación de inseguridad por la presencia de actores armados del conflicto que los vinculan en la disputa por ese territorio del nororiente, estratégico para la venta de estupefacientes y armas. A finales de 2008 y durante parte de 2009, la temporada invernal destruyó unos 40 ranchos y obligó a sus habitantes a gastar en reparaciones un dinero que les era preciso para su sustento. Este año, la época de lluvias ya genera zozobra entre los moradores de la zona, que no tienen cómo prevenir los daños que el invierno pueda causar, especialmente en los ranchos de cartón que fácilmente se vienen al suelo. “Cada que llueve, yo desde mi casa, miro hacia El Pinar y no hago sino pensar en los ranchos de esta comunidad. Ruego porque no llueva para el lado de ellos porque se les caen las casitas. Sobre todo, cuando pienso en mis muchachos. ¡Ay qué pesar de ellos! A veces no duermen en toda la noche achicando el agua y otros muchos duermen en ese suelo que es tan frío”, comentó Shirley Joanna Carmona, profesora de la institución educativa El Niquía Darío Londoño Cardona, ubicada en la zona. A San José del Pinar, como a otros barrios de la vereda Granizal: Adolfo Paz, Regalo de Dios, Altos de oriente I y II, se llega por la vía
El abandono estatal Los habitantes de San José del Pinar se lamentan de que el gobierno de Bello los abandonó a su suerte, y que se disculpa explicando que esos son terrenos ilegales y no puede invertir en la zona. Por su parte, autoridades del Municipio, como la ex alcaldesa y ahora senadora electa, Olga Suárez, dicen que la falta de una carretera para comunicar directamente a Bello con la vereda Granizal influye para la no realización de los programas sociales y económicos proyectados en ese asentamiento. El abandono gubernamental favorece también que los grupos armados mantengan su presencia en la comunidad y generen miedo entre los pobladores amedrentados. La apatía estatal se refleja hasta en situaciones de emergencia, como las vividas en los inviernos pasados, cuando no se vieron funcionarios de la Alcaldía desarrollando planes de contingencia. “Lo que pasa es que los funcionarios sólo vienen cada cuatro años buscando los votos, pero después, ni aparecen porque esto por aquí no le importa a Bello. Vea, recibimos más ayuda de fundaciones sociales y religiosas de Medellín, aunque a ellos no les correspondería”, dijo Héctor Restrepo, uno de los habitantes del Pinar. La comunidad no cuenta con empleos fijos y estables, sino que algunos trabajan como celadores en unidades residenciales, en oficios domésticos, voceadores de periódicos, vendedores de dulces y frutas o, en la gran mayoría de los casos, se dedican al rebusque diario. También es común que las mujeres y niños vayan por las plazas y puestos de mercado de Medellín recogiendo los productos ya marchitos. De esos recorridos depende lo que luego se lleve a la olla familiar para hacer el almuerzo.
Los convites para hacer obras
El barrio San José del Pinar se ubica al nororiente, en la vía antigua a Guarne, detrás de Santo Domingo. Es uno de los que cuenta con el mayor número de personas en situación de desplazamiento forzado en Medellín.
Por no haber puestos de trabajo para la gente, el hambre, la falta de salud y las limitaciones en la educación son factores de inestabilidad social y económica y es por eso que el Pinar se convirtió también en territorio para familias sin techo, pues pasó de tener en 1996 unos 25 o 30 ranchos, a completar 700 viviendas hoy en día, pero sin contar con las condiciones necesarias para atender a las familias porque en este asentamiento los servicios públicos son precarios y fueron contrabandeados por sus moradores, a excepción de la luz eléctrica, que instaló Empresas Públicas, por seguridad.
Los habitantes de San José del Pinar trabajan en “convites” para mejorar juntos las condiciones de los ranchos, extender mangueras que les lleven el agua desde los tanques de EPM en la montaña hasta sus hogares y ayudar a construir sitios para la educación de sus hijos. Sin embargo, a la comunidad le hace falta empuje para hacer tareas conjuntas y obtener mejores resultados y por eso algunas ONG y fundaciones religiosas los están orientando en estas iniciativas. “En los primeros años de creado el barrio fue muy difícil la convivencia, porque la gente llegaba con culturas muy distintas y mientras unos cuidaban, otros dañaban. Pero luego nos fueron capacitando de la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Medellín y bueno, la gente se fue culturizando y ya se respetaba un poco más. También vino la idea de los ‘convites’, reuniones los fines de semana para trabajar en común, y así se hizo lo de la instalación de las mangueras para llevar el agua a las casas, la construcción de las escalas, de algunas letrinas y baterías de baño para la escuela, bueno y poco a poco ir mejorando las difíciles condiciones del barrio”, contó Bertha Liria Betancur, madre de familia que llegó al barrio en agosto de 1996.
Hay que estimular la educación Al Pinar también llegaron varias instituciones educativas y de formación laboral que aportan al desarrollo comunitario. En la actualidad existen 14 hogares comunitarios atendidos por mujeres que reciben apoyo del Instituto de Bienestar Familiar y nueve Hogares Fami, en los que se recibe a las embarazadas y se les capacita en la atención a sus bebés, además de que se les ayuda con alimentación para mejorar las condiciones nutricionales de madre e hijo. También está el Jardín Infantil Refugio Nazaret y la fundación Carla Cristina, que atienden en formación preescolar a los niños más pequeños. Para los niños en edad escolar que adelantan primaria y secundaria, funcionan el Centro Educativo El Niquía Darío Londoño Cardona y el colegio Lumen Dei.
Y para ayudar a los jóvenes y adultos que han completado su noveno grado de secundaria, la Fundación Fe y Alegría estableció allí una sede llamada Escuela de Artes y Oficios José María Grijelmo y, con apoyo del Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena, atiende en promedio a unos 400 habitantes de toda la Vereda Granizal e incluso de Santo Domingo, que adelantan estudios como técnicos y operarios en los diversos cursos que los habilitan para una labor determinada en las empresas. “La formación aquí es un 50 por ciento técnica, pues hay máquinas y diversos equipos para el entrenamiento y el otro 50 por ciento del tiempo, los alumnos van a las empresas, mediante un contrato llamado Bienestar Estudiantil para que ellos realicen labores en el mismo medio empresarial. Por lo general, el 30 por ciento de los estudiantes quedan contratados en las mismas empresas que les posibilitaron la formación”, aclaró Danny Navarrete, empleado de Fe y Alegría que participa en el convenio con el Sena. En cuanto a la población infantil y juvenil, ésta es numerosa y demanda esfuerzos
Proyecto de investigación En la comunidad de San José del Pinar se adelantó, durante 18 meses, un trabajo de investigación sobre la “Reconstrucción narrativa de las historias orales de los pobladores del barrio que han vivido situaciones de desplazamiento forzado durante los últimos 10 años”. El trabajo lo realizaron los comunicadores sociales-periodistas, Reinaldo Spitaletta Hoyos y Mary Correa Jaramillo, docentes del Área de Periodismo de la Facultad de Comunicación Social - Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, miembros de la línea de Narrativas del Grupo de Investigación en Comunicación Urbana, GICU, quienes contaron con el apoyo del Centro Integrado para el Desarrollo de la Investigación, CIDI. Para la investigación se seleccionó este barrio por ser, junto con Vallejuelos, una de las zonas del Área Metropolitana con 97 por ciento de sus moradores en situación de desplazamiento forzado. Se contó con la colaboración de sus pobladores para adelantar la metodología cualitativa que utiliza las entrevistas en profundidad, con el interés de conocer sus historias, desde cuando tuvieron que dejar sus hogares y territorios, por el desplazamiento forzado, para venir a San José del Pinar y lo que han logrado como comunidad durante estos años. El trabajo también permitió evidenciar las condiciones de desarraigo y mostrar las problemáticas sociales y culturales que deja el desplazamiento en una población determinada y dejar constancia de las historias orales y vivencias de sus pobladores y el producto será un libro en el que se contarán sus historias.
Informe 11
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Reinaldo Spitaletta Hoyos
Aunque algunas de sus casas ya están construidas con materiales como ladrillo y tejas, todavía subsisten muchas de cartón y madera por las que se filtra el agua cuando llueve.
conjuntos de familias y maestros para que sea menos vulnerable. Los profesores se muestran preocupados por el papel de niños y jóvenes en el conflicto, pues a veces son utilizados para atender expendios de drogas psicoactivas y sus padres lo permiten. “Los niños aquí son una comunidad muy vulnerable. Hoy están, mañana no. De aquí a 15 días regresan. Ellos dicen que se van porque le resultó un trabajo esporádico a la mamá o al papá, o porque alguien los persigue y toda la familia debe irse y, como niños y jovencitos dependen de sus padres, se van con ellos. Luego regresan, pero interrumpen sus estudios por 15 días, un mes o más y eso perjudica a los chicos, entonces los docentes debemos estar preparados para reintegrarlos a los programas de estudio y hacer esa readaptación”, contó Yolanda Vásquez, coordinadora de la institución educativa El Niquía Darío Londoño Cardona. “Los muchachos de este barrio tienen mucho potencial, es cuestión de explotárselos. Es una población muy golpeada y difícil, pero cuando encuentran el afecto que se les brinda, aprenden pronto, además de que buscan integrarse”, explicó Diana Guerra, coordinadora de la Ludoteca Alicia Flórez de Mejía, de la Corporación San Luis. Ella trabaja enseñando con juegos, lectura de libros y cuentos, así como con el uso de computadores y asegura que este espacio les abre posibilidades de recreación a los niños y jóvenes del sector que no tienen opciones “ni de chutar un balón en estas lomas”. Y aunque su esfuerzo debería estar concentrado en lograr que niños y niñas lean más y consulten los libros para sus tareas, Diana Guerra reconoció que en la Ludoteca han tenido que implementar reflexiones sobre el respeto por el cuerpo, por el derecho de cada niño a no ser manoseado y abusado sexualmente, pues sabe que en el barrio hay problemas de convivencia y algunos adultos se creen con el derecho de irrespetar a los menores. Aunque los moradores de San José del Pinar consideran que la comunidad del barrio debe trabajar más en la reconstrucción de los valores familiares y sociales, también requieren un compromiso gubernamental para resolver las múltiples problemáticas que los afectan, especialmente la del desempleo y la falta de salud, por las difíciles condiciones higiénicas del agua que consumen.
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Altavista: el otro lado del conflicto Korina Daza koridaza@hotmail.com
Juan David Villa juanda0812@yahoo.es
Altavista apareció en los medios de comunicación por las balaceras, las amenazas y las plazas de vicio. Pero del otro lado, también están los líderes que luchan por construir y mostrar caminos de paz. - “Me salvó el arte”. - “¿De qué te salvo?”. - “Del conflicto. Si no hubiera sido artista sería delincuente, uno justiciero, habría hecho por el camino de las armas lo que he hecho por el camino del arte”. Y sí: a Camilo Baena, cofundador y gerente de la Corporación Artística y Cultural Casa Arte, lo salvó el arte. La sede de la Corporación está en una casa pequeña sin revoque en Altavista Central. Allí 20 personas del sector, niños 12 de ellas, encontraron un camino para decirle no al conflicto y no a las drogas. “Les decimos por ejemplo, comenta Camilo, que si nos drogamos morimos en el escenario”. Los niños de Casa Arte, cuenta con orgullo, han hecho suyo un discurso crítico que los aleja del conflicto: aprendieron que hay otros caminos, aprendieron que el arte es un camino. Por ello Casa Arte es “un espacio para quienes no han tenido la oportunidad de tomar un pincel, tocar un instrumento o pisar un escenario”. En Casa Arte se dedican a hacer circo pantoclown: un invento de ellos mezcla de mimos y payasos que hacen malabarismo, “contorsionismo”, acrobacia… Ti e n e n m o n t a d a s 1 0 o b r a s teatrales cuyo contenido siempre pretende generar una reflexión alrededor de las problemáticas de su entorno, entre ellas, el conflicto y la droga. La Corporación se sostiene, a falta de ayuda oficial o privada, de la presentación de sus obras ante cajas de compensación y alcaldías.
La que le cerró la puerta a la violencia Luz Dary Román vive lejos de Camilo, al otro lado de la montaña, pero se dedica a lo mismo que él: hacerle frente al conflicto. Luz Dary es una líder
Jorge Santos Gómez
Cronica
Un homenaje a la resistencia civil pacífica
Mostrar la vida, su vida; mostrar el sentido de no dejarse llevar por los llamados “actores del conflicto”; mostrar que desde el arte también se produce una revolución: la de estar vivos. Eso es lo que hacen los jóvenes de Altavista con sus obras de teatro. comunal de Manzanillo, sector de Altavista encima de Belén Rincón. Trabaja en el Plan de Desarrollo, diseñó el mapa de Manzanillo con una precisión de la que se jacta porque “un líder debe conocer su territorio” y lidera los proyectos de la Corporación Cedesis en su sector, entre los que se cuenta unas huertas, que podríamos llamar flotantes, porque los cultivos están en botellas plásticas de gaseosa cortadas a la mitad de arriba hacia abajo, que servirán para el autoconsumo y a futuro quizá para comerciar. Ella tiene 50 años y se cansó, “se mamó”, diría ella: “Cómo me voy a dejar encerrar o desplazar por ellos si esta es mi casa… eso no lo admito”. Con una valentía escalofriante, Luz Dary les cerró la puerta de Manzanillo a las bandas a punta de resistencia y denuncia. Cuando los combos de toda laya han intentado meterse al sector ella “pistea”, “investiga”, luego agarra el teléfono, llama a un contacto suyo que a su vez se comunica con la Personería y la Oficina de Derechos Humanos, ellos dan parte a la Fiscalía, a la Policía y listo. De esa manera, cuenta, capturaron a un “duro” de un combo del sector e hicieron salir a unos vecinos recién llegados que, según se enteraron, eran miembros de otro combo. “Aquí no los dejamos meter: tenemos derecho a vivir libres y tranquilos… estar hasta tarde en la calle, tener la puerta abierta toda la noche”. ¿Qué si tiene miedo? No parece, pero ella dice que sí, que cuando la situación se complica, acude al psicólogo para controlar un explicable delirio de persecución
que quizá no es tan delirio. “Al ver que no me pasó nada, continúa Luz Dary, los vecinos les perdieron el respeto – ¡miedo!, aclara enfática- y ellos perdieron fuerza”. Esto, que parece de Gandhi, lo explica el psicólogo Gustavo Ríos: “Si a alguien le dicen desocupe esta casa porque esto está muy caliente, los amenazados se van, el que hizo la amenaza puede que ni tenga una arma”. La delincuencia vive de ese miedo de los buenos que sorprendía a Martin Luther King: “Más que la maldad de los malos, me sorprende el silencio de los buenos”. Por supuesto no fue fácil: esto le costó el matrimonio porque su marido quería una señora y no una heroína, pero cultivó un retoño de líder de la que algún día el mundo sabrá. Valentina tiene 12 años y es digna heredera de su madre. Desde los 9 trabaja, apoyada por la Corporación Vamos Mujer, contra el abuso sexual. Lidera un grupo de 20 niñas y jóvenes, entre los 4 y 15 años, que cada sábado se reúne con una asesora para abordar temas como el respeto a sí misma y la necesidad de denunciar. “Eso es como si fuéramos a la misa o a algo muy sagrado”, dice la niña morena.
Una líder de la que sabrá el mundo Cuenta Valentina que un día algún vecino las invitó, a ella y otras amiguitas, a coger naranjas. “Y nosotras, cuenta sin titubear, nos fuimos porque nos gustan mucho. Una amiga
“Cómo me voy a dejar encerrar o desplazar por ellos si esta es mi casa… eso no lo admito” se montó al palo y después el señor se subió y empezó a manosearla y a darle picos y ella se tiró”. Siguió lo de siempre: la niña se lo dijo a su mamá quien, además de no creerle, la reprendió enfrente del hombre indignado ante la “calumnia”. Después de esto, Valentina habló con su mamá, enviaron una carta a la Alcaldía para pedir asesoría y recursos, y se formó el grupo. Dice Luz Dary: “Arrancaron pocas, ahora son 20”, y señala una niña de blusa negra que toma la bocina del teléfono público: “A esa fue a la que intentaron violar”. Además del diálogo con la asesora, las niñas preparan obras de teatro, exposiciones de cómics y en el futuro pretenden hacer bailes y arte corporal. Toda con el fin de advertir que cualquier niña puede ser víctima de la pederastia. Esta es la Altavista del otro lado del conflicto. La de Luz Dary Román que se cansó de tener miedo y entendió que a la injusticia del conflicto se le enfrenta con valentía y legalidad. La de Camilo Baena, que anduvo el camino del arte y no el de la guerra. La de Valentina, que muy pronto aprendió que los problemas y las soluciones son de todos.
Librerías,
una desaparición silenciosa
Yenny Carolina Buitrago Cortés carolina4424@hotmail.com
Eran casi las tres de la tarde y el olor a café que se paseaba entre los libros se hacía más fuerte. En aquella estancia se podía escuchar suavemente una melodía del pianista Arthur Moreira. Los sutiles tonos musicales, despertaban un aire cultural y hacían una completa invitación a iniciar la dinámica diaria del lugar: caminar entre los estantes en busca de esos libros que atrapan, sentarse en una de las sillas blancas del pequeño patio, tomar un café, hojear algunas de las obras literarias e iniciar una tertulia de aquellas que solo se presentan en un sitio como éste, en una librería.
Yenny Carolina Buitrago Cortés
Pese a que estos lugares representan gran parte de la identidad cultural de nuestra ciudad y a que aún existen amantes de esta clase de espacios, las librerías independientes de Medellín son cada vez más pocas. El abandono por parte de la sociedad y la ausencia de garantías para competir en el mercado, obligan a muchos libreros a cerrar no solo un negocio, sino todo un proyecto de vida.
Menos independientes, más comerciales Visitar una librería tradicional es atreverse a reconocer ese espacio cultural creado por libreros. Las personas dejan de ser clientes, para convertirse en aquellos cómplices que comparten con ellos, un intenso amor la lectura: “cuando las personas entran a una librería como ésta sienten que llegaron a su casa y no a un simple negocio. Es así como creamos fuertes lazos de afecto con quienes nos visitan y para ellos, estos espacios se vuelven necesarios porque sienten que les pertenecen”, dice Adriana Gómez, administradora de la Librería “Simsalabim”. Adriana reconoce que la situación de estos establecimientos es cada vez más difícil, y que muchos libreros han quebrado porque que se negaron a pasar sus librerías a sitios más comerciales, para no verlas convertidas en un negocio de paso. “Al pie de la letra” y “Simsalabim” son dos de las pocas librerías independientes que quedan en nuestra ciudad. En los últimos quince años se cerraron alrededor de treinta librerías en Medellín y pese a que sí se abren algunos de estos establecimientos en centros comerciales, toda la dinámica de una librería tradicional se pierde y pasa a ser parte de un paisaje comercial donde la relación casi confidencial librero-lector es anulada totalmente. “La librería del centro comercial es como un negocio más de ese lugar, igual que un restaurante o una tienda de ropa. Entras, no hay donde sentarse, te tienes que atender prácticamente solo, no hay espacio para talleres o tertulias y la persona que administra difícilmente sabe de libros”, dice Adriana Gómez quien acompaña sus palabras con una nostalgia que se hace evidente en su rostro.
Editoriales en una competencia desleal Aunque la creciente apertura de librerías comerciales es un tema que inquieta a los libreros, hay un asunto que les preocupa enormemente: las editoriales se convirtieron en una pesada competencia. “Las ventas han disminuido muchísimo porque las editoriales, que son nuestros proveedores de libros, se metieron a competir con nosotros. Ellos no están siguiendo la cadena normal de venta, sino que le están vendiendo directamente a las instituciones con el mismo descuento que nos dan a los libreros”, explica Gloria Melo, administradora de la librería independiente “Al pie de la letra”. Esta complicada situación deja a los libreros sin la posibilidad de competir en el mercado. Las bibliotecas y universidades prefieren comprar los libros a la editorial directamente, por los beneficios económicos que esto les trae. Es así como muchas de nuestras librerías tradicionales desaparecen y esta situación no despierta mayor polémica social. ¿Qué hace el Estado frente a esta situación para darle garantías a las librerías? Nada. Los libreros del país intentan sacar adelante un proyecto donde el Estado apruebe la “ley del precio fijo”, en donde se establece un único precio para cada libro y así lo deben vender los libreros y las editoriales. “Esta ley salvaría nuestras librerías, pero nunca ha sido aprobada porque detrás hay muchos intereses comerciales que la atacan, además no hay un apoyo de la sociedad que nos respalde”, dice Adriana Gómez. Son muchos los libreros que temen que estos establecimientos puedan acabarse algún día, sin embargo hay quienes piensan que pese a las adversidades esto nunca sucederá: “el placer de entrar a una librería, percibir el olor de los libros, sentir la potencia cultural de una obra literaria en nuestras manos, es lo que nunca va a permitir que las librerías se acaben”, dice el maestro Alberto Aguirre, quien fue el fundador de la recordada y majestuosa Librería Aguirre, una de las primeras de la ciudad.
Tal vez sea causa de la indiferencia, de la ignorancia o el abandono social, ahora con más frecuencia cierran librerías y nuestra cultura agoniza con ellas, sin que los ciudadanos se inquieten por ello.
Librerías como “La Fragua” y “La Continental” desaparecieron y nuestra ciudad ignoró por completo estos hechos, porque aún a la gente no le duele el cierre de estos lugares que sin duda se llevan consigo gran parte de nuestra cultura. Se trata de darle una oportunidad a estos espacios, dejarse seducir por su encantadora dinámica y apreciar la labor del librero quien nos enseña otro modo de vivir cada libro.
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Junio
La Ley del precio fijo que acabaría la competencia entre editoriales y librerías, ya se aprobó en países como España y Argentina. En Colombia se presentaron varios proyectos para que esta ley se legitime, pero el Estado aún no le da vía libre a esta iniciativa.
Cultural
Los libros pierden espacios en la ciudad
Arte y precisión Jorge Andrés Santos
Deportes
Un deporte que busca posicionarse en la ciudad
Junio
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El bádminton debe jugarse en escenarios cerrados para evitar la entrada de corrientes de aire que desvíen el volante.
Juliana Sosa Góngora julysosa103@hotmail.com
El bádminton es conocido por pocos y desconocido por muchos, por eso Mónica Ospina Gómez y Cristina Ramírez Morales trabajan con dedicación para que el otro año, los deportistas antioqueños puedan formar parte de la selección Colombia de la disciplina. -Niña, ¿cómo se llama ese jueguito?- pregunta uno de los hombres de uniforme azul que realiza mantenimiento en el Coliseo de Combate de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot. -¿Jueguito? Esto no es un jueguito, es un deporte y se llama bádminton- responde Mónica. -¿Cómo?- pregunta el hombre de unos 30 años, que no escuchó la respuesta debido al ruido que hacen sus compañeros. -Bádminton- repite Mónica. -Hey, que se llama bádminton- le dice a sus compañeros y sigue hablando con ellos. Lo que para él es un simple juego, para Mónica es el centro de su vida. Esta joven de 21 años es la entrenadora de la selección Antioquia de bádminton que hasta el año pasado practicaba en el coliseo Carlos Mauro Hoyos (cerca al Aeroparque Juan Pablo II) y ahora lo hace en el Coliseo de Combate. Cerca de 30 jóvenes, entre hombres y mujeres, entrenan en horas de la tarde los lunes, miércoles, jueves, viernes y sábados. Parecen pocos, pero en realidad son muchos si se tiene en cuenta que el deporte llegó a Colombia en 1992 y en Antioquia sólo se
practica desde agosto de 2008. Mónica no está sola. Cristina Ramírez Morales de 18 años, la acompaña como preparadora física y entrenadora asistente. Ellas son jóvenes y se toman con mucho profesionalismo su trabajo al frente de la selección. “Nosotras antes de los entrenamientos ensayamos, practicamos los golpes en la casa, vemos videos para después enseñarles a ellos como es”, afirma Mónica. Cristina, como antes de cada entrenamiento, orienta el calentamiento con seis niñas y dos jóvenes: hace sonar su pito para que hagan una fila detrás de ella y empieza la rutina de ejercicios de 20 minutos que todos, incluso Mónica, siguen en completo silencio.
Momento de jugar El lunes en la tarde, como están entrenando y no compitiendo, no hay árbitro central para contabilizar los puntos, tampoco está juez de servicio que se encarga de ver que realicen
Los instrumentos del bádminton Raqueta: Material: Carbono. Medidas: 68 centímetros de largo, 23 centímetros de ancho. Cuerdas de nylon. Material mango: Tourna grip. Volante: Peso: De 4,54 a 5 gramos. 16 plumas de oca o nylon incrustadas en una semiesfera de corcho recubierta de cuero blanco.
el saque correctamente o los doce jueces de línea que ayudan al central. Paula Cabrera Gómez, una de las jugadoras, toma el pito para oficiar de árbitro. Mónica toma en su mano el volante o proyectil, elemento principal para la práctica del bádminton y se alista para el saque. Paula hace sonar su pito y Mónica golpea el proyectil que pasa al otro lado, donde Cristina lo devuelve con su raqueta de carbono. El volante no debe tocar el piso, caer fuera del campo de juego o quedarse en la red, de lo contrario se le da un punto al contrincante. El bádminton proviene de un juego llamado battledore originario de la China, pero la manera en que se juega actualmente surgió en India donde era llamado pocha. Es un juego rápido, así lo define Mónica: “es un deporte de arte y precisión por lo específico que deben ser sus gestos deportivos y la rapidez de las jugadas. Cualquier persona lo puede practicar y cuando empiezan dicen ‘ay, tan fácil’, pero cuando les toca trabajar la técnica y se vuelve complejo, ya no les gusta”. Mónica y Cristina parecen olvidarse que es sólo un entrenamiento y se esfuerzan al máximo para ganar el primer set. Parece que quieren lucirse frente a sus alumnos o es simplemente esa pasión que les despierta el bádminton. La primera parte termina 21-19 a favor de Mónica. El segundo set debe ganarlo Cristina para obligar a un tercer set, de lo contrario Mónica será la triunfadora. El juego se hace interesante. Cristina lleva la delantera apenas por un punto, 21-20. La diferencia debe ser de dos y por eso el set continúa hasta que una de ellas tome esa ventaja, pero no sucede. El marcador está 29-28 a favor de Mónica, que si logra el punto, será la ganadora. Eso lo sabe Cristina que logra poner el 29-29. El próximo será el último punto del set: cuando el marcador se encuentra empatado a 29, se juega lo que se conoce como “muerte súbita”, es decir, la que gane el siguiente juego será la ganadora del set. Al saque está Cristina, el volante pasa de un lado a otro. Mónica con un golpe fuerte que Cristina no logra responder, termina el partido con marcador de dos sets a cero.
Bádminton en Medellín Este deporte se juega en la modalidad de sencillo y dobles, tanto femenina como masculina y dobles mixto. Sólo hay dos tipos de faltas: de conducta, cuando se agrede a uno de los jueces, al contrincante o se lanza violentamente la raqueta; y de servicio, cuando no se golpea el volante por el lado de la esfera, se levantan los pies del suelo, no se superan los dos metros después de la red o no se realiza el saque por encima de la cintura. En los pasados Juegos Suramericanos, el dominador fue Perú con cinco medallas de oro, seguido de Brasil con una. Colombia no consiguió ninguna medalla en esta disciplina y la selección la conformaron deportistas de Cauca, Quindío y Santander, ninguno de Antioquia. Es por eso que Mónica y Cristina se esfuerzan para que el bádminton sea reconocido en la ciudad. El plan de trabajo para el 2010 se basa en procesos de alto rendimiento que buscan tecnificar a los jugadores, con miras a lograr su participación en la selección Colombia. Cuando eso pase, el bádminton dejará de ser un jueguito para ser considerado un verdadero deporte.
El secreto de sus ojos Director: Juan José Campanella Guión: Juan José Campanella Año: 2009 País: Argentina Duración: 128 Minutos Reconocimientos: Ganadora del Oscar a mejor película de habla no inglesa, Selección oficial de los festivales de cine de San Sebastián y Toronto.
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Ahora Espósito vuelve a enfrentarse al pasado, a unir los cabos sueltos de una historia incompleta. Quiere encontrar a ese asesino que desapareció en el tiempo y volver a la esa mujer a la que no ha dejado de amar.
Datos sobre el film Juan José Campanella es el primer cineasta argentino en tener dos nominaciones al Oscar. Argentina es el único país latino que se ha llevardo el Oscar a mejor película de habla no inglesa. El secreto de sus ojos es la segunda película más taquillera en la historia de Argentina con 2,3 millones de espectadores frente a Nazareno Cruz y El lobo que reunió 3,4 millones en 1975. Juan José Campanella ha trabajado con Ricardo Darín en tres películas: El secreto de sus ojos (2009), El hijo de la novia (2001) y El mismo amor, la misma lluvia (1999). Dentro del film hay una escena que puede ser de las mejores constituidas en el cine latinoamericano: Benjamín Espósito busca al asesino en un partido de fútbol de Racing en el Estadio de Huracanes, la cámara ingresa al estadio desde el aire y lo recorre hasta que el protagonista entra en el cuadro.
Un pedazo de calle donde la vida y la muerte se unen
El escapulario, la flor y la lágrima para el muerto A la espera del difunto Mónica Samudio valencia monicasamudio@hotmail.com
Mónica Samudio Valencia
El 10 de abril Medicina Legal registró 8 muertos en Medellín. A las 11 de la mañana del día siguiente, Jhon Alexander, uno de los fallecidos lo acompañaba su familia por la carrera Bolívar para ser sepultado. - Luis, ya pusieron las lista de los muertos en el obituario - Sí, ¿cuántos son?
- 15, 13 enterrados y dos cremados. Mire ya llegó el primero, hay dos para las once. Luis Pérez, el de los mangos, coloca su puesto desde hace 30 años en la salida del Cementerio, de allí ve entrar muertos y salir huérfanos, viudas, personas desoladas que mitigan su dolor con las lágrimas. “Me gusta este lugar, es mi casa. Porque lo único seguro es esto, la muerte y el cementerio donde vamos a quedar”, mientras Luis
En medio de la algarabía que genera la llegada de un difunto, la vida transcurre en la carrera Bolívar, al frente del San Pedro, por donde transitan cientos de vehículos que se dirigen a los barrios de la zona Nororiental de la ciudad.
habla de cómo desea su sepultura, una muchacha llora sin parar en los brazos de su mamá. Dejó a su hermano en una bóveda, acompañado por flores artificiales que vende Teresa Corrales, en un puesto que le dio la Alcaldía hace 8 años, de los 18 que lleva en el lugar. Teresa empezó vendiendo novenas después de que mataran a cinco de sus seis hijos: “al principio me daba muy duro estar en esta calle, ver a niños gritando para que no enterraran a su mamá… Uno se va como endureciendo o mejor, uno se vuelve más consciente de la realidad”. Al frente de Teresa están los que también venden flores que llegan desde San Cristóbal, El Carmen de Víboral, Santa Elena y hasta de Bogotá, según cuenta Iván Londoño que con su cuñado Guillermo Atehortúa tienen su puesto de flores desde hace 50 años. Ambos decidieron sembrar tres Laureles a los lados del tramo de calle donde se ubicaban: “nos costó más la traída de los árboles desde el Poblado que los mismo árboles. Los tres nos costaron cinco mil hace 11 años y el
transporte seis mil” cuenta Iván. A las cuatro de la tarde otro fallecido es transportado por la carrera 51, detrás del carro de la Funeraria, viene un Mazda, dos buses y otro que pita para que lo dejen pasar, es la ruta del Popular Dos que está acelerada. Para Guillermo la venta de flores aumentó entre los años 80 y 95: “La época de ‘Pablito’ fue muy buena”, dice Iván, por su parte Guillermo afirma que “lo que pasaba era que esos mafiosos compraban unas canecadas de flores cada ocho días”. Pa r a Te r e s a l a s v e n t a s s e disminuyen cada día: “el arriendo está aumentando, pagamos 65 mil y empezamos con 24 mil, además la situación económica no está para decorar tumbas”. Esta calle les da a los vendedores el sustento para vivir. “La muerte es un negocio, para morir se necesita plata, si no deja embalados al resto de la familia. Si no hubiera muerte, no habrían funerarias, no existiría este cementerio, así como si no hubieran ladrones, no existiría el Inpec, ni las cárceles y no habría chapas para las puertas”, explica Teresa.
Junio
Hace ocho años, el director argentino Juan José Campanella, sorprendió con una hermosa historia sobre el amor eterno en El Hijo de la Novia que protagonizada por Ricardo Darín llenó de aplausos las salas de cine. En 2009 Campanella, el amor y Darín vuelven a encontrarse para darle vida a El secreto de sus ojos. Basada en la novela La pregunta de sus ojos de Eduardo Sacheri, es la segunda película más vista de la historia en argentina. Benjamin Espósito (Ricardo Darín) trabajó toda su vida como empleado en un juzgado penal y ahora es pensionado. En su tiempo libre quiere dedicarse a escribir una novela basada en un homicidio que estuvo investigando veinticinco años atrás. Una mujer había sido violada y asesinada en su apartamento, el culpable fue identificado y apresado, pero en medio de una Buenos Aires violenta y corrupta quedó en libertad. Espósito nunca entendió cómo Ricardo Mora, la pareja de la víctima y quien la amaba profundamente, había podido seguir con su vida dejando a un lado la historia del asesinato y del asesino, nunca antes el investigador había conocido un amor más intenso que el que Mora reflejaba por esa mujer. Reunir los recuerdos que inspiren su novela hace que Benjamín reviva todo lo que sucedió alrededor de ese suceso del 74. El asesinato habla también de su historia, de sus miedos, de sus equivocaciones y además, de un amor que surgió en el silencio, de una mujer con la que trabajó en el caso y de la que decidió alejarse antes de arriesgarse a estar con ella.
Literapolis
Un amor silencioso, una máquina de escribir, un homicidio impune
Reportaje Grafico
San Lorenzo tiene un espacio de integración
El cine llega a las tumbas Al cementerio de San Lorenzo, el más antiguo de Medellín con 182 años, le quisieron “echar tierra” más de una vez. El primer golpe que recibió y por el que casi desaparece fue en 1995, cuando fue cerrado por una Curaduría de la ciudad debido a las condiciones de insalubridad que podrían afectar a los habitantes del sector. Desde entonces, se dijo que detrás del cierre existía la intención de
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construir una vía que conectara el centro con El Poblado. Pero hoy la realidad es distinta: El San
Junio
Lorenzo fue restaurado y da muestras de quererse levantar para servirle a los vivos.
Jorge Andrés Santos Gómez jorgeandressantos@hotmail.com
Actualmente, la Gerencia del Centro lidera un proyecto para que el cementerio abra sus rejas y le brinde una alternativa de arte y cultura a los habitantes de barrios como La Candelaria y San Lorenzo.
Instituciones como el INDER le dieron un nuevo sentido a este espacio, convirtiéndolo en un punto de encuentro cultural para los habitantes de la comuna 10, tras una inversión por parte de la Alcaldía de 409 millones de pesos
Una de estas ofertas de entretenimiento son las proyecciones cinematográficas. El proyecto lo lidera el INDER y lleva tres meses de ejecución. El tercer sábado de cada mes las familias del sector se reúnen a ver cine en este lugar.
Hace más de 100 años, el cementerio San Lorenzo fue el núcleo que vio nacer asentamientos como Guanteros y La Asomadera. Hoy, cuando está rodeado de barrios completos, no recibe a los dolientes del sector, sino a los vivos que necesitan formas distintas de entretenimiento.